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Estación del ferrocarril Eloy Alfaro

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Especial

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Jaime Vicente Pérez Roquero, pecador y leal.

Por: Ángel Jaramillo Velasteguí

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El resplandor al final de un largo corredor bañaba tenuemente decenas de obras de arte colgadas en sus paredes. La retina de un niño con una sensibilidad especial se impresionaba todos los días al caminar por este espacio. Era uno de los lugares preferidos de Jaime Vicente Pérez cuando niño, en la casa de sus padres en Barcelona, España.

Ahora que lo visito, siento algo parecido al conocer su oficina. Es como entrar en un museo o mejor dicho en una tienda de antigüedades. Es un espacio cargado de historias y que de muchas maneras traduce la personalidad de nuestro nuevo amigo: Jaime Vicente.

Nos sentamos en este abigarrado y ecléctico espacio a disfrutar de esta charla, junto a Oswaldo Almeida, mano derecha y subgerente de Grupo Editorial Océano. Conforme conversamos se nota que Jaime Vicente es de los buenos catalanes, sobre todo cuando mezcla de manera inconsciente el español con su lengua materna. Jaime es un gran coleccionista, tiene una excelente pinacoteca, principalmente de artistas plásticos ecuatorianos: Carlos Catasse, Luigi Stornagiolo, Gutiérrez, José Unda. También, en un rincón, podemos ver una gran colección de piezas precolombinas. Es un museo.

”Nosotros creamos el hábito a la consulta, y si de cien personas una se hizo lectora por la consulta, caray, son muchos los lectores que hemos creado”

De una familia de clase media, trabajadora. Comienza a laborar muy temprano, a los catorce años, en una talabartería. Después desarrolló su gusto por el trabajo en el grupo Santa Eulalia, donde era aprendiz. Curiosamente buscaba un poco más de comodidad en los horarios de trabajo, así se contactó con el Grupo Editorial Danae. Ahí se trabajaba de lunes a viernes y el sábado libre.

Se define como un viejo roquero, loco, coleccionista, pecador y sobre todo leal. Lleva trabajando 47 años en la misma casa editorial, antes conocida como Ediciones Danae, actualmente Grupo Editorial Océano. Se inició en esta empresa a la temprana edad de 17 años.

Pasaron aquellos días en los que algunos de los grandes grupos editoriales de ese entonces subestimaban lo pequeños que eran. Así fue que con largos días de trabajo de “48 horas, arañando, arañando”, fueron ganando espacio y respeto en el mercado internacional hasta llegar a ser lo que son ahora: una de las casa editoriales más grandes de Latinoamérica, con presencia en más de veinticuatro países.

“El tener un libro en las manos es algo muy particular, es una sintonía. No hay nada más placentero que dormir con un libro en las manos”.

Largo fue el proceso y el camino hasta llegar a Quito. Ha viajado mucho: Colombia, Palmas de Canarias, Bilbao, Valencia, Barcelona. Hasta que un día el señor José Lluis Monreal, Presidente del grupo, lo llamó ya entrada la noche para ofrecerle el puesto de Gerente General en Ecuador, propuesta que no le gustó mucho al inicio, ya que recién había llegado de otra misión y se estaba estrenando como papá. Las palabras definitivas que le convencieron: “Jaime, cada vez quedan menos con los que podemos contar”. La respuesta cayó por su propio peso: “A la orden, mi general, y vámonos”. Llegó en julio de 1983 a nuestro país con sus hijas y el apoyo incondicional de su esposa Alicia. Ya son 28 años en nuestro país. Ha sido testigo de nuestros avatares políticos y de las crisis económicas, que afectaron a todos. Superó una época muy complicada para el Grupo Océano Ecuador en 1984, que ha logrado consolidarse como una de las editoriales más grandes y solventes del país y Latinoamérica.

“Lo que me dio en el corazón al llegar a Ecuador fueron los padres pobres que tienen que abrocharse el cinturón y pagar una cuotita para comprar un libro ”.

La estrategia empleada fue sencilla, pero demandó jornadas de trabajo intensas. Se creó y desarrolló una robusta red de distribución local e internacional. Dada esta fortaleza del grupo, como uno de los principales distribuidores de Latinoamérica, otras editoriales buscaron el soporte de Océano en este aspecto tan importante y crítico del ciclo editorial: la distribución y la recuperación de la cartera.

La cadena de distribución, nos explica Jaime Vicente, se sustenta en dos pilares básicos: el crédito editorial (el distribuidor al detal) y la distribución en librerías, la misma que ha conseguido un puesto muy importante en el mercado mundial.

Se nos queda corto este espacio. Solo podemos desear que Jaime Vicente Pérez siga con esa espectacular colección de sueños, arte ecuatoriano y largas horas de trabajo para que los lectores del Ecuador continuemos gozando de buenos libros.

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