Roma: el sexo y la lujuria. Referente de El Jardín de las Delicias

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SEXO YLUJURIA EN ROMA Referentes Clásicos en el cuadro El Jardín de las Delicias

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La mujer aparece como la culpable de la locura y la inductora al pecado, en el cuadro de El Bosco. Es el origen de los males en el cuadro, lo que responde a la misoginia que padecía la sociedad de los tiempos en los que se pintó el cuadro (alrededor del 1500) y heredera sin duda de la Grecia y Roma Cásicas. Un gran número de figuras humanas desnudas aparecen en el cuadro El Jardín de las Delicias, y normalmente, ya sean hombres, mujeres, blancos o negros, aparecen en grupos o en parejas. No hay duda de que El Bosco representa al mundo entregado al pecado y muestra a hombres y mujeres manteniendo relaciones -algunas contra naturacon una fuerte carga erótica o sexual alusiva al tema dominante en esta obra, el pecado de la lujuria, aunque no sea el único. El tríptico abierto muestra en tres actos a la Humanidad en lujuria. La fugaz belleza de las flores y las frutas representan la fragilidad de la vida, lo efímero de la felicidad y el placer. En la escena de la izquierda, Eva introduce la lascivia en el Paraíso, el inicio del mal. En la tabla central, se desata la locura, el frenético aparejamiento, los placeres de la vida. Un jardín dominado por el sexo, el desenfreno de los hombres que se dejan llevar por la lujuria. En la esquina, el Bautista señala al culpable de la locura, la mujer, inductora al pecado y origen de los males. En la tabla derecha, el tercer acto es el castigo a los lujuriosos, el Infierno, confusión y desorden. Los alumnos de Cultura Clásica van a estudiar a partir del cuadro El Jardín de las Delicias, todo lo concerniente al amor, al sexo y a la lujuria en la Roma Clásica. No podemos perder de vista que el cuadro del holandés no es en sí el objeto de este proyecto. En realidad es el punto de partida para explicar, no lo olvidemos, los contenidos de nuestros curricula.

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ROMA Y EL AMOR La sociedad romana es una sociedad muy alejada de la nuestra cronológicamente y, aunque somos herederos de ella en muchos sentidos (político, social, cultural..., la distancia hace que muchas veces Roma se convierta en un espacio «ideal» donde situar prácticas y costumbres sexuales que se alejan de nuestra vida cotidiana. Además, en nuestro mundo occidental predomina la moral cristiana que se construyó, precisamente, por oposición a la Roma anterior, que pasó a denominarse «pagana», con connotaciones mayoritariamente peyorativas. Esto provocó también que se atribuyera a esa Roma pagana un comportamiento sexual radicalmente opuesto al cristiano y que, también, se abriera la puerta a la fantasía, al mito y a la posibilidad de situar en esa Roma pagana una visión abierta y libre de la sexualidad, cercana en algunos casos a la lujuria, que tampoco se corresponde exactamente con la realidad histórica de la época imperial. Pero antes del imperio el mundo romano fue, en la realidad y en la práctica, una sociedad especialmente permisiva, en lo relativo a las libertades y a los placeres sexuales. Esta permisividad al principio sólo se refería a los hombres, pero a finales de la República también el sexo femenino gozó de una completa libertad sexual.

