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Vicente de la Serna
Un catorce de septiembre paradójicamente y sin proponérselo nació con un grito mi inefable alter ego ajeno absoluto a su destino deambuló como náufrago por calles, ciudades, barrios y sueños.
Jugó a ser niño a ser niño jugó cargando con su mundo por el mundo feliz cálido y desprotegido de su infancia sin saber que su ego perdón, su alter —viejo en alemán viajaba directo a su encuentro.
Buscó a tientas entender el misterio que anida en la mirada del otro o más bien de la otra pues en ello al menos alter y ego coincidían fuera por el atractivo natural que la cavidad femenina ejercía en él o por esa esperanza veterana de encontrar la media naranja aunque por desgracia siempre con magros resultados. 31