Domingo Belizario Gomez

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© 2009, Víctor Quintero Rivera © 2009, Fundación Caucana de Patrimonio Intelectual Biografía del Cura del Trapiche Domingo Belisario Gómez 1761 - 1851 128 páginas: 24 x 34 cm ISBN: 978-958-99291-0-0 Se autoriza la reproducción total o parcial del texto biográfico y su transmisión por cualquier medio con fines estrictamente culturales no comerciales. RECONOCIMIENTOS Y CRÉDITOS: Diego Tobar Solarte contribuyó generosamente con el proceso fotográfico de las 101 ilustraciones de la presente edición. Luis Ángel Rengifo Muñoz enalteció ex profeso la presente edición con 12 Ilustraciones. Carlos Alfredo López Garcés aportó 17 motivos fotográficos a color los cuales exaltan la grandiosidad del paisaje desde la eminencia andina del Cerro de Bolívar y el entorno actual de los pueblos coetáneos conformados dentro del territorio de la antigua Parroquia de la Santísima Trinidad del Trapiche. 11 Ilustraciones pictóricas de José María Espinosa tienen como fuente el libro de Beatriz González, titulado “José María Espinosa: Abanderado del arte en el siglo XIX”. Primera edición: Museo Nacional de Colombia, Banco de la República- Ancora Editores. Bogotá 1998 Editor Fundación Caucana de Patrimonio Intelectual www.parimoniointelectual.org Calle 1 No. 1E-26 Teléfono: 831 9182 Dirección Editorial y diseño Ricardo Quintero Rivera ricardoquinte15@hotmail.com Diagramación e Impresión Editorial López Carrera 8 No. 6-73 PBX: 824 2455 Popayán, Cauca, Colombia


V铆ctor Quintero

Biograf铆a del

Cura del Trapiche Domingo Belisario G贸mez 1761-1851

Fundaci贸n Caucana de Patrimonio Intelectual

Ministerio de Cultura



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Proemio

L

a Gobernación del Departamento, en cumplimiento de la Ordenanza 52 de 1928 de la Asamblea del Cauca, en 1929 abrió un concurso para premiar la mejor biografía de Domingo Belisario Gómez. El jurado calificador dictaminó que de los tres trabajos presentados el mejor era el suscrito con el seudónimo de SACRAMOR INCA, correspondiente a Víctor Quintero, en consecuencia el Gobernador del Cauca expidió el Decreto 191 de 1930 otorgando un premio al autor y ordenando la publicación de la Biografía. El personaje biografiado Domingo Belisario Gómez nació en Almaguer en 1761, a quien por antonomasia se le conoció como el Cura del Trapiche, donde murió en 1851. La Parroquia del Trapiche abarcó un amplio territorio, poblado desde tiempos precolombinos, cuya compleja geografía corresponde a un tramo de la vertiente occidental patiana de la Cordillera Central de los Andes. Al llegar, en 1794, Domingo Belisario Gómez como su primer cura, a la sede parroquial, ésta era un incipiente caserío rural, del cual se originó una prestigiosa población urbana, gracias a su Párroco y a su feligresía, conformada por familias nativas de la comarca del entonces Cantón de Almaguer. El incipiente pueblo del Trapiche y las poblaciones aledañas comprometieron sus vidas y bienes en la revolución de la Independencia Nacional y en la creación de la República de Colombia. Conformaron el núcleo, al sur de Popayán y al norte de Pasto, más decidido por la causa patriota y en el territorio granadino donde se sostuvieron las más persistentes y encarnizadas confrontaciones con las valerosas y obstinadas milicias realistas de Pasto y de Patía y con los ejércitos realistas. La patriótica actuación de la feligresía del Trapiche, desde los albores de la lucha por la independencia política, originó su fama y enalteció la historia de las familias protagonistas. Víctor Quintero, quien nació en 1.898 y murió en 1972 en el pueblo que conformó el personaje biografiado, indagó y divulgó la existencia del Prócer y sus hechos y los de sus feligreses en pro del progreso de la Parroquia del Trapiche y sobre su memorable participación en el proceso político independentista y del consecuente conflicto bélico regional, el cual para El Trapiche comienza en 1809, a los 15 años de su fundación, hasta 1826, o sea que durante 17 años afronta la persistente y cruenta reacción realista. Víctor Quintero, desde su juventud, contribuyó a la preservación de los hechos patrióticos protagonizados por el Cura y la feligresía de la Parroquia del Trapiche, hoy Bolívar, Cauca y a preservar la conciencia patriótica bolivarense, Sobre Domingo Belisario Gómez y El Trapiche se han escrito ensayos, artículos para medios impresos, conferencias y discursos. Las labores persistentes de Víctor Quintero condujeron a que en 1972 se exaltaran los méritos patrióticos de Bolívar, Cauca con la lucida Conmemoración del Sesquicentenario de la Independencia del Sur y la expedición de la Ley 37 de 1971 “Por la cual la Nación se asocia a la celebración en la ciudad de Bolívar, Departamento del Cauca del sesquicentenario de la campaña libertadora del Sur”, de la cual se derivó la realización de un plan de progreso en beneficio de Bolívar y del Sur del Cauca. El Sesquicentenario representó el ápice de sus celebraciones patrióticas realizadas en Bolívar en la segunda parte del Siglo XX. La contradicción entre los ponderados logros de Víctor Quintero derivados de su obra basada en la historia del Trapiche y la no publicación de la Biografía queda dirimida por la disposición del señor gobernador del Departamento del Cauca, Guillermo Alberto González

Mosquera, de honrar la vigencia cultural y política de la Biografía con la presente publicación en los términos del concurso que la originó en 1930 y cuya distribución resultará concomitante con el bicentenario de las acciones bélicas iniciales del proceso de la independencia nacional, ocurridas en 1809 en el sur de la entonces Gobernación de Popayán y Provincia del Virreinato de Santa fe. La “Biografía del Cura del Trapiche Domingo Belisario Gómez, 1761-1851” es una sucinta narración cronológica de la existencia del personaje en su contexto histórico, sustentada en la tradición y en documentos procedentes de los archivos: Arroyo, Parroquia del Trapiche y Arquidiócesis de Popayán. El texto biográfico lo complementan 17 apéndices documentales con ilustraciones. La fuente documental principal utilizada por el autor fue el ARCHIVO EPISTOLAR DE DOMINGO BELISARIO GÓMEZ, el cual consta de 698 folios manuscritos, que en su mayoría son cartas autógrafas dirigidas entre 1.807 y 1.847 a sus confidentes y amigos los próceres Santiago y Manuel José Arroyo. Tales documentos sustentan la memoria de los hechos patrióticos protagonizados por el Párroco y la feligresía del Trapiche. Este archivo lo recibió en 1928 Víctor Quintero por donación de don José María Arroyo Díez; actualmente es propiedad de la Fundación Caucana de Patrimonio Intelectual y está depositado al cuidado del Archivo General de la Nación. La Fundación Caucana de Patrimonio Intelectual como titular de los derechos patrimoniales del texto biográfico los cedió para la presente impresión de 600 ejemplares. La Biografía ilustra sobre el proceso independentista en el Trapiche sur del Cauca en el contexto de la etapa más relevante de la historia de la antigua y extensa Provincia de Popayán, cuyas consecuencias republicanas aún fundamentan esperanzas colectivas. Se aspira a que la Biografía sea acogida en las bibliotecas de los establecimientos de educación en el Departamento del Cauca y en las bibliotecas públicas del territorio de la extinta Provincia de Popayán en el régimen colonial y del extinto Estado Soberano del Cauca en el régimen republicano, o sea en el área sur occidental colombiana y correspondiente a la actual división política administrativa denominada Departamentos del Cauca, Valle del Cauca, Chocó, Nariño, Putumayo, Caldas, Risaralda, Quindío, Huila y Caquetá. Para las gentes oriundas de Bolívar, Cauca la difusión de la Biografía estimulará su talante manifestado en el entrañable sentimiento por lo que atañe a sus tradiciones, en su persistencia en disfrutar del entorno de Bolívar, en el reconocimiento de sus extensos parentescos, en el cultivo de la afectuosa amistad entre coterráneos, en su inteligencia connotada para estudiar, en su entusiasmo para concurrir a las empresas cívicas, en su aprecio por la historia de su patria chica. La edición de la Biografía en concomitancia con la Conmemoración de los 200 Años de la Independencia Iberoamericana 2008-2024 propiciará que los residentes en el Municipio de Bolívar, Cauca y los bolivarenses y sus descendientes, ubicados en Popayán o en diáspora en cualquier sitio del planeta se concierten para honrar los sacrificios de los antepasados con empresas que alivien sus aflicciones derivadas de la deplorable condición humana y agravadas por la iniquidad, la corrupción, el narcotráfico, la violencia y los siniestros causados por acciones bélicas.

Popayán, 17 de marzo del 2009 Ricardo Quintero Rivera

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Motivo del Biógrafo

A

ntes de exaltar la vida meritísima del prócer y de iniciar el relato de sus hechos notables, debemos consignar que la existencia de Domingo Belisario Gómez y sus actuaciones en pro de la Independencia Colombiana se desenvuelven en un área geográfica limitada. Trataré de imprimir el relieve que le corresponde a este preclaro hijo del Cauca en la gesta libertadora que se desarrolló en el sur de la Provincia de Popayán, en el Cantón de Almaguer y particularmente en el Trapiche, hoy la población de Bolívar. Considerando que la efigie patricia del Presbítero Gómez debe ocupar en la historia regional, la línea de honor que le consagran sus méritos, ya que las circunstancias del ambiente son impropias para dilatar su fama, queremos acercarlo a esa pléyade de varones cuyos nombres ampara la historia con el signo de los libertadores. Preconizamos la tesis de que en nuestra independencia ejercieron influencia definitiva las figuras del Libertador Bolívar, como director supremo de la guerra y dominador de la victoria y creador de naciones libres; don Camilo Torres, el verbo elocuente de la revolución y el espíritu de la república, quien con su Memorial de Agravios, elevó a sistema jurídico el movimiento rebelde; don Antonio Nariño, precursor y propagandista de la libertad, divulgador de los principios igualitarios franceses y caudillo de la revolución; el sabio y mártir Francisco José de Caldas, no solo por el aspecto científico de la Expedición Botánica sino como el escritor de la emancipación y mantenedor del movimiento cívico; el general Francisco de Paula Santander, sostenedor de la guerra en el oriente y apasionado defensor de la república civilista; el estadista y diplomático Francisco Antonio Zea, quien preconizó la soberanía de la República y su reconocimiento por los gobiernos europeos; José María Córdoba, como ínclito militar; Antonio Ricaurte y Atanasio Girardot, como símbolos del heroísmo colombiano y Policarpa Salavarrieta quien compendia el sacrificio de nuestras mujeres y fulge en el martirologio de los sacrificados. Estas y otras figuras excelsas que compendian la revolución, la guerra, la libertad y la República, se destacan en el escenario patriótico como figuras iluminadas por el resplandor que irradia el fuego sagrado de la independencia americana. Pero en la constelación de los consagrados, faltan los modestos nombres de quienes mantuvieron vivo el fermento de la Independencia entre las clases sencillas de trabajadores y campesinos, de donde salieron los soldados que concurrieron a los campos de batalla para dar la victoria. Entre estos conductores, sobresale por su valor moral, su personalidad superior y su enérgico carácter persuasivo, Domingo Belisario Gómez, síntesis de la categoría espiritual llamada por los mandatarios españoles “clero insurgente” y cuya vida patriótica me propongo relatar. Popayán, 1930

Víctor Quintero Ver Apéndice 1 Reseña Biográfica del autor Víctor Quintero Rivera, 1898-1972

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Parte I Antecedentes 1551-1794 A la legendaria ciudad de Almaguer en cuyo suelo venerable reposan los restos de mis antepasados maternos

AMBIENTE Almaguer, patria del prócer cuya vida se trata de estudiar, es necesario describirla sucintamente a través de sus condiciones geográficas, etnológicas, históricas y culturales, para establecer el ambiente en el cual se formó Domingo Belisario Gómez. A 2.312 metros sobre el nivel del mar, entre 1º54´55” de latitud norte y a los 2º45´32” de longitud occidental del meridiano de Bogotá, con una temperatura media de 17 grados centígrados, se halla situada una población que en los tiempos de la Colonia llamó la atención: San Luis de Almaguer, cabecera del Cantón de su mismo nombre en la Gobernación de Popayán. Todo viajero que hace el recorrido por entre las cimas de la mole de la Cordillera de los Andes se siente sobrecogido de grandeza al llegar a la región nordeste de Almaguer. En este sitio el panorama es maravilloso y la imaginación es sorprendida por el paisaje grandioso. En sus cimas cae una frecuente lluvia menuda, la niebla teje jirones que empañan el ambiente; entre la niebla se filtran los rayos del sol que se descomponen en los colores del iris y coronan de luces los cerros vecinos de Pancitará. El paisaje es magnífico: los farallones se empinan en tumulto, como en desafío por alcanzar el cenit. Las montañas van tomando coloraciones diversas, ya la esmeralda que le dan las hierbas tiernas, ora el gualdo de las hojas maduras de la vegetación exuberante, y finalmente la franja opalina que se esfuma en las nubes y que marca una línea divisoria más obscura entre la turquesa del espacio. Por tres puntos cardinales solo se muestra el escorzo de la tierra y únicamente -como una ventana abierta hacia el occidente- aparece la línea que dibuja el Valle del Patía. Para un sitio como éste debió escribir Barrés sus frases emocionadas: “Ni el pincel ni la palabra podrían dar una idea de las fuertes y serenas articulaciones de este inmenso y sereno paisaje. Sería precisa una música exenta de sensualismo. Desde lo alto de estas cumbres cuan pronto nos desprendemos de las cosas humanas”. Pocos kilómetros más al sur, y al pié de la colina de Belén, se recuesta la población de Almaguer. El paisaje no ha variado sustancialmente al abrigo de las colinas protectoras: la misma atmósfera opaca hacia el nordeste y la misma claridad perdurable hacia el sudoeste. La estrecha meseta de Almaguer, la cual en otro tiempo debió tener una extensión mayor a la actual, pues así lo atestiguan los vestigios geológicos. En este refugio, que brinda la abrupta vertiente de la cordillera, perdura la población de Almaguer, perenne por la delicia de su clima, la magnificencia del panorama y la pureza tonificante de las aguas que la bañan. La razón que tuvieron los españoles para fundar a San Luis de Almaguer en esta cima obedeció a la necesidad de fomentar un centro, desde el cual se pudiera dirigir la explotación de las ingentes riquezas que encierran las capas inferiores de este suelo privilegiado. Ya veremos cómo con la explotación del oro, llegó a

enriquecerse y cómo la imaginación popular atribuyó a los desvíos de esta riqueza la causa de la destrucción de la ciudad. Almaguer está situada en la vertiente sur caucana occidental de la Cordillera Central y en la misma latitud norte de San Agustín, población situada en la vertiente huilense oriental. Estas vertientes son parte de la orografía andina conocida como el Nudo Andino de Almaguer (también como el Macizo Colombiano); esta denominación geográfica incluye la amplitud andina donde parece que se entrelazaran tres formaciones montañosas geológicamente diferentes, la una es el corto dintel de Santa Rosa o de Las Fraguas, el cual topográficamente une a las otras dos formaciones geológicas o sean a la cordillera continental de los Andes, por su vertiente oriental, con el inicio de la cordillera Oriental. El dintel de Santa Rosa a la vez divide o separa la hidrografía entre las cuencas de los ríos Magdalena y Caquetá. En las cimas del Nudo de Almaguer nacen los ríos Magdalena y Cauca, tributarios del Atlántico; el Caquetá, tributario del Amazonas; el Guachicono y el San Jorge, los cuales forman el río Patía, tributario del Pacífico. A este conjunto de nacimientos fluviales se le denomina la Estrella Fluvial Colombiana. Ver Apéndice 2 El Macizo Colombiano en la Prehistoria de Sur América (apartes), por monseñor Federico Lunardi, 1934 A la llegada de los españoles los aborígenes, que habitaban el territorio de la cordillera Central entre el Juanambú y el Guachicono, por sus características y costumbres eran sedentarios. Los del valle del Patía eran guerreros que ostentaban brazaletes, petos y morriones de oro y se lanzaban encarnecidamente al combate. Los de la cordillera se sujetaban mansamente al empuje de los conquistadores, estas tribus eran derivaciones de los “Quillacingas”, que tanto ponderan los cronistas de la Colonia, y se denominaban “Quillas” o “Guachicones”. Raza cuya descendencia vertería su temperamento en cantos monótonos y en las notas tristes de sus flautas rústicas. “Pueblo de costumbres inocentes y pacíficos”, que llevaban una vida dedicada a las labores de la tierra. No se conservan remanentes de sus lenguas aborígenes, ni se oyen las tradiciones de su religión ensombrecida, tribus meditativas que años después, al fundirse con la raza española, debían tener entre sus descendientes de Almaguer numerosos sacerdotes cristianos, cuyos temperamentos contemplativos fueron aptos para las especulaciones filosóficas y los deliquios místicos. En documentos de principios del Siglo XVII se registran vínculos con Almaguer de descendientes de los Incas del Cuzco y sobre su participación en el asentamiento de parcialidades indígenas. Numerosos nombres de los ríos, sitios y frutos son quechuas. Don Jaime Arroyo refiere sobre la fundación de la población de Almaguer, en los párrafos iniciales del Capítulo XIV de su “Historia de la Gobernación”, escrita en 1862: “Juzgado Belalcázar, el Oidor Briceño continuó ejerciendo la Gobernación, en 5


cuyo desempeño se le presentaron muchos embarazos y dificultades. Como es obvio suponer, los conquistadores no establecieron una administración basada en las leyes, sino en la autoridad absoluta de sus caudillos. La conquista y estado consiguiente de guerra continua engendraron hábitos de licencia y en todo se pensaba menos en respetar las leyes de Castilla que los monarcas españoles ordenaron rigieran en sus nuevos dominios de Indias. Las cédulas y órdenes expedidas especialmente para ellos, quedábanse las más veces sin cumplimiento. El nuevo Gobernador deseaba poner en ejecución los olvidados Códigos y corregir los abusos introducidos; pero carecía de la energía y las cualidades necesarias para hacerse obedecer de gentes acostumbradas a la insubordinación y que tan solo daban oídos al jefe que por el genio o por la fuerza sabía dominarlos y conducirlos al combate. La conducta de Briceño produjo general descontento, aún en los que en un principio se le mostraron favorables. Los deudos y amigos de Belalcázar estaban fuertemente irritados con el Oidor por la inhumana sentencia que diera contra el Adelantado; por esta razón a los pocos meses de su gobierno se veía aborrecido de todos y sin medios de hacerse respetar. En tales circunstancias, temeroso de que lo matasen o de que estallara un motín para quitarle el mando, trató de halagar a los partidarios de Belalcázar y olvidó completamente el establecimiento del régimen legal. La situación de la Provincia, empeoró notablemente, quedando entregada a una vana sombra de autoridad, en lugar de la militar que antes existía, que aunque nula y despótica, era preferible. Corría la fama por aquel tiempo de que la parte de la cordillera central llamada Guachicono, situada entre Pasto y Popayán, abundaba, en metales preciosos de oro y plata, y aspirando Briceño a alcanzar las gracias que se concedían a los conquistadores y fundadores de nuevas poblaciones, como deseando también separar a sus malquerientes y descontentos, determinó ocupar esa comarca. Organizó una expedición de poco más de cien hombres, y la puso al mando de Vasco de Guzmán, dándole por capitanes a Alonso de Fuenmayor y a Vicente Tamayo. El de Guzmán era un oficial rígido observador de la disciplina, cosa que a la verdad no placía mucho a los aventureros de esa época, por lo que a pocas jornadas de la salida enviaron a Juan de Medellín y a Luis Minderos a solicitar, por supuestas acusaciones, su remoción y que en su lugar se nombrara a Fuenmayor, a quien amaban los soldados por ser yerno de Belalcázar; compañero antiguo en las conquistas, de él esperaban más benignidad. El débil Briceño sin averiguar los hechos y solo por aparentar imparcialidad, accedió a todo lo que se le pedía. La tierra de Guachicono era habitada por la numerosa nación de los quillas, pueblo de costumbres inocentes y hábitos pacíficos, por lo que sin necesidad de combates se la redujo a obediencia. En una elevada y limpia colina de clima frío, a treinta leguas al sureste de Popayán, fundó Fuenmayor (1551) una villa que llamó San Luis de Almaguer, en recuerdo del Corral de Almaguer, en España, patria de Briceño. La nueva población progresó mucho en los primeros años de su existencia pues en ella se avecindaron muchas personas distinguidas de la Provincia, atraídas por el oro de sus minas que daban pingües rendimientos. El Rey Felipe II le concedió el título de ciudad y escudo de armas; pero en años posteriores se abandonaron las minas, tal vez por haberse agotado los ricos filones, pues en el siglo décimo noveno se estableció en Popayán una asociación con el objeto de explotarlas y hubo que desistir de la empresa por no haber correspondido a la esperanza que en ellas se fincara, fundada en la antigua tradición de su riqueza. Es Almaguer en el día un pequeño pueblo de labriegos dedicados a un limitado cultivo de trigo y a la industria pecuaria”.

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Del centenar de expedicionarios y presuntos primeros pobladores de la región de Almaguer solo se han podido averiguar los nombres y someros hechos de algunos como son: Vasco de Guzmán, Alonso de Fuenmayor, Vicente Tamayo, Luís de Minderos, Juan de Medellín, Álvaro de Oyón, Sancho de Rojas, Francisco Domínguez, Francisco Ruiz, Álvaro Gudiño, Antonio de Guevara, Juanes de Gaviria, Alonso Casco, Martín Muñoz de Ubeda, Cosme de Torres, Pedro Galiciano (o Pedro Gallego), Gonzalo Gómez, Juan de Medellín, Florencio Serrano, Juan de Sanabria, Pedro Gómez. Los aborígenes no opusieron mayor resistencia al empuje avasallador de los europeos. Siglo y medio de expoliaciones, enfermedades extrañas, humillaciones continuas y trabajos forzados no fueron suficientes para agotar el venero riquísimo de estos aborígenes. El sistema de las “encomiendas” fue lo que realmente vino a quebrantar la resistencia vigorosa de la raza indígena y a mermar el número de sus habitantes. En vano los monarcas españoles y los Consejos de Indias y las Audiencias dictaban reglamentos y ordenanzas para defender la raza. La codicia, la explotación laboral y las nuevas enfermedades se aunaron para disminuir a la gente autóctona de América. Ni las prédicas de los sacerdotes de Cristo, ni las ordenanzas Reales pudieron contener la acción victimaria de mandatarios y conquistadores. El sistema de las encomiendas resultó contraproducente e inhumano en la aplicación, pues cada conquistador o su descendiente directo, recibían un número de indígenas por un determinado número de años para la reducción, catequización y servicio, lo que constituía la encomienda. El encomendero procuraba obtener de cada indígena, durante los años que estaba a su guarda, el mayor lucro posible, imponiéndole trabajos y servicios que minaban su salud, lo consumía de fatiga, lo agobiaba de cansancio hasta morir de agotamiento. El encomendero procuraba sacar de cada encomendado, en pocos años de trabajos, todo el fruto y esfuerzo que podía rendir en una vida, y así fue como por este sistema se acortó la existencia individual y se limitó la energía procreadora de la raza indígena. Mandatarios hubo que se alarmaron por la situación del indígena y clamaron angustiados contra la inhumanidad con que se les trataba. Precisamente en Almaguer surgió un defensor, quien elevaba sus quejas ante el gobierno de Quito por la crueldad con que se había tratado a los indígenas. Del ilustre americanista Juan B. Terán, rector de la Universidad de Tucumán en la República Argentina, hemos tomado esta cita: “En el año de 1621, el teniente de gobernador de Almaguer, Antonio de Ribera, escribe al gobierno de Quito: “La despoblación de los indígenas y especialmente en este cantón da esta cifra aterrante: Cuando se hizo la primera exploración y fundación de estas tierras existían 120.000 indígenas y a la fecha, por causa mayor del sistema de encomiendas, se halla reducido a 28.000, según empadronamiento que he verificado”. Ver APÉNDICE 3 “Armas para el capitán Antonio de Ribera” 1564 La disminución de la población denunciada por el teniente de gobernador Antonio de Ribera, a ¼ del total, en el breve tiempo de 70 años, significó un tremendo retroceso demográfico; pues aún en 1912, o sea 340 años después, la región contaba con 47.000 habitantes censados; 387 años después, en 1938, se censan 160.000 habitantes; o sea que se necesitaron cerca de 380 años para recuperar la población existente en 1551. La población incluida corresponde a los territorios comprendidos entre los ríos Guachicono al norte y Mayo al sur. En cuanto a su condición de neófitos del cristianismo y elementos de una nueva sociedad su situación era confusa. Las crónicas de la conquista están manchadas de horror con algunos relatos de las conversiones de los Incas, Caciques, Zipas, Zaques y Curacas. Verdad que al lado de estos hechos monstruosos se yer-


guen las figuras martirizadas de verdaderos apóstoles de Cristo, pero también es verdad que estas figuras evangélicas no podían lograr toda la labor de humanidad requerida. La primitiva cristianización de los indígenas no podía representar el cambio de su religión panteísta, para ellos las liturgias del cristianismo significaban variaciones de los ritos paganos y así unían el culto divino con las ceremonias agrestes de sus tradiciones. La comprensión y el sentimiento cristiano debieron requerir el entendimiento de varias generaciones de bautizados. Así como el sistema de encomiendas fue funesto, el de Resguardos y Cabildos Indígenas fue favorable. Este medio permitió la cohesión social y económica de la parcialidad o grupo indígena de cada región. El resguardo facilitó la posesión y usufructo de un globo territorial para el uso exclusivo del grupo titular y como propiedad comunitaria. El cabildo, formado por miembros de la propia parcialidad, administraba la tierra y dirigía el gobierno de la comunidad y conforme a sus usos, costumbres y tradiciones, conforme a las leyes hispánicas, conocidas como de Indias. Su régimen agrario consistió en la distribución de parcelas para el laboreo y usufructo por familias y un terreno de cultivo para las necesidades comunitarias, además la conservación de bosques y terrenos de reservas, para el aumento de la población. Los Cabildos, además de dirigir y gobernar a la parcialidad, administraban justicia conforme a la tradición indígena, en relación con faltas contra la propiedad y el gobierno administrativo. Los Resguardos y Cabildos indígenas fueron reconocidos por la República y a sus habitantes se les consideró como primitivos dueños. Esto implicó la continuidad de las Leyes de Indias, dictadas por la Corona Española. Para ilustrar lo anterior en el Cantón de Almaguer y con relación a los antecedentes del asentamiento en 1638 de los indígenas, en tierras deslindadas y luego denominadas como los resguardos indígenas de Caquiona y Pancitará, actuando como su Cacique don Sebastián Inca de Salazar y sobre la administración de la justicia en el gobierno monárquico español, se incluye el Apéndice 4 “Extracto del expediente del pleito por las tierras del Resguardo Indígena de Caquiona en Almaguer” (iniciado en 1736 y fallado en 1768 por la Real Audiencia de Quito). Del Cantón de Almaguer se conservan los resguardos y cabildos Indígenas de las antiguas parcialidades de Río Blanco, Guachicono, Pancitará, Caquiona y San Sebastián. Los resguardos de San Juan, Los Milagros y Santiago (El Pongo), por acuerdo de los miembros de las correspondientes parcialidades indígenas, los parcelaron entre sus propios correspondientes miembros tenedores. Las parcialidades de Aponte en el norte de Nariño y las de Descanse y Guayuyaco en el Valle del río Caquetá, municipio de Santa Rosa, hablan quechua uno de los idiomas principales del Incaico y se autodenominan Ingas. Los de Descanse los denominó en 1853 Agustín Codazzi como “Indios Andaquies Reducidos”: En la época de la conquista hispánica en la región del Cantón de Almaguer los recursos naturales eran considerablemente mayores; éstos se han mermado paulatinamente por la acción de la naturaleza, como fue la devastación de la vegetación por las plagas de la langosta y el deterioro del suelo por la erosión eólica, también por los métodos depredadores empleados por sus habitantes para el aprovechamiento agropecuario. Respecto a la condición social entre el indígena y el conquistador existía la relación que hay entre el poseedor infatuado por la usurpación y el propietario humillado por el despojo. Los conquistadores, al adueñarse del territorio de América, fijaron como los límites de cada posesión “todo lo que desde las colinas se miraba a los cuatro puntos cardinales”, lo cual comprendía también implantar un señorío sobre las vidas y haciendas de los

indígenas que habitaban el territorio. Y así el antiguo dueño fue avasallado. Los indígenas que podían manejar armas eran obligados a servir de guías en el descubrimiento y en los combates. Cuando aparecía el blanco, amo y señor de su existencia, tenía que hincarse, juntar y elevar las manos como en plegaria y recitar el bendito. Casos hubo en que los caciques y príncipes indígenas servían de aliados de igual a igual a los españoles, pero éstos casi todos fueron traicionados. En cuanto a los hombres, que en cuanto a las mujeres, el conquistador tenía el derecho de tomarlas libremente. Los indígenas maliciosos se atraían la complacencia española brindándoselas para satisfacer los apetitos sexuales. Son raras las partidas matrimoniales de españoles con indias y la descendencia de mestizos era mirada con menosprecio. El crío no le preocupó al padre español en materia de educación y formación y lo abandonaba en poder de las “Mamas”, para que lo criaran como un miembro del servicio. Este descuido del conquistador por formar el corazón y el criterio de sus hijos americanos y de no inculcarles un hondo sentimiento de raza, de estado, de religión y de solidaridad, hizo que las madres aborígenes modelaran el sentimiento de sus hijos en un rencor contenido hacia el padre, que siempre fue un extraño para ellas, sentimiento netamente americanista que tres siglos después había de tener su manifestación impetuosa en el movimiento de la Independencia. La libertad de América, además de las razones políticas, administrativas y mercantiles, se puede estudiar también con base en esta profunda razón social de menosprecio con que el “chapetón” miraba al “mestizo” En el Cantón se establecieron las explotaciones del oro. Que el laboreo de las minas debió ser intenso, se demuestra con el dato que incluye don Vicente Restrepo en su “Estudio sobre las minas de oro y plata de Colombia”, Primera Parte - IV Cauca: “Fray Jerónimo de Escobar, que fue durante muchos años coadjutor del Obispo de Popayán, dirigió al Real Consejo de Indias un memorial sobre el estado en que se hallaba la Provincia en 1581 (sólo 30 años después de su fundación): “Del pueblo de Almaguer se sacan cada año más de 30.000 pesos de oro, porque es tierra rica. Hay un asiento de minas tres leguas del lugar, que se llama las minas de La Concepción, a donde de ordinario hay dos mil indios y negros en la labor dellas, porque vienen cuadrillas de otros pueblos”............. Ver APÉNDICE 5 Historia de la minería del oro en la región de Almaguer o Guachicono, apartes del Estudio sobre las minas de oro y plata de Colombia, por Vicente Restrepo. 1884 La fama y la riqueza de las minas de la región atrajeron, a la nueva fundación de Almaguer, gentes venidas de España y de América. Allí se establecieron descendientes de los Incas del Cuzco, europeos ibéricos, indígenas americanos, africanos, quienes formaron troncos y ramas de familias y cuyos descendientes aún se distinguen en el Cauca. Su desarrollo urbano se comprueba con algunos remanentes de edificios coloniales que subsistieron al temblor de 1765. También del arte, el cual puede apreciarse en las Estaciones y otros óleos del templo de San Francisco de Popayán, cuyo autor es el pintor almaguereño José María Burbano. Los producidos de las minas auríferas enriquecieron a los pobladores, quienes al verse acaudalados y poderosos, se dedicaron a una vida de lujo y de molicie que trajo la relajación de costumbres tan anatematizada por los predicadores de la Orden de San Francisco, quienes tenían convento e iglesias en Almaguer. Estas circunstancias generales influyeron en el desenvolvimiento de la Villa de San Luis de Almaguer. Cuentan que el Rey Felipe II le dio el título de “Muy Noble Y Muy Leal Ciudad”, aún cuando no se ha hallado la cédula real que lo confirme ni la fuente original de este hecho. La Ciudad se extendió y llegó a ser centro administrativo de importancia y los límites de su Cantón se extendían desde el 7


río Guachicono hasta el Juanambú. Los terremotos ocurridos en 1740 y 1765 destruyeron las tres cuartas partes de la ciudad y “obstruyó completamente los socavones de las minas que eran de veta y de muy fácil explotación”. Esto motivó que numerosos vecinos abandonaran la ciudad y que los mineros desistieran de sus empresas. Como elemento que ilustra sobre el carácter supersticioso en ese tiempo de la colonia en que ocurrió el terremoto de 1765 en Almaguer, se incluye la leyenda que concibió la imaginación popular sobre la destrucción sobrenatural de la ciudad, en la versión de Ramona Rivera Muñoz. Ver Apéndice 6 El cerro de Lerma y el terremoto de Almaguer en 1765- Leyenda por Ramona Rivera Muñoz, 1905. De entonces data la decadencia de ciudad colonial de Almaguer, pero ya la vieja villa había adquirido renombre y un sello característico que perdura impreso en sus habitantes gentiles y de finas maneras sociales. Un núcleo de raza mestiza, fuerte y seleccionada, del espíritu altivo del conquistador, unido a la reflexión meditativa del aborigen y el apego amoroso de la tierra, había producido los tipos que actuarán en la revolución de independencia. La idiosincrasia de un hidalgo almaguereño, en las vísperas de la revolución de Independencia, se aprecia en el Apéndice 7 Testamento de don Bernabé Muñoz de Ayala y Ordóñez de Lara, otorgado en El Morro, localidad inmediata al pueblo del Trapiche el 9 junio de 1.806

ANTECESORES Los padres de Domingo Belisario fueron don Francisco Gómez Muñoz de Ayala quien ejerció en Almaguer los cargos civiles de Alcalde Ordinario, Procurador General, Alcalde de la Hermandad y Padre de Menores y el de Mayordomo de Fábrica de la Iglesia Parroquial, quien se casó en segundas nupcias con doña María Ventura Semanat, de ascendencia indígena. Maridaje de razas cuyos descendientes caracterizan el tipo mestizo de América. Este matrimonio se había establecido en Pucará, localidad vecina de Almaguer (Ver literal II del Apéndice 22). Allí el 20 de diciembre de 1761 dio el primer vagido un infante a quien el mismo día cristianizaron en la iglesia parroquial de Almaguer con el nombre de Domingo Belisario. Diósele el nombre de Domingo por ser en tal fecha la conmemoración de Santo Domingo de Silos, abad y confesor. La memoria de los antecesores ha sido patrimonio de todos los grupos humanos a través de su historia, en el ámbito de las familias almaguereñas se cultivó desde la Colonia y en la de don Domingo Belisario Gómez, como lo evidencia su carta (que se incluyen en el Apéndice 9) en el cual se refiere a su genealogía de las ramas Inca y Muñoz de Ayala Entre sus antepasados figuran: Don Sebastián Inca de Salazar, señor principal de las parcialidades de Pancitará y Caquiona, descendiente del Inca Huaina Capac, Emperador del Perú. Este Don Sebastián fundó la capilla de Santa María de Caquiona, dotándola de bienes e invirtió dineros en comprar terreno fértil para el asentamiento de sus gentes y pueblo indígena. Murió pobre, según consta en su testamento, otorgado en la notaría de Almaguer. Su hija Paula contrajo matrimonio con don Felipe Huascar Inca; de esta rama viene Bernabé Gómez Cabezas, quien casó con Manuela Muñoz de Ayala, abuelos paternos de don Belisario Gómez. El capitán don Diego Muñoz de Ayala, uno de los vecinos principales de Almaguer, cuyo hijo en 1715 don Diego Muñoz de Ayala y Zambrano y su esposa doña Bernardina de Ordóñez de Lara, cedieron tierras para el resguardo de Pancitará y el área donde se desarrolla la pintoresca y grata población de La Vega. Ver Apéndice 8 Genealogía de las ramas Inca y Muñoz de Domingo Belisario Gómez. 8

JUVENTUD Los primeros años del niño Domingo Belisario debieron deslizarse en el hogar campestre bajo la dedicación amorosa de doña María Ventura, propia de aquellas madres que consagraron sus vidas a la ternura con que modelaron los sentimientos de sus hijos. Y entre la algarabía encantadora de su medio hermano Francisco y de sus hermanos Martín, Miguel y Cecilia y su hija Petrona Gómez, quien casó con Francisco de Zúñiga, padres del presbítero Fernando Antonio Zúñiga, y María Antonia, quien casó con el prócer Patricio Bermeo. Seguramente cursó la enseñanza primaria bajo la dirección del párroco de Almaguer don Antonio de Vargas y Delgado. Doña María Ventura, quien anhelaba ver a su primogénito de sacerdote como lo fue su santo patrón, le propició que se fuera a Popayán a estudiar en el Colegio Real y Seminario de esa ciudad. El adolescente emprendió este aventurado viaje a estudiar lo que puede llamarse la instrucción secundaria. En esta decisión fue secundado por el cura vicario de Almaguer quien deseaba formar la vocación eclesiástica de su feligrés. En este primer viaje fue hospedado en casa de don Andrés José Pérez de Arroyo, quien conociendo las relevantes cualidades del adolescente almaguereño le fomentó la amistad con sus hijos Andrés Marcelino, Domingo, Manuel María, José Antonio y Santiago, quienes fueron sus compañeros en el Colegio Real, Ellos, años después, serán sus guías y copartidarios en pro de la Independencia patria y sus entrañables amigos y servidores de toda una vida; circunstancias que las corrobora en su carta de condolencias por el fallecimiento de su coetáneo Marcelino Arroyo: Señor Doctor / Santiago Arroyo / Parroquia del Trapiche 16 de junio de 1833 / Mi muy amado amigo y señor mío: La falta de sus apreciables letras en el correo, me persuadió al momento habría ocurrido algún acaecimiento particular; y sin duda ha sido el fallecimiento del señor Deán su amado hermano, cuya irreparable pérdida me ha llenado de sumo sentimiento: ella debe vestir de luto a toda la provincia, y aún al mismo Santuario, por la falta de un ministro, que lleno de virtudes, supo desempeñar, con tanto honor, y vigilancia los Sagrados deberes de su ministerio. Para mitigar mi pena, producida por muchas causas inexplicables, y por las amistosas relaciones, que casi desde mis primeros años, merecí al señor su hermano, como, a toda la familia, no he tenido otro recurso, sino dirigirme inmediatamente al altar, para ofrecer en él, el Santo Sacrificio por su alma, por si acaso necesita de sufragios para su eterno descanso. No se me oculta el dolor que oprime a su sensible corazón: pero fijando la vista, en la vida inocente, y virtuosa conducta del señor su hermano, debe confiar, y descansar en las promesas de nuestro gran Dios, que aseguran la eterna felicidad a las almas justas: y por consiguiente que ha conseguido la recompensa prometida. Pido al Cielo, dé a V. y a todos los S.S., de la familia, aquella sumisa resignación con que la religión nos enseña debemos recibir los trabajos, a que está sujeta nuestra miserable condición: yo continuaré siempre, para todo, mis débiles oraciones”. Habiendo cursado el bachillerato, en el Colegio Real y Seminario, regresó a Almaguer a trabajar al lado de don Francisco Gómez. Allí se dedicó al laboreo del campo, y esta faena influyó tanto en su espíritu que llegó a constituir en él una fuerza subconsciente que lo ligaba a la tierra de cuyos jugos nutricios se había alimentado su niñez y juventud lozana. También dedicó sus actividades en la vida de la ciudad, en donde debió lucir sus conocimientos en el servicio público. Doña María Ventura se iba resignando a que su primogénito no se dedicara a la carrera eclesiástica. Por esta época trabó amistad Don Domingo Belisario con la familia almaguereña de Abella. Su juventud prometedora, sus claras prendas de mozo inteligente y letrado y su temperamento franco y audaz, tocado de un noble arrebato lírico, le indujeron


a requebrar de amoríos a doña Pascuala Abella, doncella hermosa de esta familia, quien correspondió al cariño que se le ofrendaba. Las familias interesadas se opusieron rotundamente al matrimonio, y así surgió en la vida de don Domingo Belisario un complejo espiritual que permaneció reservado en el misterio melancólico de las pasiones cumplidas y luego frustradas y cuya aclaración constituye una incógnita ajena, por lo íntima e intensa, a todo análisis de historia. Fruto de estos amores fue el nacimiento de don Toribio Abella, ocurrido el 16 de abril de 1784, quien casó con doña Claudia Toro. Este suceso íntimo en la vida de Belisario Gómez fue revelado cuando después de su muerte, y con motivo de la sucesión intestada, se presentó ante las autoridades civiles don Toribio, a hacerse reconocer como heredero en su calidad de hijo. El juicio y los incidentes a que dio lugar esta demanda están confirmados en el expediente que reposa en el archivo del Juzgado del Circuito de Bolívar. En un documento ponen los declarantes que “tienen conocimiento de que efectivamente don Toribio fue tenido siempre en el lugar como hijo del doctor Domingo Belisario Gómez, habido en su juventud y antes de ingresar al Seminario de Popayán, y que después de ordenado nunca se le conoció barragana ni concubina, fue tenido como hombre de costumbres austeras, sacerdote de moralidad ejemplar y ciudadano de altas virtudes”. No hemos vacilado en acotar este incidente que perfila al hombre pasional que en nada menoscaba al sacerdote. Sobre este hecho conviene comentar que en todo tiempo y lugar se ha consagrado al sacerdocio varones eminentes que antes llevaron una intensa vida de mundo. Basta mencionar entre otros al Virrey Solís quien murió de Franciscano, a Monseñor Verdugo, de origen almaguereño, obispo de Panamá en la Colonia, al Arcediano de Popayán, don Jacinto Arboleda y Ortiz, y al rector del Seminario y Vicario General de la Diócesis de Popayán, doctor José María Grueso compañero de Belisario Gómez. La vida que llevaba en Almaguer don Domingo Belisario era una continua negación entre sus aspiraciones elevadas y las contingencias cotidianas y su espíritu que ansiaba alcanzar un noble motivo para consagrarle su idealismo, no podía encontrarse satisfecho entre las ocurrencias comunes. Su mismo estado sentimental se iba depurando de la fuerza de los sentidos hasta convertirse en un anhelo ultra terrestre del alma. Era de evolución mística de los grandes amadores. “El alma presa de los sentidos corporales recobra de pronto su libertad y no se halla sosegada hasta encontrar la fuente eterna del amor de los amores: mi alma destila amor cual si fuese una alquitara”, exclamaba la Beatífica Doctora de Ávila. A esta fuerza del alma, que dominaba a don Domingo Belisario como una obsesión superior, hay que agregar la dulce persuasión de doña María Buenaventura, quien había retornado a sus querellas para consagrar a su hijo al servicio exclusivo de Dios. Así fue como vino a revelarse en el espíritu del joven su vocación eclesiástica; esta iluminación de su mente fue secundada en el acto por su gran energía, y en 1788 ingresó nuevamente al Seminario de Popayán, como mayorista para prepararse al sacerdocio, siendo un hombre de 27 años. Don Domingo Belisario hizo sus estudios de seminarista con el decoro que le permitía el producto de la capellanía o donativo de 2000 patacones, que impusiera su tío político don Marcelo Verdugo para la educación de su primogénito el presbítero don Basilio Verdugo, el cual aún estaba pendiente, y con los recursos que desde Almaguer le suministraba don Francisco Gómez.

la formación de los grandes varones de la colonia, la independencia y la república, está vinculada a este semillero de virtudes. Para decir el elogio y narrar sintéticamente su historia acudiremos a la pluma clásica y erudita del historiador Arcesio Aragón, quien en su libro sobre la Universidad del Cauca, se expresa así: “Desde las primeras décadas de la existencia de Popayán, sus habitantes habían deseado el establecimiento de algún instituto docente para la juventud, y se habían fijado para el logro de ese anhelo en la Compañía de Jesús, que ya desde entonces gozaba de bien merecida reputación en esa noble tarea”. “La Real Audiencia de Santa Fe”, escribe don Jaime Arroyo en su Historia de la Gobernación de Popayán, “por auto de 15 de noviembre de 1640, señaló a Popayán, como el lugar donde se debía fundar un Colegio de la Compañía de Jesús, después de oído el parecer del Maestro don Fray Pedro de Oviedo, Arzobispo de Quito, quien atendiendo al celo de los padres jesuitas por la educación de la juventud, lo dio en términos los más honrosos y favorables para la Compañía y a la nueva fundación”. “El 28 de noviembre del mismo año se libró la real provisión para que se procediera al establecimiento del Colegio en esta ciudad, y el 16 de diciembre siguiente se puso en posesión al Ilustrísimo señor Obispo de la Serna y Rimaga de la casa o iglesia que habían construido el Gobernador de Justicia mayor Gonzalo López Prieto, y el Maese de Campo Iñigo de Velasco y Zúñiga, pues los padres jesuitas Pedro de Baráez y Bartolomé Vázquez, que habían venido a Popayán, andaban haciendo misiones al tiempo de la fundación del Colegio”. “Al Colegio fundado entonces vinieron más tarde los padres Lucas Bruno Zata, Pedro de Erola, Luis Duque, Francisco Campos, Miguel Ortiz, Juan Antonio Giraldo, Miguel Manosalvas, José Escobedo, Sebastián Rendón, Mateo Folch, Francisco Azoni y el historiador del Reino de Quito Juan de Velasco. Establecieron el noviciado y viviendo según sus reglas, atendieron con gran provecho a la educación de la juventud y la evangelización de las tribus de indios salvajes”. “El Papa Gregorio XV, por bula de 9 de julio de 1621 y Felipe IV, por real cédula de 3 de marzo de 1622, había concedido a los religiosos de la Compañía de Jesús privilegio para conferir en sus colegios los grados de bachiller, maestro, licenciado y doctor”, “En 1688 fue Rector del Colegio recién fundado el padre Juan Lorenzo Lucero, nacido en Pasto, varón lleno de merecimientos, de quien dice el historiador Velasco: “He dicho ya que fue el mayor hombre que en el siglo XVII vio el Reino de Quito, digno por su sabiduría y talentos de gobernar una monarquía entera”. “El colegio continuó con esta organización por entonces hasta 1767, es decir por espacio de 125 años. La pragmática sanción de Carlos III, dictada el 2 de abril de 1767, lanzó a extrañas playas a aquellos benefactores de la juventud y obreros del progreso y el Seminario hubo de cerrarse……. Los bienes que poseía la institución fueron confiscados y aplicados al erario real…….”. “Después de la expulsión de los jesuitas, hubo de ser reorganizado sobre otras bases. Este instituto se mantuvo cerrado diez años, pues sólo en 1777 declaró el Rey de España que se podía disponer del local para casa de estudios, dándole el nombre de Colegio Real y Seminario”. “Otra real orden puso el establecimiento bajo la dirección de los padres de Santo Domingo, quienes adoptaron el método implantado por los jesuitas, mas al poco tiempo hicieron dejación del Colegio, que bajo el régimen de ellos había reunido muy pocos alumnos”. “Hacia el año de 1784 el acaudalado vecino don Francisco de Angulo y Gorbea, natural de Vizcaya……. trató con el Obispo, Ilustrísimo señor Jerónimo Antonio de Obregón, de reorganizar el EL REAL COLEGIO Y SEMINARIO DE POPAYÁN Pocos institutos pueden ufanarse en la América española de Colegio Seminario, y para tal efecto, el Prelado nombró Rector, una historia tan gloriosa y fecunda como el Seminario de Popa- Vicerrector y algunos catedráticos. Se dictaron las asignaturas de yán. La influencia cultural de la ciudad de Belalcázar, ejercida en lengua latina, filosofía, teología dogmática y moral... Fue designa9


do Rector don Francisco Plaza; y poco después fue nombrado en su reemplazo el Presbítero don Juan Mariano Grijalva…….” “Con el rectorado fecundo cuanto largo del señor Grijalba, el Seminario volvió a florecer. Acudían a él los hijos de las principales familias de la ciudad y de otras partes de la provincia; y los estudios llegaron a tal punto de brillantez, que según - la expresión de un cronista - puede ser llamada esa época de las luces de Popayán y su gobernación. Alumno del señor Grijalba en ciencias naturales fue don Francisco José de Caldas, cuyo nombre basta para hacer la apología de su maestro”. “El Ilustrísimo señor Ángel Velarde y Bustamante, que había sucedido en la sede episcopal al señor Obregón, quiso ensanchar el plan de estudios del Colegio, y al efecto, estableció dos cátedras de Derecho Civil y Canónico, que regentaron gratuitamente los señores Andrés Marcelino Arroyo y Manuel María Arboleda……. La generación formada en aquella época en los claustros del Seminario o Colegio Real, verdadera generación de cíclopes, demostró que había sido preparada para la épica faena que le tocó en suerte. A ella pertenecieron Camilo Torres, Francisco José de Caldas, Francisco A. Zea, Joaquín Caycedo y Cuero, José María Quijano, Francisco Antonio Ulloa, Ignacio y Jerónimo Torres, Joaquín, Manuel José, Manuel María y Tomás Cipriano de Mosquera, José Rafael Arboleda, Santiago y José Antonio Arroyo, José Cornelio Valencia, José Hilario López, Vicente Javier Arboleda,, Mariano del Campo Larrahondo, Eusebio Borrero, Manuel José Castrillón, Fray Francisco Antonio Florido, José Rafael Mosquera, José María Obando, José Joaquín Ortiz Nagle, Manuel y Miguel Pombo, Toribio Miguez Rodríguez, Pedro Antonio Torres, y tantos otros cuyos solos nombres forman un canto de epopeya”. A este elogio emocionado y a esta enumeración inmarcesible del martirologio de la patria, debemos agregar con orgullo, el nombre de Domingo Belisario Gómez, cuyos hechos insignes y cuya vida preclara lo hacen digno par de aquellos próceres, sus condiscípulos en el Colegio Seminario y sus émulos en la gesta libertaria. Tal fue el ambiente de estudio y sabiduría en donde se educó el sacerdote y tales fueron los directores y compañeros con quie-

nes compartió el prócer. Excepcional escuela para disciplinar la voluntad, aquilatar la inteligencia y acendrar el patriotismo, que explica el hecho providencial de reunir y seleccionar en una época determinada a estos hombres que debían subvertir gloriosamente la historia de un pueblo nuevo. En esta hornaza del carácter, crisol del talento y filtro del corazón, fundió don Domingo Belisario Gómez su vida de hombre nuevo. Allí adquirió los fundamentos de una sólida instrucción que se fue enriqueciendo a lo largo de su existencia accidentada y longeva, allí abroqueló su espíritu con la coraza de su recia energía, que lo caracterizó en la vida hasta imprimirle rasgos y relieves de una poderosa individualidad; y allí en la pira del amor místico inflamó de caridad su corazón como un lampadario votivo que sin consumirse ardiera permanentemente ante el altar del Señor. Sus años de mayorista los pasó dedicado al estudio del latín, la filosofía escolástica, la teología moral y dogmática, el derecho canónico y civil y la metafísica y también en el servicio religioso en la iglesia Catedral de Popayán. Hizo oposición a varios beneficios y de todo salió con brillo. Recibió la tonsura y órdenes menores el 1 de julio de 1790, en la ciudad de Buga, en donde el Ilustrísimo señor Obispo Ángel Velarde y Bustamante había radicado la sede transitoriamente. El 12 de marzo de 1794, antes de ordenarse Presbítero, conforme era reglamentario en ese tiempo, tomó posesión canónica del título de Cura del Trapiche, de nueva creación. Ver Apéndice 9 Declaraciones sobre antecedentes familiares de Domingo Belisario Gómez en su expediente de ordenación sacerdotal, 1790 El 22 de abril de 1794, el mismo señor Obispo Velarde y Bustamante le confirió en la Catedral de Popayán las órdenes mayores y lo consagró como Presbítero a la edad de 32 años cumplidos. Desde esa fecha se inicia su fecunda vida sacerdotal. A los claustros proceros del Real Colegio y Seminario de Popayán, 34 años después y a la edad de 67 años, regresará el Presbítero Domingo Belisario Gómez, en calidad de Rector.

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Apéndices

“Víctor Quintero dibujo de Jesús María Espinosa, publicado en el periódico El Tiempo en 1933”

APÉNDICE I RESEÑA BIOGRÁFICA DE VÍCTOR QUINTERO RIVERA Nació el 30 de enero de 1898 en Bolívar, Cauca, siendo el menor de los 6 hijos de Antonio Quintero Ortiz y de Ramona Rivera Muñoz. Murió en la misma población, el 10 de abril de 1972. Se lo apreció por su sentido humanístico al servicio del pro común y vivió con la satisfacción de corresponder a la amistad creciente que le depararon las gentes del Cauca. Estudió humanidades en el Seminario de Popayán y en la Universidad del Cauca; en la cual cursó estudios de derecho y los terminó en la Universidad Nacional de Colombia en 1926. Como periodista fundó en Popayán las revistas: ‘Ariel’, de temas universitarios y culturales; ‘ Trópico, la revista de los municipios’, de cuestiones económicas, sociales, fiscales y administrativas; codirector del semanario ‘Estadio’ y colaborador de la ‘Unión Conservadora’ y de ‘La Razón’, de Popayán. En Bogotá fue miembro de la redacción de los diarios nacionales: ‘El nuevo Tiempo’, ‘El Debate’ y ‘El País’. Fue de los promotores de la Asamblea de Estudiantes del Cauca, y de la Confederación Universitaria Nacional. En 1920 es el primer universitario elegido como diputado a la Asamblea Departamental del Cauca, en la cual se destacó en debates trascendentales para la Universidad del Cauca, la cual dependía del Departamento. Profesor de Historia y Geografía de Colombia, en colegios de secundaria en Bogotá y Popayán. Miembro de Número del centro de Historia de Popayán y de la Sociedad Geográfica del Cauca. Militó en el partido conservador y desempeñó cargos tales como el de presidente del Centro Nacional de Juventudes Conservadoras; secretario del Directorio Nacional Conservador, en

reclamos y garantías electorales, durante el debate presidencial de 1946; jefe de debate y miembro del Directorio Departamental del Cauca en varios períodos; miembro permanente del Directorio Municipal de Bolívar, Cauca Como miembro de corporaciones de elección popular cumplió Bodas de Oro, cuya celebración tuvo lugar en Bolívar, Cauca, el 20 de julio de 1971, acto enaltecido por el postrer discurso del ilustre presidente Guillermo León Valencia. Concejal permanente del Cabildo de Bolívar; diputado de la asamblea del Cauca para los períodos de 1921-1923, 1927-1929, 1929-1931, 1933-1935; representante a la Cámara para los períodos de 1929 – 1931, 1933 - 1935, 1939-1941, 1945-1947, 1949-1951, 1960-1962; en 1953 fue elegido por el Senado de la República, miembro de la Asamblea Nacional Constituyente, Representación que no ejerció por estar en desacuerdo con el gobierno de facto. En la administración pública ocupó los cargos de: oficial de Estadísticas del Cauca; escribiente de Rentas del Departamento del Cauca; secretario privado del ministro de Relaciones Exteriores y del Presidente Marco Fidel Suárez; escribiente de la Contraloría General de la República; visitador de Rentas Departamentales del Cauca; oficial de personal y almacenista de la carretera a la frontera, en el tramo Párraga-Buesaco, cuando el conflicto colombo-peruano; inspector nacional de cedulación en el departamento de Caldas; secretario del Comité de Asuntos Económicos Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores (encargado de estudiar la carta para la Conferencia Mundial sobre Comercio y Empleo y de preparar los documentos que Colombia presentó a la Novena Conferencia Internacional Panamericana; director de la Sección de Inspección General e Investigaciones Sociales del Ministerio de Trabajo; secretario de Agricultura del Departamento del Cauca; delegado Departamental del Estado Civil en el Cauca; juez municipal de Bolívar (Cauca); secretario laboral del Tribunal Superior del Cauca; secretario de Hacienda del municipio de Popayán; alcalde especial de Toribío, cuando la campaña de pacificación y rehabilitación de las regiones afectadas por la violencia. Como abogado apoderó asuntos administrativos y mineros. Destacado líder del progreso del Cauca. Como administrador en Bolívar, de la Compañía Perbalta Ltda. para la extracción de la corteza del árbol de la quina, durante la Segunda Guerra Mundial, fomentó el aprovechamiento del Alto Caquetá Caucano y organizó dos comisiones que exploraron, por primera vez, las selvas del río Cascabel, tributario del río Caquetá, con personal de San Juan y Los Milagros. Contrajo matrimonio con Mercedes Rivera, quien falleció el 22 de enero de 1968, sus hijos fueron: Reinaldo (1929- 1994) y Ricardo. 1 APÉNDICE 2 “EL MACIZO COLOMBIANO EN LA PREHISTORIA DE SUR AMÉRICA” (APARTES), POR MONSEÑOR FEDERICO LUNARDI, 1934 “Verdaderamente yo tengo que ha muchos tiempos y años que hay gentes en estas Indias, según lo demuestran sus antigüedades….” (Cieza de León, Cron. , I. c.116). Pasada la línea ecuatorial, los Andes que corren de sur a norte van acumulándose en el Nudo que Humboldt llamó de los Patos; corren después en dos ramales formando profundísimas

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quiebras; siguen los altísimos picos y volcanes nevados, y las planicies desiertas de los páramos, restos de antiguos lagos. De golpe, el ramal oriental se condensa en un solo punto denominado Macizo Colombiano, o Macizo de Colombia. El ramal occidental de los Andes que ya había comenzado a delinearse desde el nudo de los Pastos sigue por unos 1000 kilómetros en dirección del Darién. Otros dos ramales originan en el Macizo Colombiano: el de la derecha, llamado Cordillera Oriental o de Sumapaz, pasa por el respaldo de Bogotá hacia Pamplona y Venezuela, con un desarrollo de cerca 1.250 kilómetros de largo; y el ramal principal, denominado Cordillera Central o del Quindío, más alto y más importante, que sigue desenvolviéndose entre los valles del Magdalena y del Cauca, en una serie interminable de volcanes y nevados por más de 1.000 kilómetros hasta Monpóx, donde el Río Cauca se reúne al Magdalena hacia el Atlántico. Es de este nudo, asiento de importantísimos Páramos, de donde salen cuatro ríos, los más importantes de Colombia: el Río Magdalena, el Cauca, el Caquetá y el Patía. Los cuatro ríos fueron muy importantes en la antigüedad y lo son todavía. Un afluente del Patía, el profundísimo río Guáitara, que nace en el Nudo de los Pastos, se ha abierto paso en las altas y frías planicies de estos pueblos, y corre encajonado a 900 metros entre altísimas rocas calcáreas, bajando en escalones, con nivel superior perfectamente igual. Tiene el nombre de Carchi en su principio, al pasar el puente natural de Rumichaca, atribuido a los Incas (el nombre aborigen era “PASTARAN”, pero tomaba muchos otros nombres según el lugar por donde pasaba.- Cfr. Mejía, o. c.). Este río, conocido por los cronistas con el nombre de ANGASMAYO, fue considerado, en su curso superior, como límite septentrional del Imperio Incaico. Desagua en el recodo del río Patía, siendo su posición casi perpendicular a la línea ecuatorial, y por los autores modernos fue confundido con otros ríos olvidando la posición exacta que le había asignado el P. Velasco, Garcilaso de la Vega, Sarmiento de Gamboa y Cieza de León. En efecto el P. Velasco, conocedor del territorio que había recorrido y tenía a la vista la tradición y los escritores anteriores, nombra “LA RIBERA SEPTENTRIONAL DEL ANGASMAYU, LLAMADO GUAITARA MUCHO MAS ABAJO” (o. c., t. III. 1. L). Garcilaso de la Vega, que consultó los capitanes incas que acompañaron a Huaynacapac en su conquista y aprovechó la “Crónica” de Cieza de León, escribe: “Los cuatro términos que el imperio de los Incas tenía cuando los españoles entraron en él son los siguientes: al norte llegaba hasta el río Ancasmayu, que corre entre los confines de Quitu y Pastu, quiere decir en la lengua general del Perú, río azul; está debajo de la línea equinoccial, casi perpendicularmente. (Comentarios Reales, primera parte, c.VIII). 12

Sarmiento de Gamboa, anterior a Garcilaso, y muy autorizado, dice que Huayna Capac vino al río llamado Ancasmayu, entre Pasto y Quito, en donde puso los mojones imperiales. (Cfr. trad. Markham, 1907). Cieza de León es igualmente claro, si se le entiende bien. Él dice: “En esta región de los Pastos hay otro río algo grande, que se llama Angasmayo, que es hasta donde llegó el rey Guayanacapa, hijo del gran Capitán Topainga Yupangue, rey del Cusco” (Crónica del Perú, I c. 34). Cual era la región de los Pastos lo había ya dicho en el capítulo anterior, nombrando todos los pueblos y caciques que están situados en las dos orillas del río Guáitara y diciendo: “Todos estos pueblos y caciques tenían y tienen por nombre Pastos”. …………… “También comarcan con estos pueblos y indios de los Pastos otros indios y naciones a quien llaman los quillacingas, y tienen sus pueblos hacia la parte del oriente, muy poblados”. Parece que era reconocida la superioridad del cacique de Ipiales.………………… El territorio que se extiende por la parte oriental de la misma cordillera y forma el valle del Magdalena no es menos importante. Cieza de León (c. 26) afirma. “…De la otra parte del río hacia el oriente está a cordillera de los Andes, la cual pasada, está otro valle mayor y más vistoso, que llaman de Neiva, por donde pasa el otro brazo del río grande de Santa Marta”. FACILIDAD DE LA VIDA El padre Velasco (Hist, t. II, 1. IV, n. 18) dice que Belalcázar, “enamorado de aquellas propiedades y ventajas, fundó en el mismo sitio de la población indiana una villa con el nombre de Popayán”. Cieza de León encuentra que (Cr. c. 30): “El sitio de la ciudad está en una mesa alta, en muy buen asiento, el más sano y mejor templo que hay en toda la gobernación de Popayán y aún en la mayor parte del Perú; porque verdaderamente la calidad de los aires más parece de España que de Indias”………… La gran facilidad de la vida es una de las razones que aporta Cieza de León para explicar la dificultad que tuvieron los Incas y los mismos españoles para sujetar estas poblaciones (c. 13): “…todas estas provincias son muy fértiles, y a una parte y a otra hay grandes espesuras de montañas, cañaverales y de otras malezas. Y como los españoles los aprietan, queman las casas en que moran (los indígenas), que son de madera y paja, y vánse a una legua de allí ó dos ó lo que quieren; y en tres ó cuatro días hacen una casa, y en otros tantos siembran la cantidad de mais que quieren, y lo cojen dentro de cuatro meses. Y si allí también los van a buscar, dejando aquel sitio, van adelante ó vuelven atrás, y adonde quiera que van ó están hallan que comer y tierra fértil y aparejada y dispuesta para darles fruto; y por esto sirven cuando quieren y en su mano la guerra ó la paz, y nunca les falta de comer”. Naturalmente había excepciones, como antes lo notó: “En esta provincia hay unos pueblos fríos y otros calientes, unos- sitios sanos y otros enfermos, en una parte llueve mucho y en otra poco, en una tierra comen los indios carne humana y en otras no la comen”. Pero Cieza hablaba aquí de la entera provincia o Gobernación de Popayán que llegaba de Pasto hasta Antioquia y de la costa hasta Neiva; que era mucho. LA DENSIDAD DE LA POBLACIÓN Los ríos navegables casi hasta el comienzo; las numerosas lagunas en las alturas, y la facilidad de la vida, favorecieron la condensación de las poblaciones hacia este punto de atracción. En efecto cuando Belalcázar entró en el territorio, encontró que era el más poblado de toda la América, según lo afirma Cieza de León:


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14 PANORÁMICAS DESDE EL CERRO DE BOLÍVAR Fotos de Carlos Alfredo López Garcés

• Cuenca alta del río San Jorge, confluencia en los municipios de Almaguer y Bolivar.

• Valle del Patía.

• Panorámica desde la vía a El Rosal

• Pueblo de Bolívar.

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• Bolivar desde el santuario

de la Virgen del Cerro.

• Cerro de Lerma.


“Todas estas vegas y valles fueron primero muy poblados y muy sujetadas por el señor llamado Popayán, uno de los principales señores que hubo en aquellas provincias” (o. c., 30). “Hay tantas provincias y pueblos desde el nacimiento deste río hasta que entra en el mar Océano, y tanta riqueza, así de minas ricas de oro como los que los indios tenían, y aún tienen algunos, y tan grande la contratación del, que no se puede encarecer, según es mucho; y hácelo ser menos, no ser de mucha razón los más de las gentes naturales de aquellas regiones, “y son de tan diferentes lenguas, que era menester llevar muchos intérpretes para andar por ellas”. La provincia de Santa Marta, lo principal de Cartagena, el nuevo reino de Granada y “esta provincia de Popayán”, toda la riqueza de ella está cerca deste río, y demás de lo que se sabe y está descubierto, hay grande noticia de mucho poblado entre la tierra que se hace entre el un brazo y el otro, que mucha della está por descubrir; y los indios naturales desta tierra alcanzan de la mortal yerba de Urabá…”(o. c., 31) “Tiene esta ciudad de Popayán muchos y muy anchos términos, los cuales están poblados de grandes pueblos, porque hacia el oriente tiene (como dije) la provincia de Guambía, poblada de mucha gente, y otra provincia que se dice Guamza y otro pueblo que se llama Maluasá, y Polindara y Palacé, y Tembio y Colazá, y otros pueblos; sin estos, hay muchos comarcanos a ellos, todos los cuales están bien poblados; y los indios desta tierra alcanzaban mucho oro de baja ley, de a siete quilates, y alguno a más y otro a menos. También poseyeron oro fino, de que hacían; pero en comparación de lo bajo fue poco. Son muy guerreros y tan carniceros y caribes como los de la provincia de Arma y Pozo y Antioquia…” (o. c. 32). “Hacia la Sierra-Nevada o Cordillera de los Andes, están muchos valles de los indios que ya tengo dicho; llámense los Coconucos, donde nace el río grande, ya pasado, y todos son de las costumbres que he puesto tener atrás, salvo que no usan el abominable pecadote comer la humana carne…” “Hacia el oriente esta la provincia de Guachicone, muy poblada; más adelante hay muchos pueblos y provincias...” “…y la población del Patía, que se extiende por un hermoso valle donde pasa un río que se hace de los arroyos y ríos que nacen en los más de estos pueblos, el cual lleva su corriente a la mar del sur, todas estas vegas y campañas fueron primero muy pobladas…Todas estas naciones están pobladas de tierras fértiles y abundantes, y poseen gran cantidad de oro bajo y de poca ley, que al tenerla entera no les pesara a los vecinos de Popayán… FUE’ LA PROVINCIA COMARCANA A ESTA CIUDAD LA MAS POBLADA QUE HUBO EN LA MAYOR PARTE DEL PERÚ’. Y SI FUERA SEÑOREADA Y SUBJETADA POR LOS INGAS, FUERA LA MEJOR Y MAS RICA, A LO QUE TODOS CREEN” (Ciega, c. 32). “La tierra dentro más hacia el poniente, hay gran noticia de mucho poblado y ricas minas y mucha gente, que alega hasta la mar del sur…Todos estos pueblos y caciques tenían y tienen por nombre Pastos…También comarcan con estos pueblos y indios de Pasto otros indios y naciones a quien llaman los Quillacingas, y tienen sus pueblos hacia la parte del oriente, muy poblados…Y más al oriente está otra provincia algo más grande, muy fértil, que tiene por nombre Cibundoy” (Cieza, c. 33). Ya se entra aquí en la región del río Putumayo y Caquetá, y se ve como por la parte oriental de la Cordillera oriental la gente había subido a poblar las regiones menos calientes y más fértiles: El valle de Cibundoy es hasta la fecha, de los más fértiles de Colombia……. “y concluyendo con esta villa de Pasto digo que tiene más indios naturales sujetos así que ninguna ciudad ni villa de toda la gobernación de Popayán, y más que Quito y otros pueblos del Perú; Y cierto, sin los muchos naturales que hay, antiguamente

debió ser muy poblada, porque es cosa admirable de ver, que, con tener grandes términos de muchas vegas y riberas de ríos, y sierras y altas montañas, no se andará por partes (aunque más fragosa y dificultosa sea) que no se vea y parezca haber sido poblada y labrada del tiempo que digo. Y aún cuando los españoles los conquistaron y descubrieron había gran número de gente. Las costumbres destos indios quillacingas ni pastos no conforman unos con otros, porque los Pastos no comen carne humana cuando pelean con los españoles o con ellos mismos” (o.c., c. 33). Es interesante reconocer, por lo que dice Cieza de León, que al servicio de Belalcázar pasó por esta región, y con mucha curiosidad buscó cuantos datos le era posible procurar, la gran diversidad de naciones que había condensadas en este punto, y especialmente como al pasar los límites ya se encuentra un límite humano de costumbres perfectamente diversas. Y lo más interesante es reconocer como alrededor de este MACIZO COLOMBIANO estaba ya condensado también lo mejor de las culturas contemporáneas, como eran los pueblos que se distinguían especialmente por NO COMER LA HUMANA CARNE aunque las culturas más antiguas y tal vez más perfectas no estaban en el lugar. Aquí eran tan diversas las naciones, que Belalcázar, por no tener “lenguas”, es decir, por no haber encontrado intérpretes, a veces pasaba muchos trabajos, y debía recurrir a hacer traducciones entre dos o tres intérpretes para llegar a entender. Todo pues está demostrado que poco a poco, años tras años, siglos tras siglos, tanto de la parte del norte, como por las del oriente y occidente; por las vías naturales de los ríos y lagunas, y cuando faltaban, por los caminos que se hacían entre las montañas, encontraron facilidades en los grandes ríos, navegables casi hasta el comienzo, y en los lagos que todavía existían, el oleaje humano subía pacientemente a condensarse arriba, hacia la gran mole del MACIZO COLOMBIANO, buscando la facilidad de la vida… De la parte occidental de la cordillera central, dejando a parte de los Quimbayas, destruídos al tiempo de la conquista, cuyas artes primorosas no conforman con la manera de esculturas de San Agustín, sino más bien con el arte de los Chibchas, quedan los Guambías, recordados por Cieza de de León, habitantes de la región de Sylvia y confinantes con los Paeces. Son ahora tan tranquilos y apacibles y de una suavidad que se les nota en la cara, tan diversa de los Paeces, como diversa en su lengua y en su origen. Pero no tienen actividades esculturales; como tampoco las tienen sus vecinos, ya pasada la cordillera, los Paeces. Estos, los Paeces, que ocupan toda la hoya del río Páez que bajando del Nevado del Huila serpentea entre empinadas montañas y riscos, llevando sus revueltas aguas al Magdalena, fueron descritos maravillosamente por Cieza de León (c. 32) “… y la parte oriental está asimismo la muy porfiada provincia de Páez, que tanto daño en los españoles ha hecho, la cual será seis o siete mil indios de guerra. Son valientes, de muy grande fuerzas, diestros en el pelear, de buenos cuerpos y son muy limpios; tienen capitanes y superiores, a quien obedecen; están poblados en grande y muy ásperas sierras; en los valles que hacen, tienen sus asientos y por ellos corren muchos ríos y arroyos, en los cuales se cree que habrá buenas minas… Han muerto tantos y tan esforzados y valientes españoles, así capitanes como soldados… y permitió Dios que ellos muriesen y los indios quedasen victoriosos; y así lo estuvieron hasta que el adelantado don Sebastián de Belalcázar, con gran daño dellos y destrucción de sus tierras y comidas, los atrajo a la paz…”. Con breves palabras, el Padre Velasco (hist. t. II, n. 18) cuenta apoyándose sobre los informes de Palomino, compañero de Belalcázar: “Enamorado de aquellas propiedades y ventajas, fundó en el mismo sitio de la población indiana una villa con el nombre de 15


Popayán. Desde allí salió a reconocer; a pocas leguas de distancia, el primer origen del Cauca, sobre las montañas de Coconuco. Lo halló en el pequeño lago de las Papas, y observó que el mismo era también origen de otro gran río reconocido más abajo con el nombre del Magdalena. Conquistadas por estas partes las naciones del Purasé y Coconuco, no le quedaba ya otra ninguna, porque confinaban éstas al sur con los Mocoas, que había reconocido en su venida…(N. 19). El interesante descubrimiento de Belalcázar del origen del Magdalena, le hizo que siguiese su curso hacia el norte, y que descubriese también los inmensos países y naciones de una y otra ribera de aquel gran río. Reconoció al oriente la dilatada y feroz nación de Andaquíes… Redujo la parcialidad o tribu numerosa que habitaba las riberas del río Timaná, el cual le entra al Magdalena por el oriente en 2gr. 15min. de lat. Y en 3 de long. Al oriente de Quito. Dejó allí al capitán Pedro De Añasco para que fundase una colonia, la cual fue efectuada el 18 de diciembre de 1537, con nombre de la ciudad de Timaná…Reconoció la nación de los Paes no menos dilatada, y mucho más guerrera que ninguna otra de las antecedentes (Palomino- Informe 16) El informe de Palomino se ha perdido, y lástima que el padre Velasco sea lacónico en este punto DESCUBRIDORES Y VULGARIZADORES DE LA REGIÓN Y DE LOS IMPORTANTES RESTOS ARQUEOLÓGICOS Nota del Revisor: El texto siguiente se refiere a San Agustín, Huila. Los verdaderos descubridores fueron en parte, desde la mitad del siglo pasado, los trabajadores empleados en la extracción de la quina en aquellas inmensas selvas; y en el día de hoy son los modestos colonos que por pequeños lotes desmontan poco a poco la región, devolviendo a la luz los preciosos tesoros. Es justicia recordarlo. Pero, desgraciadamente, como se puede suponer, con tan grande beneficio añaden también la destrucción de los mismos, no tanto por malicia, cuanto por la inexperiencia. Precisaría instruirlos para el caso. Tributado este acto de justicia, pasamos a reseñar los que verdaderamente aportaron algún beneficio para la arqueología y la historia de este importante territorio colombiano. Y ante todo hay que nombrar, aunque olvidado: PEDRO DE CIEZA DE LEÓN, que en su crónica (lib I, c. 32), hablando de la comarca en general, dice: “En algunas partes se les han visto IDOLOS, aunque templo ni casa de adoración no sabemos qué tengan; hablan con el demonio”. Al respecto es bueno recordar que a veces por ídolos entendían alguna estatua de la cual los españoles no conocían el significado. Hablar con el demonio, significaba a veces que en alguna parte tenían algún palo o estatua, o en general alguna “huaca”, en donde recibían “respuestas”. Son éstos los restos arqueológicos que estamos buscando ahora. Nota del revisor: Pedro Cieza de León en 1550 escribió en Cartago el primer tomo de sus crónicas sobre el Perú. 1 APÉNDICE 3 MENCIÓN DE DENUNCIAS DE LOS RIVERA RELACIONADOS CON ALMAGUER, POR RICARDO QUINTERO En 1621, el Teniente de Gobernador de Almaguer Antonio de Ribera, denuncia ante el gobierno de Quito: “La despoblación de los indígenas y especialmente en este cantón da esta cifra aterrante: Cuando se hizo la primera exploración y fundación de estas tierras existían 120.000 indígenas y a la fecha, por causa mayor del sistema de encomiendas, se halla reducido a 28.000, según empadronamiento que he verificado”, es consecuente con 16

“Cabeza de conquistador. Tintilla 27X20 cms”

la denuncia de su progenitor el Capitán Antonio de Ribera, en 1552 al Concejo de Indias de Sevilla: “en el Perú la población en las encomiendas en el primer reparto de Pizarro (1533) contaba con 1.550.000 indios, y que unos quince años después, tan sólo con 243.000. Desde la conquista hasta la época del Presidente de la Gasca, en el año de 1548 la población andina se había reducido a unos 2 millones, sin contar los 8.000 españoles, 346 de ellos encomenderos, con la pérdida de casi un tercio de habitantes”, Este documento corresponde al: Ms. Antonio de Ribera Archivo General de Indias, Sevilla, Patronato 188. La anterior denuncia del Capitán Antonio de Ribera es anterior en 20 años a la incluida en el informe al Concejo de Indias del virrey Toledo sobre el Perú, de 213 hojas, en el cual comunica al rey Felipe II que la población india del Perú se había reducido notablemente. Los brotes recurrentes de viruela y las numerosas bajas sufridas por los guerreros incas en sus propias guerras y en las rebeliones contra los conquistadores, en las que participaban en uno o en otro ejército privado, habían terminado con casi un tercio de la población masculina. El Capitán Antonio de Ribera Melgarejo, llegó en 1530 al Perú y participa en las conquistas de las comarcas y fundaciones de Puerto Viejo, Guayaquil, Quito, Popayán, Cali, Cartago. En 1541 dirigió la vanguardia como Maese de Campo de la expedición al País de la Canela organizada por el Gobernador de Quito Gonzalo Pizarro, (expedición fracasada pero historiada por la aventura del recorrido en un bergantín del río Amazonas por parte de Francisco de Orellana). Entre 1545 y 1547 participa en el partido realista en la horripilante guerra suscitada por la rebelión de Gonzalo Pizarro contra las leyes y la autoridad Real, en este conflicto Antonio de Ribera aporta a su costa tropa, bastimentos, armas y caballos y es relevante su actuación heroica en la batalla de Iñaquito y sufre la derrota que le costó la cabeza al Virrey Blasco Núñez Vela. En 1755 Hernando de Santillán,


Artes de Luis Ángel Rengifo: Tres motivos sobre la ancestral etnografía del Macizo Colombiano.

• “CACIQUE”. acrilografía: Taladro eléctrico en lámina de acrílico, 1975; 18 x26 cms. • “MULATA”. calcografía: Buril en lámina de cobre, 1962; 23 x 32 cms.

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Armas del capitán Antonio de

RiBera

Armas de

muñoz

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Presidente de la Real Audiencia de Quito para corregir los abusos de los curas doctrineros dispone una distribución de los salarios o limosnas entregados a los franciscanos por la doctrina del pueblo y partido de Caranque, tal repartimiento se les encomienda a Diego Méndez y Antonio de Ribera; tal encomienda incluía la otrora esplendorosa ciudadela gubernamental o llacta erigida por el emperador Inca Huaina Capac. En la cédula real en que le conceden armas se menciona que era alguacil de la ciudad de Pasto (1545) y que es Regidor de la ciudad de Quito (1564). En 1548 el Presidente la Gasca le otorga las encomiendas de Cumbayá, Tusa, Tisalco y Huaca y en 1573 se le relaciona con tales encomiendas y a las cuales renuncia para casarse con mujer encomendera, que la tenía en segunda vida. En ese año de 1573 ha cumplido 43 años de servicios en Indias y es un longevo y experimentado miembro del Cabildo de Quito, institución de Justicia y Regimiento colegiado, en tales sus labores se procede a la organización de los tambos, lo cual incluyó definir los recursos necesarios en tierras e instalaciones y personal, fijar los aranceles del servicio de dar mantenimientos y aviamiento necesarios para los pasajeros en ruta, con lo cual cesarán las vejaciones de los indios que a dichos tambos van y vienen. Otras menciones a las denuncias de parte de los descendientes de los Antonios de Ribera son: “En la ciudad de Almaguer en dos días del mes de Mayo de 1735 Ignacio Lino de Rivera Sacristán Menor y Vice notario de dicha ciudad. Certifico en la manera que puedo y debo a los señores que la presente vieren como el Pueblo de Caquiona está en unas montañas inhabitables frígidas, y que los naturales que asisten en él no tienen ni en que hacer sus sembrados ahora sea por lo frigidísimo, ahora sea por ser bosques que no se puede habitar por cuyo motivo los Curas no asisten ni a uno ocho días temiendo el enfermar y por ésto tenemos la carencia espiritual y el bien de nuestras almas. También certifico como el juez Receptor que fue Pedro Fernández de Navia de tierras vendió las tierras de dicho Pueblo pertenecientes a el rompiendo los títulos favorables, y que los compradores compraron en mala fe como consta del título presentado ante el Gobernador de esta ciudad y aún con todo estos están dichos indios poseyendo las tierras. Otro sí Certifico como dicen el Cacique Don Luís y los demás consintieron lo que contrario me consta pues el encomendero de este dicho pueblo a continuación lo alegado en esa ocasión por vía de apelación del pleito a dicho Navia y no se concluyó por hallarse muerto, y los papeles acerca de dicho este favoreciendo un incendio se los robaron. Otro si Certifico como estos indios con el celo de Dios y bien de sus almas alegan ésto por no plantarse el pueblo donde les convenga y en dónde estas partes contrarias asisten en dicha mala fe es propiamente su pueblo a parte de ellos y en buena fe doy la presente en la fecha infrascrita y para que así lo certifico y firmo. IGNACIO LINO DE RIVERA ” Tal certificación se incluyó como prueba en el pleito iniciado en 1736; ante la Real Audiencia de Quito, para reivindicar la propiedad de unas tierras como Resguardo Indígena. Este acto de certificar le causó a Ignacio Lino de Rivera persecuciones y el destierro de Almaguer. Los documentos original hacen parte del expediente que se encuentra en el Archivo Nacional del Ecuador. El Apéndice siguiente ilustra sobre tal pleito. Ramona Rivera, en su versión de la Leyenda del terremoto de Almaguer en 1765 escribió “obstruyó los socavones de las minas y destruyó completamente las dos terceras partes de la ciudad de San Luís de Almaguer” y lo aduce como castigo porque “El oro y los placeres dominaban los espíritus”. Ver Apéndice 6 La más famosa y universal denuncia de los crímenes perpetrados a los indígenas americanos es la inmortal novela “LA VORAGINE”, 1921, de José Eustacio Rivera, cuyos ancestros lo vinculan con los Riveras de Almaguer.

