La Colmena n°2

Page 1

revista de sociología

año 2 - no 2 - noviembre 2009

Sender os que b o i e r f r urcan se El baile del pe ro Como contratos de géne en la sexualidad juvenil.

Sociolo g político ía ¿Compromis o o acadé mico?

Se lee bien o mal pero se lee un estudio sobre el Plan Lec

tor


contenido

Revista de Sociología

año 2 - no 2 - noviembre 2009. Lima - Perú lacolmena.revista@gmail.com

La Amazonía tiene un total de 78 millones de hectáreas, de las cuales 52.6 % son áreas naturales protegidas, reservas indígenas o tierras tituladas de las comunidades nativas. Sin embargo, el 81 % corresponde –al mismo tiempo- a concesiones forestales o a lotes de hidrocarburos. ¿Cómo y a favor de quién se resolverá la superposición? De acuerdo a datos del 2007, 23 % de la población en la Amazonía vive en extrema pobreza; en Lima solo el 0.5 % se encuentra en esa categoría. Perú Hoy Nº 15. Del hortelano su perro. DESCO, 2009

Esta es una publicación dirigida y editada por estudiantes de la especialidad de Sociología de la Pontificia Universidad Católica del Perú Depósito legal: 2007 - 09712 Directores: Luis Ernesto Bernilla Werner Jungbluth Editor: Julio Villa Corrección de estilo: Nadia Degregori Fotografía de carátula: Carlos Díaz Contracarátula: Carlos Tapia

El historiador Alfonso Quiroz en ‘Redes de alta corrupción en el Perú: poder y venalidad desde el virrey Amat a Montesinos’, demuestra que entre el virrey Amat y Alberto Fujimori no hubo un solo gobierno honesto. El virrey Amat asumió el virreynato del Perú en 1761. Fujimori se “autoexilió” hace nueve años. La corrupción bajo el Fujimorismo. Grupo de Trabajo Contra la Corrupción, septiembre de 2009

Diseño y diagramación: María Teresa Cánepa Imprenta: Caballo de Troya S.A.C.

Se lee bien o mal pero se lee un estudio de caso sobre la implementacion del Plan Lector Jorge Indacochea Rivera - Egresado de la especialidad de Sociología

Pag. 2 - 7 De la invención de una existente democracia a la utopía democrática para el cambio de lo existente Martín Cavero - Alumno de la especialidad de Sociología

Pag. 8 - 11 Quijano o la liberación como (im) posibilidad. Alfonso Muñoz - Alumno de la especialidad de Sociología Víktor Bensús - Egresado de la especialidad de Sociología

Pag. 12 - 15

El baile del perreo como performance de los nuevos contratos de género en la sexualidad de los jóvenes José Li Wan - Egresado de la especialidad de Sociología

Pag. 16 - 23 Senderos que se bifurcan: Sociología ¿Compromiso político o académico?

Dirección electrónica: Pueden enviar sus sugerencias, comentarios observaciones y artículos a lacolmena.revista@gmail.com

Juan La Cruz - Alumno de la especialidad de Sociología Tomás Osores - Alumno de la especialidad de Sociología

Agradecimientos: Fanni Muñoz, Carla Rodríguez, Omar Manky, Geoffrey Rivas, Lars Stojnic, Carlos León y Andrea García.

Pag. 24 - 32 Discurso de graduación Omar Cavero - Egresado de la especialidad de Sociología

Pag. 34 - 36

editorial En el camino La Colmena pudo terminar como muchas otras revistas universitarias escritas con ganas y espíritu adolescente; es decir, en un primer y último número. Que no haya acabado de ese modo se debe tanto al apoyo de Fanni Muñoz, Coordinadora de la Especialidad de Sociología, como a nuestro interés en seguir construyendo un espacio en el cual poder hacer preguntas que para algunos podrían parecer infantiles: ¿por qué esto es así?, ¿acaso podría ser de otra manera? Por esta razón entregamos un nuevo ejemplar procurando quebrar la tradición revistera nacional de quedarse solo en la ópera prima, para preguntarse años después ¿qué hubiese pasado sí…? La Colmena no busca ser parte de ese tipo de ucronías; por lo que convoca a los estudiantes a conformar un nuevo comité editor y a escribir con frecuencia en los futuros números de la revista. Esperamos con esto fomentar la producción y el debate en la Ciencias Sociales porque creemos que hay pocas cosas peores para el ejercicio sociológico que el silencio editorial y la ausencia de discusión entre distintas posiciones. Consecuentes con la propuesta inicial, en este número publicamos dos posturas respeto de la manera como los sociólogos entendemos nuestro quehacer. ¿Puede la Sociología pensarse como un compromiso político o debe entenderse solo como una apuesta por el conocimiento? ¿Son ambas posturas irreconciliables? Juan La Cruz y Tomás Osores presentan argumentos diferentes en torno a estas preguntas. Siguiendo con el tema, Omar Cavero, reciente egresado de la facultad sugiere un posible derrotero para quienes se alejan de las mitificaciones sobre el trabajo del sociólogo al tiempo que señala las especificidades de nuestra vocación. Por otro lado, Jorge Indacochea reflexiona en torno a la implementación del Plan Lector creado por el Ministerio de Educación; Viktor Bensús y Alfonso Muñoz problematizan las categorías propuestas por Aníbal Quijano para pensar los procesos latinoamericanos de una manera distinta a la eurocéntrica y José Li investiga las relaciones de género entre jóvenes limeños mediante el análisis del reggaeton y el “perreo”. Finalmente queremos aprovechar este espacio para agradecer a todas las personas que colaboraron con este número de La Colmena, proyecto que nació del entusiasmo de un grupo de amigos y que hoy requiere la participación de los estudiantes para lograr la periodicidad que toda revista aspira mantener. Los Directores

1 Daniel Salamon - Lima, 11 de junio 2009


Se lee bien o mal pero se lee un estudio de caso sobre la implementacion del Plan Lector

Jorge Indacochea Rivera

Las encuestas seNalan que los escolares peruanos no leen y que si leen, no entienden. En un contexto en el que la lectura se experimenta como aburrida y obligatoria el Plan Lector pretende transformar la situacion. El siguiente articulo presenta los resultados de su implementacion en un colegio de Villa el Salvador.

La emergencia de la educacion peruana

El Plan Lector

Los resultados obtenidos por los estudiantes peruanos en las diversas pruebas tomadas desde la década pasada por diversos organismos nacionales e internacionales (Crecer 96, Crecer 98, la Evaluación Nacional 2001, la Evaluación Nacional 20041, la Prueba PISA realizada por la OCDE el 2003, entre otras) han alarmado a diversos actores de la sociedad peruana. Políticos, organizaciones del Estado, diversas ONG y ‘especialistas’ en el tema educativo se estrellaron contra la realidad de que la educación, a pesar de toda la inversión de tiempo y recursos que ha recibido, pareciera no haber sido fructífera en cuanto a los resultados esperados. Esta situación, que llevó al Estado Peruano a declarar a la educación en situación de emergencia en el año 2003 y a que se comience a desarrollar el Programa Nacional de Emergencia Educativa (PNEE -2004)2, nos hace cuestionarnos no solo acerca de la cobertura de la educación formal en el país, más allá de las explicaciones técnicas que se suelen dar, sino también por la manera en que se establecen las políticas de reforma educativa y de qué manera éstas son implementadas y puestas en práctica en las Instituciones Educativas.

El Plan Lector es una propuesta que impulsa el Ministerio de Educación desde el 2006 para incentivar el interés por la lectura entre alumnos y profesores. Por lo revisado en los textos relacionados con el Plan Lector, éste plantea desarrollar en los estudiantes peruanos un hábito lector a través del establecimiento de un cronograma anual de lectura, según el cual se deberían leer 12 libros por año a razón de uno por mes. Los textos pueden ser elegidos de manera libre según los intereses de cada alumno o según los criterios de los profesores, dependiendo del contexto. Es decir, se deja abierta la posibilidad de que, en algunos contextos, las autoridades educativas determinen los libros que deben leer los alumnos y la forma de evaluación que se tendrá sobre su lectura, pero no se especifica mucho más.

Una de las reformas que forma parte del PNEE es el Plan Lector. En concreto, trataré de responder las interrogantes relacionadas con el tipo de discurso que éste desarrolla desde su propuesta formal, y cómo este discurso es apropiado por la Institución Educativa y puesto en práctica en el aula. 1

Internet: http://www.minedu.gob.pe/umc/ei2.php. Internet: http://ciberdocencia.gob.pe/index. php?id=956&a=articulo_completo 3 Internet: http://www.minedu.gob.pe/normatividad/directivas/ DirNormasPlanLector.php 2

2

Según el documento oficial de las ‘Normas para la organización y aplicación del Plan Lector en las Instituciones Educativas de Educación Básica Regular’,3 el Plan Lector tiene tres objetivos principales, que son: Promover acciones para desarrollar la capacidad de leer como una de las capacidades esenciales que contribuyen a la formación integral de los niños, adolescentes y jóvenes en lo personal, profesional y humano. Impulsar el desarrollo de las capacidades comunicativas de los estudiantes para el aprendizaje continuo mediante la implementación del Plan Lector en todas las Instituciones Educativas de Educación Básica Regular como parte del Programa Nacional de Emergencia Educativa. Incentivar la participación de las Instituciones Educativas de la Comunidad en su conjunto en una cruzada por el fomento y el afianzamiento de la práctica de la lectura.

3


Es importante señalar que en el mismo documento se señala que corresponde a cada Institución Educativa definir los títulos del Plan Lector en función de las intenciones educativas y de los intereses y necesidades de aprendizaje de los estudiantes sobre la base del diagnóstico institucional. Sin embargo, el problema parece estar en que no hay una capacitación adecuada como para que cada Institución Educativa defina sus títulos a través de un diagnóstico adecuado. También se precisa que la lista de títulos es flexible, pues no siempre se cuenta con ejemplares suficientes de un mismo título o el estudiante puede estar motivado por otro tipo de lectura. Si bien la flexibilidad de textos que pueden ser leídos durante el Plan Lector puede buscar incluir diversas prácticas que tengan a la lectura como eje; en este caso, también parece necesario un diagnóstico sobre los intereses y necesidades tanto de alumnos como profesores en cada Institución Se presenta una variedad de tipos de texto que pueden ser incluidos dentro del Plan Lector. De este modo, existen textos escolares y no escolares; continuos (descripción, narración, exposición, argumentación, etc.) y discontinuos (impresos, anuncios, gráficos, cuadros, tablas, mapas, diagramas, etc.); textos literarios, técnicos, funcionales; y lecturas con intencionalidades diversas (recreativa, pública, educacional), que se practican en contextos comunicativos diferentes: privados, públicos, masivos. Es importante resaltar que existe un interés por ampliar los márgenes de lo que puede ser incluido como texto para el Plan Lector a nivel de discurso formal. Posiblemente, esto se da para que exista mayor libertad en cuanto a la elección de los textos y se logre, de ese modo, que los alumnos descubran lecturas de interés. Finalmente, esto podría llevar a una mayor motivación por la lectura. A partir de este breve análisis de la documentación se puede concluir previamente que el principal objetivo del Plan Lector es lograr el desarrollo de un hábito lector en la comunidad educativa a través de diversas herramientas que tomen en cuenta la adquisición de un gusto por la lectura. Cabe reconocer que ésta es tomada como un instrumento de desarrollo del ser humano en tanto permite el mejoramiento de sus capacidades comunicativas. Sin embargo, este nivel de análisis debe contrastarse con lo que sucede en las prácticas cotidianas de aplicación del Plan Lector en las aulas. Para ello, 4 5

4

analizaremos las características de su implementación en un colegio de Villa El Salvador.

La implementacion del Plan Lector en la Institucion Educativa Publica Principe de Asturias (Villa El Salvador) El distrito de Villa El Salvador, ubicado a 20 Km. al sur de la capital, es uno de los 43 distritos que conforman Lima Metropolitana. Se fundó el 11 de mayo de 1971, siendo parte del distrito de Villa María del Triunfo hasta el 1 de junio de 1983 cuando adquiere la categoría de distrito. En este importante distrito de la zona sur de Lima se ubica el colegio en el que centré mis investigaciones sobre la implementación del Plan Lector. Se trata de la Institución Educativa Pública Príncipe de Asturias, ubicada en el Sector 6 del mencionado distrito. En este colegio, el Plan Lector se implementa desde el año 20054 para incentivar el hábito lector a través de la disposición obligatoria de destinar los primeros 20 minutos del día académico a la lectura en todos los grados de los niveles inicial, primaria y secundaria, de martes a viernes. Tras ello, se reservan cinco minutos para llevar a cabo el análisis del Plan Lector. Mientras que en primaria el Plan Lector es dirigido por los profesores responsables de cada área; en Secundaria es llevado a cabo por el profesor al que corresponde la primera clase del día. Según lo observado en el aula y en los documentos que norman la implementación en el aula, el Plan Lector en el aula tiene tres partes: 1. El momento de la lectura. 2. El análisis del Plan Lector. 3. La frase alusiva a la lectura Como suele suceder, en este caso la realidad es más compleja que los esquemas que podemos establecer sobre ella. Por ello, el esquema antes presentado es solo un referente, puesto que, en las prácticas del aula, el orden de los momentos no fue siempre el mismo y los límites entre uno y otro no siempre quedaron perfectamente delimitados. Existe otro momento más que se dedica a revisar el análisis del Plan Lector en los cuadernos de cada estudiante. Este momento es el que alarga de manera más evidente el tiempo que dura el Plan Lector y vuelve difusa la frontera entre éste y la clase siguiente.5 Por tanto, en la realidad, el Plan Lector puede abarcar hasta 40 o 50 minutos. A continuación, pasemos a desarrollar de modo más específico los principales aspectos de cada una de las tres etapas presentadas previamente.

El momento de la lectura Como se acaba de mencionar, el momento de la lectura debe durar veinte minutos según lo previsto en el documento normativo. Durante este tiempo, tanto alumnos como profesores deben dedicarse exclusivamente a la lectura de un texto de su elección. En general, existen dos actitudes principales de parte de los alumnos que se contraponen durante el momento de la lectura en el Plan Lector. Por un lado, al comienzo de cada sesión hay un considerable bullicio que puede dar cuenta de una notoria resistencia frente a la lectura. Por otro lado, conforme pasan los minutos, la bulla se va disipando hasta llegar un punto en el que la mayoría guarda silencio, lo que puede sugerir una cierta concentración por parte de un importante número de alumnos. Sin embargo, las interrupciones son algo frecuentes, ya sea por alumnos que llegan tarde o por conversaciones entre los alumnos, entre otros. Este aspecto puede estar dando muestras de un discurso que subraya la importancia de la lectura, pero que se confronta con el poco interés que ésta genera en los alumnos. Frente a esta situación, los maestros hacen todo lo posible para generar un clima de atención de una manera bastante rígida. Prueba de ello es que en el documento del propio colegio que explica la implementación del Plan Lector se señala que durante los minutos que dure el mismo ni los kioscos ni las fotocopiadoras deberán estar en funcionamiento. Tal concepción se reproduce en las prácticas del profesor cuando, por ejemplo, algunos alumnos que llegan tarde abren la puerta para intentar ingresar. El profesor les dice con voz fuerte, como para que todos los que están presentes en el aula oigan, que es la hora del Plan Lector y que, por ello, deben quedarse fuera del aula. En realidad, ésta es una aseveración falsa, puesto que el verdadero motivo por el que deben quedarse fuera los alumnos es porque incumplieron con una norma. Esta aura de sacralidad, lejos de acercar a los alumnos a la lectura, pareciera lograr que sea visto como un momento de silencio impuesto y no de concentración sobre lo que cada uno lee. Más que un momento destinado al aprendizaje. Esto se reafirma con algunas declaraciones de algunos alumnos durante el grupo focal, quienes, ante la pregunta de si les gusta leer, manifiestan que: ‘Katty: Más o menos Entrevistador: ¿Más menos o más más?

Marilú: Más menos Entrevistador: ¿Por qué, qué te parece la lectura? Marilú: Aburrida’.

El analisis del Plan Lector Por su parte, el análisis del plan lector se lleva a cabo en un cuaderno que cada alumno posee exclusivamente para tal fin. En él, los alumnos deben seguir un ‘esquema’ propuesto desde las autoridades del colegio. En un primer momento, el esquema bajo el cual se realizaría el análisis incluía el título, el autor, la síntesis y el mensaje del texto que acababan de leer. En un segundo momento, el esquema cambió los conceptos de síntesis y mensaje por los de ideas principales e ideas secundarias. Sin embargo, al constatar con lo que los estudiantes realizan efectivamente en sus cuadernos del Plan Lector, pude apreciar cómo cada alumno utiliza los esquemas de diferente manera, de tal forma que no se sabe con claridad cuál es la utilidad de la preponderancia que se les da a los mencionados ítem que componen el esquema. El cuaderno del Plan Lector de cada estudiante suele ser revisado en medio de un bullicio generalizado. En ocasiones, el profesor brinda a los alumnos alguna lectura sobre la cual se trabajará en la clase de Comunicación. Normalmente, en estos momentos muy pocos alumnos leen, a pesar de que se lleve a cabo un

Año referido por el Profesor Raúl Castillo en una de las entrevistas que realicé. Tal situación se da cuando la clase siguiente al Plan Lector es la de Comunicación.

5


Analicemos esta práctica letrada. Se trata de una intervención del alumno parametrada a partir de que lo que debe escribir en la pizarra: la lectura es una ‘bondad’. La construcción de la frase no parte de una experiencia creativa ni crítica, la lectura se presupone como ‘buena’, y su supuesta creación debe ser acorde con esa idea. Asimismo, la experiencia del texto recién leído por cada alumno durante el Plan Lector no es utilizada para la dinámica. No se valora la experiencia concreta del contacto del alumno con la lectura, sino que se le toma únicamente importancia a las ideas preconcebidas desde la escuela sobre los beneficios de la lectura.

