Revista En otras palabras No. 18 Mujeres, cuerpos y autonomía

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EN OTRAS 18 PALABRAS...

Mujeres, cuerpos y autonomía Bogotá D.C, Colombia, enero - diciembre 2010


EN OTRAS 18 PALABRAS... Mujeres, cuerpos y autonomía Publicación especializada editada por Grupo Mujer y Sociedad Universidad Nacional de Colombia

Directora honoraria

Ilustraciones

Florence Thomas

Bastardilla

Dirección

Concepto, diseño y diagramación

Juanita Barreto Gama Patricia Prieto

Emilio E. Simmonds

Comité Editorial

Impresión

Florence Thomas Juanita Barreto Gama Patricia Prieto María Mercedes Tello Sánchez Nohema Hernández Guevara María Himelda Ramírez María Eugenia Martínez Mónica Sánchez Bernal Sonia Cárdenas Salazar

Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas – JaveGraf Pontificia Universidad Javeriana

Colaboraron en este número Angélica Bernal Olarte Sonia Nadiesda Zabala Carmiña Navia Velasco, Florence Thomas Mónica Roa, Keina Yoshida Joann Wilkinson, Paula Gutiérrez María Eugenia Martínez Mónica Sánchez, Guiomar Cuesta Milagros Palma María Cristina Laverde Toscano Gioconda Belli María Himelda Ramírez Ana Serrano Galvis Jenni Lorena Mahecha González Daniel García Lamus Andrea Restrepo, Cris Suaza Patricia Prieto Juanita Barreto Gama Claudia Gómez Claudia Ramírez Alejandra Ortiz

Corrección de estilo Sonia Cárdenas Salazar

Coordinación administrativa Yolanda Vanegas Díaz cel. 310 214 44 04 Unidad Camilo Torres, bloque B6, oficina 612 Escuela de Estudios de Género Universidad Nacional de Colombia grupo.mujerysociedad@gmail.com enotraspalabras.revista@gmail.com www.grupomujerysociedad.org

Distribución Siglo del Hombre Editores Cra. 32 No. 25-46 - Bogotá D.C. Tel.: (057-1) 3377700

ISSN: 0122-9613

Bogotá, Soacha, Autopista sur 2007


Contenido Editorial

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De la autonomía a la soberanía Paula Gutiérrez María Eugenia Martínez Autonomía y acción colectiva en la construcción de sujetas políticas Sonia Nadiesda Zabala Un abrazo sororo a la mujer que aborta Carmiña Navia Velasco Síntesis de una larga historia: La Interrupción Voluntaria del Embarazo –IVE– Florence Thomas Great Eggspectations: La tecnología reproductiva y los nuevos retos para la autonomía de las mujeres Mónica Roa y Keina Yoshida Reciclando cuerpos: Hacer género y edad con cirugía plástica Joann Wilkinson

9 19

Me duele una mujer en todo el cuerpo Gioconda Belli

88

Las mujeres y la independencia: Entre la sumisión y la subversión Las vicisitudes de la vida de las mujeres durante la Independencia de la Nueva Granada María Himelda Ramírez

93 95

33

Crimen y castigo: Represión de las autoridades españolas contra las mujeres que participaron en la Independencia de la Nueva Granada Ana Serrano Galvis Jenni Lorena Mahecha González

41

Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana Olympe de Gouges

111

Voto a la mujer 1954

114

Voto a la mujer Constitución de la Provincia de Vélez 1853

115

23

47

57

Esmeralda Arboleda: Una mujer nuevos caminos María Cristina Laverde Toscano

103

125

Crónicas y remembranzas El feminismo me cambió la vida Daniel García Lamus

Sueños, imágenes y símbolos Bastardilla, mujer sin ataduras Mónica Sánchez Bernal

84

Dossier

Rehaciendo saberes ¿Nos sirve a todas la autonomía? A propósito de las diferencias entre las mujeres Angélica Bernal Olarte

Los hormigueos de Leyla Milagros Palma

75

Danza de azogue El telar de Penélope Guiomar Cuesta Escobar

79

Lo que quiere realmente la mujer Sir Gawain y el Caballero Verde Robert A. Jonson. El poeta de la Perla/ G. Chaucer (Siglo xiv)

82

131

Homenaje a Luz Jaramillo Campo 1935-2010

135

Luz Mila Chávez Jaimes In Memoriam

137

Noticias en otras palabras

140

Las mujeres y los libros

154


Bogotá, carrera Séptima con calle 61 Cartel - 2008


Editorial

Son varios los interrogantes que dieron origen a este número de la revista EN OTRAS PALABRAS dedicado a examinar los debates en torno al tema Mujeres, Cuerpos y Autonomía, con ocasión de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia. ¿De cuál independencia podemos hablar las mujeres en el devenir de los doscientos años transcurridos desde la firma del Acta del Cabildo Extraordinario de Santa Fe el 20 de julio de 1810? ¿Cuáles son los nexos entre independencia y autonomía y cómo se han relacionado éstas con los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales, sexuales y reproductivos de las mujeres colombianas? Si en el tránsito de la monarquía a la república se afirmó que la autonomía de los Estados reside en la soberanía de los pueblos, ¿será posible pensar que el ejercicio de la ciudadanía de las mujeres reside en la soberanía de éstas sobre sus propios cuerpos? ¿Cuáles son los aportes de las diversas vertientes del pensamiento feminista y de los procesos de organización de las mujeres para la legitimación social e histórica de su autonomía? ¿Qué significado han tenido y tienen hoy las historias inscritas en los cuerpos de las mujeres para las leyes y las instituciones que regulan el funcionamiento del Estado y para la toma de decisiones de los gobiernos? Los artículos que dan contenido a cada una de las secciones de esta edición abocan desde diversas posiciones el examen de estos interrogantes haciendo explícitos los aportes de la historiografía y de las teorías feministas para hacer visibles algunas de las tensiones presentes en la construcción y el reconocimiento de la autonomía de las mujeres en el curso de estos doscientos años.

Angélica Bernal abre la sección Rehaciendo saberes con la pregunta ¿Nos sirve a todas la autonomía? a partir de la cual hace un recorrido por autoras y autores de diversas tendencias políticas y filosóficas que debaten el carácter contextual y relativo tanto del concepto como del ejercicio de la autonomía. A propósito de las diferencias entre las mujeres destaca el carácter crítico del pensamiento feminista, cuestiona las acepciones generalizadas del concepto de autonomía, devela la persistencia de los grandes relatos que pretenden univocidad y propone emprender nuevos caminos en esta discusión, que se traduzcan en la cualificación de las relaciones políticas entre mujeres. Desde otra óptica Paula Gutiérrez y María Eugenia Martínez se remontan a los mitos de la diosa buscando en ellos un sustento para indagar en las huellas de los orígenes de la humanidad los cimientos de la autonomía y la soberanía de las mujeres. La experiencia organizativa de diversas mujeres del Magdalena Medio alimenta las elaboraciones de Sonia Nadiesda Zabala acerca del significado de la autonomía en la construcción de las mujeres como sujetas políticas individuales y colectivas. Los tres artículos siguientes se centran en un examen de diversas formas de control sobre el cuerpo de las mujeres ejercido a través de la normatividad jurídica y con ella de las disposiciones emanadas de las leyes, de las instituciones eclesiales, especialmente de la Iglesia Católica y de organizaciones religiosas y sociales que han sido determinantes de las dificultades y obstáculos para la realización de los derechos sexuales y reproductivos, en particular en lo relacionado con la interrupción voluntaria del embarazo. Carmiña Navia aporta sus conocimientos en el campo de la teología para dar significado ético y político al ejercicio de la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos en la decisión de abortar. Las vicisitudes afrontadas en el país en el largo proceso social y jurídico que despenalizó el aborto en tres circunstancias específicas, con la sentencia de la Corte Constitucional C-355 de 2008, son examinadas por Florence Thomas. Mónica Roa y Keina Yoshida ilustran con diversos casos tratados en tribunales internacionales algunas de las expresiones de la defensa de la autonomía reproductiva de las mujeres, en situaciones relacionadas con la ecografía y el genocidio de género, la fertilización in vitro, la donación de óvulos, el alquiler de vientres y el consentimiento del hombre, y cierran el artículo con sugerentes preguntas entre las cuales se

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destacan las referidas a equidad de género y justicia social en materia reproductiva y los efectos de la globalización que facilitan la explotación de la función reproductiva de cierto tipo de mujeres. La sección se cierra con extractos de la investigación realizada por Joann Wilkinson sobre la cirugía plástica, el reciclaje de los cuerpos de las mujeres y los cuestionamientos a las categorías de edad y género que ello comporta. Sueños, imágenes y símbolos presenta a Bastardilla, mujer sin ataduras cuyos grafittis ilustran esta edición; incluye dos poemas de Guiomar Cuesta Escobar, un cuento medieval cuya autoría se atribuye a Chaucer, un relato de Milagros Palma y una bitácora en la prosa de Gioconda Belli. El Dossier se centra en la reflexión sobre las mujeres y la independencia: entre la sumisión y la subversión, para lo cual María Himelda Ramírez examina las vicisitudes de la vida de las mujeres durante la Independencia de la Nueva Granada, y Ana Serrano Galvis y Jenni Lorena Mahecha González documentan la represión de las autoridades españolas contra las mujeres que participaron en la Independencia de la Nueva Granada. Incluye así mismo textos históricos que ilustran las luchas por la libertad, la igualdad y la autonomía de las mujeres.

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En Crónicas y remembranzas el testimonio de Daniel García Lamus profundiza en el significado que el feminismo ha tenido sobre su proyecto de vida y sus prácticas como educador. En homenaje a Luz Jaramillo Campo, feminista pionera en Colombia, hacemos un reconocimiento a la fuerza de sus ideas y la vitalidad de su militancia. Reproducimos una entrevista publicada en el periódico El Tiempo en 1981 que da cuenta del ejercicio de su autonomía y comentamos su libro Sagrada Familia. En memoria de Luzmila Chávez Jaimes reproducimos el comunicado que circulara denunciando este femicidio y registramos los nombres de algunas de las muy numerosas víctimas de esta forma de violencia contra las mujeres en Colombia. La edición cierra con nuestras habituales secciones de Noticias en Otras Palabras y Las mujeres y los libros. Como lo exponen los textos de este número la historia de la nación está escrita también y de mil maneras en los cuerpos de las mujeres, quienes hoy pueden dar cuenta de estas otras historias y nos permiten encontrar elementos para responder a la pregunta inicial: ¿de cuál independencia, de cuál autonomía podemos hablar las mujeres colombianas después de doscientos años?

Medellín, Barrio Campo Valdés 2007


Rehaciendo saberes


Dibujo sobre papel 2007


Angélica Bernal Olarte Politóloga y Magister en Estudios Políticos Universidad Nacional de Colombia

¿Nos sirve a todas la autonomía? A propósito de las diferencias entre las mujeres

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democracia real o igualdad real y que no se puede criticar el ideal sino su expresión en la realidad.

“… el feminismo contemporáneo, sin duda uno de los dominios teóricos y prácticos sometidos a mayor transformación y crítica reflexiva desde los años setenta, no deja de inventar imaginarios políticos y de crear estrategias de acción que ponen en cuestión aquello que parece más obvio: que el sujeto político del feminismo sean las mujeres”. Beatriz Preciado1

Presentación La producción de este texto ha estado precedida de conversaciones con otras feministas acerca de la autonomía, la libertad y la práctica feminista. Varias veces cambió de enfoque, de hilo conductor y de propósito; aunque debo confesar a quienes me solicitaron el escrito, que nunca tuve la intención de escribirlo desde mi posición de “feminista joven”, básicamente, porque mi práctica académica y política en el feminismo no se ha ubicado desde mi identidad etaria (tal vez una de las más dinámicas: cambia cada día). Me sitúo desde una reflexión crítica de ciertos ideales defendidos desde el feminismo, al lado de muchos otros movimientos sociales que cada vez se revelan menos transformadores y en ocasiones más funcionales a un orden patriarcal clasista, misógino, heterosexista y racista. Algunos de ellos son la igualdad, la democracia, los derechos humanos, la autonomía, entre otros. Quizá esta apertura desincentive a muchas a leer el texto ya que consideran que hacer un juicio de estos valores modernos instala al movimiento en un sin sentido, y que al final es una pérdida de tiempo por cuanto aún no hemos vivido 1 Preciado, B. (2007) “Mujeres en los márgenes: Reportaje después del feminismo”. www.rebelion.org

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El feminismo nunca ha sido un movimiento acrítico. Ni siquiera en sus vertientes menos radicales, ha dejado de luchar contra imaginarios y límites impuestos a las mujeres. Siempre hemos luchado para mostrar que lo cotidiano se ha construido sobre la base de la desigualdad, de la exclusión y de la opresión de las mujeres y que todo aquello que aprendimos que era adecuado y natural para las mujeres, en realidad era un orden político, construido a través de la historia. La democracia y los derechos humanos han sido las señales que han orientado por años nuestra lucha y sin embargo hoy en día las brechas, las injusticias y la opresión de las mujeres se reinventa y se hace más violenta. En este contexto, este escrito pretende generar debate y controversia. Es un intento de retar la idea de la autonomía como uno de los ideales de la lucha feminista. Esta propuesta parte de la idea de que “el discurso de la autonomía se ha usado, con cierto éxito, para crear un espacio para las mujeres en tanto que agentes autónomos con capacidad y derecho de autodeterminarse; además, el ideal de la autonomía proporciona un instrumento obvio de censura y acusación para un sistema de socialización en función del género que predetermina aspectos significativos de las vidas y psiques (y, por tanto de los intereses y capacidades para tomar decisiones) de las personas. Por otro, la autonomía feminista se compadece mal con las concepciones liberales del yo, sobre todo con las que implican nociones de autosuficiencia y autodeterminación individualistas”. (Di Stefano. 1996. p. 59) El texto se ubica en la tensión que categorías como la autonomía suponen para el feminismo, y que ha sido expresado por Zerilli como “La tendencia a explicar lo nuevo en términos de lo viejo, (…) va acompañada de diversas formas de necesidad, fatalismo y determinismo”. (Zerilli. 2008. p. 155). Cómo llamar las experiencias políticas que vienen construyendo las mujeres, sus ejercicios ciudadanos y su aporte en la transformación de las condiciones de vida de las mujeres, si son experiencias novedosas sin referente alguno en las categorías construidas desde la teoría política tradicional. En ese sentido se pretende problematizar el uso acrítico de estas categorías y plantearle a la autonomía algunas preguntas:


“¿La autonomía es parte del discurso político con sesgo de género dominante y tiranizador, un discurso que privilegia las normas y conductas de los hombres de la elite? Y a la inversa, ¿es un concepto emancipatorio del que muchas mujeres y algunos hombres han sido injustamente excluidos y al que deben y deberían aspirar? ¿El despliegue de la autonomía en el discurso feminista es un nuevo intento de embutir ingobernables temas femeninos en civilizadores corsés conceptuales? (…) Considerando a las mujeres como una cohorte de personas internamente diferenciadas ¿cuáles de ellas se considerarían a si mismas, con mayor o menos probabilidad, candidatas para la autonomía y por qué?” (Di Stefano. 1996. p. 57). No pretendo aquí dar respuestas a todos estos interrogantes pero sí proponer un debate que permita avanzar conceptual y políticamente al movimiento feminista hoy en día.

Algunas interpretaciones feministas de la autonomía La autonomía, al lado de otros valores modernos como la igualdad, la libertad, la solidaridad se ha ido construyendo como componente fundamental de las categorías de ciudadanía y democracia. Existe una extensa producción académica que ha mostrado cómo estos valores se han construido como parte de un proyecto político patriarcal profundamente clasista, racista y heterosexual. Las feministas durante años han producido extensos y valiosos trabajos para develar el modo en que estos valores se construyeron a imagen y semejanza de los varones y se establecieron como modelo de lo “racional”, moderno y por tanto deseable, fundamento de la acción política de las personas. Y por años las feministas han tratado de aprender a descifrar estos valores y transformarlos para que se adecuen o transformen a una supuesta experiencia de “las mujeres”. Al lado de la filosofía y la teoría política liberal, para algunas feministas “la autonomía tiene todavía un estatus no contestado ya que se le considera un elemento normativo y constituyente de la política democrática liberal”. Una tarea fundamental de parte del pensamiento liberal al igual que para algunas feministas ha sido “el rescate de la autonomía al tratar de salvar la categoría de las acusaciones

de individualismo extremo y naturaleza antisocial, que o bien pueden ser consideradas increíbles o bien llevan consecuencias políticas y sociales indeseables”. (Di Stefano. 1996. p. 54). En cierto sentido, hemos otorgado valor y reconocimiento a dichas categorías y hemos tratado de adaptarnos y transformarnos para poder actuar dentro de ellas, olvidando a veces ponerlas en cuestión. Quiero centrarme en la autonomía, valor tradicionalmente defendido como parte de la construcción de un sujeto político mujer. Parte central de este análisis es situar la discusión desde la definición misma de la categoría de modo que se pueda “comenzar desde el principio”. La palabra autonomía, que procede del griego autonomia, denota “un tipo específico de independencia que comporta autodeterminación, es decir, una determinación donde se siguen la reglas elegidas por la propia persona, cuando no elaboradas por ella misma. El yo autónomo se autodetermina, se autodefine y se autoelige, pero siempre dentro de un entorno gobernado por las reglas. La acción autónoma, que sólo puede proceder de un yo autónomo y soberano debe gobernarse por reglas”. (Di Stefano. 1996. p. 57) Stephen Macedo, por su parte, ha descrito la autonomía como “el poder activo de las personas para establecer quiénes son, cómo comprenden, controlan y dan forma a sus deseos (…) cuando una persona tiene también la resolución, la fortaleza de actuar en virtud del resultado de tales deliberaciones, las concebimos como autónomas”. (Di Stefano. 1996. p. 58) De otro lado, encontramos la detallada descripción que hace el filósofo Joel Feinberg2 de la autonomía como un valor. A continuación se describen las doce características de una persona autónoma, que el autor denomina virtudes: 1. Autoposesión, es decir, la situación, en que esa persona no pertenece a nadie más. 2. Individualidad. La persona autónoma tiene una autoidentidad diferente: no se define de forma exhaustiva por sus relaciones con cualquier otro particular.

2 Citado en: Di Stefano, Christine. 1996. pp. 60 y 61.

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3. Autenticidad o autoselección: sus gustos, opiniones, ideales, objetivos y preferencias son todos y cada uno de ellos exclusivamente suyos. 4. Autocreación o autodeterminación. 5. Autolegislación, la idea de que una persona sólo sigue aquellas reglas de que se ha dotado ella misma o bien aquellas que ha pactado de alguna forma no coaccionada. 6. Autenticidad moral, una expresión que alude a la idea de que los propios principios y convicciones morales pertenecen realmente a esa persona y no son heredados. 7. Independencia moral, está también estrechamente ligada con las dos anteriores; por ella se entiende la capacidad de estar libre de compromisos sociales que de otra manera podrían incidir en nuestra capacidad de ser jueces independientes de nuestros compromisos morales. 8. Integridad o autofidelidad, significa que la persona se muestra coherente y leal a sus propios principios a lo largo del tiempo. 9. Autocontrol o autodisciplina, figura que supone que el yo no está gobernado desde fuera, sino por el contrario, desde dentro. 10. Autoconfianza, si bien, como admite Feinberg, algunas versiones antisociales de ella dificultan su consideración como virtud. 11. Iniciativa o autogeneración, evoca la imagen de la persona activa, en oposición a la pasiva, que inicia sus propias actividades y proyectos en lugar de imitar a las demás. 12. Autorresponsabilidad, es decir, la conocida idea de que la persona autónoma es responsable de las consecuencias de sus acciones, a diferencia de lo que sucede con la persona irresponsable y con la no responsable. Supongo que alguna lectora habrá saltado la exhaustiva caracterización que nos acerca a un ideal y no a la vida real y concreta de las personas y menos aún a la vida de las mujeres. Para Di Stefano incluso se puede pensar que al cumplir dicha caracterización, más que con un individuo autónomo “nos encontremos con un individuo egoísta, carente de compromisos morales, políticos o sociales o, a la inversa, con un individuo que suscribe principios inmorales”. (Di Stefano. 1996. p. 62).

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Otra arista de la categoría fue desarrollada en algunos planteamientos de Simone de Beauvoir. Para ella, “las funciones del otro feminizado constituyen un puntal imprescindible del sujeto autónomo viril. Ello sugiere que el ideal político y el patrón normativo de la autonomía personal resultan problemáticos en virtud de su íntima y larga imbricación con la alteridad feminizada”. (Di Stefano. 1996. p. 55). Es decir, que el modo mismo en que la cultura patriarcal construye sujetos autónomos, requiere sujetos heterónomos, es decir lo otro, lo femenino. Esta posición ha tenido desarrollos posteriores en las obras de otras feministas tales como Jean Baker Miller (quien) describe la autonomía como “una extensión inapropiada de la situación de los varones (…)” de allí que considere “la palabra autonomía (…) potencialmente peligrosa: es una palabra derivada del desarrollo de los hombres, no de las mujeres”. (Di Stefano. 1996. p. 56). Finalmente, para esta autora, “La autonomía vela más que revela y está constitutivamente implicada en su contrario, la dependencia”. (Di Stefano. 1996. p. 75). Estas posturas teóricas sin embargo, no representan la voz unánime del feminismo al respecto. De hecho encontramos gran cantidad de trabajos con las más diversas interpretaciones y que incluyen a defensoras a ultranza de la autonomía. Vale la pena retomar como ejemplo a la feminista Candance Watson quien sostiene que el mejor medio del que disponen las mujeres para descubrir y definir su sexualidad es desvincularse de las relaciones sexuales con hombres3. “Hasta cierto punto -escribe- la sexualidad puede vivirse separada de su contexto social (opresivo). A través de la masturbación, la mujer célibe puede disfrutar de su sexualidad lejos de los aspectos de su expresión social (…)”. En este ejemplo encontramos una traducción puntual del sujeto occidental liberal, individualista, cuya autonomía consiste en su capacidad de desvincularse de su contexto y relación social”. (Di Stefano. 1996. p. 56). De otro lado encontramos los planteamientos de Keller, para quien la autonomía alude a “la sensación psicológica de ser capaz de actuar bajo los dictados de la propia volición en lugar de hacerlo bajo control externo; se trata

3 Vale la pena decir que no hace ninguna alusión a la sexualidad entre mujeres.


de un sentido psicológico y no de un estado de existencia real o verificable o de un atributo de la acción”. (Di Stefano. 1996. p. 70). Por su parte, Chodorow pone de manifiesto dos temas conexos que preocupan a las feministas comprometidas con una revalorización de la categoría: “Por un lado, la noción de autonomía parece llevar aparejada connotaciones de género específicas (…) y, como tal, es menos universal o universalizable de lo que pudiera pensarse. (Y la segunda) Como afirma Evelyn Keller, la tendencia a confundir autonomía con separación e independencia de las otras personas (…). (Di Stefano. 1996. pp. 66 y 67). La autonomía de acuerdo a la mayoría de las propuestas conceptuales, tiene que ver con la capacidad de auto determinarse, de tomar las decisiones concernientes a la vida propia, como si en algún sentido existiera una individualidad aislada o independiente del contexto. Este asunto es sumamente crítico y las respuestas desde el feminismo no se han hecho esperar. Para Judith Butler por ejemplo, “no existe ninguna reflexividad ontológicamente intacta al sujeto colocado en un contexto cultural respecto de la cual se adopte una actitud determinada en una situación mental razonable”. (Di Stefano. 1996. p. 75). Es decir, que siendo parte de una sociedad que estructura profundamente la identidad, la subjetividad y los modos de vida, es casi imposible pensar que una persona pueda escapar a la determinación social, en concreto a la dependencia del resto de la sociedad. En nuestra región, uno de los trabajos más difundidos en el tema de la autonomía es el de la mexicana Marcela Lagarde. En sus textos ha trabajado la autonomía desde lo que ella denomina un enfoque histórico, vale decir, se origina en la idea de que no es algo natural o dado, sino que se construye por parte de las personas, las organizaciones las instituciones, los movimientos. (Lagarde, p. 6). Para Lagarde, la autonomía es “fundamentalmente un conjunto de procesos de poder, por lo tanto se constituye a través de procesos vitales políticos y en lo que tradicionalmente llamamos el ámbito político”. (Lagarde, p. 15). Y aquí nos sitúa en una primera disyuntiva: ¿el espacio de actuación propio de una sujeto política autónoma esta en lo público? ¿No se construye autonomía en lo privado? Por supuesto todas sabemos de la histórica reivindi-

cación de autonomía sobre el cuerpo y la sexualidad que es cierto, se ha llevado a lo público y lo político, pero que también se ha peleado en duras batallas en lo cotidiano, en el ámbito familiar y de pareja. Por otra parte, escribe Lagarde, que la autonomía “es siempre un pacto social. Tiene que ser reconocida y apoyada socialmente, tiene que encontrar mecanismos operativos para funcionar. Si no existe esto, no basta la proclama de la propia autonomía porque no hay donde ejercerla, porque no se da la posibilidad de la experiencia autónoma…” (Lagarde, p. 7) y en ese mismo sentido, que la autonomía “no es sólo un enunciado subjetivo. Es un conjunto de hechos concretos, tangibles, materiales, prácticos, reconocibles y a la vez un conjunto de hechos subjetivos, simbólicos”. (Lagarde, p. 7). Esta serie de planteamientos empiezan a causar dudas, en tanto la autora lleva su reflexión directamente a establecer los mecanismos “formales” o “institucionales” que pueden “garantizar” la autonomía: “Se trata de construir un conjunto de derechos que aseguren un tipo de libertad para las mujeres y esa libertad pasa por la autonomía”. (Lagarde, p. 5). El ejemplo de Lagarde nos ubica en lo que Di Stefano concibe como la teoría feminista que “se ha apropiado del concepto de autonomía y lo ha empleado, especialmente en su esfuerzo por ampliar nuestra percepción de las variadas y complejas formas de coerción e influencia a las que están sometidas las mujeres. Dentro de esta corriente de pensamiento, el problema de la autonomía es que las mujeres necesitan (…) de ella”. (Di Stefano. 1996. p. 64). Sin embargo, lo planteado por Lagarde nos lleva de un salto a un lugar bien conocido y ya no poco retador para el patriarcado: la autonomía, o sea la capacidad de tomar decisiones por sí mismas, de autodeterminarnos y de asumir las consecuencias de dichas decisiones, como objetivo político queda subsumido a la lucha por obtener la garantía de un conjunto de derechos. Es decir, la lucha por la autonomía y la libertad, en política real, en política patriarcal, no es otra cosa que una lucha por el reconocimiento de que somos “sujetas de derechos”. Desde la diferencia, cabe preguntar si la autonomía se puede construir por todas las mujeres, o si la búsqueda

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de autonomía es propia de quienes nos llamamos feministas. Conseguir el reconocimiento público de la autonomía se da de caso a caso, de mujer a mujer y en ese sentido, ¿es un asunto individual? Lagarde nos diría que no; que es un asunto de las mujeres como colectivo y de la sociedad en general reconocer y respetar la autonomía de las mujeres. Sin embargo, para que como colectivo ganemos autonomía ¿se puede afirmar que todas las mujeres pueden ser autónomas sin importar sus diferencias? ¿Puede ser autónoma una mujer no feminista?

Las diferencias entre las mujeres: ¿nos sirve a todas la autonomía? Para Zerilli, la autonomía como concepción moderna, ligada al fortalecimiento del individualismo liberal, nos ha llevado a casarnos con un sujeto político ideal al que queremos “adaptar” a todas las mujeres. Hemos creído que la autonomía es un valor deseable para todas y el camino para ello ha sido la defensa de los derechos individuales. Sin embargo, dejamos de lado otras formas de lucha política que han puesto de presente que existen objetivos políticos más ambiciosos y por tanto más transgresores. Según Gerald Dworkin, la cuestión de la autonomía “sólo se puede evaluar tomando en consideración etapas dilatadas de la vida de una persona. Se trata de una dimensión de valoración que evalúa una forma total de vivir la propia vida. De esta forma se da por supuesto que las vidas bien vividas son ordenadas, consistentes, están estructuradas de forma holística y que, en suma, han sido construidas racionalmente por un yo: son por tanto racional (y convenientemente) reconstruibles por teóricos y filósofos”. (Di Stefano. 1996. pp. 60 y 61). Las dificultades tienen que ver entonces con la generalización de una experiencia vital como la deseable o generalizable para todas las mujeres, lo que se traduce como que la búsqueda de objetivos políticos (tales como la autonomía), los asumimos como útiles y de interés para “todas las mujeres”, sin considerar el transfondo político que cada una de esas reivindicaciones puede tener para mujeres con objetivos políticos feministas contrapuestos. ¿Será la búsqueda de igualdad de oportunidades y derechos, o la autonomía, igual de valiosa o necesaria para todas las mujeres?

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La misma Lagarde reconoce que para las mujeres, la autonomía no es un asunto individual: no basta que se reconozca a una sola mujer, sino que es un asunto colectivo. En ese sentido para qué autonomía si carecemos de libertad y de igualdad: ¿cómo poder decidir sobre la propia vida si no existe ese marco que haga posible, valide y reconozca ese poder individual? ¿Decidir sobre qué si no existe un marco apropiado para las decisiones “autónomas” de las mujeres? Hay que recordar además que “lejos de ser cohesivo en sus orígenes, el feminismo, como todos los movimientos políticos democráticos modernos, estuvo dividido desde un comienzo, escindido por las diferencias acerca de las causas o las formas de opresión, las disputas sobre el significado de la liberación, y las posturas en permanente contienda sobre los ideales democráticos como la libertad y la igualdad y el ámbito público en el que éstos habrían de manifestarse”. (Zerilli, Linda M. 2008. p. 21). Esto, sin embargo, no quiere decir que se haya recogido tal diversidad o adecuado la teoría y/o la práctica feminista a tal evidencia. Reconozco que hemos avanzado en el camino de reconocer las diferencias y desigualdades entre las mujeres; sin embargo nos ha costado más trabajo entender que la pluralidad no es sólo un asunto relacionado con las identidades de las personas de un lugar en particular o una cuestión de pertenencia a algún grupo social, sino que tiene un carácter de relación política tejida con lazos de opresión, enraizados profundamente y por ello difíciles de detectar. Decir que la diferencia entre las mujeres existe, no conlleva en sí misma la transformación de la práctica política. “La pluralidad no es un hecho demográfico o existencial sino una relación con las diferencias sociales, requiere que yo haga algo en relación con esas diferencias, que las tome en cuenta de alguna manera significativa”. (Zerilli, Linda M. 2008. p. 212). El feminismo cada vez tiene menos problemas para ver las diferencias entre las mujeres pero enfrenta grandes retos para ser capaces de tratarlas, evaluarlas y transformarse. Todavía hoy tenemos serias dificultades para establecer diálogos políticos con las feministas afrodescendientes, indígenas, lesbianas, jóvenes, básicamente porque todo el tiempo tratamos de defender que no somos racistas,


etnocentristas o adultocéntricas, lo que en algunos casos no permite que escuchemos sus posiciones políticas o sus argumentos. Al final terminamos negando las diferencias y sin tener claro si lo que reivindicamos en nombre de todas las mujeres realmente es lo que necesitamos todas las mujeres.

como una variable más, junto a la opresión sexual o de género, sino más bien de analizar la constitución mutua del género y la raza —lo que podríamos llamar la sexualización de la raza y la racialización del sexo— en tanto dos movimientos constitutivos de la modernidad sexocolonial”. (Preciado, Beatriz. 2004. p. 245).

La evidencia mostrada por teóricas feministas de diferentes orígenes, nos hace pensar, sin embargo, que una lucha contra la universalidad del modelo androcéntrico y patriarcal termina estableciendo un nuevo modelo universal. Luchamos contra las explicaciones biológicas que nos hacen idénticas y limitan a las mujeres la posibilidad de la individuación, y sin embargo terminamos justificando la lucha al crear una supuesta categoría “mujeres” que tiene como fundamento el hecho biológico de tener un cuerpo de mujer.

Y este reto requiere entonces que “hagamos algo en relación con las diferencias empíricas que puedan existir: la pluralidad no nombra un estado pasivo de diferencia ontológica sino una relación activa (…) e imaginativa con los otros en un espacio público. En tanto relación política externa a sus términos, la pluralidad se basa en la facultad de presentación (imaginación) y no –o no inicialmente-, en la facultad de los conceptos (entendimiento). Puedo saber que existen diferencias empíricas como parte de la condición humana y no obstante no poder reconocerlas, porque el acto de reconocimiento implica algo más que la cognición o la aplicación de conceptos a particulares o, más precisamente: allí donde participa la cognición, el reconocimiento requiere que yo haga algo sobre la base de lo que sé”. (Zerilli, Linda M. 2008, p. 278).

Quiero aquí establecer un punto central de esta reflexión: no solamente es necesario “reconocer” que existen diferencias entre mujeres; es necesario para el feminismo actuar en consecuencia, es decir, transformar la injusticia que puede estar teniendo lugar en las prácticas feministas actuales. La diversidad exige cambio, es decir, requiere un esfuerzo político consciente, construido y sustentado en un diálogo entre pares: “Esta (…) transformación comienza con el desarrollo de las capacidades políticas necesarias para entender las diferencias entre las mujeres, que hasta entonces habían sido rechazadas por considerárselas una amenaza para cierta forma de feminismo organizado en torno al principio de la igualdad y la identidad común de las mujeres”. (Zerilli, Linda M. 2008. p. 208). Este esfuerzo político es descrito por Preciado como “un giro conceptual desde los debates de igualdad y diferencia, justicia y reconocimiento, e incluso desde el esencialismo y el constructivismo, hacia los debates acerca de la producción transversal de las diferencias. Marca un desplazamiento de aquellas posiciones que parten de una sola noción de diferencia sexual y de género -entendida ésta en términos esencialistas, en términos marxistas (división sexual del trabajo) o en términos lingüísticos (orden simbólico o presimbólico)-, hacia un análisis de naturaleza transversal. Se trata de estar atentos, dirá Bell Hooks, al “sobrecruzamiento de opresiones” (interlocking opressions). No es simplemente cuestión de tener en cuenta la especificidad racial o étnica de la opresión

Esta transformación del feminismo sucede cada día. Es relevante hacer eco de feministas para quienes este reto lejos de ser visto como una amenaza a la supuesta “unidad feminista” o la fragmentación de esta lucha política, es un llamado a enriquecer y hacer más compleja la lucha, al poner de manifiesto las diversas opresiones que viven las mujeres, a entender cómo se relacionan entre sí y a construir y a nombrar prácticas políticas que transformen el feminismo a partir del debate continuo que no omita ni le reste importancia a las diferencias. Beatriz Preciado, afirma que “el objetivo de estos proyectos feministas (posporno, punk y transcultural) no sería tanto liberar a las mujeres o conseguir su igualdad legal como desmantelar los dispositivos políticos que producen las diferencias de clase, de raza, de género y de sexualidad, haciendo así del feminismo una plataforma artística y política de invención de un futuro común”. (Preciado, B. 2007). La autonomía es una categoría normativa que establece un deber ser de la práctica política que no permite describir las experiencias políticas de las mujeres en su diversidad y lejos de aportar a la construcción de una/s sujeta/s

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políticas, establece de antemano las cualidades que deben cumplir para ser consideradas como tales. De nuevo establece un ideal único y universal para todas las mujeres, lo que desde luego no es posible dado el análisis anterior.

La vía de la libertad Hoy en día, hace parte del sentido común que la búsqueda de libertad para las mujeres ha sido una de las bases fundamentales de la lucha feminista. Sin embargo, cuando se estudia teoría feminista se encuentra que además de la libertad, hemos estado buscando el fin de otras injusticias de género, tales como la explotación, la marginación, la carencia de poder, el imperialismo cultural y la violencia (Young, 2000). Y en muchas ocasiones no se ha reclamado la libertad por si misma sino “en términos de la cuestión social, la justicia social o la utilidad social”. (Zerilli. 2008. p. 26).

y no como sujetas reivindicables por sí mismas. Y es allí en donde tal vez encontremos la fisura en el orden político: en el desorden que representa la existencia de mujeres libres para sí, sin otro objetivo que vivir fuera de la opresión. Cuando las feministas se rebelan y actúan en libertad, están inventando un nuevo orden social que reta profundamente el sistema. Actuar en libertad “no surge mediante la rememoración del pasado sino mediante la invención: el acto de comenzar de nuevo”. (Zerilli, Linda M. 2008. p. 175).

Es decir que, a pesar de lo que se piensa en general, la libertad no ha sido un objetivo político permanente en la lucha feminista, sino más bien se ha visto como “un medio tendiente a alcanzar otro fin: atenuar los problemas asociados a la cuestión social” (Zerilli, Linda M. 2008. p. 29). De acuerdo con Zerilli pareciera que reclamar libertad para las mujeres se debe justificar en que sirve como medio para alcanzar un fin más valioso, como la justicia social. Parece que fuera impresentable o indefendible una propuesta política basada únicamente en algo que le hace bien a las mujeres, y más algo que le haga bien sólo a las feministas.

Según Gerald Dworkin, la autonomía es un concepto global, mientras que la libertad es local, puesto que pertenece a acciones y contextos específicos (Di Stefano Christine. 1996. p. 60), y en ese sentido, se propone reapropiarnos de la libertad como un objetivo político. Lograr la libertad de las mujeres implica construir las condiciones simbólicas y materiales necesarias para que la voluntad de libertad encuentre un contexto político que le permita ser. En esta relación entre libertad e igualdad insisten las autoras, no como medio para hacer de esta una sociedad “mejor” en general, sino como cuestión fundamental para cambiar la vida de las mujeres: “Nuestra política no aspira a mejorar la sociedad sino a liberar a las mujeres y sus opciones, es decir, liberarlas de la obligación de justificar su diferencia y de todas las formas de servidumbre social que entraña esta obligación. La libertad femenina es radicalmente infundada: ni fundacional ni consecuencialista, su única razón de ser es ella misma”. (Zerilli, Linda M. 2008. p. 197).

Conforme a esta autora, “Los intentos feministas de sustituir la idea de las mujeres como grupo natural (sexo) o de las mujeres como grupo social (género) cuestionan las tareas sociales sustantivas asignadas sobre la base de las diferencias sexuales, pero de ninguna manera trastornan la lógica que vinculan estrechamente la vida política a la utilidad social. El problema de este vínculo o atadura no es sólo que interrelaciona la ciudadanía de las mujeres con las funciones sociales de la feminidad, sino también la tendencia del valor utilitarista a adueñarse de los reclamos de libertad”. (Zerilli, Linda M. 2008. p. 35).

De acuerdo con estas teóricas ser libres y actuar es lo mismo. Teniendo siempre presente que no podemos hablar de las mujeres como colectivo homogéneo de cara a la libertad, Teresa de Lauretis nos recuerda la necesidad de defender “una libertad que paradójicamente, no exige la reivindicación de los derechos de la mujer ni la igualdad de derechos bajo la ley, sino solamente la responsabilidad plena, política y personal de las mujeres que es una idea tan asombrosamente radical como cualquiera que haya surgido en el pensamiento occidental”. (Zerilli. 2008. p. 188).

Es posible que sigamos pensando, dentro de los estrechos límites del orden patriarcal que justifica la existencia de las mujeres desde la utilidad social que tiene su quehacer,

Para De Lauretis, reivindicar la libertad o cualquier otro valor político implica “una puesta en cuestión de la categoría “mujer” como aquella que define al sujeto político

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del feminismo” (Preciado Beatriz. 2004. p. 247) y por tanto, “dar cuenta de la pluralidad (las diferencias entre las mujeres) sin renunciar por ello a la capacidad de actuar políticamente”. (Zerilli. 2008. p. 65). Luisa Muraro, por su parte, advierte que debemos “darnos cuenta de que la libertad de las mujeres no está unida a la libertad de los hombres. Al menos teóricamente, la libertad de las mujeres es querida, concebida y defendida por sí misma, independiente de la de los demás, niños, hombres, inmigrantes, etc…” (Cirillo. 2002. p. 24). No quiero terminar dejando una sensación de rechazo a la categoría de autonomía, pero sí reitero el llamado a la sospecha de los grandes relatos que estructuran tradicionalmente las luchas políticas y para ello retomo un planteamiento de Grimshaw: “la solución no debería consistir en rechazar conceptos como identidad o autonomía. Antes lo contrario, el reto feminista es ofrecer una interpretación de ellos que ni asuma el yo unitario original (…) ni ignore las necesidades de las mujeres. Esas necesidades incluyen el deseo de muchas mujeres de relacionar fragmentos confusos de sí mismas para lograr algo que parezca más coherente y que sientan que controlan más y mejor”. (Di Stefano. 1996. p. 65). Y en ese sentido, retomo la propuesta política de las feministas de la Librería de Milán, que nos anima a acompasar los reclamos y búsquedas de autonomía y derechos por la de las relaciones políticas entre mujeres; para ellas “es más importante tener interlocutoras reconocidas que derechos reconocidos, no porque los derechos no importen sino porque sólo importa cuando los reclamamos, los usamos y los superamos en pos de nuevos reclamos y nuevas libertades”. (Zerilli. 2008. p. 235).

Quiero cerrar esta breve reflexión con las palabras de Benoït Groult, “es necesario curarse de ser mujer. No de haber nacido mujer, sino de haber crecido en un universo de hombres, de haber vivido cada etapa y cada acto de nuestra vida a través de los ojos de los hombres y sus criterios” (Cirillo. 2002. p. 14), y por ello, tal vez, con el riesgo permanente de caer en la trampa de luchar en el feminismo con las reglas del patriarcado.

Bibliografía Cirillo, Lidia. Mejor huérfanas. Por una crítica feminista al pensamiento de la diferencia, Anthropos Editorial, 2002 Di Stefano, Christine. “Problemas e incomodidades a propósito de la autonomía: algunas consideraciones desde el feminismo”, en: Castells Carme: Perspectivas feministas en teoría política, Ediciones Paidos Ibérica. Barcelona 1996 Lagarde, Marcela. Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres. Puntos de Encuentro, Nicaragua Otras inapropiables, Revista. Feminismos desde las fronteras Preciado, Beatriz. Mujeres en los márgenes: Reportaje después del feminismo. 2007. www.rebelion.org Young, Iris Marion. La justicia y la política de la diferencia, Ediciones Cátedra, Universidad de Valencia Instituto de la Mujer, 2000 Zerilli, Linda M. El feminismo y el abismo de la libertad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2008

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Bogotรก, carrera 17 con calle 36 2007


Paula Gutiérrez María Eugenia Martínez*

De la autonomía a la soberanía *

El artículo es el fruto del diálogo entre la hija, antropóloga de la Universidad Nacional de Colombia y magister en estudios de la globalización en Alemania y su madre, trabajadora social, jubilada de la misma Universidad e integrante del Grupo Mujer y Sociedad.

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A partir de la segunda mitad del siglo xx, diferentes vertientes feministas han interpelado la idea moderna de la ciudadanía. Durante estas décadas, las mujeres irrumpimos con una voz y un cuerpo propios, “…[re]descubrimos con asombro los caminos del saber y recuperamos, aunque tímidamente, el control de nuestro cuerpo gracias a la anticoncepción, verdadera revolución y primera grieta importante al patriarcado que empieza a perder el control sobre el cuerpo de las mujeres…”. Tanto el control de la natalidad como el acceso al conocimiento por mucho tiempo negado a las mujeres “… fueron determinantes para iniciar un trabajo de deconstrucción de los viejos parámetros decimonónicos de feminidad y construir una nueva identidad que nos permitió a las mujeres adueñarnos de nuestro cuerpo después de 5.000 años de enajenación” 1. Con posterioridad a las vertientes del feminismo radical, de la igualdad y de la diferencia, se han desarrollado “… tendencias más autónomas… tanto en su propuesta teórica como también organizativa… Ejemplo de ello fueron los grupos de autoconciencia, con la definición de la política desde lo personal, que permitió analizar la autonomía de nuestros cuerpos y nuestra sexualidad, además del surgimiento de teorías importantes para analizar distintas instituciones patriarcales como la familia, el matrimonio, la pareja, el racismo y la heterosexualidad como régimen e institución política, lo que evidenció una epistemología feminista bastante autónoma en el pensamiento frente a la propuesta de la modernidad” 2. Esta postura epistemológica instala el poder en la vida cotidiana: en la escuela, en la casa, en la calle y no solamente los canales formales del poder; desplaza lo político de la plaza pública y lo ubica en el centro de la vida privada. 1 Revista En Otras Palabras. Mujeres, Cuerpos y Prácticas de Sí. 2001. No. 9. 2 Curiel, Ochy , “Un recorrido por la autonomía feminista. A propósito del Encuentro Autónomo realizado en México”, en: Revista En Otras Palabras. Mujeres, Feminismos y Democracia. 2009. No.17.

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Desde esta perspectiva, recobra gran importancia el mirar con lupa la cotidianidad de nuestras instituciones sociales y el poder de los imaginarios de género en la diferenciación social. Así, escarbando en las formas íntimas del poder, se ha construido una “… propuesta ética, política y de transformación del mundo todo desde las mujeres, para nosotras mismas y para toda la humanidad”3. El feminismo ha resignificado las ideas de ciudadanía y autonomía, en la medida en que las liga con el control del cuerpo en la vida cotidiana, y resalta a las mujeres como sujetos de derechos particulares, dueñas de sí mismas, constructoras de sus propios derroteros y de su propio conocimiento. Nuestra propuesta en este texto es rescatar una concepción ancestral de la feminidad, basada en descubrimientos arqueológicos recientes que nos hablan de la soberanía de la diosa para, desde allí, plantear algunas tensiones y preguntas que nutran la discusión sobre la autonomía y la ciudadanía en este comienzo del siglo xxi. Esto supone el ejercicio de pasar de la visión histórica inmediata y crítica, hacia indagar en la historia lejana de la humanidad y redescubrir a la diosa como una deidad primigenia que fue desplazada hacia los márgenes, desde hace tres mil años, por los dioses masculinos de religiones monoteístas tales como el judaísmo, el cristianismo, el budismo, el zoroastrismo y el islamismo. El retorno a los orígenes es pertinente para dar plenitud de sentido a nuestro estar y quehacer en el mundo. Esto supone, a su vez, aprovechar a la diosa para re contextualizar y buscar la clave de nuestra existencia. Esto significa, también, dejar de buscar nuestro lugar desde la deconstrucción de una cultura que nos vilipendió y dividió, y aceptar la invitación de retomar el fondo de una filosofía antiquísima que ubica a la mujer como soberana de la vida y la creación. Se podrá pensar que la filosofía de la diosa, por ser tan sólo un mito ancestral que nada tiene que ver con nuestras realidades de hoy, no es suficiente para construir y explicar nuestras concepciones de lo que somos como seres humanos, con nuestra corporeidad y nuestras relaciones 3 Una declaración feminista autónoma, México, 2009.


sociales y simbólicas. Sin embargo, recordemos que “Los mitos no son historia, pero se manifiestan en el tiempo y crean la historia, y por lo tanto se visten con el lenguaje del devenir y el cambio. El mito según la evocadora frase de Joseph Campbell: es la abertura secreta a través de la cual las energías inagotables del cosmos se vierten sobre las manifestaciones culturales humanas”4. Rememoremos, también, que el mito es un conjunto de creencias, en este caso religiosas, fruto de la imaginación y el despliegue creativo de las artes, acerca de elementos trascendentales tales como el origen del mundo y de la humanidad, su destino presente y futuro, las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza. Todos estos temas inciden en el ordenamiento de las relaciones sociales, en las diferenciaciones entre lo femenino y lo masculino, en las divisiones del ciclo vital e, incluso, en los estilos de vida cotidiana. Para revitalizar la soberanía de la diosa y ponerla a conversar con la autonomía y la ciudadanía femeninas en el siglo xxi, nos centraremos en dos dimensiones que han sido esenciales en el pensamiento feminista. Estas son: el cuerpo y el conocimiento. Desde el diálogo con estas dos dimensiones, queremos plantear algunas ideas sugerentes sobre los caminos para construir una ciudadanía y una autonomía, inspirada en la soberanía de la diosa, que nos ligue con el mundo y con la vida.

El dominio del cuerpo Un primer punto que queremos abordar es el de la autonomía, entendida como el control del cuerpo, especialmente a través de los métodos de anticoncepción. En contraste, la filosofía de la diosa nos sugiere la soberanía como génesis suprema de la vida. Esto se ve reflejado en las imágenes corpóreas de la diosa, en sus múltiples variaciones elaboradas por distintas culturas a lo largo y ancho del planeta. En estas imágenes de la diosa, el cuerpo se manifiesta en unión con el espíritu, la sabiduría y el poder creador. A partir de ellas es posible visualizar la soberanía de las mujeres. La iconografía incide profundamente en la consciencia de sí y la corporeidad es el fruto de la conciencia 4 Baring, Anne, Cashford, Jules. El mito de la diosa. Evolución de una imagen. Fondo de Cultura Económica. México, 2005, p.357.

y reflejo de la imagen, así como de la filosofía acerca de la vida. En estas representaciones sobre la diosa encontramos valores, significados y símbolos orientados por la filosofía del ciclo vital, la unidad de los seres humanos con la naturaleza y la conjunción de lo masculino y lo femenino. La presencia de la diosa nos sugiere una idea de las relaciones sociales como algo más complejo que la suma de las partes, o la oposición conflictiva de la diferencia. Pensar la autonomía desde la soberanía de la diosa, nos sirve como metáfora de un cambio en las formas de ser ciudadanas. Esto es, entre la necesidad de diferenciarnos y apartarnos para solicitar reivindicaciones desde un lugar particular, hacia la instalación plena de las mujeres en el seno de la humanidad. La soberanía de la diosa nos presenta la autonomía como un ejercicio relacional, y no como un acto aislado u opuesto del resto de la sociedad, como un ejercicio que involucra a todo el cuerpo social, y no solamente a un cuerpo que decide sobre sí mismo. Igualmente, la soberanía, hoy en día, “Se refiere a un principio sobre la acción del poder y a quienes tienen la capacidad de decisión para auto-determinar su destino”5. Por otro lado, al enaltecer el rol de la mujer en la creación y reproducción de la vida, la diosa nos abre la posibilidad de rescatar la corporeidad avergonzada, vista como impura y pecaminosa por las tradiciones religiosas monoteístas dominantes. En el mito de la diosa, las sacerdotisas eran sus representantes en los templos y cumplían la labor fundamental de realizar el acto sexual para la purificación espiritual. Basta sólo con imaginar por un minuto la coexistencia del dios omnipotente y creador del mundo y la humanidad con la idea de la diosa, creadora de la vida y omnipresente, y preguntarnos ¿qué cambios se pueden generar en nuestras propias identidades y formas de estar en el mundo? Nada más ni nada menos que el paso de salir de la nada, de la inexistencia, para ser coautora de la vida, en todas sus manifestaciones.

El dominio del conocimiento Soberanía y conocimiento son dos términos que han ido siempre de la mano. Por un lado, la soberanía se relaciona 5 http;//library.jid.org/.

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con los sujetos que ejercen el poder y con las concepciones o doctrinas ético-filosóficas que lo sustentan. Por otro lado, está la soberanía espiritual, es decir, el reconocimiento del dios o de las diosas como ordenadoras de la creación, con profundas incidencias en las organizaciones políticas y sociales. En cualquiera de estos dos casos, la soberanía va unida a la idea de un conocimiento particular que legitima un orden del mundo. Por eso, siempre será importante preguntarnos por el tipo de conocimiento que queremos construir para que ordene nuestra vida. En cuanto a esta relación entre soberanía y conocimiento: “La diosa madre, donde quiera que se encuentre, es una imagen que inspira una percepción del universo como todo orgánico, sagrado y vivo, de la que ella es el núcleo; es una imagen de la que forma parte, como sus hijos, la humanidad, la tierra y toda forma de vida terrestre. Todo está entrelazado en una red cósmica que vincula entre sí todos los órdenes de la vida manifiesta y no manifiesta, porque todos ellos participan de la santidad original”6. Esta concepción sobre el universo y los seres humanos, está íntimamente relacionada con lo que Edgar Morin afirma en cuanto a la naturaleza humana. Para él: “Somos resultado del cosmos, de la naturaleza, de la vida, pero debido a nuestra humanidad misma, a nuestra cultura, a nuestra mente, a nuestra conciencia, nos hemos vuelto extraños a este cosmos que nos es secretamente íntimo. Nuestro pensamiento y nuestra conciencia, los cuales nos hacen conocer este mundo físico, nos alejan otro tanto. El hecho mismo de considerar racional y científicamente el universo nos separa también de él. Nos hemos desarrollado más allá del mundo físico y viviente. Es en este más allá que opera el pleno desplegamiento de la humanidad”7. En este sentido, la imagen de la diosa nos invita a rescatar la unidad del ser en sus dimensiones tanto materiales como inmateriales. En la diosa se congregan cultura y biología para crear la identidad y la alteridad. La diosa nos propone encadenar las dimensiones psicosocial (autonomía) y biológica (cuerpo) y fusionar la dualidad femenino-masculino, para rescatar la unidad interior de nuestro ser en el mundo.

6 http;//library.jid.org/. 7 Morin (1999) Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO, Francia, p. 23.

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Rescatar la unidad del ser implica, además, repensar el cuerpo por fuera de las concepciones disciplinarias que lo fragmentan. Para Edgar Morin: “… lo humano se ha dislocado; su dimensión biológica, incluyendo el cerebro, está encerrada en los departamentos biológicos; sus dimensiones psíquica, social, religiosa, económica están relegadas y separadas las unas de las otras en los departamentos de ciencias humanas; sus caracteres subjetivos, existenciales, poéticos se encuentran acantonados en los departamentos de literatura y poesía. La filosofía que es, por naturaleza, una reflexión sobre todos los problemas humanos se volvió a su vez un campo encerrado en sí mismo”8. Esta fragmentación del conocimiento, nos hace volcar la mirada hacia el concepto de religión: re-ligare, volver a unir lo que se ha separado. Las religiones son construcciones humanas que tratan de resolver preguntas existenciales colmadas de misterios y asuntos desconocidos, relacionados con los diferentes momentos del ciclo vital de los seres humanos: ¿por qué hemos de negarle a la religión un lugar en el conocimiento de lo que somos?, ¿por qué hemos de renunciar a una forma de sabiduría humana y considerarla menos apta para entender y vivir nuestras realidades? La invitación de la filosofía de la diosa es a indagar las religiones que versan sobre los misterios consagrados en torno al ciclo de la vida: el nacimiento, el crecimiento, la sexualidad, el matrimonio, la muerte y el renacimiento, para así crear una mirada sistémica que nos permita ver el todo en las partes y las partes en el todo, para que nos permita concebirnos de manera relacional y no aislada los unos de los otros. Es una invitación a desplegar nuestro derecho a la imaginación y a la creatividad cultural para reforzar la identidad y re significar la corporeidad. Retomar las religiones y sus mitos como fundamento filosófico de la vida es una puerta para trabajar la autonomía y la ciudadanía desde la dimensión de las ideas, sentimientos y deseos que orientan la existencia, y no sólo desde la dimensión formal de la política, la participación y la inclusión democráticas. Es la invitación a romper con la idea de que lo único que nos caracteriza como ciudadanos es la racionalidad y dar el paso a reconocer que son nuestros deseos y pasiones los que mueven ese mundo interconectado, en el cual nos hacemos seres plenamente humanos. 8 Edgar Morin , op. cit., p. 17.


Sonia Nadiesda Zabala Castañeda Socióloga. Magister en Estudios de Género

Autonomía y acción colectiva en la construcción de sujetas políticas: Una experiencia en la Red de Mujeres del Magdalena Medio* *

Este artículo presenta apartes de la tesis “Construcción de sujetas políticas en medio del conflicto armado. Los inicios de la Red de Mujeres del Magdalena Medio”, realizada en el curso de la maestría en Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia. La tesis es producto de la conjugación de una reflexión conceptual, elaborada en el curso de la maestría, y una práctica profesional y política en el marco del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio -PDPMM- y de la Red de Mujeres del Magdalena Medio, realizada de manera constante entre el 2002 y el 2005, y de modo intermitente durante los años 2006 y 2007.

