Revista La Piola #35

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MONTAÑISMO Integral al Santa Isabel. INTERNACIONAL Mujer Montaña. PERFILES Homenaje al Polaco. ESCALADA Solo en Yosemite. COMUNIDAD Curso guías de Montaña. MONTAÑISMO en Vilcanota.



CONTENIDO 4.

EDITORIAL.

5.

NOTICIAS.

6.

INTERNACIONAL. Mujer Montaña

10.

Edición 35 - Año 10 - Febrero 2020 ISSN 2422-3395

Colombia. De la Montaña al Mar.

PERSONAJE. Gonza, la vida entre rocas y risas.

MONTAÑISMO. Integral de las tres

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COMUNIDAD. Curso ACGME para

cimas del Santa Isabel.

guías de Montaña.

PERFILES. Homenaje al primer instructor de escalada en Colombia.

25.

PUBLIREPORTAJE. Manaslu 2020

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ESCALADA. Solo en el Valle

28.

MONTAÑISMO. Perú, exploración

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Vilcanota.

REVISTA LA PIOLA -

DIRECTOR GENERAL: Luis J. Pardo Orozco DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: Melissa Fernández Saad CORRECCIÓN DE ESTILO: Ana Lucía Villalba

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Revista de Montaña, Escalada y Trekking

10 años

Los artículos de la REVISTA LA PIOLA son responsabilidad exclusiva de los autores y no necesariamente reflejan las opiniones y juicios de la Revista.

COMMUNITY MANAGER: Diego “Koshi” Restrepo COLABORADORES EN ESTA EDICIÓN: Stephanie Gailer, Griselda Moreno, Mónica Savdié, Sebastián López, ACGME, Marcelo Arbeláez, Juan Pablo Ruiz, Julio Bermúdez, Juan Camilo Ramírez, Laura Campos, Luis Fernando Builes. FOTOGRAFÍAS:

Proyecto Mujer Montaña Colombia 2019, Iván Romero Londoño Sebastián López, ACGME, Marcelo Arbeláez, Julio Bermúdez, Juan Camilo Ramírez, Laura Campos. PORTADA: Gonzalo Ospina IMPRESO POR: Dos Creativos Ltda. CONTACTO: lapiolarevista@gmail.com @Todos los derechos reservados.

Todos los derechos reservados. Ninguna porción de esta Revista puede ser reproducida o modificada en ningún medio sin consentimiento escrito del Director.

PUBLICACIONES LA PIOLA S.A.S.

Bogotá, Machetá. Colombia – Suramérica

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EDITORIAL

EL TURISMO ESTÁ MATANDO LA AVENTURA.

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hhh tiempos aquellos cuando la aventura la sentíamos fluir como un torrente interno e imparable que nos llevaba a descubrir terrenos únicos y a vivir momentos irrepetibles. La exploración hacía parte de una salida cualquiera a la Montaña y la incertidumbre hacia lo desconocido era la principal motivación para mantenernos en pie frente a las vicisitudes y tormentos que nos deparaba la Montaña. Pero llegó el capitalismo salvaje que todo lo contamina y esa aventura fue arrastrada al mercado económico de los planes turísticos programados con itinerarios estrictos, fronteras limitadas e intermediarios de venturas. La Montaña no fue ajena a esta transformación y más rápido de lo que creímos, esa aventura quedó presa por las riendas de paternalismo y control gubernamental, de lo que el mercado turístico sacó provecho rápidamente. Hoy día vemos empresas turísticas anunciando “EXPEDICIO-

NES” a las montañas, cuando en realidad son simples paseos donde los guías realizan todas las tareas de los “Expedicionarios”. Cualquier subida a la cima del Tolima la venden como “Expedición”, pretendiendo hacer sentir a sus clientes como unos súper exploradores, cuando en verdad están llevándolos como arreando vacas al cambio de potrero. Una verdadera Expedición se realiza a sitios lejanos y comprometidos, con pocas facilidades y comodidades, con logística delicada y con alto grado de aventura. Paseos turísticos no deberían llamarse Expediciones. El honorable logro de alcanzar una Cumbre está siendo rebajado a una fotografía en cualquier piedra que tenga paisaje, el mejor ejemplo se vive en el Paramillo del Quindío y el Nevado de Santa Isabel, cuando los supuestos guías llegan a puntos que no son la cumbre y la anuncian como tal, argumentando que el terreno siguiente es expuesto, peligroso al que no está permitido el ingreso. En el Paramillo del Quindío el turismo no sube a

la cumbre máxima de la montaña, sino solamente a una antecumbre llamada El Edén. Y en el Santa Isabel, solo los guías expertos realizan la escalada en roca final para así llevar a sus clientes a la verdadera cima de la montaña, mientras que la mayoría de turistas son frenados a escasos 20 metros. Engañados pero sin saberlo, regresan a casa con una falsa cumbre alcanzada. No se trata de estar en contra del Turismo de Montaña, pero las cosas deben ser como son. Una cosa es una expedición y otra una salida turística, una cosa es un turista y otra un expedicionario, una cosa es una antecima y otra la cima. El turismo no es aventura ni exploración, así que no nos conformemos con las actividades turísticas y salgamos a explorar más; no dejemos que la aventura sea solo un recuerdo de cuando el turismo no había colonizado los espacios salvajes.

Luis Pardo Director General Revista La Piola


NOTICIAS Expediciones 2019. Claudia López en el Manaslú, logra su 2do Ochomil y además rompe el mito de tragedia que cargaba esta montaña para los colombianos. Anibal Pineda en su reciente expedición al Broad Peak, realizó un interesante intento en solitario en su último empujón a cumbre pero infortunadamente no alcanzó la cima. Otras cumbres internacionales fueron: Alejandro Sánchez al Monte Elbrus, Ana María Giraldo al Pico Carstenz, Laura Campos al Aconcagua y Diana Zabala al Kilimanjaro.

Récord de precocidad al Tolima. Henry Jerez oriundo de Anzoátegui, hijo de una familia campesina que vive en El Palomar a 3000 metros de altitud y con tan solo 6 años de edad, alcanzó la cima del Nevado del Tolima, siendo la persona más joven en alcanzar esta cima.

Resurge Sebastián Prieto. Después de haber tenido un accidente muy delicado y en solo tres meses de entrenamiento, Sebastián logra retomar su alto nivel con el encadenamiento de varios 5.13d/5.14a en Machetá y Florian.

Trilogía Tolima. Anibal Pineda recientemente realizó en solitario una trilogía de glaciares en el Nevado del Tolima. Él mismo lo contó así: “¡Hecho! La trilogía de los glaciares quedó escrita. Kraus, Torare y Pijao en 4 días y en solitario”. NOTICIAS NOTICIAS

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INTERNACIONAL

Equipo Mujer Montaña Colombia 2019 durante la travesía y ascenso en el Parque Nacional Natural Los Nevados.