Plan Lector. En otras palabras, a pesar de que se haya llevado a cabo minutos atrás un momento de lectura con el objetivo de estimular el interés por ella, al momento de presentar al estudiante otro tipo de lectura, éste es rechazado con una resistencia pasiva pero contundente en cuanto a la lectura propuesta en la escuela

La frase alusiva a la Lectura. Sin duda, uno de los momentos más interesantes es el de la frase alusiva a la lectura, el cual se produce después del ‘análisis del Plan Lector’. Según explica el profesor, este es el momento para que un alumno, elegido el día anterior, escriba en la pizarra una frase que aluda a las ‘bondades’ de la lectura. Pero estas frases no guardan relación con lo que cada uno de ellos ha leído de manera personal. Algunas frases que encontramos fueron: ‘La lectura cultiva nuestra mentalida (d)6; leemos porque queremos ver claro’; ‘Pueblo que lee, pueblo que aprende’; ‘Leer para aprender’. Estas frases se podrían inscribir dentro de un mismo discurso coherente con el de las ilustraciones que se encuentran en las aulas y en la biblioteca. En la sección del aula destinada al Área de Comunicación, ubicada en una de las paredes, se encuentra una ilustración con la frase: ‘Si lees, aprenderás más’, acompañada por una niña de piel blanca, pelo claro y ojos azules, quien parece legitimar la veracidad de la aseveración. 6 7

6

Por ello, en lugar de (re)conciliar al estudiante con la lectura, permitiéndole que éste exprese libremente lo que piensa, se busca lograr bajo una suerte de imposición lo que el Plan Lector busca, que es ‘desarrollar la capacidad de leer como una de las capacidades esenciales que contribuyen a la formación integral de los niños, adolescentes y jóvenes en lo personal, profesional y humano’ 7.Pero la búsqueda de despertar el gusto por la lectura en los alumnos se estrella con la imposición de unas ideas preconcebidas sobre lo que deben pensar los alumnos con respecto a ella, por lo que el espíritu que se percibe desde el discurso formal del Plan Lector llega a ser estéril en tanto no llega a realizarse en las prácticas reales.

El exito del Plan Lector Sin embargo, no todo en el Plan Lector es negativo. A pesar de que no se logra desarrollar el gusto por la lectura, es importante la iniciativa porque se ha podido establecer un tiempo dedicado exclusivamente a la lectura, lo cual es valorado tanto por profesores como alumnos. Uno de los profesores responsables del diseño de la implementación en el colegio estudiado manifiesta que: ‘El aspecto más positivo del Plan Lector es que los chicos leen bien o mal, pero leen’. Los alumnos coinciden con esta idea porque, al preguntárseles si ahora les gusta más la lectura, las respuestas fueron bastante titubeantes. La única respuesta que se escuchó con claridad fue que ahora leían más. Al preguntar por el gusto, el tema derivó al hecho concreto de que se lee más.

CONCLUSIoN Si bien no se debe menospreciar la oportunidad que representa el Plan Lector y el esfuerzo que ha sido necesario para lograr que se dedique un tiempo diario a la lectura en todas las aulas de la escuela, el Plan Lector en este estudio de caso solo logra sus objetivos de manera parcial. Más que un conjunto de estrategias para desarrollar un hábito lector y un gusto por la lectura en la comunidad educativa, según las experiencias prácticas, el Plan Lector queda reducido al momento diario destinado a la lectura en el aula. La percepción de la lectura como carga no ha disminuido en tanto el Plan Lector parece representarse como una tarea más que cumplir que no genera mayor gusto que el cumplir una labor y, por ende, no despierta el interés deseado. Con respecto a la lectura, en el caso analizado, a pesar de lo que se puede leer en la documentación, ésta se promueve como un bien en sí mismo, antes que como una herramienta útil para la adquisición de diversos tipos de conocimiento. Las prácticas letradas en las que inserta el Plan Lector están bastante marcadas por el cumplimiento de un deber, sin lograr que la motivación de los alumnos se incremente. Las explicaciones de por qué existe esta dificultad del Plan Lector para lograr sus objetivos pueden estar relacionadas con lo que señalan David Tyack y Larry Cuban (1995) al respecto del desarrollo de una propia gramática en la escuela, la cual hace que cualquier reforma educativa (como el Plan Lector), ya sea buena o mala, no sea apropiada por la escuela de la forma que se espera. Esta gramática escolar, entendiéndola como ‘las estructuras regulares y las reglas que organizan el trabajo de enseñanza’ (Tyack y Tobin: 1993), debe ser entendida como una construcción histórica particular de cada sistema escolar, y comprendida a cabalidad para diseñar e implementar un plan educativo de reforma. Si esto no sucede, seguirán apareciendo más reformas que lo único que lograrán será desperdiciar valiosos recursos sin alcanzar cambios importantes en la forma en que se concibe y se desarrolla la educación; planes de reforma como el Plan Lector, que conseguirán sus objetivos más inmediatos (como el generar un tiempo en el aula dedicado a la lectura) pero no los cambios que deberían en estudiantes y profesores. Y, así, los resultados de los estudiantes peruanos frente a las pruebas de rendimiento seguirán siendo ‘alarmantes’.

BIBLIOGRAFÍA • Tyack, David y Larry Cuban. (1995) Tinkering About Utopia. A Century of Public School Reform. • Tyack, David. y Tobin, W. (1993). The “grammar” of schooling: Why has it been so hard to change? American Educational Research Journal, 453-479.

‘Entrevistador: ¿Sienten que les gusta más la lectura? Peter: Ahora tenemos que leer. Por ejemplo, el año pasado yo no leía’.

La letra “d” fue añadida por el alumno, tras la corrección realizada por el maestro. MINEDU. Normas para la organización y aplicación del Plan Lector en las Instituciones Educativas de Educación Básica Regular

7


E

ste artículo tratará de hacer una crítica simple de lo que comúnmente ha calado como significado de democracia. Además, daré centralidad a una significación ideal de democracia como ‘posición ideológica de enunciación’, desde la cual podrían imaginarse nuevas/otras formas de entender la política y de organizar un sistema de poder. Es decir, este no es un texto estrictamente sociológico, invita a imaginarse la democracia según un sentido utópico para, entonces, movilizar el pensamiento y crítica de lo existente y de los discursos que nos ‘hacen’ imaginarla. Esto invita a la problematización de los sistemas de poder en sociedad, así como puede ser útil para una apertura de nuestra imaginación sociológica, entendida como la capacidad de identificar problemas sociológicos allí donde no se expresan claramente. En este artículo no se encontrará una revisión teórica de la democracia como sistema de poder, tan sólo se revisan/ critican los elementos ideológicos que contienen las versiones más extendidas y simplistas de la democracia. La palabra democracia (tantas veces usada para caracterizar variadas prácticas con el fin de darles una carga valorativa positiva) significa ‘gobierno del pueblo’. El término pueblo refiere al conjunto de personas que se encuentran sujetos a una instancia política común (actualmente el Estado) que los representa y desde la cual se toman decisiones que afectan directamente al pueblo. El gobierno es la forma por la cual se toman decisiones para el conjunto de personas implicadas (pueblo). La democracia, como forma ideal de gobierno del pueblo, tiene que tener un correlato organizativo e institucional que pueda garantizar que esto sea así o, al menos, acercarse a este ideal. Lamentablemente, la democracia se ha entendido en otros términos que han invisibilizado el carácter central de un gobierno democrático; esto conduciría a revisar críticamente el carácter jerárquico del Estado como una formación histórica que se transforma hegemónica y mundialmente. Primero, la democracia se ha entendido más en términos de ‘derechos y deberes’ individuales garantizados y exigidos por un Estado; es así que surge la noción de ciudadanía. No obstante, esta concepción comprende tres limitaciones: a) no se problematiza la caracterización del Estado, no remite a un tipo de Estado (¿qué tipo de mecanismos organizativos e institucionales lo caracterizarían?) como correlato de lo anterior; b) no se problematiza o se especifica la relación entre Estado y ciudadano (¿en qué espacios, con qué actividades y a través de quiénes se posibilita el cumplimiento de ciertos deberes y el disfrute de ciertos derechos?). Estas dos limitaciones se basan en: c) la caracterización del ciudadano por sus derechos en un mundo vacío de relaciones sociales, donde sólo existe un ente llamado Estado con el cual se relaciona (es un mundo de no existencia de relaciones sociales ni de una sociedad, sino de una realidad en donde personas con derechos y deberes individuales compartidos interactúan entre sí ‘protegidos’ y ‘regulados’ por un Estado). Como se podrá notar, la persona es caracterizada como ‘portadora de derechos/deberes’, suponiendo una relación con el Estado valorada positivamente, pero no existe un contenido práctico de esa relación, sólo se enfatiza en la caracterización ideal (esto, incluso, repercute en el interés de evaluar el ‘nivel’ de ciudadanía que tiene una población, la cual sólo es posible de entender relacionalmente: ¿cómo se relaciona el individuo dada su posición social con los espacios socio-políticos dados?).

Martín Cavero

10

Otra forma de entenderla es como una forma procedimental que permite representar los intereses variados del pueblo. El Estado se entiende como un ‘garante’ de la representatividad de la heterogeneidad de intereses por medio del establecimiento de una serie de reglas que permitan una adecuada coordinación/negociación. Al igual que en la primera, se entiende al Estado como un ente que ‘garantiza’ el cumplimiento de exigencias del individuo (en este caso, intereses; no derechos). Aquí, también, no se problematiza

las relaciones sociales, tan sólo se supone la existencia de individuos que interactúan con diferentes intereses (la democracia es entendida como una forma de coordinación social; sin embargo, esto evita problematizar, por ejemplo, la diferencia de poderes para influir en la toma de decisiones ‘coordinadas’). La reflexión sacada de lo anterior es que es necesario revisar en dónde se circunscribe un Estado, es decir, desde dónde opera. Las anteriores formas de entender la democracia tienen la dificultad de basarse en el individuo, lo cual impide reconocer la desigualdad de poderes que impiden una democracia; esto es porque obvian que la realidad social está compuesta por relaciones sociales entre individuos, donde la dominación es un fenómeno extendido dadas las diferencias del poder1. Esta misma dificultad es la que permite que, cuando no se cumple el ideal de democracia (como existencia de ciudadanos con derechos o la representatividad de intereses variados), se culpe al individuo porque desconoce sus derechos y deberes o porque no sabe por quién votar. La primera forma de entender la democracia lleva a cuestionar lo jurídico en relación con la realidad (Estado de derecho – individuo), y la segunda Una relación de poder es una relación de negociación e intercambio recíproca y desequilibrada; posibilita una relación instrumental pero no necesariamente todas sus consecuencias son buscadas, así como tampoco es una relación que puede ser trasladada a otros actores/voluntades ni otros mandatos de acción. El poder es estrictamente relacional y contextual. Se ejerce dominación (poder sobre otro) allí donde un individuo A es capaz de hacer que otra persona B haga lo que este quiere, a pesar de la voluntad del dominado, y esto es posible dado que A poseería algo simbólico o material que B reconocería como un elemento que lo hace reconocerse, en subordinación de A, para hacer lo que A exige de este. Ese elemento material o simbólico tiene que ser socialmente reconocido como un dador de superioridad al individuo según el contexto. Hay elementos que funcionan en múltiples contextos: tal puede ser el caso del dinero, superioridad material en tanto lo que le permite a A hacer sobre B; un título profesional, superioridad simbólica en tanto lo que la persona A “es” o representa según las valoraciones sociales del “ser” que B reconoce y acepta.

1

11 9


refiere al problema de la representación (Estado representante – representado). La exaltación jurídica evita problematizar cómo se garantizan los derechos en una sociedad2 para que no se queden en el papel y no sirvan a unos más que a otros, mientras que el enfoque procedimental – institucional para la toma de decisiones evita problematizar la representación en una sociedad para permitir la representatividad de intereses. El sustento de la deficiencia se encuentra en la identificación de una relación Estado – individuos y no de una relación Estado – sociedad. Existe otra forma de entender la democracia que se conjuga con el problema de las dos anteriores: tergiversándola; esto se da cuando se le añade un adjetivo que termina siendo el sustantivo del contenido. Por ejemplo, en la actualidad se reconoce que vivimos en una democracia representativa. Es decir, el gobierno es delegado a unos individuos por medio del voto. Aquí, lo democrático parece estar de más, pues simplemente se le puede llamar gobierno representativo. Lo democrático sólo alude al proceso electoral sustentado por un voto universal; de esa manera, el contenido del ‘gobierno del pueblo’ se reduce a ‘la facultad del pueblo a votar cada cinco años para elegir a quienes los van a gobernar’. Lo principal de este artificio es darle una carga valorativa positiva a cualquier tipo de gobierno que soporte el sustantivo democracia. Esto se pone en evidencia cuando se piensa en el ejemplo extremo de decir que existe una democracia plutocrática, en donde el pueblo vota pero quienes gobiernan son los que tienen mayor poder económico (si democracia se entendiera desde su significación etimológica, la conjunción de estos términos sería contradictoria). El sustantivo democracia se reduce a un contenido muy preciso y sin mayor derivación de contenido posible3; mientras que el adjetivo refiere al cómo se gobierna o a quiénes gobiernan desde la complejidad del mecanismo de gobierno para el primero o de las relaciones socio-económicas desiguales cristalizadas en la vida social para el segundo. El adjetivo resulta el sustantivo y el sustantivo democracia remite a un contenido casi intranscendente, pero con una carga valorativa trascendente como mecanismo ideológico. En cuanto a la caracterización de nuestro actual sistema de gobierno como representativo, habría que señalar que la tergiversación de la representatividad es una constante; es obvio que se eligen representantes pero, de ningún modo, esto asegura la representatividad. Esta forma superficial de tratar a la democracia, así como su correlato ideal desde el individuo, es lo que impide imaginar y pensarla en términos organizativos e institucionales que permitan un acercamiento a lo que significa en principio: una forma ideal de gobierno del pueblo. ¿Cómo podemos revalorizar/repensar la democracia? Un primer paso sería reconocer que el Estado es una organización político – administrativa que existe en sociedad; es decir, inmerso en un conjunto de relaciones sociales que van a condicionar su labor. Desde aquí se puede destacar al Estado como una creación histórica en sociedad, desde la cual unos actores influyeron más que otros en su constitución y apropiación de acuerdo a su poder socialmente reconocido (esto invita a la reflexión sobre los recursos socialmente reconocidos que doten de superioridad a unos sobre otros). Finalmente, el Estado es una organización de influencia en la sociedad, es decir, es un espacio desde el cual se interviene modificando o reproduciendo las relaciones sociales existentes. Aquí importa reconocer al Estado y a las organizaciones que lo sustentan (ministerios, congreso, poderes judicial y ejecutivo, así como sus representantes a niveles menores como los gobiernos provinciales y locales) como espacios de poder en tanto tienen un fondo económico, legitimidad para la elaboración de

Estado debe ser puesta a prueba según el primer paso de reconocerlo como un espacio de poder.

políticas y la posibilidad de crear/ eliminar reglas desde las cuales se puede beneficiar o perjudicar a ciertos sectores o grupos. Esta reflexión no nos lleva a plantear la necesidad de hacer un estudio sistemático de las relaciones sociales dentro de una sociedad para, de ahí, formular un Estado democrático que pueda eliminar las formas de dominación identificadas/existentes. Lo que intento plantear es que, dado el ideal de la democracia y dado que existe una sociedad que se estructura en la desigualdad de poderes (económicos, políticos, culturales, simbólicos, sociales, etc.), la democracia como forma de gobierno debe tratar con estas desigualdades a través de ciertos mecanismos de toma de decisión que minimicen las posibilidades de dominación entre las personas, es decir, planteo la necesidad de re-concebir la democracia desde su significado original para entenderla como una serie de mecanismos institucionales y organizativos que permitan la minimización de la posibilidad de que un grupo ejerza un dominio claro sobre el otro; no como una forma política que intente reproducir las desigualdades existentes en la sociedad, sino como un espacio de transformación en tanto reducción de estas desigualdades. Pero, para esto, la estructura interna del

Entendida, esta, como el entramado de relaciones sociales que estructuran las posibilidades de acción individuales en un mismo espacio-material compartido. 3 Del voto universal cada 5 años no se problematiza nada, sólo se denota una facultad compartida por individuos dentro de una instancia política común. De ahí no se deriva a una reflexión sobre cómo se posibilita una forma ideal de gobierno del pueblo allí donde, el conjunto poblacional, se encuentra interconectado y estructurado según relaciones sociales que posibilitan la dominación o el ejercicio del poder, en donde el Estado es el espacio para obtener mayor poder por excelencia. 2

12 10

Entonces, la pregunta giraría en torno a cómo se hace posible que, en tanto espacio de poder/influencia, no sea utilizado para reproducir relaciones de dominación, beneficiando intereses particulares sobre el de otros. Esto remitiría a una forma de vigilancia/control que tendría que tener un soporte en la sociedad civil. De ahí que pueda entenderse la necesidad de crear espacios en los cuales los representados participen políticamente más allá del voto. Tal es el caso del presupuesto participativo, de la creación de comités de vigilancia, etc. En suma, se ve la necesidad de una mayor relación fomentada entre el espacio público y la gente, de modo que ésta pueda exigir el cumplimiento de ciertas pautas acordadas. Tal es la línea que se seguiría con la idea de democracia participativa. No obstante, la posibilidad de la concentración de poder o de la utilización de estos espacios de ‘concertación’ y de toma de decisiones por parte de un sector no está cerrada4; la democratización implicaría la introducción de la sociedad civil en los espacios públicos, evitando reproducir relaciones de dominación o concentración del poder en los diferentes niveles (local, provincial, regional, nacional). Esta reconcepción de la democracia abre nuevas preguntas que girarían en torno a la necesidad de no reproducir la dominación, de modo que se vean los mecanismos (ya sea organizativos, reglamentarios o institucionales) que imposibiliten relaciones jerárquicas; así, podría referirse a una transformación del Estado desde la raíz:,desde su concepción como institución, como organización y como espacio de poder. Todo esto entendiéndolo siempre como suma de relaciones sociales en donde existe desigualdad de poder entre los ‘representados’ dentro de una sociedad. Una primera crítica al Estado salta a luz: su carácter jerárquico, ¿cómo se lo podría concebir de una forma horizontal?