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Sujetas políticas, más allá de nombrar en femenino una categoría política

El cuerpo es el primer lugar donde se ejercen los derechos y donde se encarna la libertad. Es allí donde se inicia la construcción de los significados de la democracia y la ciudadanía y se vivencia el hacer político de los sujetos y sujetas. Esta afirmación enfatiza en la relevancia de la diferencia sexual para el ejercicio de la ciudadanía, que todos y todas ejercemos desde realidades corpóreas diferenciadas. También puede verse como un principio orientador de la práctica política de hombres y mujeres convencidas de la necesidad de asumir la diferencia, para poder hablar de democracia. Como mujer colombiana, trabajadora de lo social y feminista, me sitúo en un espacio de tránsito entre el adentro y el afuera de un proceso del que fui parte; donde habitan afectos y emociones diversas que me plantean constantemente preguntas sobre la acción política de las mujeres. Con la intencionalidad política de contribuir a la reflexión sobre y para las mujeres organizadas en el país y en la región del Magdalena Medio, hay un hilo conductor que guía estas páginas y es la discusión sobre las posibilidades de hablar de sujetas políticas. No en el sentido de la sujeción y subordinación, como se suele asociar el término “sujeto” en femenino, sino en el sentido del reconocimiento de las mujeres como actoras sociales y políticas que ejercen conscientemente sus derechos y construyen procesos de autonomía y emancipación. Las reflexiones que acá se presentan están organizadas en tres partes: la primera presenta algunos elementos del marco conceptual que orientaron mi comprensión de las sujetas políticas; la segunda ubica un sector del análisis realizado para evidenciar el camino hacia la conformación de un grupo de mujeres, reunidas en una red de organizaciones de mujeres, como sujetas políticas. La tercera discute las posibilidades de construir espacios de autonomía para las mujeres en contextos atravesados por el dominio armado. Se cierra con algunas consideraciones, a modo de conclusión, que invitan a seguir pensando los procesos que emprenden las mujeres de nuestro país en medio de condicionantes sociales y políticos que dificultan el ejercicio de la democracia. 24 | Mujeres, cuerpos y autonomía

La construcción del sujeto político es una preocupación central de la modernidad. Es en el contexto de los ideales occidentales de democracia que se ha planteado la existencia de un individuo que se afirma a sí mismo en una interacción constante con la sociedad, quien actúa como constructor y protagonista de “la política”. Es también producto de un espíritu moderno, la idea de que la soberanía recae en “el pueblo” y que existen un conjunto de derechos inherentes a los individuos que los constituyen como ciudadanos. Y no es una omisión involuntaria nombrarlo en masculino; el “sí mismo”, el sujeto de derechos, el ciudadano, fueron categorías que expresaron un modo de organización social y política que se concretó en la democracia liberal – patriarcal (Pateman, 1996), donde las mujeres estaban excluidas de la mayor parte de titularidades. La crisis del pensamiento totalizante que se evidenció durante el siglo xx, ha criticado el supuesto de la naturaleza humana universal y con ello la existencia de un sujeto como “entidad transparente y racional” que le otorga un significado último a la acción (Mouffe, 2001). El sujeto de lo político ya no es único, ni exclusivamente masculino. Gracias a la acción política del feminismo, que incluye la movilización y la reflexión teórica, las mujeres y lo femenino entran a ser parte de las consideraciones políticas y a interpelar las concepciones que se tienen sobre el sujeto desde la teoría política. La deconstrucción posmoderna de la categoría de “sujeto” es cuestionada por algunas autoras como Celia Amorós (1997) quien resalta el hecho de que esa deconstrucción se da justamente cuando las mujeres reivindican su posición de sujetos y no de objetos. En ese mismo sentido se critica la pretensión de renunciar a toda forma de identidad en el momento en que aquellos “sectores objetificados y silenciados durante siglos, como las mujeres, emergen en el escenario social reclamando su palabra y actuando como sujetos políticos” (Bonder, 1998, 22). Aquí aparece una discusión sobre cuál es la identidad que moviliza políticamente a las mujeres y el temor de esencializar algún referente identitario para ellas. También está presente el cuestionamiento de la categoría mujer como sujeto político del feminismo y las propuestas de


“un feminismo sin sujeto” (Preciado, 2004; Butler, 2004), que se contraponen a la postura de que es necesario contar con un “sujeto mínimo” para la acción política desde el feminismo. Mi posición en este sentido se acerca más a este último planteamiento. Sin embargo, la discusión que estoy trazando no es la del sujeto del feminismo, es la de las posibilidades y condiciones para que las mujeres se construyan como sujetas políticas. Hablar de “sujetas políticas” implica indagar por un proceso de construcción no solo de la categoría “mujer” en la sociedad occidental, sino de la misma categoría “sujeta”, como una reivindicación feminista que incida en los lenguajes y los significados que ordenan el mundo social y político. Para repensar el sujeto entonces asumo una postura ecléctica que reconoce la importancia de los descentramientos operados en el sujeto, los cuales han socavado la existencia de una identidad fija, pero también la necesidad de contar con un sujeto de la acción. Retomo a Touraine y su planteamiento del sujeto de la acción política y luego me centro en una postura feminista que afirma la necesidad de construcción colectiva de las mujeres como sujetos para la emancipación. Para Alain Touraine (2001), el sujeto es la “construcción del individuo o del grupo como actor”, mediada por la afirmación de su libertad y la reinterpretación de su experiencia vivida y asumida. El sujeto resiste y se afirma mediante su particularismo y su deseo de libertad; es la creación de un sí mismo como actor, capaz de transformar su medio ambiente. La afirmación del sujeto no se da en un vacío social, se basa en la lucha contra la lógica de la dominación y requiere condiciones de existencia que son la definición misma de la democracia. ¿Qué implicaciones tiene esa definición para las mujeres? ¿Se resuelve nombrando en femenino a la sujeta y encontrando entonces los elementos que nos permitan evidenciar a las mujeres como un sí mismo capaz de transformar su medio ambiente y afirmar su libertad? La respuesta es necesariamente parcial. Reconocer los momentos de afirmación de la libertad para las mujeres y el significado de la misma, es parte del camino, pero es también necesario preguntarnos si la sujeta política en femenino, le agrega algo más a la afirmación de un sí mismo capaz de transformar su contexto.

Celia Amorós (op.cit.) ha criticado ampliamente la versión “inverosímil” del sujeto de la modernidad como aquella que evidentemente tiene un sesgo masculinista de género. Es un “sujeto iniciático” en el sentido de que su conformación presume un ritual de paso al verdadero mundo de lo masculino: el ámbito del poder político y del espacio público; lo cual supone una separación tajante con aquello que se considera femenino. Es un sujeto abstracto que carece de padre y madre, que emerge ya adulto a la tierra. “Un sujeto desmadrado, salido de madre y sin madre, inengendrado y generador absoluto de sentido” (Ibídem, 21). Plantea la necesidad de contar con un sujeto, como agente individual y colectivo de transformación de la sociedad patriarcal y no declarar la muerte del sujeto justo en el momento en que las mujeres se asumen como tales. Propone hacer una crítica a esta versión inverosímil del sujeto y recuperar de la propuesta ilustrada, la concepción humanista del sujeto con valores como la autonomía, la capacidad reflexiva y crítica, “la responsabilidad de un proyecto de vida individualizado que sólo se sabe viable en el ámbito de un reconocimiento solidario”, que son entre otros, valores de una sociedad democrática (Ibídem, 24). Para esta autora el sujeto está definido por un margen de maniobra “para transformar los significados constituidos, para interpelar y discutir los discursos hegemónicos, para reinterpretar las situaciones dadas y recrearlas confiriéndoles un nuevo sentido” (Ibídem, 19), que se traduce en su capacidad de acción interpretativa, de recreación de significaciones dadas. En el caso de las mujeres ese “margen de maniobra” se evidencia en la capacidad para transformar los significados sobre lo femenino, construidos desde un discurso hegemónico, para interpelar esos significados y recrear las situaciones que se derivan de su condición genérica. Ser sujetos para las mujeres es un proyecto emancipatorio1 que supone poner en cuestión la construcción genérica que les ha sido asignada como una construcción política, cultural y simbólica que ha generado desigualdad. 1 El proyecto de transformación de la sociedad que propone el feminismo requiere, desde un punto de vista como el de Amorós, de la existencia previa de un sujeto (resignificado) de la acción. Desde otra postura, como la de Butler no es necesaria la definición previa de un sujeto del feminismo pues “la mujer” o “la feminista” tendrían en su definición los gérmenes de un sistema político de dominación generizado que invalidaría su definición (Castellanos, Gabriela, sf ).

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Este “sujeto verosímil” que plantea Amorós tiene inevitablemente una incardinación genérica y un rasgo definitorio que lo hace idóneo para el proyecto feminista: su capacidad de trascendencia con respecto a características adscriptivas o a situaciones dadas. Esta capacidad permite que “nunca nos identifiquemos por completo con nuestra identidad, que estemos permanentemente reinterpretándola y redefiniéndola” (Ibídem, 30). Si bien no es el interés de este trabajo ahondar sobre el sujeto del feminismo, me parece que este rasgo definitorio del sujeto verosímil de Amorós permite hablar de las mujeres como sujetas políticas. Dejemos en este punto el planteamiento de Amorós: el sujeto o la sujeta tiene una incardinación genérica, tiene un cuerpo sexuado que es producto de construcciones culturales y sociales. Tiene la capacidad de trascender las situaciones que la constriñen y por ello redefine y reinterpreta “la más cardinal y restrictiva de las identidades”: la identidad de género. Adicionemos a ello el aporte de Touraine y digamos que “la sujeta” se construye como sí misma y es capaz de transformar su contexto y afirmar su libertad. La autonomía, el uso de la voz propia, la capacidad de decisión, la defensa de los intereses propios, pueden ser evidencias de que una mujer se ha construido como sujeta política. Pero acá surgen varias preguntas. Por una parte la cuestión de si podemos hablar de una construcción individual de las mujeres como sujetas, y por otra la manera como comprendemos ese conjunto de atributos que le estamos confiriendo a las sujetas políticas. Si reconocemos que las mujeres formamos un colectivo cualitativa y cuantitativamente particular con respecto a otros, somos “la mitad de cada categoría social, de cada movimiento social o de cada sociedad” y nuestro rasgo constitutivo es la precariedad -dada por las condiciones de subordinación y de menor poder en la sociedad independientemente de la raza, la etnia o la cultura-, y si además planteamos que la adquisición de conciencia de género supone para las mujeres reconocer esta situación, podemos dar un paso más y plantear que “los grupos sociales que se auto comprenden a sí mismos como colectivos discriminados se dotan de una identidad política pues no hay grupo social sin identidad”.

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El supuesto acá es que todo colectivo que aspira a convertirse en un actor social debe construirse una identidad política, resultado de una mínima estructura organizativa y normativa que garantice su permanencia. El tránsito de las mujeres a constituirse en actor social pasa entonces por una autocomprensión como colectivo discriminado que le permita forjar una identidad política. “Sin identidad colectiva no hay movimiento social, ni posibilidades de combatir la infrarrepresentación política o económica, ni un discurso ideológico con posibilidades de ganar hegemonía política” (Cobo. 2002. p.41). Un sujeto político colectivo que persigue objetivos emancipatorios tiene que constituir una identidad contingente, no estática ni esencialista, que se transforma en el momento en que se consiguen dichos objetivos. Pero su identidad debe ser ontológicamente negada si pretende lograr la universalidad de su cometido2; “solo cuando las identidades están ligadas a un proyecto emancipatorio, es decir a una lucha política, no se ontologizan ni se reifican, sino que son funcionales a la propia lucha en cuyo proceso se transforman y redefinen” (Lidia Cirillo, citada por Bonder, op.cit, 20). Ahora bien, este sujeto político colectivo no se construye con la sumatoria de individualidades previamente consolidadas, más bien “la afirmación de la identidad colectiva es un paso en la constitución de las mujeres como sujetos individuales” (Ibídem, 42). La construcción de la individualidad requiere la formación de un nosotras. “Cualquier movimiento que se plantee cambiar determinados rasgos de la realidad política y social ha de educir un nosotros al que dotar de rasgos de legitimidad y excelencia. Paradójicamente construir la individualidad no es una tarea individual, sino colectiva” (Valcárcel. 1997. p.80).

2 En este punto se ubica la paradoja que reconoce Nancy Fraser (1997) en las luchas de las mujeres que sufren al mismo tiempo de injusticias de redistribución y de reconocimiento. Por un lado tienen que afirmar la igualdad para acceder a la redistribución, pero por otro tienen que apelar a la diferencia para reclamar el reconocimiento. Para Rosa Cobo la identidad que construyen las mujeres sería contingente al articularse según la lucha por unos derechos específicos. Una vez se consigue el objetivo de la lucha, la identidad que aglutina se abandona, en el sentido de que se abandona el reconocimiento de la diferencia y por eso se asume como la negación ontológica de esta identidad, si se quiere lograr la universalidad.


La construcción de las sujetas políticas necesariamente implica el reconocimiento de una identidad colectiva que funda un nosotras, pero esto no excluye la vivencia subjetiva de esa construcción que supone experiencias específicas de confrontación con la propia vida, contradicciones particulares entre el ser y el querer ser o dificultades para subvertir las múltiples relaciones que constriñen a cada mujer. Tampoco significa que esa identidad se esencialice o que no estén abiertas las posibilidades para transformar los referentes de identidad colectiva. Ahora abordemos la segunda cuestión: la manera como se comprenden los atributos de esa sujeta política desde el feminismo. Aquí quiero resaltar la noción de autonomía y su ubicación en el centro de la definición del sujeto de la modernidad. Esta noción ha sido también bastante cuestionada desde el feminismo. Su definición tradicional parte del supuesto de un yo centrado, sin esguinces, que tiene la capacidad de autogobierno, autodominio, autodeterminación, autenticidad, auto respeto y que construye un proyecto de vida unificado. Se resalta la capacidad del sujeto autónomo de desvincularse de su contexto y de las relaciones sociales en que está inmerso. La autonomía es uno de los atributos de un yo racional, ordenado, consistente, que se considera irreal para cualquier persona y más cuando hablamos de la experiencia de las mujeres (Di Stefano, 1996). La discusión no se ha resuelto; algunas feministas proponen partir de un concepto de autonomía articulado de manera diferente, separándolo de la definición del “yo” y abordándolo más como una capacidad. Otra propuesta plantea más que hablar de la autonomía en abstracto, hablar de la mujer autónoma como la mujer que “es su propia mujer”. Pese a estos cuestionamientos, la autonomía es una noción central para los feminismos y continúa siendo una necesidad para la construcción de sujetos. Solo alguien dotado de autonomía puede establecer pactos con otros y con otras. Y si las mujeres han estado excluidas de los pactos, es más urgente aún su necesidad de construirse como sujetas autónomas, desde una visión de la autonomía diferente al ideal de yo absoluto de la modernidad. Una autonomía que reconozca la imposibilidad de estar en completo aislamiento de otros y otras.

Marcela Lagarde plantea una visión de la autonomía construida desde la militancia feminista y propone la ubicación histórica de la misma, con la intención de no fijarla abstractamente sino que se piense para cada sujeto social. “No puede ser idéntica la autonomía de las personas ni de los grupos sociales, de las organizaciones, de las instituciones, de los movimientos”. No se trata de que una persona u organización se defina como autónoma, no es un hecho unilateral, es una construcción social que abarca varios ámbitos de relación. La autonomía es “un conjunto de hechos concretos, tangibles, materiales, prácticos, reconocibles y a la vez es un conjunto de hechos subjetivos, simbólicos” (Lagarde, 2000,7). La autonomía se convierte de esta manera en un pacto social en el sentido de que tiene que ser reconocida y apoyada socialmente, tener una base material que la sostenga, un piso de condiciones sociales que le permita tener mecanismos para funcionar. Por ello, para Lagarde no basta proclamar la propia autonomía si no existen las condiciones para ejercerla. La autonomía se constituye fundamentalmente en el ámbito político pues hace referencia a procesos de poder; por tanto requiere de actores sociales constituidos, claramente identificados que pactan la autonomía. “Cada avance de autonomía es un avance político y requiere una recomposición de las relaciones de poder, una reconfiguración de la política y necesita de un lenguaje político pues la autonomía debe ser enunciada políticamente” (Ibídem, 13).

La construcción de sujetas políticas y la acción colectiva de las mujeres en el Magdalena Medio La Red de Mujeres del Magdalena Medio surge como proceso durante los años 2004 y 2005 a partir del desarrollo del proyecto “Acciones afirmativas con organizaciones de mujeres del Magdalena Medio” en el marco del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio PDPMM, financiado con recursos de la Unión Europea. Uno de los resultados de dicho proyecto fue la visibilización, por un lado, de las mujeres que conformaban el PDPMM y, por otro, de las condiciones de desigualdad de género en la región y en los procesos impulsados hasta ese momento por el PDPMM. Todo ello implicó una significativa movilización de organizaciones de mujeres de 28 municipios

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quienes conversaron, reflexionaron, marcharon y se encontraron en un sentir colectivo compartido. Existen varios rasgos que hemos asumido como definitorios de las sujetas políticas: tienen una incardinación genérica producto de construcciones sociales y culturales, cuentan con un margen de maniobra que les permite trascender situaciones que las constriñen y con ello reinterpretan y redefinen constantemente su identidad. Las sujetas políticas se construyen colectivamente en un camino que las define como sí mismas en el momento en que comienzan a definir una identidad colectiva. Esta identidad no es esencializada, es una identidad política que les permite afirmarse como actoras con capacidad de transformar su contexto mediante acciones colectivas. Veamos entonces las vías de construcción de las mujeres de la Red como sujetas políticas. El primer elemento que quiero resaltar es el proceso de construcción de una identidad colectiva realizado por estas mujeres como producto de la reflexión sobre su propia situación, primero en el horizonte de cada municipio y subregión y luego en la región. De esta manera los espacios de encuentro subregional y regional sirvieron como lugar de relación y de reconocimiento de las situaciones desiguales de las mujeres en términos sociales, económicos y políticos. Se inició entonces un reconocimiento de sí mismas como semejantes, en el sentido de compartir problemáticas, situaciones, vivencias que trascendían la realidad personal, organizativa y municipal. En dichos encuentros también se evidenció la confluencia de varios referentes de identidad: la pertenencia a la región del Magdalena Medio, con toda la carga histórica de violencia política que tiene, pero también con las posibilidades de recreación de la vida planteadas por procesos como el del PDPMM; además de su reconocimiento como mujeres de la región. Esta identidad colectiva también reconoció las diferencias entre ellas, debidas a factores como la cultura, la procedencia rural o urbana, la edad, las posiciones políticas frente a algunos temas. Una vez decantadas las diferencias, permanecían los elementos comunes que las identificaban como Nosotras. Se dio entonces la construcción de un sentir colectivo donde confluían varios referentes de identidad de las mujeres: una identidad territorial a nivel tanto subregional como regional; una identidad genérica como mujeres y una

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identidad como mujeres pertenecientes al proceso del PDPMM. Esas identidades estaban imbricadas entre sí e iban configurando una identidad política como colectivo en el cual ya había una referencia a Nosotras las mujeres del Magdalena Medio. Plantear una identidad regional compartida supone que las mujeres reconocen unos rasgos comunes en el Magdalena Medio que lo distinguen de otros territorios del país. La particular historia regional, la economía petrolera, la violencia y la pobreza son elementos que inicialmente las vinculan a un territorio como el Magdalena Medio. Pero la posibilidad de encuentro de mujeres de diversos municipios y departamentos, las llevó a otra dinámica de identificación de condiciones de vida, de necesidades no resueltas y de posibilidades de acción conjunta que supuso la conformación de una incipiente forma organizativa, que comenzó como un espacio de interlocución con el PDPMM y ha derivado en un actor regional de importancia para el proceso de construcción de paz que se llama Red de Mujeres del Magdalena Medio. El segundo elemento para destacar es la realización de acciones colectivas de transformación de su contexto, como elemento que ayuda a consolidar su identidad política como mujeres organizadas. Inicialmente, las mujeres se hicieron presentes en algunas movilizaciones realizadas en escenarios municipales, y en los espacios de interlocución regional con diversos actores institucionales que fueron encontrando en el camino. Estas acciones fueron a su vez un medio para ir cualificando los objetivos de la organización, que nunca estuvieron predeterminados, pero que tomaron la forma del reconocimiento de los derechos de las mujeres y la búsqueda de alternativas a la situación económica de las mismas. Las movilizaciones en los municipios tenían como fin realizar acciones a favor de la vida y la paz, crear conciencia sobre la gravedad de la violencia contra las mujeres y propiciar la reflexión en torno a conmemoraciones de las mujeres como el 8 de marzo o el 25 de noviembre. Se hicieron entonces marchas, actos culturales, charlas de análisis que fueron visibilizando a las mujeres en la agenda de algunos municipios. Estas acciones evidenciaron la construcción de intereses comunes en las integrantes de la Red, en términos de trabajar problemáticas sentidas por las mujeres de casi todos los municipios.


El conflicto armado y la hegemonía paramilitar se situaban como marco de delimitación de la acción, en cuanto a plantear las condiciones de posibilidad de ser y de hacer de las mujeres. Así, en territoriosdonde la confrontación armada era muy fuerte como en el sur de Bolívar, las posibilidades de acción colectiva estaban limitadas a reuniones cerradas de discusión sobre los procesos locales de cada municipio. En otras localidades donde la hegemonía paramilitar estaba más consolidada, las acciones de las mujeres eran del tipo de marchas y eventos de reflexión sobre la violencia ejercida contra las ellas o la paz de la región.

utilizada como bandera política del movimiento feminista desde dos frentes: el derecho de autodeterminación del propio cuerpo, como un derecho individual; y la “necesidad de establecer organizaciones autónomas en que primen los intereses de género y cuya lucha se oriente exclusivamente a combatir la subordinación femenina”, como una estrategia política (Meertens, 1994, 51). Es posible hablar de una autonomía en contexto, que se convierta en un pacto social, según la propuesta de Marcela Lagarde, que reafirme su carácter político como estrategia de transformación de las relaciones de género.

Las mujeres ponían como discurso central la vida, el mantenimiento de condiciones de vida para ellas y sus familias, con un sentido ético de preocupación genuina por la otra, con un interés por aprender y compartir experiencias que habían funcionado en determinados contextos, con el ánimo y la convicción de que sí se podrían mejorar esas condiciones de vida. Esta base permitió que las motivaciones para mantener el proceso regional de mujeres se mantuvieran y se consolidaran a partir de unas sintonías mínimas sobre la necesidad de hacer “visibles las situaciones de inequidad que afectan la vida de las mujeres en la región” y potenciar su capacidad para “transformar desde la acción organizada sus condiciones de vida y la de sus familias” (Red de Mujeres, 2006).

El proceso de trabajo con las mujeres del Magdalena Medio permite reconocer varios momentos de autonomía, como un camino no lineal en términos individuales y colectivos. Desde las historias personales de muchas de ellas que debían realizar procesos de negociación en sus hogares y vencer sus propios temores para asumir la decisión de salir del espacio privado por varios días; hasta los relatos colectivos de las tomas de decisión sobre el rumbo del proceso regional de mujeres, son imágenes que muestran un andar que no siempre es fácil de transitar. En términos individuales la ruta podía tener varios ires y venires, pero sobresalían las experiencias de aquellas que lograban salir de contextos que las violentaban y vivir ciertos espacios de autonomía, resguardada por el proceso colectivo de mujeres al que pertenecían.

La reflexión sobre la acción colectiva puede ser la clave en el tránsito de las mujeres como actoras reconocidas por otros, a sujetas políticas que construyen una identidad determinada, reconocen una historia en su proceso colectivo y se movilizan para alcanzar objetivos mucho más permanentes en el tiempo. Hemos señalado los momentos de construcción de la identidad, o de la confluencia de identidades y algunas de las acciones realizadas, en un comienzo tímidamente, y luego con la seguridad de querer impulsarlas, por parte de las mujeres de la Red.

La autonomía en contexto Vimos atrás que la autonomía no se concibe como un proceso lineal que delimita a un individuo como un ser que controla integralmente su vida y es capaz de regirse por sus propias normas. Es más un fluir de posibilidades en donde cada persona encuentra las maneras de vivir su libertad, de afirmarse en aquello que quiere ser y encuentra los medios para hacerlo. La autonomía ha sido

Un ejemplo de ello es el caso de una mujer que nunca había podido ir a la escuela, no sabía leer ni escribir, estaba desempleada y el poco trabajo remunerado que conseguía era como empleada doméstica, muy mal paga. Era además víctima de violencia sexual por parte de su pareja. Cuando inició la asistencia a los talleres y reuniones con las mujeres de su municipio primero, y luego su subregión, muchas cosas de su vida comenzaron a cambiar: ya no corría a servir a su marido apenas entraba en casa, ya no pedía permiso para salir a las reuniones, ya era consciente de que ella podía negarse a tener relaciones sexuales cuando no las quisiera. Su pareja le exigió que dejara de ir a esas reuniones, tratando de persuadirla con golpes. El día de la siguiente reunión llegaron varias de sus compañeras a su casa, para salir juntas, esperándola afuera; ella le dijo a su marido que prefería abandonarlo, antes que dejar de ir a las reuniones de las mujeres. Y salió escoltada por sus amigas de la organización.

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Pero había límites que el contexto y la situación de desventaja estructural que viven las mujeres imponían a esa autonomía recién expresada. Al hijo de esta mujer lo presionaron los paramilitares, favorecidos por la situación de desempleo de los jóvenes, a ingresar a sus filas. La falta de trabajo remunerado de ella, la hizo sentirse obligada a continuar con el marido, quien mal que bien sufragaba la mayor cantidad de gastos del hogar, para intentar que su hijo no se fuera “con esos paracos”3, como ella decía. ¿Qué hacer colectivamente para resolver esas situaciones que tienen que ver tanto con el contexto de conflicto, como con la desigualdad estructural de género, la cual incide en el mayor analfabetismo de las mujeres y les impone la necesidad de ocuparse en empleos mal remunerados en el sector servicios? ¿Cómo propiciar autonomía en ordenamientos de género que suponen la presencia de un hombre para asegurar la manutención y “protección” de las mujeres? Un año después encontramos a esta misma mujer tomando notas en un taller de la Red de Mujeres. Estudiaba en la noche para sacar su primaria, se había separado de su marido y hacía parte del grupo de artesanas del municipio que comenzaban a vender sus productos, gracias a las gestiones hechas con algunas entidades. Su hijo se había vinculado con los paramilitares, no solo por una motivación económica sino porque pertenecer a esa organización armada daba a los jóvenes cierto prestigio que se cimentaba en el ejercicio de poder sobre los y las demás. Esos son ejemplos de procesos que no son lineales y tienen más de una arista que los complejizan. Son también ejemplos de cómo el tema de la autonomía de las mujeres pasa por un contexto social, económico, político y cultural que, de entrada, está en contra. Hace ver que la autonomía no se resuelve exclusivamente en la decisión individual de una mujer que quiere ejercer su libertad, sino que requiere condiciones colectivas que la impulsen. Y en espacios donde esas condiciones se dificultan, las mujeres organizadas pueden ser el soporte social de los procesos individuales de autonomía de otras de ellas, al menos hasta cierto punto. En este caso, el haber continuado en las “reuniones de mujeres” y el haber recibido acompañamiento permanente de sus compañeras fueron factores claves en las decisiones que tomó esta mujer, tendientes a cambiar situaciones fundamentales de su vida. 3 Esta es la forma coloquial que tiene la gente para llamar a los paramilitares.

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La propuesta de Lagarde de la autonomía contextualizada a cada realidad social nos hace pensar en el pacto colectivo en que se constituye el PDPMM. Y nos referimos al imaginario de región construido y al referente ético que reconocen los pobladores y pobladoras. El espacio de los núcleos y el acompañamiento de los equipos técnicos facilitaron el desarrollo de los procesos de las organizaciones de mujeres, al ofrecer asistencia técnica, protección frente a las posibles persecuciones de actores armados, espacios para reunirse, entre otros, lo cual permitió que las mujeres construyeran espacios autónomos a los masculinos. Otra vez el escenario colectivo servía para atenuar los factores adversos que planteaba el contexto. Hay varias discusiones que se plantean con la autonomía para el feminismo (Meertens, op.cit). Una de ellas es la tensión entre el separatismo y la integración, es decir entre tener únicamente un espacio exclusivo de las mujeres o tener espacios compartidos (mixtos) además de los espacios propios. En este caso, la opción de combinar escenarios mixtos con un escenario propio de las mujeres ha sido posible desde la misma concepción del PDPMM, pues sus integrantes nunca expresaron el temor de que un espacio de las mujeres vulnerara el sentido del proceso regional4. Maxine Molyneux (2003, p.230) propone una interesante discusión sobre las “organizaciones autónomas”, es decir sobre las organizaciones que no “reconocen autoridad superior ni están sujetas al domino de otras agencias políticas”. Dice que no necesariamente llevan al empoderamiento de las mujeres. En primer lugar porque hay un mayor riesgo de que estructuras informales de poder operen de manera “tiránica”, y en segundo lugar porque “en algunos contextos la autonomía puede significar marginación y una menor efectividad política”. Creo que es una discusión importante en contextos como el del Magdalena Medio donde el riesgo de marginación debe ser evaluado permanentemente. Una organización que quiere plantearse como un sujeto político para un contexto determinado, no puede aislarse de éste.

4 Dado que también existen procesos regionales de jóvenes, de emisoras comunitarias y de pescadores.


Algunas conclusiones que alimentan los procesos en curso En medio de proyectos de sociedad contrapuestos y en el marco de una apuesta de región que ha desplegado el PDPMM, las mujeres organizadas que hacen parte de esa propuesta, decidieron constituirse en actoras regionales para participar en la construcción del proyecto democrático que promueven las organizaciones sociales del Magdalena Medio. Esta participación no se dio de manera planificada sino que fue surgiendo durante un proceso de toma de conciencia de su situación y condición como mujeres de la región, que las llevó a involucrarse cada vez más en un escenario de deliberación sobre la paz y el desarrollo regional creado al interior del PDPMM. Al hacer parte de ese espacio, las mujeres, agrupadas en una Red de organizaciones de mujeres, le están aportando al proyecto de región una discusión sobre las situaciones de inequidad en que ellas están viviendo y algunas vías de transformación de esa situación. Las condiciones en que se desenvuelven estas mujeres como actoras políticas están mediadas por el conflicto armado, como expresión de la confrontación de varios proyectos de región; y por el predominio del modelo mafioso, que tiene en el ejercicio de la coerción una de sus principales herramientas de acción. Las múltiples violencias que sufren las mujeres en el contexto del conflicto armado y la dominación social que ejercen los actores armados, se convierten en un marco de restricción para la acción política, pero gracias a la permanencia de organizaciones sociales que luchan por mantener la vida en condiciones de dignidad, las mujeres pertenecientes al PDPMM también cumplen un papel político en sus comunidades. Es un papel que se ejerce cuidadosamente, con un despliegue de las habilidades para sobrevivir al contexto de dominación armada y a la vez incidir en la resolución de los problemas más sentidos por ellas, sus familias y sus comunidades. El concepto de campo de acción femenino (Tarrés, 1989), puede ayudar a explicar la existencia de un territorio de acción de las mujeres de base, que no ha sido considerado trasgresor del orden impuesto por los actores armados, pero que incide en las comunidades y familias. Las organizaciones de mujeres pertenecientes a este proceso no se posicionaron políticamente (en una comprensión tradicional de lo político) sino que iniciaron un trabajo de

lucha por la sobrevivencia. Solo después de constituir una organización de carácter regional se pensó en la trascendencia política del proceso. Por intermedio de la Red de Mujeres del Magdalena Medio, ellas están haciendo el tránsito de actoras de la región a sujetas políticas regionales, al construir una identidad colectiva que las agrupa y las hace reconocerse como mujeres del Magdalena Medio. Esta identidad se ha construido y se sigue construyendo a partir del reconocimiento de su condición genérica subordinada, de una historia común de violencia en la región y del imaginario que ha ido tejiendo el PDPMM en relación con el Magdalena Medio. Al tener unos rasgos mínimos de identidad, las integrantes de la Red también van configurando una historia colectiva que contribuye a afianzar esa identidad. El otro elemento que nos permite hablar de un tránsito hacia sujetas políticas es el carácter de las acciones colectivas que realizan, las cuales si bien no suponen grandes movilizaciones en el espacio público, sí han sido figuraciones que les han permitido posicionar frente a un público específico, el PDPMM, unas demandas construidas en ese camino. Es decir, durante el mismo proceso de posicionamiento se han ido afinando y precisando las demandas, las cuales no se enmarcan exclusivamente en intereses de género, sino que también plantean una necesidad de resolver el tema de la violencia y la guerra en la región para todos y todas. La autonomía es uno de los rasgos definitorios de las sujetas políticas. Las posibilidades de construir autonomía para las mujeres organizadas en torno a la Red, tienen necesariamente que relativizarse pues estos dos elementos -el conflicto y las dificultades económicas-, inciden de manera muy directa en las mujeres y sus posibilidades de toma de decisiones de manera autónoma. En ese sentido el PDPMM ha servido como un espacio de posibilidad para que los y las sujetas individuales busquen escenarios de autonomía personal y colectiva. Sin embargo, la Red no está exenta de tensiones internas y el asunto de las relaciones entre mujeres, la forma como se manejan las diferencias y se ejerce poder, es un asunto sobre el que se debe seguir profundizando en este y otros contextos organizativos.

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El Magdalena Medio es un escenario donde confluyen múltiples actores: la cooperación internacional, las organizaciones de derechos humanos, el gobierno nacional, entre otros. Las mujeres organizadas en torno a la Red han comenzado a interlocutar con ellos, en algunos casos con la mediación del PDPMM, y en otros por intermedio de sus propias redes de relación. Una hipótesis que debe ser confirmada es que su posicionamiento como actoras políticas se dio por la confluencia de la necesidad de encontrar recursos para funcionar y la importancia de las demandas que fueron identificando para las mujeres de la región. Seguramente las condiciones para el desarrollo de la democracia van a continuar estando aplazadas en la región del Magdalena Medio por muchos años. Pese a esa dificultad, las mujeres organizadas pueden marcar una diferencia en relación con un contexto que las constriñe repetida y cotidianamente. El encuentro, el diálogo en espacios que se conforman libremente y sin pretensiones de constituirse como movimiento político, son elementos clave en el fomento de formas organizativas que trasciendan los intereses prácticos de género de mujeres con poca trayectoria en el mundo de la política.

Bibliografía Amorós, Celia. Tiempo de Feminismo, Ediciones Cátedra, Madrid, 1997 Bonder, Gloria. “Género y Subjetividad: avatares de una relación no evidente”, en: Género y Epistemología: Mujeres y Disciplinas, Programa Interdisciplinario de Estudios de Género (PIEG), Universidad de Chile,1998 Butler, Judith. “Conflicto de género, teoría feminista y discurso psicoanalítico”, en: Millán, Carmen y Angela María Estrada (editoras académicas) Pensar (en) género. Teoría y práctica para nuevas cartografías del cuerpo, Editorial Javeriana, Bogotá, 2004 Castellanos, Gabriela (sf ). Hacia un feminismo más allá del binomio Igualdad/ Diferencia, sp. Cobo, Rosa. “Democracia paritaria y sujeto político feminista”, en: Anales de la Cátedra Francisco Suárez 36, Universidad de la Coruña, pp. 29-44. 2002

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Fraser, Nancy. “De la redistribución al reconocimiento. Dilemas en torno a la justicia en una época postsocialista”, en: Iusticia Interrupta: reflexiones críticas desde la posición postsocialista, Siglo del Hombre Editores y Universidad de los Andes, Bogotá,1997 Lagarde, Marcela. Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres, Instituto Andaluz de la Mujer, Sevilla, 2000 Meertens, Donny. “Autonomía y práctica social: dilemas cotidianos de una estrategia de género en el desarrollo”, en: Maruja Barrig y Andy Wehkamp: Sin morir en el intento: experiencias de planificación de género en el desarrollo, Red entre mujeres, La Haya, NOVIB, Lima, 1994 Molyneux, Maxine. Movimientos de mujeres en América Latina, Ediciones Cátedra, Madrid, 2003 Mouffe, Chantal. “Feminismo, ciudadanía y política democrática radical”, en: Ciudadanía y Feminismo. Debate Feminista, México, 2001 Pateman, Carole. “La dicotomía público privado” En Castells, Carme (comp): Perspectivas feministas en Teoría Política, Paidós, Barcelona, 1996 Red de Mujeres del Magdalena Medio. “Escuelas Locales para la equidad. Una Estrategia Sociopolítica para el avance de la igualdad de género en la región del Magdalena Medio”, en: Festival de Buenas Prácticas, Genera, América Latina, 2006 Tarrés, María Luisa. “Más allá de lo público y lo privado, reflexiones sobre la participación social y política de las mujeres de clase media en Ciudad Satélite”, en: Orlandina de Oliveira (ed.), Trabajo, poder y sexualidad, El Colegio de México, México, 1989 Touraine, Alain. ¿Qué es la democracia México, Fondo de Cultura Económica, 1995 Valcárcel, Amelia. La política de las mujeres, Ediciones Cátedra, Madrid,1997


Carmiña Navia Velasco Comisión Mujer – Iglesia / Cali

Un abrazo sororo a la mujer que aborta En otras palabras… no. 18 / Rehaciendo saberes | 33


Quizás lo primero que tengo que hacer, antes de ningún planteamiento, es pedir perdón por tomarme la palabra frente a una situación en la que directamente, no tendría nada qué decir, ya que nunca me he visto en la dramática situación de tener que decidir frente a un embarazo no deseado o un aborto. Demasiadas gentes (especialmente varones), discuten y toman posiciones y decisiones ante una realidad que en sentido estricto no les pertenece, casi ni les incumbe, ya que no se comprometen con los hijos o hijas que han engendrado. Creo que la única palabra plenamente válida sobre el aborto o la interrupción del embarazo la tienen los millones de mujeres que en el mundo se ven constantemente abocadas a esta dramática situación. Me acerco entonces a esta realidad, con temor y temblor… y con un profundo respeto por estas mujeres a las que no se les reconoce el derecho a la palabra, a la explicación, a la decisión. Mujeres a las que no se apoya en su drama, sino que se les condena responsabilizándolas de una realidad que es responsabilidad comunitaria y colectiva. Les pido permiso, para desde mi situación de privilegio, expresar mi más profunda solidaridad y sororidad con ellas. Es indudable que cuando hablamos de aborto o de interrupción del embarazo, nos estamos colocando en las fronteras de la vida, y en las fronteras, las cosas no son nunca claras. Por el contrario, nos movemos en la ambigüedad, en la ambivalencia, en el dolor, en el drama: “El aborto es violento, muy violento. Siempre es una opción traumática y nunca un camino de alegría. La mujer solo aborta si está obligada por las circunstancias”, nos dice Ivone Gebara, en la entrevista que le valió una sanción del Vaticano1.

1 Ivone Gebara: El aborto no es pecado. Entrevista con Naike Nane y Mónica Bergamo, Revista Veja – Octubre de 1993.

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No pretendo entonces decir una palabra que clarifique o tenga pretensiones de verdad, en esta inmensa selva, que es el debate en torno al aborto o la interrupción del embarazo. Esa palabra no puede a mi juicio, ser dicha, porque cada caso es una circunstancia precisa y esa circunstancia hay que entenderla y, desde la perspectiva cristiana, acogerla con las entrañas de misericordia, que tuvo siempre Jesús de Nazaret. Solo quiero arrojar algunas luces, sobre la gran ignorada y víctima de este debate: la mujer implicada en la decisión y en la práctica misma del aborto. Quiero manifestar algunos hechos o circunstancias que ayuden en la comprensión del drama vivido por las protagonistas de esos alarmantes 30 millones de casos de aborto que hay en el mundo cada año. Espero que mi palabra ayude a hacer conciencia y sea también una voz de esperanza para las mujeres pobres que viven en soledad sus historias, sus culpas, sus condenas.

El aborto, problema liminal y complejo En el problema del aborto, como en todos los problemas límites de la vida, se concentran de manera especial las contradicciones, injusticias y exclusiones que azotan a nuestras sociedades en el mundo llamado occidental. Considero que nos hallamos frente a una realidad doblemente liminal: Primero porque una mujer se encuentra en el límite de decidir entre ella misma y la vida que ha engendrado en su interior y que sin duda ninguna, ama profundamente. Segundo porque la inmensa mayoría de las mujeres que abortan son pobres y son llevadas a ello por sus circunstancias de exclusión, marginación y angustia. Por qué digo que se trata de una situación liminal ? “Qué significa liminalidad ? Podríamos describirla como la condición vital que caracteriza a quienes viven en los límites, a quienes traspasan las fronteras y se sitúan ante los umbrales”2 ,

la mujer abocada a abortar vive por unos días, en los umbrales de una decisión que la coloca exactamente entre la vida y la muerte… Vida y muerte de ella misma y de ese feto (germen de vida), albergado en su cuerpo. 2 José Cristo García Paredes: Liminalidad. En: AA.VV. DIEZ PALABRAS CLAVES SOBRE VIDA CONSAGRADA. Ed. Verbo Divino - Estella 1997.


Creo sinceramente que hablar sobre experiencias límites sin haberlas vivido, es muy complejo, como dice la teórica de la subalternatividad Gayatri Spivac, los subalternos no pueden hablar3. Mi invitación entonces, es a un ejercicio de acercamiento a los sentimientos y a la voz de las mujeres que abortan y son condenadas por ello, en una sociedad farisaica e hipócrita como la colombiana y en la iglesia en general. En esencia la definición del aborto es clara, pero la mirada que intenta comprenderlo es múltiple y compleja. Creo que hay a lo menos tres aspectos que es imprescindible tener en cuenta a la hora de un acercamiento serio a esta realidad: La mirada médica/bioética, la mirada socio/sicológica, la mirada que podríamos llamar moral. No creo que pueda añadir una nueva argumentación a la ya existente, es bastante extensa la bibliografía que se puede encontrar sobre el tema. Quiero destacar la aproximación de Angelo Papacchini4, por considerarla muy objetiva y completa, quiero igualmente señalar que me impresiona el hecho de que la inmensa mayoría de esa bibliografía es masculina y que la voz y los sentimientos de la mujer son apenas tenidos en cuenta. Igualmente impactante resulta la desaparición del hombre en cualquier alusión a la responsabilidad frente al aborto. Asistiendo a estas discusiones o leyendo sobre el asunto, se tiene la impresión de que los fetos abortados han sido concebidos tal vez por generación espontánea, únicamente por mujeres. El hombre partícipe de la concepción, el marido, el compañero, el violador… no existen a la hora de asumir, decidir y/o condenar un aborto. Quiero aportar algunas propuestas en un doble eje temático: El aspecto socio/sicológico del tema y el aporte dado desde mi perspectiva de creyente, un aspecto que más que teológico podríamos considerar pastoral. En el aspecto social y sicológico, quiero insistir que en el aborto sólo puede implicarse quien lo vive o lo acompaña muy de cerca. El problema no es teórico o de principios; 3 Gayatri Spivac: ¿Puede hablar el subalterno ? En este texto Spivac sostiene, a propósito de las mujeres indias sacrificadas en la tumba de sus maridos, que es casi imposible escuchar la voz de los subalternos y subalternas. Sería el caso de las mujeres que abortan en la clandestinidad, llevadas a ello por situaciones y presiones sociales y religiosas. 4 Angelo Papacchini: Derecho a la vida. Editorial Universidad del Valle, Cali - 2001.

está claro que tenemos que partir en esta reflexión como en cualquier otra de un reconocimiento explícito de la defensa del derecho a la vida, por sobre cualquier otro derecho. Pero aquí surgen las primeras preguntas: Derecho a la vida de quién: ¿del feto o de la mujer? Qué entendemos por vida: ¿solo el desarrollo de un ser en el vientre materno durante nueve meses o el pleno desarrollo humano a lo largo de decenas de años ? A la hora de pensar en responsabilidades y/o en culpas qué o quiénes llevan a una mujer a abortar: su propio gusto o irresponsabilidad, o las circunstancias de exclusión y desamparo en que se encuentra? (Recuerdo como pertinentes al caso las Redondillas de Sor Juana Inés de la Cruz: O quién es más de culpar Aunque cualquiera mal haga La que peca por la paga O el que paga por pecar ?).

Como dice Ivone Gebara, vivimos en una sociedad abortiva. Me parece que la complejidad del problema está muy bien recogida en el estudio mencionado, de Papacchini. En él se muestra cómo el situarse frente a un aborto, es situarse siempre ante un dilema en el que hay que escoger, no porque algún principio sea renunciable, sino porque la vida transcurre por posibilidades concretas, no por principios: “La dramaticidad del asunto se acentúa ante la ausencia de alternativas: Está de por medio un derecho a la vida que no parecería admitir la posibilidad de una suspensión temporal o de un reconocimiento parcial de un núcleo básico, por encima de una zona periférica eventualmente renunciable en caso de conflictos con otros derechos. En este sentido el aborto podría ser asumido como un posible dilema moral en el que las condiciones específicas hacen que se impongan al mismo tiempo dos obligaciones exactamente incompatibles, o como un caso trágico, en el sentido en el que Hegel entendía la tragedia”5.

No creo pues que ante el aborto se puedan hacer afirmaciones a la ligera, no creo tampoco que a quienes creemos que es mejor despenalizar o legalizar esta práctica, se nos 5 Papacchini, texto citado (p. 247).

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pueda acusar de abortistas. La cuestión no se juega entre apoyar o rechazar el aborto como irresponsablemente se hace creer. Nadie apoya el aborto por sí mismo. El verdadero dilema se juega entre la comprensión o no comprensión de una realidad humana compleja y desgarrante. En este sentido me parece válida la postura protestante, que defiende el derecho a la vida, pero llama a la responsabilidad de una decisión conjunta que no pasa por principios abstractos, sino por situaciones concretas: “… Si hay que recordar enérgicamente que el hombre no puede nunca erigirse en dueño absoluto de la vida ajena, aún en estado embrionario, de igual modo hay que recordar que, según el Evangelio, la obediencia a la palabra de Dios, no es obediencia a unos principios, sino aceptación de los derechos concretos del prójimo con las dificultades y cuestionamientos que ello conlleva. Cuando una mujer embarazada cae presa de la angustia, a quién hay que prestar mayor atención ? Una vez más, la moral protestante se niega a legislar, invita a todas las partes en litigio, madre, familia, Estado, a prestar atención a la realidad y a elucidar riesgos… (En algunos casos…), “El principio de la vida es absoluto y en su nombre, la realidad concreta de la angustia de numerosas mujeres compelidas al aborto ni siquiera se tiene en cuenta… Por eso, según el Consejo Mundial de Iglesias… “Un embarazo no deseado puede arrojar a una mujer a dificultades insuperables y sumergirla en la angustia y en la desesperación. En semejante caso, tras un estudio atento de todos los datos, una interrupción del embarazo puede justificarse como la única ayuda posible y ser asumido con total responsabilidad” 6.

En definitiva, es pertinente también la afirmación de Tomás de Aquino: “La máxima norma de moralidad es la propia conciencia”.

Referencias y reflexiones bíblico/teológicas Es difícil, por no decir imposible, encontrar una postura bíblica frente al aborto. Hay un silencio casi total ante esta realidad, aunque no por desconocimiento, sino quizás por poca pertinencia en un proceso en el que la vida 6 Eric Fuchs: Deseo y ternura. Editorial Desclée de Brouwer, Bilbao 1995 (pp. 169 y 170).

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se juega y orienta más en perspectivas generales (que no principios), que en una casuística casi interminable. Sí llama la atención el silencio de la ley mosaica, tan explícita en otros casos, frente a una práctica que era corriente, lo mismo que el infanticidio, entre los pueblos que rodeaban tanto a los hebreos como a los primeros cristianos. Alguna vez en el Antiguo Testamento ( Salmo 58, Job capítulo 3, Qohelet 6), el aborto en tanto que sustantivo se usa como término de comparación, y se identifica con algo no deseable. Pero sólo hay dos alusiones, más amplias, directas y concretas, muy ambiguas en su significado. La primera de ellas, la encontramos en Números 5 /1131, en la que se describe una práctica llamada ordalía de los celos. En este pequeño relato, que podemos entender y visualizar como un drama, asistimos a uno de los varios abusos en contra de la mujer que describe la Biblia. Si un marido es asaltado por los celos, lleva a su mujer al sacerdote y la acusa de sus sospechas, el sacerdote entonces le da de beber a la mujer las aguas amargas, que según el texto, en caso de infidelidad producirán en la mujer un aborto y una condena de esterilidad permanente. El texto es muy oscuro y de difícil traducción por lo antiguo e inusual del hebreo: se habla de muslos y/o caderas desprendidas, aflojadas, caídas; se habla de vientre hinchado; se habla de la maldición que caerá sobre la mujer si ha sido infiel. Los investigadores más recientes están de acuerdo en el sentido de plantear que la raíz del verbo utilizada: napal, traducible como caerse, precipitarse, nacer, bajarse, hacer caer7, puede entenderse en sentido figurado como abortar, término por demás muy semejante al usado en hebreo para designar el aborto: népel8. En este caso estaríamos asistiendo a un juicio en el que el mismo representante sacerdotal da a la mujer un abortivo como medio de comprobar su inocencia o su infidelidad. Vale la pena señalar que la mujer es obligada en el mismo altar por el sacerdote a beber las aguas de la maldición. Un extenso estudio de Olga I. Ruiz Morell arroja luz sobre este pasaje bíblico:

7 Pedro Ortiz: Léxico hebreo-español y arameo-español. Colección Teología Hoy, Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá 1996 (pp. 99 – 100). 8 Confrontar: Luis Alonso Schökel: Diccionario bíblico hebreo-español. Editorial Trotta – Madrid 1994 (pp. 326 y 501).


“En muchas de las explicaciones dadas a los efectos de las aguas, destacan las que consideran que la mujer sufría un aborto… El embarazo sería posiblemente la razón por la que se despertaban los celos del marido. Uno de los posibles casos que subyace en los orígenes de este ritual sería el comprobar la paternidad, convirtiéndose las aguas en una porción abortiva…”9.

La segunda alusión que encontramos es en Éxodo 21,21. Se trata de un texto más claro. Cuando un hombre empuja a la mujer de otro y la hace caer, si sólo se produce un aborto, se la pondrá una multa, si se le ocasiona daño grave a la mujer, se pondrá en vigencia la ley del ojo por ojo, diente por diente, y el atacante debe cumplir con lo que el marido ofendido demande. Una vez más, está en juego el marido y la mujer asiste pasivamente a su suerte. Si nos trasladamos al Nuevo Testamento, el panorama es diferente. No hay palabra o situación alusiva al aborto. En Jesús de Nazaret, encontramos un claro mensaje no sólo de defensa, sino de cuidado de la vida. Pero igualmente encontramos en él, no una predicación en abstracto, sino un compromiso claro, diario, cotidiano y permanente con la vida en los límites, con la vida cercada, con la vida quebrada. Nunca, ni una sola vez, este cuidado por y de la vida, va unido en el maestro a condenas morales hacia personas situadas en los límites. Por el contrario, su acogida a transgresores y/o a gentes mal juzgadas, entre ellos a mujeres concretas, es permanente. Si tenemos que inspirar nuestra conducta en quien escogió como una forma prioritaria de expresión la parábola, tenemos que pensar que no se plantearía el tema en abstracto, sino que por el contrario intentaría penetrar en ejemplos concretos, en mujeres concretas, en decisiones concretas, para iluminarlas con la predicación del amor y la ternura de un padre, no patriarca. Cuando recorremos la historia de la teología, formulando la pregunta por el aborto, fácilmente encontramos una respuesta: la posición teológica y la tradición eclesial no han tenido una posición unánime, ni uniforme, frente al tema. El endurecimiento de la posición de la Iglesia Católica frente a esta práctica es bastante reciente. No 9 Olga I. Ruiz Morell: Las aguas amargas de la mujer. La ordalía de los celos en el rabinismo. Editorial Verbo Divino – Estella 1999.

obstante no podemos esperar, una mirada teológica desapasionada sobre temas que tienen que ver con la mujer, en una institución, en la que desde los mismos padres de la iglesia, se ha ejercido permanentemente una clara minusvaloración de la vida y el ser de la mujer. Uta Ranke-Heinemann, lo plantea con toda claridad, como una de las conclusiones de su libro: Eunucos por el Reino de los Cielos: “Si se consideran conjuntamente las represiones contra la mujer, su rechazo, difamación, demonización, entonces toda la historia de la Iglesia aparece como una larga y única cadena de dominación arbitraria y alicorta del varón sobre la mujer y esta dominación arbitraria continúa todavía hoy, sin interrupción. La subordinación de la mujer al varón es un postulado de los teólogos que se ha mantenido a lo largo de toda la historia de la Iglesia… “La Iglesia no ha entendido nunca que su realidad se fundamenta conjuntamente sobre la calidad humana y solidaridad entre varón y mujer. El apartheid que los varones que tienen el poder en la Iglesia han practicado contra las mujeres arremete la justicia, lo mismo que el apartheid político…. “Las mujeres podrían ayudar a ensanchar el horizonte de la mirada de los pastores para ver dónde está la verdadera necesidad humana y la crisis de fe…”10.

El endurecimiento actual de la posición de la Iglesia frente al aborto se explica, entre otras cosas, por la no escucha de la palabra femenina en su interior. Entre las mujeres que abortan, hay porcentajes elevadísimos de mujeres católicas que acuden a esta práctica. ¿Por qué no intentar escuchar sus voces, sus angustias, sus razones ? Propongo que nos acerquemos al que podría ser el punto de vista y el sentir de las mujeres en situación de aborto, desde dos ángulos: Primero desde el punto de vista del cuerpo de la mujer, ese cuerpo culturalizado que nos ayuda a vivir a las mujeres la maternidad. Lucy Irigarai, feminista y sicoanalista francesa, ha desarrollado a partir de esta experiencia femenina una teoría de lo que podría ser un modo de vivir y crear 10 Uta Rabke-Heinemann: Eunucos por el reino de los cielos. Editorial Trotta, Madrid 1994 (p. 125).

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en femenino. En esta perspectiva el cuerpo de una mujer fecundado, es un cuerpo abierto a la experiencia de lo otro, de la diferencia… un cuerpo capaz de ser dos, un cuerpo “mucoso”, abierto a lo infinito. “Hace falta que se amen en tanto que madres y con un amor materno, en tanto que hijas y con un amor de hija. La una y la otra. Ellas dos. En una y no cerrada. Formando las dos en una inconclusa: El signo de lo infinito ¿ Cumpliendo en las relaciones entre ellas, un recorrido de lo infinito, pero siempre abierto: in-finito?”11.

La cuestión entonces es: ¿una mujer que ha experimentado esta infinitud en su cuerpo, en su ser, una mujer que se sabe abierta al infinito, con esta sensación de vida y plenitud puede cortar, mutilar su cuerpo, sin que haya una razón poderosa que la obligue a ello, una razón que va más allá de su propio deseo…? Se nos puede argumentar que esta es una teoría desarrollada por las feministas francesas, pero que la gran mayoría de las mujeres no vive su embarazo como este tipo de apertura, sino de otras múltiples formas. Decimos entonces, en el caso de que el embarazo no sea experimentado como lo que teológicamente llamamos Gracia, sino como una carga (múltiples casos: violación, angustia sicológica, angustia económica), ¿puede y debe sobrellevar una mujer su situación, sin que ello le suponga esta experiencia de apertura, esta experiencia de más de sentido, en su existencia de mujer… ? Si pensamos desde el interior de las mujeres, desde su cuerpo, tenemos que admitir que las razones que llevan a un aborto, están muy por encima de las disquisiciones de quienes desde afuera miramos estos límites. Segundo, acerquémonos a esta situación desde el sentir –bastante general- de las mujeres populares de América Latina, entre las cuales podemos encontrar una ética de la sobrevivencia, como plantea Ivone Gebara; pero también una cultura y una ética de la maternidad muy fuerte. En este sentido, escuchemos las palabras de Rosemary Radfod Ruether, sobre la decisión de un aborto:

11 Irigarai, Lucy: Ética de la Diferencia Sexual. Citado por: María Milagros Rivera Carretas: El cuerpo indispensable. Editorial horas y HORAS, Madrid 1996 (pp. 12 y 13).

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“Usualmente las mujeres católicas, en particular las de la clase popular, no aceptan la idea de que el uso de anticonceptivos sea pecado. No usan anticonceptivos porque no los tienen, o porque su marido no se los permite. Muchas mujeres de la clase popular en América Latina buscan abortos y son esterilizadas porque no cuentan con otras opciones para regular su fertilidad. Y no les gusta el aborto; consideran que le quitan la vida a un ser. Esto va en contra de sus valores maternales. De acuerdo al criterio de la Iglesia, ellas no lo consideran un pecado, pero sí un daño contra su identidad de madres. Al mismo tiempo consideran que de vez en cuando el aborto es un mal necesario para prevenir otros males más serios para la familia, el bienestar de los otros niños y su propia salud. “Considero importante respetar esa cultura maternal. No consideramos al aborto como acto neutral o bueno y esto debemos mostrarlo. Las mujeres nunca eligen como primera opción el aborto; sólo lo hacen al perder su primera opción –la de no tener un embarazo indeseado- y dentro del contexto que las rodea se ven forzadas a optar sólo por dos opciones malas, un niño no deseado o un aborto”12 .