MUJER MONTAÑA COLOMBIA De la montaña al mar. Una edición que conectó historias de vida, territorios y deportes de aventura. Por Stephanie Gailer y Gri Moreno

T

odo comenzó un año antes en una casa rodeada de montañas, a pocos metros del páramo de Guerrero. Acompañadas por el calor de la chimenea, nuestros corazones crepitaban soñando con una nueva edición de Mujer Montaña, esta vez, en Colombia. Agua de panela, arepas con queso y horas conversando, lograron que hiciéramos un bosquejo de esa profunda ilusión: lograr el reencuentro de mujeres pioneras del montañismo latinoamericano en los años 80, vincular un equipo interdisciplinario y polideportivo, que mujeres líderes indígenas y campesinas de diferentes territorios participaran, y unir a través de distintas actividades de aventura, la montaña con el mar. Además, hacer un evento que permitiera mostrar los grandes ejemplos de reconciliación con la vida y el territorio colombiano.

Establecimos un grupo de trabajo conformado por mujeres colombianas que habían participado en ediciones pasadas de Mujer Montaña. Esto enriqueció lo pretendido, pues entendían de raíz el espíritu del proyecto. A partir de ese momento, no se paró de trabajar. Horas de celular y encuentros de planeación desembocaron en una metódica prospección que fijó no solo los

territorios donde se llevarían a cabo la apertura y las etapas, sino con quienes tejeríamos conjuntamente este sueño. La apertura del evento fue en Bogotá el 17 de agosto de 2019, con la compañía de amigos y amigas montañistas, y de una ilusión hecha realidad: la reunión histórica de algunas de las mujeres líderes de las cinco Confraternidades Femeninas Latinoamericanas de Montaña que organizaron en distintos países en la década de los 80. Estas Chicas de los 80s, como cariñosamente las hemos llamado, tenían 33 años sin encontrarse. Nos compartieron


INTERNACIONAL

Escuela de Espeleología en El Peñón, Santander.

Durante la segunda etapa del Proyecto, se alcanzaron las cimas del Nevado del Tolima y del Paramillo del Quindío.

Escuela de Escalada en Roca en Suesca, Cundinamarca. Instrucción para espeleología y escalada durante la primera etapa.

Travesía en kayak oceánico en Cartagena.

INTERNACIONAL

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INTERNACIONAL

“Para quienes organizamos Mujer Montaña Colombia fue una de las cumbres más altas que hemos logrado. Fueron muchas emociones, nacionalidades y altitudes en un solo lugar”. » Carolina Cruz Vallejo, Equipo Mujer Montaña Colombia Durante el ascenso al Nevado del Tolima -5225 m- por la ruta Schimmer.

una historia singular, fueron parte de las diferentes actividades y además nos enseñaron, que para este tipo de pasiones no hay límites de edad. En 1991 las confraternidades se disolvieron por distintos motivos y no sé realizó en Colombia. La historia puso un puente entre esa iniciativa y Mujer Montaña, así, la 6ta edición fue un acto de magia conjunta; la que ellas no pudieron llevar a cabo y la nuestra, que abría un hueco en el espacio y daba lugar a un diálogo y a un compartir sin tiempo.

montaña que conformaron la primera etapa del evento se llevaron a cabo en Suesca, para luego concluir con una linda actividad en el Parque Nacional Natural Chingaza, donde combinamos la caminata con una acción de restauración de bosque alto andino. En este paraje de ensueño, fuimos sorprendidas con una inolvidable serenata en medio de la altura y el calor humano de una familia orgullosamente campesina. Paralelo a esto, se realizó una escuela de espeleología entre Suesca (donde se desarrolló teoría y prácticas iniciales), y el Peñón, Santander (donde se implementaron las técnicas aprendidas y se visitaron dos cuevas). Allí, las participantes pudieron experimentar, acampar bajo tierra, compartir una iniciativa local de producción de vino de mora y vivir un concierto musical de cuencos tibetanos en armonía con el submundo.

“Lograr reunir a nueve de las mujeres que llevan dentro de su corazón y su palpitar las montañas de latinoamerica desde los años 70’s y 80’s, posicionándose como los íconos sublimes de esta etapa fue muy conmovedor. Con ellas, logramos resignificar en este encuentro, lo que para la época representaron”. (Edith Buitrago, equipo Mujer Montaña Colombia)

La segunda etapa se desarrolló en el Eje Cafetero. Logramos un itinerario que enlazó el conocimiento de proyectos productivos y culturales vinculados al café (Mujer Café Salento) y al cacao (Chamí Cacao), con travesías de media y alta montaña en el Parque Nacional Natural Los Nevados. Logramos las cumbres del Paramillo del Quindío y del Nevado del Tolima; en ambos casos, cumbres colectivas muy especiales y emotivas. Para esta etapa, se contó con el apoyo de gente maravillosa de la región (desde Salento hasta los páramos) y la invaluable colaboración del Club de Montañismo Cumbre, especializados en rescate y emergencias médicas en montaña. Se creó un plan de contingencia, un programa de bajo impacto y gestión de residuos. Entre todos, logramos realizar una expedición consciente y responsable en un área protegida.

Las actividades de escalada, orienteering y ciclismo de

La tercera región elegida fue el Caribe Colombiano, completando así, la ilusión de llegar al mar desde la montaña. La apertura


Detalle de ascenso al Nevado del Tolima en cercanías a la cumbre.

se realizó en el Museo Histórico de Cartagena, donde buscamos visibilizar el proceso tanto de mujeres montañistas, como de personas alrededor del mundo del remo y del territorio nacional. Esto, en aras de apoyar un espacio de resignificación a las mujeres, que compartieron historias de atropellos dolorosos y ejemplos de vida alrededor del bienestar y logros alrededor del deporte. Esta etapa contó con una actividad muy emotiva: travesía en kayak oceánico y actividades alrededor de los ecosistemas marinos en distintas islas junto a señoras sobrevivientes de cáncer de mama (Dragon Boat Colombia). El 11 de septiembre, con una ceremonia donde dejamos en el mar todas las energías y buenos pensamientos cosechados en las montañas durante nuestras aventuras, cerramos la 6ta edición de Mujer Montaña. Entre los mayores logros de Mujer Montaña Colombia, nos enorgullece el inolvidable reencuentro de las chicas de los 80s y el haber tenido a Parques Nacionales Naturales de Colombia trabajando en conjunto como aliado transversal. Además, alcanzar por medio de un trabajo multidisciplinario e interterritorial, que participantes de doce naciones distintas disfrutaran y entendieran esa Colombia en reconciliación, llena de vida y motivada a realizar y materializar cosas positivas que impactan al corazón. “Ver la sonrisa plasmada en sus rostros, el brillo en sus ojos y su alma vibrando en nuestra Tierra, nos llenan de orgullo estas mujeres que le apostaron conocer nuestra Colombia. Mujer Montaña Colombia enamoró a sus participantes del colorido biodiverso de nuestra cultura, costumbres, paisajes, gastronomía, fauna y flora. Dejando en cada mujer un deseo inevitable de volver y borrando así, los estigmas que nos han marcado”. (Bibiana Sánchez, equipo Mujer Montaña Colombia)

Esto que soñamos en esa casa junto a la chimenea fue posible gracias a la unión de muchas personas, instituciones y empresas que soñaron con nosotras. Cada quien, con su apoyo o esfuerzo aportó a la creación de un tejido inédito entre territorios, deportes de aventura e historias de vida. Logrando abrazar al final una hermosa obra de arte. El Staff directivo y organizador de Mujer Montaña Colombia 2019 estuvo conformado por Griselda Moreno (Argentina) y Stephanie Gailer (Colombia) a la cabeza de toda la idea, diseño y organización. Acompañaron todo el proceso las colombianas Carolina Cruz Vallejo, Diana Ramírez, Edith Buitrago, Bibiana Sánchez y María Alejandra Polanco. Se sumaron al staff al momento del evento: Susana Rodríguez (Venezuela) Denys Sanjinés (Bolivia) y Miriam Díaz (México). INTERNACIONAL

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PERSONAJES

“LA VIDA ENTRE” GONZA

ROCAS Y RISAS. Leyenda de la escalada colombiana.