Este enfoque se enmarcaría en el camino de reconciliar la real función del Estado y de una democracia que no se reduce a términos constitucionales, sino reales. Es muy difícil apropiarse de este enfoque; no obstante, creo en la utilidad de este planteamiento para concebir que la lucha no es contra el Estado, sino contra un tipo de Estado que se atribuye una representación mal ejercida y contra los actores que se benefician de las imperfecciones de los mecanismos de representación en cada nivel (local, provincial, regional y nacional). Bajo este lente, una de las primeras necesidades es la implementación adecuada del proceso de descentralización en el Perú en donde se debería apuntar, principalmente, a impedir la reproducción de cúpulas en cada nivel. En suma, se apuesta por la posibilidad de que todos podrían ser parte de un sujeto – histórico del cambio social de forma continua y coordinada desde su espacio político local. ¿Cómo las medidas o cambios organizativo – institucionales de un aparato estatal permiten desarrollar un proceso por el cual se genere una mayor participación de los pobladores en el que ninguna voz pueda ser callada5? Lo escrito pretende mostrar un enfoque desde el cual se pueda re-pensar la democracia en sociedad y la acción colectiva política. La claridad del enfoque puede permitir que las estrategias y el uso de ‘herramientas’ sean coherentes con los postulados de una democracia real (gobierno del pueblo, igualdad de derechos, ejercicio de la ciudadanía, etc.) y no reproduzcan en la realidad otro tipo de desigualdades. Todo lo planteado anteriormente parte de un interés, casi explícito, por concebir o tener como horizonte una democracia real: ascendente (desde abajo a arriba), de niveles (de acción y organización local, provincial, regional, etc.) y de ‘apropiación6’ colectiva del Estado, cambiando su carácter jerárquico a uno horizontal. En cuanto a las políticas públicas se puede decir, por ejemplo, que éstas no se pueden dar sin consultar a los pobladores afectados (ya sea directamente o por medio de representantes reconocidos), así como no se puede pretender hablar por otros sin que esos otros hayan tenido una real participación y voz atendida. Se podría decir que, si se quiere ‘desarrollar’ al pobre, los pobres no pueden estar excluidos de la participación en la elaboración y ejecución del ‘plan’ o forma en que se les pretende mejorar sus condiciones. Es, entonces, un cambio en la forma de acercamiento con las personas y, también, de cómo se las entiende. No es, entonces, al ‘pobrecito’ al que hay que ayudar, sino ver que esa persona cuenta con cualidades (conocimiento, experiencia de vida, etc.) que deberían tomarse en cuenta para la realización de ese cambio o mejora, de modo que los mismos actores procesen y se apropien de la oportunidad de cambio. A falta de un camino hacia una democracia real es todavía posible decir: ‘Ya que el Estado está tan descontento de sus ciudadanos, debería elegir otros’ o ‘¿Y qué hay si una co nstitución dice que tengo derecho a tener una vida mejor?’.

Bibliografía • Mouffe, Chantal. “En torno a lo político”. Fondo de Cultura Económica. 2007. • Alfaro, Santiago ed. “Ciudadanía inter-cultural: conceptos y pedagogías desde América Latina. RIDEI, Lima. 2008. • Tanaka Gondo, Ricardo Martín “Participación popular en políticas sociales: cuándo puede ser democrática y eficiente y cuándo todo lo contrario”. IEP, Lima. 2001. • Quijano, Aníbal. “Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina”. En Lander, Edgardo: La Colonialidad del Saber: Eurocentrismo y Ciencias Sociales. Perspectivas Latinoamericanas. CLACSO, Buenos Aires 2000. • Crozier, Michel y Friedberg, Echard. “El Actor y el Sistema: las restricciones de la acción colectiva”. Primera Edición, México. 1990. Alianza Editorial.

Esto invita a la problematización de la participación política, de modo que se evite la producción de nuevas formas de dominación o concentración de poder. Esto indica que la persona también se realiza, por medio de la participación político-ciudadana, al poder expresar su opinión e interés sin restricciones subjetivas, de modo que se afirma antes que se niega (siendo esta última una consecuencia de la discriminación). 6 Uso esta palabra debido a que, históricamente, el Estado-peruano no ha pertenecido a todos los peruanos, de este modo uno se apropia de algo que nunca fue suyo; pero, en este caso, la apropiación no es negativa, sino reivindicativa. Esto, claro, necesita de una formulación de cómo puede existir esto, mas que algo simplemente retórico. Los cambios organizativos-institucionales del Estado están en juego teniendo, como eje, la crítica explícita a las múltiples formas de dominación (desde aquí se puede contrarrestar tratos paternalistas o la creación de caudillos). 13 4 5

11


Siguiendo a Quijano, la característica principal del eurocentrismo, como forma de producir conocimiento, es la combinación entre dualismo y evolucionismo. Esto es, una perspectiva que concibe el mundo y sus regiones a partir de pares de categorías opuestas y desigualmente valoradas, y proyecta el mundo y sus regiones como “encaminables” hacia el “polo positivo” de dichas dicotomías.

Alfonso Muñoz Víktor Bensús

¿

Es posible emanciparnos de la forma hegemónica de conocimiento? ¿Por qué habríamos de intentarlo? Estas son dos preguntas centrales que trataremos responder, brevemente, en este artículo. Esta reflexión no es gratuita, surge a partir de la lectura del texto de Anibal Quijano: Colonialidad del Poder, eurocentrismo y América Latina. Quijano es representante de una corriente teórica conocida como Antieurocentrismo, cuyo fin puede resumirse en la búsqueda de formas de conocimiento que trasciendan la que ellos consideran hegemónica, es decir, el eurocentrismo. Una primera definición del eurocentrismo podría ser entenderlo como aquél tipo de conocimiento basado en la experiencia particular de la Europa Occidental y que fue impuesto a otras sociedades a través del expansionismo colonial y económico-capitalista propio de aquella perspectiva del mundo. Entonces, el eurocentrismo se nos presenta como una forma de ser, pensar y hacer particular de un grupo, pero impuesta a todos como verdad universal. Es esto último el punto de partida de los autores antieurocéntricos como Wallerstein o Quijano: develar las incoherencias, falacias e ilegitimidad de un sistema de carácter alienante.

12

El eurocentrismo se nos presenta como una forma de ser, pensar y hacer particular de un grupo, pero impuesta a todos como verdad universal Ahora bien, lo que pretendemos hacer es una revisión crítica del análisis y propuesta de Quijano, no como una crítica estéril, sino con el fin de reflexionar sobre las posibilidades y limitaciones que presenta el antieurocentrismo. ¿Qué diferencia nuestra perspectiva de la crítica estéril? Pues, el intento por renovar y refrescar los medios por los cuales se busca conseguir el fin de “combatir al eurocentrismo”. Entonces bien, adelantamos que nuestra hipótesis afirma que no es posible un antieurocentrismo no-eurocéntrico (al menos desde la perspectiva que presenta Quijano), lo cual ya señala ciertas contradicciones dentro de la propuesta antieurocéntrica, las cuales es imperativo reconocer. Para esto, recurriremos a una base teórica enmarcada en la superación hegeliana a la Crítica kantiana, a saber, la noción de Aufhebung. Así mismo, partiremos de la noción de síntoma (social) recogida en la teoría lacaniana de análisis de ideologías, para la identificación de aquél elemento que permite identificar la necesidad de revisar aquello que Quijano propone. A continuación vamos a sintetizar brevemente el texto de Quijano. Quijano entiende el eurocentrismo como perspectiva de conocimiento hegemónica. Para fines del presente análisis, tenemos que distinguir entre dos dimensiones implicadas en la idea de perspectiva: por un lado, una forma determinada de producir conocimiento; por otro lado, una situación histórica desde la cual se produce conocimiento.

¿Qué hace Quijano al respecto? Su ideal y proyecto de liberación implica una valoración positiva de la misma y una valoración negativa de su situación opuesta: la dominación (dicotomía jerárquica liberación/ dominación). La modernidad, redefinida como liberación, es valorada positivamente frente a la colonialidad del poder (dicotomía jerárquica modernidad/colonialidad). A lo que cabe agregar una tercera dicotomía jerárquica, mismidad/alienación, que está implícita en la conclusión de Quijano: es tiempo de dejar de ser lo que no somos. Con base en estas “valoraciones desiguales”, se busca y espera que quienes se encuentran bajo dominación se encaminen hacia una situación de liberación. Proceso que es visto como una evolución deseable. Entonces, lo que vemos es que Quijano no logra romper con la forma dualista y evolucionista de conocer, si bien se trata de un dualismo y evolucionismo peculiares. Cabe resaltar la peculiaridad de la propuesta en cuanto permite dilucidar y luchar contra las relaciones de poder, cosa que permanece encubierta si miramos las regiones del mundo en referencia con menores o mayores niveles de desarrollo. Digamos que “hay dicotomías y dicotomías”. Pero hay que notar que dicha peculiaridad no hace a la propuesta menos eurocéntrica en cuanto forma de conocer; es lo que es: un eurocentrismo peculiar. Ahora, para entender el eurocentrismo como situación desde la que se produce conocimiento -y responder si Quijano es o no es eurocéntrico en este segundo sentido-, tenemos que fijarnos en la historia más que en las categorías. Como somos parte de una estructura de poder que está organizada alrededor de relaciones coloniales –piensa Quijano-, fundadas sobre la dominación de las razas indias, negras y mestizas, entonces el modelo europeo de formación del Estado-nación democrático, que ha sido adoptado como propio e impuesto por los grupos dominantes en América Latina, es un modelo que no nos corresponde. Tampoco calzan con nuestra realidad los modelos de revolución tal como se elaboró en Europa, sea en su versión democrático-burguesa o en la socialista. Baste mencionar que no tenemos nada similar a un paso de un orden feudal a un orden capitalista, ni siquiera ha habido alguno de dichos órdenes como configuración social homogénea. Antes bien, el patrón de poder colonial y capitalista articula sistémicamente formas distintas de control sobre el trabajo. Teniendo en mente estas dos cuestiones, dice Quijano: “aplicada de manera específica a la experiencia histórica latinoamericana, la perspectiva

¨ Estamos frente a una pretensión crítica del eurocentrismo que es antieurocéntrica en cuanto el sujeto que pretende conocer el mundo se sitúa en otra experiencia histórica, desde la que puede develar las relaciones de dominación ¨ eurocéntrica de conocimiento opera como un espejo que distorsiona lo que refleja. [...] Y como resultado no podemos nunca identificar nuestros verdaderos problemas, mucho menos resolverlos, a no ser de una manera parcial y distorsionada” (pp. 225-26). El problema reside, pues, en un desencuentro entre nuestra experiencia y la perspectiva de conocimiento con la cual proyectamos, modelamos y valoramos dicha experiencia. Pero aquí el término perspectiva apunta, más que a una forma de producir conocimiento a partir de ciertas categorías, a la situación o punto de vista histórico desde el que vemos el mundo. Al sentir como propia y ubicar como centro referencial la situación y experiencia de los dominados, puede sacarse a la luz -y proponer luchar contra- las relaciones de dominación. Nótese que, en tanto realidad particular, el centro no es el mismo que el del eurocentrismo. Esto es, dejar de vernos en un espejo ajeno para pasar a reconocer nuestra propia experiencia histórica y plantear ideales en base a ello. Cosa que es una evolución positivamente valorada. Por tanto, podemos decir que la propuesta de Quijano no es eurocéntrica en tanto situación desde la cual se enfoca la realidad. Entonces, estamos frente a una pretensión de crítica del eurocentrismo, que es antieurocéntrica en cuanto el sujeto que pretende conocer el mundo se sitúa en otra experiencia histórica, desde la que puede develar las relaciones de dominación.

13


Sin embargo, este planteamiento no se hace sino por medio de una forma de razonar eurocéntrica, con el mismo tipo de dicotomía jerárquica que el propio Quijano acusa en el eurocentrismo. Más aun, esgrime el valor de la modernidad como punta de lanza de su proyecto teórico-ideológico de liberación. Aunque en cierto modo Quijano se apropia del concepto de modernidad, y lo redefine básicamente como potencial liberador, no puede renegar totalmente de su origen, y en ello se revela también el hecho de que Quijano no logre superar del todo el eurocentrismo al cual critica. El concepto lacaniano de síntoma puede resultar útil para entender lo que pasa aquí. Zizek nos explica por qué Lacan señala que fue Marx quien inventó el síntoma, en la perspectiva psicoanalítica. Es decir, Lacan encuentra que existe una homología entre el análisis interpretativo de Marx –en lo referente al sistema capitalista- y la interpretación de los sueños de Freud. De esta homología, Zizek pasa a hablarnos del síntoma social como herramienta para el análisis de las ideologías. Es decir, más allá de que se identifique una teoría, pensamiento o discurso es ideológico, lo interesante es el análisis de su forma. En este sentido, lo característico de la ideología es que se nos presenta como universal; es aquí donde entra a tallar la noción de síntoma social, a saber, el caso específico de la estructura ideológica que devela su no-universalidad. Esto es, un elemento del sistema que no va acorde con la unidad del mismo, pero cuyo rol e importancia para aquél son imperativos. En el caso del análisis del capitalismo de Marx, el síntoma que identifica es el de los “derechos y deberes burgueses”, como bien señala Zizek, en tanto que los trabajadores creen ser libres y actúan como tales al vender su fuerza de trabajo, pero, una vez vendida, es apropiada por los capitalistas. Es decir, ya no son dueños de su propia fuerza de trabajo (no son libres), sin embargo, se asume que lo son en tanto que, libremente, la vendieron.

16 14

Entonces, volviendo a nuestro autor, nos parece claro que el síntoma de su propuesta sería la pertenencia del concepto de modernidad a él, en cuanto implica una noción de libertad. En otras palabras, la modernidad podría ser vista como síntoma en tanto que un planteamiento como el de Quijano conllevaría, necesariamente, a imponer una forma de entender la libertad (y los derechos) que no es sino occidental. En términos más concretos, la propuesta de Quijano exige un paso previo antes de llegar al reconocimiento de “otras” culturas y formas de conocer: Imponer la idea de que se debe crear un espacio de lo que Habermas llama acción comunicativa. Cabe preguntar si semejante propuesta puede tener proyección universal. Es decir, esa libertad, esa concepción de libertad, ¿es compartida por todas las poblaciones de todo el Mundo? El espacio en el cual la libertad se dé incluso como campo de conflicto implicaría que se compartan las mismas reglas del juego y la misma concepción de diversos temas (libertad, derechos, etc.). Es aquí donde puede notarse que una posición como la de Quijano no se logra desligar completamente de algunos rasgos que critica. Para terminar con este punto, traigamos a colación aquello por lo cual Jacques Lacan encuentra tan útil una frase de Rimbaud: Yo es otro. Es porque se vincula con una de sus frases más célebres: El deseo es el deseo del Otro. ¿Qué quiere decir esto? Pues que nuestros deseos no son sino ser objeto de deseo del otro, lo cual significa que la constitución de nuestro yo se da en base a lo que suponemos que el otro desea y a nuestro deseo de satisfacer ese (supuesto) deseo. En este sentido, recurrir a un “yo” desligado del eurocentrismo no es del todo válido: así como quienes vivimos en los países “periféricos” tenemos una historia distinta, con organizaciones e instituciones particulares, nuestras sociedades también han adoptado ciertas características de carácter eurocéntrico en tanto están vinculadas con las sociedades euro-occidentales. Entonces, esto nos lleva a reconocer, como bien señala Quijano, lo ilegítimo de la adopción de una forma de conocimiento, en cuanto impuesta; pero, además, nos exige reconocer que la re-producción de nuestras sociedades se da en base a las formas en las cuales hemos constituido instituciones históricamente europeas y, más allá del fin buscado, es desde ellas desde las cuales hablamos. De esto puede desprenderse otra consecuencia, expresada en otra frase de Lacan: “Aquellos que saben, yerran”. ¿Qué quiere decir esto? Pues que no necesariamente servirá de algo el auto-reconocimiento como “dominados” puesto que, a fin de cuentas, debemos suspender ese conocimiento por un momento y recurrir a instituciones “eurocéntricas” –según cómo las entiende nuestro autor- para poder hacernos escuchar o para poder “darle voz a los sin-voz”, como suele decirse: la voz es siempre la voz de un Otro. Parafraseando la fórmula: “Aquellos que se saben dominados, yerran al pensar que el saberlo los hace libres, pues siguen utilizando los medios que provee el mismo sistema para combatirlo”. ¿Cómo queda, entonces, la crítica del eurocentrismo que pretende hacer Quijano? Para resolver esta cuestión, será de utilidad que hagamos una digresión teórica sobre la idea de crítica en dos importantes filósofos alemanes: Kant y Hegel.