A continuación se incluye la cédula real de las: “Armas para el capitán Antonio de Ribera” Don Phelipe, etc. Por cuanto por parte de vos, el Capitán Antonio de Ribera, vecino y regidor de la ciudad de San Francisco de Quito, de las provincias del Perú, me ha sido hecha la relación que vos ha treinta y cuatros años, poco más o menos, que pasastes a aquella tierra, donde nos servistes en todo lo que ha ofrecido, como leal vasallo y servidor nuestro, especialmente en la conquista de Puerto Viejo y Santiago de Guayaquil, donde os fuisteis a la dicha provincia del Quito, y ayudastes a sustentar en ella la dicha ciudad y descubrir la provincia de Los Quijos y Chalcoma y la Canela, y después, en compañía del Adelantado don Sebastián de Benalcázar, ayudastes a descubrir la provincia de los Guillacingas y Pastos y os hallastes en la población de las ciudades de Popayán, y Cali, y Cartago, y provincia de Quimbaya, y al Valle de la Viexa y en Cerma, y después os hallaste con Blasco Nuñez Vela, nuestro Viso Rey que fue de las dichas provincias del Perú, en la ciudad de Pasto, a donde érades alguacil mayor, y le ayudastes á alojar el campo y repartir los bastimentos, sustentando en vuestra casa muchos, y os fuistes con él, y le acompañastes hasta que le dió la batalla Gonzalo Pizarro en el valle de Iñaquito, donde os señalastes como bueno y leal vasallo, animando a la gente que estaba en vuestro servicio para que le continuasen y no desmayasen, en que pasastes gran peligro de vuestra persona, por haber recibido diez y nueves heridas y una en el rostro, de que os cortaron las narices; y después os habíades vuelto a la dicha ciudad de Pasto hasta que llegó el licenciado de la Gasca nuestro Presidente, y acudistes á le acompañar, y nos servistes, con vuestras armas y caballos hasta que se dio la batalla al dicho Gonzalo Pizarro en el Valle de Xaquixaguaná, donde fue preso y desbaratado y muerto él y sus capitanes, en que pasaste muchos trabajos y peligros y necesidades, sin haber recibo premio ni gratificación alguna, antes gastando mucha parte de vuestra hacienda como buen servidor nuestro, como todo ellos no consta por ciertas informaciones y escripturas de que ante Nos, en el nuestro Concejo de las Indias, por vuestra parte fueron presentadas, y me fue suplicado que porque de vos y de los dichos vuestros servicios quedase perpetua memoria, y vos y vuestros hijos y descendientes fuésedes más honrados, vos mandásemos dar por armas un escudo partido en tres cuartos, que en el primero cuarto alto de la mano derecha está un peñol de su color, fundado sobre un prado verde; que del dicho peñol salga un brazo armado con armas doradas, con una espada desnuda en la mano, en campo azul claro; y en el otro cuarto alto de la mano izquierda esté un león rapante, puesto en salto, de su color, con una corona de oro en la cabeza, y tenga una herida en el rostro, y en el cuerpo otras heridas de que está corriendo sangre, y tenga ansí mismo una espada desnuda en la mano derecha, en campo de plata; y en el tercero y postrero cuarto de abajo tenga una ciudad de oro, fundada sobre un prado verde; y que del homenaje de la fortaleza de ella salga una bandera colorada, una cruz de oro en la lanza de dicha bandera, en campo azul claro, y por orla del dicho escudo cuatro estrellas azules y cuatro cabezas de dragones degolladas, verdes, en campo de oro; y por timble un yelmo cerrado, con su rollo torcido de azul y oro, y por divisa un león, de medio cuerpo arriba, herido en el rostro y cuerpo, de su color coronado con una corona de oro, que tenga una espada desnuda en la mano derecha, y un letrero detrás del, que diga: Cum armis arma lucravit, quia haec, fuit, sors mea esse fidelium usque ad mortem, y sus trascoles y dependencias a follajes de azul y oro, o como la muestra merced fuese/ Dada en Buengrado a 22 de mayo 1564/ Yo el Rey Conforme a la página 63 lámina XV número 3 Nobiliario de Conquistadores de Indias, publicado por la Sociedad de Bibliófilos Españoles. 1 19


APÉNDICE 4 APARTES DEL EXPEDIENTE DEL PLEITO POR LAS TIERRAS DEL RESGUARDO INDIGENA DE CAQUIONA EN ALMAGUER, iniciado en 1736 y fallado a favor de la Parcialidad Indígena en 1768, en la Real Audiencia de Quito Nota del revisor: Los términos de “Digo yo, YO, El REY……” iniciales deste documento son el formulismo usual de las Reales Audiencias en sus sentencias, las cuales eran tribunales de justicia cuya superior instancia era la del Rey de España. Digo yo, El REY DON CARLOS TERCERO, por la gracia de Dios mando que ninguno de los blancos, ni gobernadores, ni corregidores, Delegados se metan con los indios caciques combes y la familia de Juan Ambrosio Omen Inca de Salazar cacique primero del pueblo de Santa María de Caquiona y su jurisdicción que los indios principales de ella, de no pagar tributos de oficios bajos reales, su pena será de mil quinientos pesos y para que conste firmo. Yo don Miguel Santa Ceniza – Ambrosio Antonio Villamil y Tapia escribano de Cámara y Gobernador. Todos estos mandatos deberán ser cumplidos al pie de la letra por don José de Vallejo, teniente de gobernador y justicia mayor de la ciudad de Almaguer jurisdicción de la ciudad de Popayán. y partido el común de indios del dicho pueblo en la jurisdicción de la ciudad…………….. Sabed que pleito, y causa, se ha tratado y seguido en mi Audiencia y cancillería Real que en esta muy noble, y muy leal ciudad de San Francisco de Quito, ante mí presente y oidores de ella, entre partes, de la uno el actor demandante y protector General de los naturales del Distrito de esta mi Real Audiencia por la defensa de Romualdo Papamija cacique principal del pueblo de Santa María de Caquiona en la jurisdicción de aquella ciudad, y la otra parte demandada el señor Juan Manuel Mosquera Procurador en nombre de los descendientes y herederos de Marcelo Verdugo y Sebastián Daza vecinos de aquella ciudad sobre la propiedad de las tierras de comunidad, y repartimiento nombradas La Loma del Rosal, Vejucos y Gabrielas, que se hallan en los límites de dicho pueblo (26 de junio de 1.736)…………. Los reconocimientos de los instrumentos que manifiestan las partes son presentados por Marcelo Verdugo, Juan Ruiz Madroñal y Domingo Meneses, españoles y vecinos de la ciudad de Almaguer, al suponer que los sitios y tierras, que les tocan y pertenecen y que están amparados desde tiempo inmemorial son realengas, los cuales se mandó fuesen lanzados, desterrados por la justicia de dicha ciudad y con la tenacidad destos han solicitado a este paso la referida llamada composición en grave, y conocido perjuicio nuestro, y del todo el común de dicho pueblo, cogiéndose las mejores tierras beneficiadas por los indios, dejándosenos por el Juez de comisión de este derecho las más 20

inútiles, que por su mala calidad, se hace imposible de que las podamos beneficiar, compuestas por serranía inmensísima de tanta ladera, áspera fangosidad y no pueden servir de pastos de ganado por la esterilidad de la montaña todo esto lo afirman las dos certificaciones dadas por el reverendo Padre Fray Manuel de Moya de Pancitará y del Vice-notario Ignacio Lino de Rivera,………. Y lo que es más, que para su beneficio, y labranza era necesario de una cuantiosa herramienta, con que pudiésemos penetrar, destrozar y disipar sus montañas, y raíces dilatadas, y que en semejantes rocerías se hubiesen de beneficiar nuestras chagras lo que es por nuestra natural miseria, y facultades tan limitadas no nos la permiten, ni nuestras fuerzas son capaces de sufrir y tolerar tan feminado trabajo, y porque si estas se suponen por dicho Juez de comisión y partes contrarias, ser muy útiles, y a propósito para la comunidad de dichos indios, mejor era que por el mismo caso se adjudicasen los uso dichos, y las tomasen mediante dicha composición y que en estos términos deba correr esta, sin contradicción nuestra, pero que se han actuado subrepticia y maliciosamente, desde luego la contradecimos una, dos y tres veces y la más que el derecho nos permita, y porque cualesquiera confirmaciones de título de tierras que se aigan expedido a favor de las partes contrarias, deben ser desde luego sin perjuicio de tercero que mejor derecho tenga, y en esta atención se ha de servir nuestra merced, de pedir en esta Real Audiencia se declaren por nulas, de ningún valor, efecto dichas composiciones, y por consiguiente sus confirmaciones, y en ellas seamos amparados en virtud de nuestros instrumentos, emplazándose a los susodichos, para que dentro del término de la ordenanza de dicha ciudad comparezcan con sus títulos de usar del derecho que tuvieron en esta real audiencia debajo del apercibimiento que demás de pagarles el perjuicio que hubiere lugar se darán por ningunas de ningún valor ni efecto y sobre todo se despache el recaudo necesario cometido a las justicias de dicha ciudad, quienes sin mirar respeto humano debajo de una pena grave, hagan se guarde, cumpla y ejecute sin la menor omisión, ni excusa alguna, que dé lugar a segundo recurso. Que se debe hacer así por lo general del derecho, y por que mandándose por la Ley 18, título 12, libro 4º de la Recopilación de Indias, que para la venta beneficio, y composición de tierras se haga con tal atención que a los indios se les deje fuera de las obras todas las que les pertenecieron así en particular como por comunidades y que los jueces que a esto fueren enviados especifiquen los indios que hallaren en las tierras y las que dejaron a cada uno de los tributarios viejos reservados caciques, gobernadores, ausentes y comunidades, reservándoles en primer lugar la que hace beneficio de su industria personal, se haigan fertilizado y en esto se deja conocer que la mente de ella es de que a los indios se les haya de repartir primero para proceder a cualquieracomposición,ventaorematededichastierras……………… El protector de Naturales de esta ciudad en nombre de don Car-


los Inca de Salazar, Cacique de los indios………… aseguran que el cacique Don Carlos, legua y media para entrar mil trescientos indios que trajeron de las Papas y no cabiendo en dicho Caquiona, sitiaron la mitad de ellos en la loma del Cucho de Pancitará y los de Caquiona quedaron por dueños absolutos de dicha legua y media de tierra, que le dieron para su población, los cuales han poseído desde entonces y que están deslindadas todas las tierras que les dieron a él y su gente, y las que el compró con su dinero a los Caciques del pueblo de San Sebastián; y otros testamentos y memorias que he visto de otros Caciques para que en virtud de ellas sean amparadas ante vuestra señoría (enero de 1636)………………El 19 de mayo de 1.700, don Carlos Inca de Salazar en cumplimiento del mandato fue al pueblo y por no haber hallado a dicho don Carlos, hizo que se recogieran los indios y se marcaran nuevos linderos por dicha petición: “El primero río de los Humos, que llaman desde su nacimiento y cierra de Barbillas, dicho río abajo hasta las juntas de la quebrada de la Vega de dicho pueblo de Caquiona, hasta la primera quebradita de Caquiona que hacen junta, es muy pequeña y vierte del cerro viejo por la loma arriba, a la punta y alto de la loma de los Sejucos, y dicha punta de la loma de los Bejucos la cuchilla arriba, a dar a la montaña y loma del Tambo que está en el camino real, como vienen de Popayán a dicha ciudad y de dicho tambo corriendo la cierra a dar a dicha loma y sitio de Barbillas nacimiento de dicho río de Humos según consta de las cruces que sean puesto haciendo necesario me remito y para que de ellas conste así lo certifico, y firmo, actuando ante mí con testigos por falta de escribano público, ni real- Don Diego Muñoz de Ayala, testigo, don Francisco de Alarcón Centeno, Mariano Pedro Muñoz de Ayala. En la ciudad de Almaguer en nueve días del mes de diciembre de mil setecientos años……………….Ignacio Lino de Rivera Sacristán Menor y Vice-Notario de dicha ciudad. Certifico en la manera que puedo y debo a los señores que la presente vieren como el pueblo de Caquiona está en unas montañas inhabitables y frígidas y que los naturales que asisten en él, no tienen en que hacer sus sembrados, ahora sea por lo frígidas, ahora sea por lo frigidísimas ahora ser bosques que no se pueden habitar cuyo motivo los Curas no asisten, ni aún ocho días temiendo enfermar y por esto tenemos la carencia espiritual, el bien de nuestras almas, también certifico como al Juez receptor que fue Pedro Fernández de Navia de Tierras vendió las tierras de dicho pueblo pertenecientes a él rompiendo los títulos favorables y que los compradores compraron en lo ajeno como consta del título presente ante el Gobernador de esta ciudad; y aún con todo esto están dichos indios poseyeron las tierras. Otros sí. Certifico, como dicen que el Cacique Don Luiz y los demás expresados consistieron lo que en contrario me consta, pues el encomendero de este dicho pueblo a continuación de lo alegado en esta ocasión por vía de apelación le puso pleito a dicho Navia, y no se concluyó por haberse muerto y los papeles a nuestro favor en un incendio se los robaron. Otro si. Certifico, como estos indios con el celo de Dios y bien de sus almas alegan esto por transplantar el pueblo y en donde estas partes contrarias asisten en dicha mala fé es propiamente su pueblo por parte de él y en buena fé, doy la presente en la fecha infrascrita y para así conste así lo certifico y firmo Ignacio Lino de Rivera - Fray Manuel de Maya, cura Doctrinario del Pueblo de San Bartolomé de Pancitará y de este de Santa María Caquiona. Certifico a los Señores que a la presente vieren cómo los indios de este sobredicho pueblo se hallan acorralados sin tener a donde pacer sus ganados ni tienen adónde hacer sus servicios por ser las tierras donde habitan inútiles, sin pastos por lo muy amontadas. Y para que conste doy la presente en tres días del mes de mayo de mil setecientos y treinta y seis años. Fray Manuel de Maya…………. Pedro de Salazar en nombre de Marcelo Verdugo, vecino de la ciudad de Almaguer y en

virtud de su poder que presentó solamente parezco ante Vuestra Alteza y digo: Que ha pedimento del Cacique del pueblo de Santa María Magdalena de Caquiona términos de dicha ciudad de Almaguer, se ha hecho saber se sirva mandar que presente sus títulos de composición de tierras; y en su cumplimiento hago la presentación con la misma solemnidad del título dado por Pedro Fernández de Navia del año pasado, de mil setecientos quince años, como Juez subdelegado de vuestro Juez privativo de venta y composiciones de tierras en que se hace relación de que el Dr. Antonio Rodríguez de San Isidro, vuestro oidor que fue de esta real audiencia, y visitador general que fue de las provincias de Popayán dio su título y mandamiento de amparar en mil setecientos treinta y ocho a don Sebastián de Salazar Cacique, que fue del dicho pueblo de Caquiona de la Loma que se le dio posesión a susodicho, a que sucedió otro amparo que en su virtud le dio el dicho don Sebastián, don Francisco Martínez de Arredondo subdelegado de visitador general, el año de 92 a pedimento de don Carlos Inca de Salazar y de doña Pascuala Inca su hermana, hijos del dicho don Sebastián y en su conformidad mi parte fue admitido a composición de la dicha loma del Rosal por el dicho Pedro Fernández de Navia el dicho año de setecientos y quince se le dio nueva posesión de ellas con citación del protector, como consta del título y posesión que llevo presentado y pido se me vuelva original para el resguardo de mi parte quedando y testimonio de él en los autos de que resulta que mi parte y sus autores después de que el dicho señor don Antonio Rodríguez amparó al dicho don Sebastián de Salazar con cuya nieta está casado mi parte han poseído dichas tierras por el espacio de noventa y ocho años, añadiéndose a esto todo el tiempo antecedente a la data de dicho título y amparo pues habiéndose este conferido necesariamente se justificó la quieta y antigua posesión que el dicho cacique don Sebastián de Salazar, tuvo en las tierras, porque debiéndose siempre presumir a favor de las sentencias judiciales y que estas sean justificadas, es necesario suponer el dicho de don Antonio Rodríguez de San Isidro tuvo muy a la vista la posesión del dicho don Sebastián, la jurisdicción de ellas y juntamente que este título no contenía agravio, ni justicia contra los demás indios, porque de todo modo no lo hubiera concedido y amparado en las dichas tierras de dicho don Sebastián por donde se destruye toda la verdad que hoy intenta dicho cacique y gobernador. Don Francisco Martínez de Arredondo subdelegado de visitador general, a pedimento de don Carlos Inca de Salazar y Doña Pascuala Inca su hermana, hijos del dicho don Sebastián y en su conformidad mi parte fue admitido a composición de la dicha loma del Rosal por el dicho Pedro Fernández de Navia el dicho año de mil setecientos quince se le dio nueva posesión de ellos con citación del protector, como costa del título y posesión. Después de que el dicho señor don Antonio Rodríguez amparo al dicho don Sebastián de Salazar con cuya nieta está casado mi parte han poseído dichas tierras por el espacio de noventa y ocho años. El dicho doctor don Antonio Rodríguez de San Isidro, amparado al dicho don Sebastián y, le dio título de las tierras, no hay novedad de esta posesión cuando desde entonces y antes y el dicho don Sebastián y sus sucesores han corrido quieta y pacíficamente en ellas y solo ahora se han movido los indios inducidos de Ignacio Lino de Rivera que después por sus falsedades y procedimientos fue desterrado de la ciudad de Almaguer como certifica el vicario de dicha ciudad el licenciado Manuel de Cleres, pasó a dicho pueblo y en él quiso introducir sus inquietudes, han querido los indios mover esta causa formando para ella muy falsos pretextos………………Yo, Clemente Rodríguez Molano, Teniente y Justicia Mayor, corregidor de naturales y Alcalde Mayor de minas de dicha ciudad de Almaguer y su jurisdicción certifico de la manera a que puedo y debo y ha lugar en derecho a los señores que la presente vieren, como las tierras que poseen 21


los indios del pueblo de Santa María de Caquiona de la encomienda de doña Isabel de Torijano según estoy informado de los herederos de dichas tierras me parecen ser pocas, respecto al número de gente que hoy hay en dicho pueblo por ser las que tocan del pueblo para arriba montañas de poca y ninguna utilidad y por la parte de abajo tienen una loma que llaman del Potrero, corta y el ámbito de una playa para el pasto de sus ganados y los demás releces (sic) tienen cerrados para sus labranzas y motivo de que muchos de ellos viven dispersos y otros ausentes de la jurisdicción y los que viven en el pueblo no tienen suficiente ámbito en donde pastar sus ganados como he dicho viven en pleitos y quejas por los daños que reciben del ganado el que por buscar que comer rompen las hortalizas y sementeras que tienen también certifico como consta del número de gente de que se compone dicho pueblo de doscientos y dos personas entre grandes y pequeños. Es cuanto me consta y puedo certificar en virtud del pedimento de las partes, que es dada en esta ciudad de Almaguer en seis días del mes de agosto de mil setecientos sesenta y tres años actuando por mí y ante mí por falta de todo escribano – Clemente Rodríguez Molano………………..Ya por el transcurso de tantos años que en mantenido en buena fe, quieta y pacíficamente en la loma del Rosal y ya por que ni aun hubo necesidad de dicha composición y fue mayor abundamiento talvez compulsados violentamente, por el Subdelegado de aquella provincia respecto de que el año de mil seiscientos cuarenta se le dio título para la propiedad de dicha loma a don Sebastián de Salazar cacique principal que fue del pueblo de Caquiona y después se corroboró dicho título por los demás jueces visitadores amparado en la propiedad y posesión al dicho don Sebastián y sus descendientes que entran a su dominio por sucesión hereditaria hasta venir a dar en Lucía y María Gómez hijas legítimas de Bartolomé Gómez y María Cabezas Inca de Salazar quien lo fue en la misma forma de Antonio Cabezas y doña Pascuala Inca de Salazar y esta de don Felipe Guascar Inca y de doña Paula de Salazar quien fue hija legítima de don Sebastián de Salazar cacique principal del pueblo de Santa María de Caquiona………………….Fuera de que para la mas eficaz y repulsa de la nulidad intentada por los indios es menester traer a consideración la real cédula maduramente expedida en San Lorenzo a quince de octubre de mil setecientos cincuenta y cuatro en que la Católica y real piedad, dando reglas para el mejor gobierno de esta materia manda y ordena que sean atendidos los indios para que sean mantenidos en las tierras asignadas a sus respectivos pueblos y comunidades, peor también es su voluntad que no se proceda con los españoles y gentes de otras castas que ya tuvieron poseído tierras. En Quito de mil setecientos sesenta y cinco años, en Audiencia de relaciones ente los señores Presidente y oidores de ella, licenciado don Manuel Ruvio de Arévalo y Luís de Santa Cruz y Antonio Caballero de la Orden de Calatrava, el escribiente leyó y citó; teniendo presentes los instrumentos de ambas partes por el Teniente de Gobernador de la ciudad, quien así mismo reconocerá las tierras que los indios poseen y si son bastantes y la calidad de ellas y el número de indios de todos sexos y edades que hubiese en el pueblo de Caquiona y con toda claridad y distinción informará dentro del mismo término y hará que los herederos de Manuel Verdugo exhiban el título……………..El protector de don Rómulo Papamija, cacique, convoca para sentencia definitiva: Declaran haber probado estos caciques bien y concluyentemente su acción y demanda como probarles conviene, y que la parte contraria no ha aprobado sus excepciones como probar debía, y en consecuencia tocar y pertenecer al común de ellos la Loma del Rosal, y demás denominadas con expresa condenación de costas a los adversarios españoles intrusos como temerarios litigantes………… Decreto y presentación: Año de mil setecientos sesenta y seis, pues aunque por haberse quemado el archivo de Almaguer y perdìdose varios 22

instrumentos con este fortuito y la muerte de Pedro Salazar, a quien se le remitieron mis partes por lo que no ha podido manifestarse el titulo primordial de estas tierras dado a don Sebastián de Salazar por el Señor juez Visitador don Antonio Rodríguez de San Isidro, año de mil seiscientos treinta y ocho………………… Declara un José Muñoz que se denomina Alcalde de la Santa orfandad y por único y singular testigo no merece fe, ni aprecio; por cuya causa y otras que explica el escrito de fojas noventa y ocho hicieron varias protestas para usar de ellas ante vuestra Alteza………………………..En Quito, de mil setecientos setenta y seis años, declarase tocar y pertenecer en propiedad las tierras del Rosal, Gabrielas y Bejucos contenidas en este litigio a los indios del pueblo de Caquiona, aneja de Pancitarà, jurisdicción de la ciudad de Almaguer a quienes pondrá en posesión el Teniente de Gobernador y Justicia mayor de ella don Joseph Vallejo, intimando a los linderos de Marcelo Verdugo, dejen libres y desembarazadas dichas tierras, sacando sus ganados y demás muebles dentro del término de dos meses que para ello se les concede y no haciéndolo procederá a lanzarlos y expelerlos de ellas por todo vigor de derecho y vía ejecutiva, para cuyo efecto se le confiere toda la facultad necesaria; dando cuenta a este Tribunal de todo lo que obrase………………. Proveyeron y rubricaron el auto de suso, los señores presidente y oidores de esta Real Audiencia………..(27 de agosto de 1766). Villamil. PETICIÓN: Muy poderoso señor Juan Manuel Mosquera en nombre de los herederos de Marcelo Verdugo, vecino de la ciudad de Almaguer en los autos con los indios Papamijas, la cual suplica a su Alteza se sirva revocarlo, suplirlo y enmendarlo………….. Por que los indios de Caquiona para fomentar tan injusto litigio solo se fundan en dos capítulos improbables y del todo ajenos a la verdad. Primer capitulo: consiste en la prohibición del derecho municipal que irrita y anda las composiciones de tierra que los españoles hubieren adquirido de los indios, y por el título de composición que consiguieron Marcelo Verdugo y Sebastián Daza, consta que don Sebastián Inca de Salazar, cacique principal de Caquiona consiguió por su particular dominio y título en forma de la del Rosal por el año pasado. En la misma propiedad sucedieron a este cacique por título hereditario sus hijos don Carlos y doña Pascuaza Inca de Salazar, fueron amparados en la posesión de dicha loma; la que por su muerte continuaron quieta y pacíficamente sus hijos, nietos y descendiente hasta que habiendo contraído matrimonio Marcelo Verdugo y Sebastián Daza con Lucía y María Gómez de dicha descendencia. En el capítulo segundo: de dicha cédula ibiden. No usando tampoco de rigor con los que ya poseyeron los españoles y gentes de otras castas. Con que teniendo mis partes a su favor no solo la posesión interna de más de un siglo, sino también el privilegio de haber adquirido y poseído la Loma del Rosal como descendiente del cacique don Sebastián Inca, parece que según dicha real cédula tienen mayor derecho para ser conservados y mantenidos en sus posesiones y dominios; pues aún a los españoles encarga vuestra real persona se les trata con equidad no usando de rigor en las tierras que ya poseyeron en las mismas poblaciones de los indios………………….DECRETO y PRESENTACION: En Quito, En audiencia de relaciones. Notifica el escribano y pide el protector General de los naturales del Distrito por la protección de don Romualdo Papamija, cacique principal de Caquiona, por decir la otra parte que don Sebastián Inca de Salazar consiguió título de composición para su particular dominio de la loma del Rosal, y que los títulos no se prueban con testigos si no que se deben presentar originales mayormente cuando son en perjuicio de los indios a quienes las leyes favorecen. La Real Audiencia que presento el Señor doctor Juan Lujan, protector General en defensa de los indios………………..En la Real Audiencia se presentó el señor doctor Juan Luján que se hallaba de Protector General


defendiendo el común de los indios, e informe del Juez comisionario de vuestra Alteza don Joseph Vallejo, por que esto a lo que mira es a intentar en perjuicio de los pobres indios que volviera a hacerse otra vista de ojos y a traerse otras diligencias que eternizaron el éxito de este pleito que solo en este Tribunal haciendo treinta años y meses y después de tantas fatigas han conseguido los pobres indios la sentencia, volvieron hoy a un nuevo informe que se hubiera de hacer consiguiendo alo menos los intrusos continuar la retención de estas tierras todo el más tiempo que durase el litigio y talvez que ya cansados los miserables indios y no teniendo con que sostener el pleito deserten la causa dejando por medio de la malicia triunfantes a los contarios………….POSECION: En dicho día yo dicho Teniente en virtud de lo a mí cometido pasé por las tierras de Gabrielas, bejucos y la loma del Rosal en donde para dar la posesión de dichas tierras entre acompañado de testigos y encontré viviendo en ellas a Manuel Quinayàs indio deste pueblo de Santa María de Caquiona y preguntando en que conformidad vive en dichas tierras dijo que tanto por ser hijo del pueblo como por ser dichas tierras compradas por don Diego de la Cruz su suegro, …………… los cuales hallé poseyeron a Andrés de Meneses virtud tomé de las manos al Gobernador don Ambrosio Omne y al cacique don Romualdo Papamija y le hice pasear en dichas tierras y los susodichos se echaron y revolcaron en ellas y arrancaron ramas y yerbas y terrones y los esparcieron por el aire todas las direcciones y dijeron hacían en señal de verdadera posesión la que tomaron actual, virtual corporal por el resguardo y yo, dicho Teniente los ampare en ella en virtud de la cual comisión y provisión de su Alteza y mande que ninguna persona los inquietare, ni perturbe so pena de cien castellanos de buen oro aplicados enteramente a la real cámara, y notifique así mismo a la india por ausencia de su marido desocuparen dichas tierras dentro del término de dos meses con arreglo al tenor de la real provisión …………leí y notifiqué he hice saber lo mandado por su Alteza y por lo practicado y respete las notificaciones hechas a su esposa y por no saber el susodicho firmar le hicieron los testigos que a lo dicho se hallaren presentes de que certifico. Vallejo. Joseph de Córdoba. Testigo. Manuel Galíndez. (Falta la hoja en donde debe estar la conclusión de esta diligencia, por eso no se copia)…… 1 APÉNDICE 5 “HISTORIA DE LA MINERÍA DEL ORO EN LA REGIÓN DE ALMAGUER O GUACHICONO”, APARTES DEL “ESTUDIO SOBRE LAS MINAS DE ORO Y PLATA DE COLOMBIA” POR VICENTE RESTREPO. 1884 “Haremos una rápida reseña de los primeros trabajos de explotación que se emprendieron después de la conquista”. “Pedro Cieza de León , que fue uno de los descubridores, se expresa así: “Hay tantas provincias y pueblos de indios desde el nacimiento de este río (el Cauca), y tanta riqueza así de minas de oro, como lo que los indios tienen……..y es tan grande la contratación del oro, que no se pueden encarecer, según es mucho…… “El autor desconocido del Espejo de variedades, que fue a Popayán hacia 1547, y pasó catorce años al servicio del obispo de aquella ciudad, dice: “En esta provincia, tierra muy asperísima y de muchos ríos, y una de las más ricas de oro que hay en todo lo descubierto de las Indias, porque en términos de doscientas leguas que tiene, hay oro y muy fino, de donde se saca cada día, y se han sacado grandísima cantidad. “Los indios preferían pagar sus tributos en oro, y retribuían a los españoles que querían dirigir las labores: a estas dedicaban sus hijos. En la Relación del Nuevo Reino de Granada, del año 1559,

“De la Apoteosis de Popayán por Efraín Martinez: Grupo de la Conquista, integrado por figuras representativas de las razas”

leemos: “En la gobernación de Popayán andan sacando oro seis mil indios y trescientos negros, que trabajando 250 días al año y sacando un tomín cada día cada uno, reúnen 196.875 pesos” “En un informe de D Álvaro de Mendoza, Gobernador de Popayán, dirigido a su Majestad en 1567, dice: “Es cosa maravillosa los metales que en esta Gobernación se descubren cada día, que si hubiese posible para podellos seguir, creo que no habría cosa más importante en las Indias…… “Fray Jerónimo de Escobar, predicador agustino, que fue durante años coadjutor del Obispo de Popayán, dirigió al real Consejo de Indias un memorial del estado en que se hallaba la Provincia en 1581…………….“Del pueblo de Almaguer se sacan cada año más de 30.000 pesos de oro, porque es tierra rica. Hay un asiento de minas tres leguas del lugar, que se llama las minas de la Concepción a donde de ordinario hay dos mil indios y negros en la labor dellas, porque vienen cuadrillas de otros pueblos”……. “Un contemporáneo del Padre Escobar, D. Francisco Guillén Chaparro, escribía casi en el mismo tiempo que él (en 1583): “Desde el pueblo de Almaguer a las minas hay cuatro leguas. Es un cerro alto y muy grande y sácase en él mucho oro y se han sacado grandísima cantidad con indios naturales de la tierra y algunos negros, aunque pocos”. En este tiempo gozaban de gran fama de riqueza los aluviones del valle de Guachicono. “La ciudad de Almaguer”,.dice el doctor Manuel María Quijano, “estaba rodeada, según la tradición, de vetas de oro que dieron sumas considerables de este metal a sus explotadores; pero un terremoto” (acaecido en1765) “obstruyó las minas y arruinó la mayor parte de la ciudad”, (Bosquejo histórico……). En efecto, en esta localidad se trabajó siempre más en vetas que en lavaderos. El licenciado Arias Pacheco escribía en el siglo XVI: “Las 23


minas de Almaguer son de nacimientos como piedras, y éstas se muelen en ingenios que hay para ello, y con muy poco azogue se aparta y limpia el oro”… “Desde mediados del siglo XVII, y en el curso del XVIII, se explotaban minas de aluvión en toda la extensión del Cauca. D: Jorge Juan y D Antonio de Ulloa, que hicieron un largo viaje a la América meridional en los años 1735 y siguientes, dicen: “Todo lo que comprende la jurisdicción de Popayán es muy abundante en minas de oro, de tal suerte que, con la diferencia de trabajarse en unos partidos más que en otros, en todos se saca oro, yendo cada vez en aumento los descubrimientos y labores de nuevas minas……Los partidos de Cali, Buga, Almaguer y Barbacoas son los más ricos en este precioso metal, y nunca cesa de trabajarse en sus minas. “La ley de este oro por lo regular es de 22 quilates, alguno pasa de ella y llega hasta 23, y por el contrario baja, aunque no es común que sea menos de 21 quilates” …………… “En 1787 se organizó en Popayán una Compañía para explotar las minas de oro y plata de Almaguer y Caloto, Ocurrió al Virrey Ezpeleta solicitando un auxilio de 8.000 pesos y el envío de dos mineros alemanes, lo que le fue concedido. No habiendo tenido buen resultado en Almaguer, a donde hizo venir un minero mexicano……...

“En la relación de los viajes de un mercader francés, M. Julián Mellet, que recorrió el Cauca desde Barbacoas hasta el golfo de Urabá en 1819, hallamos algunos datos sobre los pueblos mineros, que vamos a reproducir:………… “Popayán es una bella y grande ciudad episcopal. El palacio del Obispo es soberbio y muy rico; las iglesias son magníficas por lo suntuoso de sus ornamentos; la casa de moneda es vasta y de buena arquitectura, las casas son bien construidas y las calles hermosas y rectas. Se hace allí un comercio general. Esta ciudad era muy rica antes de haber sido saqueada varias veces desde 1810 por los realistas y los independientes. Sin embargo, como no han podido quitar las minas de oro que posee, el comercio es siempre activo. “Es ciertamente muy sensible que Popayán haya sufrido tanto, porque sería una de las ciudades más opulentas de la América meridional, tanto por su comercio como por su riqueza de sus minas de oro, y sus habitantes, que son en número de 21.000, vivirían en el seno de la abundancia…………………………… Las tribus indígenas sacan oro de las arenas del Caquetá y del Curiaco, el Cascabel y el Villalobos, sus tributarios……………… 1

“Terremoto de Almaguer en 1765, acuarela de Luis Ángel Rengifo”.

APÉNDICE 6 “LEYENDA DEL CERRO DE LERMA Y EL TERREMOTO DE ALMAGUER EN 1765” VERSIÓN DE RAMONA RIVERA MUÑOZ, 1905 En el año de gracia de 1765 la ciudad de San Luís de Almaguer había llegado a su apogeo de riqueza y esplendor. El lujo había traído la molicie y ésta la liviandad de costumbres. En vano los misioneros de San Francisco y el vicario y cura de la ciudad predicaban y amonestaban fuertemente a los feligreses y acudían a una religiosa ternura. El oro y los placeres dominaban los espí24

ritus y las admoniciones sólo contribuían a acendrar la piedad de unas cuantas familias que vivían en el temor de Dios. Un día fray Pedro de Sigüenza estuvo más elocuente y conmovedor; predijo que la cólera divina podría desatarse sobre la ciudad lujosa y enloquecida. Al bajar del púlpito pasó directamente a la caballeriza y montó en el alazán que estaba listo y salió en dirección al valle del Patía. Sus pensamientos eran tétricos y su corazón se inundaba de amargura. Cabalgó durante el día y cuando llegaba la noche resolvió proseguir la jornada porque la


• San Francisca, Iglesia colonial Acuarela de Luís Ángel Rengifo

Casa residencial en la colonia, actual Colegio de Santa Clara. Acuarela de Luís Ángel Rengifo

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“Ramona Rivera, ferrotipo posiblemente realizado en 1873 en el estudio de Ramírez y Fernández”.

luna se anunciaba con la brillantez opalina con que refulge en el espacio despejado del Patía. Había llegado cerca a las márgenes del río San Jorge y siguió al río rezando el rosario y el oficio del día. En la tranquilidad de la noche apenas se oía el manso murmullo del río al deslizarse, pero de pronto se sintió un tumulto semejante al que produce un caballo desbocado al tropezar contra las piedras. Fray Pedro sorprendido, miró hacia el norte. Por lo pronto a sus ojos sólo se presentó la silueta magnífica del cerro de Lerma, cuya enorme figura cónica regular emerge del costado del valle, interrumpiendo la regularidad del paisaje, y por cierto, que en ese momento la luna lo iluminaba de tal modo que parecía un vaso de plata asentado sobre la bandeja de la llanura. Pero un ruido impetuoso se acercaba y los ojos asombrados del predicador pudieron distinguir la silueta de un potro barcino, que se encabritaba bajo el dominio del jinete que lo acosaba y lo reprimía. Entre las piedras finas y pulidas de la playa chocaban los cascos de la bestia produciendo un fragor de chispas al reventar el trote entre las piedras y las herraduras. Un hálito cálido y simultáneamente helado procedía el avance del jinete. Fray Pedro se sobrecogió un momento y luego se incorporó con todas las fuerzas de su espíritu: “En el nombre de Cristo detente”, ordenó y el jinete contuvo el potro vigorosamente. Cubría su cuerpo erguido con una capa escarlata que remataba en un amplío embozo. Bajo el color bermejo centelleaban sus ojos negros como dos chispas, que iluminaban siniestramente, la blancura mate de su rostro en que la nariz era un interrogante agudo y movible, y la boca encendida contenía su sonrisa imperiosa y burlona. Ostentaba guantes negros cuyas extremidades remataban en garras, y al afianzar los pies en los estribos de plata parecía que calzaban un espolín natural, a manera de aguijón. La armadura del jinete y los arneses de la montura rechinaron al contener violentamente el potro. Los dos jinetes se miraron en desafío y cruzaron miradas retadoras. -“En nombre de Cristo detente”, repitió el misionero, “y dime 26

hacia dónde te encaminas”. -“Voy a Almaguer”, respondió el recién llegado, “y voy porque la ciudad y sus almas me pertenecen”. -“Príncipe de las tinieblas, tu espíritu de mentira te induce a considerar tuya una ciudad de Cristo”. -“La ciudad me pertenece y como tú la acabas de abandonar voy a ejercer mi dominio”. -Una gran tristeza invadió el corazón del misionero pero fortalecido por la oración replicó: “La ciudad tiene cien almas justas y ellas impedirán ante Dios que tú la domines”. -“Si la ciudad tuviera cien almas justas no me fuera permitido el poder de destruirla”. -Siguió un diálogo terrible y patético semejante a aquél que un día sustentara Abraham en la Mesopotamia con el Ángel del Señor para imprecar por las ciudades disolutas en que habitaba Lot. Finalmente el misionero soltó el nombre purísimo de una doncella, grata a Dios y ante el ofuscamiento del príncipe de la destrucción, le hizo esta propuesta: “Mira el cerro de Lerma; se dice que sus bases son de basalto, su cúpula de amianto y sus entrañas de oro; si tú, no con el poder infernal, sino con tu labor de individuo logras destruir este cerro hasta emparejarlo con el nivel del valle, tuya será la ciudad de Almaguer, pero tu obra diabólica ha de ser ejecutada con las herramientas que yo te proporcione”, dijo el santo sacerdote y se regocijaba interiormente pues juzgaba metafísicamente imposible la destrucción de la enorme mole del cerro de Lerma, así es que apenas palideció cuando el diablo desmontándose dijo: “Acepto la propuesta y vamos a perfeccionar un contrato que obligue el cumplimiento de entregarme la ciudad cuando realice la obra”. Fray Pedro también echó pié a tierra y arrancando la primera hoja del breviario escribió estas condiciones: “Sólo se usará como herramienta para derruir el cerro la barra que yo proporcione y para ablandar el basalto sólo se usará la vasija que yo entregue para conducir el agua de este río”. Aceptadas las condiciones el misionero procedió inmediatamente a labrar con cera de castilla una barra corta y angosta, y quitándose su sombrero de jipijapa le abrió varios hoyos, perforándolo a manera de harnero. Luego entregándoselos al diablo dijo: “Este sombrero es la vasija en la cual conducirás hasta el cerro de Lerma el agua de este río, y ésta es la barra con que deberás perforarlo”. Aceptado dijo el demonio, y recogiendo los útiles montó sobre su potro barcino, se lanzó hacia la corriente del río San Jorge, hundió el sombrero en el agua y emprendió el torbellino de su carrera en dirección al cerro de Lerma. Semanas después Fray Pedro tuvo que resolver en el locutorio del convento una grave consulta de conciencia. Estaba para llegar a la ciudad de Almaguer uno de los personajes jóvenes más distinguidos de la colonia quien verificaba su travesía fiscal entre Quito y Popayán. Desde días antes se preparaban regocijos y festejos especiales para recibir el huésped. El programa acordado tenía entre otros puntos el de un gran baile con que debía obsequiársele la noche misma de su llegada. Las invitaciones repartidas habían sido rigurosamente seleccionadas entre los ciudadanos hidalgos, entre los opulentos mineros, los mandatarios titulados y los descendientes de los conquistadores; pero a pesar de la escogencia no había sido posible prescindir de las figuras arrogantes e infatuadas de mozos distinguidos que escandalizaban la ciudad con sus desvíos y pendencias, pero que constituían una prenda segura del éxito gentil de toda fiesta mundana, y este era el motivo de la consulta de conciencia. Don Lorenzo de Ribera había recibido la invitación para que concurriera al baile acompañado de su hija Doña Elena. Pero ésta se negaba a asistir por claras razones de pudor ante las noticias que circulaban de las fiestas en que figuraban los galanes. Pero como toda concurrencia era distinguida, tal negativa podría interpretarse como un desprecio vanidoso. El caso era complejo y la doncella había resuelto que su padre consultara con el confesor. Fray Pedro meditó y luego expuso: “mi concepto es que doña Elena no debe excusarse de concurrir al baile, y muy por el contrario apresurarse a divulgar


su asistencia, ya que ella y otras damas servirán de estímulo para picar el orgullo y obtener la corrección de esos pisaverde. Por lo demás –añadió-, -basta encomendarse a Jesús Nazareno, o a su advocación que está próxima de la Resurrección del Señor y también al patriarca San José”. El visitador llegó a pocos días y por la noche, a la hora fijada, se presentó en el baile, deslumbrante de lujo y pedrería y derrochando una gentileza y una bizarría que pasmaba hasta a los más prevenidos en su favor. Llamó sobremanera la atención el juego extraordinario de sus ojos negros, y sus vestidos de color escarlata. Doña Elena de Ribera era el centro de una animadísima tertulia que ninguno de los gallardos convidados se había atrevido a interrumpir para sacarla al sarao. De pronto el obsequiado se dirigió resueltamente hacia ella, se inclinó galante hasta partirse en una reverencia y dijo: “Hermosa sois doña Elena, y antes vuestro nombre me había sido dicho en alabanzas angelicales”. Una sonrisa de sus labios rojos entre galante y burlona acompañaba el requiebro. Luego salieron al baile. Tres vueltas habían dado cuando la doncella se sintió presa de un desfallecimiento voluptuoso que nunca había sospechado. Los brazos del galán la ceñían con todo vigor y ella sentía que bajo las sedas se encendía su carne en transportes nunca sentidos. Las manos del caballero, extendidas sobre el hombro alabastrino, parecían animarse en suaves convulsiones de fuego; y las cinco yemas de los dedos se sentían palpitar como si fueran cinco corazones en intensa emoción. Pero lo que más confundía a la doncella era la esfera encendida y negra de los ojos del galán; en ese abismo de luz y de tinieblas se sentía desvanecer y toda ella temblaba como en un espasmo. De súbito hubo una revelación: el traje de la dama, en uno de los giros, se había envuelto contra las piernas del caballero y permanecía cogido como por un aguijón que saliera de los pies del galán. Un grito de terror, una invocación a Cristo y el instante de pavor....... El temblor de la tierra apagó las luces y dejó una confusión espantosa. Se oían alaridos de dolor, confesiones generales dichas en voz alta, plegarias, lágrimas y sollozos. Cinco segundos dicen las crónicas que duró el terremoto. El caballero obsequiado había desaparecido y muchos niños juraban, llorando, que en la mitad de la noche, trémulos, lo habían visto escapar en dirección al cerro de Lerma, cubierto con una capa escarlata y montado en un potro barcino. Cuando al día siguiente el sol iluminó las ruinas de la ciudad destruida, fray Pedro clavó sus miradas en la lejanía buscando la mole del cerro de Lerma. Lo que vieron sus ojos le pareció espantoso: la cúpula del cerro estaba perfectamente cercenada en una extensión de tres cuadras, como si una enorme cuchilla hubiera rapado la tercera parte del cerro. Fray Pedro no volvió a pronunciar jamás ni una palabra en su vida. Se condenó a mudez perpetua, y sólo por escrito manifestó al Prior y a los hermanos del convento que no debían permanecer un minuto más en la ciudad. El terremoto obstruyó los socavones de las minas y destruyó completamente las dos terceras partes de la ciudad de San Luís de Almaguer, y entre los edificios salvados se contó la iglesia y el convento de San Francisco y la casa en que habitaba don Lorenzo de Ribera, hoy colegio de Santa Clara. Así es como la fértil imaginación, de doña Ramona Rivera Muñoz de Quintero, cuya infancia fue atormentada con la leyenda supersticiosa de la destrucción diabólica de Almaguer, narraba a sus descendientes atónitos, el por qué la ciudad se había salvado en una tercera parte; el por qué el cerro de Lerma parece como tajado a cercén en su elevada parte superior, el por qué se habían obstruido los socavones auríferos y por qué uno de sus abuelos otorgó en 1770 en la notaría de Almaguer la escritura pública por la cual don Lorenzo y doña Elena de Ribera regalaron a la iglesia de San Francisco las veneradas imágenes de Jesús Nazareno, de

Jesús Resucitado y del patriarca San José, en acción de gracias por no haber perecido en el terremoto de 1765. La autora de la Leyenda fue la madre del autor de la presente Biografía. 1

APÉNDICE 7 TESTAMENTO DE DON BERNABÉ MUÑOZ DE AYALA Y ORDÓÑEZ DE LARA, OTORGADO EN EL MORRO, LOCALIDAD INMEDIATA AL PUEBLO DEL TRAPICHE EL 9 JUNIO DE 1.806 Ilustra sobre el manejo del patrimonio familiar por parte de un hidalgo almaguereño. Los asuntos, disposiciones e ítems de la versión original se han agrupado por afinidades en 25 partes. FILIACIÓN Y FAMILIA. Yo, Don Bernabé Muñoz de Ayala y Ordóñez de Lara, hijo legitimo de Don Marcos Muñoz de Ayala y Dña Teresa Ordóñez de Lara, vecinos que fueron de la Ciudad de Almaguer, cuyo lugar soy también vecino,…..; hago ordeno y establezco este mi testamento y última voluntad en la forma siguiente. / Declaro que fui casado según el orden de nuestra Santa Madre Iglesia con Doña Magdalena Berdugo y Enríquez de Guzmán hija legitima del Sr. Capitán Don Martín Berdugo y Gómez y Dña Bernarda Enríquez de Guzmán, de cuyo matrimonio hubo por hijos legítimos Dña Martina Muñoz de Ayala y Berdugo, Dña Teresa Muñoz de Ayala y Berdugo y Don Lorenzo Muñoz de Ayala y Berdugo…..( salvando aquí doce renglones rotos e ilegibles) del segundo matrimonio y los segundos hijos que fueron Dña Flora Muñoz de Ayala y Enríquez de Guzmán, Don Miguel Muñoz de Ayala y Enríquez de Guzmán, y Dña Rosa Muñoz de Ayala y Enríquez de Guzmán habidos en Dña Ignacia Enríquez de Guzmán. RELIGIOSOS. En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero / estando enfermo y en mi juicio natural, creyendo como verdaderamente en todos los Artículos y Misterios de nuestra Santa Fe Católica, en cuya creencia he vivido y protesto vivir y morir como fiel Cristiano y verdadero Católico, y espero en la Divina Majestad, que a de tener misericordia de mis culpas y pecados, por los méritos de nuestro Señor Jesucristo y de su Madre Santísima, a quien elijo por Abogada para el trance en que me he de hallar, para que con el Ángel de mi Guarda, Santo de mi Nombre y demás de mi devoción, me asistan en el tremendo Tribunal de Dios; hago ordeno y establezco este mi testamento y última voluntad en la forma siguiente Primeramente; Mando que mi cuerpo sea enterrado en la Iglesia Parroquial de la Ciudad de Almaguer, con asistencia del señor Cura, doble de campanas y la moderada pompa de cuatro pesos, con Misa de cuerpo presente y si no lo permitiesen las circunstancias del día que sea el siguiente. / Declaro que es mi voluntad se den de mis bienes a 27


Medio Real a las mandas forzosas y a la del Santísimo Sacramento dos Reales todo por una vez. / Declaro y mando que sé de un Real para la Coronación de la Beata Mariana, de la Audiencia de Mondo, que por mi alma y por la limosna de ocho Reales se me digan tres novenarios de misas por el sacerdote que quisieren mis albaceas. / Declaro que para adorno de la Iglesia se den 10 pesos de mis bienes. ORIGEN DE LOS BIENES. Los he habido por herencia paterna y materna y por menor consignado de los inventarios hechos el uno por el Sr. Capitán Don SALVADOR DE GUZMAN, y el otro por el Sr. Don JERONIMO MAZORRA / Declaro que cuando contraje dicho matrimonio que cuando más sería al año del fallecimiento de la mi primera mujer, entré por capital la cantidad que constara en el inventario que entonces se hizo siendo Alcalde el Sr. Don Pedro Zúñiga y además seguro que en el espacio de tiempo que corrió de mi viudez hasta que me volví a casar se habrían aumentado en mis bienes el valor de Doscientos Cincuenta pesos cuya cantidad mando se agregue también a la partida del dicho mi capital. / Declaro en dinero en efectivo cuatrocientos pesos incluyéndose en esta cantidad cincuenta y tres pesos, dos reales que debe Felipe Daza y debe entregar en el día. ADQUISICIONES DE TIERRAS EN EL PRIMER MATRIMONIO. Declaro primeramente por bienes míos los derechos de tierras que compré en unión de mi primera mujer Doña Magdalena Berdugo y Enríquez y son los siguientes: Cien pesos a Don Nicolás Ordóñez en el sitio de La Herradura, trescientos pesos a Isidora y Manuela Albán en el sitio del Rodeo. En el sitio del Morro otro derecho a Don Nicolás de Gómez. A los herederos de Petrona López cuatro acciones en el sitio del Rodeo y el Cocal, tres de estas acciones son compradas en la unión referida y la otra acción es comprada en unión del segundo matrimonio. Declaro que en los referidos derechos de tierras tienen parte mis tres hijos del primer matrimonio y la cantidad que sea consta por menor en el inventario practicado por Don Pedro de Zúñiga, y se advierte que todas estas compras constan de escrituras. / ADQUISICIONES DE TIERRAS EN EL SEGUNDO MATRIMONIO. Declaro que en unión de mi segunda mujer doña Ignacia Enríquez de Guzmán he comprado los derechos de tierras siguientes: A don Sebastián Ordóñez doscientos pesos en el sitio de la Herradura. A don Gregorio Muñoz de Ayala la parte que tenía en la Herradura por cien pesos. A don Pedro de Mosquera y Novoa en el mismo sitio ciento cuarenta pesos. A Fermín Gómez en la Loma de Martín, ciento treinta pesos. A Francisco López en Yerbabuena treinta y nueve pesos. A Aleja Burbano en la Cabuyera del Rodeo quince pesos. A Juan de Gómez en el Morro ciento cincuenta pesos. A Ignacia de Gómez en el Morro ciento setenta pesos. A Ignacia y Silvestre de Gómez hermanos en el Cocal ciento veinte pesos. A los herederos de Don José de Gómez difunto, en el Pural cien pesos. A Manuela Albán en el Cocal ciento treinta pesos. A Bernarda Burbano de Lara en la Ladera cincuenta pesos. A Marcelino Rengifo en el mismo sitio cincuenta pesos. A Manuel José López en el mismo sitio setenta pesos. A Francisco Bolaños en el mencionado sitio diez pesos. / A Juan Lazo en Tarabita cuarenta pesos. Al difunto Provincial Don Juan Francisco Muñoz de Ayala ciento treinta pesos en el Benero. A los herederos del difunto don Juan Zemanate cincuenta pesos en el Benero. A los herederos del difunto Don Francisco de Gómez y Gaviria doscientos pesos en Guacimal. A Francisca Córdoba cuarenta pesos en los Tigres. A Clemente de Muñoz treinta pesos en los Tigres. Al Sr. Cura Don Domingo Belisario Gómez y Zemanate según orden que tuvo para vender la parte de Juan de Meneses, cuarenta pesos en la Loma del Chupadero de la Piedra del Rayo. A una hija del finado José Ruiz llamada Marianita veintiséis pesos en el Juncal, Caldera y Guineal de iguales a tres valo28

res de ocho pesos dos y a nueve la otra. A Francisco y Javier Ruiz y Gregorio Díaz veinticinco pesos oro en las Tierras. A Doña Magdalena Enríquez de Guzmán la acción que le correspondió por herencia de su madre en la Cañada siete pesos reales. A Don Hipólito de Daza todos los derechos de tierras que le tocaron la dicha su mujer Doña Ana María Enríquez de Guzmán doscientos pesos o menos en el Cobre cuyo valor consta en la escritura y es de cincuenta y nueve pesos. A Esteban Muñoz la herencia de su mujer en la Cañada Medina y encima de las Vueltas en treinta pesos esta otorgada escritura. ADQUISICIONES. En Cerro Gordo dos acciones de tierras por las compras que tengo hechas a Don Nicolás de Gómez y a los herederos de Petrona López, y quedaron sin dividir. / Otra acción por mi mujer Doña Ignacia Enríquez, declaro para que conste. DONACIONES Y ANTICIPOS DE HERENCIAS A SUS HIJOS. Declaro que por la donación que hice también de una potranca amansando se le dio una mula aplomada mansa. / Declaro que el capital que les toco a mis dos hijos difuntos Marcos y José por razón de herencia materna y lo que después les tocó también por el fallecimiento de sus abuelos maternos consta por los inventarios hechos por Don Pedro Zúñiga y por Don Vicente de Gómez y también declaro que por haberles entregado de los---- ( aquí se salvan catorce renglones ilegibles)./ Declaro que a mi hija Doña Martina Muñoz de Ayala y Berdugo le tengo entregado el valor de ciento ochenta y seis pesos en bienes muebles y a cuenta de lo que tenga que haber por su legítima en mi fallecimiento. / Declaro que a mi hija Doña Teresa Muñoz de Ayala y Berdugo por la misma razón de la que pueda haber en mi fallecimiento le he entregado la cantidad de ciento ochenta y seis pesos declaro así para que conste. / Declaro que a mi hijo Don Lorenzo Muñoz de Ayala y Berdugo por la razón que queda expresada en las cláusulas antecedentes, le he entregado la cantidad de doscientos treinta y cuatro pesos, se advierte que en esta cantidad entra un mulatico llamado Antonio que de poco más de un año le di en cincuenta pesos, ha el espacio de diez años para que fuera su Paje. / Declaro que a mi hija Doña Flora Muñoz de Ayala y Enríquez cuando se casó con Don Marcelino de Sotelo le entregué al susodicho, a cuento de lo que pueda tocarle por mi fallecimiento, la cantidad de doscientos ochenta pesos. Declaro que por la misma cuenta a mi hijo don Miguel Muñoz de Ayala y Enríquez le he entregado doscientos veintiún pesos. / Declaro que a mi hija doña Rosa Muñoz de Ayala y Enríquez cuando contrajo matrimonio con el Sr. Capitán Don Manuel de Berdugo, le entregué a este por razón de que pueda tocarle de mi parte por herencia, la cantidad de doscientos cincuenta y nueve pesos, y siete reales y tres cuartillos. ESCLAVOS. Un mulatito llamado Antonio que de poco más de un año le di en cincuenta pesos, ha el espacio de diez años para que fuera su Paje. Declaro por bienes míos treinta negros bozales primerizos unos de casta Arara otros los más de casta Lucumí dispersos en las más diferentes propiedades según consta de los inventarios, alma en boca y costal de huesos. Declaro por bienes míos una mulata llamada Soriana Soltera. Declaro un mulato llamado Hilario hijo de la susodicha Soriana. Otra mulata llamada María. Otro mulatico llamado Manuel Feliciano CASAS. En Almaguer una casa grande amplia y es a saber que la mitad les tengo hecha donación a mis dos hijas que he tenido que son Doña Flora y Doña Rosa lo que hay en dicha casa queda para el uso de unos y otros que queden interesados en la casa. / Otra casa separada la que he donado a mis hijos Doña Martina y Don Lorenzo, decláralo para que conste. / Otra casa con cocinas para vivienda. / En el Higuerón dejo una casita / En este sitio del Morro dejo una casa grande amplia de vivienda y cocinas. / En el sitio del Hato tengo una casa y cocina y un corral


de cimiento de piedra. / En las tierras que compré en el Chupadero de la Caldera tengo dos casitas de vivienda. MUEBLES Y ENSERES. En dicha casa (Almaguer) seis escaños de talla quiteña, una prensa, una silleta, un arcón de madera con cerradura de yerro forjado. / Una cajuela de madera de ébano con cerradura de plata labrada. / Un escaño que se me pagó de los bienes de difuntos padre Sacristán y se hallan en Almaguer en poder de Don Juan Antonio de Delgado. / Un par de petacas y una cajuela con cerradura de hierro. / Un baulito embarnizado con cerradura. /Otro par de petacas nuevas forradas en baquetas. / Declaro muebles de lujo para dormitorio y escaños aforrados en baqueta, aquí en el sitio del Morro y en Almaguer. ROPA DE CAMA. Un toldo de Ruan viejo. / Varios colchones de listado. / Varias almohadas con fundas. / Varias sabanas y sobrecamas. VESTUARIO. Un poncho azul bordado al ruedo con cintas./ Un capote de paño de Castilla./ Dos sombreros finos blancos viejos./ Una chupa y chupín de persiana colorada, otra negra con chupin azul otra chupa y chupin de zaraza./ Dos pares de calzones de terciopelo colorado, tres pares de medias de seda blancas, otras medias y celemines de algodón./ Una casaquita y calzones de paño de primera morado./ Dos pares de calzones de Mahón, dos pares de zapatos con hebilla dorada y las armas de mi familia./ Dos pares de botones grandes de plata, un par de hebillas con las armas de mi familia que me dejó mi padre el Sr. Don Marcos, dos pares de charreteras, dos pares de hebillas de calzón de plata, y una botonadura de calzones de lo mismo, declaro para que conste./ Dos pares de botones de oro de cuello./Dos camisas y dos calzoncillos de lienzo./ Don ruanas azules y dos sombreros bastos el uno bueno y el otro viejo./ Tres rebozos de Castilla./ Dos follados de sarga usados, tres camisas de bretaña nuevas y dos pares de enaguas./Un follado de bayeta nuevo y una montera de paño de primera./ Un poncho blanco de hilo usado. PAILAS. Tres pailas grandes buenas. / Varias pailas de cobre buenas. CULTIVOS. Una huerta de platanar. / En el Higuerón dos platanares el uno con caña y el otro con matas. EQUINOS. En el sitio de la Herradura …… veintidós de yegüerizo, chico y grande. / Veintiuna yeguas chicas y grandes en el sitio del Rodeo y en los Guayacanes. / Un potro recién apartado color retinto. / Seis caballos mansos, unos nuevos y otros viejos / Ocho potros apartados en el potrero. / Un caballo que he dado para el cuido / En poder del dicho Lazo dos mulas mansas, siete caballos y una yegua mansa de silla con una potranca, dichas bestias tengo entregadas para el cuido del ya mencionado ganado / Una mula parda mansa de silla la tiene mi hijo Don Lorenzo. / Dos mulas y un potro que tiene José de Sotelo amansando / Dos machos que tiene amansando Don Joaquín de Hoyos / Doce mulas mansas, entre viejas y nuevas. / En el potrero cuatro chúcaras. / Otra chucarita sin apartar de la madre. / Dos burros hechores en este sitio. VACUNOS. En el sitio de la Herradura tengo propias mías veintidós cabezas de ganados vacuno, chico y grande, macho y hembra./ En el mismo sitio dejo ciento treinta y seis cabezas de ganado vacuno chico y grande macho y hembra, y los más que resulta con mi señal y yerro. / Dejo en el sitio del Guacimal un poco e ganado que tengo al cuido de Bartolo de Hoyos, el que dará cuenta del número que hay según mi yerro y señal, y de un caballo que le he dado para el cuido. Declaro que no le debo nada de su trabajo, está pagado./ Al cuido de Marcos Lazo en el sitio de Juncal un numero considerable de ganado, incluso en este ganado bastantes novillos y no puedo dar razón del número que queda por lo que me remito a todo el que se hallare con hierro y señal haciendo el reconocimiento de el mis herederos./ En la Herradura de Mazamorras tengo una Punta de cosa de 16 cabezas

de ganado, según se ha ido del Juncal, mando a mis herederos los aperciban. /En la playa del Romeral, ocho cabezas de ganados. C.-. OVEJAS. Declaro por mías 10 ovejas. HERRAMIENTAS. Dos barras de fierro forjado buenas / Varios machetes unos buenos otros malos. / Un machete en poder de Mario Lazo. / Dos hachas buena y vieja la otra. / Unas palas y barretones buenos y malos. / Una romana vieja/ Una navaja francesa con cabo de plata. / Un mi yerro de marca APEROS. Una silla con estribera, freno y jáquima y demás adherentes. / Otra silla de montar con estribera de baúl buena de metal con todos los aperos nuevos, el freno labrado en plata muy antiguo. / Otra silla con estribera de metal con todos los aperos viejos. / Otra silla vieja media armada con las armas de mi familia tallada en plata muy antigua. / Una estribera baúl de metal traída de Quito / Un sillón engastado en cordones de oro, freno con mascarones. Jáquima y apero. / Tres pares de espuelas de plata viejas. / Un bozal de hierro servible. / Una estribera baúl nueva. / Tres enjalmas nuevas de Santa Fe, dos de fatiga y una de lujo. / Cuatro cargas de costales nuevos. /Un pellón viejo. ARTE RELIGIOSO. Imagen de nuestra Señora del Rosario de oro con un niño adornado con un ahogador de perlas y gargantilla de oro y rosario de oro y unas manillas de cuentas de oro de a medio y atados los bordes con venturinos engastados en oro y zarcillos pequeños./ Un Santocristo dorado y una imagen de San Antonio ambos de talla quiteña. JOYAS. Declaro que a la dicha mi mujer le doné cuando nos casamos una gargantilla de oro labrada, que está existente. / Declaro que la dicha mi mujer entro también al matrimonio un pañuelo bordado en oro, un rosario de corales y unas cintas de pelo que todo lo había dado la su abuela, apreciado todo en cuatro pesos, dos reales, declaro para que satisfaga: una cadena de oro con eslabones de plata labrada, unos brazaletes de corales gruesos, un rosario y crucero de oro, una gargantilla con un corazoncito de filigrana, dos pares de botones de oro de cuello. ARTICULOS DE PLATA. Un servicio de comedor de plata./Además un platillo, un jarro, don cucharas y dos tenedores y otro jarro grande todo de plata./ Dos platillos de Plata./ Una cantonera de sable y una hebilla todo de plata./ Un espadín compuesto con contera y brocal de plata con las armas de mi familia/ Tres pares de espuelas de plata viejas./ Otra silla vieja media armada con las armas de mi familia tallada en plata muy antigua./ Dos pares de botones grandes de plata, un par de hebillas con las armas de mi familia que me dejó mi padre el Sr. Don Marcos, dos pares de charreteras, dos pares de hebillas de calzón de plata, y una botonadura de calzones de lo mismo, declaro para que conste./ Freno labrado en plata muy antiguo./ Una navaja francesa con cabo de plata. ARMAS DE FUEGO. Dos pistolas para silla nuevas. / Dos pistolas para silla viejas. ARTÍCULOS COSPICUOS (ya relacionados en anteriores párrafos): Una gargantilla de oro labrada/ Un rosario y crucero de oro./ Una gargantilla con un corazoncito de filigrana./ Dos pares de botones de oro de cuello./ Una cadena de oro con eslabones de plata labrada/ Otra silla vieja media armada con las armas de mi familia tallada en plata muy antigua./Un sillón engastado en cordones de oro, freno con mascarones/ Freno labrado en plata muy antiguo/ Tres pares de espuelas de plata viejas./ Una cajuela de madera de ébano con cerradura de plata labrada./ En dicha casa (Almaguer) seis escaños de talla quiteña / Muebles de lujo para dormitorio y escaños aforrados en baqueta, aquí en el sitio del Morro y en Almaguer./ Tres pailas grandes buenas./ Varias pailas de cobre buenas./ Dos pares de calzones de terciopelo colorado, tres pares de medias de seda blancas/ Una casaqueta y calzones de paño de primera morado./ Dos pares de calzones de Mahón/ Dos pares de zapatos con hebilla dorada y las armas 29


de mi familia./ Un servicio de comedor de plata/ Una cantonera de sable y una hebilla todo de plata./ Un espadín compuesto con contera y brocal de plata con las armas de mi familia/ Dos pares de botones grandes de plata, un par de hebillas con las armas de mi familia que me dejó mi padre el Sr. Don Marcos, dos pares de charreteras, dos pares de hebillas de calzón de plata, y una botonadura de calzones de lo mismo./ Una navaja francesa con cabo de plata LABORALES. Declaro que no le debo nada de su trabajo (A Lazo), está pagado. DECLARACIONES SOBRE ASUNTOS LEGALES. Declaro que cuando contraje dicho matrimonio que cuando más sería al año del fallecimiento de la mi primera mujer, entré por capital la cantidad que constara en el inventario que entonces se hizo siendo Alcalde el Sr. Don Pedro Zúñiga y además seguro que en el espacio de tiempo que corrió de mi viudez hasta que me volví a casar se habrían aumentado en mis bienes el valor de Doscientos Cincuenta pesos cuya cantidad mando se agregue también a la partida del dicho mi capital. Declaro que todas las compras de tierras que quedan referidas constan de instrumento público. Declaro que las tierras de la dicha mi mujer Doña Ignacia Enríquez ha habido por herencia paterna y materna se hallan existentes según consta de los inventarios. Declaro que a Francisco López le compró mi yerno Don Marcelino un derecho de tierra en el Usurco, de valor de cien pesos y aunque la escritura está a mi favor solo fue por evitar motivos de contradicción. Declaro que en los mismos términos están dos escrituras de compras a mi favor de la tierra del Frutillo en cincuenta pesos a Leandro Daza y cincuenta pesos a Don Agustín de Burbano pero ambas compras pertenecen a mi yerno Don Domingo de Cajas, que él les dio el dinero. Declaro que con consentimiento mío mi mujer doña Ignacia Enríquez, a dado a sus tres hijos, a siete cabezas de ganado a cada uno, que por todo son veintiuna cabezas que se debe rebajar de lo que se entre a la dicha mi mujer, por razón de capital y gananciales. Declaro que los doscientos pesos con que se compraron las tierras a Sebastián Ordóñez los tuve antes de casarme con la dicha mi mujer Doña Ignacia Enríquez por y mando se agreguen a mi capital. Declaro en dinero en efectivo cuatrocientos pesos incluyéndose en esta cantidad cincuenta y tres pesos, dos reales que debe Felipe Daza y debe entregar en el día. Declaro que en recompensa de lo que me ha servido mi hijo Don Lorenzo siendo obediente en todo, sin que jamás me halla ocasionado el menor disgusto, es mi voluntad mejorarle dándole las cosas de Sacristán con las tierras en que se hallan bajo los linderos siguientes: Comenzando de la parte de arriba, desde la Cuchilla arriba de la Laguna (del lindero que compré a Don Pedro de Mosquera y Novoa) siguiendo dicho lindero hasta dar con el cierre de por la parte de abajo y siguiendo dicho cierre de la parte de abajo y siguiendo dicho lindero hasta dar en la Quebrada bajo del paso del Chorro, y siguiendo dicha quebrada abajo sin salir de la hasta donde hace la junta la quebrada que deslinda las tierras de los herederos del difunto Don Tiburcio de Bermeo y siguiendo la citada quebrada arriba hasta dar en la primera zanja que se encuentra bajo de la puerta del golpe del Camino Real, siguiendo dicho camino hasta deslindar con tierras de Doña Baltasara Ordóñez de Lara y siguiendo dichos linderos arriba hasta dar con el cierre que tiene Don Ignacio Ordóñez de Lara y siguiendo dicho cierre hasta dar en el Cerro de la Laguna y linderos de las tierras de la difunta Doña Rafaela Ordóñez de Lara y Don Manuel Gómez Muñoz de Ayala y siguiendo esta hasta dar en los cierres de 30

la difunta mi madre doña Teresa Ordóñez de Lara estos arriba hasta dar en un mojón que se pondrá en la cuchilla que es donde comenzamos. Declaro por bienes míos la cantidad que consta a mi favor en el apunte de dependencias que he formado por separado de mi mano y testigos, el que se agrega a este memorial. Declaro que no debo cosa alguna, de que resulte después de mis días el deber cosa alguna, mando que siempre que se pruebe ser justo se satisfaga. Declaro que mediante a no tener hijos menores y como queda expresado en las cláusulas antecedentes, a todos les tengo entregado para que manejen parte de lo que pueda tocarles en mi fallecimiento, y es mi voluntad que hermanablemente y sin que intervenga inventario se repartan, siempre que yo fallezca, de los bienes que quedaren. Declaro que pagadas las mandas y legados contenidos en este mi testamento, instituyo y nombro por mis universales herederos a mis hijos Doña Martina, Doña Teresa, Don Lorenzo, Doña Flora, Don Miguel, y Doña Rosa Muñoz de Ayala. Pagándole a cada uno lo que le pertenezca, sobre la cantidad que tienen recibida para que de este modo queden todos iguales........ Y para cumplir todas las mandas y legados contenidos en este mi testamento nombro por mis Albaceas Testamentarios Fideicomisarios en primer lugar al Sr. Cura Don Domingo Belisario Gómez, y en segundo lugar a mi hijo Don Lorenzo Muñoz de Ayala para que ambos y cada uno de por sí INSOLIDUN puedan proceder a ejecutar todo aquello que les parezca conveniente a cuyo efecto les confiero todo el poder y facultad que por derecho sea necesario y les prorrogo el tiempo que se juzgue conveniente. Y por el presente testamento, revoco y anulo de por ninguno otro cualquiera testamento o codicilo que halla hecho u otorgado para que no valga ni tenga efecto alguno en juicio y fuera de él, ahora ni en tiempo alguno que parezca o sea mostrado aunque tenga cláusulas de rogativas, y palabras particulares de que halla de hacer mención especial de que al presente no me acuerdo, y si a mi memoria vinieran las repitiera de VERBO AD VERBUN todas las cuales quiero que no valgan, y solo quiero que surta todo su efecto la presente disposición que he otorgado ante testigos a causa de la distancia en que se hallan los señores alcaldes, y lo firmo en este sitio de El Morro con los citados testigos que al efecto fueron rogados y llamados y son: DON JOSE DE BOLAÑOS, DON TOMAS DE BURBANO, DON EDUARDO DE BURBANO, DON RAMON DE ZÚÑIGA Y RUIZ, DON MANUEL FERMIN GOMEZ Y ZEMANATE, DON JOSE PIOQUINTO GARCES, DON JOSE ZÚÑIGA Y RUIZ, todos vecinos de la ciudad de Almaguer. A los Nueve días del mes de Junio de Mil Ochocientos Seis (1806). Firmado. Juan Bernabé Muñoz de Ayala y Ordóñez/ Firmas de los testigos Copia fiel tomada de los archivos del Padre Guillermo Diomedes Gómez Guzmán y comprobado por su original en manos del Sr. José Vicente Gómez Cajiao. Firma OSCAR TOBAR GOMEZ 1


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Voy recorriendo, pensativo y mudo, Con paso lento la esmaltada falda Por do el Cauca, entre ribas de esmeralda, Precipita su rápido caudal. De lo pasado en el abierto libro Mis ojos por lágrimas errantes Leyendo van de los que fueron antes La virtud, el delito, el bien, el mal;

Hay un valle feliz: su tierra ondula En continuas y plácidas colinas, Que la brisa al pasar besa y adula; Por ese valle en ondas cristalinas El agua precipítase y circula, Serpenteand o entre flores purpurinas; Y al fin de aquel edén verde y riente La ilustre Popayán alza la frente.

Yo te saludo, Popayán insigne! ¡Salve!, cuna de mártires y sabios! Haz que el genio a mi canto se resigne; Inspira un són armónico a mis labios! Y que tu historia algún lugar asigne Al infeliz cantor de tus agravios! ¡Que Dios tu nombre, en su piedad, enalbe. ¡Salve! Payán, tres veces, ¡salve! ¡salve!

• Carátula del calendario editado por FABRICATO, con 13 composiciones en policromía del pintor Luis Eduardo Vieco, sobre la antigua ciudad de Popayán y el poema Gonzalo de Oyón de Julio Arboleda.

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Plumillas de Galo Velásquez 1940 • Antiguo convento de San Francisco de Popayán, dónde fue recluido en 1813 Domingo Belisario Gómez, por orden del general realista Juan Sámano y lo desterró a Manila, Filipinas, enviándolo con escolta de 12 esbirros armados. En el tránsito hacia Barbacoas se cambió la orden y fue conducido a Quito para que la sentencia fuese revisada por el Presidente Toribio Montes. • San José, antigua iglesia de la Compañía, dónde Domingo Belisario Gómez participó de oficios religiosos, como alumno y rector del Seminario de Popayán.

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APÉNDICE 8 GENEALOGÍA DE LAS RAMAS INCA Y MUÑOZ DE DOMINGO BELISARIO GÓMEZ

Huayna Capac Inca + 1525Añas Collque Cristóbal Paullu Cusi Topac Inca Catalina Tocto Usica

Pedro Pérez Muñoz Marquez De Casafiel

Carlos Inca Yupanqui María Amarilla de Esquivel

Martín Muñoz Conquistador y Fundador De Almaguer Ana Ayala De Toledo + 1591

Melchor Carlos Inca de Salazar Nicolaza Inés de Acosta

Diego Martín Muñoz de Ayala Francisca Guerrero Jaramillo

Sebastián Inca de Salazar Paula de Navia

Martín Muñoz De Ayala Luciana de Narváez

Paula Inca de Salazar y Navia Felipe Guascar Inca

Diego Muñoz de Ayala Lorenza Zambrano Guerrero

María Pascuala Inca de Salazar Antonio Cabezas

Gaspar Muñoz de Ayala Rosa de Hoyos

María Cabezas Inca de Salazar Bartolomé Gómez

Rodrigo Muñoz de Ayala

Bernabé Gómez Cabezas Manuela Muñoz de Ayala Francisco Gómez y María Buenaventura Semanate Home Inca de Salazar Domingo Belisario Gómez y Semanate

Fuentes: Estudios de Guillermo Diomedes Gómez, comprobados en documentos de los archivos de: Almaguer y Central de la Universidad del Cauca. Complementados con datos del título del Resguardo Indígena de Caquiona en Almaguer.y documentos del Archivo Histórico Nacional de España. Ilustraciones Cabezas de Inca y de conquistador español de Luis Ángel Rengifo.

