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TU MUNDO según tu dimensión de consciencia
Por María Elena Zenteno.
Todo lo que ocurre en el mundo es consecuencia de nuestro pensar, sentir y actuar. Imagina que en este preciso momento tu mente está creando potenciales, frente a ti se despliegan líneas de luz que contienen a todas las energías del universo dispuestas ahí para crear la realidad futura; con tus pensamientos navegas esas líneas del tiempo y creas potenciales. Sin embargo, en el momento en el que tu atención se sitúa en algún pensamiento concreto y lo cubres con tus emociones y tu sentir, ahí mismo comienzas a darle forma a ese potencial. Por ende, para tomar una decisión importante en la vida, es recomendable sostener un estado de consciencia elevada. La manera en que a mí me ayuda el mantenerme en una vibración sublime es meditando.
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La meditación permite reconocernos como seres biológicos, energéticos, psíquicos y espirituales. Invita a pausar la vida frenética y conectar consigo mismo, permitiendo valorar el poder de cada uno y sus necesidades. Quienes me acompañan en las meditaciones, les expreso que es importante detectar el estado de consciencia en el que nos encontramos, ya sea en 3D, 4D o 5D. Y regularmente, nos damos cuenta de que fluctuamos entre ellas, dependiendo de dónde nos encontramos en nuestras vidas.

A pesar de que todos vivimos en el mismo planeta y estamos rodeados por el mismo universo, nuestra percepción es diferente dependiendo de qué consciencia elijamos para ver las cosas. Aquellos que perciben cosas desde un estado 3D (materialismo y sobrevivencia) van a caminar por la vida de manera muy diferente a alguien que percibe cosas desde un estado 5D (amor incondicional). Así que las dimensiones no son lugares, sino estados de consciencia. De esta manera, si piensas y sientes en carencia, atraes carencia; si piensas y sientes en amor, atraes amor. Funciona de una manera muy sencilla, se le conoce como el Principio de Resonancia, en donde todo vibra, pues somos energía. Este principio está unido a la Ley de Atracción, en donde los similares se atraen, y los actos envían señales tangibles al universo. Por ejemplo, una persona que piensa y siente en carencia y sumado a ello envidia a los demás, no es generoso, por el contrario, es prejuicioso y avaro, por lo que está creando para su vida una combinación de negatividad muy grande, y todo lo que pueda planear no funcionará de manera armónica, pues está yendo en contra de la esencia misma de su ser, que es amar y compartir.
Precisamente, el amar y compartir están subvalorados en la vida moderna, pues creemos que, si somos así, abusarán de nuestra bondad y, por ende, nos endurecemos. No hay nada más triste que desconectarnos de nuestra naturaleza humana.
Recuerda que somos vehículos a través de los cuales fluye toda la información cósmica y que mediante el ADN podemos conectarnos con todas las dimensiones, pero para que eso ocurra debemos permanecer en una vibración elevada manifestada desde el conocimiento de la conexión con la fuente y el amor incondicional.