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e ha correspondido el honor de escribir unas palabras sobre un hombre excepcional llamado Gonzalo Ospina, con quien tuve la fortuna de compartir una década de vida y aventura, y traer al mundo hace 22 años a quien sería el sol de sus ojos, Isabella. Más allá de comenzar a nombrar las tantas montañas a las que se acercó, lo que primero me atrajo a él fue la increíble amistad que tenía con Elvira, su mamá. Era una relación amorosa, cómplice y divertida, que me permitió ver el noble ser humano que habitaba adentro del gran hombre que se convertiría en una leyenda del montañismo colombiano. Nuestros caminos se unieron cuando el periodismo y el montañismo comenzaban a necesitar el uno del otro para dejar testimonio de los espectaculares retos que impulsan el espíritu de mujeres y hombres. Lo conocí en una expedición al Nevado del Ruiz, adonde iríamos a escalar paredes de hielo. Aunque no formé parte de su cordada, pude ver su destreza para ascender por la grieta con ágiles movimientos que le permitían anclarse a las paredes y probar la estación desde donde cuidaría de sus compañeros. Gonza y yo nos enamoramos después ese viaje y comenzamos a disfrutar una vida plena de aventuras en motocicleta (ambos teníamos una moto de cross), escalando en roca, subiendo montañas, volcanes y nevados. Nos sumergimos en las Cuevas de la Hermosura, Santander; le dimos varias veces la vuelta a la Sierra Nevada del Cocuy; realizamos la ruta nocturna al Sisga en bicicleta bajo la luz de la luna llena en varias ocasiones; y entrenábamos subiendo a Monserrate hasta en doble vuelta diaria.


Yo estaba fascinada de haber encontrado a mi media naranja, ese hombre alto y atractivo al que mucha gente quería. Me encantaba su capacidad para hacer reír a quienes lo rodeábamos. De hecho, Gonza tenía una cicatriz en forma de medialuna en el lado izquierdo de su cara. Fue la consecuencia de un atraco nocturno en el cual le robaron su bicicleta y al oponer resistencia lo hirieron con el filo de una botella rota. Al comenzar a conocer la chispa de alegría que era Gonzalo percibí que la vida le había hecho otra sonrisa en su rostro. De esa alegría quiero escribir. ¿CÓMO COMENZÓ TODO? Habría que remontarnos a sus años

Iván Romero, Alberto Castro y Gonzálo Ospina en una escalada de los 80´s a “La Cédula” en las Rocas de Suesca

de infancia vividos en la finca El Cairo en Sindamanoy, Cundinamarca, hacienda ubicada en las faldas de la montaña que estaba rodeada de bosques nativos de los cuales sobresalían rocas de arenisca que harían las delicias de su temprana curiosidad. Acompañado de su primo Alberto Castro se aventuraron a escalar de forma intuitiva cuanta roca encontraban en su camino, llegando así a descubrir los farallones de Suesca cuando aún no habían cumplido los veinte años, lugar que los deslumbró y del cual no querrían volver a salir. A partir de ahí, ganaría la destreza para desafiar con el paso de los años los emblemáticos lugares donde gobiernan las nieves perpetuas. Se aventuró a la Sierra Nevada de Santa Marta, coronando los picos Colón y Ojeda y la Pared Norte del Bolivar. En la Sierra Nevada del Cocuy realizó ascensiones a casi todos los nevados, abriendo una ruta en la cara norte del Cóncavo con su amigo de vida Fercho, y el filar oriental del Ritacuba Negro. Realizó ascensos Gonzalo Ospina en una de sus escaladas a la Sierra Nevada del Cocuy y Güicán en los 80´s.

PERSONAJES

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Colombianos en el Campo Base del Aconcagua. Juan Pablo Ruiz, Marcelo Arbeláez, desconocido, Roberto Ariano y Gonzalo Ospina sentado a la derecha de la foto.

Gabriel Llano, Gonzalo Ospina, Luis Andrés Romero y desconocido en las Rocas de Suesca, años 80's. Reunión de varios de los más representativos montañistas de los 80's y 90's. Gonzalo aparece de séptimo en pie. Grupo Hippie escalador: Patric López, Alberto Castro, Blancanitos, Jairo Gómez, Mariano Gutiérrez, Alfredo Méndez, La Perca y Gonzalo Ospina.

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Gonzalo, su hija Isabella y Mónica, su compañera de vida durante muchos años.


a los picos del Parque de los Nevados, escaló el Nevado del Huila y los volcanes del sur. En Ecuador subió el Cotopaxi, el Chimborazo, el Illiniza sur y norte, el Cayambe. En Perú escaló la Ferrari del Alpamayo, el Artesol, el Urus, y el Ichinka. En California escaló Sentinel rock, Middle catedral Wall y Moon Cracker con Juan Fernando Gaviria. Apenas por nombrar algunas de sus montañas. Recuerdo un día muy especial de 1996 cuando Gonzalo se acercó y con la sonrisa más luminosa que yo haya visto me dijo: “me voy al Everest”. Sus ojos brillaban de felicidad y comprendí que su larga trayectoria por la escalada había confluido en el feliz propósito de pisar la cima del mundo. Yo acababa de culminar mi postgrado de periodismo y comenzaría a escribir sobre esos 7 expedicionarios que se habían propuesto esa alta meta: Marcelo, Paiton, Miguel, Juan Pablo, Cristobal, Manolo y Gonzalo. Con el apoyo de Granahorrar viajaron al sur del continente para escalar en Argentina y Chile el Aconcagua (por la normal y la Polacos), Los Ojos del Salado y el Tupungato. En la primavera del 98 fue el primer intento sin éxito de coronar el Everest pero la meta se mantendría intacta. Decidieron volver al Himalaya en el año 99 para entrenar en el Manaslu, montaña de alto riesgo que cobró la vida de su compañero de cordada, Lenin Granados. Esa avalancha de nieve arrojó a la grieta más inmediata a otros montañistas que iban adelante. Con la cabeza fría en situaciones adversas Gonza descendió de forma inmediata a la grieta para rescatar a Fercho y a los dos mexicanos.