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FIESTAS DE SEXO Y ALCOHOL... Entonces, ¿lo de las bacanales romanas, también es un mito? Eran unas fiestas en honor del dios Baco, que era el dios del vino, pero que tenían también un claro componente sexual y estaban relacionadas, mayoritariamente, con mujeres, las célebres bacantes. Esto suponía una evidente transgresión, puesto que el vino era una bebida que estaba tradicionalmente prohibida a las mujeres, y en las bacanales se bebía sin medida. Son fiestas que, en principio, imitaban el culto griego a Dionisos y, por lo tanto, se consideraban una aportación extranjera, exótica. Esto, ya de por sí, provocaba ciertas suspicacias entre las autoridades romanas; a ello se añadía el hecho de que tenían un componente mistérico, con ritos que eran desconocidos por la mayor parte de la población. Aunque esas prácticas, probablemente, no tenían nada de especial, más allá de celebrarse uniones sexuales, reales o ficticias, entre los iniciados, al estar rodeadas de una cierta oscuridad se prestaban a toda clase de fantasías y exageraciones por parte de la propia sociedad romana, que tendió a considerarlas como peligrosas, llegando a acusar a sus participantes de celebrar orgías, de cometer crímenes e, incluso, sacrificios humanos. De hecho, en el 186 a.C., con el famoso decreto De Bacchanalibus llegaron a prohibirse, aunque no consiguieron erradicar su culto, que era muy popular.

¿EL OBJETIVO ÚLTIMO DEL MATRIMONIO EN AQUELLA ÉPOCA NO ERA OTRO QUE EL DE PROCREAR? El fin del matrimonio era, efectivamente, la procreación, porque los hijos son necesarios para sostener y hacer funcionar la sociedad romana, que es la base de la Ciudad y del Estado. Los romanos son muy conscientes de que sin ciudadanos no existe sistema político que funcione y la institución del matrimonio es una más de las que sirven para garantizar el futuro de Roma. Por lo tanto, la procreación tiene una clara finalidad social y política.

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¿QUÉ PAPEL JUGABA LA PROMISCUIDAD DENTRO DEL PROPIO MATRIMONIO? Puede decirse que todo es una cuestión de perspectiva. La fidelidad en el matrimonio sólo era una obligación para las mujeres, que construyeron en torno a ese concepto la base de su propia honorabilidad y valor social. De este modo, el honor de una mujer, su reputación, estaba estrechamente ligado a su comportamiento sexual, ya que se creía que una mujer que había mantenido una relación adúltera había contaminado su sangre, contaminación que transmitiría a sus futuros hijos, que no serían, por lo tanto, niños de un linaje limpio.

¿Y LOS HOMBRES? En cuanto a la moral sexual de los hombres, ésta era menos rigurosa y estricta, ya que su vida sexual se desarrollaba también más allá del lecho conyugal. Prevalece, en todo caso, el concepto de un hombre dominante, que debe poder satisfacer su deseo sexual en todo momento. Ello justificaría que pudiera tener diversas compañías sexuales, más allá de su propia esposa, y que la sociedad romana no viera en ello nada reprochable. Existía en Roma una auténtica hambre de amor y de sexo, pero las consecuencias fueron muy distintas si se trataba del hombre o de la mujer. Para un romano existían dos tipos de mujeres: las que servían para casarse, a fin de tener hijos, y las que servían para gozar. Al primer grupo pertenecían las señoras, las ciudadanas romanas de pleno derecho. El segundo grupo estaba formado por las mujeres excluidas del matrimonio legal y que podían hacer con su cuerpo lo que les viniera en gana. Eran las esclavas, las libertas y las prostitutas. Los romanos tenían el concepto de que en toda relación sexual, fuera del tipo que fuera, era el hombre el que otorgaba un don al elemento pasivo receptor, 6


ya se tratara de la esposa, otra mujer o un esclavo. Si una señora buscaba placer fuera del matrimonio, su sangre podía quedar mancillada y sus hijos ya no eran de raza pura. Por el contrario, podía entregarse sin problemas a sus fantasías eróticas, cualesquiera que fueran, siempre que asumiese la parte activa ya que al ser él el otorgante del don, nadie podía manchar su sangre.

¿CÓMO ESTABAN VISTAS LAS RELACIONES SEXUALES ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO?