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APÉNDICE 9 DECLARACIONES SOBRE ANTECEDENTES FAMILIARES DE DOMINGO BELISARIO GÓMEZ EN EL EXPEDIEN- TE DE ORDENACIÓN SACERDOTAL, 1790 La declaración a que se refiere el Vicesecretario Puga, del año 1790, consta en el expediente trascrito íntegramente y en ella antes de referirse a la partida de bautismo, el padrino del P. Belisario, Dn. Marcos Muñoz de Ayala, “bajo la gravedad del juramento, prometió decir la verdad de lo que supiere y se le fuere preguntado y habiéndolo sido, según el tenor de las preguntas contenidas en el escrito que antecede dijo: “a la primera: que le consta que el Capitán Marce- lo Verdugo vecino de esta dicha ciudad fue legitimo Consorte de Lucía Gómez vecina así mismo de esta referida ciudad./ “a la segunda dijo: que le consta como la expresada Lucía Gómez fue hermana legítima de padre, y madre de Bernabé Gómez; a la tercera dijo: que le consta que el mencionado Bernabé Gómez fue Padre legítimo de Francisco Gómez Muñoz, quien tiene, por su legítimo hijo a Domingo Belisario Gómez” Otras diligencias hechas por Domingo Belisario Gómez Semanate para pedir las Órdenes Mayores, fueron las de presentar testigo que declaran sobre la limpieza de su sangre, la calidad de su Padre y la conducta y circunstan- cias personales suyas. / Los testigos presentados fueron, Dn. Nicolás Cayetano Gonzáles, vecino de Popayán. Dn. José Beltrán de la Torre, y Dn. Melchor de Vargas Muñoz, vecinos de Almaguer y residentes en Popayán, dónde declaran. Con ello certifica el Notario Diego de Vargas Delgado lo siguiente; que está de acuerdo con las declaraciones de los testigos: / “Yo el infrascrito Notario certifico en quanto puedo, debo, y ha lugar en Derecho a los Señores. que la presente viere, que conozco a Domingo Belisario Gómez Zemanat de vista trato, y comunicación y me consta que es natural de la Ciudad de Almaguer, hijo legítimo, y de legítimo Matrimonio de Franco. Gómez Muñoz, y María Buenaventura Zemanat vecino de la referida Ciudad a los que conocí en el año de quarenta y siete, y traté y comuniqué hasta el de sesenta y seis, en el de setenta y dos, y después en el de ochenta y tres, hasta el presente de ochenta y nueve, que regresé a esta ciudad, y que como a tal hijo legítimo lo han tratado, criado, alimentado, y nombrado. Que los Padres, los ascendientes del mencio- nado Domingo Belisario, han sido, y son tenidos, y reputados por Cristianos viejos, limpios, y de limpia generación, que no vienen, ni descienden de casta de Moros, ni judíos, ni de los nuevamente convertidos, y penitenciados por el santo oficio de la Inquisición, y que no tienen ninguna raza mala, y que en tal posesión han estado, y están. Que el mencionado Franco Gómez ha exer- cido en la expresada Ciudad de Almaguer los empleos de Alcalde Ordinario, Procurador General, Alcalde de la hermandad y Padre de Menores; y que por haber desempeñado laudablemente su obligación, le elegían con frecuencia, y ocupaban en estos ministerios; y que por la confianza que se tenía de su pureza, y hombría de bien, le ocupó en el oficio de Mayordomo de la Fábrica de esa Iglesia Parroquial, el Ilustrísimo Señor Dr Dn Gerónimo Antonio de Obregón y Mena, confiriéndole para el efecto el título correspondiente, que sirvió por algunos años, y sin reportar premio por su trabajo. El expresado Domingo Be- lisario Gómez es de juiciosa conducta, arreglado, y honrosos procedimientos, buena crianza y educación, y instruido en latinidad, y Letras Morales, con la frecuente asistencia a las Aulas en este Colegio Seminario por el espacio de tiempo de algunos años; y siendo como es todo lo relacionado público y no- torio, doy la presente en virtud de lo mandado en el Decreto que antecede, y firmo en esta Ciudad de Popayán, a 9 de octubre de mil setecientos ochenta, y nueve años. / DIEGO DE VARGAS DELGADO / Notario Público. / En el mismo día devolví a la parte esta diligencias, doy fe / Derechos, gratis/ Delgado”…………………………………………………… Los documentos transcritos son fiel copia de sus originales que aparecen en el antedicho expediente que reposa en el Archivo Eclesiástico, en la Sección Órdenes Sagradas, Años 1794 / JOSÉ MARÍA ARBOLEDA LLORENTE / Son Copias fieles de los originales / CLEMENTE VIDAL / Pbro. Canciller / Hay un sello que dice: Arquidiócesis de Popayán, Secretaría Arzobispal 1

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Parte II El Cura Propio del Trapiche 1794-1808 A la ciudad de Bolívar con devoción filial

El sacerdote oferente del Santo Sacrificio era de estatura mediana, fornido y garboso, como un diácono de la Santa Cruzada, la cabeza maciza de opulento cabello negro, ostentaba la tonsura recién rasurada y luciente como una patena; la frente amplia abovedada y serena como para albergar elevados pensamientos, los ojos negros, vivaces ligeramente oblicuos, los labios gruesos donde la sangre parecía coagulada, tal como se ve en las cicatrices de los mártires flagelados; el color cobrizo tirando a aceituna perla, como el de los penitentes; los brazos largos, las manos anchas de dedos nudosos, parecían listas a empuñar la cruz del misionero o la espada del caballero. Todo en su efigie revelaba el tipo mestizo en quien la sangre aborigen imprimió las características dominantes sobre la raza española, pero en ese barro de América amasado con sangre latina, alentaba el espíritu bizarro de un hidalgo y en esa figura de conquista palpitaba un corazón purísimo, cincelado como un vaso sagrado donde la doctrina evangélica destiló sus resinas milagrosas. El silencio religioso que imponía la ceremonia fue interrumpido por el Sermón sencillo y vibrante del párroco, quien con la elocuencia persuasiva que le era peculiar, por primera vez exhortada a sus feligreses; y en los intermedios se percibían sollozos reprimidos de doña María Buenaventura, desleída en lágrimas al sentirse madre predestinada; el nuevo cura Domingo Belisario Gómez y Semanate, tampoco podía vencer su emoción. El presbítero Belisario Gómez había llegado a la sede de su Parroquia el día 10 de junio de 1794. El 12 de junio celebró su primera misa como Cura Propio o titular; esta fecha y acto en Bolívar se les ha acogido y solemnizado como el de la fundación del Trapiche. De las tradiciones de esta época se conserva la que narró don Mauricio Vargas, quien pasó su infancia al lado del padre Gómez. Tal tradición asegura que al tiempo de la fundación las escasas casas y pocos ranchos estaban dispersos en la loma del Trapiche. Cuando el cura arribó notó que los agregados estaban avanzados en jolgorio con chirimía. La ceremonia fue eclesiástica y no revistió más carácter de solemnidad civil que la presencia de don Tomás Zemanate, Alcalde Partidario quien fijó su residencia en el Trapiche, y la del Juez del Comercio don Jerónimo Mazorra. El novel párroco procedió el mismo día a abrir los libros parroquiales, conforme consta en estos. Ver Apéndice 11 De los primeros libros de la Parroquia de la Santísima Trinidad del EL CURA PROPIO DEL TRAPICHE Trapiche primeras partidas registradas, 1794 Es claro que interinamente y con anterioridad al 12 de JuEn la alborada del 12 de junio de 1794 hubo un intenso alborozo en la loma de El Trapiche de Marmolejo y sus aleda- nio de 1794, el presbítero Don Gaspar Manuel Zapata, Párroños. En la capilla pajiza del caserío celebrada con pompa rústica co de Mercaderes, atendía la Parroquia del Trapiche, de primera su primera misa el cura titular de la nueva Parroquia, lo que creación, dado que fue segregada de su curato de Mercaderes, motivaba el júbilo de los feligreses, venidos desde los campos mientras se posesionaba el presbítero Gómez, como su primer cura titular; por lo tanto, las partidas eclesiásticas comprendidas comarcanos. LA LOMA DEL TRAPICHE En el flanco oriental de la cordillera que desciende del páramo de Cimarronas al cálido valle del Patía, entre las cuencas de los ríos San Jorge y Sambingo, después de numerosos repliegues se enmarca la pequeña loma del Trapiche de Marmolejo, circundada por las quebradas del Trapiche y el Helechal que la ciñen formando una legua. Se le llamó El Trapiche porque había un rústico ingenio para moler la caña melar y producir panela y de Marmolejo, por su antiguo dueño. Esta loma está protegida de los fríos páramos por los cerros de la Campana, Palo Blanco, Don Custodio y el Cobre, y de los ardores del valle del Patía por la altura y por las tenues y constantes brisas que refrescan el aire, para conservar una temperatura media entre 18º y 20º Centígrados, que le propicia un ambiente tonificante y grato para la vida. Las dos quebradas que la limitan la proveen de agua y su terreno fértil le propicia la agricultura y la ganadería en los predios aledaños. Su extensión es de 3 kilómetros por 1 de ancho de terreno pendiente, donde el termómetro abarca 3º grados, no hay vendavales ni tormentas y las estaciones lluviosas son regularizadas; su flora es abundante con arboladas de roble, arrayanes y frutales, y la fauna variada en aves canoras y demás especies del trópico. Es loma con veranos de claridad transparente, pues durante el día reverbera el sol con intensidad sostenida y en la noche fulge la luna y las estrellas amortiguan la oscuridad. En el oriente se extiende la mole de los Andes y entre su mole se guardan los ricos yacimientos de oro, plata, cobre, hierro, antimonio y otros minerales valiosos. El cerro Gordo es el joyel o cofre donde su guardan las promesas del oro. Al occidente se extiende el ubérrimo valle del Patía donde pacen los ganados y se multiplican las gramíneas y los frutos variados y suculentos. Allí, en las vegas del río San Jorge, abundan las vertientes salinas yodadas que abastecieron de sal a los aborígenes antes de la conquista, a los colonos, a los libertadores y a los republicanos hasta 1920, cuando las salinas del Atlántico y las sales de Zipaquirá desalojaron las salinas de Capellanías que abastecieron el sur del Cauca y norte de Nariño Esta loma se haría famosa como el asentamiento del pueblo del Trapiche. Ver Apéndice 10 El Curato del Trapiche- Antecedentes 1779-1793, por Padre Hernán Burbano Zúñiga

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entre Septiembre de 1793 y Junio 12 de 1794, se hallaban en Mercaderes y éstas fueron las que transcribió el padre Gómez a los libros parroquiales. Las correspondientes a la Viceparroquia de San Juan Evangelista de las Vueltas pertenecen al archivo parroquial de Mercaderes. En 1794 había una querella por el dominio y posesión de la Loma del Trapiche y la cuestión jurídica se presentaba confusa. Entonces, don Domingo Belisario intervino en la disputa, en su condición de Cura Electo de la Parroquia del Trapiche, convocó a los interesados y les propuso que cedieran mutuamente sus derechos para organizar el pueblo cabeza de la nueva Parroquia, propuesta que le fue aceptada desde junio para la posesión como Cura Propio del Trapiche. El primero de octubre de 1794 firmaron en El Trapiche la escritura por la cual renunciaban a sus derechos para organizar la población. Escritura que luego se protocolizó en la notaría de Almaguer, y cuyo texto se presenta a continuación: ESCRITURA DE DONACIÓN DEL AREA DE POBLACIÓN “En el sitio de El Trapiche, en un día del mes de octubre de mil setecientos noventa y cuatro, entre sí, don JOAQUIN SANCHEZ DE LA FLOR, Alcalde Ordinario de primera elección de la ciudad de Almaguer y su jurisdicción, y ante los testigos que de suyo firman sus nombres por falta de escribano, parecieron presentes: don TOMAS ZEMANATE, Alcalde partidario de este mismo sitio, Francisco, Jacinto y Micaela de Zúñiga, Tobías Gómez, Carlos Muñoz, como marido y conjunta persona de María Gómez, Leandro y Juan Daza, Miguel Ceballos como marido de Nicolasa Daza, Manuel Muñoz, como marido de Francisca Daza, Esteban B. Bonifacio y Juan de Zúñiga de la una parte y de la otra BARTOLOME DAZA, Ambrosio Pérez como marido y conjunta persona de Paula Cabezas, y Juan Daza y Lucila Cabezas, Manuel y Eugenio de Quiñones como herederos legítimos de Luisa Cabezas y Josefina López y dijeron: Que habiendo tenido pleito pendiente entre los otros, sobre ver a quién pertenecía la propiedad de las tierras en que se halla posesionado este pueblo de El Trapiche y que para evitar discordia y los gastos que acarrean los pleitos como así mismo viéndolo preciso y necesario es el que se avecinden algunos sujetos en este dicho pueblo, mediante hacer la cabeza del Curato nuevamente erigido, en donde debe permanecer el Cura Párroco, han venido en donar comprometer las referidas tierras en este pueblo para su establecimiento. PRIMERA: Que solamente a cada sujeto que quiera avecindarse ya sea del curato o de otra jurisdicción se le ha de señalar por el Juez del pueblo solo un solar o un plan de casa, sin que tengan que dar cosa alguna por él SEGUNDA: Que los principales vecinos deben ser preferidos en elegir para sí y su familia el solar en la parte que quieran, que en esta preferencia deben tener el primer lugar todos los que han sido más prontos en la contribución de dinero y de contribuir con su persona al establecimiento de la Capilla, compra de paramentos sagrados y establecimiento del Curato. TERCERA: Que precisamente se haya de hacer medida de cuadras, sin que los que tengan el presente señalado algún pedazo puedan impedirlo, bajo propiedad que a dichas tierras o la conclusión del litis pendiente podía pertenecerles a los unos y a los otros, y todo lo ceden, renuncian y traspasan en favor del establecimiento del referido pueblo y de los vecinos que en él se posesionen, sin que éstos ni sus sucesores puedan hacer venta de lo que ocupasen en dicho terreno, sino que siempre, en defecto de que alguno desampare su posesión, quede ésta a beneficio del común, cuyos linderos de las enunciadas tierras son las siguientes: Comenzando de la junta de la quebrada del Trapiche con la quebrada que cierra la loma del Salado, dicha quebrada arriba hasta dar a una quebradita que sale a una chamba a dar a un zanjoncito que llama de La Toma, éste abajo, hasta donde se junta con la quebrada del Trapiche, dicha quebrada abajo a dar a

donde hace juntas con la quebrada que deslinda las tierras del Salado que es donde comenzamos. Con todas sus entradas, usos, costumbres, derechos y servidumbres, montes, aguas, salados y abrevaderos cuantos hay y les pertenece de fecho y derecho y por libros de ventas, censo, empeño ni hipoteca que no la tienen tácita ni expresa y por lo tal las aseguran y damos a dicho pueblo. Y para seguridad, firmeza y cumplimiento de cuanto llevan dicho, se obligan los varones con sus personas y todos juntos con sus bienes habidos y por haber, con poderío de justicia, sumisión de fuero, renunciación de leyes en derecho necesario y cláusula guarenticia que dan por inserta con la general del derecho en forma. En cuyo testimonio así lo dicen, otorgan y firman los que saben y por los que dijeron a saber, a su ruego, lo hacen los testigos que se hallan presentes que lo fueron el Juez del Comercio Don Jerónimo Mazorra, el Procurador General Don Manuel García y Don Francisco Antonio Mazorra, vecinos, Joaquín Sánchez, Tomás Zemanate, Juan Zemanate, Juan Ambrosio López, Francisco de Zúñiga, Toribio Gómez, Juan Manuel Daza. A ruego de los demás, otorgantes y testigos, Francisco Jerónimo Mazorra Testigo. Francisco Antonio Mazorra”. Tomada del número 16 del periódico “EL ESFUERZO” que se editó en Bolívar, de fecha 2 de Agosto de 1921. Los nombres de los anteriores otorgantes y firmantes deben registrarse como fundadores y primeros pobladores del Trapiche. Algunos de ellos, como don Francisco de Zúñiga casado con doña Petrona Gómez, sobrina del cura, plantaron casa propia. El curato del Trapiche a cuyo título y beneficio se había ordenado don Domingo Belisario, lo formaba originalmente la Viceparroquia de San Juan Evangelista del Curato de Mercaderes, de la Vicaría de Almaguer en la Diócesis de Popayán., localizada en las Vueltas, vecina a la Medida, se extendía hasta el Rosal. En las Vueltas existieron una capilla pajiza y el cementerio que aún es respetado por los vecinos. Como únicas estatuas del culto existían dos toscas imágenes de la Verónica y San Juan, labradas en madera, las cuales fueron trasladadas al Trapiche, donde aún se veneran con tradicional respeto. Dentro del régimen administrativo de la colonia, El Trapiche fue Partido integrante del Cantón de Almaguer en la Provincia de Popayán, del Virreinato de la Nueva Granada. Vecinos aledaños y de Almaguer y Mercaderes, fueron trasladándose a la nueva población, construyendo viviendas en lotes donados y trazados para conformar cuarteles, con sus familias y tantos que fueron poblando el Trapiche y perpetuaron allí sus generaciones. Labriegos de los campos aledaños construyeron casas de bahareque y techo pajizo para tener albergue los días de mercado, domingo y de fiesta y retornar a sus fincas labrantías en los días comunes de la semana. La primera iglesia y la casa cural, pajizas, se construyeron en la actual plaza principal donde se levanta la casa de Gobierno. Los vecinos contribuyeron a construirlas. Don Francisco de Zúñiga dio pública libertad a su esclavo Vicente Romero para que dedicara su trabajo a la construcción del templo. La población se condensó al principio en las calles adyacentes a la iglesia y plaza de mercado, hoy plaza del Fundador de Bolívar, después se extendió hacia el norte y se dividió en cuarteles, después se denominaron barrios, la parte baja como más cálida, llamada Capellanías y la parte alta más fresca llamada el Macal. El primer cementerio fue el hoy parque Vallecilla, la primera cárcel fue donde hoy es la concentración escolar de niñas; el primer matadero o carnicería donde hoy está ubicada la casa que fue del Dr. Felipe Castro. A cargo del cura del Trapiche estaban los naturales de San Juan de las Vueltas, San Juan de Mayo, Jayo (Los Milagros) y Chalguayaco, en la cordillera y Lerma y Capellanías en Patía. Para cumplir con los deberes de la evangelización, el cura procedió a mejorar las vías de comunicación con estos parajes y se 3


construyó el camino del Pericazo, esculpido en la roca, para comunicar a Jayo (Los Milagros). El establecimiento de mercados o ferias en los días domingos trajo consigo el incremento de la agricultura: Cuando se afectaron desfavorablemente las actividades por causa de la revolución de la Independencia, el pueblo del Trapiche representaba un núcleo de población abastecida en ganado y víveres y socorrida por las vías de comunicación. Los parajes campesinos aledaños se vincularon al Trapiche y contribuyeron a establecer una población laboriosa consagrada a las faenas del campo, vigorizada en el cultivo y laboreo, purificada de ambiciones malsanas y aleccionadas por el empuje vigoroso que comunica a las familias campesinas el jugo nutricio de la tierra. Núcleo de labradores y ganaderos que constituye la fuente de riqueza de los países jóvenes y garantiza la moralidad de las costumbres, pues es sabido que los pueblos de ascendencia campesina son los llamados a formar generaciones que influyen permanentemente en los destinos colectivos. Esta gente de labranza y ganadería, de músculos vigorosos y de sangre rica, de intenciones sanas, de moralidad sin complicaciones y de aspiraciones vinculadas al suelo de labrantía, debía producir el tipo de ciudadanos deseoso de influir en los destinos públicos de su región y de sentirse ligados a la tierra con la misma fuerza con que lo están las raíces profundizadoras de sus plantíos. El padre Gómez dedicó sus energías a la organización de la Parroquia y de la población con prédicas, labores y visitas, y con su ejemplo y palabras persuasivas llevó al ánimo de los feligreses el conocimiento de que la moralidad y el trabajo son las fuentes de bienestar y progreso. La Parroquia se desarrolló en bienes espirituales y de fomento. El cura en sus tareas no olvidó su cultivo intelectual. Pedía a Popayán libros de humanidades, arte y ciencia. Actualizaba y divulgaba sus conocimientos. El padre Belisario Gómez era cura doctrinero que enseñaba los principios y prácticas de dogma y la moral cristiana a los feligreses indígenas, pero él no se limitó a este sistema, sino que extendió su labor a la enseñanza de escritura, lectura, aritmética, música y trabajos manuales, estableciendo una enseñanza primaria no sólo en El Trapiche, sino además en las Viceparroquias de San Juan, Chalguayaco (hoy San Lorenzo) y Jayo (hoy Los Milagros). En su carta de Julio 20 de 1808 al Sr. Dr. Don Santiago Pérez de Valencia, remitida a Popayán desde el Sitio del Trapiche, en el segundo párrafo, le comenta la formalización de la primera escuela del pueblo del Trapiche, en los siguientes términos: “La escuela, y fábrica, estoy tratando de formalizar, conforme Ud. me dice; Dios permita prosperar estos pensamientos tan útiles, lo que se hace más visible, con la lectura del Semanario, en que se hace una discusión muy particular a favor de la escuela, lo que me acobarda algo es la indigencia de mis feligreses, que si la Real piedad hubiese de contribuir con alguna dotación, aunque fuere corta sería utilísimo”. Se refiere a la publicación seriada “Semanario del Nuevo Reino de Granada”, dirigida por Francisco José de Caldas y a los discursos o artículos publicados en los números 9-15 entre el 28 de febrero y el 10 de abril de 2.008 y en particular a los suscritos con el seudónimo de El amigo de los niños o sean las reflexiones de Diego Martín Tanco sobre la enseñanza pública, gratuita, igualitaria, consolidada y sostenida por el estado como “la causa de todos los bienes, pero también de todos los males cuando es insuficiente o prácticamente no

existe”, para lo cual propuso el Plan de una escuela patriótica. Dado el extenso territorio del Curato del Trapiche, su Párroco Belisario Gómez emprendió la fundación de las Viceparroquias, en forma tal que desde ésta pudiese cumplir su misión pastoral. Esta labor de atención espiritual y de organización social, similar a la cumplida en El Trapiche, la llevó a cabo entre 1795 y 1837 en San Juan del Mayo, hoy San Juan; Lerma; San Lorenzo de Chalguayaco, hoy San Lorenzo; Joyo, hoy Los Milagros. Así se organizó la vida religiosa de la Parroquia y también la vida civil de los antepasados de la actual población de Bolívar y del correspondiente Municipio Además de su función pastoral, cumplió magníficamente con las de educador, administrador y líder del progreso y de la justicia social. Se comprometió a servir a la Parroquia del Trapiche desde 1794 y lo realizó abnegadamente y con eficacia durante 57 años, hasta su muerte. Su labor sacerdotal rebasó el ámbito Parroquial, como se relata a continuación. En el año de 1807 se presentó en el Obispado de Popayán una seria cuestión con el Arzobispo de Quito sobre límites de jurisdicción eclesiástica. Pretendía el Arzobispo de Quito que los límites de su jurisdicción avanzaban hasta el río Mayo, y el de Popayán oponía a esta pretensión la jurisdicción que de hecho ejercía sobre la feligresía que moraba al otro lado del Mayo. Como las reclamaciones y alegatos sobre el mejor derecho arreciaban, se resolvió zanjar la cuestión amigablemente por delegaciones mutuas enviadas a Pasto. El obispo de Popayán Don Ángel Velarde y Bustamante, que conocía y apreciaba las prendas del Padre Gómez, lo acreditó como su delegado. Este cumplió su importante misión con tal talento, estudio y tacto que el resultado fue en todo favorable a las pretensiones de la Diócesis de Popayán. Ajustado el convenio sobre límites, el padre Gómez indicó al ilustrísimo señor Velarde y Bustamante la oportunidad de crear un nuevo curato en la jurisdicción reconocida y el señor Obispo comisionó nuevamente al padre Gómez para que fijara y estableciera la ubicación del nuevo curato. El padre Gómez definió el curato de la Cruz de Mayo, cuya cabecera fue la actual población de La Cruz (Nariño), fundada desde 1535 por las tropas conquistadoras de Ampudia y Añazco. Esta Vicaría data desde 1808 y su jurisdicción perteneció hasta hace pocos años a la Arquidiócesis de Popayán. En la historia eclesiástica de Popayán le cabe al padre Gómez un puesto honroso por estas gestiones eficaces que aseguraron una jurisdicción que reclamaban las autoridades eclesiásticas del Ecuador. La inteligente labor del Padre Gómez le fue recompensada en 1808, con el nombramiento de Comisario Particular de la Santa Cruzada y sus gracias para el Cantón de Almaguer y en 1809 con el nombramiento de Vicario Provincial del Cantón de Almaguer y curatos de su jurisdicción, con residencia en el pueblo del Trapiche. El nombramiento le fue concedido por petición del Maestro de la Escuela, doctor Marcelino Pérez de Valencia y Arroyo, conforme se deduce de la carta escrita el 19 de diciembre de 1809 por el padre Gómez al Dr. Santiago Arroyo en la cual dice: “... Agradezco a Ud., el cuidado de haber encargado al Sr. D. D. Marcelino el que hablara al Sr. Provisor para el título de Vicario de la ciudad de Almaguer y sus jurisdicciones. A los que podrá contribuir la antigüedad que poseo de más de 15 años de cura, que ninguno de los demás S.S. Curas tienen grados. Y que tal cual arreglo mío en conducta y pasto espiritual es notorio”

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Apéndices APÉNDICE 10 “EL CURATO DEL TRAPICHE” POR: PADRE HERNÁN BURBANO ZÚÑIGA

En este estudio se describen y analizan las gestiones para la creación de la Parroquia, realizadas por los primeros pobladores del Trapiche, desde el 28 de abril de 1.786 y culminadas el 28 de septiembre de 1.793. Este documento ilustra sobre el origen de la Parroquia y porque el Párroco de Mercaderes fue designado Cura Interino del Trapiche y luego el clérigo Domingo Belisario Gómez concursa para Cura Propio y se le nombra y así logrará ordenarse. Las historias familiares de las gentes oriundas de Bolívar se enriquecen con el registro de los antepasados que lograron la erección de la Parroquia y propiciaron las condiciones la existencia de un pueblo que contribuyó a la creación de la República de Colombia, guiados por su Cura Propio Domingo Belisario Gómez. Nota del Revisor Editorial, Ricardo Quintero Rivera. EL CURATO DEL TRAPICHE. Buscando, en el Archivo de la Arquidiócesis de Popayán algunos datos sobre el tiempo en que fue construido el Hospital de Bolívar (Cauca) durante la administración parroquial del Padre Adolfo Sánchez en el año de 1890, encontré todos los documentos valiosísimos sobre las etapas que recorrió la historia de la creación del Curato del Trapiche, hoy Bolívar (C), desmembrándolo de los curatos existentes de Almaguer y Mercaderes. Este proceso de la creación del curato del Trapiche dura unos 7 años. Desde 1786 hasta 1793. Como consecuencia de esta investigación se puede considerar la fundación del pueblo del Trapiche anterior a 1786, porque precisamente es base a que ya existía el poblado y ya estaba construida la primera Iglesia, el Ilmo. Vicario Capitular de Popayán decreto la creación del Curato del Trapiche el 23 de septiembre de 1793. Con ocasión de cumplirse en el mes de septiembre de 1983 casi 2 siglos de existencia de la parroquia de Bolívar (C), es conveniente rememorar estos hechos importantes que forman el núcleo sobre el que gira la vida de un pueblo que a través de los tiempos se convertirá en parcela saliente de la Iglesia del Cauca y que en la historia civil sobresale por sus hechos y sus hombres. ANTECEDENTE. Algunos documentos consultados aparecen en el año de 1779, cuando el Virrey de esa época envía una comunicación especial relacionada con la vida religiosa de los dominios del Rey. Pide la comunicación se haga la demarcación de los curatos necesarios en la región de Almaguer. El Sargento de la ciudad de Almaguer, don Matías Erazo y González contesta la comunicación del Virrey y le manifiesta que los servicios religiosos en esta región están organizados en dos parroquias que son: Almaguer y Mercaderes, con los siguientes detalles. El Curato de Almaguer tiene como tributarios a los poblados de San Bartolomé de Pancitará con las parcialidades indígenas de Santa María de Caquiona y San Sebastián. Además pertenece a este curato de Almaguer los poblados de Santiago del Pongo, el de San Juan de Iscuandé y Yanaconas. Hay que notar que anteriormente hubo solamente una parroquia, la de Almaguer que abarcaba también los pueblos de Mercaderes, y los caseríos en el distrito de las Vegas.

“En el trapiche, grabado de Luís Ángel Rengifo”.

El Curato d Mercaderes es el segundo en el informe que elabora don Matías Erazo y González, Sargento Mayor de la ciudad de Almaguer en el año de 1779, y este Curato comprende los pueblos de La Cruz(C) y los poblados de Chalguayaco, Las Vueltas y Guachicono, dice, dentro de los límites del Curato de San Antonio. Estas dos parroquias en el año de 1779 están gobernadas por sus respectivos Párrocos que el informe enumera y dice: “En Almaguer, el Párroco es Don Antonio Vargas Delgado y sus coadjutores, los sacerdotes Franciscanos, de la Iglesia de San Francisco, Fray Juan de Dios de la Concepción Montenegro y Fray Antonia Ruiz, En el Curato de Mercaderes el Párroco es don Francisco Javier López y lo acompaña su coadjutor don Gaspar Burbano de Lara”. Es de notar que en este tiempo, en la enumeración de los poblados existentes en estas regiones no se nombra el poblado del Trapiche que no existía en este año de 1779. Aunque si se enumeran caseríos cercanos al sitio del Trapiche, como son los de las Vueltas, Chalguayaco, San Juan y Santiago; de manera que se puede deducir que el pueblo del Trapiche se va formando desde este año hasta el año 1786 cuando se hace la solicitud para que se erija la parroquia del Trapiche. Otro antecedente importante a la creación de la Parroquia, es la construcción de una Capilla o Iglesia que ciertamente ya existía cuando llegó el P. Belisario Gómez en el año 1794. Los vecinos de la región y sitio del Trapiche elevaron una petición al Obispo de Popayán Ilmo. Antonio Jerónimo de Obregón y Mena que gobernó la Diócesis desde 1759 a 1785, y obtuvieron de él la autorización para construir la Iglesia en consideración a que la feligresía crecía y los sacerdotes de Almaguer que visitaban la región no encontraban un lugar propicio para la celebración de la Misa y la administración de los Sacramentos. Esta Iglesia o Capilla subsiste hasta los años de 1842 cuando el P. Domingo Belisario Gómez comienza la construcción de la segunda iglesia o 5


“Monumento de Domingo Belisario Gómez, en la Plaza del Fundador”. Escultura de Buenaventura Malagón”.

templo levantada con la ayuda del Alcalde de la ciudad de Bolívar y en alguna ocasión sindico de la misma, el Señor don Juan Martín Caicedo. Los trabajos de esta segunda iglesia se terminan en el año 1851cuando el P. Belisario la bendice solemnemente, muy cercana su muerte. La obra del Padre Belisario sirve a la comunidad hasta que el P. Clemente Vidal construye la tercera iglesia a que tenemos en la actualidad. Pero la primera capilla construida hacia los años de 1783 fue el cimiento del Curato del Trapiche en donde se agruparon gente y familias prestantes descendientes de la Sociedad de Almaguer, quienes más tarde hacia el año de 1786 piden encarecidamente la creación de la Parroquia del Trapiche. EL PRIMER MEMORIAL - 1786. La primera solicitud que oficializa por escrito y con todas las de la Ley, el anhelo de los pobladores del Trapiche y sus anexos esta fechada el 28 de marzo de 1786, cuando en este mismo sitio, redactan el primer memorial que firmaron los vecinos, y comisionaron a dos principales del lugar para presentarlo a las autoridades de Almaguer y luego enviar a Popayán, según el Acta siguiente: “En la ciudad de San Luís e Almaguer, en 18 días de abril de 1786 años, ante mí, el escribano, y delante de testigos, parecieron presentes Bartolomé Daza y Francisco de Zúñiga, vecinos de esta ciudad que doy fe conozco, y de mancomun por si y nombre del común de los moradores del sitio del Trapiche presentan solicitud: Por cuanto con el transcurso del tiempo ha llegado el dicho sitio del Trapiche a poblarse de bastante números de habitantes y al mismo tiempo muchos mueren sin recibir los sacramentos, como es de advertir que no hay exequias cristianas para los difuntos. El sitio del Trapiche tiene construida una iglesia de bastantes proporciones y con la agregación de otros sitios inmediatos queremos forme y establezcan un curato. Para ello dan poder a don Ignacio Carvajal y a Don Joaquín Carvajal vecinos de la ciudad de Popayán, que puedan comparecer ante el Sr. Goberna6

dor de la dicha ciudad y Sres. del Venerable Cabildo y presenten informaciones, escritos y testigos, hagan pedimentos y requerimientos para el caso. Firma esta Acta de presentación y poder en Almaguer ante los testigos: Don Santiago Fuente y el Alférez don Marco Muñoz y el Sr. Melchor Vargas Muñoz; los vecinos del Trapiche: Bartolomé Daza y Francisco de Zúñiga, ante mi escribano público del Cabildo; don Ramón Obando del Castillo “”Consta además la solicitud de los vecinos del Trapiche en los siguientes términos””: “Los vecinos del Sitio del Trapiche, en esta jurisdicción de Almaguer parecemos ante Vuestra Señoría, y decimos de la urgentísima y gravísima necesidad que tenemos de Cura propio o sacerdote fijo en este referido sitio del Trapiche. Que se citen testigos sobre la verdad de estas razones: La enorme distancia que hay de ese sitio a la cabecera donde hay sacerdote, especialmente en invierno, para llegar a Almaguer o a Mercaderes. No pueden cumplir sus deberes religiosos, Los pobres con mucha dificultad pueden hacerlo cada año y por consiguiente para los sacerdotes les es difícil ir al Trapiche. Hay además una Capilla “muy hermosa”. Existen poblados muy cercanos con bastantes habitantes y finalmente podemos formar una congrua suficiente para el sostenimiento del Curato. El Trapiche 28 de marzo de 1786 (fdos): Francisco de Zúñiga, Bartolomé Daza, Juan Ambrosio López, Agustín Cabezas, Jacinto de Zúñiga, Manuel Dorado y Casimiro Zúñiga.” Los anteriores documentos llegan a Popayán y los apoderados Sres. Carvajal los reciban y los presentan al Cabildo de la Catedral y Autoridades Eclesiásticas con todas las formalidades de Ley y se extiende el Acta que dice: “Yo Ignacio Carvajal, vecino de Popayán, en nombre de los moradores del Sitio del Trapiche, en virtud del poder que solemnemente presento ante vosotros: Acepto y Juro. Pido se acepte y se ordene lo necesario por los Sres. de la Venerable Sala Capitular y del Cabildo de la Iglesia de Popayán, ante quienes hago la certificación y presentación de documentos con igual solemnidad” Aceptados... (Firman) Sala Capitular de Popayán: Dr. Miguel Valencia, Felipe Hurtado, Melchor de Valencia y Jerónimo Bonilla.”” PROGRESO DE LA CAUSA. La petición de los vecinos del Trapiche ya está en manos de quienes conforman la Sala Capitular de Popayán, de quienes gobiernan la Diócesis -Sede Vacante-. La Sala Capitular envía a las autoridades de Almaguer se citen testigos para comprobar la veracidad de las razones en la solicitud de la reacción del Curato del Trapiche, comisión que se cumplen los siguientes términos: “El Cabildo de Justicia de la Muy Noble y Muy Leal ciudad de San Luís de Almaguer, a saber, El Capitán de las milicias disciplinadas don Salvador Guzmán, el Alcalde Ordinario don Manuel Gómez Muñoz; el Alcalde Mayor Provincial don Juan Francisco Muñoz y don Francisco Jerónimo Mazorra Procurador y Padre General de Menores, en virtud de lo mandado por Decreto: Se cite a cuantos el presente recibieren, como les consta y es verdad cuanto se dice de razones por las que se pide el nuevo Curato, a Saber: Distancias largas, intransitables caminos, en invierno, hacia Mercaderes y Almaguer, la necesidad de los fieles de una ayuda espiritual, como también si tiene buena Iglesia. Además deben dar razón del número de habitantes que son ya unos 250 del sitio del Trapiche y más, con los sitios de La Caldera, el Pueblo de las Vueltas, Chalguayaco, San Miguel, El juncal y Sambingo. Si es cierto que los citados lugares Calera, Juncal, Vueltas, Sambingo y Chalguayaco pertenecen a la Parroquia de Mercaderes pero son lugares que quedan más cerca del Trapiche, centro del proyectado del Curato. “Firmados por los antes mencionados, esta comunicación se extiende por todos los lugares señalados como integrantes del nuevo Curato, y todos responden afirmativamente, señalado la extensión de los Curatos existentes hace imposible la buena administración parroquial.


Las respuestas positivas pasan a través de las autoridades de Almaguer a Popayán y nuevamente al apoderado Sr. Ignacio Carvajal presenta una documentada exposición de motivos, completa las razones expuestas por los vecinos del Trapiche en el memorial, manifiesta que el Sr. Promotor Fiscal Eclesiástico ha dado su voto afirmativo al proyecto y que la voluntad del Rey expresada en Cédulas reales aprueba y manda que se dividan los beneficios eclesiásticos distantes, se erijan nuevas parroquia, ofreciendo completar las congruas de los nuevos curatos con el erario real. Además hace saber que una Cédula del Rey dice que no se acuda a los curas vecinos a quienes se les disminuye territorios, cuando se trata del servicio de Dios y de las almas, como anticipándose a las objeciones que van a suscitarse entre ellos, por el proyecto del Curato del Trapiche. Pide a la Sala Capitular se proceda a definir límites y se nombre cura interino que atiende la comunidad. LÍMITES DEL CURATO DEL TRAPICHE. La Sala Capitular de Popayán, en ausencia del Obispo Mons. Ángel Velarde y Bustamante, acepta la apremiante solicitud del apoderado Sr. Ignacio Carvajal y resuelve oficialmente nombrar un comisionado y de acuerdo que una petición hecha al mismo Cabildo de Popayán por los Sres. Francisco de Zúñiga, Bartolomé Daza, Juan Ambrosio López, Agustín Cabezas, Jacinto de Zúñiga y Manuel Dorado, de que se nombrara al Cura interino del Patía don Pedro Joaquín Contreras, La Sala Capitular designa a dicho sacerdote para cumplir esta importante comisión. Hay enseguida un breve registro que dice: “En el pueblo del Patía año de 1788. Aceptando la comisión firma (fdo) Pedro Joaquín Contreras.” El Padre Contreras se traslada al Trapiche y en ese lugar asienta esta acta: “En el pueblo del Trapiche, Jurisdicción de la ciudad de Almaguer, el 2 de mayo de 1788 el P. Pedro Joaquín Contreras - Cura interino del pueblo del Patía, Jurisdicción de la ciudad de Popayán dijo: “Que en atención a la comisión que se le ha conferido por el despecho que presenta, ha pasado a este dicho pueblo a señalar linderos fijos del nuevo Curato que se trata de erigir. En esta virtud mando para mejor arreglo de esta división, se haga vista de este lugar y de los demás circunvecinos, para de este modo obviar cualquier disturbio que en lo sucesivo pudiera originarse, y con arreglo a ello, señalar los linderos según se contiene en el anterior despacho. Firmo ante notario (fdos) Pedro Joaquín Contreras. Ante mí, Santiago Fuente de los Ríos. Notario Público.” Posesionado de esta manera solemne, el comisionado don Pedro Joaquín acompañado de los vecinos del Trapiche, cuyos nombres desafortunadamente no se consignan a este informe, recorre todos los lugares posibles del Curato y agrega: “y según la práctica y conocimiento que me asiste señalo estos linderos: “Comenzando por la parte que colinda con Almaguer, se da principio a la demarcación desde las juntas o encuentro de los Ríos Marmato y San Jorge en donde termina el Curato de Almaguer y da principio al de Mercaderes, desde este sitio se asigna el lindero del nuevo curato del Trapiche. Río arriba de San Jorge a dar el paso de Tarabita y de esta tomando el zanjón de los Chuzcos a coger la Cuchilla del Cocal (quedando para el Trapiche, la parte del Llana), siguiendo esta a dar a todo el alto que llama el Guarangal, esta arriba a dar el Salto, este arriba siguiendo la cuchilla del Tambillo a dar el pueblo de San Juan, quedando este dicho pueblo inclusive en este nuevo curato del Trapiche. Del citado pueblo de San Juan Volteando para la cuchilla del Páramo que llama Achupallas y de este, cuchilla abajo a dar sesgo a Peñablanca y luego a dar a la quebrada de Tormentos, esta abajo a dar su desagüe al río Sambimgo, siguiendo este río a dar a las juntas del Río Marmato donde se comenzó. Con lo que queda deslindado y dividió este nuevo curato del Trapiche, el cual se ha insertado, dice le Padre Contreras, el pueblo de San Juan que era de Almaguer, en consideración a que la más gentes India de este pueblo esta más cerca

del Trapiche. Al mismo tiempo se ha agregado como ayuda a la Parroquia, el denominado Chalguayaco y las Vueltas ambas de la Parroquia de Mercaderes, pero más cercanas del Trapiche, como San Juan que está a un día de camino a Almaguer y medio día al Trapiche. Conste. (fdos) Joaquín Contreras. El Notario, Fuente Santiago.” Esto en relación con los límites geográficos del nuevo curato que abarca una extensión amplia, de tal manera que más tarde van a salir de este territorio varios curatos, como lo están en el momento presente año de 1983, dos siglos de fundada la Parroquia. Posteriormente el comisionado P. Joaquín Contreras responda a la otra parte de la parroquia sobre la congrua sustentación del Párroco, y dice: “según lo prudente regulación que se ha hecho, se halla que este curato puede producir al Cura la cantidad de 277 pesos al año por primicias, fiestas y otras subvenciones, sin incluir $183 que debe percibir de Caja de estipendio. Dicha suma he comprobado podrá percibir por el mucho gentío que habita el curato así: El Trapiche 250 habitantes, Las Bueltas 157 habitantes. Chalguayaco 186 habitantes y el pueblo de Indios de San Juan 300 habitantes entre grandes y pequeños. Este número podrá sufragar suficientes congruas al Cura que se nombre. Concluida las diligencias remítanse al M. V. D.C y Cavdo. Sede Vacante de la Curia de Popayán (firman) Contreras y el Notario Fuente. Pueblo del Trapiche mayo 7 1788. La Sala Capitular de Popayán agosto 2 de 1788, “Recibidas estas diligencias. Agréguense a las que corresponda para proveer lo siguiente. (Fdos) Dr. Valencia, Dr. Bonilla, Dr. Hurtado, Sres. de Sede Vacante, ante mi Pacheco. Notario”. LA CAUSA SE COMPLICA. Cuando todo el trabajo de cuantos intervienen en esta causa parecía alcanzar su meta que era la creación del Curato, inesperada y públicamente se pronuncia el párroco de Almaguer don Joaquín Daraviña quien envía un mensaje extenso a la Sala Capitular de Popayán para oponerse a la desmembración de la Parroquia de Almaguer y para refutar las razones expuestas por los vecinos del lugar y dice entre otras cosas “ Aunque el promotor Fiscal Eclesiástico pide con arreglo a una Real Cédula y decisión del Concilio de Trento que no se tenga a los Curas por partes, ni se les tenga en cuenta cuando se ejecute alguna desmembración de sus territorios, entiendo que este pedimento del Fiscal no da la verdadera inteligencia, pues se entiende ésto cuando haya resistencia entre los Párrocos vecinos, no sobre la demarcación acerca e estos deben ser oídos y atender sus razones. El padre Contreras, Juez comisionado ha marcado el curato por unos límites no regulares. El pueblo de San Juan tiene la misma distancia de Almaguer y el Trapiche, sus habitantes dispersos quedan tan cerca de un centro como del otro. Pero como el Rey manda que se entreguen 50.000 maravedies a los curas doctrineros de Indios, con agregar ese pueblo de San Juan vino a componer su congrua el padre Contreras que parece aspira a ser el Cura del Trapiche. Tampoco las otras razones son positivas. No hay tanta distancia de 8 horas de Almaguer al Trapiche o un día como dice el memorial. Los habitantes del Trapiche han sido atendidos espiritualmente, no es cierto que no reciban los sacramentos porque no tiene Cura Propio, pues aunque tenga Cura propio los Trapichenos no se confiesan. Se les atiende también a la hora de la muerte y no asistían muchos a la Misa era porque no tenían capilla pero no porque les faltara la Misa. Piden como cura al Padre Antonio Ruiz, pero es el Padre Guardián del Convento de San Francisco y no es compatible al mismo tiempo ser cura del Trapiche. Además el estado en que dejan a Almaguer es deplorable dividido en dos Curatos. No hay como atender a los gastos del culto, de su párroco y coadjutores, a mi no me han pagado lo mando por ser cura de Indios. No me opuse al Curato de la Vega, desmembrado de Almaguer, pero no pensé en otra 7


división. Yo quisiera ir personalmente a presentar documentos para comprobar la verdad de esta comunicación. Almaguer - junio 16 de 1788”. El Padre Daraviña era Sacerdote importante en la Diócesis de Popayán natural de Buga, aparece en la historia del Real Colegio Seminario como profesor en la Cátedra de Latinidad y Retórica, y quizás era pendenciero, porque dice el mismo historiador que tuvo problema con su compañero de trabajo don Juan Antonio Ayerbe encargado de los latinos minoristas y en cambio el Padre Daraviña era de los latinos mayores y en vista del informe del Sr. Rector, el Gobernador reconvino al maestro Daraviña. La comunicación llega a la Sala Capitular en Popayán y con fecha de agosto 25 de 1788 se encuentra el Acta por lo cual se suspende la creación del curato del Trapiche en espera de mejores tiempo. Dice la Sala Capitular: “Recibido el informe del Cura de Almaguer. En atención a las razones expuestas sobre el asunto de la desmembración de Almaguer para crear el nuevo curato del Trapiche, suspéndase por ahora hasta que mejor impuesto esta Cabildo de lo que convenga, se provea lo que corresponde en justicia, (fdos) Dr. Valencia, Dr. Hurtado, Dr. Bonilla. Ante mí el Notario Pacheco”. Esta espera decretada por la Sala Capitular dura 5 años, seguramente las circunstancia no se modificaron pronto y no resultaba prudente volver a insistir en este asunto mientras no se encontraran mejores posibilidades de éxito. LOS VECINOS DEL TRAPICHE RENUEVAN SU PETICIÓN. Era el año de 1793, las regiones se han poblado más, nuevos sacerdotes rigen los destinos de las parroquias vecinas, hay mejor ambiente para la creación del curato del Trapiche, el pueblo ha crecido en 5 años más de espera. Las necesidades son más palpables y nuevos son los vecinos importantes que surgen como capitanes de esta empresa, la narración enumera a los vecinos del Trapiche Sres. Manuel Dorado, Luis Narváez, Toribio Gómez, Francisco y Nicolás de Zúñiga y Antonio y Leandro Daza quienes se dirigen en comunicación razonada a la primera autoridad eclesiástica de Popayán y Gobernador del Obispado don José de Robles y Zepeda en ausencia del Ilmo. Sr. Obispo de la Diócesis Mons. Ángel Velarde y Bustamante quien sucedió en el Obispado del Ilmo. D. Jerónimo Antonio de Obregón y MENA. Los vecinos del Trapiche obtienen, como primer paso seguro del párroco de Mercaderes una aceptación de los hechos, “yo Francisco Delgado, Cura y Vicario de la parroquia de Mercaderes y sus anexos Certifico: Que el sitio del Trapiche queda distante de Almaguer y de Mercaderes y aún más de La Vega y Pancitará, más de 8 leguas, con ríos y caminos malos en inviernos, de tal manera que el Sr. Cura no puede asistirlo fácilmente, ni los fieles ir a los centros parroquiales, además el Trapiche y sus anexos pueden subvenir a las necesidades del curato y yo cedo de Mercaderes, Las Vueltas, Juncal, Capellanías, Calderas que más fácil se administrara del Trapiche y creo conveniente la creación. Firmado en San Pablo Parroquia de Mercaderes a 22 de abril de 1793.” Fdos: Francisco Delgado, El Notario que da fe Pacheco”. Reforzados con esta certificación y cesión de parte de la Parroquia de Mercaderes se encuentra la comunicación de los vecinos en el mismo mes de abril de 1793 que dice: “Nosotros Manuel Dorado, Luis de Narváez y Toribio Gómez, en nombre de los vecinos del Trapiche y anexos, volvemos a insistir en la creación del curato del Trapiche con todos los documentos que reposan en Popayán y los caseríos cedidos por Mercaderes como son: Las Bueltas, Capellanias, Juncal y Caldera. Las distancias de estos lugares hasta llegar a Almaguer o Mercaderes y el número de habitantes que los pueblan.” Al S. V, Gobernador y Juez Eclesiástico de Popayán. Abril de 1793. Nombrado por Popayán el Pbro. Francisco Delgado para que reciban nuevas declaraciones sobre las razones propuestas por los vecinos del Trapiche para la crea8

ción del curato, se presentan ante el Comisionado testigos que declaran la verdad de los hechos como son: Distancias, número crecido de habitantes, congrua para el nuevo curato, productos de la tierra abundantes. Fiestas organizadas y necesidades espirituales; sobre todo esto declaran y firman los Sres. Javier Bolaños, Alejandro Berdugo, Nicolás Suárez y Nicolás Ortega. Además agregan que se puede anexar el nuevo curato el caserío de Jayo en donde hay bastantes vecinos blancos e indios.” Con una nota remisoria esta documentación fue enviada a Popayán para engrosar la ya existente elaborada desde el año de 1786 hasta 1788, nota remisoria que está firmada por los sres. Francisco de Zúñiga, Luis de Narváez, Antonio Daza, Nicolás de Zúñiga y Leandro Daza en donde solicitan al Sr. Vicario General de la Diócesis que se comisione nuevamente a un sacerdote que fije los límites nuevamente del curato ya que los realizados por el P. Contreras no aparecen; pero es de creer que todos los documentos estaban en el archivo del Obispado, porque una vez recibidos los enviados en esta fecha, ordena el encargado del Gobierno de la Diócesis Licenciado don Jose de Robles Zepeda que se anexen a los ya existntes y pasan de nuevo al fiscal para su concepto. El fiscal de la Curia en este tiempo una figura prominente del Clero el Pbro. Don Manuel María Arboleda. El Ilustre Fiscal de la Curia don Manuel María de Arboleda estudia detenidamente los documentos que reposan en los archivos de la Sala Capitular y de inmediato procede a dar por escrito al Venerable Cabildo el concepto canónico del nuevo curato y en mayo de 1793 envía este importante y definitivo comunicado que dice: “Sr. Gobernador del Obispado. El suscrito Fiscal Eclesiástico, visto el completo expediente con que se pide la separación del Trapiche para un nuevo curato, manifiesta que es justa y que no admite dilación. Los reparos del P. Joaquín Daraviña. Párroco de Almaguer, son débiles y no hacen contrapeso a la necesidad y bien espiritual de las almas. La división de Curatos está autorizada por las reales Cédulas en el dominio de la Monarquía Española por los Reyes Felipe V y por Fernando VII, confirmada y mandada a observar en todo por el Papa Benedicto XVIII en relación con una Bula anterior del Papa Inocencio III con el nombre de Apostolici Ministerii. Por tanto es el sentir del Fiscal, que salvo lo superior agrado, se haga la desmembración y se ERIJA la Parroquia del Trapiche por los límites señalados por el Pbro. Joaquín Contreras y se asigne la suma de 150 patacones como ayuda según lo mandado. Popayán 26 de mayo de 1793 (Fdo) Manuel María de Arboleda Pbro.” El Tribunal de Popayán acepta las razones del Fiscal en su comunicado y conveniente también en ayudar también a la nueva parroquia en caso de que las rentas no sean suficientes. Sin embargo conocedores del asunto de las finanzas, los vecinos del Trapiche se apresuran algunos pudientes vecinos y declaran, para comunicar al Obispado de Popayán, que “Otorgamos Escritura por la que nos comprometemos a pasar 150 patacones de nuestros bienes para congrua ayuda al curato del Trapiche. (fdos) Tomás Semanate, Toribio Gómez, Francisco de Zúñiga, Manuel Dorado, y Nicolás de Zúñiga vecinos del Trapiche, y los Sres. Nicolás Gómez y Alejandro Díaz de las Vueltas. Esta escritura está firmada ante los testigos Sres. Tomás Burbano, Manuel Fermín Gómez y Polo Daza, vecinos del Trapiche, ante el Alcalde Ordinario Sr. Juan Ambrosio López. Adelantadas todas estas finales gestiones, enviadas al apoderado en Popayán José Antonio González, este las presenta al Sr. Provisor y Vicario General de la Diócesis, juntamente con la Escritura por la cual los vecinos se comprometen a pasar anualmente al Párroco del nuevo curato la suma de 150 patacones. Con estos documentos agrega su nota el apoderado y dice: “ Cumplido todo lo solicitado para la creación del Nuevo Curato”. DECRETO DE ERECCIÓN DEL CURATO. El Ilmo. Sr.


Gobernador de la Diócesis recibe toda la documentación en el mes de Julio de 1793 y procede a dictar las últimas providencias legales que exige la creación de una nueva parroquia y el 10 de julio emite este comunicado: “ Y vistos los documentos, dese conforme a los mismos, admitiendo la división y erección del nuevo Curato del Trapiche. Pásense los originales, con recado acostumbrado al Sr. Vice-patrono, para que envíe de sus facultades, preste su consentimiento, si los hallase en justicia” (fdos) Licenciado Don José de Robles y el Notario, José Joaquín Pacheco.” El Vice-Patrono Real don Diego Antonio Nieto estudia con cuidado los documentos y expresa inmediatamente la fecha de 11 de julio de 1793 su concepto, en justicia favorable a la creación del Curato y concluye: “NO hay impedimento alguno por lo que hace a las regalías del Real Patrono, que se verifique la erección. Devuélvase al Ilmo. Sr. Provisor del Obispado con el Visto Bueno (fdo) Diego Antonio Nieto. El Ilmo. Sr. Gobernador del Obispado, en ausencia de Ilmo. Sr. Obispo Don Ángel María Velarde y Bustamante, emite el decreto de Creación del Curato del Trapiche el día 23 de septiembre de 1793 que dice: Y VISTOS: Con lo que ellos resulta, concepto del Fiscal, consentimiento del Sr. Vice-Patrono, a fin de separar y desmembrar de los Curatos de Almaguer y Mercaderes el nuevo Curato y distinta parroquia el Sitio del Trapiche, mediante hallarse preacticadas las diligencias conforme lo admitido y según convenir la dicha división y para la erección del Nuevo Curato; Usando de las Facultades que son concedidas: DIVIDIMOS y Separamos el dicho sitio del Trapiche del curato de Almaguer y Mercaderes, erigiéndolo y creándolo en nuevo curato, con los linderos ya asignados por el comisionado, con la agregación del Chalguayaco, las Bueltas, La Caldera, La hacienda de Capellanías que pertenecen a Mercaderes, se da por concluida la División y Erección. Y como es necesario proveer del propio Párroco al Trapiche, líbrense los correspondientes edictos, así lo Decreto, Mando y Firmo. Licenciado Don José de Robles y Zepeda. Abogado de los Reales Consejos. Provisor. Vicario General y Gobernador del Obispado. Ante mí (fdo) José Joaquín Pacheco. Notario. Inmediatamente, el dinámico notario, da la noticia de la nueva parroquia a los habitantes de la nueva parroquia en estos términos “Este mismo día, mes y año Yo el Notario notifique e hice saber el Decreto que anteceda a la parte de los vecinos del Trapiche. Doy fe, (fdo) Pacheco”. 23 de septiembre de 1793 Por su parte el Sr. Gobernador del Obispado el ida 28 de septiembre de 1793 expide el Decreto de nombramiento de Cura Interino para el curato del Trapiche en la siguiente forma: “En atención a que está creado el curato del Trapiche, nómbrase como cura Interino a don Gaspar Manuel Zapata. Así publicamos esta providencia y se da certificación (fdo) Licenciado, José de Robles y Zepeda (fdo) Pacheco. Notario. De esta manera culmina el día 28 de septiembre con el nombramiento del cura del Trapiche don Gaspar Manuel Zapata, el anhelo de los pobladores del Trapiche y todos sus vecinos por tener su Parroquia y cura en su región. Ese día comienza una nueva etapa en la vida religiosa y social de los hijos de una tierra en progreso sostenido y constante, como fue el primer empeño tenaz de esos antepasados por conseguir la Creación de su Curato, quienes durante 10 años lucharon por alcanzar su meta. Precisamente estamos en este mes de septiembre celebrando esa fecha memorable par hoy la ciudad y parroquia de Bolívar (Cauca). Posteriormente, en apuntes que más tarde se darán a la publicidad, en el mes de Octubre del mismo año de 1793 se fija el edicto Eclesiástico anunciando que está creada la Parroquia del Trapiche e invitando a los sacerdotes y clérigos del Obispado que quieran aspirar a Párrocos de la nueva Parroquia, que se presenten a concursar para dicho cargo. Entonces el estudiante del

Seminario Mayor de Popayán Clérigo don Domingo Belisario Gómez se presenta a concursar y en Julio de 1774 ya se encuentra como Cura Propio del Trapiche. Popayán Septiembre de 1983

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APÉNDICE 11 DE LA PARROQUIA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD DEL TRAPICHE PRIMERAS PARTIDAS REGISTRADAS, 1794

Libro Primero de Entierros: Portada dibujada / Jesús – María Y José/ Año 1794/ Libro Primero de Entierros /Yo/ Domingo Belisario Gómez y Semanat Presbytero cura propio de la Parroquia de la Sma. Trinidad del Trapiche formo hoy doce de junio del presente año de mil setecientos noventa y cuatro. Habiendo llegado a la Parroquia el día diez y de dicho mes. Y para que conste lo firmo/ Domingo Belisario Gómez / En la primera página aparece la siguiente nota: “Los entierros que subsiguen los practicó el Dr. Don Manuel Gaspar Zapata como Cura interino de esta Iglesia de El Trapiche y son conformes a la lista que ha manifestado, y en esta forma”: LEONARDA ZÚÑIGA. En esta Santa Iglesia 16 de noviembre de 1793 se dió sepultura eclesiástica al cuerpo difunto de Leonarda Zúñiga, con el Sacramento de la Penitencia y por su pobreza se me dieron doce pesos. Fírmolo para que conste. (No hay firma). / Siguen siete partidas sin firma, y en la página 2 se encuentra como primera esta: ISABEL DE HOYOS. Sin derecho por ser pobre En esta parroquia del Trapiche en quince de julio de 1794, Yo Domingo Belisario Gómez, Cura propio, estando yo ausente en el pueblo de San Juan excerciendo el cumplimiento de mis obligaciones en el Ministerio parroquial, se dió sepultura sagrada al cadáver de Isabel Oyos natural de la ciudad de Almaguer, de estado soltera, a quien por no habérseme llamado con prontitud del expresado Pueblo de Sn Juan, no se le administraron Sacramentos. Y para que conste lo firmo/ Domingo Belisario Gómez (Rubricado) Libro Primero de Bautismos: En la primera página aparece una nota que dice: “Los Baptísmos siguientes los administró el Dr. D. Gaspar Manuel Zapata, cura interino que fué de la Parroquia del Trapiche, y los que a mí el Cura propio me ha manifestado por una lista que partida por partida van en esta forma. Estando dicha lista sin firmas, la que me ha remitido a fuerza de repetidas instancias”: CLARA ALVAREZ. En esta santa Iglesia de El Trapiche, en 25 de septiembre de 1793, bauticé, puse óleo y crisma según ritos de Ntra. Sta. madre Iglesia, a Clara, hija de Mariana Alvarez y padre no conocido, de edad de quatro meses y trece días; fueron padrinos Flora Gaviria y Ambrosio López a los que advertí sus obligaciones y parentescos / SIGUEN 32 partidas sin firmas, y luego se halla esta, la primera que autoriza con su firma el Fundador: VICENTA MUÑOZ. En esta Santa Iglesia de la Santísima Trinidad del Trapiche, en veintitrés de julio de 1794, yo Domingo Belisario Gómez, Cura de la misma Iglesia, bauticé puse óleo y crisma a Vicenta Muñoz, que nació el día antecedente, hija legítima de Clemente Muñoz y Ana López, vecinos de esta parroquia. Fue su padrino y sacó de pila el D. D. Gaspar Zapata, a quien advertí su parentesco y obligación. Y para que conste lo firmo. Domingo Belisario Gómez (Rubricado) Libro Primero de Casamientos: En la primera página aparece esta constancia: Los casamientos siguientes los presenció el Dr. 9



D. Manuel Gaspar Zapata como Cura interino de esta Iglesia de El Trapiche, que según la lista que ha manifestado son en esta forma: ESTANISLAO VALENCIA Y SARA ORDOÑES. En esta Santa Iglesia del Trapiche, el día 27 de noviembre de 1793, casé y velé según orden de Nta. Sta. Madre Iglesia, a Estanis- lao Valencia, natural, con María Luz Ordóñez, parroquianos de este dicho Pueblo, corridas las tres amonestaciones según el Sto Concilio manda. Fueron padrinos Clemente Muñoz y Micaela López. Y para que conste lo firmo. (No hay firma). Siguen cua- tro partidas y luego en la página 3 se inician las autorizadas por el Padre Gómez, siendola primera esta: RAMON ALVAREZ y ROSALIA RUIZ. Con derechos 12 pesos. En esta Iglesia de esta nueva parroquia de la Santísima Trinidad de El Trapiche, en 28 de junio de 1794, yo Domingo Belisario Gómez, cura propio de la referida Iglesia, asistí, solemnicé el matrimonio que contraje- ron por palabras de presente según el horden de Ntra. Sta. Ma- dre Iglesia, Ramón Alvarez y Rosalía Ruiz, vecinos de esta dicha Parroquia, no habiendo resultado impedimento de las proclamas que se publicaron a la hora de la Misa del Pueblo en los días 12, 22 y 24 de este mes de junio; siendo padrinos Gregorio Díaz y su mujer Antonia Ruiz, y testigos Toribio Gómez y Thomás Ze- manate. Y en el mismo día las bendiciones nupciales celebrando la misa correspondiente. Y para que conste lo firmo./ Domingo Belisario Gómez (Rubricado) 1

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Parte III El Prócer de la Independencia 1809-1827 A los ilustres señores: Mariano Rafael, Andrés Marcelino, Domingo, Santiago y José Antonio amigos entrañables del prócer y a la familia Arroyo Díez de cuyo archivo patricio proceden los documentos que fundamentan esta biografía

LA REVOLUCIÓN DE LA INDEPENDENCIA EN LA PROVINCIA DE POPAYÁN En el año de 1809 se precipitan sucesos políticos que conllevaron al Cura del Trapiche y a sus feligreses a comprometerse en la revolución por la Independencia Nacional. El incipiente pueblo del Trapiche, equidistante en el extenso territorio entre Pasto y Popayán, desde 1809 hasta 1826, afrontará inexorablemente las vicisitudes de la guerra y será el reducto patriota más caracterizado de este territorio, en el cual se libró la más temprana, sostenida, cruenta y prolongada confrontación bélica por la Independencia de la actual República de Colombia. Sabemos de las contribuciones voluntarias y forzosas de las gentes del Trapiche y su comarca durante la revolución por la independencia. Aportaron contingentes humanos, alojaron y soportaron las ocupaciones de las tropas realistas o patriotas, padecieron los persistentes asedios de las guerrillas realistas patianas y vandalismo. El Cura y los feligreses no desfallecieron en la defensa de su población y como sus fuerzas eran escasas, tuvieron que pedir ayuda militar, la cual obtuvieron en 1811 y la cual ese mismo año fue destruida, sólo en 1824 la logran en forma estable. Todos los ejércitos y caudillos que operaron al sur de Popayán recibieron ayuda de la liberal mano de su Cura, sus feligreses desde el principio de la revolución participaron como soldados, guerrilleros, auxiliares, espías, correos y donantes de abastecimientos. Sus milicias unidas a las demás del Cantón y al Ejército Nacional son las que finalmente liquidan a las fuerzas guerrilleras monárquicas en el sur de Popayán. Las familias ancestrales del Trapiche tienen el mérito de haber contribuido al triunfo de la revolución por la Independencia de Colombia y sus soldados y oficiales el de haber participado en las campañas guerreras y batallas por la independencia de las repúblicas de Ecuador, Perú y Bolivia. Es notable que la inteligencia de Domingo Belisario Gómez y la de sus feligreses hicieran tanto y eficazmente para que el progreso del Trapiche fuera real en tales circunstancias de devastación y guerra, como lo confirma en 1826 el informe del Cabildo de Almaguer al Gobierno Nacional, o sea a los 31 años de ocurrida su fundación y a los 17 de guerra, en la siguiente forma: “fue colocado en El Trapiche, curato de primera creación. A su ingreso estaba reducido ese beneficio a una corta población, pero la actividad de su párroco formó una numerosa población de que se ha originado su civilización” Los expositores que se han preocupado por los orígenes de la Independencia Hispano – Americana le atribuyen razones diversas. Fue un lugar común hablar del contagio de la Revolución Francesa y del ejemplo incitante de la Independencia de los Estados Unidos de Norte América. La Revolución Francesa pren2

dió las hogueras del idealismo igualitario en la Europa feudal, se había producido en esa época el tipo medio del pueblo a quien le bastó un caudillo para avasallar un mundo: Napoleón Bonaparte. Este guerrero aprovechó las desavenencias surgidas entre el rey de España Carlos IV y su hijo Fernando VII, para proceder a la invasión y ocupación militar del reino de España y a la proclamación en 1808 de su hermano José Bonaparte como rey de España y de sus colonias de América. En esta emergencia los americanos inteligentes pensaron en la organización del Gobierno que debía darse a las colonias, en el caso de que España y su Monarca se perdieran definitivamente, pero los vínculos ancestrales que ligaban a los americanos con la madre España, hizo que se sintieran heridos en sus sentimientos al ser invadido el reino y despojados los Borbones por una familia oscura, ambiciosa y afortunada como lo fueron los Bonaparte. Además, se había hecho creer a los pueblos americanos que Fernando VII sería la encarnación de las virtudes de los grandes Monarcas y que haría un reino de justicia, prosperidad e igualdad para la América. De ahí nació la adhesión popular hacia este Príncipe. No obstante este sentimentalismo por conservar la unión de la Patria en los dos mundos, hubo centros en América donde aprovecharon la invasión para declararse libres de seguir obedeciendo al Gobierno de España. Tal fue el movimiento que se inició en Quito el 9 de agosto de 1809. Estableció una Junta Soberana, depuso y apresó a las autoridades españolas y a los principales funcionarios; creó un nuevo gobierno, nombró funcionarios americanos, organizó un ejército, dispuso el funcionamiento de la administración pública, convocó a todas las provincias para que se les unieran y reconocieran su autoridad, la cual ejercería en representación de Fernando Séptimo. La presidía Don Juan Pío Montufar, Marqués de Selva Alegre. El movimiento de Quito no fue secundado en la Nueva Granada ni aún por los hombres de mayor visión patriótica. Una de las inteligencias más claras y de los patricios más distinguidos de esa época, el doctor Santiago Arroyo (hasta 1825 su apellido primitivo era el de Pérez de Valencia y Arroyo) en sus Apuntes Históricos sobre la Revolución de la Independencia en Popayán, los cuales guían este estudio y de cuyo archivo proceden la mayoría de los documentos que lo ilustran, resume así los sucesos de Quito: “AGOSTO - El Dr. D. Ignacio Tenorio llegó el 23 de Agosto, habiendo salido precipitadamente de Quito del día 10 del mismo, huyendo de la revolución que había sucedido allí desde la noche del 9. Establecida una Junta Soberana, con el dictado de Majestad, depuesto el Presidente, Conde Ruiz de Castilla, y también los Oidores y demás autoridades, invitó el nuevo Gobierno á las Provincias, para que se le reuniesen y reconociesen su autoridad, enviando Representantes.


La vana ostentación de esta Junta, y el tiempo en que se formó, no era el oportuno para tamaño suceso. Los españoles, principalmente los jefes, alarmaron á Cuenca, Guayaquil y Popayán, contra aquel nuevo orden de cosas, tan contrario al que se acababa de establecer, con tantas esperanzas de los pueblos con el reconocimiento de la Junta Central. Esta se preconizó aun por los hombres ilustrados de Santa Fe y Cartagena, pero sobre todo, el respeto compasivo, y una especie de idolatría que se difundió en los pueblos á favor del cautivo Fernando VII, y por consecuencia á la madre patria; en fin, el odio general contra Napoleón, no eran circunstancias convenientes para retraer á los pueblos de su primer entusiasmo y convertirlo de repente á favor de una soberanía nacional. La insurrección de Quito mereció el desprecio común: se recibieron con desdén sus comunicaciones oficiales, y aun se afirmó por entonces el amor al Rey Fernando. Quito perdió sin fruto sus trabajos patrióticos, que bien dirigidos, hubieran preparado la opinión de los pueblos á favor de su independencia, y el resultado al fin hubiera sido consecuencia de la combinación y de la prudente política; pero faltaba ésta en Quito, y el Diputado Dr. Luis Alomía, que llegó á Popayán después de Tenorio, hizo mal su papel de fugitivo, y lo redujo á prisión el Gobernador D. Miguel Tacón. El situado que existía en las Cajas reales en depósito para conducirlo á Santa Fe, en cantidad de casi 200.000 pesos, fue detenido; registrada la correspondencia del situadista D. Joaquín Latorre, y también la del correo, de cuyo modo se aumentaron los recursos contra Quito, por la falta de prevención con que se hizo su levantamiento; las cartas según se dijo no hablaban del proyecto, habiendo salido el 2 de Agosto; prueba de la falta de plan y de cooperación en asunto de tanta trascendencia. El voto general de Popayán fue contra el sistema de Quito; y de este modo el Gobernador Tacón pudo obrar con toda la actividad y perspicacia que le eran propias. Sin tardanza uniformó el modo de pensar de los pueblos del Norte ó valle del Cauca, porque los pastusos en el momento lanzaron anatemas contra sus rivales los quiteños y se armaron para oponérseles. El Gobernador tomó el arbitrio de nombrar de Capitanes á las personas de más influjo, y así es que, olvidando sus resentimientos con el Dr. D. Joaquín Caicedo, vecino de Cali, le expidió titulo de Capitán; en Buga, al Dr. Miguel Cabal, y lo mismo en las demás ciudades. Los nuevos Oficiales correspondieron á la confianza, y en breve se presentaron en Popayán con las compañías de tropas á su mando, ó las enviaron con Oficiales de su satisfacción. El Gobernador Tacón se puso en correspondencia (Octubre) activa con los Gobiernos de Panamá, Guayaquil y Cuenca; y por su parte hizo marchar dos compañías hacia Pasto, al mando del Teniente Coronel D. Gregorio Angulo, á principios de Octubre; aumentada esta fuerza con la de Pasto, y hallándose ya acampados los quiteños sobre el Guáitara con más de 800 hombres al mando de D. Francisco Javier Ascásubi, fueron tan completamente derrotados el día 16 de Octubre, que quedaron allí muchos muertos, y prisioneros Ascásubi, Ipinja, Capitán artillero español, con cinco Oficiales más, y sobre 200 soldados, labradores infelices, que todos fueron conducidos á Popayán (Noviembre). Alentado Tacón con este suceso, siguió para Pasto el 3 de Noviembre; su presencia y su genio activo sirvieron para esforzar el valor de los pastusos. Desde entonces se formó en ellos esa tenaz adhesión á la causa del Rey, y esa opinión antisocial que tantos males han causado á Popayán, á su Provincia y aun á toda Colombia Tacón residió algún tiempo en Túquerres y se puso en comunicación con el Jefe de Quito, Ruiz de Castilla, que había ocupado de nuevo el Gobierno, en Noviembre, por acuerdo de la Junta, y que sostenía con las fuerzas combinadas de Cuenca y Guayaquil, y con los auxilios del Virrey del Perú, Abascal. Debe notarse la poca actitud de Quito para sostener su empresa, puesto que el primer Jefe revolucionario, Presidente de la

Junta, Montúfar, Marqués de Selvalegre, ofició al Virrey Abascal excusando su conducta, con el pretexto de que había admitido el mando para facilitar oportunamente la sumisión del pueblo al Gobierno legítimo. El Virrey ofició á la Junta manifestando la defección del Marqués, cuya respuesta se verá en el apéndice que se añadirá al fin.” Los sucesos de Quito preocuparon al presbítero Domingo Belisario Gómez, Cura del Trapiche. El 27 de septiembre de 1809 en carta que escribió a su amigo el señor Alcalde Ordinario de Popayán, doctor Santiago Arroyo, dice: “Me han llenado de sumo dolor las revoluciones que ha movido en Quito el Marqués Montufar, y desde que tuve esta inesperada noticia no he cesado de clamar al Todopoderoso convocando mis feligreses y haciendo rogativas públicas, para que su Majestad Divina confunda, desbarate y destruya las criminales ideas de aquel Luzbel quiteño que no contento con su ruina, quiere arrastrar también las estrellas mas brillantes cuales son los pueblos que manifiestan tan distinguida obediencia, amor y lealtad a nuestro soberano. Mis feligreses persuadidos de mis exhortaciones, he tenido el gusto de que con generosidad se presentasen al Capitán Obando, para seguir a Pasto, quien en consideración al poco vecindario solo llevó unos 30 hombres los que con el mayor gusto siguieron su destino”. La provincia de Popayán la integraban los cantones de Popayán, Cali, Buga, Cartago, Anserma, Toro, Caloto, Iscuandé, Almaguer, Pasto y Barbacoas y la gobernaba el Teniente Coronel Miguel Tacón. Este gobernador procedió contra la Junta de Quito alertando a toda la provincia y enviando una fuerza armada, compuesta de dos compañías al mando del Teniente Coronel Don Gregorio Angulo, a esta milicia se vincularon los 30 hombres del Trapiche que se le presentaron al Capitán Obando. Esta fuerza reforzó a las milicias de Pasto; unidas derrotaron el 16 de octubre en el Guáitara, a las fuerzas armadas de la Junta de Quito, comandadas por don Francisco Javier Ascásubi; de este combate quedaron muchos muertos y presos el Comandante Ascásubi, con 6 oficiales más y cerca de 200 soldados; la artillería en poder de las tropas de la Provincia de Popayán y el resto de la tropa en desbandada. “Alentado Tacón con este suceso, siguió para Pasto el 3 de noviembre; su presencia y su genio activo sirvieron para esforzar el valor de los pastusos. Desde entones se formó en ellos esa tenaz adhesión a la causa del Rey”. Luego Tacón marchó personalmente a situarse en Túquerres, desde donde coordinó su acción con las fuerzas realistas del Virrey Abascal del Perú y del Presidente Ruiz de Quito, quien había ocupado de nuevo el Gobierno, dada la debilidad de Don Pío Montufar, quien dimitió. El 19 de diciembre vuelve a escribir el padre Gómez: “Don Juan Mejía me notificó el estado de los Barbacoeños por falta de víveres, y en consorcio de este juez, inmediatamente les proveímos de 120 arrobas de galleta que parece no fue necesaria y se quedó en Patía... Con la segunda carta recibí el detalle de lo ocurrido en Guáitara, Funez, Veracruz, etc., con las tropas de la sublevación Quiteña, las que se han amedrentado de tal modo, que juzgan basta en lo sucesivo para cualquier movimiento el solo nombre de los invencibles escuadrones del Gobierno de Popayán. Sé que Salinas ha renunciado la comandancia de las armas y que don Joaquín Saldambí corre con ellas; que el odioso marqués (no ya de Selva Alegre, sino de la más sombría, melancólica, funesta y horrorosa) se halla fugitivo, al que imitan los doctores Quiroga, Morales, Riofrío, corifeos de todo aquel monstruoso proyecto de desobediencia. Que habían entrado 500 soldados de Lima a Quito sin resistencia y que las demás tropas estaban al frente... Espero también que en España se concluya todo en breve, y que nuestro amado señor don Fernando sea restituido al solio quedando arrasadas las enemigas huestes de Napoleón y sus secuaces”. Por lo expuesto se concluye que estos movimientos afianzaron la adhesión al rey en los pueblos y que algunos cantones 3


como Pasto, Almaguer y Barbacoas tomaron este punto inicial para permanecer en leal vasallaje. En el año de 1810 se supo en Popayán y sus cantones la ocupación de Sevilla y la segunda entrada a Madrid del Rey José Bonaparte, a la cual se siguió la dispersión de la Suprema Junta Central y la retirada a la isla de León produciendo la Regencia. Se habían leído, reservadamente, algunos papeles de Venezuela “y corrieron mucho los de Santa Fe, principalmente los que sostenían los derechos de los americanos y la igualdad de su representación en la Central”, que escribió el doctor Camilo Torres. “Tal era la disposición, bastante general, en que halló Tacón la Provincia de Popayán a su regreso de Túquerres, en 27 de julio”; una vez dominada la revolución Quiteña, cuya Junta había capitulado el 28 de octubre de 1809. Por este tiempo llegó también el Comisionado de la Regencia, el teniente coronel don Carlos Montufar, coincidencialmente hijo del Marqués de Selva Alegre, quien presidió la Junta Soberana de Quito. Don Carlos manifestó sus sentimientos de que las provincias vecinas hubiesen contrariado los designios patrióticos de Quito, su país natal, aseguraba que en lo futuro serían más precavidos y eficaces. El 3 de agosto se supo que la mayoría de los patriotas presos por el levantamiento de Quito, habían sido vilmente asesinados, por sus carceleros, por represalia a la heroica y violenta reacción del pueblo de Quito, el cual se levantó por los abusos y engaños de las Autoridades Españolas y especialmente por el incumplimiento de la amnistía o indulto a los patriotas. Inerme el pueblo quiteño, atacó al poderoso ejército que ocupaba la ciudad, (estas tropas realistas procedían de los Virreinatos de Santa Fe y de Lima y de las Provincias de Guayaquil y Cuenca, sumaban cerca de 5.700 hombres, acantonados en la ciudad y en sus cercanías). Iniciando la segunda etapa de la revolución de independencia en el sur del Virreinato de Santa Fe. El 5 llegó la noticia de la sublevación popular ocurrida en Santa Fe el 20 de julio y el 11 se recibió la invitación que hacía la Suprema Junta de Santa Fe a las provincias del Nuevo Reino para que reconocieran su autoridad y enviasen Diputados para constituir la Junta General. Todo ésto produjo una violenta conmoción patriótica en Popayán. “El Gobernador Tacón citó a un Cabildo o Consejo abierto y en él acordó: que se contestase a la Junta Suprema de la ciudad por sí sola no podía deliberar, sin los Diputados de las demás provincias; que se convocase a éstos, para que de común acuerdo, se resolviese lo más conveniente sobre los términos en que debía hacerse la remisión a Bogotá”. Ese mismo día se nombró una junta Provisional de Seguridad, la cual fue magníficamente recibida por el pueblo de Popayán. La reunión de Diputados de los cantones de la provincia fracasó porque las ciudades del Valle se negaron a enviar sus Diputados, alegando que cada una formaría su Junta Gubernativa. El padre Gómez en esta situación, se dirigió a Almaguer para gestionar el envío del delegado y consiguió que el Cantón acreditara como Diputado al Dr. José Antonio Pérez de Valencia y Arroyo. Posteriormente, el Cabildo de Popayán, integrado por españoles y amigos del Gobernador, quien hábilmente los indispuso contra la Junta Provisional de Seguridad, la desconoció por lo cual en octubre más de 100 vecinos notables de Popayán se reunieron en el convento de Santo Domingo para pedir el restablecimiento de una Junta autónoma; el Gobernador Tacón accedió a sus deseos e incluso entregó el mando de los cuarteles, pero el 31 de octubre el Gobernador y el Ayuntamiento de Popayán disolvieron la Asamblea y el 2 de noviembre el Gobernador citó una Asamblea o Junta de sólo autoridades legítimas compuesta del Cabildo, las autoridades eclesiásticas, los altos empleados y los Jefes Militares. Esta Junta declaró nulo todo lo actuado anteriormente y el Ayuntamiento reconoció la autoridad de la Regencia de España e impartió órdenes para que se reconociese en todos los Cantones 4

de la Provincia. Así quedó planteada la división entre los incondicionales del Gobierno de la Regencia de España, realistas y los que trabajaban por establecer un Gobierno propio, patriotas, sin desconocer, todavía a Fernando VII. Localmente se denominaron, en esta época, “Taconistas” y “Juntistas”. Alarmados los Patriotas con las medidas enérgicas del Gobernador Tacón resolvieron apoderarse de los cuarteles y despachar a Tacón a Cartagena; este plan fracasó y desde entonces se hizo inevitable la guerra civil y se iniciaron en la provincia de Popayán las terribles persecuciones de que fueron víctimas los patriotas. La mayoría del clero seglar y el regular de los conventos de Popayán y Cali fue partidario de la independencia, pero el de Pasto y al sur de Popayán se declaró realista y una minoría abrazó la causa patriótica de la Independencia; entre éstos se destaca con perfiles definidos, la figura del Presbítero Domingo Belisario Gómez, Cura del Trapiche. “Los pueblos indios de Caquiona, Pongo, San Sebastián, en el Cantón de Almaguer, se decidieron desde el principio por la Patria, lo mismo que la parroquia del Trapiche y pueblo de San Juan, con su estimable cura D. Domingo Belisario Gómez”, Santiago Arroyo, obra citada. Como un testimonio del ánimo beligerante e independiente de los vecinos de Popayán, al constituir la Junta Provisional de Seguridad, se presenta el documento titulado “ACTA DE INDEPENDENCIA DE POPAYÁN”: Habitantes de Popayán: El destino nos ha conducido por fin, a un extremo en el cual no podemos permanecer insensibles sin renunciar la conservación de nuestros preciosos derechos, que acaba la Providencia de remitir en nuestras manos. Muy severa sería la reprensión que nos haría la humanidad, si adormecidos bajo el hacha de la anarquía, dexaremos fluctuar el gobierno, que debe dar movimiento y vida a nuestras operaciones, en la incertidumbre, y en una arbitrariedad precaria e insubsistente, que á grandes pasos marcharía al despotismo. LAS PROVINCIAS SEPTENTRIONALES DEL REINO HAN PROCLAMADO LA INDEPENDENCIA. Santa Fe ha formado su Junta Suprema: y los Jefes del pasado Gobierno han desaparecido con el régimen antiguo, que hasta ahora había servido de Norte para nuestras deliberaciones. Vosotros no podíais mirar el fuego de los pueblos con quienes mantenéis estrechas relaciones, como desde un punto seguro; porque el torrente de las circunstancias, os han puesto en el caso de adoptar las medidas sabias y juiciosas, que es capaz de tomar un Pueblo que obra con grandeza y dignidad, sin dar motivo á aquellas convulsiones frenéticas y delirantes, de cuyo seno nace muy difícilmente un orden feliz de sucesos prósperos y gloriosos. Convencido el Gobierno de las anárquicas circunstancias en que hemos quedado por las alteraciones que ha sufrido el sistema que antes nos regía, y ciertos de todos los acontecimientos amigos de la Paz. De este modo veréis florecer el territorio que pisáis, y unos pueblos de hombres Filósofos por sus costumbres y por sus deliberaciones formarán una sociedad envidiable, y capaz de acreditar con su conducta, que sabe unir el valor a la resolución, y la hermanabilidad a las atracciones, que nos obliga ya a formar el torrente imperioso de los sucesos políticos. Sala Consistorial de la Junta Provisional de Salud y Seguridad Pública. Popayán agosto 14 de 1810. De orden de la Junta de Salud Pública. ULLOA” Quien firma esta comunicación política en Popayán, a los 24 días del movimiento del 20 de julio y de promulgada el acta solemne del Cabildo y del Pueblo de Santa Fe de Bogotá, fue el doctor Francisco Antonio Ulloa, joven abogado, inteligente, elocuente y decidido independentista. Francisco Antonio Ulloa inició en Popayán, quien con extraordinario mérito, hace parte de la serie de tribunos y de estadistas de esta ciudad que han contribuido a formar la República. Por su actuación pública, el


