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LADRILLERA Y TEJAR DEL NORTE S.A.S

LADRILLERA Y TEJAR DEL NORTE SAS
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Con las piedras del camino, hacemos posibles grandes proyectos.
En Colombia al final del 2021, el producto interno bruto de la minería en el país sudamericano, rondó los 46.000 millones de dólares estadounidenses. 1.Todas las reservas de roca sonora, deben estar disponible en gran cantidad y calidad uniforme.
Las piedras surgen en forma de masas o capas naturales en la superficie terrestre, difiriendo de la minería de metales, porque implica cavar por debajo del suelo y a veces a una profundidad considerable.
Cabe decir que la arcilla es una roca sedimentaria compuesta por agregados de silicatos de aluminio hidratados procedente de la descomposición de rocas que contienen feldespato, propicio para fabricar ladrillos.
En esta operación es fundamental que ingenieros, contratistas y personal en general, tengamos en cuenta, los siguientes factores: «Siempre habrá rocas en el camino delante de nosotros. Serán piedras de tropiezo o escalones; todo depende de cómo los uses». Friedrich Nietzsche.
2.La cantera no debe ubicarse lejos de la zona en la que se están haciendo las actividades de construcción. En tal caso, el costo del transporte de piedra de la cantera a sitios de construcción, puede llegar a ser demasiado alto.
3.El espacio entre carreteras principales, porque la cantera debe estar situada cerca a la ciudad principal. De lo contrario, se tendrán que construir caminos de aproximación más largos que se añadirán al costo del transporte de la piedra.
4.La disponibilidad del agua y espacio para verter desechos, regidos por normas ambientales para preservar los recursos naturales.
5.El agua subterránea y agua superficial tienen que drenarse rápidamente, proporcionando un drenaje adecuado en el sitio de la cantera.


HIDROELÉCTRICAS EN COLOMBIA

Estamos tomando acciones para la prevención de impactos negativos en el medio ambiente con presencia de las hidroeléctricas en el territorio nacional.
Las hidroeléctricas son una de las fuentes generadoras de energía, pero a la vez representan uno de tantos factores de pérdida de la biodiversidad en el mundo. Los bosques no se escapan de esta situación y se encuentran en medio de esta disyuntiva. Durante años las hidroeléctricas han sido consideradas como sinónimo de desarrollo. Colombia, gracias a su topografía, pluviosidad y recurso hídrico cuenta con un potencial excepcionalmente alto para desarrollar este tipo de macroproyectos de ingeniería, dependiendo de ellas casi un 70% Son múltiples las razones que hacen que este tipo de obras sean consideradas como una opción atractiva para la generación de energía, porque la operación es más económica que las termoeléctricas, su construcción es menos costosa que las plantas nucleares, pueden proveer energía a gran escala y tienen el potencial de generar bajas emisiones de gases contaminantes que contribuyen al efecto invernadero; razones para tomar decisiones a nivel estatal para que en varias regiones del país, teniendo en cuenta el poder y biodiversidad de importantes afluentes y centrales hidroeléctricas como Guavio, Urrá, Salvajina, Chivor, Calima, Alto Chicamocha, Hidromiel, Hidrosogamoso, Peñol-Guatapé, Ituango, San Carlos, Betania, El Quimbo, entre otras, que suman 33 en el caso colombiano y según la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgen) actualmente la capacidad de producción del país ronda los 19.000 megavatios y el propósito nacional es garantizar el suministro energético necesario para el desarrollo de Colombia. Precisamente, en aras de garantizar esa seguridad energética, hoy se desarrolla uno de los más grandes proyectos hidroeléctricos del país: Hidroituango que ha sido una hidroeléctrica ubicada en el valle del río Cauca a su paso por un puñado de municipios en el departamento de Antioquia en el noroccidente de Colombia que prometió ser la más importante ya que generaría el 17 % de la energía del país. Como lo evidencia el desastre que actualmente la rodea, la construcción y el mantenimiento de hidroeléctricas representan un innegable costo económico, social y ambiental, en particular para la población más desprotegida de la sociedad, tal como lo ha manifestado Mongabay Latam en dos artículos recientes: La muerte de Hugo y Luis, dos líderes que se enfrentaban a Hidroituango e Hidroituango con la angustia y la incertidumbre persisten en Colombia. Germán Andrade, investigador de la Universidad de Los Andes, dice
que aparte del beneficio que conllevan las hidroeléctricas para el desarrollo del país, estas indistintamente generan efectos sobre la biodiversidad y “los bosques no están ajenos a esta afectación”.
Bosques e hidroeléctricas

