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Siga su rutina

Esta podría ser una de las costumbres que no son iguales a la vida real. La rutina diaria en la vida de las personas suele ser abrumadora, aburrida y siempre buscamos modificarla para darle alegría y azúcar al momento.

En el Golf no. Por ejemplo en el putt, se suele grabar en la mente una rutina específica que, con los años de juego, se va afianzando de tal manera que a la hora de jugar, es muy difícil y en este caso inconveniente, dejarla.

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Esa rutina se comienza a elaborar inclusive mucho antes de ejecutar el golpe en el green. En mi caso, comienzo en mi turno por darle una lectura adecuada al golpe que se avecina.

Una vez me encuentro dispuesto, mi mano derecha cambia de posición y en el modo pinza, abro la palma de la mano derecha y la coloco en posición de empujar el palo sin agarrarlo con la mano cerrada. Lo que busco es combinar distancia y dirección a raíz de la lectura obligándome a no levantar la cabeza sino hasta que la bola haya recorrido un tercio de su camino.

Piénselo bien, su rutina es única.

Nadie más la realiza exactamente igual a la suya. Por lo tanto defiéndala, aférrese a ella que los momentos de embocar llegarán solos y más en aquellos días de racha divina.

Con la vista frontal y lateral de la línea, da comienzo mi rutina. Posterior a ella y con la caída y velocidad descifrada, me ubico enfrente a la bola y comienzo por acomodar mi stand. Procuro que mis ojos se mantengan en línea perpendicular con la bola quieta y en seguida doy dos o tres leídas a la que considero debe ser la línea de mi tiro.

Con el paso de los años convertí esa rutina en algo personal. La modificación de la empuñadura para pasarme al sistema pinza tal vez fue el cambio más potente que le imprimí a mi swing cuando estoy dentro del green y estoy seguro que los éxitos que he conseguido en este tiro exigente los he conseguido por ceñirme a esa rutina que, pensándolo bien y repito, fue construida con años de experiencia.

Piénselo bien, su rutina es única. Nadie más la realiza exactamente igual a la suya. Por lo tanto defiéndala, aférrese a ella que los momentos de embocar llegarán solos y más en aquellos días de racha divina.

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