La homosexualidad masculina se consideraba socialmente aceptable siempre y cuando tuviera lugar entre un hombre libre y un esclavo o un liberto. Pero, a diferencia de la pederastia griega, las relaciones sexuales entre dos ciudadanos, dos hombres libres, no era aceptable, porque, en ese caso, uno de ellos debía ser penetrado, y el cuerpo del ciudadano romano es inviolable, incluso durante el sexo. El término ‘homosexualidad’ procede el latín ‘homo’ (hombre) y ‘sexus’ (sexo). Pero, ¿Lo consideraban una especie de sometimiento? En la sociedad romana se aceptaba la homosexualidad masculina, siempre y cuando el hombre adoptara el papel dominante. Para ellos el invertido, o el marica que decimos nosotros, era el pederasta pasivo, y el hombre que de forma exclusiva limitara sus relaciones a prácticas de tipo homosexual.

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Las relaciones sexuales con bellos muchachos se hicieron más y más frecuentes en todos los estamentos sociales a medida que se fueron imponiendo en Roma las costumbres griegas. En el ejército estas prácticas eran tan frecuentes que Nerva y Trajano tuvieron que prohibir que un oficial superior fuera sodomizado por un subalterno, pero no al contrario

¿Y EL SEXO ENTRE MUJERES? El rechazo era total, también por razones sociales, ya que se consideraba que, en una pareja lésbica, una de las dos mujeres debía consumar de alguna manera la penetración, es decir, debía asumir un papel de hombre que contravenía su propia naturaleza. Por eso, se consideraba una práctica monstruosa, pero no por el sexo en sí, sino por lo que suponía de transgresión del papel social de la mujer. El lesbianismo es el término que se refiere a la homosexualidad entre mujeres. El origen de su nombre se remonta a la isla de Lesbos, en la que vivió Safo, poetisa griega que sentía atracción sexual por las mujeres.

No estaba bien visto en la sociedad romana, sin duda alguna por la poca importancia que se le daba a la mujer como elemento sexual activo.

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A las fiestas de la Bona Dea, celebradas en diciembre, sólo podían asistir mujeres y en ellas parece ser que se realizaban prácticas de lesbianismo.

¿QUÉ HAY DE LA BISEXUALIDAD? Si el protagonista de ella era un hombre libre, un ciudadano, era aceptada. De hecho, las fuentes que conservamos consideran un hecho curioso el que al emperador Claudio le gusten exclusivamente las mujeres. Pero, para el resto de la sociedad, sobre todo para las mujeres a las que se atribuye un rol pasivo en el ámbito sexual, no se extiende la permisividad hacia la bisexualidad.

En resumen, que sobre el sexo en aquella Roma había que diferenciar entre lo permitido a los hombres o a las mujeres. Sí, por supuesto. Los hombres llevan siempre la iniciativa en materia sexual, se espera de ellos que sean activos. Las mujeres, en cambio, deben asumir un rol pasivo que, se supone, corresponde a su naturaleza. La única posibilidad para las mujeres de desarrollar su propia libertad sexual era convertirse en prostitutas, lo cual implicaba directamente la renuncia a su estatus social, ya que su vida, aunque libre, no se consideraba exactamente ejemplar. Sin embargo, curiosamente, lo más molesto de estas mujeres para la sociedad no era la búsqueda del placer individual, sino su asunción de un papel activo, eligiendo sus propios amantes y, por lo tanto, sometiendo a los hombres. La transgresión, por lo tanto, no es tanto sexual como social.

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¿LA PROSTITUCIÓN ERA LEGAL O SÓLO ASUMIDA SOCIALMENTE? Se consideraba indispensable para el buen funcionamiento de la sociedad romana, ya que cumplía una función de regulación social que permitía canalizar las pulsiones sexuales masculinas, impidiéndoles llevar a cabo relaciones sexuales ilícitas dentro del grupo de las castas e idealizadas matronas, el ideal femenino oficial de la sociedad romana, que representaba a la fiel esposa y la madre devota. Recurrir a ella no era nada deshonroso y, por ello, la prostitución es perfectamente visible en la sociedad romana. Existe un censo de prostitutas y pagan impuestos, pero su consideración social es muy baja, ya que se considera que viven vergonzosamente y que son mujeres deshonradas. La prostitución era una realidad indisociable de la vida romana a lo largo de la historia. Era entendida como un bien social y necesario. La sociedad romana consideraba la prostitución como un mal menor necesario, y por ello tolerable, pues era el sistema más eficaz de proteger la virtud de las mujeres y doncellas romanas. La prostituta no era sino un mero objeto que se podía comprar, alquilar o vender con toda libertad, y no había, por tanto, inmoralidad alguna en utilizar sus servicios, sobre todo si el cliente era joven.