La preparación seguiría en el Cho Oyu un año más tarde, montaña que fue coronada con éxito por el grupo, pero donde Gonzalo sufriría de un edema cerebral que lo privó de la cima. Sin embargo salió airoso gracias al inmediato apoyo brindado por su amigo de cordada Nelson Cardona, para formar nuevamente parte de la siguiente expedición al Everest en el año 2001 que culminó con éxito en la primavera de ese año. En el año 2010 Gonzalo caería en una grieta muy difícil de salir cuando tuvo el primero de una serie de accidentes cerebro vasculares que con el paso del tiempo fueron limitándolo físicamente. No obstante su mente se mantenía lúcida y su sagaz humor era su válvula de salida. Pero para un hombre que había amado la libertad de las montañas y había en-

Gonzalo Ospina dando instrucción de escalada y maniobras a los rescatistas de la Cruz Roja Colombiana

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Gonzalo sentado descansando después de un ascenso al Monte Chimborazo del Ecuador. 2008.

Catalina Piñeros y Gonzalo en una travesía “Vuelta a la Sierra”. Nótense los morrales marca Spigo con diseño y fabricación hechas por su empresa.

contrado en cada roca, en cada peldaño, en cada dificultad, el arrojo de la vida, aceptar esa limitación no sería tarea fácil. Pero la llevó adelante con dignidad y paciencia. Porque a pesar de sus dificultades físicas, Gonza se empañaba en subir a las montañas, siendo el ascenso medianamente fácil para él (en los comienzos de su condición) pero el descenso cada vez más difícil. Por eso optamos por retos como el de Mon-

serrate que él subía escuchando los aplausos de quienes lo veían guerrear esos escalones, para luego bajar en teleférico. O el páramo del Verjón donde el fácil acceso en carro permitía que él ingresara al páramo con sus inseparables botas de montaña y en compañía de su siempre presente amigo Fernando Torres. O remando en kayak en la laguna de Tominé, donde convenimos un día amarrar con cinta su mano derecha al remo para que pudiese remar. Eran sencillamente otras formas de aventura en las que procurábamos suplir en algo sus ansias de vida. En abril del 2019 nos montamos en mi carro Gonza, mi hijo y tres amiguitos suyos para pasear por la Sabana. No sabíamos que ese paseo de dos días se convertiría en los inicios de una despedida a su gran vida. Nuestra primera parada fue en


Sindamanoy, lugar donde comenzó a gestarse la leyenda. Luego proseguimos el viaje hacia Suesca, el segundo hogar de Gonzalo. Estacionamos el carro al lado de la carrilera y comenzamos a caminar rumbo a las rocas. A pesar de que el andar se le dificultaba mucho por las piedras, trataba de abrirse paso como siempre lo había hecho, con cada uno de los retos que se impuso a lo largo de su vida. De manera milagrosa, cuando comenzaba a mostrar mucho cansancio llegó la brujita, ese vehículo empujado sobre los rieles, y los cinco nos montamos para iniciar así un viaje en el tiempo. Al dar la curva, los jóvenes quedaron maravillados ante los farallones de Suesca, quizás con la misma mirada de asombro que abrazó a Gonzalo y a su primo Alberto cuarenta años atrás, y que se convertiría en la meca de la escalada en Colombia.

Miguel Vidales, Gonzalo Ospina y Juan Pablo Ruiz en un ascenso al Nevado del Ruiz como entrenamiento para el Himalaya.

Narré a los chicos cómo el par de primos se aventuraron a treparse a las rocas de forma intuitiva, descubriendo ascensos que darían inicio a las rutas clásicas, improvisando anclajes a las rocas con los clavos de los rieles, aprendiendo de escalada con los escasos artículos que descubrían y dejándose llevar por la pasión que los invadía. A medida que la brujita avanzaba lentamente pudimos ver la gran cantidad de escaladores que ascienden hoy en día por esa diversidad de rutas que en un pasado solitario comenzaron a descubrir este par de

Gonzalo Ospina Anibal Pineda, Juanito, Daniel Calderón, Luis Pardo e Iván Macías bajo el Monte Chimborazo.

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Caminata a los páramos circundantes de Bogotá. Gonzalo disfrutó de la naturaleza hasta sus últimos tiempos.

aventureros. Seguimos en el relato viendo las rutas de Suesca donde Gonzalo fue uno de los mayores aperturistas y fui señalándoles sus rutas: Cobrando Cuentas, El Bong, CAEC, Canchis , Clavícula, El Gran Techo, La Abeja, La Rosa Espinoza, Prisionero Sangriento, Puños, Soda y Limón, El Último Vuelo del Águila, Viviendo en el Pasado, entre otras. Iniciamos el retorno cuando fueron apareciendo amigos que se internaban en las rocas a escalar. Uno a uno, en grupo, en parejas, celebraban el encuentro con Gonzalo a quien hacía mucho no veían por las rocas. No alcanzábamos a avanzar 50 metros cuando llegaba un nuevo amigo, a quien yo le pedía que contara a los presentes quien era el que iba ahí montado. “La leyenda de Suesca!” “El dinosaurio!” “El padre de la escalada en Colombia!” “El más grande!”. Abrazos estrechos y emocionados rodeaban a Gonzalo en su última travesía por sus amadas rocas. Don Pablo, quien empujaba la brujita junto a su hijo, comenzaba a sacar pecho, mientras entendía quién era su pasajero. Gonza sonreía, parecía feliz. Al pasar por CAEC narré el primer ascenso de Isabella a los 13 años junto a su padre, quien tenía afán de aventurarse por las montañas de la vida con ella. De hecho, a los 7 años ya la había llevado a conocer las nieves del Cocuy,

en lo que sería el inicio de un mundo de exploraciones que se vio truncado por el destino. Al culminar el recorrido Ilán me preguntó si yo había planeado todos esos encuentros y le respondí que no, que el universo se había encargado de ese merecido regalo. Emprendimos al día siguiente el retorno por La Calera y me desvié hacia la Planta de Cementos Samper. Estacionados al lado de las ruinas narré a los chicos una aventura que en este mundo sólo pueden contar él y su primo Alberto: Encontraron a los 16 años la cima de una montaña por donde pasaban muy cerca los cables cargando baldes de cemento ya vacíos y tuvieron el arrojo de


pulsar el montañismo, patrocinar expediciones, dar consejos a quienes querían desafiar grandes retos y también ser guía de alta montaña. Una de las anécdotas que se ha vuelto leyenda fue de la guianza que hizo a una pareja de extranjeros, cuando en medio de la neblina en el Cocuy perdió el rastro y tuvo que hacer la confesión a sus clientes: “estamos perdidos”. Uno de ellos, asombrado, le preguntó: “¿Acaso no estamos con el mejor guía de Colombia?” y Gonzalo respondió: “Si, pero estamos en Venezuela”.

En medio de los momentos adversos que le traía la vida, Gonza siempre tenía una sonrisa para hacerle frente al destino.

interceptar uno y meterse adentro en audaz maniobra mientras estaba en movimiento. Fue una aventura aérea desde Bogotá hasta La Calera viajando a gran altura sobre riscos y valles. Quizás iban reventados de risa y alegría, hasta que los interceptaron. El sistema se frenó y los guardias los hicieron descender en la estación más inmediata. Gonzalo contaba que los regaños ni se escuchaban ante el goce pleno que invadía el corazón de ambos. Gonza escuchaba mi narración entusiasta ante unos muchachos que miraban a lo alto tratando de imaginar semejante proeza. Luego, cayó definitivamente la noche. Llegamos a Bogotá y Gonzalo me dijo con su voz dificultosa “ha sido un fin de semana mágico”. Usar la palabra magia no era la costumbre de Gonzalo, a pesar de que su vida estaría enmarcada en un halo de fantásticos propósitos personales y sucesos en los que siempre desafió la lógica.