tirano Gobernador Sámano, ordenó su fusilamiento en Santa Fe Cordillera Occidental. Luego por Barbacoas, se convierte en un en 1816. río navegable. Su atmósfera diurna es encendida por insolaciones ecuatoriales. Este calor es propicio a los insectos como el anophelex y a las plagas como la langosta que periódicamente salían de la región LAS GUERRILLAS DEL PATIA Ya en enero de 1811 la Junta de Cali había organizado algu- del Castigo en el vallecito de Cumbitara. Pero como compennas tropas patriotas o “Juntistas” que puso al mando del Coronel sación a su clima ardoroso y deletéreo, la naturaleza dota este Antonio Baraya, quien llegó desde Santa Fe con 200 hombres ar- valle de una feracidad exuberante y de una riqueza maravillosa. mados. La parte oriental de la provincia de Popayán estaba tam- Región rica en componentes minerales para el abono natural de bién en poder de los patriotas, pues el Presbítero Andrés Ordóñez la agricultura que brinda la sazón opulenta del maíz, de la caña organizó una columna en la Plata y avanzó hacia Popayán por el de melar, el cacao, el banano y el arroz; la ganadería se reproduce páramo de Guanacas y en Inzá aprisionó la tropa enviada por allí con pujanza y el subsuelo guarda ricos depósitos de mineraTacón. Los indios paeces se declararon decididos patriotas con les. En la Colonia moraba allí una población de negros esclavos, su Cacique Gregorio Calambáz y aumentaron considerablemen- traídos para el laboreo de las minas y el cuido de los ganados. Los te la milicia patriota. Se armaron de lanzas y con algunos pocos descendientes de éstos se habían connaturalizado con el ambiente fusiles y construyeron cañones de madera y guadua. Actuó como caldeado y con la naturaleza bravía y hasta sus mismas caballerías su Comandante Don José Díaz, con el grado de Coronel. Estas parecían más fogosas entre el torbellino del aire quemante. Como fuerzas de la Plata mantuvieron una acción concertada bajo el punto estratégico el valle del Patía era singularmente aprovechamando del Coronel Baraya y formaron con las fuerzas organiza- ble. Situado entre el tránsito forzoso de Popayán a Pasto y de das por la Junta de Cali, el ejército del Cauca. Esta fuerza fue la Bogotá a Quito, se prestaba a las emboscadas teniendo el refugio encargada de liberar la Provincia del Gobierno Español, ejercido que brindan los bosques y las orillas de los ríos. Conociendo las por el Gobernador Tacón. Esto alarmó a Tacón quien extremó las guaridas que ofrecen los contrafuertes de las cordilleras y en último recurso buscando para la fuga la salida hacia la Costa del precauciones contra los patriotas. El Cabildo realista de Popayán con el fin de aumentar su Pacífico, era el sitio indicado para desarrollar una intensa campaejército, declaró el 24 de marzo de 1811 que todos los esclavos ña de guerrillas y así lo entendió la estrategia del Coronel Miguel de la provincia que tomaran armas en defensas del Rey quedaban Tacón. Él fue quien organizó las guerrillas y se aprovecho de ellas. libres, medida que realza a sus promotores y que exige un puesto Con el decreto de libertad, la totalidad de los esclavos negros y de honor en la Historia Nacional, acto que hasta ahora se desconoce por resentimientos nacionalistas. Aún cuando la libertad de mulatos que abundaban en Patía, se declararon libres y engrosalos esclavos preconizada y ordenada por el Cabildo de Popayán, ron las patrullas de asalto. Hubo entre ellos distinguidos por su bajo la presión del Gobernador Tacón, fue un acto de actividad valor, como los comandantes Joaquín de Paz y Juan José Caicepolítica, la verdad es que corresponde a la Justicia y solidaridad do, mezcla rabiosa de héroes y bandoleros y Simón Muñoz en quien la sangre mestiza había impreso un sello que disimulaba humana reconocer este acto de humanidad. Verdad que estos esclavos libertos causaron males a la patria los rasgos africanos; de estos jefes y otros, hablaremos oportunanaciente, pero verdad también que esta libertad interesada fue el mente. La mayor parte de los jefes patianos fueron españoles y primer antecedente de dignificación igualitaria de los hombres criollos, dueños de minas y haciendas, o escapados de las ciudanegros en los anales de Colombia. Reclamamos para el Cabildo des cuando se impuso el triunfo patriota. Las guerrillas patianas de Popayán de 1811 el mérito de haber decretado por prime- fueron indomables y su valor y destreza, asombrosos. Si de los ra vez la libertad de los esclavos en la Nueva Granada, magnífi- llaneros de Páez se ha entonado el himno épico de la Libertad, co ejemplo que fue secundado por el Dr. Félix de Restrepo y el de estos guerrilleros se podría escribir el panfleto escarlata de la Dictador Juan del Corral en Antioquia con la ley 20 de abril de reacción Monárquica. Sus elementos guerreros los constituía el 1814; preconizado y practicado por el libertador y consagrado caballo que cabalgaban en pelo, la lanza o pica de hierro engastadefinitivamente en el Gobierno del General José Hilario López do sobre una rama de guayacán para abrir la herida imposible de con la Ley del 21 de mayo de 1851. Los esclavos de Micay y Patía restañar; el machete largo y filudo al cinto, y las espuelas agudas conquistaron en 1811 su libertad tomando armas en las milicias para azuzar el caballo. Su atuendo consistía en el sombrero alón de paja toquilla; el pecho desnudo; el pantalón de manta burdel Rey. Entre tanto las fuerzas patrióticas del ejército del Cauca avan- da amarrado con ancho cinturón de cuero crudo. Cuando estos zaban hacia Popayán y el 28 de mayo se enfrentaron con las tropas centauros de ébano acometían en el valle que les era familiar, no realistas en el bajo Palacé. Este fue el segundo bautismo de sangre había vigor ni coraje capaz de resistirlos. Los guerrilleros patiaque en la provincia de Popayán se dio a la guerra de Independen- nos, dominaron sangrientamente su región, constituyeron junto cia y el primer triunfo de los patriotas. Conviene recordar que en con las milicias indígenas de Pasto, la más resistente, decidida 1809 se había dado ya en el Guáitara la primera batalla entre los y heroica resistencia monárquica, dentro del actual territorio de Independientes de Quito y los defensores del Gobierno realista la República de Colombia. Contra estas guerrillas debían estrede Popayán. El Gobernador Tacón, sin esperar el resultado, huyó llarse las fuerzas patriotas comandadas por Antonio Baraya, José hacia Timbío y ordenó al Cabildo de Popayán que capitulara con María Cabal, Joaquín Caicedo, Alejandro Macaulay, José Ignacio los patriotas; organizó algunas guerrillas de patianos y se dirigió Rodríguez, Antonio Nariño, Manuel Valdez, Pedro León Torres, Simón Bolívar, Juan José Flórez y José María Córdoba. Y contra a parapetarse en Pasto. Al avanzar de Popayán hacia Pasto, en la altura de Sacha- estos forajidos intrépidos tuvo que oponer resistencia la Parroquia coco, se divisa magníficamente un valle profundo que desde la del Trapiche durante 15 años sangrientos y contra ellos tuvo que conquista se conoce con el nombre aborigen de Patía. Este valle extender sus influencias el Cura Don Domingo Belisario Gómez, separa las cordilleras Central y Occidental en una extensión de a quien veremos perseguido de muerte, por estas guerrillas. Después de la victoria de Palacé debía organizarse el Gobiercerca de 50 kilómetros de longitud. Está dividido en varias mesetas. Los ríos Quilcasé, Guachicono, San Jorge, Mazamorras, no Independiente, y así lo entendió el párroco Gómez, según esta Sambingo, Mamaconde y Mayo y muchos torrentes lo bañan carta del 16 de abril de 1811 al doctor Arroyo: “El último suceso profundamente, hasta que reunidos sus caudales, atraviesan la de esa capital me tiene muy deseoso de saber el plan de gobierno que 5


se adoptará; así pues, cuando tenga lugar espero me instruya de todo lo que juzgue conveniente para mi Gobierno. Por acá todo tranquilo a excepción de que la mayor parte de los indios se resisten al pago de tributos, pues están instruidos del indulto que les da Santa Fe. Finalmente aquí ignoro los asuntos de España, de que también espero me comunique lo que haya”. Para organizar el Gobierno, el 21 de junio se instaló en Popayán la Junta de Gobierno de toda la Provincia, primera Asamblea autónoma de Popayán y para solemnizar el acto se inauguró en la Catedral. Todos los Cantones enviaron delegados a excepción de Pasto y Barbacoas. Almaguer fue representado por el doctor José Antonio Pérez de Arroyo Valencia, acreditado desde 1810. Para ilustrar el anterior tránsito para derrocar al régimen español de las gentes de Popayán y su provincia, desde la perspectiva política de las autoridades realistas desplazadas a Pasto, como consecuencia de la derrota militar del 28 de marzo en Palacé, se transcribe el siguiente documento: Extracto de una comunicación del partido realista ó “taconista”, enviada á España al señor Ministro de Estado, denunciando la subversión armada, para derrocar al Gobernador y al régimen Español, por parte de las gentes del común de Popayán y de la mayoría de los miembros de sus corporaciones civiles y eclesiásticas; con el apoyo de: Santa Fe, de las ciudades del valle del Cauca y de Neiva, La Plata y Villa de Timaná; suscrita por los regidores del Cabildo de Popayán, reunidos en Pasto, bajo la autoridad legítima del señor Gobernador don Miguel Tacón, quienes relatan los motivos de su emigración y los males que padecen, fechada el 16 de Mayo de 1811: “Que en Popayán pasado lo de Santa Fe se empezaron á sentir los efectos del mal ejemplo; que las ciudades de Caloto, Cali, Buga, Cartago, Anserma y Toro con sus distritos se habían rebelado y á Popayán solo le permanecieron fieles Pasto, Almaguer y Barbacoas con Popayán diez Cabildos; Que el Cabildo de Popayán y el Gobernador don Miguel Tacón se dirigieron al Virrey Abascal y á Panamá pidiendo auxilio, pero que sabido esto por los de Santa Fe iniciaron la agresión sobre Popayán, cogieron las comunicaciones de Lima y de Quito; Que ayudaron á los enemigos de la ciudad el Maestrescuela don Andrés Marcelino Pérez de Valencia, sus cuatro hermanos: Mariano, presbítero, José Antonio, Contador Real de Diezmos, Santiago y Manuel María (*); don Manuel Santos Escobar Tesorero de la Catedral, y Vicario General del Obispado, sede vacante; don Francisco Mosquera Cura de la Catedral; don José María Mosquera, su hijo don Joaquín y su yerno don Nicolás Hurtado; don Cristóbal Mosquera presbítero, su sobrino del mismo nombre; don Francisco Antonio Valencia; don José Valencia; don Mariano del Campo y Valencia presbítero y su hermano Ignacio; don Joaquín Camacho; don Juan Francisco Ulloa y su hijo don Francisco Antonio; don Lorenzo y don José Lemos; don Francisco Rebolledo; don Pío, don Serafín, don Juan Antonio y don Juan Ignacio Ibarra; don Francisco José y don Antonio de Arboleda; don Antonio Gil de Tejada; don Ignacio Torres; don Félix de Restrepo; don Manuel José y don Mariano Baraona. Estos salieron de la ciudad y quedaron allí para fomentar la rebelión, Fray Pedro y Fray Mariano Paredes; Fray Juan Granda y Fray Lucas Tenorio y Arboleda, todos del orden de Predicadores; don Juan Antonio Gil Capellán del Monasterio de la Encarnación; don Manuel Dueñas Administrador Principal de Alcabalas; don Ramón Grijalba Contador de Tabacos; don Mario Lemos Hurtado; don Agustín Ramón Sarasti; don Gerónimo Torres; don Toribio Miguez Rodríguez; don Francisco Pombo; don Mariano Valencia; don Lorenzo Camacho y don Pedro Nates. Luego se vinieron encima los del Valle á que se unieron los de Neiva, La Plata y Villa 6

de Timaná con su gran ejército. (*) Los 5 hermanos Pérez son los próceres patriotas Pérez de Valencia y Arroyo, quienes en 1826 cambiarían el orden de sus apellidos por los de Arroyo y Pérez de Valencia. Nota de Ricardo Quintero Que Pasto envió gente á Popayán y Barbacoas 50 lanceros que no alcanzaron á llegar, habiéndose cerrado los caminos y el pueblo perecía; que á las márgenes del Palacé el 28 de marzo fue derrotado el ejército por la inacción de unos, y la traición de otros de los soldados del campo de Popayán, que á más de hacer fuego contra los que servían leales, extraviaron los cajones de cartuchos que se habían aprontado para reponer los que se gastasen en la acción. El Gobernador se retiró á la ciudad á las seis de la tarde. En ella tenían los Frayles Dominicos sesenta hombres armados dentro del Convento para asesinar á los que volvían de retirada; cuyo proyecto no se ejecutó por una contrafuerza que permaneció organizada durante la noche en el cuartel de la Plaza principal. El Cabildo dispuso emigrar á las cuatro y media de la mañana á Pasto y el Cabildo Eclesiástico: don Manuel Mariano de Urrutia, y los Racioneros, don Eusebio Ramírez de Arellano y don Francisco Javier Rodríguez: la Comunidad de San Camilo, parte de la de San Francisco, varios Oficiales y vecinos de honor y conducta. Lo primero que hicieron los rebeldes fue poner en libertad á don Manuel María Arboleda y á don Mariano Pérez de Valencia presbíteros, al Teniente don Manuel Santiago Vallecilla, de la detención en que los había puesto el señor Gobernador. Vallecilla y aquellos fueron á traer á la ciudad á los Jefes insurgentes y luego reunieron una Junta que determinó desconocer al Gobernador Tacón y nombrar en su lugar á Vallecilla; luego decretaron el embargo y enajenación de bienes de los emigrados” (idem). La comunicación está firmada por los Regidores don Manuel Josef de Borja. Don José Solís, don Felipe Grueso Rodríguez. Don Antonio Bueno y don Joaquín Gutiérrez. Fuente: Archivo General de Indias Quito Legajo. 256Fuente: páginas 36 y 37 Publicaciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela- Pedro de Leturia S.I- “Relaciones entre la Santa Sede é Hispanoamérica” (III APÉNDICES- DOCUMENTOS- ÍNDICES) 1960 El 22 de julio siguió hacia Pasto una División al mando del Brigadier Baraya, y del Coronel Joaquín Caicedo. Cuando este ejército patriota ocupó la población de Patía, Tacón marchó sobre Popayán por la vía de la cordillera Central, pero al llegar a Sotará desistió del ataque y regresó precipitadamente al Trapiche, donde instaló provisionalmente su cuartel. Las mortificaciones de que entonces hizo víctima al Párroco Gómez, fueron asiduas; como no tenía prueba legal para perseguirlo, trató de arrancarle una confesión de patriotismo, violentando su delicadeza y lealtad de amigo, contra algunos dirigentes notables de Popayán. El 3 febrero de 1812, el Padre Gómez escribe sobre ésto al doctor Santiago Arroyo: “...Las expresiones con que nuestro persecutor infamaba a V, y que no debe hacer caso sino despreciarlas como cosa de tal autor, eran dirigidas a observar la mella que harían en mí como su amigo, pero yo que conocía la senda por donde enristraba el tiro, me reprimía y abrazaba interiormente y me vi obligado a coadyuvar y cooperar a las voces de aquel monstruo más criminal y descarado que vomitó el infierno. Amigo, aunque nunca creerá V. que yo lo hice de mala fe, le pido perdón, y tuve el gusto de referir éste pasaje al señor don Javier Valencia. Todos sabemos las virtudes que adornaron al señor don Andrés, su padre, pero ni éste se escapaba de la malediciente lengua; el fin era ver si podía hacerme sacar la cara en su defensa y echarme mano, más aunque me vi como Daniel entre leones, Dios me libró de sus garras... Celebro que haya leído V. mi relación de las cosas memorables de Tacón y se haya divertido...


Lea la copia de una carta de los anacoretas que andan por los montes que le envié al señor Provisor, y se reirá un rato por las donosuras que contiene y es digno de memoria. Ella es notada de los compañeros del que la ha firmado y de ningún modo, obra de éste a quién han oído rebuznar muy diferente”. Tacón se retiró del Trapiche y por el Castigo el 15 de agosto siguió por el Patía para Barbacoas, huyendo de la fuerza patriota, la cual había retrocedido hacia la Cuchilla del Tambo o Alto del Rey. La población de Patía fue incendiada por el juntista capitán Eusebio Borrero. Los patianos vengaron su población asaltando repetidamente al Trapiche. En octubre el párroco Gómez consiguió que enviaran una guarnición para protección al mando del Capitán Javier Valencia y del Teniente Rafael Quintero. Entre tanto en Quito se había establecido un Gobierno patriótico, con la participación de Don Carlos Montúfar, el Comisionado Regio, Este Gobierno organizó la defensiva militar y envió al Norte a Pedro Montúfar quien con 3.000 hombres entró a Pasto, el 25 de agosto de 1811. Este hecho motivó que los vecinos de Pasto llamaran al Presidente de la Junta de Gobierno de Popayán, Coronel Joaquín Caicedo y Cuero. Este se dirigió a Pasto y convino con Montúfar el retiro de las tropas, el Presidente Caicedo pasó de Pasto a Quito, abandonando el territorio y el General Baraya regresó a Santa Fe por orden del Presidente Nariño. De este modo se dejó sin guarniciones ni fuerzas patriotas todo el territorio comprendido desde Popayán hasta Pasto, lo que dio oportunidad a los curas y caudillos realistas para reorganizar las terribles cuadrillas patianas. He aquí una muestra que nos da el padre Gómez en carta del 3 de febrero de 1812: “Satisfago a la favorecida de V. del 1º del pasado, dándole gracias por lo que contribuyó a la venida del destacamento que infundió un profundo respeto a todos los intrigantes. Los patianos se huyeron y como permanezca el destacamento, no habrá rumor que turbe la paz pública; espero que V. influya cuanto sea posible a que permanezca aquí el destacamento para que cesando las mentiras, se restablezca el buen orden. Solo el cura de la Cruz, como sabrá por todo lo que he escrito al señor Provisor, aún estando excomulgado no tiene escrúpulo de celebrar... consumió las formas del copón y custodia, ya había empetacado éstas alhajas para llevárselas, fuera de otros tantos disparates que ha ejecutado y que no los haría el hombre más rústico. A tiros de escopeta, que él mismo dispara, convoca a los indios para su resguardo; los blancos lo detestan y casi todos igualmente desean salir de él. Hace dos días que se fue para Sibundoy y según se tantea, cargando de sus cocineras... Se acompañó con Lorza Solís y Gutiérrez. Se dice que ha hecho un chasquí a Portugal pidiendo tropas para desmontar al señor Provisor; en fin ríase V. de tantas ridiculeces de especies que han divagado. Él dice no está excomulgado, y que los excomulgados somos yo y el señor Previsor”. (En esta etapa inicial de la Independencia de Popayán, actuó como Provisor del Obispado, el Prócer Marcelino Pérez de Valencia y Arroyo, o sea el Presbítero Marcelino Arroyo). “Vea V. qué cabeza tan grande habíamos tenido oculta en la Cruz que no se había dado a conocer. Estos buenos hermanitos han perjudicado la opinión pública sin término ni medida, pero ellos irán saliendo a no ser que lleguen los portugueses...” (El Cura a que se refiere esta carta era el español Fray Juan de los Dolores). Y otra muestra que consigna don Santiago Arroyo en su “Memoria”: “Cuatro comerciantes quiteños, Don Cataneo Zapata y tres más habían salido de Pasto con sus intereses en oro sellado y alhajas. Los pastusos dieron aviso a los patianos y el 17 de diciembre Juan José Caicedo, mulato del Patía, Fray Andrés Sarmiento, fraile dominicano y otros malvados, sorprendieron a los mercaderes, les robaron cuanto traían en que se contaban 80.000 ochenta mil pesos en onzas de oro, y conduciéndolos desde Gómez en Patía hasta las Cuevas, los degollaron a golpe de hacha con la crueldad que por sí se manifiestan…...los asesinos armaron tropas pagándolas ya bien y se pusieron las guerrillas patianas en estado de hostilizar abierta-

mente. Se les hizo valer el incendio de su pueblo y las patrañas con que Tacón los había exaltado a favor del Rey. La Junta no cuidó de destruir esta facción, como habría sido fácil desde el principio... El Capitán Javier Valencia, que guarnecía el pueblo del Trapiche, apenas pudo salvarse marchando por desvíos con su destacamento y el Teniente Rafael Quintero, después de muchos rodeos llegaron a fines de diciembre, concluyendo este año con los muchos azares que rodeaban a la Junta gubernativa. Pero ella dio un decreto contra los que habían seguido el partido de Tacón, imponiendo pena de muerte y confiscación en ciertos casos, que acabó de enajenar los partidos.” Entre tanto Tacón se fortalecía en la costa y no descuidaba la persecución contra los patriotas y en especial contra el Cura del Trapiche cuyos servicios a los patriotas eran notorios. Desde Barbacoas dictó orden de prisión contra el Capitán Valencia, del destacamento que guarnecía al Trapiche. Posteriormente envió al capitán Alaix con escolta para aprehenderlo, la cual fue sorprendida y apresada por la columna patriota al mando del Coronel Díaz, librándose nuevamente el padre Gómez. Después Tacón envió sus tropas desde Barbacoas por Chucunes y en el Guabo atacaron el destacamento del Capitán D, Ignacio de Torres. Los realistas fueron derrotados. Tacón fue atacado y derrotado en Iscuandé por el Capitán Juan Ignacio Rodríguez, el 28 de enero de 1812, luego huyó a Lima donde se distinguió y pasó a España colmado de títulos. Las cuadrillas patianas habían logrado organizarse con tal poderío que en abril de 1812 contaban con 1.500 hombres. Se habían reunido en el Tambo y tenían como jefe político al último Alférez Real de Popayán, don Antonio Tenorio. Los jefes militares eran el patiano Juan José Caicedo y Simón Muñoz, el Tambeño Joaquín de Paz, los timanejos Casimiro Casanova y Vicente Parra, el timbiano Silvestre López y el español Manuel Serralde. Actuaba como capellán el presbítero José María Morcillo. Este sacerdote era almaguereño y servía interinamente el curato de Mercaderes cuando estalló la revolución. “Desde un principio se mostró refractario a las ideas de independencia y abrazó la causa del Rey con la fe de un obstinado, dice don Arcesio Guzmán, constituyéndose en el perpetuo agitador de las terribles e indómitas guerrillas de los negros patianos, que fueron el terror para la comarca, comprendida entre el Palacé y el Guáitara. De corazón sin miedo, armado de trabuco, sable al cinto, con su gran sombrero al desgaire y con su lanza siempre lista para atacar, acompañaba por doquiera los piquetes volantes de la caballería patiana que merodeaban por campos y poblados...” El 26 de abril estas tropas atacaron a Popayán que estaba defendida por el Comandante José María Cabal. El ataque fue terrible, pero ante la resistencia patriota, los patianos tuvieron que retirarse a la Ladera. Por la noche la Junta de Popayán deliberó con asistencia del ciudadano norteamericano Alejandro Macaulay, quien había llegado la noche anterior. Se resolvió y se llevó a cabo que a la madrugada siguiente se atacase a los patianos, quienes ante tamaña sorpresa huyeron hacia el Tambo. Don Juan José Caicedo y Joaquín de Paz reorganizaron las guerrillas y se dirigieron a Pasto donde sorprendieron y apresaron al Presidente Joaquín Caicedo, quien había regresado de Quito. El 29 de abril salieron de Popayán Cabal y Macaulay a perseguir a los patianos, y en la persecución el Teniente Juan José Bejarano aprisionó al Capellán del ejército patiano, el cura de Mercaderes José María Morcillo. La junta de Popayán ordenó que este sacerdote fuera fusilado en el término 24 horas, lo que rechazó Cabal, mas como la Junta tenía de antemano documentos contra la conducta del clérigo, ordenó que se cumpliese la sentencia y el 9 de mayo fue fusilado en El Tambo. Este fusilamiento influyó desfavorablemente en la opinión pública pues muchos patriotas se pasaron al campo realista. 7


Las tropas de Cabal y Macaulay siguieron hacia Pasto. En Meneses tuvieron noticias de que el presidente Caicedo se había entregado con las fuerzas patriotas, a pesar de las protestas de oficiales y soldados. El 30 de mayo se propusieron pasar el río Juanambú, pero un tenaz y vigoroso ataque del enemigo les obligó a regresar precipitadamente a Popayán. Allí Macaulay reorganizó bien las fuerzas y se dirigió en julio a tomar Pasto, donde por capitulaciones y después de batir las milicias realistas en el Juanambú y Buesaco el 10 y 11 de agosto, rescató al presidente Caicedo y a más de 200 hombres. En el mismo día, o en el siguiente, recibió Macaulay aviso de estar ocupado el Guáitara, por una muy fuerte División en tropas quiteñas al mando de Montúfar. Alucinado por una noticia falsa, formó el proyecto de reunir las tropas a las de Quito, pasando por la noche un rodeo, sobre Pasto, para salir al camino que va al Guáitara; el día 12 por la noche, se puso en marcha la División, comprometido Caicedo a seguir, porque Macaulay sólo le daba dos hombres para atravesar el Patía; se levantó el campo con el mayor silencio y todos seguían a los conductores, prácticos del camino. Estos, según se divulgó desde entonces, extraviaron de intento al Comandante, haciéndole dar rodeos sobre Pasto, de modo que al amanecer se halló la división en Catambuco, a las cercanías de la ciudad. En esta posición, atacaron los pastusos con el mayor ardor. El combate fue sangriento y tenaz; y deseoso Caicedo de evitar la sangre, propuso a Joaquín de Paz y Juan José Caicedo, el patiano, un armisticio para capitular contra el dictamen de Macaulay y resintiéndolo él mismo. El cansancio, el hambre de la tropa y los muchos muertos en la refriega, todo obligó a la suspensión de las hostilidades, abrazándose recíprocamente los soldados, ya por la tarde del día 13 de agosto. Los nuestros se confundieron con el enemigo; dejaron los fusiles abandonados en el patio de la casa para ir a buscar algún alimento; pero los pastusos que estaban emboscados en los trigales, con el Capitán Villota, Delgado etc., se arrojaron sobre nuestros campos en desorden; y volviendo a hacer prisioneros a Caicedo, a todos los Oficiales y soldados, los condujeron en triunfo a Pasto, a sufrir en calabozos el tratamiento más inhumano, muchos la muerte, y Caicedo y Macaulay el patíbulo. El último se escapó al tiempo que se echaron sobre el campo los pastusos, y después de recorrer el territorio y puentes vecinos, a caballo, sin hallar recursos, fue al fin apresado en Buesaco por los indios, al segundo día, y conducido a Pasto. El Capitán Pedro Murgueitio, que se había quedado enfermo en el cuartel del hospital, con 117 soldados, también enfermos, pudo escaparse con la noticia del suceso de Catambuco y llegó a Popayán con toda la columna felizmente. “El comandante José Ignacio Rodríguez, llamado de Izcuandé con su tropa, por la Junta, con motivo de la insurrección de Patía, había seguido hacia Pasto para reforzar la División del Macaulay: en Patía supo su derrota y regresó a Popayán... Si aquel Comandante espera la improbación de los tratados, que no podían ser admitidos por la Junta, habría sido reforzado por Rodríguez; se habría desengañado de la ocupación del Guáitara por los quiteños, y no se habría perdido una tan valiente División y su brillante oficialidad... Macaulay habría sido seguramente uno de los buenos Generales de Colombia, por sus luces, su valor y su sobriedad.”(Santiago Arroyo, Obra Citada). El engreimiento de que se llenaron las tropas patianas por este triunfo, los llevó a cometer toda clase de excesos. Resolvieron tomar cruel venganza de los patriotas y especialmente de los del Trapiche y de su Cura, a quien inculpaban de ser el causante de los reveses sufridos antes. El terrible Juan José Caicedo asaltó el Trapiche en unión de José Antonio de la Torre y de Fray Andrés Sarmiento. Por fortuna el cura Gómez tuvo aviso del asalto y ante la inutilidad de intentar cualquier resistencia se retiró a ocultarse en la cordillera Central, en el Pongo, hoy la población de Santiago. 8

Exasperados los patianos por la huida de Belisario Gómez, dispersaron patrullas en su persecución, asaltaron su casa, ultrajaron su familia, robaron sus bienes, e incendiaron la biblioteca. En su furia los soldados se vistieron con los hábitos clericales, mofándose del Presbítero Gómez, imitándole ridículamente sus ademanes clericales. Luego que saquearon el Trapiche se dirigieron a Almaguer. Allí despacharon destacamentos en su persecución. Llegó a tal grado la cólera de los patianos que Juan José Caicedo y Fray Andrés Sarmiento dictaron pregón público en Almaguer, por bando el Comandante, y desde el púlpito el clérigo, ofreciendo pagar 500 patacones a la persona que entregara la cabeza del Cura del Trapiche. Llegó el sanguinario pregón hasta el refugio del Padre Gómez y para salvar su vida tuvo que atravesar a pie la Cordillera Oriental por los páramos de las Papas, en seis días de camino, hasta llegar a Timaná en el Huila. El Presbítero Alfonso Zawadsky, en su libro “Acción del Clero de la Independencia”, narra así estos hechos: “Voy a decir algo en prosa maciza en materia de pillerías realistas, en contra de un sacerdote insurgente, prócer de los más ilustres que tuvo el antiguo Cauca, el Padre Domingo Belisario Gómez, Cura del Trapiche que hoy se llama Bolívar. Andaban los patianos hechos mas Atilas desde cerca de Popayán hasta mas allá de Pasto capitaneados por el Presbítero Morcillo y el Padre Andrés Sarmiento, dominico, natural de Buga ambos a dos hechos unos ogros contra los insurgentes del Rey, y por el negro Juan José Caicedo, capataz terrible, ladrón y sanguinario, pero buen soldado del Rey, a quien en materia de lanza ensangrentada, nuestro famoso Maza le quedaría como decimos, tachuela y apenas le llegaría abajo del tobillo. Un día se entraron a la Parroquia del Padre Gómez, por cuya cabeza había ofrecido en Almaguer el Padre Sarmiento $500 (quinientos pesos) con pregón público, según dice el prócer en una carta del 12 de abril de 1849 a don Fernando Caicedo y Camacho. Saquearon la casa, robaron cuanto había, hasta la sotana del cura; lo sacaron a media noche de Popayán con escolta de 200 soldados: Él dice así: “Los delitos y excesos cometidos en Patía o desde las márgenes de Popayán hasta Pasto son execrables y merecen una gran parte de la historia; basta decir que de las haciendas y de aquel Valle, consumieron más de 20.000 reses”. La parroquia quedó sin cura Titular hasta principios de 1815, cuando regresó, interino lo fue el Padre realista Joaquín de Tejada. Esto ocurría en septiembre de 1812. He aquí cómo narra el prócer esta odisea en la exposición dirigida al Congreso en 1833: “En 1812 para salvar mi vida tuve que fugar hacia Timaná pues el bárbaro Juan José Caicedo auxiliado del Padre Sarmiento y José Antonio de la Torre, perseguían mi existencia hasta el extremo de publicar bando en Almaguer ofreciendo 500 patacones por premio al que entregara mi cabeza. Atravesé a pie la fragosa montaña de las Papas, que tiene 6 días de camino, abandonando mi casa y mi familia y todos mis bienes, que fueron saqueados por los realistas, sin excepcionar mis libros y aún los hábitos clericales con los que se vistieron los soldados para mofarse de mi persona públicamente.” En esta época tenía 51 años de edad el Cura del Trapiche. En Timaná permaneció el Padre Gómez hasta cuando fue informado que la Junta de Popayán se había vuelto a instalar y de que se había dirigido a Santa Fe en solicitud de auxilio y que el Presidente Nariño atendía esta petición y marcharía personalmente al Sur. Popayán había sido ocupada por los patianos en Septiembre y recuperada por los patriotas en Octubre de 1812, pero continuamente se veía asaltada, por lo cual se resolvió esta demanda de auxilio a Santa Fe. Las fuerzas realistas cobraron mayor vigor en el sur. Quito había sido ocupada por el nuevo Presidente Toribio Montes, quien envió una fuerte expedición a Pasto a las órdenes del Coronel Juan Sámano, para que allí se reforzara con las tropas realistas pastusas para tomarse a Popayán y que, nuevamente reforzado con la división del Patía, siguiera a apoderarse de la misma Santa


Fe. El Coronel Sámano llegó en mayo a Pasto al frente del Batallón del Real de Lima y se dirigió hacia Popayán. En Mercaderes lo esperaban Juan José Caicedo y Simón Muñoz con un escuadrón de caballería patiana. Desde allí intimidó Sámano rendición a la Junta de Popayán, la cual no contestó el ultimátum. Del pueblo de la Horqueta, hoy Rosas, Sámano envió al Capitán Vélez repitiendo la rendición y ofreciendo garantías. La junta convocó a Cabildo Abierto y ésta resolvió no aceptar la capitulación. A pesar de ésto la Junta envió comisionados hasta el Tambo, para que Sámano ratificara por escrito sus ofertas lo que no aceptó. La Junta Resolvió llegar a un acuerdo, intento que rechazaron los militares, quienes se retiraron con las tropas a Piendamó. El 1º de julio entró Sámano a Popayán y la ocupó militarmente. Los soldados del Batallón del Real de Lima, los pastusos y patianos saquearon durante meses las casas de los patriotas y se apoderaron de todas las caballerías del contorno. Las tropas patriotas se dispersaron y toda la Provincia de Popayán cayó en poder de Sámano, quien persiguió a los patriotas desterrando a los notables a Quito. Vimos que el Padre Gómez había regresado de Timaná a Popayán. En diciembre supo que el General Nariño había salido de Santa Fe por la vía de la Plata. Entonces se apresuró a escribirle indicándole la conveniencia estratégica de que enviara desde la Plata un destacamento por el Valle de Las Papas para que descendiera a Almaguer y al Trapiche y le sirviera de defensa y contrafuerte en la travesía que debía emprender de Popayán a Pasto. Ya veremos cómo atendió el General Nariño esta indicación. El Canónigo Mariano Urrutia, furibundo realista desde los tiempos de Tacón y a quien Sámano nombró Gobernador del Obispado, tuvo conocimiento de que su compañero, el Cura Gómez, había escrito al General Nariño a la Plata, e inmediatamente ordenó que se le apresara en el convento de San Francisco y que se le siguiera causa criminal. El Padre Gómez en la exposición citada narra así su prisión: “El Canónigo Urrutia, hoy Maestro Escuela, Provisor y Gobernador del Obispo en tiempo de Sámano, por sólo la sospecha de que Gómez tenía correspondencia con el General Nariño que estaba en la Plata y que a un indio le había dado cartas para aquel General, me puso preso en el convento de San Francisco y me siguió causa”. Las persecuciones de Sámano y sus tenientes se extendieron hacia la Parroquia del Trapiche. Esta fue terriblemente perseguida y su Cura, Belisario Gómez, sufrió las fatigas de la venganza realista. Sus servicios continuos a la Patria, sus exhortaciones a los pueblos en favor de la Independencia, sus indicaciones estratégicas a las tropas patriotas, los recursos pecuniarios en ganados y en caballerías que suministró a las tropas republicanas, eran motivos suficientes para irritar al tirano y ordenar la persecución del sacerdote. Sámano que se adelantó hasta ordenar el fusilamiento de mujeres, como Policarpa Salavarrieta, no se atrevió a llevar al cadalso a ningún sacerdote y así se explica que escaparon de la muerte Presbíteros eminentes y decididos patriotas, como el cura del Trapiche. El Padre Gómez fue hecho prisionero, se le decretó destierro a Manila, Filipinas e inmediatamente, con una escolta de 12 esbirros fue remitido por el puerto de Barbacoas. En el camino se cambió la orden y fue conducido a Quito para que la sentencia fuese revisada personalmente por el Presidente Toribio Montes. Este comprendiendo la altísima valía moral, intelectual y social del Padre Gómez, lo trató con consideración y después de retenerlo varios meses en Quito, le permitió regresar a su Parroquia del Trapiche. “Sámano dio la orden de destierro a Manila, lo llevaron hasta Quito en 1813 pero, agrega él: “Montes, después de 11 meses que estuve en Quito, me restituyó a mi curato y a la Vicaría de Almaguer...; no obstante, de los chapetones libéranos Dómine”. (Alfonso Zawadsky, Obra Citada).

En la exposición del Padre Gómez a los congresistas de 1833 dice: “Cuando el bárbaro Sámano ocupó Popayán en 1812, fui acusado por patriota, me puso preso y desterró a Manila con otros patriotas, remitiéndome con la escolta de 12 soldados hacia Barbacoas por la Provincia de Pasto, y sólo por alta Providencia, sólo llegué a las márgenes de las montañas de Barbacoas, de donde fui conducido a Quito a ser juzgado por el Presidente Toribio Montes, y logre ser restituido al curato”. Indecible fue el júbilo con que los feligreses de la Vicaría de Almaguer y especialmente los parroquianos del Trapiche recibieron en 1814 al Cura al retorno del destierro que tantas penalidades le produjo y que atormentó dolorosamente a los patriotas.

CAMPAÑA DEL GENERAL NARIÑO EN EL SUR Las persecuciones de Sámano se suspendieron por el avance de Nariño, quién después de varios encuentros favorables, el 15 de enero de 1814 atacó a Sámano, quien se había fortificado en la hacienda de Calibío. El combate fue atroz y la victoria se decidió por los patriotas. Esto motivó la retirada de Sámano hasta Pasto y la entrada triunfal del General Nariño a Popayán. El General Nariño organizó la administración civil y eclesiástica de Popayán y convocó a todos los Cantones de la Provincia para que eligieran sus delegados al Colegio Electoral y Constitucional el cual, instaló el 4 de marzo con asistencia de representantes de todos los Cantones, a excepción de Pasto, Barbacoas y Almaguer. Este Colegio hizo la declaración trascendental y solemne de que la Provincia de Popayán se independizaba definitivamente del Gobierno de España; reconoció la autoridad del Congreso de la Unión reunido en Santa Fe, en su calidad de Provincia Federal; envió, como representantes al Congreso General, a los doctores Joaquín Ortiz y Jerónimo Torres y organizó el periódico “La Aurora”, cuyos directores fueron los doctores José Antonio Pérez de Valencia y Arroyo y Manuel María Quijano. El hecho de que Almaguer no acreditara delegado al Colegio Electoral y Constituyente (La Asamblea de mayores proporciones políticas que ha habido en Popayán, desde que se fundó hasta hoy, y que ejerció una influencia perdurable en todo el occidente Colombiano, desde el Quindío hasta Rumichaca), motivó que a Almaguer se la tachara acremente de realista y que se la criticara por los historiadores de la revolución. Esto admite el relativismo del tiempo y de las personas, pues en ella residían las autoridades españolas del Cantón como lo eran el Teniente de Gobernador, el Alcalde de primera y segunda nominación, el Alcalde Ordinario de la Santa Hermandad, los Capitanes de Milicias Reales, los Escribanos Públicos, el Vicario Provisional del Cantón y familias que tenían vinculaciones de sangre y de intereses con España. Esto motivó que las autoridades hicieran presión sobre los vecinos para constituir un núcleo realista. Vimos que en 1810 Almaguer tomó parte en el movimiento independiente, pero ésto se debió a que aún no se había decidido el desconocimiento del Rey y a las influencias personales del Presbítero Gómez. Retirado éste del Trapiche, huyendo de la persecución, los vecinos siguieron la presión realista. Así se explica que Almaguer no enviara delegado al Colegio Constituyente, ni a la Asamblea Electoral que se reunió en Cali en 1820 y que en octubre de 1822 juraba fidelidad a Fernando VII, cuando Agualongo y Merchancano intimaron desde Pasto a las municipalidades. Realistas fueron en Almaguer ciudadanos notables como los Paz, Rivera, Muñoz, Abella, Ruiz, Gaviria, Morcillo y Ordóñez. Realistas fueron las poblaciones de Pancitará, Patía y Mercaderes que estaban dominadas por Almaguer. Entre los jefes patianos que acaudillaban las guerrillas habían distinguidos hijos de Almaguer como el Presbítero José María Morcillo. Pero Almaguer dio una ingente contribución a la independencia. De sus plazas salieron numerosos soldados 9


voluntarios patriotas y enriqueció el catálogo de los próceres del Cauca con siete figuras de primera magnitud: Domingo Belisario Gómez, cuya biografía motiva este estudio; el General Juan Bautista Guzmán; el Coronel Justo Antonio Zúñiga, nacido en la Herradura; el Capitán José María Manzano, Alcalde y Juez político del Cantón, quien sufrió persecuciones hasta hallarse en capilla para ser fusilado por motivo de sus servicios a la independencia; el Presbítero Juan Nepomuceno Manzano, hijo del anterior; el Proveedor Santiago Fuentes, a quien Sámano persiguió y desterró de Almaguer por patriota y que injustamente fue alanceado por los Patriotas en Popayán y el Vicario Salvador Antonio Morcillo. Estas figuras proceras salvan con ventaja la responsabilidad histórica de Almaguer por su fidelidad al Rey, que fue obra no de los nativos, sino de los españoles y descendientes de los conquistadores que defendían sus intereses con España. Ver Apéndice 12 Reseñas biográficas de próceres almaguereños- Monografía de Almaguer, por Arcesio Guzmán Volvamos al General Nariño. Arreglado el Gobierno de Popayán, se dirigió a Pasto a principios de Abril. Antes había llegado al Trapiche la columna patriota, que por indicación del Cura Gómez despachó por el Páramo de las Papas a tomarse a Almaguer, al mando del Capitán Bonilla, quien por esta hazaña fue ascendido a Coronel (ya que con este título figura días después con motivo de su muerte heroica en la batalla de Tacines) y el Teniente Juan José Bejarano, quien fue ascendido a Capitán. La hazaña de esta travesía es una proeza, aún cuando no tan ínclita y notoria como lo fue el paso de las tropas libertadoras por el Páramo de Pisba. El General Nariño, logró salir del Patía, superando este medio hostil y cruel para la causa patriota, gracias a su admirable destreza y a la estricta disciplina con que condujo al ejército. Su siguiente faena fue enfrentarse a las fortificaciones militares del Juanambú, las que estratégicamente y decididamente fueron defendidas y atacadas. Nuevamente Nariño logra dominar otro difícil obstáculo y compromete a la fuerza realista en una batalla en Tacines, donde triunfa el 9 de Mayo. El General Aymerich ordena la retirada del ejército realista hacia Quito. El General Nariño decide entonces la inmediata toma de Pasto. Se precipita a este objetivo con solo 3 batallones. Los pastusos defendieron tan valerosamente la ciudad, que el l0 tuvo que retroceder el General Nariño en busca del grueso del ejército. Este, en vez de avanzar, había huido precipitadamente, alarmado por la noticia falsa de la derrota y por la orden indebida del Coronel José Ignacio Rodríguez, quien disponiendo de una fuerza muy superior a la necesaria para dominar a Pasto, optó por abandonar al General Nariño. Este fue tomado prisionero y conducido a Quito, de allí a Lima finalmente a la cárcel de Cádiz. Así termina esta expedición que tantas esperanzas alentaba para la Independencia americana y se trunca la más decidida y elevada vocación revolucionaria en la Nueva Granada: Antonio Nariño. El comandante Cabal logró salvarse con los dineros del ejército. Las guerrillas patianas, a órdenes de Joaquín de Paz, lo persiguieron tenazmente y le prepararon una emboscada en la montaña de Bateros, cerrando el camino y las veredas con fuertes palizadas donde habría perecido con las tropas fugitivas. Mas por fortuna, el Padre Gómez tuvo conocimiento de esta emboscada y despachó inmediatamente un expreso y un guía a Cabal para notificarle del peligro e indicarle un sendero aislado que evitaba el paso de Bateros. Este aviso salvó a Cabal quién llegó con las tropas a Popayán, el 23 de mayo. “Un aviso pronto y oportuno del Cura del Trapiche, D. Belisario Gómez, salvó de este riesgo a Cabal, que tomó otra vereda” (Santiago Arroyo, obra citada). Este suceso lo relata Don José Manuel Restrepo en su obra “Historia de la Revolución de la Nueva Granada en la América 1 0

del Sur”, tomo cuarto, páginas 203 a 205, editada en París, Librería Americana en 1827, en la siguiente forma: “Año de 1814, marzo 14. “Los restos de las tropas Republicanas al mando de Cabal siguieron hacia Popayán. El caudillo de los patianos Joaquín de Paz tuvo la osadía de intimidarlas que se rindieran a ciento cincuenta hombres que tenía; pero inmediatamente fue puesto en dispersión: él mismo formó también una emboscada en la montaña de Bateros cerrándola con abatidas de árboles, para envolver el ejército republicano; pero un aviso oportuno del Cura del Trapiche, doctor Belisario Gómez, le salvó de este riesgo y Cabal tomó otra senda. La retirada se hizo por el Tablón de los Gómez y por los pueblos de San Pablo, La Cruz, Almaguer y Trapiche, con el objeto de sacar algunos recursos de aquellas poblaciones, como efectivamente se sacaron. La tropa se mantuvo con maíz tierno o choclo y caña de azúcar. En toda la marcha fue molestada por partidas que obstruían los pasos, principales, que cortaban los desfiladeros, y hacían un fuego casi continuo a derecha e izquierda, a la vanguardia y a la retaguardia. Una columna de consideración se presentó en Santa Lucía a disputar el paso que se forzó a punta de bayoneta. Así continuó el ejército hasta Popayán en donde entró el veinticuatro de mayo en número de novecientos hombres. La Pérdida total durante la expedición fue de cerca de seiscientos, igual número de fusileros con todos los bagajes y artillería. También se salvaron sesenta mil pesos”. La derrota del General Nariño produjo un desconcierto pavoroso en toda la Nueva Granada y especialmente en Popayán, que fue asaltada continuamente por las guerrillas patianas. En julio de 1815 las tropas realistas a órdenes del Coronel Aparicio Vidarráusaga, nombrado Gobernador de Popayán por el Presidente Montes, ocuparon la ciudad. El ejército patriota se atrincheró en el río Palo y el 5 de julio se enfrentaron las fuerzas en el Llano de Japio, donde los patriotas, al mando de los comandantes Cabal y Liborio Mejía, obtuvieron una espléndida victoria. Allí pereció heroicamente el jefe patiano Joaquín de Paz. Vidarráusaga huyó a refugiarse a Pasto y el 9 de julio los patriotas recuperaron a Popayán. Reintegrado en 1815 a su Curato, después de las persecuciones y destierro en Quito a causa de sus actividades en pro de la revolución de Independencia. Posteriormente en 1817 es nombrado Juez Eclesiástico de su Curato y Vicario en los términos de su Parroquia. En 1818 vuelve a ser nombrado Vicario en los Curatos de Mercaderes, San Antonio de Patía y Pancitará. En 1820 recibe el título de Examinador Sinodal del Obispo de Popayán. Es conveniente anotar que el Presbítero Domingo Belisario Gómez, como político y patriota fue perseguido, apresado, juzgado y desterrado, incluso con la intervención de miembros del clero realista, pero en ningún caso le fue desconocida su calidad de sacerdote y su jerarquía eclesiástica. Pero ya la Nueva Granada sufría sus días de amargura y de sangre. En diciembre de 1815 el pacificador Pablo Morillo había tomado a Cartagena y despachado tropas a someter todas las Provincias, y el Presidente Montes desde Quito dispuso otra expedición al mando nuevamente del Brigadier Juan Sámano. La naciente República estaba invadida por todos los extremos y sólo quedaban fuerzas patriotas en Popayán y en los Llanos de Oriente. El Congreso y el Presidente de la Unión, Dr. José Fernández Madrid, se habían retirado de Santa Fe y refugiado en Popayán. Época angustiosa y de medidas drásticas fue ésta para la ciudad. Algunos miembros del Congreso depusieron al Presidente Fernández Madrid y eligieron al estudiante General Custodio García Rovira como Dictador, y como Vicepresidente al Comandante Liborio Mejía, quien ejerció la Dictadura. Popayán era el reducto final de la libertad y las esperanzas todas de la patria convergían afanosamente hacia los paladines que la defendían. En tan críticos momentos los milicianos patriotas tomaron la resolución desesperada de declarar la guerra a muerte


sin conceder cuartel a nadie. El Dr. Santiago Arroyo, el lactancio que como testigo narra esta jornada de pavor, dice: “Ellos hacen un convenio secreto en que juran morir antes que entregarse a los españoles y aún sacrificar a todo el que pretendiese persuadir la esclavitud y sumisión a los tiranos. Este documento firmado por todos los oficiales del ejército, fue, según parece, uno de los que llegaron a manos del General Morillo y por lo que los condujo a los patíbulos.” En los fastos de las naciones estaba señalado a la Nueva Granada el momento trágico de la purificación cruenta que precede a la glorificación, y todo el fervor, todo el heroísmo y todas las medidas supremas, fueron inútiles. Sámano había llegado a El Tambo y el 29 de junio debía decidirse, adversamente por las armas, la suerte de la República. La batalla se dio en la Cuchilla del Tambo con el encarnizamiento desesperado de los republicanos que defendían el último jirón de la patria y el honor de las huestes antes victoriosas. Pero todo encalló ante el número mayor de enemigos y el empuje bravío de las tropas realistas y sobrevino la derrota que acabó con la esperanza de independencia y poderío que sustentaba a la Nueva Granada. En esta nefanda etapa para los patriotas, a Belisario Gómez se le impone el silencio por parte de las autoridades españolas y se le imponen cuantiosas contribuciones económicas para el ejército realista. Desde esa época, hasta el año de 1819, su labor fue silenciosa, debido a que los patriotas tenían que vivir escondidos en guaridas y los que no pudieron escapar tenían que dar exorbitantes contribuciones forzadas para el sostenimiento de los batallones realistas. Pero la hora de prueba iba pasando para Nueva Granada y el martirio purificaba y preparaba para el momento definitivo de la Independencia Victoriosa. No le es posible, en secreto, mantener el ánimo de sus feligreses a favor de la causa patriota. Un documento que ilustra sobre esta situación, es el informe que en 1825 dirigiría el Cabildo de Almaguer al Sr. Intendente del Departamento del Cauca, sobre la conducta de los eclesiásticos, el cual en uno de los párrafos referidos al Cura Gómez, dice: “Tan constante y notoria es la adhesión del Presbítero Domingo Belisario Gómez al Gobierno Libre, que desde el año de 1810 en que se dio principio la revolución política hasta lo presente, se ha manejado constante en su opinión pública, haciendo ver con sus insinuaciones públicas y secretas a su feligresía, dando a saber las gacetas y demás escritos de los felices progresos de nuestras armas, por lo cual y el entusiasmo de este eclesiástico ha motivado que su feligresía se distinga en el día en un decidido patriotismo y servicios voluntarios a la República”. Entre 1809 y 1821, a El Trapiche se le impusieron onerosas contribuciones de guerra a favor del Rey. En 1809, cuando el Gobernador Tacón reforzó a Pasto, contra el ejército de los Independientes de Quito; en 1810 y 1811 para la expedición del Guáitara y cuando Tacón estableció su Cuartel en el Trapiche, en 1815 para el ejército que comandó Sámano contra Popayán; en 1819 para las fastuosas tropas del Numancia; para la instalación y sostenimiento del Hospital del Batallón del Rey; en 1821 para el Batallón Aragón, para la División del General don Sebastián de la Calzada.

LA CIUDAD MARTIRIZADA El 1º de julio de 1816 el Brigadier Sámano ocupó militarmente a Popayán y ¿a qué narrar las páginas sangrientas de la más cruel venganza con que las tropas realistas enlutaron la ciudad? Ningún patriota, ya fuese el oscuro hijo del pueblo, el opulento comerciante, el soldado o caudillo valeroso, el intelectual dedicado al estudio y a la ciencia, todos cuantos cayeron en poder de

los realistas, pagaron con sus vidas en el cadalso o en las prisiones su amor a la República. Popayán dio en contribución de sangre la vena más pura, rica y caudalosa que debía anegar y fructificar el suelo martirizado de Colombia. El Brigadier Sámano y sus tenientes surgen en la historia de la independencia americana como ejemplo de tiranos sanguinarios. Los sufrimientos de la ciudad de Popayán han sido escritos por los historiadores Arcesio Aragón, Gustavo Arboleda y José María Arboleda, de cuyos trabajos admirables tomamos los datos que motivan este relato. Sobre el martirio patriota de Popayán citamos estos testigos irrecusables: Carta oficial dirigida en 1821 al Ayuntamiento por el Procurador Municipal don Santiago Arroyo, indica estas medidas: “Que se nombre Inspectores de Barrio para visitar diariamente las casas de las familias menesterosas, procurarles socorro y evitar de esta suerte que continúen muriendo de hambre muchas personas; y que los Alcaldes recojan las llaves de las casas que han quedado vacías, para salvarlas de la destrucción total”. El General Manuel Antonio López, otro de los testigos de la toma de Popayán, narra: “Los excesos que cometieron los realistas fueron espantosos. La guerra a muerte, puso el pánico entre los desgraciados patriotas, de los cuales muy pocos se salvaron. Don Basilio García, Comandante de Batallón Aragón, español cruel y sanguinario, no dejó con vida ni a los heridos que a su paso encontró en las calles y en la plaza y mucho menos a los prisioneros que hizo el Batallón. Dueños de la ciudad procedieron a saquear los almacenes y algunas casas principales; ocho partidas, como perros de caza se distribuyeron a buscar en las zanjas y bosques a los fugitivos, quienes en el acto eran asesinados; y si conducían algunos ante don Basilio, eran decapitados, en su presencia con un sable de latón, a orillas del río Molino que queda inmediato. En la acción sólo murieron unos 50 y como 250 perecieron asesinados por los soldados del Aragón”. El Cabildo de Popayán, en marzo de 1821, decía al General Pedro León Torres: “Desde el pueblo de Chapa por el sur, hasta el río Ovejas por el Norte, en una extensión de 27 a 30 leguas, no se presentan a la vista animales domésticos de ninguna clase; ya desde el año de 1815 se habían consumido mas de 45.000 cabezas; de allí para adelante la destrucción de los ganados fue total; y si para lograr la curación de un enfermo fuera preciso proporcionarle una taza de leche o de suero, moriría seguramente, por la imposibilidad de conseguir el remedio.” El Libertador, en carta dirigida al General Santander desde Popayán el 8 de marzo de 1922, dice: “Esta provincia ha hecho sacrificios y así va el ejército perfectamente equipado, sin que le pueda faltar nada sino dinero. Yo creo que el gobierno debe dar un decreto a favor de la Provincia de Popayán, para que proponga ella misma las indemnizaciones que crea convenientes por los inmensos sacrificios que ha hecho durante toda esta guerra. Ya el Cauca está arruinado como Pamplona; sus propietarios han quedado reducidos a nada, de ricos que eran, y esto es muy duro sufrirlo de parte del mismo Gobierno que reina”. El Dr. Arcesio Aragón cuenta así en páginas fulgidas el tributo de sangre que dio la ciudad procera: “La cosecha tajada por la segura pacificación fue abundante en este suelo: y cuando no lo fuera, bastarle a Popayán para figurar en la primera pagina del martirologio republicano, exhibir los nombres de Camilo Torres, Francisco José de Caldas, Francisco Antonio Ulloa, Fidel de Pombo, O’Donell, Silvestre Ortiz, Domingo Arboleda, José María Quijano, Miguel de Pombo, el Conde de la Casa Valencia...Otros muchos, llevaron por luengos años la carlanca del presidiario, como Ignacio y Jerónimo Torres, José Mallarino López, Manuel José Castrillón, Manuel de Pombo, Antonio Arboleda, Francisco José Quijano, Manuel María Quijano, Luís Quijano Carvajal etc.; algunos murieron en el destierro, como Toribio Miguez Rodríguez, el Presbítero Andrés Ordóñez etc. En cuanto a los que perecieron en los campos de batalla, o inmolaron en masa, la cifra es incontable. Esto en cuanto a la contribu1 1


ción de sangre; que en lo tocante a los sacrificios pecuniarios los datos que contienen los libros capitulares hablan con la elocuencia de los números. Dieciocho veces fue ocupada militarmente la ciudad en el decurso de la guerra, algunas a fuego y sangre no sólo por las tropas peninsulares, sino por las hordas vandálicas de negros patianos que la tomaron a saco... En representación enviada por el Cabildo el 21 de agosto de 1821 al Congreso Constituyente de Cúcuta, decía aquel cuerpo refiriéndose a los sacrificios de la reconquista: “jamás podrán curarse las cicatrices de las heridas mortales. Popayán fue oprimido y castigado sin piedad por la acción de la Cuchilla, por la hospitalidad generosa a los emigrados ilustres de Bogotá y demás ciudades del Norte y por sus servicios a la Patria. Ejecuciones, destierros, prisiones, extracciones violentas de dinero, de ganado, de caballerías, destrucciones de todo para vestir asiáticamente los batallones, fue lo que experimentó esta ciudad de aquella época y lo que de nuevo volvió a sufrir bajo el comandante Calzada, con una dureza que no podremos olvidar; nuestros campos quedaron hasta sin espigas; y el resultado fue quedar el pueblo reducido a tanta miseria que luego que abandonó la ciudad, morían algunos de hambre y congoja en las aceras de las calles. La historia de los sacrificios de Popayán y de su decisión heroica por las causas de la República no es, pues una leyenda, es una historia escrita con la sangre de sus hijos y que la Patria ha guardado memoriosa y agradecida en sus anales. “Yo creo con mucho gusto, dijo Pascal, aquellas historias cuyos testigos se han dejado degollar por sostenerlas”. El Sr. Nemesio Rincón, historiador de Pasto; dice: “Lo que sufrió entonces la ciudad de Popayán con los asaltos de los guerrilleros y el saqueo de los realistas no es materia para esta corta y desmembrada relación. Cuando algún día se haga la historia completa de Colombia, y se conozcan todos los documentos que se han publicado y los inéditos, se hará justicia como merece a esa ciudad madre de sabios y cuna de ilustres patriotas”. El Maestro Guillermo Valencia, el ilustre hijo de la ciudad y el más amoroso de sus cantores, ha escrito estas líneas de Antología: “De todos es conocido su entusiasmo durante la magna lucha, pues quien habla de la independencia no puede dejar de evocar los nombres de Torres, su tribuno y su publicista; de Caldas, su sabio, de Mosquera, su diplomático, de Ulloa y Quijano, sus frenéticos amadores; de López, Castrillón y Ledezma, tres de sus heroicos incontables; todavía resuena en nuestros oídos el relato de los padecimientos de la ciudad querida por la causa de la República, conque al amor de la lumbre nos adormecían nuestros abuelos; y ahora que esos recuerdos vuelven a refrescarnos, parecemos más bien que historia nuestra, las narraciones frescas y sencillas, empapadas en lágrimas, que tanto nos conmueven en las páginas de Lactancio. Oh! Cuán hermosa se desenvolvía la épica leyenda: El pueblo acuchillado y saqueado veintidos veces; la sangre que descendía en cascadas por las escaleras de las casas tomadas a bayoneta: el lamento desgarrador de las madres que bañaban en lágrimas los ensangrentados patíbulos, el hombro en que caían confundidas las reliquias preciosas de sabios, héroes y santos, las plantas trepadoras que, adueñadas de las habitaciones vacías se desprendían de lo alto de los techos y balcones, sobre las calles solitarias; los cuervos que aleteaban sobre las cabezas de los mártires, suspendidas de escarpias...; admirable conjunto en que la ciudad doliente, a semejanza de aquellas soberbias construcciones antiguas, maltratadas por el tiempo, donde quiebran los rayos el sol poniente, parecía iluminada a los fulgores de su corona de martirio”.

de Popayán, quienes comenzaron a organizarse en guerrillas para incorporarse a las fuerzas que el Vicepresidente Santander envió al Sur, a órdenes del General Joaquín París. Los realistas abandonaron la ciudad, teatro de su masacre y el 21 de octubre de 1819 el General París recuperó a Popayán; pero en enero de 1820 las tropas realistas, al mando de Calzada, se apoderaron nuevamente de ella. El 4 de Junio el ejército republicano, al mando del General Manuel Valdés, derrotó a los realistas en Pitayó. El 14 de julio entraron a Popayán los patriotas. La unión de Venezuela y la Nueva Granada en la República de Colombia, decretada en 1819, por el Congreso de Angosturas, aseguraba la estabilidad del Gobierno Independiente y daba confianza a los pueblos. La provincia de Popayán pudo reunir tranquilamente su Asamblea Electoral en Cali. La incorporación de Guayaquil a Colombia y la Independencia de Cuenca hacían indispensables la campaña libertadora sobre Pasto, que era el baluarte realista. En el sur, el General Valdés emprendió su marcha hacia esa ciudad, el 1º de enero de 1821, que estaba defendida por el Coronel Basilio García. Valdés ocupó el campo de Genoy el 2 de febrero y presentó un encarnizado combate que terminó con la derrota de los patriotas. Antes el 25 de noviembre de 1820 se había convenido entre el Libertador y el General español Pablo Morillo el armisticio de Trujillo. Con motivo de éste se fijó en el sur de la Nueva Granada, como línea divisoria entre las fuerzas realistas y patriotas, la línea del Río Mayo. Pero como el comandante español García presentara resistencia y dificultades, el Libertador envió a fijar esta línea al General Antonio José de Sucre, quien tomó el mando de las tropas patriotas que acababan de ser derrotadas en Genoy. Sucre determinó establecer un cuartel general para reorganizar las divisiones, sostener el hospital de sangre para la curación de los heridos y proveerse de ganados y víveres para las tropas. En la vertiente media de la Cordillera, con perspectiva al panorama a las mesetas escalonadas del Valle del Patía, existe un reducto natural para resguardo de las tropas y estratégico para las operaciones militares. Tal sitio es la loma o fundo donde se extiende El Trapiche, hoy la ciudad de Bolívar. Las estribaciones de la cordillera con sus cerros enormes le sirven de amparo y defensa, y las colinas pequeñas que se empinan sirven de atalaya, pues de ellas se domina ampliamente la gran extensión del Valle del Patía. En una de estas colinas cercanas a la población, precisamente en la llamada Cerro del Cobre, un día final de la colonia, sirvió de observatorio al sabio Francisco José de Caldas, quien sorprendió en ella un bellísimo fenómeno de perspectiva al ver que su sombra se extendía dominando el Valle del Patía. Este fenómeno demuestra toda la amplitud de visión, todo lo espléndido del panorama que se abarca desde estos cerros y colinas. La perspicacia guerrera del Gobernador español de Popayán Miguel Tacón le hizo descubrir desde 1811 que el Trapiche era un sitio estratégico para las tropas que debían actuar entre Popayán y Pasto y entre Santa Fe y Quito. El General Antonio José de Sucre, verdadero técnico de la guerra, sabía de las condiciones topográficas y estratégicas del Trapiche y conocía que sus habitantes, con el Cura don Domingo Belisario Gómez a la cabeza, constituían un núcleo patriota caracterizado, a pesar de todas las persecuciones y vicisitudes de la guerra; sabía también que hacia el interior de la Cordillera Central abundaban los cultivos agrícolas y que podían formar una despensa abastecida en el Trapiche, y con su gran visión certera inmediatamente que se encargó de las tropas dio orden de que se estableciera el cuartel en El Trapiche y UN REDUCTO DE LA LIBERTAD El calendario de la libertad debía perpetuarse para la Nueva así fue como el 10 de febrero de 1821 las tropas patriotas sentaGranada en el año de 1819. La entrada del Libertador Bolívar ron sus cuarteles en este reducto de la libertad. Todo el vecindario a Santa Fe, después de la Batalla de Boyacá, fue el grito de libe- se aprestó regocijado a ofrecer el concurso de su vida y sus bienes ración para los patriotas ocultos y consternados de la Provincia a los libertadores. 1 2


A pesar de que dominaba el realismo y de que las autoridades perseguían al criollismo insurgente, los habitantes del Trapiche no habían vacilado en su decisión por la libertad, y años más tarde así lo reconocía, en momento solemne, el Cabildo Republicano de Almaguer. No hay como ponderar toda la satisfacción y entusiasmo con que el Párroco Gómez recibió al General Sucre. Su persona, sus bienes, su casa, sus haberes domésticos, todo fue puesto efusivamente a las órdenes del General. Los jefes patriotas, que heroicamente habían resistido durante 10 años las acometidas vandálicas de las guerrillas patianas, se presentaron a ofrecer sus servicios al General, para distinguirse en acciones de más renombre. Allí se presentó el héroe almaguereño Juan Bautista Guzmán, quien se hizo apreciar tanto por el General Sucre, que desde esa época fueron compañeros constantes y juntos estuvieron después, desgajando laureles, en Matará, Junín y Ayacucho y juntos fueron en la acción de Tarqui. Allí también concurrió Justo Antonio Zúñiga (Ver Apéndice 15), de la Herradura, el valeroso defensor del Trapiche contra los asaltos patianos, y a quien le correspondería más tarde combatir al famoso guerrero Agualongo; y allí estuvieron los vecinos del Trapiche, que tan cruel persecución habían sufrido de los patianos y veían llegar la hora triunfal de vengar los agravios realistas. De ese núcleo de patriotas salieron muchos soldados que perecieron desconocidos en los campos libertadores, y finalmente, allí estuvieron las mujeres, madres, esposas e hijas de los héroes, que iban a ofrendar sus modestos ahorros para el ejército libertador. La contribución, reducida en número, pero de altísima valía relativa, que dio El Trapiche fue constante en la libertad y no tuvo nunca una vacilación, 16 veces antes de 1822 y 6 veces en 1824 por esta causa fue asaltado y saqueado, 22 veces, ultrajados y escarnecidos sus habitantes; despojados sus hacendados y agricultores hasta el punto de que el Padre Gómez, según carta escrita en 1849 al Dr. Joaquín Caicedo Camacho, fija en 20.000 cabezas los ganados que fueron degollados y da la cifra de 160 caballerías que sacaron los patriotas, según carta escrita en 1836 al Dr. Santiago Arroyo. Significativa contribución para un pueblo incipiente y para una región, cuyos habitantes eran pobres. Veremos después todo el contingente personal que se sacó de las plazas y campos de esta fundación del Padre Gómez. El entusiasmo que despertó la presencia del General Sucre en El Trapiche fue tan grande, que el Comandante patiano Simón Muñoz, aquel famoso guerrillero intrépido de la guerra en el SurOccidente de la Nueva Granada, quien combatió a los patriotas y aprisionó en Paispamba al Coronel de Ingenieros Francisco José de Caldas, el sabio, y a muchos otros próceres, aquel guerrillero decimos resolvió incorporarse a las fuerzas libertadoras y presentarse ante el General Sucre. Este lo admitió como Teniente Coronel. Simón Muñoz fue asaltado arteramente en Quilcacé por sus antiguos soldados patianos. Herido y hecho prisionero fue conducido a Pasto y en la prisión rematado. El Congreso de 1821 dictó la Ley sobre amnistía a los antiguos militares realistas, con reconocimientos de sus grados. El General Sucre permaneció en El Trapiche hasta principios de marzo de 1821. Discutida y fijada la línea divisoria del armisticio en el Río Mayo, dejó para resguardarla un destacamento de 300 hombres al mando del Comandante Pedro Antonio García y se retiró a Popayán, para luego embarcarse en Cascajal, hoy Buenaventura, con una División y seguir a Guayaquil a la gloriosa campaña libertadora del Sur. En el mando del ejército le reemplazó el General Pedro León Torres. El Padre Gómez en la citada exposición, compendia así este suceso: “Por éste tiempo sufrió la patria los funestos sucesos de la jornada de Genoy, y el General Sucre arribó al Trapiche con una tropa moribunda por la pérdida de equipajes y víveres en la precipi-

tada derrota, sin que les hubiera quedado ningún dinero y para el sostenimiento de la tropa los auxilié con dineros, víveres y toda clase de recursos. En tiempo del armisticio decretado en Trujillo, los 300 hombres que se acantonaron en el Trapiche para resguardo de la línea divisoria al mando del Coronel Pedro Antonio García, recibieron de mí patriotismo, dinero, y toda clase de auxilio para su subsistencia”. No pudiendo resistir en El Trapiche las invasiones y ataques de los realistas pastusos, se trasladó el Cuartel General a Popayán en el mes de mayo. El armisticio cesó el 27 de mayo de 1821. El 29 de Julio el General Pedro León Torres marchó de Popayán hacía Pasto, pero tuvo que estacionarse en la población de Patía. Allí resolvió proveerse de caballería y ganados y éstos les fueron suministrados por el Cura del Trapiche. Del hato de su propiedad en San Joaquín, Valle del Patía, se tomaron las 150 reses que tenía. Este ganado le fue tomado al Párroco Gómez en calidad de venta, pero nunca se llegó el día que le pagaran un centavo. En el mes de agosto se supo con júbilo el triunfo patriota en Carabobo, la ocupación de Caracas y la entrega del Callao al General San Martín. Estos sucesos animaron a los patriotas del Trapiche y de la Provincia de Popayán. El General Torres regresó a Popayán el 17 de agosto y pasó a establecer el cuartel en Caloto, quedando nuevamente Popayán y El Trapiche a merced de los asaltos patianos, lo cual sucedió en varias ocasiones. Panamá y Veraguas habían proclamado su independencia y voluntariamente se habían anexado como parte integrante de la República de Colombia, y el Gobierno de Popayán que residía en Cali, el 25 de diciembre juró la nueva Constitución de la República. Estas nuevas noticias llenaban de esperanzas el corazón de los patriotas del sur que estaban oprimidos por las fuerzas realistas. Los repetidos fracasos sufridos por las tropas Republicanas para apoderarse de Pasto, y las derrotas infringidas a las fuerzas de Valdés y Torres, preocuparon seriamente al Libertador, quien resolvió marchar personalmente hacia Pasto, en vía hacia el Perú y en diciembre ordenó al Comandante Joaquín París que ocupara a Popayán, lo que efectuó el 2 de enero de 1822. El 26 de enero entró triunfalmente el Libertador a Popayán y la ciudad lo recibió alborozadamente. El Dr. Santiago Arroyo dice: “El Libertador recibió en el día de su entrada, las señales de un afecto cordial, y en las siguientes comidas, refrescos, vítores del pueblo y mil manifestaciones de aprecio con que la ciudad entera, víctima de las desolaciones y desastres de la guerra, esperaba su reposo y su dicha futura. El Libertador hizo justicia al pueblo de Popayán y a la Provincia en General.” El avance triunfal del Libertador produjo una serie de transformaciones entre los jefes realistas de las guerrillas del Patía. La muerte de sus jefes auténticos como Juan José Caicedo y Joaquín de Paz y la incorporación del Teniente Coronel Simón Muñoz a las tropas patriotas, dio como resultado que se pusieran al frente de estas guerrillas Comandantes que no eran de Patía. El más notable de éstos fue el Teniente Coronel José María Obando, quien en la época del avance del Libertador abandonó las filas realistas y se incorporó en las fuerzas de la República. Este ejemplo fue secundado por Jacinto y Manuel María Córdoba, jefes nacidos en Horqueta hoy la población de Rosas, y por Castillo, y otros comandantes patianos, quienes a partir de esta época prestaron todo el contingente esforzados de su pericia guerrera al servicio de la República y aplacaron la belicosidad patiana. Las guerrillas realistas patianas desarrollaron su acción bélica desde el río Juanambú hasta el Valle del Cauca. Desde el Juanambú hasta el Carchi operaban las guerrillas de Pasto, que eran tan formidables y temibles como las patianas. Entre ellas tenían constante contacto y ayuda para los ataques y para la acción conjunta. Basta recordar que avanzaron pastusos y patianos hasta el río Palo en 1815, donde fueron desbaratados por el Prócer Cabal. El 1 3


General Rafael Negret en su estudio sobre “Campaña del Sur del General Nariño”, menciona los siguientes oficiales patianos realistas capitanes: Antonio Solarte, Manuel Villaquirán, José Antonio de la Torre, Manuel María López, Juan Acosta, Eduardo Burbano, Francisco Rodríguez. Tenientes: Javier Idrobo, Romualdo Rosero. Ayudantes; Calixto de la Torre y José María García. Simón Bolívar, Libertador, Presidente de Colombia, General en jefe de sus ejércitos. Patianos: El Ejército de Colombia va a entrar en vuestro territorio con miras benéficas y con intenciones pacíficas. Su objeto es terminar la guerra; reunir los miembros discordes de la familia Colombiana, poner de acuerdo los intereses de todos los hermanos y borrar para siempre el odioso nombre de enemigos. PATIANOS: El Gobierno de Colombia os ama, porque habéis cambiado vuestro sentimiento de rencor contra nuestros hermanos. Ya os mostráis moderados y amantes de la paz. Así, seréis tratados como amigos cordiales, ninguno será perseguido por ninguna causa ni pretexto, vuestras familias serán respetadas, como también vuestras propiedades. El ejército no se servirá de nada sin pagar su precio. No tendréis motivo alguno de queja, y por el contrario, yo espero que alabaréis la conducta de los que habéis llamado vuestros enemigos... Cuartel General Libertador en Popayán, a los 18 días de febrero de 1822, 12 de la Independencia. Esta proclama del Libertador antes de emprender su marcha hacia Pasto el 8 de marzo, produjo resultados favorables en el territorio del Patía. Ver Apéndice 15 Proclamas, Itinerario y Ruta del Libertador en el Sur de Colombia en 1822 El ejército Libertador pudo atravesar el Valle del Patía y llegar a las inmediaciones de Pasto. El 8 de abril las fuerzas libertadoras y realistas al mando del coronel Basilio García, defensor de Pasto, se enfrentaron en las alturas de Cariaco, en el campo de Bomboná. La batalla fue encarnizada y sangrienta. El comandante español mantuvo con ventaja militar el dominio realista en la comarca de la ciudad de Pasto. El Libertador debió retirarse y repasar el Juanambú. Ver Apéndice 13. Relación de la Batalla de Bomboná y sucesos inmediatos- Parte Segunda Capítulo III de los APUNTAMIENTOS PARA LA HISTORIA, por José María Obando

La tradición conserva así mismo la memoria de que la casa en que se alojó el Libertador en el Trapiche fue vecina, calle de por medio diagonal a la casa del Fundador, en la plaza principal, cuyo frente ostenta la lápida conmemorativa, y cuenta los bailes que se le hicieron en casa del aguerrido militar Calixto Boloñés. Los campesinos de los alrededores se apresuraron a llevar al Libertador ganados, aves, y víveres para la tropa, y los jóvenes que por su poca edad no habían salido a combatir fuera del Trapiche ya no pudieron contener el ardor patriótico y se enrolaron como reclutas en las tropas libertadoras. Entre estos figuran: Francisco Antonio Garcés, quien al regresar al Trapiche, años, más tarde, lucía ostentosamente las preseas de Capitán de artillería, Francisco Bolaños, de 16 años de edad, quien se incorporó de corneta del ejército y que cuando regresó al Trapiche en 1832 tenía el título de Sargento y conservaba el clarín guerrero que resonó marcial y victoriosamente en los combates libertadores de Junín y Ayacucho, el Capitán Patricio Bermeo, muerto en defensa del Trapiche contra los patianos, Ángel Dorado, designado en 1849 comandante de las fuerzas del Mayo; el comandante Juan Gregorio López, de Mercaderes. Abundan los testimonios documentales en los cuales constan las cuantiosas contribuciones en dinero, animales, vituallas y distintos artículos, materiales, dados por el Trapiche a los ejércitos patriotas. En el solo renglón de ganado vacuno, durante la guerra, la región contribuyó con más de 20.000 reses y con centenares de caballos esta incipiente población, fundada en una loma agreste en 1794. ¿Cómo enumerar las vidas ofrecidas, esfuerzos y padecimientos de sus habitantes?. Estos sacrificios culminaron con su gloriosa participación en las victorias de Pichincha, Junín y Ayacucho, que consolidaron la Independencia desde la Tierra del Fuego hasta el Istmo de Panamá. Años después, en septiembre de 1833, el padre Gómez en la enumeración somera de sus ingentes servicios a la iglesia y a la patria, mencionará discretamente los prestados en el episodio del Cuartel General Libertador, en el siguiente texto autógrafo: “Al Libertador Presidente después de la acción de Cariaco que se retiró al Trapiche, en solicitud de auxilios para el ejército, les proporcioné cuanto fue posible, y me hice cargo de cuidar el hospital de cerca de 200 enfermos, con el mejor suceso, y economía de gastos”. “El Libertador se retiró a la Parroquia del Trapiche, enviando a Popayán al General de Brigada, Barreto y al Coronel Paz del CastiEL CUARTEL LIBERTADOR DEL TRAPICHE Después de la batalla de Bomboná el ejército Libertador se llo a conducir las Tropas que allí estaban de reserva... El Libertador retiró a Mercaderes y de allí al Trapiche y en esta vía acampó el fue reforzado en el Trapiche, desde septiembre de 1821 hasta mayo 21 de mayo de 1822 en la hacienda de Capellanías, territorio de de 1822 se pusieron a su disposición, por el Poder Ejecutivo 130 la Parroquia del Trapiche. El general Bolívar instaló el Cuartel oficiales y 7.314 hombres de los diferentes cuerpos enviados del Norte General en el pueblo del Trapiche, sitio estratégico, provisto de de Popayán.” (Santiago Arroyo, Obra Citada) vituallas y cuyos vecinos eran decididos partidarios de la RepúNota: El APÉNDICE 14 MANIFIESTO DE LO ACAECIblica. El 22 de mayo de 1822 acamparon en El Trapiche las fuerzas DO EN LA ÚLTIMA ACCIÓN DE GUERRA, que se dio en libertadoras que habían tremolado sus estandartes victoriosos en el territorio de Pasto, incluye una selección de las “Contestaciolos llanos soleados de Venezuela, en las alturas nubladas del Pára- nes entre el señor presidente de la república de Colombia Simón mo de Pisba, que esmaltaron con su sangre el Pantano de Vargas, Bolívar y el coronel, comandante general de la segunda división que sellaron la independencia de Nueva Granada en el puente de española, don Basilio Modesto García.”, las cuales ilustran tal Boyacá, y la de Venezuela en Carabobo. El reducto de la libertad episodio bélico y político de la INDEPENDENCIA DEL SUR tendría en esta circunstancia de alojar al Ejército Libertador y a DE COLOMBIA Y DEL ECUADOR y por cuanto involucró a su General en Jefe Simón Bolívar, una compensación gloriosa a la Parroquia del Trapiche. todos sus sacrificios de Parroquia mártir y a todos sus esfuerzos de pueblo de héroes. Indecible es describir el regocijo conque el Cura del Trapiche En el cuartel General del Trapiche el Libertador convocó a su y sus feligreses recibieron al Libertador Bolívar y a sus tropas. El estado Mayor el 22 de mayo para deliberar sobre la situación que padre Gómez se desvivía por preparar una gran recepción y pro- se presentaba con motivo de la resistencia de los pastusos. Con el porcionarle las mejores comodidades y cuidados y consuelo a los fin de evitar nuevos combates sangrientos, se resolvió enviar una heridos y enfermos. Una tradición constante habla de la manera intimación concluyente al jefe realista, Coronel Basilio García, efusiva como fue recibido el Libertador, de los arcos florales bajo para proponerle una capitulación honrosa, o el exterminio comlos cuales pasó y de los festejos populares conque se le obsequió. pleto de sus fuerzas. 1 4


República de Colombia - Cuartel General del Trapiche, 23 de mayo de 1822 - 12. Al señor Comandante General de la Segunda División española del Sur, Coronel don Basilio García Por última vez dirijo a V. S. palabras de paz. Muchos pasos he dado para evitar a V. S., a esa guarnición y al desgraciado pueblo de Pasto todos los horrores de la guerra, pero la medida de la obstinación ha llegado a su colmo, y es necesario, o que V. S., esa guarnición y el pueblo de Pasto entren por una capitulación honrosa, útil y agradable, o que se preparen a vencer o morir. Nosotros tenemos derecho para vindicar las infracciones atroces que se hicieron en el armisticio de Trujillo: tenemos derecho para tomar represalias por el asesinato cometido contra el Teniente Coronel Simón Muñoz, ordenado por V. S., indicado por sus consejeros y cubierto con la más infame hipocresía por algunos jefes y oficiales de esa guarnición, no permitiendo siquiera que se exhumase su cadáver para que se enterrase en sagrado, por ser excomulgado, como lo ordenó don Miguel Retamar. La muerte de este individuo está tan calificada que ya V. S., no tiene poder ni aún para destruir a todos los testigos del caso. Tenemos derecho para vengar el asesinato de nuestro hospital de Miraflores. La muerte de nuestros enfermos en la cuchilla del Tambo, el Capitán Ledezma y tres más de sus compañeros, asesinados después de rendidos, el asesinato vil y atroz de muchos de nuestros retrasados y enfermos que hemos visto atados a árboles y decapitados. Tenemos derecho para tratar a todo el pueblo de Pasto como prisionero de guerra, porque todo él, sin excepción de una persona, nos hace la guerra, y para confiscarles todos sus bienes como pertenecientes a enemigos. Tenemos, en fin, derecho a tratar a esa guarnición con el último rigor de la guerra, y al pueblo para confinarlo en prisiones estrechas, como prisionero de guerra, en las plazas fuertes marítimas, y todo su territorio secuestrarlo por cuenta del fisco. Si V. S., quiere evitar una catástrofe semejante, tiene que reconquistar a Colombia o someterse a una capitulación. El gobierno español en Pasto y Quito no tiene ni pertrechos, ni armas, ni casi tropas, a excepción de trescientos españoles que habrá en el país: todo lo demás no es sino paisanaje indisciplinado y de ningún modo aguerrido. Sobre el mar no tiene un leño con que transportarse al puerto más inmediato de la Costa, habiéndose entregado las fragatas Prueba, Venganza y Alejandra en Guayaquil. V.S. puede ignorarlo: pero el señor Aymerich, no. De España no puede venir auxilio ninguno, porque ya la España no quiere continuar esta guerra nefanda, y porque toda ella está en insurrección abierta contra Fernando y las Cortes, como V.S. lo verá por los papeles públicos de Inglaterra, Francia y Colombia. Todo el Nuevo Mundo está por la independencia, como V.S. verá por estos mismos papeles públicos. Estamos reconocidos solemnemente como nación soberana, libre e independiente por el Rey de Portugal y por los Estados Unidos de América, y por la Inglaterra y Francia, estamos explícitamente reconocidos por el nombramiento de Cónsules Generales que representan su nación en Colombia, y en cuanto a los santos aliados, se han declarado neutros entre España y Colombia, reconociéndonos como potencias iguales. México ya no quiere sino República y Fernando VII no podrá salvarse de sus propios vasallos, como él mismo lo ha dicho a sus Ministros. México y Guatemala nos han ofrecido sus buenos servicios y por consiguiente están muy lejos de asistir con nada a España. En cuanto a la superioridad de mi ejército sobre el de V. S. nadie lo sabe mejor que V.S., sus oficiales y tropa; pero lo que quizá V. S., no sabrá es que ya he recibido una columna de refuerzos, y que espero dos más por momentos, y que si antes pasé el Juanambú con poco más de dos mil hombres, ahora será con poco más de cuatro mil. Del ejército del General Sucre no digo a V.S. nada, porque V.S. debe saber las ventajas que ha obtenido y los refuerzos que ha recibido. Ofrezco, pues, a V.S. por última vez una capitulación, por lo cual quedarán: Primero: indemnizados de todo cargo y responsabilidad aquellos contra los cuales tenemos ultrajes que reclamar.