La prostitución creció hasta límites insospechados, llegando a estar registradas más de 32.000 prostitutas. Una de las razones fue la profunda crisis que hubo

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de la unidad familiar y del poder del pater familias y la liberación de la mujer que incluso podía heredar.´ Lupa es el término latino que se utiliza para decir 'puta'. En realidad significa 'loba', haciendo mención a la loba que amamantó a Rómulo y Remo, que en realidad no fue sino una puta llamada Acca Laurentia.

Se puede decir que en Roma había tres clases de prostitutas profesionales, inscritas como tales en el censo profesional: las de los lupanares, las independentistas, y las entretenidas, que ejercían extraoficialmente y por su cuenta y riesgo la profesión. Se las podía identificar claramente por su atuendo. Pues vestían túnicas cortas y de color marrón o gris y sus cabellos, siempre rubios, los llevaban o cortos o recogidos en una trenza. Y así algunos tipos eran: Nocticulae: Sólo trabajaban durante la noche. Copae: trabajaban en las Cauponas, tiendas de comidas rápidas y para llevar. Sólo tenían una barra que daba al exterior. Fornicatrices: Trabajaban bajo los arcos de los puentes o edificios. El término 'fornicare' significa trabajar debajo de los arcos. A finales de abril, se celebraban unas fiestas, FLORALIA, en la que las prostitutas desfilaban contoneándose y expresando los servicios que hacían y cuál era su precio.

Y… ¿ERAN REALMENTE TAN LIBERALES? No, no lo eran. De hecho cualquier tipo de sexo que no era según’ natura, estaba mal visto por la sociedad romana. En efecto, había determinadas prácticas sexuales, como las felaciones y el sexo oral, que provocaban el rechazo social, sobre todo, porque se consideraba que el coito oral era 11


degradante para el hombre. Es el nivel social el que condiciona los hábitos sexuales y en la cultura política romana la boca es el instrumento de la palabra, la vía de comunicación del ciudadano en tanto que político. Por eso no debe «ensuciarse» con sexo oral. Además, el realizado a una mujer implicaba el máximo escándalo, ya que transgredía el ideal de masculinidad, al considerarse que el hombre se sometía al placer de la mujer y adoptaba un rol pasivo que no le era propio.

¿Y NO SE TRANSGREDÍA ESA NORMA NO ESCRITA? Bueno, entre las pinturas encontradas en la ciudad de Pompeya se han hallado representaciones de sexo oral y sabemos que, en algunos burdeles, las prostitutas tenían encima de su puerta una pintura que representaba su «especialidad», entre las que se encontrarían, probablemente, dichas prácticas sexuales. También sabemos, a través de las fuentes escritas, ya que la imagen no se conserva, que el emperador Tiberio tenía en el dormitorio de su villa de Capri un cuadro de un célebre pintor de escenas eróticas, Parrasio de Éfeso, que representaba una escena mitológica en la que Atalanta estaba haciendo una felación a Meleagro. Y hablando de representaciones artísticas, ¿los penes grandes eran asociados a cualidades negativas? ...Depende del contexto. En general, un cuerpo masculino decente no debe exhibir órganos sexuales muy voluminosos. En la poesía obscena, en cambio, el cuerpo masculino posee un sexo desmesurado, desproporcionado, que incluso desprende un olor nauseabundo. Pero también es cierto que un pene más grande de lo normal atrae la atención y la admiración del público de las termas. La imagen de un hombre con los genitales muy desarrollados remitía inmediatamente al dios Príapo y funcionaba como un objeto de deseo. Incluso, las representaciones de Príapo con un gran pene funcionan como amuletos para atraer la buena suerte. Pero, en general, la hipersexualidad se considera repugnante, ya que no proporciona ningún placer y su insaciabilidad conduce a una voracidad sexual rechazable.