Ese fin de semana habíamos hecho un homenaje a su grandiosa vida por los escenarios que lo vieron nacer, crecer y formarse en las montañas. Escenarios que curtieron su amor por la escalada y lo llevaron ser en los años 80 el primer fabricante de equipo de montaña en Colombia, actividad que le permitió im-

Ese era Gonzalo Ospina, siempre con la chispa a flor de piel. Un hombre a quien la vida premió con amistades estrechas y sinceras y le brindó caminos de ensueño. La vida de Gonzalo se apagó el 21 de diciembre de 2019 cuando tenía 60 años de edad. Rodearon su ataúd equipos SPIGO que muchos amigos llevaron para honrar su trabajo. Fue despedido con Blue Sky de Queen, bellamente interpretada en guitarra por Daniel Briceño. En 1995 el periódico El Tiempo había titulado su ascenso con Luis Fernando Gaviria al mítico Capitán en California por la Salathe Wall: “La roca, otra forma de llegar al cielo”. Sin duda, las rocas lo hicieron tocar el cielo.

Por Mónica Savdié PERSONAJES

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MONTAÑISMO MONTAÑISMO

Al fondo el Ruiz, y más cerca la cima norte del Santa Isabel.

Momento de la travesía entre las cimas centro y sur.

Con el Nevado del Tolima de fondo, se dirigen a la cima sur.

Cimas norte y central desde la cima sur del Santa. l. Pendientes fuertes y finales de la cima sur.


Integral de las tres cimas del Nevado Santa Isabel

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unto a Daniel Posada, Germán Rivera y Mateo Muñoz, nos planteamos recorrer las 3 cimas del icónico Nevado Santa Isabel, reconocido por su gran dinámica de cambio de glaciar. Esta montaña ubicada en la cordillera central colombiana, es parte del Parque Nacional Natural de Los Nevados y representa uno de los tres glaciares de la zona, y a su vez, uno de los seis que aún queda en el trópico colombiano.

Partimos el 9 de diciembre antes de la media noche desde Manizales, llegamos a las tres de la madrugada a Conejeras y el cronómetro empezó a contar. Queríamos saber en qué tiempo podríamos realizar una posible integral. Cincuenta minutos después, ya nos encontrábamos sobre los 4800 m, en el borde glaciar, a tope. Allí nos alistamos e iniciamos el ascenso, el cual solo nos tomó 24 minutos hasta el final del glaciar Centro y luego una pequeña escalada de 10 minutos, que nos llevó a la verdadera cima central. Nos quedamos esperando el alba y tal vez a responder, por qué subimos montañas. Ese es uno de los momentos que valen todo el esfuerzo, sin palabras, solo contemplar y sentirnos afortunados de estar allí en medio de la nada y a la vez, de todo.

Seguidamente descendemos a un gran collado que ha quedado entre la cima centro y sur, la cual se convierte en la cima que nos toma mayor tiempo, pues los efectos de los procesos mecánicos de fractura de la roca hacen lo suyo en las alturas y nos encontramos con un escenario donde todo está descompuesto, así que nos aproximamos con cautela y con espacios prudentes entre cada uno de nosotros. La cima sur se hace cada vez más pendiente y un poco riesgosa en función de algunos desprendimientos, sin embargo, es posible acercarse con mesura. En sus últimos 10 metros hay algo de nieve y se forman “neveros” bastante inestables, es el glaciar agonizando. Demoramos hora y media desde el descenso en rappel desde la cima centro. Nos olvidamos del cronómetro, preparamos café y seguimos disfrutando del momento. Empezamos la búsqueda de la arista suroriental que baja desde cima central para llegar a las morrenas que nos conectan a la cima norte, nuestro objetivo final. Una vez la visualizamos, decidimos entrar de frente por la parte más pendiente, que no supera los 50 metros y 45° de exposición. Vamos dos cordadas y decidimos colocar un tornillo para cada cordada y seguir adelante en modo ensamble, salimos rápido al denominado hongo norte y en pocos minutos estamos en su cima. Abrazos y felicidad, nos hemos gozado la montaña. También recordamos algunas personas que realizaron esta travesía cuando era una sola montaña, unida por glaciar. Rápidamente descendemos y regresamos al vehículo a media noche, nueve horas después. El ascenso al nevado Santa Isabel no presenta dificultades técnicas, solo ir con cuidado. El equipo a usar es el básico de montaña.

Por: Sebastián López MONTAÑISMO

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COMUNIDAD

En el Campo Avanzado del Nevado del Ruiz con su fumarola iluminada por el amanecer.

Curso ACGME

a profesionalización de Guías en Colombia ha sido el eje primordial en la gestión que la Asociación de Guías de Montaña y Escalada -ACGME- ha venido desarrollando durante los 6 años de funcionamiento.

Gracias a un fuerte trabajo de gestión, ha logrado el reconocimiento necesario para generar la confianza en el profesionalismo con el que ACGME imparte los cursos y evalúa a sus guías. Ha contado con la autorización de Parques Nacionales durante dos años consecutivos para la realización de los Cursos y Evaluación de Guías de Montaña en el Parque Nacional Natural Los Nevados; en 2018 el primer curso se realizó en el Nevado de Santa Isabel, y recientemente la edición 2019 se efectuó en el Volcán Nevado del Ruiz.

Desde sus inicios en el 2013, la ACGME con sede principal en Suesca, Cundinamarca, ha fortalecido las competencias de los guías, llegando a realizar 8 Cursos pre-formativos enfocados únicamente al módulo de Escalada en Roca, con un alcance nacional dirigido a escaladores que se desempeñan como guías en los diferentes parques de escalada del país.

En el mes de septiembre, durante 8 días, un grupo de 17 inscritos y 4 instructores permanecieron concentrados en entrenamiento y formación específica para la guianza en te-

para Guías de

Montaña Nevado del Ruiz

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rrenos de alta Montaña. Con un Campamento Base instalado en el Refugio de Arenales (4280 m) a los pies del Ruiz. La instrucción inicial de cuatro días consistió en charlas teóricas y prácticas de campo, gestión del riesgo en montaña, orientación, nudos, estaciones, encordamientos y técnicas de manejo de grupos. Las charlas y actividades en el refugio se complementaron con prácticas y recorridos en media montaña que además sirvieron para alcanzar la aclimatación necesaria para la fase de altura del curso. Posteriormente, el grupo se desplazó al Campo Base Avanzado instalado en el antiguo refugio del Ruiz a 4850 m, en donde permaneció durante los cuatro días restantes realizando las actividades propias de alta montaña. El plato fuerte del curso se vivió con la instrucción de cramponaje, uso de piolets y maniobras de rescate en grietas. El postre fue el ascenso del grupo a la cima máxima del Volcán Nevado del Ruiz (5310m), mientras se realizaban prácticas de orientación en glaciar y manejo del ritmo en cordadas.

