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Unahistoria apartirdeun cuadro
from Revista número 7
Ser Humana
Aun estando en el sueño de cualquier mujer, nunca sentí que esto fuese la fantasía que pintaban.
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Soy una bonita cara rodeada de cámaras y equipos que modifican el sentido de la luz a la vez que la forma de mi expresión.

Soy un asombroso cuerpo hecho para lucir todo tipo de atuendos, ridículos atuendos que aunque salieran a la venta, nadie los compraría por su extravagancia.
Soy una hermosa persona que piensa en huir y gastar su tiempo de otra manera, deseando cambiar esas horas diarias por una verdadera vida.
Soy una simple y bonita humana a la que cuando piden posar seria, es la más feliz del mundo por mostrar lo que realmente siente.
Quiero ser una simple y bonita humana la cual pudo vivir su pasado, puede vivir su presente y podrá vivir su futuro.
Quiero ser una verdadera humana la cual pueda vivir la ilusión de vivir mi vida.
Tan solo quiero ser humana.
Solo quiero sentirme una.
Derek Cruz, 4º ESO
La Chica De Vestido Verde

El bosque era hermoso, daba igual a donde mirara, había pura naturaleza. Se escuchaba el cantar de los pájaros, el fluido sonido del viento cruzando el espeso bosque y a los animales despertándose para un día más en aquel laberinto de fauna y flora. Y allí estaba yo, no sabía dónde me encontraba, no sabía siquiera si había salida a ese sinfín de naturaleza, pero no tenía miedo.
Y me desperté y casi inmediatamente me levanté. Me puse en pie sabiendo, sabiendo dónde me encontraba, sabiendo qué había pasado, sabiendo qué no iba a pasar. No era la primera vez que tenía sueños de ese tipo, de hecho, me había acostumbrado, pero los odiaba. Los odiaba porque, al despertar, la realidad dolía. Dolía porque al soñar con la libertad, soñaba que podía tenerla. Abrí mi armario y me puse mi vestido verde, sabía que mi marido me había prohibido claramente ponerme ese vestido, al parecer era muy revelador, pero lo hice y aún no entiendo por qué lo hice Bajé al salón sabiendo lo que iba a pasar, pero de alguna forma me sentía libre, creo que ese sueño me afectó. Miré a mi marido, él me miró a mí y con una botella de cerveza en la mano y con el otro puño cerrado, me golpeó, me golpeó hasta que se cansó y prefirió seguir bebiendo. Yo, tirada en el suelo, ya acostumbrada, me cansé, me cansé como no me había cansado antes. Me puse mis guantes blancos y pamela a juego; eso le enfadó aún más y yo lo sabía. No daré detalles pero…: lo maté, lo maté y no me arrepiento de nada. A los animales del bosque les gusta este nuevo alimento y a mí me gusta este nuevo hogar.
Mónica Zapien, 4º ESO
