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YO SÍ TE CREO. LAS NIÑAS Y LOS NIÑOS NO SE TOCAN

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Mariana Macías

Mariana Macías

Por Gladys Bonifaz.

El abuso sexual infantil es definido como todo acto de tipo sexual con o sin contacto, realizado a la fuerza, mediante engaños o sobornos por una persona mayor hacia un menor de edad. Implica comportamientos de contacto físico como en la boca, pechos, órganos sexuales pélvicos externos, caricias, hasta la violación donde interviene el coito. Existe otro tipo de abuso sexual sin contacto, en el que intervienen el exhibicionismo con fines sexuales, insinuaciones, mostrar pornografía, masturbación frente a la niña, niño o adolescente, y mensajes o llamadas con fin sexual.

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El lugar donde habitualmente ocurre un abuso sexual es la propia casa o en la de algún familiar o conocido. Y regularmente, es por parte de padrastros, primos, abuelo, padres o el “amigo de la familia”. Como terapeuta he constatado que es muy bajo el porcentaje con personas extrañas.

Una de las características que he observado a lo largo de más de veinte años en el campo de la terapia, es que está situación se mantiene en secreto ante la vulnerabilidad de la víctima, y por tener baja o nula comunicación y cercanía con la madre, padre, o ambos.

En relación a la víctima son niñas, niños y adolescentes con baja autoestima, y mala opinión de sí mismas, por lo que son personas fáciles de manipular por los victimarios, quienes por lo regular identifican la baja capacidad de relacionarse con las demás personas y su silencio constante, por ello sugiero que se fortalezca la comunicación, confianza, empatía y, sobre todo, el respeto con los menores.

Cuando alguien está siendo abusado presenta ciertos comportamientos: se sienten incómodos el mayor tiempo del día; su actitud es de vergüenza o de enojo, aparentemente sin ninguna razón; se mantienen en silencio, y su rendimiento en la escuela no es el mismo. Un punto que me parece muy importante mencionar es que en ocasiones se orinan en la cama, y tienen dificultad para concentrarse en el período en que están siendo violentados sexualmente.

He observado que se sienten culpables de lo que les está pasando y piensan que ellos están provocando la situación y se sienten malas personas. Por lo general, no buscan ayuda porque tienen terror de hablar por miedo a que el victimario cumpla sus amenazas. Y a ese miedo se suma a que los padres les enseñan a no desobedecer a los adultos, por lo que temen hablar y que no les crean. Me he encontrado con padres altamente autoritarios que no permiten la comunicación y mucho menos hablar de sexualidad con ellos, esto es uno de los factores que los hacen ser más vulnerables aún.

Tanto en la terapia sistémica y en la terapia fluvial, más la experiencia en este campo, he comprobado que el abuso sexual se repite de generación en generación, un dato importante para poner la mirada en la actitud, comportamientos y cambios bruscos en nuestros hijos e hijas. Es importante la supervisión constante, como revisar el cuerpo y su ropa interior, notar cambios bruscos de carácter y actitudes para llamar la atención, atender a sus pesadillas y el cambio del apetito, así como llanto excesivo.

Si esta vivencia no es atendida, los niños y las niñas crecen hasta su vida adulta con sensaciones de rechazo, culpa, miedos, inseguridades, no merecimiento, perdida de interés en actividades que antes eran placenteras, fácil irritabilidad y la sensación de que “nadie los quiere”.

GLADYS ELENA BONIFAZ CORDERO

Sexóloga Humanista / Terapeuta de Contención

Consteladora Familiar Cuántica formada por el Instituto Brigette Champetier de Ribes

Tel: 961 242 4872

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