Aspirantes a Guía de Montaña, adquirieron una serie de conocimientos y habilidades que les permitirán emplearse más profesionalmente y con mayor destreza en las montañas, mientras guían a quienes les contraten para vivir una experiencia real de Montaña. Es grato para la ACGME ser reconocida como la principal escuela de formación para guías de Montaña y escalada en Colombia, pero el camino a la profesionalización de los guías aún no está recorrido. Solo con el esfuerzo y el buen trabajo de todos los asociados lograremos abrirnos paso en el medio turístico del país, para así alcanzar el reconocimiento que merecemos en nuestras anheladas montañas.

¡Bienvenidos a los nuevos socios ACGME! Fotografías: Momentos de prácticas e instrucción de ascenso glaciar, técnica de cramponaje, encordamientos y rescate en grietas. Volcán Nevado del Ruiz, ruta Normal.

El balance general del curso fue más que satisfactorio. Los participantes, que ahora ingresan a la ACGME en calidad de

COMUNIDAD

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PERFILES

Krzysztof Szafrański Homenaje al primer

INSTRUCTOR DE ESCALADA en Colombia.

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as historias de vida que se tejen en torno a la escalada y la montaña suelen tener capítulos inspiradores, marcando un destino que muchos decidimos seguir. Una de esas historias de vida que más ha transformado la escalada en Colombia, fue la llegada de “El Polaco” Cristobal (Krzysztof) Szanfranski. Corrían los años 70´s y los jóvenes aventureros polacos aprovechaban la apertura política de su país para buscar desafíos por todo el mundo. Una generación de jóvenes entusiastas aventureros, naciente de las difíciles condiciones que les había heredado la política soviética. Veían en las altas cordilleras su oportunidad ideal para maximizar su libertad en las cimas. Algunos buscaron el Himalaya, dando origen a lo que posteriormente se conoció como la “edad dorada” del himalayismo polaco; otros buscaron Los Andes, entre ellos nuestro Polaco. En 1975, Cristobal Szanfranski llegó al país como jefe de la expedición “Andes 75”, organizada por el Club Marítimo de Espeleología de Gydnia, de Polonia, que invitada por la Universidad Nacional de Colombia y por la Empresa Colombiana de Turismo, exploró y efectuó estudios preliminares en 24 cavernas de Huila y Santander, y escaló entre otras, el Pico Sur del Nevado del Huila. Después de mes y medio de exploraciones y escaladas, Cristobal fue cautivado por el país anfitrión y por los encantos de una colombiana. Cristobal regresó a su país natal para entregar informes de sus expediciones por Venezuela, Colombia y Perú, pero con la seguridad de

regresar prontamente a las tierras del realismo mágico. Poco tiempo después, El Polaco desembarcaría en el puerto de Barranquilla, cargado con fardos repletos de pertenencias y equipos de montañismo, escalada y espeleología; sin tener idea del idioma español, pero con la fuerte determinación polaca de volver al lado de Rebeca, la colombiana que había motivado su radical cambio de vida. Para esa misma época, finales de los 70´s, un entusiasta grupo de jóvenes iniciaba viajes y escaladas en Colombia. Entre ellos, Marcelo Arbeláez y Juan Pablo Ruiz, que recomendados por el grupo “Campo Abierto”, llegaron a las puertas de Cristobal para tomar, lo que pudo haber sido el primer curso de escalada en Colombia. El Polaco no hablaba español, pero con ingenio y pasión, logró transmitir con ejemplos y dibujos los conocimientos que tenía en técnicas de escalada y montaña. Así entonces, se convirtió en el primer instructor de escalada del país. Pero lo más importante de sus enseñanzas no fue la técnica o las maniobras, sino la ética, actitud y pasión que se le debe a la escalada. Cada domingo, día de prácticas en las Rocas de Suesca, una diferente ruta de escalada era abierta bajo las instrucciones del Polaco: apertura escalando, siempre de abajo hacia arriba, escalada limpia, libre y artificial siempre saliendo por la cima, la pared permanecía sin modificarse. Así fueron las primeras rutas y aún así se conservan las clásicas de Suesca. Cristobal importó a las paredes de Suesca la ética de apertura Polaca.


“EL POLACO”

Amigo y Maestro.

A

mediados de 1976 recibimos una invitación de la asociación Campo Abierto para tomar un curso de montañismo, escalada y espeleología. Era dictado por un polaco recién radicado en Colombia. Llegamos un sábado en la tarde a un edificio de Pablo VI; ahí vivía Krzysztof y Rebequita, su esposa colombiana, la razón por la que se radicó en nuestro país.

Nos recibió en la buhardilla del apartamento y nos sorprendió la cantidad de equipo de montañismo, escalada y espeleología que tenía (por cierto, muy ordenado). Fue maravilloso encontrar todo ese equipo de montaña, para ese entonces en Colombia no existía la posibilidad de contar con nada de este material. Increíblemente, el polaco no hablaba español y no teníamos ningún idioma común para comunicarnos, solo su gran recursividad, así que a través de ilustraciones de un libro en polaco, su interés por enseñar y nuestra fascinación por aprender, iniciamos como únicos alumnos, el curso con el polaco. Este se convirtió en toda una formación integral en técnicas, prácticas, filosofía y actitud hacia la actividad de montaña en sus diversos contextos. El curso no tenía

tiempo de finalización y consistía en clases teóricas los sábados en la tarde en la buhardilla de Pablo VI y prácticas los domingos en las Rocas de Suesca. Todo era nuevo para nosotros. Aprendimos a hacer rappel con la técnica dulfer donde la cuerda pasa por el cuerpo y es la fricción la que frena el descenso. No existían arneses, para escalar nos amarrábamos directamente a la cuerda mediante el nudo As de guía. En cada práctica, el Polaco nos motivaba a abrir una nueva ruta utilizando clavijas y martillos con mosquetones ovalados de hierro y ascendiendo con botas grulla o botas rígidas de caminar. Todo era una aventura, siempre regidos por la importancia de la seguridad de nosotros mismos y en la economía de los recursos. Nos enseñó a fabricar nuestro propio equipo, en PERFILES