¿ADEMÁS, SABÍAS QUE…? -

Existían ya los juguetes eróticos para la estimulación sexual y el orgasmo tanto de los hombres como de las mujeres, cosa que todavía hoy es tema tabú en muchos círculos sociales. En diversas excavaciones se han encontrado "olisbos" (consoladores para las mujeres). 12


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¿¿¿Sabéis???, también tenían sus comidas ‘afrodisíacas’. El término afrodisíaco deriva de Afrodita (Venus en la Roma antigua), divinidad femenina griega relacionada con el amor y la fecundidad. Estas son las más conocidas y que las más a menudo nos han transmitido los escritores latinos: 1. El garum es una salsa de pescado hecha de vísceras fermentadas de pescado que era considerada por los habitantes de la antigua Roma como un alimento afrodisíaco. 2. Las ostras las comían para aumentar la lívido. 3. Tomaban ajo para aumentar su potencia sexual. 4. Los higos era el afrodisíaco estrella entre las mujeres romanas. 5. Los espárragos los frotaban en los órganos genitales para estimularlos. 6. Y todos estos productos los acompañaban con vino endulzado con miel. Era la bebida que más los excitaba.

¿DISPONÍAN DE ANTICONCEPTIVOS? El sexo seguro ha sido algo que a lo largo de la humanidad ha llevado de cabeza a la sociedad. En esta época, los anticonceptivos, no sólo se utilizaban para evitar embarazos no deseados, sino también para escapar de las enfermedades de transmisión sexual tan corrientes en esos tiempos. La píldora del día de después es un anticonceptivo de emergencia femenino que se utiliza para prevenir los embarazos no deseados. Debe tomarse en un plazo máximo de 72 horas tras el coito de riesgo y tiene una eficacia superior al 90% en las primeras 24 horas después de la relación sexual. Con el paso del tiempo, esta efectividad comienza a reducirse. Y aunque ha sido en el siglo XXI cuando se ha comercializado, mal haríamos en pensar que somos los pioneros. 13


Los romanos sabían que el silfio tenía este efecto. Era una planta silvestre que sólo crecía en las inmediaciones de la ciudad griega de Cirene, en la zona mediterránea de la actual Libia. Esta planta era tan cotizada que hasta la moneda de la ciudad reproducía su imagen. Según Plinio el Viejo, la planta era silvestre e imposible de cultivar, con fuertes y abundantes raíces y tallo similar al de la asafétida y de grosor parecido. El nombre latino de la planta era laserpicium, de ella se extraía el laser, que era la resina aromática que exudaba la planta y que tenía propiedades medicinales y culinarias. Pero de entre todos los usos que tuvo el silfio, el que hoy nos ocupa, era el de método anticonceptivo, similar a nuestra “píldora del día después“, o como un abortivo, por sus propiedades estrogénicas. Y para rizar el rizo, estudios modernos con plantas estrechamente relacionadas con la asafétida muestran una tasa de éxito de casi el 100% de eficacia cuando se administran en el plazo de tres días tras el apareamiento… de ratas. El medico romano Sorano de Éfeso, conocido como el padre de la ginecología, recomendaba a las mujeres del siglo II d.C. el siguiente remedio para no quedarse embarazadas: "Ponerse en cuclillas y estornudar después de una relación sexual para evitar la concepción. En el caso de las más fértiles, les decía que no quedarían embarazadas si saltaban siete veces lo más alto posible".

¿Tenían preservativos? Sí. Los romanos se hacían preservativos con las tripas de animales, para evitar no sólo los embarazos, sino también el contagio de enfermedades venéreas.