Para Kant, la crítica se plantea en su sentido etimológico: separar, delimitar. Se trata de delimitar hasta dónde a la razón le es posible conocer, tarea que ha de hacerse desde los propios límites de la razón. A partir de una separación radical que hace entre sujeto (que es el que porta las categorías que hacen posible el conocimiento) y objeto (que es lo que se aspira a conocer), Kant llega a la conclusión de que la razón sólo puede conocer aquella dimensión del objeto que pueda ser impregnado de categorías racionales (o el “objeto subjetivado”, digamos). Lo que a la razón pura le es posible conocer no es, entonces, la cosa en sí misma (noumeno), sino una apariencia de la cosa (fenómeno). Frente a ello, la concepción de dialéctica en Hegel implica conjugar posiciones distintas hasta que se obtengan contradicciones, las cuales no agotarán el desarrollo de la reflexión, sino que nos llevarán a una “etapa superior de verdad superior que une los extremos de esas contradicciones” -como bien señala Gadamer-, a saber, la negación de la negación de la posición o, lo que vulgarmente se conoce como “síntesis”. Es este el campo de la Aufhebung: este término, como Hegel lo utiliza, implica tanto “suprimir”, “conservar” y “elevar”. Usualmente traducido como “superación”, es un término negativo en primera instancia, en tanto que demuestra el carácter contradictorio de algo; sin embargo, también implica el conservar todos los elementos de verdad inherentes a las contradicciones, y elevar esos elementos a una verdad que “circunda y une a todo lo verdadero” –nuevamente, palabras de Gadamer. Vemos esto como una superación de la crítica kantiana, la cual oponía lo nouménico a lo fenoménico. Es decir, de acuerdo con la teoría del conocimiento kantiana, lo nouménico era inaccesible a la reflexión, al conocimiento, por lo cual el ámbito de la crítica se limitaba a lo fenoménico: el conocimiento de la cosa en sí misma, resultaba imposible. (Esto sugiere la pregunta de si es posible una crítica que no implique la finitud radical de la razón ni un dualismo ontológico). Hegel,

supera esa dicotomía (y sus implicaciones en la teoría del conocimiento, en especial en lo referente a la dualidad sujeto-objeto) hablando acerca de un absoluto y suprimiendo la “cosa en sí”. Auto-reconocimiento como lo otro de sí que es sí mismo (dialéctica), como síntesis de múltiples determinaciones. La unidad radical se plasma en la conocida afirmación: “todo lo real es racional y todo lo racional es real”. ¿Qué tiene que ver esto con Quijano? –se preguntará más de un lector. Pues la crítica de Quijano, como hemos visto, no se plantea sino dentro de los propios límites del eurocentrismo. Se trataría de una crítica en el típico estilo kantiano, aunque con la peculiaridad de que no es consciente de sí misma, sino confundida y contradictoria. De manera muy simplificada, podemos decir que los pasos que da Quijano son: (1) reconocer que nuestra perspectiva está teñida del eurocentrismo en cuanto perspectiva de conocimiento hegemónica; (2) negar esa perspectiva hegemónica, y pretender plantear otra pero, en realidad, hacerlo desde esa misma perspectiva. Desde un punto de vista hegeliano, esto puede verse como (1) la posición y (2) la negación de la posición. Quijano no emprende el camino de regreso, esto es, de reconocer que su propio ser, su propio conocimiento de la historia y su propio proyecto político tiene una raíz absolutamente eurocéntrica. Tampoco reconoce que está inmerso en esa modernidad caracterizada por la capacidad de negarse a sí misma, y que lo que representa su trabajo no es sino un eurocentrismo que se niega a sí mismo. Creemos que sólo a partir de ese auto-reconocimiento, de esa reconciliación de su voluntad y libertad con la necesidad de sus determinaciones, sería posible una cierta liberación. Ahora bien, esto podría tomarse como la condena al eurocentrismo, sin embargo, consideramos que es el primer paso para intentar romper el hecho de que cierta forma de conocimiento se imponga como la única (legítima) y, “superarla” recogiendo aquello que pueda ser útil para una interacción entre sociedades y culturas de forma más o menos equitativa. Es decir, no podemos olvidar que el poder es un concepto relacional y que su aparición es posible más allá de las intenciones de igualdad que se tengan, lo que varía es el grado en que esto se da. Finalmente, nos gustaría hacer hincapié en que la liberación es un camino largo (sino infinito), pero necesario, en tanto fin al cual apuntar, sin dejar de reconocer que implica la intención de universalidad, lo que nos lleva más allá del plano del debate teórico: al debate ideológico. Bibliografía: GADAMER, Hans-Georg. “Hegel y Heidegger”. En: La Dialéctica de Hegel. Cinco Ensayos Hermenéuticos. Madrid: Cátedra, 1994, pp. 125-146. KANT, Immanuel. “Prólogo de la Primera Edición” y “Prólogo de la Segunda Edición”. En: Crítica de la Razón Pura. México: Taurus, 2006, pp. 7-35. QUIJANO, Aníbal. Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y América Latina. 2000. ROCHABRÚN, Guillermo (comp.). Foro de Discusión sobre Aníbal Quijano y el Eurocentrismo. Lima: 2008. Inédito. VERA, Rodrigo. El Significado Metafísico de la Idea de Libertad en Kant y su Transformación por Hegel. Lima: 2008. Inédito. VERA, Santiago. Del Saber Fenoménico Kantiano a la Fenomenología del Espíritu en Hegel. Lima: 2008. Inédito. ZIZEK, Slavoj. “¿Cómo Inventó Marx el Síntoma?”. En: Ideología. Un Mapa de la Cuestión. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2005, pp. 329-370.

1715


EL BAILe DeL PeRReO 1

como performance de los nuevos contratos de género en la sexualidad de los jóvenes

Pasitos para bailar Entre los cambios que se han producido en el mundo contemporáneo, el tema de la sexualidad es uno de los principales, ya que ha traído como consecuencia una serie de estudios e investigaciones dedicados a analizar estas transformaciones. Los paradigmas sobre sexualidad en los que el hombre siempre ha sido el actor principal han entrado en crisis y han dado paso a un discurso que promueve la equidad de género, según el cual hombres y mujeres comparten roles similares y, a la vez, específicos dentro de la sociedad. A ello se suma la búsqueda de la libertad sexual femenina como consecuencia directa del rol protagónico que viene ejerciendo en la sociedad. Vemos, a través del tiempo, que la mujer cada vez se encuentra más presente en ámbitos en los que nunca imaginó que tendría un aporte importante. Uno de los espacios en los que se puede apreciar este cambio es en el de la sexualidad; más específicamente, puede ser apreciado en una práctica muy común entre los jóvenes: el baile. Hay que entender el baile como una práctica social en la que se conjugan una idea común al grupo (la forma de bailar un ritmo específico: los pasos, los movimientos) y, además, su repetición de forma sistemática, de modo que genera experiencias y crea un significado específico en la performance misma. Tiene, en-

16

José Li Wan

tonces, un sentido y una función social que guarda alguna relación con los cambios producidos en la sexualidad de los jóvenes. El baile que analizaré será el perreo, uno de los preferidos actualmente por los jóvenes en fiestas y discotecas de casi todos los países latinoamericanos, entre los cuales se encuentra el Perú.

en las que se baila perreo) los domingos por la tarde. En este caso, se trata específicamente de la discoteca ‘Los Botes’, ubicada en el cruce del jirón Washington con la avenida Bolivia en el Cercado de Lima.

El reggaetón

Había oído mucho acerca de este lugar a través de conversaciones informales con jóvenes durante mi trabajo de campo, también gracias a las historias que me contaban amigos en la facultad de Ciencias Sociales, y a través de los rumores que circulan con fundamento alrededor de este lugar. La hora de llegada al local fue a las 6 p.m., y en ese momento pude contar que había más de diez personas paradas afuera. Al parecer, estos jóvenes esperaban a su grupo de amigos para juntar dinero para su entrada hasta que el precio baje. Luego, antes de llegar donde la persona encargada de vender las entradas, que costaban cuatro soles, tuve que hacer una cola de, aproximadamente, 15 personas. Después de haber pagado, el personal de seguridad se encarga de revisar minuciosamente a todos los jóvenes porque algunos intentan ingresar armas o drogas según cuentan los rumores. Junto a seguridad siempre hay un policía presente, quien, en lugar de controlar que no ingresen menores de edad, se dedica a mirar los ojos de quienes ingresan para determinar si están drogados. Me dio la impresión de que se trataba de un lugar ‘picante’, más popular, más ‘barrio”, en el que, al parecer, ingresaban potenciales delincuentes, y no jóvenes. Por un momento, me hizo recordar la rigurosa revisión por la que se pasa antes de ingresar al estadio a ver un partido fútbol, al estilo de una barra brava.

Si bien en todos los bailes tienen siempre una connotación sexual latente, en el perreo una serie de movimientos intentan imitar fielmente el acto sexual. El perreo es una forma de baile del género musical llamado reggaetón, que tiene su origen en Centro América, básicamente en Puerto Rico. El reggaetón es una mezcla de distintos tipos de música como el dance hall jamaiquino, el reggae, el hip-hop, la bachata y otros ritmos caribeños. Se trata de un ritmo urbano creado por personajes citadinos que han tenido una vida ‘difícil’2, y que han hecho, de sus experiencias, anécdotas e ideas, canciones que han logrado un éxito tal que ahora dichos personajes son considerados celebridades y ganan millones de dólares. Lo primero, entonces, es establecer el origen del reggaetón como género musical, y del perreo como baile característico del género en cuestión. En los trabajos revisados durante mi investigación, la mayoría de autores ubica el origen del reggaetón en Puerto Rico y en Panamá, principalmente3. Estos trabajos mencionan también que los orígenes no son tan nuevos como se piensa, pues se considera a ‘El General’, ‘Vico C’ o al grupo panameño ‘El Chombo’ entre los primeros representantes del género. Sus canciones fueron un éxito inmediato y eran bailadas en las fiestas y discotecas que frecuentaba la juventud latinoamericana de ese entonces. En nuestro país, canciones como los ‘Cuentos de la Cripta’, ‘María’ y ‘Qué es lo que quiere esa nena’ estuvieron en la cumbre a mediados de la década de los 90. Sin embargo, el género musical se hace mucho más popular y mediático cuando emergen del anonimato intérpretes como Daddy Yankee, Don Omar, Trébol Clan, Wisin y Yandel, entre otros. Así empieza la nueva generación del reggaetón y del baile del perreo. En el Perú, el género se ha hecho popular y nuestro país es una parada segura de las estrellas del reggaetón para realizar conciertos multitudinarios. Se baila en casi todas las discotecas, y la mayoría de los jóvenes lo ha bailado alguna vez. La población elegida para mi estudio está compuesta por jóvenes que frecuentan las llamadas perrotecas (discotecas

El lugar elegido: ‘Los Botes’

Ahora bien, una vez adentro, lo primero que pude sentir fue un ambiente cargado de olor a sudor. Se trataba de un lugar cerrado, sin ventilación y repleto de gente. El local estaba abarrotado de público, había unas 400 personas que bailaban al ritmo del reggaetón, género musical que pude oír apenas ingresé al local. Decidí dar una primera vuelta para observar la distribución del local ‘Latin House’, aunque las personas conocen este lugar como ‘Los Botes’. El lugar cuenta solo con un piso y la decoración del interior es bastante rústica: su instalación de luces era escasa en comparación con la de la competencia,4 el local era bastante oscuro y las paredes no tenían ningún afiche. Al parecer, este lugar cuenta con la oscuridad como una de sus características, pues el pobre juego de luces que se prende

Los paradigmas sobre sexualidad han entrado en crisis y han dado paso a un discurso que promueve la equidd de género según el cual hombres y mujeres comparten roles similares. El presente artículo es parte de mi proyecto de tesis de licenciatura. En esta ocasión presento algunos de mis avances de la investigación. Se dice que los personajes ligados al reggaetón provienen de clases populares y que han vivido una vida “difícil”, relacionados con la delincuencia, las drogas y otros. 3 Uno de estos estudios es el realizado por los cubanos Neris González, Liliana Casanella y Grizel Hernández. El reggaetón en Cuba. Un análisis de sus particularidades, p. 3 4 La competencia directa es la “Calle 8”, discoteca ubicada al frente de “Los Botes”, en el distrito del Cercado de Lima. Estas dos discotecas son las más conocidas y más concurridas por los jóvenes que estudian, viven o gustan frecuentar esa zona. 1 2

17


esporádicamente, parecía estar de adorno. Este único piso está distribuido de la siguiente forma: hay mesas y sillas alrededor de la pista de baile, y al costado se encuentra el escenario, el principal ambiente de este tipo de locales, donde se encuentra el infaltable animador. El análisis de la presencia del animador en este tipo de locales merece algunas líneas debido a que su participación en el desarrollo de la fiesta tiene una función específica. Él propone a los jóvenes que se atrevan a bailar y sientan la música. Este personaje viste una camisa blanca desabotonada por arriba para que se le vea el pecho, jeans y lentes de sol a pesar de la oscuridad. Los animadores suelen pronunciar frases como: ‘El hombre que no levanta la mano es un mariconcito’, “Que levanten las manos los que vienen por primera vez a ‘Latin House’”, ‘¿Dónde están los caseritos, que levanten la mano’, ‘Muchachos, ¿es cierto que las mujeres son unas cínicas, jugadoras?… Y los chicos unos mentirosos’ y ‘¿Hay algún chico/a simpático/a?’. Otras frases caracterizan a la mujer como jugadora o vividora como podemos apreciar en frases como ‘A secarlo al más cachudo. Vamos chicas, aprovechen’, ‘¿Dónde está la chica que hace con su vida lo que quiere, la que se levanta a quien quiere?’. Tampoco podemos omitir las frases que se refieren a los hombres como los dominantes: ‘Dale hasta el fondo’, ‘Métela toditita’, ‘Perréala duro, duro, duro’. La vida libre, sin compromisos ni ataduras, también es parte importante del discurso de este personaje, quien dice frases como: ‘¡Que viva la soltería!’ o ‘A la trampa dile sí; al matrimonio, no’. Muchas de éstas se repiten durante el show. Sin embargo, me llamó la atención que en el discurso del animador esté presente el rechazo a las drogas, lo cual nunca hubiera oído en otros locales. En ‘Los Botes’ las drogas no son bienvenidas, y quienes las consumen son echados del local después de ser azotados por los agentes de seguridad. Si bien el animador está en contra de las drogas, sí promueve, en cambio, el consumo de cerveza o sangría durante la ‘happy hour’, momento en el que el licor baja de precio. Después de dar una vuelta por el local, pude notar que el público que asiste a ‘Latin House’ está compuesto, principalmente, por menores

de edad entre los 13 y 17 años, aunque también había algunos jóvenes mayores de edad. Los hombres vestían ropas holgadas: polos anchos, shorts largos (que parecían pantalones anchos); algunos usaban casacas, gorros, viseras o pañuelos en la cabeza, y los mencionados lentes de sol. Este es el clásico estilo reggaetonero. Esta forma de vestir no es original del reggaetón, sino del hip-hop y del rap, y fue creada por los grupos afroamericanos en los Estados Unidos. En esta discoteca, muchos jóvenes visten con ese estilo y considero que ir vestidos de acuerdo a la ocasión es importante para la performance. Las chicas no se quedan atrás y van vestidas con atuendos provocativos: blusas con escote y muy pegadas, jeans bastante ajustados, e incluso había algunas chicas con minifaldas. Creo que su objetivo es mostrarse seductoras y provocativas, aparentar ser ‘gatas fieras’ y lograr que los hombres se fijen en ellas y las saquen a bailar. Las chicas llamaron bastante mi atención porque aparentaban ser mayores, pero en realidad eran niñas entrando en la adolescencia, pues sus cuerpos eran menudos y frágiles. Sin embargo, el hecho de aparentar ser niñas no les impide bailar el perreo como mujeres experimentadas en la materia. Probablemente lo hacen mejor que muchas chicas que he venido observando desde que frecuento perrotecas. Ha llegado el momento de analizar detenidamente el baile del perreo, de tratar de buscar ciertas pistas que permitan conocer el baile más a fondo, y descubrir los patrones de baile comunes a todos los jóvenes. Lo más notorio del baile es la postura de la mujer, que le da la espalda a su pareja. Esto es lo primero que un chico debe tener en cuenta cuando saca a bailar a una chica. No es necesario ni siquiera pedirlo ya que ellas se voltean solas y comienzan a frotar sus nalgas a la altura de la pelvis del hombre, quien la coge por las caderas y, en algunos casos, le da palmadas en las nalgas. Más tarde se producen variantes, pues algunas chicas juegan más con la parte superior de sus cuerpos: mueven los hombros y se agachan hasta tocar el piso con las manos con un incesante movimiento de caderas. Las más atrevidas se mueven de adentro hacia afuera, como simulando el acto sexual mismo, y el hombre también sigue estos pasos. La expresión facial del hombre es homogénea en todos los individuos, pues simulan que están en plena actividad sexual con su pareja de baile, palmeteándola, frotándola, tocando su cuerpo y provocando

una sensación de goce. Las chicas no muestran reparos en moverse al son del bajo, y sus movimientos se agilizan mientras estos sonidos se hacen más fuertes y constantes. Me llamó la atención que los chicos menores sean mucho más ‘atrevidos’ que los mayores. Una posible hipótesis es que, al ser menores, todavía no han tenido suficiente experiencia sexual y sienten la necesidad de desfogarse mediante lo que se conoce como el ‘punteo’, es decir, el contacto del hombre detrás de la mujer.