Un estudio realizado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNEP) las represas tienen un importante impacto sobre la biodiversidad. Está reportado que afectan la dinámica de las poblaciones naturales, la pérdida de bosques e incluso pueden favorecer la aparición de enfermedades infecciosas. La Unidad de Planeación Minero Energética (UPME), entidad que planea de manera integral el desarrollo minero energético en Colombia, en su Guía Ambiental para Proyectos de Distribución Eléctrica, hace énfasis en tener especial cuidado con afectación de bosques riparios y la fragmentación de ecosistemas; esto no implica que los bosques en Colombia, ni en ninguna parte del mundo, no vayan a ser afectados por la construcción de hidroeléctricas. De acuerdo con investigadores brasileros, los estudios de factibilidad de este tipo de proyectos por lo general ignoran el efecto de la deforestación o asumen que la misma tendrá un efecto positivo sobre la descarga de agua y en la generación de energía. Precisamente, en Brasil se ha concluido que las hidroeléctricas pueden ser motores de deforestación en zonas distantes de este tipo de proyectos, puesto que los ganaderos y agricultores desplazados por la construcción de esta infraestructura se ven abocados a tumbar bosque para buscar su asentamiento y medio productivo. Es por esto que hay que conocer de la puesta en marcha de las obras, ya que implican la construcción de vías y sus consecuentes efectos negativos sobre la cobertura vegetal, siendo para José Manuel Ochoa, coordinador del Programa Evaluación y Monitoreo del Instituto Alexander von Humboldt, “las carreteras son una de las principales causas asociadas a la deforestación”. Dentro de la afectación ambiental generada por el llenado de los embalses de las hidroeléctricas no se debe dejar pasar por alto la eventual eutrofización del agua como proceso de alteración de un cuerpo hídrico, causado por una excesiva acumulación de nutrientes que se manifiestan mediante cambios en la flora, fauna y en la composición química del agua. Esto, por ejemplo, es lo que se ha considerado para la hidroeléctrica de El Quimbo, proyecto localizado al sur del departamento del Huila entre las cordilleras Central y Oriental, sobre la cuenca alta del río Magdalena, en jurisdicción de los municipios de Tesalia, Paicol, Garzón, Gigante, El Algrado y Altamira. Alfredo Ramos, investigador de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, como consecuencia de la deforestación del 22,4 % de la biomasa en el área de inundación de El Quimbo, “se requiere la implementación de sistemas de depuración de aguas residuales para que los elevados niveles de fósforo no afecten a las comunidades y a la biota asociadas a este proyecto hidroeléctrico”; pero para el ingeniero Juan José Mariño, de la empresa Ingetec, “el deterioro ambiental reciente de Colombia se explica, principalmente, por un fuerte incremento demográfico y económico en condiciones de bajísimo control estatal. La construcción de obras de infraestructura ha contribuido significativamente a este deterioro”. Los efectos directos e indirectos sobre la conservación de bosques deben ser considerados a la hora de iniciar un proyecto de esta envergadura. Máximo cuando el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales ha estimado que en los últimos 25 años se han perdido casi 6 millones de hectáreas de bosque, particularmente en el norte de la cordillera de los Andes, la re-
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gión Caribe y la Amazonía. El Instituto Humboldt también ha calculado que en el país solo queda el 8 % de los 9 millones de hectáreas de bosque seco tropical estimadas en los años 80. Y es que la conservación de los bosques asociados a las hidroeléctricas es algo mandatorio para las empresas, ya que de estos depende la generación de energía. Es decir, la eficiencia de estas generadoras de energía depende de la integridad de los bosques, tal como lo indica el estudio de investigadores brasileros citado anteriormente. Además, lo señalado es de particular importancia para el caso colombiano, ya que el panorama de los bosques en Colombia no es el mejor y la UPME tiene dentro de sus planes a futuro la construcción de más hidroeléctricas.
La transformación de un ecosistema
Los enormes impactos que han sido identificados y documentados en las hidroeléctricas también pueden traer beneficios ambientales. Las represas, a pesar de la afectación que generan a los sistemas ecológicos y a la biodiversidad acuática, representan recursos ambientales nuevos que permiten el suministro de energía limpia y una oferta de recursos y hábitat para la vida silvestre. En un estudio liderado por el profesor Germán Andrade, en el que participaron investigadores de la Fundación Humedales, el Jardín Botánico de Medellín e Isagen, se sostiene que en la represa de Hidromiel (departamento de Caldas) en los últimos veinte años se observó un cambio importante de la cobertura vegetal en el área de influencia de este proyecto hidroeléctrico. “El desarrollo de vegetación secundaria de tipo arbórea es total dentro de los predios adquiridos y parcial en su área colindante. La cobertura boscosa pasó de 188 hectáreas (6 %) a 2527,3 hectáreas (89,5 %)”, concluye el estudio. En Hidromiel los cambios más notorios se refieren al paso de zonas abiertas o de rastrojos bajos a bosques secundarios. El estudio en mención, realizado entre 1991 y 2011, además del cambio en la superficie de las coberturas evidenció una modificación en el patrón espacial de los ecosistemas, con una disminución del número de fragmentos y de clases de tamaño. “En general para todas las especies amenazadas se presentó un cambio positivo en la calidad y extensión de su hábitat, que podría ser sustancial para la supervivencia local de al menos tres de las cuatro especies de aves amenazadas”, destaca el estudio. En este caso puntual se logró demostrar que a pesar de los impactos no mitigables de los proyectos hidroeléctricos con la eventual contribución a la conservación de bosques y poblaciones naturales no debe verse con desdén Al contrario, esto también debe considerarse a la hora del otorgamiento de las licencias ambientales y de promover, dentro de los constructores y operadores de hidroeléctricas, una eficiente gestión empresarial de la biodiversidad. Indudable que la construcción de represas es clave para el aprovechamiento energético de los ríos, así como para atender las demandas de agua en zonas donde la oferta natural en época seca es insuficiente. Sin embargo, para el ingeniero Mariño de Ingetec, “en numerosos casos su construcción no ha generado los beneficios y la rentabilidad esperados y, por el contrario, ha causado el desplazamiento y empobrecimiento de numerosas personas, el daño de importantes ecosistemas, la afectación de la vida y productividad acuática y una inequitativa distribución de sus costos y beneficios”. Luego, al igual que sucede con muchos debates relacionados con conservación y desarrollo, en relación con el efecto que tienen las hidroeléctricas sobre la cobertura boscosa, es preciso no generalizar. “Desafortunadamente la polémica sobre los embalses, al igual que las discusiones sobre la realidad del calentamiento global del planeta, ha sido manipulada por intereses no declarados que, en algunos casos se benefician si no se desarrolla el potencial hidroeléctrico y en otros, si por el contrario, se mantienen dudas sobre los efectos del fenómeno de calentamiento global”, sostiene Mariño.