¿Y qué pasa con el ‘coitus interruptus? Actualmente más conocido como ‘la marcha atrás’. Era otro método del que disponían los romanos, pero el que menos utilizaban, pues su eficacia para prevenir embarazos, estaba más que 14


probado que era muy dudosa. Y por supuesto, hoy es uno de los métodos más desaconsejados, porque no es efectivo ni para prevenir la transmisión de enfermedades, no para evitar embarazos no deseados.

PERO NO TODO ES PRÁCTICA, HABLEMOS DEL EROTISMO EN LA LITERATURA Fueron muchos los escritores latinos que plasmaron y describieron en sus escritos ese erotismo que marcó la vida cotidiana de los romanos y lo hacían casi siempre con un lenguaje crudo, sin tapujos, con descripciones sorprendentemente realistas. Horacio, Catulo, Marcial, Petronio y Apuleyo utilizan en muchas ocasiones un vocabulario deliberadamente obsceno, pero sus obras han llegado hasta nosotros tan desvirtuadas que en muchas ocasiones el vocabulario ha perdido todo su vigor original. Y como se acerca el día de los enamorados, os hemos hecho una pequeña selección por si se las queréis escribir a vuestras parejas.

Dice un hombre enamorado: ‘Por esos pechos tuyos, bomboncito mío … lígame para siempre a tu persona como esclavo tuyo y haz que, convertido en alado cupido, esté siempre junto a ti, Venus mía’ (Apuleyo, III, 22). ‘Te juro por el delicioso nudo de tus cabellos en el que has encadenado mi corazón que para mí ninguna otra mujer puede ser preferible a ti' (Apuleyo, III, 23). Contesta una mujer enamorada: 'Te amo, te deseo, sólo te quiero a ti, sin ti, no puedo vivir'. (Apuleyo, X, 21). 'Tú, tú mismo eres, sin lugar a dudas, la causa de todo y el origen de mi presente desdicha e, igualmente, el remedio y la única salvación para mí. Esos ojos tuyos, en efecto, han provocado un devastador incendio en mis entrañas. Apiádate pues de mí, que muero a cauda tuya... Dispones de tiempo sobrado para consumar algo que es inevitable' (Apuleyo, X, 5). Pero, hay otras declaraciones más ardientes que estas, que utilizaban los romanos cuando ardían en un deseo irrefrenable: Tras besarla él en el cuello...: 'Dicho esto, abrazándola con fuerza, corresponde ella con un amor semejante. Enseguida se enciende en ella también un apasionado deseo. Muero por ti 15


-afirma el joven-. Más aún, estaría muerto ya hace rato, si no me llegaras a corresponder'. (Apuleyo, II, 10).

CONCLUSIONES 1. Al contrario que para muchas sociedades, no existía el pecado de sexo en Roma Clásica, lo que existía era un sexo social. 2. Los romanos, en lo que a sexo se refiere, no eran tan liberales como nos podemos creer. No todo estaba permitido ni se veía con buenos ojos. 3. Sobre el sexo en Roma había que diferenciar entre lo permitido a los hombres o a las mujeres. 4. La homosexualidad masculina se consideraba socialmente aceptable siempre y cuando tuviera lugar entre un hombre libre y un esclavo o un liberto. 5. Rechazo total a las relaciones lésbicas. 6. El fin del matrimonio era la procreación para asegurar el linaje del ciudadano romano. 7. La prostitución, se consideraba indispensable para el buen funcionamiento de la sociedad romana.

BIBLIOGRAFÍA  Amor y sexualidad en la Antigua Roma. Alfonso Cuatrecasas. Grupo Difusión, 2009 Madrid.  Diosas, rameras, esposas y esclavas. Mujeres en la Antigüedad Clásica. Sara B. Pomeroy. Akal, 1999, Madrid.  Eros Romano. Sexo y Moral en la Roma Antigüa. Edit. Complutense. 1999, Madrid. ADVERTENCIA: Todas las imágenes han sido cogidas de google imágenes sin ánimo de lucro ni finalidad alguna comercial

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