La historia de Noé Una parte del trabajo de campo consistió en realizar observaciones en las perrotecas para conocer la forma de bailar, el movimiento de los cuerpos al ritmo de la música y poder ver de cerca los contratos de género que van performando los jóvenes en el baile. Eso solo me permite conocer qué es lo que sucede dentro del local, pero es importante también conocer a los jóvenes que bailan el perreo en su vida cotidiana, y conocer sus percepciones sobre la sexualidad para saber qué función cumple la práctica de este baile en sus vidas. Por ello, presento, a continuación, la síntesis de la entrevista que realicé a Noé Lavado, un joven del barrio de Chacrarríos, ubicado frente al Coliseo Amauta en el distrito del Cercado de Lima. Noé tiene 22 años, nació en Piura y pasó toda su niñez con sus abuelos, quienes lo criaron en su chacra. Llegó a Lima junto con su padre cuando tenía once años, ambos vivieron en la zona llamada ‘Puente Dueñas’ en el distrito de San Martín de Porres. En este barrio vivió durante su pubertad, y en él también comenzó a consumir alcohol en las fiestas y la palomillada. En el colegio del barrio, junto a sus amigos, comenzó a ver películas pornográficas, a masturbarse y a pensar en sus primeras relaciones sexuales. En el 2001, a los trece años, se mudó a un nuevo barrio, ubicado frente al Coliseo Amauta en el Cercado de Lima, donde conoció a los que ahora son sus amigos de barrio. Entonces, Noé comenzó a vestirse siguiendo la moda reggaetonera: con polos y pantalones anchos, y gorras o pañuelos en la cabeza. Cuando terminó el colegio se puso un piercing y se dejó el cabello largo. Para Noé, ese fue un momento crítico, pues muchas de sus ideas cambiaron. No

20 18

2119


quería hacer caso a sus padres, se puso rebelde, solo quería estar en la calle con sus amigos del barrio, es decir, vagaba todo el día. Considero que, de alguna forma, ese estilo de vida reggaetonero tuvo alguna influencia en él ya que no solo se vestía a la moda del reggaetón, sino que también escuchaba esa música y había comenzado a frecuentar las famosas perrotecas del Centro de Lima. Aprendió a perrear con sus amigos del barrio. Sin embargo, las primeras veces que bailó, todavía no lo hizo de forma sensual, frotando su cuerpo con el de la mujer. Al principio solo fue un típico baile al estilo escolar: las parejas ubicadas frente a frente y a cierta distancia. ‘El movimiento era más tranquilo’, comenta Noé. A mi pregunta sobre cuándo conoció y comenzó a bailar perreo, Noé respondió con una aclaración sobre el tema: ‘El reggaetón que nosotros conocemos podría decirse que es parte de la segunda generación del género, valga la redundancia’. Daddy Yankee, Don Omar y otros de los más conocidos intérpretes no fueron los primeros reggaetoneros. Tal vez el nombre reggaetón todavía no se conocía oficialmente, pero ‘El General’, ‘Don Chezina’ y el grupo ‘El Chombo’ con sus ‘Cuentos de la Cripta’ se podían considerar como los pioneros. Noé define esta primera etapa del reggaetón como una época tranquila, en la cual el baile todavía no tenía mucho movimiento. El cambio que Noé considera más importante para entender lo que es el reggaetón hoy es la forma de bailar. Si ahora se escucha ‘El Chombo’ o ‘Don Chezina’, las parejas salen a la pista de baile y se mueven como si sonara ‘La Gasolina’ de Daddy Yankee o cualquier otra de las canciones actuales, es decir, que realizan igualmente los frotamientos, el choque caderas – pelvis, y los movimientos estilo

22 20

‘licuadora’. Lo que ha cambiado, en su opinión, es la mentalidad, y eso lo relaciona con que las mujeres se han vuelto más liberales. Junto con esta liberalización de la mujer, Noé identifica una segunda causa del cambio en el estilo de baile: el sonido de la música. Estas dos ideas de Noé, que intentan buscar qué fue lo que originó el cambio en la forma de bailar reggaetón, son muy importantes y guardan mucha relación con dos ideas recogidas durante el desarrollo de mi investigación: 1) la idea de la búsqueda de la liberación sexual de la mujer, que reconoce su legítimo derecho a gozar, entendido como una crisis del sistema patriarcal; 2) el sonido retumbante de los bajos, que se ha observado en las perrotecas ya que estos sonidos regulan el movimiento de caderas de las mujeres. Podría decirse que son dos ideas que ayudan al objetivo de construir el sentido que tiene el baile del perreo en los jóvenes que frecuentan las perrotecas. Un punto muy importante en el baile del perreo es la posición de baile. Para Noé, la posición básica del perreo (entiéndase hombre detrás de la mujer) es normal y no hay necesidad alguna de decirle a la chica que se voltee para bailar. Al menos en esta perroteca y en otras que ha frecuentado, Noé no ha tenido que pedirle a su pareja que se voltee para bailar. Ellas lo hacen solas y, dependiendo de su atrevimiento, el baile puede tener una mayor carga sexual, pues los movimientos se tornan atrevidos y excitantes para quienes bailan. Son ellas quienes llevan la batuta del baile y deciden hasta dónde llegar. Noé lo sabe muy bien y menciona que se baila solo ‘hasta donde la chica quiera llegar’. Noé ha sentido mucha curiosidad por esta supuesta ‘liberalización de la mujer’, incluso les ha preguntado por qué bailan de esa forma tan atrevida y sensual. La respuesta que recibió fue: ‘Quiero liberarme más’. Se entiende que hay una búsqueda de liberación para gozar del baile, pero dentro del ámbito específico de la perroteca. Noé resalta la importancia del espacio de la discoteca ya que es ahí donde la mujer se ‘libera’. Al principio, los movimientos le causan gracia, pero a medida que la intensidad va subiendo y la calentura del cuerpo se hace mayor, la gracia queda olvidada para dar rienda suelta a la liberación del apetito sexual sobre las chicas. Lo que sigue en el baile es que los cuerpos comienzan a tocarse, las manos inician su trabajo de exploración en el cuerpo de las parejas, y los intentos de seducción se hacen explícitos. Luego. se pasa a los besos apasionados y la excitación llega a su momento pleno, en el que el hombre le propone a la chica ‘ir a un lugar más privado’, es decir, a un hostal para tener relaciones sexuales. Yo he ejecutado este baile en la discoteca. Según las observaciones que he realizado, en las perrotecas se pasan las canciones por bloques: reggaetón, salsa, cumbia, y se repite el ciclo. La duración de los bloques es de unos 20 minutos aproximadamente, a excepción del bloque de reggaetón, que dura entre 40 y 50 minutos. En la perroteca ‘Los Botes’ o ‘Latin House’, el reggaetón es primordial en contraste a los otros géneros musicales. Noé comenta que, una vez que se

empieza a perrear, ya no hay marcha atrás y hay que bailar hasta que cambien de género musical. La única forma de dejar de bailar antes de que acabe el bloque es si la chica decide parar para cambiar de pareja porque el hombre no baila de acuerdo a sus exigencias o ‘es muy mandado’. Noé cuenta una anécdota; una vez, su pareja le dijo: ‘no seas tan mañoso’. Esta observación le llamó mucho la atención, pues no hacía nada fuera de lo normal. La causa había sido que el nudo de su chompa, que llevaba amarrada a la cintura, rozaba las nalgas de su pareja y parecía que Noé estuviera teniendo una erección. Después de que Noé cambiara de lugar la chompa, continuaron bailando, siguieron con los frotamientos y terminaron ‘chapando’. Para él, las chicas ‘a veces, se las dan de sanas y después, poco a poco, se van liberando’. ‘Ella normal, y quizá ella te va a insinuar muchas cosas. Ya uno la calienta hablándole en la oreja, cantándole las canciones, y ya comienzan los movimientos fuertes. Y si se voltea, si se te pega más y hay un pequeño roce, o sea, ya te quiere insinuar algo más y te la chapas pe’. A la miércoles’5.”6 A medida que ha ido creciendo, Noé se ha vuelto más exigente en cuanto a la satisfacción de sus deseos sexuales. Al inicio, solo se conformaba con ir y bailar pegado a una chica, con puntearla. Luego, quería chapárselas y toquetearlas, además de bailar de forma más atrevida y excitante. Ahora que es mayor, prefiere terminar el encuentro en un hostal y tener relaciones sexuales. Así, puede apreciarse que los deseos de experimentar con su cuerpo y poner en práctica su identidad sexual masculina van cambiando a medida que va creciendo y empieza a querer experimentar lo que percibe en su vida cotidiana: quiere practicar lo que ve en las películas pornográficas, tocar a las chicas como alguna vez vio en un parque o repetir cualquier otra situación que haya llamado su atención. Así como hay chicos mandados, también hay chicas mandadas, a quienes les gusta tocar a los hombres e, incluso, meter su mano dentro del pantalón del chico para cogerle el órgano sexual, el cual suele estar erecto debido al contacto físico y a la calentura del baile7. A Noé le ha tocado bailar con chicas que se dejan tocar todo, y que también tocan. Es válido que lo toquen porque ellas también tienen ese derecho, es lícito, son libres y pueden gozar. Sin embargo, para Noé, el hecho de que lo toquen le ofrece la luz verde para poder aprovecharse de la situación. Por otro lado, quise indagar si era importante el hecho de saber bailar perreo, si

Sinónimo de la frase “a la mierda”. Entrevista realizada a Noé Lavado. 29 de Setiembre del 2008. “Hay unas que hasta te agarran el paquete y todo chévere rico. Yo les dejo no más, la paso chévere. Eso ya me demuestra que puedo hacer lo que quiero. Algunas cuando te la agarran y ven que está erecta piensan que “algo quiere este pata”. Te dicen algo y normal no más.” (Entrevista realizada a Noé Lavado. 29 de Setiembre del 2008.)

5 6 7

esta habilidad podía ser aprovechada como una ventaja para con la pareja o si, de lo contrario, podía terminar restándole las oportunidades de ‘ganarse con algo’. Lo que Noé toma más en cuenta es que la chica realice movimientos sensuales, que le produzca cierta excitación verla bailar antes de animarse a sacarla; él piensa en cómo se movería esa chica si estuviera con él en la cama. No le importa mucho su apariencia física; a fin de cuentas, el lugar es oscuro y nadie se fija en las personas. También dice que las chicas observan a los grupos de hombres que, al mismo tiempo, realizan sus propios movimientos; si a ellas les gusta, es más probable que acepten bailar con ellos. Fuera de las perrotecas, Noé también ha conocido y se ha relacionado con mujeres. Hay chicas que conoce en las perrotecas con las que se involucra sexualmente y después repiten sus encuentros fuera del ámbito de la fiesta. Las mujeres con las que se encuentra en las perrotecas son totalmente desconocidas; se conocen ahí y luego pueden terminar en un hotel para tener sexo durante unas horas. En el mejor de los casos habrá una segunda vez, pero casi siempre la relación termina ahí. No hay ningún afecto de por medio, solo una atracción puramente física, un ‘caerle bien a la jerma’; hay que moverse un buen rato simulando la penetración sexual y acariciar el cuerpo de la pareja para ‘calentarla’, y ya están listos para ir al telo. El amor romántico casi no se aprecia, tal vez aparece en los momentos más íntimos, una vez dentro del cuarto de hotel, en el que Noé trata a su pareja como una dama y le ‘hace el amor, no el sexo’, como él dice, para que pueda haber una segunda vez. Este punto es dicotómico: por un lado, él se esfuerza por quedar bien sexualmente con su pareja para que haya una segunda vez y pueda satisfacer sus necesidades sexuales. Desde el discurso machista, podría interpretarse como una posibilidad concreta de tener sexo. Por otro lado, la idea de ‘hacer el amor, y no el sexo’ puede provenir solamente del entrevistado. Él señala que le gusta ‘hacer el amor’ y no tener sexo, le gusta tratar bien a las mujeres, hacerlas sentir bien y pasar un buen momento. Respecto a las mujeres; nunca las vio como objetos sexuales, ni como ‘perras’, ni como ‘trampas’. ‘La conozco y normal; no la trato como basura como muchos de mis amigos la pueden tratar’. Su objetivo es verlas como chicas jóvenes con ganas de divertirse y pasar un buen rato. Por supuesto que había chicas que le ‘entraban a todo’ como ya se mencionó, y con ellas se podía llegar hasta el hotel. Sin embargo, esta idea de ‘hacer el amor’ tiene poco que ver con esa última palabra: amor. En el perreo no hay amor de por medio, solo atracción física; estas personas son extraños que se conocen, bailan, se toman un trago, comienzan a besarse, tocarse y, luego, van a un hotel a tener sexo fugaz y efímero. De esta forma, podemos apreciar que la vida de este joven fuera de las perrotecas eleva al sexo como una actividad de placer y disfrute, de calmar una ‘necesidad’. En realidad, y lo

2321


recalco, Noé no hace el amor como él quisiera, sino que tiene sexo. No piensa en ningún momento en que irá a perrear para conseguir una enamorada o alguna chica de la que se podría enamorar, sino que va para divertirse y, si se puede y hay suerte, chaparse una jerma. Vemos que las aspiraciones juveniles en torno al amor se van tornando ambiguas ya que no consideran este sentimiento como lo hacía la generación anterior, o sea, como el amor para siempre, hasta que la muerte los separe. Eso quedó atrás, está olvidado, por lo menos en este momento de sus vidas. Ahora, se trata del amor hasta que llegue el fin de la noche, nada más. Los jóvenes de ahora ya no buscan amor, sino satisfacer sus deseos sexuales inmediatos, liberar sus tensiones ‘perreando’, tomando licor, teniendo sexo o consumiendo drogas. Saben que ese tipo de relaciones no tendrá mucha duración, no se pasará de dos o tres encuentros sexuales. No desean comprometerse con nadie. Por último, Noé se considera un joven liberal con quien se puede conversar de cualquier tema y que no tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa. Por eso, asume una posición supuestamente ‘neutra’ con respecto a la homosexualidad, por ejemplo. La entiende como una opción, la respeta, pero su posición religiosa le impide terminar de aceptarla como parte de la modernidad. Como me dijo durante la entrevista, ‘vivimos en un mundo globalizado’, y eso hace que las nuevas tendencias sexuales sean socialmente aceptadas. Definitivamente, la mentalidad juvenil sobre la sexualidad ha cambiado mucho con respecto a los últimos diez años, y este cambio se refleja en las perrotecas. Las discotecas cumplen un rol de inversión del mundo, es decir, los jóvenes pasan al mando de la situación y entran en un microcosmos en el que abandonan el yugo de los adultos.

Algunas ideas finales a modo de conclusión Para finalizar, sintetizaré algunas ideas sobre la nueva juventud limeña de las clases populares y la influencia que ejerce sobre ella el baile del perreo. Entonces, lo primero que habría que dejar en claro es que el perreo es un baile cargado de erotismo, efusividad y de contenido sexual. Se trata de simu-

8 Una de estas ideas proviene de Jacques Lacan: “la relación sexual no existe”, es decir, no se trata de algo natural. Más bien se trata de una construcción social a la cual se va llegando de acuerdo a arreglos, entendidos aquí como contratos entre los actores. No hay una forma predeterminada de acto sexual, se trata de algo netamente cultural; entendiendo lo cultural, según Anthony Giddens, como un sistema de símbolos y actitudes que van siendo construidas socialmente a través de la interacción entre los actores . Podríamos deducir de lo anterior que no se trata de algo que pueda ser realizado sólo por un individuo, tampoco es sólo asunto de parejas, sino que depende de toda una estructura social que se desarrolla en un contexto determinado. El sexo es libre y se construye a través de la cultura. El acto sexual es una performance de goce; que es distinto para los hombres y para las mujeres.

24 22

lar el acto sexual mientras se baila; en especial, la posición del ‘perrito’. Hay una serie de frotamientos corporales de los que se deduce el acto sexual8. Una idea que nos podría ayudar a contextualizar este fenómeno del perreo es el cambio del paradigma dominante de la sexualidad, es decir, la crisis del patriarcado. El sistema patriarcal, que ha sido dominante en el mundo por mucho tiempo, ha entrado en crisis a causa de diversas luchas que han ido socavando la autoridad del hombre sobre la mujer. Traigo esto a colación en el plano de la sexualidad, donde nos encontramos con que el ‘contrato’ entre el hombre y la mujer se ha roto. La idea sobre el acto sexual ha cambiado, las mujeres han reclamado importancia dentro de la práctica sexual y ya no aceptan ser meros objetos sexuales. El sexo ya no consiste solo en el goce masculino a través de la eyaculación; ahora, la mujer reclama igual derecho al goce a través del orgasmo. Se ha dado rienda suelta al goce de la mujer, que deja de representar la figura de desfogue sexual del ‘macho’. De ahí que haya ahora mayor libertad en las prácticas sexuales ya que se busca posiciones en las que la mujer pueda tener un mayor goce. Se trata de hacer del sexo una experiencia de goce de pareja. Lo dicho anteriormente abre camino a la liberación del erotismo femenino. Las mujeres también tienen derecho a él y no tiene por qué serles negado. El goce femenino se reconoce como lícito y ellas acuden en su búsqueda. Uno de los ámbitos en los que hombres y mujeres pueden gozar de igual manera es el baile; sobre todo, en el perreo y sus frotamientos. Se trata de un baile erótico por naturaleza, cargado de movimientos de contenido sexual y que invita a gozar. El baile del perreo remite, además, a lo animal, y hace referencia a la posición sexual del ‘perrito’. En realidad, no hay sexo de por medio, es solo un simulacro de sexo real9. La tercera idea se refiere a que ‘no todo es perreo’. A partir de las observaciones y entrevistas que realicé, llegué a la conclusión de que los jóvenes no pueden pasarse toda la noche perreando por una cuestión biológica ya que, además del cansancio físico, el constante frotamiento de los cuerpos puede terminar llevando al hombre a la eyaculación. Este incidente terminaría ‘extinguiendo’ su goce, y solo podría sentarse con sus amigos a tomar una cerveza. Detrás de los cambios de música se esconde el interés comercial de los empresarios, quienes obtienen ganancias adicionales con la venta de bebidas alcohólicas. En este momento, la figura del animador cumple una función de ‘controlador’ de la fiesta, como mencionamos al comienzo de este artículo, pues es él quien decide cuándo se cambia

la música y exhorta a los jóvenes a que compren bebidas alcohólicas. Entonces, el perreo no es solo un baile, sino también una mercancía. Afirmar que el perreo ‘no es todo’ quiere decir que este baile (o forma de bailar) no es definitivo. Con respecto a lo dicho al inicio de esta sección, según lo cual el baile era un intento de ‘naturalizar’ el acto sexual, ahora rechazamos esa idea porque el perreo no es un baile que lo explica todo ya que se puede construir una relación sexual a través de diversas formas culturales, no solo bailando perreo. Por ello, la entrevista fue útil como herramienta metodológica que permite penetrar mejor en los sujetos: conocer qué hacen fuera de las discotecas, en la vida cotidiana, sus percepciones sobre la sexualidad, y poder reconstruir historias de vida que nos proporcionen claves para construir una tipología de los jóvenes de clases populares que frecuentan las perrotecas.

que observamos (el baile del perreo, en este caso) se convierten en unidades de análisis propuestas por los propios individuos (y sus cuerpos), quienes son los sujetos de la investigación (Cánepa 2002: 15). En la puesta en escena de la performance se establece una interacción entre el contexto representado y el contexto de la representación. A modo de conclusión, los estudios performativos y el enfoque de la performance constituyen espacios en los cuales las identidades y las relaciones entre los participantes se crean, transforman y negocian en torno a un fin en común que, en el caso del perreo, sería el goce.