Entonces lo que tendrían que examinar aquellos que condenan el aborto como un crimen, son las condiciones que llevan a mujeres concretas, en medio de lo que podemos denominar sin temor ninguno, como una cultura maternal, a los límites de una decisión tremendamente difícil. No tengo duda ninguna de que la mayoría de abortos en Latinoamérica y en el mundo, son una ruptura impuesta; son fruto de condiciones sociales, sicológicas y morales adversas a la mujer y que marginan a las madres solteras o que cercan por hambre a las familias pobres y más a las familias numerosas. No son abortos, fruto de una razón abortista como la designan algunos13. ¿Qué postura y/o exigencia teológica podemos vislumbrar desde estas realidades pensadas y descritas ? La vida hay que defenderla, es indudable, no sólo defenderla sino cuidarla, esta exigencia cristiana es insoslayable. La gloria de Dios, es que el hombre (y la mujer…) vivan… pero esa vida no es abstracta, es concreta, cotidiana, es limitada. Si asumimos las parábolas de Jesús como una estrategia 12 Rosemary Radford Ruether: La ética desde el punto de vista de la mujer. En: Somos Iglesia – Católicas por el Derecho a decidir. Méjico 1996 (pp. 64 y 65). 13 José Ignacio González Faus: El derecho de nacer, Crítica de la razón abortista. Cristianismo y Justicia – Barcelona 1995.


didáctica14, tenemos que repensar teológicamente cada experiencia, cada situación de aborto, para descubrir en ella cómo nos habla Dios. La reflexión teológica existente y dominante se ha concentrado en el feto, en su derecho a la vida. Propongo que esta reflexión se centre en la mujer y en su situación angustiante que la ubica en los límites de la vida quebrada. Las parábolas de Jesús nos enseñan a descubrir el punto de vista insospechado, el punto de vista más allá de la ley. Traigo a colación una larga cita que puede iluminar lo que planteo: “La idea de justicia en las relaciones humanas que se encuentra en parábolas como la del hijo pródigo y la del dueño de la viña y los jornaleros nos prepara para ver cómo Jesús responde a las cuestiones relativas a la ley. Él no acepta los razonamientos basados en la cuantificación de los premios y castigos ni los cálculos sobre circunstancias distintas y que convierten la Ley en miles de cláusulas aplicables sólo a tal o cual situación. Tampoco suscribe la idea de que la moralidad equivale a la legalidad… “En vez de reglamentos, Jesús exhorta a sus oyentes a procurar vivir como Dios quiere. La Ley no puede especificar cómo es esa vida, porque la Ley debe prohibir o requerir el mismo comportamiento de todo en todas partes. Cuando es imposible cumplir la norma general, se hacen excepciones, es decir, se jerarquizan las obligaciones y una ley anula a la otra… Jesús creía que todo el mundo podía saber lo que Dios esperaba de ellos”15.

Desde mi punto de vista, una correcta aproximación teológica a esta problemática requiere elementos de comprensión y discernimiento, no leyes, prohibiciones o condenas. Finalmente, y en este sentido es urgente denunciar la doble moral que rige a la sociedad, a las instituciones políticas y a la Iglesia, se condena con escándalo a mujeres concretas que se han visto en la situación de abortar, generalmente en pésimas condiciones de salud y de higiene. Abortos que se llevan a cabo en medio de angustiosas soledades y miedos. Se les acusa, se les encarcela, creo que 14 Ver: Pheme Perkins: Jesús como maestro. Ediciones El Almendro – Córdoba 2001. 15 Pheme Perkins ob. cit. (pp. 73 y 74).

hasta se les excomulga. Esta condena se realiza en el nombre irrenunciable y absoluto de la defensa de la vida. Pero ninguna institución, ningún varón (ni el responsable de la fecundación, ni ningún otro), ningún discurso se preocupa de la vida concreta y digna de la mujer que aborta, ni mucho menos de la vida hipotética del feto en cuestión, una vez que hubiera salido del vientre de la madre.

Elementos para una propuesta pastoral Si concebimos la reflexión teológica en esta materia, de una manera diferente, de ella podemos concluir o desprender algunas actitudes pastorales, bien distintas a las vigentes en la mayoría de las iglesias, frente al drama del aborto. Hay que tener en cuenta antes de todo, que: “Las leyes del Estado raras veces tienen en cuenta la situación verdadera que ha llevado a la familia a tomar una decisión tan dramática, ni la situación posterior de la madre, que requerirá todo un milagro de cercanía y de terapia de amor”16.

Por lo anterior y por muchas otras consideraciones, me parece que la primera exigencia pastoral para las iglesias, es marginarse del debate público sobre las leyes estatales alrededor del aborto. Los Estados tienen unas obligaciones que deben cumplir, las Iglesias otras, y estas no deben interferir en los caminos de las leyes de protección social que diseñen los primeros, entre otras razones porque los Estados deben legislar para todos los ciudadanos y ciudadanas y no sólo para los que tienen determinadas creencias. La primera exigencia pastoral en este terreno, a mi juicio, es tomarse en serio la autonomía de las realidades político/ sociales, autonomía aconsejada en las cartas petrinas y en el caso de la Iglesia Católica, en el Concilio Vaticano II: “Si por autonomía de la realidad terrena, se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía. No es solo que la reclamen imperiosamente los hombres de nuestro tiempo. Es que además responde a la voluntad del creador. Pues por la propia naturaleza de la creación, todas las cosas 16 José Román Flecha: La fuente de la vida, Manual de Bioética. Ediciones Sígueme – Salamanca 2002 (p. 220).

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están dotadas de consistencia, verdad y bondad propias de un propio orden regulado que el hombre debe respetar con el reconocimiento de la metodología particular de cada ciencia o arte”17.

Por esto me parece abusivo e irresponsable, interponerse en la aprobación de leyes que puedan mejorar las condiciones en que las mujeres pobres puedan realizar la interrupción de sus embarazos, leyes que se van a traducir en una merma significativa de la mortalidad por esta causa. En segundo lugar creo que las iglesias deben diseñar una pastoral de información, educación, acompañamiento y discernimiento, para las mujeres en situaciones límites de la vida. La mujer debe convertirse en centro de una preocupación amorosa que permita a las comunidades cristianas, entregar a las parejas o familias suficientes elementos de juicio, de tal manera que se desarrolle la conciencia en torno al valor del acto mismo de amor, en torno a las posibilidades de control natal y en torno a las posibilidades de enfrentar un embarazo no deseado. Las mujeres en esta situación, sea cual sea la decisión que tomen, deben tener un acompañamiento grupal que les permita asumir su decisión y situación, con dignidad, sin complejos de culpa y en condiciones propicias para su vida futura. Esta tarea puede ser asumida por religiosas, como parte de su opción liminal.

En esta situación la culpabilidad viene a revelar otro aspecto. No es el momento subjetivo de reconocimiento de una falta realmente cometida, tampoco el reconocimiento colectivo de una responsabilidad por un acontecimiento que ha acabado mal. La culpabilidad que experimentan las mujeres se convierte entonces ella misma en un mal, en una carga pesada, en un peso vago y difuso que una no es capaz de definir con precisión”18.

La mujer que ha habitado en los límites, para regresar de ellos, necesita una ayuda muy grande y un apoyo moral irrestricto. Esta mujer debe ser rescatada de los corredores oscuros de la culpa. Este es uno de los retos pastorales del aborto. Por último el final del camino debe estar iluminado por cualquiera de las actuaciones de Jesús de Nazaret, actuaciones en las que demostró su clara preferencia por los y las habitantes del límite: la adultera acusada, los invitados del camino, el hijo menor que dilapidó la fortuna, los trabajadores de la última hora. Siguiendo las pautas de conducta a las que nos invita Jesús, empatamos con el inicio de este texto y con su título: la mujer que aborta en cualquier circunstancia en que lo haga, necesita un abrazo sororo que restaure su vientre y su ser entero. Erigirse en juez de quien se ve abocado y/o abocada a los dramas que trae la vida, no es legítimo, no es cristiano, no es pertinente.

Este trabajo debe tener como uno de sus ejes principales precisamente una terapia cultural de sanación en contra de la culpa. Algunos moralistas católicos utilizan como argumento en contra del aborto, el hecho de que la mujer experimente culpabilidad cuando lo realiza. Esto es desconocer que la culpa es uno de los grandes problemas que tenemos sobre nuestras espaldas las mujeres en la sociedad y en las iglesias patriarcales. Ivone Gebara, nos dice sobre el tema: “…aunque el término concreto de culpabilidad (muchas veces) no se emplea. Pero el hecho de que no se emplee no quiere decir que no exista el sentimiento de culpabilidad. Por el contrario, yo diría más bien que penetra el comportamiento de todas las mujeres y casi siempre de manera silenciosa. Vive en la más profunda interioridad… 17 Concilio Vaticano II - Documentos. Constitución Gaudium et Spes Nº 36. Edición de la BAC, Madrid 1967 (p. 229).

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Fuente autorizada por su autora: www.cddcolombia.org/data/1/42/pub/pub27-file1.doc 18 Gebara, Ivone: El rostro oculto del mal. Editorial Trotta, Madrid – 2002 (pp. 124 – 125).


Florence Thomas Coordinadora del Grupo Mujer y Sociedad de la Universidad Nacional de Colombia Integrante de la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres

SĂ­ntesis de una larga historia: la despenalizaciĂłn del aborto en Colombia

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Si titulé mi intervención “Síntesis de una larga historia”, es porque el camino que nos llevó a la despenalización parcial del aborto en Colombia tiene ya casi 40 años. 40 años que hablan de las luchas del movimiento feminista que, desde los años setenta, empieza a reivindicar el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo y que hablan de diversos intentos de modificar la legislación sobre el aborto. Una legislación que penalizaba el aborto bajo cualquier circunstancia. De hecho entre la década de los setenta y la de los noventa, se presentan ocho proyectos de ley en el Congreso de la República, todos archivados velozmente bajo las presiones de la jerarquía católica y de los sectores anti derechos de las mujeres, además de una sociedad de moral e ideas aún muy decimonónicas. El primero de estos proyectos de ley se da en 1975 y coincide con el año de la Primera Conferencia de la Mujer organizada por las Naciones Unidas. Buscaba reglamentar la interrupción terapéutica del embarazo en Colombia y su autor fue Iván López Botero. Le siguen siete proyectos más: en 1979, para las tres causales, el de Consuelo Lleras; en 1987, de Eduardo Rozo; en 1989 de Emilio Urrea, cuando ya, desde 1981, Colombia había incorporado en su legislación interna la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, convención conocida bajo la sigla de CEDAW. En 1993, dos proyectos, uno de Ana García de Petchtalt y otro de Vera Grabe, y en 1995 y 1997, dos de Piedad Córdoba. Y los cuatro últimos intentos ya en el contexto de la nueva Carta Constitucional de 1991. Como ya lo mencioné: todos fueron velozmente archivados bajo presiones de los sectores más conservadores de la nación. 42 | Mujeres, cuerpos y autonomía

Si bien desde la década de los noventa, la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres fue el primer escenario en el que se debatió la posibilidad de despenalizar el aborto vía constitucional, el regreso al país de la abogada colombiana Mónica Roa en 2004 cambió el rumbo de esta historia. En efecto la abogada Roa, directora de programas de la organización Women´s Link Worldwide realizó entre el 2004 y el 2006 un proceso de “litigio estratégico de alto impacto a propósito de la inconstitucionalidad del aborto en Colombia”. Como resultado de esto y gracias al apoyo de las organizaciones de mujeres y del movimiento feminista colombiano, el 10 de mayo de 2006, la Corte Constitucional emitió la sentencia C/355 relativa al derecho a la interrupción voluntaria del embarazo. La Corte señala entonces que “no se incurre en delito de aborto cuando éste se realiza con consentimiento de la mujer: 1) cuando la continuación del embarazo constituye peligro para la vida o la salud de la mujer, certificado por un médico; 2) cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida, certificado por un médico; 3) cuando el embarazo sea el resultado de una conducta debidamente denunciada, constitutiva de acceso carnal o acto sexual sin consentimiento, abusivo, o de inseminación artificial o de transferencia de óvulo fecundado no consentidas, o de incesto” (Corte Constitucional colombiana. Sentencia C-355 del 10 de mayo de 2006)1. A pesar de fuertes ataques de los sectores más conservadores del país y por supuesto de las iglesias y muy particularmente de la Iglesia Católica, este fallo marcó un hito en las luchas por el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres colombianas. Sin embargo, tenemos que recordar que, si bien la sentencia significa un innegable avance histórico con relación a obtención de derechos para las mujeres, la mayoría de los abortos en Colombia siguen siendo ilegales y clandestinos. Los abortos despenalizados por medio del fallo de la Corte representan sólo un pequeño porcentaje del conjunto de los abortos que siguen siendo alrededor de 250.000 anualmente2. Además los obstáculos interpues1 Gran parte de esta historia está contada en “Un derecho para las mujeres: La despenalización parcial del aborto en Colombia. La Mesa por la Vida y la Salud de las mujeres. Investigación y textos de Cecilia Barraza Morelle y Claudia Gómez López, Bogotá 2009. Este texto presenta además una excelente bibliografía. 2 González, Ana Cristina. “La situación del aborto en Colombia: entre la ilegalidad y la realidad.” En: Cuadernos de Salud Pública, Vol. 21, No. 2 Rio de JANEIRO: Escuela Nacional de Salud Pública, 2005.


tos por los estamentos tanto judiciales como de salud y de la sociedad en general para los tres casos mencionados, han dificultado el acceso al derecho de interrumpir voluntariamente y legalmente un embarazo en los tres casos mencionados en la sentencia. En estos cuatro años, y reconociendo el sub registro y la deficiencia de los sistemas de información, se han reportado oficialmente sólo algo más de 250 abortos realizados legalmente. Lamentablemente los dramas vividos por mujeres colombianas cuando deciden, amparadas por la ley, interrumpir voluntariamente su embarazo, es decir cuando su caso se encuentra dentro de las tres excepciones mencionadas por la sentencia de la Corte Constitucional C/355 de 2006, siguen a la orden del día. Y repito porque vale la pena el énfasis: aún cuando deciden interrumpir su embarazo legalmente. No podemos dejar de pensar entonces que, no obstante que las mujeres se encuentran en el terreno de la legalidad —una legalidad todavía muy restringida y tan difícilmente conquistada— los sistemas políticos, jurídicos, de salud pública, religiosos, familiares y societales, en fin la cultura patriarcal en general y las múltiples redes que la sustentan, cuando se trata de algo que tiene que ver con la sexualidad de las mujeres, su cuerpo y su autonomía en relación con su decisión de ser madre o no, harán todo lo que esté en su poder para obstaculizar este derecho. Pasaré entonces a recordar brevemente los requisitos obligatorios para poder tener acceso a la interrupción del embarazo en los tres casos mencionados. Son, para las tres excepciones, muy sencillos: una simple denuncia en el caso de una violación o incesto, y la certificación de un médico en los dos otros casos, es decir para la malformación del feto

incompatible con la vida extrauterina, y cuando la vida o salud de la mujer gestante está en peligro. Sin embargo todo el sistema —jurídico y de salud con todas sus siglas IPS, EPS, y otras— se empeña en dudar de la buena fe de las mujeres y pedirles otras certificaciones u otros diagnósticos, o remitir la paciente a otros lugares, pretender que hay que concertar con el comité de ética del hospital, obligar a la paciente a ver un especialista porque dudan de la certificación de su médico, solicitarle el fallo del proceso judicial por violación, o argumentan objeción de conciencia. Aprovecho para recordar el carácter individual de la objeción de conciencia, lo que significa que una institución no puede hacer uso de ella. Además, si bien la objeción de conciencia es un procedimiento aceptable, éste solo puede ejercerse por parte del personal médico de manera individual y argumentada por escrito. Ante este camino plagado de barreras y obstáculos, la paciente que ya tenía uno, dos o tres meses cuando decidió interrumpir legalmente su embarazo termina accediendo al procedimiento con cuatro o cinco meses de embarazo, cuando todo le va bien. Y esto, aunque se traduce en costos económicos para el país, significa ante todo un enorme desgaste subjetivo y psicológico para las mujeres que solo buscan el cumplimiento de un derecho. Además y a pesar de que el sistema de salud cuenta con servicios en salud sexual y reproductiva gracias a una Política Nacional de Salud Sexual y Reproductiva desde el 2003 en Colombia, las mujeres encuentran que no hay servicios disponibles en relación con la IVE. Lo que significa que ellas mismas tienen que buscar qué entidad de salud las puede atender. Y el tiempo sigue pasando…

Bogotá, calle 53 con carrera 22, 2007

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Esta breve síntesis de los obstáculos es el resultado del acompañamiento de la Mesa a más de 120 mujeres quienes, al solicitar la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), encontraron un mundo de dificultades. La Mesa ofrece desde hace algo más de tres años un acompañamiento integral, o sea psicológico y jurídico, para contribuir al restablecimiento de este derecho. Ahora, en cuanto a las mujeres que siguen abortando en condiciones de clandestinidad y con todo el peso de la ilegalidad, y antes de examinar el drama que sigue siendo abortar en estas condiciones, habría que mencionar que los procedimientos han cambiado a favor de las mujeres y producen cada vez menos traumas físicos. Hoy podemos hablar del aborto con medicamentos que es, como lo sostiene la OMS, un procedimiento sencillo y de costo asequible. No obstante, es frecuente que el misoprostol, el medicamento más común, hasta las 8 primeras semanas, no esté permitido para el aborto y que su uso se haga en forma desregulada por parte de las mujeres que acuden desesperadas al medicamento para poder interrumpir un embarazo en forma más segura. De igual manera, la Aspiración Manual Endouterina (AMEU) es una técnica altamente efectiva y segura para la interrupción del embarazo durante el primer trimestre de gestación. Es un recurso tanto en países donde ya existen causales como Colombia, o en aquellos donde los protocolos contienen orientaciones solamente para el manejo del post-aborto. La Aspiración Manual Endouterina es una técnica de bajo costo, baja complejidad, bajas complicaciones y bajos efectos secundarios para las mujeres3. Si bien los procedimientos han cambiado de manera significativa para la salud de las mujeres y la disminución de posibles traumas físicos, el solo hecho de abortar en condición de ilegalidad y clandestinidad nos indica que muchas mujeres siguen aguantando el peso de la culpa, del secreto, del maltrato y aún muy a menudo de prácticas que se realizan por personal no especializado en condiciones sépticas peligrosas para su salud. A esto se añaden las condiciones de pauperización del país y de grandes problemas de educación de la mayoría de mujeres que 3 Para una visión más completa de estas referencias se remite al artículo de Ana Cristina González (médica, máster en Investigación Social en Salud. Investigadora visitante-CEDES, Buenos Aires), titulado Estrategias para asegurar el acceso de las mujeres a la interrupción del embarazo.

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recurren a abortos clandestinos, hechos que difieren la toma de decisión hasta límites que sobrepasan, a menudo, las 20 semanas. Faltaría mencionar que, en nuestro país, muchas mujeres y adolescentes viven de cerca el conflicto armado y sus consecuencias tales como el desplazamiento forzoso, que vulneran de manera innegable sus derechos en el campo de la sexualidad y de la procreación. Sobre estos tópicos, ya existen numerosas investigaciones e informes de la sociedad civil, de académicas y académicos, de grupos y organizaciones de mujeres, e igualmente de organismos internacionales tales como el sistema de Naciones Unidas (UNIFEM, Fondo de Población y ACNUR entre otros). Los resultados, conclusiones y recomendaciones de estas investigaciones deberían ser suficientes para justificar plenamente la despenalización total de la interrupción voluntaria del embarazo en Colombia. Sin embargo, y a pesar del trabajo constante de varios grupos, fundaciones, corporaciones u organizaciones tales como la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, el contexto político actual de Colombia se encuentra muy distante de esta posibilidad. Por el contrario y a medida que el tiempo pasa, se multiplican proyectos de ley y esfuerzos de toda clase que tratan de contrarrestar los avances logrados. Ilustrar las estrategias utilizadas por legisladores o funcionarios del Estado para obstaculizar los derechos adquiridos por la sentencia C-355 de 2006, sería largo y dispendioso. Sólo mencionaré algunas: en octubre de 2.009, el actual Procurador General de la Nación solicitó la nulidad de una sentencia de la Corte Constitucional, sentencia que ordenaba al Ministerio de la Protección Social, al Ministerio de Educación y a la Defensoría del Pueblo, diseñar y poner en marcha campañas masivas de promoción de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, especialmente relacionados con la interrupción voluntaria del embarazo. Y en ese mismo mes, el Consejo de Estado tomó la decisión de suspender provisionalmente el Decreto 444 de 2006 del Ministerio de la Protección Social, por medio del cual se reglamentaba la prestación de servicios en salud sexual y reproductiva para la IVE. Una muy buena reglamentación que acogía los lineamientos de la OMS y que se había convertido en un ejemplo para toda la región y en la cual había participado la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres. Recordar también el escándalo generado por el proyecto de una Clínica de la Mujer en la ciudad de Medellín; una clínica que se proponía centrar su atención en los principales


problemas que afectan a la salud y a la vida de las mujeres, a su salud sexual y reproductiva y atender las interrupciones voluntarias del embarazo dentro de las tres causales despenalizadas. En pocas palabras, una clínica que debía hacer de la ciudad de Medellín una referencia en cuestión de atención a la salud de las mujeres. A raíz de este proyecto se levantó una verdadera polvareda inquisitoria que casi tumba la administración de la alcaldía de la capital del departamento de Antioquia. Afortunadamente ante estas estrategias que buscan sin descanso obstaculizar el acceso de las mujeres a derechos adquiridos, múltiples organizaciones de mujeres y la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres han sabido reaccionar con prontitud por medio de respuestas jurídicas, comunicados, alertas a los medios, plantones y marchas, entre otras estrategias, que nos obligan a permanecer en extrema vigilancia en relación con la defensa de derechos ya conquistados pero siempre susceptibles de volver atrás en un Estado tan poco dispuesto a reconocer su definición de Estado social de derecho, laico. Finalmente diría que, si bien y a pesar de todo, hemos logrado avanzar en la conquista de un derecho gracias a la sentencia C-355 de la Corte Constitucional, el gran problema sigue siendo de orden cultural. Haré referencia a algunos tópicos que nos preocupan de manera especial. El primero es una reflexión de orden semántico. La expresión de “interrupción voluntaria del embarazo” (IVE) ha sido muy difícil de socializar, a pesar de su importancia, para lograr transformar el sentido no solo semántico sino sobre todo ético y simbólico de la decisión que tomen las mujeres en relación con su cuerpo y su vida. La expresión “yo aborté”, y la otra “yo interrumpí voluntariamente mi embarazo”, si bien denotan y apuntan a lo mismo, no connotan o implican imaginariamente lo mismo. La primera, “yo aborté”, nos introduce en un ámbito de ilegalidad y de clandestinidad, de médicos sospechosos, de sondas, pociones, dolores, fiebres, infecciones y fetos sangrientos; nos lleva a un universo de lo indecible o de lo callado por mujeres vencidas por el dolor y la fatalidad. Con el aborto nos encontramos en la antesala del infierno y de la misoginia. La segunda expresión, “yo interrumpí voluntariamente mi embarazo”, nos lleva a la puerta de la ética porque nos permite encontrar mujeres libres y autónomas, responsables y plenamente conscientes de la opción que asumen desde una posición de sujetas de derecho. La interrupción voluntaria del

embarazo o la interrupción legal del embarazo, como en el caso del Distrito Federal de México y en los países donde ya existe y es legal a petición de la mujer, tiene una historia reciente que huele a limpio, a condiciones asépticas y a actos médicos; pero sobre todo a modernidad, a solidaridad, a generosidad y a procesos democráticos que privilegian el derecho de las mujeres a decidir sobre su vida, su cuerpo, su sexualidad y materializa el Estado Social de Derecho para las mujeres. Recordar también que Kate Millett en su libro “Política sexual” tenía razón cuando, en 1975, afirmaba que “uno de los mitos favoritos de la mentalidad conservadora estriba precisamente en que toda mujer es una madre en potencia”. En 2010, 35 años después, esta afirmación sigue siendo válida y nos hace tomar conciencia, una vez más, de la lentitud de los cambios que atañen a la vida de las mujeres y muy específicamente en lo referente a su autonomía en materia de sexualidad. Este grito libertario de “mi cuerpo me pertenece, mi cuerpo es mío y sobre mi cuerpo yo decido”, sigue siendo una utopía, es decir, un “no-lugar”, un sueño para nosotras. Y en este sentido me pregunto a menudo si los hombres y las mujeres hablamos el mismo lenguaje, si nuestras historias de construcción de identidad, de historias de nuestros cuerpos y de maneras de habitar el mundo, nos permiten hablar el mismo lenguaje. Me lo cuestiono seriamente y esto me llevó a preguntarme más de una vez, cómo los hombres —quiero decir, los jueces, los abogados, los médicos, los generales, los obispos y todos estos amos de un saber que tiene tan poco que ver con nuestras vidas—, se atreven a decidir por nosotras cuando se trata de algo que se refiere a nuestra historia sexual, corporal, sensual y vital. He querido silenciar tantas veces a todos estos hombres que en su relación con las mujeres siguen, de manera consciente o inconsciente, viendo la ocasión de una reafirmación de su poder. Afortunadamente las mujeres, en un formidable instinto de sobrevivencia, aprendieron a convivir con utopías y sueños, a negociar con ellos y a inventarse una manera de vencerlos lentamente y sigilosamente, de tal forma que logran volverlos realidad. Nunca del todo por supuesto, pero paulatinamente y con mucha paciencia, han conseguido siempre volver lo imposible posible, y el no-lugar, un lugar habitable para ellas. Muchas han pagado ese atrevimiento con sus vidas. No nos ha desanimado. Por

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el contrario, hoy hablamos un poco más duro y nos oyen algo más. Sí, nos oyen algo más… y es un principio para que logren escucharnos un poco mejor. Es que sabíamos que volvernos sujetas de derechos y luchar por la recuperación de nuestro cuerpo después de siglos de su apropiación y control, no era exento de pruebas, ni dificultades. Lo sabíamos y aprendimos a enfrentarlas cada vez mejor, con cada vez mejores estrategias,

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y es esto lo que nos anima hoy en día a seguir trabajando colectivamente y a perseguir un sueño, un sueño que pondré en palabras. Que en la segunda década de este tercer milenio, es decir, que entre el 2010 y el 2020 todos los países de América Latina y del Caribe, logren para todas las mujeres la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, por el motivo que sea y por la simple demanda de una mujer.


Mónica Roa Keina Yoshida*

Great Eggspectations:

La tecnología reproductiva y los nuevos retos para la autonomía de las mujeres *

Mónica Roa es directora de programas de Women’s Link y coordina proyectos de género a nivel internacional. Presentó la demanda que generó la liberalización del aborto en Colombia. Magister en Derecho Global de Interés Público de New York University y abogada de la Universidad de los Andes de Bogotá. Keina Yoshida es abogada en la oficina de Madrid de Women’s Link en donde trabaja en el Observatorio de Género y Justicia. Magister en Derecho Internacional Público del London School of Economics y abogada del Trinity College de Dublín.

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La autonomía, como componente esencial de los derechos sexuales y reproductivos ha sido uno de los temas bandera que el feminismo ha defendido a ultranza en las últimas décadas. Desde el ámbito jurídico, dedicarse a defender los derechos sexuales y reproductivos se ha convertido en una opción de carrera profesional y aunque aun no somos suficientes, sí existe un grupo de abogadas y abogados dedicado a estas labores. En todos los países de la región latinoamericana seguimos discutiendo jurídicamente preguntas básicas como si el aborto debe ser un delito o un servicio de salud; si la anticoncepción de emergencia es abortiva o no; si el derecho a la vida puede predicarse de un feto humano en formación; o si es posible armonizar los derechos reproductivos con la objeción de conciencia. En el trasfondo de todos estos debates está siempre latente la idea de que las mujeres somos sujetas morales que podemos tomar decisiones autónomas y responsables. Tanto es el trabajo y tan intensos los debates que no hemos tenido tiempo para notar una serie de prácticas que ya están instalándose en nuestra realidad social. Muchas de estas prácticas plantean preguntas difíciles que además podrían cuestionar el principio de la autonomía reproductiva que tanto hemos defendido. Nos referimos a fenómenos relacionados con la disponibilidad, al menos para algunas, de avances científicos en materia reproductiva: las ecografías que nos permiten saber el sexo del feto en formación, la posibilidad de hacer fertilizaciones in vitro, de donar óvulos o espermatozoides, de congelar embriones o de alquilar vientres. Prácticas que hasta ahora conocemos si acaso en contextos cinematográficos o literarios de ciencia ficción y que cada vez son menos ajenas a la vida diaria. Este artículo tiene como objetivo hacer un primer acercamiento a esta problemática y plantear algunas de las preguntas que las abogadas, de la mano de bioeticistas, médicas, científicos sociales y feministas, tendremos que empezar a debatir y responder en los próximos años. 48 | Mujeres, cuerpos y autonomía

Para efectos de claridad conceptual, discutiremos cada práctica por separado resaltando las preguntas que surgen de la parte del proceso de reproducción asistida junto con algunas de las decisiones judiciales que han tenido que resolver conflictos surgidos alrededor de estas prácticas. No pretendemos ser exhaustivas en la identificación de todos los casos relevantes alrededor del mundo, pero sí iniciar el camino del análisis comparado. La velocidad con que estos casos están llegando cada vez a más cortes, hace que no podamos incluir -como nos hubiera gustado-, aún más decisiones, como algunas pendientes de resolución ante el Tribunal Europeo de derechos humanos1 u otras reseñadas en los medios de comunicación durante la etapa final de redacción de este artículo2.

La ecografía y el genocidio de género El primer procedimiento que queremos discutir es el más común: la ecografía que permite determinar el sexo del futuro nuevo integrante de la familia. De acuerdo con algunos analistas, la preferencia por hijos hombres (generada por los costos que impone el sexismo a las mujeres), la disminución en la tasa de fertilidad y el acceso a este tipo de tecnología que permite saber el sexo del feto, explica los más de 100 millones de niñas que faltan en el mundo, de acuerdo al cálculo hecho por Amartya Sen3. En países como China, India, Corea del Sur, Singapur y Taiwan, la tasa de natalidad de niñas es 100 por cada 120 niños. La práctica en Occidente ha sido menos evidente, pero sin duda coinciden la búsqueda de familias menos numerosas y el deseo de equilibrar el género en los hijos, la famosa “parejita”. Por eso, la ecografía ofrece exactamente lo que los padres necesitan para determinar si el futuro miembro de la familia tiene el sexo “deseado”. Las consecuencias de este fenómeno son considerables. Para empezar existen varias generaciones de hombres, particularmente en China, que no encuentran pareja con quien construir una familia. Esto, a su vez, ha llevado a un aumento en los índices de violencia y suicidios de hombres jóvenes. Sin duda, las sociedades empiezan a pagar altos costos por el vacío que deja la falta de estas 100 millones de niñas.

1 Valerie Gas & Nathalie Dubois v. France Application. 25951/07 ECHR, en.http://www.sexualorientationlaw.eu/news/2009/European%20 Cour%20of%20Human%20Rights/Gas&Dubois.pdf 2 Ver.http://www.eltiempo.com/colombia/justicia/pelea-judicial-porgemelos-nacidos-de-vientre-alquilado_7843929-1 3 Sen, Amartya. “More than 100 Million Women are Missing”. The New York Review of Books. Diciembre 2009. Volume 37. Number 20. http:// ucatlas.ucsc.edu/gender/Sen100M.html


De otra parte, los grupos anti-derechos han encontrado un poderoso argumento para respaldar la prohibición absoluta del aborto. Si el interés último es proteger los derechos de las mujeres, el aborto deja de ser un derecho y empieza a ser la peor amenaza para cientos de millones de niñas por nacer en el mundo4. Grupos un poco más sensatos han extrañado, por decir lo menos, fuertes pronunciamientos de los grupos feministas frente al llamado “genocidio de género”. Incluso alguna académica ha llegado a afirmar que la defensa de la autonomía absoluta que hace el feminismo liberal no es suficiente y que el debate debe reconocer la moralidad que tiene el feto en el debate, aunque no sea una moralidad independiente5. No menos preocupante es la consecuencia lógica que se seguiría de una crítica a este fenómeno en términos del principio de autonomía reproductiva. ¿Son las mujeres realmente agentes morales con capacidad para tomar decisiones responsables en todos los casos? ¿o en algunas ocasiones el consentimiento de la mujer no es realmente libre, sino determinado por una cultura machista y misógina? Y si esto es así, ¿quién decide cuándo la mujer está actuando como un agente moral responsable y cuándo está siendo manipulada por la cultura? Soluciones facilistas, como prohibir la revelación del sexo del feto, no han dado resultado. En China y en la India esta prohibición ya existe y a lo único que ha llevado es a crear un mercado negro y lucrativo de ecografías para determinar el sexo del no-nato6. Suecia, por ejemplo, un país que siempre ha estado a la vanguardia de los derechos sexuales y reproductivos, decidió que a pesar de que se ha probado su ocurrencia, el aborto de sexo selectivo no es ilegal. La decisión sueca establece que el aborto es 4 http://www.onenewsnow.com/Culture/Default.aspx?id=1005070 5 Cherry, April. “A feminist understanding of sex-selective abortion: solely a matter of choice?” Wisconsin Women’s Law Journal. 1995. Vol. X. 6 India. Pre-natal Diagnostic Techniques (Regulation and Prevention of Misuse). Ley de 1994, modificada en 2002. La Ley prohíbe la selección del sexo del feto con miras a practicarse un aborto.

Bogotá, Barrio Santa Teresita 2007

legal en cualquier circunstancia, por lo que no se puede justificar un tratamiento diferente al aborto de sexo selectivo7. Una solución real debe pasar por entender que no podemos privar a las mujeres ni a las familias del derecho a gozar del progreso científico, es decir que la solución no puede ser prohibir las ecografías. También es importante resaltar que el calentamiento global hace imposible pensar en políticas de promoción del aumento de la tasa de fertilidad, pues sería ambientalmente irresponsable. Sin duda, la solución tiene que enfrentar el problema más amplio de la inequidad de género, valorar el trabajo productivo y reproductivo de la mujer en las sociedades, crear incentivos para la educación de las niñas, eliminar las barreras que impiden la posibilidad de heredar tierras y propiedades, disminuir los índices de violencia contra las mujeres, etc.

Fertilización in vitro La fertilización in vitro (FIV) es una técnica de reproducción asistida en la que la fecundación de los óvulos femeninos con los espermatozoides masculinos (del padre biológico o de donantes) se realiza por fuera del cuerpo de la mujer, en un laboratorio8. Para ello, se realiza un control hormonal del proceso ovulatorio, se extrae cierto número de óvulos y se procede a su fecundación. Una vez fecundados, se vuelven a implantar en el útero de la mujer para iniciar un embarazo. Cuando se generan embriones múltiples los pacientes pueden elegir congelar los sobrantes o donarlos para la investigación; esto es lo que se conoce como investigación de células madre embrionarias.

7 Ertelt, Steven. Sweden National Board of Health Rules Sex-Selection Abortions Not Illegal. Lifenews.com. 12 de mayo de 2009. http://www.lifenews.com/int1188.html 8 Zegers-Horschild, F. et al. Glosario de Terminología en Técnicas de Reproducción Asistida [en línea]. Traducido por la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida. OMS, 2010. p. 6. http://www.who.int/reproductivehealth/publications/infertility/art_terminology_es.pdf

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Esta tecnología ha permitido que mujeres lesbianas, solteras, infértiles, con pérdida parcial de su fertilidad (por ejemplo a causa de infecciones) o menopáusicas, puedan alojar un embrión en su útero, desarrollar un embarazo y dar a luz. En el caso de mujeres menopáusicas, la FIV se hace con el óvulo de una mujer donante (ver más adelante Donación de óvulos). Cuando se trata de mujeres lesbianas o solteras, se usan espermatozoides de hombres donantes. Desde la perspectiva de derechos, la FIV ha permitido ejercer los derechos reproductivos a ciertas mujeres que querían tener hijos y no podían hacerlo naturalmente. En Colombia, este procedimiento no está incluido dentro del plan obligatorio de salud (POS) y cuesta entre 13 y 16 millones de pesos9. En 2001 la Corte Constitucional declaró que el derecho a la procreación es de carácter negativo, por cuanto implica una abstención del Estado para no intervenir en las elecciones de las mujeres al respecto10. También declaró que por lo tanto no existe una obligación de garantizar la procreación a las mujeres que biológicamente no pueden tener hijos11. Por todo lo anterior, es claro que sólo un grupo de mujeres privilegiadas y con acceso a recursos pueden realmente gozar del derecho a este progreso científico. En el derecho comparado existen dos decisiones contradictorias relacionadas con la FIV, que revelan la complejidad del tema y el potencial impacto que pueden tener en el discurso macro de los derechos y la autonomía reproductiva. La primera de ellas es la decisión del Tribunal Constitucional de Costa Rica que declara inconstitucional la FIV12. El argumento central es la violación del derecho a la vida, del cual son titulares los embriones, dado que se predica desde el momento de la concepción. Esto quiere decir que la protección jurídica constitucional de un embrión (óvulo fertilizado con espermatozoide) es exactamente la misma garantizada para cualquier ser humano nacido. Dado que la fertilización ocurre en el laboratorio, y que no todos los embriones fertilizados son implantados en el útero de la mujer, se entiende violado el derecho a la vida de aquellos embriones que son 9 Información obtenida en entrevista con el Dr. Daniel Ronderos, médico perinatólogo. 10 Colombia. Sentencia T-689/01 [en línea]. Corte Constitucional, 3 de julio de 2001. http://www.womenslinkworldwide.org/pdf_cases/gjo_col_ T6892001_es.pdf 11 Ibid. 12 Costa Rica. Sentencia 95-001734-0007-CO [en línea]. Tribunal Constitucional de Costa Rica. 15 marzo del 2000. http://www.congresoderechosreproductivos2009.com/files/docscongreso/repasistida/SentenciadeCostaRica.pdf

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congelados o destinados a la investigación. Aunque no ha sido el caso en Costa Rica, esta declaración de la protección absoluta a la vida humana desde el momento de la concepción, traería como consecuencia lógica la inconstitucionalidad del aborto en cualquier circunstancia, de la anticoncepción de emergencia y de cualquier otro anticonceptivo cuyo efecto ocurra después de la fecundación pero antes de la implantación, como el dispositivo intra-uterino (DIU), e incluso de figuras penales como la legítima defensa o el estado de necesidad. Recientemente en Irlanda, la Corte Suprema resolvió de manera diferente el caso Roche v. Roche & Ors13 que presentaba problemas jurídicos similares. Los hechos del caso se refieren a una pareja que decidió congelar sus embriones. Tiempo después el esposo decidió retirar su consentimiento prohibiendo la implantación del embrión en el útero de su esposa. Lo interesante de este caso es que en Irlanda, existe una protección constitucional del derecho a la vida del no nacido14. Este argumento restringe el derecho al aborto excepto en los casos en que la vida de la mujer está en peligro, haciendo excepcional el acceso a este servicio15. La señora Roche utilizó este argumento para respaldar su deseo de que el embrión congelado le fuera implantado para iniciar un embarazo, ya que el embrión, de acuerdo con la Constitución, es titular del derecho a la vida. La Corte Suprema no aceptó este argumento y estableció una regla según la cual se necesita una relación física entre la madre y el hijo para que surja el derecho a la vida del no nacido16. Los jueces alcanzaron esta conclusión siguiendo la redacción literal del artículo constitucional, que enuncia el derecho a la vida del no nacido en armonía con el de la madre, por lo que el potencial para nacer sólo ocurre después que el embrión ha sido implantado en el útero. La 13 Irlanda. Roche v. Roche [en línea]. Corte Suprema, 2010. http://www.bailii.org/ie/cases/IESC/2010/S10.html 14 Irlanda. Constitución de Irlanda. 1 de Julio de 1937. En su artículo 40.3.3 introducido vía referendo: (3.3) El Estado reconoce el derecho del no nacido y, teniendo en cuenta la igualdad al derecho a la vida de la madre, garantiza en sus leyes a respetar, y, en la medida de lo posible, con sus leyes a defender y reivindicar ese derecho. Esta subsección no limitará la libertad de viajar entre el Estado y otro estado. Esta subsección no limitará la libertad de obtener o de poner a disposición, en el Estado, con sujeción a las condiciones que sean establecidas por la ley, la información relativa a los servicios disponibles legalmente en otro estado. 15 Irlanda. The Attorney General v. X. and Others [en línea]. Corte Suprema, 1992. http://www.bailii.org/ie/cases/IESC/1992/1.html 16 Op. cit. Nota: 12. (Caso Roche). Voto de la jueza Denham, S. Párrafos: 60-61. “El concepto de no nacido prevé un estado de nacer, la posibilidad de nacer, la capacidad de nacer que se produce sólo después de que el embrión se ha implantado en el útero de la madre.”


jueza Denham resaltó que si se reconocía una protección a los embriones congelados, el Estado se vería obligado a facilitar su implantación, lo que estaría contra los derechos de la familia protegidos por la Constitución17.

Donación de óvulos La donación de óvulos se refiere a la donación de uno o más (normalmente entre 8 y 12) óvulos para ser usados en procesos de reproducción asistida o investigación biomédica18. En los casos de reproducción asistida el rol de la donante termina al sustraerse los óvulos. El óvulo es fertilizado in vitro con espermatozoides (del padre biológico o de donantes) y luego se implanta el o los embriones en la mujer que quiere generar el embarazo. La donación de óvulos ha permitido que mujeres cuyos embarazos fracasan con óvulos propios o simplemente no producen óvulos (por ejemplo, son mayores o se les han removido los ovarios), y parejas de hombres gays (en este caso se requiere además de un alquiler de vientre; ver más adelante), puedan tener hijos. Las mujeres donantes son generalmente mujeres jóvenes o de bajos recursos. En ocasiones, las donantes son amigas o familiares de la pareja. Las donantes son identificadas a través de un complejo proceso, en el que la edad, el estado de salud, la raza, la etnia, e incluso el intelecto, son usados como criterios de selección. Una vez seleccionada se realiza el acuerdo legal, en el que la donante se compromete a completar determinados procesos médicos que resultarán en la extracción de cierto número de óvulos y la pareja (normalmente a través de intermediarios, como clínicas de reproducción asistida), se compromete a pagarle una determinada cantidad de dinero. En Estados Unidos se paga aproximadamente U$4.000.00 por cada donación. En Colombia se paga alrededor de $1’200.000 por cada donación. El ciclo de donación lleva de tres a seis semanas y empieza con la administración de pastillas anticonceptivas para sincronizar el ciclo de la donante con el de la mujer recipiente. Después se aplican hormonas durante una a seis 17 Ibid. (Caso Roche). Párrafo: 57. “Si los embriones congelados eran los “no nacidos” protegidos por el artículo 40.3.3 el Estado habría tenido que intervenir para facilitar la implantación. Esta habría sido un deber del Estado, independientemente del deseo de los padres. Es evidente, que esto es incompatible con los derechos de la familia que aparecen en la Constitución. También obligaría al Estado a proteger a todos los embriones en las clínicas, en los hospitales, en el Estado etc., sin importar cuáles eran los deseos de los padres.” 18 Véase https://bhed.com/become-an-egg-donor.php#donation, http:// avapeter.com/en/egg/

semanas, para aumentar la producción y maduración de óvulos por parte de la donante. Este proceso es monitoreado cuidadosamente a través de exámenes de sangre y ecografías para determinar la respuesta de la donante a las hormonas y el desarrollo del folículo19. Si se presenta una sobre estimulación de los ovarios, la mujer donante corre el riesgo de tener un síndrome de hiper-estimulación ovárica (SHO), el cual es una complicación de la inducción hormonal de la ovulación y puede resultar en una grave amenaza para la vida por sus posibles complicaciones20. Una vez se determina que los óvulos están lo suficientemente maduros, se programa la cirugía de extracción, la cual requiere de anestesia general. Para ello se usa una aguja que se inserta en ambos ovarios para aspirar los óvulos maduros; el procedimiento dura 30 minutos aproximadamente. Las mujeres donantes son tradicionalmente mujeres jóvenes y estudiantes universitarias que acceden a esta práctica buscando una manera “fácil” de obtener ingresos económicos y ayudar a otros al mismo tiempo, muchas veces sin entender los posibles riesgos que van a correr al someterse al tratamiento21. Las mujeres o parejas recipientes, tienen una situación socio-económica lo suficientemente favorable como para permitirles pagar este tipo de tratamientos. En la jurisprudencia internacional, sólo existe un caso que habla explícitamente de la donación de óvulos en el contexto de la fertilización in vitro. Se trata del caso de SH v. Austria en el que dos parejas con problemas de infertilidad necesitaban tratamientos de reproducción asistida in vitro que no estaban permitidos por la ley de procreación artificial austriaca22. Una de las parejas necesitaba de un donante de espermatozoides y la otra de una donante de óvulos, para que en ambos casos fuera posible tener un hijo que fuera al menos, hijo biológico de uno de los miembros de la pareja. Las dos parejas demandan la ley de procreación artificial ante la Corte Constitucional alegando que ésta viola su derecho constitucional a la vida en familia. La Corte determina que si bien su argumento es real, esta limitación está justificada tanto en el objetivo de evitar relaciones personales inusuales (como por ejemplo tener dos madres biológicas, la que produce 19 Ibid. 20 Por ejemplo, accidente cerebro-vascular debido a trombosis venosa, disfunción hepática, falla renal aguda, complicaciones respiratorias y torsión anexial. Ver: http://www.fecolsog.org/userfiles/file/revista/REvista_Vol53No3_Julio_Septiembre_2003/v53n3a05.PDF 21 Eggsploitation [vídeo en línea]. The Center for Bioethics and Culture, 2010. http://www.eggsploitation.com/ 22 Austria. The Artificial Procreation Act 275/1992. Section 3.

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el óvulo y la que lleva el embarazo a término), como en el de evitar la explotación de mujeres en posición económica vulnerable, quienes estarían obligadas a donar óvulos ya que no podrían pagar de otra manera un tratamiento de fertilización in vitro para poder tener hijos propios23. El caso llegó al Tribunal Europeo de Derechos Humanos que estableció que no es una obligación internacional de los Estados ofrecer servicios de fertilización in vitro, pero que si los Estados lo hacen, el marco legal debe ser coherente y permitir la donación tanto de óvulos como de espermatozoides24. El Tribunal dijo que los riesgos de la donación de óvulos eran muy similares a los que tenía una mujer a la que se le practicaba la FIV con sus propios óvulos y que por lo tanto no se justificaba un tratamiento diferente. Dijo también que la constitución de familias por lazos diferentes al biológico no era nada nuevo ya que desde la figura de la adopción se admite la constitución de familias a través de contratos y no de lazos sanguíneos25. Llama la atención que el Tribunal no haya hecho un estudio comparativo de los riesgos generados por la donación de óvulos y de aquellos generados por la donación de espermatozoides, para dar su decisión. Mientras la donación de óvulos es un procedimiento invasivo y que puede presentar un riesgo para la vida de la mujer donante, la donación de espermatozoides no es más que la descarga seminal masculina generada por estimulación de los genitales externos. Los efectos de estos procedimientos para hombres y mujeres son considerablemente diferentes y pasarlos por alto podría constituir una discriminación con base en género que ignora el rol particular que tienen las mujeres frente a la reproducción humana. Entender de manera integral cuáles son los riesgos a los que se enfrentan los donantes de uno y otro sexo, debería ser un requisito razonable para emitir un pronunciamiento sobre la disponibilidad y posibles efectos discriminatorios de estas prácticas. A pesar de que el procedimiento es relativamente nuevo26, las preguntas ya se acumulan en espera de una respuesta. ¿Tienen las mujeres jóvenes o de pocos recursos, derecho a la autonomía reproductiva para decidir convertirse en donantes de óvulos para el beneficio de mujeres y fami23 Austria. Corte Constitucional (Verfassungsgerichtshof ). Decisión del 14 de octubre de 1999. 24 Echr. S.H. and Others vs. Austria (Application no. 57813/00) [en línea]. Tribunal Europeo de Derechos Humanos, 1 de Abril de 2010. http:// cmiskp.echr.coe.int/tkp197/view.asp?item=1&portal=hbkm&action=h tml&highlight=57813/00&sessionid=57803863&skin=hudoc-en 25 Ibid. 26 El primer procedimiento exitoso fue realizado en 1984 en Harbor UCLA Medical Center.

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lias con alta capacidad económica?; ¿es el dinero ofrecido un tergiversador de la libre voluntad de las mujeres que acceden a poner su salud en peligro para donar un óvulo, o es una simple expresión del libre mercado y de la posibilidad de las mujeres de decidir sobre su propio cuerpo?; ¿ podemos asegurar un real consentimiento informado de las mujeres candidatas a donantes de óvulos, o pensarlo es ya una indicación de paternalismo machista que no confía en la capacidad de las mujeres de tomar decisiones morales y responsables?; ¿defendemos solamente las decisiones de la mujer cuando son morales y responsables, o defendemos también su derecho a cometer errores y ser inmorales o irresponsables?; y, finalmente, ¿es la experiencia de los hombres donantes la misma que la de las mujeres, o al menos debe tratarse de la misma manera?; ¿permitimos que las mujeres exploten económicamente su capacidad reproductiva con el argumento de que los hombres también tienen el derecho de hacerlo, aunque ellos nunca asuman los mismos riesgos para su salud?

Alquiler de vientres El alquiler de vientre es la práctica en la que una mujer lleva a término un embarazo por encargo contractual de otra mujer o pareja. Originalmente las beneficiarias de este avance científico eran las mujeres que no podían tener hijos; pero en la actualidad también se benefician aquellas que no quieren experimentar los nueve meses de gestación en su propio cuerpo, los hombres solteros que quieren ser padres y las parejas de hombres gay. Bajo este procedimiento el bebé dado a luz puede ser hijo biológico de la mujer que lo gestó o de la mujer que encargó a otra el embarazo, es decir que el óvulo puede provenir de la gestante o de quien encarga la gestación. En ambos casos el óvulo puede estar fertilizado con el espermatozoide del padre o con el de un donante. En esta modalidad pueden o no coincidir la fertilización in vitro, la donación de óvulos, la donación de espermatozoides y el alquiler de vientre. Aunque dar un vientre en alquiler puede ser una acción meramente altruista de amigas o familiares que se ofrecen como madres sustitutas, lo más común es que sea una práctica comercial realizada por mujeres extrañas. En Estados Unidos estas mujeres reciben entre U$15.000 y U$30.000. Uno de los principales retos de este tipo de procedimientos es la seguridad que se busca de que la madre sustituta entregue al bebé una vez sea dado a luz. En Estados Unidos el caso Baby M es el primero en sentar precedentes sobre el tema. En este caso la pareja Stern contrata a Mary Beth Whitehead para que sea fertilizada con el semen del


señor Stern y les entregue el hijo que dé a luz. Whitehead fue contratada para donar un óvulo y llevar el embarazo a término, cuando ella respondió un aviso de prensa que buscaba mujeres que quisieran ayudar a parejas con problemas de fertilidad a tener hijos. Veinticuatro horas después de dar a luz una niña y entregársela a los Stern, Whitehead regresó por ella amenazando con suicidarse si no se la entregaban. Whitehead se fue del estado de Nueva Jersey donde vivían, llevándose a la niña con ella. El caso llegó a los juzgados y terminó con una decisión de la Corte Suprema de Nueva Jersey que reconoció la maternidad génetica y por lo tanto legal de Whitehead pero en aras del interés superior de la menor le dio la custodia al padre biológico, el señor Stern y su esposa27. Casi quince años después, esta misma corte decidió un caso similar en el que la mujer, a diferencia del caso Baby M, no era la madre genética ya que no había donado un óvulo. En este caso conocido como Robinson vs Hollingsworth28 Angelia Robinson, hermana de Donald Robinson, acordó llevar la gestación de un embrión fecundado con el óvulo de una donante anónima y el espermatozoide de la pareja de su hermano, Sean Hollingsworth. Angelia dio a luz un par de gemelas en 2006 y posteriormente pidió la nulidad del contrato de madre sustituta. La corte falló a favor de Angelia ampliando el precedente del caso Baby M, reconociendo la maternidad de las madres sustitutas aunque no son madres genéticas por no haber donado el óvulo que dio lugar a la gestación. Mientras en algunas partes de Estados Unidos se acepta y se regula el alquiler de vientres como una forma de reproducción asistida, muchos estados europeos consideran ilegal esta práctica. Sin embargo, esto no ha detenido a quienes no pueden tener hijos biológicos, a buscar servicios en países como India y Estados Unidos. La realidad, por supuesto, es que dadas las dificultades y los largos periodos de espera asociados con la adopción internacional, las parejas gay están optando cada vez más por las madres sustitutas para crear sus familias y cumplir su sueño de ser padres29. Recientemente dos casos en Bélgica y España han llegado a decisiones completamente opuestas a pesar de la similitud de los hechos. 27 USA. In re Baby M. Nº A-39 [en línea]. Suprema Corte de Justicia de Nueva Jersey, 3 de febrero de 1988. http://www.gale.cengage.com/free_ resources/whm/trials/babym.htm 28 USA. A.G.R. vs D.R.H. & S.H. [en línea]. Corte Superior de Justicia de Nueva Jersey, 23 de diciembre de 2009. http://graphics8.nytimes.com/ packages/pdf/national/20091231_SURROGATE.pdf 29 Echr. Schalk and Kopf v. Austria [en línea]. Tribunal Europeo de Derechos Humanos, 24 June 2010. En este caso el Tribunal Europeo sostuvo por primera vez que las parejas del mismo sexo están protegidas por el artículo 8 de la Convención y tienen el derecho a la vida familiar.

En el caso belga, dos hombres casados en Bélgica contrataron a una mujer de California quien dio a luz gemelas en diciembre de 2008. Uno de los hombres era el padre biológico, pero los dos figuraron como los padres en el certificado de nacimiento. Las autoridades belgas negaron el reconocimiento del certificado, negando por lo tanto la relación parental. En marzo de 2010, la Corte de primera instancia de Huy, negó el reconocimiento del certificado estableciendo que hacerlo violaría la Convención Europea de derechos humanos. En particular frente al artículo 3 de esta Convención, la Corte afirmó que pagarle a una mujer por sus servicios como madre sustituta es difícil de reconciliar con la dignidad humana. También notó que los países que admiten los contratos de alquiler de vientre, promueven una motivación altruista y no comercial por parte de las mujeres. En el caso español, la Dirección General de los Registros y del Notariado (DGRN) emitió una resolución en febrero de 2009 permitiendo el registro de certificados de nacimiento de California de una pareja de niñas, nacidas en Estados Unidos de una pareja española del mismo sexo. En este caso, ambos hombres aparecían como los padres de las gemelas. La disputa legal surgió después del nacimiento cuando les informaron que las gemelas necesitarían visas para entrar a España ya que el Estado no reconocería el certificado de nacimiento. A diferencia de la Corte belga, el DGRN decidió registrar los certificados basándose en argumentos de no discriminación y mayor interés de las menores. El organismo encontró que no se violaba el interés público porque el registro de dos padres estaba permitido en España para la adopción y que no podía haber diferencia de trato entre los hijos biológicos y los adoptados. También recordó que dos mujeres pueden ser registradas como padres y que tratar diferente a una pareja de dos hombres sería una violación a la prohibición de no discriminación. Finalmente, bajo la Convención de los derechos del niño y la jurisprudencia de la Unión Europea estaba en el mejor interés de las niñas que estuvieran registradas en España y en California bajo los mismos términos. En todos los casos los argumentos que se enfrentan incluyen el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y por lo tanto decidir alquilar su vientre, la dignidad de la reproducción humana frente a la comercialización de esta función y la potencial explotación de la capacidad reproductiva de las mujeres, especialmente de aquellas en situación de vulnerabilidad. Adicionalmente hay que preguntarse si existe un sesgo discriminatorio cuando se trata de parejas gays y se privilegia la maternidad de la En otras palabras… no. 18 / Rehaciendo saberes | 53


mujer gestante. O si tal vez, una visión romántica de la maternidad traiga consigo una inclinación por buscar que la madre biológica mantenga ese “lazo único e irremplazable” que crean los nueve meses de la gestación.