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PERFILES

herrerías hacíamos los clavos, martillos, crampones y piolets. Cuando llegó el momento de alta montaña, con materiales comprados en el 7 de agosto y San Victorino, fabricamos botas, chaquetas impermeables, carpa y aislantes. En ese momento, la vida de nosotros giraba alrededor de los estudios y las clases de montañismo y escalada; Marcelo estudiaba geología en la Universidad Nacional, mientras Juan Pablo, estudiaba Economía en los Andes y trabajaba en una cantera. De profesor y alumnos, pasamos a ser amigos y compañeros de aventuras. Después de un año de clases y prácticas le dijimos al polaco que queríamos graduarnos, fue así que nos llevó al Cocuy. Frente al Púlpito del Diablo nos dijo, “ustedes ya están en capacidad de escalar esta pared, ¡ese es su examen! yo los observo desde aquí”. Con la cuerda polaca, 10 clavijas y 8 mosquetones de hierro escalamos la pared vertical de roca de 80 metros que emerge del glaciar del Pan de Azúcar. Para ese momento el equipo del polaco ya era nuestro equipo, lo habíamos ido comprando a medida que avanzaba el curso. A partir de este curso y de las innumerables enseñanzas del polaco, surgió la iniciativa de crear la primera academia de montañismo en Colombia que denominamos “El Escalador”. Marcelo actuaba como ayudante del maestro (que era el Polaco). Se hicieron dos cursos con amigos de Rebequita y otros referidos. Para el tercer curso, se habían inscrito un grupo de estudiantes del colegio Andino; a su vez, el Polaco tenía un viaje a su tierra natal, así que le dijo a Marcelo, “tú ya puedes ser el profesor, ¡adelante!”. Qué mejor forma de hacer que alguien surja, enseñarle, darle las herramientas y motivar a que confíe en sí mismo, ese ha sido el mayor legado que el polaco “Cristobalín” dejó en nuestras vidas. Compartimos con el “Polaquillo” muchas situaciones y momentos, con su gran espíritu recursivo, de aventura, entrega y amistad. Para finales del año 1980, nos enteramos que Antoine Fabre, geólogo suizo y gran escalador (que estaba realizando estudios de geología de la sierra del Cocuy), y Sergio Gaviria el más destacado montañista colombiano del momento,

se habían propuesto escalar la primera ruta en una gran pared de alta montaña en Colombia, que correspondía a los 650 metros de la pared oriental del Ritacuba Blanco. Admirados por el gran valor de dicho reto, lo compartimos con el polaco quien sin dudarlo nos dijo, “¡ustedes también pueden!”. Fue así que para el 31 de diciembre de ese mismo año a las 12 de la noche, colgando en hamacas a 250 metros de la base del filar oriental del Ritacuba Negro y a 200 metros de la cumbre, celebramos con Antoine y Sergio de pared a pared la llegada del nuevo año, mediante señales de luces con nuestras linternas frontales. Krzysztof el Polaquillo, ha marcado el camino hacia cada pared y cada montaña recorrida, dándonos la mejor guía con su ejemplo y enseñanza. Nos acompañó en los primeros viajes al Himalaya y gracias a sus enseñanzas, logramos en el año 2001 ascender la cumbre del Monte Everest. El primer ascenso colombiano; con el apoyo de un equipo de once colombianos, Manolo Barrios y Fernando González Rubio en la primera cordada y nosotros dos en la segunda, logramos para Colombia la cima más alta del mundo, logro que hoy agradecemos a Krzysztof, nuestro amigo y maestro.

Por: Marcelo Arbeláez y Juan Pablo Ruiz


El Resurgimiento del PARA-MONTAÑISMO Para-montañismo (o para-andinismo) es ascender una montaña, ojalá hasta su cumbre y bajar en parapente,

Auer en las Dolomitas. Esta tendencia no ha sido ajena a Colombia, donde se han realizado recientemente descensos desde el Nevado del Tolima, el Paramillo del Quindío, el Nevado del Ruiz y la Sierra Nevada de Santa Marta.

Desde su origen, el parapente llamó la atención a los alpinistas, que vieron en él una manera rápida de descender desde las cimas. En los años ochentas, cuando el parapente apenas comenzaba, las principales montañas del mundo como el Mont Blanc, Aconcagua, Denali, Vinson, Mont Cook, Gasherbrum 2 y el Everest, fueron descendidas con alas flexibles. Sin embargo, con los avances en el desempeño y la tecnología de las velas, el interés fue migrando hacia otras modalidades, como el vuelo de distancia o las acrobacias.

El desarrollo de los materiales ha sido tal, que hoy en día contamos con parapentes de tan sólo un kilogramo, entonces, ¿por qué no llevar el ala a las expediciones de montaña?

¡LO MEJOR DE DOS MUNDOS!

No fue hasta el comienzo de este siglo que se empezaron a desarrollar equipos especializados ultraligeros y compactos para una nueva modalidad, “hike & fly” (caminar y volar). Con esto, en los últimos años estamos viendo un resurgimiento del para-montañismo con el objetivo en sí mismo, o para enlazar varias rutas de escalada en el mismo día, como lo realizaron en su momento Ueli Steck en los Alpes suizos o Hansjörg

Hay que tener en cuenta que los despegues de montaña requieren de algunas condiciones muy particulares, como una velocidad de viento inferior a 35 km/h, una dirección de viento específica y buena visibilidad, así, el descenso se convierte en una operación rápida y divertida. Será este el principio que aplicaremos en nuestro próximo proyecto a una montaña de ocho mil metros, Manaslu 2020, el cual pensamos realizar en estilo ligero, sin oxígeno e intentando el primer descenso en parapente desde la cumbre principal. Para esto, tendremos que subir primero. Si desea conocer más sobre nuestro proyecto y apoyarnos, consulte: www.manaslu2020.com

Julio Bermúdez Muñoz PUBLIREPORTAJE

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ESCALADA

Champ escala Rostrum 5.11c, aprovechando alguna de las oportunidades de escalar encordado.

SOLO en el Valle

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l cumplir mi sueño de escalar en el Valle de Yosemite, supe que regresaría. La gran cantidad de escalada, enormes paredes de granito y la majestuosidad de sus paisajes, hacen sin duda de este lugar, la meca de la escalada en roca. Lo he visitado en otras ocasiones y ha hecho parte de la mejor escalada de mi vida. Organicé nuevamente el tiempo para ir, pero no estaba seguro si tendría cordada, así que empecé a desarrollar el proyecto de escalar en solitario. Compré una cuerda liviana e hice una lista de rutas recomendadas con dificultad menor a 5.10. Al llegar al valle encontré con quien escalar e hice muy buenas rutas, sin embargo, quería llevar a cabo mi proyecto. Snake Dike fue la primera ruta, está ubicada en la cara sur del Half Dome y salvo un movimiento al comienzo, es relativamente fácil. Para ese crux decidí llevar una cinta larga atada a mi arnés, por si fuese necesario realizar un «Deisy Solo». Tras una extensa, pero bella caminata ascendiendo del valle, comencé a escalar. Me di cuenta que sería muy diferente a lo que había planeado. El bolt descrito en el topo de la ruta, se encuentra en el comienzo del crux, además la escalada es a favor, por lo que tendría que confiar únicamente en la fricción de mis zapatos, lo que me hacía sentir más expuesto y sin protección. Medité por un rato y pude lograr estos movimientos sin inconvenientes. El resto fue muy agradable, esta bella ruta consiste en una


enorme chorrera con cristales tan grandes como mis manos y finaliza con una magnífica panorámica. Para no tener otra sorpresa así, practiqué la técnica de auto-aseguramiento, «Rope Solo», en una ruta muy común entre escaladores que visitan por primera vez Yosemite, After Six. Al escalar fui mejorando mis habilidades de protección, me autoaseguraba en cada largo, luego rapelaba y volvía a escalar limpiando los seguros. Al sentirme cómodo con la dificultad de la escalada y al no quedar mucha luz, decidí escalar la ruta de al lado, After Seven, en «Free Solo» (sin elementos de protección). Me aventuré entonces a escalar rutas más complicadas, como Nutcracker y Absolutly Free, de las mejores vías que he conocido en esa dificultad, 5.9. Me hicieron entender que al escalar en “Rope Solo”, estos grados se convierten en un reto físico, como cuando visitaba Suesca las primeras veces. Luego me lancé a escalar la hermosa y extensa Royal Arches, con 16 largos, es una de las más famosas del valle. Dado a su popularidad, decidí escalar los primeros largos en “Free Solo”, lo cual me permitió pasar rápidamente a las primeras cordadas. Y aunque tenía el equipo listo, me sentía tranquilo escalando, por lo que continué sin proteger, dudé en un movimiento al final de la ruta, otro slab. Superado, me quedé el resto del día disfrutando de la vista del valle desde lo alto.

