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Dejo estas líneas –con el atrevimiento de editar y agregar a lo escrito por el maestro– para los archivos del SITRAINJUPEMP, porque nunca se interesaron –antes de hoy, al menos, y yo aquí soñando que esto les sirva de iniciativa– en comprar literatura sobre la vida sindical, sino que en este último lustro se han dedicado algunos de ellos a darse la gran vida al tenor del fuero sindical. Estos reescriben la historia sindical, a su manera, con todo pagado.
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Las primeras federaciones obreras: del libro “Evolución Histórica de Honduras”, por Longino Becerra
En 1921 fue organizada, por varios grupos artesanales la Federación Obrera Hondureña (FOH), la cual entre otros objetivos se proponía (a) fundar sociedades cooperativas en sus tres fases –producción, consumo y crédito– empezando su labor por la de gestionar la reforma al Código de Comercio vigente; (b) gestionar la reglamentación de las relaciones entre el obrero y el capitalista, procurando el arreglo equitativo de las huelgas y un reglamento de accidentes de trabajo; (c) organizar escuelas de obreros, gestionando con el Ejecutivo el envío al extranjero de los mejor preparados; (e) trabajar para que las empresas proporcionen viviendas baratas e higiénicas a los trabajadores. Lo que sigue –letras (e) y (f) – se refiere a lucha por la instalación de centros para atender la salud y la educación de los trabajadores. Otro de esos objetivos –letra (g) – señala que la federación participará con candidatos propios en los comicios electorales para lograr sus objetivos, entre ellos romper los vínculos de la federación con ‘el caudillismo histórico’ al propio tiempo que declaraba su apoyo a la unidad de Centroamérica. Pero ya pasó un siglo y nada de alcanzar el poder político. En 1925 se produjo una huelga en el ingenio azucarero de La Lima, propiedad de la Cuyamel Fruit Company, de Samuel Zemurray. El general Francisco Martínez, representante del gobierno en el conflicto, sintetizo así las exigencias de los obreros: (1) suprimir las ‘órdenes’ (cupones) como medio de pago; el pago del salario semanal y en efectivo; jornada de ocho horas de trabajo; aumentos salariales hasta de dos dólares diarios; rebaja del 25% en los artículos vendidos en los comisariatos y, finalmente, la petición que los familiares de los trabajadores fueran atendidos en los centros médicos hospitalarios de la compañía, sin costo adicionar. La huelga se extendió hasta los campos bananeros de la misma empresa, por lo que se ordenó de parte del Gobierno su inmediata represión. Con ese apoyo, la bananera rechazó los aumentos salariales, así como la rebaja en los precios de los artículos vendidos por ella en los comisariatos (todo era traído libre de impuestos de importación, hasta la harina de trigo en contra del uso del maíz, promoviendo así ‘las baleadas’), y solo accedió a los puntos secundarios. En 1926 se organizó con la presencia de numerosas organizaciones sindicales, la Federación Sindical de Obreros del Norte, que significaba un salto cualitativo en el desarrollo del movimiento obrero hondureño pues sus propósitos, al contrario de la FOH que seguía siendo mutualista, eran luchar contra los patronos por los derechos de los afiliados. En noviembre de 1926 tuvo lugar en Tegucigalpa un congreso de unidad del movimiento obrero hondureño, con la presencia de numerosas organizaciones obreras y artesanales del país. Su objetivo era la unidad de los trabajadores organizados de Honduras y discutir una constitución obrera donde figuraran los principios y aspiraciones del proletariado hondureño frente al patrono y el Gobierno. Una de las figuras que más se destacó en las deliberaciones del congreso fue Socorro Montes de Oca, delegado por la “sociedad de artesanos de La Ceiba” también tuvo significativa partición