Por último, propongo una teoría del baile del perreo que lo inscribe en el enfoque performativo, proveniente de la antropología. Con el término performance me refiero a un concepto relativamente nuevo, que ofrece distintos significados. El baile es considerado como una representación cultural, pues mediante los movimientos se representa un discurso, un sentido respecto a una serie de ideas y temas que giran en torno a un género musical, marcados por el contexto y por la agencia que ejerce el sujeto en un tiempo y espacio determinados. Estas representaciones culturales son llamadas también formas de cultura expresiva o actos perfomativos10. El enfoque de este concepto es de la antropología de la performance11, que propone la representación de la realidad experimentada, es decir, representa actos que han sido construidos socialmente mediante un baile, una práctica o una intervención. Los actos performativos suponen un proceso social, expresión y experiencia de la práctica que se va a performar. No se trata simplemente de una pura interpretación de roles. Al momento de bailar perreo, se va performando una práctica social ubicada en un tiempo y espacio determinados. Según Gisela Cánepa, la relación entre expresión y experiencia, y las formas culturales

9 Ubilluz, Juan Carlos. “El perreo: la perversión hecha mercancía”. Nuevos Súbditos: cinismo y perversión en la sociedad contemporánea. IEP. Lima. 2006. 10 Cánepa, Gisela. “Introducción”. Identidades Representadas. Fondo Editorial PUCP, Lima Perú, 2002, pp. 11-31. 11 Turner, Bryan. “La sociología y el cuerpo”. El cuerpo y la sociedad. Fondo de Cultura Económica. México. 1989.

25 23


SENDEROS QUE SE BIFURCAN Sociología ¿ Un compromiso político o académico?

TERMINEMOS DE

OBJETIVIDAD

DESPOLITIZAR LA SOCIOLOGÍA

1

Juan La Cruz

“Sin duda, algunos de nuestros jóvenes, al oír lo que acabamos de expresar [sobre la objetividad como aspiración del científico], intervendrán diciendo: “Sí, pero, de todos modos, nosotros no concurrimos a clases sólo para escuchar análisis y verificación de hechos, sino para algo más”. Esta postura incurre en el error de esperar del catedrático aquello que éste no puede ofrecerles. Creen ver en él un caudillo en vez de un maestro […]” (Max Weber, “El político y el científico”. Pág.54)

Tengo la seguridad de que en el Perú no existe alguna encuesta de opinión o investigación medianamente seria que haya intentado la difícil tarea de medir la percepción real de los peruanos frente a la sociología como disciplina y/o carrera profesional2. Aun así, sin cifras ni estadísticas elaboradas a la mano, podría afirmar que la gran mayoría de peruanos y peruanas desconocen absolutamente de qué trata la Sociología, sin por ello haber dejado de darle un lugar en su imaginario a la profesión y al profesional. ¿En qué baso mi información?, en el punto de partida del conocimiento empírico: los datos sueltos que nos ofrece la realidad, en este caso, los sentidos comunes vigentes. ¿Y qué sentidos comunes tienen los peruanos sobre la sociología?, todavía hasta fines de los noventas era común en nuestro país, especialmente en la capital, una idea del sociólogo como -paradójicamente- un sujeto antisocial. Calificativos como “terruco”, belicoso, resentido social o incluso senderista servían como epíteto para el sociólogo, ya fuera en broma o seriamente. Bajo este imaginario la sociología aparecía como disciplina, pero una disciplina de la subversión, de la rebeldía; al punto que no era tan fácil para cualquier joven –con o sin recursos- manifestarle a sus padres la decisión de estudiar esta carrera: ya sea mediante la broma o la oposición tajante, la censura de 1

24

La nota que dio origen a este articulo, titulada “Despoliticemos la sociología” se publicó el 15 de Octubre del 2008 en El Estándar Social, panel y portal informativo independiente ubicado en la facultad de Ciencias Sociales de la PUCP. 2 Existen estudios parciales de corto alcance como el realizado por el departamento de Sociología de la PUCP el año 2007, con miras a medir la percepción que tienen los estudiantes de Estudios Generales Letras y de la misma especialidad de Sociología sobre la carrera. No obstante, no existe ningún estudio o investigación que haya medido esto en la población general.

NO ES INDIFERENCIA: RE - POLITICEMOS A LOS SOCIÓLOGOS Tomás Osores

El siguiente texto es una respuesta al artículo “Despoliticemos la Sociología”, que Juan La Cruz publicó en El Estándar Social. En su artículo afirmó que es necesaria una sociología “despolitizada”, y que actualmente estaríamos ya en condiciones de alcanzarla. Frente a ello, sostengo que estas ideas conllevan a la pasividad e indiferencia hacia a los problemas sociales. Asimismo, planteo que somos los sociólogos y los científicos sociales en general quienes, con mayor razón, deberíamos participar en las causas progresistas; aunque, en última instancia, la militancia sea siempre una decisión personal. Debo reconocer que no me encuentro completamente al tanto del debate teórico existente. Sin embargo, me he tomado bastante tiempo pensando y discutiendo con otros compañeros sobre el tema. Considero que éste es un asunto relevante y complejo por lo que los invito a leer, cuestionar, repensar y construir sus propias conclusiones. He organizado el texto en cinco argumentos que intentan responder y rebatir la postura de La Cruz. Puede que no tenga toda la razón pero mi objetivo no es cerrar debates, sino abrir críticas y cuestionamientos en torno a la relación entre actividad política y producción sociológica. Aquí voy: Supuesto 1: No debemos pronunciarnos, pues no seremos objetivos.

¿La Sociología puede ser objetiva?: Objetividad no es neutralidad. Sabemos que ser objetivos en sociología, en términos metodológicos y hermenéuticos, resulta imposible. La realidad social es subjetiva. No la llegamos a aprenderla en su totalidad. Más que un conocimiento objetivo, lo que hacemos son interpretaciones subjetivas de una realidad que percibimos según nuestros propios marcos interpretativos. 27 25


la familia no se hacia esperar; siendo ésta aún mas dura si el joven provenía de un hogar humilde y pretendía (y podía) seguir la especialidad en una universidad privada, ósea en la Católica, la única institución privada en el país que ofrece la carrera. Aparentemente estas percepciones estarían cambiando, sobretodo las mas duras ligadas al terrorismo, lo cual no quita que juegos verbales como “ociosólogo” o “socioloco” denoten aún una solapada subestimación hacia el profesional sociólogo, así como un desprecio de la carrera, sugiriendo incluso su inutilidad. No pretendo negar con esto que los sociólogos hoy tengamos trabajo, algunos incluso estables y muy bien remunerados. De hecho las posibilidades laborales para nuestra profesión han mejorado y se han diversificado notoriamente respecto a como eran 10 años antes. No; no es el empleo lo que entra en cuestión aquí sino el prestigio de nuestra especialidad, la posición y valoración que tiene en el imaginario de la gente, en su sentido común. Y esto es quizás lo más preocupante para un futuro profesional peruano de las ciencias sociales: que la sociología sea para todos efectos ninguneada desde distintos niveles3. Que si para el pueblo el sociólogo no es el “patita buena gente” de tal o cual ONG (y ni siquiera lo es siempre), sea entonces el de las marchas y las tomas en las universidades, el de las protestas con bombos y arengas frente a embajadas y ministerios por cualquier razón o sinrazón o aquel simpatizante declarado o reprimido del Che y Fidel que muy en el fondo sueña con una utópica revolución. En resumidas cuentas: que para el pueblo el sociólogo no sea más que un verdadero bueno para nada.

Rastreando el prejuicio ¿Cómo se ha construido esta imagen negativa o en todo caso prescindible del sociólogo? ¿Qué factores han contribuido en su génesis y afianzamiento? Si bien la sociología como disciplina existe en el Perú desde la segunda mitad del siglo XIX (Podestá 1978) y las producciones de los más conocidos pensadores peruanos del siglo XX (Haya, Mariategui, Belaunde) son en gran parte lecturas de amplio contenido sociológico sobre la sociedad peruana; la sociología recién surge como carrera profesional en nuestro país el año 1961, con la creación del Departamento de Sociología en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es en el devenir de estos años que debemos encontrar respuestas a nuestras preguntas. Posteriormente, en 1964, la Universidad Católica abre también su propia especialidad con miras a formar sociólogos profesionales, tras lo cual la carrera se va aperturando en todas las principales universidades públicas del interior del país. Es un largo camino el que transita la sociología 3 En visita a la ciudad de Juliaca el año pasado, el presidente Alan García recomendó a los jóvenes juliaqueños no estudiar sociología. “Según refirió [Alan García], el mundo de hoy exige que “los muchachos” elijan las carreras que les permita ponerse a la altura de la ciencia de este tiempo.” (El Comercio; 05/10/2008) Para el primer mandatario del país estudiar sociología equivale a un retroceso, a no estar a la “altura” del movimiento histórico. No cabe duda que comentarios desafortunados como éste no solo expresan una serie de prejuicios que componen el imaginario vigente sobre nuestra carrera, sino que además contribuyen a una constante reinvención de ese imaginario en la gente.

26

La ecuación que iguala una toma de postura con la pérdida de objetividad es falsa.

¿De qué modo somos “útiles” hoy? Como en otras profesiones, estamos siendo cooptados por el mercado. “Se busca sociólogos” para Recursos Humanos, para áreas de Responsabilidad Social, para estudios de mercado, etc. Empezamos a ser “útiles“ solo para quien nos pague. Útiles como toda inversión es útil, como cada martillo y cada tractor, como cada paso burocrático para seguir con el negocio. Esto lo vemos también en las consultorías de impacto ambiental o para hacer líneas de base para proyectos en Responsabilidad Social Corporativa1. Sin embargo, ése es nuestro mercado laboral emergente y en esos trabajos encontramos el dinero. Pude notar con algo de pena, en una práctica reciente, la atención prioritaria que le daban mis colegas al sueldo de la siguiente consultoría, a los contactos que adquirirían, las nuevas “oportunidades” que podrían abrirse a partir de los resultados de la primera, a terminar rápido, a evaluar si podían hacer varios trabajos a la vez, etc. Pero, ¿Y la gente? ¿Y el tema de la consultoría? ¿Y el aporte práctico del estudio hacia la problemática particular que se maneja? “Eso no lo arregla nadie, esto está mal planteado, chamba es chamba”. Queda claro que el fin es cumplir con el plazo y entregar el informe. Total, para eso te pagan. Sentí que la profesión era una suerte de contabilidad. Éramos sujetos con algunas herramientas para contar, recoger opiniones y sintetizar, luego solo bastaba una redacción formal, un discurso políticamente correcto y adecuado a la institución que financia, y listo: a cobrar. ¿Pensar? No, gracias; cobrar, mejor. Y cada quien a la suya, ya fuimos útiles.

El diálogo entre diferentes interpretaciones sobre temas específicos es el que nos acercaría un poco más a comprender mejor los fenómenos sociales. No hay método ni resultado netamente objetivo. Esta suerte de “sesgo” siempre existirá y debe explicitarse. Sin embargo, el tratar de reducir ese “sesgo” no significa carecer de una opinión crítica sobre nuestro objeto de estudio. Es cierto que la rigurosidad analítica implica una búsqueda de imparcialidad frente al estudio de la acción o el hecho social (“estudiamos el ser y no el deber ser”, nos recuerda Orlando Plaza); sin embargo, nuestra pretensión de rigurosidad no debe hacernos neutrales frente al devenir de lo cotidiano. Me explico: es cierto que durante el proceso de investigación y producción sociológica no debemos realizar un análisis basado en juicios morales. La neutralidad tiene vigencia mientras dure el análisis, sistematización y producción de información. En una segunda etapa es completamente válido emitir juicios de valor y asumir una postura sobre el tema. En numerosos textos se utilizan las introducciones para que el investigador explique qué ha significado para sí el proceso de investigación y qué actitud ha tomado frente al tema. La ecuación que iguala una toma de postura con la pérdida de objetividad es falsa. De igual manera, lo es el supuesto que afirma que una posición acrítica de los fenómenos sociales genera, por sí misma, un conocimiento más “real” y “objetivo” de lo social. Supuesto 2: Los sociólogos están para producir conocimiento “útil”.

Sobre el rol “útil” del sociólogo. Como sociólogos, al hacer sociología generamos datos, información, hipótesis, explicaciones, teorías. ¿Nuestra función es producir conocimiento “útil”? Hoy en día, todo puede ser útil, pero ¿para quién? Puede resultar útil, para el Ministerio de Salud, identificar las características de recientes asentamientos humanos de Lima Sur, con la finalidad de escoger la mejor ubicación de los centros de salud. También es útil un estudio de impacto para una empresa minera, ya que el estudio le permitirá comprender las relaciones de poder e intereses de dirigentes campesinos para corromperlos y explotar metales sin dificultades, en detrimento de la población. En ambas tareas pueden estar involucrados sociólogos y ser “útiles”.

para pasar de ser una simple perspectiva científica a una carrera constituida, un camino quizá muy largo para detenerse en ello en el presente artículo; sin embargo, hay un hecho central en esta trayectoria, un punto de llegada que no se puede dejar de mencionar y que resulta neurálgico, casi como una bisagra, para comprender el devenir del prestigio social que tendrá nuestra especialidad en los años venideros: la fricción hermenéutica entre el estructural-funcionalismo y el marxismo al momento de institucionalizar la sociología como carrera. En efecto: en un principio la idea de fundar una carrera de sociología estuvo fuertemente influenciada por las posibilidades que ofrecía el enfoque de Talcott Parsons para el desempeño profesional. Había una idea según la cual el estructural funcionalismo permitiría al sociólogo generar información científica y sobretodo útil a la sociedad para garantizar su estabilidad (Mejía, 2005). Sin embargo, la movida y revolucionaria década del 60 dejaría su impronta en los jóvenes estudiantes de ésta generación inclinándolos con fuerza hacia el marxismo: sucesos como la revolución cubana, la revolución cultural china, y muy en especial el epicéntrico movimiento de Mayo del 68 alimentaron críticas contra el modelo teórico dominante en un afán por tener una lectura mas totalizadora de la sociedad con miras a transformarla, algo que para jóvenes de aquel entonces como Aníbal Quijano se podría conseguir mediante el marxismo. A esto se suman las transformaciones estructurales que ya se hacían sentir en el Perú, las cuales se terminaron por manifestar con el gobierno militar del 68.

¿De qué modo somos “útiles” hoy? Como en otras profesiones, estamos siendo cooptados por el mercado. “Se busca sociólogos” para Recursos Humanos, para áreas de Responsabilidad Social, para estudios de mercado, etc. 1

¿Para eso estudiamos? ¿Para lavarle la cara a otros? He aquí un tema de ética profesional. Por lo que he oído, algunos le dicen “trabajar para el mal”.

29 27


En las siguientes dos décadas la Sociología como profesión se encaminaría hacia una tarea concreta:hacer la revolución Tenemos entonces que las siguientes dos décadas, la sociología como profesión asumirá de antemano un compromiso social e ideológico y será encaminada por una generación cuya prédica se resumía a algo muy concreto: hacer la revolución. Bajo el marxismo como enfoque dominante, el conocimiento científicamente válido comienza a entenderse cada vez más como ideológicamente válido, obviamente, desde una postura de izquierda. Si bien en este periodo aparecen trabajos importantes que intentan leer la trascendencia de los procesos de cambio social en nuestra configuración futura como sociedad (Quijano, Cotler), la brecha entre Estado y academia comienza a crecer conforme la producción sociológica está mas dispuesta a investigar según sus propias demandas ideológicas que en función a las necesidades del poder político. ¿Y cómo haberse fijado en tales necesidades si para esta sociología el poder era el enemigo?4 Es pues, un periodo de sobreideologización en nuestra disciplina, o en otras palabras, de politización de la sociología. Así nace entre los jóvenes la idea de que estudiar sociología solo era una pantalla para formarse como verdadero profesional de la revolución5. Mientras en la Universidad Católica ésta politización se manifiesta en la rebeldía de toda una generación de jóvenes acomodados frente a su clase social; en la universidad pública el impulso por crear una ciencia “de y para las masas” lleva a las cátedras de sociología a prácticamente anular la validez de lo empírico y marcos teóricos contrarios al dogma dominante (la ciencia, finalmente, era creación burguesa). Construyendo en el aire castillos teóricos que empezaban y acababan en Marx, la universidad pública va degenerando hasta la década del noventa en poco menos que un collage de escuelas políticas de izquierda donde las facultades de CCSS eran 4 Lectura que tampoco resultaba descabellada para la época: pasado el gobierno de Velasco que resulta un periodo excepcional de cooperación entre poder e intelectualidad –conexión que no volverá a ocurrir con la misma magnitud los años venideros–, la vuelta a la democracia es también la ascensión de una “nueva” clase dominante en el país, que en gran parte resulta ser una reestructuración de los grupos de poder oligárquicos gracias a los subsidios de la reforma agraria (caso del grupo Romero y otras familias de origen terrateniente u oligárquico que se “reinventan” como empresarios); este germen de un renovado poder económico consigue compenetrarse muy bien con las políticas moderadas de Belaúnde como también con los desarreglos de la gestión aprista posterior, engarzándose con el poder político y ganándose la animadversión de la izquierda peruana. 5 Algunos profesores principales de la facultad de CCSS en la PUCP pueden atestiguar esto. Las facultades de CCSS, sobre todo en la universidad pública, servían como espacio de formación política al punto que no faltan los testimonios de quienes aseguran haber “estudiado” tácticas guerrilleras o haber aprendido como armar explosivos caseros.

