Revista nu2 nº36

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eL rocuaL tropicaL Y La MeMoria perdida. Vivimos cómodamente “apoltronados” en nuestro mundo de fantasía artificial, indiferentes a la realidad que nos rodea. Nos hemos embrutecido, esclavos del dinero que nos garantiza continuar en un mundo soporífero lleno de mentiras y falsas realidades. La vida, ese suspiro de tiempo, está llena de momentos inolvidables que muchos, la mayoría, no son capaces de apreciar; queda ya muy lejos, olvidado entre nuestros recuerdos aquellos tiempos en los que dábamos gracias a la madre naturaleza por permitirnos simplemente ser. Nos ha tocado vivir en uno de esos rincones olvidados de nuestra memoria, un lugar donde los cetáceos coexisten en armonía y paz desde hace millones de años. Recientemente, en nuestro Arrecife de siempre el Cabildo y el Ayuntamiento de Arrecife han querido recuperar esa memoria perdida, ese microscópico vínculo que aún hoy nos une con el mundo real. Sin embargo y por desgracia, no hemos sido capaces de verlo, entenderlo, agradecerlo. Lo primero que deberíamos hacer sería dejar de darle la espalda a nuestra marina. Se haga lo que se haga en la ciudad nunca estamos contentos y todo nos parece un error, una perdida de tiempo y un malgastar el dinero,

cuando realmente somos cada uno de nosotros con nuestro incívico comportamiento los que poco a poco, lo hemos ido degradando todo. El gesto de colocar un Rocual tropical en un lugar como el charco debería de hacernos pensar en el privilegio que supone vivir en un área geográfica como Canarias, con más endemismos y hábitat sensibles que en el resto de nuestro país. Deberíamos de pensar en el conjunto, en la necesidad de dinamización de una ciudad que adolece de atractivos históricos y naturales que ofrecer al visitante. La cultura enriquece económica, intelectual y socialmente más que cualquier otra cosa y sin duda es una de las vías para superar estos momentos complicados que vivimos. La ciudad de Arrecife como tal debe reinventarse y ofrecer alternativas serias que inviten al visitante a dejar dinero en la ciudad. Para terminar me gustaría recordar que hubo un tiempo no muy lejano en el que se podía pescar hasta anguilas en el charco y las toninas se contaban por miles a muy poca distancia de la costa. Sin embargo, muchos continúan aferrados a ese mundo inventado en el que vivimos y son felices con nuevos McDonald’s y centros comerciales. Mirar las cosas en su conjunto y acercarnos a la naturaleza es sin duda una terapia sana y recomendable. Rafael Mesa www.blueworldfotos.com

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