El consentimiento del hombre En materia de derechos reproductivos, la última palabra siempre la ha tenido la mujer. A pesar de que la función reproductiva no es posible sin la presencia del gameto masculino (espermatozoide), el hecho de que el proceso de gestación ocurra en el cuerpo de la mujer y de que sea ella quien sufre las consecuencias físicas y biológicas de un embarazo, justifica que sea su consentimiento el que sea tenido en cuenta y no el del hombre. La pregunta, entonces, es ¿qué valor tiene el consentimiento del hombre cuando la fecundación no ocurre en el cuerpo de la mujer sino en un laboratorio? Algunas cortes ya han tratado de responder esta pregunta. Uno de los casos más paradigmáticos ocurrió en Inglaterra y llegó hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos30. El dramático caso enfrenta a la pareja de Natallie Evans y Howard Johnston quienes se comprometieron en 2000. En octubre de 2001, le diagnosticaron cáncer de ovarios a Evans y le ofrecieron extraerle unos óvulos para ser fertilizados in vitro, ya que el tratamiento del cáncer afectaría su fertilidad. Un mes después, once óvulos de Evans fueron extraídos, fertilizados con el semen de Johnston y posteriormente los seis embriones resultantes fueron congelados. Ese mismo mes, le removieron los ovarios a Evans quirúrgicamente. Los médicos indicaron que debería esperar al menos dos años antes de considerar la implantación de alguno de los embriones en su útero. En mayo de 2002 la pareja decidió romper su compromiso y un par de meses después Johnston le escribió a la clínica que tenía congelados los embriones, pidiéndole que fueran destruidos. La clínica notificó a Evans, recordándole que legalmente se requería del consentimiento sostenido de las dos partes durante todo el proceso y que si una de las partes lo retiraba, los embriones debían destruirse. Evans decidió iniciar una demanda contra la ley vigente ante el alto tribunal, en compañía de la Sra. 30 Reino Unido. Natallie Evans v. Amicus Healthcare and Others. Corte de Apelación de Inglaterra, 2003. Ver también: “Balancing competing interests over frozen embryos: the judgment of Solomon? Evans v. United Kingdom”. Medical Law Review. Autumn 2006. Nº 14. p. 425. Sheldon, Sally. “Gender Equality and Reproductive Decision making”. Feminist Legal Studies. 2004, 12 (3). p. 303.

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Hardley quien coincidía en querer usar los embriones congelados, que había fertilizado con su ex esposo, que también había retirado el consentimiento para la implantación de estos. El argumento de las dos mujeres se centraba en que los embriones representaban su única opción de tener hijos biológicos, dada su actual infertilidad y que si esa gestación se hubiera hecho en su cuerpo, los hombres no tendrían el poder de interrumpirla, ni se requeriría su consentimiento. En octubre de 2003, el alto tribunal decidió fallar contra la solicitud de las mujeres aclarando que si bien sentían simpatía por su situación, la ley era clara al requerir el consentimiento del hombre y no era de su competencia, sino del parlamento, cambiar la ley. Ninguna corte nacional admitió las apelaciones presentadas. Hardley decidió desistir y Evans llevó su caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En marzo de 2006 el Tribunal Europeo falló con una votación de 5-2 en contra de Evans estableciendo que el derecho a la vida familiar de Evans no podía superar la falta del consentimiento de Johnston. La decisión fue unánime en cuanto no se consideró violado el derecho a la vida desde el momento a la concepción de los embriones que se destruirían31. Evans apeló a la sala plena del tribunal, la cual confirmó el fallo definitivamente el 10 de abril de 2007 de manera unánime negando una violación del derecho a la vida y 13-4 frente a la violación del derecho a la vida familiar y a la prohibición de discriminación32. Casos similares fueron fallados de manera similar, privilegiando el consentimiento del hombre sobre las consideraciones de la mujer de dar uso a los embriones congelados en Estados Unidos (Davis v Davis33) e Irlanda (Roche v Roche34). En todos estos casos, la regla que en materia reproductiva da la última palabra a la mujer35, cambia radicalmente, siendo el hombre quien tiene la última 31 Echr. Evans v. United Kingdom [en línea]. Tribunal Europeo de Derechos Humanos, 7 de marzo de 2006. http://cmiskp.echr.coe.int/tkp197/ view.asp?action=html&documentId=793163&portal=hbkm&source =externalbydocnumber&table=F69A27FD8FB86142BF01C1166D EA398649 32 Ibid. (Caso Evans). Appeal to the Grand Chamber. Tribunal Europeo de Derechos Humanos, 10 de abril de 2007. http://cmiskp.echr.coe.int/ tkp197/view.asp?action=html&documentId=815166&portal=hbkm& source=externalbydocnumber&table=F69A27FD8FB86142BF01C116 6DEA398649 33 USA. Davis v. Davis 842 S. W. 2d 588 [en línea]. Suprema Corte de Justicia de Tennessee, 1 de junio de 1992. http://biotech.law.lsu.edu/cases/ cloning/davis_v_davis.htm 34 Op. cit. Nota : 12 (Caso Roche). 35 Paton v.United Kingdom 2 EHRR 408


palabra. Parecería que las cortes consideran que una vez el proceso de reproducción se halla fuera del cuerpo de la mujer, su consentimiento no sólo no es el definitivo, sino que además tampoco queda en igualdad de condiciones que el del hombre. Es decir que ni siquiera se considera el argumento de que como no está en el cuerpo de ninguno, entonces ninguna de las voluntades se puede convertir en un veto para la otra. Tampoco se hace uso de la figura de estopel del derecho privado, según la cual una parte tiene expectativas legítimas derivadas de la actuación de la contraparte. En el contexto que se estudia, las mujeres de estos casos podrían argumentar que si los hombres dieron su consentimiento para la fertilización de sus óvulos y la congelación de los embriones resultantes, ellas tienen la expectativa legítima de que esos embriones sean usados eventualmente para sus propios fines reproductivos36. Esto es precisamente lo que ilustra el caso israelí de Nahmani vs Nahmani. La Corte Suprema de Israel en sala plena, llegó a la conclusión opuesta a la de los casos de Inglaterra e Irlanda y estableció las diferencias con el caso de Davis vs Davis de Estados Unidos. En este caso Ruth y Daniel Nahmani estaban casados y no podían tener hijos porque Ruth había tenido una histerectomía. Decidieron intentar un tratamiento de FIV del óvulo de Ruth con el espermatozoide de Daniel, esperando implantar el embrión en una madre sustituta. Bajo la ley israelí el alquiler de vientres no estaba permitido y la FIV sólo se permitía cuando la implantación del embrión se realizaría en la misma mujer de quien provino el óvulo. Dados los altos costos de este tratamiento en Estados Unidos, la pareja decidió solicitar a la Corte Suprema una autorización para que el tratamiento in vitro se realizara en Israel y el alquiler de vientre en Estados Unidos. La corte otorgó la autorización de que la FIV se realizara en Israel (HCJ 1237/91). Posteriormente, Daniel dejó a Ruth y tuvo un hijo con otra mujer. Ruth le solicitó al hospital de Assuta que le entregara los embriones para que ella los llevara a Estados Unidos con el propósito de alquilar un vientre. Daniel se opuso. El hospital de Assuta se negó a entregar los embriones. La batalla legal empezó y llegó en apelación a la Corte Suprema. Una mayoría de la Corte votó a favor de Ruth con varios argumentos. Primero encontró que bajo la doctrina del estopel promisorio, ella tenía derecho a usar los embriones ya que ella había confiado en su pareja al decidir iniciar el proceso de donación de óvulos (con todas sus 36 Israel. Nahmani v. Nahmani. CFH 2401/95. 12 de septiembre de 1996.

implicaciones) y por lo tanto él no podía retractarse de su promesa. Segundo, la mayoría encontró que el consentimiento de ambas partes era necesario para destruir los embriones dado que el derecho de ella de ser madre tenía más peso que el derecho de él a no ser un padre genético. El juez Kedmi insistió en que el consentimiento dado al momento de la fertilización era suficiente para probar un consentimiento a la paternidad y no podía retirarse después37. Finalmente, la Corte le dio mucho valor al hecho de que esta era la única posibilidad de que Ruth pudiera tener un hijo genético. Lo que es claro de las varias opiniones de este caso, es que el retiro del consentimiento sólo presenta un problema cuando aún no se han implantado los embriones en el útero. Los jueces que votaron por Daniel también indicaron que una vez hay implantación la autonomía sexual de la mujer prima y que sin el consentimiento de una madre sustituta, un hombre no podría forzar a una mujer a que se implante un embrión. “Puede ser que un día, cuando la ciencia permita que incluso el embarazo ocurra por fuera del útero de la mujer, debamos enfrentarnos a un nuevo problema. ¿Quién sabe qué nos depara el futuro? Actualmente, llegamos al punto de no retorno sólo cuando los embriones son implantados en el cuerpo de la madre sustituta, cuando el valor del derecho de la mujer a proteger y controlar su propio cuerpo debe primar”38.

Esta discusión sobre el valor que tendrá el consentimiento masculino en materia reproductiva mientras el cuerpo de la mujer no esté de por medio, se hace mucho más aguda en un caso irlandés en el que se reconoce la legitimidad de un donante de semen que pide a una corte acceso a su hijo biológico, del cual son madres una pareja lesbiana39. No es coincidencia que en la decisión la Corte afirme que una pareja de lesbianas no pueden reconocerse como familia bajo la ley irlandesa. Tal vez sea justo y deseable que la decisión del hombre pueda tener reconocimiento legal, pero si es así, ¿dónde fijar el límite? La realidad médica ha avanzado de mucho más rápidamente que la jurídica y la existencia de reglas alrededor de estos temas sólo deja más preguntas. Por ejemplo, crea una gran incertidumbre para las parejas que quieren tener 37 Ver: Kass v. Kass; la Corte de Nueva York sustentó que una vez realizada la fertilización, el esposo no podría vetar el procedimiento, ya que no había diferencia entre fertilización de un óvulo y fertilización in vitro,. 38 Judgment of Justice T. Strasberg Cohen. 39 Irlanda. McD. V. L. & anor: neutral Citation. Corte Suprema, 2009. Párrafo: 81.

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hijos y recurren a este tipo de técnicas, sobre si su relación con el menor va a ser reconocida o si en cualquier momento va a aparecer un donante exigiendo derechos sobre el menor. Quienes hemos trabajado legalmente por la liberalización de las leyes contra el aborto, sabemos bien que una de las estrategias de los grupos que se oponen a ello, es la declaración del derecho a la vida desde el momento de la concepción; sin excepciones. Si esto es así, como se mencionó en un capítulo anterior, no existiría siquiera la posibilidad de congelar embriones y por lo tanto las parejas que buscan métodos de reproducción asistida, así como las clínicas que prestan este tipo de servicios, no tendrían un marco legal dentro del cual pudieran ejercer estas actividades. Es posible entonces, que tengamos aquí un aliado grande y poderoso al que tal vez debamos acudir para tener una conversación sobre intereses y amenazas comunes. Este acercamiento, además nos permitiría iniciar un acercamiento para tratar varios de los otros dilemas planteados en este artículo, no enfrentados sino pensándonos en la misma orilla.Las decisiones que las cortes han tenido que tomar alrededor de estos casos no han sido fáciles, y tal vez ni siquiera sea deseable establecer una regla de blanco o negro. Sin embargo, sin excepción todas las jurisdicciones han concordado en que una vez el embrión ha sido implantado en el cuerpo de la mujer, no hay duda de que su autonomía es definitiva y que el hombre no podrá obligarla nunca a permitir una implantación contra su voluntad.

Conclusión

1. ¿Es nuestro deber como abogadas feministas defender la autonomía reproductiva de las mujeres incluso en aquellos escenarios en los que no compartimos sus decisiones o en los que el resultado de su ejercicio choca nuestras posiciones morales más básicas, como por ejemplo la comercialización de la esencia de la existencia humana, o la manipulación selectiva de la nueva generación de nuestra especie? 2. ¿Cómo podemos repensar una de las formulaciones del imperativo categórico de Kant, según la cual debe tratarse a las personas como un fin y no como un mero medio, para evitar tratar a las mujeres como máquinas reproductivas sin llegar a un paternalismo patriarcal que no ve en la mujer un sujeto que puede tomar decisiones morales40? 3. ¿Es posible avanzar en la revolución femenina y la afirmación de derechos y libertades para las mujeres sin reconocer que muchos, si no todos los avances logrados históricamente, han sido gracias a que ciertos grupos de mujeres, casi siempre en alguna situación de vulnerabilidad, han asumido el costo de seguir cumpliendo con las funciones de cuidado y reproducción que la sociedad le impone a las mujeres?, ¿cómo reivindicar la equidad de género con la justicia social en materia reproductiva?, ¿qué efectos de la globalización facilitan la explotación de la función reproductiva de cierto tipo de mujeres? Lo admitimos, son muchas preguntas y aún no tenemos todas las respuestas. Pero ya es hora de empezar a pensarlas, teniendo siempre en mente como derroteros últimos, los principios de dignidad humana y equidad de género.

Explorar todas estas preguntas genera una sensación de vértigo ante la infinidad de posibilidades que nos presentan los escenarios de la tecnología reproductiva. Verdades universales son reevaluadas y los acuerdos más básicos sobre el tratamiento jurídico de la familia quedan obsoletos. Sin embargo, aunque la tarea sea titánica, es nuestro deber enfrentar los dilemas y empezar a evaluar las diferentes respuestas. Para ello, creemos que es útil considerar las siguientes reflexiones:

40 Este argumento fue usado por la Corte Constitucional en la sentencia C-355/06 que liberalizó el aborto en ciertas circunstancias. Ver http:// www.womenslinkworldwide.org/pdf_pubs/es_pub_c3552006.pdf

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Joann Wilkinson

Licenciada en Idiomas Magister en Estudios de Género Universidad Nacional de Colombia

Reciclando cuerpos:

Hacer género y edad con cirugía plástica estética

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En este artículo se retoman apartes del informe de la investigación realizada por su autora para optar al título de Maestría en Estudios de Género, la cual tuvo por objeto analizar las construcciones de género y edad en el contexto quirúrgico. Se trata de un estudio etnográfico realizado en el centro de cirugía plástica de un hospital público de Bogotá con el cual se busca entender la forma como se trabaja el cuerpo en este espacio médico; también la manera como se usa el bisturí material y simbólicamente para reciclar cuerpos vividos de mujeres y hombres. La investigación decodifica las estrategias utilizadas en este espacio para crear cuerpos femeninos más ‘naturales’ tanto en términos de lo femenino como de la juventud, y para recrear lo masculino de los cuerpos. Sus hallazgos dan cuenta de un conjunto de significantes flotantes que circulan dentro y fuera del espacio médico estableciendo y sosteniendo verdades acerca de cuerpos homogeneizados, sin límites ni exclusiones, y facilitando el reciclaje corporal altamente generizado, heterosexual y juvenil. El creciente interés por las cirugías plásticas estéticas en Colombia como forma de reciclar el cuerpo es sostenida por los medios de comunicación, los cuales dedican dinero, espacio y tiempo a difundir información científica relacionada con las diversas formas quirúrgicas destinadas a ‘embellecerse’1 haciendo énfasis en las ofertas para las mujeres y los lugares más apropiados donde se pueden realizar las intervenciones exitosas hechas por más profesionales hombres que mujeres. Suelen incluir las precauciones que se deben adoptar en caso de elegir alguna de las opciones propuestas2. Además de las referencias constantes a los procesos quirúrgicos de embellecimiento expuestas en los periódicos y revistas que destinan cada vez más páginas en la sección de salud o de belleza, en los noticieros de televisión3 se 1 Revista Carrusel, El Tiempo (sección salud). 2 Revista Café Salud. 3 RCN/Caracol, Noticias de las 7pm.

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pautan reportajes, entrevistas y ‘consejos’ que casi siempre se ubican en el contexto de reportes sobre la salud. En todos estos espacios, las cirugías plásticas estéticas circulan como la alternativa para pensar en el cuerpo en el sentido de imagen observada, mucho más que en el de cuerpo vivido. En síntesis, las observaciones se narran y son narrables, incluyendo asociaciones entre las cirugías plásticas estéticas y los progresos científicos, la innovación tecnológica y la salud mental o física. Las revistas, con el pretexto de divulgar información científica y técnica entre el público lego, principalmente entre las mujeres, promueven servicios profesionales, ofrecen programas en clínicas especializadas, y venden productos coadyuvantes para la construcción del cuerpo perfecto. Cada una de las publicaciones, que en el fondo constituyen una propaganda, introduce diversos recursos de credibilidad a sus mensajes con la intención obvia de imponer sentidos y de ejercer poder a través de la persuasión. Tanto las fotos como las imágenes expuestas, además de cumplir la función de ayudar a fijar los sentidos y demostrar la eficiencia de los procedimientos estéticos, aparecen absolutamente necesarios para presentar paradigmas teóricos o íconos personales. En Colombia, hay que destacar el programa de televisión ‘Cambio Extremo’ sostenido por un canal privado con buena audiencia en la programación nocturna. Usando un formato de ‘reality show’, convocaba a las personas para transformar su vida a partir de cambios en aquellas partes del cuerpo con las cuales no estaban conformes, o simplemente con segmentos corporales no agradables ni aceptables por haberles generado problemas o inconvenientes en sus vidas. Muchas personas anónimas y algunas figuras públicas recurrieron al ‘reality’ buscando la transformación de su imagen y, a veces, de su vida. Un resultado adicional fueron los constantes e intensos debates acerca de las cirugías plásticas estéticas y sus efectos como herramientas usadas para la modificación superficial del cuerpo. Un argumento predominante en estos debates, desde el ángulo ideológico, remite a las nuevas formas de colonización y dominio del Otro, representado por la cultura imperante que es racista, sexista, preconceptuosa en relación con la edad por los efectos corporales del paso del tiempo; con la clase por las mayores o menores posibilidades económicas de acceder a este tipo de cirugías; con


la raza/etnia y la discapacidad por los usos de los avances científico-tecnológicos en procesos de cambio corporal. El futbolista colombiano René Higuita vivió en el “reality show” este mismo proceso: redujeron el tamaño de su nariz, agrandaron la barbilla creando un efecto más angular, y le alisaron el cabello, en fin, eliminaron de su cuerpo características que lo habían marcado como un hombre ‘no blanco’ exitoso en los campos de fútbol. Otro argumento con igual repercusión pero originado en el mismo interior de la medicina, se manifiesta en los riesgos de la cirugía para la salud: los peligros de muerte, la necesidad de repetir el procedimiento una o varias veces para hacer arreglos o retoques, las secuelas en forma de grandes cicatrices, las reacciones no esperadas ante los procesos; incluso, las llamadas nuevas adicciones quirúrgicas. En este sentido, desde la realidad hospitalaria se redefine el uso de la tecnología quirúrgica que, en vez de estar al servicio de la singularidad, se ha usado para asegurar la occidentalización corporal con una serie de rostros y cuerpos semejantes. Un argumento más es el relativo a los recursos económicos que podrían impedir o limitar las cirugías por los costos, convertidos en serios obstáculos. Sin embargo, estos obstáculos se vuelven cada vez más insignificantes con las múltiples posibilidades de financiación de los procedimientos, y por una especie de democratización basada en la oferta de ciertos medios que requieren menos inversión. Las clínicas especializadas ofrecen una mejor tecnología que reduce los costos, los riesgos y la estancia hospitalaria; además brindan una recuperación más cómoda. Incluso, diferentes entidades financieras, como forma de apoyar el acceso a los servicios y de participar en el auge de las cirugías plásticas, han comenzado a apoyar planes de salud, planes de crédito y préstamos para la realización de cirugías plásticas estéticas. Quizás un argumento definitivo en Colombia, país en el que abundan los reinados de belleza y la belleza como mercancía, es considerar el cuerpo como un importante vehículo para apoyar los discursos de progreso y avance4. El cuerpo de las mujeres aparece en los discursos de ‘progreso’ como una plataforma que anuncia al resto del mundo los avances de la tecnología de las cirugías plásticas y lo último en el diseño de ropa, con las pasarelas y 4 Zandra Pedraza, 1999.

el incremento de los Colombian fashion. Los reinados son representativos del progreso de los diferentes ejes de la sociedad colombiana, igual que la reciente discusión sobre la sede para Colombia de uno de los próximos concursos de Miss Universo5. Sin embargo, el argumento más contundente es la apariencia física como un importante aspecto de la ‘vida sana’. En principio el cuerpo se ubica dentro de un discurso enfocado hacia el cuidado de la salud, la prevención de enfermedades, y la búsqueda de alternativas para retrasar o parar los efectos del ‘paso del tiempo’ por medio de dietas y ejercicio. En el fondo ‘la vida sana’ se convierte en un estilo de vida y cada persona, por medio de ciertas decisiones y ciertos comportamientos destinados a detener hasta el límite de lo posible los ‘signos del envejecimiento’, puede vivir más tiempo teniendo una mejor calidad de vida con considerables inversiones de dinero en nuevos ámbitos o productos de consumo. Cuando la apariencia física, considerada un espejo que refleja el interior de cada persona, termina siendo disonante respecto del canon, se dice que es un resultado de la negligencia individual, un dato desfavorable para la subjetividad; se califica como indicador de pereza, poca o ninguna autoestima y hasta de ausencia de valores6 o valoraciones. La apariencia cada vez más elaborada, cuidada y mantenida es importante sobre todo en función de los cambios acaecidos en aquellos espacios donde se encuentran más oportunidades para la exhibición y observación7. Ejemplo de esto son los centros comerciales, los parques urbanos y el surgimiento de nuevos pasatiempos en sus instalaciones (vitriniar) para incrementar las visitas o frecuentarlos en momentos de ocio; son espacios para observar, ser observadas y observados, parecido al pasillo de espejos8 donde construimos el cuerpo que deseamos o deberíamos tener. Espacios como éstos se conocen también como los ‘no lugares’9, espacios intercambiables, protegidos, desidentificados, anonimizados pero tremendamente confortables10, indicadores de nuevas formas de conciencia corporal con altas dosis hedonistas que obligan a las subjetividades a 5 Colombia quiere sede de Miss Universo 2007. http://www.esmas.com/ espectaculos/farandula/521028.html 6 Featherstone, 1982. 7 Featherstone, 1991. 8 Lash, 2003, citado por Featherstone, 1991. 9 Marc Auge, citado por Alonso, 2005. 10 Alonso, 2005: 97.

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mantener sus cuerpos bajo el deber de la buena apariencia que presupone la articulación entre belleza, juventud y salud. En el espacio de los ‘no lugares’ es importante pensar en las imágenes de mujeres y hombres como personas bellas, exitosas y jóvenes, y sus repercusiones sobre la vida social, como lo ha señalado la historiadora Mary Del Priore para el caso de Brasil: ‘vivimos en una sociedad de imágenes que muestran cuerpos de mujeres delgadas, jóvenes y sin arrugas; este es el modelo que persiguen todas las mujeres. Pero es un tipo de belleza que no tiene nada que ver con nuestra cultura. La mezcla racial de Brasil se observa en los cuerpos curvilíneos. La mujer brasileña desapareció para dar paso a las figuras delgadas, rubias y de senos grandes –la brasileña es más baja, tiene senos pequeños-. Eso es grave pues tenemos un país con mucha población negra. Ese modelo perverso fragiliza la auto-estima de muchas niñas y mujeres. Estamos sacrificando nuestra identidad física’11. En el caso colombiano, aun cuando se incluyan imágenes de personas de mediana edad, maduras o de edad avanzada en la publicidad, se hace énfasis en señalar la ausencia de arrugas y la presencia de músculos tonificados que dan cuenta de un pleno control de sus vidas, es decir, estas imágenes inciden en que las mujeres y los hombres, usando estrategias diferenciadas, se inclinen por comparar, cuestionar y regular sus decisiones según los significantes puestos en circulación por los medios de publicidad. Las imágenes enseñan, sobre todo a las mujeres, a estar alertas frente a los cambios corporales para recurrir al tratamiento adecuado en el momento apropiado. Así funciona la publicidad que anuncia cremas anti-arrugas utilizando imágenes de mujeres ‘jóvenes’ en términos de edad cronológica y completamente sin arrugas para presentar sus productos. La publicidad usa el discurso de la prevención vinculándolo a la necesidad de prepararse para que en la edad madura no haya rastros del paso del tiempo en el rostro, propagando la ilusión que da la perfección, el totalitarismo de la imagen conservada y la apariencia tangible, incluso, con la garantía de obtener mejorías en la autoestima.

11 Entrevista con la historiadora Mary Del Priore, 2006 (webgrafia).

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Aunque las imágenes utilizadas en la publicidad no se consideren situaciones ‘reales’ o circunstancias que reflejen a las personas en sus vidas ‘reales’, con Susan Bordo12 sabemos que las imágenes, por estar dotadas de significados, enganchan13 más que la realidad misma, sobre todo porque ésta se vuelve tenue e irrelevante a medida que se entra en el trasfondo de la imagen, una enorme oferta mercantil. El cuerpo presentado en las imágenes pasa por un sistema mágico14 que lo transforma en subjetividad y, como resultado, no se consume un producto fabricado como útil por ser anti-arrugas sino que se va a consumir la belleza, la juventud o el éxito; incluso la riqueza y otros efectos más, no necesariamente previstos en el diseño de la imagen, tampoco en los montajes publicitarios. Las imágenes no trabajan con cuerpos sino con las subjetividades. De este modo son recursos pedagógicos que enseñan a las mujeres y a los hombres a consumir los productos que presentan desde una óptica femenina o masculina, con una serie de necesidades femeninas o masculinas, mediante la experiencia pedagógica impuesta sobre el propio cuerpo. Con las pedagogías del cuerpo15, cada persona, mujer u hombre, aprende que el envejecimiento y la apariencia física son objeto de autocontrol, están sujetos al control mediante la rendición de cuentas de género y edad. Y es allí donde aparece el uso de las cirugías plásticas estéticas como forma de controlar el paso del tiempo, como la mejor de todas las opciones disponibles en el mercado. Por eso mismo, he utilizado el género como una herramienta analítica pero también como una lupa para entender las experiencias vividas por mujeres y hombres con respecto al envejecimiento, la belleza y el ser mujer u hombre. Afirmo que en los discursos sobre el cuerpo en el contexto médico, el hacer género involucra el hacer juventud como partes esenciales del dispositivo feminidad. Las experiencias del cuerpo no existen fuera del marco discursivo de género y, por lo tanto, envejecimiento, edad, vejez y juventud quedan atadas a las experiencias de ‘hombre’ o ‘mujer’. Las cirugías plásticas ajustan edades, hacen juventud, reafirman géneros, en tanto que reciclar cuerpos implica ‘completar’ el vaciamiento de las categorías ‘hombre’ y ‘mujer’. 12 13 14 15

Susan Bordo, 2003. Traducción de JW de la palabra inglés gripping. Williams, 2000. Sandra Lee Bartky, 1997.


Contexto: cirugías, cuerpos y género La descripción del contexto en el que se realizan cirugías plásticas –estéticas y reconstructivas- en Bogotá, de las rutas seguidas para lograr mi entrada a este espacio, y de las rutinas de la consulta cotidiana en un hospital de la ciudad, me permiten reflexionar sobre las herramientas analíticas que, como juegos de verdad16, enmarcaron este estudio: la edad, el cuerpo, el espacio médico, entre otras. La edad cronológica17 se ha convertido en un factor cada vez más importante en la organización social en la medida en que con ella se establecen rutinas y se determinan momentos apropiados para diferentes actividades como el inicio y finalización de un proceso escolar, la opción por el matrimonio, la decisión de tener hijos/hijas, la idea de jubilación o el comienzo del final de la vida, es decir, el período para morir o el instante de morirse. Una de las consecuencias de estos marcadores etáreos es la forma como se ha determinado la construcción de la vida teniendo en mente etapas claramente definidas como la infancia, la adolescencia, y la vejez, producto de la institucionalización del curso de vida18. Estas etapas se construyen basándose en el desarrollo personal del individuo pero sin tomar en cuenta eventos históricos, sociales y culturales concurrentes con cada periodo; como consecuencia, las etapas ya establecidas se tienen que fragmentar para redefinirlas como componentes del ciclo de vida, ahora en relación con las otras etapas19 pero, además, en respuesta a la organización social, por ejemplo, el concepto de ‘tercera edad’. Esta etapa surgió como respuesta a las necesidades de personas mayores que vivían en una cultura específica en un momento histórico dado y quienes no se identificaban con la vejez; por su estado de salud y su disponibilidad de tiempo y recursos económicos eran un grupo aparte, con necesidades e intereses distintos, eran unos ‘viejos-jóvenes’20. Ni el envejecimiento ni la edad son categorías ‘naturales’ como tampoco sirven para explicar los comportamientos 16 Foucault, 1975. 17 Cuando se habla de envejecimiento emergen ideas de construcción social, curso de vida, institucionalización desinstitucionalización, categorías construidas, ‘nublamiento’ de las etapas de la vida. 18 Guita Grin Debert, 1999. 19 Tamara Hareven, 1995. 20 Bernice Neugarten, 1997.

humanos en sí mismos21. Al contrario, son categorías socialmente producidas que adquieren significado dentro de contextos históricos, sociales y culturales específicos. Para Featherstone22, el curso de vida ha comenzado a reconstruirse pues se están reversando los factores necesarios para la institucionalización y la modernización del curso de vida. Esto se atribuye en parte a que, contrario a lo pensado, las personas no pasan de una etapa a otra de forma lineal y a que cada etapa nunca representa comportamientos claramente predefinidos. Featherstone describe el proceso como un ‘blurring’ (un nublamiento) de las fronteras entre etapas, esto es, que la edad no es el indicador para medir comportamientos o actividades correspondientes a determinada edad, porque las personas tienen libertad para elegir el comportamiento y el estilo de vida que desean23. De este modo, el curso de vida ya no es cuestión del destino sino de la responsabilidad individual24 corporeizada. El cuerpo25 se ha convertido en un importante instrumento de poder mediante el cual se cultivan nuevos estilos de vida, principalmente a partir del ‘manejo’26 y ‘mantenimiento’27 del cuerpo. Siguiendo esta perspectiva, el cuerpo funciona como una máquina que necesita servicio y cuidado para que mantenga su eficacia instrumental; cada una de las partes del cuerpo adopta una plasticidad especial pues se puede moldear y cambiar a través de dietas, ejercicios y tratamientos específicos. Como resultado de esta inversión corporal, simbólica y financiera, es necesario un manejo distinto del tiempo, ya que el tiempo libre se convierte en tiempo del cuerpo28. Ubicadas en la sociedad panóptica descrita por Foucault, las personas reconocen que su aspecto físico es observado continuamente; mujeres y hombres observan que se les vigila29, y aprenden a identificar cuáles cuerpos y comportamientos son apropiados en términos de edad y género.

21 22 23 24 25 26 27 28 29

Guita Grin Debert, 1998. Featherstone, 1991. Featherstone, 1991:373. Featherstone & Hepworth, 1999:277. Al hablar sobre el cuerpo aparecen en el ámbito discursivo el poder, la vigilancia, la disciplina, la panóptica, la normalización, el manejo, el mantenimiento del cuerpo; incluso el cuerpo plástico. Susan Bordo, 2003. Featherstone, 1991:182. Featherstone & Hepworth, 1995:12. Foucault, 1975.

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El mismo autor30 muestra que la vigilancia funciona como una herramienta efectiva para la normalización del cuerpo, especialmente por el lugar central que ha tenido en la definición de la feminidad. Así la representación del cuerpo como materia prima o máquina imperfecta y frágil, puede ser reconstruida y perfeccionarse por la ciencia y la tecnología31. Las personas buscan la eterna juventud; para ello se proponen construir un proyecto existencial marcado por la subjetivación narcisista que termina siendo una exaltación desmesurada de la individualidad. Con dicha exaltación las señales corporales del tiempo vivido terminan sujetando a las personas a esa idea sutil que considera que es peor parecer viejas cuando se tiene la opción de evitarlo. Si la meta es envejecer permaneciendo con esa apariencia de juventud, todo rechazo a la posibilidad de tener cuerpos y caras perfectos se interpreta como negligencia, falta de amor hacia sí misma, incompetencia o síntomas psíquicos negativos32. El espacio médico33 se presta como lugar para la construcción de subjetividades marcadas por la edad, el ser ‘mujer’ u ‘hombre’, el estar ‘vieja’ o ‘joven’, el ser ‘bella’ o ‘fea’. Y lo hace con la medicalización del cuerpo vivido. En el contexto de discursos sobre una belleza corporal auténtica, la gente tiene poco margen para vivir los estragos de la edad pues dispone de las cirugías para disimular esos defectos de la naturaleza. Las mujeres, como grupo sometido con mayor intensidad a las presiones de los discursos que entrelazan conceptos de belleza, salud y juventud, encuentran numerosas ofertas. Aunque hayan cambiado las formas de problematizar las apariencias y los modos de concebir-producir la belleza, el cuerpo puede ser “salvado” de la fealdad de un envejecimiento evitando la penalización social y reabriéndolo a la competencia con un nuevo valor social: la juventud convertida en indicador de salud mental y en signo de equilibrio emocional.

30 31 32 33

Ibíd. Sonia Lisboa, 2004:150. Sonia Lisboa, 2004:151. Contexto médico - palabras clave: la experiencia de sí misma, los juegos de verdad, discursos circulantes, la confesión, la mirada médica.

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En todo proceso de medicalización centrado en el cuerpo de las mujeres, sin importar la edad, se problematiza el cuerpo vivido; con respecto a los hombres, la construcción de un momento apropiado para envejecer va más acorde o está más cercano a la edad cronológica. Los procedimientos usados en este espacio articulan la medicalización, la problematización corporal, las formas quirúrgicas para hacer género y edad, con intereses económicos, patrones morales y teorías científicas; principalmente porque al incrementar la problematización se va al quirófano con mayor frecuencia. Empero, el reciclaje corporal es diferenciado para mujeres y hombres. Este discurso diferencial es legitimado por el campo médico como un espacio científico, objetivo y verdadero pero también por la complicidad de la experiencia de sí. Los juegos de verdad, igual que la mirada médica presentada como objetiva, facilitan los discursos médicos sobre el cuerpo y forman parte importante de los discursos que circulan en espacios de la medicina. Igualmente, aunque no haya “consensos” sobre el tamaño de los senos, los glúteos, la cintura o el formato de la nariz, lo cierto es que las imágenes subjetivan varios tipos de diseño de cuerpos femeninos como referente ideal y modelo de identificación. Y esto va al hilo de cada época por la existencia de criterios para delimitar los contornos de lo deseable o de lo admirable en el cuerpo, junto con un obligado silenciamiento o la belleza forzada revelada por estudios históricos sobre el cuerpo de las mujeres durante los siglos xviii y xix34. Por eso no se puede olvidar que la construcción de un lenguaje para interpretar los límites del cuerpo, con sus variaciones en el tiempo y en el espacio y las formas de representarlo o imaginarlo, no solamente va de acuerdo con las concepciones de raza, etnia, clase, edad o género, sino que cuestionan los estudios sobre el cuerpo e introducen la necesidad de trabajar con la historia de la cultura35. Estos estudios incorporan la vida cotidiana y, con ella, la experiencia y la experiencia de sí misma que se construye “a partir de la correlación existente entre los dominios del saber, los tipos de normatividad de la cultura y las formas de subjetividad existentes”36.

34 Michelle Perrot, 2008. 35 Mary Del Priore, 2000. 36 Oviedo, 1999: 96.


La experiencia de “ser” se construye en el espacio médico que funciona según un orden preinscrito sobre lo que es visto como normal y lo que se adopta como aceptable. Entre las herramientas más usadas para activar dicho orden se encuentra la captura entendida como el despliegue de mecanismos que la institución médica establece sobre el sujeto en relación con el cuerpo y su comportamiento37; también se hallan los juegos de verdad o discursos que establecen verdades sobre los cuerpos los cuales luego transmiten poder y construyen realidades. Un juego de verdad es el envejecimiento prematuro en términos de aparición de signos de envejecimiento antes del tiempo ‘apropiado’. Otro juego de verdad es la belleza como producto de la conquista y la responsabilidad personal de mujeres y hombres que disponen de ofertas en el mercado de las cirugías plásticas estéticas, un mercado lleno de tensiones de género que replantean la emergencia de importantes cambios en la relación de las mujeres con el cuerpo. Con las cirugías plásticas estéticas los cuerpos son trabajados por acciones y discursos, no solamente por los instrumentos quirúrgicos. Hechos y enunciados son constantes y subyacen en el crecimiento del número de cirugías ofrecidas en el espacio médico, junto con el uso que las mujeres han hecho de estos procedimientos con el proyecto de cuidar el cuerpo, y no solamente para el otro sino para sí mismas. Se trata de una mudanza subjetiva sustentada en el amor por el propio cuerpo y en el placer de prodigar cuidados personales con procedimientos quirúrgicos producto de avances científico-técnicos que ofrecen intervenciones más frecuentes con menos riesgos y mayor valor simbólico. Entre amor, placer y valor, surge la fealdad inscrita en señales corporales que antes no lo eran38, incluso las imperceptibles se hacen visibles.

Cuerpos de mujeres-madres La maternidad surge como un importante aspecto en el envejecimiento de las mujeres y en este contexto se contraponen dos percepciones: una entiende que el embarazo, incluso la maternidad, transforma el cuerpo de la mujer alejándolo de la belleza y acercándolo más a la 37 Ibíd:97. 38 Sonia Lisboa, 2004:158.

vejez. Otra, con Florence Thomas, que reconoce el cuerpo post-embarazo como un nuevo cuerpo que marca ese momento para entablar nuevos diálogos con el cuerpo –nuevo cuerpo- tratando de desechar los estereotipos recibidos y los mensajes negativos39. Algunas mujeres agregan que no influye solamente el embarazo en sí mismo sino que también aparecen todas las experiencias ligadas a la maternidad, un trabajo arduo marcado por la necesidad de dedicarse a otros y otras que termina dificultando el auto cuidado. Para estas mujeres el envejecimiento femenino es resultado de una vida dura; el ‘ser madre’ es una de las herramientas discursivas que tienen las mujeres como justificación de su presencia en la consulta de cirugía plástica donde buscan verse mejores o rejuvenecer. Sus discursos -que giran alrededor de ‘los niños’, ‘el descuido y el cuidar a otros y otras-, funcionan como forma de explicar por qué son ‘así’, por qué sus cuerpos no están ‘formados’, ‘moldeados’, por qué tienen rollos de grasa en ciertos lugares o por qué la flacidez las está invadiendo. Además, se percibe por encima de todo la forma en que las usuarias utilizan su condición para legitimar la intervención quirúrgica sobre sus cuerpos. Las mujeres han sufrido por ser ‘mujeres’, y están en todo su derecho de cobrar su ‘cheque’ para obtener los beneficios del cambio corporal. Es una alianza entre mujeres y profesionales con la que se refuerzan el dispositivo de la feminidad, la mujer sufrida, la mujer víctima y la condición femenina. Mediante esta clase de alianzas de reciprocidad se reconoce su sufrimiento previo y se le ofrece la posibilidad de volver al comienzo del significante contenido en la expresión ‘ser mujer’. Es una relación de poder articulada por las construcciones de género; la medicina es responsable de cumplir con las exigencias de las mujeres y las mujeres deben cumplir con las construcciones de género como víctimas. Ambos grupos tienen responsabilidades dentro de un sistema de género y ambos participan en el proceso de hacer. En el fondo circula una valoración especial del cuerpo de la mujer-madre únicamente cuando no muestra las secuelas del embarazo. El cuerpo-madre es propio de la mujer supermadre quien, a pesar de cuidar o haber cuidado a 39 Florence Thomas, 2007: 14.

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otros/otras, puede cuidar de ella misma para impedir que las exigencias de la vida, y sobre todo de su maternidad, deterioren su cuerpo o aspecto físico. El valor del cuerpomadre aumenta con el número de embarazos pero solamente cuando el cuerpo se mantiene dominado por la subjetividad y tonificado por el ejercicio, permaneciendo la mujer ‘bella’ y la ‘belleza’ de la mujer. Un alto número de hijos/hijas y un cuerpo sin dominar da la impresión de que se trata de una mujer que ‘no se cuida’, de una mujer abandonada, dejada y sin control sobre su propia vida. Esa tendencia es reforzada por las numerosas imágenes de mujeres desnudas y en avanzado estado de embarazo que inundan los medios de comunicación, los cuales construyen el cuerpo-mujer-embarazada en términos de una maternidadsexualizada enmarcada en un cuerpo-disciplinado. Límites: naturaleza y cuerpo. La cirugía plástica moderna crea lo bello, determina la belleza, otorga sentido de anormalidad a aspectos específicos del cuerpo y construye juventud; a la vez, el mercado quirúrgico estético se ubica en un orden imaginario para curar o reconstruir cuerpos saludables pero partiendo de la percepción negativa de la mujer y de la intensa insatisfacción femenina respecto de su propio cuerpo. El éxito profesional de quienes la practican y la demanda de las mujeres se deben a la publicidad, las relaciones con la salud y la industria de la belleza. Un cuerpo ‘natural’. Lo ‘natural’ forma parte importante de las construcciones de cuerpo, género y juventud en el contexto de las cirugías plásticas. Se utiliza para hacer referencia a múltiples ideas y situaciones convirtiéndose, como lo describe Suzanne Fraser, ‘en una categoría moldeable, capaz de ejecutar múltiples trabajos de esencia política’40. Lo natural históricamente representa lo incontrolable por su cercanía con lo primitivo, pero también funciona como una plantilla o un molde social a partir del cual se puede mantener un orden perfecto, puro, que debe ser seguido para mantenerlo estable, copiado o alcanzado inexorablemente si aún no se dispone de dicho carácter, o si se ha perdido. Lo natural como concepto surge, circula y flota en las consultas de cirugía plástica con frecuencia; puede indicar un aspecto positivo encarnado en el cuerpo o puede destacar un rasgo indeseable pero encarnado. Me aproximo a este 40 Suzanne Fraser, 2003:131.

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concepto como un significante flotante según lo definido por Levi-Strauss: expresión consciente de una función semántica cuyo papel consiste en permitir que se ejerza el pensamiento simbólico para adoptar distintos significados, expresión que circula por el espacio médico. Cada concepto fluye con una densidad que le permite deslizarse sobre el cuerpo o sus partes con el fin de sugerir acciones que lo afectan sin anclarse o encarnarse de manera directa. Como resultado, el cuerpo junto con sus partes se reinventa múltiples veces anclado en otro concepto cambiante, lo natural como significante flotante41 se observa en distintos momentos de la consulta. Lo natural aquí sugiere un estado de ‘antes’ o un cuerpo no transformado por los eventos de la vida como el de tener hijos/hijas. Además, se reconoce la existencia de ese ‘estado de antes’ calificado como mejor y más valioso en la mayoría de los casos. Así se van produciendo nuevas nociones del tiempo en las subjetividades de las personas –antes era mejor –y la juventud se convierte en el referente de la nostalgia42. A pesar de que en el caso de Esperanza, ella no debe volver al ‘estado de antes’ porque su abdomen se considera ‘natural’ y sin mayores cambios, la división entre un estado o un cuerpo de antes y un estado/cuerpo de después emerge en toda su magnitud. Sin embargo, lo natural como significante flotante migra a otras partes del cuerpo y resalta otros significantes cuando Esperanza se presenta dos meses después para la cita de control con el cirujano Dr. Duque. Ese día se encuentran muchas usuarias y, debido al poco espacio, la cita se hace en la sala de reuniones. Después de unos saludos breves y la sensación de prisa entre cirujano y usuaria, la mujer se quita la blusa y muestra sus senos al cirujano en lo que parece una cita muy improvisada pero práctica para los intereses de la consultante. La naturalidad no es un concepto fijo ni estable, al contrario flota sobre el cuerpo sin anclarse en algún significante corpóreo que le otorgue firmeza. Apenas entendemos que la cirugía fue exitosa por ser ‘natural’ pero el concepto es auto-evidente, no requiere explicación alguna, sigue estando ahí… es flotante.

41 Elaborado con más detalle al final de la tesis en la medida en que constituye el eje de las conclusiones. 42 Judith Butler, 1993:101.


En los discursos médicos se reflejan otras perspectivas sobre lo natural. En la anterior cita se entiende que el seno es ‘natural’ porque no muestra la fuente de su construcción quirúrgica; la apariencia se cambia sin que haya quedado testimonio de ello, esto es, escondiendo todo rasgo de manipulación, lo que Kathryn Morgan43 llama una apariencia ‘sin costuras’ (seamless appearance). La construcción de partes del cuerpo sin mostrar huella alguna de los procedimientos, como forma de crear ‘lo natural’, es paralela a la forma como se construyen las identidades de género. La medicina no produce únicamente cuerpos femeninos y masculinos sino que busca simular su existencia como cuerpos ‘reales’. Así, se establecen identidades masculinas y femeninas procurando eliminar toda señal de los rituales quirúrgicos encabezados por actos médicos. No obstante, el modo de incluir lo natural cuando se hace referencia al resultado de una operación en el cuerpo, tiene otras nuevas funciones. En el caso de Esperanza el seno se reconoce como un seno ‘natural’ después de la cirugía, ahí se aplica un comportamiento ‘natural’ a las actividades antes entendidas como ‘no naturales’ –el uso de la cirugía plástica estética-. Esto permite adoptar una visión menos invasora y más cercana al organismo para que las cirugías se sitúen en la vida cotidiana como una extensión de la naturaleza. De este modo, lo ‘natural’ flota no solamente sobre el cuerpo sino en el espacio, circula entre los diferentes cuerpos y se reubica con acciones ejercidas sobre el cuerpo mismo. Se pone de presente que la edad y el ser mujer-no-madre son indicativos de una materia prima de mejor calidad, más fácil de moldear permitiendo un resultado óptimo. El cuerpo joven y sin hijos se entiende como menos afectado por los eventos de la vida (gestación, envejecer), por lo que se encuentra en un estado más ‘puro’. También se señala la posición de mujer-no-madre como más cercana a lo natural, lo cual es una referencia de los cambios en el dispositivo de feminidad con respecto a las construcciones de maternidad.

43 Kathryn Morgan, 2003.

Fragmentación del cuerpo En las cirugías plásticas el cuerpo se trabaja, surge como una obra de arte basada en un enfoque terapéutico diseñado para ‘mejorarse’. Percibimos la imagen de un escultor que dedica buena parte de su tiempo para perfeccionar el objeto de su creación. Quien esculpe trabaja con una materia prima, mientras quien opera, como requisito para hacer una intervención en el cuerpo, debe reconocer lo inapropiado y lo inadecuado de su materia prima. La cirugía plástica estética asume un cuerpo natural pero defectuoso ya que se ofrece para mejorarlo44. Para usuarias y usuarios, trabajar el cuerpo hace parte de lo que Featherstone45 llama mantenimiento del cuerpo, entendiéndose al cuerpo como una máquina igual que el carro que necesita servicio, atención y tiempo de cuidado. Una máquina que se compone de partes operables, objeto de intervenciones quirúrgicas. En las cirugías plásticas el cuerpo es tratado de manera fragmentada, y cada fragmento es tratado como un todo que puede ser fragmentado de nuevo. Según Foucault el cuerpo ha entrado en un mecanismo de poder que lo explora, lo desarticula y lo recompone46 como senos, rostro o abdomen. Son fragmentos o áreas posibles de mejorar, arreglar y reparar; por tanto, el cuerpo es material de buena o mala calidad. El cuerpo de esta manera no es uno sino múltiple; el envejecimiento tampoco es uno sino múltiple. Por lo tanto, las mujeres deben enfrentar no solamente un envejecimiento sino múltiples fragmentos envejecedores: la cara, los senos, las manos, y este proceso es presentado como envejecimiento de ‘otra’ en el sentido de que los cuerpos o sus partes cambian sin su consentimiento, sin su aprobación. Cuando recurren a actos de cortar el cuerpo quirúrgicamente las mujeres sienten que han retomado el control corporal, así sea transitoriamente, de sus cuerpos fragmentados. La fragmentación del cuerpo se percibe sobre todo en los senos; son clasificados según varios factores tales como textura, tamaño, longitud, su punto de enfoque; lo que conlleva la realidad de tener senos pequeños,

44 Pippa Brush, 1998:31. 45 Featherstone, 1991. 46 Foucault, 1975: 141.

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grandes, caídos, desocupados o flácidos. El seno debe estar firme, lo que hace que el seno no se mueva tanto; no debe ser demasiado grande para que no se note; igual sucede con el pezón. Las mujeres perciben los cambios en sus senos como los describen María y Lina: - María: se me cayeron. - Lina: se volvieron flácidos. - Y los cirujanos invitan a una nueva fragmentación: Dr. Garzón: si no le gusta el tamaño de sus pezones... los podemos achiquitar. Son enunciados flotantes tras la pregunta: ¿por qué se busca un seno firme o levantado?, de manera semejante a lo preguntado por Susan Bordo47: ¿por qué el cuerpo delgado se ha convertido en el cuerpo idealizado? Ahora que el seno ha perdido o va perdiendo su valor materno48 el significado predominante está atado a lo sexual. La autora muestra que el interés por tener un cuerpo ‘delgado’ está acompañado por la meta de disponer de un cuerpo firme con músculos que expresen sexualidad, pero sexualidad controlada y manejada, que no esté a punto de explotar de forma no deseada y de forma vergonzosa49. Igual que un cuerpo controlado lo que se busca establecer es una sexualidad controlada. Por eso mismo, cada cambio corporal buscado quirúrgicamente es un cambio controlado pero, además, es un cambio que controla. En los discursos médicos, los senos se construyen como partes del cuerpo fuera de control con el ‘paso del tiempo’ –como dicen los cirujanos, no están en el lugar que deben estar, se cayeron, se volvieron flácidos-, son cambios no deseados e incontrolables. Los senos demasiado grandes, que se mueven demasiado o que atraen demasiada atención, muestran un cuerpo no controlado, ubicado fuera de los límites apropiados para la feminidad; pueden representar una sexualidad descontrolada en los términos de Susan Bordo. Por lo tanto, la cirugía que sube, rellena, aumenta los senos no solamente trabaja esta parte del cuerpo sino trabaja ‘mujer’, feminidad, sexualidad, y sobre todo, heterosexualidad.

47 Susan Bordo, 2003. 48 Sevilla Casas, 2003. 49 Susan Bordo, 2003: 195.

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Subir, rellenar, levantar, aumentar, proyectar y dar perfil hace parte del proceso de la normalización de los senos y de la edad. Este vocabulario, aunque hace referencia al cuerpo y en particular a los senos, hace eco con lo que se busca hacer a través de las construcciones de feminidad y masculinidad –ya que todo está enfocado hacia el hacerse ver, el destacar el cuerpo de las mujeres construido según las reglas de feminidad-. Un seno proyectado es una feminidad proyectada, dar perfil al busto afina a la mujer como ‘mujer’. Los cambios que ocurren en el cuerpo alejan a las mujeres de la feminidad encarnada en senos levantados, proyectados, perfilados, y rellenados; las mujeres buscan ‘volverse como antes’; equivale a recuperar feminidad. Una situación similar se percibe cuando los cirujanos observan en las mujeres el signo de la tiranta –una marca inscrita en el hombro por el brasier- y llegan a la conclusión de que el seno es demasiado pesado; indicando la posible necesidad de una intervención. Aquí nuevamente es el cuerpo el que presenta el problema y no el brasier aunque haya fallado en su intento de disciplinar al seno; el cuerpo indisciplinado se convierte en problema. Por consiguiente, es necesario buscar otros métodos más efectivos para su control directo y específico. Por estas vías de fragmentación se sugiere que el cuerpo de las mujeres y el envejecimiento femenino son más fáciles de moldear ya que existe mayor número de partes del cuerpo con las cuales es posible trabajar exitosamente. Son partes corporales observables desde diferentes y nuevos ángulos y gradientes, resultando un examen más vigoroso y complejo. Igualmente, después de las cirugías, a veces es necesario ‘corregir’ otras partes del cuerpo, esas que surgen como errores de los procedimientos, con retoques que implican una intervención post-cirugía menos grave. Se actúa sobre algo que ya fue arreglado o corregido por la cirugía pero que no quedó ‘perfecto’, generando una situación paradójica. La paradoja deriva del hecho de que una primera cirugía crea una imperfección quirúrgica percibida apenas como un pequeño detalle, mientras que el desbalance o desarmonía natural se magnifica mediante la mirada experta con grandes repercusiones sobre la psiquis, sobre las emociones.


Puntos finales Ahora deseo recoger los hallazgos del estudio a modo de conclusiones sobre las formas de hacer género y edad en cirugía plástica. Se ‘hace’ género y edad por distintos rituales creados y adoptados en el espacio médico y por un remolino de significantes flotantes que naturalizan las construcciones de género y facilitan la construcción del dispositivo de la feminidad. Los significantes flotantes permiten un discurso borroso, confuso e indefinido; discurso que es necesario aclarar y anclar en el cuerpo por medio de las cirugías plásticas, con el fin de detener las categorías flotantes de género para llenarlos y establecerlos como auténticos y verdaderos referentes corporales.

Significantes flotantes Los significantes flotantes comienzan con un desanclaje –un desprendimiento de conceptos-, un exceso de significación y un discurso flotante como forma de sustentar género y edad en las cirugías plásticas. El desanclaje conduce a que los significantes juventud, vejez, hombre, mujer, belleza existan como conceptos indeterminados, no fijos, cambiantes, dinámicos y fugaces ya que el discurso médico nunca define lo que representa ser viejo o joven, femenino o masculino; no se define en qué ‘mujer’ o en qué ‘hombre’ se van a convertir tras realizar la cirugía. Estos conceptos no son claramente presentados sino que se manifiestan dentro de un exceso de significación acompañados por un movimiento turbulento y confuso. Las construcciones de género, cuerpo y edad que se sostienen por este movimiento flotante impiden fijar límites o excluir representaciones. El significante flotante adopta distintos significados; se le puede atribuir cualquier sentido o incluso se le puede vaciar de contenido. Facilita decir lo que se piensa sobre algo en ese momento, identificar experiencias difíciles de entender y juntar las experiencias bajo una idea: el envejecimiento. Los significantes flotantes sirven como herramienta para naturalizar las categorías vacías ya que el significado en sí mismo se esfuma, y el significante comienza a representar movimiento, rumbo o cuerpos en transición que van desplazándose reconfigurando los eslabones de la mejoría, es decir, la posibilidad de mejorar la imagen ante la

mirada de la otredad. Lo relevante son los movimientos: rápidos, confusos, borrosos; como resultado el lenguaje se ‘cae’: la caída lanza al sujeto hacia la arbitrariedad de la diferencia lingüística, el remolino revolucionario de las corrientes opuestas, y destruye cualquier intento de encontrar un punto fijo desde el cual pueda estabilizar el momento cambiante del lenguaje50. Los significantes flotantes mujer, edad, belleza, representan movimiento para que las personas transiten por la turbulencia y la confusión del remolino de manera ‘segura’.

Significantes flotantes en las cirugías plásticas En medio de este movimiento de intercambios entre quienes participan en las consultas de cirugía plástica en los espacios hospitalarios por donde circulan las palabras alusivas a los cuerpos que se van a reciclar, los significantes flotantes funcionan de múltiples formas. Los significantes flotantes y el exceso de significación se reflejan en la forma en que se mezclan las experiencias de la maternidad, el envejecimiento y la condición femenina donde, por medio de estas experiencias, el cuerpo queda ubicado en un continuum de antes y después. No se define a qué se atribuyen los cambios pero se establece que el cuerpo oscila entre cuerpo envejecido y cuerpo transformado por la maternidad. Se observa la cadena de significantes derridiana, embarazo-daño/daño-envejecimiento/envejecimiento-mujer…, cadena que nunca se realiza completamente sino que cada eslabón trae consigo rasgos del anterior resultando un juego de significantes flotantes y resbalosos. El cuerpo-madre sin rastros de la maternidad es un componente del dispositivo femenino igual que una vuelta a sus inicios percibidos como la verdadera feminidad; la juventud y el ‘ser mujer’ se convierten en eternos referentes de nostalgia51. La materia prima femenina no es apropiada para las necesidades de las mujeres acechadas por la inminente presencia de la vejez. El dispositivo de feminidad genera nuevas responsabilidades y exige nuevos cuidados. El cuidado surge como significante flotante que se desliza por todo el cuerpo femenino; cuidado 50 Botting, 1991:148. 51 Judith Butler, 1993.