Segundo: las tropas que quieran volver al territorio español serán remitidas con sus bagajes y propiedades donde quieran que gusten ir. Tercero: el pueblo de Pasto será tratado como el más favorecido de la República, y no pondremos ni guarnición siquiera si entrega sus armas y se restituye a una vida pasiva. Cuarto: el pueblo de Pasto tendrá los mismos privilegios que el de la Capital de la República en todos los derechos respectivos. Quinto: los españoles, sean militares o civiles, si quieren jurar fidelidad al Gobierno de Colombia, serán colombianos, conservándoles sus empleos y propiedades. Estas generosas ofertas son las mismas que el gobierno de Colombia ha hecho a sus enemigos desde la feliz transformación del Gobierno español, y es bien sabido que las ha cumplido religiosamente. Dios guarde a V. S. Muchos años. Bolívar. Este documento el general Bolívar lo valoró como causa de la rendición de Pasto, mediante Capitulación, en los siguientes términos “...mi Intimidación fue la que produjo el efecto. Al fin la libertad del sur vale más que todo”. La tradición oral sobre la entrega de tal Intimidación es la siguiente: El Libertador tan pronto como conoció personalmente a Domingo Belisario Gómez lo apreció en su justo valor, y a él encomendó, junto con los oficiales Coronel José Gabriel Pérez y Teniente Coronel Vicente González, entregar la intimidación. Nota del Revisor del texto Ricardo Quintero: en el ensayo titulado “Datos Bibliográficos Del Ilustre Canónigo Presbítero Doctor Don Belisario Gómez Semanate” por el historiador José María Arboleda Llorente”, en el párrafo final (sic) aparece el siguiente texto: “Fue distinguido el padre Gómez con la amistad y confianza del Libertador Presidente como lo manifiesta y ratifica cuando escribe el 22 de mayo de 1822 a su…….”Muy querido confesor y amigo de toda mi consideración, vos seréis el portador de las decisiones tomadas ante el señor Comandante General de la Segunda División Española del Sur Coronel Basilio García”. / De todo corazón, Dios guarde a V.R. Bolívar / 22 de mayo de 1822 sitio del Trapiche / Hay posdata ilegible

El 24 de mayo salió la comisión del Trapiche hacia el sur y parlamentó con los Coroneles realistas Pantaleón Fierro y Miguel Retama. Comisionados del comandante español. El 28 el Comandante realista coronel Basilio García dio la respuesta condicionando la Capitulación en los siguientes términos: ……”debo decirle: que a V. E. no se le oculta dependo de un general en jefe, cual es el Excmo. Sr. don Melchor Aymerich, que se halla en Quito; si no tuviera este obstáculo desde luego me miraría para aceptar las proposiciones que me hace para capitular: mas conociendo que de hacerla sin contar con dicho señor, podría resultarme odiosos males, desde luego me atrevo a negar a V. E. plenamente lo que solicita, mas al mismo tiempo lo invito para si lo tiene a bien se sirva mandar un oficial de su ejército para que, en unión de otro de mi división pasen a Quito. Tratarán lo que V. E. solicita con el Excmo. Señor capitán general; y mientras tanto yo no puedo hacer vitalidad, que es lo que debo contestar a V. E.” Pero el 30 de mayo el coronel Basilio García acepta la Capitulación propuesta, aduciendo que “considero interceptada mi comunicación con el Excmo. Señor general en jefe don Melchor Aymerich; por cuya razón ya puedo yo por mi resolver salvando la responsabilidad para mi nación, para con las tropas y pueblos de mi mando”, consignada en la siguiente comunicación para el general Bolívar: Excmo. Sr. El 28 del que rige contesté al oficio de V. S. de 23, expresando las razones que me parecieron convenientes 1 5


a la capitulación que me propuso V. S.; mas como el 29 ayer haya tenido oficio de que se hallaban cuatrocientos hombres del ejército del señor general Sucre entre los pueblos de Tabacundo y Guayabamba, mandados por el señor general Arenales, considero interceptada mi comunicación con el Excmo. Señor general en jefe don Melchor Aymerich; por cuya razón ya puedo yo por mi resolver salvando la responsabilidad para mi nación, para con las tropas y pueblos de mi mando. V. S. habrá observado por mi citado anterior oficio las disposiciones que me asisten para convenir con la enunciada capitulación, y ahora que tengo sobre qué apoyar mi voluntad ya por las razones referidas, como por haber exigido de la junta de jefes que he mandado formar al efecto, y por la del muy ilustre ayuntamiento de Pasto en que se conviene como yo, acepto y convengo en los cinco capítulos que V. E. me propuso en 23 del corriente desde el Trapiche, no habiendo necesidad de que venga el oficial que reclamé de V. S. para ir cerca del general en jefe; pues siendo yo el responsable de esta división y provincia, que me han sido confiadas, desde luego me atrevo a solicitar de Vuestra Excelencia, la amplificación de los referidos capítulos que abajo se expresará, prescindiendo de que me hallo con fuerzas, posiciones ventajosas y buena voluntad del pueblo para defenderme; y aunque convencido de que triunfará, será con la mayor pérdida y derramamiento de sangre, que para evitarlo propongo a V. S.”

CONSECUENCIAS DE LA CAPITULACIÓN La comisión encargada de entregar la Intimidación, en la cual estaba el Cura del Trapiche Domingo Belisario Gómez, regresó al Cuartel del Ejército Libertador del Trapiche con las respuestas de la aceptación de la Capitulación propuesta por el Libertador al Coronel García. El Libertador Presidente de inmediato dispuso salir para Pasto. El 3 de junio partió hacia el río Juanambú; en Berruecos encontró a los Comisionados Realistas de Pasto José Gabriel Pérez y Vicente González con quienes concluyó los términos de la Capitulación el 6 de junio. Dejó al general Salom como jefe de las Tropas Colombianas y con una columna de 800 cazadores siguió hacia Pasto. A la entrada de la ciudad lo esperaban los presbíteros José María Grueso, previsor del Obispado de Popayán y a Félix Liñán, secretario del Obispo de Popayán Salvador Jiménez de Enciso, con quienes acordó el ceremonial eclesiástico con que debían de recibirle la Clerecía. Era el 8 de junio y a las 5 de la tarde entró el Libertador a Pasto en medio de las Tropas Realistas que habían formado filas en su honor y cuando se encontró con el Coronel Basilio García éste le rindió sus armas y el Libertador no se las aceptó en homenaje a su desempeño. Luego marchó a la iglesia dónde le esperaban el Obispo, el clero y las autoridades para conducirle en homenaje bajo el palio hasta el altar donde se cantó el TEDEUM. Después se ratificaron las Capitulaciones por ambos jefes y el Libertador dio una proclama de satisfacción a los Pastusos. El texto de este tratado, por medio del cual se logró completar la Independencia del Sur de la actual Colombia y permitió el avance en paz del Ejército para la Campaña Libertadora de los países del Sur, hace parte del Apéndice 15 con el título de RATIFICACIÓN Y CAPITULACIÓN La entrega de Pasto produjo una gran satisfacción al Libertador, como lo manifestó, por medio de su Secretario Pérez, el día 8 de junio escribió al Ministro de Guerra de Colombia. “Su excelencia cree que la capitulación de Pasto es el suceso más importante de la Guerra del Sur y ha dicho que es preferible a 10 victorias”. El 9 de junio escribió el Libertador al Presidente Santander: “En primer lugar es una obra extraordinariamente afortunada para 1 6

nosotros... Yo estaba desesperado por triunfar y sólo por haber vuelto a esta campaña. Tenga Ud. entendido que mi Intimidación fue la que produjo el efecto. Al fin la libertad del sur vale más que todo”. Porque la verdad es que hemos terminado la guerra con los españoles y asegurado para siempre la suerte de la República”. El Libertador dejó en Pasto a sus propias autoridades y el 10 de junio salió para Quito donde llegó el 16.

EL NOMBRE DE BOLÍVAR, CAUCA El Trapiche del Cantón de Almaguer, en la Provincia de Popayán de la República de Colombia, fue el primer territorio y localidad en América en asumir el nombre glorioso de BOLÍVAR. Esto se originó en la madrugada del 3 de junio de 1822, cuando al despedir el Cura del Trapiche al Libertador, con emoción le expresó: que habiéndole enterado del haber sido bautizado con los nombres de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad de Bolívar, y por cuanto en la Parroquia de la Santísima Trinidad del Trapiche, su excelencia el Presidente de la República de Colombia y general en jefe del Ejército Libertador, se alojó en su pueblo y preparó al Ejército para proseguir la gesta libertadora en las Provincias del Sur y para perpetuar su memoria asumiría el glorioso de la “Parroquia de la Santísima Trinidad de Bolívar”. El Libertador conservó del Padre Gómez un afectuoso recuerdo y entre ellos se estableció correspondencia. En el volumen 1 página 712 en la Obras completas de Simón Bolívar que publicó don Vicente Lecuna, se encuentra una carta a S. E., el General Francisco de Paula de Santander fechada en Pasto el 8 de enero de 1823, en la cual dice: “El Cura del Trapiche nos ha escrito que Páez ha derrotado a Morales en Maracaibo, el que se salvó con 40 hombres de 7.000 que tenía. Esto es muy posible, lo hemos creído sin hacer caso de los 7.000, pues aunque lo digan no lo creo. También nos ha mandado unas gacetas de Cartagena y los números 56 y 57 de Colombia. Por ellas sabemos la revolución en Madrid a principios de julio, y el estado de la Europa con respecto a nosotros es decir, la muerte del Ministro de Relaciones Exteriores de Inglaterra, que me parece muy hermosa muerte, y las buenas disposiciones de algunos gobiernos para reconocernos. Nosotros no sabemos más de Ud. Ni del mundo europeo, porque nos hemos recibido un solo correo, ni un pliego de allá más de dos meses ha. De suerte que el Cura del Trapiche nos ha hecho un gran servicio en mandarnos estas noticias y papeles. Yo mando por su conducto estas comunicaciones para que lleguen pronto, y si se perdieren, no se pierde nada.” En el Trapiche en los años de 1824 a 1827 bautizaron a muchos niños con el nombre de Simón, como afectuoso homenaje familiar al Libertador. Otro cura en el Perú, también lo conmovería, cuando al ingresar a la iglesia y este predicaba desde el púlpito sobre el misterio de la Santísima Trinidad le inspiró esta alegoría: “Ha llegado hasta nosotros el Hijo de la Gloria, el Padre de la Patria y el Espíritu Santo de la Libertad”. Quizás en 1825, en Pucará de Bolivia, Simón Bolívar recordaría al cura oriundo de Pucará de Almaguer, Domingo Belisario Gómez, con ocasión de la arenga profética del cura José Domingo Choquehuanca: “Quiso Dios formar de salvajes un imperio y creó á Manco Capac, pecó su raza y lanzó a Pizarro. Después de tres siglos de expiación ha tenido piedad de América y os ha creado a vos. Sois, pues, el hombre de un designio providencial. Nada de lo hecho atrás se parece a lo que habéis hecho, y para que nadie pueda imitaros, es preciso que no haya un mundo que libertar.”


Habéis fundado tres Repúblicas que, en el inmenso desarrollo a que están llamadas, elevarán vuestra estatua a dónde ninguna ha llegado. Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina”. En 1825 la asamblea de Representantes de las Provincias del Alto Perú, convocada por el general Antonio José de Sucre, proclama a estas como un estado Independiente al que denominan “REPÚBLICA DE BOLÍVAR” en homenaje al Libertador. Posteriormente modificó su nombre por el de Bolivia. El 26 de Mayo de 1849, con ocasión de la consagración del nuevo templo parroquial se instaló la campana bendecida por Belisario Gómez, la cual llevaba la inscripción de “Parroquia de la Santísima Trinidad de Bolívar”. Al año y nueve meses de haber muerto Domingo Belisario Gómez se legalizó el nombre de la población, con el cual sus habitantes orgullosamente la denominaban, gracias a la gestión del diputado por el Trapiche don Juan María Caicedo de la siguiente ordenanza: ORDENANZA 135 de 21 de octubre de 1852/ Variando el nombre del distrito parroquial del Trapiche en el de “BOLÍVAR”/ LA CÁMARA PROVINCIAL DE POPAYÁN en uso de la atribución que le concede la ley de 3 de junio de 1848, ORDENA: Artículo único – El distrito parroquial del Trapiche se denominará “BOLÍVAR” desde el primero de noviembre próximo. Dada en Popayán, a 20 de octubre de 1852. El Presidente, MANUEL MARÍA ALAIX. / El Secretario, ANTONIO PAZ/ Gobernación de la Provincia/ Popayán, 21 de octubre de 1852/ Ejecútese y publíquese RAFAEL DIAGO/ El Secretario, MANUEL M. URRUTIA.

OCASO MONÁRQUICO Y CONSOLIDACIÓN REPUBLICANA Parecía que después de las capitulaciones y de la entrega total a los patriotas del territorio de la provincia de Popayán, llamado ya por el Libertador Departamento del Cauca, nada debía temerse de las tropas realistas, pero no fue así. Ausentado el Libertador en su campaña victoriosa hacia el Sur, los restos aguerridos de recalcitrantes españoles, de los fanáticos pastusos y de los indómitos patianos, volvieron a organizarse en guerrillas. Los tenientes coroneles Boves, español y el pastuso Agustín Agualongo, Estanislao Merchancano, Joaquín Henríquez, Jerónimo Toros y su hijo, Andrés Noguera y otros formidables guerrilleros, salieron de sus guaridas de Pasto, Patía y Sibundoy y el 28 de octubre se presentaron en Pasto, juraron al Rey Fernando VII e intimidaron a todas las Municipalidades del Cauca para que hicieran lo mismo. De éstas solamente Almaguer juró nuevamente al Rey a pesar de las protestas del Padre Gómez y de los patriotas. “El Coronel Antonio Obando, Comandante de esa Provincia, que residía en Túquerres, fue cercado el 5 de noviembre: sus tropas, reclutas del país, se dispersaron y sufrió la pérdida de casi sesenta veteranos, los fusiles y pertrechos, pudiendo apenas escaparse doce hombres hacia Tulcán e Ibarra. El Libertador se hallaba en Guayaquil y desde allí dió las órdenes convenientes para la sujeción de Pasto” (Santiago Arroyo). Este suceso de la guerra de la Independencia en el Sur de Colombia, obligó al General Sucre, comandante en Quito, a movilizar un ejército de 1.500 hombres sobre Pasto. Enfrentó a los rebeldes en el Guáitara, el 25 de noviembre y los derrotó completamente. Ocupó sangrientamente a Pasto, la cual fue castigada permitiendo a las tropas saquearla a su antojo y a todo tipo de licencia. Fue nombrado Gobernador de Pasto, el Coronel Juan José Flores. El 13 de junio de 1823 los guerrilleros facciosos atacan y derrotan la guarnición republicana se pierde completamente la

División Patriota. El coronel Flores, con solo 20 hombres, logra escapar a Popayán. El 12 de julio Agualongo se apodera de Ibarra y amenaza a Quito, el Libertador avanzó desde Guayaquil con 3 Divisiones, logrando el 17 vencer a los realistas. El general Salom les persigue y ocupa a Pasto. Lejos de aplacarse los sediciosos, aumenta su belicosidad y rencor contra los patriotas. Las guerrillas aumentan sus ataques contra la población de Patía y especialmente contra El Trapiche. El 18 de agosto Agualongo sitió a Pasto con 3.000 hombres. La División patriota, comandada por el general Salom, debió retirarse a Túquerres, para ser reforzada desde Quito. Desde allí avanzó y recuperó a Pasto, acción que dirigió el General José Mires. El 1 de septiembre llega a Popayán el Coronel Concha con el mando del ejército que debía obrar sobre Pasto, cuya comunicación con el norte estaba interrumpida y siguió a establecer el Cuartel del Trapiche. Le sucedió en el mando el General José María Córdoba, quién avanzó sobre Pasto, pero sin lograr entrar. Se situó en Veinticuatro, hoy Florencia. El general Córdoba persiguió y disminuyó a los facciosos, pero el 13 de noviembre optó por retirarse a Popayán. Este año de 1823 finaliza para el Cura del Trapiche y sus feligreses en medio de funestos acontecimientos y víctimas del furor realista. A pesar de su inferioridad militar se mantienen como un baluarte de la libertad. La siguiente carta ilustra muy bien la dramática situación padecida: Parroquia del Trapiche Diciembre 12 de 1823 /Sr. Dr. Santiago Pérez de Valencia / Mi muy amado amigo y señor mío. Los funestos acontecimientos que hemos sufrido en estos infelices pueblos que han sido, y aún son la presa del enemigo y nos han traído una serie de males; de que daré a usted cuando haya comunicación, una relación exacta, me han privado de la comunicación con usted y demás de esa capital. Los señores comisionados, darán alguna idea de nuestra triste situación, sin más auxilio que el de Dios, porque sólo por afecto de su paternal misericordia estamos con vida. Yo he tenido ánimo de perderla sosteniendo mi Parroquia y mi Iglesia, exponiéndome al desenfreno y furor, de los hijos de las tinieblas, y me he conformado con lo que dijo Jesucristo, en esta hora de potestad tenebrosa: hágase en todo la voluntad de Dios. No sé si acaso usted me ha mandado gacetas, o escrito: nada ha llegado a mis manos. El enemigo ha cogido varias cartas y allí habrán caído las mías. Saludo a mi señora Juana, a mis señoras sus tías, al señor Deán, a sus niños y sírvase dar las expresiones a mi señora doña María Josefa y mande cuanto guste a su afectísimo amigo y seguro Capellán Q. S. M. B. / Domingo Belisario Gómez El historiador Dr. Alberto Montezuma Hurtado, en su artículo titulado “UN DESGRACIADO LAPSUS EPISTOLAR”, ilustran la situación angustiosa que sufría el sur de la actual República de Colombia a finales de 1823, debido a la reacción realista. Este artículo se incluye entre los documentos ilustrativos de la presente obra biográfica, como APÉNDICE 16. La firme actitud republicana del Párroco Gómez y de la feligresía del Trapiche, sobre lo cual dice el Dr. Santiago Arroyo fue castigada por Toro y Pablo Díaz “saqueando los pueblos, principalmente el de El Trapiche. Su Párroco señor Belisario Gómez, siempre honrado patriota y puntual en su ministerio, ha prestado desde el principio servicios importantes con su persona, dinero y feligreses, y por esto mismo se atraía el encono de los bandidos”. Tiene, sobre estos sucesos, Belisario Gómez, este párrafo en su relación de servicios: “Para sostener la horda de negros que en 1824 se levantó en el Valle del Patía, comandada por Toro y auxiliada de Agualongo y Sarria, que acometieron por 6 veces para robar e invadir la Parroquia del Trapiche, hice cuantos esfuerzos fueran 1 7


posibles para conservar el orden con evidente riesgo de mi vida. Una vez liberté de la muerte al Alcalde Municipal y Juez Político del Cantón de Almaguer, José María Manzano que lo tenían preso, en capilla para fusilarlo, e impedí que incendiaran el pueblo, pues al efecto habían comenzado los negros a poner fuego en algunas casas.” Esta heroica proeza, la realiza a los 65 años de edad. Fueron tan continuos los asaltos y saqueos ejecutados por los guerrilleros patianos y por los esclavos sublevados de las haciendas de Mazamorras y otras del Patía, que el comandante del Trapiche don Calixto Bolaños, antiguo oficial de milicias patriotas y que siempre se distinguió por su valor, reunió a los vecinos del Trapiche y salió a perseguir a los facciosos al otro lado del río Mayo. Esta actitud dio ánimo a los vecinos de Mercaderes, quienes dirigidos por el Comandante Juan Gregorio López (En 1829 ascendido a Teniente Coronel), emprendieron una campaña sostenida contra las guerrillas patianas. El Coronel Gobernador Flores, con su División, emprende desde Pasto también acciones persecutorias. El Coronel José María Obando asumió las operaciones del Mayo, tendientes a liquidar a Agualongo. Estas acciones tienen el resultado favorable de que Agualongo, con un resto de 200 facciosos se dirige por el río Patía a Barbacoas, reuniendo algunos negros. Allí se le opuso el comandante gobernador de Buenaventura Teniente Coronel Tomás Cipriano Mosquera. Agualongo retrocedió al Castigo, Valle del Patía, dónde lo acorraló el prócer de la Herradura, Almaguer, Oficial de Milicias Justo Antonio Zúñiga y dónde el Comandante de las operaciones José María Obando, lo apresó. Agualongo fue conducido a Popayán y fusilado. Los realistas: Coronel Henríquez, el Teniente Coronel Matías Perlaza, el Capitán Francisco Terán, el abanderado Manuel Insuasti y varios soldados, en junio fueron fusilados en El Trapiche. Así termina esta etapa de la Guerra de Independencia y de los sufrimientos de El Trapiche, como le correspondía en destino a un núcleo patriota de excepción, en el área más realista, valerosa y obstinada y que ocasionó la más dolorosa y constante guerra a la naciente y actual República: Pasto y Patía. Su situación fue muy difícil por su adhesión a la Independencia. Basta recordar que contra la resistencia patiana y pastusa se enfrentaron, antes de 1822, los ejércitos patriotas comandados por: Francisco Javier Ascasubí, de los independientes de Quito en 1809; Antonio Baraya y Pedro Montúfar en 1811; José María Cabal, Joaquín Caicedo, Alejandro Macaulay y José Ignacio Rodríguez en 1812, Antonio Nariño en 1814, Liborio Mejía en 1816, Manuel Valdez y Pedro León Torres en 1821, Simón Bolívar en 1822, y Juan José Flores, Bartolomé Salom y José María Córdoba en 1823. Así terminaron también su predominio las terribles guerrillas realistas del Patía que con sus asaltos y depravaciones arruinaron a Popayán y martirizaron al Trapiche, pero que también se inmortalizaron por su valor indómito y eficaces servicios a la causa realista, constituyendo con su presencia un sector que fue inexpugnable durante 15 años. Aún cuando las guerrillas realistas patianas han sido vencidas y sus principales caudillos han fenecido, quedan remanentes ocultos, quienes organizarán sublevaciones y reaparecerán como guerrilleros y bandas de facinerosos que por sus crímenes convulsionan la seguridad de la población. Esta lamentable situación se prolonga hasta el año de 1827. El Trapiche sería el núcleo patriota dónde las acciones bélicas por la INDEPENDENCIA NACIONAL Y LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA fueran la más sostenidas e intensas dentro de la extensa Provincia de Popayán. Su correspondencia a partir de 1825, en muy ilustrativa al respecto, se transcriben varios apartes importantes: Carta a José Antonio Arroyo-El Trapiche, marzo 30 1825: “He tenido muchísi1 8

mo gusto con las gacetas, al ver que aunque a costa de tanta sangre u de tantos padecimientos (que ya podemos decir felices) hemos llegado al último grado de elevación, reconociéndonos la nación más sabia y soberana nuestra soberanía e independencia ¡Qué será cuando llegue a los Gobiernos europeos la noticia de Ayacucho! Y nuestra abuela España, que no puede avenirse con sus cosas domésticas. Bueno, bueno: y sobre todo bueno, el que nuestro enviado cerca de la Corte de Roma, haya sido admitido a audiencia despreciándose las futilidades del Embajador de Fernando. Pido a Dios me conserve la vida hasta ver el Concordato y ver también diez u once Diócesis regidas por Obispos Americanos……. Es cierto lo que usted me dice ha escrito el Sr. Santander (El Vicepresidente) al Sr. Obispo: pues su ilustrísima me lo comunica, deseando que yo no haga renuncia; y que el Dr. Rodríguez va a hacer dimisión de su ración y que puedo entrar en esa vacante. Veremos que me dice el amigo don Santiago para resolverme, pues mi feligresía, ha recibido la noticia de mi ascenso como el mayor de los males que pudiera sobrevenirles, y sus lágrimas me conmueven y aún detienen....... Por el Curato del Pueblo de La Cruz, hay aún todavía enemigos del buen orden, y del Gobierno. Han fijado una proclama en la puerta de la iglesia asegurando que los españoles han ocupado a Quito y Guayaquil, que el Libertador está derrotado, pues escapó con solo 200, que va disfrazado para Popayán. Que se reúnan para destruir reliquias y otras mil patrañas que incomoda referir. Ese Curato ha tenido la desgracia de ser regido por Curas Pastusos, y otros realistas. Desde el año de 1810, hasta el actual Velasco... allí hay perdonados muchos de los ministricos de Agualongo, y el famoso Satisabal está también allí, tuerto Juan Velasco: Los tuertos jamás podrán ver a derechas. Satisabal parece andar con pretexto de comprar ganado...... Carta a José Antonio Arroyo-El Trapiche Abril 13 de 1825: “Las proclamas que dice usted se habían publicado en San Pablo, nos han traído funestos acaecimientos. El jueves Santo se trasladó la reunión de ladrones, en el Curato de La Cruz, el Viernes Santo acometieron a la guerrilla nuestra, compuesta de 15 hombres, mataron al Capitán de esa José Muñoz y dos hijos y cuatro soldados. Se robaron las armas. De los ladrones murieron diez y se han conocido algunos pastusos que los acompañaban, sin que pudieran seguirles en su persecución porque este suceso fue a las once de la noche. La partida que fue de cerca de 20 hombres a auxiliar un comerciante que seguía a Pasto, el 6 de este fue sorprendida de este lado del Juanambú en la cañada y no se sabe si los han degollado o cual es su paradero..... También me parece necesidad que los correistas (y lo tengo antes informado al Gobierno) el que de ningún modo se permita que los correistas, o conductores de valijas sean pastusos, pues estos sirven de unos espías..., que observan todo cuanto hay en los pueblos por donde pasan, así de la noche a la mañana sale un motín, porque ellos dan cuenta de todo. A más de esto los correistas que venían antes, unos habían sido, sargentos, cabos, soldados de Agualongo y causaban mil extorsiones a las vecindades, conduciendo cada uno de ellos cargas y gentes desconocidas, y cada 15 días se les habían de dar 6 o más bestias que las dejaban botadas o concluidas, estos males los remedió el Gobierno poniendo los correistas de este vecindario con lo que cesaron los perjuicios, porque estos mozos tienen pronta la bestia y a nadie incomodan.” Con el fin de asegurar la tranquilidad y de evitar toda amenaza, el Gobierno resolvió en 1825 crear una Comandancia especial en la línea del Mayo. El Dr. Gómez contribuyó a mantener y a apoyar esta fuerza como ocurrió en 1811, 1814, 1822, 1823 y 1824, con las demás fuerzas patriotas. Carta a José Antonio Arroyo-El Trapiche abril 21 de 1825: “Mucho celebraré venga el Teniente Coronel Obando con más fuerza. Para que como versado en esta clase de guerra y antes que vaya tomando cuerpo la facción de ladrones, se procure su disolución total


de semejante canalla, pues al paso que van aún temo se tomen el correo un día de estos. Al Trapiche le tienen un odio implacable, se asegura dicen que como lograran destruir esta Parroquia, aunque después los ahorcaran, morirían gustosos. Pero los satélites del infierno, no pueden prevalecer contra el poder de Dios…… Estos hombres no obran por raciocinio, sino por instinto. Beneficiarles es aguarles lo dulce en amargo. Las tinieblas les agradan, más que la luz, y en una palabra son sin honor, sin palabra y sin vergüenza. Sólo en la ciencia y amor de Fernando, sobresalen a todos los Sabios……. El Sr. Libertador ha dado pasaporte a varios pastusos que han peleado en Ayacucho y están llegando a Pasto, puede ser que estos desengañen a tanto iluso. Por carta de Quito sé que Rodil estaba a media ración y muy oprimido. Que el Libertador había seguido al Cuzco, sería para componer las cosas...” Carta a José Antonio Arroyo-El Trapiche abril 23 de 1825: “De prisa para no demorar un momento este peón, sirve ésta para incluirle la del Comandante Manuel María Córdoba por la que se impondrá como Benavides derrotó una columna nuestra en Funes, y que en El Tablón de mayo estaba el enemigo. Usted influya cuanto sea posible para que marchen nuestras tropas en auxilio antes que tome la cosa más aumento. Vea usted en que situación tan buena sería la correspondencia a hijos de Pasto, para correistas…….. Veremos como van las cosas, pues el auxilio debe volar si es posible”……. Carta a José Antonio Arroyo-El Trapiche Abril 25 de 1825: “Por medio de este expreso se da noticia al Sr. Comandante General de las críticas circunstanciales en que nos hallamos en estos infelices pueblos, a causa de que el Gobernador de Pasto, ha llamado al comandante de esta línea, para que contribuya a salvar las armas de aquella plaza que considera en peligro...... Aquí no nos queda más fuerza que la de 28 enfermos al mando de un Subteniente Maya. Yo he inspirado la reunión de la guerrilla que había aquí para defendernos de los ladrones, mientras el Gobierno manda siquiera 100 hombres para defensa de los pueblos fieles que tanto padecimientos hemos sufrido.” El Cura del Trapiche en 1825 prefirió su labor de Párroco y de servicio a su feligresía, a disfrutar de la comodidad de residir en Popayán y de las ventajas que le brindaba su nombramiento de Prebendado de la Catedral de Popayán. Comprendía que la vida Republicana no estaba consolidada y la fundación del Trapiche y sus contornos, seguían bajo la amenaza de destrucción, por parte de los facciosos realistas. Estas consideraciones lo impelían a compartir y defender el destino de su pueblo. Por esta razón piensa en renunciar la Prebenda que le ofrece el gobierno y gestiona su autorización para continuar en el Curato del Trapiche. Su abnegación por servirlo es su principal razón de oposición a residir en Popayán. Esta será también causa para renunciar en 1830 la Rectoría del Seminario de Popayán y en 1836 para renunciar la Prebenda. Esta será la razón principal para sostener ante las Autoridades, un prolongado alegato con el fin de obtener una renta que le permita residir y servir en El Trapiche, aunque tuvo razones valederas sobre su salud. Respuesta en 6 de mayo de 1825: / D. José A. Arroyo-Parroquia del Trapiche, mayo 3 de 1825 / Mi muy amado amigo y señor mío: Las dos que he recibido de usted de 26 y 28 del pasado, me dejan complacido por las enérgicas medidas que ha tomado el gobierno para reprimir la audacia de los facciosos que cada día sobreviven a vista de la clemencia con que se les trata, y acostumbrados a ver fuego, sangre, y desolación, quieren que renazcan en la difunta Hidra de Pasto. Hoy estará Obando en Almaguer y mañana lo tendremos aquí, y perseguirá a esa chusma de bandidos que después de los sucesos que le tengo comunicados, han salido a la Cruz y han saqueado

cinco casas. Si yo no hubiera estado aquí, ya no habría pueblo, porque los facciosos querían hacer valer sus amenazas para aterrarnos y lograr el saqueo: pero como la experiencia me ha enseñado que se valen de mil tretas para sus fines, reanimé con todo el esfuerzo a mis feligreses para la defensa, de un día a otro se pusieron sobre las armas 36 hombres resueltos a morir en la defensa de nuestro pueblo, y unidos a los militares veteranos convalecientes, hemos velado día y noche con 60 fusiles y se han contenido los facciosos. El correo no ha aparecido de Pasto, sin duda que no quieren disminuir la fuerza para escoltarlo. Tal vez con la derrota que dio Benavides a la columna nuestra, el correo de Quito, no habrá podido pasar o lo habrán sorprendido. A este administrador le he dicho que mientras se aclaran las cosas, debe proporcionar un correo de aquí a esa, para que pueda dar noticias de lo que ocurra. Se dice, aunque sin mayor seguridad, que Benavides ocupaba Catambuco y si es cierto Farfán se ve muy apurado. Los bochincheros de acá, no se sabe físicamente su paradero porque como en el pueblo de la Cruz, no hay de quien fiarse, desconfiamos siempre de las noticias que ellos divagan: dicen que a la entrada de la montaña de Puruguai, hay como 40 y otros en el salto del Mayo, pero positivamente nada sabemos. Si la fuerza que está aquí, no está sujeta al comandante de Pasto, como es que Farfán compele a Córdoba para que pase a Pasto, alegándole lo tiene dispuesto así el Supremo Gobierno del Poder Ejecutivo y haciéndolo responsable con su vida a cualquier perjuicio. Mucho celebro que los señores previsores y Castrillón dicen favorable certificado. Déles usted las debidas gracias en mi nombre. Ya habrá recibido la del comandante que me pereció buena, no habrá cogido otros documentos porque habiéndome pasado amistosamente el duplicado del oficio que dirigió al poder ejecutivo, para que yo hiciese uso de él, creí podría hacerlo. El Cabildo de Almaguer, es un cuerpo paralítico, cada Alcalde está muy distante, lo mismo los regidores y el Juez Político postrado en cama, lo que ha impedido tomar documentos, por fortuna vino aquí el Alcalde de primer voto y he tomado la certificación que acompaña y el poder que he dado a usted para que con seguridad, o sin reparo haga mi voz. Juzgo que en vista de la solicitud que se va a entablar sería oportuna la renuncia de la media ración, expresando que es incongrua dividiéndose de apoyo para exigir la canonjía de las dos porciones. Dice renuncia, aunque rigurosamente hablando, no lo es, pues solo se me ha dado nota del nombramiento, para que si de mi agrado lo acepte y ocurra por el título o diploma. En las presentes circunstancias, no puedo abandonar a mis feligreses, por comodidad mía y quiero contribuir al sostenimiento de nuestra independencia. A los veteranos favorezco supliendo dinero para su sostenimiento y a los militares paisanos facilitándoles recursos para sostenerse. Y aunque es impropio decirlo, porque vosotros sois los propios valientes, conozco que hago notable falta, esto podrá servir para que la dilación no se me atribuya a desprecio del destino y usted como mi apoderado podría hacerlo presente a mi nombre. Queda usted con la misma voluntad su afectísimo amigo y seguro Capellán. Que su mano besa / Domingo Belisario Gómez Lleva el conductor 3 pesos para que me haga comprar una botella de vino para celebrar. Dispense tanta molestia. Sr. D. José Antonio Arroyo - Parroquia del Trapiche, mayo 8 de 1825 / Mi muy estimado amigo: Tengo la satisfacción de poner esta para darle nota que la cosa de Pasto, que tanto nos aturdió se ha reducido a la muerte del capitán Bela, otro oficial, y la derrota de 60 hombres de infantería y ocho caballos, de los que se han salvado más de 16 hombres con sus armas que han salido a Pasto. Esta pequeña ventaja no puede dar alas a Benavides para emprender sobre Pasto. Él logra estas correrías favorables al abrigo de la situación que lo protege en Funes. El Sr. 1 9


Farfán ha tomado providencia activa para su seguridad y lo mejor es que el 6 o 7 de este se asegura llegaba a Pasto el Coronel Flores con 300 infantes venezolanos, de la fuerza que iba al Perú, y se detuvo en Guayaquil. Con todo es preciso que el gobierno vigorice cuanto sea posible la persecución de los facciosos que apestan las montañas del Juanambú. Se dice que hay como 300 facciosos, lo que no creo, pero si la persecución no se hace con la actividad necesaria ellos tomarán cuerpo. Las maldades que cometen son muy grandes. En Taminango, han muerto a un Fernando Muñoz, y a una familia entera. Benavides también ha hecho la presa de unas cargas de ropa de sedas. ¡Que gana de estos comerciantes de surtir a los enemigos de auxilios sin la menor previsión! El comandante José María Córdoba, volvió de Pasto con su columna y ha traído al correo sin novedad en el camino. Uniéndose con el Sr. Obando, ya empezarán a visitar a los ladrones. Deseo se mantenga sin novedad y que mande cuanto guste a su afectísimo amigo y seguro Capellán. Q. S. M. B./ Domingo Belisario Gómez” En 1825 le llegó la confirmación del nombramiento de Prebendado de la Iglesia Catedral de Popayán con el derecho de medio racionero, lo que se le confirió en noviembre. El padre Gómez, nombró como apoderado para tomar posesión de la prebenda al Presbítero Castillo, quien lo verificó el 13 de noviembre de 1825. El padre Domingo Belisario Gómez ejerció la prebenda hasta enero de 1830 y la disfrutó hasta el mes de Marzo de 1836. Para reemplazar el prebendado Gómez de los servicios diaconales de la Catedral de Popayán fue designado el Presbítero Juan Antonio Caicedo, pero de hecho fue ejercida por el Secretario de Obispo Dr. Juan María Rada, lo que trajo al Padre Gómez algunos disgustos y dificultades. Carta a José Antonio Arroyo-El Trapiche mayo 14 de 1825: “Con las ocurrencias acaecidas en estos pueblos, me parecía conveniente que usted a mi nombre como mi apoderado escribiera al Sr. Secretario del interior dando las gracias por el destino que se me da en el coro y suplicando no me corra término mientras se pacifican los pueblos, pues porque considero, como es notorio de utilidad al Gobierno mi presencia en esta Parroquia, pienso no salir abandonando mi rebaño…….” Carta a José Antonio Arroyo-El Trapiche mayo 21 de 1825: “Con un expreso que dirigí antes tengo escrito cuanto ocurría: ahora añado que el 14 dispersó nuestra fuerza a los facciosos, y ladrones que habían salido al Pueblo de la Cruz: ellos aumentan sus maldades. Mataron allí a un infeliz hombre cargado de familia porque dijo que Colombia había de prevalecer siempre. Robaron lo que pudieron, y se han ocultado en sus antiguas madrigueras. El Sr. Obando esta tirando sus líneas para darles el golpe que necesita esta Hidra de más número de cabezas, que la que nos presenta la fábula.”……….. Carta a José Antonio Arroyo-El Trapiche junio 1 de 1825: “Hoy a seguido el Sr. Obando a recorrer las montañas de la Erre y puede que logre algo……. Aquí se ha divulgado que el Mayor Muñoz viene a mandar la línea. Esta noticia ha causado mucho disgusto al Cantón....... El Sr. Obando a mi limitado entender es el hombre que puede aniquilar los ladrones y facciosos, y Córdoba que se aviene grandemente con él. Estos tienen conocimientos muy exactos, y puedo decir, medido el terreno enemigo, que es una ventaja superior a todo. Saben tratar como conviene a las gentes y todos les aman por sus excelentes cualidades y virtudes, lo que estos no consigan, no lo hará nadie.”….. Carta a José Antonio Arroyo - El Trapiche junio 4 de 1825: “Esta muy en su lugar la orden de giro del Correo para Lima por Micay y el que con una fuerza superflua que existe en Guayaquil y 2 0

Quito se les dé un golpe regular a todos esas sabandijas inmundas que con tanta brutalidad, han adoptado el robo y asesinato. Por un prisionero que se les ha fugado sabemos que los facciosos en número de 130, llegaron al pueblo del Monte (que es al otro lado del Juanambú hacia la cordillera) en donde robaron cuantiosas bestias y ganado hubo, que mataron a una mujer y a un hombre.”…… Una síntesis documental de su extraordinaria labor parroquial y procera, es el informe del Cabildo de Almaguer, presentado en 1825 por encargo del Gobierno, cuyo original está en el Archivo Nacional de Colombia, “Curas, Obispos”, República Tomo 14, Folio 767r y 771r, el cual dice: REPÚBLICA DE COLOMBIA / Municipalidad de Almaguer, junio 23 de 1825- 15º. / Al Señor Secretario de Estado del Despacho del Interior. / Para cumplir esta Municipalidad con el superior decreto del Excelentísimo Señor vicepresidente de la República, del 17 de noviembre del año próximo pasado, ha tomado detenidamente los conocimientos necesarios con vista de documentaciones de los eclesiásticos comprendido en este Cantón. En su consecuencia procede separadamente a hacer los respectivos informes de la conducta política y moral, servicios de la iglesia, luces y antigüedad, para que se digne vuestra señoría elevarlos al Supremo Poder Ejecutivo para los fines que haya lugar. No. 3º Trapiche / El presbítero Domingo Belisario Gómez, vicario principal de este Cantón de Almaguer, examinador Sinodal del Obispado de Popayán y cura propio de la Parroquia del Trapiche y sus anejos, es hijo legítimo y de legítimo matrimonio de los señores Francisco Gómez y María Buenaventura Semanat, vecinos de esta ciudad. Este eclesiástico, después de haber hecho clericales en la Iglesia Catedral de Popayán, fue colocado en el Trapiche, curato de primera creación. A su ingreso estaba reducido ese beneficio a una corta población, pero la actividad de su párroco formó una numerosa población de que se ha originado su civilización. La iglesia, destituida de paramentos, convenía muy bien a su fundación, pero la devoción y desinterés de su primer cura la tiene en el día refaccionada con una sacristía de teja y adornada de todo lo necesario para la decencia de los divinos oficios; y lo que es más, colocada la Majestad Divina habiendo contribuido no poco para ello; cerca de treinta y dos años, tiene de antigüedad en este servicio estando a su cargo dos doctrinas de indígenas que para la vigilancia de su cura no se hallan menos instruidos en los dogmas de religión que las demás clases de vecinos del curato. Ninguna feligresía (según su misma voz pública), puede hallarse más contenta con su pastor que la del Trapiche. Este eclesiástico ha dado las pruebas más relevantes del amor a su rebaño sin desmentir en un punto el concepto de su opinión pública, pues a pesar del odio que le conservan los facciosos, no ha desamparado una vez su parroquia en las repetidas invasiones que ha sufrido por aquellos. Su entusiasmo, su generosidad y su política, han sido los baluartes con que ha librado de su total destrucción al Trapiche. De aquí se deduce que nadie puede mejorar a este eclesiástico en el desempeño de su ministerio. Que sus luces no sean comunes lo comprueban los repetidos nombramientos que tiene por sus prelados de vicario y juez eclesiástico, el honorífico y distinguido provisor y vicario general del obispado que obtuvo y desempeñó a satisfacción del ilustrísimo señor obispo y del público; el de examinador sinodal, y últimamente el de vicario principal del Cantón, cuyo título por exclusiva distinción le ha conferido el ilustrísimo señor obispo doctor Salvador Jiménez. Nada encarece esta Municipalidad, con decir que el cura del Trapiche arrastra tras sí el aprecio de todos y cada uno de los vecinos del Cantón,


pero tampoco se excede si afirma que esta estimación general es debida a sus méritos y conducta pública. Entre las particulares comisiones que se ha conferido a este eclesiástico, es de mucho momento la que tuvo del ilustrísimo señor doctor Ángel Velarde y Bustamante, obispo de Popayán, para la creación del curato de la Cruz, conque se transó la disputa con el obispo de Quito, sobre los límites de estas diócesis. En concepto de esta Municipalidad, el propio Domingo Belisario Gómez es uno de los eclesiásticos que debe entrar en el primer orden de los beneméritos en su clase en el gobierno de la República de Colombia. Sería muy extenso el poner por menor los méritos de este eclesiástico. Su decisión manifiesta al sistema de la libertad desde el principio de la revolución política, está comprobada de un modo heroico con las persecuciones directas que le han obligado a fugar precipitadamente a Timaná por las ásperas montañas de las Papas, con cuyo motivo fue saqueada su casa y quedo destituido de todos sus intereses. No contentos los jefes españoles con las repetidas prisiones en que lo retuvieron, lo condenaron por último a ser desterrado a Filipinas cuya marcha escoltada siguió hasta la capital de Quito, padeciendo las miserias y demás consiguientes a una confinación. A pesar de todos estos padecimientos ha sido ejemplar su constancia en la causa de nuestra libertad y demostrándose siempre con estos sentimientos los ha comprobado con los que son propios de su generosidad. Desde el Excelentísimo señor Libertador hasta el último comandante que ha pisado El Trapiche han recibido de la liberal mano de su cura, cuantos auxilios ha podido suministrar, ya en efectos, ganados, dinero que unas veces ha sido en calidad de empréstito y otras de donativo voluntario, como en las demostraciones generosas con la tropa y con todo el público en la celebración del triunfo de nuestras armas. Últimamente la feligresía del Trapiche debe a su párroco el entusiasmo que manifiesta de su libertad, pues lo ha gravado en sus corazones con sus consejos, con sus amonestaciones y con su ejemplo, tanto respecto de la conducta pública que debe observarse, cuanto de la privada, pues la fama y costumbres de este eclesiástico, son un verdadero modelo para el arreglo del rebaño que está a su cargo. Es cuanto puede y debe informar a esta Municipalidad, en cumplimiento del indicado Decreto y en obsequio de la verdad y justicia. / Dios guarde a vuestra señoría /.Firmados: LORENZO MUÑOZ – MARCO MUÑOZ – VICENTE CAMILO FONTAL – BAUTISTA LOPEZ – MARCO GAVIRIA – JAVIER ORDOÑEZ - JUAN FRANCISCO RUIZ – PEDRO MUÑOZ – DOMINGO GOMEZ. Carta a José Antonio Arroyo- El Trapiche junio 30 de 1825: “La noticia que usted me da de haber salido de Quito 1000 hombres desde mediados de mayo, para allanar las calaveradas de los pastusos, cuyas consecuencias son los salteadores que han inundado Taminango, pueblo de la Cruz y montañas de Puruguay, Cusillo y Berruecos es lo más plausible, pues con esa fuerza se le dará el golpe en el cuello a la Hidra y ya no renacerán tantas cabezas. Ya se ruge, aún por la voz de los partidos del bochinche, que el Sr. Flores ha destruido a Benavides, acometiéndolo por tres partes y que sus tropas andan por Taminango, Tablón de Gómez y la Erre. Obando aunque se internó en los montes sólo cogió dos y más bestias, y como 30 reses. El 26 de este volvió a seguirles las pisadas, por todas direcciones puede ser logre buen suceso, pues lleva baquianos. Reservado: En Almaguer sin embargo de las intimidaciones que les ha hecho Obando, se han marchado el gran tuerto Velasco, y el ex-oficial Real Manuel Velasco. Se han aprovechado del candor de los que componen la Municipalidad…….. El conductor del correo Juan Pérez le entregará un caballo rucio, castrado, muy manso y de buen paso, para que usted haga ejerci-

cio en el presente verano, a mi nombre dispensándome esta satisfacción…… En este momento llega un oficial de Pasto procedente de Lima y asegura que Flores destruyó a Benavides quien escapó, que le cogió bestias, ganados y pasó a cuchillo a los soldados que le tomó. Olañeta murió en la Batalla última que le dio el Sr. Sucre y le destruyó 4.000 hombres que tenía. El cielo va a sellar para siempre nuestra libertad……. Mientras seguía el correo he recibido comunicación de Obando con el oficio de Farfán que he dirigido al Comandante que ya verá usted por la copia adjunta.”……. Carta a Santiago Arroyo-El Trapiche Julio 16 de 1825: “Antes creo que en el tránsito habrá recibido usted hasta dos mías; ahora no ocurre más, que decir, sino que las diligencias del Comandante Obando y el golpe que sufrió Benavides por la fuerza que condujo Flores, han dispersado las reuniones de bandidos que infectaban las montañas, y aunque se han fusilado algunos, aún quedan los principales autores del bochinche como Benavides en Funes con alguna Fuerza. En las montañas del Juanambú, Erazo, Noguera, Moncayo y el negro Angulo con 50 hombres por el Castigo, hasta dónde le siguió una columna de infantería; pero Angulo se pasó al otro lado del río Patía hacia la provincia de los Pastos, y se burló de las operaciones. Se les cogió como 100 cabezas de ganado y también mulas y caballerías. Las tropas del Pasto obran por la Provincia y pueden cazar a semejantes liebres.”……… Sus labores progresistas se extienden al pueblo de San Juan, cabecera del actual corregimiento y que fue el centro de la extinta parcialidad indígena, el cual organizó antes de la iniciación de la revolución de Independencia. La Viceparroquia de San Juan incluía la parcialidad de Los Milagros. En el informe a la Gobernación del Cabildo de Almaguer en 1825, consta que ya en esa época había trasladado el caserío de Chalguayaco a un lugar mejor acondicionado, o sea el actual pueblo de San Lorenzo. El mencionado informe dice textualmente lo siguiente: “ha hecho construir de nuevo la capilla de la Viceparroquia del Chalguayaco, dedicada al glorioso mártir San Lorenzo, en la cual celebró misa solemne el día 10 de agosto del año pasado, con permiso y aprobación de los superiores. En la misma Viceparroquia ha comprado este Presbítero una casa que con su compostura y adorno docente pasa su valor de cien pesos, la que generosamente ha cedido para escuela de primeras letras, mediante la comodidad que para la habitación del maestro y enseñanza de los niños brinda aquel lugar, a cuyo establecimiento está promoviendo en todos modos. El desinterés en derechos parroquiales lo publica la feligresía a la que trata con todo amor y caridad, conforme al estado de su ministerio, sin que haya oído la más mínima queja, ni notarse procedimientos licenciosos que desdoren la buena vida y conducta del Presbítero Domingo Belisario Gómez”. El cura Gómez se preocupó por dar a la Parroquia del Trapiche injerencia en los intereses públicos, así vemos que a pesar de su amistad y vínculos con los dirigentes republicanos de su época, gestionaba la designación de electores y representantes a la Cámara Provincial a hijos de Almaguer y El Trapiche. El primer representante del Cantón de Almaguer fue el mismo Belisario Gómez, quien concurrió en 1825 a Popayán como Elector Constituyente. En los años posteriores fueron elegidos a la Cámara Provincial, en orden de época, aunque algunos de ellos como Camilo Vicente Fontal lo fueron a varias legislaturas, los siguientes ciudadanos: Mateo Muñoz, del Trapiche, concurrió su suplente el Presbítero Maquillón, Cura de Pancitará; Camilo Vicente Fontal de Almaguer; el Presbítero Guzmán, Cura de San Pablo; Leopoldo Fontal de Almaguer, hijo de Camilo Vicente Fontal; Juan Martín Caicedo del Trapiche. Sus cartas dan testimonio de sus intereses y actividades de corte republicano: a Santiago Arroyo-El Trapiche agosto 16 de 2 1


1825: “Celebro infinito que usted se halle libre del peso del Gobierno con la llegada del Sr. Vergara a quien le felicito en la adjunta…….. Quedo muy reconocido por el oportuno procedimiento hecho a mi favor para que se resuelva que pueda permanecer aquí, en calidad de interino y tomar posesión de la Prebenda por apoderado....... La Municipalidad de Almaguer con fecha 12 del presente mes me ha oficiado avisándome que he resultado por uniformidad de sufragios ser el Elector Constitucional, para que pase a la capital en el día señalado en la Constitución. Este destino trunca todas mis medidas, para arreglar mis cosas. Yo espero que usted le dé un tajo, para evitar el viaje. Las razones alegadas para tomar posesión de la Prebenda por apoderado bajo las amplias instrucciones que daré para ello, este pensamiento se podría vigorizar con la total falta de eclesiástico en éste Cantón para servir el beneficio en mi ausencia y más cuando este debe ser de la aprobación del, y satisfacción del Gobierno. Si ésto no tuviere lugar me veré en la necesidad de ir....... Deseo como antes vengo insinuando, permanecer algún tiempo pera no dejar sin catear ningún mineral: ya que he registrado algunos y tengo muy buenos metales, voy a emprender el tomar oros de todos los puntos que se pueda de los ricos minerales de Mocoa, pues nada importa el costo que en ello se haga, pues podemos reportar mayor utilidad. Luego que llueva tengo emprendido descubrir los veneros que hallan oro corrido a las orillas del Sambingo, que los hay de muy buena calidad no me dice usted si puedo sacar metales de las minas que trabajó Don Tomás Quixano como ingeniero de la Compañía de Minas que se formó en esa capital con aprobación del Rey. Estas minas hace más de 30 años que no se trabajan. He pensado contestar a la Municipalidad de Almaguer, que respecto a que yo como elector nombrado por Cantón, no puedo seguir a la Capital abandonando mi feligresía, deberá el Cantón solicitar Eclesiástico que sea de la aprobación del Gobierno para que sirva el beneficio en mi ausencia......” Una vez lograda la presencia de un cura sustituto, acepta la honrosa representación republicana para la cual lo habían designado por unanimidad los electores del cantón de Almaguer. En el mes de octubre ocupó en la Cámara Provincial de Popayán su cural. Así Belisario Gómez con su presencia, voz y voto participa de esta primera representación popular de la República y en cuyo desempeño han sobresalido, posteriormente, distinguidos intelectuales del Sur del Cauca. Cumplida su misión legislativa se apresura a regresar a su amado pueblo del Trapiche e inmediatamente escribe a su amigo de Popayán. Al regresar de la Asamblea Constituyente aún persisten los bandidos revoltosos: Carta a José Antonio Arroyo-El Trapiche octubre 31 de 1825: “Después de cinco días de camino, llegué sin novedad a esta su casa...... Los bochincheros aún no cesan en sus reuniones. A un comerciante Vibanco que iba para Pasto escoltado con 25 hombres fusiles, les acometieron en la Caldera en número de algunos 30, por la noche y después de que nuestra fuerza les hizo como 200 tiros, huyeron los enemigos pero ilesos. En Taminango se ha logrado apresar el malvado mulato Manuel José Vargas quien recibió pasaporte para el valle de Josafat con tres más...”. Conservado entre el archivo de la familia Arroyo, existe este documento que habla con la elocuencia de los hechos históricos: “CERTIFICO: Que desde que estoy encargado del mando de la línea, el señor Domingo Belisario Gómez ha contribuido de su espontánea voluntad a auxiliarme en cuanto ha estado a su alcance, en términos que en muchas ocasiones he necesitado dinero para mi tropa y en el momento me ha dado lo que necesitaba. Del mismo modo me consta y es público que este señor se ha interesado en afirmar la paz y predicar en favor de nuestra independencia y libertad, por los que se ha conseguido 2 2

que se presente un gran número de bochincheros. Finalmente, yo puedo asegurar que en cierto modo al Dr. Belisario Gómez se le debe la tranquilidad y pacificación de que gozan estos pueblos porque ha sido mucho interés el que ha tomado en hacer entrar en razón a la multitud de facciosos que abrigan estos lugares, porque el referido señor no ha omitido hacer cualquier costo para descubrir armas y elementos de guerra y hacer presentar a todo hombre rebelde. Es lo que yo puedo decir en obsequio de la verdad y a pedimento del interesado. / Trapiche, 23 de junio de 1826” / José María Cárdenas. Aminorada la subversión y fortalecida la República, el Cura y los ciudadanos del Trapiche consagraron su atención preferente a la organización pública de la población. Como prospecto fundamental se acordó el establecimiento de una escuela pública para niños, conforme a la concepción al respecto del sabio Francisco José de Caldas, expuesta por él en el Semanario. Con este prospecto se mejoraría la enseñanza primaria que impartían las parroquias, como era en el Trapiche. La nueva escuela republicana o sea la buena educación pública propiciaría el cultivo de la inteligencia y de las virtudes cívicas y de la memoria de los antecesores, que irían a caracterizar a las gentes de Bolívar, Cauca por su dedicación al estudio y el servicio a la educación. Entre los documentos notables cedidos del archivo de la familia Arroyo-Díez, reproducimos éste: “Al señor Alcalde Municipal Segundo del Cantón de Almaguer, Francisco Antonia Garcés. / Parroquia del Trapiche, junio 28 de 1826: Sírvase Ud. exponer a continuación si le consta que estoy tratando de amueblar y concluir la casa que he cedido para que sirva de escuela pública, proporcionando en ella un cuarto para vivienda del maestro y demás servicios necesarios para la enseñanza de los niños. / Dios guarde a Ud. DOMINGO BELISARIO GOMEZ” “Señor Cura y Vicario Principal / Domingo Belisario Gómez: / Parroquia del Trapiche, junio 29 de 1826 / A la nota de V. de fecha 28 de presente, debo decir que me consta de público y notorio como está concluyendo en esa Parroquia la casa que ha cedido para que sirva de escuela pública, proporcionando en ella un cuarto para vivienda del maestro y los demás necesarios para enseñanza de los niños. Dios guarde a V. FRANCISCO ANTONIO GARCÉS” Para la esta escuela republicana se edificó en tapiales y techo de paja en el sitio que ocuparía la Normal Rural de Señoritas de Sor Catalina Laboreé. Después se trasladó al edificio que ocuparía el Colegio Marco Fidel Suárez, o sea en la casa que fue del maestro Agustín Rivera, bajando de la esquina del Parque Belisario Gómez, a mano derecha, por la calle del antiguo hospital. El primer edificio quedó para la escuela de niñas. La Escuela Pública del Trapiche inició labores en su propio local en el mes de octubre de 1826, siendo el primer maestro el almaguereño don Agustín Rivera, hijo de don Policarpo. El Maestro Rivera había estudiado humanidades en Quito y recibió órdenes menores, pero se separó de la carrera eclesiástica y regreso a Almaguer, en donde pasó al Trapiche traído por el cura Gómez para regentar la escuela. Sobre ésto, en el mes de diciembre de 1826 el Padre Gómez escribe al Dr. Santiago Arroyo: “Hemos establecido la primera escuela de niños de todo este Cantón y cuenta con 34 alumnos dirigidos por un maestro bien preparado”, y el 17 del mismo mes: “Mándeme unos textos de moral y aritmética y un cuaderno de himnos para que se instruyan los niños de la escuela”. Se estableció la enseñanza oficial con matrículas y programas; el Padre Gómez agregó y pagó un maestro para enseñar la hechura de sombreros de paja, extraída de la iraca, que se convirtió en una lucrativa industria familiar. Don Agustín Rivera, fue el padre de don Víctor María Rive-


ra, quien contrajo matrimonio con doña Estefanía Muñoz, sobrina muy querida del fundador y quien le sirvió en su vejez. Este hogar prosperó en Bolívar. Ellos son los abuelos del autor de la presente biografía y quienes alimentaron en sus descendientes la devoción por la memoria familiar del Fundador. Esta escuela en 1828 tenía 52 alumnos, según carta al Dr. Santiago Arroyo. En esta escuela, orientada por el sistema lancasteriano, se formaron los hombres que le darían una fisonomía destacada a la población del Trapiche. Con anterioridad a esta escuela y bajo la vigilancia del Cura del Trapiche, habían cursado la educación básica primaria una primera generación, entre quienes mencionamos a: Fernando Antonio Zúñiga, Presbítero, sucesor de su tío Belisario Gómez. Fue una de las figuras más importantes del Trapiche por su inteligencia, elocuencia, ilustración y especialmente porque consagró durante 20 años sus energías al progreso de la Parroquia. Se ordenó en el Seminario de Popayán en 1836, después de haber cursado 8 años de estudios. Desapareció en 1856, en los alrededores del Morro, se cree que sufrió un accidente fatal. Juan Martín Caicedo, consanguíneo en tercer grado del Padre Gómez, hombre de excepcional inteligencia y de gran actividad, quien contribuyó a la organización administrativa del Trapiche y a darle un puesto importante en la política del Cauca. Manuel Quintero, persona versada en leyes y de los primeros concejales del Cantón del Trapiche. Como su Alcalde, en la guerra civil de 1860, murió heroicamente en la Cuchilla de Bolívar y en defensa de la población. Hijo de Rafael Gregorio Quintero, oficial del ejército patriota del Cauca. Simón Bolaños, Juan de Mata Garcés, Joaquín Castro Argote, Sergio Delgado, Salvador Cifanes Ordóñez, Víctor María Rivera, quienes formaron una falange de ciudadanos que con sus actividades políticas, administrativas, económicas y culturales, lograron darle un puesto de significación, enriquecer y hacer notoria la población. El ejemplo y la palabra del Padre Gómez impresionaron a las generaciones que él educó e influyó en aquellas que representan el ciclo de los abuelos. Entre estos podemos citar a don Segundo Cajas, sucesor de don Agustín Rivera en el magisterio, a don Mauricio Vargas quien se formó al lado de Belisario Gómez y ocupó un puesto de primera línea en las actividades ciudadanas, a don Manuel Antonio Zúñiga y a don César Robles, quienes en su niñez disfrutaron de la influencia directa del Fundador. Mantenerse informado sobre lo público lo ilustra su carta a José Antonio Arroyo de Febrero 16 de 1826: “He recibido la suscripción de la gaceta, y quedo muy reconocido del cuidado con que advirtió la falta del número 219 para que el Sr. Editor lo mande: pues mientras conseguimos la impresión de las leyes en tomo separado no tenemos otro recurso que las gacetas.”…... Carta a José Antonio Arroyo-El Trapiche marzo 1 de 1826 “Espero con la ida de Obando a Pasto, puedan tomarse medidas para extinguir a Benavides y a los demás forajidos... hace pocos días, que cerca del pueblo salieron como unos 15, a las 11 de la noche, hirieron a un miserable paisano y robaron cuanto encontraron en las casas. La tropa los buscó pero no pudo aprenderlos, porque se asilaron en las montañas. Benavides robó en la Provincia unas cargas de unos comerciantes, pero el Capitán Guerrero (pastuso) lo persiguió, y le quito la presa, las mulas, algunos fusiles y le tomó prisioneros que siguieron a Quito.......”. Una carta en la cual se muestra su interés por las distintas actividades de interés nacional, es la siguiente: /“S. D. Santiago Arroyo / Parroquia del Trapiche septiembre 6 de 1826 Mi muy amado y Sr. mío: Con su favorecida de 6 del corriente tengo el gusto de saber se halla sin novedad, en unión de mi Sra. Juana y Familia. Sin embargo de las ocupaciones de su ministerio, Dios permita, como se lo suplico continuar con la robustez que le deseo.

Puede ser se logre mi permanencia aquí por algún tiempo, por no haber habido opositor desde Curato, pero el Sr. intendente me dice que iba a consultar al Gobierno el asunto, y si el informe se reduce a encarecer mi falta en la Catedral, y estar, en perfecta tranquilidad los pueblos me harán ir inmediatamente. Sea lo que fuere aguardaremos los resultados. Y sin encarecimientos puedo asegurar, que en el día estos pueblos, que tienen contacto con Pasto, no se puede decir con verdad que están tranquilos, su quietud es aparente, y en el momento que se retirara la fuerza de la línea, habría motines, y grandes reuniones, porque a los enemigos del Gobierno les sirve de palanca las chispas que vierten, para levantar a los pueblos que ven adictos al Gobierno pasado o antiguo. La cosa de Páez la ponderan, y definen como el fin de la República esparciendo rumores de que a todo hombre lo alistarán para la guerra; así es que en el Pueblo de la Cruz, se han refundido muchísimos que antes deban señales de patriotas. Divulgan que la venida del Libertador, en derrota que le han dado los godos que han abordado al Perú. Todas estas patrañas perjudican demasiado. La Cruz necesita un Cura, a mi entender que no sea pastuso como el que ha ido interinario. De todo inferirá Ud. que mi residencia aquí, es más útil que en la Catedral; pues tengo la ventaja, que los pueblos dan crédito a mis insinuaciones con que procuro instruirlos de la verdad: pero si me llamasen estoy pronto a obedecer. Ha sido un chasco formidable el que sufrió Bogotá, y aún el Sr. Vicepresidente con la chispa que divagó aquel Oficial, que por ésta tal vez irá a concluir el verano al otro mundo. Su excelencia el Libertador si salía de Lima a fines de agosto ya estará en Guayaquil, y sin duda vendrá por este Cantón lo que deseo saber. Celebro que no haya habido tanta ruina como se ponderaba, con los temblores que hubo en Bogotá, pues se aseguraba que la pérdida o daño de las casas, no se repararía con un millón. Permita el cielo que lo de Caracas, no se adelante, y que sea tan firme la adhesión de los departamentos a nuestras instituciones. No sabía de las actas de Quito y Guayaquil que sin duda siguen el mal ejemplo de Valencia, pero nuestro Libertador podrá al paso, poner término a estos desatinos. Antes por la mucha lluvia, y después por mis ocupaciones, se ha retardado buscar metales de los socavones como se lo ofrecí. He registrado provisionalmente la altura de Cerro Gordo, y he entrado en 78 socavones de los muchos que tiene el Cerro y he recogido algunos metales que me parecen buenos, y dos de ellos juzgo son de plata: luego que reúna los más que pueda, se los envío con la distinción correspondiente. Tengo también conseguidos metales de la mina de plata que dice usted había en un páramo y montaña, aunque se me asegura que lo principal de la veta lo ha cubierto un derrumbe; pero aunque sea con trabajo se podrá limpiar. La veta que dice usted había en Almaguer, también se derrumbó, pero estoy haciendo trabajar para descubrirla. La de aquella muestra maciza de cobre salió ser como dijo Rivera de la peor, y lo principal de la veta es de ellos. Salúdame particularmente a mi Sra. Juana, y mande todo lo que guste a su más afectísimo amigo y constante Capellán / Q. S. M. B./ Domingo Belisario Gómez Su actividad es múltiple, una vez que se define la República. Promueve intensamente la explotación minera, a su costa, inclusive en el territorio del Caquetá. Personalmente participa en destapar socavones y tomar las muestras. Realiza prácticamente un inventario minero de la región. En su correspondencia escribe a Santiago Arroyo al respecto: Noviembre 30 de 1826. “Por esta causa no he podido remitir a usted los metales de los socavones que dice usted había solicitado personalmente en mis socavones, inmediatos desta Parroquia. Va el de la veta de la montaña del Páramo. Esta veta está virgen aunque trabajosa por el temperamento y haberse venido un derrumbo. Lo mismo sucede con la del No. 2- La de oro de Almaguer, que fue la que hizo ruido por la Compañía de Minas, aunque he hecho trabajar para descubrirla, no lo he conse2 3


guido hasta ahora. Después le mandaré otros metales que me han ofrecido”. La constante fecunda labor del pueblo del Trapiche y de sus campos, orientada por su Patriarca Belisario Gómez, estimuló su vinculación con las distintas comunidades del Cantón de Almaguer, o sea las correspondientes a la actual región del Sur del Cauca y Norte de Nariño e incluso con las del Sur de Huila y Alto Caquetá. Relación que contribuyó al crecimiento y al progreso del Trapiche, hasta convertirse en el principal centro de la región. Lo anterior explica por qué en 1857 fue erigida en Capital de la Prefectura de la Provincia de Caldas del Departamento del Cauca y con Jurisdicción sobre las municipalidades que constituyeron al antiguo Cantón de Almaguer y sucediendo a la propia ciudad de Almaguer, en la misión de la dirección político administrativa de la Provincia. Cooperó en establecer la población de Lerma y organizar la Parroquia del Rosal en 1837. Belisario Gómez era un hombre de actividades múltiples y de visión hacia el futuro, formó de sus feligreses hombres entregados al trabajo. Su ejemplo de trabajador fue constante; en sus cartas habla continuamente de su hato de ganado que fomentó en San Joaquín, nombre escogido por el del santo de su devoción, (antiguo Mamascato), al borde del valle del Patía y cerca a Mercaderes. Cerca del Trapiche, tras el cerro de Bolívar, en el sitio de la Arrinconada, tenía cría selecta de caballos, tan notables que los envía como especial regalo a sus amigos y los pondera en graciosas descripciones. Respecto a la agricultura fue tan constante su preocupación que en 1836 le propone a Santiago Arroyo formar una compañía para sembrar cacao en gran escala en el valle del

Patía; en una dice: “Yo voy a sembrar mil árboles de cacao y quiero que todos secunden la siembra que dará riqueza”. En 1825 inicia exhaustiva exploraciones mineras, incluso en la región del Alto Caquetá, su interés en este ramo es también constante, en 1834 se cartea con el general Tomás Cipriano de Mosquera para tratar de organizar una compañía exploradora de las antiguas minas de oro de Almaguer y otras minas en Sambingo y en Cerro Gordo. Las guerras civiles entorpecieron toda esta labor para el beneficio económico. En junio de 1828 es nombrado Rector del Seminario de Popayán de la cual se posesionó en septiembre. En 1829 es designado Provisor y Vicario General del Obispado de Popayán. En 1830 regresa al Trapiche; en 1831 renuncia la rectoría del Seminario y como Provisor y Vicario del Obispado de Popayán para continuar, hasta su muerte, como el auténtico Cura del Trapiche, aunque no como su Párroco titular. Ningún suceso importante de esa época pasó sin un comentario oportuno del Padre Gómez, en sus cartas. Allí critica fuertemente la implantación oficial en los colegios de los sistemas de Bentham y Tracy. Cuando se organizó la Universidad del Cauca escribió regocijándose “del plausible acontecimiento que prestaría un gran bien a la juventud de nuestro Popayán y de toda la Provincia”. La labor del padre Gómez en la independencia y en la constitución de la República está aureolada por los signos republicanos de su convicción profunda, su decoroso desinterés y la eficacia notoria de sus servicios. Corresponde a la patria exaltar su memoria.

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Apéndices

APÉNDICE 12 PRÓCERES ALMAGUEREÑOS RESEÑADOS EN LA “MONOGRAFÍA DE ALMAGUER”, POR ARCESIO GUZMÁN

“De la Apoteosis de Popayán por Efraín Martínez: Camilo Torres y Francisco José de Caldas simbolizan el sacrificio por la independencia de la Patria Colombiana’’ .

SALVADOR ANTONIO MORCILLO. El presbítero Salvador Antonio Morcillo, cura propio de la ciudad de Almaguer y sus anejos y vicario eclesiástico de ellos, fue hijo legítimo de Salvador Morcillo y Nicolasa Torres. Este eclesiástico fué consagrado sacerdote el 7 de mayo de 1797, a título de la sacristía Mayor de la ciudad de la Plata, habiéndosele dispensado la edad que suplió su suficiencia. En el mismo año, por oposición, fue promovido al curato de Almaguer, con jurisdicción sobre cinco doctrinas o comunidades de indígenas a cuya instrucción y civilización consagró no pocos desvelos, con resultados que en breve se hicieron sentir. Cuando se hizo cargo de este curato, encontró en estado de ruinas la iglesia parroquial y a su reconstrucción consagró gran parte de sus bienes; construyó el arco toral, reparó el pavimento de la iglesia edificó el recamarín, sacristía, bautisterio y hermoseó el frente con un bello atrio de piedra; construyó además varias dependencias para custodia de los utensilios de la iglesia a la que dotó de los paramentos y alhajas indispensables para el esplendor del culto. Obra suya fue la construcción del cementerio que rodeó de una muralla de piedra. En Caquiona emprendió en la construcción de la iglesia que hoy existe, reemplazando la primitiva capilla de paja. Los cargos y preeminencias eclesiásticas que consiguió este sacerdote, fueron adquiridos por sus principios científicos, como que cursó por el espacio de nueve años en el Colegio Seminario de Popayán, habiendo estudiado Filosofía y Teología Dogmática, escolástica, en cuya Facultad desempeñó los actos literarios privados que se le encomendaron y uno de conclusiones públicas. Convencido el ilustrísimo señor Obispo de la Diócesis, señor Salvador Jiménez Enciso, de los servicios, méritos adquiridos y conducta de este eclesiástico, procuró mejorarle de beneficio para premiarlos en el concurso de 1818 y a solicitud de la Municipalidad de Almaguer fué retenido en ese curato por haberse captado el aprecio y estimación de toda esa feligresía. No obstante las violencias y persecuciones que las tropas españolas ejercieron en esta ciudad y sus contornos en la época de la independencia, el Presbítero Morcillo invitó desde el púlpito a su feligresía a la obediencia al Gobierno de la República de Colombia. La decisión y demostraciones a favor de la libertad

de este sacerdote, le atrajeron las terribles persecuciones de los jefes españoles don Basilio García y don Joaquín Dávalos, las que le obligaron a fugar, manteniéndose oculto por un año, en cuyo tiempo fué despojado del curato, ocupándolo el Presbítero José Maróa Chacón y refluyendo las persecuciones sobre sus criados y domésticos, originándose de allí la pérdida de sus intereses. Este benemérito eclesiástico murió en el año de 1840, dejando los más gratos recuerdos de su vida evangélica, de su patriotismo y de su amor a la causa de la República. JUAN NEPOMUCENO MANZANO. Otro hijo importante de Almaguer, fué el Presbítero Juan Nepomuceno Manzano, sacristán Mayor en propiedad de la iglesia parroquial de esa ciudad, descendiente legítimo de los señores José María Manzano y Custodia Guzmán. El padre de este eclesiástico fué desde el principio de la revolución política, decididamente adicto al sistema de la libertad y por esa decisión fue nombrado Juez político del Cantón de Almaguer, cargo que desempeñó por más de dos años a contentamiento general. El Presbítero Manzano, empapado en las mismas ideas de su padre sufrió persecuciones por parte de las tropas realistas que le obligaron a vivir fugitivo y errante por algún tiempo, de cuyas resultas perdió sus bienes y vió destruida su casa. La buena índole, conducta moral y capacidad de este eclesiástico movieron al ilustrísimo señor Obispo de la Diócesis a darle posesión de la Sacristía Mayor de Almaguer, hallándose ordenado sólo de Menores. Recibió el Presbiterato en 10 de febrero de 1822 y radicado en este curato, se dedicó de lleno al ejercicio de su cargo espiritual. Satisfechos los jefes de la República de la conducta política de este Sacerdote, el Comandante General del Cantón de Almaguer le destinó como parlamentario ante el cabecilla realista Agustín Agualongo, comisión importante ésta en favor de las armas de Colombia y que desempeñó aún con peligro de su vida, dada la exaltación de las fuerzas de Pasto y de los guerrilleros patianos y con lo cual dio testimonio nada equívoco de su amor a las ideas de emancipación. Se guardaba con mucho cariño hasta hace poco tiempo en Almaguer, y creemos que hasta el presente, la relación de la hazaña de valor con que se hizo célebre el Presbítero Manzano cuando él solo, con gran denuedo y 2 5


arrojo, al grito de “San Luis y a ellos” se enfrentó al temible guerrillero patiano Francisco María Mosquera, quien con doscientos lanceros, sorprendió la ciudad en una madrugada con el propósito de reducirla a cenizas. De ahí se avivó más el aprecio general que por este Sacerdote guardaron el vecindario lo mismo que las autoridades políticas y eclesiásticas del Departamento, amor y gratitud que crecía más en la sinceridad de sus contemporáneos por su virtud acrisolada y espíritu levantado. ANTONIO CAICEDO. Nació en Almaguer del matrimonio de don Francisco de Caicedo y de doña Ana de Ayala; pasó muy joven a Quito e ingresó a la orden franciscana. Profesó en manos del Padre Guardóan del Convento Máximo de la citada Capital Fray Agustín de Andrade el 2 de julio de 1621. Lo destinaron sus superiores a las misiones que los Padres sostenían en el Amazonas. Después de permanecer algún tiempo en esas regiones y regresar a Quito, se dirigió por segunda vez al gran río en 1634. Él y sus compañeros fueron atacados por los indios y heridos, pero él se restableció y pudo tornar a Quito. JOSÉ MARÍA MORCILLO. El Presbítero José María Morcillo fué oriundo de Almaguer. Hizo sus estudios en la ciudad de Popayán en la que se consagró sacerdote en la misma época en que su pariente Salvador Antonio Morcillo. Este eclesiástico servía el curato de Mercaderes cuando se inició la guerra de emancipación. Desde un principio se mostró refractorio a las ideas de independencia y abrazó la causa del Rey con la fe de un obstinado, constituyéndose en perpetuo agitador de las temibles e indómitas guerrillas de los negros patianos, que fueron el terror para la comarca comprendida entre el Palacé y el Guáitara. De corazón sin miedo, armado de trabuco, sable al cinto, con su gran sombrero al desgaire y con su lanza siempre lista para atacar, acompañada por la doquiera los piquetes volantes de la caballería patiana que merodeaban por campos y poblados procurando hacer el mayor daño posible a las tropas patriotas que muchas veces sucumbían ante su astucia y la presteza en la acometida. Era su jefe en 1812 Juan José Caicedo, hábil guerrillero, que hostilizaba día y noche, sin tregua ni descanso, a las fuerzas patriotas. Con un gruedo de 1.500 hombres y en combinación con don Antonio Tenorio, Alférez Real, marchó sobre Popayán, presentándose ante la ciudad en 26 de abril de ese año, poniéndole cerco e intimándole rendición. Entre esos sitiadores se contaba el Presbítero José María Morcillo. Defendía la ciudad el gran patriota José María Cabal, quien con 300 hombres resistió las porfiadas arremetidas de los patianos desde la Plaza, las torres de la iglesias y balcones de la ciudad, dónde los patriotas se habían parapetado. En un momento dado, Cabal abandonó sus fortificaciones y dió sobre los sitiadores, con tan buen suceso, que los puso en precipitada fuga en dirección al Tambo, dónde poco después, una partida sorprendió al Presbítero Morcillo quien fué pasado por las armas en esa población en 9 de mayo de 1812. La muerte del Presbítero Morcillo ocasionó grandes escándalo e hizo venir a menos la causa de los patriotas. En la revista Popayán corre publicada una hoja de aquella época titula Un hecho de nuestros días que detalla circunstanciadamente este acontecimiento y que es de mucha importancia para nuestro intento de cronistas. Héla aquí “Hay equivocaciones en los hechos históricos, que algunas veces tienen un origen reprobado como la calumnia; y sin embargo, cuando se hacen vulgares pasan en proverbio entre las gentes sin crítica. De este género es la equivocación que padecen algunos que dicen que el Presbítero José María Morcillo fué fusilado en el pueblo del Tambo en el año de 1812, por sentencia de los oficiales que a las órdenes del Coronel José María Cabal se hallaban en dicho pueblo, cuando fué ejecutado dicho clérigo. Yo prescindo de la justicia o injusticia de aquella ejecución y sólo trato de que se conozca el suceso tal como fue”. 2 6

“Habiendo salido en abril de 1812 el Coronel José María Cabal con 600 hombres, a perseguir a los enemigos que fueron derrotados en La Ladera, el Teniente Juan José Bejarano encontró el Presbítero Morcillo en una casita desviada del camino; y sabiendo que este clérigo acompañaba a los invasores de Popayán, acaudillados por los asesinos de Cataneo y sus pacíficos compañeros, lo dejó custodiado por el Sargento Aldana y seis hombres más y dió parte al Coronel Cabal. Este Jefe, conocido por su lenidad, mandó llevar al Presbítero Morcillo al pueblo del Tambo y solamente lo puso en arresto dando cuenta a la Junta de Gobierno que había entonces. En contestación, el Secretario de la Junta, Francisco Antonio Ulloa, ofició al Coronel Cabal que el Gobierno tenía de antemano documentos contra la conducta del clérigo Morcillo que le habían decidido a condenarle a muerte; y que de su orden se lo comunicaba para que lo pusiese en capilla y lo fusilase en el término de 24 horas. Como no se mandó el auxilio eclesiástico para desaforar al Presbítero Morcillo, el Coronel Cabal hizo Junta de Oficiales para consultarles informativamente lo que debería hacer. “Todos fueron de opinión que se consultara a la Junta de Gobierno, si debía cumplirse la sentencia sin preceder el desafuero; y el Coronel Cabal, conformándose con la Oficialidad, suspendió la ejecución de la sentencia, y consultó a la Junta sobre la duda que había ocurrido. El Secretario Ulloa contestó al Coronel Cabal que la Junta de Gobierno había visto con desagrado que no hubiese cumplido lo que se le tenía ordenado; cuando a un Oficial solamente le tocaba obedecer; y que había resuelto: que en el momento que recibiese su contestación hiciese poner en capilla al Presbítero Morcillo; que a las 24 horas lo fusilase, y 6 horas después presentase en la Junta el parte de haber cumplido con la ejecución, lo que se le mandaba por orden última y perentoria. El Coronel Cabal puso en obedecimiento a la orden de la Junta, y mandó al Ayudante Juan Conde (que hacía las veces de sargento mayor) que intimase la sentencia al clérigo Morcillo, le pusiese en capilla y avisase al doctor Juan María Céspedes, Capellán de la división, para que le prestase los auxilios espirituales. Al día siguiente fué ejecutado el Presbítero Morcillo con sentimiento de Cabal y de los Oficiales, que se pretende por algunos lo sentenciaron”. “Todavía existen muchos testigos del hecho que acabo de referir, y entre ellos son muy dignos de fe, el Presbítero doctor José Joaquín Soto, los doctores Antonio Camacho y José Antonio Arroyo Valencia, que eran miembros de la Junta de Gobierno. El doctor Céspedes, que confesó al Presbítero Morcillo, existe en Bogotá, y sabe todo lo que he expuesto”. “Me ha obligado a publicar este artículo, el conocimiento de que en el día pretenden algunos atribuir a los oficiales que acompañaban al Coronel Cabal la ejecución del Presbítero Morcillo. Al hacerlo, he tenido presente el principio de derecho que dice: Utilius Scandalum naci permittitur quam veritas reliquartur... ¡Así pereció este importante hijo de Almaguer! JUAN BAUTISTA GUZMÁN. Este prócer nació en Almaguer. Se unió a Sucre y con él pasó al Perú a luchar por la independencia de aquel país como miembro del Ejército Libertador, Junín lo vio entre los vencedores de aquella encarnizada batalla entre mil doscientos de caballería enemiga contra un número casi igual de independientes. Una hora bastó para humillar al ejército español. Canterac vencido y maldecido por los suyos Marcilla y Bedoya, muertos con más de cuatrocientos entre oficiales y soldados. Los derrotados buscaron la clemencia del Libertador: el Perú respiró y Colombia se colmó de gloria. Matará es también uno de sus laureles y la honra de Sucre por su célebre retirada durante la noche, con tal silencio, que al venir el día fue cuando conocieron los enemigos que las hogueras encendidas por los patriotas no eran sino un ardid para hacerles creer que estaban en el


• Batalla de Calibío, cerca de Popayán, óleo de José María Espinosa: 15-1- 1814, Mandada por el General Antonio Nariño, el Brigadier José Ramón de Leyva y el Mayor José María Cabal. Tropas republicanas vencedoras 1900 hombres y las realistas 2000 mandadas por los españoles Generales Juan Sámano y Asín.

