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La cuadrilla de los hieleros

A menos tres grados centígrados

LA CUADRILLA DE LOS HIELEROS La historia de ocho trabajadores de una fábrica de hielo

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Por: Jordy Cobos, Dumann Tituaña, Eduardo Luna.

Carlos Carpio y Manuel López durante una jornada de trabajo

Ni el miedo a ser contagiados ni la multa por circular en horarios restringidos fueron impedimento para que ocho valientes trabajadores, de la empresa empacadora y exportadora de camarón MarEcuador salgan de sus hogares en la fría madrugada de marzo. Besaron a sus mujeres y se despidieron de sus pequeños hijos mientras aún dormían profundamente. Tal es el caso de Ronald Morocho, alias “Mogli”, un trabajador de "la cuadrilla del hielo”, para él la vida no cambió. Mientras todos se protegían en sus hogares, él salió como siempre desde su domicilio en el sector “Costa Azul” hacia su lugar de trabajo, ubicado en la parroquia El Cambio. “Voy todos los días a pesar del riesgo de contagiarme, pero es mi único sustento”, dijo Ronald, entusiasmado porque a pesar de esta situación, tenía un puesto de trabajo. Eran las 2:30 am y junto a su sobrino Dumann, también de "la cuadrilla del hielo”, tomaron sus bicicletas y se dirigieron velozmente. A las 03:00 am llegaron a su lugar de trabajo, se encontraron con los otros seis compañeros de la cuadrilla: Jorge Maya, alias “El negro” ; Fabricio León, alias “Fabri”; Jasmany Landín, Jimmy Orellana, Carlos Macay y el jefe de cuadrilla Vicente Orellana, alias “La bala”. Su jornada iniciaba con bromas y colocándose sus respectivos uniformes térmicos para

ingresar al silo de hielo en donde la temperatura oscila entre los -3°C y los -5°C. De inmediato, su jefe les da la primera misión, despachar cuatro furgones para pesca, cada uno con 280 sacos de hielo, 200 gavetas, 2 sacos de sal y tres sacos de metabisulfito de sodio, este último es un químico que cumple dos funciones importantes en la cosecha y transporte del camarón: desinfectante y antioxidante del marisco. “El sector camaronero no se detiene. Los productores siguen pescando, aquí hay buen trabajo gracias a Dios”, afirmó Vicente en medio del arduo trabajo. Dadas las 06:00 am los trabajadores se dirigen hacia la parte trasera de la empresa para desayunar sin ser enfocados por las cámaras de vigilancia, “la comida no es buena aquí, por eso le pagamos a don Jimmy para que nos la traiga”, respondió Jasmany, manifestando la razón por la que no desayunan en el comedor de la empresa. Pasando las 06:30 am, después de desayunar, los trabajadores vuelven a ingresar al silo, “esto recién acaba de empezar”, dijo Carlos mientras se colocaba su uniforme humedecido por el vapor de su cuerpo. De pronto, el jefe del grupo les dio la segunda misión: llenar 2000 sacos con hielo y trasladarlos a la bodega grande utilizando un viejo furgón de la empresa. Esta tarea la realizaban acompañados de Vallenatos a todo volumen emitidos de un pequeño, pero potente parlante; “cuando escucho temas de Luis Mateus la adrenalina corre por mis venas y trabajo con una velocidad brutal, me transformo, yo no soy yo”, dijo Dumann. Su mente se invadía de recuerdos al escuchar estos vallenatos mientras utilizaba una pala de plástico reforzado para llenar sacos con hielo picado, este procedimiento se extendía hasta las 16:00 porque a esa hora las gavetas sucias salían del área de proceso y lavarlas era tarea de “los del hielo”. Esta última tarea se prolongaba hasta las 18:00 y cada uno de los trabajadores retornaba a sus hogares utilizando sus propios medios. En el caso "Mogli", su bicicleta de siempre.

“El sector camaronero no se detiene. Los productores siguen pescando, aquí hay buen trabajo gracias a Dios”, afirmó Vicente Orellana, jefe de la cuadrilla.

Ronald Morocho removiendo los cubos de hielo

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