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es lo que la mujer no hizo, lo que hizo demasiado, lo que tiene que hacer de ahora en adelante, lo que es tarde para hacer por sí misma... De este modo los significantes flotantes ocurren en función de posibilidades mantenidas a flote. Por el movimiento del remolino es posible ser bella y ser joven, (más) mujer, (más) hombre. El discurso sugiere la posibilidad de desplazarse hacia mejores cuerpos dejando atrás el cuerpo ‘malo’ ‘dañado’ o deteriorado. Para Florence Thomas52 los cuerpos cambiantes y envejecientes son ‘nuevos cuerpos’ pero en este estudio se observa la elaboración de una red de posibilidades de nuevos cuerpos que flotan sin adherirse sobre el cuerpo. Nunca se manifiesta el ‘nuevo cuerpo’ de Florence Thomas, solamente se mantiene como posibilidad el cuerpo de antes. Los significantes flotantes son herramientas que facilitan el trabajo de los y las participantes en la consulta cuando se hace referencia a, o se mide, cada cuerpo en términos del ser mujer, ser bella, del ser hombre, ser joven, o de volver a lo natural. Lo natural aparece como un significante flotante continuo para aludir a una serie de ideas sobre lo bueno, lo malo, lo incontrolable, lo limitado, lo bello, o lo feo. Lo natural puede ser creado o puede ser cambiado. Con los cúmulos de significantes flotantes es posible conjugar distintos componentes ‘naturales’ durante las consultas y comprometerse con uno de ellos durante un instante, si se opta por la posible mejoría quirúrgica. En este proceso es importante la intersubjetividad. La intersubjetividad elimina la significación sobrante; es un acto de cierre que permite construir sentido53 para completar un acto médico donde el exceso de significación labra significados apropiados y convenientes en el instante. En el exceso se detiene durante un instante una parte de lo flotante, lo suficiente como para afectar al cuerpo pero, al terminar la interacción, lo flotante y el exceso se reactivan. No es un cierre en su totalidad ya que no excluye ni establece límites rígidos, solamente hace recortes afines a los deseos.

encarnación de los significantes flotantes. Es apenas un instante porque cuando el cuerpo sale del remolino de significantes, los significantes continúan circulando allí. Envejecimiento, belleza, mujer no se anclan en el cuerpo; las cicatrices, el dolor, las manchas, se convierten en marcas vacías que muestran la forma como el cuerpo termina siendo un territorio intervenido por muchos bisturís sin que se revele la autoría. Como explicó Julia después de realizarse una lipectomía: - Julia: El dolor era terrible… pero después se olvida El exceso de significación permite que los y las participantes esculpan los significados necesarios y apropiados para facilitar el trabajo del cuerpo, o para evitarlo. Así, se observa el ‘hacer situado’ de Zimmerman54 ya que el acontecimiento –el hacer natural, hacer juventud, hacer género- ocurre mediante la interacción concreta en el espacio médico respaldado por las instituciones donde ocurre dicha interacción. El hacer género situado se intercambia con lo flotante cuando las mujeres hacen actividades juntas y participan en los rituales de ser mujer, de rendir cuenta de feminidad. Un aspecto importante en este proceso es la otra, la otra mujer, la belleza de la otra, la juventud de la otra, los senos de la otra: la otra flota de manera constante como un espacio público y compartido del no ser; espacio que sostiene el proceso de reciclaje pero, sobre todo, las posibilidades de reciclar.

Significados flotantes sobre los cuerpos

Los significantes flotantes están acompañados por rituales y actos. Al tocar y marcar el cuerpo con el envejecimiento, la belleza, la feminidad, pareciera producirse la

Género y edad son componentes del dispositivo de feminidad. El hacer género depende del ‘hacer juventud’, no en términos de una edad cronológica o un estado del cuerpo, sino en términos de existir dentro de un sistema discursivo que apunta al ‘buen vivir’, al consumo, al cuidarse, a la belleza, a la juventud y a la heterosexualidad. El dispositivo feminidad está compuesto por un discurso flotante donde los significantes pueden remplazar al otro -‘mujer’ es ‘belleza’, ‘belleza’ es ‘juventud’, ‘juventud’ es ‘cuidarse’-, por lo tanto, referirse a uno de los significantes flotantes es entrar en todo el sistema subyacente en el dispositivo de feminidad o, como lo describe Judith Butler55, ‘invocar una parte de él significa invocar y confirmar su totalidad’.

52 Florence Thomas, 2007. 53 Mirta A.Giacaglia, 2004: 4.

54 Traducido del inglés Situational doing. 55 Judith Butler, 1999:145.

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Como resultado, los significados no se construyan por su diferencia con otros significados sino por sus similitudes. De este modo, los significantes binarios como joven y viejo son remplazados por una multitud de significantes que conforman el dispositivo de la feminidad y naturalizan su construcción. En el discurso flotante, se moldean los cuerpos deseados y no deseados, y aunque la vejez no pertenece ‘naturalmente’ al dispositivo feminidad, sí existe como una posible e inminente presencia flotante sobre el cuerpo de las mujeres. Las cirugías plásticas intentan encarnar en los cuerpos el dispositivo feminidad y como resultado es posible cambiar tejidos y formas. Sin embargo, el punto de partida y el punto de llegada no es el cuerpo sino el deseo flotante, lo posible de ser reciclado; un deseo naturalizado y sobre todo generizado56, un deseo que surge del dispositivo de feminidad, de hacerse ‘mujer’, de completarse como noción y de rendir cuentas de género, como parte de un sistema que reconoce la heterosexualidad como verdad con sus rasgos de autenticidad y de ‘real’. Este proceso es impulsado por el vaciamiento o el exceso de significación de ‘mujeres’ y ‘hombres’, como lo afirma Joan Scott: se convierten en significantes vacíos, los cuales se puede llenar con todo tipo de significados’. Derrida57 hace eco de estas palabras porque el significante está siempre en un proceso de ‘différence’, siempre es postergado. Así, ‘mujer’ y ‘hombre’ se mantienen como categorías vacías a la espera de ser llenados y completados, mientras los procedimientos quirúrgicos funcionan como herramientas para llenar vacíos y reafirmar categorías. Las cirugías crean ‘mujeres’ y ‘hombres’ completos y verdaderos: durante unos instantes el cuerpo, como punto de anclaje, detiene el movimiento de género y llena las categorías ‘mujer’ y ‘hombre’. Finalmente, aunque las cirugías crean marcas permanentes en el cuerpo los significantes se mantienen flotantes, no se quedan anclados en el cuerpo porque lo flotante es necesario para seguir con el sistema de reciclaje. El cuerpo en medio de una turbulencia creada por los significantes confusos es trabajado por la cirugía para disipar la confusión pero, para que los cuerpos se puedan leer de nuevo, 56 Traducido por Joann Wilkinson del inglés ‘Genderized’ que se refiere al proceso de adquirir género. 57 Derrida, 1978,1976.

es necesario entrar en otra red de significantes flotantes, o sea, en el sistema de reciclaje. El género no se detiene; al contrario, se mezcla con otros significantes como forma de mantenerse flotante y vacío una y otra vez.

Significados flotantes transitando por la urbe Los cuerpos cambiados por la cirugía tienen nuevas marcas, formas y cicatrices pero para que estos cambios se conviertan en feminidad, belleza y juventud, las mujeres deben entrar en otro remolino de significantes donde se entremezclan lo flotante y lo vacío. Existen muchos espacios donde funcionan los remolinos de significantes vacíos; son espacios listos para recibir los cuerpos e impregnarlos de significados ambiguos y generizados. Esto conduce a que los discursos flotantes y los remolinos de significantes vacíos se conviertan en parte esencial de los distintos espacios urbanos, por ejemplo, el norte de la ciudad, los centros comerciales y los entornos de ocio. Se devela entonces un dispositivo de remolinos diseñado para albergar cuerpos bellos, femeninos y jóvenes, mientras la urbe queda marcada por el dispositivo femenino. Las mujeres comienzan sus recorridos quirúrgicos en el sur de la ciudad con cirujanos que tienen sus consultorios en el norte; estos nuevos tránsitos urbanos propician reencuentros cuerpo-ciudad y la ciudad se fragmenta de la misma forma como se fragmenta el cuerpo para facilitar su manejo y control. A la par, el dispositivo de feminidad se fragmenta en una parte no deseada de la ciudad para luego rehacerse circulando por sectores deseables. Los cuerpos flotan de nuevo como se manifiesta en las últimas citas de control de las usuarias; cuando ellas miraban sus cuerpos en el espejo los cirujanos cerraban la cita con: - Cirujano: ¡Bueno, ya puedes ir al Parque de la 93! El Parque de la 9358 es un lugar comercial frecuentado por personas de recursos económicos altos o que buscan mostrarse de esa forma. Es un parque ‘bonito’ atractivo, ‘de moda’, un espacio social deseable; se mantiene en buenas condiciones: los edificios se arreglan (o se reciclan), el pasto se corta, los árboles se podan y las plantas se 58 Parque en el norte de Bogotá rodeado por bares y restaurantes.

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adornan. Es un lugar cuidado y frecuentado por personas que se ‘cuidan’. La ciudad se va transformando y con ella las mujeres y los hombres que la transitan cotidianamente; se deja atrás lo viejo, lo desarreglado y lo abandonado de la ciudad, donde comenzaron sus recorridos quirúrgicos para moverse hacia zonas nuevas, bonitas, organizadas y arregladas, como el Parque de la 93. Ocio y negocio, producción y consumo, necesidad y deseo se mezclan en un espacio especialmente complejo de usos y significados sociales. Los nuevos espacios urbanos son aptos para que mujeres y hombres exhiban sus cuerpos reciclados y para entrar en nuevos remolinos de significantes flotantes. Como resultado, nos convertimos en cuerpos públicos y entramos en una panóptica placentera de la sociabilidad corporal y la corporalidad urbana para rendir cuentas con el género durante unos instantes. Es un proceso de reciclaje de discursos y cuerpos donde los significantes mujer, hombre, joven, bella, femenino, masculino, habitan el espacio compartido e inducen al consumo quirúrgico como forma de dar solidez a las construcciones de género. Sin embargo, como dichas construcciones son dinámicas y móviles por sus componentes flotantes y vacíos, continuamente se introducen (y viven) nuevos reciclajes corporales. Pero, en medio de estas dinámicas, emergen resistencias al sistema de género porque el género no es estable ni fijo, aunque, a la par, los límites establecidos por el mismo sistema sean flotantes, estén en posibilidad de ensancharse o cambiarse. Por lo tanto, el cuerpo-lugar de resistencia como lo muestra Orlan en su trabajo Arte Carnal, vuelve para obligarnos a repensar los significantes de los reciclajes corporales. En las cirugías plásticas estéticas se hace eco de este trabajo cuando las mujeres desean cambiar el cuerpo de formas no apropiadas o cuando sobrepasan las fronteras de feminidad; insisten en volver plásticos los límites, quieren expandir los procesos de reinvención emprendidos y vividos. Son procesos llenos de reciprocidades: las mujeres se reinventan según el sistema de género pero el género se reinventa con ellas; utilizan las mismas herramientas de anclaje para desanclar subjetividades y cuerpos. Con otras palabras, el género es plástico igual que los materiales y los discursos que lo hacen, según lo señalado

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con las estrategias narrativas, las ilustraciones y las miradas identificadas a lo largo de los recorridos hechos por los consultorios y las localidades bogotanas, o con las metáforas usadas en las consultas y desplegadas en los textos que configuran esta tesis. No obstante, como la estructuración del hacer narrado implica un proceso continuo de anclaje y desanclaje, conviene plantear estudios particulares destinados a analizar los modos como surgen dentro y fuera de los quirófanos, o las maneras como son vividos sus efectos en las dinámicas cotidianas. Todos ellos ofrecen puntos clave para profundizar en los múltiples componentes de las nuevas resistencias que están por ser develadas.

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PREMIOS 2010 Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

Números p-ádicos en Aritmética y Sistemas Complejos, de WILSON ÁLVARO ZÚÑIGA GALINDO, Investigador Titular del Departamento de Matemáticas en el Centro de investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, México D.F., México.

Ciencias Sociales y Humanas

Los archivos del dolor: Ensayos sobre la violencia y el recuerdo en la Sudáfrica contemporánea, de ALEJANDRO CASTILLEJO CUÉLLAR, Profesor Asociado del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes, Bogotá, D.C.

Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible

Estado del conocimiento de la flora silvestre en la jurisdicción de Corantioquia 2009, de JUAN LÁZARO TORO MURILLO, Profesional Especializado de la Subdirección de Ecosistemas de Corantioquia, Medellín.

Solidaridad

Fundación Visión & Gestión, Ingeniería Social, Manizales. Fundación Círculo Nacional de Auxiliadores Técnicos Galindo Díaz – Cinat – Bogotá, D.C.

MENCIONES DE HONOR Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

Diversificación, co-evolución, y ecología química de las abejas de las orquídeas y sus plantas hospederas, de SANTIAGO RAMÍREZ postdoctoral de la Universidad de California, Berkeley, Estados Unidos.

RENDÓN, candidato

Una variante común de la latrofilina 3, LPHN3, confiere susceptibilidad para el trastorno de atención-hiperactividad y predice la efectividad de la medicación psicoestimulante, de MAURICIO ARCOS-BURGOS, Investigador Asociado del National Human Genome Research Institute – NHGRI – Bethesda, Maryland, Estados Unidos y DAVID ANTONIO PINEDA SALAZAR, Profesor Titular de Neurología y Neurociencias, Grupo de Neuropsicología y Conducta de la Universidad de Antioquia, Medellín.

Ciencias Sociales y Humanas

La civilización Montés, la visión india y el trasegar de Manuel Quintín Lame en Colombia, de MÓNICA LUCÍA ESPINOSA ARANGO, Profesora Asociada del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes, Bogotá, D.C.

Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible

Programa de Investigación para la Gestión Integral del Agua en Colombia, del Grupo Red de Cooperación en investigación sobre el Agua –GRECIA– coordinado por GERMÁN POVEDA JARAMILLO, Profesor Titular de la Escuela de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia, Medellín.

Solidaridad

Fundación Secretos para Contar, Medellín.

JURADOS Ciencias

EDGAR EDUARDO DAZA CAICEDO, HUGO FAZIO VENGOA, CARLOS ARTURO GUERRERO FONSECA, SANTIAGO MADRIÑÁN RESTREPO Y JUAN PLATA CAVIEDES.

Solidaridad

LUCY WARTENBERG VILLEGAS, ELISABETH UNGAR BLEIER Y JUANITA VILLAVECES NIÑO.

APERTURA CONVOCATORIA 2011 Anunciamos que la convocatoria para participar en los Premios Alejandro Ángel Escobar de 2011 se abre el 17 de enero y se cierra el 31 de marzo. Los invitamos a participar.

ACIÓN ALEJANDRO ÁNGEL ESCOBAR Calle 26 No. 4A – 45, Piso 10, Edif. KLM Tel. (57) (1) 281 8711 • Fax: (57) (1) 243 3104 Bogotá D.C. – Colombia http://www.faae.org.co


Sueños, imágenes y símbolos


Bogotá, Avenida Jiménez con carrera Quinta Cartel - 2007

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Mónica Sánchez Bernal

Arquitecta. Magister en Arquitectura de la Vivienda Universidad Nacional de Colombia

Bastardilla*, mujer sin ataduras *

http://www.bastardilla.org/blog/

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Bogotá, Barrio Teusaquillo 2007

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De tiempos cruzados, de pulso rápido, de muros recorridos. Grafitera anónima, trashumante de un espacio público vetado para ellas. Lugar doblemente prohibido en la historia de la humanidad, durante milenios: en el arte de andar la ciudad solitarias, sin prejuicios, y en el de asumir un oficio artístico y contestatario de esferas públicas. En este contexto de transgresiones se sitúa ella, con intención o sin intenciones de protesta, allí sella su camino según piensa, vive y palpita el cotidiano vivir. El arte urbano que realiza muestra su punto de vista como mujer y «callejera»1. Sale, sin miedos, y produce para sí, para expresarse ante los otros, para compartir su mundo. Las calles de ciudades como Bogotá, Medellín, Pereira, Barranquilla, Armenia, Manizales, Taganga, Isla Margarita, México D.F., Guatemala, San Salvador, Valencia, Barcelona, Madrid, Boston y Nueva York, la han visto atravesar escalera, pote de pintura, latas de spray, marcador, esténciles, carteles o autoadhesivos en mano, en silencio ella, en silencio ellas. Entregadas a su huella en las pieles de fachadas en ruina, en puertas que dejaron de ser puertas para convertirse en umbrales de otros medios, en postes que apenas se sostienen, en las ventanas de buses en movimiento, en pequeños y grandes objetos urbanos, cotidianos, estáticos, móviles. Que, tras un pestañeo, 1 Osorio, Zenaida (2008). “Son mujeres de la calle. Lo son en sentido auténtico porque no usan la calle sólo para ir de un lugar a otro, sino que la eligen conscientemente para componer, cantar, pintar, bailar y hacer música. (…) Habitan con su creación plazas, esquinas y calles (…) para ejercer su profesión, aprenderla y en ocasiones espontáneas, enseñarla.” Callejeras: Bogotá D.C.2008. Segundo Congreso Distrital de Mujeres Hip Hoppers. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Artes, Escuela de Diseño Gráfico. [Catálogo en línea] http://www.artemisanoticias.com.ar/images/ FotosNotas/callejeras.pdf Consultado el: 07/07/2010.

quedan marcados con el pajarito, signo de su libertad y presencia urbanas. Barrios La Rosita, La Concordia, La Victoria, Los Laches, Boyacá Real, Santa Teresita, Quiroga, Galerías, localidades de Chapinero, Teusaquillo, Los Mártires, entre otras vías la Circunvalar, la Jiménez, la Séptima, la Autopista Sur, la Zona T, universidades Nacional y del Bosque: son lugares intervenidos que hacen ya parte de una memoria cartografiable pero no asible de la bogotana. Una vez se reconoce su trazo, el transitar por las ciudades deja de tener amnesias para quien descubre a la vuelta de la esquina, en el recodo de un muro que se desliza sobre otro, en el muro eterno que acompaña el paso, a los habitantes gigantes y efímeros que aparecen y desaparecen según son gestados y expuestos al tiempo. ¿Descansan en el afuera? ¿Duermen? ¿Se protegen? ¿Se esconden? ¿Se balancean? ¿Reposan inertes? ¿Lloran adheridas o recostadas en los muros? Cada cual interpretará a su modo. En un momento cuando el feminicidio se hace visible, en Latinoamérica y en el mundo, las mujeres pintadas demuestran su tristeza y muestran sus intimidades, sin pudores, en público, rompiendo protocolos. Se exhiben tal como son: ellas y ellos mismos, sensibles al mundo, a la vida, al desgarro. Dispuestos a diluirse para permanecer en la retina, intactas, intactos. Hoy están, mañana puede que no, como cualquier mujer que se expone al viento heterónomo urbano. La obra seleccionada para ilustrar el número 18 de la revista En Otras Palabras, se traslada al medio impreso como instantáneas representativas de su trabajo inscrito en el espacio público: un arte accesible a todos y todas, conocedores o transeúntes del común. Se presentan entonces registros fotográficos, nocturnos y diurnos, testimonios de una reflexión constante motivada por el cuerpo de la mujer y sus confrontaciones más íntimas, entre otras: la maternidad, sus angustias, sus vaguedades, su escucha, su relación en pareja, los impactos de la guerra, la invasión de territorios sagrados. Largas cabelleras, serpientes, abejas, escarabajos, naturalezas entrelazadas, vientres, cuerpos femeninos, cuerpos andróginos, líderes campesinas, niños abandonados, partos, símbolos de culturas autóctonas y saberes ancestrales, son retransmitidos en imágenes que resumen la palabra. Ella está ahí, en las sombras de una luz nocturna, con su propia luz y trazo particular, reconfigurando espectros destellantes de colores vibrantes y escarchas de

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amanecer. Una obra que no nace en la academia, brota de las experiencias, de las convivencias, de las bastedades, de recorrer a pie o en bicicleta el entramado infinito vial. Ella, en plena autonomía decide espontáneamente dónde intervenir, por fuera de toda norma establecida, con mano firme, fresca y certera denuncia impunidades y «violencias desde su contraparte el afecto»2, construye parte de la historia «desterrada y perseguida de los muros» urbanos3, entrega su tiempo para tejer colectivamente la ciudad pintada en “Días para leer paredes” (Medellín-Colombia) o en el Madposter International Festival (Madrid-España) y en otros espacios que estimulan este tipo de Arte, donde es convocada. En un abrir y cerrar de ojos, emergerá o se esfumará aquella mujer que te sigue los pasos, la de carne y hueso, la escrita a mano alzada en la base de un puente o en la epidermis de una casa abandonada.

2 Drost, Nadja (2009). Meet Bogota graffiti artist Bastardilla. [Video en línea] 3”24. http://www.globalpost.com/dispatch/colombia/090508/ Bastardilla-artist Consultado el: 02/05/2010. 3 Memoria canalla (2009). Proyecto ganador del concurso “Ciudad y Patrimonio 2008” convocado por el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural. Video Documental: 22 minutos. Dirección: Bastardilla. Producción: Hogar (Bastardilla x Stinkfish). [En línea] http://memoriacanalla.tk/ Consultado el: 17/07/2010.

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Guiomar Cuesta Escobar*

Dos poemas Poeta colombiana. Directora de Apidama Ediciones. Ha obtenido varios premios de poesía.

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Danza de azogue Antes para exaltarme bastaba decir madre… Ahora sólo hay un muro que detiene las aguas.

Rosario Castellanos

I

No encontré a tiempo la semilla que despertara en mi matriz un hijo atrapado por el Verbo Renuncié a su risa y a su llanto al gozo de sus manos apretando las mías Donde yo veía un rayo de sol en ascenso su padre urdía trampas -danza de azogue entre mis sieneshasta sobrepasar mis límites

II Me asomé desde mi propia burka a ese abismo y supe me perdería en la boca de un lobo Eché al vuelo la espada de la verdad y sepultó muy hondo el deseo del hijo nunca concebido Descorrí en soledad el visillo

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y un hilo de luz me devolvió un largo camino de flagelo y dolor Se escapaba -la visión ultramarina y fugazde un hijo

III No nací para ser mi verdugo ni buscaba carcelero Hoy podría estar -diez silencios y máscomo en una tumba escribiendo los poemas en las compuertas secretas de mi ataúd Me negué a cavar en mis entrañas esta fuerza en agonía aferrada -por si acasoa una luna menguante


El Telar de Penélope Ulises sabe que le reconocerá cuando vea en su pantorrilla una cicatriz que tiene desde pequeño…

La Odisea

Penélope no reconoce a su esposo, en cambio el perro Argos y la nodriza rápidamente saben quien es el extranjero.

El viaje de Ulises. Revista Ausias

Quise retenerlo y vencer la hora que marca el pulso implacable de su ausencia Asciendo y desciendo por su sangre añoro la próxima luna

¿En qué lo convirtió Circe -la hechiceraal beber su copa de vino? Este que se encuentra a mi lado -no es el mismono lo reconozco

una luna siempre oscura

A pesar de la atávica cicatriz en su pantorrilla han pasado veinte años tampoco las sábanas de mi cama reconocen su remota hoguera

Ha viajado hacia el mar y la espera -ese otro canto de sirenasme alimenta de lotos y abandono

Quizá éste es el Odiseo de la diosa Calipso -ella lo desprendió de su Otro Yoy lo alejó de sí mismo

Urdimbre y punto de cruz -núcleo vital de mi tejidodoy puntadas hacia un mañana

Despellejo esta ansiedad mis dientes desgarran a mordiscos el viejo e inútil telar de Penélope

-luna crecientey luego

y sólo me aguarda una promesa y al final de cada noche se esfuma ¿Dónde está mi Ulises?

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Bogotá, carrera Décima con 13 2006

Lo que quiere realmente una mujer* *

Cuento del siglo xiv que en una versión más extensa se denomina Sir Gawain y el Caballero Verde. Su autoría ha sido asignada tanto a G. Chaucer como al Poeta de la Perla. El manuscrito está catalogado como el Nero A X y hace parte de la colección de Sir Roben Cotton, hoy en el Fondo de la British Library. Tomado de http://umsoi.eu/nuovofile100.html

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El joven Arturo fue apresado por el monarca del reino vecino mientras cazaba furtivamente en sus bosques; esto era castigado con la pena de muerte, pero el monarca se conmovió por la honestidad y juventud de Arturo y le ofreció la libertad siempre y cuando en el plazo de un año hallara la respuesta a una pregunta difícil, ¿qué quiere realmente una mujer? Esta pregunta dejaría perplejo al hombre más sabio y al joven Arturo le pareció imposible contestarla. Con todo era mejor que morir ahorcado de modo que regresó a su reino y empezó a interrogar a todo el mundo. Interrogó a la reina, a la princesa, prostitutas y monjas, al mismo sabio y bufón de la corte, viajeros y campesinos pero nadie dio una respuesta convincente. Eso sí, todos le aconsejaron que consultara a la vieja bruja del reino, pues con toda seguridad ella sabría la respuesta. El problema estaba en el precio, pues la vieja tenía fama en todo el país por el costo exorbitante que cobraba por sus servicios. Llegó el último día del año y Arturo agobiado no tuvo más remedio que consultar a la hechicera. Ella accedió a darle la respuesta satisfactoria a condición de que primero aceptara el precio. Ella quería casarse con Gawain, el más íntimo amigo de Arturo y el más noble caballero de la Tabla Redonda. Arturo quedó horrorizado: era jorobada y feísima; tenía un solo diente; despedía un hedor que espantaría a un macho cabrío; hacía ruidos obscenos... Nunca se había topado con una criatura tan repugnante. No quería ni pensar en pedirle a su amigo de toda la vida que asumiera por él una carga así para toda la vida. En cuanto su amigo Gawain, hombre de honor y lealtad, supo la situación de Arturo, afirmó que no era un sacrificio excesivo a cambio de la vida de su compañero además de preservar la Tabla Redonda.

dales, engulló la comida del plato sin usar los cubiertos, emitió ruidos y olores espantosos. La corte de Arturo jamás se había visto sometida a semejante tensión, pero prevaleció la cordura y se celebró el casamiento. Corramos un discreto velo sobre la noche de bodas y contentémonos con mencionar un asombroso hecho. Cuando Gawain, ya preparado para ir al lecho nupcial, aguardaba a que su esposa se reuniera con él, ella apareció con el aspecto de la doncella más hermosa que un hombre nunca hubiera imaginado ver. Gawain quedó estupefacto y preguntó qué había pasado. La hermosa joven respondió que como había sido cortés con ella, la mitad del tiempo se presentaría con su aspecto horrible y la otra mitad con su aspecto hermoso. ¿Cuál prefería para el día y cual para la noche? ¡Qué pregunta tan cruel para un hombre! Gawain se apresuró a hacer sus cálculos, ¿quería tener durante el día a una joven adorable para ir con sus amigos, y por las noches en la privacidad de su alcoba a una bruja espantosa? ¿O prefería una bruja de día y una joven en los momentos de intimidad? El joven Gawain replicó que la dejaría elegir por sí misma. Al oír esto, ella le anunció que sería para él una hermosa dama de día y de noche, porque la había respetado y le había permitido ser dueña y soberana de su vida1.

Se anunció la boda, y la vieja bruja con su infernal sabiduría contestó la pregunta -¿Qué quiere realmente una mujer?, ¡quiere ser la soberana de su propia vida! Todos supieron al instante que la hechicera había expresado una gran verdad y que el Rey Arturo estaba a salvo. Así fue que el monarca vecino al oír la respuesta le dio la libertad. Pero, ¡qué boda fue aquella...! Asistió la corte en pleno y nadie se sintió tan desgarrado entre el alivio y la angustia que el propio Arturo. Gawain se mostró cortés, gentil y respetuoso. La vieja bruja hizo gala de sus peores mo-

1 Nota: Son diversas las versiones ampliadas y condensadas de este cuento cuya autoría se atribuye en algunas fuentes a G. Chaucer (¿? 1334 - Londres, 1400), y en otras al llamado autor anónimo de los cuentos de Gawain, sobrino del Rey Arturo. Además de la fuente referenciada para esta publicación y si desean explorar otras, recomendamos de manera especial la versión de Estrella Escriña Martí con ilustraciones de María Wernicke en mariawernicke.blogspot.com

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Bogotá, Barrio Galerias 2006

Milagros Palma Escritora. Lingüista

Los hormigueos de Leyla* *

Fragmento de Angelita, Novela inédita. En: Palma, Milagros, Escrituras de mujeres de América Latina en Francia. Indigo & Côte Femmes ediciones.

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tados en un país que tuvo el lujo de iniciar la llamada revolución sexual del 68. ¿Cuáles podrían ser los resultados de una encuesta de este tipo en nuestros países de Centroamérica y de América del Sur? Ni siquiera me lo imagino. De África ni hablemos. Allá a las mujeres las mutilan para evitar cualquier intento de obtener placer. Solo un 3% se ha salvado. A mi madre, que jamás me habló del goce.

Mi amiga Karla es doctoranda en la Sorbona y hará su defensa de tesis esta primavera en París. Su material de investigación lo constituyen textos de ficción de autoras centroamericanas. Su tema es el deseo en los personajes de papel. Su hipótesis consiste en demostrar que la pulsión, originalmente la misma en todos los individuos sexuados, es desviada en el individuo de sexo femenino de su objetivo primordial, el placer. Karla, realmente, me ha sabido explicar el objetivo de esta operación que hace parte de una vasta manipulación cultural: a partir de la diferencia biológica se establece una jerarquía entre los sexos que se exacerba de manera obsesiva e irracional. Eso es a lo que se le suele llamar género. Gracias a ella pude entender cómo el deseo femenino se invierte con aparente naturalidad en el trabajo de reproducción y supervivencia de la especie. Su cuestionamiento inicial consiste en saber a partir de qué momento los personajes femeninos de ficción adquieren la práctica del goce que no está contemplada en su género. La semana pasada me contó de su conversación en el metro con una amiga peruana: -- Ya viste cómo con motivo del 8 de marzo los periódicos franceses se han puesto a hablar del placer de la mujer. -- Eso lo vienen haciendo desde hace dos años. Según las encuestas de la cadena de televisión Arte sólo el 2% de mujeres francesas alcanzan el orgasmo con la penetración, porcentaje muy por debajo del 30% que menciona la prensa francesa. -- ¿Qué cosas, verdad? Respondió Leyla, pensativa. -- Pues sí, cuando se habla del 30% se trata por supuesto sólo del acto heterosexual. No se habla del todo de las lesbianas. Vos te imaginás lo que quieren decir esos resul-

-- ¿Cuáles son tus conclusiones con respecto al deseo en los personajes de ficción femenina? Pregunta de nuevo Leyla, con un cierto engolamiento al hablar delatando su incomodidad frente a este tema ya que su trabajo consiste en elucidar la visión religiosa en las crónicas de la época colonial en América. -- Hay varias conclusiones: primero, que el coito entre los personajes de ficción no conduce al placer de la mujer salvo en un caso que es una excepción y que, como toda excepción, su objetivo consiste en confirmar la regla. La relación erótica no sólo es totalmente insatisfactoria sino que además es vejatoria. Es ni más ni menos una relación de poder: el uno goza mientras la otra sufre. Los personajes femeninos ignoran la práctica del placer. Se pasan la vida sacrificando dignidad y satisfacción personal al servicio de un hombre, a ser lo que no son, a hacerles creer que sienten lo que a ellos les conviene que crean que sienten. La situación es catastrófica. -- O sea que de nada han servido los movimientos feministas. -- El asunto es más grave de lo que se piensa. Imagínate tú que las primeras mujeres que se rebelaron contra este orden, según el cual el deseo debe estar al servicio de la reproducción, fueron las religiosas. Pero para impedir la adhesión a este movimiento de emancipación, su actitud de rebeldía va a ser considerada como sacrificio, cuando se trata de todo lo contrario. Si la vida conyugal fuera verdaderamente amorosa para las mujeres no habría habido jamás este tipo de rebelión. Estas mujeres se encierran en los conventos porque no quieren sacrificar su vida. Es en los conventos en donde se inician en la valorización personal por medio de la sublimación de la pulsión, con el estudio, la escritura el ocio. Es allí también donde descubren el goce. Los movimientos laicos de emancipación suponían que con sólo decretar la liberación, el deseo, por arte de magia se iba a expresar e iba a ser reconocido de manera espontánea. Pero no ha sido así; la prueba es que el rechazo y la inhibición continúan.

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-- Mira, yo también me siento confundida al respecto. Yo no sé cómo llamar lo que siento con un hombre. Pero en todo caso es algo parecido a un hormigueo. -- Es importante saber diferenciar el hormigueo de la descarga orgásmica. El hormigueo resulta de la inmovilidad. Te da hormigueo en un pie cuando lo inmovilizas por mucho tiempo en una misma postura. El calambre es lo mismo. El goce, o descarga orgásmica, o bien orgasmo, es una caída vertiginosa de la tensión que produce la pulsión. De ahí que se le haya considerado como un viaje a la inconsciencia, un estado casi comático.

-- Yo no veo qué tenga eso que ver con el goce, con el placer. Por qué no le hablas de tu deseo de gozar. Coméntale esto que te he contado de los personajes de ficción construidos a la imagen y semejanza de muchas de nosotras, que tendemos a relacionarnos con una pareja que no sólo no nos gratifica sino que además tiene el arte de llenarnos de angustia, de sufrimiento, desvalorizándonos. Las mujeres confunden el dolor y el sufrimiento con el placer. Los personajes masculinos hacen todo lo necesario para entretener esta confusión. El placer es una prerrogativa de ellos. La liberación del deseo femenino pone en peligro su virilidad.

-- Yo hago todo lo que muestran en las películas, gemidos y jadeos, pero eso no quiere decir que yo sienta placer. Me da la impresión de que nunca he tenido un orgasmo aunque siempre he hecho creer que lo he tenido.

-- Bueno, como dijo mi amiga francesa Colette, lo que pasa es que el placer físico de ambos sexos es diferente.

-- Lo que tú haces, Leyla, es fingir que tienes placer para complacer aún más a tu pareja. ¿Qué hace él para que te sacrifiques de esa manera?

La conversación entre Leyla y mi amiga Karla quedó ahí suspendida porque llegaban a Châtelet en donde cada cual tomaba una dirección diferente.

-- No te sabría responder porque ni yo misma lo sé. Por lo general cuando frecuento a un hombre es porque me gusta como habla, porque me invita a lugares agradables, porque me distraigo con él.

París, 8 de marzo de 2006

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-- Y ¿qué deberían hacer entonces?



Taganga 2005

Gioconda Belli Escritora y poeta nicaragüense.

Me duele una mujer en todo el cuerpo* *

Tomado de “Bitacora”, El nuevo diario, Nicaragua (2009). www.elnuevodiario.com.ni/blog/articulo/552 (01/10/2009)

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ser humano con todas sus complejidades y necesidades. Por lo general, es la mujer, pues sucede en su cuerpo, la que tiene que enfrentar esa realidad y la que debe decidir entre el instinto de dar vida, que le es propio, y el instinto de supervivencia, quizás el instinto más fuerte de la especie humana.

¡De tantas cosas podría escribir! Los temas me persiguen: Albanisa, Afganistán, la bondad, la corrupción, la desfachatez, el empleo, la falsedad… pero “me duele una mujer en todo el cuerpo” como dijo Jorge Luis Borges en su poema El Amenazado, y no me duele porque yo haya optado como pareja sexual por ese sexo, ya que soy hasta ahora heterosexual redomada, sino porque siendo mujer me pertenecen los dolores e injusticias contra mi género, y cuando veo la ligereza con que foros y notables ciudadanos discuten sobre los cuerpos y funciones de nosotras, las féminas, me duele el cuerpo. La discusión sobre el aborto es tan antigua como la historia misma. Aparece en la Biblia, aparece en los primeros libros de crónicas sobre el camino recorrido hasta ahora por la humanidad. Sucede tan a menudo que setenta mil mujeres –ocho por hora- mueren anualmente en el mundo como consecuencia de abortos fallidos. Por descuido o accidente, un acto de amor, de deseo o pasión, resulta en un embarazo inesperado; el cuerpo de la mujer comienza su proceso reproductivo, ajeno a la siquis o situación de la madre. Es un proceso biológico, una suma de coincidencias, de óvulos y espermatozoides chocando en ese universo inmenso e incierto que es el cuerpo humano. Una vez que la conciencia registra el acontecimiento, el ser humano, la mujer en este caso, ya en pleno uso de sus facultades racionales, se topa con este misterio de la vida y con las consecuencias inevitables: la aparición de otro ser humano que, al contrario de otros animales, no podrá alzarse a los pocos días y echar a andar, sino que necesitará del cuido y presencia de un adulto para poder llegar a la edad donde podrá sobrevivir y valerse por sí mismo. Fácil recetar desde un púlpito la máxima de que es necesario asumir las consecuencias de nuestros actos. Es fácil porque rara vez las consecuencias que les toca enfrentar a los hombres involucran la puesta en existencia de otro

La mujer, a diferencia del hombre, SABE que no es un asunto nada más de sobrellevar un embarazo, sino de criar hasta la edad adulta a un ser humano que será por muchos años, SU responsabilidad. Y si esta mujer no cuenta en su vida con los medios para enfrentar esta necesidad: si es pobre, sola, o se encuentra en la vida en un momento en que un hijo alterará su existencia hasta el punto de trastocarla para siempre, esa mujer RACIONALMENTE puede decidir anteponer SU VIDA a la de ese embrión que empieza a formarse en sus entrañas. La decisión de abortar NUNCA es fácil para ninguna mujer, esté o no en buen estado de salud. Las hormonas que el cuerpo segrega se encargan de maternizarlo a uno, de vincularlo a ese ignoto y desconocido ser que nada en las entrañas. Por mucho que la razón alerte sobre el daño o perjuicio que un embarazo intempestivo pueda significar, la mujer, para darle paso a su razón, debe traspasar incontables barreras, no sólo físicas, sino síquicas. Ninguna decisión de abortar se realiza frívola e intempestivamente. Es una decisión a la que se llega tras angustias e incertidumbres, y en la que entra a jugar no sólo el instinto, sino el AMOR que el cuerpo femenino, ocupado súbitamente, desarrolla hacia el ocupante. Y ese AMOR, les guste o no a los proponentes de la vida a toda costa, es el que a menudo lleva a las mujeres a optar por el desalojo del feto. Abortar es, a menudo, una decisión hecha a favor de quien su madre juzga no se merece una vida en condiciones míseras o con una madre que no está preparado o feliz de recibirlo. Enorme es la complejidad síquica que acompaña a estas decisiones en su mayoría y por esto, que se juzgue como desalmadas a quienes optan por su vida si estando enfermas o habiendo sido violadas, se ven forzadas a optar por el aborto, es una intromisión, un irrespeto de parte de quienes se erigen en jueces de situaciones que o jamás les ha tocado vivir o ante las cuales, como suele suceder con tantos hombres, su salida es la negación, la irresponsabilidad y el abandono del hijo que también concibieron.

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Yo soy respetuosa del derecho de las mujeres a decidir. No juzgo, ni condeno a nadie que se haya hecho un aborto porque sé lo que significa y lo duro que es; pero si bien entiendo la complejidad y la ambigüedad que muchos sienten ante el aborto voluntario, y tampoco condeno a quienes no logran aceptarlo, no puedo comprender a quienes no logran encontrar en sus corazones las razones para validar y aceptar el aborto cuando se trata de una decisión entre la vida de la madre y la del embrión. A una mujer con cáncer, a una niña violada a corta edad, no puede exigírsele que renuncie a la vida, que prácticamente se suicide para que otro ser, que aún ni siquiera es consciente de ser, tome su lugar. El instinto de supervivencia no da lugar a la auto-inmolación que, en nombre de Dios y de principios que los hombres violan constantemente, se les exige a las mujeres.

y que es aún tan sólo un proyecto de ser humano, ésa es su respetable decisión; pero ante la madre que, quizás con otros hijos ya nacidos que la reclaman, o con una vida por vivir, decide que es ella la que ha de vivir, ¿quiénes somos ninguno de nosotros para negarle ese derecho? Sólo el atraso de una sociedad que se empeña en irrespetar el alma femenina y negarle su autonomía puede, frente a la integridad de la mujer como ser humano pleno y consciente, incurrir en semejante iniquidad. Me duele que suceda en Nicaragua. Me duelen en todo el cuerpo las mujeres así maltratadas, las que leyes inicuas obligan a morir en mi país. “A la historia hay que darle la vuelta desde abajo y no desde arriba”.

Cuando uno está viva, uno quiere seguir viviendo, tiene derecho a seguir viviendo, tiene derecho al menos a decidir –siendo la que tiene conciencia clara- quién vive. Si una mujer DECIDE morir por el hijo que ha concebido

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Bogotá, Barrio La Rosita 2007


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Dossier



Las mujeres y la independencia: entre la sumisión y la subversión

Al conmemorar el bicentenario de la independencia del reino de España, vienen a la mente múltiples cuestionamientos no sólo en torno al papel que jugaron las mujeres en las gestas libertadoras, sino también en torno a los caminos recorridos por las mujeres para lograr su propia independencia y reconocimiento en la sociedad. El primero es que, aún hoy en día, es más conocida en la historia política la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), que la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana (1791), también producto de la pionera Revolución Francesa. Esto nos pone a pensar en la necesidad de reproducir en este dossier algunos textos relativos a los derechos de las mujeres, que han sido definitivos en la historia de la democracia, tales como la demanda de Olympe de Gouges y los artículos constitucionales que reconocieron el derecho al voto femenino en Vélez, Santander (1853) y Colombia (1954). El segundo es que la historia aún nos habla principalmente de los héroes. Las heroínas apenas sí se mencionan, en la mayoría de los casos, como apoyo de los libertadores.

Bogotá, carrera Séptima con calle 53 2008

Igualmente, aún hoy, en los espacios públicos nos hacen falta monumentos a las heroínas. Las representaciones y los íconos de la libertad están poblados de figuras masculinas como hacedores de la patria.

Por eso, con este dossier queremos destacar otros roles realizados por mujeres, no sólo en el campo de los servicios, sino en la transformación cultural. Ellas tuvieron que transgredir normas en busca de la independencia nacional, y de la libertad y la autonomía de las mujeres, y se permitieron la realización de sus deseos, como lo relatan algunos de los ejemplos aquí reproducidos. En estos artículos, producto de rigurosas investigaciones, así como en los documentos que transcribimos como registro de momentos coyunturales de nuestra historia, se pone de manifiesto la ambivalencia entre la sumisión y la subversión, el castigo de las autoridades y la aventura por las búsquedas de la libertad social y personal.

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María Himelda Ramírez

Profesora Asociada, directora de la Maestría de Trabajo Socialde la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia Integrante del Grupo Mujer y Sociedad

Las vicisitudes de la vida de las mujeres

durante la Independencia de la Nueva Granada Este artículo propone un diálogo entre la historiografía feminista de las mujeres, con la historiografía sobre la Independencia de la Nueva Granada que da cuenta de la construcción de sus protagonistas. Siguiendo a Michelle Perrault1, la historiografía como un relato, es situado en un tiempo y en un espacio, y matizado por los sesgos culturales de tal tiempo y espacio. De esa forma se observa que, desde los escritos tempranos sobre la Independencia del siglo xix, se construyó un ideal patriótico, protagonizado ante todo por los varones héroes y mártires, en un principio visibles como actores históricos2.

1 “Todo depende del sentido que se dé a la palabra “historia”. La historia es lo que pasa, la sucesión de los acontecimientos, de las evoluciones, de las acumulaciones que tejen el devenir de las sociedades. Pero también es el relato que se hace de ellos…” Mi historia de las mujeres, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, Argentina, México D. F, 2008, p. 18. 2 Ver, “Bicentenario de la Independencia ¿cómo se ha percibido la participación femenina en las luchas de la independencia?”, xiv Congreso Colombiano de Historia de Colombia, UPTC, Tunja, 2008. Este texto fue publicado en el Boletín de Historia y Antigüedades de la Academia Colombiana de Historia ese mismo año, Vol. 95, Nº. 842, 2008, pp. 443-454

Bogotá, Barrio Quiroga, calle 39 sur con avenida Caracas 2008

La construcción de las heroínas y las mártires fue más tardía (exceptuando la figura de Policarpa Salavarrieta cuyo sacrificio fue reconocido por los historiadores de la Independencia desde un comienzo)3. Tal construcción ha implicado un ejercicio de indagación en la tradición oral, la historia regional, la recuperación documental, el análisis iconográfico, que ha posibilitado rescatar del anonimato a las mujeres con nombre propio, protagonistas de procesos aún oscurecidos y por lo mismo, afectadas de distintas formas por sus opciones políticas4.

3 El Museo Nacional de Colombia inició la serie Cuadernos Iconográficos, con uno dedicado a las representaciones de La Pola por diferentes artistas a lo largo de los siglos xix y xx; la muestra permite observar las transformaciones de la representación en el transcurso del tiempo Ver, Policarpa 200. Exposición conmemorativa del Bicentenario del nacimiento de Policarpa Salavarrieta, Museo Nacional de Colombia 28 de febrero al 15 de abril de 1996. 4 Ver, María Himelda Ramírez, “Las mujeres en la Independencia de la Nueva Granada. Entre líneas”, 2010, inédito.

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Este artículo se dedica a observar tres cuadros ofrecidos por la historiografía, del periodo comprendido entre la década de los años ochenta del siglo xviii y la época conocida como la Reconquista española iniciada en 1816 que culminó en 1819, pasando por la etapa de las guerras civiles entre los patriotas federalistas y centralistas. Tales cuadros proporcionan imágenes y representaciones que recrean, de manera más o menos mitificada, las formas en que las mujeres y los grupos familiares participaron y se vieron afectados por los acontecimientos de la denominada crisis del ciclo de la Independencia5.

Enseguida se advierten los efectos del reclutamiento forzado sobre las mujeres y los grupos familiares de los sectores populares y los sectores del común. Durante las guerras civiles entre 1810 y 1816, año en el cual el Estado español intentó la reconquista, ese reclutamiento forzoso tanto por parte de los patriotas como de los realistas, sustrajo a los padres de familia de su presencia en el hogar, el trabajo artesanal, agrícola o en el pequeño comercio y, por ende, del cumplimiento de sus funciones de proveedores económicos; fue una etapa de empobrecimiento y de asunción de hecho, por parte de numerosas mujeres, de las jefaturas de hogar.

Se observan los efectos en la vida de las patriotas y de sus grupos familiares, de las represalias por los cargos que las autoridades virreinales configuraron contra ellas, imputándolas de conspiración, rebelión y asonada y otras faltas como traición a la patria6. Los fragmentos escogidos permiten advertir la construcción de la polaridad entre la buena esposa y el ideal de la domesticidad, que se afirmaría en el transcurso del siglo xix, y la transgresora de la moral representada en la figura de la aventurera.

El historiador Hermes Tovar Pinzón reflexiona sobre la separación forzada, con base en uno de sus hallazgos en el Fondo Caicedo del Archivo General de la Nación, consistente en unas cartas intercambiadas durante diez y nueve meses entre la pareja de esposos conformada por Celestina Rubio y Manuel Cárdenas, quien fue reclutado durante la guerra civil de 1811. El autor invita a considerar las posibilidades de tales fuentes para el estudio de la vida privada7.

Este artículo se inicia con el estudio de algunos rasgos atribuidos a Magdalena Ortega, quien compartió su existencia con Antonio Nariño, precursor de la Independencia; ella asumió los avatares de su participación en dicha causa, desde el lugar de esposa y madre que ha sido recreado en diferentes elaboraciones sobre el tema.

La irrupción de un inconformismo con la dominación colonial, que se expresó en diferentes actividades conspirativas, implicó a sus líderes, hombres y mujeres. Ellas y ellos experimentaron la tensión entre sus proyectos políticos y la vida familiar, alterada por las persecuciones, la reclusión y el exilio8.

El trabajo continúa con unas anotaciones breves sobre la experiencia de Bárbara Forero, cuya figuración en la historiografía, desde una gran opacidad, permite advertir ciertas opciones personales y políticas que se configuraron como transgresoras tanto del orden político como del orden moral.

Magdalena Ortega: notas sobre la construcción del ideal de la buena esposa y madre

5 Javier Ocampo López, “El proceso político, militar y social de la Independencia”, en: Nueva Historia de Colombia, Tomo II República, Siglo xix, Planeta, Bogotá, 1989, pp. 9 – 64. 6 Ana Serrano y otras autoras realizaron un trabajo de grado dedicado al repertorio de castigos que las autoridades virreinales impusieron a las patriotas, en el que destacan las dimensiones políticas tanto de la participación de las mujeres como de las represalias impuestas. Ver “Crimen y castigo”, Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia, 2010. Un articulo derivado de este trabajo se publica en este número de la revista En Otras Palabras …

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Existe una copiosa bibliografía sobre los avatares experimentados por la familia conformada por Antonio Nariño (1765-1821) y Magdalena Ortega (1762-1811), quizás en virtud de la disponibilidad de la documentación que reposa en diversos archivos de la ciudad de Bogotá o por supuesto, por el papel relevante desempeñado por el precursor de la Independencia. Antonio Nariño perteneció a la generación de los criollos ilustrados, nacidos entre 7 Hermes Tovar Pinzón, “Cartas de amor y guerra”, en: ANHSC, No. 12, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, departamento de Historia, Bogotá, D. C., 1984, pp. 155 – 169. 8 Ver, Ana Serrano, op.cit.


1755 y 1770, quienes se vieron abocados a la dicotomía entre ser españoles o ser americanos y por ende, a asumir las lealtades con la causa patriota o realista. Gran parte de las interpretaciones de la vida del grupo familiar fundado por Antonio Nariño y Magdalena Ortega, y en especial de las relaciones de la pareja que perduraron durante 26 años (1785-1811), está matizada por el romanticismo. Antonio y Magdalena procrearon cuatro hijos: Gregorio, Francisco, Antonio y Vicente y dos hijas, Mercedes e Isabel, quienes sobrellevaron los penosos años de reclusión, persecución y exilio de un padre ausente por su vocación política comprometida con la fundación de un nuevo estado. El azaroso transitar de Nariño entre el encarcelamiento durante diez y siete años, la fuga, el retorno en la clandestinidad y su enfermedad, suscitó un ambiente de incertidumbre en el hogar. Desde los primeros tiempos del matrimonio, Magdalena participó en la tertulia de El Arcano de la Filantropía, cuya sede fue bautizada como “El Santuario” en la casa de habitación de los Nariño Ortega; por la trascendencia política de las tertulias, fueron juzgados Antonio Nariño, sus amigos e inclusive su misma esposa, como traidores a la patria y al monarca9. En 1794 Nariño fue encarcelado como represalia por la traducción de los Derechos del hombre y su divulgación. Fue así como Magdalena Ortega sería de las primeras mujeres en sufrir las crisis que vivieron las patriotas en el territorio virreinal durante el lapso de la Independencia. Magdalena asumió la conducción del hogar y el sostenimiento de sus hijos e hijas; desplegó un conjunto de iniciativas para asumir su sostenimiento en situaciones adversas; aunque contó con la solidaridad de su familia, experimentó la confiscación de los bienes, las críticas, los señalamientos, un relativo aislamiento. Magdalena Ortega usó el recurso de la palabra escrita para dirigirle un memorial al Rey, en el cual reclama un trato justo para su esposo:

puesto Nariño bajo la soberana protección de vuestra majestad hará patente las leyes que se han quebrantado en la sustanciación de este proceso, las nulidades a que está sujeto, los excesos que se han cometido con el reo y los medios que se han aplicado para sofocar la verdad”.

Existe copiosa documentación que exalta la devoción de Magdalena por su esposo. Antonio Nariño, en tono romántico, en el segundo número del periódico fundado por él, La Bagatela, luego del fallecimiento de su esposa escribió: “Este reino en que la Cruz simple se levanta al lado del mausoleo en donde viene a acabar igualmente la infancia y la vejez, la felicidad y la desgracia, los temores y las halagüeñas esperanzas: este recinto; último asilo del hombre… ¡Oh mi Emma!, tu lo habitas ya en un eterno silencio, y tu alma, aquella bella alma que partía mis penas y mi placer, voló al seno de su criador… Ahora solo en medio de las sombras de la noche, levanto mi voz trémula… Emma… Emma… querida mitad de mi mismo, respóndeme o haz que se entreabra la losa que te oculta y me reciba en su seno. Pero todo en vano. Emma ya no existe, y yo solo vivo para llorarla”.

La construcción de la imagen de Magdalena Ortega como ideal de la buena esposa que se afianzaría en el siglo xix como el `Ángel del Hogar´, sufrió un relativo menoscabo el año 1995. Ese año, la historiadora Carmen Ortega Ricaurte publicó un trabajo para posesionarse como miembro de la Sociedad Nariñista, titulado “Apuntes sobre la iconografía de doña Magdalena Ortega de Nariño.”10

“Ocurro a vuestra Majestad y le suplico se digne concederle que se le pase a la corte y se le oigan sus defensas con libertad que previenen las leyes del Reino… vuestra Majestad echara de menos el cuerpo del delito… solo

Ese trabajo se basa en la interpretación de un cuadro que reposa en el Museo del 20 de Julio en Bogotá, en el cual -dice la tradición-, figuraba la representación de Magdalena Ortega con una niña de pocos meses de edad en su regazo. Según la autora, el medallón que portaba la representada contenía un retrato que no era el de Antonio Nariño sino que probablemente se trataba de Jorge Tadeo Lozano, poseedor de una de las principales fortunas del Nuevo Reino. La historiadora avanza en su interpretación argumentando la posibilidad de que ante las prolongadas ausencias de Nariño, por motivos de la reclusión, Magdalena por su pobreza, debió acogerse a la protección de aquel personaje.

9 Laura Nataly Castillo Garay, reseña del libro de Manuel José Forero, Doña Magdalena Ortega de Nariño la precursora, Editorial Kelly,1970.

10 La información del tema fue consultada en el Archivo digital eltiempo.com

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Ese trabajo suscitó una reacción defensiva en los representantes de la Sociedad Nariñista, gran parte de ellos pertenecientes a los linajes de los precursores de la Independencia de Cundinamarca. Más allá de las certezas, Carmen Ortega Ricaurte incurre en la negación de la posibilidad de la autonomía de Magdalena Ortega para resolver las exigencias del sostenimiento de su familia, como lo hicieron tantas patriotas durante aquellos tiempos.

Bárbara Forero, conspiradora y protagonista en la sombra La efímera relación política y quizás amorosa entre Bárbara Forero, compañera de huida de Pedro Fermín de Vargas, ante el avance de las represalias por sus actividades conspirativas contra el régimen monárquico, les asignó en la historia patria a estos dos personajes un lugar teñido de opacidades, más para ella que para él. Pedro Fermín de Vargas fue integrante de la generación de los criollos ilustrados, a quien se le atribuye ser pionero del pensamiento económico colombiano11; este personaje fue oriundo de San Gil, donde nació en 1762. Amigo y contertulio de Antonio Nariño y de Francisco José de Caldas, se desempeñó como Corregidor de Zipaquirá en 1791. En una presentación breve de la vida del autor cuando se publicó uno de sus estudios emblemáticos, al respecto se plantea: “En diciembre de 1791, a los 29 años, se fuga espectacularmente de Bogotá, abandonando a su esposa y a dos hijos y acompañado de una mujer casada, Bárbara Forero. Vargas llevaba pasaportes y documentos falsos y doña Bárbara iba disfrazada de hombre”. Se informa además, que “Aquel nunca regresaría al Virreinato, mientras que ella retornó abandonada (el subrayado es mío y llamo la atención sobre el significado tendencioso del término), en 1797.” Se menciona también que durante las jornadas de la Independencia, ella “se presentó en público a arengar, se preciaba de tener escuela pública y abierta en su casa para 11 Pensamientos políticos del siglo xvii y xviii, Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura, Bogotá. 1986.

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enseñar a sus compatriotas”. Amanda Gómez Gómez transcribe una relación de veintiún mujeres que fueron confinadas el mes de agosto de 1816 y desterradas a distintos lugares de Cundinamarca; en tal relación figura Bárbara Forero, condenada a destierro a Suesca12. Es de advertir cierta cautela en la interpretación de las aventuras de esta patriota, quien es considerada, más por ello que por la transgresión a los valores del matrimonio y la familia. Durante los conflictos en el transcurso de la formación de la República, aún se advertía la subversión del orden en diferentes ámbitos de la existencia, incluida la vida personal, en contextos de cambios relevantes. Según la historiadora Aída Martínez, las mujeres carentes de derechos políticos e inhabilitadas para el manejo de sus bienes, terminaron rebelándose a través de su único bien intransferible: su propio cuerpo. La historiografía tradicional ha explorado lo que desde esta perspectiva se conoce como “las historias galantes”, que dejaron huella de las transgresiones a ciertos ideales que se afirmaban como reacción a la liberalidad de las costumbres entre algunas mujeres de las elites, quienes asumieron decisiones contrarias a la moral hegemónica que forzaba un único itinerario a las mujeres: la vocación de esposa y la materna. Amanda Gómez da cuenta de una modalidad de represalia sobre las patriotas, “además de los destierros, las multas y confiscaciones, otra pena de exacción para las señoras, consiste en una simulación de caridad; para esto el gobernador militar de la provincia, Antonio María Casano, decretó la creación de una sociedad que tituló ‘Beneficencia y caridad’, compuesta de señoras que debían proveer los hospitales de camas, vendajes, hilos, ropas, sábanas, tendidos, etc… Fuera de las contribuciones que se les imponían debían distribuir entre las demás mujeres la costura de los vestidos de ropa, trabajo que debía hacerse sin que se pagara nada por él; así las mujeres sin distinción de clases sociales, que no fueran desterradas, eran condenadas al taller de costura sin perjuicio de que las demás infelices lo fueran a barrer las calles, con lo cual se les deprimía y ultrajaba …”13

12 Mujeres heroínas en Colombia y hechos guerreros, Medellín, Colombia, Departamento de Antioquia, Año de 1978, p. 209. 13 Op. Cit.