• Batalla de Tacines, cerca de Pasto, óleo de José María Espinosa: 9-6- 1814: En la altura de Tacines estaba el campo enemigo con la artillería y en las faldas la infantería, parapetada,…en buenas trincheras….hacían estragos los fuegos del enemigo…..en el centro se destaca Nariño (Por su arrojo la acción le fue favorable).

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• José María Espinosa, autorretrato. Acuarela 1840. Abanderado del ejército al mando de Antonio Nariño que combatió en el sur de la Provincia de Popayán, su testimonio para la posteridad lo tituló “Memorias de un abanderado”. Su obra pictórica es única sobre los sucesos bélicos en la Provincia de Popayán, en los cuales participó; retrató a los principales personajes de la independencia de la actual Colombia.

• El Precursor y General Antonio Nariño, dibujo por José María Espinosa

• Batalla del Río Palo Óleo por José María Espinosa. Cerca de Santander de Quilichao, Cauca, 2-6-1815. Importante y exitosa acción bélica de la Campaña del Sur. Espinosa relató “al toque de marcha avanzamos… el fuego... ensordecía…la inmensa masa de humo…no podíamos vernos …..Sentía silbar las balas…el ruido que hacían al rasgar la bandera….tropecé con los cadáveres y los heridos….quedaron arroyados…los batallones realistas” En el cuadro se distingue al jefe militar José María Cabal.

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• José María Cabal. Carboncillo de José María Espinosa. Nació en Buga en 1769. Joven sufrió el destierro por colaborar con el Precursor Antonio Nariño en la publicación de los “Derechos del Hombre y del Ciudadano”. En París estudió ciencias exactas. A su regreso se vinculó a la Expedición Botánica y a la docencia de las ciencias. Presidió la Junta de las Ciudades Confederadas del Cauca y luego la Junta Revolucionaria de Popayán. Se unió al Gobierno de Joaquín Caicedo. En 1812 fue vencido en la guerra de Pasto. En 1813 unido a las fuerzas de Nariño venció en Palacé, en 1814 comandó Calibío. Dirigió la vanguardia de la expedición de Popayán a Pasto, obteniendo victorias en Juanambú y Tacines. En 1815 venció en El Palo. Por desacuerdo renunció el mando del ejército en vísperas de la derrota de la Cuchilla del Tambo, después de esta fue fusilado en Popayán el 19-8-1816.

• Liborio Mejía, carboncillo de José María Espinosa. Nació en Rionegro, Antioquia en 1784. Se vinculó a la Campaña del Sur comandada por Nariño. Por ausencia de Custodio García Rovira asumió el poder ejecutivo en Popayán y comandó el ejército en la Batalla de la Cuchilla del Tambo, después de tal desastre fue apresado en La Plata y fusilado en Bogotá el 3-9-1816.

• Lámina original a color de José María Espinosa, sobre su boceto del 8-8-1816 en el patio de la cárcel de Popayán los prisioneros del ejército derrotado en la Cuchilla del Tambo, frente a un piquete armado de 50 soldados realistas, se les anuncia su inmediato fusilamiento por represalia, pasado un 1|4 de hora llegó una nueva orden suspendiéndolo. El primero de la fila de las víctimas es el joven teniente Abanderado José María Espinosa, quien posteriormente logrará fugarse.

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• Francisco José de Caldas, óleo de Coroliano Leudo, Concejo del municipio de Popayán.

• Camilo Torres, óleo de Coroliano Leudo, Concejo del municipio de Popayán.

• Santiago Arroyo, óleo de Efraín Martínez, Galería de los Fundares y Rectores de la universidad del Cauca.

• José Antonio Arroyo, óleo de Efraín Martínez, Galería de los Fundadores y Rectores de la Universidad del Cauca.


• Simón Bolívar - Antonio José de Sucre - Antonio Nariño Francisco José de Caldas - Policarpa Salavarrieta, por Isaac Santacruz, descubiertos con ocasión del Centenario de los sucesos del 20 de julio de 1.810 acaecidos en Santafe de Bogotá. • “Las intimidaciones desde El Trapiche en 1822” (ver reseña al respaldo)

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• José Hilario López, litografía sobre un carboncillo de José María Espinosa. Nació en Popayán el 18-2-1798. Interrumpió sus estudios en el Seminario de Popayán para vincularse a las tropas patriotas. Participó en la Campaña del sur a órdenes de Nariño. Cayó prisionero en la Cuchilla del Tambo y como castigó se le obligó a servir en el famoso Batallón Numancia. En 1820-1821 con Bolívar hizo la campaña libertadora de Venezuela. En 1823 volvió al sur de Popayán a combatir la insurgencia de Agualongo. En 1829 con José María Obando encabezó una rebelión en Pasto y Patia contra la dictadura de Bolivar. Su vida es un ejemplo de servicios patrióticos. Como Presidente de la República abolió definitivamente la esclavitud en Colombia. Murió en Neiva el 27-11-1869.

• José María Córdoba, carboncillo retocado de José María Espinosa. Nació en La Concepción, Antioquia, el 8-9-1799, murió trágicamente en El Santuario, Antioquia, el 17-10-1830. En la Batalla del Palo, junto a José María Espinosa, fue la primera acción bélica en que participo el héroe antioqueño, después se consagraría en Pichincha y sería exaltado por su actuación en Ayacucho. En 1823 combate a los sediciosos de Pasto y Patía en operaciones conjuntas con las milicias del Trapiche. En 1829 regresa al sur de Popayán para reducir las sediciones y preparar la movilización del Ejército de Colombia que al mando de Simón Bolívar se moviliza para recuperar a Guayaquil ocupado por el ejército del Perú, en tal operación el General Córdoba prepara en El Trapiche el alojamiento de Bolívar y del ejército, lo cual se cumple por segunda vez.

Al respaldo del Oleo el Maestro Rengifo Muñoz, escribió la siguiente leyenda: Homenaje “A LA CI UDAD DE BOLI VAR - CAU C A”. con la veneración del Autor: LUIS ANGEL RENGI FO MUÑOZ Bogotá, junio 1971 El 26 de Mayo, el ejército Libertador, estaba en el pueblo del Trapiche, hoy Bolívar Departamento del Cauca. Allí el Libertador Don Simón Bolívar recibe refuerzos enviados desde Popayán y es acogido por el reverendo Padre Belisario Gómez sacerdote oriundo de Almaguer - Cauca. El Libertador, nombra Coroneles: JOSE GABRI EL PEREZ, VICENTE GONZALEZ y al PADRE BELISARIO GOMEZ, para tratar con los Coroneles españoles: PANTALEON FIERRO y MIGUEL RETAMAL encargados del ejército español, para la firma de las capitulaciones, comisionados del Coronel Don Belisario García Comandante de la Plaza de Pasto. Memorias Tomo IV, Pags. 107 y otras. DANIEL F. OLEARY - Monografía de Almaguer. Sr. Don ARCESI OGUZMAN “LA CAPITULACION DE PASTO ES EL SUCESO MAS IMPORTANTE DE LA GUERRA DEL SUR Y ES PREFERIBLE A DI EZ VICTORIAS” SIMON BOLIVAR Conforme a la voluntad de su Autor y donante, el óleo fue colocado en la Sala del Concej o Municipal de Bolí var, Cauca, durante el Acto Solemne con moti vo de la celebración de las Bodas de Oro Parlamentarias del Doctor Victor Quintero Rivera. Acto que se cumplió a las 3 de la tarde del día 20 de Julio de 1971, enaltecido por la benemérita persona del Sr. Presidente Dr. GUILLERMO LEON VALENCI A MUÑOZ, quien con tal motivo pronunció su postrero discurso patriótico y solemnizó el descubrimiento del Oleo.

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campo, como es también uno de los hechos gloriosos de Guzmán haber concurrido como valeroso al triunfo de Ayacucho. Guzmán figuró entre los defensores de Guayaquil contra el bloqueo de la escuadra peruana que duró de 28 de noviembre a fines de diciembre de 1818, para concurrir después al triunfo de Tarqui. Se halló igualmente este Jefe en las acciones de Buesaco en 31 de agosto de 1839; en Timbío o Las Cruces, en 19 de abril de 1840; en Yacuanquer, Huilquipamba, al lado de Mosquera y Herrán. En la Campaña del Norte, se halló en la acción de San Gil en 24 de diciembre de 1840; combatió después en Honda el 9 de enero de 1841; en Guarumo, el 9 de abril, Pajaral, acción cumplida el 11 de abril, es un hecho suyo de valor distinguido, en que con 20 de soldados venció a Raffeti que contaba 18 embarcaciones y 300 hombres. El 11 de julio del mismo año, fue ascendido a Coronel por su brillante comportamiento en La Chanca y se le confió la jefatura del batallón Mutis número 2, alcanzando después el grado de General en 10 de junio de 1851, en 1846 había sido nombrado Gobernador de Barbacoas. Por todos sus servicios, el General Guzmán fue condecorado con las medallas de Junín, Ayacucho, Tarqui y Pasto. Este experto y denotado Jefe murió en Pasto combatiendo en defensa del Gobierno el 27 de octubre de 1851. JUSTO ANTONIO ZÚÑIGA. “Este prócer nació en la Herradura, términos del Distrito de Almaguer. Después de haber hostilizado por mucho tiempo a los realistas con guerrillas de emboscadas, aprovechó la circunstancia de acercarse al General Valdés con sus tropas en las cuales se enroló y estuvo en la batalla del Genoy y en breve en la de Bomboná. Hecho a las fatigas del guerrillero, abrió campaña contra el famoso realista Agualongo y combatió en la acción del Salado, perdida por este jefe realista. Continuando la ventajosa guerra de partidas en el montañoso y áspero terreno de Pasto, vio al fin logrado, con su cooperación, el sometimiento a las órdenes libertadoras del valle habitada por los valerosos realistas patianos. Vencedor más tarde en la batalla de Papayal o Palmira, entró triunfante con su jefe el General José María Obando a Bogotá en la restauración del gobierno constitucional de 1831. Regresó al sur e hizo la campaña de Pasto en 1832 para reincorporar esta Provincia a la Nueva Granada, según en tratado de 8 de diciembre de 1832 celebrado en el Ecuador. De 1839 a 1841 militó en las guerras de esos años con Mosquera y Herrán hasta obtener la pacificación de las Provincias de Pasto y Popayán como jefe de los patianos, en asocio de los Coroneles Jacinto Córdoba y Manuel Delgado. Dirigió el Combate de Cuevitas, en el cual triunfó el 2 de febrero de 1840 y el primero de agosto de 1842 fue ascendido a Teniente Coronel. Volvió al hogar por tanto tiempo abandonado, y aunque lo encontró desprovisto de todo recurso, su trabajo lo volvió a la abundancia, como sus esfuerzos en la defensa de la patria ayudaron a darle libertad. 1 APÉNDICE 13 RELACIÓN DE LA BATALLA DE BOMBONÁ Y SUCESOS INMEDIATOS, CAPÍTULO III, PARTE SEGUNDA, “APUNTAMIENTOS PARA LA HISTORIA” POR JOSÉ MARÍA OBANDO. “El Libertador vacilaba en cuanto a la operación que debía ejecutarse sobre el enemigo, de quien ya estábamos muy cerca. Yo había manifestado a S. E., que la dirección del ejército debía ser por Genoy. Otro jefe de más graduación que yo, sugirió a S. E., algunas ideas acerca de ésto: S.E., las comunicó conmigo, y yo insistí en el plan que de antemano le era conocido, y le demostré lo impracticable del nuevo proyecto, pero prevaleciendo aquella opinión, resolvió S.E., dirigir la marcha por Cariaco, o sea Bomboná, lo que dió lugar a la sangrienta batalla de este nombre. En

la noche del 5 de abril que acampamos en el Tambillo, me asaltó una fiebre maligna, la más peligrosa enfermedad que he padecido en toda mi vida, el mal progresó rápidamente, y a pesar de una esmerada asistencia, desde ese día ya no serví en el ejército sino de estorbo. El 7, al llegar el General Torres con nuestra vanguardia al llano de Bomboná, el enemigo comenzaba a tomar posiciones que atrincheraba volando sobre la quebrada de Cariaco que dividía los dos campos. El terreno se presentaba tan favorable para el enemigo como fatal para nosotros: una línea de fortalezas naturales hacía la posición del enemigo del todo insuperable: el paso preciso de la quebrada podía ser defendido por todo el ejército enemigo, cuando el nuestro apenas podía descender de a dos en

José María Obando, litografía sobre un carboncillo de José María Espinosa. Nació en Hacienda de García, Caloto, Cauca, el 8-8-1795. Murió en combate en Puente de Piedra, Subachoque, Cundinamarca, el 29-4-1861. Militar (General), político, Vicepresidente y Presidente de la República de Colombia.

fondo, y la correspondencia de nuestras balas cuando mucho estaría en razón de uno por ciento. El General hizo alto esperando al Libertador, que no estaba muy bien con la altivez republicana del valiente Torres, tomó la ocasión por los cabellos para castigarla, y atribuyendo a cobardía la detención de su marcha, le quitó en el acto el mando de la división, dándoselo al Coronel Barreto, y descargando sobre el general la tormenta de algún antiguo resentimiento. Exaltado este republicano cuanto debía estarlo por tan inmerecido agravio, dio al libertador una prueba más de que no conocía el temor, echó pie a tierra, y con los ojos que parecían dos rayos, le dijo: “¡No! estas divisas que V. E., desea empañar, las debo a mi valor, y no las he recibido de V. E., sino de la patria que es el objeto de mis sacrificios: la sangre de mi familia derramada casi toda en esta gloriosa guerra, me reclama en este momento la vindicación del ultraje que en mi persona quiere hacérsele. Si no sirvo como general serviré como soldado, y nadie podrá impedirme que preste este servicio más a mi patria.” Y al proferir estas últimas palabras lo hizo arrebatando el fusil a un soldado. El Libertador no sé si admirado de aquella gentileza, o com3 3


placido por la idea de que en aquella exaltación era seguro que hallaría su sepulcro ese mismo día un republicano tan temible como Torres, lo escuchó lleno de asombro, y como procurando satisfacerle, le dijo: “Bien, General, vuelvo a usted el mando de su división y marche usted al enemigo. Desde este instante marchó Torres de frente, sin poder hacer otro movimiento que desfilar de a dos en fondo. Se encendió el fuego a la una de la tarde; el general recibió una herida y quedó fuera de combate, y la división, perdiendo un cuerpo después de otro, quedó reducida a 200 hombres a las cinco de la tarde en que fue reemplazada por la del general Valdés, hasta que la oscuridad de la noche hizo apagar los fuegos, quedando el enemigo en sus posiciones. Por casualidad una guerrilla enemiga había empezado a tirotear al batallón Rifles de la división de Valdés: este general la persiguió con el mismo batallón; la guerrilla replegaba por un camino privado hacia las fuerzas que defendían aquel otro paso ignorado: 50 rifles pudieron forzar aquella formidable posición cerca del anochecer, tomando una altura que dominaba la que defendía don Basilio en el paso principal; y por este triunfo ignorado de nosotros, abandonó su campo en completa dispersión a las ocho de la noche. Ambos combatientes perdieron la batalla: nosotros la fuerza, los españoles el campo. El Libertador ignoraba el buen suceso del General Valdéz. A las once de la noche se presentó en el cuartel general el ayudante mayor del Rifles, que de orden de Valdez vino a dar una parte confusísimo: dijo que el General participaba que solamente habían salido 50 rifles. El quiso dar a entender que los 50 rifles habían salido al otro lado; pero el espíritu del Libertador resentido por la presencia de un vasto campo de matanza, entendió mal por la impresión de que estaba dominado, y creyó que lo que se le comunicaba era que solo 50 rifles habían escapado. A esa hora nuestro campo parecía un taller, pero un taller de destrucción: se rompieron más de 1.500 fusiles sobrantes, se quemaron municiones y cargamentos de vestuarios, y se inutilizó todo cuanto estorbase nuestra retirada. Hasta en esos momentos de confusión y desorden se acordó de mí el Libertador, con un comandante Álvarez, edecán suyo, me mandó advertir que nos retirábamos aquella noche, y que me dispusiese a seguir de cualquier modo. Amaneció el día 8 sin haber podido retirarnos, y con él la misma confusión porque una espesa niebla no nos dejaba ver ni el campo enemigo, ni el teatro del Rifles. El Libertador estaba sumamente afectado, pero más todavía porque en cada semblante creía ver (y no se equivocaba) una reconvención por el sacrificio desigual del ejército y del egregio Torres. Como a las ocho del día se disipó la niebla, descubrimos entonces el campo enemigo abandonado, y al Rifles tocando dianas en su altura conquistada a la bayoneta durante la noche. Este hecho glorioso dió a este campo, el renombre de Rifles de Bomboná. Habíamos perdido 800 hombres muertos y más de 1000 heridos, en tanto que el enemigo no contaba de pérdida más que 18 muertos y heridos, 20 prisioneros que le había tomado el Rifles, don Basilio sólo pudo sacar 70 soldados reunidos. Con esta pequeña fuerza se situó en la cuchilla de Tandaila; y fingiendo tener intactas sus fuerzas, entabló comunicaciones con el Libertador, dedicó su habilidad a manifestar generosidades caballerescas, y para imprimir más este concepto, nos devolvió una bandera que nos había tomado, declarándose sin derecho a aquel trofeo por haber perdido el campo, obtuvo en consecuencia un armisticio de cuatro días, propuesto por el Libertador, y que fué aceptado por aquél como tiempo suficiente para rehacerse y reponer sus municiones. Desde Cariaco había mandado el Libertador por reemplazos para el ejército, y los íbamos encontrando en nuestra contra marcha: en el pueblo de Mercaderes se nos reunió un cuerpo de 3 4

reclutas, y en el Trapiche, donde tomamos cuarteles para rehacer el ejército, se nos incorporó Lara con otro cuerpo también de reclutas.” 1 APÉNDICE 14 MANIFIESTO DE LO ACAECIDO EN LA ÚILTIMA ACCIÓN DE GUERRA que se dió en el territorio de Pasto, en Costa firme. Contestaciones entre el señor presidente de la república de Colombia Simón Bolívar y el coronel, comandante general de la segunda división española, don Basilio Modesto García. Modo en que terminó la guerra en aquella provincia, y capitulación, según consta de los oficios originales que pueden presentarse. Habana. En la Imprenta Liberal. A cargo de Campe, 1822 (Apartes) Fuentes: 1. Textos y comunicaciones del Coronel Basilio García letra normal; 2. Comunicaciones del General Bolívar letra cursiva. 3. Documentos firmados conjuntamente por García y Bolívar letra negrilla. …………………………………………………………… ………………………… Deseoso, pues, de manifestar a la nación y a mis compañeros de armas el modo más honroso con que terminó la guerra en las provincias de Costa firme, en la América meridional, y en particular en la de Popayán, a cuyo frente he tenido el honor de estar con el mando de las armas y el político el espacio de tres años, con título de gobernador por el Excmo. Señor virrey don Juan Sámano, y de comandante-general por el Excmo. señor presidente de Quito don Melchor Aymerich, cuyos dos cargos me cometió posteriormente el Excmo. Sr. capitán-general interino Juan de la Cruz Mourgeon, quien me facultó ampliamente para que obrase independiente de S. E., por la larga distancia a que estaba, y por los conocimientos que yo tenía sobre el país, con la precisión de darle parte de cuanto obrase. En el intermedio de los tres años referidos me vi amenazado continuamente por un ejército de tres a cuatro mil hombres mandados por varios generales de Colombia, disputando a palmos el territorio de Popayán y costas de Barba-

Miguel Tacon y Rosique, 1765 – 1844, gobernador realista de la Provincia de Popayán, quien en la fase inicial de la revolución de independencia organizó las milicias de Pasto y las guerrillas de Patía, las cuales prevalecieron militarmente hasta su capitulación en 1822”.


coas, y aún el intermedio por la ciudad de Quito que tenía a la espalda; porque apenas me hice cargo de los mandos cuando en octubre de 1820 fue obstruida mi comunicación con el general que se hallaba en Quito, como que fue interceptado un correo en el pueblo de Tabacundo. Yo no podía existir en Pasto sin la comunicación con S. E., ni dicho señor podría auxiliarme en la sazón, porque Guayaquil se había sublevado, jurado la independencia y mandado tropas contra Quito, que para contenerlas dispuso S. E., saliese de Pasto el señor coronel don Francisco González con parte de la división, y yo carecía de todas noticias estando amenazado por los de Popayán; pero a pesar de ello, prefiriendo comunicación con Quito al hallarme amenazado ordené saliesen seiscientos hombres al mando del teniente-coronel don Miguel Retamal, para que a toda costa se comunicase con el señor Aymerich, cuya expedición fue tan a tiempo que sofocó la fermentación de los pueblos de Pasto a Quito que se hallaban en completa anarquía, haciendo yo frente a Popayán con solo doscientos que me habían quedado, cuyo buen éxito obró maravillas; pues los pueblos y Quito se contuvieron con la inmediación de mis tropas, y el coronel González obró libremente contra los que habían salido de Guayaquil, derrotándolos en Guachí, y ya dirigía su marcha a Cuenca. También, con parte de la tropa que salió con Retamal, se ganó la acción de Tanisagua que segunda vez habían salido tropas de Guayaquil para llamar la atención a González que se hallaba sobre Cuenca, como ya va referido. El territorio de Popayán y el de la costa era ocupado unas veces por un ejército y otras por otro, mediando pequeños choques, siempre con ventajas a las armas que yo mandaba, siendo las más felices las dos acciones generales que sostuve en las inmediaciones de Pasto: la primera el 2 de febrero de 1821 sobre la quebrada de Genoy, que fui atacado por el general Valdés, quien traía mil doscientos hombres, teniendo yo solo doscientos cincuenta de línea, y quinientos paisanos pastusos, que no guardaban orden ni disciplina; más queriendo Valdés forzar a viva fuerza el punto que yo ocupaba, tuvo al fin que desistir de la empresa, salvando solo cuatrocientos y dejando los demás muertos o prisioneros, con todo el armamento, municiones y bagajes, y hasta las oficinas de los cuerpos y su correspondencia, por lo que nos enteramos del estado que ignorábamos. No hubiere escapado el general Valdés y los que se salvaron, si cuando iban ya perseguidos y cortados por mis guerrillas no se hubiesen presentado los comisionados, teniente-coronel Moles, por nuestro gobierno, y coronel Morales por el de Colombia, con los armisticios de Trujillo hechos por el general en jefe don Pablo Morillo, y el general Bolívar, cuyos traslados luego que me fueron presentados, obedecí, y mandé retroceder mis tropas; y desde entonces se guardó en mi división la regularización de la guerra, con más consideración que en los reinos más civilizados. En seguida relevó al general Valdés el de igual clase Pedro de León Torres, que con tropas del reino fue reforzado, el que intentó contra Pasto con 2.000 hombres, y solo llegó al valle de Patía, porque las guerrillas que yo tenía avanzadas, y eran del país, lo incomodaban fuertemente, no contribuyendo poco al temperamento tan sanguinario, que en pocos días tuvo de baja Torres 700 hombres muertos y desertores, y se vio precisado a retroceder, cediéndome el campo sin ser atacado, persiguiéndolo mis guerrillas hasta que entró en Popayán, que volviendo a perseguirlas un trozo de caballería de 80 Guías al mando del coronel negro Infante, un teniente-coronel y cinco oficiales, todos fueron presa de mis guerrillas en Quilcasé, a una jornada de Popayán, y los que no murieron entraron prisioneros en Pasto. Entonces intenté contra la costa del sur: libré a Barbacoas, y todo lo que media de Izcuandé a Atacames, o cabo de San Francisco, punto por donde desembarcó el señor general Mourgeon para Quito sin el menor inconveniente, como que de antes tenía pacífica la costa y abierta comunicación con Panamá, que solo

duró un viaje, por haber aclamado la independencia a la salida del señor Mourgeon. En esta reconquista, que se observó el derecho de gentes, no murieron otros individuos que los que lo fueron en las acciones: se aumentó mi fuerza con los prisioneros de tropa, y los oficiales; vinieron a Pasto sobre 30. En la segunda acción general, que fue el 7 de abril del presente año, fui atacado por el presidente de la república y cuatro generales, que a principio de marzo habían salido de Popayán en dos divisiones que componían 4.000 hombres, y entre ellos cuatrocientos caballos, pero ya no pasó el Juanambú más que con 3.000, por haberse enfermado y desertado el resto: hizo varias tentativas; para atacarme, ya por un punto, ya por otro, proponiéndome antes de la acción tratados de armisticio, que no acepté, y a continuación se verán las contestaciones: por último, llamándome la atención por Genoy, y dispuesto a recibirlo en la misma posición que a Valdés, me flanquió por mi izquierda antes de llegar al punto, dejando intermedio un cerro inaccesible que llaman el volcán de Pasto. Podía muy bien seguir a Quito dejándome a la espalda o atacarme por la misma; pero también podía retroceder, y me encontraba en el caso de no abandonar el ventajoso punto de Genoy, hasta asegurarme no podía volver atrás, como sucedió, por la empalizada que le hice en un estrecho para que le sirviese de obstáculo en caso de retroceder. Ya había intentado Bolívar vadear el Guáitara, que le fue imposible por ser tiempo de aguas y el puente de Veracruz lo había yo echado abajo de antemano. En este caso no le quedaba otro recurso que pasar el puente-real para ir a Quito, que yo lo tenía tomado, o el de dirigirse a Pasto. En vista de lo referido emprendí mi marcha desde Genoy, dejando el cerro del volcán a la derecha, que Bolívar había dejado a la izquierda, y en un día y noche me puse a su frente en la quebrada de Cariaco, donde no podía haberse elegido mejor posición; pero no me dio tiempo a reconocerla. Llegué al ser del día 7 a la nueva posición, habiéndola ocupado la noche anterior con la sección de vanguardia. El enemigo se hallaba en la hacienda de Bomboná, posición dominada por la que yo ocupaba, y desde donde sale una loma que a su fin deja a la espalda la de Cariaco. En esta cima coloqué tres compañías, y no puse más fuerza porque me aseguraban los del país que el enemigo no podía romper por aquel punto, en lo que me equivocaron, y yo no tuve tiempo de reconocerlo, ni tampoco el comandante de las tres compañías, porque ya el enemigo subía por la loma, dejando ya emprendido el fuego en la línea que yo ocupaba; que es decir, se dividieron en dos columnas, empeñándose en la línea que yo mandaba con una obstinación sin igual, que era contestada con la misma, como se nota en el parte. Mi fuerza se componía de 450 de línea y 800 pastusos, pues aunque tenía más se hallaban 200 de línea con otro número de paisanos al otro lado del Guáitara donde no podían socorrerme, y todo consta de los partes que se copian. Luego que se dio la acción pasé la carta fechada el 3 desde Chapacual al general Bolívar, a la que se siguió todas las contestaciones sucesivas, y a la que se debe el buen éxito que tuve con el presidente de la república de Colombia…………………………………………………… Carta pasada al general Bolívar al siguiente día de la acción en Cariaco en 8 de abril / Excmo. Sr. Sensible mi corazón al ver derramar la sangre de mis semejantes, me atrevo a comunicar a V. E. que la acción de ayer sobre Cariaco no causó a Colombia otra ventaja que el llanto y confusión. La pérdida del ejército de V. E. no la subsana en manera alguna, y yo la sé como V.E. la de mi división no ha sido ninguna, cuando no ha habido un muerto y muy pocos heridos; de consiguiente me hallo con ella intacta y auxiliada por las tropas que tenia en la provincia. Si V. E. dar lugar a emprender otra acción, tengo toda clase de recursos y ele3 5


mentos de guerra, con más brazos que ayer, como más inmediato a Pasto; y por donde quiera se dirija será V. E. recibido con más entusiasmo y valor, sin el peligro de ser flaqueado como ayer. En esta virtud dos solas resoluciones quedan a V. E.; que son: sufrir la venganza de los valientes pastusos y tropas, o recibir un salvoconducto para todo su ejército que repliegue a Popayán. (4) A todo lo expuesto añadiré que el primero del que rige fue sorprendido el destacamento de Miraflores por mis guerrillas de Patía, y no sin ninguna pérdida de individuos y ventajas a las armas reales. El señor coronel Paredes se vio precisado a replegar a Popayán dejando 180 enfermos en la iglesia de Mercaderes, y aspilleradas las paredes en aptitud de defensa; pero la falta de recursos me hace creer que a esta fecha debe haber sucumbido el capitán Córdoba, que con 100 hombres los bloquea. Las ventajas de Miraflores han sido tomar 200 vestuarios, igual número de bestias, equipajes de oficiales, seis cargas de sal, ocho de alpargates, una de papel etc.: todo lo que tengo la satisfacción de comunicar a V.E. como el haber sido derrotados de Angamarca 400 hombres que habían salido de Guayaquil, de que resultó replegarse a Cuenca el general Sucre. Si V. E. quiere aprovechar mis proposiciones será auxiliado por mí en lo que está a mi alcance. Remito con el conductor la bandera de Bogotá, que la suerte de la guerra puso en mis manos, habiendo quedado el asta en los puntos de defensa y el abanderado muerto en campo del honor. Deseo que V. E. lo pase sin novedad, y que mande como fuere servido a su afectísimo y seguro servidor Q.S.M.B. Basilio García. (4) Esta fue una barrumbada que me vi precisado a hacer en tiempo que me hallaba más apurado, pues no llegaban a 100 hombres los que se me habían reunido, porque en la retirada que hice de noche se dispersaron, y los pastusos se fueron a sus casas, y ni uno solo se me incorporó de las tres compañías que mande situada en la altura. Este fue un ardid al paso que estaba determinando retirarme al puente para pasar el Guáitara, apenas viese que el enemigo me acometía; pero salio como no podía esperarse: que impuso dicha carta a Bolívar el respeto de no atreverse a pasar a adelante, porque él mismo me confesó después de capitulado que a la carta debía el no haber entrado en Pasto al siguiente día de la acción porque sucedió tal encadenamiento de cosas que le precisaron a tener, y fueron que al conductor de mi carta regaló tres onzas, y preguntándole qué fuerzas tenía el enemigo le respondió que de 80 a 100 hombres; mas el oficial que había mandado de descubierta se le aumentó a 700 y creyó seguramente que el conductor de mi carta iba aconsejado para decir la poca fuerza que tenía a fin de hacerlo de sorpresa. A esto se añade que contesto a dicha carta proponiéndome segunda vez armisticio, o que le permitiera pasar a la provincia de los Pastos, y como le negué con mas tesón que la primera vez se creyó mas bien que yo trataba de llamarlo. Nunca pudo desengañarse de este hecho, aunque por tres veces me mando oficiales de parlamentarios, porque yo tenía buen cuidado de no dejarlos pasar de la primera avanzada, y la aparentaba tener más gente. Contestación/ República de Colombia. Cuartel general de Cariaco a 8 de abril de 1822. Décimo. Al Sr. comandante general de la segunda división española coronel don Basilio García. Celebro que V. S. sea sensible al ver derramar la sangre de sus semejantes, como me dice en su nota de hoy, para que acepte el armisticio que anteriormente le he propuesto. Entonces en el territorio de mi mando yo haré con las tropas de Colombia los movimientos que juzgue necesarios. V. S. sabe que las tropas de la guardia de Colombia son irresistibles, y que ostáculos insuperables sólo pueden contenerlas por momentos. V. S. sabe que toda la América está por el partido de la independencia, y que estos sacrificios son inútiles cuando todo nos promete una pronta paz. Doy las gracias a V. S. por la bandera de Bogotá que se ha servido dirigirme. No puedo responder a V. S. con igual dádiva, 3 6

porque no hemos tomado banderas enemigas; pero sí el campo de batalla. El oficial parlamentario debe traerme la respuesta definitiva de mi última proposición, para continuar o no las hostilidades. De todos modos yo suplico a V. S. que de orden a sus guerrillas de retaguardia para que traten a mis heridos y enfermos con la misma humanidad que yo he usado con los contrarios desde que se realizó la guerra. Dios guarde a V. S. muchos años. Bolívar…………………………………… Oficio dirigido al general en jefe don Juan de la Cruz Mourgeon, Num. 34. / Excmo. Sr. Ya acompañé a V. E. original, el oficio que me dirigió el señor presidente de Colombia Simón Bolívar, proponiéndome armisticio, como también la contestación que dirigí en copia el 1° del que rige. Al siguiente día siete de la acción sobre Cariaco (parte que he omitido dar a V. E., y baste decir por ahora que la pérdida del enemigo fue horrorosa, y muy poca la de la división de mi mando:) tuve que abandonar las posiciones principales a las dos de la mañana, porque el enemigo se había introducido por mi flanco derecho arrollando las compañías que guarnecían la altura de Bomboná, en términos de que al anochecer ya tenía al enemigo de retaguardia, y quedó en aquella madrugada el campo de batalla por los enemigos, después de haber sido despojado primero por mis tropas, y tomándoles una bandera (que generosamente devolví al general Bolívar), armas, para completar los desarmados de Pasto, y municiones de los muertos y heridos para sostener el segundo choque, cuyos pormenores los daré en el parte a V. E. luego que me desocupe de la interesante atención que voy a evacuar, y por otra igual circunstancia he omitido dar el parte hasta ahora (10). Ayer, o mejor diré en la madrugada, llegué a este punto: escribí al general Bolívar, haciéndole ver la gran pérdida que había tenido, y la ninguna mía, amonestándole a regresar a Popayán con su ejército, o que no le quedaba otro partido que sufrir otro ataque más vigoroso que el del día anterior, pues que estaba preparado con más fuerzas, a que contestó con el mismo armisticio que anteriormente: más yo, inflexible en no aceptarlo, le ofrecí que volviéndose a Popayán le prestaría los auxilios que estuviesen a mi alcance, y que trataría con V. E. si lo aceptaba o no. En este día se presentó el coronel Castillo con otro jefe facultados para tratar del referido armisticio, siendo la primera proposición el quedarse en los sitios que se hallaba: segunda, que si no le permitía en el territorio de Pasto se pasaría al otro lado del Guáitara; y no conviniendo yo en ninguna, me propuso un medio de volver atrás y no por el mismo camino. No he podido deliberar por mí, porque de no verificarlo por donde había venido, tiene que pasar por Pasto, y esto es lo que yo quiero evitar, o que al menos sea con anuencia de las corporaciones de Pasto; y acordamos de hacer la suspensión de armas por cuatro días, en tanto yo paso a consultar el paso indicado. La precisión de esto no me da lugar a otra cosa que manifestar a V. E. que el triunfo conseguido en Cariaco por las armas del Rey es quien le obliga a preferir el armisticio, y no el evitar efusión de sangre como me propone, pero yo de ninguna manera lo aceptaré; y si conviene Pasto en dejar pasar el ejército de Colombia a la otra parte del Juanambú, desde allí se harán las negociaciones con V. E., que es lo pactado en este día, y sobre lo que se adelante daré comunicación a V. E. Dios guarde a V. E. muchos años. Chapaqual, 9 de abril de 1822. Excmo. Sr. Basilio García. Excmo. Sr. Capitán general don Juan de la Cruz Mourgeón. Parte de la acción al general en jefe / Excmo. Sr. Ya he manifestado a V. E. las muchas atenciones que me habían impedido dar el parte de la acción del 7 sobre la quebrada de Cariaco; y desembarazado algún tanto, no quiero demorarlo más. Esta acción fue y puede ser la más memorable que se haya dado en América, por la ostinación y constancia de uno y otro ejército. La fuerza enemiga, aunque pasaba de 2.000 hombres, no se batió la poca caballería por no permitirlo el terreno, ni un corto cuerpo de


infantería; pero la que se batió componía mucho más número que la de mi mando, agregándose que en línea solo tenía entre Aragón y Cataluña cuatrocientos cincuenta hombres disponibles, que con ellos cubrí los puntos de defensa mezclando compañías de Pasto. No bien había hecho esta operación, cuando el enemigo, que había salido de la hacienda de Bomboná, e iba formando en el llano que hace frente a sus corrales, emprendió su marcha en dos columnas para atacarme como a las dos de la tarde. Una de ellas de 600 hombres se dirigió por la loma de la izquierda, donde en su cima tenía yo cuatro compañías, al mando del teniente-coronel don Ramón Castilla que acabado de llegar no tuvo tiempo de reconocer las avenidas, ni yo por las mismas razones lo había hecho, aunque informado de los prácticos que era poco andable: en lo que fui engañado, pues hasta la caballería subió. Desde que se pusieron a tiro de fusil del punto principal que yo defendía se rompió un fuego por una y otra parte con tal viveza e igualdad, que no cesó en más de dos horas, rompiéndolo al mismo tiempo dos cañones violentos que tenía ocultos, y el enemigo no había visto, los que causaron el destrozo más sangriento, que los sensibles desmayaban ver los cadáveres unos sobre otros. Fue tenaz el enemigo para tomar esta primera posición, y así pagó su atrevimiento, que desengañado volvió atrás dejando el campo cubierto de muertos, a donde bajaron parte de mis tropas, y recogieron los fusiles y municiones con una bandera y los demás despojos: trayéndose los heridos que pudieron verificarlo. Desde el momento que principió este fuego horroroso, no pude ver la columna que se había dirigido por la izquierda por lo denso del humo y serenidad de la tarde; pero disipándose un momento que cesó, advertí que no se veían los nuestros, ni el enemigo: seguramente creí que habían sido reclusados, y en efecto lo verificaron al cerro del volcán, dejando descubierto mi flanco derecho. Inmediatamente hice salir dos compañías de Aragón para cubrir la espalda de mi línea y servir de refuerzo a las cuatro que antes había puesto en la loma, pero en balde, no se reunió ni un soldado de aquellas; y habiéndose encontrado con éstas el enemigo, principió de nuevo el fuego por las dos líneas con más ardor que la vez primera, porque se animó el enemigo de mi frente al ver que su columna se ponía por nuestra espalda y que una compañía de Pasto abandonó su posición por falta de municiones. No desmayó la demás tropa, pues sostuvo el fuego hasta muy oscuro, viendo que a las oraciones estaba empeñada más y más la acción; que las dos compañías iban rechazadas, y no podía dar más refuerzo, aumentando el enemigo el fuego y su gritería que era contestada con el cañón, y nunca volvió a avanzar donde la primera vez. Como la luna estaba en su lleno vi. que el enemigo estaba sobre la cresta de la altura que defendían dichas dos compañías, y mi ayudante, que se hallaba con ellas, me avisó que subiese a dar ánimo a la tropa que iba desmayando: lo verifiqué, y al llegar donde hacían fuego los nuestros, me encontré con el enemigo que había avanzado: me hallé entre él y su fuego, que al profesar todos un mismo idioma, a la noche y al haber algunas matas, debo la suerte de no haber caído en sus manos. Ya no puede volver al punto principal que había dejado encargado al jefe de estado mayor don Pantaleón Yerro, con orden de defenderlo hasta la bayoneta, ni tenía por donde retirarse este jefe, por no permitir el terreno otro paso que el que ya ocupaba e1 enemigo. Cesado ya todo el fuego a las ocho de la noche, y viendo que no volvía como había ofrecido, me hizo buscar, y no encontrándome, ni tampoco a los enemigos, que sin duda replegaron a su retaguardia cuando concluyeron de subir la loma, se retiró con todo orden a las dos de la mañana salvando toda su tropa, y al ser de día se reunieron donde yo estaba con los pocos que habían salido. Esta misma mañana pasé al general Bolívar la carta que adjunto en copia núm. 1°, quien contestó con la del núm. 2°; volví a hacerla con el núm. 3°, y a continuación él con la del 4°, que la condujo

al señor coronel Castillo, para tratar de armisticio (11). Sobre su contenido tuvimos conferencia, y de sus resultas avisé a V. E. el nueve; mas el cabildo de Pasto se ha denegado a darle el paso, y es el núm. 5°, mi última contestación con Bolívar, esperando nuevamente ser atacado. (12) La pérdida del enemigo no he podido saberla por más espías que he introducido en su campo y ella no puede bajar de 600. La mía, aunque sensible, es poca de 20 muertos, 60 heridos, igual número de extraviados y prisioneros, un capitán de Aragón contuso, y otro de resultas de ir a la acción muerto de tabardillo. Recomiendo a V. E. en primer lugar al sargento de artillería don Domingo Alonso, para oficial de su arma, porque la mayor pérdida se debe a su cañón. Se excedió de sus obligaciones, pues aunque le faltaron ambas ruedas, sobre la cureña continuó el fuego a campo descubierto, y aunque le faltaron las sobremuñoneras, continuó su fuego, saliendo de su lugar el cañón a cada tiro, que el mismo volvía a poner, hasta que concluyó cuatro cajones de metralla y bala rasa, habiendo hecho en otro cañón muy pocos tiros: recomiendo asimismo los seis artilleros que sirvieron dichas piezas para la gracia que tenga a bien V. E. concederles por su constancia. Del mismo modo, recomiendo a la tercera y quinta compañía de Aragón, que después de haber asistido en el punto principal hasta rechazar al enemigo, siguieron a contener los seiscientos que habían salido por la izquierda, y estaban a nuestra espalda haciendo un fuego sostenido hasta que ya fue oscuro y abandonaron dicha altura por ser cargados con mayores fuerzas: recomiendo a los dos capitanes y oficiales de dichas dos compañías, que con los fusiles de los heridos se batían como el soldado, no necesitando éste quien lo dirigiese. Por último recomiendo a V. E. a toda la tropa del ejército y a la de Pasto, al jefe del estado mayor que se mantuvo en su puesto a pesar de estar cortado, arreglándose a mis instrucciones y retirándose a las dos de la mañana con toda la tropa; y también recomiendo a mi ayudante capitán don Luís Pastor, que constantemente se halló en una y otra línea, comunicando mis órdenes, concluyendo al fin que todos los individuos que se hallaron en la acción del 7 sobre Cariaco, merecen las mayores consideraciones por el gobierno, por su valor, serenidad y decisión a morir antes que dejar romper al enemigo. Dios guarde a V. E. muchos años. Yaquanque 11 de abril de 1822. Excmo. Sr. Basilio García. Excmo. Sr. capitán general don Juan de la Cruz-Móurgeon. Segundo parte al señor capitán-general, número 14 / Excmo. Sr. Desde el 19 de agosto que di parte a V. E. desde Genoy, no ha ocurrido más novedad que haber continuado el enemigo su retirada hasta el Peñol, persiguiéndole las dos compañías de Aragón y tres de Pasto que salieron desde Veracruz. Yo seguí en tanto con el resto de la división por otra vía, y el día 20 posesionado el enemigo de la loma del Granadillo, donde tenía sus fuerzas ocultas, hice salir guerrillas a las que ellos presentaron, que se empeñaron fuertemente hasta las 11 del día, que descubriendo su grueso fueron rechazados y el enemigo se puso en acción de batalla. No era el terreno que ocupaba para poder combatir, y la fuerza que presentó podría pasar de mil hombres. Yo ocupaba su flanco derecho con la mayor fuerza; y advirtiendo que el enemigo se dirigía por la izquierda, persiguiendo mis guerrillas, retrocedí para ponerme delante antes que saliese a la unión del camino para Genoy. El enemigo que vio este movimiento detuvo el suyo y volvió a ocupar los puntos anteriores y permaneció todo el día en su posición; y la madrugada del 21 se pasó al otro lado de la quebrada de Molinoyaco donde se halla a esta hora que son las seis de la mañana, y donde tiene carne y plátanos suficientes con muy buenas sementeras de maíz sin poderle impedir. Esta determinación con la de que están haciendo parapetos en la loma da a entender que aguarda refuerzo; aunque el día 7 no había llegado nadie a Popayán, ni en Patía el 12 había más que 300 hombres de los enfermos; mas de su detención debe inferirse algún nuevo 3 7


movimiento. Yo no me prometo buen éxito de ella, porque a mi tropa sin carne, descuidándose el cabildo en proporcionarlos, porque las reses que había, así como sementeras, todo lo destrozó antes el enemigo: de suerte que si no se me auxilia tendré por dura necesidad que abandonar este punto. El enemigo por sí se ha ido destruyendo desde Cariaco: allí recogió a su paso el capitán don Ambrosio Gonzalo cien y más cañones de fusil, algunas llaves, baquetas y bayonetas, que todo lo quemaron, y hasta Tenguana dejaron sobre 300 bestias, algunas municiones y armamento que las compañías del batallón de Pasto, que los seguían, se han dispersado para ocultarse, sin que hasta ahora parezcan efectos ni individuos. En el mismo Tenguana recogió el mismo capitán 160 cañones en los mismos términos que los anteriores, en donde voló al enemigo 14 cajones de cartuchos, y en cuya marcha hasta el día se nos han pasado algunos españoles de los prisioneros en Carabobo: entre ellos un parte con su estandarte, un sargento primero y otro segundo, que todos eran de nuestra caballería, y pasarán a unirse a ella cuando se concluya esta función. Por estos sé que el enemigo perdió en Cariaco cerca de mil hombres, que sobre los heridos que allí dejaron conducen doscientos los más leves, llevando solo para batirse la fuerza de mil hombres; que es lo ocurrido hasta el día. Dios guarde a V. E. muchos años. Potrerillo 23 de abril de 1822. Excmo. Sr. Basilio García, Excmo. Señor capitán-general y general en jefe…………… Tercer parte al capitán general / Excmo. Sr. Desde el número treinta y cuatro le he puesto a S. E. los oficios que contienen lo ocurrido en la acción del 7 y si alguno no ha llegado, puede V. S. reclamármelo. En todos ellos ha sido disminuida la pérdida del enemigo que ahora fijamente por los pasados españoles, y porque se ha palpado el campo de batalla, es efectiva su pérdida a mil hombres, pues las tropas que han pasado por dicho campo han visto siete montones de cadáveres formidables que se reunieron para quemar, y en efecto han aparecido así a excepción de los vientres que no ha podido consumir el fuego. Otro mayor montón de un batallón que hizo fuego a la altura de un derrumbo, han sido arrojados los cadáveres a la quebrada, y también otros que murieron cerca de esta misma en distintas partes. El enemigo me dio lista nominal de los heridos que había dejado en el campo, de doscientos veinte y cuatro; pero luego que fue a hacerse cargo de dicho campo y heridos el oficial que yo nombré, me pasa un estado de sesenta y tres más, sin los que pudieran morir en el intermedio de cinco días que pasaron; y puede asegurarse haber dejado trescientos heridos, que con doscientos que pudieron llevar de los más leves, componen quinientos, y puede calcularse su pérdida en la acción a los mil que llevo dicho. Los dos ejércitos fueron obstinados para batirse, y los dos ejércitos se temieron concluida que fue la función: y así es que habiendo yo intimado primero al general Bolívar, haciendo alarde de tener mi misión intacta y dispuesta a recibir otro ataque si lo intentaba, fue lo suficiente para imponerle, y haber tenido las contestaciones que han mediado. Ahora se halla en la altura del Peñol, posición muy ventajosa, y máxime con los parapetos que ha hecho sin poder yo hacer otra cosa por ahora que guardar mis puntos, tenerle al frente, y si quiere invadirme nuevamente disputarle el paso hasta que lleguen las municiones que tengo pedidas el día 9 por papeleta en cifra, que fue la que interceptaron. El coadjutor de Túquerres, sobrino de este cura, se pasó al campo enemigo después de la acción; éste estoy entendido que llevó correspondencia a Quito, que entre el general Mires que se halla allí preso y su tío las habrán proporcionado. El ha prometido llevar el ejército de Colombia a la provincia, y que le entregará doscientos hombres con otros ofrecimientos, y él es en mi concepto la causa de que hayan contenido su marcha. De resultas de la acción se han dispersado algunos soldados de Aragón para Quito de los que eran de Andes, los que reclamo, pues aunque se batieron con 3 8

honor no debieron abandonar su bandera, y esto les podrá eximir la pena; pero no de que dejen de volver a su cuerpo por las fatales consecuencias que resultarían con los que han quedado. Continúa la falta de los Pastusos que armados se han retirado a sus casas, pues ya muy pocos o ningunos hay sin armas, siendo tan libertinos que hasta la de los enfermos y heridos del ejército que han pasado al hospital se las han quitado, no teniendo yo para armar los que van saliendo, y no basta todo el poder humano para recogerlas. Dios guarde a V. E. muchos años. Molino Yaco 26 de abril de 1822. Excmo. Sr. Basilio García. Excmo. Sr. don Melchor Almerich……….. Después de haberse retirado el general Bolívar al pueblo del trapiche el 11 de mayo, y después de haber sido reforzado con tropas del reino, me pasó el siguiente oficio. República de Colombia - Cuartel General del Trapiche, 23 de mayo de 1822 - 12. Al señor Comandante General de la segunda división española del sur, Coronel don Basilio García. Es por última vez dirijo a V. S. palabras de paz. Muchos pasos he dado para evitar a V. S., a esa guarnición y al desgraciado pueblo de Pasto todos los horrores de la guerra, pero la medida de la obstinación ha llegado a su colmo, y es necesario, o que V. S., esa guarnición y el pueblo de Pasto entren por una capitulación honrosa, útil y agradable, o que se preparen a vencer o morir. Nosotros tenemos derechos para vindicar las infracciones que hicieron en el armisticio de Trujillo: tenemos derecho para tomar represalias por el asesinato cometido contra el Teniente Coronel Simón Muñoz, ordenado por V. S., aconsejado por sus consejeros y cubierta con la más infame hipocresía por algunos jefes y oficiales de esa guarnición, no permitiendo siquiera que se exhumase su cadáver para que se enterrase en sagrado, por ser excomulgado, como lo ordenó don Miguel Retamar. La muerte de este individuo está tan calificada que ya V. S., no tiene poder ni aún para destruir a todos los testigos del caso. Tenemos derecho para vengar el asesinato de nuestro hospital de Miraflores. La muerte de nuestros enfermos en la cuchilla del Tambo, el Capitán Ledezma y tres más de sus compañeros, asesinados después de rendidos, el asesinato vil y atroz de muchos de nuestros retrasados y enfermos que hemos visto atados a árboles y decapitados. Tenemos derecho para tratar a todo el pueblo de Pasto como prisionero de guerra, porque todo él, sin excepción de una persona, nos hace la guerra, y para confiscarles todos sus bienes como pertenecientes a enemigos. Tenemos, en fin, derecho a tratar a esa guarnición con el último rigor de la guerra, y al pueblo para confinarlo en prisiones estrechas, como prisionero de guerra, en las plazas fuertes marítimas, y todo ese territorio secuestrarlo por cuenta del fisco. Si V. S., lo que desea es esta suerte a las tropas y pueblos de su mando, bien puede contar con ella; y si Vd. quiere evitar una catástrofe semejante, tiene que reconquistar a Colombia o someterse a una capitulación. El gobierno español en Pasto y Quito no tiene ni pertrechos, ni armas, ni casi tropas, a excepción de trescientos españoles que habrá en el país: todo lo demás no es sino paisanaje indisciplinado y de ningún modo aguerrido. Sobre el mar no tiene un leño con que transportarse al puesto más inmediato de la Costa, habiéndose entregado las fragatas Prueba, Venganza y Alejandra en Guayaquil. V.S. puede ignorarlo; pero el señor Aymerich no. (14) De España no puede venir auxilio ninguno, porque ya la España no quiere continuar esta guerra nefanda, y porque toda ella está en insurrección abierta contra Fernando y las Cortes, como V.S. lo verá por los papeles públicos de Inglaterra, Francia y Colombia. (15) Todo el Nuevo Mundo está por la independencia, como V.S. verá por esos mismos papeles públicos. Estamos reconocidos solemnemente como nación soberana, libre e independiente por el Rey de Portugal y por los


Estados Unidos de América, y por la Inglaterra y Francia, estamos explícitamente reconocidos por el nombramiento de Cónsules Generales que representan su nación en Colombia, y en cuanto a los santos aliados, se han declarado neutros entre España y Colombia, reconociéndonos como potencias iguales. México ya no quiere sino República y Fernando VII no podrá salvarse ni de sus propios vasallos, como él mismo lo ha dicho a sus Ministros. México y Guatemala nos han ofrecido sus buenos servicios y por consiguiente están muy lejos de asistir con nada a España. En cuanto a la superioridad de mi ejército sobre el de V. S., nadie lo sabe mejor que V.S., sus oficiales y tropa; pero lo que quizá V. S. no sabrá es que ya he recibido una columna de refuerzos, y que espero dos más por momentos, y que si antes pasé el Juanambú con poco más de dos mil hombres, ahora será con poco más de cuatro mil. (16) Del ejército del General Sucre no digo a V.S. nada, porque V.S. debe saber las ventajas que ha obtenido y los refuerzos que ha recibido. Ofrezco, pues, a V.S. por última vez una capitulación, por lo cual quedarán: Primero: indemnizados de todo cargo y responsabilidad aquellos contras los cuales tenemos ultrajes que reclamar. Segundo: las tropas que quieran volver al territorio español serán remitidas con sus bagajes y propiedades donde quieran que gusten ir. Tercero: el pueblo de Pasto será tratado como el más favorecido de la República, y no pondremos ni guarnición siquiera si entrega sus armas y se restituye a una vida pasiva. Cuarto: el pueblo de Pasto tendrá los mismos privilegios que el de la Capital de la República en todos los derechos respectivos. Quinto: los españoles, sean militares o civiles, si quieren jurar fidelidad al Gobierno de Colombia, serán colombianos, conservándoles sus empleos y propiedades. Estas generosas ofertas son las mismas que el gobierno de Colombia ha hecho a sus enemigos desde la feliz transformación del Gobierno español, y es bien sabido que las ha cumplido religiosamente. Dios guarde a V. S. Muchos años. Bolívar. Contestación /Excmo. Sr. Acabo de recibir su oficio de 23 del que rige, con los impresos que la bondad de V. E. tuvo a bien acompañarme; y enterado de los pormenores del primero, debo decirle: que a V. E. no se le oculta dependo de un general en jefe, cual es el Excmo. Sr. don Melchor Aymerich, que se halla en Quito; si no tuviera este obstáculo desde luego me miraría para aceptar las proposiciones que me hace para capitular: mas conociendo que de hacerla sin contar con dicho señor, podría resultarme odiosos males, desde luego me atrevo a negar a V. E. plenamente lo que solicita, mas al mismo tiempo lo invito para si lo tiene a bien se sirva mandar un oficial de su ejército para que, en unión de otro de mi división pasen a Quito. Tratarán lo que V. E. solicita con el Excmo. Señor capitán general; y mientras tanto yo no puedo hacer vitalidad, que es lo que debo contestar a V. E. En cuanto al asesinato que se acumula en el teniente-coronel Simón Muñoz, no lo fue, y sí murió de resultas de las heridas en la acción de Quilcasé y en ello han engañado a V. E. como se advierte en que el teniente-coronel Retamal haya dado la orden que manifiesta su oficio cuando por entonces se hallaba en Otavalo, distancia de treinta leguas de donde murió: tampoco he sabido que mis tropas avanzadas hubiesen decapitado, ni colgado de árboles a ningún individuo de Colombia. El asesinato que se dice en Miraflores, fue una sorpresa de noche, en la que murieron los que les cupo en suerte durante la refriega; y por el contrario, el parte que a mí se me ha dado es de que las tropas de Colombia han colgado de los árboles a los individuos de mis guerrillas y también se llevaron un indio de Piagua, el que fue alanzado en Popayán. No obstante, ni. V. E. ni yo podemos evitar los escesos

ya cometidos por las tropas que obran a larga vista nuestra. Dios guarde a V. E. muchos años. Tasnaque 28 de mayo de 1822. Basilio García. Excmo. Señor presidente de la República de Colombia…………………………………………………… Oficio pasado al señor general Bolívar después de saber las ocurrencias de Quito pero ocultándoselas. /Comandancia general. Segunda división. Excmo. Sr. El 28 del que rige contesté al oficio de V. S. de 23, expresando las razones que me parecieron convenientes a la capitulación que me propuso V. S.; más como el 29 ayer haya tenido oficio de que se hallaban cuatrocientos hombres del ejército del señor general Sucre entre los pueblos de Tabacundo y Guayabamba, mandados por el señor general Arenales, considero interceptada mi comunicación con el Excmo. Señor general en jefe don Melchor Aymerich; por cuya razón ya puedo yo por mi resolver salvando la responsabilidad para mi nación, para con las tropas y pueblos de mi mando. V. S. habrá observado por mi citado anterior oficio las disposiciones que me asisten para convenir con la enunciada capitulación, y ahora que tengo sobre qué apoyar mi voluntad ya por las razones referidas, como por haber exigido de la junta de jefes que he mandado formar al efecto, y por la del muy ilustre ayuntamiento de Pasto (17) en que se conviene como yo, acepto y convengo en los cinco capítulos que V. E. me propuso en 23 del corriente desde el Trapiche, no habiendo necesidad de que venga el oficial que reclamé de V. S. para ir cerca del general en jefe; pues siendo yo el responsable de esta división y provincia, que me han sido confiadas, desde luego me atrevo a solicitar de Vuestra Excelencia, la amplificación de los referidos capítulos que abajo se expresará, prescindiendo de que me hallo con fuerzas, posiciones ventajosas y buena voluntad del pueblo para defenderme; y aunque convencido de que triunfará, será con la mayor pérdida y derramamiento de sangre, que para evitarlo propongo a V. S. Al art. 1° sobre su contenido de que no será perseguido ningún individuo de mi mando de los que tengan cargo y responsabilidad, el que tampoco lo sean los últimamente pasados del ejército de Colombia comprendidas las tropas y vecinos que existen en las provincias de mi mando, que lo son desde el pueblo de Tulcán hasta Popayán, inclusa la costa de Barbacoas, entrando también los individuos del clero secular y regular. En el segundo que no se les obligará a los oficiales y soldados españoles, ni aún a los del país a que tomen partido en Colombia contra su voluntad, no siendo los primeros invitados ni amonestados: que se les facilitará buque para que sean transportados al primer puerto de España pagando los costos, bien con abono de la nación española, o como más haya lugar. No serán insultados por ninguna persona de Colombia: respetados y favorecidos por la ley: a los señores oficiales se les permitirá el uso de su espada: a todos la conservación de su equipaje y propiedades, incluso los emigrados: que si delinquen en algún delito los favorezca la ley de Colombia en su territorio, observando los tratados de la regularización de Trujillo. En el 3° y 4° para con el fiel pueblo de Pasto y sus habitantes se observará el contenido de dichos dos capítulos. En el 5°. Serán admitidos los españoles militares o civiles que quieran jurar fidelidad al gobierno de Colombia, conservándoles sus empleos y propiedades, y sin embargo de lo que expresa el capítulo 1° se comprenderá y en los demás a todos los individuos de las guerrillas de Patía, y los que están entre el ejército de Colombia mandados por mí: no les podrán acusar faltas que hayan cometido aunque sean de la mayor responsabilidad; y por último V. E., como vencedor dotado de aquella grande alma de que por su natural lo está, usará para con los prisioneros de guerra y para con los vecinos del pueblo de Pasto y su jurisdicción la beneficencia de que es capaz. En el acta que ha formado el ilustrísimo ayuntamiento de Pasto, inserta los capítulos que copio: todo lo que he tenido a bien transcribir, firmando siete individuos del 3 9


ilustrísimo cuerpo, y autorizados por el secretario de gobierno, todo con el fin de que V. E. atienda a su solicitud. Así como a lo que me ha parecido conveniente añadir, para que V. E. tenga la bondad de admitirlas y avisarme el día de su entrada para hacer entrega de las armas, parque, casa de moneda y demás de que estoy hecho cargo; o si V. E. conviene en adelantar un comisionado será recibido y respetado, ciñéndome a las instrucciones con que venga: y para que tengan efecto todas mis proposiciones, comisiono, como lo verifico, para la conducción de este pliego a los señores tenientes coroneles y jefes de estado mayor don Pantaleón Hierro, y el segundo comandante de Aragón don Miguel Retamar, con un ayudante y las ordenanzas de estilo, quienes van autorizados para que hagan cesar toda hostilidad, y entregar las armas de las guerrillas de Patía desde luego que V.E. lo apruebe. Dios guarde a V.E. muchos años. Cuartel general divisionario en Tasnaque a 30 de mayo de 1822 a las diez de la mañana. Excmo. Sr. Basilio Modesto García. Excmo. Señor presidente de la república de Colombia y general en jefe Simón Bolívar…. Oficio del Señor General en Jefe Aymerich / Ayer fue ocupada esta capital, las tropas de mi mando capitularon bajo las condiciones que comprende el adjunto documento, quedando prisioneros de guerra los jefes, oficiales y soldados que han tomado partido. El capítulo séptimo de la transacción garantiza en favor del honor militar las formalidades de este negociado; y me prometo del gobierno de Colombia sea religiosamente guardado para no tener los funestos resultados consiguientes a una rendición de parte de V.E. El señor coronel Alameda y el teniente coronel Toscana son los jefes nombrados por mí para que en unión del señor coronel Urdaneta, elegido de parte del general Sucre, siga cerca de V.S. a terminar un asunto que interesa a la humanidad. Dios guarde a V.S. muchos años. Quito, mayo 26 de 1822. Melchor Aymerich. Señor coronel don Basilio García comandante general de la segunda división. Este oficio, con otro del general Sucre y la capitulación que hicieron en Quito, recibí y remití original al general Bolívar para manifestarle que me acogía a la capitulación transada con S. E. y no a la del general Sucre contestando a éste y al señor Aymerich, que no tenía por conveniente aceptar su capitulación, cuando me ofrecía más ventajas la del general Bolívar, entendiciéndome con el señor Sucre para que detuviese las tropas que ya estaban en marcha sobre Pasto, por corresponder mi territorio al general Bolívar. Sin embargo, cuando contesté al general Bolívar con el oficio anterior del 30, ya yo sabía la suerte de Quito, lo que disimulé para sacar mejor partido, arte bien permitido en la guerra………………………………… Contestación al General Bolívar de sus dos oficios de 4 y 5 de Junio / Excmo. Sr. A las dos de la mañana han llegado los señores jefes Hierro y Retamar, quienes me han entregado los dos oficios a que contesto: manifesté el primer oficio al Ilmo. Señor Obispo y a la municipalidad, y quedan convencidos y acogidos a las promesas de V.E., así como yo y las tropas: que se dará un entero cumplimiento sin interpretación a los artículos de la capitulación, y espero con ansia la llegada de V.E., o de sus comisionados para disfrutar de la amistad que me prometen. En cuanto al segundo oficio, devuelvo la ratificación de la transacción militar firmada, y espero que V.E. me remita la que a mí corresponde. Las armas, pertrechos y demás que está a mi cargo se hallan en disposición de entregarse a quien V.E. nombre, y la orden pasada al señor coronel Zambrado para que reclamen las armas que tengan los milicianos. La proclama de V.E. se ha fijado en el paraje acostumbrado, y no encuentro disgusto en el pueblo, bajo cuyo supuesto podrá V.E. acelerar su marcha si lo juzga por conveniente. Dios guarde a V.E. muchos años. Pasto, 6 de junio de 1822. Excmo. Sr. Basilio García. Excmo. Sr. presidente de la República de Colombia y general en jefe Simón Bolívar. 4 0

Contestación al Oficio del 7 / Excmo. Señor. He recibido el oficio de V.E. de ayer, en que me acusa haber llegado a sus manos el tratado de capitulación de Quito, y de que hoy entrará V.E. en esta ciudad. Las medidas están tomadas por mí, y la tropa de línea la tengo acuartelada; no habiendo sido posible reunir los milicianos, porque unos han huido a los montes, y no se les puede hacer formar a los otros; pero su coronel me asegura que no hay el menor recelo y desde luego puede V.E. continuar su marcha, seguro de que, si fuese necesario, haré uso de la fuerza por conservar la quietud. Yo permaneceré en la ciudad hasta que divise a V.E. para salir a recibirle, teniendo dispuestos los cuarteles, y oficio pasado al jefe político para el alojamiento de oficiales. Dios guarde a V.E. muchos años. Pasto, 8 de junio de 1822. Excmo. Sr. Basilio García. Excmo. Sr. presidente de la República de Colombia Simón Bolívar. A las cinco de la tarde fue la entrada de la primera columna, a cuya cabeza venía el presidente de la república, el general Valdés, los ayudantes de S.E., y del estado mayor con una pequeña escolta, y cuando reconocí ser los mismos salí a recibirlos, acompañado del jefe de estado mayor don Pantaleón Hierro y mi ayudante, y al llegar a corta distancia de S.E., echó pie a tierra, y quitándose el sombrero, me saludó en esta forma: Tengo el honor de saludar a V.S. con la mayor consideración; y en prueba, de mi cariño, déme S.E. sus brazos para significar la amistad que nos va a unir. Después de habernos abrazado, tomé mi espada y bastón, y arengué a S.E. de este modo: Excmo. Sr.: Esta espada y bastón que el rey y mi nación me han concedido para defender sus derechos y los Estados de la Corona, la rindo a la superioridad de V.E., en vista de la transacción de guerra en que hemos convenido. A lo que me contestó S.E. en estos términos: El gobierno de Colombia no recibe el bastón ni la espada de un general tan valiente como don Basilio García, que se ha conducido tan dignamente con el honor y carácter de un gran militar dotado de virtudes en defender los derechos de su nación y del rey, y no debe rendirlas a nadie; sirviéndole de satisfacción ser el último que lo ha hecho en este gran mundo. RATIFICACIÓN Y CAPITULACIÓN HECHAS POR LOS COMISIONADOS DE S. E. EL PRESIDENTE DE COLOMBIA SIMÓN BOLÍVAR Y EL CORONEL COMANDANTE GENERAL DE LA SEGUNDA DIVISIÓN ESPAÑOLA DON BASILIO GARCIA. Los señores Tenientes Coroneles Don Pantaleón Hierro y Don Miguel Retamar, comisionados por el Señor Comandante General de la Segunda División española del Sur, Coronel Don Basilio García, presentaron los siguientes artículos de capitulación. A S. E. El Libertador, Presidente de Colombia, que nombró para concluir este convenio a los señores Coronel Don José Gabriel Pérez y Teniente Coronel Don Vicente González. PROPOSICIONES - RESPUESTAS Artículo primero. No será perseguido ningún individuo del mando del Señor Comandante General de la Segunda División del Sur. Tampoco lo serán los últimamente pasados del ejército de Colombia, incluso las tropas, vecinos de las Provincias del mando de dicho Señor Comandante General cuyo territorio es desde Tulcán hasta Popayán, y costa de Barbacoas. Los individuos del clero regular y secular quedarán también exentos de todo cargo y responsabilidad. Concedido sin restricción alguna. Artículo segundo. Los oficiales y soldados españoles y los del país no podrán ser obligados a tomar partido en Colombia contra su voluntad, no siendo los primeros ni invitados ni amonestados. Concedido: entendiéndose este artículo solamente con respecto a los soldados españoles y pastusos. Articulo tercero. Los oficiales y tropa española que quieran ser transportados al primer puerto de España, lo serán facilitán-


doseles buques, pagando los costos, bien la nación española, o como más haya lugar. Concedido: si los oficiales y tropa española se conducen directamente a España, el gobierno español abonará los costos; pero si son conducidos a los puertos españoles de América, o a puertos neutros de la América, la República de Colombia abonará los costos. Artículo cuarto. Los oficiales y soldados españoles no serán insultados por ninguna persona de la República de Colombia, antes serán respetados y favorecidos por la ley. A los señores Jefes y oficiales se les permitirá el uso de sus espadas, equipajes y propiedades, inclusos los emigrados; que si delinquen los favorezca la ley de Colombia en su territorio, observándose el tratado de Trujillo. Concedido. Artículo quinto. Los españoles militares o civiles que quieren jurar fidelidad al Gobierno de la República de Colombia, conservarán sus empleos y propiedades: y sin embargo de los que expresa el artículo primero, se comprenderán en él y en los demás los individuos de las guerrillas de Patía y los que estén dentro de la línea del ejército de Colombia, dependientes del Señor comandante General de la Segunda División del Ejército español del Sur, a los que no se les podrán acusar las faltas que hayan cometido aunque sean de la mayor responsabilidad. Por último Su Excelencia el Presidente, como vencedor dotado de una alma grande, como lo está, usará para con los prisioneros de guerra y para con los vecinos del pueblo de Pasto y su jurisdicción la beneficencia de que es capaz. Concedido. Artículo sexto. Que así como se garantizan las personas y bienes de la tropa veterana y vecinos de Pasto, éstos y todos los que existen en él aún cuando no sean nativos de allí, no podrán ser destinados en ningún tiempo a cuerpos vivos, sino que se mantendrán como hasta aquí en clase de urbanos, sin que jamás puedan salir de su territorio: que a los emigrados se les dé su pasaporte para retirarse al seno de sus familias, y que atendiendo a la pobreza de Pasto y a las grandes erogaciones que ha sufrido durante la guerra, sea exenta de toda pensión. Los vecinos de Pasto sean nativos o transeúntes serán tratados como los colombianos más favorecidos y gozarán de todos los derechos de los ciudadanos de la República y llevarán al mismo tiempo las cargas del Estado como los demás ciudadanos de la República. Su Excelencia el Libertador ofrece constituirse en protector de todos los vecinos del territorio capitulado. Su Excelencia hará conocer sus benéficas intenciones hacia los pastusos por una proclama particular, que será tan firme y valedera como lo más sagrado. Los emigrados obtendrán sus pasaportes para que se retiren al seno de sus familias. Artículo séptimo. Que no haya la más mínima alteración en cuanto a la sagrada religión católica, apostólica, romana y a lo inveterado de sus costumbres. Concedido. Gloriándose la República de Colombia de estar bajo los auspicios de la sagrada religión de Jesús, no cometerá jamás el impío absurdo de alterarla. Artículo octavo. Quedando sujeto a la República de Colombia el territorio del mando del Señor Comandante General de la Segunda División española del Sur, expresado en el Artículo primero, las propiedades de los vecinos de Pasto y de todo el territorio serán garantizadas, y en ningún tiempo se les tocarán, sino que se les conservarán ilesas. Concedido. Artículo noveno. Que en caso que S.E. el Libertador Presidente tenga a bien ir a Pasto, espera que la trate con aquella consideración propia de su carácter humano, atendiendo a la miseria en que se halla. Concedido. Su Excelencia el Libertador ofrece tratar a la ciudad de Pasto con la más grande benignidad y no le exigirá el más leve sacrificio para el servicio del Ejército Libertador. La Comisaría General pagará por su valor cuanto se necesite para continuar la marcha por el territorio de Pasto. Artículo décimo. Que respecto a que Su Excelencia el Liber-

tador se ha servido prometer a Pasto que gozará de las mismas prerrogativas que la capital de la república, se concederá el establecimiento de la Casa de Moneda conforme lo está actualmente. Su Excelencia el Libertador no tiene facultad para decidir con respecto al establecimiento de Casa de Moneda y amonedación, correspondiendo estas atribuciones al Congreso General, al cual podrán ocurrir los habitantes de Pasto a solicitar esta gracia directamente, o por medio de sus Diputados en el Congreso. Artículo undécimo. Que la persona del Ilustrísimo señor Obispo de Popayán y la de los demás eclesiásticos forasteros sean tratadas con las mismas prerrogativas que se ofrecen a todos los vecinos de Pasto, respetando sus altas dignidades. Concedido: El Gobierno y pueblo de Colombia han respetado siempre con la más profunda veneración al Ilustrísimo señor Obispo de Popayán y a todo el clero de la Nación, siendo los ministros del Altísimo y los legisladores de la moral. En cuyos artículos hemos convenido los Comisionados a nombre de nuestros jefes respectivos. Este tratado deberá ser ratificado dentro de cuarenta y ocho horas por Su Excelencia el Libertador Presidente de Colombia, y el señor Comandante General de la Segunda División española del Sur, firmando dos de un tenor en el Cuartel General Libertador de Berruecos a Seis de junto de mil ochocientos veintidós, a las seis de la tarde. Pantaleón Hierro - Miguel Retamar - José Gabriel Pérez- Vicente González. Cuartel General Libertador en Pasto, a ocho de junio de mil ochocientos veintidós. Apruebo y ratifico el presente TratadoBasilio García - Bolívar. Merecería la nota de ingrato si después de publicar cuanto concierne a los hechos oficiales que han tenido lugar en los acontecimientos militares referidos, olvidase la conducta particular que con respecto a mí y a mi representación ha usado el señor presidente de Colombia Simón Bolívar. La acogida urbana y respetuosa que le he merecido, como asimismo la tropa y pueblos de mi mando; el cumplimiento que ha dado a los tratados, no dejando en Pasto tropa alguna de su ejército, pagando exactamente las raciones que sacaba, son rasgos que, independientemente de nuestra posición, que atendidas las circunstancias, reclaman este testimonio de mi sinceridad: si lo pactado no fue ejecutado en toda su extensión, no puede acusarse a la fe del presidente; pues el poco sufrimiento de unos, los fines particulares de otros, el recelo de muchos de que no serían cumplidos los tratados, obstruyeron en algún modo los efectos de lo estipulado para la desocupación y transporte de las tropas de mi mando, saliendo gran parte de ellas y deteniendo algunos días más el resto en Quito a causa de que dicho presidente no convino en que saliesen todos hasta saber la decisión de Guayaquil. Sucumbió esta ciudad al gobierno de Colombia, y el presidente dio la orden para que se pusiesen en marcha los que habían quedado en Quito; pero ya habían usado de licencia muchos de los que la habían pedido, o por temor del estado de conculsión en que se figuraban a la península, o por otros objetos, aprovechando así las ideas del presidente para aumentar la población blanca con los que se quedasen de paisanos: lo cierto es que a ningún español de los de Pasto se les obligó a tomar las armas; y los que lo verificaron fue, de su propia voluntad, pidiendo servicio, que aún a algunos oficiales negó el presidente. Por mi parte debí le consideraciones singulares desde que nos avistamos y en todo el camino por donde le acompañé para imponerle por mi obligación de los pueblos y tropas del tránsito, dejando los capitulados con pasaporte para seguir su marcha sin sufrir el menor arresto ni otra vejación. En Quito me reiteró públicamente sus ofertas; y a pesar de mi resistencia, me exigió la aceptación de cuarto en su palacio, y mesa. También me invitó a que le acompañase desde Quito a Guayaquil, y logré hacer esta marcha sin el peligro que la efervescen4 1


cia de los pueblos intermedios podía haberme acarreado en otras constancia de todo lo expresado, conservo documentos fieles. circunstancias. El incomprensible odio que engendra la preocupación comHabana, 2 de noviembre de 1822 binada con la ignorancia y alimentada por la discordia, confunBasilio Modesto García diendo las épocas y los hechos, y aprovechándose tan solo de los motivos de resentimiento, sin recordar los de gratitud, dictaban 1 en el calor de los banquetes brindis y exclamaciones poco moderadas, a la vez expresaban elogios y dignos encomios a los generales Riego y Quiroga, a quienes atribuían su libertad, extendiéndose a prorrumpir en deseos de tremolar en Cádiz su bandera colombiana, y hacer una incursión en la península. ¡Alucinados! La inexactitud de las noticias de España, o la malicia con que se desfiguraban, les hacía sin duda creer que en medio de los defensores de la libertad crecía y se propagaba el despotismo que volvería a pesar sobre los pueblos y extender su cetro de hierro: yo me sustraía de estas ocasiones, y el presidente de Colombia, al notarlo y conocer la causa tuvo la condescendencia de satisfacerle, manifestándole que conocía, sin aprobar, la imprudencia de algunos; pero que tenía que pasar por todo, y muchas veces él mismo el tono. Por último prometióme no faltar en nada a la capitulación; y por consiguiente nuestro gobierno no tendrá que satisfacer cargo alguno por el transporte y suministros del agente de Pasto hasta el primer territorio español, quedando además todos los individuos de la capitulación por artículo de ella, hábiles para tomar las armas contra Colombia: yo he sido transportado y recomendado por Bolívar en todos los puntos de su mando, habiendo sido socorrido generosamente para mi viaje, sin cargo alguno; y de la

APÉNDICE 15 PROCLAMAS, RUTA E ITINERARIO DEL LIBERTADOR EN EL SUR DE COLOMBIA EN 1822

PROCLAMA Simón Bolívar, Libertador, Presidente de Colombia, General en jefe de sus ejércitos. A los ilustres hijos del Cauca: Las armas de la libertad que han redimido las más florecientes provincias de Colombia, han dado a nuestro valor el impulso que deseábais. Vuestras manos han roto sus cadenas; vuestros grillos han pasado á los pies de vuestros enemigos. Siempre seréis libres, porque queréis serlo. El pueblo que combate al fin triunfa. Al llegar nuestros soldados a vuestros floridos valles, se han encontrado con el día de la libertad. La República, pues, os debe vuestro beneficio, y yo os debo la justicia de titularlos los “beneméritos de la Nueva Granada”. Yo iré a visitar los hogares preferidos de la patria. Os hablo del Cauca. Los antiguos hijos del sol, los bravos quiteños, nos esperan con ansia mortal. Yo marcharé hacia aquellas regiones favorecidas del cielo. Volando pasaré al Ecuador, y bien pronto saludaré a los libertadores del Perú. Cuartel general en Pamplona, 7 de noviembre de 1819, año 9° de la independencia. 4 2


PROCLAMA Simón Bolívar, Libertador, Presidente de Colombia, General en jefe de sus ejércitos. Colombianos del Sur: El ejército libertador viene a traeros reposo y libertad. CAUCANOS: El día de vuestra recompensa ha llegado. El heroísmo de vuestros sacrificios asegura para siempre vuestra dicha: él será el patrimonio de vuestros hijos, el fruto de vuestra gloria. PASTUSOS: Habéis costado llanto, sangre y cadenas al sur; pero Colombia olvida su dolor y se consuela acogiendo en su regazo maternal á sus desgraciados hijos. Para ella todos son inocentes; ninguno culpable. No la temáis, que sus armas son de custodias, no son armas parricidas. QUITEÑOS: La Guardia Colombiana dirige sus pasos hacia el antiguo templo del padre de la luz. Confiadle vuestra esperanza. Bien pronto veréis las banderas del iris sostenidas por el ángel de la victoria. Cuartel general en Cali, 17 de enero de 1822, 12 años de la independencia.

PROCLAMA Simón Bolívar, Libertador, Presidente de Colombia, General en jefe de sus ejércitos: Pastusos y españoles: El ejército de Colombia va á entrar en vuestro territorio con miras benéficas y con intenciones pacíficas. Su objeto es terminar la guerra, reunir los miembros discordes de la familia colombiana; poner de acuerdo los intereses de todos los hermanos, y borrar para siempre el odioso nombre de enemigos. Patianos: El Gobierno de Colombia os ama, porque habéis cambiado vuestros sentimientos de rencor contra vuestros hermanos. Ya os mostráis moderados y amantes de la paz. Así, seréis tratados como amigos cordiales; ninguno será perseguido por ninguna causa ni pretexto: vuestras familias, serán respetadas, como también vuestras propiedades. El ejército no se servirá de nada sin pagar su precio. No tendréis motivo alguno de quejas, y por el contrario, yo espero que alabaréis la conducta de los que hasta ahora habéis llamado vuestros enemigos. Pastusos: Yo os ofrezco solemnemente las mismas seguridades, las mismas garantías que á los patianos: seréis respetados con vuestras propiedades. Ninguna ofensa recibiréis de nosotros; os trataremos como amigos, os veremos como hermanos, y Colombia será para vosotros tierra madre. Ningún pastuso debe temer, ni remotamente, castigo, ni venganza. Españoles: La guerra ha cambiado, y con ella los motivos de odio. Vosotros pertenecéis a una nación libre, y por tanto, no sois nuestros enemigos. La mayor parte de la nación española ha mostrado su inclinación hacia nosotros y pronto la paz curará nuestras mortales heridas. La guerra que continuáis, españoles, es una guerra desesperada, sin motivo, sin objeto. La España está dividida en partidos y su Gobierno sin fundamento ni opinión. Nada debéis, pués, esperar de ella. El nuevo mundo entero está libre, y tanto la Europa como la América del Norte están prontas á reconocer nuestros Gobiernos. ¡Qué esperáis sino nuestros torrentes de sangre, y dar nuevas causas de encono á los hijos de la América! Sed al fin justos. Si queréis volver a vuestra patria, el Gobierno de Colombia os enviará á ella con vuestras familias y bienes; y si queréis ser colombianos, seréis colombianos, porque nosotros deseamos hermanos que aumenten nuestra familia. El que quiera abrazar la causa de Colombia, puede contar con su destino y empleo. Españoles: Si os conducís como debéis seréis tratados con una generosidad sin límites, pero si soís obstinados, temed el rigor de las leyes de la guerra. Cuartel General Libertador en Popayán, 18 de febrero de 1822, año 12 de la Independencia. 4 3


PROCLAMA Simón Bolívar, Libertador, Presidente de Colombia, General en jefe de sus ejércitos. A las tropas del rey de España y pastusos Una transacción honrosa acaba de estancar la sangre que se vertía en nuestras venas. Ya no se oirá más en Colombia el estruendo de la guerra. Vuestro valor y constancia os han hecho acreedores á la consideración del ejército libertador y pueblo colombiano: en recompensa os ofrecemos nuestra amistad. Españoles: La regeneración de vuestra patria os promete el término final de esta guerra, que habéis sostenido por llenar vuestros deberes, con un esfuerzo digno de admiración. Pastusos: Vosotros sois colombianos, y por consiguiente sois mis hermanos. Para beneficiaros, no seré solo vuestro hermano sino también vuestro padre. Yo os prometo curar vuestras antiguas heridas; aliviar nuestros males; dejaros en el reposo de vuestras casas; no emplearos en esta guerra; no gravaros con exacciones extraordinarias ni cargas pesadas. Seréis, en fín los favorecidos del Gobierno de Colombia. Emigrados en Pasto: Regresad al seno de vuestras familias á consolarlas de la viudez y de la orfandad. Ya vosotros estáis al abrigo de toda persecución, porque sois colombianos. Soldados Españoles: La capitulación que ha terminado vuestros padecimientos, os ofrece dos patrias, Colombia y España. Escoged: si queréis un suelo libre, tranquilo y pródigo, sed colombianos; pero si queréis dejar vuestras cenizas en el sepulcro de vuestros padres, la España es libre y debe ser dichosa. Cuartel General Libertador en Berruecos, 5 de junio de 1822, año 12 de la Independencia.