28

Supuesto 3: “Sociología y política se vinculan, pues el sociólogo genera conocimiento útil para que el político decida”.

Sobre la relación del sociólogo y la política. El vínculo entre el sociólogo y la política no solo es el generar datos para la toma de decisiones de la autoridad. ¿Es solo la autoridad política quien puede tomar decisiones con los datos del sociólogo? Las Ciencias Sociales permiten que las autoridades políticas decidan en base a diagnósticos. Pero los diagnósticos no tienen por qué tener como únicos consumidores al Estado para la toma de decisiones hacia el resto de individuos o la sociedad. Si existe información que nos permite decidir y actuar de mejor modo como sociedad y como personas, ¿acaso no debería la gente, al momento de decidir, beneficiarse del conocimiento que, como sociólogos, producimos? Si es posible conocer la injusticia, ¿no se debería transmitir sus causas y responsables al resto? Las Ciencias Sociales, históricamente, han sido utilizadas tanto por el Estado y las autoridades políticas como por la sociedad civil. Pondré el ejemplo2 de la influencia de los estudios de género3. Ese conocimiento, ¿para quién fue útil? ¿Fue útil para los políticos? ¿Lo fue para las empresas? No, lo fue y lo es para la gente, para todos nosotros. Las Ciencias Sociales y otras disciplinas explicaron e hicieron visible la jerarquía en las relaciones entre hombres y mujeres y los roles que se nos adscriben a cada quien, entre otras ideas. ¿Fue el Estado quien pidió esa información? ¿Fue auspiciado por alguna empresa? Fue y es conocimiento construido desde la academia, y son los académicos quienes lo transmiten a la sociedad, y éstos y la sociedad organizada actúan y consiguen derechos. En síntesis, conociéndonos podemos actuar y mejorar. La pregunta es: ¿el sociólogo debe “comerse” el pleito o deberíamos limitar nuestro esfuerzo a describir la jerarquía? Así como la sociología debe mantener una postura

¿el sociólogo debe “comerse” el pleito o deberíamos limitar nuestro esfuerzo a describir la jerarquía? 2 Y aquí es importante hacer una aclaración. Creo que hay temas de estudio que podrían llamarse más “políticos” que otros, en términos de especificidad, grado de alcance y situación. 3 Estoy dejando al margen la objeción que podría hacerse sobre el conflicto que se generan en sociedades no occidentales entre la propuesta de género occidental y la propia.

terreno liberado (Portocarrero, 1996) y sus profesores, verdaderos caudillos. De allí que la equiparación del sociólogo con el terrorista o revoltoso no resulte gratuita: no es para menos que la década de los ochenta sea considerada de crisis ontológica para la sociología cuando parte importante del contingente intelectual de Sendero Luminoso venía de las Ciencias Sociales, jugando un papel clave en la movilización estudiantil al interior de las universidades nacionales. Eran sociólogos quienes se encargaban de adoctrinar a los estudiantes de otras facultades y eran también éstos quienes participaban activamente en los movimientos, organizaciones sociales de base y sindicatos. Si bien hay que evaluar esto desde varios ángulos –la generación del 68 reclama haber ayudado tal vez indirectamente a la organización popular- es claro que su objetivo formaba parte de un marco ideológico de orientación estrictamente política y solo pretendidamente científica. “Sociología es política” predicaban los profesionales de esta generación, pero la verdad es que la mayoría hacía más política que sociología.

La sociología: una ciencia en esencia. Queda claro que la politización a que fue sujeta nuestra carrera es en gran parte responsable de la imagen que muchos peruanos tenían y aún tienen sobre el sociólogo. También queda claro que aquel fue un periodo quizás hasta cierto punto ineludible en la evolución de nuestra disciplina (y de la ciencia social peruana en general), que si bien ya pasó ha dejado huellas profundas en cómo se construye el conocimiento social desde los centros intelectuales del país, en muchos de los cuales aun se aprecia la fricción –por motivos a veces hasta extra académicos- entre los remanentes marxistas y las corrientes renovadoras6. Ahora bien, esto no quiere decir que me ponga en la posición casi filantrópica de aquellos colegas cuyo ideal es que todo ciudadano de a píe comprenda al 100% de qué trata nuestra especialidad. Quienes reclaman ésta “socialización del conocimiento” esperando que así se demuestre cuan útil puede serle el saber sociológico incurren en el mismo error en que cayó, como hemos visto, gran parte de la generación anterior: no distinguir la especificidad del profesional sociólogo como científico, logrando separar de su labor –en la medida de lo posible- sus ideas del deber ser. Olvidan que en tan solo la definición de nuestra disciplina y sus límites frente a otras hay un debate epistemológico que nunca se ha logrado cerrar por completo, y que resulta en gran parte técnico, compuesto de conceptos, marcos teóricos, líneas interpretativas y metodologías que por su complejidad no pueden ser de acceso común. La utilidad de la sociología no va por ese lado, a la gente común no tiene porque importarle los recovecos de nuestra profesión. Por algo el sociólogo es un especialista, no un simple aficionado. Y es justamente esa la imagen que se debe alentar: la del 6 Como señala Gonzalo Portocarrero, la resistencia al cambio en lo que es la enseñanza de las ciencias sociales en el Perú muchas veces presenta un maquillaje ideológico que en el fondo esconde un simple conformismo por parte de los profesionales: sin contar con incentivos económicos o de mayor reconocimiento social, no hay motivación por parte de los académicos para estimular una ciencia social mas “científica”, rigurosa y acorde a las teorías contemporáneas. (Gonzalo Portocarrero: Crisis y desafíos, la enseñanza de las ciencias sociales en el Perú. Pontificia Universidad Católica del Perú, 2006)

Generación del 68.

crítica frente a su objeto de estudio –la sociedad- y frente a sí misma, el sociólogo debe participar. Es necesario que pensemos sobre nuestra misión como científicos sociales frente a “lo social”. No estamos solamente para contemplar y describir, se requiere además un compromiso ético, una toma de posición frente a lo que se estudia. La política es parte de nuestro actuar cotidiano. Nosotros y nosotras, en tanto personas, en tanto ciudadanos y ciudadanas, tenemos la potestad de participar y la capacidad de transformar. El ejercicio de un sociólogo que es indiferente ante los hechos también es político. Si el tener posturas es un “error”, un requisito para no caer en este “error” sería no hacer nada, no ver, no escuchar, aceptar el orden social y dejar que las cosas sucedan, ser espectador.

Es posible tener una postura crítica. ¿Cómo quedarnos sólo en la contemplación? Es cierto que una exigencia real es mantenernos al margen durante la tarea de hacer sociología. Es más, fuera de ello, pedir ser apolíticos es renunciar a nuestra posibilidad de injerencia en la sociedad y en nosotros mismos. Estamos en una posición privilegiada, no solo para ser útiles al poder político, sino a toda la sociedad. Es ahí que nosotros, justamente por conocer, debemos actuar. Si somos supuestamente los y las sociólogos/as quienes tenemos más cercanas las herramientas para desentrañar lo que se oculta detrás de lo cotidiano, los procesos de larga duración, las estructuras e instituciones que gobiernan los actos de las personas. ¿No puede esa información valiosa contar con un punto de vista? ¿Dejaremos que las cosas sigan tal como están, como “dadas”? ¿Solo contemplaremos nuestro objeto de estudio? Por supuesto que no. Por lo tanto, no somos martillos mudos de los políticos o de la institución que financie nuestro trabajo. Somos personas con voz, con la ventaja de un conocimiento 31 29


sociólogo como especialista. Solo en tanto especialistas se puede entender lo útil que resulta para la sociedad en su conjunto el conocimiento que generamos los sociólogos, en la medida que sirve de insumo para las políticas públicas o privadas. En otras palabras, los datos que genera el sociólogo impactan en la gente de manera indirecta por medio de las decisiones que toman quienes procesan esa información. Aquí reside la necesaria distinción que debe efectuarse entre política y sociología: todo sociólogo entiende que la política es también un espacio de reproducción de la sociedad -y es necesario considerar la dimensión política en todo análisis sociológico- pero la politización implica producir un conocimiento bajo la exclusiva y deliberada expectativa de generar impacto social desde la ciencia, cuando no es competencia del sociólogo generar este impacto. La labor científica empieza y termina en el conocimiento; es por ello que el sociólogo cuenta con un método científico mediante el cual intenta acercarse objetivamente a la realidad y dar cuenta neutral -en la medida de lo posible- de los fenómenos sociales. Lo demás: tomar decisiones en base al mismo o por el mismo, es competencia del político (o de quien asume el rol político, el decisor7). Que tal vez el status quo del sistema político no nos agrade (confieso que es mi caso) no anula que la ciencia deba responder a él8. En ese sentido, el especialista de nuestra carrera no puede dejarse llevar por sus propias utopías o sensibilidades al momento de hacer ciencia, lo dijo –y lo hizo a lo largo de su vida- el mismo Weber, inquebrantable nacionalista alemán cuando criticó los intentos por legitimar científicamente la noción de Volkgeist de algunos intelectuales alemanes (Weber, 1903). De hecho, Weber es un ejemplo tal vez muy ideal de separación consecuente entre sus ideales

la politización implica producir un conocimiento bajo la exclusiva expectativa de generar impacto social desde la ciencia, cuando no es competencia del sociólogo generar este impacto. 7 Asumo al “político” en el sentido funcional de la palabra: aquel que toma las decisiones. No solamente asumen roles políticos quienes toman las decisiones en la gestión publica, lo hace también cualquiera que pretenda tomar decisiones que afectarán a varias personas, como aquel que lidera una organización privada. 8 Es el caso de la ciencia social china, donde la sociología tiene una función clarísima: generar “datos” sociales sobre los cuales el Estado pueda tomar decisiones. (Pan Wei) En el gigante rojo, academia y estado están hermanados en pos de un proyecto de país, algo de lo que carecen sociedades fracturadas como la peruana.

30

Si en nuestra universidad hubo antes un “estudiante activista de izquierda”, pues ahora, ha sido reemplazado por el “estudiante frívolo indiferente”. particular y con la capacidad y posibilidad de compartir y actuar. Es cuestión de decisión y compromiso ético hacia los demás personas-ciudadanos. Y eso es político. Supuesto 4: Felizmente, nos estamos des-politizando.

Sociólogas y sociólogos en proceso de despolitización ¿Para bien? Hasta aquí he intentado argumentar a favor de que los sociólogos y sociólogas tengamos una postura sobre los temas que investigamos, que hagamos explícita esta postura e informemos a “la sociedad” – justamente, por tener “conocimiento de causa” – el porqué de sus problemas. A esto entiendo el estar politizado. Ahora bien, ¿por qué nos des-politizamos? Tengo dos hipótesis. En primer lugar, quizá si es que no nos solidarizamos con diferentes luchas es porque nos son bastante ajenas. En las universidades estatales y fuera de Lima se protesta debido a que se tiene mucho más cerca4 el conflicto social, y también es problema y reclamo latente, la necesidad de mayores recursos para la educación. Por otra parte, nuestra apatía y desinterés podría deberse sobre todo al tiempo en que vivimos. Queda claro que somos hijos de este tiempo. Vivimos en la exageración del modelo que triunfó en la guerra fría y de los valores que promueve. No vale la pena debatir por algo ni luchar por algo, opinar y criticar es un fastidio aburrido y de mal gusto, el evadir y ser frívolo es virtud y cada quien ve por la suya. Y a esto, quizá, se le sume la influencia del mercado laboral que tenemos. ¿Qué se requiere para trabajar como sociólogo? Saber métodos de investigación social, y cumplir con lo requerido por el contratante. 4

El reciente caso del conflicto de Bagua fue una excepción. Luego de informarse y ser informados, varios alumnos de las diferentes especialidades de la facultad hicieron notar su rechazo al mal manejo del diálogo en este hecho y a repudiar las muertes de peruanos policías e indígenas producto de la violencia desencadenada por el estado.

políticos y el quehacer científico. Como señala en El político y el científico respecto a la formación académica: “lo primero que el profesor debe proponerse es enseñar a sus discípulos a que acepten los hechos incómodos, es decir, aquellos hechos que a ellos les resultan incómodos para la corriente de opinión que comparten, y, en general, existen hechos de esta índole en todas las corrientes de opinión, sin exceptuar la mía propia. […] Hasta aquí sólo he expuesto ciertas razones prácticas dirigidas al maestro, en calidad de consejo a fin de que se abstenga de imponer sus propias posturas a sus discípulos” (Weber, 1922). Inclusive los propios postulados de Marx gozan en si mismos de un rigor científico que puede contrastarse con las lecturas políticas resultantes, algo que nota Guillermo Rochabrun cuando distingue entre los pobres resultados del marxismo vulgar y pseudo científico, frente a una lectura despolitizada de la obra del “moro”: “de ahí mi rechazo tanto a frases como a nociones conceptuales de los que di en llamar ‘folklore marxista’, las cuales terminaban creando problemas que a su vez, eran incapaces de resolver” (Rochabrún, 2007).

Tiempo de cambios

Si en nuestra universidad hubo antes un “estudiante activista de izquierda”, pues ahora, me parece, ha sido reemplazado por el “estudiante frívolo indiferente”. Supuesto 5: Aprendamos de la actitud despolitizada de los sociólogos clásicos.

Los clásicos politizados. La influencia y fama que ha tenido Marx en la historia de la sociología hace que se le vea como el único activista político -y revolucionario- de los clásicos. Sin embargo, Weber y Durkheim también participaron activamente en política, paralelamente a su producción teórica. Weber fue uno de los fundadores del partido democrático alemán y Durkheim, que planteaba –en consecuencia con su época- una sociología tan formal como la Física, fue un apasionado activista, incluso simpatizante del socialismo. ¿Sociólogo/a alejado de la política o de las luchas sociales es mejor sociólogo/a? Parece que no. Parece que la participación en política es consecuencia del estudio de los fenómenos sociales, de saber quiénes mantienen un orden y quiénes lo padecen, de pensar que las cosas tal como están no pueden seguir.

De seguro habrá quien me tilde de neo-funcionalista, asumiendo que espero para el sociólogo una posición estática, inamovible en el espacio social. Otros podrían señalar que olvido el principio de la doble hermenéutica, según el cual los conceptos que generan quienes interpretan a la sociedad, contribuyen quiéralo o no a la reproducción de la misma (Giddens, 1984). En ese sentido, son legítimas y a las finales inescrutables las acciones de una generación que pretendió hacer una ciencia social comprometida en tanto indirectamente han moldeado la forma en que nos vemos. Sobre lo primero, comparto la idea de que las formas que toma el conocimiento corresponden a una coyuntura. La sociología nace bajo un enfoque científico, con la esperanza de alcanzar la objetividad. Hoy sabemos que la objetividad es cuando menos una utopia9 pero podemos apreciar que poco a poco, el propio campo laboral que se abre a los sociólogos nos impulsa a reencontrarnos con ese origen que hoy en día aparece como un referente útil, practico. Esto también nos sirve de respuesta para lo segundo: las configuraciones emergentes del mundo globalizado nos impulsan a reformular la forma en que nos vemos y actuamos como sociólogos, lo cual tendrá un impacto indirecto en cómo la propia sociedad nos aprecia y se ve a si misma. Ya vimos que entre las “consecuencias no esperadas de la acción” de los sociólogos de los ochentas figuró el desprestigio de la carrera y paradójicamente, el fin de la izquierda tradicional como alternativa política. Algunos incluso aceptan que aquello que “moldearon” en la sociedad no tuvo mayor trascendencia10. Es pues momento de sacudirnos por completo de los remanentes ideológicos que nos envuelven, que impulsan a hacer política en vez de ciencia. 9

Utopía como norte inalcanzable, pero norte al fin y al cabo. “Contribuimos a desarrollar un conjunto de ideas que luego se expandieron por la sociedad. Hoy día se puede hacer un balance de algunas de estas cosas y, desgraciadamente, me parece que lo que hicimos no perduró”- Fernando Rospigliosi en: La generación del 68: hablan los protagonistas. PUCP, facultad de Ciencias Sociales.1994

10

Mayo, 1968.

33 31


Podemos ver que vamos en ese camino, al menos en la PUCP: según un estudio realizado por el departamento de Sociología el año 2007, 68,4% de los estudiantes de sociología encuestados no consideraban al sociólogo ni como radical ni como conservador, sino neutral ideológicamente. Además de ello, un 30,3% de los encuestados considera el trabajo de consultoría como relacionado a la sociología, frente a 40,8% que se inclina más a proyectos de desarrollo11. Soy optimista de que la primera cifra crecerá exponencialmente los próximos años a medida que el método del sociólogo se haga cada vez mas técnico. De otro lado, hace ya algún tiempo que buena parte del “ala dura” de los sociólogos, es decir, los especializados en sociología política, han decidido migrar de sus canteras de origen para formar su propio espacio en la especialidad de Ciencia Política, por lo que la influencia ideológica ha decrecido notoriamente en la PUCP.

Volverse sociólogos apolíticos no nos hace más objetivos ni es un valor agregado. Es más bien una tendencia alarmante y común de hoy.