El reclutamiento forzado y sus efectos sobre la vida de las mujeres, durante las guerras civiles El historiador Javier Ocampo López en un texto sobre el proceso político, militar y social de la Independencia, plantea que “Un problema inicial que advertimos en el estudio de los militares en la guerra de Independencia, es el reclutamiento de los soldados y su instrucción para la guerra, si consideramos que en los primeros años revolucionarios las luchas de los criollos eran impopulares en las masas granadinas. El reclutamiento de los soldados ocasionó diversidad de dificultades. Inicialmente fue voluntario y se realizaba aprovechando el sentimiento patriótico. Pero cuando la guerra puso al descubierto el enfrentamiento cruel y los rasgos característicos de una guerra a muerte con la entrega total del soldado a la causa de la guerra, el reclutamiento fue forzoso. Por esa circunstancia en la Nueva Granada hallamos con frecuencia los problemas de la fuga y el amotinamiento”14. Un dato de interés proporcionado por el autor, es el siguiente: “El 28 de junio de 1819 Bolívar expidió un Decreto en Duitama, mediante el cual ordenó que todos los hombres entre los 15 y los 40 años de edad que no se presentaran a integrar el ejército patriota serían fusilados. Igual procedimiento tomaron los jefes realistas para sostener el cuerpo de los ejércitos fieles al monarca.”15

Del hallazgo de la correspondencia entre la pareja conformada por Manuel Cárdenas y Celestina Rubio, padres de varios niños pequeños, anunciada en la introducción, Hermes Tovar compuso un cuadro que permite observar ciertos movimientos para propiciar la comunicación familiar y que posibilitan avanzar en el estudio de las relaciones de género en las parejas16. Manuel y Celestina eran oriundos de Santafé de Bogotá y residentes en uno de los barrios de esta ciudad. Las cartas de él fueron suscritas en Cali, Tambo, Popayán, Pasto y Tunja. Las de ella en Santafé. Esa correspondencia permite advertir fragmentos de las rutinas familiares

14 Op. Cit. 15 Ibid, p. 54. 16 Las notas que se exponen a continuación proceden del texto de Hermes Tovar Pinzón citado.

alteradas por la separación, los sentimientos conyugales y paternos, así como el trasfondo de algunos conflictos en las relaciones de pareja, precedentes a la separación y agudizados por ello. Manuel Cárdenas había sido reclutado en 1810 y adscrito a las milicias que partieron hacia el Sur para apoyar a las Provincias Unidas en la Guerra de Independencia. De regreso en 1812 con su comandante Baraya se vio envuelto en una guerra civil. El 1 de enero de 1813, mientras Santafé alistaba cañones, tropas y bastimentos, José del Campo, de trece años de edad, escuchó en San Victorino unas instrucciones para desplazarse al campo en donde se alistaba el ejército de don Antonio Baraya que avanzaba hacia la capital. Celestina Montes y Rubio, su cuñada, le cosió en la espalda de su camisa un papel que debía llevar hasta donde estaba el ejército de la Unión. A las doce del día llegó al Cedro en donde acampaba el ejército de las provincias Unidas y localizó a su hermano, Manuel Cárdenas, Alférez del ejército invasor. Una vez éste leyó la carta de su esposa, le pidió a su hermano que le dijera a su mujer que era demasiada ingratitud no irlo a ver estando tan cerca. Los servicios de inteligencia habían seguido a José del Campo y una vez interrogaron al niño, Celestina Rubio fue privada de su libertad y recluida en la Cárcel Divorcio de Bogotá, por haber escrito una carta a su marido que se encontraba en el campo de la tropa que se aprestaba a sitiar a Santa Fe. De esta guerra y de la captura de Celestina, quedó testimonio de la forma de vinculación de unas personas del común a una causa derrotada. Las cartas de Manuel revelan sentimientos de incertidumbre y nostalgia y el papel de la esposa de soporte emocional: “Popayán 30 de abril de 1811 “Mi estimada esposa de todo mi apresio me alegraré que al recibo de esta te halles disfrutando de la salud que mi fino amor les desea en union de mis queridos hijos a quienes saludo y pienso a cada istante, yo a Dios gracias me hallo sin menor novedad solamente careciendo de tu amable compañía que me hallo tan desesperado que ya no se que hacerme y sin saber cuando será la partida … Me le darás muchas memorias a mi madre, a Pedro, a ña Felipa, a seña Chepa, a Ña Ygnasia, a mi compadre

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Ramón y a mi coadre Ygnasia … que los pienso mucho y que no veo la hora de verlos…”

“como me veo tan pobre no hay quien me fie lo que es una mitad de cacao”

Desde Cali le escribe a su esposa:

La aclaración siguiente, da cuenta de las presiones de un medio hostil en que las mujeres se ven acosadas por las exigencias de la subsistencia, adelantándose así a las consejas o rumores:

“Encomiéndanos a Dios que nos echa de carnaza//quien sabe cómo saldremos”. En otra desde Popayán le dice, “me hallo tan desesperado y aburrido en esta tierra” que no se qué hacer, siendo la deserción una opción”. También se advierten sentimientos encontrados de añoranza, amor, celos y propósitos de enmienda y culpa, por los tratos que reconoce haber sometido a la esposa, en lo que se aprecia el conflicto conyugal precedente. Se plasman igualmente saludos afectuosos para los hijos, compadres, vecinos y allegados. “Te doy palabra de portarme muy distinto de lo que hasta aquí me he portado … y así te pido me perdones y eches en olvido todo” “mis queridos hijos a quienes saludo y pienso a cada instante … Puso a Manuelito en la escuela?” Los conflictos entre la pareja se perciben cuando en una misiva Manuel le expresa a Celestina “Tam poco moveré más palabra sobre el particular como ni tampoco verás más letra de mi mano”. El tono de las cartas de Celestina es distinto, ya que además de las expresiones de afecto, es posible advertir la adaptación a la ausencia del esposo y padre proveedor, en las nuevas rutinas cotidianas, las presiones económicas, los informes sobre los hijos y los saludos de los parientes y allegados. En febrero de 1811 Celestina le escribe a su esposo: “por lo que son los niños, ellos están con mucho cuidado, sólo a Manuel lo quité de la escuela de donde estava y lo pasé a Santo Domingo porque ya no tenía conqué pagarle al maestro” “…nos hallamos muy desnudos que a mi vergüenza me da salir ya a la calle”

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“… más bien quiero obligarme a pasar necesidades como las que estoy pasando, tanto de mantención como de vestir; yo y mis tristes hijos que no obligarme a sujetarme a otro para deshonrarme y deshonrarlo a usted.” El conflicto con la suegra emerge de la reacción a la información circulada por ella sobre una supuesta negligencia en el cuidado de los hijos: “porqué tuvo que decir que yo los tenía llenos de piojos y niguas a lo cual es mentira porque el mayor cuidado que tengo es el de limpiarlos, aunque sea con sus mismas chanchiras y vusted mismo puede ver cuanto es el amor que les tiene a sus nietos que hasta el presente no he recibido ni un pedazo de mogolla para los muchachos”.

Al parecer las intrigas adquirieron tal talante que el compadre Mariano Grillo escribió en febrero de 1811: “… pero compadre yo no lo hacía con ese pensamiento en que tiene a mi comadre porque yo no la he visto en paseos ni en chirriaderas en otra palabra no topa otra mujer como la que tiene hoy en el dia porque no se le pasa más que en llorar por vmd.., y asi no le vuelva a escribir con tanto desapego que no es de cristianos …”

Para concluir por ahora… La historia feminista de las mujeres en Colombia, cuenta aún con un campo extenso de exploración, del cual es posible recuperar numerosos relatos sobre la presencia y el protagonismo de las mujeres, en los diferentes acontecimientos coyunturales decisivos en los procesos de cambio de la nación. La interpretación de las condiciones de producción de los relatos de las experiencias de las conspiradoras, las patriotas, las heroínas y las mártires, constituye un reto, así como las expresiones diversas de tales relatos que sobreviven en la memoria nacional y regional.


El diálogo con las fuentes de archivo, la correspondencia privada, la iconografía, la historiografía, orientado por otras preguntas diferentes a la toma de cuentas por la ausencia de las mujeres, o por las visiones sesgadas o estereotipadas, posibilita avanzar en la perspectiva de la interpretación de los sesgos culturales tan comprometidos en la construcción de las sociedades latinoamericanas.

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Ana Serrano Galvis Jenni Lorena Mahecha González Historiadoras. Maestría en Historia

Crimen y castigo:

Represión de las autoridades españolas contra las mujeres que participaron en la Independencia de la Nueva Granada* En tiempos de la celebración de los 200 años de la Independencia hispanoamericana, la participación de las mujeres en ella sigue siendo un tema poco estudiado por la historiografía; aún no se ha refutado radicalmente la visión, presente desde el siglo xix, que las muestra como actoras pasivas de este proceso histórico, mientras los hombres aparecen como sus protagonistas principales; no se ha superado la historia contada a través de los casos dispersos de unas pocas heroínas idealizadas, adornadas con facultades excepcionales, que ayudaron a fortalecer la construcción de la nación y la identidad nacional a principios del siglo xx, pero hoy dificultan observar el fenómeno en su conjunto, apreciar el carácter masivo que tuvo y rescatar el papel de las mujeres comunes y corrientes de la población1. *

Este artículo está basado en la Tesis de pregrado en Historia presentada en la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogotá 1 Sobre la discusión historiográfica en torno a la participación de las mujeres en la Independencia ver: Bermúdez, Suzy, Análisis de trabajos históricos escritos sobre la mujer latinoamericana durante los periodos de la conquista y la colonia, Bogotá, Universidad de los Andes, 1987. Women in Latin American History, Author(s): Asuncion Lavrin, Source: The History Teacher, Vol. 14, No. 3, Special Issue on Teaching Latin American History (May, 1981), pp. 387-399, Published by: Society for History Education, Stable URL: http://www.jstor.org/stable/493417, Accessed: 09/09/2009

Bogotá, Barrio La Concordia 2007

Con el ánimo de seguir contribuyendo en este sentido, se realiza el presente artículo que, para el caso específico de la Nueva Granada, quiere dar cuenta de los principales mecanismos de represión que fueron utilizados por las autoridades españolas, con el objetivo de frenar la ayuda que las mujeres brindaban al desarrollo de la insurrección. La magnitud que tuvo esta represión y el esfuerzo que se invirtió para imponerla, permite visualizar lo importante que fueron las intervenciones femeninas y lo consciente que de ello se hallaba el gobierno español, ya que los castigos no sólo fueron un medio de sancionar a las reas, sino también de regenerarlas y de debilitar a las fuerzas revolucionarias, que perdieron parte importante de su base social de apoyo cuando sus adeptas empezaron a ser perseguidas y ajusticiadas. Fueron muchos los modos en que las mujeres participaron; ellas manifestaron públicamente su oposición al régimen, divulgaron propaganda independentista, albergaron 14:36. Martínez, Aída, “Bicentenario de la Independencia ¿cómo se ha percibido la participación femenina en las luchas de la independencia?”, ponencia del xiv Congreso Colombiano de Historia en Colombia, UPTC, Tunja, 2008, en: Boletín de Historia y Antigüedades, Academia Colombiana de Historia, Vol. 95, Nº. 842, 2008, pp. 443-454.

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insurgentes y guardaron armas en sus casas, promovieron y planearon conspiraciones, financiaron grupos armados, se desempeñaron como espías e informantes, protagonizaron revueltas contra el gobierno, aportaron vestuario, alimento, medicinas y otros implementos necesarios para la guerra, acompañaron a las tropas para asegurar su abastecimiento y funcionamiento, cuidaron y curaron a los enfermos y lucharon como soldados en los enfrentamientos2. Cada una de estas actividades desencadenó un castigo específico que, a su vez, respondía a un objetivo determinado, a partir de lo cual se pueden establecer claras relaciones entre forma de participación, tipo de castigo y resultado esperado después de su aplicación. La represión no tuvo un desarrollo cronológico uniforme. Empezó a desplegarse a finales de la Colonia, ante las primeras manifestaciones de oposición al gobierno, que eran pocas, dispersas y sus pretensiones separatistas, si las tenían, aún no eran muy claras. Siguió consolidándose y construyéndose sobre la marcha, a medida que pasaba el tiempo y la revolución se difundía y se volvía cada vez más difícil de contener, hasta que en la Reconquista alcanzó su punto más alto: durante este periodo, de 1816 a 1819, la represión se volvió más fuerte que nunca, se intentó sistematizar a través de la creación de tribunales y la unificación de procedimientos punitivos, y el número de mujeres aleccionadas se incrementó notablemente. Cabe señalar que dicha represión se encontraba inserta dentro del sistema penitenciario general, con que el Estado español combatió la acción independentista de toda la población, es decir, tanto de los hombres como de las mujeres.

Antecedentes Durante la Colonia los ideales femeninos eran más comúnmente transgredidos de lo que las autoridades hubieran deseado; circunstancias repudiadas como el madresolterismo3, el desempeño en trabajos mal vistos y relacionados con los desórdenes sociales, como el de

2 Women and the Spanish-American Wars of Independence: An Overview, Author(s): Claire Brewster, Source: Feminist Review, No. 79, Latin America: History, war and independence (2005), pp. 20- 35, Published by: Palgrave Macmillan Journals, Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3874426, Accessed: 18/05/2010 16:07, p. 26. 3 Rodríguez, Pablo, Sentimientos y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada, Santafé de Bogotá, Planeta Colombiana Editorial S.A., 1997, pp. 81 - 90.

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chichera4, las relaciones afectivas ilícitas5, los crímenes y delitos llevados a cabo por mujeres6, entre otros, eran pan de cada día e involucraban a la mayoría de la población femenina. Esto llevó a la consolidación de una tradición legislativa que atacaba una variedad de crímenes y comportamientos indebidos. Uno de los comportamientos más reprimidos por la ley fue el sostenimiento de relaciones afectivas ilícitas como el amancebamiento, el concubinato y el adulterio. Cuando los amantes eran descubiertos, tanto a hombres como a mujeres se les adelantaba un proceso que podía condenarlos a la prisión, al destierro, a recibir azotes, o a la expropiación de sus bienes y pago de multas, entre otras cosas para financiar los costes del juicio. Las mujeres podían ser confinadas en pueblos cercanos o cárceles locales y los hombres eran obligados a alejarse 10 o 20 leguas de su lugar de residencia de 1 a 10 o más años, y si reincidían al destierro total7. Una situación como esta se presentó en 1788 en Zaragoza, al norte de la provincia de Antioquia, donde Vizente Ferro mantenía simultáneamente un concubinato con Dionisia Gordiana y María la Saxona; cuando el visitador borbónico Juan Antonio Mon y Velarde realizó una visita para determinar la situación en que se hallaba la ciudad, ordenó que Ferro fuera condenado al destierro por seis años, teniendo que pagar de su bolsillo la conducción de sus mancebas a Mompox, donde éstas habían sido condenadas a confinamiento en una “casa de honestidad y vergüenza”8. A las mujeres amancebadas se les conducía a un lugar donde no tuvieran contacto con su antigua pareja y además eran vigiladas para que tuvieran un comportamiento digno.

4 Cf. Mora, Gilma, “Chicha, guarapo y presión fiscal en la sociedad colonial del siglo xviii”, en Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol 16-17, 1988-89, pp. 26-28. Publicación digital en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. http://www. lablaa.org/blaavirtual/revanuario/ancolh16-17/articul/art1/art1a.pdf. Búsqueda realizada el 01 de mayo de 2010. 5 Cf. Tovar, Hermes, La batalla de los sentidos. Infidelidad, adulterio y concubinato a fines de la colonia, Bogotá, Ediciones Fondo Cultural Cafetero, 2004. 6 Ramírez, María Himelda, Las mujeres y la sociedad de Santa Fe de Bogotá a finales de la colonia: 1750-1810, Tesis de maestría en Historia, Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, 1996, pp. 242 - 281. 7 Tovar, Hermes, Op. cit., 29 - 71. 8 Archivo Histórico de Antioquia (en adelante se citará AHA), Visitas, Tomo 76, f. 219 v.


Las mujeres también fueron sancionadas por emitir injurias verbales y divulgar chismes, por lo cual se les hacían recomendaciones de buen comportamiento y eran encomendadas a algún familiar para que las vigilara; también podían ser encarceladas por unos días, ser desterradas si ofendían a un funcionario o personaje importante, o pagar de su bolsillo los costos del proceso9. Otros delitos que cometieron fueron el asesinato y el robo o la complicidad en el mismo, la violencia doméstica, y eran punibles actos como el desobedecimiento a los padres (por ejemplo para negarse a un matrimonio arreglado). Para castigarlos se recurrió igualmente el destierro, la confiscación de bienes y la reclusión; incluso se llegó a utilizar el suplicio y la pena de muerte. El destierro fue común para las forasteras, alborotadoras y prostitutas. La reclusión se podía cumplir tanto en casas de familias de reputación intachable o conventos, para las mujeres pertenecientes a familias notables; como en casas de rehabilitación construidas con ese propósito o cárceles, para las forasteras pobres y las delincuentes. Allí eran sometidas a estricta vigilancia y control10.

Principales mecanismos de represión femenina en la Independencia En correspondencia con los primeros brotes revolucionarios que se produjeron a finales de la Colonia, se presentaron también los primeros casos de sedición, dentro de los cuales figuraban muchas mujeres; los castigos para ellas fueron tan duros como los que recibieron los hombres. Un caso representativo es el de la peruana Micaela Bastidas, quien participó notablemente en el movimiento insurrecto liderado por su marido Túpac Amaru. Cuando fue atrapada junto con sus familiares y compañeros, fue condenada a muerte, pero no a cualquier tipo de muerte, sino que además de la violencia física se hizo uso de una profunda violencia simbólica. Después de tener que observar el suplicio que le causó la muerte a su hijo Hipólito, Micaela fue vestida con el hábito de la Orden de La Merced, amarrada de pies y manos, y llevada hasta la horca; se le cortó la lengua, y como

9 Patiño Millán, Beatriz, “Mujeres y el crimen en la época colonial: el caso de la ciudad de Antioquia”, en: Las mujeres en la historia de Colombia, Bogotá, Presidencia de la República de Colombia, 1995. 10 Ramírez, María Himelda, Op. cit., pp. 267 - 279.

su cuello era demasiado pequeño se necesitó que los verdugos le colocaran un lazo alrededor y terminaran su trabajo por medio de los golpes. La cabeza y extremidades de esta mujer, así como de los demás insurrectos, fueron colocadas en lugares y plazas públicas de varias ciudades, y después de algún tiempo de ser exhibidas fueron quemadas y destruidas11. Aunque durante las luchas de Independencia de la Nueva Granada no fue común que se aplicaran penas de muerte tan ceremoniosas, el episodio de la muerte de Micaela marca un abrebocas de la manera en que se procedería más adelante contra las mujeres adeptas a la causa independentista en todo el continente.

Pena de muerte Este fue sin duda el castigo más radical al que se recurrió: las mujeres podían ser fusiladas, degolladas, ahorcadas, alanceadas, etc. Sus cuerpos en algunos casos fueron agraviados después de la muerte, para infundir temor y respeto hacia las autoridades en otras insurgentes potenciales. Fue el medio de erradicar las manifestaciones revolucionarias más extremas y explícitas; se aplicó cuando se creía que la insurgente ya no podía ser regenerada debido a lo grave que había sido su delito. La sentencia mortal se halló profundamente relacionada con las intervenciones rebeldes directas, es decir, aquellas que promovían y permitían en la práctica, de manera efectiva, el desarrollo de la revolución: aquellas que se desempeñaron como financiadoras, conspiradoras, espías, transmisoras de notas y mensajes, las que escondieron fugitivos y armas en sus casas, las que acompañaban a las tropas como ayudantes y combatientes. Varios casos ilustran esta situación: Mercedes Ábrego, de Cúcuta, quien había facilitado las comunicaciones entre los grupos patriotas y el espionaje a los realistas, y era conocida por haber regalado a Simón Bolívar un lujoso uniforme, fue ajusticiada por las tropas de Bartolomé Lizón cuando cruzaron por esa ciudad en 181412; Antonia Santos, mujer de clase alta, fue fusilada por ha-

11 Women and the Great Rebellion in Peru, 1780-1783. Author(s): Leon G. Campbell Source: The Americas, Vol. 42, No. 2 (Oct., 1985), pp. 163-196 Published by: Catholic University of America Press on behalf of Academy of American Franciscan History Stable URL: http://www.jstor.org/ stable/1007207 Accessed: 03/05/2010 11:58, p. 189. 12 Forero, Paulo, Las heroínas olvidadas de la Independencia, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1972, p. 20.

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ber financiado la guerrilla de Coromoro en la Provincia del Socorro13; Juana Escobar, campesina boyacense que se aprendía los mensajes de memoria para transmitirlos a los patriotas, fue capturada y alanceada junto con otros 37 compañeros en 181914; Evangelina Díaz, reconocida guerrillera y veterana de combate, fue fusilada el 19 de agosto de 1818 en la localidad de Zapatoca15; Manuela Cañizares fue perseguida por haber participado en la conspiración que declararía la Independencia de Quito el 10 de agosto de 1809, pero pudo salvar su vida refugiándose en el monasterio de Santa Clara, donde murió cuatro años después16. Las mujeres que cometían el delito de infidencia eran juzgadas por el Consejo de Guerra, que también se utilizaba para sentenciar a los hombres por el mismo delito; este Consejo había sido creado por Morillo y Enrile al comenzar la reconquista española para juzgar a los desleales y era en últimas el que debía otorgar la pena capital17. Policarpa Salavarrieta fue una de las mujeres condenadas por este organismo18. Pero la pena de muerte también se ejerció en lugares y momentos en que dicho Tribunal no existía o no alcanzaba a tener jurisdicción, como para aquellas mujeres que cayeron durante las masacres que las huestes leales a España llevaban a cabo cuando atravesaban o sitiaban un pueblo reconocido por su adhesión 13 Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. Ocampo López, Javier, Antonia Santos. Publicación digital en la página web de la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. http://www.lablaa.org/blaavirtual/biografias/santanto.htm. Búsqueda realizada el 28 de abril de 2010. 14 Forero, Paulo, Op. cit., p. 13. El autor no especifica de donde tomó esta información. 15 Ibíd., pp. 44-46. Junto a este, el autor expone algunos otros casos de guerrilleras y auxiliadoras de la Independencia que fueron sacrificadas entre 1816 y 1819. 16 Cherpak, Evelyn, “Las mujeres en la Independencia. Sus acciones y contribuciones”, en: Las mujeres en la historia de Colombia, tomo 1, Bogotá, Consejería Presidencial para Política Social: Norma, 1995, pp. 83-116, artículo aparecido por primera vez en Women and the independence of gran Colombia 1780 - 1830, su tesis de doctorado en Historia de la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill, 1973, pp. 86-87. Manuela apareció en una lista de personas que faltaban por ser aprehendidas para aplicárseles la pena de muerte, firmada en Quito el 18 de enero de 1810; se publicó con el fin de ofrecer recompensa a quien supiera su paradero; se halla transcrita en: Monsalve, José Dolores, Mujeres de la Independencia, Bogotá, Imprenta Nacional, 1926, pp. 250-251. 17 Ibíd., p. 136. 18 Archivo General de la Nación (en adelante se citará AGN). Anexo, Historia, Tomo 23, f. 23-63. Policarpa Salavarrieta fue juzgada por el Consejo de Guerra junto con otros ocho reos más; su caso desató una tensión entre la jurisdicción civil y la Justicia militar defendida por Sámano, ya que ésta última habría sido ejercida contra los fusilados sin dar previo aviso de ello, como le correspondía.

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a la Independencia. Es el caso de la Ciudad de Charalá, atacada en 1819 por las tropas del realista Lucas González mientras se dirigía a auxiliar las del general Barreiro; entre los numerosos muertos se cuentan muchas mujeres, incluso aquellas que habían intentado protegerse refugiándose en la iglesia19. También se sacrificaron mujeres porque divulgaban secretos de las tropas realistas, porque mantenían contacto o correspondencia con personas simpatizantes de la Independencia, porque se negaban a denunciar a los rebeldes20, e incluso porque se sospechaba que habían incitado a los soldados a la deserción21. La eliminación física de los enemigos se convirtió en un procedimiento indispensable para llevar a cabo la Pacificación del territorio.

Destierro El destierro consistía en expulsar de su lugar de residencia a aquella que se consideraba peligrosa para el mantenimiento del orden de la ciudad o pueblo al que pertenecía, por haber intervenido en hechos que se relacionaran de alguna manera con la causa independentista. La sentenciada era desterrada junto con todas las personas que se encontraban a su cargo, y para intensificar el castigo, muchas veces era obligada a marchar a pie hasta el destino del destierro, escoltada por los soldados que la insultaban mientras caminaba22. La remoción del sitio donde había cometido la infracción cumplía una doble función: la de evitar que reincidiera en su fechoría y atentara de nuevo contra el orden, y la de mantenerla vigilada en un nuevo domicilio, que generalmente quedaba en un lugar más pequeño, más apartado, más tranquilo y menos habitado. De esta manera, el destierro casi siempre implicaba el confinamiento, con el que se pretendía controlar todos los movimientos de las familias desterradas para procurar su regeneración. Esto se ve en un fragmento de la circular con que se remitían las familias desterradas de Santafé, expedida en 1816 por el Gobernador político y militar de Santafé, Antonio María Casano:

19 Forero, Paulo, Op. cit., pp. 32-37. Monsalve, José Dolores, Op. cit., pp. 205-206. 20 Cherpak, Evelyn, Op. cit., p. 102. 21 Monsalve, José Dolores, Op. cit., p. 184. 22 Ibíd., este autor nos presenta numerosos casos de ello a lo largo de todo su libro.


“(...) cuidarán los Señores Curas, que las mujeres ó familias que se establezcan en sus Pueblos, se dediquen á la educación Cristiana de sus hijos (...) Vigilarán, que tanto las madres, como los hijos y criados, frecuenten el Santo Sacramento de la Penitencia, y que en todo observen una vida arreglada y religiosa”23.

Es importante notar cómo la circular está dirigida principalmente a las mujeres; aunque también se dictaron órdenes de destierro contra algunos hombres, las familias desterradas se encontraban lideradas casi siempre por las mujeres que habían quedado viudas debido a las luchas independentistas24; así, la reconversión de la familia quedaba a cargo de ellas, que ahora debían actuar no sólo como madres, sino también como administradoras de un hogar, pues eran responsables de todas las personas que formaban parte del núcleo familiar, teniendo que ver incluso por el comportamiento de los criados. Se le prohibía variar de domicilio sin una consulta previa con las autoridades, tener visitas frecuentes o reuniones que se consideraba podían ser perjudiciales, y vestirse de manera lujosa y desenvuelta; también se le encargaba a los curas y alcaldes tener “cuidado de que la opinión de las citadas familias se rectifique y modele por la de los habitantes pacíficos y amantes del orden”25. El destierro sancionó conductas que no eran tan graves como para merecer la pena de muerte; un ejemplo lo encontramos en las revueltas que sacudieron a la ciudad de Santafé en julio y agosto de 1810, cuyo total de participantes no fue necesariamente relacionado con las acciones revolucionarias emprendidas después26. Entre el 27 de ju23 AGN, Anexo, Historia, Tomo 20, f. 151, 152. 24 Pablo Rodríguez ha advertido lo común que era ya la condición de viudez en el Nuevo Reino de Granada, pero es de esperarse que las cifras hubieran aumentado debido a las guerras por la independencia. Rodríguez, Pablo, Op. cit., pp. 129 - 138. 25 AGN, Anexo, Historia, Tomo 20, f. 152. Estos dos personajes de autoridad también son resaltados por Hermes Tovar cuando habla de las formas en que eran sancionados los adulterios, amancebamientos y demás relaciones afectivas no permitidas en la Colonia; ellos se ocupaban de vigilar el comportamiento de las personas, de denunciarlas y en último caso de corregirlas. Tovar Pinzón, Hermes, Op. cit., p. 16. 26 Sobre la participación de las mujeres en los acontecimientos del 20 de julio ver: Gómez, Nidia, Mahecha Jenni, Serrano, Ana, Francisca Guerra: la enérgica e iracunda y otras protagonistas del 20 de julio, Ponencia presentada en el Segundo Congreso Internacional de Estudiantes de Historia, Lima, 14 al 18 de junio de 2010; Rodríguez, Manuel del Socorro. “Constitución feliz”; “Diario de un santafereño anónimo”; Farto, Manuel María. “Páginas de Don Manuel María Farto”, en: Sucesos y documentos sobre la revolución del 20 de Julio de 1810 y la primera república, Instituto Colombiano de Cultura, Casa Museo del 20 de julio, 1996; Rueda San-

nio y el 10 de septiembre de 1816 los alcaldes y curas de varios pueblos cercanos a la capital dirigieron 64 reportes al Gobernador político y militar de Santafé, Antonio María Casano, donde confirmaban haber recibido la orden de admitir en sus respectivas jurisdicciones a varios individuos sometidos a destierro27. Se hablaba de 9 hombres en comparación con 106 mujeres de las cuales 64 nunca llegaron a su destino; 20 sí lo hicieron, y en 8 casos no se confirma si lo hicieron o no; a todos les fue entregado un Pasaporte, documento oficial donde se confirmaba su estado de desterrados de la ciudad de Santafé, según el cual “se considera perjudicial su permanencia en esta Ciudad, respecto de haber sido de los alborotadores públicos, quando las tropelías cometidas con los Exelentisimos Señores Virreyes”28. El destierro, y el confinamiento que este traía consigo, sirvieron para desarticular radicalmente las redes sociales que las revolucionarias habían establecido entre ellas y con sus amigos y familiares.

Secuestro de bienes El secuestro de bienes era una sanción que se imponía sobre todo a las familias adineradas, de las que uno o varios de sus miembros habían estado involucrados directamente en las luchas revolucionarias; aunque no era un castigo cuya intención fuera la de perjudicar esencialmente a las mujeres (ya que hasta el momento no se tiene noticia de ninguna que lo haya recibido), sí fueron ellas sus principales víctimas debido a lo siguiente: en la mayoría de los casos se hallaba correlacionado con la condena a muerte de un miembro de la familia, casi siempre el esposo, que era el que respondía social y económicamente por ella, en el sentido de que era quien administraba los bienes de la misma y la representaba ante la sociedad; como el secuestro de sus bienes era verificado días antes o días después de que había sido dictada la sentencia mortal o de que ésta se había consumado, era su esposa la que tenía que afrontar el proceso y sus, a veces, desastrosas consecuencias. tos, Rigoberto, “El 20 de julio de 1810 un episodio de protesta popular”, en: Memoria y sociedad, Volumen 11. Caballero, José María. Diario. Colseguros. Bogotá. 2000. 27 Monsalve, José Dolores, Op. cit., pp. 265-296. Esta información se basa en 64 documentos recogidos por el autor, quien los cita de la siguiente manera: “tomados del Archivo Histórico, anexo a la Biblioteca Nacional, Historia”. Se presume que hayan sido depositados en el Archivo General de la Nación, pero con una referencia diferente, por lo que no se ha podido acceder a los originales. 28 AGN, Anexo, Historia, Tomo 20, f. 393.

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A una situación de este tipo debió enfrentarse Ysabel Caicedo, esposa de Antonio Baraya, un reconocido general que prestó importantes servicios a las tropas independentistas y federalistas29. En una carta que dirigió a las autoridades españolas con el fin de pedirles ayuda para mejorar su condición, esta mujer comentaba que: “la miseria a que he quedado reducida, me ha tenido, y tiene en un estado casy de pordiosera, por haver el General Morillo sacrificado a my marido, quitandome my dote, causante en tres mil trecientos pesos; todos mis intereses, joyas, alajas, trastos, y hasta el ultimo trapo de my uso, que todo perecio en el Tribunal de sequestro.”30

Para imponer y llevar a cabo la confiscación, la autoridad española se valió de un órgano legal llamado Tribunal o Junta de Secuestros, que según Monsalve era el “medio de arruinar y de dejar en la miseria a todos los comprometidos de importancia o sin ella, y que también prestaba el medio de robar a los habitantes todos de la Nueva Granada”31. El secuestro de bienes tenía la finalidad, claramente definida, de captar riquezas que engrosaran las arcas reales destinadas a la contención de la revolución; la tesorería de la Junta de secuestros manejaba significativas cantidades, que tenían parte importante en la financiación de las fuerzas pacificadoras. En julio 28 de 1817, por ejemplo, Juan Sámano dirigió a la Caja de secuestros de su jurisdicción, la orden de desembolsar dos mil pesos para el grupo del capitán Ventura Joseph Molinos, y setecientos para el grupo del comandante de artillería José Coletes, con el fin de surtir sus tropas de vestuario y monturas. Aunque al día siguiente se le respondió que la caja no contaba con esa cantidad, y se sugería que el dinero fuera exigido a unos “Señores Oficiales a cuenta de seis mil pesos, que tienen en su poder en calidad de préstamo”, debe analizarse el monto de la petición y la relación que guarda con las magnitudes de la renta de las que da cuenta, que se manejaban en dicha caja32. 29 Sobre acciones militares en las que participó Antonio Baraya, ver: Francisco José de Caldas: A Scientist at Work in Nueva Granada, Author(s): John Wilton Appel Source: Transactions of the American Philosophical Society, New Series, Vol. 84, No. 5 (1994), pp. 1-154, Published by: American Philosophical Society, Stable URL: http://www.jstor.org/stable/1006650, Accessed: 05/05/2010 12:40. 30 AGN, Anexo, Historia, Tomo 26, f. 717 r. 31 Monsalve, José Dolores, Op. cit., p. 136. 32 AGN, Anexo, Secuestros, Legajo 7, f. 58 r.

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El embargo aseguraba que los que le sobrevivían quedaran en una deplorable situación económica, que se agudizaba cuando a este castigo se le agregaba el de destierro. La familia desterrada, liderada casi siempre por la mujer, debía llegar a un lugar extraño y sin dinero para comenzar de nuevo; despojarla de todos sus bienes también garantizaba que se redujeran las fuentes potenciales de patrocinio económico de las tropas insurgentes. Ocupadas en encontrar los medios para procurarse la subsistencia, las mujeres que enfrentaban el secuestro no podían darse la libertad de auxiliar a los grupos rebeldes de los que eran partidarias, aunque lo quisieran.

Prisión Eran apresadas aquellas que acompañaban a las tropas como combatientes o ayudantes, las que colaboraban reuniendo y enviando implementos y dinero para mantener a los grupos insurgentes, las que participaban en revueltas y conspiraciones, las que pertenecían a una familia de reconocida trayectoria independentista; en general, podía ser encarcelada cualquiera que hubiera tenido algún tipo de contacto con la sedición. El cautiverio tenía tres objetivos principales: uno era el de castigar en todo el sentido de la palabra, pues intentaba dar una lección a aquellas que se habían atrevido a simpatizar y ayudar con los independentistas; otro era el de evitar, por medio del encierro y el aislamiento, que las mujeres reincidieran en su delito, y siguieran amenazando la tranquilidad del gobierno oficial; era necesario evitar que las condenadas se comunicaran con otras personas a las que pudieran pasar informaciones o con las que pudieran concertar planes y apoyos. Viene a cuento el siguiente ejemplo: el 15 de enero de 1813 se dirigió al alcalde del barrio Las Nieves de Santafé una comisión para que capturara a las hermanas Francisca y Carmela Guerra por su declarada adhesión a las tropas revolucionarias de la Unión, dirigidas por el general Antonio Baraya; al alcalde se le ordenó recluirlas, privadas de toda comunicación, en la Casa del Divorcio como era llamada la prisión de mujeres en ese momento. Aunque el día 18 de ese mismo mes se declaró inocente a Carmela, Francisca siguió afrontando un proceso judicial, que consistió en varios interrogatorios hechos a la acusada y a dos de sus criadas de confianza, Salvadora Rivas y Simona Vidal, con preguntas en torno a una visita hecha


por Francisca Guerra al pueblo de Fontibón, mientras se encontraba allí el nombrado general33. El tercer objetivo era el de brindar un espacio de confinamiento dónde contener a las rebeldes, mientras se definía la condena definitiva a la que serían destinadas. Es el caso de una lista de mujeres hostigadas por Pablo Morillo, donde se da cuenta de ocho de ellas que el 23 de agosto de 1816 se encontraban presas en la Cárcel del Divorcio, esperando a que se determinara su destino de destierro.34 Las mismas aparecen en una comunicación enviada por el subalterno José Antonio González a Casano el 22 de agosto del mismo año, donde se informa que unas habían manifestado que continuaban en la cárcel porque aun no habían recibido su pasaporte de destierro, y otras que lo tenían pero no sabían qué destino les había tocado. Dependiendo del caso, González aconsejó que se les instara a marchar al lugar de destierro, o se les expidieran los pasaportes faltantes, y que en caso de no ser cierto lo que las prisioneras aseguraban se les condenara definitivamente a presidio en la misma cárcel en que se hallaban35. Las estancias en prisión se agravaban por las malas condiciones en que se encontraban estos establecimientos. Ser destinada al encarcelamiento no sólo se convertía en una humillación, o una lamentable pérdida de la libertad; en incontables casos las cautivas debían soportar ambientes que deterioraban su salud, y llegaban a poner en peligro sus vidas. Cuando la ciudad de Mompós fue invadida por el ejército del coronel español La Rus, varias mujeres pertenecientes a los grupos influyentes de la sociedad, que habían aportado dinero, alimentos, armas y caballos a los patriotas, fueron encerradas por largo tiempo en las bóvedas de Cartagena, de donde algunas no lograron regresar con vida; las que sí lo hicieron salieron con un lugar de destierro designado36.

fundamente simbólica, ya que transgredía la integridad moral del cuerpo femenino, que era tan valorada y controlada en la época. Por ello es viable igualar el procedimiento de humillación al de una tortura, lo que nos salva de reducir su significado al de una sencilla amonestación; su carácter de tortura permitió que se le pudieran dar algunos usos estratégicos para favorecer las operaciones españolas de lucha, como el de procurar confesiones. Viene al caso el nombre de Leonor Guerra, una mujer cartagenera servidora de la causa independentista, que después de ser capturada por las tropas realistas en una emboscada fue humillada públicamente en Cumaná, con la finalidad de que informara sobre los planes del bando patriota, recibiendo al tiempo tantos azotes que murió al poco tiempo37. De la siguiente manera Monsalve nos describe el padecimiento de esta mujer, cuya sentencia, según él, se vio agravada por hacer uso en su cabello de una cinta azul, que denotaba explícitamente el rechazo a las fuerzas oficiales y el apoyo a las fuerzas insurrectas: “Cumplióse la sentencia, colocando a la hermosa víctima sobre un asno, con la blanca espalda medio desnuda, con los grandes ojos vendados, y ella misma se cubría el avergonzado rostro con el pañuelo; seguíala una escolta de diez soldados; en la esquina de cada cuadra y frente a las casas de sus parientes más cercanos, la noble víctima recibía una tanda de latigazos. “Confiesa tus cómplices,” le decía el verdugo antes de cada vapulación, y la valerosa Leonor contestaba: “!Viva la Patria! ¡Mueran los tiranos!”; y así iba repitiéndose el castigo, hasta que ya exánime fue conducida a su afligido hogar (…) más que la flagelación, el sufrimiento moral extinguió en cuatro días la vida de aquella verdadera heroína.”38

Este correctivo funcionaba como reprimenda para las mujeres que manifestaban su apego a la causa revolucionaria, o lo ratificaban prestándole su ayuda. Tenía una carga pro-

Es importante notar la amplia relación que guarda la humillación pública con otros castigos como el tormento físico del cuerpo y el encarcelamiento, que complementaban la dureza de la sanción para dar resultados más contundentes. El maltrato físico no siempre se infligía públicamente, no necesariamente conllevaba la humillación pública, por lo que debe diferenciarse de esta modalidad, a pesar de que en muchas ocasiones los dos fueran empleados al mismo tiempo.

33 AGN, Anexo, Historia, Tomo 7, f. 164 r – 171 v. 34 Monsalve, José Dolores, Op. cit., p. 247. El autor no especifica de donde tomó esta lista. 35 Ibid., p. 293. 36 Forero, Paulo, Op. cit., p. 62.

37 Marcucci, César, Bolívar y la mujer costeña en la Independencia, Bogotá, ABC, 1980, pp. 193 -194. 38 Monsalve, José Dolores, Op. cit., pp. 76 - 77.

Humillación pública

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Conclusiones Existe una línea de continuidad entre las prácticas punitivas usadas contra las mujeres en la Colonia y las usadas en la Independencia, si bien estas últimas fueron modificándose hasta alcanzar una magnitud y un grado de violencia que no se había visto antes.39 El destierro y confinamiento, la prisión, la confiscación de bienes, incluso la pena de muerte y el suplicio ya eran utilizados en la Colonia, y se siguieron usando durante la Independencia para reprimir también la sedición, lo que sugiere el gran peso que tenía una larga tradición penal contra las mujeres que, venida desde la sociedad colonial, influyó considerablemente en la sociedad neogranadina. Aunque es notorio que existía una gran dificultad para hacer efectiva la aplicación de los castigos, pues se tenía que cubrir un territorio enorme y una población dispersa, y los poderes locales y oficiales de turno muchas veces tenían su propia manera de proceder, desautorizando a las autoridades centrales o simplemente improvisando a causa de no tener órdenes claras, debe reconocerse el carácter sistemático que se le intentó dar a estos mecanismos de represión, carácter sistemático que en efecto tuvo en algunos lugares. Esto puede notarse en elementos tan sencillos como la creación de tribunales especiales para juzgar a los revolucionarios y el seguimiento de procesos judiciales contra los mismos. Los castigos que se aplicaron a estas mujeres desarticularon y desestabilizaron en gran medida las redes sociales que éstas habían creado, y que se habían tejido a su alrededor dentro de sus grupos sociales; no sólo tuvieron causas diferenciadas que llevaron a su imposición, sino que de cada uno se esperaba un resultado determinado; la pena de muerte eliminó agentes femeninos revolucionarios, que ya no pudieron seguir prestando ayuda al movimiento separatista de España; el destierro aseguró que mujeres rebeldes y relacionadas de alguna manera con la sedición, fueran confinadas, aisladas y controladas fuertemente, para que perdieran el contacto con las fuerzas insurgentes, y con familiares y amigos que pudieran ayudarlas; el secuestro de bienes aplicado a las familias 39 Cf. Brewster, Claire, Op. cit. Esta autora propone que las autoridades españolas debieron modificar su aparato legislativo para procurar que las mujeres que participaron en la insurrección pudieran recibir penas tan severas como los hombres.

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de rebeldes condenados a muerte y lideradas por mujeres viudas, logró llenar sus vidas de necesidades y eliminar la posibilidad de cualquier potencial auxilio económico para las tropas patriotas; la prisión, la humillación pública, el maltrato y otros castigos las escarmentaron para que no desearan volver a hacerlo de nuevo, y para mostrar a las demás mujeres lo que sufrirían si se decidían a apoyar ellas también la revolución. A través del despliegue de fuerzas y esfuerzos emprendidos por las autoridades españolas para reprimir a las mujeres, se puede observar lo importante que fue el apoyo femenino a la revolución, y lo claro que le había quedado al Gobierno que éstas no eran inofensivas. La condición de sexo delicado tan promovida por la sociedad del siglo xviii y xix no fue tomada en cuenta a la hora de juzgar a las reas, y no sirvió como justificación para atenuar sus penas, se les impuso sin miramientos todo el peso de la ley y, al menos en el plano judicial, experimentaron una igualdad con los hombres, lo cual deja abierto un interrogante sobre el verdadero estatus político que en la práctica se le confirió a las mujeres que participaron en la Independencia.


Olympe de Gouges

Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana* Preámbulo

Artículo primero

Las madres, hijas, hermanas, representantes de la nación, piden que se las constituya en asamblea nacional. Por considerar que la ignorancia, el olvido o el desprecio de los derechos de la mujer son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de 105 gobiernos, han resuelto exponer en una declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados de la mujer a fin de que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes, a fin de que los actos del poder de las mujeres y los del poder de los hombres puedan ser, en todo instante, comparados con el objetivo de toda institución política y sean más respetados por ella, a fin de que las reclamaciones de las ciudadanas, fundadas a partir de ahora en principios simples e indiscutibles, se dirijan siempre al mantenimiento de la constitución, de las buenas costumbres y de la felicidad de todos. En consecuencia, el sexo superior tanto en belleza como en coraje, en los sufrimientos maternos, reconoce y declara, en presencia y bajo 105 auspicios del Ser supremo, los Derechos siguientes de la Mujer y de la Ciudadana.

La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos, Las distinciones sociales sólo pueden estar fundadas en la utilidad común.

*

Redactada en 1791 por Olympe de Gouges para ser decretada por la Asamblea Nacional Francesa. http://clio.rediris.es

Artículo segundo El objetivo de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y, sobre todo, la resistencia a la opresión.

Artículo tercero El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación que no es más que la reunión de la Mujer y el Hombre: ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad que no emane de ellos.

Artículo cuarto La libertad y la justicia consisten en devolver todo lo que pertenece a los otros; así, el ejercicio de los derechos naturales de la mujer sólo tiene por límites la tiranía perpetua que el hombre le opone; estos límites deben ser corregidos por las leyes de la naturaleza y de la razón. En otras palabras… no. 18 / Dossier | 111


Artículo quinto

Artículo decimoprimero

Las leyes de la naturaleza y de la razón prohiben todas las acciones perjudiciales para la Sociedad: todo lo que no esté prohibido por estas leyes, prudentes y divinas, no puede ser impedido y nadie puede ser obligado a hacer lo que ellas no ordenan.

La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos de la mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con relación a los hijos. Toda ciudadana puede, pues, decir libremente, soy madre de un hijo que os pertenece sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular la verdad; con la salvedad de responder por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.

Artículo sexto La ley debe ser la expresión de la voluntad general; todas las Ciudadanas y Ciudadanos deben participar en su formación personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma para todos; todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus ojos, deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según sus capacidades y sin más distinción que la de sus virtudes y sus talentos.

Artículo séptimo Ninguna mujer se halla eximida de ser acusada, detenida y encarcelada en los casos determinados por la Ley. Las mujeres obedecen como los hombres a esta Ley rigurosa.

Artículo octavo La Ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias y nadie puede ser castigado más que en virtud de una Ley establecida y promulgada anteriormente al delito y legalmente aplicada a las mujeres.

Artículo decimosegundo La garantía de los derechos de la mujer y de la ciudadana implica una utilidad mayor; esta garantía debe ser instituida para ventaja de todos y no para utilidad particular de aquellas a quienes es confiada.

Artículo decimotercero Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración, las contribuciones de la mujer y del hombre son las mismas; ella participa en todas las prestaciones personales, en todas las tareas penosas, por lo tanto, debe participar en la distribución de los puestos, empleos, cargos, dignidades y otras actividades.

Artículo decimocuarto

Sobre toda mujer que haya sido declarada culpable caerá todo el rigor de la Ley.

Las Ciudadanas y Ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o por medio de sus representantes, la necesidad de la contribución pública. Las Ciudadanas únicamente pueden aprobarla si se admite un reparto igual, no sólo en la fortuna sino también en la administración pública, y si determinan la cuota, la base tributaria, la recaudación y la duración del impuesto.

Artículo décimo

Artículo decimoquinto

Nadie debe ser molestado por sus opiniones incluso fundamentales; la mujer tiene el derecho de subir al cadalso; debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.

La masa de las mujeres, agrupada con la de los hombres para la contribución, tiene el derecho de pedir cuentas de su administración a todo agente público.

Artículo noveno

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Artículo decimosexto

Epílogo

Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no esté asegurada, ni la separación de los poderes determinada, no tiene constitución; la constitución es nula si la mayoría de los individuos que componen la Nación no ha cooperado en su redacción.

Mujer, despierta; el rebato de la razón se hace oír en todo el universo; reconoce tus derechos. El potente imperio de la naturaleza ha dejado de estar rodeado de prejuicios, fanatismo, superstición y mentiras. La antorcha de la verdad ha disipado todas las nubes de la necedad y la usurpación. El hombre esclavo ha redoblado sus fuerzas y ha necesitado apelar a las tuyas para romper sus cadenas. Pero una vez en libertad, ha sido injusto con su compañera. ¡Oh, mujeres! ¡Mujeres! ¿Cuando dejaréis de estar ciegas? ¿Qué ventajas habéis obtenido de la revolución? Un desprecio más marcado, un desdén más visible. [...] Cualesquiera sean los obstáculos que os opongan, podéis superarlos; os basta con desearlo.

Artículo decimoséptimo Las propiedades pertenecen a todos los sexos reunidos o separados; son, para cada uno, un derecho inviolable y sagrado; nadie puede ser privado de ella como verdadero patrimonio de la naturaleza a no ser que la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija de manera evidente y bajo la condición de una justa y previa indemnización.

Para saber más: http://clio.rediris.es/udidactica/sufragismo2/index.htm http://es.wikipedia.org/wiki/Declaraci%C3%B3n_de_los_Derechos_de_ la_Mujer_y_la_Ciudadana http://es.wikipedia.org/wiki/Feminismo http://www.historiasiglo20.org/sufragismo/revfran.htm http://www.uv.es/~dones/temasinteres/historia/olimpia.htm

En otras palabras… no. 18 / Dossier | 113


Acto legislativo número 3 de 1954 reformatorio de la Constitución Nacional Por el cual se otorga a la mujer el derecho activo y pasivo del sufragio La Asamblea Nacional Constituyente

Decreta:

Artículo 3. Queda modificado el artículo 171 de la Constitución Nacional en cuanto restringe el sufragio a los ciudadanos varones.

Artículo 1. El artículo 14 de la Constitución Nacional quedará así:

Artículo 4. El presente Acto Legislativo rige desde su sanción.

“Son ciudadanos los colombianos mayores de veintiún años. La ciudadanía se pierde de hecho cuando se ha perdido la nacionalidad. También se pierde o se suspende en virtud de decisión judicial, en los casos que determinen las leyes. Los que hayan perdido la ciudadanía podrán solicitar rehabilitación”.

Aprobado en segundo debate por la Asamblea Nacional Constituyente, en sesión del día 25 de agosto de 1954.

Artículo 2. El artículo 15 de la Constitución Nacional quedará así: “La calidad de ciudadano en ejercicio es condición previa e indispensable para elegir y ser elegido, respecto de cargos de representación política, y para desempeñar empleos públicos que lleven anexa autoridad o jurisdicción”.

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El Presidente, Mariano Ospina Pérez El secretario, Rafael Azula Barrera República de Colombia. Gobierno Nacional. Bogotá, 27 de agosto de 1954 Publíquese y ejecútese. Teniente General Gustavo Rojas Pinilla El Ministro de Gobierno, Lucio Pabón Núñez. Diario Oficial No. 28576. Bogotá, septiembre 14 de 1954


Constitución política de la Provincia de Vélez 1853*

*

Los facsímiles que se muestran a continuación fueron extractados del ejemplar consultado a través de microfilmes –sección Audiovisuales, código VFDU1-428– en la Biblioteca Nacional de Colombia, referenciado en el Catálogo Colectivo del Patrimonio Bibliográfico Colombiano, vínculo virtual: http://190.26.211.121/uhtbin/cgisirsi.exe/y1EH9Jfpo0/B.NACIONAL/313870029/9.

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Mario Aguilera Peña en su artículo “Por primera vez, la mujer tuvo derecho a votar en 1853. 150 años de la Constitución de la provincia de Vélez” (publicado en la Revista Credencial Historia, número 163, Bogotá julio de 2003, http://www.banrepcultural.org/revista-70), analiza el contexto en el cual se aprobó.

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Hace notar en el artículo 7 la inclusión de las mujeres en los procesos electorales –para elegir y ser elegidas–, las controversias de la época que lo argumentaban por un lado como “un acto de justicia y de restitución de la libertad” (periódico El Constitucional de Bogotá) y por otro lado como “un sentimiento de galantería innecesario dado el destino de las mujeres” (artículo Algo sobre las mujeres, 1855, http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/modosycostumbres/ares/ares23.htm).

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Aguilera Peña expone además las dudas que existen en si fue o no ejercido este derecho, las causas de su corta vigencia (hasta 1854 o principios de 1855) y, finalmente, nombra a Ricardo Vanegas como “el inspirador del voto femenino” de la Constitución provincial de Vélez: “la primera en otorgar el voto a la mujer en América Latina y una de las primeras en el mundo en consagrar ese derecho”.

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María Cristina Laverde Toscano Socióloga. Magister en Historia, investigadora

ESMERALDA ARBOLEDA:

UNA MUJER NUEVOS CAMINOS* Reflexiones preliminares

Las mujeres se organizan

¿Cuál ha sido la historia de las luchas de las mujeres en Colombia? ¿Existen hitos fundamentales en su devenir? ¿Cómo y por qué llega el feminismo a la academia y, desde la teoría y la crítica, cuáles son las implicaciones de este tránsito? Pienso que el desarrollo de este proceso está por escribirse y que con rigor debemos acometerlo; no sólo por los compromisos de género involucrados -que son importantes, en mayor medida cuando en la historiografía oficial es rotunda la invisibilidad de media humanidad-, sino por el significado de sus aportes al avance científico de los estudios de género, dueños de reciente estatuto académico.

Desde 1953 una idea obsesiona a Esmeralda Arboleda: promover la creación de la Unión de Mujeres de Colombia con el propósito expreso de «... agrupar a todas las mujeres colombianas sin distingos religiosos, políticos o sociales, para unirnos en la lucha por el reconocimiento de los derechos de la mujer y de la infancia. Esto no es un partido ni una secta. Ni siquiera tiene domicilio fijo, porque éste se encontrará en cualquier lugar de Colombia en que las mujeres se unan para defender sus derechos »1.

Asumiendo el feminismo desde la perspectiva de la historia de la organización de las mujeres, entre fines de la década del treinta y comienzos de la del cuarenta hay un momento crucial que, en vía de ejemplo, todavía no hemos analizado en sus honduras: la irrupción de mujeres realmente transgresoras en sus discursos, en sus prácticas, y en ámbitos diferentes de la vida pública colombiana *

Este trabajo hace parte de un libro que sobre la vida y la obra de Esmeralda Arboleda prepara actualmente la autora. Para su elaboración se realizar.on entrevistas de muchas horas con la doctora Arboleda entre 1992 y 1993. Así mismo, entrevistas con su familia, amigos y políticos de su época.

Con una campaña tesonera y con el apoyo de un grupo femenino, buscando sensibilizar y comprometer a las mujeres colombianas de las más diversas procedencias culturales, políticas y socioeconómicas, la propuesta adquiere vida en los primeros meses de 1954. Su programa de acción señala veintidós puntos entre los cuales es preciso destacar sus objetivos de lucha en favor de: la paz que colma un gran anhelo de las mujeres; la igualdad de derechos humanos y políticos para el hombre y la mujer; el derecho al sufragio femenino universal y secreto; el cumplimiento del principio «a igual trabajo igual salario»; la 1 Nieto de Samper Lucy «Habla la doctora Esmeralda Arboleda de Uribe». Entrevista. Cromos. Bogotá. Febrero 15 de 1954. P.32.

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protección de empleadas y obreras contra el despido por maternidad o estado prenatal; la efectividad del derecho de la mujer a ocupar altos cargos del Estado; la realización de campañas educativas que extirpen el prejuicio de inferioridad de la mujer; la represión efectiva de la trata de blancas; la readaptación social de las mujeres delincuentes; una campaña nacional, coordinada y efectiva en favor de la infancia2. Esta Unión de Mujeres de Colombia logró organizar grupos en diferentes ciudades del país y será no sólo definitiva en el escenario de las lides por el derecho al sufragio, sino en el apoyo a campañas en favor de la mujer desarrolladas en las décadas posteriores.