PROCLAMA Simón Bolívar, Libertador, Presidente de Colombia, General en jefe de sus ejércitos. Colombianos: Ya toda vuestra hermosa patria es libre, las victorias de Bomboná y Pichincha han completado la obra de vuestro heroísmo. Desde las riberas del Orinoco hasta los Andes del Perú, el ejército libertador, marchando en triunfo, ha cubierto con sus armas protectoras toda la extensión de Colombia. Una sola plaza resiste, pero caerá. Colombianos del Sur: La sangre de vuestros hermanos os han redimido de los horrores de la Guerra. Ella os ha abierto la entrada al goce de los más sagrados derechos de libertad y de igualdad. Las leyes colombianas consagran la alianza de las prerrogativas sociales con los fueros de la naturaleza. La constitución de Colombia es el modelo de un Gobierno representativo, republicano y fuerte. No esperéis encontrar otro mejor en las instituciones políticas del mundo, sino cuando el mismo alcance su perfección. Regocijaos de pertenecer a una gran familia que ya reposa a la sombra de bosques de laureles, y que nada puede desear, sino ver acelerar la marcha del tiempo, para que desarrollen los principios internos del bien que encierran nuestras santas leyes. Colombianos: Participad del océano de gozo que inunda mi corazón, y elevad en vuestros altares al ejército libertador, que os ha dado gloria, paz y libertad. Cuartel general libertador en Pasto, 8 de junio de 1822, año 12° de la independencia. 4 4


PROCLAMA Simón Bolívar, Libertador, Presidente de Colombia, General en jefe de sus ejércitos a los habitantes de Pasto: Una capitulación honrosa os ha sometido al gobierno de la República de Colombia y sois colombianos. Nuestras leyes benéficas son el garante de vuestra libertad, seguridad y prosperidad. Vosotros sois ciudadanos de Colombia. La guerra con sus desastres ha desaparecido para siempre. El gobierno real ya no existe. Tenemos un gobierno propio, obra de nuestra elección y la expresión de nuestras voluntades. Mientras se establece el sistema constitucional de la república de Colombia en esta capital y su jurisdicción, decreto lo siguiente: 1. La autoridad civil y militar de esta ciudad y su jurisdicción, queda sometida al señor coronel de milicias Ramón Sambrano, que la ejercerá con arreglo a las leyes españolas como hasta aquí; excepto en los casos que aquellas se opongan á los principios fundamentales de la Constitución de Colombia. 2. La municipalidad queda instalada con los mismos miembros que antes componían el ayuntamiento de esta cuidad, hasta nuevas elecciones: esta Municipalidad gozará de las atribuciones que detalla la constitución de Colombia. 3. Todos los empleados civiles, militares y de hacienda, excepto los que reciban su pasaporte ejercerán las mismas funciones y autoridad que en el gobierno español, hasta que se establezca y organice el régimen constitucional de Colombia. 4. La moneda que circulará en este país será toda moneda de cordoncillo colombiana y española, y la antigua macuquina española, por sus respectivos valores. Cuartel general en Pasto, 9 de junio de 1822, año 12 de la independencia.

En carta del 9 junio, al presidente Santander, el Libertador comenta asi, el notable suceso: “En primer lugar es una obra extraordinaria para nosotros./ Yo estaba desesperado por triunfar y solo por honor he vuelto a esta campaña. Tenga usted entendido que mi intimidación fue la que produjo el efecto... al fin la libertad del Sur vale más que todo.... porque la verdad es que hemos terminado la guerra con los españoles y asegurado para siempre la suerte de la República.” BIBLIOTECA DE GRANDES AUTORES AMERICANOS- SIMÓN BOLÍVAR- DISCURSOS Y PROCLAMASCompilados, anotados, prolongados, y publicados. Por: R. BLANCO – FONBONA- PARIS- CASA EDITORIAL GARNIER HERMANOS- 6 Rue Des Saints-P’eres, 6 4 5


“Casa donde falleció Belisario Gómez en 1851, al frente su monumento en la plaza principal de la población que él fundó”.

“Casa dónde de alojó Simón Bolívar en 1822, esquina de la plaza principal de la población glorificada con su nombre”

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• Boceto en acuarela de Luis Ángel Rengifo sobre “El cura del Trapiche y el Libertador”.

• “El Grito”, linocopia 1955, 19x23 centímetros, de Luis Ángel Rengifo. En América Hispana a los sucesos iníciales de la emancipación política de las Europas los mencionan con la metáfora de “el grito de la independencia”, cuyos ecos persisten.

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ITINERARIO Diciembre 14 de 1821 Bolívar sale de Bogotá al Sur Diciembre 21 Llega a Neiva Pasa por La Plata e Inzá Enero 1º Llega a Cali por el paso de la Balsa y Jamundí Enero 10 Llega a Vijes por el Yumbo Enero 11 Por el Cerrito y Guacarí llega a Buga y allí permanece hasta el 16 Enero 16 Llega a Cali pasando por Malagana y allí permanece hasta el 23 Enero 23 Llega a Caloto por Jamundí Enero 24 Pasa por Japio y llega a Quilichao (Santander) Enero 25 Llega a Silvia pasando por Caldono Enero 26 Pasa por Paniquitá y Jimena, y llega a Popayán, donde se estableció hasta el 8 de marzo. Marzo 8 Sale de Popayán hacia El Tambo. Marzo 9 Llega al Tambo, donde permanece hasta el 13 Marzo 13 Sale hacia Yeguas Marzo 14 Llega a Yeguas, donde permanece hasta el 16 Marzo 16 Llega a Miraflores, donde permanece hasta el 18 Marzo 18 Sale hacia Mercaderes, pasa por Patía Marzo 19 Llega a Mercaderes, donde permanece hasta el 21 Marzo 21 Llega a Alpujarra (La Unión), donde permanece hasta el 24 Marzo 24 Sale hacia Taminango Marzo 25 Llega a Taminango donde permanece hasta el 27 Marzo 27 Sale hacia el paso del Juanambú Marzo 28 Llega a dicho paso Marzo 29 Se establece en la banda derecha del Juanambú, donde permanece hasta el 31 Marzo 31 Pasa el Juanambú por la Ladera Abril 1 Llega a El Peñol Abril 2 Llega a Cerro Gordo Abril 3 Llega a Tambo Pintado Abril 4 Llega a Mambuco Abril 5 Pasa por Sandoná, El Hatillo y llega a Veracruz Abril 6 Llega a Consacá Abril 7 Combate en Bomboná Abril 8 Avanza hasta Cariaco y regresa en la noche a Bomboná Abril 9 Vuelve a Cariaco, donde permanece hasta el 15 Abril 15 Regresa hasta Hato Viejo vuelve a Cariaco Abril 16 Regresa a Consacá Abril 17 Llega a la hacienda de Segura Abril 18 Acampa en el camino de Jenoy Abril 19 Acampa en Cerro Gordo Abril 20 Llega a El Peñol, y permanece hasta el 13 de mayo Mayo 13 Llega al paso del Zapatero, y permanece allí hasta el 17 Mayo 17 Llega a Taminango Mayo 18 Llega a la Unión (Alpujarras) Mayo 19 Pasa el río y acampa en El Salto del Mayo Mayo 20 Llega a Mercaderes Mayo 21 Llega a Capellanías Mayo 22 Llega a El Trapiche (hoy Bolívar) y permanece hasta el 3 de junio Junio 3 Pasa por Chalguayaco (San Lorenzo), San Pablo, La Unión, La Venta y llega a Berruecos, donde permanece hasta el 6 Junio 7 Pasa por Meneses y se dirige a Pasto Junio 8 Entra a Pasto, donde permanece hasta el 10 Junio 10 Llega a Yacuanquer Junio 11 Llega a Túquerres Junio 12 Sale de Túquerres, pasando por Sapuyes, Pupiales, Ipiales, Tulcán, Guaca, Ibarra con premura de llegar a Quito. El 24 de noviembre de 1826 Bolívar regresa a Bogotá, de Bolivia, del Perú y del Ecuador a Bogotá 1 4 8

==APÉNDICE 16 UN DESGRACIADO LAPSUS EPISTOLAR- POR ALBERTO MONTEZUMA HURTADO ESPECIAL PARA EL TIEMPO (LECTURAS DOMINICALES MARZO 6 DE 1955) INFORME DE LA SUBLEVACIÓN REALISTA, 1823 Yo tenía otro concepto de don Estanislao Merchancano, un señor pastuso que tuvo bastante figuración en los tiempos de la Independencia. Me lo imaginaba entendido en leyes, con hartas letras dentro de una cabeza admirablemente estructurada, con un corazón de hidalgo viejo campaneado en un altivo corazonario, rodeada su existencia de dignidad y actos profusos de nobleza por los cuatro costados; personaje, en fin, de virtud ejemplar, austero, culto, irreprochable. Por referencias que me suministraron los libros, supe que don Estanislao, en calidad de Mayor de la Plaza, instruyó con la serenidad y limpieza de un arconte griego el proceso del Coronel Alejandro Macaulay; que como cabildante tuvo en el Ayuntamiento de Pasto actuaciones inteligentes y de pulquérrima severidad durante las épocas sin equilibrio en que hubo de prestar su buen contingente ciudadano. De lo que hizo como gobernador de los rebeldes y Coronel de sus milicias frente a los soldados de la libertad, no es mucho lo que sé, pero supongo que sus méritos no eran escasos desde que se hizo acreedor al título y al cargo efectivo que tanta autoridad moral y tanto desvelo físico exigía. De todos modos, siempre pensé que en don Estanislao rivalizaban el talento con la respetabilidad, el pensar severo con su correcta expresión, la cortesía con la rectitud. Pero estas ideas perdieron buena parte de su pedestal después de que conocí la comunicación de don Estanislao, que ha de leerse al fin de la presente crónica de remotos tiempos. No la escribió un hombre sereno y refinado; la escribió un sujeto burdo y sectario, prójimo indubitable de los muchos que hemos visto a lo largo de estos últimos años republicanos, situados para mal de nuestras culpas en los puestos desde donde se ejercen el poder y la jurisdicción. Como muchos de ellos permitió que en su ánimo penetraran nubarrones de orgullo y nieblas de tonta suficiencia, y de su probable buena educación apenas quedaron lastimosos escombros. Al General Francisco de Paula Santander, Vicepresidente de la República, abrumado por las responsabilidades y graves secuelas que suponía entonces el ejercicio del cargo en Nación recién nacida, con muchas guerras, más peligros y pocos pesos, le pareció aconsejable gestionar un entendimiento con los resistentes de Pasto, causa de muchos de sus dolores de cabeza y de frecuentes contrariedades para el Libertador, y que tantas carreras, transpiración excesiva y crujir de dientes les produjeron a los generales Juan José Flórez, Bartolomé Salom y a otros de los más empenachados de la Independencia. Estaba convencido de que la guerra no es el único camino para llegar hasta la paz, y en tal virtud reducir los frentes, los gastos y las noches de insomnio, resolvió dirigirse sin más recelos ni meditaciones a los jefes de la resistencia, utilizando medios de persuasión menos acongojantes y dramáticos que los fusiles, lanzas y otros artefactos comunes en aquella época de desatada beligerancia. De modo que, por conducto regular y con un orden de que manos respetables la llevaran a su destino, envió al señor Coronel José María Ortega, Intendente General del Cauca, una nota que tal vez por falta de informes precisos fue dirigida a don F. Merchancano y a don F. Agualongo, individuos cuya gracia respectiva eran Estanislao y Agustín. El que sigue es el texto de la nota vicepresidencial: “Bogotá, noviembre 6 de 1823. Señores Jefes de Pasto, don F. Merchancano y don F. Agualongo. Muy señores míos. He llegado a entender que ustedes estaban dispuestos a renunciar


a la locura desesperada en que se han metido sin esperanza de suceso, y que no pudieron avenirse con el General Salom por la falta de ciertas garantías que ustedes solicitaban. En este supuesto no he querido omitir un medio de reconciliación como el presente, antes de llevar nuevamente la guerra a ese desgraciado territorio. Si ustedes reflexionan un poco lo que han hecho, deben convencerse de que su empresa es desesperada y que es imposible que ustedes resistan a las fuerzas que el gobierno pueda hacer marchar por el sur y por Patía. Son ustedes los únicos enemigos que le quedan a Colombia y por mucha confianza que les inspiren sus rocas y desriscaderos, al fin debemos triunfar nosotros porque somos más y tenemos infinitos recursos. ¿Y qué ganarían ustedes de morir peleando o de andar huyendo por las montañas? Mejorarán por eso su causa y harán feliz a su país? ¿Les dará recompensa el Rey de España? ¿Sus familias vendrán a ser felices? Piensen ustedes bien estas consideraciones. Por el contrario, reunidos a Colombia, tendrán quietud, podrán buscar el alivio de sus familias, el pueblo de Pasto no padecerá tantos males, y ustedes tendrán menos reatos y cargos de conciencia. La paz es un bien muy apreciable, y a ella debemos sacrificarle resentimientos y odios personales. ¿Por qué fatalidad no disfruta Pasto de la tranquilidad y contento de que gozan todos los pueblos de la república? ¿Por qué desgracia no disfrutan ustedes, como hijos de Colombia, de los placeres de que están en posesión todos los demás colombianos? Que ustedes estuviesen antes equivocados respecto al poder de España, hasta el punto de creer que nos pudiera conquistar, es disculpable; pero que ahora estén pensando en que podemos volver a sucumbir a los españoles, y que piensen ustedes solos, metidos en un punto insignificante, hacernos perder nuestra libertad, es el colmo del delirio y la locura”. “Como magistrado de Colombia tengo obligación de emplear la suavidad y la dulzura para atraer a los ciudadanos descarriados y disipar sus errores. La muerte de cualquier colombiano es para mí un suceso de dolor y amargura, y mi corazón me dicta evitarla. Así, pues, yo dirijo a ustedes con mucho gusto una comisión autorizada ampliamente para que convenga con ustedes en el modo decoroso de restablecer la paz en este territorio y ahorrarle los desastres que pudieran sobrevenirle. Hablen ustedes con confianza y libertad, explíquense claramente y de una vez establezcamos la paz y la tranquilidad, o declárense los enemigos irreconciliables de Colombia. -- Espero que ustedes, instruyéndose del poder que hoy tiene Colombia, después de haber destruído al ejército del general Morales, y de que Lima ha quedado libre, no atribuyan este paso a debilidad o temores. El pueblo que en otro tiempo no ha temido a Morillo, y Mourgeón ni a Morales, menos puede temer ahora a cuatro hombres arrinconados en Pasto sin elementos de guerra y sin protección. Envíen ustedes a una persona de su confianza que venga a Popayán y Neiva a ver con sus propios ojos las tropas que están marchando hacia Pasto, y ella les podrá decir si el Gobierno de Colombia, al proponer a ustedes una reconciliación, sólo consulta el bien de esos pueblos y la humanidad. -- Quiera el cielo romper la venda que cubre los ojos de ustedes y darnos quietud para recoger los frutos de la paz a la sombra de la libertad. Quiera ahorrarme el dolor de renovar en Pasto escenas trágicas que sólo pueden atribuírse a la obstinación y ceguedad de ustedes. Es de ustedes atento servidor, q. b. s. m., F. de P. Santander”. El Coronel Ortega, que después habría de firmar la sentencia de muerte contra el General don Agustín Agualongo, comunicó al Secretario de Estado y del despacho de Guerra, lo que se lee a continuación: “Popayán, 5 de diciembre de 1823. - Fueron nombrados para seguir a Pasto y presentar a los jefes de aquellas tropas las ventajosas proposiciones de S. E. el Vicepresidente de la República, el Presbítero Tomás Villegas y el P. Fray Ángel Piedrahita. Además de habérseles hecho todas las prevenciones

que S. E., se han añadido las que esta Comandancia ha creído importantes”. ¿Y qué les sucedió a los reverendos portadores de la carta del General Santander? ¿Cómo les fue en el desempeño de su delicada comisión? Ellos mismos lo refieren en los términos que en seguida van a verse, de los cuales hay algunos ilegibles en el papel original y cuya ortografía se conserva con todo respeto: “Al señor Intendente General del Cauca, coronel José María Ortega. Popayán, 15 de diciembre de 1823. - Después de un penosísimo viaje de tres semanas ida y regreso hasta Pasto en desempeño de la comisión dada por V. S. a nosotros de conducir a los cabecillas de esos bandos un pliego del señor Vicepresidente de la República, en que con las intenciones más paternales les ofrecía amnistía e indulto general si volviendo a las vías del deber deponían las armas y prestaban la obediencia al gobierno, de que se han substraído, acabamos de llegar a esta ciudad sin haber logrado otra contestación que el adjunto pliego que acompañamos. En todo el tránsito (exceptuando los pueblos de Timbío y Trapiche en los que se han distinguido los curas en obsequiarnos, y en los que hemos hallado mejor cimentada la opinión), hemos recibido la más uniforme inhospitalidad bien sea por desafecto a la causa, o bien por el terror que manifiestan aquellas gentes a los insurrectos y muchos bandidos que ostilizan el terreno desde la Orqueta hasta las cercanías de Pasto, a donde apenas hemos llegado a los doce días sin particulares acontecimientos, arribando al Tablón de los Gómez después de haber recibido la contestación oficial de aquel punto de que podíamos pasar libres. Este nos recibió de un modo grosero y desatento, obligándonos a handar a pie y colocándonos arrestados en una casa muy despreciable con centinela de vista. Al tercero día de nuestro arresto se presentó en el mismo pueblo Estanislao Merchancano, citado gobernador y comandante general de aquella Provincia. Allí consignamos el pliego, apoyando por nuestra parte del modo más expresivo la importancia de la faborable ocasión que se les presentaba para salvar el justo castigo con que los amenazaba Colombia, en caso de ensordecerse a sus voces amistosas, pero no hemos recibido otra respuesta que los sarcasmos, insultos, y desprecios contra el gobierno, hijos de su ceguedad, de su …(?), indisciplina y torpeza, protestando hallarse resueltos a morir antes que rendirse a Colombia, de quien no se fían y a quien acusan de criminal en haberles faltado a lo que se les prometía, acriminando sus quejas particularmente contra el señor general Salom. Por último dijeron que siempre que se les dejaran las armas en Pasto y libres en su gobierno como lo somos nosotros en el nuestro, no habrían ostilidad y entrarían en tratados con Colombia, en lo que no convinimos por ser opuesto a nuestras instrucciones y a la carta de su Excelencia. Desde aquí regresamos sin más sucesos que haber sufrido en la montaña de… (?) el robo de las ruanas y frenos y el encuentro de 6 guerrillas de negros y bandidos, la una de 26 y las otras de 5 hombres cada una de cuyos insultos nos hemos librado con manifestarles mucha resolución. - No hemos sabido de Agualongo; un soldado nos aseguró que su fuerza puede llegar a 300 fuciles y a algunos 500 hombres vajo la dirección de Merchancano. Todo esto ponemos en la alta consideración de V. S. en cumplimiento de nuestra comisión. Dios guarde a V. S. muchos años. – Tomás Francisco de Villegas. Fr. Ángel Piedrahita”. ¿Y qué decía él “adjunto pliego que acompañamos”? El adjunto pliego que echa al viento como hojarasca inútil casi todas mis ideas anteriores sobre don Estanislao Merchancano, figura de algún relieve histórico que por lo menos dejó de ser para mí la de un buen hidalgo criollo, con ribetes de caballero a la antigua en quien hasta la terquedad pudiera parecer una virtud, dice textualmente lo que sigue: “Al titulado Vicepresidente Francisco Santander. - La nota 4 9


de V. S. fechada en Santafé a 6 de noviembre nos hace ver los deseos o mejor dize seducciones que tiene de que Pasto, la imbencible Pasto, se someta o sujete al infame gobierno de Colombia, mas como ésta ha tomado la defensa de los principios de la Religión, no entraré en otra negociación, no siendo en la de que Colombia rinda las armas y buelba al rebaño de donde se descarrió desgraciadamente qual es la España y sus leyes; y de lo contrario tendrán sus hijos la gloria de morir por defender los

sagrados derechos de la Religión y la obediencia al Rey, su Señor natural, primero que obedecer a los lobos carniceros, hé irreligiosos de Colombia. – Dios guarde a U. muchos años. – Tablón de los Gómez, diciembre 7 de 1823. Estanislao Merchancano”. Cómo siento, señor don Estanislao, que vuestra merced mostrara el cobre y convirtiera su leyenda y mi ilusión en ruinas lamentables cubiertas de hiedra y que ya no será posible reconstruir en su totalidad. 1

“Panorámica de Bolívar, teniendo como centro el samán de la Plaza Principal y la Casa de Gobierno”. Foto de Eliecer Zúñiga

“Parque y fachada de la Casa Cural de Bolívar”. Foto de Julio Rómulo Delgado.

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“Avenida de El Libertador”. Foto de Julio Rómulo Delgado.

“Templo de la Santísima Trinidad de Bolívar”. Foto de Julio Rómulo Delgado.

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Parte IV El Patriarca 1828 - 1851 A la memoria de monseñor Gustavo Vallecilla, quien con celo apostólico continuó la obra del Fundador

LA RECTORIA DEL SEMINARIO DE POPAYÁN Hay en la vida de los hombres ilustres una etapa en la cual se exalta su personalidad. Tal época venturosa llegó para don Domingo Belisario en los años de 1828 a 1830. Los hombres notables que lo habían conocido, admirados de su valía moral y de su patriotismo martirizado, se constituyeron en voceros de los méritos del Cura del Trapiche. El Obispo de Popayán, Ilustrísimo señor Salvador Jiménez de Enciso, atendió tales encarecimientos y se preocupó por buscarle un campo más apropiado a sus capacidades. Cuando al finalizar el año lectivo de 1827 a 1828 el Dr. José María Grueso renunció el rectorado del Colegio Seminario de Popayán, resolvió de acuerdo con el Gobierno, nombrar como sucesor para tan importante cargo al Presbítero Domingo Belisario Gómez. Este nombramiento tan significativo revela la valía intelectual y moral que caracterizaba al Cura del Trapiche, cuando se confiaba a su rectorado el Seminario, cuya historia estaba aureolada por la tradición gloriosa. El nombramiento le fue consultado desde mayo de 1828 y al aceptarlo pidió reemplazo para el curato del Trapiche y fue nombrado el Presbítero Justo Jordán, como se deduce de la carta escrita al doctor Santiago Arroyo el 16 de Junio de 1828, en la cual dice: “....... El Sr. Jordán que llegó aquí el primero del corriente, me entregó su favorecida de 20 del pasado con expresiones de V. cuya fineza estimo como corresponde. Ya he arrojado sobre este nuevo Cura el formidable fardo de Curato, y estoy dando gracias al cielo por verme libre de una responsabilidad tan espantosa. Trato del arreglo de mis cositas, para seguir cuanto antes a mi destino, sin poder todavía fijar el día de la salida, pero a más tardar será a principio de Agosto”....... Así fue como se separó del Curato fundado por él, después de haberle consagrado 34 años de su vida. El padre Gómez, dándose cuenta de la responsabilidad del rectorado y de la categoría que representaba, resolvió prepararse decorosamente para el cargo. De los pocos bienes que le habían quedado después de los asaltos y despojos de la revolución, estaban representados en tres casas de escaso valor y en algunos ganados en el valle del Patía. Para atender a su instalación y permanencia de Popayán, vendió los ganados, y las casas las distribuyó para su familia. En Agosto emprendió viaje a Popayán. En compañía de su sobrino Fernando Antonio Zúñiga, para que iniciara estudios superiores en el Seminario. En Septiembre de 1828 se encargó del rectorado. El rector Gómez, se preocupó por reparar los deterioros del Seminario sufridos en la guerra, pues varias veces fue habilitado de cuartel. La conjuración de septiembre contra el Libertador en Bogotá, tuvo lugar en el mismo mes en que el Padre Gómez asumía en Popayán la Rectoría del Seminario, circunstancia por la cual no existen cartas en el Archivo Arroyo Díez al respecto. 2

Su labor de Rector fue interrumpida al ser comisionado por el Libertador para que en unión de los Canónigos Mariano Urrutia y José María Grueso pasaran a pacificar los pueblos revoltosos del Patía y Pasto, alzados en armas con los coroneles José María Obando y José Hilario López, contra el Libertador y la República de Colombia - La Gran Colombia. El Libertador en carta fechada en Popayán el 28 de enero de 1829 al Dr. José María del Castillo y Rada, dice así: “Las cosas de Popayán van bien. Mañana sale la diputación de los más respetables canónigos a llevar el indulto a los facciosos. Se asegura generalmente que Obando ha salido de Pasto derrotado, y este suceso es de evidencia conjetural porque Flores debe estar mucho tiempo ha sobre el Guáitara con una fuerte División de tropa. Lo que Ud., dice sobre el Perú es cierto y ciertísimo, pues su confusión debe ser inmensa al verme acercar a sus fronteras teniendo por la espalda y dentro de su seno mismo mil motivos de desavenencia. Yo espero pues, sacar la paz en momentos tan críticos, para devolver pronto a preparar la instalación del nuevo Congreso Constituyente”. Y al mismo Dr. Del Castillo el 5 de febrero le comenta: “En este instante acabamos de recibir la sumisión del famoso capitán Córdoba, hecho Coronel por Obando. Los eclesiásticos que he enviado a llevar mi indulto escriben dando muchas esperanzas de buenos sucesos y se llevaban a Córdoba para que contribuyeran al éxito de la comisión. Este suceso es muy feliz para la pobre ciudad de Popayán; y yo me alegro tanto más, porque no tenemos dificultad en nuestra marcha que será dentro de 8 días”. La conferencia de pacificación entre los eclesiásticos enviados por el Libertador y los revolucionarios Obando y López se verificó en la casa de la hacienda de “La Cañada”, hoy Municipio de Arboleda en el Departamento de Nariño, precisamente en el mismo sitio donde se parlamentó en 1822 sobre el armisticio y entrega de Pasto, entre los delegados del mismo Libertador y del Coronel realista Basilio García. También hubo la coincidencia de que en ambos casos fuera delegado del Libertador el Padre Domingo Belisario Gómez. El Padre Gómez, en su exposición, dice al respecto: “En 1829 fui destinado por el Libertador a la pacificación de los pueblos de Patía en unión de mis respetables compañeros Urrutia y Grueso, y se logró desarmar a los Patianos”. El Libertador en esta nueva movilización hacia el sur, con el fin de recuperar a Guayaquil, ocupado por el ejército peruano, volvió a fijar en El Trapiche su Cuartel General. Entretanto el Padre Gómez estaba ausente cumpliendo la comisión pacificadora. El Libertador se alojó en la casa que fue de la familia de don Próspero Robles, y por la vía de San Lorenzo y San Pablo siguió hacia Pasto, una vez consolidada la paz y logrado el avance de las Divisiones, con destino a Quito y a fin de develar hostilidades de tropas peruanas.


En ese mismo año de 1829 el ilustrísimo señor Obispo Jiménez de Enciso, patentizó el altísimo aprecio a que se había hecho acreedor el Dr. Gómez, elevándolo a la categoría más alta de su Diócesis con el nombramiento de Provisor y Vicario General del Obispado de Popayán. Fue esta la culminación en la carrera eclesiástica del Presbítero Gómez, quien a excepción de la silla episcopal, para lo cual fue preconizado como Obispo de Pasto por el periódico “Libertad y Orden”, había ocupado todas las preeminencias y categorías de la carrera eclesiástica. Corta fue esta etapa de desempeños prominentes en su carrera eclesiástica y de permanencia en Popayán. Los cargos de rector del Seminario, Provisor y Vicario General del Obispado de Popayán y Canónigo Prebendado del Coro de la Catedral no los pudo desempeñar sino hasta enero de 1830, cuando por graves quebrantos de salud tuvo que retirarse a su casa del Trapiche. Tal situación la ilustra el siguiente documento del Archivo Arquidiocesano: “En la ciudad de Popayán a 27 días del mes de julio de 1830 reunidos en su sala capitular los S S del M. V. D. y C. Dr. Mariano Urrutia presidente accidental, Dr. Joaquín Fernández de Soto, Dr. Manuel José Mosquera, Francisco José del Castillo, y Tomas Villegas, con el objetos de tratar de los negocios de su iglesias; me tomo en consideración la larga ausencia que ha hecho el Sr. medio racionero Domingo Belisario Gómez que se retiró del pueblo del Trapiche desde el 19 de Enero del presente año con el objeto de reparar su salud. / (Una nota dice: “ La ausencia fue el 26 de enero y no el 19”) / Traído a la vista el expediente promovido por dicho Sr. para alcanzar la licencia en cuya virtud se ausentó resulta de que ésta solo se le concedió hasta la semana Santa Mayor de cuya fecha han pasado ya cuatro meses sin saber el capítulo la causa o razón que hay tenido el Sr. Gómez por no venir al servicio del coro pues se halla escaso de ministros, por el cortísimo número que queda a causa de las enfermedades habituales del Sr. Deán y Sr. Primer Racionero, de modo que los Sres. capitulares existentes casi no pueden tomar desahogo alguno para no dejar la iglesia abandonada. En consecuencia de todo se acordó por mi Señoría M. V. que se requiere al Sr. Prebendado Domingo Belisario Gómez para que se restituya al servicio de su prebenda, a cuyo fin le remitirá el infrascrito secretario, copia de este acuerdo. Con lo que se terminó la presente sesión que firman dichos Sres. por ante mí el presente secretario de que doy fe. / Siguen las firman. / Es copia fiel de su original a que me remito y en vista de lo mando por S. S. M. V. Doy la presente. / Popayán, Agosto 5 de 1830 / Juan María de Rodas. / Secretario. En la historia del Real Colegio Seminario de San Francisco de Asís de Popayán, “escrita según documentos originales” por el Presbítero Pedro Vargas Sáenz C. M., dice: “El Archivo del Seminario no guarda documento alguno de 1828, ni del siguiente, solo uno de noviembre”. “En 1829 cesó en su cargo de rector el Dr. José María Grueso y fue nombrado para sucederle D. Domingo Belisario Gómez. Fue este distinguido Sacerdote natural de Almaguer, donde nació hacia 1773 (sic). Estudió en el Colegio Seminario. Declarose por la causa de la Independencia. El Libertador le comisionó para tratar de la paz con D. Basilio García que dominaba en Pasto. El Trapiche, actual ciudad de Bolívar, le considera como su fundador. Murió en el Trapiche en 1851”. Se anotan de esta Historia del Padre Villegas los errores de que principió en 1829, siendo en 1828, y que terminó en 1832, siendo en 1831, errores que quedan aclarados con la consignación que hace de que en esos años “no se guarda documento alguno. En 1832 aparece como sucesor suyo en la rectoría del Seminario D. Marco Antonio del Basto. El Seminario Conciliar de Popayán ha honrado la memoria del Dr. Gómez como su Rector inscribiendo el escudo alusivo, y en la galería rectoral se colocó un magnífico retrato al óleo del artista Efraín Martínez, ordenado por la Asamblea del Cauca se-

gún Ordenanza 52 de 1.928, con motivo del centenario de su rectorado.

TRIBULACIONES DEL PATRIARCA A principios de 1830, después de haberse separado de la rectoría del Seminario por quebrantos de salud y a los 69 años de edad Belisario Gómez regresa al Trapiche, el sitio más grato para su vejez. A pesar de los achaques de salud llega con su afán de seguir sirviendo a la Parroquia. Al respecto su correspondencia es muy diciente: Carta a Santiago Arroyo-El Trapiche febrero 16 de 1830: “Tuve la felicidad de lograr, como medido, un tiempo bueno hasta llegar a esta su casa. Con el transporte me cargó el humor de los empeines de los pies, y el dolor en las canillas, y como la lluvia se ha declarado en un tesón constante no se puede hacer ejercicio con frecuencia......Aquí se vive en tinieblas por lo que son cosas políticas. Se dice que el Libertador ha renunciado el mando, pero ignoro si se ha descubierto lo ocurrido en Caracas, y el estado de cosas; permita el cielo que calmen tantas convulsiones.” Su retorno al Trapiche implicó la renuncia de sus funciones de Rector del Colegio Seminario de Popayán, de Provisor y Vicario General del Obispado. Aspira a conservar el título de Prebendado de la Catedral de Popayán, para su congrua y gestiona la autorización para residir en El Trapiche, con el usufructo de la media ración de 400 pesos anuales. A mediados de 1830 se hizo cargo interinamente de su amado Curato del Trapiche; el cual con su presencia y actuaciones siguió prosperando. Pero ya el Sacerdote estaba agobiado por los 69 años la vida afanosa y su salud antes vigorosa se hallaba quebrantada. La gallarda figura que describimos al comenzar la carrera eclesiástica, se inclinaba cansada por la fatiga. Con la venta y distribución de sus bienes para atender su instalación en Popayán, había quedado reducido a los escasos emolumentos de la Parroquia, y el caballero comenzó a sentir las incomodidades de la escasez. Así reanuda su labor en progreso, tanto en la población del Trapiche, como en las Viceparroquias. Su desempeño como cura interino dura hasta 1836, en este lapso los curas titulares fueron, en su orden: José María Chacón, Mariano Grijalba y Juan Nepomuceno Manzano. Esto se explica por ser Belisario Gómez titular de Prebendado de la Catedral de Popayán y por lo tanto no podía ser titular de dos cargos eclesiásticos que implicaran beneficio económico. A sus tribulaciones económicas y de salud se suman las de su preocupación por los conflictos políticos, que amenazan la estabilidad republicana y la paz. Como lo consigna en sus cartas: Carta a Santiago Arroyo-El Trapiche, abril 24 de 1830: “Mucho celebraré...,… se consiga la paz y conciliación con Venezuela. Ya podrá haber algunos resultados. Acá está todo tranquilo, y en cuanto alcanzo, contribuyo al buen orden” El 1 de mayo de 1830 escribe sobre el viaje del Libertador: “Permita el cielo que mientras cosas políticas se transijan pacíficamente y logremos tranquilidad. Las noticias de que se va el Libertador a Norte de América, se repiten mucho; ¡Adiós Colombia si ésto se verifica!“. Y el 16 de mayo agrega: “Siento que tenga aumento la fermentación de los asuntos políticos y que se piense apartar del gobierno al héroe que lo ha establecido. No sé qué mano o qué cabeza sea capaz de reemplazarlo. No ceso de pedir a Dios que todo termine del modo más favorable y sólido, porque las novaciones siempre traen consecuencias funestas”. Para lograr su congrua subsistencia ya se ocupa su dilecto amigo, según: Carta a Santiago Arroyo-El Trapiche septiembre 1º de 1830: “Doy a usted las debidas gracias por el borrador que está excelente y las razones en que se funda son sólidas; y será una injusticia quererme obligar a que vaya al servicio de la iglesia. De lo que resulte daré noticia a usted para me instruya lo conveniente, dispensándome tanta molestia. Allá tengo dado mi poder al Procurador 3


Hurtado, para si llega el caso de renuncia lo podría hacer este en mi nombre, usted le dispondrá todo como convenga.” Viene después la terrible conmoción con el crimen de Berruecos perpetrado en el Mariscal de Ayacucho. A raíz del crimen se divulgó entre el pueblo que el Mariscal Sucre había sido asesinado por orden del General Pablo Morillo, el Pacificador, confundiéndolo con uno de los presuntos asesinos el Coronel Apolinar Murillo, según se desprende de una nota del Padre Gómez. Tan terrible crimen comprometió además de Murillo al Capitán Sarria y al Suboficial José María Erazo. El Historiador don Gustavo Arboleda en su Genealogía del antiguo Cauca dice: “Obando se encontraba (en Pasto) cuando la muerte del General Sucre, en la cual se le ha atribuido responsabilidad”. El General Obando en su libro publicado años después del crimen lo atribuye al General Juan José Flórez. Sobre la responsabilidad se ha desatado una polémica en la cual han intervenido centenares de críticos, historiadores y juristas, sin que hasta hoy se haya llegado a ninguna conclusión respaldada en documentos. Carta a Santiago Arroyo - El Trapiche, diciembre 16 de 1830: “Con el ruido que corría de entrada de tropa a esa, me retraje de escribir a usted en el correo pasado. Ojalá que con la sabia Acta de primero del corriente, que eternamente hará honor a nuestros ilustres vecinos, se desbaste la tormenta que nos amenazaba y quedemos en paz”. Los movimientos revolucionarios de esa época trajeron como consecuencia el malestar político y la guerra civil en varias regiones. Y en el Cauca las acciones de los caudillos radicales, Generales Obando y López, ocasionaron que se agregara transitoriamente ese territorio al Ecuador. Algunas ciudades del Valle se resistieron al principio a este movimiento. Sobre ésto, el 16 de diciembre de 1830, el Padre Gómez escribe al Dr. Santiago Arroyo: “Las ciudades del Valle tal vez disentirán y querrán unirse a Bogotá para tener con este movimiento un Gobernador o Prefecto en Cali” y el 1 de enero de 1831 escribe sobre el mismo tema: “Mucho deseo saber el resultado de la entrevista de Piendamó por nuestra parte con los señores caleños. Imponiéndoles un Patriarca, un Gobernador y una Universidad, ellos se quedarán contentos”. Y termina con este lamento patriótico: “Creía que con la medida de agregarnos al Ecuador traeríamos la rama de oliva, pero Guayaquil revolucionado a esfuerzo de los militares, Venezuela acometiendo a Bogotá y Panamá también disgustado, nos aleja la tranquilidad que tanto necesitamos”. La muerte del Libertador debió tenerse en reserva oficial, pues el 1 de febrero de 1831 en carta al Dr. Santiago Arroyo aparece esta posdata: “Se ha divulgado aquí que el Libertador murió en Santa Marta de pulmonía. Como es el siglo de las mentiras, nada creo, hasta que no vea comunicada la noticia con la autenticidad que corresponde”. Y el 1 de marzo escribe: “No sé si ha confirmado la muerte del Libertador. Los boletines que me remitió, me han instruido de los triunfos que ha conseguido la expedición del General Obando. Dios quiera que todo termine felizmente, y tengamos tranquilidad, y que el señor Urdaneta se retire para Guayaquil, como se dice ha ofrecido, siempre que se confirme la muerte del Libertador”. Enterado de la dolorosa noticia se muestra tan apesadumbrado y dolorido, que en las cartas correspondientes a 1832 dice que como solamente espera la muerte y que ha resuelto hacer su testamento. “En este correo dirijo la contestación al Cabildo sin haber variado una sola letra, puede ser me compadezcan y de no, estoy resuelto a la renuncia, para vivir retirado y tranquilo el corto resto de mis días, porque la edad de 69 años y 35 que he trabajado en la iglesia y a favor del estado en que se ha arruinado mi salud, no me permiten continuar un destino que me arrebatará al sepulcro, colmado de indigencia por la escasez de renta y demás que usted sabe y es preciso meditar en los años eternos, como decía David.” 4

Para ilustrar su capacidad inagotable de servicio a sus feligreses se incluyen los siguientes apartes: Carta a Santiago Arroyo-El Trapiche, julio 1 de 1831: “Espero cuando haya un lugarcito me instruya del contrato celebrado entre los consortes de manejar cada uno separadamente sus intereses. Advierto, que el instrumento es judicial, libre y espontáneo, y que aún cuando sea nulo, el capital de la viuda se arruinó con la guerra, pues consistía en ganados, éstos se recogieron en dos ocasiones, sin excepción por el Libertador y por el General Sucre y otros robados por los negros, y aún cuando ésto no fuera así, los bienes del difunto... son muy pocos y nunca gastó cosa alguna de la pertenencia de su esposa” .... Carta a Santiago Arroyo-El Trapiche, octubre 1 de 1831: “Agradezco a usted la resolución de mi consulta acerca de los gananciales de los consortes, y ha servido para cortar un pleito.” Carta a Santiago Arroyo-El Trapiche julio 16 de 1831: “Después de año y siete meses, es cosa notable no haya dinero en la Tesorería para cubrirme de lo que sea mi haber en el año de 30. Tendremos paciencia”. Carta a Santiago Arroyo-El Trapiche abril 1 de 1832: “Había solicitado mi retiro al Gobierno del Ecuador y me lo había ofrecido el Presidente, pero la desgraciada desavenencia de los dos Estados ha frustrado esta gracia. A los que quedan inválidos en servicios del Estado, se les mira con consideración y se les da sueldo. Debía ser lo mismo con los Eclesiásticos que han consumido lo mejor de su vida en servicio de la Iglesia, del Estado y del bien público. Usted medirá si en cesando el temblor político, pudiera tener lugar esta solicitud de mi retiro”. Hablando del proyecto de reconquista española iniciado por la ambición morbosa del General Juan José Flórez, dice en carta de 1 de enero y 16 de febrero de 1833; “Me tiene con sobresalto la noticia de que hay expedición armada contra nuestras costas. En un papel escrito e impreso contra Satizábal, he leído que ésto consta en la Gaceta de Cartagena. Dios quiera sean chispas inciertas, pues de lo contrario es preciso despedirnos con tiempo de este mundo miserable y solo pensar en la eternidad. Ojalá que las transacciones con Quito alejen para siempre las funestas disensiones que nos han agitado por tanto tiempo y que sumida en el averno de la discordia civil, no vuelva aparecer jamás entre nosotros. Parece que Fernando VII volvió casi que del túmulo a ser espectador de las finezas de sus más allegados que deseaban verle descansando en la eternidad y hacerle los funerales. Lo que es grandeza humana. Parece que el recobro de un letargo, lo hicieron firmar no sé que ley sobre sucesión. Justo es sufra semejantes angustias el que ha sido causa de hacer correr ríos de sangre en la América. En la Gaceta Bogotana hay algunos rasgos de los tristes sucesos de México. ¿Hasta cuándo seremos tan desgraciados los americanos? Antes hubo la última debilidad de haber llamando a los españoles para auxilio y reconquista, mejor hubiera sido ahorcarnos, como lo hacen los desesperados y no llamar a los que son nuestro suplicio”. Como el señor Obispo, atendiendo normas legales, negara su petición de continuar residiendo en El Trapiche y usufructuando la Prebenda el Padre Gómez, con su consentimiento y con su concepto favorable, resolvió ampararme en la Ley de Patronato y apelar ante el Gobierno Nacional. A la vez sus dolencias habían arreciado en tal forma que el 16 de abril de 1833 escribe al Dr. Santiago Arroyo, su amigo y abogado: “Cada día conozco se aumenta la falta de fuerzas: el viernes santo hice el ejercicio de tres horas, y la alternativa, de estar hincado y sentado, me rindió de modo, que para las exhortaciones no podía estar en pié: por un temblor, y adormecimiento extraordinario de pies a los que me había cargado más inflamación. Esta situación me obliga a la renuncia en el momento que se me quiera urgir a la Residencia, aún cuando quede incongruo, pues el cielo a nadie desampara”…….


En estas contrariedades otra aflicción vino a amargar su noble corazón de amigo. El 4 de junio de 1833 murió en Popayán su amigo y condiscípulo y compañero de ministerio y de luchas en la revolución y su benefactor, el Deán Dr Andrés Marcelino Arroyo. Como documento humano de gran valor que demuestra la delicadeza de afectos que adornaban al Prebendado Gómez, transcribimos la carta de condolencia que escribió con motivo de este luctuoso suceso: Señor Doctor / Santiago Arroyo / Parroquia del Trapiche 16 de junio de 1833 / Mi muy amado amigo y señor mío: La falta de sus apreciables letras en el correo, me persuadió al momento habría ocurrido algún acaecimiento particular; y sin duda ha sido el fallecimiento del señor Deán su amado hermano, cuya irreparable pérdida me ha llenado de sumo sentimiento: ella debe vestir de luto a toda la provincia, y aún al mismo Santuario, por la falta de un ministro, que lleno de virtudes, supo desempeñar, con tanto honor, y vigilancia los Sagrados deberes de su ministerio. Para mitigar mi pena, producida por muchas causas inexplicables, y por las amistosas relaciones, que casi desde mis primeros años, merecí al señor su hermano, como, a toda la familia, no he tenido otro recurso, sino dirigirme inmediatamente al altar, para ofrecer en él, el Santo Sacrificio por su alma, por si acaso necesita de sufragios para su eterno descanso. No se me oculta el dolor que oprime a su sensible corazón: pero fijando la vista, en la vida inocente, y virtuosa conducta del señor su hermano, debe confiar, y descansar en las promesas de nuestro gran Dios, que aseguran la eterna felicidad a las almas justas: y por consiguiente que ha conseguido la recompensa prometida. Pido al Cielo, dé a V. y a todos los S.S., de la familia, aquella sumisa resignación con que la religión nos enseña debemos recibir los trabajos, a que está sujeta nuestra miserable condición: yo continuaré siempre, para todo, mis débiles oraciones. Sírvase U., hacer presente a mis señoras sus tías, que el sentimiento de la pérdida del señor Deán lo he recibido, y considerando como propio mío, para encomendar su alma a Dios, en el Santo Sacrificio, como lo he hecho, y continuaré mientras exista, teniendo ésta por propia suya. Tranquilice V. su espíritu, considerando que el señor Deán goza el premio debido a sus virtudes, salúdeme a mi señora Juana, y S. S., niños, y mande a su más reconocido amigo y afectísimo constante capellán/Q.S.M.B/ DOMINGO BELISARIO GOMEZ En 1 de julio de 1833 escribía al Dr. Arroyo esta profecía sociológica: “Después que llegó el correo ha tronado la chispa de haberse sublevado el Valle a causa de la denegación de creación de nueva Provincia, Gobernador, Obispado, etc. Esta inesperada novedad me tiene preocupado... Los trabajos que ha llevado nuestra provincia exigiendo de ella tres Gobernaciones y quedando nuestro Popayán peor que un esqueleto con solo Caloto y Almaguer ... Esto me llena de un espantoso asombro porque tal vez no tenga remedio”. El Sr. Obispo y los Prebendados, consideraron varias alternativas con el fin de facilitarle al Cura Belisario Gómez su permanencia en El Trapiche y el Dr. Santiago Arroyo gestionó todo lo posible, para que pudiera permanecer en la sede de su amado Curato, con el usufructo de la Prebenda, es decir sin concurrir al Coro de la Catedral de Popayán. Pero, el Cura Gómez, no podía ni trasladarse al Coro, ni continuar al servicio de la Parroquia del Trapiche, su salud se lo impedía. Para ilustrar esta situación leamos sus propias frases y según la carta del 1 de agosto de 1833 al Dr. Santiago Arroyo: “Yo estoy resuelto a hacer mi renuncia, para vivir tranquilo, y sólo por ver que me dice el Sr. Obispo, le he hecho la representación de que le acompañó copia: Parece, según me escribe el Sr. Obispo....... se le brinda la oportunidad de Guevara que permutando su Curato por el Trapiche, puede seguidamente permutar conmigo por la Prebenda, el Sr. Obispo me hace la propuesta como muy ventajosa para mí: le contesto que no

tengo fuerzas, ni mis enfermedades me permiten servir Curato, que a este destino le tengo horror, por la responsabilidad....... admitiré la permuta, con la mira de que este más me servirá para proporcionar mi congrua y renunciar el Curato; y que para ello, se me proporcione un coadjutor porque es imposible servirlo yo”. Se incluye el texto del Presbítero Gómez, de agosto de 1833, de su propio puño y letra, la cual corresponde a la copia original de la apelación presentada al Gobierno. Este documento es la más patética e irrefutable relación y prueba de sus servicios, sacrificios y tribulaciones de su procera existencia y de la necesidad de obtener una pensión de retiro por vejez y enfermedad y para subsistir: “Algunas razones que persuaden la absoluta necesidad que tiene el Prebendado Domingo Belisario Gómez de que por sus notorias enfermedades incompatibles con la vida sedentaria del Coro por su edad avanzada, por la pérdida total de sus bienes arrebatados por el Gobierno Español, prisiones, y destierro que le hicieron, por su patriotismo, los jefes Tacón y Sámano, y por los servicios públicos y notorios con que ha contribuido para auxilio de las tropas de la Patria. Su edad 72 años 8 meses, según consta del expediente de Ordenación que existe en la Secretaría de la Curia Episcopal. El día primero de junio del 89 recibió la tonsura, y órdenes menores que le confirió el ilustrísimo Sr. Dn. Ángel Velarde; y el 22 de Abril del 94, recibió las órdenes mayores para el Presbyterato, a título de Cura de la Parroquia del Trapiche, Curato de 1a erección; y desde aquella fecha cuenta 44 y tres meses de servicio en la iglesia: pues los cuatros años de minorista, es público y notorio en los oficios de la iglesia Catedral de Popayán. Empleos Vicario del Cantón de Almaguer, y Curatos de su Jurisdicción. 17 años. Comisario Particular de la Santa Cruzada del mismo Cantón. Examinador Sinodal del Obispado. Juez de Solitar para conceder dispensas de parentescos para matrimonios. Provisor y Vicario General del Obispado por el ilustrísimo Sr. Dn. Salvador Jiménez. Prebendado medio racionero de la Catedral de Popayán. Rector del Colegio Seminario de la misma Ciudad. (1 El Sr. Obispo por desto proveído en julio de 1831 dio gracias, a Gómez por el buen desempeño de Rectorado, y consta en la Secretaría a consecuencia de la renuncia por la que se nombró a Basto. Cura de la parroquia del Trapiche 35 años. En 1825 fue nombrado medio Racionero por el Sr. Santander, sin que para ello hubiese hecho Gómez, la más mínima solicitud. La publicidad de su patriotismo, y servicios solo movieron al Gobierno para el nombramiento……. Y en la historia de Colombia está citado uno e sus servicios. Tomo 4, página 204. El Gobierno Supremo (gobernaba el Sr. Santander) aún estando promovido a la prebenda, tuvo a bien, me mantuviese en el curato para pacificar y tranquilizar la multitud de revoltosos que abundaban en los Curatos vecinos, y conseguir el fin que se demuestra por el oficio del Sr. Intendente Mosquera, en que se me dan las gracias a nombre del Gobierno. He servido la Prebenda hasta principios del año de 1830, en que según el reconocimiento, que hizo un profesor de medicina del estado de mi salud, y consta de dos certificaciones jurados, a fuerza de diligenciar y aún de implorar licencia del Libertador, me restituí a la Parroquia del Trapiche, en donde tengo casas propias, y tierras, al reparo de mi salud, la 5


que habiéndose arruinado demasiado en los 35 años que con distinguida exactitud serví el curato, no ha sido posible reparar pues consistiendo en haber cargado humores a los pies, que se inflaman diariamente más o menos, solo se contiene el progreso deste síntoma tan peligroso, con el continuo ejercicio a caballo, y faltando, se aumenta la inflamación de tobillos, y piernas, sufriendo vehementes dolores en las rodillas. Este acometimiento si falta el ejercicio, lo han graduado los médicos en que terminará en una hidropesía, o anasarca incurable. El Venerable Cabildo ha instado al Prelado para que ésto no obstante me compela al servicio personal; y he conseguido prórrogas de término produciendo primero información de toque ocular que han palpado las inflamaciones, y ruborizada esta aserción, por duplicadas certificaciones del Vicario del Cantón, y del Juez Municipal 1° del Cantón de Almaguer como testigos oculares. Esto no obstante en 11 de Julio deste año proveyó el Ilustrísimo Sr. Obispo que dentro del perentorio término de un mes me presentase en Popayán a servir personalmente mi Prebenda. De cuyo proveído he suplicado para representar lo conveniente al Supremo Gobierno mediante a serme peligroso el viaje a Popayán que dista cuatro días de camino por clima ardiente. He profesado patriotismo desde que comenzó la conmoción política, con una constancia continuada: por cuya causa el Gobernador Tacón decretó prisión por dos veces, contra mí, y desde Pasto mandó al Comandante Alaix con escolta para conducirme preso a esa ciudad. El canónigo Urrutia, oy Maestre Escuela, Provisor y Gobernador del Obispado en tiempo de Sámano, por solo la sospecha de que Gómez tenía correspondencia con el General Nariño, que estaba en la Plata, y que a un indio le había dado carta para aquel General me puso preso en el Convento de San Francisco y me siguió causa. En 1812, para salvar la vida tuve que fugar, acia Timaná pues el bárbaro Juan José Caicedo, auxiliado del Padre Sarmiento y José Antonio de la Torre, perseguían mi existencia hasta el extremo de publicar bando en Almaguer ofreciendo 500 pesos por premio al que entregara mi cabeza. Atravesé a pié la fragosa montaña de las Papas, que tiene seis días de camino, abandonando mi casa y mi familia y todos mis bienes, que fueron saqueados por los realistas, sin ecepcionar mis libros y aún los ávitos clericales con los que se vistieron los soldados para mofarse de mi persona públicamente. Cuando el bárbaro Sámano ocupó a Popayán en 1812 fui acusado por patriota, me puso preso y desterró a Manila con otros patriotas, remitiéndome con la escolta de 12 soldados acia Barbacoas por la provincia de Pasto, y solo por alta providencia, solo llegue a las márgenes de las montañas de Barbacoas, de dónde fui conducido a Quito a ser juzgado por el Presidente Toribio Montes, y logré ser restituido al Curato. Por este tiempo sufrió la patria los funestos sucesos de la triste jornada de Genoy; y el General Sucre arribó al Trapiche con una Tropa moribunda por la pérdida de equipajes, y víveres en la precipitada derrota, sin que les hubiese quedado ningún dinero: y para sostenimiento de la tropa, les auxilié con dinero, víveres y toda clase de recursos. En tiempo del armisticio decretado en Trujillo, los 300 hombres que se acantonaron en el Trapiche para resguardo de la línea divisoria, al mando del coronel Pedro Antonio García, recibieron de mi patriotismo, dinero, y toda clase de auxilio para su subsistencia. Al Libertador Presidente después de la acción de Cariaco que se retiró al Trapiche, en solicitud de auxilios para el ejército, les proporcioné quanto fue posible, y me hice cargo 6

de cuidar el Ospital de cerca de 200 enfermos, con el mejor suceso, y economía de gastos. Iguales servicios hice a las tropas que ocuparon la línea del Mayo restándoseme hasta ahora los recursos pecuniarios que suplí y 300 pesos que di al comandante Cárdenas para Tropa, según el recibo que está en mi poder y he manifestado en los tribunales. En 1829 fui destinado por el Libertador a la pacificación de los Pueblos de Patía en unión de mis respetables compañeros Urrutia y Grueso, y se logró desarmar a los patianos, el viaje lo hice renunciando o cediendo a favor del Estado 150 pesos que se me daban para viático. Para contener la orda de negros que en 1824 se levantó en el Valle del Patía, comandados por Toro, y auxiliados de Agualongo, y Sarria acometieron por 6 veces a robar, e invadir la Parroquia del Trapiche, hice cuantos esfuerzos fueron posibles para conservar el orden con evidente riesgo de mi vida. Liberté de la muerte, al Alcalde Municipal, y Juez Político del Cantón de Almaguer José María Manzano que lo tenían preso, en capilla para fucilarlo; e impedí incendiaran al Pueblo, pues al efecto habían comenzado los negros a poner fuego en algunas casas. Después de la pérdida total de mis bienes, cuando huyendo del bárbaro de Caycedo, y Padre Sarmiento seguí a Timaná, se me siguió la de 150 cabezas de ganado que el General Pedro León Torres tomó de mí ato de San Joaquín que tengo en el Valle de Patía; y aun cuando en Popayán seguí demanda judicial, y se mandó pagar aquel ganado al precio de 8 pesos cabeza e importaban 1.200 pesos. En Bogotá se declaró era extemporánea mi acción, y sin lugar porque se había pasado el tiempo de cobrar. Para sostener los batallones que comandó el General Obando por Pasto en el año pasado, se tomaron de mí ato de Patía diez novillos gordos por orden del Gobierno y los avaluaron en 25 pesos, no obstante, de que los estaba vendiendo mi mayordomo a 35 pesos cada uno, y no obstante el tiempo que ha pasado, y los reclamos que he hecho, no se me ha pagado su valor cuya demora me irroga mucho perjuicio. Todos los hechos que quedan puntualizados, son constantes, públicos y notorios no sólo en el Gobierno de la Provincia de Popayán sino aún en Bogotá porque muchos hijos de aquella ciudad, han palpado, y participado de los auxilios erogados. Por todo lo cual se puede suplicar al Supremo Gobierno, que en consideración a todos los servicios, los que he hecho a la Iglesia, por cuarenta, y cuatro años, en los diferentes destinos que se me han confiado, el buen desempeño de ellos, mi abanzada edad de 73 años, la pérdida que he sufrido de todos mis bienes por mi acreditada adhesión a la independencia, las prisiones, y destierros: y lo que es más; hallarme acometido de hidropesía por la enfermedad que consta justificada por información de testigos, Certificaciones de Profesor de medicina del Vicario del Cantón de Almaguer, y del Alcalde primero de aquella municipalidad, como testigos oculares de una enfermedad ostensible, que como tal, no está sujeta, a las conjeturas del arte, y que si sigo la vida sedentaria, será para mí lo mismo que entrar en Capilla para esperar la muerte; se me conceda la gracia de Retiro para vivir en mi casa del Trapiche por serme adaptable aquel temperamento, y para que mi congrua sustentación solo se me dé del haber de la prebenda 200 pesos por ser esta cantidad la que está asignada en el Obispado, y la más cantidad sobrante renuncio en debida forma a favor del Estado. Si esta gracia no tuviere lugar que se me conceda la de servir la Prebenda por medio de un sustituto, o Capellán que


designe el Ilustrísimo S. Obispo señalándole el precio, que su Señoría Ilustrísima tubiese por conveniente asignarle de la renta, y el resto, sea el que fuere, quede a mi favor para subsistencia de mi ancianidad. Y cuando ninguna de estas dos cosas fuera admisible se me admita la renuncia que tengo presentada, pues aunque quede sin congrua en mi abanzada edad, prefiero sufrir la indigencia que abreviar los días de mi vida. La redactó en agosto de 1833, según se deduce del dato de su edad de 71 años y 8 meses. El Gobierno NO atendió su apelación, según se deduce de esta carta dirigida al Dr. Santiago Arroyo el 16 de Noviembre de 1833: “El Sr. Obispo, me ha incluido copia autorizada de la resolución que le pasó el Supremo Gobierno y me dice le ha disgustado mucho, y que no le extraña estando Sr. Pombo en el Ministerio, que obraría de acuerdo con mis compañeros para que habiendo vacante se provea el Deanato...... Le incluyo la que me escribe el Secretario reservadamente, pero el pensamiento de solicitar un reconocimiento manifestará que hay en mí un deseo de perpetuarme por codicia de la miserable renta que apenas llegará a 400 pesos anuales, y que quiero entorpecer la renuncia que repetidas veces he ofrecido, así no alcanzo que partido me pueda ser favorable” Ante la negativa del Supremo Gobierno el Padre Gómez debió continuar como Cura interino de la Parroquia del Trapiche, a pesar de sus quebrantos de salud En la legislatura del Estado del Cauca en 1833 ocupó puesto el Dr. Santiago Arroyo, y se dirigió al Dr. Gómez solicitándole datos para un proyecto de ley sobre reforma de arancel eclesiástico, pues el 16 de agosto de ese año le escribe: “Incluyo a V. el borrador que he tirado sobre reforma de arancel, por si acaso sirviere alguna indicación para un asunto tan importante. Como tengo satisfacción y franqueza para explicarme reservadamente con V, he puntualizado lo que es público y notorio: pero será bueno no lo trasluzcan mis hermanos Párrocos porque me llenaría de anatemas”... y ya expedida la ley se regocija “del beneficio tan grande que van a disfrutar los diocesanos”. Otra prueba de su lealtad de compañero y que al mismo tiempo revela su profundo conocimiento del corazón humano es la siguiente carta escrita el 26 de mayo de 1834 con motivo de la elección que el Congreso Nacional hizo en el doctor Manuel José Mosquera, su compañero en el Coro, para el Arzobispado de Bogotá: “He tenido muchísima alegría por la promoción de mis respetables compañeros. La del Sr. Mosquera, me ha transportado de complacencia, hice repicar para anunciar noticia tan plausible, para nuestro Coro, para el Clero, para nuestra Provincia, y para toda la América. Dios permita concederme vida para saber su consagración, que me parece no dilatará. La elevación de este virtuoso eclesiástico recompensa con ventajas la falta que nos hace en Popayán y Dios nos proveerá de otro ministro celoso para aliviarnos, aunque en verdad, dudo haya quien le subrogue”. En la legislatura de 1835 se dictó una ley sobre reglamentación de grados eclesiásticos y el Prebendado Gómez la comenta así “Sé que hay una nueva ley exigiendo grados académicos para prebendar y para el sacerdocio. Con esta nueva irregularidad me tiene V. retrocediendo en dignidad eclesiástica hasta llegar a morir subdiaconando……. El padre Isla, Jesuita, decía que un francés aseguró haber visto que el concilio de Trento iba corriendo en un caballo rucio con el parlamento de París en las ancas, se podría decir en nuestros días que esta carrera era de miedo de nuestros congresistas…… Mis males me empujan al sepulcro y ya no veré peores cosas que el tiempo irá preparando.......” Entre tanto la reclamación ante el Gobierno Episcopal para conservar su media ración había sido negada, pues el 2 de agosto de 1835 escribe manifestando que ya “debemos practicar en la apelación”. En la apelación ante el Metropolitano de Bogotá nombró como apoderado el Dr. Jerónimo Torres, su amigo “desde que

éramos estudiantes”, pero en nada sirvieron los valiosos oficios de tan prestante apoderado, pues el Metropolitano confirmó la resolución del obispo de Popayán. Comenta este suceso en carta de 17 de enero de 1836 en estos términos resignados: “Mi asunto ha girado con la desgracia, pues parece consiguiente a las reflexiones que apunté en mi anterior. Qué hemos de hacer sino dar gracias al Todopoderoso y que en todo se haga su santa voluntad. Diré lo mismo que decía Job en el lleno de sus tribulaciones: Desnudo nací del vientre de mi madre y desnudo he de volver a la tierra de que fui formado.” Del ejercicio de la vida republicana, el 15 de agosto de 1836 escribe al Dr. Santiago Arroyo: “Conseguí en Almaguer que nueve electores que se reunieron votaran unánimemente por el señor General Mosquera. Para presidente dieron a Obando cinco votos. Diputado de nuestra provincia al Sr. Mateo Muñoz y suplente, el Cura de Pancitará, Maquillón. Yo he quedado complacido de que el señor Mosquera saliere de nuestro representante, pues tiene la aclamación pública a su favor.” Los años posteriores los dedicó el Padre Gómez a continuar la organización administrativa y política del territorio de la Parroquia del Trapiche, de esta su labor constructiva desde el inicio de la Parroquia. Sobre sus contrariedades de carácter personal vino a sumarse una amargura mayor como fue la desmembración de la Parroquia que había fundado y servido por 42 años. El Diputado almaguereño, don Vicente Camilo Fontal, amigo y pariente del Presbítero Juan Nepomuceno Manzano, consiguió por sus influencias políticas y por su amistad con el Dr. Rafael Diago, Gobernador de Popayán que en 1836 se segregara toda la Viceparroquia de San Juan, en la Cordillera (que pertenecía al curato del Trapiche y que había organizado el padre Gómez); para formar con la Viceparroquia del Rosal un nuevo curato de este nombre del cual fue nombrado Cura en propiedad el Presbítero Manzano, quien ejercía el Curato del Trapiche, como titular y como cura interino y Vicario el propio Belisario Gómez, a quien le correspondió organizar la nueva Parroquia. El presbítero se alarmó profundamente y desplegó sus actividades a fin de mantener la integridad de la Parroquia del Trapiche. Al efecto reunió al vecindario del Trapiche para que plebiscitariamente se dirigieran ante le Gobernador y ante el señor Obispo en este sentido. Los vecinos de Almaguer por su parte hicieron otro tanto para mantener el nuevo Curato y el mismo Cabildo tomó cartas decisivas en este sentido. Este irritó los ánimos de las dos poblaciones y creó una rivalidad cuya latencia permaneció por mucho tiempo, perjudicando la unidad de intereses y olvidando así mismo la noble unidad de origen. El padre Gómez, al interponer apelación ante el Gobernador Diago, lo hacía con el ánimo manifiesto de que éste esquivara la resolución definitiva del asunto y lo dejara a la responsabilidad del nuevo Gobernador Manuel María Mosquera, quien estaba para encargarse del mando, pero no fue así, el doctor Diago cediendo a las exigencias de Almaguer y de su amigo Fontal confirmó la resolución primitiva, la víspera de su separación del Gobierno. El presbítero Manzano había renunciado el Curato del Trapiche y se había posesionado de su nueva Parroquia del Rosal. Para reemplazar al presbítero Manzano en el curato del Trapiche fue nombrado Fernando Antonio Zúñiga, quien tomó posesión el 6 de noviembre de 1836, donde había celebrado su primera misa cantada el 29 de octubre anterior. Este presbítero Zúñiga es el mismo adolescente a quien vimos que el Presbítero Gómez llevó en su compañía en 1828 para educarlo en el Seminario de Popayán. Era sobrino nieto del padre Gómez y a él debió su educación esmerada hasta el sacerdocio. Fernando Antonio Zúñiga fue el primer sacerdote oriundo del Trapiche. Nació en 1808, hijo de Fernando Zúñiga y Francisca Muñoz. Su presencia, como primer 7


Párroco oriundo del Trapiche, fue una de las mayores satisfacciones en la atribulada ancianidad del padre Gómez, en sus cartas expresa que éste le rejuvenece y le alivia sus enfermedades. El señor Obispo por su parte se limitó a ligeras indicaciones ante los Gobernadores. Entonces el padre Gómez resolvió pedir la nulidad judicial del decreto y nombró como apoderado al doctor Santiago Arroyo, quien no pudo aceptarlo por impedírselo su cargo de Ministro Juez de las Cortes de Apelación de Popayán, y sustituyó el poder al joven doctor Antonino Olano. He aquí algunas cartas del padre Gómez al respecto. El 19 de diciembre de 1836 escribe: “Por carta del señor Obispo sé que el señor Diago (urgido sin duda de los empeños de su amigo Vicente Fontal, tío de Manzano) dos días antes de concluir su Gobierno determinó el asunto del reclamo que yo, y los feligreses de esta parroquia habíamos hecho, para que la Vice-Parroquia de San Juan no se incluyera ni agregara al nuevo curato del Rosal....... Sea lo que fuere, su determinación de lo más injusta y temeraria que se puede dar en semejante asunto. Las razones que apunté lo manifiestan demasiado. Al Trapiche se le quita más de la mitad de la feligresía, el terreno productivo de provisiones, y la parte más poblada. No es ponderación: Y para que vea usted la injusticia: el nuevo Curato del Rosal ha quedado más grande, que el de Almaguer, que el del Trapiche, Pancitará, Pueblo de la Cruz y Mercaderes. Se extiende sobre los dos curatos de Almaguer y del Trapiche desde el Valle de las Papas, lindando con Pancitará, abarcando como más de 20 leguas de longitud y rematando con el curato de la Cruz. Su latitud es lo menos de cinco a seis leguas con tres mil feligreses...... Si es necesario presentarme al Tribunal o al mismo señor Gobernador, espero se haga por medio de mi procurador (a nombre de Fernando como Cura) pues yo he cesado de ser cura interino, pero estoy nombrado de Vicario del Curato del Rosal, de la disputa”……... El 28 de agosto de 1837 escribe a don Santiago Arroyo: “Ya he mandado el mapa y dos informaciones, a mi ver muy buenas, para reclamar la injusta agregación del anexo de San Juan al Rosal, que por medio de la protección del señor don José Antonio a quien espero contribuirá usted es lo posible”. Inútil fue toda reclamación. El anciano fundador del Curato del Trapiche y su sostenedor durante medio siglo debía morir con la amargura de ver desmembrada su Parroquia, bien que del territorio de San Juan se lo conservó la Región de Jayo, hoy Los Milagros dónde levantó iglesia, trazó población y estableció Viceparroquia. Además con el esfuerzo o mingas de la comunidad esculpieron sobre las rocas andinas, un camino de herradura hacia el Trapiche, esta obra es un testimonio permanente de la capacidad creadora y de trabajo, de sus gentes. “Mi edad y habituales enfermedades (que en el día se me han aumentado los dolores) me manifiestan que estoy al borde del sepulcro, y para tan corto tiempo confío en el poder de Dios que no me dejará sin sustento, pues cuida su Providencia aún de los insectos más despreciables. He estado firmemente persuadido de que mi solicitud era justa……. El cielo permita que no le sobrevengan remordimientos cuando no haya remedio, y ahora les colme de ascensos y felicidades”. Por este tiempo, en que ya había renunciado definitivamente el Curato del Trapiche, que desempeñaba en interinidad. Quedaba el padre Gómez desprovisto de renta estable. Fue entonces cuando el Dr. Arroyo le indicó que debía dirigirse al Congreso en solicitud de una pensión que le permitiera vivir decorosamente. Se resistía el padre Gómez, pero la situación apremiante lo decidió a seguir esta indicación. A mediados del año de 1839 se inicia la protesta popular del pueblo de Pasto por la Ley de la República que dispuso la supresión de los conventos con menos de 8 religiosos, protesta que conllevaría a una conmoción política que afectó al sur de Colombia y a confrontaciones armadas y a funestas complicaciones 8

políticas, al respecto el patriarca comenta así tal iniciación: Carta a José Antonio Arroyo- Parroquia El Trapiche 15 de Julio de 1.839 / “Mi muy amado amigo y Señor: / Vaya noticia extraordinaria producida para la estulticia de Pasto: que yo había pensado concluida, de impulsos de la civilización del día. El dos del corriente, el formalismo de los frailes, y del ilustrísimo Padre Don Villota, mueven al pueblo de los rededores de la ciudad y aun de fuera de un modo raro, […] se asegura pasaría de 400 individuos de todas clases: El Ilustrísimo Padre se presenta en el campo de Norte, como un general, o como un Alexandro en defensa de los conventos, y de la religión: recorría el campo hasta de mujeres formando batallones de estas valientes tropas, armadas de piedras, y los hombres de palos. Se dieron proclamas elocuentes, que no he conseguido: Se vitoreaba con fervorosos vivas a la santa religión, y su infalible permanencia hasta más allá de la eternidad…….Ríase usted de esta farsa, en la que los actores eran los frailes: pero aun hay más. El ilustrísimo Padre reuniendo ó reasumiendo, para una epiqueta urgente las facultades pontificias, amenazó con la excomunión, y demás anatemas dicen, aun religioso, que movido a compasión quería socorrer la triste situación de los soldados sitiados: dio orden a su prelado para que lo capturasen con las seguridades necesarias; y faltó poco para poner entredicho general, conceder indulgencias, y ordenar Presbíteros. Después de este parto de los montes parece leyeron la proclama del señor Obispo inserta en el Investigador, y el Decreto del Congreso sobre [extinción] de conventos comentado por su Ilustrísima y se dice les ha embestido una atrición formidolosa. Todo ha desaparecido: la masa de gentes se ha dispersado, y hasta el día 8 encontré un vecino de esta parroquia que salió de aquella ciudad santa, permanecía todo tranquilo. Se dice que el Consejo municipal reunió firmas de muchos vecinos y sin duda con acuerdo de su Santidad se despachó un Nuncio a Bogotá, interpretando, el perdón de sus grandes pecados”……………/ Domingo Belisario Gómez” El señor Obispo para procurarle sustento al Padre Gómez le nombra Cura de Almaguer, al cual sirve desde el 1º de septiembre de 1839 hasta mayo de 1841. Pese a su delicada salud, permanece en Almaguer desde el 1º de septiembre hasta finales de diciembre de 1839, posteriormente concurre por cortas estadías, Esto lo puede realizar gracias a que el Presbítero Verdugo le sirve de coadjutor. Su salud en esta etapa es precaria. Le preocupa que la rebelión popular en Pasto, acaecida por la supresión de sus conventillos, ha generado sediciones, por parte del veterano guerrillero realista: Noguera; cuyas acciones teme se extiendan contra la Parroquia del Trapiche. Su correspondencia nos ilustra al respecto: Carta al Doctor Santiago Arroyo- Almaguer 9 de Septiembre de 1.839 / “Mi muy amado amigo y señor……………Contribuiría al intento, que no puedo continuar el servir interinamente este curato de Almaguer a que por favorecerme me ha destinado el Señor Obispo, por la muerte de Morcillo, y hacían nueve días que me tiene usted en este lugar, cuyo clima frigidísimo, e insano, no es adaptable a mi salud; y estoy determinado a residir cuando más un mes y hacer renuncias para retenerme a la quietud de mi casa. Las últimas noticias de Pasto son funestas, pues aunque se dice que el 2 del corriente después de una acción reñida triunfó nuestras valientes tropas en la llanura de Ortega del otro lado de Juanambú, al entrar en Pasto, ha habido mucha pérdida. Lo primero es cierto, y lo último en vos baja, sin que [segunda] oí se sepa cosa positiva. Si antes de cerrase ésta la hubiese, la dirá él. El señor Dr. José Antonio me ha dicho se halla usted en Guasábara: celebraré, se disponga perfectamente de su salud …………………/ Domingo Belisario Gómez” Carta al Doctor José Antonio Arroyo- Almaguer 24 de Septiembre de 1839 / “Mi amado amigo y señor: … El domingo 22 a las 6 ½ de la noche recibí unos boletines del Señor General que dirigí a las 8 ½ de aquella noche con posta al Gobernador; la noticia es horrible. El insigne facineroso Noguera, sorprendió el 18 del


corriente un destacamento que estaba en Juanambú de 60 hombres para auxiliar el tránsito del correo y los mató a todos a lanzadas y machetazos: solo escapó el Capitán Torrez que se dice era pastuso; les quitó, los fusiles y municiones y antes en la Venta robó una carga de carabinas, otra de fusiles y un cajón de pertrechos. yo he encarecido muchísimo a los Gobernación que se tomen medidas enérgicas, sin intermediarios para perseguir a este malvado. Usted se acordará que para perseguir a este infame salteador, se fijó en San Pablo una fuerza de 300 hombres y no lo pudieron coger; diciendo que ya no perjudicaría. Si entonces se hubiera continuado con energía su persecución, no nos estaría haciendo daños. Del mismo modo que en el año de 25, y 26, cuándo fue Intendente el señor don Santiago, se persiguieron los negros que unidos con Toro, robaban los pueblos, se debe destinar fuerza a la persecución de Noguera; y en ella sería muy conveniente poner de oficial al Capitán Manuel Dorado que vive en Mamascato, y conoce a palmos las guaridas de Noguera. No sería fuera del caso, que en los pueblos se fijaran boletas del gobierno ofreciendo premio al que entregase la cabeza deste salteador; estas medidas, le llenaría de desconfianza y surtiría el mejor [estado]. Temo mucho que Noguera tenga manos enemigas nuestras que lo mueven, según se divulgan tantas noticias y parece creíble que él abrase las instrucciones que recibe. Se dice ha dirigido pliegos […] será para que se apoderen de los caminos y nos dejen a oscuras: yo doy partes al gobierno de toda noticia… Domingo Belisario Gómez” Carta al Doctor José Antonio Arroyo- Almaguer 8 de octubre de 1.839 / “Mi muy amado amigo y señor: Correspondo gustoso a su muy apreciable de 26 del pasado, celebrando se mantenga con salud completa en unión de mí señora Micaela, a quien saludo particularmente. Noguera, a mi y a Fernando nos ha tenido en expectación y aún con algún recelo de sus atrocidades. Divulgó por sus partidas que venía a visitar a Fernando al Trapiche, y a mí a esta ciudad para ver si repicábamos, y vitoreábamos su entrada, conforme hemos celebrado públicamente el Triunfo de nuestras armas sobre los insensatos pastusos. Fernando convocó la feligresía para defenderse y sin duda esta medida ha detenido los pasos del salteador. Yo nunca he creído que este facineroso, se atreviese a salir fuera de la madriguera de la montaña de Berruecos y desde el altar le hecho y hago mis [tríos] para su exterminio. El capitán Manuel Dorado que ha sido buen militar, nos ha resultado enfermo con reumatismo, sumamente rendido y no puede hacer nada. Si Sarria, es indultado, se le podría encargar exclusivamente la aprensión de Noguera: y haciendo del ladrón fiel; podríamos salir de aquel facineroso…Domingo Belisario Gómez” Carta al Doctor José Antonio Arroyo- Almaguer 22 de octubre de 1.839 / “Mi muy amado amigo y señor, Con particular placer he recibido su apreciable de 1° del corriente celebrando hayan entrado a esa Capital nuestros batallones, ellos impondrán al Salteador Noguera. Ya anda errante, por la persecución que le ha declarado nuestras fuerzas. Si esta hubiere dispuesto con más previsión la entrada en Berruecos había caído Noguera: La falta de baquía dio tiempo para que se fugase. Se dice que ya solo le acompañan cinco hombres, y que ha seguido a Timaná, ó a la montaña de Mocoa, ó a reunirse con España (Estanislao) en la provincia. Se oye que brotan más amenazas esperando a los españoles, esto será según las esperanzas que le hayan dado nuestros enemigos. Al señor Gobernador le incluyo una papeletica de noticias muy ciertas que indican el sumo despecho de los pastusos… Domingo Belisario Gómez.” Carta al Doctor José Antonio Arroyo- Almaguer 4 de noviembre de 1.839 / “Mi muy amado amigo y señor. /… He recibido la carta que condujo Ruiz, y los dos libros de Moreri y las dos textos de Nebrija que le agradezco mucho; y por el correo le escribiré más largo, sobre nuestros asuntos. Estaba de prisa, la conduce un peón que le dirijo al señor Gobernador dándoles las últimas noticias que he recibido hoy; pues se sabe por un moso del Trapiche que estuvo en Buesaco el vivo fuego que hubo; en las llanuras del Buesaco; y el ne-