Queda pues para la universidad pública el reto de persistir en este proceso de renovación, algo bastante difícil todavía. Creo que un elemento importante que contribuye allí a ésta dificultad son las mismas expectativas de muchos aspirantes a sociólogo, desesperados por “hacer algo”, fuertemente influenciados por el todavía persistente perfil del sociólogo activista de izquierda, comprometido con causas sociales y reivindicaciones de algún tipo. Que quede claro que estar comprometido con causas sociales no tiene que ser malo de ninguna manera, pero ¿“¿Por qué esta conciencia social aparece en el imaginario de muchos estudiantes como un requisito casi indispensable para la vocación del sociólogo? Creo, para finalizar, que la sensibilidad social debería ser inherente a todas las carreras, no solo a las especialidades de Ciencias Sociales. En una sociedad estructuralmente desigual como la peruana la sensibilidad social resulta un componente indispensable para encontrarnos con nuestros propios problemas, pero tampoco debería ser el único camino hacia la sociología. ¿Dónde queda la capacidad de abstracción? ¿De síntesis o de análisis? A estas alturas queda claro que para hacer política no es necesario ir a la universidad12. De igual manera, el aspirante a sociólogo debe recordar que para estudiar sociología tampoco basta con ser sensible. A veces más bien sobra.

En toda producción sociológica es imposible hablar de objetividad, pues la mirada de uno mismo siempre influye en la interpretación que se haga del fenómeno social.

11 “Percepciones y expectativas de los alumnos de la PUCP en torno a la especialidad de Sociología” 2006” Bobadilla, Percy (coordinador). Año 2007, Departamento de Sociología de la PUCP. 12 Como solía -y suele aún- decirse a propósito del estudiante eterno, ese otro producto o “consecuencia no deseada de la acción” de la ciencia social politizada de hace unos años

Bibliografía: Autores varios: La generación del 68: hablan los protagonistas. PUCP, facultad de Ciencias Sociales.1994 Bobadilla, Percy (coordinador), Gargurevich José y Arámbulo, Carlos: Percepciones y expectativas de los alumnos de la PUCP en torno a la especialidad de Sociología” PUCP, Departamento de Sociología. 2007 Giddens, Anthony: La constitución de la sociedad: bases para la teoría de la estructuración. Amorrortu, 1995. Portocarrero, Gonzalo (editor) Crisis y desafíos, la enseñanza de las ciencias sociales en el Perú, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2006. Rochabrún, Guillermo: Batallas por la teoría: en torno a Marx y el Perú. IEP, 2007 Podestá, Bruno (editor): Ciencias Sociales en el Perú: un balance critico. Centro de Investigación de la Universidad del Pacifico. 1978 Weber, Max: El político y el científico. Alianza Editorial. 1988 El problema de la irracionalidad en las ciencias sociales. Tecnos, 1985 Revistas y periódicos: Diario El Comercio, edición virtual del 05/10/2008 Mejía, Julio. El desarrollo de la sociología en el Perú. Notas introductorias. En: Sociologías, N°14, pag.302. Edición virtual, 2005

32

Conclusiones.

Es un error pensar que el conocimiento que producimos solo “sirve” para autoridades políticas o empresas. Las CCSS no son solo la lupa del Estado; pues no es el único ente tomador de decisiones a partir del conocimiento; también los somos todos como sociedad. Volverse sociólogos apolíticos no nos hace más objetivos ni es un valor agregado. Es más bien una tendencia alarmante y común de hoy. Es caer en el mutismo, en la contemplación, la indolencia y el diagnóstico por el diagnóstico. Es como decir que la psicología y los psicólogos están solo para quien les pague por diagnosticar un fenómeno interior. Como ciudadanos nos corresponde, y es posible, tener una postura sobre la realidad: hacer política. Mantener una postura crítica sobre los temas trabajados es esperable de un profesional responsable con las herramientas con las que cuenta. Como académicos debemos intentar responder a las necesidades de nuestra sociedad, y no a las demandas del mercado. ¿Seremos más una ficha para que políticos y empresarios sigan haciendo grandes negocios en paz? El ser científicos sociales, y conocer mejor que otros, las causas de un orden social injusto hace que sea más difícil excusarse de ser indiferentes y no actuar ante los problemas. La sociología es una herramienta para conocernos mejor, y, de ser posible, cambiar y contribuir al cambio. Hace falta tener la iniciativa de difundir el conocimiento y mantener una postura crítica sobre la realidad social, y sobre la ética profesional. Este mi punto de vista, ¿cómo lo ves tú?

Se convoca a todos los criados durante de la hiperinflación (Gonzáles de Olarte 1991), socializados en

medio de apagones y cochesbomba (CVR 2003) y habitantes de un mundo sin metarrelatos y paradigmas desintegrados (cítese cualquier posmoderno) a participar en el tercer número de: Revista de Sociología El tema es libre en tanto sea relevante para colaborar con la reflexión y el entendimiento del Perú contemporaneo y con la difusión de la Sociología. El artículo debe ser enviado por correo electrónico a: lacolmena.revista@gmail.com indicando los nombres y apellidos del autor.

El artículo debe ser inédito, tener un mínimo de 5 páginas y un máximo de 7 en tamaño A4, en letra arial 11 puntos, a espacio y medio. La última fecha para la recepción de artículos será el domingo 25 de julio de 2010.


Omar Cavero

Profesora Catalina Romero, decana de la Facultad de Ciencias Sociales. Profesora Fanni Muñoz, coordinadora de la especialidad. Profesor Orlando Plaza, padrino de nuestra promoción. Padres de familia, familiares, colegas de Ciencias Sociales y de Sociología. Profesores y amigos todos; muy buenas noches.

D

ebo comenzar por decir que es para mí un honor tener que dar este discurso el día de hoy. De alguna manera hablarles en este momento me pone en representación de mis compañeros, y toda representación es, así como una responsabilidad, también un honor. Aprovecho aquí para decirles que agradezco esta delegación y que procuraré que lo que aquí se diga sea, en la medida de lo posible, expresivo de lo que somos, del ánimo común que nos hace una promoción. También, siguiendo con los agradecimientos, debo manifestar en nombre de todos, nuestra gratitud infinita con todas aquellas personas que han contribuido en nuestra formación personal y académica; especialmente a nuestros familiares y profesores, quienes nos brindaron, de maneras diversas y cada quien a su estilo, su apoyo constante a lo largo de nuestra vida universitaria. Así que, bueno, ya somos egresados. Y si nos ponemos a pensar, resulta un desenlace que no expresa de por sí una serie de caminos -la mayoría de las veces no premeditados- que han desembocado en estar aquí, con todo esto de ser sociólogos, graduarnos con toga y birrete, y demás.

34

Yendo de frente al tema, no es un caso común escuchar a un niño decir “quiero ser sociólogo”. Igual de difícil es esperar que un o una estudiante de quinto de media le diga a sus padres: “papá, mamá, quiero estudiar Sociología, quiero comprender el ser y el actuar de las personas en arreglos organizativos e institucionales específicos”. (Esa última es, por cierto, la definición del objeto de la Sociología que aprendimos del profesor Orlando Plaza, que hemos elegido como nuestro padrino, y que nos enseñó a responder de una manera más rigurosa, la perturbadora y antipáticamente común pregunta de, “¿y qué es eso que estudias?” Creo que después de sus cursos podemos saber sobre qué cancha nos movemos). Y bueno, volviendo al tema, les decía que la Sociología suele llegarle a uno. De manera sorpresiva, sin permiso. Casi por la ventana. De repente uno entraba a la Universidad convencido de llegar a ser un gran abogado, hasta que lleva el extraño curso de Sociología y tras algunas clases y lecturas dice, “pues sí, esto es lo mío”. Y digo “extraño curso” porque en los colegios la palabra uno no la escucha ni de casualidad, y las Ciencias Sociales tienden a convertirse o en Educación Cívica o en Historia.

Quizás yo no sea el mejor para exponer este tema en específico. Pero les cuento, así, al paso, cómo llegué a las Ciencias Sociales. También fue de casualidad. La primera vez que me interesé por la Sociología fue cuando en algunas reseñas literarias de algunas novelas peruanas, se mencionaba que éstas brindaban una buena “lectura sociológica” del país. ¿Qué sería eso? Yo por esos años quería ser escritor y lo primero que apareció en mi mente fue que la Sociología me ayudaría a escribir mejores obras. Fue una relación instrumental, pero lo suficiente como para comenzar mis indagaciones. La búsqueda que hice, paradójicamente, me llevaría a olvidarme de la “función literaria” que yo le había encontrado a la Sociología, y a despertar una “función social”. Así fue cómo, desde mi camino personal, llegué a la facultad. Y entrando a hablar de lo que fue el paso por estas aulas, debo señalar que la promoción es variopinta. En diversos aspectos, tanto de edades como en posturas, así como en personalidades. Y puedo comenzar, por ejemplo, mencionando a entrañables personajes como Flavio. Memorable para nuestra promoción y para todas las que lo conocieron. Flavio pasó más tiempo en la universidad que en el colegio. Luego de pasar por Arqueología y Derecho encontró “el camino” en cursos como Etnicidad y Mestizaje con Manrique, o Derechos y Ciudadanía, con Rolando Ames. Le gustó tanto la carrera y sobre todo teoría 1 que la llevó 3 veces. Y finalmente, según él mismo me indica, ha decidido muy seriamente dedicarse a ser el Dragón Rojo de sociales, la mascota de la facultad. Esa vocación también le llegó de sorpresa. Volviendo a esto de los caminos y las llegadas; Carlos, alias “Machito”, entró a la universidad con la idea de estudiar Derecho, como muchos, pero luego de llevar el curso de Sociología con Gonzalo Portocarrero, cambió de opción: de las

leyes pasó a iniciar una tórrida relación con la Sociología. De hecho reaccionó a tiempo, porque nunca llegó a llevar ningún curso de Derecho. Aunque sí se dieron, desde luego, muchos casos de quienes emigraron a nuestra disciplina con otras carreras ya avanzadas; e incluso hubo quienes vinieron de otras universidades. Al final caímos todos en el mismo sitio. Ya en la facultad, todos nos topamos con gente muy valiosa, con grandes profesores, excelentes amigos. Y este es el momento para recordar algunas anécdotas, con Flavio como principal artífice de su reconstrucción. En el curso de Teoría Sociológica 4, muchos terminamos casi por sacar de quicio al profesor Plaza. La gente llegaba una hora tarde pero no porque hayan estado haciendo los resúmenes, sino por ver el mundial (o por jugar partidos de la semana roja). Cuántas clases tuvieron que cancelarse por presión popular. Felizmente, con el carisma que lo caracteriza, el profesor Plaza supo comprendernos. En el curso de Teoría Sociológica 2 muchos le tenían miedo al profesor Rochabrún. En mi caso, promociones mayores nos lo presentaron como un profesor legendario, casi mítico; sumamente serio y riguroso. Después ese temor pasaría a convertirse en admiración y en profundo respeto. Muy pocos profesores toman tan en serio a sus alumnos como si se tratara de colegas.

Por otro lado, siguiendo con los recuerdos al paso, ¿Quién no se acuerda de cuando, después de los coloquios de Sociología, el profesor Plaza se tomaba unos piscos con nosotros, y el profesor Rochabrún nos acompañaba con una cerveza? Hasta a alguno se le ocurrió esconder su bicicleta para evitar algún accidente, aunque creo que en estas ocasiones no la llevaba. Por supuesto, el profesor nunca fue mucho de tomar. *********** Ahora bien, poniéndonos serios, ¿qué nos espera? ¿Qué le espera a la Sociología? Retrocedamos en el circuito lógico. Si nos hacemos estas preguntas debemos revolver las razones que nos llevaron a estudiar Ciencias Sociales, y a ser sociólogos. Entremos, pues, a las razones, más que a los caminos. Sigo con mi experiencia y creo que no soy el único en esto. Desde que me decidí por estudiar esta carrera he venido diciendo que lo que yo quiero es “comprender la sociedad para ayudar a transformarla”. Como ven la relación instrumental que les había mencionado hace un momento, permanece, pero ahora como un insumo para un aporte a la construcción de relaciones sociales justas entre las personas. En pocas palabras, un afán de hacer la vida más vivible a todos, no sólo a unos cuantos. Así concibo a la Sociología, como una herramienta de comprensión,

Arriba: Orlando Plaza, Narda Henríquez y Aldo Panfichi. Abajo: Patricia Ruiz-Bravo, Gonzalo Portocarrero y Guillermo Rochabrún. Foto: Omar Manky.

como una búsqueda intelectual con un propósito práctico. Y no sólo soy yo, me atrevo a decir que así la concebimos todos los que hoy nos graduamos, y aprovecho esta ocasión para expresar ese sentir común. Claro, no es una concepción nueva. Era muy popular en los 70s y 80s y ha sido motivo de un debate muy ardoroso dentro de la disciplina. Para muchos una ciencia no debe girar en torno a un compromiso ético-práctico, porque así se le quitaría objetividad y precisión. Perdería su condición de “ciencia”. Lo científicamente válido, argumentan algunos, es (y tiene que ser) una descripción fría e impersonal. Y en parte eso es cierto. Pero el problema es que el “dogma de la objetividad” suele confundirse con una exhortación a la neutralidad, un llamado a la vista gorda. La crítica se pierde. Nos volvemos complacientes. ¿Es acaso posible una ciencia acrítica? Para mí la cuestión es muy sencilla: así como puede reclamársele a un investigador químico que priorice sus trabajos en ayudar a solucionar las enfermedades que apremian más fuertemente a la humanidad, en vez de concentrarse en buscar mejoras a productos cosméticos; también es válido reclamarle a un científico social que se dedique a enfocarse críticamente en los problemas que más daño hacen a las sociedades, en vez de dedicarse a hacer estudios de mercado para una empresa transnacional de productos de limpieza, o cosas por el estilo. No obstante, muchos terminamos haciendo trabajos de ese tipo por una cuestión de necesidad económica a la que el mercado laboral nos remite, por más que muchas veces quisiéramos estar haciendo otras cosas más útiles para la sociedad, porque sabemos y somos conscientes de lo que podemos aportar. Ese es, más o menos, el debate sobre “para quién se hace Sociología”. En el ordenamiento de prioridades del sociólogo, debe haber un imperativo particular que

35


to –no es el lugar para hablar de ellas-, ¿pero queremos una Sociología acrítica, políticamente correcta, útil a los menos, a los del dinero; e indolente, indiferente para los más? Es una pregunta necesaria, de respuesta urgente; desde mi punto de vista, de acción urgente. Debe haber en el sociólogo una propensión a la denuncia, al develamiento, porque se trata de la ciencia enfocada a la compresión de las relaciones sociales, y es a partir de éstas que los males humanos de génesis social se reproducen, causando la infelicidad y miseria de millones de seres humanos. Nuestro país es dolorosamente diestro en estos males.

lo lleve a enfocarse en los fenómenos con una búsqueda de aporte a la sociedad, sin miedo a señalar sus injusticias, inequidades y relaciones de dominación. Eso implica un cambio de enfoque, o hasta quizás una refundación de la ciencia, si queremos ser más radicales. A lo mejor la noción neutral de validez es el pilar de una utilización cínica de lo científico, que se orienta –y es constatable- hacia el servicio de quienes pueden pagar por el conocimiento. No sé si alguno de nosotros haya pensado en estudiar esto que hemos estudiado, para hacer dinero. En muchos casos se trata casi de un voto de heroísmo. Y más allá de si tiene que ser así o no, hay, de inicio en todos nosotros, una cuota de ideales, un cierto grado de búsqueda de soluciones, que antes que nada requieren certezas, y por eso entramos a estudiar, leer, debatir, comprender, etc. ¿Pero eso se mantiene constante en todos? ¿Qué es lo que nos presiona a ver a la pobreza como cifras, qué nos lleva a conformarnos con las respuestas

36

fáciles, a hablar sólo de la necesidad de instituciones sólidas sin preguntarnos si son las más adecuadas; a hablar sólo de niveles socio-económicos porque hablar de clases resulta –nadie sabe por quédesfasado, “rojo”, incluso antiestético? Y aquí aparecen los retos que tenemos. No sólo nosotros, todas las Ciencias Sociales. No somos una tecnología, queremos hacer ciencia, pero cada vez nos vemos más presionados a ser tecnología social. Uno utiliza un martillo para hacer zapatos, compra máquinas para abaratar costos y producir en serie, contrata sociólogos para comprender a la gente y mejorar las ventas, contrata más sociólogos para lidiar con comunidades campesinas y evitar conflictos que pongan en riesgo inversiones. Y así es el mercado laboral, como quien dice “así es la vida”. ¿Producir conocimiento libre y crítico? ¡Ja! Eso sí que es difícil. Pero la pregunta es: ¿La Sociología seguirá siendo Sociología si pasa a ser un insumo más de la producción de una empresa? Nada en contra de las empresas en este momen-

Por ello debe haber una suficiente capacidad de abstracción, de modo que se pueda conceptualizar y entender los fenómenos con mayor claridad. Nuestra formación lo permite. Sería no menos que negligente, desperdiciar esta capacidad en investigaciones estériles, funcionales a lucros particulares o a egos intelectuales personales. La Sociología no debe ser cooptada ni subyugada por ningún afán particular, y tampoco por ninguna doctrina política. Para ello debe mantenerse crítica y con un afán de aporte, de construcción. Ambas cosas pueden ser revestidas con múltiples contenidos políticos, y ese ya es terreno del sociólogo como persona, que puede o no interesarse por la política. Pero lo que importa aquí es la libertad y la crítica, acompañadas de un imperativo ético de retribución a la sociedad. Imagínense si toda la medicina se dedicara a la cirugía estética y nadie quisiera curar las neumonías. Hay un largo camino por delante. Finalmente, como personas acabamos una etapa de nuestras vidas, pero si algo hemos aprendido es que los seres humanos no vivimos en el aire. Vivimos en sociedad. Y pensar en la sociedad es un requisito de nuestra práctica de científicos sociales. La pregunta es: si nuestra Sociología servirá para algo, ¿para quién queremos que sea de utilidad? Muchas gracias.

Se invita a los estudiantes de Sociología a formar parte del equipo editorial de La Colmena, Revista de Sociología. Los interesados pueden escribir a lacolmena.revista@gmail.com hasta el viernes 18 de diciembre


3


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.