Esmeralda Arboleda en la ANAC: frutos de un plebiscito espontáneo La Asamblea Nacional Constituyente del Presidente Rojas prosigue su marcha integrada básicamente, como ya se dijo, por quienes la configuraban en el gobierno de Laureano Gómez: hombres conservadores. En su afán conciliatorio inicial, el General busca ampliarla invitando a otras personalidades del país entre las cuales se contaban algunos pocos liberales. Sólo participa una mujer: la copartidaria y amiga del General, Josefina Valencia de Hubach. En este marco, entre los años 1953 y 1954 el protagonismo de la mujer adquiere vigor inusitado: se crean organizaciones femeninas deliberantes en diferentes lugares del país; los debates al interior de la CEC en torno al sufragio femenino, durante meses ocupan las primeras planas de la prensa nacional -liberal y conservadora-; radio, revistas, volantes, afiches callejeros, plantean el tema en calles y recintos y nadie de hecho se sustrae a él. Gustavo Rojas, quien fuera el primer destinatario del memorial con las miles de firmas que lo respaldaban exigiendo el derecho al sufragio universal para las mujeres, descubre así la presencia real de esa media humanidad y el potencial electoral que entraña. Son las razones para que públicamente se comprometa a incrementar la participación femenina en la ANAC, al menos en términos paritarios; esto es, si hay una mujer conservadora, debe haber una liberal. 2 Cfr. “La organización nacional femenina fija sus planes”. Diario de Colombia. Marzo 7 de 1954. Bogotá.

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Entre tanto, en torno a la Unión de Mujeres de Colombia, se consolidan diversas agrupaciones que, de una u otra manera, quieren hacer oír sus voces silenciadas desde siempre. Un común denominador de estas agrupaciones es el reconocimiento de Esmeralda Arboleda como vocera de sus intereses. Por ello grupos de mujeres profesionales, de amas de casa, de connotadas damas bogotanas, de trabajadoras y maestras de Antioquia y el Valle del Cauca, de la Costa y Santander, entre otros, a más de mujeres independientes, dirigen cartas al Presidente de la República pidiendo la inclusión de la doctora Arboleda entre los miembros de la ANAC3. El General entonces, y quizás como una nueva estrategia, se dirige a la Dirección Liberal Nacional, solicitando el nombre de algunas candidatas. Esta Dirección, sin embargo, se resiste ya a la participación oficial de delegados liberales en la Asamblea. ¿El motivo? El gobierno empezaba a dejar ver sus intereses reales, sus ansias impúdicas de poder, sus afanes militaristas... En el primer período de Rojas -indica Esmeralda- hubo como un espejismo; seguramente por las tribulaciones recientes del país y de los liberales en particular. En ciertas regiones incluso, se realizaron algunos intentos de pacificación que alentaron el apoyo hacia el General. Pero pronto sus apetencias de dictador afloran: se trataba de un militar y, gústenos o no, por vocación y formación, la actitud dictatorial está larvada en ellos. El era militar, godo y boyacense ... Sin querer demeritar a nadie, estas tres variables se traducen en un profundo conservadurismo. De otra parte, comienzan los malos manejos económicos de algunos de sus familiares y las adulaciones y regalos al poder ... De verdad, la gente le rinde pleitesía al poderoso hasta que logran corromperlo; peor aún cuando éste es vulnerable...4. A pesar de lo señalado, la Dirección Liberal comprende que dar respuesta a la solicitud de Rojas en este caso podía tener implicaciones diferentes: la convocatoria aludía a la necesidad de la participación paritaria femenina en los debates referidos al sufragio universal de la mujer - la diputada conservadora era Josefina Valencia de Hubach; tal debate y sus resultados revestían una importancia histórica: La Dirección Liberal Nacional ... consideró un deber suyo recoger el clamoroso sentimiento de la opinión 3 Cfr. Prensa de la época: El Tiempo, El Espectador, El País. 4 Laverde, María Cristina. Op. Cit. Cuaderno 2, p. 76.


femenina que ha reclamado la participación de la mujer en la alta corporación -la ANAC-. Al efecto, conformó una brillante terna integrada por las siguientes damas: señora Isabel Lleras Restrepo de Ospina, doctora Esmeralda Arboleda de Uribe y señora Cecilia Hernández de Mendoza. Esta actitud de la Dirección ha sido recibida con viva simpatía por las mujeres de Colombia5. La terna fue remitida al gobierno en junio de 1954. El 2 de agosto del mismo año se expide el decreto presidencial nombrando a Esmeralda Arboleda de Uribe como miembro de la ANAC, con carácter de principal; su suplente sería doña María Currea de Aya6. La oficialización de este acto implica una reunión extraordinaria de la Dirección Liberal Nacional con el fin de discutir la posible participación de Esmeralda en tanto en el último mes había desautorizado la intervención de sus asociados en esa Corporación. Los pocos liberales que la integraban lo hacían en calidad de lentejos. Esmeralda, una mujer reflexiva y disciplinada aunque emotiva, siempre ha buscado tomar las decisiones importantes de su vida con ´cabeza fría´: «He sido una feminista de entraña pero también una persona de partido y requería entonces el respaldo del liberalismo», explica. La Dirección deliberó en una sesión, de la cual ella se retiró para dejarla en absoluta libertad. Logró el apoyo requerido y en declaraciones a la prensa afirmaba: Desde el momento en que fuí informada del nombramiento a través del Ministro de Gobierno, creía que mi obligación ante las mujeres de Colombia era la de aceptar tal designación. Este concepto lo expresé ante los miembros de la Dirección Liberal Nacional y la directiva del partido está de acuerdo conmigo. Quiero dejar bien claro -agregó- que no intervendré en debates que se refieran a la política de los partidos. Me propongo trabajar con Josefina por la consecución del voto universal para la mujer colombiana ...7. Su nombramiento ocupa titulares de prensa en las primeras páginas y es objeto de múltiples homenajes en el país, y no sólo de grupos de mujeres. 5 Cfr. Recorte de prensa. Sin identificar. Archivo personal de Esmeralda Arboleda. 6 Cfr. El Espectador. Bogotá. Agosto 3 de 1954. 7 El Espectador. Bogotá. Agosto 3 de 1954.

Mujeres y hombres: igualdad de derechos políticos En esta forma llega a la ANAC y debe librar batallas similares a las ocurridas en la Comisión de Estudios Constitucionales, con la diferencia de que el tiempo con el cual cuenta es muy corto y en esta Corporación la posición conservadora es aún más radical y los enfrentamientos más beligerantes, incluidos los presentados entre Josefina Valencia y su hermano, Guillermo León Valencia. Sin embargo, la labor de la diputada Arboleda -obstinada y persuasiva; rotunda y vertical cuando así se requería; conciliadora frente a lo formal pero inflexible respecto a lo fundamental-, unida a los aportes de Josefina Valencia, al papel de la prensa liberal y a la movilización permanente de mujeres a lo largo y ancho del país, determinó que la balanza se fuera inclinando en favor del sufragio integral para las colombianas. El 25 de agosto de 1954 a las diecinueve horas diez minutos, se inicia una nueva sesión plenaria de la ANAC alrededor del tema; el día anterior, la doctora Arboleda había quedado en el uso de la palabra. Comenzó entonces esta jornada pronunciando ella el único discurso de la noche. Llevaba una clásica bata negra de cuello en v y mangas tres cuarto, aretes y un sencillo collar de perlas blancas. Ser una mujer elegante y exquisita en sus gustos y modales es uno de los encantos que atraen y desconciertan a muchos en tanto su acendrado feminismo haría pensar en una figura ajena a «las vanidades mundanas». No. Eternamente es femenina -en la acepción tradicional del término- y ama y cuida su feminidad. Con mayor razón en aquellos tiempos. Esa noche, como de costumbre, se le veía segura; hacía gala de la tranquilidad que emerge de quien rigurosamente estudia, consulta y prepara sus intervenciones. Con vehemencia, con esa voz firme de gran oradora cuyos énfasis apelaban al vuelo mágico de sus manos admiradas por amigos y detractores, realizó un pormenorizado resumen de sus intervenciones anteriores, insistiendo en el compromiso que le cabía a la Asamblea frente a la mujer colombiana y su sociedad, frente al mundo y a la historia: ... Nosotras estamos seguras de que vosotros honorables diputados estaréis a la altura de vuestra gran misión histórica y consagraréis para la mujer de vuestra patria el derecho de plena ciudadanía ... Todos sabeis que en el martirio de Colombia, la mujer sufrió la tragedia de la destrucción de

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su hogar, la pérdida de sus seres queridos, de los abandonos y de la persecución; que mostró al país entero su decisión, su entereza, su fidelidad y su heroico valor; con el desgarramiento de su propia vida aprendió a amar la paz como el mejor de los dones y clama por ella desde todos los ámbitos de la patria. Porque supo que sólo la paz hace germinar los sueños y las espigas; que sólo a su amparo son libres los hombres y las ideas; que sólo ella pone fin al odio y a la venganza; comprendió que el trabajo, la alegría, el amor a la vida misma, sólo pueden alcanzar su plenitud a la sombra de la paz ... Las mujeres tenemos fe en que esta reforma sea verdaderamente nacional, sea tratada sin carácter de partido ... Colombia necesita del concurso y la participación política integral de nosotras las mujeres ...8. Los aplausos fueron contundentes. No solamente desde el ámbito de los diputados, sino desde las barras, literalmente colmadas en su mayoría de mujeres. A las veintidós horas, con sesenta votos afirmativos y ninguno negativo -quienes estaban en contra o se retiraron antes o se abstuvieron de votar- se aprobó la ley que otorgaba el sufragio pleno para las mujeres: «Las mujeres tendrán los mismos derechos políticos que los varones». El júbilo fue total entre el sector femenino que ocupaba el recinto. Entonaron el Himno Nacional y repitiendo sus estrofas desfilaron por las calles aledañas al Congreso en esa fría noche bogotana.

El derecho al voto femenino no fue una dádiva El 26 de agosto de 1954 el entonces presidente Rojas sancionó la ley aprobada por su Constituyente. Pero, por supuesto, no fueron sus convicciones feministas el fundamento de su respaldo a los requerimientos de las colombianas; el General estaba lejos de plantearse las honduras e implicaciones inherentes al problema de la discriminación femenina y al imperativo de la equidad éticopolítica entre los dos géneros que tradicionalmente conforman la historia de la humanidad. Era un definido oportunismo, imperceptible para todas las mujeres de aquel momento, incluidas sus líderes visionarias -en razón quizás de que aquel período se constituyó en espacio único para la lucha por sus reivindicaciones, cuando tales espacios eran tan esquivos en el proceso de nuestras sociedades patriarcales-. ... Se requirieron algunos meses y dolorosos acontecimientos para que yo comprendiera la utilización que quiso hacer el General de nuestro movimiento.

La evidencia más clara se encuentra en la paradoja de que mientras nos «concedía» el voto a las mujeres -como lo señala hoy Esmeralda Arboleda-, impedía su ejercicio a los dos sexos. Debemos recordar que, como buen dictador, a más de mantener clausurado el Congreso, negó cualquier tipo de elecciones. Pero al final la ganancia fue de las mujeres y para las mujeres. Nos asumió sí como una cuarta pata en la cual apoyarse: ésta le otorgaba mayor estabilidad e hipotéticamente podía incrementar su capacidad de negociación. ¿Cómo no iba a usarla si desde la CEC y desde la prensa debió calibrar nuestra fuerza? ... Pero una cosa sí quiero que quede bien clara: el derecho al sufragio femenino no fue una dádiva ni del General Rojas ni de ningún presidente; así posteriormente hubiéramos contado con el apoyo honesto, ese sí fruto de convicciones, del doctor Alberto Lleras Camargo. El voto femenino en Colombia, como en todos los rincones del mundo y como ha sucedido con las distintas reivindicaciones alcanzadas para nosotras en lo corrido del siglo, fue el resultado de muchas luchas, de la tenacidad y de la inteligencia de las mujeres colombianas. Y esto no se sabe o se oculta, no sé si consciente o inconscientemente. Lo cierto es que para infortunio de la verdad, hasta ahora la historia de nuestro país ha sido escrita por los hombres y en su concepción del mundo y de la vida sólo tenemos cabidas anecdóticas y episódicas: pasajeras heroínas sentimentales, madres abnegadas a la sombra del esposo o del hijo, cuestionadas amantes o definitivamente no existimos. Estamos en mora de escribir la verdadera historia. Llegó la hora de conquistar también este espacio9. Obviamente con la caída del gobierno del General Rojas, todas las normas expedidas durante su administración quedarían derogadas en tanto fruto de la dictadura. Aquí fue donde Alberto Lleras habría de jugar importante papel al reconocer el camino recorrido por las mujeres y la historia de sus contiendas e incorporar el tema del sufragio femenino universal en el Plebiscito de diciembre de 1957.

9 Laverde Toscano, María Cristina. Op. cit. Cuaderno 2. pp. 83-102-103. Nota: Fragmentos del artículo reproducidos con autorización de su autora tomados de: http://www.ucentral.edu.co/NOMADAS/nunme-ante/6-10/nomadas_06/revista_numero_6_art12_esmeralda_arboleda.pdf

8 Apartes de su intervención en la ANAC durante la sesión en la cual se aprobó el voto femenino. Cfr. El Tiempo, El Espectador, El País, Relator, etc. 26 a 29 de agosto de 1954. pp. 1ª y siguientes.

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Bogotá, calle 66 con 11 2008


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Crรณnicas y remembranzas


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Daniel García Lamus

Asesor pedagógico en Proyectos de Educación Sexual con perspectiva de Género. Especialista en Ética. Candidato a Magister en Psicología, Adicciones y Violencia. Universidad Católica de Colombia

El feminismo me cambió la vida

Atlántico, Taganga 2010

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Si, soy feminista, y a muchas personas esto de que un hombre se declare feminista no les resulta suficientemente claro. El feminismo como opción de vida ha estado ligado a las mujeres; obvio, existe una conexión no solamente gramatical sino también subjetiva entre las palabras, mujer = femenino, hombre = masculino; pero, déjenme decirles, no todas las mujeres son feministas; uno y una no nace feminista, uno y una se hace feminista, parafraseando a Simone de Beauvoir, con su célebre frase: “Uno no nace mujer, se hace mujer”. Yo tampoco nací feminista; fue, ya hace algunos años, cuando sin pensarlo me topé con un libro de una de las mujeres que más sabe de feminismo en este país: Florence Thomas; sus palabras en él escritas, me llegaron, me interpelaron. Y es que Conversación con un hombre ausente, libro al que me estoy refiriendo, me llevaba poco a poco al encuentro con una serie de interrogantes que desde mis años de pregrado ni la psicología, ni la pedagogía, ni la ética habían podido responder. El problema por la identidad, la maternidad, la religión, el amor, y por supuesto, la mujer y el hombre, eran esos hitos, que más allá de un orden académico, tenían que ver con mi cotidianidad, con mi vivir de cada día. Creo que, hasta ese momento, ser hombre no representaba para mí más que saberme parte de un colectivo privilegiado en la sociedad. Allí, en medio de esas páginas, lejos de saber que un día estaría trabajando por las mujeres y con las mujeres, aprendí el valor de la escucha, de la intimidad, de los afectos, de la razón y de la ética del amor. Así nace mi feminismo, en medio de las clases de ética humanista que orientaba en un colegio, y mi fuerte interés por la educación sexual de niños y niñas. Luego vinieron los textos y mi pasión por la lectura, y en ésta, autoras como Angeles Mastretta, Doris Lessing, Simone de Beauvoir, Elizabeth Badinter, Luce Irigaray, fueron llenando poco a poco mi biblioteca con sus obras. Luego, reflexiones más profundas con los textos de algunas psicoanalistas feministas como Mabel Burin e Irene Meler, le daban peso a mi opción feminista.

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Y este no ha sido un camino fácil; son muchas las alegrías, momentos compartidos con innumerables mujeres, con sus sueños y sus utopías, pero también momentos de incomprensión e intolerancia, incluso por parte de algunas de ellas, que al igual que muchos hombres creen que el feminismo es un movimiento de personas amargadas y aburridas. Sin embargo, cada vez que me encuentro con una mujer que gracias al feminismo ha descubierto que es “sujeta de derechos” - con derechos iguales que el varón-, me lleno de satisfacción y de sentido. Siempre he sido consciente de que el feminismo es un movimiento y un cuerpo de ideas, primariamente desarrollado por, sobre y para las mujeres. Los hombres jamás podremos saber perfectamente lo que significa ser una mujer, lo cual no quiere decir, en absoluto, que no podamos ponernos en su lugar y comprender sus problemas y dificultades; los hombres feministas (y para ser sincero, conozco muy pocos), somos hombres de una u otra manera reconciliados con nuestra parte femenina, esa que muchas veces desde pequeños nos han querido castrar, robándonos desde muy tierna edad la capacidad de asombrarnos con las pequeñas cosas de la vida, aquellas que las mujeres han contemplado y visto maravilladas durante toda su historia. Por otro lado, por el hecho de que nos auto-denominemos “feministas” -piensan algunos y algunas-, corremos el riesgo de colonizar el feminismo; de meter las narices (como siempre), en un terreno que no nos pertenece, y creer que tenemos todas las respuestas; pretender que sabemos mejor qué es lo que les conviene a las mujeres; qué es lo que ellas quieren y necesitan. Durante estos años de trabajo junto a las mujeres he aprendido que no hay mejor manera de establecer una ética de las relaciones humanas, entre los dos sexos, sino a través de la escucha, esa escucha profunda que permite conectarse con los sentimientos más íntimos del otro, de la otra; escucha que los hombres tuvimos que fingir durante mucho tiempo, asintiendo con la cabeza, murmurando en nuestro interior: no entiendo nada. Sí; durante mucho tiempo los hombres no hemos dejado hablar a las mujeres; creyéndonos dueños de la palabra, creyendo siempre tener la razón, nos hemos perdido de lo mucho que las mujeres tienen para enseñarnos, porque detrás de las palabras de los hombres siempre ha existido autoridad, o mejor, autoritarismo. Por eso, el día que silencié por un momento el patriarca que llevo dentro, y escuché


profundamente a una mujer, me dí cuenta que empezaba a hacerme feminista. Esto lo sé por experiencia, y cuando un hombre, alguno de mis amigos o alguno de los hombres con los que trabajo, me pregunta cómo puede hacerse feminista, les digo: empiecen por escuchar a las mujeres, sin interrumpirlas, sin subestimarlas, preferiblemente mirándolas a los ojos, dejando a un lado esos prejuicios de que quien va a ganar la batalla, o de que quien hable más duro tiene la razón. Creo que en este trabajo de la escucha le debo mucho a mi madre, a ella y a mis hermanas, con quienes siempre he tenido una excelente relación; quizá por eso mismo, porque he sabido escucharlas, porque me enseñaron a callarme cuando ellas tenían la palabra. En mi trabajo como asesor pedagógico en proyectos de educación sexual con perspectiva de género, me he encontrado con muchas personas que critican mi feminismo; hombres que creen que ser feminista es un sinónimo de debilidad o resentimiento contra ellos mismos; mujeres que piensan que el feminismo ya pasó de moda, como si algún día lo hubiese sido; que ya no vale la pena seguir luchando por la equidad y la igualdad de derechos. Total -piensan muchas mujeres-, los hombres, en una sociedad patriarcal como ésta, siempre ganan. Y no es raro, cuando llego a algún colegio, o a algún lugar a trabajar o a dar una conferencia, oír el susurro de muchos y muchas, en medio del auditorio: “A ver qué tiene de nuevo el feminista éste”. Todavía escucho a muchas personas referirse al feminismo en términos peyorativos y groseros. Si supieran lo equivocadas que están con respecto a sus prejuicios y, por el contrario, lo felices que somos los y las feministas, y lo mucho que le debemos al feminismo y al valor de las primeras mujeres que un día se lo tomaron en serio. Qué lástima por ellos y ellas; muchos se pierden de estar cerca de nosotros y nosotras. Por otro lado, están los que escuchan atentamente y aprenden que el feminismo es un estilo de vida, una opción y como yo lo he dicho en repetidas ocasiones, un código ético vigente para esta sociedad acechada por el dolor, la guerra y la injusticia. Gran parte de la sociedad se niega a ver que durante decenios las mujeres lucharon por crear su propio movimiento. Y es gracias al feminismo y a la autonomía que consiguieron que se les haya garantizado la posibilidad de defender unos objetivos definidos por ellas mismas y se les haya librado

de la manipulación de aquellas organizaciones dominadas por hombres que nunca han defendido ni han luchado por la equidad de género. Soy feminista, y sigo siendo amigo de mis amigos que no lo son; nunca me he sentido en enemistad con ningún hombre, por machista o patriarcal que sea; he ido por muchos colegios e instituciones educativas, hablando del feminismo y mostrando lo valioso que es para nuestros días; he hablado a cientos de maestros y maestras, a cientos de jóvenes y adolescentes, con quienes trabajo y de quienes he aprendido más de lo que he enseñado; muchos y muchas se han acercado a preguntarme cómo aprender del feminismo, cómo pueden hacerse feministas; muchos y muchas se han acercado a felicitarme por lo que digo y enseño, producto quizá de hablar apasionadamente de algo que cambió mi vida, de algo que atravesó mis entrañas, afectivas e intelectuales. He visto la sonrisa en los labios de muchas personas cuando han oído hablar del feminismo; con alegría, tal vez, han encontrado que es posible vivir de otra manera. Otros se han parado en medio de un taller o una conferencia, dejando la silla vacía, como lo he tenido que ver muchas veces. Otro, o mejor otra, una mujer entrada en años, vació un vaso de agua en mi cara, gritándome: ¡abortista! , en la ciudad de Medellín, en una ocasión que fui a dar una conferencia sobre la eticidad del aborto y la necesidad de la despenalización total de la Interrupción voluntaria del embarazo. He sido feminista los últimos cinco años de mi vida, y seguiré siéndolo. Creo que todavía tenemos mucho trabajo pendiente. Cuando me autodenomino feminista y cuando me presentan como tal, soy consciente de que la etiqueta “feminista” ha servido para crear un conjunto de identificaciones alternativas a las feminidades tradicionales que han sido muy útiles para ampliar el horizonte de las diferentes formas de ser mujer. He aprendido con ello que no existe la mujer, sino las mujeres; he aprendido que no existe un solo feminismo sino los feminismos y, con esto, diferentes formas de asumirlo y vivirlo. Con el feminismo he aprendido que no existe el hombre sino los hombres; que no hay una única masculinidad, sino muchas masculinidades, muchas maneras de ser y sentirse hombre. Nunca me propuse hacerme feminista, creo que nadie alguna vez se lo ha propuesto. Es algo que llega, es un corpus de ideas y pensamientos que cuando te das cuenta ya han atravesado tu vida.

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Como feminista he aprendido la importancia de la convivencia, el reconocimiento de un mundo bisexual habitado por hombres y mujeres, un mundo donde son posibles las sonrisas mutuas; donde el conflicto, lejos de ser una muestra de violencia, es una oportunidad para el cambio y la transformación de la sociedad y de las personas que en ella vivimos. Al feminismo le debo una de las palabras más bonitas que pueden existir: diversidad. Diversidad de hombres y mujeres, diversidad de orientaciones sexuales, diversidad de culturas y religiones, diversidad de colores, pensamientos y filosofías. Con el feminismo he viajado también por el mundo de la incertidumbre, del no saber con claridad si estamos haciendo bien las cosas. Claro, seguramente que las y los feministas también nos hemos equivocado en muchas ocasiones, pero sin duda nos hemos levantado con valor y hemos vuelto a empezar cuantas veces ha sido necesario. Creo que mi tarea a lo largo de estos años ha sido acompañar, más que enseñar; las y los feministas no creemos tener la solución a todos los problemas de esta sociedad: no. Pero cuando se es feminista surge una responsabilidad social muy grande por la toma de conciencia, o al menos así lo hemos experimentado con todas las mujeres y los pocos hombres, ‘valientes’, diría Florence, que nos acompañan cada miércoles en el “Café con mujeres”, un espacio de tertulia y encuentro con la diversidad, espacio donde circula la voz de las mujeres, y donde cada quince días, al caer de la tarde, y con el grato sabor de un agua aromática, un café, una cerveza o una copa de vino, hablamos de diferentes temáticas que tienen que ver con la vida de las mujeres, y también de los hombres. Allí estamos siempre presentes, Florence, Juanita Barreto y yo, un hombre, en medio de dos mujeres, académicas, feministas, y sobre todo mujeres felices; con ellas, quienes hoy día son mis amigas y compañeras, he aprendido lo feliz que se es siendo feminista. Las personas que asisten al “Café con mujeres”, luego van a sus casas y hogares, a sus trabajos, a sus lugares de estudio y allí reproducen lo que han aprendido; allí donde cada una y cada uno se mueve, van contagiando la valiosa experiencia del feminismo. En otras palabras, nuestro compromiso con el feminismo se manifiesta intentando vivir nuestra cotidianidad de forma respetuosa e igualitaria con las mujeres y los hombres.

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Soy feminista y soy hombre, comparto las formas de entender el mundo de las feministas. Aún sigo pensando que las mujeres como colectivo sufren la desigualdad y la discriminación en nuestra sociedad, mientras que los hombres en términos generales nos beneficiamos de formas diversas de poder y privilegios institucionales. Con mi feminismo acompaño también el dolor de mis amigos hombres a quienes, bajo el pretexto de tener que cumplir con el actual modelo dominante de masculinidad o virilidad, se les roba su espontaneidad, su capacidad para ser tiernos, sensibles y comprensivos. Esa masculinidad trasnochada que durante años ha dejado a hijos e hijas sin amor, sin diálogo y sin compañía. Como feminista me duele reconocer lo que ha significado el costo de la masculinidad tradicional: problemas graves de salud, pues muchos hombres prefieren enfermar gravemente y hasta morir, antes que claudicar frente a su modelo de persona fuerte e indolora; sobrexplotación física, conozco a muchos que trabajan quince y hasta dieciocho horas diarias, con tal de seguir manteniendo el estereotipo de hombre proveedor y altamente competitivo; relaciones emocionalmente vacías, carentes de comunicación y caricias previas a una relación sexual, que para ser exitosa -según este imaginario machista-también debe ser penetrativa. Como feminista pienso que los hombres debemos responsabilizarnos de nuestras propias actitudes y comportamientos machistas, no seguirlos escondiendo y justificándolos, como lo he tenido que oír muchas veces, por parte de los hombres con los que trabajo. ¿Qué por qué el feminismo me cambió la vida? Porque creo, y estoy seguro, que hombres y mujeres no deberíamos tener un destino marcado por el hecho de haber nacido biológicamente macho o hembra. Porque creo que somos mucho más de lo que llevamos en medio de nuestras piernas; porque ser hombre o ser mujer ha sido y seguirá siendo un misterio por descubrir. Mi feminismo, y creo que el feminismo masculino en general, es como cualquier otra escala de valores, creencias, pensamientos y actividades políticas. Proviene de profundas experiencias personales, de relaciones con otros y otras que han sido significativas, lealtades particulares, y de compromisos éticos y socialmente humanos. Sí, el feminismo es antes que nada un compromiso político, donde están inmersos


todas las mujeres y también los hombres, porque nosotros también hemos sido victimas del patriarcado y el sexismo exacerbado. Como hombre feminista me interesa la construcción de una sociedad igualitaria, equitativa, con justicia de género, una sociedad armoniosa y democrática. Cada día desde mi trabajo, desde el lugar donde habito, busco y construyo esta sociedad diferente. Creo que los pocos hombres feministas que existimos queremos lo mismo que las feministas, un mundo en el que las relaciones en-

tre hombres y mujeres sean pacíficas, equitativas, basadas en la comunicación, la confianza y el disfrute mutuo; un mundo en el que ni las mujeres ni los hombres se vean repatriados en unos modelos de vida rígidos, enfermos y destructivos; un mundo en que las estrictas divisiones de género en masculino y femenino hayan sido reemplazadas por una rica y colorida diversidad de géneros o de maneras de ser, de ver y entender el mundo. Ya no existiría solamente blanco o negro, sino que el gris sería también un color posible para la existencia. Por esto, y por muchas más razones, creo que el feminismo me cambió la vida.

Somos un movimiento autónomo de personas católicas, comprometidas con la búsqueda de la justicia social y el cambio de patrones culturales y religiosos vigentes en nuestra sociedad. Promovemos los derechos de las mujeres, especialmente los que se refieren a la sexualidad y a la reproducción humana. Luchamos por la equidad en las relaciones de género y por la ciudadanía de las mujeres tanto dentro de la sociedad como al interior de las iglesias. Incidimos social y políticamente en el reconocimiento y el ejercicio pleno de los derechos sexuales y los derechos reproductivos de las mujeres en Colombia y en América Latina, a partir de la ética de los derechos humanos y de la teología feminista. Información de contacto: Católicas por el Derecho a Decidir – Colombia Diagonal 43 bis No. 15 – 71 piso 3 Telefax: (57-1) 3272465 Web: www.cddcolombia.org Email: cdd_colombia@yahoo.com Bogotá, D.C. Colombia.

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Homenaje a Luz Jaramillo Campo 1935-2010

Estados Unidos, Brooklyn 2009

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A Luz Jaramillo Campo la recordaremos por su energía e integridad y también, por sus escritos. Reproducimos un comentario periodístico en El Tiempo donde se exponen sus ideas sobre el feminismo y su doble militancia en el partido socialista y en Mujeres en Acción, uno de los grupos autónomos de mujeres profesionales que impulsaron la nueva ola del feminismo, en los años setenta del siglo pasado. En el año 2000 publicó Sagrada Familia, un texto muy agradable de leer por los relatos iniciales acerca de la cotidianeidad de la familia extensa, en la cultura paisa. Caracteriza la personalidad de los tíos alcohólicos, negociantes o intelectuales y proveedores; de las tías solteronas, vírgenes, matronas, tejedoras y aspirantes al matrimonio; y las deliciosas vacaciones entre primos que se organizaban en las fincas cafeteras entre Pereira y Medellín. Resalta la pleitesía brindada por las mujeres de la familia caldense a los niños “A Gonzalito lo convertían en rey y su trono estaba al final de la escalera, en el vestíbulo. Lo encontrábamos de capa, bastón de mando y corona, todo elaborado por ellas. Nadie podía avanzar sin hacerle una venia, admirar su atuendo, repetir cualquiera de esas frases sumisas que se estilaban en las monarquías”.p.10.

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Al final, se radica en la capital del país y en medio de los avatares de la vida, de los afanes de la ciudad y del cigarrillo, describe las nuevas formas de familia que van surgiendo con la migración de jóvenes, buscando estudio y trabajo, procedentes de todas las regiones y estratos sociales. Percibe las relaciones como adulta y por supuesto con un sinnúmero de dilemas y ambigüedades. Por ejemplo, de Zenaida la empleada doméstica, casada con el Chucho, narra: “Siguieron juntos peleando cada tercer día y levantando los hijos en medio de la pobreza”p.56. Y, de Jorge: “no me hallo en la vida. Me siento tan incómodo en el Jockey Club como en el local del Partido Socialista Revolucionario, cuando hago el amor con Rosario pienso en un muchacho y cuando lo hago con un sardino pienso en Rosario”. p.64. Reproducimos el artículo publicado el lunes 13 de julio de 1981 en la entonces denominada “Sección Femenina” del periódico El Tiempo el cual fue cedido amablemente por Cris Suaza de su libro Soñé que soñaba. Con la admiración y el reconocimiento por quien fuera pionera del feminismo en Colombia, rendimos un homenaje a esta vida dedicada a la causa de las mujeres y al ejercicio cotidiano de su autonomía.


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Denise Adriana Ramírez

Al cierre de esta edición registramos con dolor la muerte de Denise. En el próximo número de la Revista En Otras Palabras se hará un homenaje a su vida.

2009

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Estados Unidos, Brooklyn 2009

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Luz Mila Chávez Jaimes In Memoriam

Un llamado a la justicia: para que la justicia se aplique en los delitos contra las mujeres En otras palabras… no. 18 / Crónicas y remembranzas | 137


El domingo 8 de agosto fue asesinada la profesora, dirigenta social, sindical y líder de la lucha de la violencia contra las mujeres Luz Mila Chávez Jaimes, en la ciudad de Yopal (Casanare). Luz Mila defendió a su hija ante un agresor, que con premeditación y alevosía en un incidente típico de violencia contra las mujeres terminó en lesiones personales contra su hija y con la vida de la profesora. Ante la indignación, consternación y luto de todo el departamento, el victimario fue detenido y llevado a juicio, acogiéndose a sentencia anticipada. Esta semana la justicia falla calificando el vil asesinato como homicidio simple y dando al agresor una pena de 8 años. Ante estos hechos las mujeres reclamamos justicia en la justicia. En el 2008 fue sancionada la Ley 1257, denominada ley de violencia contra las mujeres que en su esencia modifica el código penal para darle un tratamiento especial y agravado a los delitos cometidos contra las mujeres. La lucha de las mujeres en Colombia y en el mundo, entre ellas la lucha de la profesora Luz Mila, fue justamente que la justicia y la sociedad calificaran los hechos contra las mujeres de agravantes, pues las condiciones de las mujeres para enfrentar las agresiones son de desventaja. Este asesinato no se produce en una riña callejera, ni entre varones y personas con las mismas condiciones, se produce entre un agresor armado y fuerte y dos mujeres desarmadas.

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Estas consideraciones son las que las mujeres hemos establecido y luchado para que la justicia aplicada en casos de delitos de violencia contra las mujeres se tome y se aplique en lo que llamamos justicia de Género, ya que hechos como éste fueron tratados antes de la Ley 1257/2008, como delitos sin distinción y lo que logra la ley es justamente establecer la diferencia entre los delitos cometidos contra las mujeres en el marco de violencias de género. Tratar este caso como uno más de los miles de asesinatos en Colombia por múltiples razones y hechos, hace que la justicia para las mujeres sea letra muerta. Hacemos un llamado y también una exigencia urgente, a la Defensoría de Pueblo, a la Procuraduría, a los Magistrados y Magistradas del Tribunal Superior de Casanare y a todos los seres humanos que tienen el deber de aplicar justicia, para que este caso sea tratado con la aplicación cabal de la Ley 1257 y sea un ejercicio de justicia y reparación para ella y su familia. Si ello es así, podemos decir que Luz Mila defendió la vida de su hija con la vida misma, pero que no fue en vano y que seguramente la revisión que haga el Tribunal Superior contribuya a abrir el camino de la justicia de género en Colombia. Patricia Buriticá Céspedes Comisionada de Sociedad Civil en la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación-CNRR. Ligia Inés Alzate Arias María Luisa Díaz Crespo Sonia Patricia Rodríguez A. Ana Salamanca Corporación Casa de la Mujer Trabajadora Siguen firmas.

Bogotá, conmemoración por los desaparecidos del Palacio de Justicia equipo Hogar (Bastardilla + StinkFish), 2007


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Noticias en otras palabras


Fotográfia: Mónica Sánchez Bernal

Preguntan las mujeres a los candidatos y a la candidata Las mujeres representamos casi el 52 por ciento de los habitantes del país. No somos un grupo minoritario. Somos la mitad de la población, y en proporciones similares formamos parte de todos los grupos y sectores poblacionales. Preguntamos, entonces, ¿dónde están los derechos de las mujeres en los programas de gobierno, en las campañas de quienes aspiran a la Presidencia de la República y en los grandes debates organizados por los medios radiales y televisivos? Durante largos periodos de la historia muchas mujeres constataron las dificultades de los varones de la política para reconocer a las mujeres como interlocutoras válidas y, aún, en muchos casos, su incapacidad para leer, interpretar y responder en la práctica a sus demandas. Son demandas que en su gran mayoría tienen que ver con el cuidado de la vida, con la protección de los otros, de las otras y del entorno, y muy recientemente con el cuidado de sí mismas; demandas que hoy configuran los campos de la ética y de la economía del cuidado. Es extraño y motivo de preocupación que quienes construyen alternativas para la solución de los graves problemas nacionales no logren aún sopesar la importancia de temas que conciernen a la vida de las mujeres. Por ello, el pasado 4 de mayo, durante tres horas se realizó el foro ‘Preguntan las mujeres’. 140 | Mujeres, cuerpos y autonomía

Este evento fue organizado por el grupo Mujer y Sociedad, la Red Nacional de Mujeres y Alejandra Borrero; contó con los aportes y la participación de centenares de mujeres integrantes de más de treinta organizaciones de mujeres. Los temas tratados se concentraron en preguntas acerca de la paridad política, la laicidad del Estado, los derechos de las mujeres a la salud y a decidir sobre sus cuerpos, el aborto, el Ministerio de la Mujer, los conflictos y la construcción de la paz, la diversidad étnica y sexual, el valor del trabajo doméstico y, evidentemente, las violencias ejercidas contra las mujeres y el feminicidio. Estuvieron presentes la candidata Noemí Sanín, los candidatos Jaime Araújo y Antanas Mockus y las vicepresidentas Clara López, en representación de Gustavo Petro y Elsa Noguera, por Germán Vargas Lleras. No asistieron Rafael Pardo y Juan Manuel Santos. La excelente y siempre solidaria comunicadora y periodista Judith Sarmiento fue la maestra de ceremonia. Cada candidato tuvo tres minutos para responder preguntas sobre cada tema. La Casa Ensamble de Alejandra Borrero fue el marco ideal para este debate. Una casa para la cultura en su sentido más amplio: una casa femenina, llena de curvas, luces, espacios, sonidos de agua y cuyo tema central es una campaña permanente para luchar contra las violencias hacia las mujeres. Un lugar ideal para hablar con los candidatos presidenciales, o sus fórmulas vicepresidenciales.


No es sencillo lograr en estas pocas líneas una síntesis de las reflexiones post-debate. Demasiados sentimientos encontrados nos obligan a interrogar la política institucional y, de alguna manera, ilustran las diversas resistencias de las mujeres al ejercicio de la política formal. Preguntamos, entonces, ¿cuántos siglos más hacen falta para que los y las gobernantes aprendan a construir la democracia con las mujeres? Nos atrevemos a pensar que las respuestas dadas por Jaime Araújo y por Clara López, quienes dieron cuenta de su sensibilidad democrática, y sin lugar a dudas las experiencias acumuladas por Antanas Mockus, Sergio Fajardo y Lucho Garzón, en sus pasadas administraciones, les permitirán comprometerse efectivamente con los derechos y las demandas de las mujeres.

Preguntan A quienes aspiran a la Presidencia de la República 1. ¿Qué piensa del pleno ejercicio de la autonomía de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos? y ¿Qué propuestas tiene para garantizar el cumplimiento de la Sentencia C-533 de 2006 de la Corte Constitucional y para avanzar hacia la legalización total de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)? 2. ¿Cuáles son las acciones que durante su gobierno desarrollará para garantizar el reconocimiento de la diversidad sexual y el ejercicio pleno de los derechos de las personas con orientaciones sexuales consideradas hasta el momento como no convencionales?

¿Qué lugar tienen la autonomía y los derechos de las mujeres en sus programas de gobierno?

3. ¿En su gobierno qué significado conferirá al fortalecimiento de la laicidad y qué propuestas tiene para lograr la real separación del Estado y de la Iglesia?

Las organizaciones, redes y grupos de mujeres abajo firmantes

4. ¿Cuál es su concepto de paridad política para las mujeres y qué compromisos adquiere en su programa de gobierno para que ésta sea real y efectiva?

Conscientes de

5. ¿Qué lugar confiere en sus políticas y programas de gobierno a la erradicación de todas las formas de violencia contra las mujeres y qué estrategias contempla para dar cumplimiento y desarrollar la Ley 1257 de 2008?

-- la deuda histórica que tiene el Estado Social de Derecho, pluricultural y laico con las mujeres colombianas -- la necesidad de avanzar en el reconocimiento, la garantía y la realización de los derechos de las mujeres -- la necesidad de alcanzar la plena representación de los intereses de las mujeres en todas las instancias de decisión política -- la necesidad de fortalecer y legitimar la autonomía de las mujeres para decidir sobre su cuerpo, su sexualidad, sus orientaciones sexuales, su salud, sus bienes y su vida

6. ¿Cómo asumirá su gobierno las propuestas que las mujeres y las organizaciones de mujeres han formulado para una solución negociada y humanitaria del conflicto armado? 7. ¿Qué garantías ofrecerá su gobierno a las personas y organizaciones de mujeres defensoras de los derechos humanos y qué acciones realizará su gobierno para lograr la liberación total de quienes siguen secuestrados?

-- la necesidad de avanzar en la erradicación de todas las formas de violencia contra las mujeres

Firman:

-- la necesidad de reconocer los aportes y propuestas de las mujeres para una solución negociada y humanitaria de la guerra

Grupo Mujer y Sociedad, Red Nacional de Mujeres (nodos de : Barranquilla, Bogotá, Bolívar, Bucaramanga, Cauca, Chocó, Manizales, Medellín , Risaralda, San Andrés y Providencia, Tolima, Tunja y Valle del Cauca), y Red de Educación Popular entre Mujeres -REPEM-, Católicas por el derecho a decidir, Humanas, Fundación de Apoyo Comunitario –FUNDAC, Mesa por la Vida y

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la Salud de las Mujeres, Oriéntame, Colombia Diversa, Confluencia Nacional de Redes de Mujeres, Sisma Mujer, Humanizar, Consejo Consultivo de Mujeres del D.C. Espacio Autónomo, Fundación Mujer y Futuro, Brújula, Corporación para la Investigación y Acción Social y Económica –CIASE, Consejo de Mujeres de Calarcá, Conexión de Mujeres Negras de Cali - AKINA, Mujeres pazcificas, Unión de Ciudadanas de Colombia - seccional Medellín, Red Colombiana de Periodistas con visión de género, Corporación Gea jurisgeneristas, Corporación para la Vida Mujeres que Crean, Casa de la Mujer Trabajadora Sonia Bellucci, Corporación Casa de la Mujer de Bogotá, Fundación Mujer Sola, Red Departamental de Mujeres Chocoanas, Departamento de la Mujer-CUT, Centro Popular para América Latina de Comunicaciones –CEPALC–, Colectiva Sororidad, Ecumenismo y Democracia, Campaña ni con el pétalo de una rosa… Y centenares de mujeres independientes del país.

Elecciones 2010 ¿Y las mujeres? Patricia Prieto El contexto en el cual se realizaron las elecciones parlamentarias y presidenciales en Colombia en el 2010 y que constituye el principal reto para quienes fueron elegidos para ocupar los más altos cargos en los poderes ejecutivo y legislativo, es la profunda desigualdad económica, social y regional que afecta al país y que asume dimensiones concretas de género, etnia y clase. Según cifras del Informe de Seguimiento de los Logros de las Metas del Milenio, el 46 por ciento de la población colombiana se encuentra en situación de pobreza y el 17 por ciento se encuentra en la pobreza extrema. Colombia está incluida en el grupo de países que tienen la más alta concentración del ingreso en América Latina y el Caribe, la región más desigual del mundo de acuerdo con el Primer Informe de Desarrollo Humano titulado “Actuar sobre el futuro: romper la transmisión intergeneracional de la desigualdad”, realizado por el PNUD. En referencia a los asuntos de género, algunos de los partidos políticos que participaron en la contienda electoral

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incluyeron en sus programas propuestas que a continuación se mencionan. El Partido Verde, acogiendo los lineamientos de Compromiso Ciudadano por Colombia, planteó la necesidad de contar con una Política de Estado para la Equidad de las Mujeres y la Igualdad de Oportunidades en la cual se priorizan como temas centrales la paridad en la participación política y conciliación de la vida doméstica; el derecho a una vida libre de violencias; la salud sexual y reproductiva; los derechos sociales y económicos para las mujeres; los efectos del conflicto armado y del desplazamiento forzado sobre la vida de las mujeres. El Partido Liberal propuso cerrar la brecha de género implementando estrategias para redistribuir el trabajo doméstico y el cuidado de niños y ancianos; fomentar la autonomía económica de las mujeres y conciliar la vida privada y laboral; combatir las diferentes modalidades de violencias, especialmente la explotación sexual, reducir la maternidad adolescente y promover los derechos sexuales y reproductivos. El Polo Democrático Alternativo incluyó en sus propuestas la igualdad de oportunidades para las mujeres, el reconocimiento del trabajo del cuidado realizado por las mujeres en las cuentas nacionales, la incorporación de la paridad como criterio de justicia y equidad, y la superación de las brechas salariales y la discriminación de las mujeres en el mercado laboral. Cambio Radical en ninguna de sus propuestas tuvo en cuenta la perspectiva de género. En política social hace referencia a las madres pobres en tanto su papel reproductivo para afiliarlas al régimen subsidiado y reducir las muertes maternas. Los programas de educación sexual y reproductiva y la prevención de la violencia sexual se orientan hacia la juventud. El Partido de la U no hizo referencia a los asuntos de género, priorizó la población desplazada, las familias y la juventud para la atención en salud, educación, trabajo y deporte como componentes de su política social. La creación de una institucionalidad para la realización de estas propuestas solamente fue planteada por los partidos Verde, Polo y Conservador. El Partido Verde pro-


puso un Ministerio para las Mujeres y la Igualdad de Géneros, como instancia de primer nivel que gestione y garantice una agenda pública incluyente y sostenible social y económicamente, con amplia participación de los movimientos sociales de mujeres y la sociedad en su conjunto. El Polo planteó crear el Ministerio de la Mujer con enfoque diferencial, presupuesto y estrategias y afrontar las estructuras patriarcales y sexistas, en tanto que el Conservador hizo alusión a un Ministerio de la Mujer y la Familia. Con la elección de Juan Manuel Santos, candidato del Partido de la U como presidente para el período 20102014 y su modelo de Unidad Nacional, la nueva administración cuenta con una coalición de gobierno abrumadoramente mayoritaria conformada por cerca del 80 por ciento del Senado y el 85 por ciento de la Cámara de Representantes. Los únicos partidos que no forman parte de la Unidad Nacional son el Verde y el Polo, cuyos programas promovían visiblemente las propuestas en torno a los derechos de las mujeres. Los cambios anunciados por el nuevo gobierno sobre la creación de nuevas instituciones hacen referencia a los ministerios de Salud, Trabajo, Justicia y Medio Ambiente y a las consejerías presidenciales para las Comunicaciones, la Gestión Pública y Privada, el Buen Gobierno y la Eficacia Administrativa, las Regiones y la Participación Ciudadana. Entre las Altas Consejerías aprobadas el 17 de septiembre a través del Decreto 3445 de 2010, se crea la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer. En cuanto a las elecciones para el Congreso de la República realizadas en marzo de 2010, del total de 268 congresistas elegidos, 36 son mujeres, que corresponde al 13.4 por ciento del Congreso. En el Senado fueron elegidas 17 mujeres, que representan el 16.7 por ciento del total de 102 senadores, en tanto que en la Cámara de Representantes lo fueron 19 mujeres, el 11.4 por ciento del total de 166 representantes elegidos. Los partidos que eligieron un mayor número de mujeres para el Congreso son MIRA (2 mujeres que representan el 67% de sus congresistas), Verde (2 mujeres que representan el 25% de sus congresistas), Polo (3 mujeres que representan el 23% de sus congresistas), Conservador (10 mujeres que representan el 17% de sus congresistas), Cambio Radical (3 mujeres que representan el 13% de

sus congresistas), Liberal (6 mujeres que representan el 12% de sus congresistas), U (8 mujeres que representan el 11% de sus congresistas), PIN (2 mujeres que representan el 9% de sus congresistas). Estas mujeres conformarán la Bancada de Mujeres del Congreso, donde se gestionan las iniciativas legislativas relacionadas con los intereses y derechos de las mujeres. La notable ausencia de pronunciamientos por parte de la nueva administración presidencial respecto a los asuntos de género y la institucionalidad responsable de su atención, es causa de preocupación por las implicaciones que este silencio pueda tener tanto en el ámbito nacional como en el internacional dados los compromisos adquiridos por el Estado colombiano frente a los derechos de las mujeres. Al cierre de este número de la Revista no se conocen los nombres de las candidatas postuladas a asumir el cargo de Consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer, previamente ocupado por la doctora Martha Lucía Vásquez.

Organizaciones de mujeres solicitan a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos vigilancia a la garantía del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo Mesa por la Vida y la Salud de las mujeres Preparado por Claudia Gómez La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), es uno de los espacios a los que las organizaciones sociales recurren frecuentemente para dar a conocer la situación de los Derechos de los países que hacen parte de la Organización de los Estados Americanos (OEA). La CIDH es el órgano que responde a la Convención Americana de Derechos Humanos y una de las entidades del Sistema Interamericano de protección y promoción de los derechos humanos en las Américas. La Comisión ha conocido el estado de los derechos de las mujeres colombianas a través de audiencias generales en las que se han hecho evidente las vulneraciones de sus derechos en el marco del conflicto armado y del desplazamiento forzado. El pasado 22 de marzo de 2010 la Mesa por la Vida

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y la Salud de las Mujeres solicitó una audiencia para exponer la situación de los derechos sexuales y reproductivos con énfasis en la garantía del derecho a la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)1. La presentación buscaba evidenciar que a la fecha no se ha producido un real garantía del derecho a la IVE, la cual se refleja en las constantes barreras que enfrentan las mujeres para acceder a un aborto legal; en los problemas derivados por la ausencia de una política pública efectiva en la materia; así como en la reciente reforma al sistema de salud, que no contempla el impacto diferenciado de los servicios en la vida y la salud de las mujeres colombianas. Hechos que hablan del incumplimiento de las órdenes proferidas por la Corte Constitucional en la Sentencia C-355 de 2006 a través de la cual se despenalizó la práctica del aborto; y en la que se declaró que “(…) la prohibición completa e incondicional del aborto en todas sus circunstancias es abiertamente desproporcionada porque anula completamente los derechos de la mujer embarazada garantizados por la Constitución de 1991 y por tratados internacionales de derechos humanos que hacen parte del bloque de constitucionalidad.”2 Según el Ministerio de la Protección Social, desde el 10 de mayo de 2006, fecha en la que se despenalizó parcialmente el aborto, a diciembre de 2009, se han realizado 649 procedimientos, de los cuales el 61% corresponden a malformaciones del feto; el 19% por peligro para la vida o la salud de la mujer; y el 19% restante por violación. De los anteriores, la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres ha acompañado 123 casos en los cuales la totalidad de las mujeres han encontrado barreras para el ejercicio de su derecho3, tales como el que se les brinde información errónea sobre los riesgos, el manejo del dolor y los efectos del procedimiento por parte del personal de la salud. 1 Las organizaciones que acompañaron la iniciativa de la Mesa fueron: Católicas por el derecho a decidir, Corporación Humanas, Corporación Sisma Mujer, el Grupo de Derechos Sexuales y Reproductivos, GEA Jurisgeneristas, la Fundación Oriéntame y la Red Nacional de Mujeres. Adicionalmente Colombia Diversa, la organización ConMujer de Florencia Caquetá, así como la Red de Empoderamiento de Mujeres de Cartagena y de Bolívar. 2 Corte Constitucional Colombiana, Sentencia C-355/06. 3 Desde 2006 hasta diciembre de 2009 la Mesa apoyó legalmente a 123 mujeres: 48 casos (39%) por violación sexual, 22 de estas mujeres eran menores de edad y 11 de ellas tenían menos de 14 años; 22 de los casos (18%) por malformaciones del feto incompatibles con la vida y 53 casos (43%) por Causal Salud.

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En los casos de graves malformaciones del feto, los diagnósticos no se realizan oportunamente ya que no están incluidos dentro del Plan Obligatorio de Salud; y en los casos de violencia sexual, los procedimientos presentan demoras ya que las mujeres deben denunciar los hechos violentos ante las autoridades competentes, instancias en las cuales las mujeres dicen no tener confianza gracias a la impunidad que reina en la materia. Adicionalmente, a las víctimas de delitos sexuales se les está exigiendo documentación adicional como el certificado de medicina forense que constate la violación, e incluso la sentencia condenatoria contra el victimario. Adicionalmente, se evidenció la persistente desprotección frente a los procedimientos para la IVE con medicamentos. Aún cuando la norma técnica vinculante en Colombia prevé el acceso a IVE sólo con medicamentos (misoprostol, el mifepristone y el gemepros), éstos continúan excluidos; no obstante, la IVE con métodos quirúrgicos si se encuentra cubierta4. De igual manera hay un retroceso en los servicios para la IVE ya que su cobertura no está contemplada en el régimen subsidiado de salud, razón por la cual las mujeres de menores recursos, desplazadas y rurales no pueden acceder a dichos servicios. Finalmente, se denuncio la del subregistro de los casos producto de los vacíos en el sistema de información epidemiológica del Ministerio de la Protección Social. De otra parte, se enunciaron las actuaciones de la Procuraduría General de la Nación, entidad responsable de la vigilancia de la garantía de los derechos de los y las colombianas. Desde el año 2009, el actual Procurador General de la Nación ha dejado entrever su agenda personal contraria a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, creando un estado de alerta generalizado entre las organizaciones de derechos humanos. En primer lugar se eligió como Procuradora Delegada para la Defensa de los Derechos de Infancia, Adolescencia y Familia a Ilva Myriam Hoyos, expresidente y fundadora de la Red Futuro Colombia, un conjunto de organizaciones dedicadas a “velar por que las instituciones públicas tutelen y protejan el derecho a la vida, la institución fami4 Ministerio de la Protección Social. Norma técnica para la atención de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE). Adaptada de “Aborto sin riesgo: Guía técnica y de políticas para sistemas de salud”. Organización Mundial de la Salud – Ginebra 2003, Bogotá, diciembre de 2006.


liar y la dignidad de la persona5.” Como presidenta de la Red, interpuso más de 40 acciones en contra de la demanda de inconstitucionalidad que dio origen a la sentencia C-355/06, y una vez conocido el fallo de la Corte, publicó una serie de artículos en donde exponía su oposición en contra de la decisión del tribunal constitucional. Dicha organización lideró la demanda en contra del Decreto 4444 de 2006 que reglamenta la interrupción voluntaria del embarazo, el cual se encuentra suspendido desde octubre de 2009 como resultado de la admisión de la demanda por parte del Consejo de Estado.6 Pese a que algunos sectores de la sociedad aseguran que la despenalización parcial del aborto no está vigente debido a la suspensión del Decreto reglamentario, la Sentencia C-355 de 2006 sigue siendo efectiva, pues en el fallo la Corte Constitucional estipuló su aplicación inmediata sin necesidad de regulación. En segundo lugar, la Red Futuro Colombia estuvo ampliamente implicada en las gestiones para movilizar a la opinión pública de la ciudad de Medellín en contra del portafolio de servicios de la Clínica de la Mujer el cual incluía la IVE. La tercera acción se refiere a la emisión de la Circular 030 del 13 de mayo de 2009 (derogatoria de la Circular 030 de 2008), la cual es contraria a la Sentencia C-355 de 2006 ya que desconoce el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo al enunciarlo como un simple servicio de salud sexual y reproductiva, y abre la posibilidad para que funcionarios/as públicos puedan objetar conciencia de manera extralimitada. Adicionalmente, la Procuraduría General de la Nación interpuso un incidente de nulidad en contra de la sentencia T-388 de 2009 de la Corte Constitucional, expedida con el fin de tutelar los derechos fundamentales de una mujer a quien la Empresa Promotora de Servicios de Salud (EPS) Saludcoop, le vulneró sus derechos al dilatar de forma injustificada la IVE solicitada por graves malformaciones del feto.

en el marco de una demanda que pretende retirar del mercado el medicamento conocido como la píldora del día después. Ante la evidente falta de garantías para el ejercicio del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo en Colombia, la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres le solicitó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: -- Conmine al Estado colombiano para realizar un informe integral sobre los derechos sexuales y reproductivos en términos de prevención, promoción y atención a las mujeres. Se espera que en dicho informe se tenga en cuenta el acceso a los servicios de IVE. -- Se haga seguimiento a la implementación de la sentencia de IVE en términos de difusión y eliminación de barreras para su implementación. -- Conmine al Estado colombiano a fortalecer el sistema de información para la vigilancia y control del derecho a la Interrupción Voluntaria del Embarazo y acceso a métodos legales y seguros. -- Se revisen las actuaciones del Procurador General de la Nación con el fin de determinar el riesgo de regresividad en materia de derechos humanos de las mujeres, incluidos los derechos sexuales y reproductivos. -- Se tenga en cuenta la evaluación de la situación de los derechos humanos, con énfasis en los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres en Colombia en la programación de las visitas in Loco solicitadas por las organizaciones de derechos humanos que asistieron a las audiencias del 22 de marzo de 2010.

De la ley a la vida real. Balance sobre la implementación de la Ley 1257 de 2008

Finalmente, se denunció que la Procuraduría emitió un concepto en contra de la anticoncepción de emergencia

Claudia Cecilia Ramírez Cardona Corporación Sisma Mujer

5 Ver http://redfuturocolombia.org/home.html 6 El Consejo de Estado es el máximo órgano de la jurisdicción contencioso administrativa, y los ciudadanos, así como el Ministerio Público, acuden a éste para que se efectúe una “revisión de los actos de las Corporaciones o empleados administrativos en ejercicio de sus funciones”. Ver http://190.24.134.67/pce/nuehistonot2.asp?id=126

Si la situación real de grupos poblacionales como niñez, indígenas, afros, campesinas y mujeres se reflejara en las leyes que febrilmente expide el Congreso de la República a su favor, la discriminación sería actualmente un dato histórico. El problema está en su cumplimiento.

