Diplomacia nº 67

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Seis siglos de presencia española en Uzbequistán Un madrileño en la Corte del Gran Tarmelán

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N América hay unas veinte ciudades llamadas Madrid. En Asia hay sólo una, pero es la más antigua de todas – más de 600 años, precede a todas las demás en dos o más siglos. Más de siglo y medio antes de que en Europa, y casi en toda España, se oyera el nombre de nuestra nueva capital, se fundó en Asia Central una ciudad llamada Madrid, hoy un barrio de Samarkanda, la legendaria capital del Gran Tamerlán. Este poderoso señor, conquistador del segundo mayor imperio del mundo después del de Genghis Khan, nombró así la nueva ciudad en honor del lugar de nacimiento del único europeo que le fue a visitar, Ruy González de Clavijo, quien documentó en gran detalle la belleza de Samarkanda y el esplendor de sus jardines, sus palacios, y sus fiestas. Clavijo fue el primer embajador de Europa a Asia, pues

los demás viajeros –genoveses, venecianos, franceses,…- habían sido solamente “las cuatro M”: mensajeros, mercaderes, misioneros, o mercenarios, pero Clavijo fue el primero con ese título de plenipotenciario. A su vez había sido invitado por el primer embajador de Asia a Europa, Mohammed El-Kesh, que Tamerlán no menvió a Roma, a París, a Viena, o a Londres, sino a Segovia. Podemos así afirmar que España y Uzbekistán mantienen las relaciones diplomáticas más antiguas entre Europa y Asia, lo cual no deja de ser sorprendente. El origen de la Embajada se encuentra en la percepción por Enrique III de Trastámara, Rey de Castilla y León, de que solo se podía parar el arrollador empuje otomano en Europa si se pinzaba al Turco entre dos frentes. Envió así a Clavijo, quien afortunadamente dejó una bellísima narración de su viaje. nº67 ● DIPLOMACIA siglo XXI 23


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