Gentileza: Boris Márquez.
En el siglo XIX, la Plaza de Concepción estaba resguardada con rejas perimetrales, para evitar el ingreso de animales a la pileta.
B
uscando que Concep-
patriótica, conspiró para que este sueño
mitología se buscaba representar la bo-
ción se convirtiera en
comenzara a materializarse.
nanza de la agricultura, “principal activi-
la “joya del sur”, an-
Con ese objetivo, en 1853 el recién elec-
dad económica de la zona por esos años,
helo que recién pare-
to Intendente, Rafael Sotomayor (1853-
uniéndola a nuestra tradición marítima con
cía concretable a me-
1859), decidió que este plan de moderni-
la presencia de los tritones en su diseño”.
diados del siglo XIX,
cuando la ciudad estaba recuperada de
los daños ocasionados por el terremoto de 1835 (la Ruina, como se le llamó) y de
los estragos causados por la revolución de 1851 entre “crucistas y montistas” (en la que murieron dos mil penquistas), se comenzó a trabajar para embellecer la entonces capital provincial. La llegada de inmigrantes dispuestos a cooperar económicamente con estos
zación debía incluir a la Plaza de Armas. A
La pileta surtiría, como señala un de-
esa tarea se abocó el agrimensor Pascual
creto dictado por el intendente, el 12
Binimelis, a quien se nombró Director Ge-
de marzo de ese año, “de agua pública
neral de Obras Públicas de Concepción.
a la población”, la que podría obtener
El diseño de la nueva plaza consideraba una pileta monumental que reemplazaría al gran mástil donde se izaba la bandera nacional. La estructura tendría en su cúspide a la diosa Ceres, patrona de la agricultura y la fertilidad.
de allí agua limpia para beber y usar en sus labores cotidianas. “Debemos recordar que en esa época no existía alcantarillado, y que el agua para uso y consumo diario se traía en carretas desde el río Bío Bío o desde el sector La Toma, en el cerro del parque Ecua-
fines, con las mismas ganas que las más
El historiador Boris Márquez Ochoa, Di-
dor. Incluso, los de menos criterio la
conspicuas familias de la ciudad, quie-
rector de la Biblioteca Municipal de Con-
obtenían de las lagunas, con nefas-
nes lo entendieron como una obligación
cepción, explica que con esta figura de la
tas consecuencias sanitarias. En esos
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