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En diciembre de 2008 fue expedida la Ley 1257 sobre no violencias contra las mujeres y el reporte sobre su estado actual de implementación es poco satisfactorio. El gobierno nacional y los gobiernos locales - con algunas excepciones- han incumplido la orden contenida en la misma ley en el sentido de divulgarla y su conocimiento es aún escaso entre servidoras y servidores públicos encargados de darle vida. De otro lado, su cabal cumplimiento se encuentra con un inmenso obstáculo relacionado con la dificultad que implica para la lógica burocrática modificar un imaginario según el cual las violencias contra las mujeres son asuntos menores y comenzar a asumirlas como violaciones a los derechos humanos que implican el deber de debida diligencia. A partir de esta nueva mirada, la mayor parte de las disposiciones de la ley se podrían estar cumpliendo ya, en manos de funcionarios y funcionarias conscientes de la necesidad de un cambio radical en la prevención, atención, reparación y garantías de no repetición para las víctimas y en efectivas sanciones para los victimarios, de manera que se extienda el mensaje de que toda violencia contra las mujeres será sancionada. Respecto de aquellas medidas que requieren adecuaciones específicas al interior de las entidades pertinentes, así como de reglamentaciones que señalen responsables concretos, la actividad de la administración pública fue escasa durante el año 2009. En enero de 2010 se expidió el Decreto 164 por el cual se creó una mesa interinstitucional para erradicar la violencia contra las mujeres, relacionada directamente con el cumplimiento de la ley. Esta mesa se encuentra integrada por las diversas entidades estatales de los sectores responsables en la materia. El nivel jerárquico de las personas participantes, la regularidad en las reuniones así como la disponibilidad de recursos para la planeación y ejecución coordinada de sus funciones, serán algunos de los indicadores del posicionamiento de este comité frente a una temática que requiere atención interdisciplinaria. La cooperación internacional ha financiado varias consultorías tendientes a apoyar a la mesa interinstitucional en la formulación de reglamentaciones en diversos campos; estas se encuentran en desarrollo y en lo atinente a la reglamentación en justicia, la propuesta de decreto se puso a consideración de diversas organizaciones de mujeres agrupadas en la “Mesa por la implementación de la Ley 1257” y varias de las sugerencias y observaciones

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se incorporaron al borrador sin que hasta la fecha dicho decreto haya sido expedido. Las restantes consultorías se encuentran en curso. De otro lado, la ley previó la creación de un comité de seguimiento a su implementación y cumplimiento conformado por la Consejería para la Equidad de la Mujer en coordinación con la Procuraduría General de la Nación y la Defensoría del Pueblo y con la participación de organizaciones de mujeres. Después de diversos requerimientos de las organizaciones de mujeres para la integración del comité, la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría General de la Nación han apoyado a las organizaciones de mujeres en la realización de teleconsultas para la definición del mecanismo de elección de las representantes así como para su designación. Se encuentra pendiente el balance sobre la implementación actual de la ley por parte de la Consejería para la Equidad de la Mujer en cumplimiento de lo dispuesto en la misma, que la responsabilizó de la presentación de un informe anual al Congreso de la República. Por último es necesario destacar que la Ley 1257 se mantiene viva gracias en gran medida a la actividad permanente de formación, incidencia y exigencia de su cumplimiento por parte de organizaciones de mujeres acompañadas por servidoras públicas sensibles con la temática y por mujeres exigiendo sus derechos como víctimas que en su condición de “querientes” de la ley se han encargado de que a lo largo y ancho del país esta permanezca en la agenda pública a partir de una finalidad común, el logro del derecho a una vida libre de violencias hacia las mujeres.

Premio Mujeres de Éxito 2010 El pasado 18 de agosto de 2010, el Teatro Jorge Eliécer Gaitán fue el escenario de la entrega de los 16 premios a las Mujeres de Éxito seleccionadas entre 197 postuladas para esta cuarta versión de evento que se realiza cada 3 tres años desde su primera versión en el 2001. Liderado por Nancy Valero (Fundación Mujeres de Éxito) y Luz Mary Guerrero (Servientrega), es apoyado por un grupo significativo de evaluadoras que se comprometen para elegir a las mujeres que por su lucha de vida y su aporte


a la sociedad local o para el colectivo femenino, entregan su conocimiento, tiempo y propuestas para mejorar la calidad de vida del contexto donde trabajan, viven, disfrutan y comparten sus capacidades. A continuación nombramos los primeros y segundos premios entregados según las 6 categorías establecidas:

Categoría Colombianas en el Exterior Primer premio: Ana Catalina López Correa. Científica (residente en Canadá). Segundo premio: Alexa Cuesta Flórez. Artista plástica (residente en España).

Categoría Política Primer premio: Elenia Salinas Chivatá. Alcaldesa de Caldono (Cauca). Segundo premio: Carolina Rodríguez de Álvarez. Alcaldesa de Ataco (Tolima).

Exposición Las Américas 200 en la Biblioteca Nacional

Categoría Educación Primer premio: FUNDAC. Aidé Rodríguez Soto, Paulina Triviño y Carmen Mosquera Grajales. Segundo premio: Andrea Rodríguez Sosa. Ensañarte Ltda. Categoría Económica y Empresarial Primer premio: Haidy Duque Cuesta. Emprendedora Social Ashoka. Corporación Kairos. Segundo premio: Andrea Salas. Recuperación de tradiciones indígenas muiscas. Categoría Artística y Cultural Primer premio: Aydée Ramírez. Pintora con la boca. Segundo premio: María Beatriz Giraldo. Academia Musical La Escala. Categoría Ciencia y Tecnología Primer premio compartido: Patricia del Portillo Obando. Corporación CorpoGen. Primer premio compartido: Dolly Montoya Castaño. Grupo Bioprocesos y Bioprospección. Categoría Social y Comunitaria Primer premio: Catalina Escobar Restrepo. Fundación Juan Felipe Gómez Escobar (Cartagena). Segundo premio: María Clara Vallejo. Fundación Unámonos (Tolima). Categoría Deportiva Primer premio: Liliana María Zapata Sierra. D.T. fútbol femenino Formas Íntimas (Medellín) y con ella un reconocimiento al equipo de fútbol femenino Sub20 por el lugar obtenido en el Mundial de Alemania 2010.

Una exposición que se extendió del 6 de julio al 15 de septiembre de 2010 y que nos presentó a través de soportes gráficos y audiovisuales las diversas maneras de participar de las mujeres en el proceso de construcción de Iberoamérica. Esta exposición itinerante busca rendir un homenaje a todas aquellas mujeres que desde el anonimato han contribuido al desarrollo de sus sociedades y tiene el mérito de saldar una deuda pendiente con ellas. http://www.lasamericasexpo.com/

Mujeres destacadas en el campo de la política y de la ciencia En el campo de la política destacamos en primer lugar a la expresidenta de la República de Chile, Michelle Bachelet. Ella se despidió de la presidencia con el más alto índice de favorabilidad de todos los gobiernos de la Concertación. Gobernó a Chile desde el 2006 hasta el regreso de la derecha al poder (2010). Laura Chinchilla, recientemente elegida presidenta de la República de Costa Rica (7 de febrero de 2010) fue postulada por el Partido de Liberación Nacional. Es la quinta mujer en América Latina en ser elegida presidenta. Johanna Sidurdardottir, una mujer elegida para ocupar el cargo de Primera Ministra de Islandia al principio del año 2009 y quien además se declaró abiertamente lesbiana y dio el sí a su compañera el mismo día en que la ley autorizó el matrimonio homosexual. Brasil entregará por fin las llaves del poder a una mujer. La candidata del Partido de los Trabajadores (PT) asumirá la Presidencia del gigante sudamericano el próximo primero de enero de 2011.

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Llega a la presidencia del Brasil, Dilma Rousseff, de 62 años, de ascendencia búlgara, excombatiente de la dictadura militar y una de las integrantes del gabinete de Luiz Inácio Lula da Silva. Hoy día es militante del partido de los Trabajadores (PT). Ella logró 56,05% de los votos, y se consagra así como primera mujer Presidenta de la República del Brasil. A ella y desde esta revista le deseamos muchos éxitos en la administración de su país y hacemos votos por un trabajo consagrado a la equidad social y de género. En el campo de la ciencia, destacamos a la colombiana Nubia Muñoz quien recibió la Legión de Honor, el máximo galardón que ofrece el Estado francés a personas con méritos extraordinarios. En el caso de la investigadora caleña, se trata de un reconocimiento por su importante contribución a la comprensión del virus del Papiloma Humano, la principal causa del cáncer uterino en el mundo. “Su riguroso estudio durante 25 años le permitió realizar investigaciones para demostrar la relación de causalidad entre ese virus y el cáncer cervical, y este hallazgo sirvió como fundamento para desarrollar una vacuna contra esta enfermedad. Y uno de sus sueños más importantes para el futuro es lograr bajar el precio de las vacunas contra el virus del papiloma humano, para que dichas vacunas lleguen a las mujeres de los países pobres donde el 83% de los cánceres cervicales ocurren.” (www.rcnradio.com/ audios/la-radio-de-la-ma-ana/26-07-10/colombianarecibir-legi-n-de-honor-en-francia). Finalmente queremos destacar a nuestra compañera Yolanda Puyana Villamizar, profesora asociada del Departamento de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia e integrante del Grupo Mujer y Sociedad, quien recibió la Medalla María Carulla de Vergara durante el 13o Congreso de Trabajo Social (11, 12 y 13 de agosto de 2010) en la Universidad del Valle, en reconocimiento a sus méritos investigativos y docentes y a toda una vida dedicada a las ciencias sociales.

Matrimonios de parejas homosexuales en Argentina Entre las buenas noticias recientes para las mujeres y los hombres del mundo, resaltamos a Argentina cuyo Senado, el 15 de julio pasado, estableció que las parejas del 148 | Mujeres, cuerpos y autonomía

mismo sexo se pueden casar en igualdad de condiciones con las parejas heterosexuales, es decir con todos los derechos administrativos de los matrimonios heterosexuales así como el derecho a la adopción.

Nueva ley de aborto en España Destacamos también la nueva ley de aborto española (julio 2010) que legalizó la interrupción voluntaria del embarazo hasta las 14 semanas y hasta las 22 para las tres mismas causales de Colombia. En América Latina, las únicas dos honrosas excepciones son las de Cuba que tiene el aborto legalizado, gratuito y sin restricciones desde 1965 y la Ciudad de México que, desde abril de 2007, legalizó totalmente el aborto hasta las 12 semanas de gestación. Queremos mencionar sin embargo que casi todos los países de nuestro continente tienen en la actualidad proyectos de ley que buscan liberalizar la práctica del aborto que sigue siendo la primera o segunda causa de mortalidad materna.

ONU Mujeres La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por unanimidad la creación de una nueva entidad que reagrupa cuatro oficinas ya existentes - la Oficina Asesora del Secretario General de las Naciones Unidas para Cuestiones de Género, la División para el Avance de la Mujer, el Instituto de la ONU para Capacitación en Cuestiones de Género y el Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer -UNIFEM- que se encargará de promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de las mujeres. Como primera directora de ONU-Mujeres ha sido nombrada Michelle Bachelet, ex presidenta de Chile.

Seminario internacional sobre Casas Refugio Durante los días 25 y 26 de agosto expertos nacionales e internacionales se reunieron en el seminario internacional ‘Acoger, proteger y restituir, estrategias para la garantía de los derechos de las víctimas de violencia de género’ para discutir garantía y restitución de los derechos humanos de las mujeres y, específicamente, su derecho a vivir


una vida libre de violencias, así como abordar el tema de las Casas Refugio. El Seminario contó con la participación internacional de la Red Nacional de Refugios A.C. (México), la Casa de Acogida del Consorcio de Servicios Sociales de Barcelona y el Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz (España). Por parte de Colombia estuvieron los Hogares de Acogida para mujeres víctimas de violencia intrafamiliar (Secretaría de las Mujeres y CERFAMI de Medellín) y el Centro de Acogida a Víctimas de la Violencia Familiar y Sexual (Secretaría de Bienestar Social de la Alcaldía de Cali) y la Casa Refugio para Mujeres Víctimas de Violencia Intrafamiliar (Secretaría Distrital de Gobierno). Las memorias de este evento serán publicadas en: http://www.aecid.org.co http://www.gobiernobogota.gov.co

Visita de Ángela Davis a Colombia

Ángela Davis, ícono mundial de las lucha por los derechos civiles de la población afroamericana, del antirracismo y del antisexismo, fue invitada por la Escuela de Estudios de Género de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia para desarrollar la cátedra inaugural del programa de Maestría en Estudios de Género del segundo semestre de 2010. Junto a Davis contamos también con la visita de Gina Dent, actual directora del Institute for Advances Feminist Research de la Universidad de California. Ambas profesoras e investigadoras ofrecieron conferencias magistrales sobre la historia y los antecedentes del llamado ¨Black Feminism¨, la

perspectiva de la interseccionalidad, el racismo de Estado y el complejo industrial de las prisiones. Las conferencias se desarrollaron los días 16 y 17 de septiembre en el aula principal de la Universidad, el Auditorio León de Greiff. Paralelamente se diseñaron otros eventos con miras a profundizar en el pensamiento de la autora y a homenajear su legado: “Una historia, un horizonte”

Encuentro de Mujeres Feministas de Colombia En la reunión del 22 agosto de 2009 se acordó la realización de un Encuentro nacional de mujeres feministas de Colombia que se llevó a cabo durante los días 15 y 16 de octubre de 2010 en la ciudad de Bucaramanga. La Corporación Mujer y Futuro asumió la responsabilidad de la realización de este encuentro. La comisión coordinadora estuvo integrada por Doris Lamus, Isabel Ortiz, Beatriz Gutiérrez, Ana Mendoza, Andrea Marín, Jenny Rodríguez, Andrea Hernández, Catalina Valencia, Christiane Lelievre, Diana Carreño. Transcribimos enseguida apartes de noticias sobre este evento remitidas desde la dirección electrónica a la cual pueden escribir quienes estén interesadas e interesados en conocer las memorias del mismo: feministascolombia2010@gmail.com “Un encuentro histórico, luego de 30 años del anterior, “descentrado” (desde las regiones), con aportes económicos de cada participante, o de sus organizaciones, el trabajo voluntario de todo el equipo de colaboradoras y amigas de Mujer y Futuro, y el oportuno apoyo de Ventana de Género y de Unifem, tuvo lugar durante dos días en Bucaramanga. En el Encuentro feminista en Bucaramanga se notó, de modo sobresaliente, la subversión, la transgresión fundacional que movilizó a las feministas en décadas pasadas, las voces de mujeres jóvenes y mujeres de “mayor trayectoria”, que nos hicieron recordar toda la vigencia de la política feminista. Hasta cantamos esta irreverente melodía, con toda su carga contrahegemónica. Escúchenla en la siguiente dirección electrónica: http://www.youtube. com/watch?v=MobDqnh86RY

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¿Cómo puedo vincularme al XII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe – Colombia 2011? Punto de partida: Las feministas reunidas en Ciudad de México el mes de marzo de 2009 para desarrollar el XI Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe aprobaron con palmas y alegría la postulación que hicieron las feministas colombianas para realizar el siguiente encuentro en nuestro país. Este gran compromiso que tendrá lugar en el año 2011, poco a poco nos ha ido movilizando. El primer espacio de reflexión nacional “Encontrémonos para encontrarnos” convocó a más de 100 feministas el 22 de agosto de 2009, en una jornada completa en las aulas de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Allí propusimos y aprobamos comisiones, como la forma en que comenzaríamos a organizarnos. Estas comisiones se constituyeron por el nivel de compromiso y voluntariado que han venido encontrando en el camino. Algunas ya están en marcha y otras están en fase de conformación. ¿Cuáles son nuestras comisiones? emos conformado nueve comisiones de trabajo a las que te puedes vincular. Cada comisión viene H definiendo sus objetivos y planes de manera autónoma y coordinada: 1. Comisión Estratégica Coordinadora Integrada por dos delegadas de cada una de las Comisiones de trabajo con carácter rotativo. Contacto: Cristina Suaza y Sandra Montealegre 12encuentrofeminista@gmail.com 2. Comisiones regionales (Cali, Cartagena y Medellín, puedes crear una en tu región) Cali: mechas@aragontello.com fundacionmavicali@gmail.com http://www.encuentrofeministacali.blogspot.com/ Cartagena: Rubiela Valderrama - ruvaho@yahoo.es Medellín: claralagartija@hotmail.com vamosmujer@vamosmujer.org.co Bucaramanga: Isabel Ortiz - isabelortizp@gmail.com Si conoces otras mencionarlas 3. Comisión temática: Creamos los mecanismos de discusión y construcción de criterios para definir los temas que se abordarán durante el XII EFLAC y el enfoque ético-político de los mismos. En este proceso, se parte de las expectativas e intereses de las feministas de la región, la experiencia de los anteriores Encuentros y el análisis de los retos que nos plantea a las feministas el contexto de América Latina y el Caribe. Contacto: Raquel González tematica12eflac@gmail.com

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*Temporalmente las comisiones temática y metodológica trabajan conjuntamente. 4. Comisión metodológica Trabajamos por construir colectivamente los procedimientos, las formas de trabajo, las estrategias y los caminos que faciliten a las feministas la circulación de los cuerpos y las ideas. Contacto: meto_tema12eflc@yahoo.es *Temporalmente las comisiones temática y metodológica trabajan conjuntamente . 5. Comisión de Memoria La comisión de la memoria se ha venido construyendo entre mujeres de Medellín, Cali y Bogotá, entendiendo el significado de ésta como lo que nos va permitiendo cimentar la sororidad y affidamento, fuerzas amorosas y creativas de nuestra acción política feminista. Recoger la memoria significa ir al pasado y el pasado de cada una es distinto; tiene tiempos, hechos y experiencias diferentes, lo que deja huella particular a partir de la cual se urde la memoria colectiva e histórica. La memoria nos queda grabada en la piel, nos va haciendo llamados de por dónde podemos seguir. La memoria no es pasado muerto sino vivo, que se vincula en el presente desde los avances y retrocesos del pasado y nos da luces para el futuro. Es una vinculación de tiempos que están en cada una de nosotras. Hemos planteado 3 ejes de acción: la memoria del XII Encuentro; el vínculo entre la memoria de este encuentro y el primero; y la memoria de cada una nosotras como feministas. Construimos herramientas para la recolección de la información necesaria para cada una, entre éstas el formato de relatorías, para el registro de la genealogía y la galería de la memoria. Contacto: memoria12EFLAC@gmail.com 6. Comisión logística Preparamos los ingredientes necesarios para generar un espacio armonioso que nos permita encontrarnos. Contacto: tamayorincon@yahoo.com 7. Comisión financiera Nos movilizamos en la búsqueda de recursos para el apoyo financiero del Encuentro. Contacto: ana.gonzalez.velez@gmail.com 8. Comisión de comunicaciones Promovemos que la información circule y esté al alcance y necesidad de todas. Contacto: 12ecuentrofeminista@gmail.com 9. Comisión artística y cultural Contacto: por conformarse

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10. Comisión de enlace Colombia y América Latina Generamos vínculos con feministas de diferentes latitudes de Colombia, Latinoamérica y el Caribe. Contacto: ana.gonzalez.velez@gmail.com Ten en cuenta los siguientes pasos para tu vinculación en la organización. 1. Estamos aportando nuestro tiempo, recursos y creatividad para hacer de este espacio una posibilidad de construir colectivamente. 2. Define una comisión de trabajo en la que quisieras hacer tus aportes y ponte en contacto con la persona responsable. 3. Consulta la dinámica de trabajo y revisa las actas de las reuniones anteriores. ¿Solamente quieres estar al tanto y no participarás de la organización? Escribe un correo a la cuenta: 12encuentrofeminista@gmail.com y solicita que te inscriban en la base de datos general. Ten en cuenta que solo recibirás envíos de comunicaciones generales que no tienen un carácter periódico definido. Sin embargo, recuerda que también depende de nuestro interés que podamos estar más informadas del proceso. Formas de vinculación con el XII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (Colombia 2011) Las siguientes opciones te pueden ayudar a definir el tipo de participación que buscas. Responsables: Quiero hacer parte del equipo responsable de la organización y realización del Encuentro, integrándome a la comisión (_________): Tengo el compromiso y tiempo para asumir la responsabilidad en el cumplimiento de las tareas que demande el proceso y acuerde la comisión a la que me vinculo. Coequiperas: Quiero ser parte de la organización y realización del Encuentro, apoyando tareas puntuales (logísticas, financieras u organizativas), pero sin vincularme a una comisión. Colaboradoras (grupo virtual): Quiero vincularme al proceso, estar informada y seguir el curso del Encuentro, sus desarrollos y propuestas, pero a través de grupos de apoyo virtual. Participantes: No puedo vincularme al proceso de preparación, pero quiero estar informada para asistir al Encuentro. Si eres feminista, este es un espacio para tí Todas estamos invitadas - Todas hacemos parte Creamos un espacio virtual en el que puedes conocer los resultados y avances de las comisiones y así ver en qué punto de la organización nos encontramos. Consúltalo y actualízate en nuestras discusiones y avances. http://12encuentrofeminista.blogspot.com/

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Bogotá, avenida 39 con 14 2007


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Las mujeres y los libros


temas que inciden en el ordenamiento de las relaciones sociales entre lo femenino y lo masculino e incluso en los estilos de vida cotidiana. Los mitos no son historia, pero se manifiestan en el tiempo y crean la historia, y por lo tanto se visten con el lenguaje del devenir y el cambio. El mito según la evocadora frase de Joseph Campbell: “es la abertura secreta a través de la cual las energías inagotables del cosmos se vierten sobre las manifestaciones culturales humanas”.

El mito de la diosa. Evolución de una imagen. Anne Baring, Jules Cashford. Fondo de Cultura Económica. México, 2005. 851 pp.

Reseña de María Eugenia Martínez Las dos autoras, Anne psicoanalista junguiana y Jules filósofa y literata, gozan de una formación académica lo suficientemente amplia y sólida que les permite ilustrar y analizar en profundidad el mito de la diosa, entrelazándolo con los múltiples significados, valores e imágenes que porta. La lectura nos va llevando por épocas desconocidas, o mejor, olvidadas, que subyacen en el inconsciente colectivo. El texto se basa en fuentes bibliográficas casi infinitas que se remontan a investigaciones arqueológicas e históricas realizadas desde 1936. Plantean la tesis central de la persistencia y los cambios del mito de la diosa desde hace más de 20.000 años hasta nuestros días. Desarrollan la historia de las ideas religiosas del sur de Europa, teniendo como eje las migraciones y fusiones de la imagen femenina, su numinosidad y sus poderes. Destacan los misterios consagrados en torno al ciclo de la vida: el nacimiento, el crecimiento, la sexualidad, el matrimonio, la muerte y el renacimiento. El mito se concibe como aquel conjunto de creencias, en este caso religiosas, fruto de la imaginación creativa acerca de elementos trascendentales, tales como el origen del mundo y de la humanidad, su destino presente y futuro, las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza,

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Los primeros ocho capítulos nos invitan a percibir y reflexionar de manera global y armónica acerca de “La diosa madre donde quiera que se encuentre, es una imagen que inspira una percepción del universo como todo lo orgánico, sagrado y vivo, de que ella es el núcleo; es una imagen de la que forma parte, como sus hijos, la humanidad, la tierra y toda forma de vida terrestre. Todo está entrelazado en una red cósmica que vincula entre sí todos los órdenes de la vida manifiesta y no manifiesta, porque todos ellos participan de la santidad de la fuente original.” La multiplicidad de figuras corporales y sus accesorios se manifiestan en unión con el espíritu, la sabiduría y el poder creador, de donde es posible visualizar la autonomía y la soberanía posible de las mujeres. La segunda parte nos va llevando por las invasiones y las guerras santas y, por ende, al paso del matriarcado al patriarcado. Este cambio “implica mucho más que el simple hecho de que los hombres arrebatasen el poder a las mujeres y los dioses a las diosas… Implica que cualquier disminución en las imágenes de los dioses provoca una disminución aún mayor en la capacidad de los seres humanos de conocerse a sí mismos”. Supone igualmente la pérdida de la concepción de la unidad y del ciclo vital para acoger una concepción lineal de la vida, la división entre la naturaleza y el espíritu y lo que es más importante: el olvido de la imagen corporal de la diosa. Sucesivamente, se van recogiendo y analizando los textos del Antiguo y del Nuevo Testamento cargados de misoginia. Dilucidan el desplazamiento de la diosa hacia la imagen de María Inmaculada, sumisa, obediente, asexuada, y por tanto la instauración del dios soberano, propio de las religiones monoteístas. Recorren los episodios más perversos de la humanidad, como lo fue la Inquisición y relatan el proceso de escisión de las mujeres en santas,


hadas y buenas satanizándolas como brujas, hechiceras y prostitutas, despojándolas de sus conocimientos. Por último, recogen eventos modernos donde se manifiesta ese inconsciente colectivo que no se ha perdido y que retoman los principios del mito de la diosa. Entre éstos destacan a la Nueva Era, los movimientos feministas y ecologista, y numerosos avances de la ciencia. Señalan algunos ejemplos teóricos: “La hipótesis de James Lovelock sobre GAIA, implica a los seres humanos en un nuevo tipo de interpretación de los fenómenos naturales; la tierra (como sugería el nombre de la diosa madre griega) se percibe también como un todo orgánico y autorregulado. La teoría de la Resonancia Mórfica de Rupert Sheldrake cambia la interpretación del mundo como espacio habitado por unidades aisladas; propone que lo que una especie natural aprende en una parte del mundo facilita el aprendizaje en otra. La teoría del Orden implicado y explicado, de David Bohm, sigue la misma línea: afirma que el mundo manifiesto, diverso y tridimensional que percibimos está envuelto en un orden no manifiesto e implicado, que es su base. Esta base también se concibe como el holomovimiento; su movimiento consiste en un envolver y un desenvolver, subrayando la unidad de la unidad y de la diversidad y la totalidad del todo y de la parte. Como Lovelock, Bohm también se sirve de la antigua iconografía de la diosa madre para trazar una imagen de totalidad; sin ir más lejos describe el orden implicado como un mar de energía. También Fritjof Capra invoca la imagen de la red cósmica -una red de relaciones interconectadas- para “describir los descubrimientos de la física subatómica”. El libro bien vale la pena leerlo y observarlo, y más aún, reflexionarlo en grupo, toda vez que sugiere diversidad de imágenes y significados de la vida.

La Diosa. Creación, fertilidad y abundancia. Mitos y arquetipos femeninos.

Shahrukhm Husain. Evergreen, Singapore, 1997. 182 pp. Traducción al español, 2001. Reseña de María Eugenia Martínez La autora retorna al pasado milenario y realiza un fascinante viaje a lo largo y ancho de la aldea global, recogiendo leyendas, mitos, pinturas, esculturas, monumentos y ritos acerca de la diosa madre y su principio divino. Es un texto documentado en varias investigaciones realizadas por arqueólogos e historiadores durante el siglo pasado, entre los que se destacan Bachofen, Campbell, Eisler y Gimbutas1, quienes han realizado la reconstrucción de las culturas matriarcales, hasta ahora desconocidas, que existieron aproximadamente 25.000 años antes de la era cristiana, en los cinco continentes. Resalta la unidad de la diosa con la naturaleza y los misterios que porta en relación con el ciclo vital desde el nacimiento, la pubertad, el amor, la vejez, la muerte y el renacimiento. “La diosa se manifiesta de formas muy distintas, algunas de las cuales echan por tierra los estereotipos relacionados con la feminidad. La soberanía, la guerra y la caza forman parte de sus competencias. Es 1 Bachofen, J. El Matriarcado. Princeton University, 1973. Campbell, J. Historical Atlas of World Mithology, 1988; The Masks of God, en: Occidental, Oriental, Primitive and Creative Mithology. New York, 1976.Eisler, Reyne, El Cáliz y la Espada. Londres, 1993. M. y Marler, J. The Civilization of the Goddess. San Francisco, 1991.

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autónoma, sexual y fuerte. La suma de sus partes es la divinidad total que a la mente humana le resulta imposible definir plenamente… Su esencia radica en que incluye todo: en su interior contiene la totalidad de los opuestos, incluidos lo femenino y lo masculino, la creación y la destrucción. Reconoce que la vida y la muerte poseen la misma importancia y mantiene el equilibrio a fin de sustentar el orden del universo”. El libro, ilustrado con múltiples imágenes femeninas, está acompañado con fragmentos literarios que van visualizando las sucesivas transformaciones de la corporeidad femenina a través del tiempo y del espacio. Cada mito o creencia acerca la simbología femenina, cada tarea y valor asignados se manifiesta de diversas formas, expresiones faciales, posiciones, vestimentas, atuendos y asociación de instrumentos plenos de significado vital. De la lectura detallada se pueden generar múltiples interrogantes sobre la relatividad de la autonomía y la estrecha relación e interdependencia de la construcción de la identidad y la corporeidad femeninas con el contexto cultural. Imposible mencionar la infinidad de nombres de la diosa; sin embargo, cabe señalar algunos de los menos conocidos: Aditi, madre de todas las deidades en Irán; Amaterasu, diosa del sol en Japón; Arinna, diosa solar en Anatolia; Asherah y Astarté, diosas madre de la fertilidad, el amor, la sexualidad y el mar cananeas; Auchiunalgu, diosa lunar en Chile; Biman Chan, diosa lunar camboyana; Boann, Branwen y Brígida, celtoirlandesas; Chalchiuhticue, diosa azteca del agua; Durga, Devi o Satki, de la India; Diti, diosa védica; Erzulie, diosa vudú del amor; Guan Yin, diosa china de la misericordia; Hainuwele, de Nueva Guinea y Melanesia; Hi’iaka, diosa hawaiana del clima; Imberombera, de Australia; Kali, diosa hindu de la eternidad y portadora de la muerte; Klu-rgyal-mo, creadora primordial tibetana; Mujer Araña, creadora de los indios americanos; Nashe, diosa babilónica del agua; Nugua, restauradora del equilibrio cósmico en la China; Oba, protectora de las prostitutas en Nigeria; Saule, diosa solar eslava.

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El poema “Trueno: la mente perfecta” de origen gnóstico, encontrado en Egipto, nos muestra la amplia diversidad cultural y la dificultad de definir una única identidad: Porque soy la primera y la última. Soy la honrada y la desdeñada. Soy la ramera y la sagrada. Soy la esposa y la virgen. Soy la madre y la hija. Soy las extremidades de mi madre. Soy la estéril y muchos son sus hijos. Soy aquella cuya boda es grandiosa, pero no he tomado marido. Soy la comadrona y la que no da a luz. Soy el solaz de los dolores del parto. Soy la novia y el novio, y mi marido me engendró. Soy la madre de mi padre y la hermana de mi marido, que es mi vástago… Hacedme caso. Soy la deshonrada y la grandiosa. Culmina la compiladora señalando algunos de los movimientos contemporáneos que trabajan en pos de la recuperación y la liberación de la diosa. La red internacional está compuesta por paganos modernos de clase media del mundo occidental, atraídos por el mensaje holístico del paganismo, recalcan la unidad de la humanidad con la naturaleza y defienden la libertad de cultos, creencias y prácticas religiosas. No admiten barreras raciales, educativas, profesionales o clasistas. Existen federaciones en Latinoamérica, India y África. La autora también destaca al movimiento WICCA liderado por Zsusanna Budapest quien postuló la Tealogía para designar el culto a la deidad femenina. La lectura de La Diosa lleva a concluir sobre la persistencia histórica de la soberanía de las mujeres.


Conocer las vivencias de Florence, de Adriana, de Carmen, de Ana, de Lucía, de Lucrecia y de Luisa con relación al aborto, comprender las razones que acompañaron su decisión de abortar, caracterizar las relaciones con mujeres y hombres o con instituciones u organizaciones presentes en sus particulares experiencias, percibir algunos de los sentimientos de temor, angustia y soledad que ellas vivieron, me permitieron a medida que avanzaba en su lectura, recrear mi propia historia y redescubrir las dolorosas huellas del patriarcado sobre los cuerpos y las mentes de todas las mujeres, y de manera especial de quienes habitamos en esta Colombia, cuyo territorio también es vejado, sometido y violado sistemáticamente por la persistencia de la guerra, en la cual se renueva día a día la apropiación de los cuerpos de las mujeres.

Había que decirlo. Del aborto a la interrupción voluntaria del embarazo: el camino se abre. Florence Thomas Icono. Bogotá, Colombia, 2010.

Reseña de Juanita Barreto Gama El cuerpo de las mujeres como depositario y expresión de la persistencia de relaciones de dominación transita por las páginas del más reciente libro escrito por Florence Thomas. Tuve el privilegio de leer este libro antes de que fuese puesto en circulación. Descubrí en él experiencias, circunstancias y condiciones que demuestran que al terminar la primera década del siglo xxi, las mujeres, continúan siendo objeto de la ley, del saber y de la cultura mediante el mantenimiento de la potestad del Estado, de la ciencia formal y de las tradiciones culturales sobre sus cuerpos, y que el ejercicio de su autonomía seguirá siendo restringido y restrictivo para su realización como sujetas de derechos, hasta tanto la interrupción voluntaria del embarazo sea completamente reconocida por las leyes. Al mismo tiempo, encontré en sus páginas nuevos motivos para comprender una vez más la necesidad de hacer hablar la historia de cada mujer y con ella de todas las mujeres. A medida que transitaba por cada una de las cinco partes que estructuran el escrito pude recorrer espacios y tiempos inscritos en los cuerpos de siete mujeres que son a la vez las historias de la mitad de la humanidad.

Había que decirlo es ante todo una invitación a seguir diciendo al Estado, a la ciencia, a la tecnología y a la cultura misma que escuchar las historias y las experiencias de las mujeres, dar crédito a sus palabras y respetar su opinión y decisión, es una condición para el pleno ejercicio de su autonomía. Había que decirlo es también una convocatoria amplia a todas las mujeres colombianas para unir nuestras voces al sueño con el cual termina Florence su libro, dejando abiertas las páginas para seguir transformando la historia mediante esta revolución feminista que mujeres y organizaciones de mujeres mantienen viva en la actualidad: “En cinco años, máximo, la interrupción voluntaria del embarazo será totalmente legalizada sobre simple demanda de una mujer. Es una apuesta.” Y hoy, mediante esta reseña, quiero decir a Florence: gracias por desnudarte a los ojos de tus lectoras y lectores para permitir que tengamos nuevas-viejas razones que nos hacen ratificar nuestro compromiso con esta apuesta. Son nuevas-viejas razones organizadas en un libro que nos sitúa inicialmente en la cafetería del Edificio de Postgrados de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia en una tarde húmeda del año 2009, para invitarnos a escuchar a las jóvenes que hoy tienen la posibilidad de decidir conscientemente sobre su cuerpo. Un libro que enseguida nos lleva a recorrer algunos lugares del París de Florence en el año 1965 y a revivir con ella esa experiencia que le permite decir, en un evidente ejercicio de su autonomía: “Yo aborté. Hubiera querido interrumpir voluntariamente mi embarazo”; al compartir

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esta experiencia, Florence anima la reflexión sobre la historia de las mujeres en relación con lo legal y lo legítimo, con lo prohibido y lo permitido, con lo público, lo privado y lo íntimo. Un libro que inmediatamente nos ubica en un momento de ampliación de espacios para el ejercicio de la autonomía de las mujeres en Colombia año 2010, realizando un recorrido por los caminos abiertos por la sentencia de la Corte Constitucional C-355 de 2006, las posibilidades para su cumplimiento animadas por mujeres, organizaciones, grupos y redes de mujeres, y las resistencias y obstáculos institucionales para dificultar, impedir o restringir las dimensiones emancipatorias de sus mandatos. Y allí Florence hace hablar las historias de Adriana, una niña de13 años de la Costa Caribe y de Carmen, una mujer de 27 años, de Bogotá, quienes decidieron interrumpir voluntariamente su embarazo -dos casos representativos de las aún incontables mujeres vejadas por el delito de violación-; también las historias de Ana y de Lucía, dos mujeres de 31 años de edad cuyas vidas representan los casos de quienes prefieren optar por la interrupción voluntaria de sus embarazos después de haber conocido y sufrido intensamente al saber que por “malformación fetal” la vida del embrión o feto que portan en sus vientres es inviable, y finalmente las historias de Lucrecia, de 29 años, residente en Bogotá y Luisa de 27 años, residente en Soacha, dos mujeres cuyos embarazos ponían en riesgo su salud y su vida, quienes escucharon esa sabiduría profunda que acompaña desde sus entrañas a las mujeres en el cuidado de la vida, y optaron, en un ejercicio profundamente ético, por enseñar con su decisión de abortar, que la vida de las mujeres tiene valor por sí misma. Un libro que consigna, en la prosa firme y propositiva de Florence y desde Cualquier lugar y en cualquier fecha una Carta de un embrión que no quiso volverse feto y se alegra de no haber nacido en la cual se hacen escuchar, creo que por primera vez en la historia, las voces que hablan sin dolor y sin odio a las mujeres para decirles que desde antes de nacer todos los seres necesitan valorar y respetar la autonomía de las mujeres. Una carta con profundo sentido ético-político que invita a inaugurar una nueva historia de las leyes, que da lugar al nacimiento de mujeres no necesariamente madres. Una carta en la que el reino de la libertad triunfa ante el reino de la necesidad. Una carta que traza al Estado, a las instituciones, a la sociedad ci-

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vil y a las personas muchas tareas imprescindibles para la construcción de un mundo habitado por seres humanos deseados y deseantes, solidarios y libertarios. Un libro que se cierra en la Francia de 1975 al regalarnos un anexo que recrea otras historias y otros lugares invitándonos a conocer y comprender el Discurso de Simone Veil ante la Asamblea Nacional de Francia pronunciado el 26 de noviembre de 1974 y que diera origen a la llamada Ley Veil.

Masatugó “Mujer que recibe lo malo, para entregar lo bueno”

Forensis Mujeres. Herramientas para la interpretación, intervención y prevención de lesiones de causa externa en Colombia para mujeres 2004-2008. Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses Reseña de Patricia Prieto El libro del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses “Forensis Mujeres. Herramientas para la interpretación, intervención y prevención de lesiones de causa externa en Colombia para mujeres 2004-2008”, el primero dedicado por esta entidad al examen de las


violencias contra las mujeres, tiene como objetivo “evidenciar la magnitud de la violencia física y sexual hacia la mujer en Colombia, visto a través de las miles de mujeres víctimas de agresiones fatales y no fatales reconocidas por el Instituto Nacional de Medicina Legal, a largo y ancho del país en los últimos cinco años”. La documentación que aporta el libro busca contribuir al fortalecimiento de las capacidades de la institución para registrar, producir y analizar información sobre violencias de género en el país, dado que la alta prevalencia de las distintas formas de esta violencia es uno de los principales obstáculos para el desarrollo de Colombia. En tal sentido, la investigación plantea que las formas de violencia estudiadas se explican en el marco de las relaciones desiguales de poder entre los géneros, la discriminación y las violaciones de los derechos humanos y las libertades fundamentales de las mujeres adultas, niñas y adolescentes. A lo largo de los siete capítulos dedicados a examinar las diversas formas que asume la violencia contra las mujeres en Colombia se documentan los homicidios de mujeres, las mujeres valoradas por violencia sexual en los dictámenes sexológicos, la violencia contra las mujeres ejercida por sus parejas, el maltrato contra las niñas, la mujer como víctima de la violencia entre otros familiares, las mujeres víctimas de lesiones personales y el maltrato físico a las mujeres adultas mayores durante el quinquenio 2004-2008. Se ponen en evidencia así mismo las circunstancias que contribuyen a que las mujeres en su diversidad estén expuestas a estos tipos de violencias.

ñas y adolescentes menores de 18 años, a lo cual hay que agregar las mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado, muestra la urgencia de contar con acciones efectivas y contundentes para hacerle frente a estos delitos. El maltrato a las mujeres mayores de 60 años (2623 en el quinquenio estudiado), principalmente causado por sus hijos y en sus hogares, pone de manifiesto la necesidad de implementar acciones de prevención, atención y sanción de esta problemática. “Forensis Mujeres. Herramientas para la interpretación, intervención y prevención de lesiones de causa externa en Colombia para las mujeres”, elaborado con el apoyo del Programa Integral contra Violencias de Género del Fondo para el Logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, será de referencia obligada para autoridades nacionales y territoriales responsables de políticas y programas dirigidos a la prevención, atención, sanción y erradicación de las violencias de género contra las mujeres, así como para la academia, centros de investigación, organizaciones de mujeres, organizaciones de derechos humanos y la ciudadanía en general. Este texto fue elaborado por un equipo interdisciplinario de la División de Referencia de Información Pericial DRIP, con la dirección de la médica forense epidemióloga Luz Janeth Forero Martínez, primera mujer Directora General del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

Los datos acopiados muestran cómo el 48% de las mujeres solteras, especialmente aquellas entre los 15 y 19 años, han sido víctimas de lesiones personales y que los escenarios de mayor ocurrencia de estos delitos son la calle (50%) y la vivienda (30%), lo cual pone en evidencia que ni en el espacio público ni en el privado, las mujeres están protegidas de la violencia ejercida contra ellas. La prevalencia de la violencia de pareja es un dato que pone de relieve el carácter de pandemia que tiene en el país el homicidio de mujeres a mano de sus parejas o exparejas ya que estos han sido los autores del crimen en el 71.6% de los casos en los cuales se ha identificado al presunto agresor. El que a lo largo del período estudiado se constate que cada hora nueve mujeres fueron víctimas de agresiones sexuales en el territorio nacional, en su mayoría ni-

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del lenguaje y del mundo simbólico que desarrollamos de forma inconsciente casi siempre. En sus seis capítulos, más la introducción, se enfrenta desde diferentes ángulos al mismo eje central: cómo constituimos y expresamos nuestra identidad sexogenérica en el lenguaje, cómo ejercemos a través de él poder y exclusión, cómo establecemos jerarquías, cómo construimos inclusive una ética sexual que contribuya a la liberación de los sujetos hombre y mujer o, por el contrario, cómo reforzamos sus esclavitudes y abyecciones.

DECIMOS, HACEMOS, SOMOS: Discurso, identidades de género y sexualidades Gabriela Castellanos Llanos Universidad del Valle, Cali, 2010.

Reseña de Carmiña Navia Velasco DISCURSOS, GÉNERO Y SEXUALIDADES: diálogos con Gabriela Castellanos Cuando alguien con la autoridad de un maestro describe el mundo y tú no estás en él, hay un momento de desequilibrio psíquico, como si te miraras en un espejo y no vieras nada Adrianne Rich

El libro Decimos, hacemos, somos: Discurso, identidades de género y sexualidades, de Gabriela Castellanos, se adentra en polémicas y saberes que nos sensibilizan ante problemas candentes, ayudándonos a comprender asuntos que a menudo escapan a nuestras miradas. Contribuye así a formar y desarrollar una sensibilidad nueva frente a las relaciones de hombres y mujeres, que se han complejizado en el siglo xxi y ante las cuales muchas veces permanecemos indiferentes. Ubicado entre la teoría y el análisis, conserva siempre un alto poder comunicativo, que lo convierte en una lectura placentera aún para quien no se ha iniciado en estas disciplinas de la lingüística, filosofía del lenguaje y crítica cultural. Como toda su obra, induce a una reflexión amplia que permite entender mejor nuestra sociedad, nuestros roles de género y el manejo

Hay dos recorridos centrales en la propuesta de Castellanos. En el primero, la autora enfrenta todo lo que tiene que ver con la relación entre identidad genérica y prácticas discursivas, se detiene en la teoría de los generolectos y desde ella analiza algunos textos periodísticos en Colombia, participando igualmente en la discusión sobre lenguajes inclusivos o políticamente correctos. En el otro, la mirada se centra más en lo que podríamos definir como crítica cultural, para analizar desde ella la violencia simbólica ejercida a partir de hechos de carácter erótico y sexual, con una lectura crítica de algunas revistas colombianas y de algunas representaciones artísticas de los cuerpos de mujeres y hombres en nuestra tradición. En la entrada al primer bloque se parte de la afirmación de que es prioritariamente el discurso el que fija nuestra identidad. No somos sujetos constituidos de una vez para siempre sino que, por el contrario, vamos tejiendo nuestra biografía en ires y venires que se aclaran en la medida en que logramos articularlos en un relato discursivo. Éste es un punto de partida para Castellanos: Evidentemente la creación bibliográfica es un proceso cotidiano, constante, mediante el cual atamos cabos, dotando de sentido al río incesante de sensaciones y percepciones que luego se convierten en recuerdos, pero sólo en la medida en que los organizamos como podemos o como queremos, antes de entregarlos a la elaboración de la memoria… Vemos entonces que el discurso, que aquí podemos definir como el uso activo del lenguaje en una interacción, enmarcada por múltiples factores se convierte en el medio por el cual podemos construirnos una identidad1.

1

Castellanos, 2010 - P. 13.


Esta relación entre construcción de identidad y prácticas lingüísticas se desarrolla como una llave que abre la puerta al diálogo constante con los pensamientos e investigaciones de Michel Foucault en torno a la historia de la sexualidad y de Judit Butler alrededor de las construcciones culturales de género. En esta introducción, la autora deja claro que la idea de que hay ya un sujeto antes de la interacción con la cultura es para Butler una ficción, una fábula fundacionalista. Esta propuesta de la pensadora norteamericana es asumida por Castellanos y desde ella va a ir examinando cómo en nuestros medios caleños y colombianos tejemos esa urdimbre entre lenguaje e identidad. Para iluminar todo el análisis se nos abre igualmente al universo del deseo. La construcción social y cultural de hombres y mujeres como sujetos deseantes, en las sociedades occidentales represoras y manipuladoras, encarrila e impone los caminos por los que han de transitar nuestras identidades sexo-genéricas. El pensamiento que se nos está exponiendo nos invita a realizar una mirada histórica a la construcción de los diversos sujetos sociales, que nos permita descubrir la volatilidad de las identidades, arrojando luces sobre nuestro pasado como género y nuestros desarrollos futuros. Tras estos puntos de partida, la autora aborda la propuesta de los generolectos, bastante mal estudiada y superficialmente desechada por algunas feministas. Estoy plenamente de acuerdo con Gabriela en la lucidez y utilidad del análisis de Deborah Tannen en torno a nuestros usos lingüísticos y sociales en la interacción entre mujeres y hombres. Su libro Tú no me entiendes2, en traducción española, fue banalizado en la escasa recepción que de él hicieron nuestros medios. Gabriela Castellanos recupera las raíces de lo que sería el desarrollo de Tannen, deteniéndose en un trabajo poco conocido, El lenguaje y el lugar de la mujer, de la lingüista y profesora de Tannen, Robin Lakoff, quien habla ya en la década de 1970 del lenguaje de las mujeres. Pero lo más significativo en Castellanos es su propio aporte a las teorías de los generolectos.

2 Tannen, 1992.

En la reconversión que lleva a cabo, sintetiza así los estilos femenino y masculino: Modo de relación con el mundo: Femenino, indirecto a través de otras personas. Masculino, directo, en propia persona. Orientación en las relaciones: Femenino, horizontalidad, simetría. Masculino, verticalidad, asimetría. Objetivo de la comunicación: Femenino, las mismas relaciones. Masculino, intercambiar información. Aspiración o meta: Femenino, intimidad, compañía. Masculino, lograr éxito. Temor más fuerte: Femenino, soledad o aislamiento. Masculino, fracaso. Para ninguna de estas autoras los generolectos son algo de carácter a-histórico o esencialista, sino modelos aprendidos en la educación e interacción social, en el ensayo y error de cada día. A partir de la resignificación realizada, Castellanos considera esta herramienta útil para comprender nuestros actos de habla en cuanto asumimos un generolecto u otro, lo mismo que para visualizar los juegos de poder a través del lenguaje. En confrontación y debate con algunas feministas y en particular referencia a Celia Amorós, se establece la necesidad de asumir algunas características de lo llamado masculino o femenino, rechazando completamente cualquier valoración o jerarquización que se intente establecer a partir de estos usos lingüísticos. Las mujeres en su profesionalización, en la academia y en muchos ambientes, han sido llevadas a asumir un uso del lenguaje denominado neutro. La teoría de los generolectos muestra que no hay tal neutralidad, sino una asimilación de lo masculino con lo universal. De ahí la necesidad de re-valorar el uso indistinto de los generolectos y lograr que no se conviertan en una forma más de discriminación. Como parte de su aproximación teórica a estos planteamientos, Gabriela analiza en detalle una muestra de las columnas de seis periodistas de opinión en El Tiempo y en la revista Semana: Salud Hernández-Mora, María Isabel Rueda, Florence Thomas, Rodrigo Pardo, Antonio Caballero y Fernando Londoño. El tema escogido es el de la violencia, puesto en relación en casi todos ellos con

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la guerra que vive el país; en el caso de Florence Thomas, sin embargo, se refiere específicamente a la violencia contra la mujer. No se trata de una muestra con valor estadístico, sino de un análisis que pretende develar parcialmente algunas de las pistas que nos han sido dadas.

El segundo camino recorrido en este magnífico trabajo se inscribe en el pensamiento desarrollado por los Estudios Culturales. Focalizado en revistas y representaciones artísticas, el punto de vista escogido es el de la crítica de la cultura:

Tras la lectura, la analista concluye que, en general, el generolecto utilizado tanto por hombres como por mujeres es el masculino; asimismo, algunas actitudes que podríamos entender como más guerreristas o de poder son empleadas por mujeres tanto como por varones. Veamos directamente:

… la cultura comprendida como significados en negociación se encuentra en todo tipo de “textos”, en diferentes lugares e instituciones y en la vida cotidiana…

Todo lo anterior confirma la idea de Tannen de que el sexo no necesariamente coincide con el generolecto, ni mucho menos con la defensa de los derechos de las mujeres: ha sido una mujer, María Isabel Rueda, quien, con mayor apego al saber convencional, empleó la subordinación de las mujeres como herramienta simbólica para legitimar el poder guerrero de un varón… En cuanto a las actitudes de los y las columnistas, quiero subrayar el hecho de que las más favorables hacia la violencia en las columnas estudiadas se encontraron en un hombre y una mujer, Fernando Londoño y María Isabel Rueda, y las más favorables a la paz aparecieron también en sendos textos escritos por una mujer y un hombre, Florence Thomas y Antonio Caballero… Sin embargo, el hecho de que fueran dos mujeres, Thomas y Hernández-Mora quienes mostraron mayor tendencia al generolecto femenino, parecería indicar que, en la medida en que se incorporen más mujeres a la escritura de columnas de opinión, habrá una mayor posibilidad de encontrar instancias más frecuentes de un estilo femenino que actualmente parece tener poca cabida en el género periodístico3.

Este eje del trabajo puede ser recogido en la reflexión sobre los lenguajes inclusivos y/o políticamente correctos, que pone de manifiesto una vez más la interacción lingüística para ejercer la discriminación de género, de etnia y de opción sexual prioritariamente. A lo largo de su análisis, la autora examina los diferentes puntos que afloran en el debate, reconociendo la inmensa dificultad de establecer nuevas pautas en costumbres consuetudinarias e invitándonos a la creatividad y al coraje para generar lenguajes no excluyentes. 3 Castellanos, obra citada – pp. 60 y 61.

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Si puede distinguirse algún tema en la primera fase de los estudios culturales, es el de la cultura como lugar de negociación, conflicto, innovación y resistencia dentro de las relaciones sociales de sociedades dominadas por el poder y fracturadas por las divisiones de GÉNERO, CLASE y RAZA4.

Combinando la crítica textual y la teoría de la recepción, Castellanos nos lleva de la mano a una lectura minuciosa, aguda e inteligente tanto de la revista SoHo y de las opiniones de su director, Daniel Samper Ospina, como de la novela Angosta, de Héctor Abad Faciolince, en la que se narran y representan prácticas de promiscuidad masculina. Desde su perspectiva de género y en diálogo constante con La historia de la sexualidad, de Michel Foucault, la autora muestra cómo detrás de supuestas liberaciones, o de la exigencia de libertad para los hombres, se esconde muchas veces una mirada dominadora, explotadora y abyecta sobre la mujer. Se develan aquí los mecanismos modernos del manejo de la sexualidad, que impone y cierra opciones a las mujeres que quieren hacer un uso diferente de su sexualidad. Implícitamente, Castellanos establece una conexión con el concepto de biopoder, tan iluminador en el análisis político y social contemporáneo. Leamos su propia conclusión: Así como en formaciones sociales anteriores el “dispositivo de la alianza”, de la relación entre familias mediante la concertación de matrimonios, actuaba como una base importante de todas las relaciones sociales, en la época moderna el dispositivo de la sexualidad pasa a desempeñar al menos una parte de este papel, no ya con el fin de mantener las leyes, sino de afianzar multitud 4 Green, 2002 – p. 204.


de procesos sociales en “las sensaciones del cuerpo, la calidad de los placeres, la naturaleza de las impresiones” [cita de Foucault, Historia de la sexualidad – Volumen 1]. Este dispositivo de la sexualidad se despliega por toda la sociedad y llega al proletariado erigiendo una tecnología de control para vigilar el cuerpo sexuado por medio “de la escuela, la política habitacional, la higiene pública, las instituciones de socorro y seguro, la medicalización de las poblaciones -en suma, todo un aparato administrativo y técnico- [cita de Foucault, misma obra]. Tal dispositivo, a su vez, aparece vinculado con el biopoder compuesto por una serie de políticas y presiones sobre la población, en relación con su salud y su capacidad reproductiva, mediante las cuales los Estados modernos ejercen un poder sobre la vida…5

dar cabida ampliamente a sus mujeres. En un medio intolerante, que no ha hecho del diálogo y del intercambio su forma de relacionarse. Bibliografía Green, Michael. “Estudios culturales”, en: Payne, Michael (Comp.) Diccionario de teoría crítica y estudios culturales, Paidós, México, 2002 Tannen, Deborah. Tú no me entiendes, Círculo de Lectores, Bogotá, 1992

Este debate instaurado por Gabriela Castellanos en un medio que vive la represión o el destape, el closet o las opciones abiertas, la maternidad no deseada, el humor erótico vulgar, la pornografía o la mojigatería, las violaciones a mujeres y niños… todo ello sin la menor conciencia, sin el menor respeto o tolerancia y, desde luego, sin ninguna discusión seria, se convierte en un aporte invaluable para nuestra construcción como sociedad moderna. Porque es claro que, como dice la autora en relación con las propuestas de Samper Ospina, los desnudos por sí solos no configuran esta modernidad. El conjunto del libro Decimos, hacemos, somos invita e induce a ampliar nuestra conciencia frente a prácticas que, por cotidianas, repetitivas e inmotivadas, nos conducen, sin que seamos capaces de someterlas a control. Esta reflexión teórico-práctica se suma a la construcción de un pensamiento feminista amplio y coherente que ha realizado Gabriela Castellanos a lo largo de su vida: Por qué somos el segundo sexo, La mujer que escribe y el perro que baila, Sexo, género y feminismo: tres categorías en pugna y sus investigaciones y contribuciones en revistas nacionales y extranjeras. Todo ello, en un medio que no se ha caracterizado los últimos años por su desarrollo intelectual y cuyo mayor título de gloria es ser la capital mundial de la salsa, contra lo cual no tengo nada, siempre y cuando esto no agote los espacios artísticos, académicos, intelectuales y culturales de la ciudad, como ocurre en los últimos años y políticas. En un medio misógino que no logra 5 Castellanos, obra citada – p. 107.

En otras palabras… no. 18 / Las mujeres y los libros | 163


¡Estás en posición de decidir! Porque toda mujer tiene

derecho a un

aborto legal

seguro y oportuno:

1

Cuando quede embarazada como consecuencia de una violación.

En esta circunstancia SOLAMENTE debe presentar la denuncia ante la Fiscalía o la Policía y solicitar el procedimiento para la IVE en su EPS, EPS subsidiada o en un Hospital público.

2

Cuando el embarazo ponga en riesgo su vida o su salud.

En este caso UNICAMENTE debe presentar una certificación de un médico(a) a la EPS, EPS subsidiada o en un Hospital público para que le practiquen el procedimiento. de La Salud es un derecho integral que incluye la salud mental, física y social. En el caso de las Mujeres ésta se extiende a su salud reproductiva.

3

Cuando exista malformación del feto inviable con la vida.

Para exigir el aborto en esta circunstancia UNICAMENTE debe presentar una certificación expedida por un médico(a) que NO necesariamente debe ser especialista y solicitar el procedimiento a la EPS, EPS subsidiada o en un Hospital público.

www.estasenposiciondedecidir.com 164 | Mujeres, cuerpos y autonomía

Puedes recibir orientación: La Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres www.despenalizaciondelaborto.org.co Celular: 314 473 5843 apoyolegal@despenalizaciondelaborto.org.co mesa@despenalizaciondelaborto.org.co


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