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La Evolución del Maquillaje Permanente: Historia, Retos y Avances
En 1985, cuando inicié mi carrera en el mundo del tatuaje y, posteriormente, en el maquillaje permanente, me encontré en un terreno completamente inexplorado. Lo que hoy se considera una técnica popular y aceptada, en ese entonces era visto con desconfianza y estigma, Sin embargo, mi enfoque siempre fue transformar esta percepción, haciéndolo con un compromiso absoluto hacia la seguridad, la estética y el bienestar de mis clientas.
Los retos de una pionera en un mundo estigmatizado
En aquella época, las técnicas de tatuaje y maquillaje permanente eran rudimentarias. Había que enfrentarse a múltiples desafíos: desde las limitaciones de los pigmentos hasta el dolor que se generaba durante el procedimiento. Pero no fue solo una cuestión técnica; también había una fuerte barrera social que debía superar.
Lo más difícil era ver el dolor reflejado en el rostro de mis clientas. Aunque el resultado estético final valía la pena, para mí era inaceptable que el procedimiento causara sufrimiento. Esta inquietud me llevó a buscar la ayuda de médicos especializados para mitigar el dolor de manera eficiente, sin comprometer la salud de las personas. El papel crucial de los médicos en mi evolución
Desde mis inicios, tuve la suerte de contar con el apoyo de médicos que compartieron conmigo sus conocimientos sobre la fisiología del cuerpo humano y el manejo del dolor. Esto me permitió no solo aplicar soluciones inmediatas, como la administración de anestesia tópica o local, sino también desarrollar un criterio clínico que me ayudó a identificar cómo cada piel reaccionaba de manera diferente.
Lo que para muchos era un tratamiento estético, para mí se convirtió en un campo de estudio continuo. Me vi analizando cada procedimiento como lo haría un cirujano en el quirófano. Mi objetivo era garantizar que, aunque el maquillaje permanente mejorara la apariencia física, no afectara la salud de la clienta ni en el corto ni en el largo plazo.

En aquellos años, las técnicas de anestesia eran limitadas y, en muchas ocasiones, recurríamos a pinchazos para adormecer la zona. Aunque era efectivo para reducir el dolor, siempre existía el riesgo de traumatismos y moretones que a veces tardaban días en desaparecer. Esto me impulsó a trabajar junto con mis colegas médicos para encontrar nuevas formas de evitar estos inconvenientes y mejorar la experiencia de las clientas.
El arte de la bioseguridad en el estudio de maquillaje permanente:
Otra de las lecciones más valiosas que aprendí trabajando mano a mano con los médicos fue la importancia de la bioseguridad. En una época en la que los protocolos de sanidad en estudios de tatuaje eran casi inexistentes, me volví extremadamente rigurosa en la esterilización de todos los materiales y herramientas. Me obsesioné con cada detalle, desde las agujas hasta las superficies de trabajo.
Los médicos con los que trabajé en aquellos años me contaban historias de quirófanos y de cómo pequeñas bacterias podían tener consecuencias graves. Eso fue suficiente para que yo tomara medidas preventivas exhaustivas. Mi estudio no solo cumplía con los estándares básicos de higiene, sino que sobrepasaba las normativas. Adopté un enfoque en el que cada clienta tenía su propio material exclusivo y desechable, algo que en aquel entonces no era la norma. Cada aguja, pigmento y superficie era esterilizado con la misma meticulosidad que se emplea en los procedimientos médicos. Esta atención al detalle y a la seguridad fue clave para mi éxito, y me permitió ofrecer un servicio de calidad sin comprometer la salud.
La evolución de las técnicas y la seguridad;
Hoy en día, la industria del maquillaje permanente ha evolucionado de manera impresionante. Los avances tecnológicos han permitido que los procedimientos sean prácticamente indoloros, eliminando la necesidad de anestesias invasivas como las que solíamos usar. Ya no es necesario realizar pinchazos ni preocuparse por los traumas cutáneos posteriores al tratamiento.
El equipamiento, las agujas y los pigmentos han mejorado drásticamente. Las técnicas modernas permiten una precisión y suavidad que no podríamos haber imaginado en los años 80 y 90. Ahora, las clientas pueden disfrutar de un maquillaje permanente prácticamente indetectable, con un dolor mínimo y sin los riesgos que antes eran tan
Lecciones aprendidas en el camino:
Aunque el maquillaje permanente se ha vuelto una tendencia popular, mi enfoque sigue siendo el mismo: un equilibrio entre arte, ciencia y seguridad. La colaboración con médicos me enseñó que la estética no puede ir en contra del bienestar. A lo largo de más de tres décadas, he aprendido que la técnica por sí sola no es suficiente. La verdadera clave del éxito está en el sentido común y en la constante mejora de los protocolos de higiene y seguridad.
Hoy, miro hacia atrás con gratitud por aquellos retos que me llevaron a ser más rigurosa y a ofrecer un servicio en el que la salud de mis clientas siempre ha sido lo primero. Y mientras el maquillaje permanente continúa evolucionando, yo sigo comprometida con mantener los más altos estándares de seguridad y calidad, asegurando que cada persona que se pone en mis manos se sienta segura, bella y, sobre todo, saludable.
Mi nuevo proyecto: Mentoría en Maquillaje Permanente DIFUMINADO
Después de más de 38 años de experiencia perfeccionando técnicas y cuidando cada detalle del maquillaje permanente, hoy mi misión es compartir este conocimiento con una nueva generación de artistas. Mi nuevo proyecto de Mentoría en Maquillaje Permanente DIFUMINADO está diseñado para formar a profesionales que deseen dominar esta técnica exclusiva, llevándolos de la mano en un viaje que combina arte, ciencia y seguridad.
La técnica de maquillaje permanente DIFUMINADO que he desarrollado a lo largo de los años es única en su capacidad para crear cejas, labios y delineados de aspecto natural y armonioso. Lo que distingue a esta técnica es su capacidad para lograr un resultado suave, donde los pigmentos se fusionan perfectamente con las características naturales del rostro. Mi mentoría ofrece un enfoque totalmente personalizado, enseñando a cada alumno no solo a manejar las herramientas, sino también a comprender la piel, los pigmentos y los detalles que marcan la diferencia entre un buen trabajo y una obra maestra.
Estoy comprometida en formar expertos que, como yo, estén dedicados a hacer del maquillaje permanente una profesión segura y respetada, poniendo siempre la salud y la satisfacción del cliente en primer lugar.

