Revista S+M

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Literatura

CUENTO

La Espera (Parte III) Autor: Dr. Roberto Estrada Rosales

Jamás pensé que iba a volver tan rápido al sitio donde estuve horas antes con Rosana... El hospital ocupaba toda una manzana y quedaba frente al parque del Tanque de la Unión. Entramos. En el vestíbulo había tres hombres sentados alrededor de un escritorio jugando “Luisa”. Sin apartar la vista del tablero uno de los tres preguntó: - ¿Qué desean? - Quiero que examinen a mi sobrino. - ¿Qué tiene? –Sin levantar la vista del tablero. - Parece que se quebró un brazo. Aún sin levantar la vista y señalando un pasillo nos dijo: - Entren allí y siéntense en la banca que ya los van a atender-. Eran como las cinco y media de la tarde. Nos sentamos en la banca y esperamos una hora y nadie nos atendía ni nos preguntaban nada. Mirábamos pasar enfermeras, enfermeros, conserjes, uno que otro enfermo en ropa de hospital, pero sólo nos miraban de reojo. - Esperame aquí - me dijo mi tía desesperada. - Sólo voy a ir a avisar a mi trabajo que no podré trabajar hoy.Tomá diez quetzales por si necesitás dinero y si aún no he regresado y terminan de atenderte de todos modos te esperás.

– No tenga pena tía. Si quiere solo présteme el dinero y váyase a trabajar. –Será que puedo irme y dejarte solo? –Sí tía.Váyase. No tenga pena.Ya no regrese.Yo me voy a ir para la casa cuando terminen de verme. - Bueno. Entonces te dejo. Pero cualquier cosa que necesités me llamás por teléfono al trabajo.Tú ya sabés el número.Yo estaré pendiente de ti -. Me quedé solo en la banca-. A la media hora, era tan fuerte el dolor que tomé la osadía de asomarme por la entrada del cuarto de emergencia. Vi a un niño sentado en una camilla y al lado de la camilla estaba sentado su padre. Se miraban que eran bastante humildes y campesinos por su vestimenta y el sombrero colocado encima de los muslos. A lo lejos vi que el niño tenía abombada la espinilla y colorada. Me miraron los dos. Pestañeo… ojos, pelo, hueso y pellejo. Pestañeo… ojos, pelo, hueso y pellejo. Pareciera que los dos de antemano se hubieran puesto de acuerdo y estuvieran presentando una función de teatro perfectamente sincronizada. - ¡Qué quiere usted jovencito! - me gritó una voz chillona y aguda desde el fondo del cuarto. Al levantar la vista pude ver a una enfermera mal encarada, con cara de “bullterry”, morena, fea, baja y gorda. Más que enfermera parecía cocinera. Venía masticando comida. - ¿Qué es lo que quiere? - Vengo buscando a un doctor que me atienda porque me quebré el brazo. - Vamos a ver. May + Jun 2014 +++++

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