gro referente a María Manuela Daza de Patía, asegura que triunfó nuestras valientes tropas: que murieron 40 patianos y el comandante pero que la mortandad de pastusos fue excesiva. Se ha dicho que los rebeldes habían triunfado del Gobernación de Pasto en Guáitara, y que le tenían preso, lo que les había engreído demasiado. Deseo que en esa ciudad estén mejor confirmadas estas noticias; aunque los rebeldes se han apoderado de todos los caminos: y el antiguo ladrón Andrés Noguera, con vecinos del curato de la Cruz, está apoderado de los pasos de la montaña de Berruecos. Y Si no se toman medidas para perseguirlo nos hará mucho daño. La estupidez de los pastusos ha llegado hasta instalar un estado nuevo e independiente de nuestra República: ¡Que insensatez! Este estado lo titular de los libres de la federación: han creado Generales, y Presidente. Una esquelita que un sargento del Trapiche me escribe de Buesaco, que la incluyo al señor Gobernador de esta noticia, pueden ser ficticias: pero todo cabe en al cabeza de los pastusos…Saludos a mi señora Micaela. Domingo Belisario Gómez” Carta al Doctor José Antonio Arroyo-Almaguer 5 de Noviembre de 1.839 / “Mi muy amado amigo y señor. / Por su apreciable del 24 de octubre celebro se haya destinado a Pasto la fuerza de Artilleros; como el que en nuestra Capital queden 500 hombres. Estos cuerpos, infundieron en los Pastusos, el debido respeto a un Gobierno pues, de uso la singular bondad, con que, sin ejemplo, se les ha tratado, los hace contumaces e incorregibles, según se oye: parece, que ellos esperan algún Redentor, prometido por los profetas enemigos de nuestras instituciones; y mientras les llegan, sus opiniones serán contrarias a nuestro Gobierno. Los señores, en cuyas manos está el mando entienden mejor la conducta infiel de Pasto; y tomarán las medidas correspondientes para que no nos sorprenda… Noguera es hombre raso; anda medio disfrazado: se sabe ha ido a Popayán; ha venido con maletas de ropa de Castilla. Salió a Jayo, en donde lo aguardaban 20 hombres de su facción; y el 2 del corriente ha pasado por esta ciudad, sin saberse a que horas; pues le encontró un vecino en el camino que va para el Trapiche, sin que se pudiese convocar urgente para su aprensión por ser todo despoblado. Si se hubieran fijado las voletas ofreciendo premio para su captura: se hallaría lleno de desconfianza, y de terror, y podríamos estar libres deste vivo terno, Se me ha asegurado que va a Pasto, a tratar con sus socios vestidos de indio Sebendoy cuya lengua sabe muy bien. Recelo que con los soldados que le siguen aun puede hacer algunas avería con los pasajeros… DOMINGO BELISARIO GOMEZ” Carta al Doctor José Antonio Arroyo / Almaguer 1º de Diciembre de 1.839 / “Mi muy amado amigo y señor. / Con un posta que dirigí al señor Gobernador el 4 del corriente dando algunas noticias adquiridas hasta entonces, de los sucesos de nuestras valientes tropas, escribí a usted, y me dice el posta, que ha llegado ayer, que desde Antón Moreno lo conducieron a la Gobernación en donde le pidieron las cartas ofreciendo mandarlas a sus dueños; y que aún habló a usted para la resma de papel que le había encargado me trajese. En mi carta avisé a usted, y a mi señora Micaela que desde el 1º del corriente me hallo exerciendo interinamente el ministerio de Cura: que aguardo a deliberar lo que me convenga, el efecto que causa a mi salud, este temperamento tan frío, húmedo y enfermizo…………… La carta que me dice, habérseme escrito al señor Castellanos sobre la devolución, o reclamo del pueblo no la he recibido; sin duda la interceptarían por aquí…..Las últimas noticias que hemos tenido del éxito de nuestra tropas, dadas personalmente por Fernando, el día de ayer, son, que el General entró en Pasto el domingo 1° del corriente, por que estaba de acuerdo con el Gobernador de Pasto, que debía entrar de Guáitara el mismo día: Esta noticia es relativa a los postas que ayer condujeron comunicaciones del general, y se remitió de aquí con chasqui; los vecinos de San Pablo, esto es muchos de ellos, están a la vos, reunidos con Pasto, y con el asesino Noguera que se ha sitiado en la montaña de la Venta, y ha interceptado dos postas: Se dice tiene como 25 soldados de teniente a Campo, que mató en Jayo a 9


don José María Muñoz, y a otros de igual carácter. Han amenazado ir a matar a los comerciantes que hay en San Pablo y los tienen en expectativa. No ocurre otra cosa particular…. DOMINGO BELISARIO GOMEZ.” Carta al Doctor José Antonio Arroyo / Almaguer 12 de Diciembre de 1.839 / “Mi muy amado amigo y señor. Con esta posta, que remito con noticias importantes de nuestro ejército, espero me remita la rema de papel bien asegurada para que no se moje. El sábado envió nuestra tropa en Pasto, (1, el corriente), y se han retirado los pastusos, que ya se están presentando, y los está tratando nuestro general con mucha benignidad: La carta de Fernando, que remitió originalmente la verá usted allá y verá la valentía de nuestra invencible tropa. Saludo a mi señora Micaela, deseando a usted la más completa salud y que mande cuanto guste a su más reconocido Capellán y amigo. […] DOMINGO BELISARIO GOMEZ.” En cuanto a su gestión para lograr una pensión para subsistir en su vejez, el memorial fue puesto por el Dr. Arroyo en las manos del General Tomás Cipriano de Mosquera y del Dr. José Cornelio Valencia, Representante y Senador respectivamente por el Cauca. Los congresistas trabajaron con tal eficacia que hicieron expedir la ley respectiva. Fugaz debía ser este regocijo, pues la ley de pensión no fue sancionada por el Presidente. Posesionado de la Presidencia el Dr. José Ignacio de Márquez, los congresistas del Cauca insistieron en obtener la pensión vitalicia para el prócer, hasta que en mayo de 1840 obtuvieron la expedición y la ejecución del Decreto o Ley que le asignaba una pensión de $30 mensuales, con lo cual el padre Gómez se aseguró la congrua sustentación que le permitió pasar con tranquilidad el resto de su vida. Cuando se encargó del curato del Trapiche Fernando Antonio Zúñiga, ya Belisario Gómez había avanzado la construcción de la nueva iglesia. El 31 de agosto de 1836 escribe al Dr. José Antonio Arroyo dándole gracias por los planos que le ha enviado, elaborados por el Deán Dr. Andrés Marcelino Arroyo, destacado arquitecto oriundo de Popayán y autor de notables obras, así; “Ya están levantados los cimientos y hemos comenzado los tapiales, pero creo que podemos adaptarnos al diseño tan bueno que nos manda, y así se hará para las puertas y ventanas y también para las dos torres” Esta iglesia, así como las demás obras comunitarias, era construida con el esfuerzo voluntario de los parroquianos, sin patrocinio o financiación foránea. Esto explica el temor del Padre Gómez cuando se le segregó la Vice Parroquia de San Juan, la más poblada de las que formaban la Parroquia del Trapiche. Sobre ésto escribe a Santiago Arroyo, el 5 de diciembre de 1836: “El censo da 1549 habitantes a la parroquia del Trapiche, y si le quitamos cerca de 1.000 que tiene la viceparroquia de San Juan nos quedamos sin brazos y sin contribuyentes para el levantamiento del nuevo templo que será grande y elevado”. Trece años duró el levantamiento de la nueva iglesia parroquial y el 26 de mayo de 1846 fue solemnemente dedicada a la Santísima Trinidad de Bolívar, como quedó grabada en la campana mayor. A partir de 1836, hasta su muerte en 1851, ejerció una decisiva influencia en la parroquia, ya retirado y de común acuerdo con su sobrino y discípulo el párroco titular Fernando Antonio Zúñiga, en la práctica no dejó de ser el personaje principal, tanto en lo eclesiástico, como en lo político y cultural su personalidad irradió ejemplo y promovió el progreso espiritual y material. Con relación a la de Los Milagros, en 1840, escribe a José Antonio Arroyo: “Hemos conseguido con Fernando que nos cedan en Jayo un terreno de buenas condiciones para levantar una iglesia que los feligreses quieren sea de tapia y teja, y hemos indicado también el trazado de casas que harán calle”. En el año de 1849 era congresista por el Cauca el Dr. Fernando Camacho Caicedo, caleño, con quien el Padre Gómez ha10

bía iniciado relaciones desde 1828 en Popayán y mutuamente las cultivaban con esmero; a él encomendó el padre Gómez, para que en unión de los demás congresistas del Cauca, elevaran a la categoría de Cantón, es decir, Distrito cabecera de Cantón, al pueblo del Trapiche. Los congresistas cumplieron con eficacia este cometido y 24 de mayo de 1849 se sancionó el Decreto. Una muestra de su sentido estético, acorde con su época y su generosidad, son las reliquias y joyas que donó para el servicio del Templo, las cuales bien podrían ser objeto de museo, por su alto valor intrínseco, artístico e histórico: La casulla bordada en hilo de plata dorada, de una artesanía europea; el atril de plata labrada; el cáliz de oro; la custodia para la “Divina Majestad”, en plata dorada y adornada con piedras preciosas; el sagrario y el atril en plata labrada; la corona y otros vasos sagrados. El archivo de Domingo Belisario Gómez y Semanate contenía cartas de sus amigos, del Libertador, de próceres, militares, condiscípulos, parientes y de sus feligreses y documentos políticos e impresos de invaluable valor histórico. Lamentablemente este archivo desapareció en el proceso de la sucesión de bienes y querellas por la herencia del Padre Gómez. PAGINA FINAL Hemos llegado al año de 1851. Dn Domingo Belisario Gómez y Semanate, acababa de cumplir 89 años de edad. Vivía en su casa de dos pisos situada en la actual plaza principal de Bolívar, en el mismo sitio donde está hoy edificada la casa que fue de propiedad del señor Segundo Gómez, allí lo asistían Mauricio Vargas de 16 años de edad y César Robles y demás personal de servicio. Sufría terriblemente con su enfermedad de hidropesía, ya iba para un año que no podía hacer sus ejercicios cotidianos a caballo. Para la lectura de los libros y gacetas, que por cada correo le mandaban sus amigos de Popayán, los hijos del Dr. Santiago Arroyo, quien había muerto desde 1845, entre ellos don Jaime, más tarde historiador de la Gobernación de Popayán, tenía que valerse de su sobrino el doctor Fernando Antonio Zúñiga o de su sobrina segunda doña Estefanía Muñoz (hija de su sobrina Antonia Zúñiga, quien había contraído segundas nupcias con don José Antonio Quiñones. Estefanía casó poco después con Víctor María Rivera); le mortificaba profundamente cualquier ruido agudo, pues su oído estaba muy sensible y a veces se le ponía sordo, su rezo y ejercicios espirituales los hacía de memoria, bien que nunca abandonó el breviario. Todos los domingos acudía a celebrar el santo sacrificio a pesar de la resistencia de sus allegados. El mes de febrero de ese año se había presentado muy lluvioso lo que aumentaba las dolencias y contrariedades del anciano sacerdote. Así llegó el día veinticuatro de febrero de 1851. Lo que vamos a referir es la tradición oral de un testigo presencial de este día, don Mauricio Vargas, hombre de inteligencia clara, de memoria asombrosa y de una veneración filial hacia la memoria de Belisario Gómez, este testigo de la mayor excepción refirió a sus hijos los hechos que vamos a relatar: Ese día como a las diez de la mañana llamó al patojo Robles a su habitación y le indagó de cómo estaba el día, “Lluvioso taitica padre” (este era el tratamiento de afecto y respeto con que trataban casi todos los vecinos del Trapiche al anciano) contestó Robles. Después de que almorzó volvió a llamar a su criado y nuevamente lo inquirió sobre el estado del día. “Ya va rayando el sol taitica padre”, “Pues entonces pásame los zapatos y el bastón y acompáñame a ver a la viuda (Se refería a su hermana doña María Antonia Gómez viuda del capitán Patricio Bermeo) y antes damos un paseo viendo como va la pintura de las ventanas de la iglesia”. Salió apoyado en el brazo del patojo Robles, visitó algunas pulperías de frutos de las casas vecinas, observó las nuevas construcciones que se estaban haciendo y regocijado por la animación que notaba y por el sol que comenzaba a calentar, decía amable-


mente a su acompañante en son de regaño: “Patojo embustero no me negabas que había sol y este calor que estoy sintiendo y esta luz que todo me lo hace ver tan claro me están pidiendo jalarte de las orejas, pero hoy te perdono, pues siento que todo está muy alegre”. Siguiendo hacia la casa de la viuda del prócer Bermeo, situada en la calle llamada del Macal, hoy barrio de San Francisco, pero de pronto el sacerdote dijo: “Patojo hay que volvernos pronto a casita porque definitivamente como que tenías razón y va a lloviznar, siento un frío”. Regresaron a un paso relativamente acelerado para la edad del anciano, atravesaron el zaguán y comenzaron a subir las gradas. La sobrina doña Antonia de Quiñones, estaba en el patio interior cosiendo con su hija doña Estefanía Muñoz y al sentir que llegaba el padre Gómez se precipitaron a encontrarlo. Ya en este momento el anciano había llegado al primer descanso de la escalera, se había agarrado fuertemente del brazo de Robles y un temblor convulsivo sacudía su cuerpo, de pronto vacilaron sus piernas, fallaron sus pies y cayó al suelo, una palidez mortal bañaba su rostro y un sudor helado se congelaba en las sienes canosas. El muchacho Robles se puso a llorar y gritó con voz desesperada, “vengan todos que taitita padre se ha muerto”. Mauricio Vargas acudió el primero con su agilidad de adolescente, e inmediatamente llegaron sus sobrinas a quienes el terror y la pena impedía hablar. Vargas se asomó a la puerta de la calle y repitió el grito de Robles: “vengan todos que taitita padre se ha muerto”. Todos los vecinos acudieron en tropel, se acercaron hasta el lecho donde lo habían conducido las mujeres y observaron que aún tenía vida. Cuando llegó su sobrino, el doctor Fernando Antonio Zúñiga, el moribundo intentó hablar pero la lengua y los labios se negaron a obedecer, solo sus ojos ya apagados recorrieron la estancia, los rostros queridos y se fijaron intensamente en su sobrino el sacerdote, quien luego de absolverlo entonó las preces de los difuntos. A las doce del día se cerraron definitivamente esos ojos que habían fulgurado con tan intenso brillo y a esas horas dejó de palpitar su nobilísimo corazón que había abrigado los más generosos sentimientos. Vestido fue con artísticos ornamentos y adornado con toda la ofrenda floral que dieron los jardines de Bolívar y los campos vecinos. Dos días permaneció en cámara ardiente en el templo,

la feligresía toda iba a empapar con sus lágrimas los despojos mortales de quien un día fue su amigo, su protector y su padre. Las honras fúnebres que se celebraron en su memoria no se han vuelto a repetir con tanta solemnidad en la iglesia de la Santísima Trinidad de Bolívar. A ella concurrieron el padre Guzmán cura de San Pablo, el padre Juan Nepomuceno Manzano cura de Almaguer, el padre Masillón cura del Rosal, y el padre Nicolás Ordóñez cura de Mercaderes, allí oficiaron acompañando al Dr. Fernando Antonio Zúñiga, quien afligido, demacrado y erguido en medio de su dolor no abandonó un momento el amadísimo cadáver. Fue enterrado el día 27 de febrero de 1851. El pueblo entero era un solo sollozo y el llanto humedecía el enladrillado del templo, y este mismo parecía un enorme lacrimatorio de arcilla que recogía la pesadumbre de un pueblo agradecido. Así terminó sus días mortales este prócer que hoy es inmortal en el recuerdo de los hijos de Bolívar, quienes lo veneran no solo como al fundador, sino como al dechado perfecto de las virtudes sacerdotales y el ejemplar cabal de las mayores energías de un hombre. EPITAFIO:HIC: P. DOMINICI BELISARI GOMEZ EXVVIAE IACENT VENERANDAE: INCARUM NOVILL DE STIRPE HISPANIE DECORATA SANGUINE. CIVITATEM QUAM CONDIDIT ISTAM PATRIE PARENTI SUA DEDICAVIT AMICO. DIE 24 II 1851 IN PACE XTI QUIEVI Grabado en placa de mármol colocada en el frontis del Templo Parroquial de la Santísima Trinidad de Bolívar. Cuya traducción al castellano reza: “AQUÍ YACEN LAS VENERADAS CENIZAS DEL PRESBITERO DR DOMINGO BELISARIO GOMEZ, DE LA NOBLE ESTIRPE DE LOS INCAS, DECORADA CON LA ESPAÑOLA SANGRE. DEDICÓ A SU AMIGO EL PADRE DE LA PATRIA ESTA CIUDAD QUE EL MISMO HABIA FUNDADO. MURIÓ EN LA PAZ DE CRISTO EL 24 DE FEBRERO DE 1851 Ver Apéndice 17 Biografía del Padre Domingo Belisario Gómez, por J. A. Bolaños, Pbro. Boletín de Estudios Históricos, Directores Leopoldo López Alvarez - Sergio Elías Ortiz, Volumen IV Pasto 12 de Mayo de 1931 Números 43 y 44

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DE LA ETNOGRAFÍA A MEDIADOS DEL SIGLO XIX Acuarelas de Manuel María Paz. Realizadas en 1.851, año de la muerte de Domingo Belisario Gómez

• Popayán: Indios de Puracé. • Popayán: ñapangas. • Popayán: habitantes del Patía. • Popayán: indios de Pancitará.

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Apéndices APÉNDICE 17 “BIOGRAFÍA DEL PADRE DOMINGO BELISARIO GÓMEZ” POR J. A. BOLAÑOS, PBRO. BOLETÍN DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, DIRECTORES LEOPOLDO LÓPEZ ALVAREZ - SERGIO ELÍAS ORTIZ, VOLUMEN IV PASTO 12 de mayo de 1931 Números 43 y 44 I. Plugo a la Divina Providencia que en los grandes movimientos redentores, cohonestados por la justicia, no faltase la silueta encantadora de la mujer y la figura consagradora del Apóstol. Tal acontece en el drama del Calvario, donde al lado del Redentor del mundo aparece San Juan como representante del Apostolado, y, santificando el dolor, la figura de María. La libertad de Francia se presenta hermoseada por la doncella de Orleans y la de Méjico consagrada por Hidalgo. En la magna epopeya americana, al lado de una falange de semidioses de la libertad: Bolívar, Sucre, Nariño, Acevedo, Torres, Caldas, Santander, Anzoátegui, Cabal, Caicedo, Ricaurte, Girardot, que son el nervio de la revolución, embellece la idea esa trinidad de mujeres llamadas Mercedes Ábrego, Antonia Santos, Policarpa; y consagrando la justicia del movimiento, entre muchos países, aparece en Bogotá el Canónigo Rosillo; en Popayán, el cayado de un Torres; y el Presbítero Domingo Belisario Gómez, en el sur del Cauca. Aunque sin medios para proveernos de los datos necesarios, y abrumados por el ministerio parroquial, hemos tenido verdadera avaricia del tiempo para aprovechar todos los momentos en esbozar la vida del ilustre almaguereño, sirviéndonos de los documentos tomados del archivo de Almaguer, verdadera joya de la historia, y de los datos que nos han suministrado los amigos de esa noble tierra, que guardan en los empolvados rollos de familia preciosos manuscritos de la época. Sólo así corresponderemos nosotros a las noblezas de esa tierra, cuando tuvimos la fortuna de ser Párroco de ella. Va, pues, nuestro trabajo no para alcanzar una palma de victoria sino dedicado a la ciudad de Almaguer en prueba de sincero amor y reconocimiento. II. En toda la cima de la cordillera de los Andes, no muy lejos del punto donde ésta se bifurca en dos ramales para seguir el uno hacia el oriente a morir en Venezuela, y el otro hacia el norte, por el centro, enmarcando a la derecha con el ramal anterior, el valle del Tolima, y a la izquierda, con el occidental, el hermosísimo del Cauca, se asienta en una altiplanicie de esmeralda la muy antigua y antes ilustre ciudad de Almaguer. Entre estos campos, a cosa de un kilómetro hacia el norte de la ciudad, se encuentra el llamado de Pucará. En este campo, sombreado por robustas encinas, se levantaba la casa solariega de don Francisco Gómez y doña María Ventura Semanate Inca de Salazar (1) (Documentos archivados en 1891). Oriunda ésta de los lados de El Rosal, era hija de doña Josefa Omne, que o era a la vez de Jacinto Omne Inca de Salazar, descendiente de don Sebastián inca de Salazar, cacique del pueblo de Santa María de Caquiona; era aquél hermano de doña Lucía Gómez, nieta de don Sebastián Inca de Salazar, esposa del Capitán de Milicias don Marcelo Verdugo, Teniente de Gobernador del partido de Almaguer, hijo de doña Francisca Correa, de los nobles de Popayán, y de un padre más noble todavía (2), que la prudencia nos veda declarar. De este matrimonio así ennoblecido por ambas líneas nació en Pucará el 20 de diciembre del año 1763 el Presbítero don Domingo Belisario Gómez y el mismo día fue regenerado en las aguas bautismales. No nació en la Loma del Oso, como algunos afirman, pues todos los documentos están acordes acerca

de su nacimiento en Pucará. La Loma del Oso era en realidad un fundo perteneciente al matrimonio anterior, pero no era posible que la esposa en los días álgidos de la maternidad se trasladara a un sitio tan solitario y despoblado como debió ser en aquellos tiempos el que dejamos mencionado. Está, pues, fuera de duda que el Presbítero Domingo Belisario Gómez nació en Pucará. Saliendo de Almaguer hacia el norte, a distancia de un kilómetro, a la izquierda del camino, se persuade el viajero de que de la antigua morada de la familia Gómez no quedan sino algunos vestigios como para que no se pierda la memoria de ese sitio.. (1) Título de nobleza otorgado por la sala capitular de Almaguer a don Lorenzo Muñoz de Ayala el 14 de noviembre de 1807. Existe en cuanto al nombre de Pucará y los personajes ligados con él y el Libertador una rara coincidencia. Cuando Bolívar, partiendo de Venezuela, de valle en valle y de colina en colina, fue lanzando el grito de victoria, al llegar al centro del Perú, el cura de Pucará, Choquehuanca, lo saludó con un discurso conciso y elocuente terminado en esta frase que fue una profecía: “Con los siglos crecerá vuestra gloria, como crece la sombra cuando el sol declina”. Y acá en el Pucará de Almaguer nace otro sacerdote que al pasar Bolívar empareja con él su cabalgadura y, después de hablarse y comprenderse, parte adelante a galope tendido llevando los pliegos a don Basilio García para lanzar definitivamente al caraqueño a la inmortalidad. ¿Por qué esa coincidencia de nombres y de sacerdotes alrededor de un personaje? ¿El nombre de Pucará fue llevado de Almaguer al centro del Perú, o al contrario, fue traído de la tierra del sol al centro de Colombia? Este nombre fue traído del centro del Perú por don Sebastián inca de Salazar, quien fundó a Santa María de Caquiona por los años de 1650 a 1680, y en memoria de la patria lejana lo puso a alguna de sus propiedades, la cual pasó a la familia Gómez, pues don Francisco Gómez, como ya hemos apuntado, era nieto de don Sebastián inca de Salazar. Esos mismos inca de Salazar trajeron la semilla de la coca y de allí que ésta se haya extendido mucho en el Distrito de Almaguer, produciendo una gran renta para las gentes de los campos que la cultivan, pero al mismo tiempo causando en ellos terribles estragos por el uso inmoderado de esa planta. III. De los primeros años del Presbítero Domingo Belisario Gómez no se sabe en absoluto nada, sino únicamente que fue a los estudios, como acontecía en aquellos tiempos, ya formado, cuando había pasado la borrascosa juventud. Para su educación hizo uso de la Capellanía de 2.000 patacones (equivalentes en la actualidad a $ 800 oro), que constituyó en la Curia Metropolitana de Popayán el Capitán de Milicias y Teniente de Gobernador del Partido de Almaguer, don Marcelo Verdugo, para la educación de su primogénito, don Basilio Verdugo. Pudo hacer uso de esta Capellanía por ser su padre, don Francisco Gómez, hermano de doña Lucía Gómez, esposa a la vez del Capitán Verdugo. Esa Capellanía ha ido pasando de mano en mano hasta sus legítimos descendientes que son los Muñoces de Almaguer. A los 25 años de edad, en 1788, ingresó el joven Domingo Belisario Gómez al Colegio Seminario de San Francisco de Asís, en Popayán, siendo Rector del establecimiento el Presbítero don Juan Mariano Grijalba, quien ejerció su cargo hasta 1808. Era la edad de oro del Seminario, cuando brillaba una generación de verdaderos maestros griegos entre los que descollaban el Presbítero Mariano del Campo Larraondo, el ilustrísimo señor Ángel Belarde y Bustamante, don Toribio Miguez Rodríguez y alumnos distinguidísimos como don Francisco Antonio Zea, don José Camilo Clemente Torres y Tenorio, don Francisco José de Caldas, don Joaquín Caicedo y Cuero, que eran el almácigo que formaría más tarde la montaña de la revolución. Entre estos camaradas aquilató Domingo Belisario Gómez el patriotismo que más tarde produjera tan bellos resultados, y con aquellos maestros cursó 13


con singular aprovechamiento Gramática, Filosofía y Teología, mereciendo ser admitido en 1790 a la primera tonsura. Su adelantamiento en las ciencias eclesiásticas fue tan grande que en 1794 hizo oposición a los curatos y beneficios, cuyos actos le fueron aprobados por los jueces sinodales del Obispado, y fue presentado para el Curato del sitio de El Trapiche, de cuyo beneficio tomó posesión canónica el 12 de marzo de 1794, y a este título fue ordenado Sacerdote el 22 de abril de 1794. Su conducta en el Seminario fue ejemplar; piadoso, obediente, respetuoso, atento, correcto y reflexivo como quien había ido llevando el aporte del juicio a sus estudios. Dejaba atrás grabado su nombre con honor en los registros del Colegio y sacaba de ese semillero de varones ilustres la virtud y el saber para triunfar en el futuro. IV. El 10 de junio de 1794 llegó el Presbítero Domingo Belisario Gómez a inaugurar la nueva parroquia de la Sanísima Trinidad del Trapiche. En nuestros tiempos, cuando llega un sacerdote a una parroquia encuentra un poderoso núcleo de habitantes; pueblos de cierta categoría sobre los cuales han rodado muchos años de existencia; iglesias perfectamente organizadas que desatan sus lenguas de bronce para saludar a su pastor. En la época a que nos referimos no ocurría lo mismo. Cuando el Padre Belisario llegó a su parroquia no encontró sino campos extensos con algunos habitantes diseminados, sin una cruz donde agruparse para la plegaria. Huelga comparar al Padre Belisario con Fray Bartolomé de las Casas, cuando abría la enseña del Calvario en la soledad de los desiertos para congregar a las multitudes y celebrar el Santo Sacrificio de la Misa. El núcleo más poblado por aquel entonces era Las Vueltas, donde existía una capilla que no pudo vencer las contingencias del tiempo. Empezó el Padre Belisario la acción moralizadora y social que ha realizado en el mundo el sacerdote católico y comenzó a florecer la religión. De tiempo atrás existía entre los vecinos un ruidoso pleito por la posesión de la loma El Trapiche o Marmolejo. El Padre Belisario, con el delicado acto de que Dios lo había dotado, empezó a insinuar a los contrincantes la cesión de la loma discutida para fundar una villa que sirviese de centro parroquial, y como nada resiste a la labor del sacerdote cuando va acompañada del buen trato que es el principio de la acción social, al fin consiguió sus deseos y en octubre de 1794 se hizo la fundación del pueblo de El Trapiche. No hubo ningún rito que solemnizara al acto, como en las primitivas fundaciones; tranquilamente “la floresta rindió su pompa a la ciudad”. Poco a poco fue aglomerándose un gran número de familias, y fue adquiriendo relativa importancia, tanto que en 1820 decía el ilustrísimo señor don Salvador Jiménez de Enciso Cobos y Padilla: “El curato que sirve el Padre Belisario Gómez fue de primera creación, y a su ingreso en él era un campo desierto, sin población ni vecinos, y con particular empeño ha reducido a población a los feligreses, de modo que en el día es ventajosa la que hay, según o hemos visto, con residencia de gran número de familias y civilización de los vecinos”. En 1851 solicitó el Padre Belisario Gómez, en favor del pueblo que había fundado, el nombre de Bolívar para eternizar el recuerdo del Padre de la Patria, que en muchas ocasiones se detuvo en ese recuesto del camino, como en sitio reparador, para descansar de sus fatigas antes de emprender nuevamente los vuelos de la libertad. En 1850 fue elevado El Trapiche a la categoría de Distrito y en 1886 se trasladó de Almaguer allí la capital de la municipalidad, por efecto de los acontecimientos políticos que presenció el país. En la actualidad, según el censo del presente año, la ciudad del Padre Belisario Gómez ostenta el núcleo de 519 casas que guarecen a 3.560 habitantes, caballerosos y cultos, epicentro de un Distrito que mide 7 miriámetros cuadrados con 4.472 casas que dan albergue a 21.613 habitantes, sanos y sobremanera labo14

riosos, distribuídos en 7 florecientes corregimientos: El Carmen, San Juan, Los Milagros, San Lorenzo, Lerma, Sucre y Capellanías, todos con sus respectivas iglesias decentemente decoradas y muchas de ellas con pompa y esplendor. Bolívar tiene su iglesia parroquial edificada por el Padre Domingo Belisario Gómez, reconstruída posteriormente en el mismo sitio; una magnífica casa cural levantada por el Presbítero Rafael Solarte I.; la Comunidad de las Hijas de San Vicente de Paúl y un hermoso cementerio con capilla, obra del actual párroco, el inteligente y culto sacerdote Presbítero Gustavo Vallecilla. De Bolívar ha salido para las comunidades religiosas un gran número de distinguidas señoritas. Para el sacerdocio el ilustre Vicario General, Presbítero Guillermo Diomedes Gómez, cuya familia también arranca de Almaguer, el prebendado Abraham Guzmán, el inteligente y virtuoso sacerdote Luis Fernando Guzmán; para la medicina el doctor Felipe Castro, honra del cuerpo médico colombiano y amparo de los desvalidos; para la magistratura y el foro los doctores José Serafín Castro, José Gabriel Vargas, Adolfo Ordóñez y José Félix Guzmán; para la ingeniería el malogrado Vicente Vargas, Alfonso Ordóñez, Ramiro Bazante, Cayo Mazorra y Rafael Guzmán; para las armas los generales Julio Caicedo y G., Arcesio Constaín y Telésforo Rivera; para la legislación nacional don Arcesio Guzmán, Gustavo Delgado Nieto, Néstor R. Bolaños y don Israel Guzmán; y una brillante juventud a la cabeza de la cual va dando el grito de victoria ese valiente luchador que se decora con el nombre de Víctor Quintero R. He aquí la obra moralizadora y social del Padre Belisario Gómez infuturándose al través de las edades. V. La fama del Presbítero Domingo Belisario Gómez se extendió en breve por toda la comarca, y viendo los superiores que radicaba en méritos auténticos y que la conducta de este eclesiástico no sólo era intachable sino ejemplar, empezaron a distinguirlo con honores que decían muy alto de su virtud y talento. El 11 de julio de 1808 fue nombrado Comisario Particular y Subdelegado de la Santa Cruzada y sus gracias en la ciudad de Almaguer, y de los Curatos de Mercaderes, La Cruz y Pancitará (1). El 23 de octubre de 1817 se le libró título de Juez Eclesiástico en su curato. El 23 de diciembre de 1817 fue nombrado Vicario en los términos de su parroquia. El 3 de mayo de 1818 el Gobernador del Obispado le nombró Vicario de los Curatos de Mercaderes, Patía, San Antonio y Pancitará. Todos esos cargos los desempeñó bajo el Obispado del ilustrísimo señor don Ángel Belarde y Bustamante, que gobernó a la Diócesis desde 1789 hasta 1818. El 22 de junio de 1820 el ilustrísimo señor Salvador Jiménez de Enciso Cobos y Padilla le nombró Examinador Sinodal del Obispado de Popayán (2). En 1826 fue nombrado Prebendado de la Catedral de Popayán y, poco después, Vicario General del Obispado y Canónigo Doctoral de la capital metropolitana. (1) Protocolos de 1817 y otros de la Notaría de Almaguer. (2) Documento del ilustrísimo señor don Salvador Jiménez de Enciso, emanado en 1820. Todos esos títulos están comprobados por el mismo PADRE Belisario Gómez en documentos emanados de él que se encuentran en los Protocolos de la Notaría de Almaguer. Dicen así: Uno. “Sitio del Trapiche, mayo 26 de 1811. Yo, Domingo Belisario Gómez, Presbítero, Comisario particular, Subdelegado de la Santa Cruzada y sus Gracias, Vicario, Juez eclesiástico de la ciudad de Almaguer y su jurisdicción, y de los Curatos de Patía y San Antonio, y Cura propio del sitio del Trapiche, certifico etc., etc. - Domingo Belisario Gómez” (Protocolo de 1817 y otros).


Otro. “Parroquia del Trapiche, 9 de septiembre de 1843. Señor Juez 2° parroquial. Domingo Belisario Gómez, Presbítero, Examinador Sinodal de este Obispado y Vicario eclesiástico foráneo del Cantón de la ciudad de Almaguer, ante usted, etc. Domingo Belisario Gómez” (Protocolo 87 de 1891). Otro. “Parroquia del Trapiche, 15 de septiembre de 1843. Señor Juez 1° Cantonal. Domingo Belisario Gómez, Presbítero, Examinador Sinodal del Obispado y Vicario eclesiástico del Cantón de la ciudad de Almaguer, ante usted, etc., etc. - Domingo Belisario Gómez” (Documentos archivados en 1891). Todos estos cargos los desempeñó hasta 1843 con gran lucimiento y satisfacción de sus superiores, que nunca tuvieron la menor queja de él. Por donde se ve que en aquellos tiempos lueñes hubo dos curatos más, el de San Antonio y el de Pancitará. El primero era Curato del tiempo colonial y pertenecía al Cantón de Popayán. Existió hasta el año 1842, pues en esta fecha se registra en la Notaría de Almaguer una escritura bajo el número 38, referente a un pleito entre Víctor Gómez y el General Tomás Cipriano de Mosquera, Manuel María Mosquera y José Hilario López por la hacienda El Peñol, situada en las orillas del río Quilcacé, perteneciente a este Curato, que se extendía desde esta hacienda hasta Guachicono y San Pedro, a dividirse con el Curato del Patía. El pueblo de San Antonio parece haber estado situado a inmediaciones de los Árboles en el camino de herradura que conduce de Popayán a Pasto (1). En 1811 estaba hecho cargo de este Curato el Padre José María Vergara, quien desde allí ordenó a Pedro Sevilla, Síndico de Guachicono, que sembrara trigo para ponerle una renta a esa iglesias, de la cual estaba también encargado, con lo cual adquirió todo lo necesario para el culto. Esto se efectuó hasta 1818 en que dejó el Curato de San Antonio (2). El otro es el de Pancitará. Este sitio fue poblado en 1700 por los indios de Caquiona que no pudieron acomodarse en la legua y media que don Sebastián inca de Salazar había adquirido por compra hecha a los conquistadores. Estos indios dieron origen a la parcialidad y pueblo de Pancitará que fue creciendo poco a poco hasta llegar a ser una parroquia perteneciente a la Vicaría de Almaguer, como se ve por el siguiente documento que se encuentra en los protocolos de la Notaría de Almaguer: “Popayán, febrero 23 de 1827 / Pase ese expediente a nuestro Vicario principal del Cantón de Almaguer, al que damos la correspondiente facultad para que tomando las correspondientes informaciones determine en él los arreglos a justicia. / SALVADOR, OBISPO DE POPAYÁN”. / “Parroquia del Trapiche, marzo 1° de 1827. / Para dar el debido cumplimiento a lo dispuesto por el ilustrísimo señor Obispo de esta Diócesis en el auto que antecede; atendiendo a la distancia que se halla de esta parroquia, el Curato de Pancitará, y la dificultad de que vengan aquellos vecinos, que se consideran necesarios, para tomar con pureza las informaciones correspondientes, acerca de las cuentas de los intereses pertenecientes a la iglesia de Guachicono, remítase este expediente al señor Cura de Pancitará para que con el conocimiento que tiene de todo, forme la glosa que estime de justicia a las cuentas producidas por Pedro Sevilla, comprobándose con el testimonio de sujetos fidedignos, y concluída la glosa y demás reparos justos, remitirá todo a este Juzgado, con el correspondiente informe para proveer lo que haya lugar. - DOMINGO BELISARIO GÓMEZ”. (1) (Documentos archivados el 14 de julio de 1897). (2) Documentos archivados en 1897. Estas disposiciones eran motivadas por el memorial que habían elevado los vecinos de Guachicono contra el Síndico Pedro Sevilla por malversación de fondos. El Padre Manuel María Orozco, Cura de Pancitará en ese entonces, defendió brillante-

mente a Pedro Sevilla y reconstruyó la iglesia de Guachicono. Después de ésto, el Curato de Pancitará fue disminuyendo poco a poco hasta que en 1905 el Presbítero Isaac Giraldo, de grata memoria, fijó definitivamente su residencia en La Vega. En la actualidad, Pancitará es un Corregimiento con 1.431 habitantes. Tiene una iglesia bien paramentada y con rentas suficientes provenientes del trigo que año por año siembran los indios a beneficio de la iglesia. La casa cural fue edificada por el Presbítero Rafael Solarte I. La Vega fue fundada en 1766 en área cedida por la señora Bernardina Muñoz de Lara, con el nombre de San Lorenzo de la Vega, pero con motivo de la guerra de la Independencia los españoles y criollos abandonaron el lugar y las minas que se explotaban fueron tapadas. Después de la guerra de la Independencia empezó a repoblarse paulatinamente y en 1866 la municipalidad de Almaguer, por Ordenanza número 30 del 17 de noviembre, según las atribuciones que le concedió la Constitución del Estado, creó los Distritos de Pancitará, Arbela, Guachicono y La Vega, pero ordenanzas posteriores refundieron todos estos distritos en uno solo, La Vega, y los otros pasaron a ser corregimientos de éste. El progreso de La Vega data desde 1904 en que el Presbítero Rafael Solarte I. llevó a efecto la construcción de la casa cural y continuó en 1905 cuando el Presbítero Isaac Giraldo. En 1918 se instaló la oficina telegráfica y así vino a adquirir definitivamente la primacía sobre Pancitará, contando, según el último censo, 9.007 habitantes distribuídos en una extensión superficiaria de ocho miriámetros cuadrados. El Curato de Patía permaneció con la categoría de tal, aunque no siempre tuvo párroco permanente, hasta el año 1914 en que el ilustrísimo señor don Manuel Antonio Arboleda, de feliz memoria, erigió en cabecera de Parroquia a la floreciente población de El Bordo, distante pocos kilómetros de Patía hacia el norte. Patía es hoy una viceparroquia de El Bordo con un reducido número de casas y en uno de los climas más ardientes del país, que infunde la desesperación en el viajero. Otro de los curatos mencionados en el Vicariato de Almaguer es Mercaderes. Éste siempre ha conservado su hegemonía como parroquia y ha luchado con tenacidad por el mejoramiento de su localidad para no dejarse quitar su primacía. VI. Réstanos ahora dedicar unas líneas al gran Vicariato de Almaguer de que acabamos de hablar, cuna del Padre Belisario Gómez. Almaguer fue fundada en 1551 por don Vasco de Guzmán. De las ciudades situadas entre Popayán y Pasto, es Almaguer la única que tiene verdadera fundación con todas las ritualidades solemnes a usanza de los conquistadores españoles, y cuyos fundadores o acontecimientos gloriosos o nefastos se conservan en la placa de la historia; las demás se han ido estableciendo por paulatina aglomeración de familias sin otras formalidades que la donación o señalamiento de un área y cuyos acontecimientos se pierden en las brumas del pasado sin que haya habido una mano diligente que los transmita a la posteridad, de forma que en veces es imposible rescatar del olvido a los que a título de donantes de un área llevan el nombre de fundadores. Como dijimos antes, Almaguer está situada en la hermosa altiplanicie en que a los enviados del Licenciado Francisco Briceño, Gobernador de Popayán, les vino en gusto colocarla. Lleva el nombre de San Luis de Almaguer, en memoria del Corral de Almaguer en España, provincia de La Mancha, patria del inmortal Hidalgo de Cervantes. Doce españoles fueron los primeros pobladores de Almaguer, cuyos apellidos se conservan en su mayor parte en la ciudad y los campos aledaños: Juan de Gallegos, Antonio Hernández, Francisco Ruiz, Pedro Muñoz, Gaspar Álvarez, Alonso Suárez, Cosme de Torres, Juan de Gaviria, Juan López Paladines, Alonso Pérez, Juan de Medellín, Vicente Tamayo, la viuda María 15


Hernández y los portugueses Pedro Gudiño y Juan de Minderos (1). A la influencia atávica de estos españoles se debe acaso los rasgos de nobleza y de hidalguía que al través de los tiempos se conservan en los lejanos descendientes. Los habitantes de Almaguer son de temperamento altivo pero nobles, generosos hasta el punto de sacrificarse, a fuero de caballeros, por cumplir con los ritos de la gentileza. Pero la cualidad que prima en ellos es la franqueza; no fingen sino que saben manifestar de frente su interior. La energía, la franqueza y la generosidad caballeresca de los peninsulares encarnaron a distancia de una manera espléndida en el Padre Belisario Gómez, como cuaja el diamante al cabo de milenios en las profundidades de la tierra. Vino en seguida, como Gobernador de la villa, Alonso de Fuenmayor. Llegaron después de España por Popayán los Verdugos; por Quito, los Muñoz de Ayala; además, los Vallejos, los Garcilaso de la Vega, los Fuentes de los Ríos, los Sánchez de la Flor, los Tellos, los Avellas y tantos otros que van desfilando por los amarillentos códices del glorioso archivo con el rumboso título de escribanos del Cantón. Fue tanta la preponderancia que adquirió Almaguer, que antes de 1600 el Rey Felipe II la honró con el título de La muy noble y muy leal ciudad de Almaguer y le concedió escudo de armas. Esta importancia fue debida en un todo al gran número de minas que se descubrió en su suelo, entre las cuales descuellan las de San Ceferino cuyos socavones que llegan hasta cerca del templo de San Francisco constituyen un verdadero laberinto de Dédalo, y las de La Concepción que figuran con las de Buga, Caloto y Tumaco entre las más ricas del país. En las minas de La Concepción, distantes tres leguas hacia el noroeste, trabajaban dos mil indios, muchos traídos de Iscancé, y de todas ellas se extraían más de treinta mil pesos de oro mensuales. Existía también una mina de esmeraldas, cuyos socavones se perdieron en los terremotos que asolaron a la ciudad y cercanías. En estas minas había un beneficio eclesiástico que valía quinientos pesos oro; el cura y Vicario de Almaguer gozaba de una renta de cuatrocientos pesos, y los seis sacerdotes que andaban por distintas partes evangelizando a los indios ganaban trescientos pesos en oro cada uno. Esos seis sacerdotes pertenecían al convento de Franciscanos que existió en Almaguer hasta 1766. (1) Copia del informe del Agustino Fray Jerónimo de Escobar, tomada en el Archivo de Indias por el ilustrísimo señor Pueyo del Val. El terremoto de 1765 que destruyó casi totalmente a la ciudad hizo que los Franciscanos se trasladaran al convento de Popayán, y en Almaguer sólo quedó el recuerdo glorioso eternizado en el vetusto templo de San Francisco, reconstruído posteriormente por el presbítero Rafael Solarte I. sobre la antigua iglesia. Sin embargo, parece que el convento de Franciscanos en Almaguer existió hasta 1821, pues el 10 de julio de este mismo año Silvestre Perafán, por escritura pública fechada en Almaguer, se declaró deudor de dicho convento de la suma de cien patacones que había dejado el extinto Juan José Hoyos. Aceptó la escritura el guardián Fray José Antonio Quintero y Príncipe (1). Creemos que este convento existiría como un título y que el guardián en una correría hecha desde Popayán aceparía esta escritura, pues parece imposible que habiendo existido dicho convento hasta una época relativamente reciente, hubiera desaparecido todo vestigio y aún la memoria entre los moradores. Otro movimiento sísmico en 1740 causó también grandes estragos en la ciudad. El terremoto de 1763 hizo que amedrentados los padres del Presbítero Belisario Gómez saliesen a su casa de campo en Pucará donde nació el 20 de diciembre del mismo año, como ya se ha expresado. En cualquier parte de Almaguer donde se practique una excavación se tropieza a poco con largos cimientos de piedra que denuncian los antiguos trazos de la ciu16

dad. Después de esos trágicos acontecimientos la ciudad vino a menos hasta los albores de este siglo en que la hizo resurgir la energía indomable del Presbítero Rafael Solarte I., viniendo a ser este ilustre sacerdote como el segundo fundador de ella. El 8 de diciembre de 1926, día que Almaguer marcó con una piedra blanca en los fastos de su historia, arribaron como mensajeras de paz las Madres Franciscanas a fundar la Escuela y Colegio de Santa Clara, en que los hijos de Almaguer, después de larga lucha y sacrificio sin cuento, echaron los verdaderos fundamentos de su resurgimiento moral e intelectual. (1) Protocolo número 27 de 1821, folio 44 vuelta. En la actualidad Almaguer cuenta un núcleo de 311 casas que albergan a 1.500 habitantes, centro de un Municipio que mide 6 miriámetros cuadrados en que se levantan 2.734 habitaciones alojadoras de 13.838 ciudadanos. De modo que la población total del Municipio es de 15.410 habitantes, dedicados a la ganadería y al cultivo del café, del trigo, la caña de azúcar, la coca y toda clase de cereales, distribuídos en cuatro Corregimientos: Caquiona, La Herradura, El Tablón y Peñol. Almaguer cuenta con su magnífico templo parroquial, bien provisto de todo lo necesario; con el templo de San Francisco que los fieles conservan como un relicario del pasado; una hermosa casa cural principiada por el Presbítero Francisco Negret y concluída por los párrocos siguientes; y el edificio de Santa Clara que cifra el esfuerzo almaguereño. Almaguer tiene una verdadera galería de celebridades, pues de allí han salido una religiosa Carmelita Descalza, la Madre Alvear, para el convento de Popayán; otra para el monasterio de Pasto, la Madre Figueroa; y sor Inés Gómez, fundadora de la Comunidad de las Hermanas de la Caridad en Bolívar; seis sacerdotes para la Orden de San Francisco, entre los cuales descuella el Padre Antonio Caicedo en el convento máximo de Quito; uno para la Compañía de Jesús, el Presbítero Sebastián Correa; para el clero secular los presbíteros Miguel y José Correa, Basilio Verdugo, Nicolás Burbano de Lara, Salvador Alvear, Ignacio Figueroa, Nicolás Ordóñez, Joaquín y Javier Enríquez de Guzmán, José María y Antonio Guzmán, curas de El Trapiche y Dolores, respectivamente, Salvador Antonio y José María Morcillo, Juan Nepomuceno Manzano, Juan Bautista Verdugo, Alejandro Gómez, Juan Bautista Paz que murió en el sur después de la Guerra de los Mil Días, José y Manuel Fontal, José Miguel Muñoz, José Antonio Ruiz, lazarista, y Maximiliano Pino; los próceres Juan Bautista Guzmán y Justo Antonio Zúñiga; el geógrafo don Manuel María Paz, compañero de Codazzi en sus excursiones científicas, y presidiendo esa pléyade de varones insignes, como sacerdote, como prócer y letrado, el Presbítero Domingo Belisario Gómez, motivo de esta biografía. VII. El convencimiento que tenían los superiores de la competencia y probidad del Padre Belisario Gómez era tan grande que no vacilaron en darle delicadas misiones en que él supo desempeñarse con expedición y acierto. Una de estas fue la que le confirió el ilustrísimo señor don Ángel Belarde y Bustamante para la erección y demarcación de los límites del Curato de La Cruz. El 3 de mayo de 1539 las tropas de Ampudia llegaron al pueblo indígena, de la tribu de los Quillacingas, que se asienta en la margen izquierda del Mayo, en la cordillera central, a una altura de 2.384 metros sobre el nivel del mar, con un clima de 15 grados centígrados, y que por la fecha en que llegaron denominaron La Cruz, circundada por una diadema de volcanes: el Doña Juana, el de Las Ánimas y el de Petacas. Estos últimos debieron de estar en ignición antes del descubrimiento de América, pues toda la región ribereña del Mayo hasta el valle del Patía es un gran banco de arena compuesto de materias volcánicas que en partes miden más de cincuenta metros de espesor. En 1740 y 1765 los terremotos que asolaron a Almaguer obligaron a muchos hijos de esta ilustre ciudad a buscar refugio en otra parte. Entonces el


Capitán Raimundo Alvear, Alcalde de primer voto de la ciudad de Almaguer, sabiendo que la loma de Tejoy, aledaña del pueblo de La Cruz, era realenga, comisionó al Capitán Miguel Suárez de Bolaños, fundador en 1763 de la población de San Pablo, para que le hiciera ese remate que costó 355 patacones. Apenas llegado al pueblo, el Capitán Alvear ejercitó su gran espíritu cristiano que se ha ido transmitiendo por atavismo hasta sus actuales descendientes, emprendiendo la construcción de la iglesia que terminó en 1771 y la dotó con $ 100 de renta, que afincó en la loma de Tejoy (1) ( Archivo de La Cruz). Al Capitán Raimundo Alvear ayudó eficazmente su hijo don Esteban Alvear. El altar costó 400 patacones y lo doró el señor don Lorenzo Montenegro, de Pasto. A este pueblo así constituído, con su iglesita como se ha explicado, fue enviado por el año 1799 de parte del ilustrísimo señor don Ángel Belarde y Bustamante, Obispo de Popayán, el Presbítero don Belisario Gómez a fundar y demarcar los límites de la nueva parroquia. La Gobernación de Popayán se extendía entonces desde Otavalo (Ecuador) hasta Santa Fe de Antioquia, pero en lo eclesiástico la jurisdicción del Obispo de Quito se extendía hasta el Mayo, como se ve por la siguiente explicación: El 1° de septiembre de 1546 el Papa Paulo III erigió el Obispado de Popayán con el territorio de los actuales departamentos de Nariño, Cauca, Valle, Caldas, Antioquia y parte del Huila. El primer Obispo de esta extensísima Diócesis fue el ilustrísimo señor Fray Juan del Valle, quien por la enorme distancia, la dificultad de los caminos y la escasez pecuniaria de la Diócesis de Quito encomendó temporalmente al Obispo de esta última Diócesis todo el territorio que queda al sur del Mayo. Esta agregación permaneció así hasta el 22 de septiembre de 1835 en que Gregorio XVI restituyó al Obispado de Popayán las Provincias de Pasto, Túquerres, Barbacoas e Iscuandé. Al mismo tiempo el Cantón de Almaguer, de la Gobernación de Popayán, se extendía desde el Guachicono hasta el Chimayoy, abarcando el mismo territorio que le había señalado la Audiencia de Quito al señor Martín de Ayala, dentro del cual se levanta La Cruz. Por esta razón se suscitó acalorada disputa sobre los límites de los Obispados. El Presbítero Domingo Belisario Gómez, comisionado del Obispo de Popayán, actúa las diligencias correspondientes con que descubrió los límites de cada Diócesis, aprobándose todo lo que practicó en este asunto. Desde entonces quedaron definidos los límites de la Diócesis de Popayán, por el sur, desde las cimas del Doña Juana a la montaña del Puruguay, siguiendo la cuchilla de Las Llanadas a tomar el cerro de Chimayoy, donde nace un riachuelo que le entra más abajo a la quebrada de Cimarronas; ésta abajo hasta su desembocadura en el río Mayo y por el curso de este río hasta su desembocadura en el río Patía. En 1910, por habérsele desmembrado la Diócesis de Cali a la Arquidiócesis de Popayán, en compensación se le agregó parte de la de Pasto, desde la desembocadura en el Patía, del río Juanambú; éste arriba hasta donde le entra el río Quiña; por el curso de éste hasta donde le entra la quebrada Aguanga; siguiendo el curso de ésta hasta su nacimiento en el cerro Chimayoy; de aquí cuchilla arriba a la montaña del Puruguay; y por ésta rectamente a la cima del Doña Juana. Por virtud de este nuevo límite pasaron a la Arquidiócesis de Popayán las parroquias de La Unión, Taminango, San Lorenzo y Berruecos. La comisión del Padre Domingo Belisario Gómez fue tan bien desempeñada que en adelante, en esa parte, no volvió a suscitarse discusión entre las Diócesis limítrofes. En 1803 encontramos de cura al Presbítero don Salvador Alvear, hijo de don Esteban Alvear, nieto por ende del Capitán Raimundo Alvear, oriundo de Almaguer, quien había construído la iglesia. El 14 de septiembre de 1806 se colocó permanentemente el Santísimo Sacramento en la iglesia parroquial con la renta que le fijaron de cien pesos don Raimundo Alvear y de doscientos el mercadereño. La iglesia a que nos referimos, que era muy baja,

se extendía desde la puerta hasta el punto donde hoy principia el crucero. En 1852 el Padre Juan Lorenzo Palacios levantó las paredes un poco más. En 1891 el Presbítero Vicente Sánchez, de grata memoria en estos pueblos, construyó la capilla y la ensanchó para la parte de atrás dándole la forma de una cruz. De la parroquia de La Cruz se segregó en 1891 la parroquia de San Pablo que principió el templo que actualmente posee, en 1893 bajo la dirección del Presbítero Rafael Solarte I., y lo terminó en 1912 el Presbítero don Aquilino Zambrano, consagrándolo el ilustre prelado don Manuel Antonio Arboleda. Los cimientos del templo habían sido puestos en 1889 por el Presbítero don Vicente Sánchez. La acción, pues, moralizadora y social del Presbítero Domingo Belisario Gómez se ha extendido desde entonces hasta nuestros días, produciendo los más bellos resultados y haciendo imperecedera su memoria en las feligresías a las que con sus acertados arreglos dio origen. VIII. Hemos visto ya al fundador afortunado y diestro en desempeñar las comisiones a él encomendadas; es necesario estudiar ahora al prócer. El tema de este benemérito varón no fue otro que estas dos palabras: Dios y Patria; de allí provenía esa decisión en emprender todo lo que era para la gloria de Dios y bien de las almas, sin esquivar sacrificios y fatigas hasta llevarlo a cabo. Quien así cumplía sus deberes para con Dios no podía menos de estar listo a los reclamos de la Patria. Apenas en 1810 estalló el movimiento revolucionario, se estremeció su sangre de patriota, y cuando vio que sus compañeros de antaño acaudillaban la idea, se intensificó su anhelo de seguirlos en la empresa. Pero inmediatamente surgió la duda de si aquello no sería una rebelión contra la legítima autoridad del Rey, y como buen filósofo resolvió morigerar los ímpetus para analizar los hechos. Escribió a los gobiernos de América y Europa para ilustrar su criterio y, cuando estuvo seguro de que España no podía dominar tan vasto imperio y que era necesario que sus colonias se separaran para formar distintas nacionalidades, a la manera en que los hijos se separan de los padres para formar otros hogares, sin que esto implique rebelión, pues es un fuero impuesto por el mismo Dios, entonces abrazó con ánimo resuelto y varonil la causa de la libertad, dispuesto a poner la persona y su fortuna al servicio de la idea. Desde entonces empezaron a brotar de sus labios, como de un apóstol de la libertad, en la arenga, en la carta, en la conversación, los principios del convencido y prendieron con fuerza crepitante en la ciudad de su nacimiento, en la de su fundación, de modo que estas llegaron a ser desde los comienzos el asiento de las operaciones en el sur del Cauca, el alivio de los ejércitos patriotas cuando éstos eran rechazados desde los abruptos peñascales del Juanambú y del Guáitara. Pero no sólo en estas dos ciudades sino en todos los pueblos del Cantón de Almaguer, que constituyen hoy lo que se llama sur del Cauca y norte de Nariño, hubo varones en quienes se encarnaron con vigor las ideas del Padre Belisario: en San Pablo, el Capitán Miguel Suárez Bolaños; en La Cruz, el prócer Juan Francisco Muñoz. Cada uno de estos era en su pueblo un eco del Padre Belisario, y de allí que todo el Cantón de la ilustre Almaguer estaba empapado en las ideas de libertad. Dijérase que así como los peñascos del Juanambú no dejaban pasar a las tropas de la libertad, así tampoco dejaban desbordar para el lado de acá el realismo en que estaba encastillado Pasto: el Padre Belisario era dique de sostén. Esto se confirma en el testimonio del Cabildo de Pasto del 16 de septiembre de 1811 en que dice: “Para que en su inteligencia, exponga cada uno de los concurrentes su sentir, libre y francamente, sobre si deba continuarse una libre y vigorosa resistencia por parte de esta ciudad, a pesar de hallarse ya enteramente falta de recursos y arbitrios y de saberse que mucha parte de nuestras tropas se hallaban acobardadas y aún que se han pasado a nuestros enemigos, que por lo mismo debe considerarse cada día más débil nuestro ejército, lo 17


que se confirma con la desconfianza que indica el señor Teniente de las gentes del pueblo de La Cruz adelante”. Más tarde el Padre Belisario unido con Bolívar, el uno con la diplomacia y el otro con la espada, harían ondular en las calles de la ciudad realista las banderas de la libertad. Por eso el Virrey Sámano, viendo que el Cantón de Almaguer se incendiaba en las ideas de libertad, contrastando con el realismo de los patianos, puso precio a la cabeza del Padre Belisario para matar las convicciones que él había sembrado. Perseguido por el guerrillero de los patianos Juan José Caycedo y por algunos sacerdotes del Cantón que todavía se aferraban al partido del Rey, como el Presbítero José María Morcillo, cura de Mercaderes, fusilado más tarde en El Tambo en 1812, y el bugueño Fray Andrés Sarmiento, dominicano, quien ofreció en pública subasta quinientos pesos por la cabeza del patriota, para esquivar morir a manos de un avaro, huyó de incógnito por el Valle de las Papas, sin trepidar ante el asesino páramo del Letrero, a la ciudad de Timaná. Así también otro español ofreció en oro lo que pesara la cabeza de Camilo Torres. ¡Feliz coincidencia de dos cabezas apreciadas en oro para matar la libertad! Los bienes del fugitivo fueron secuestrados. Pasada la primera tormenta regresó a Almaguer, en donde volvió a plantar la cátedra de libertad. Sabedor de ésto, en 1813 el Brigadier Sámano lo desterró a Filipinas escoltándolo con doscientos hombres hasta Quito, donde permaneció once meses, al cabo de los cuales lo puso en libertad don Toribio Montes, según oficio que éste dirigió a Nariño en 1814, en donde dice: “Yo di la libertad sin canje a los oficiales caleños, lo he dado igualmente a los sujetos que usted reclama como desterrados por el Brigadier Sámano”. A principios de 1814 regresó el Padre Belisario Gómez a su parroquia de El Trapiche, en la Vicaría de Almaguer, precisamente cuando venían sobre Pasto el General Nariño y el Coronel José María Cabal. Entonces trabó estrecha amistad con esos apóstoles de la República y rejuveneció su espíritu con un baño de libertad. En mayo de 1814, después de haberse cubierto de gloria en las montañas de Tacines, pero destrozado en los ejidos de Pasto, cayó prisionero Nariño, y el ejército libertador, desbandado y maltrecho, fue perseguido a lo largo del camino por los realistas. El comandante Joaquín Paz, adelantándose, le tendió sus redes en la montaña de Bateros, límite hoy entre Cauca y Nariño, para exterminarlo, pero noticiado de ésto el Padre Belisario Gómez, desde El Trapiche dio oportuno aviso al Coronel Cabal, quien desvió su derrotero burlando la emboscada. En los años siguientes el Presbítero Gómez, al par que derramaba el bien espiritual en su parroquia, hubo de contemplar con tristeza el eclipse de las armas republicanas en la Cuchilla de El Tambo y escuchar el estruendo que produjera al caer la cabeza de Camilo Torres, dedicándose a mantener en el sur del Cauca el fuego sagrado de la libertad, semivelado por los reveses de fortuna, hasta que en 1819 las dianas de Boyacá vinieron nuevamente a enardecer su alma. Bolívar vuela a Bogotá, organiza el gobierno y tiende su mirada hacia el sur. Envía como su precursor de redención a Sucre, el esforzado Capitán, que debía consagrarse a la inmortalidad en la cumbre de un monte para venir a caer en el año 30 al pie de otro monte fatídico, cerca de la floreciente Unión. Entonces el Padre Belisario trabó amistad con este héroe de la libertad y columbró el momento de ver recompensadas con creces sus fatigas. A mediados de enero de 1822 llega Bolívar a Cali. Su deseo era seguir por el puerto de Buenaventura a Guayaquil, para lo cual había solicitado de San Martín algunas embarcaciones. Pero el Dios de las batallas le torcía el paso y lo hacía, como a otro Macabeo, que saboreara en un campo memorable lo amargo que es estar a punto de perder todas las glorias y ver desvanecerse en el espacio el estandarte del ensueño. En estos acontecimientos debía tener parte señalada el Padre Belisario. Lanzada la tea de sus 18

proclamas, atraviesa el valle del Patía, pasa el puente del Mayo, tuerce a la derecha para ir a vadear el Juanambú, templando pieles, por el paso de Guambuyaco. El Padre Belisario iba siguiendo desde su atalaya de El Trapiche al cóndor de la libertad e interponiendo sus plegarias a Dios para el buen éxito de la empresa. La mira era dirigirse a Jenoy a unirse con Valdés, pero éste había sido ya vencido el 2 de febrero por los realistas y se encontraba más al occidente. Entonces tuerce a la derecha para tomar las faldas del Galeras. El General realista don Basilio Modesto García ocupó las alturas de Bomboná en las mismas faldas del Galeras, escalonando a sus tropas en dirección a Moechiza y Yacuanquer. Bolívar siguió por la falda hasta ponerse frente a frente al enemigo. Rayó el 7 de abril de 1822 y al anochecer Bolívar estaba destrozado, don Basilio desalojado de sus posiciones, y, por designios de la Providencia, todos los resultados consiguientes a una victoria iban a posarse en las banderas de Bolívar. Éste no creyó conveniente avanzar porque sería quedar cogido entre dos tropas realistas, las de Pasto y las de Quito. Entonces dejando a los heridos, entre ellos al bravo General venezolano Pedro León Torres, en Consacá, retrocede por Sandoná, El Tambo y va a establecer su cuartel general en El Peñol para esperar los refuerzos que se le habían prometido de Popayán. Pero como los refuerzos tardaban y no tenía cómo noticiarse de lo que ocurría en la región, retrocede más al norte. Repasa el Juanambú por Guambuyaco en los lados de Taminango, cruza nuevamente el Mayo, recibe en Mercaderes parte de los refuerzos, y el 11 de mayo se encamina a El Trapiche a esperar el resto de los auxilios. Está, pues, el Libertador en El Trapiche, centro de operaciones militares por su equidistancia entre Pasto y Popayán, refrigerio de tropas por las brisas refrescantes de la cordillera y la liberalidad de su párroco, espanto de realistas, quienes no han podido plantar sus semillas en ninguna parte del Cantón de Almaguer, caldeado por las ideas libertadoras del Padre Belisario. Allí trabó el Padre Belisario estrechas relaciones con el Libertador, quien le prodigó especiales deferencias. Recibidos los refuerzos que esperaba. Redactó el Libertador en El Trapiche su valiente intimación a don Basilio para rendir las armas. El Presbítero Domingo Belisario Gómez, el Coronel José Gabriel Pérez, el Teniente Coronel Vicente González y el prócer cruceño Juan Francisco Muñoz fueron los comisionados para portar los pliegos y estipular las capitulaciones. Acontecía ésto a tiempo que el ilustrísimo señor Francisco Jiménez de Enciso Cobos y Padilla, Obispo de Popayán, invadía la jurisdicción del Obispo de Quito presentándose en Pasto para alentar a los realistas a resistir a Bolívar, quien más tarde lo había de subyugar con su genio. El 23 de mayo había redactado Bolívar el célebre manifiesto y el 24 del mismo destrozaba Sucre a Aymerich en las faldas del Pichincha. Al mismo tiempo que el Padre Belisario depositaba en manos de don Basilio la intimación de Bolívar, recibía éste la noticia del desastre de las armas españolas en Ecuador, y ésto y la jornada de Bomboná que le había enseñado que a los pastusos se les podía despedazar pero no vencer, le obligaron el 28 de mayo a aceptar las capitulaciones. Mientras tanto Bolívar pasa el Mayo y el 5 de junio de 1822 le entregan en Berruecos el Padre Belisario y los demás comisionados la nota de aceptación, y se estipulan en La Cañada las capitulaciones. Sin esperar la ratificación, con temeridad asaz peligrosa que afortunadamente no tuvo consecuencias deplorables, se adelanta Bolívar el 6 de junio con pocos oficiales a asegurar esa capitulación que en su concepto valía más que una victoria; el 7 fijó su cuartel general frente a la ciudad, y el 8,ratificadas las capitulaciones, rechinaron ante él las puertas de la ciudad temible, esa Numancia opuesta de nuestra guerra magna, y el pueblo magnetizado por la presencia del héroe lo recibe con cariño y, si cabe, hasta con entusiasmo. En este hachazo asestado contra las puertas seculares, uno de los acontecimientos más célebres de nuestra historia, al evocar a Bo-


lívar no se puede prescindir del Cura de El Trapiche, del hijo de Almaguer, el Padre Belisario Gómez. Pacificado el nuevo mundo, el supremo gobierno de la República solicitó en 1825 de las municipalidades el informe de los servicios de los ciudadanos a la causa de la libertad, y la de Almaguer contestó lo siguiente: “En concepto de esta municipalidad, el Presbítero Domingo Belisario Gómez es uno de los eclesiásticos que debe entrar en el primer orden de los beneméritos de su clase, en el gobierno de la República de Colombia. Sería muy extenso poner por menor los méritos de este eclesiástico. Su decisión manifiesta al sistema de la libertad, desde el principio de la revolución política, está comprobado de un modo heróico con las persecuciones de que fue víctima. A pesar de todos estos padecimientos, ha sido ejemplar su constancia en la causa de nuestra independencia y demostrándose siempre con esos sentimientos, los ha comprobado con los que son propios de su generosidad. Desde el excelentísimo señor Libertador hasta el último comandante que ha pisado El Trapiche, han recibido de la liberal mano de su Cura cuantos auxilios ha podido suministrar ya en efectos, ganados y dinero, que unas veces ha sido en calidad de empréstito y otras de donativo voluntario, como en las demostraciones generosas con la tropa y con todo el público en la celebración del triunfo de nuestras armas. Últimamente la feligresía de El Trapiche debe a su párroco el entusiasmo que manifiesta por la libertad, pues lo ha grabado en sus corazones, con sus consejos, con sus amonestaciones y con su ejemplo. Por estas razones, el Gobierno nacional le decretó el goce de una pensión vitalicia que, a semejanza de Bolívar, nunca quiso aceptar. Después de este célebre acontecimiento regresó el Padre Gómez a su parroquia de El Trapiche a derramar el bien en sus feligreses y a seguir al héroe en su camino de la libertad, hasta cubrirse de gloria en Junín y Ayacucho”. IX. Pero no sólo patriota fue el Padre Belisario Gómez, sino también hombre de ciencia, como lo prueban los cargos que le encomendaron sus superiores y que ya dejamos apuntados. Los hombres de verdadero mérito rara vez tienen la conciencia de su saber, y en lugar de un coro de alabanzas van buscando la deliciosa penumbra del olvido. Tal acontece al presbítero Belisario Gómez. Por eso recibió con sorpresa en 1829 el pliego que lo acreditaba Rector del Seminario de Popayán. Era un verdadero honor para el Padre Belisario gobernar al plantel que con brillo habían dirigido los presbíteros Lorenzo Lucero, José Matías García de la Plaza, Juan Mariano Grijalba, Manuel María Arboleda y que últimamente le entregaba en sus manos el ilustre José María Grueso, para continuar después el áureo anillo con Fernando Racines, Manuel Antonio Bueno, Francisco de San Román y mil más. Al lado de estos maestros gobernó con lucimiento al histórico plantel el Presbítero Gómez hasta 1832, época en que resignó su cargo para volver con alegría a las humildes labores parroquiales. X. Una de las pruebas de grandeza de alma y excelsitud del talento es el fiel cumplimiento de los deberes que los cargos imponen. El Padre Belisario como párroco fue un verdadero modelo, pues según el testimonio del señor Jiménez de Enciso Cobos y Padilla “desempeñó con notorio desvelo y vigilancia las obligaciones de Cura, administrando los Santos Sacramentos principalmente en tiempo de Cuaresma, enseñando la doctrina cristiana, predicando en los domingos el Santo Evangelio, y en las cuaresmas, dos veces en la semana, enseñando siempre la más sana moral para el arreglo de las costumbres sin que haya ejemplar de queja a los superiores contra la conducta”. Como Juez eclesiástico, Vicario foráneo, Examinador sinodal, Canónigo doctoral y Vicario General del Obispado, siempre estuvo a la altura de su deber por su virtud e ilustración. Como Rector se distinguió por su prudencia y su celo, bastando para abono de sus labores consignar que la época de su rectorado fue una de las más brillantes del Seminario.

XI. Pero el Padre Belisario no sólo se distinguió como eclesiástico cumplido y exacto en todos sus deberes, sino como varón diestro en varias ramas del saber humano. Sus conocimientos en Derecho no eran de los que se llaman comunes como lo prueba la multitud de pedimentos, acciones, peritazgos y repartimientos para los que fue solicitado a fuero de sabio y justiciero. Ninguno de los interventores quedó agraviado, antes satisfechos y contentos porque sabían que las decisiones de este varón estaban informadas en la justicia y el saber. De la medicina se sirvió para hacer bien al desvalido que se muere en el tugurio, lejos de los centros poblados, sin los cuidados de un médico, y que llama al sacerdote para que salve su alma y, si posible es, mejore su cuerpo. Exhibió sus habilidades que hoy llamaríamos de ingeniero abriendo con sus feligreses el camino que conducía desde El Trapiche a San Juan, tallado en su mayor parte sobre roca viva con una habilidad que denuncia una constancia y un valor romanos. De su competencia en las ciencias eclesiásticas dicen muy alto los honrosos cargos con que lo distinguieron sus superiores. Como moralista y consejero era intachable, festivo y ameno. Prueba de ello es la carta que desde su parroquia de El Trapiche le dirigió en 1823 a don Lorenzo Muñoz de Ayala a raíz de su matrimonio con doña Custodia Quijano: “Parroquia de El Trapiche, agosto 18, 1823 / Sr. Dn. Lorenzo Muñoz – Almaguer. / Mi muy amado pariente y amigo de toda mi estimación: / Cuando considero a usted disfrutando las dulces delicias del estado matrimonial que ha recibido; impelido del amor que siempre le he profesado, me veo obligado a dar a usted un millón de parabienes por su santa resolución. El matrimonio que Jesucristo elevó a Sacramento nos manifestó entonces la grande figura de su unión con la Iglesia. Debe usted reflexionar que el matrimonio es el quicio sobre el que se mueve toda la economía de la sociedad cristiana, se deja ver su santidad y se admira bastantemente la sabiduría de Aquel que le ha marcado con el sello de la religión. La Iglesia ha multiplicado sus cuidados para con un acto de vita tan grande. Las palabras de la bendición nupcial (palabras que el mismo Dios pronunció en el primer matrimonio en el mundo) llenando al marido de un gran respeto, le dicen que va a desempeñar el acto más importante de la vida; que como Adán, va a ser la cabeza de una familia; y finalmente que se carga de todo el peso de la condición humana. La mujer por su parte queda igualmente instruída. La imagen de los placeres desaparece a sus ojos, a visa de sus obligaciones, sin que haya más libertad hasta el sepulcro. Usted que tan maduramente pensó por largo tiempo toda la serie de obligaciones que encierra el matrimonio, me evita explanar mis reflexiones. Su buena conducta, la de su esposa, y demás circunstancias que han concurrido me aseguran que su matrimonio será el más feliz entre todos los mortales. Así sea, amigo mío, la paz, la alegría, el placer, la unión, y una larga descendencia serán fruto de su estado; y para que así se consiga he pedido al Señor derrame copiosas bendiciones sobre usted y su esposa a quien saludo y me ofrezco con toda voluntad. / Su afectísimo pariente, amigo y capellán, / Q. S. M. B. / DOMINGO BELISARIO GÓMEZ”. Con tan sabias reflexiones, como las que preceden, acostumbraba a dirigirse a sus amigos, y por eso todos acudían a él, en sus negocios arduos y difíciles, en busca de consejo, porque sabían que éste es un hermoso campo de acción del sacerdote. XII. No sólo para estas delicadezas del espíritu estaba lista el alma munífica del Padre Belisario Gómez, como una ánfora colmada de sabiduría, para vaciarse en el corazón de los que solicitaban sus consejos, sino que las arcas de los tesoros que en aquellos tiempos podía allegar estaban abiertas para todas las miserias y para todos los que carecían de pan y de abrigo en este mundo. Las doradas morrocotas pasaban de sus manos a las de sus amigos que las solicitaban, o convertidas en abrigos y vestidos iban a cubrir la 19


desnudez del mendigo, a calmar los azares de la viuda o las miserias del anciano. Lo que restaba de su mesa frugal y su decoroso vestir servía para adornar las iglesias y dotarlas de los vasos y ornamentos necesarios para el culto. Era un verdadero padre de los desvalidos y por eso cuando el 24 de febrero de 1851 se extendió por la ciudad la noticia de su muerte, todos lamentaban a coro la desaparición de tan insigne prócer y benefactor. Habitaba el Padre Belisario una casa de balcón situada en el costado sur de la plaza de Bolívar, y al subir la grada fue atacado súbitamente de un síncope que lo llevó al sepulcro. Frisaba los 88 años, y no podía ser menos, pues en 1849, cuando la dedicación del templo, se hizo llevar en silla de manos a la puerta de la iglesia a presenciar la ceremonia. Qué impresión no debía despertar en la multitud este anciano venerable, de cabellos blancos, que en brazos cariñosos atravesaba las calles de la ciudad que él mismo había fundado para ir a dar el último adiós al templo que edificara él mismo. Este cuadro nos recuerda a San Juan, el águila de Patmos, haciéndose llevar por sus discípulos al templo en silla gestatoria para darles sus últimos consejos: “Hijitos míos, amaos los unos a los otros”. Era el Padre Belisario de estatura procera, aire arrogante, ojos vivos y penetradores, frente dilatada, denunciadora del talento, rostro enjuto y barba huesosa, que revelaban la energía de su carácter, macizo en el razonamiento, ameno en la correspondencia, festivo en la conversación, comedido en el lenguaje, chancero en el trato, familiar y pulcro en el vestir, cualidades que, haciéndolas descollar entre sus compañeros, le captaron la estimación y el aprecio de todos los que tuvieron la fortuna de tratarle. En este vaso de hermosas cualidades se albergaba una alma grande, luminosa y austera, atemperada siempre al Evangelio y al cumplimiento del deber, por manera que sus características fueron virtud y talento, radicando en estas bases la estimación de que gozaba. Por eso la municipalidad de Almaguer en el informe que rindió al Supremo Gobierno en 1825: “Nada encarece esta municipalidad con decir que el Cura del Trapiche arrastraba tras sí el aprecio de todos y cada uno de los vecinos del Cantón; pero tampoco se excede si afirma que esta estimación general es debida a sus méritos y conducta pública”. XIII. He aquí, trazada a grandes rasgos, la vida de este prestantísimo varón, gloria purísima del sacerdocio de Jesucristo, insigne prócer de nuestra guerra magna, invicto paladín del sur del Cauca, fundador de Bolívar y una de las gemas preciosas de la galería de celebridades con que cuenta la ciudad de Almaguer. Una vida tan llena de merecimientos y virtudes y de tantos servicios a la Patria es digna de eternizarla en el mármol y en el bronce. Sin embargo, la memoria del Padre Belisario Gómez ha estado relegada al olvido, y apenas un retrato en el salón de la municipalidad de Bolívar, el nombre de una plaza de esa ciudad y una fecha en los austeros muros del Seminario Conciliar de Popayán recuerdan la existencia del grande hombre. La diputación caldense compuesta de los distinguidos caballeros Néstor R. Bolaños, Lisímaco C. Muñoz y Víctor Quintero R., obtuvo en 1928 de la Asamblea del Cauca, con motivo de cumplirse en 1929 la primera centuria del nombramiento del Padre Belisario Gómez para el Rectorado del Seminario Conciliar de Popayán, una Ordenanza por medio de la cual se decretan dos retratos al óleo, uno para el Salón de Actos del Seminario y otro para el de la municipalidad de Almaguer, y dos bustos de mármol: uno para ser colocado en la ciudad de Bolívar y otro en la de Almaguer. Este es el primer homenaje solemne que hace el Departamento a la memoria de tan ilustre prócer, y el primer abono a la inmensa deuda de gratitud contraída para con él. Que la memoria de los héroes que guerrearon en los campos de batalla se rescate con bronce, pero está bien que la del prócer que combatió con el estoque de la diplomacia, con la generosidad para con las tropas y que se distinguió por su talento y su virtud, se rescate con mármol, 20

más propio para simbolizar el corazón sacerdotal. Quiera el cielo que esta noble idea de la Asamblea se traduzca a la realidad para que en el recuerdo vivo de los varones nobles, las generaciones presentes y venturas abrevemos el alma, no viviendo únicamente para los placeres de la vida y para las conveniencias del mercado, como desgraciadamente acontece en los frívolos tiempos que alcanzamos, sino para los nobles ideales del espíritu y para bien de los demás, ya que la verdadera felicidad del hombre consiste en trabajar para la dicha ajena, conquistando la palma de la vida futura. ¡Loor a ese nido de águilas de Almaguer donde nacieron las espadas de Juan Bautista Guzmán, Justo Antonio Zúñiga, la ciencia de Manuel María Paz y la virtud excelsa del Padre Domingo Belisario Gómez!!!

“Los pueblos que olvidan su cultura y la historia de sus antepasados pierden la conciencia de su memoria y de sus destinos”.


• “Un bosque de limoneros en Guachicono”

• “Iglesia de Mercaderes”

• Página siguiente: “Puente sobre el río Mayo - Dado al servicio desde 1671. Altura sobre nivel del mar m. 1171”, Dibujos de Dessin de Riou sobre croquis del científico naturalista Eduard André, autor de la obra “Vogage a la Nouvelle- Grenade 1875-1876 – De Popayán a Pasto”.

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• Miguel Santos Quintero y Elena beben evocando la historia protagonizada por las gentes de su terruño. Autor Augusto Rivera Garcés, en técnica mixta sobre cartón, 1980.

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• “Concierto caucano a Peter de Hood. Óleo de Álvaro Garzón’’ • “Por los caminos del sur del Cauca. Óleo de Célimo Ortega”

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• El Carmen.

• El Morro.

• San Juan.

• Los Milagros.

• Sucre.

• Lerma.

• San Lorenzo.

• Guachicono.

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• “Ornamentos y joyas parroquiales donadas por Belisario Gómez”.

• “Conducción del correo en Colombia”, acuarela firamada por “J. Brown delin. J.M Castillo pinx” 1.826-1834. FUENTE: publicación del Fondo Cultural Cafetero, 1989.

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Bolaños, José Antonio: Biografía del Padre Domingo Belisario Gómez, Boletín de Estudios Históricos, Directores Leopoldo López Alvarez Sergio Elías Ortiz, Volumen IV Números 43 y 44, 1931.

Sociedad de Bibliófilos españoles: Nobiliario de conquistadores de indias, Madrid, 1792.

Castellanos, Juan de: Elegías de Varones Ilustres de Indias, Italgráfica, Caracas, 1962.

Sañudo, José Rafael: Apuntes sobre la historia de Pasto, IV parte, La Independencia (1808-1832), Revista Ilustración Nariñense.

Codazzi, Agustín y Paz Manuel María: Atlas Geográfico e Histórico de Colombia, A. Labure, París, 1889.

Tascón, Julio Enrique: Biografía del General José María Cabal, Imprenta la Luz, Bogotá, 1909.

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•“Bolívar y Santander saliendo del Congreso, en Bogotá”, óleo de Ricardo Acebedo Bernal, de la colección de la Quinta de Bolívar, Bogotá. Quienes, en el lapso de 1817 a 1824, en acción mancomunada lograron en las llanuras de la orinoquía y en las cordilleras andinas reconstruir al Ejército Patriota, derrotar al Ejército Realista y constituir las actuales Repúblicas de Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá, Perú y Bolivia.

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• “Busto de Napoleón Bonaparte, en mármol por Canova. De cómo llegó a Popayán lo ilustra el siguiente documento: “Señor Cecilio Cárdenas: Mi muy querido amigo. El busto de Napoleón de mármol, que poseo, obra del célebre Canova es el mismo que tenía en su museo el Eminentísimo Cardenal José Fosh ( Tío materno de Napoleón), quien me lo regaló en Roma en Junio de 1832. / Al donarlo a usted quiero que sepa porque me obsequio el Cardenal esa prenda apreciable……Su amigo verdadero satisfecho de haber adquirido en usted un buen hijo/ firma Joaquín Mosquera Arboleda/ Popayán 27 de Febrero de 1863.” Tan espléndido obsequio es la única escultura sobre el Emperador Bonaparte del más famoso escultor europeo de tal Época. En el Siglo XX la obra fue llevada de Popayán a Bogotá por los herederos de Cecilio Cárdenas.

• “Busto de Simón Bolívar, en mármol por Pietro Tenerani, el más famoso alumno de Canova’’. La realizó en 1932 en Roma por encargo de Tomás Cipriano de Mosquera y Arboleda, en conjunto con otro del mismo Mosquera. Alfredo Bulton, experto y coleccionista de la iconografía de Simón Bolívar dictaminó “Es la mejor obra póstuma que jamás se haya hecho de Bolívar”; este busto también fue llevado de Popayán a Bogotá, está en el Palacio Presidencial Casa de Nariño.

• Pietro Canóniga, el más famoso alumno de Tenerani, es el autor de la estatua ecuestre en bronce de Simón Bolívar erigida en Roma. De la cual, por gestión de Guillermo León Valencia, Colombia adquirió el ejemplar erigido en Popayán en 1953, dónde se la honra como patrimonio republicano y cuya fotografía de Diego Tobar ilustra la siguiente página.

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