Escalada en solitario en la East Buttress de la Middle Cathedral, donde Champ utilizó todas las técnicas aprendidas de la escalada en solitario.

Para terminar mi temporada de escalada en solitario en el valle, me aventuré a la magnífica East Buttress de la pared Middle Cathedral, la cual combina una gran extensión, con dificultad. Durante la escalada sentí que tuve que utilizar todo lo aprendido en las rutas previas. Ascendí utilizando los tres tipos de escalada en solitario (Free, Daisy y Rope), esforzándome en los movimientos físicos, con miedo en los largos sin protección y hasta escalando un poco en artificial. Luego de 4 horas sin parar, logré llegar a la cima, y a pesar de saber que aún tenía que realizar un extenso y agotador descenso, tuve frente a mí una de las mejores vistas, El Capitán, la pared más alta del valle. Cerrando así este proyecto con el nacimiento de nuevos sueños. Por: Juan Camilo Ramírez

ESCALADA

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MONTAÑISMO

PERÚ

EXPLORACIÓN VILCANOTA

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mprender rutas desconocidas, caminos poco transitados y senderos inciertos, es y será la motivación para hacer montaña. En esta oportunidad, la aguja viró hacia el sur. La necesidad de explorar un lugar imponente nos llevó al interior de uno de los secretos mejor guardados de la región de Cusco en Perú, LA CORDILLERA VILCANOTA, una cadena montañosa que hace parte del complejo oriental de los Andes. Este ramal se extiende a lo largo de unos 120 km y logra su máxima altitud en el respetado pico nevado Ausangate a 6372m. A pesar del evidente retroceso de los glaciares por los críticos efectos del cambio climático, Vilcanota alberga la segunda mayor concentración de capa glaciar del Perú, la cual constituye un importante reservorio hídrico para la región de Cusco.

Cuando decidimos aventurarnos en esta correría, estábamos convencidos de que nuestros pasos nos llevarían a algo más que a la montaña y sus senderos, estábamos seguros que nos acercarían a la nutrida cultura e idiosincrasia de las poblaciones nativas que allí habitan; y así fue. Una travesía que aportó importante conocimiento más allá del montañismo. Esta aventura inició con la llegada a Cusco,


Nevado Ausangate en la Cordillera Vilcanota.

Rumbo a Vilcanota, paisaje típico de las altas praderas de las cordilleras peruanas.

Comunidad de Pacchanta de la Cordillera Vilcanota.

donde hicimos los contactos y arreglos logísticos para nuestro viaje. Los objetivos estaban claros, los picos a escalar eran el pico Q´ampa a 5600m y el pico Ninaparoy a 5807m. Para lograr estos objetivos la jornada tuvo que iniciar desde temprano. En la madruga de un día del pasado Junio, emprendimos la aproximación en carro por unas 3 horas desde

Cusco hasta el asentamiento Pacchanta a 4250m, lugar desde donde empezó nuestro desplazamiento hacia el primer campamento base a 4850m. Esta jornada fue tal vez la más larga y extenuante, fueron cerca de 10 horas caminando, sin embargo, el deleite de la ruta no se hizo esperar, a medida que avanzábamos, la heterogeneidad del paisaje brindaba una amplia variedad de hábitats y nichos con diversidad de especies de plantas y animales; todas ellas típicas de ecosistemas de alta montaña. Al siguiente día, vino un merecido descanso y la oportunidad de aclimatar recorriendo las zonas aledañas a la base del pico Ninaparoy. Grandes espejos de agua que por escorrentía se nutren desde los glaciares y especies de patos migratorios, fueron la constante. Un par de aves rapaces acompañaron nuestro trasegar. A la madrugada siguiente, específicamente a las tres, inició el intento de nuestro primer objetivo con un recorrido bastante MONTAÑISMO

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MONTAÑISMO

tos e historias para contar. Luego de otra larga jornada de aproximación llegamos al campamento base (5000m) del pico Q´ampa, un escenario lleno de relictos de vegetación, compuesto principalmente por pajonales que le brindaban alimento a la gran cantidad de alpacas y viscayas que merodeaban el lugar.

Laura Campos y Luis Fernando Builes en la Cumbre del Nevado Q´ampa, 5600m.

accidentado por morrena y grandes rocas sueltas, y sin un sendero definido fuimos abriendo camino. A medida que íbamos avanzando, varios de los secretos iban quedando en evidencia, como la laguna Jaripaquiscacocha a 5100m, más adelante, la imponente pared Norte, la cual fuimos bordeando en un ascenso constante hasta la cumbre a 5807m. Luego de disfrutar de la extraordinaria panorámica que brindaba Vilcanota y de la alegría de estar viviendo y respirando la montaña, emprendimos el descenso hasta el campamento base, una jornada que nos tomó 12 horas. En el campamento base, el descanso y la camaradería no se hicieron esperar, las anécdotas e historias de nuestros amigos Emanuel (argentino) y Pedro (peruano) fueron el mejor componente, dos personajes que hicieron de la logística algo intachable y de la estancia algo maravilloso. Comida y bebida caliente, conversaciones en quechua, pisco y planes para el futuro, fueron los ingredientes principales. La correría debía continuar, a la tarde siguiente levantamos nuestro campamento, armamos las mochilas, se aperaron las mulas, y el lente de la cámara quedó listo para capturar más momen-

Aún sin clarear, a la mañana siguiente emprendimos el intento de nuestro segundo objetivo, el pico Q´ampa a 5600m, un recorrido no muy técnico, que nos tomó 2 horas para llegar a la base del glaciar y 3 horas más para llegar a la cumbre, en ella tuvimos un momento grato y emotivo. Luego de la celebración, descendimos rápidamente al campamento base, empacamos, aperamos y empezamos nuestro recorrido de retorno hacia Pacchanta, donde nos esperaba el transporte para llevarnos de nuevo a Cusco. La cordillera Vilcanota es sin lugar a dudas, uno de los mejores escenarios naturales que ofrece el complejo de ramales de los Andes, escenarios para adentrarse en estribaciones de alta, media y baja complejidad, Apus cargados de retos y magia. Un lugar poco explorado al que hay que regresar, gracias a Emanuel y a Pedro por ser los mejores anfitriones, pero sobre todo por mostrarnos la mejor cara de la cultura y montaña peruana.

LAURA V. CAMPOS LUIS F. BUILES


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