CONTACTO CEPA 2022

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GRACIAS Y ENHORABUENA

Un año más el equipo de profesionales del Centro de Educación de Adultos de Coslada agradecemos la confianza puesta en nosotros de todas aquellas personas que decidieron dar el paso de entrar a formar parte de esta gran comunidad educativa. Somos conscientes de las dificultades que para gran parte de nuestro alumnado supuso dar ese paso, teniendo que dejar de lado posibles historias pasadas de fracaso o insatisfacción, el miedo, la rabia, la vergüenza, la inquietud… Esperamos que poco a poco se fueran diluyendo y, aunque no sin dificultad, se convirtieran en confianza, esperanza e ilusión. Esperamos que con esta confianza, esperanza e ilusión volváis a empezar mañana allá donde estéis y tantas veces como deseéis.


ENTRADAS 1. CEPA MON AMOUR 2. CULTURA Y DIVERSIDAD EN EL CEPA COSLADA 3. EL LIBRO DE LOS PROYECTOS 4. ERRARE HUMANUM EST 5. EN SUS ZAPATOS 6. EL MUSEO DEL PRADO CONOCE EL CEPA COSLADA (Y VICEVERSA) 7. EL FÚTBOL TOTAL DEL CEPA COSLADA: UNA CRÓNICA HACIA LA ÉPICA 8. GANADORES DEL CONCURSO DE RELATOS DEL CEPA COSLADA 9. SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ: DOS PROFESORES CUENTAN SU PRIMERA

EXPERIENCIA DANDO CLASE EN UN CEPA


1. CEPA MON AMOUR María Mercedes Sánchez (alumna de nivel II) Cuando llegué al CEPA estaba asustada pero con ganas de aprender, de hacer algo nuevo que, por circunstancias de la vida, no había podido permitirme antes: estudiar la ESO. No sabía si podría sacármelo pero había que intentarlo, era mi momento. Las primeras semanas fueron difíciles, se me hacía todo un mundo, pero poco a poco con la ayuda de mis profesores y el apoyo de todos mis compañeros lo fui consiguiendo. Ahora, en la etapa final del curso, miro atrás y estoy muy contenta y orgullosa de lo que he ido consiguiendo, ya no queda nada y espero poder tener mi título en unas semanas, queda un último esfuerzo, pero para mí ha sido una experiencia increíble y un nuevo aprendizaje personal.

Melissa Alcalde Ames (alumna de nivel II) Mi paso por el CEPA, no solo en este curso 2021-22 sino también en el 2020-21, ha sido y hasta el momento sigue siendo una experiencia maravillosa. A pesar de que en un principio me encontraba un poco desubicada, no fue un impedimento gracias a que recibí el apoyo de todos los profesores y en un principio la orientadora, que me animó mucho más a iniciar el curso.

Todos los trabajos desarrollados en clase, todo lo que he aprendido y lo capaz que me siento de continuar se lo debo a este centro porque me ha dado confianza. A pesar de que hay materias que hace muchos años no lograba comprender, hoy puedo decir que las entiendo más de lo que podía esperar. Les agradezco todo el apoyo y espero que personas como yo y muchos más como las que estamos en clase encuentren este lugar para poder ver la vida de otro modo. Sí se puede a pesar de la edad.

Maxwell Yermayn Schaboi Colina (alumno de nivel II) Tras pasar dos años en el CEPA Coslada, se ha producido un cambio en mí, me ha ayudado a crecer, a madurar, a conocer maravillosas personas, las cuales hoy día se han vuelto muy especiales para mí. Hemos "sufrido" juntos, llorado, reído y crecido mucho. No diré que ha sido fácil, pero con esfuerzo todo en esta vida se puede lograr. Si no te esfuerzas, no podrás conseguir nada en la vida por muy tonto que parezca. Cuando llegué al CEPA creía que no estaría tanto tiempo, sinceramente, solo para poder refrescar la memoria, pero por cosas de la vida llevo dos años y ya, si Dios quiere, me podré graduar y tener un título español. El camino no me ha resultado fácil ya que viviendo solo, trabajando y sacando tiempo


para estudiar... Es muy fuerte, pero lo he logrado y si lo he podido hacer yo, una persona desordenada e indisciplinada en algunos aspectos, esto me ha servido para ser muchísimo más ordenado, disciplinado no solo dentro del instituto sino también fuera de él. Gracias a los profesores por haberme

ayudado tanto, siempre estarán en mi corazón y algún día sabrán de mí y verán en lo que me he convertido y he podido alcanzar gracias a todos ellos.


2. CULTURA Y DIVERSIDAD EN EL CEPA COSLADA Más allá de las razones de cada estudiante, retomar los estudios en la edad adulta conlleva siempre un importante esfuerzo y un desafío personal. No solo a nivel académico sino también (o sobre todo) a nivel emocional, pues solo desde un estado emocional propicio podemos dar lo mejor de nosotros mismos. Es por eso que, año tras año, traemos al CEPA Coslada actividades que promueven la creatividad, la reflexión y el disfrute compartido de la diversidad. Se trata de crear espacios de encuentro donde ser y estar, vínculos positivos entre el alumnado y el centro para favorecer, a medio plazo, el aprendizaje.

Zapatos de tacón cubano La visita del cineasta Julio Mas Alcaraz a nuestro centro, con su galardonado cortometraje Zapatos de tacón cubano, dio en un animadísimo coloquio sobre la juventud actual y sus valores predominantes. Los personajes del filme, dos adolescentes enamorados, sobreviven en un barrio marginal donde la violencia y el machismo campan a sus anchas. Su pasión por el baile flamenco y su trabajo duro para mejorar cada día serán claves a la hora de escapar de un entorno hostil.

Las intervenciones de los alumnos y alumnas del CEPA pincelaron, en líneas generales, una sociedad tolerante y abierta a distintas formas de amar, aunque también afloraron algunos prejuicios y rasgos de intolerancia hacia el colectivo LGTBI que fue necesario trabajar posteriormente en las tutorías de clase. La variedad de nuestro alumnado, que va desde jóvenes de apenas 18 años hasta personas de edad muy avanzada, implica una enriquecedora polifonía de voces y miradas que hicieron muy interesante el encuentro con Julio Mas Alcaraz.


Caminos de resiliencia El Día de la Mujer es una jornada muy especial para nosotros y este año quisimos vincularla a un concepto de plena actualidad, especialmente tras la pandemia: la resiliencia. Nuestro querido José Antonio Buzón, antiguo director del CEPA Coslada y psicólogo, preparó un encuentro-taller donde aprendimos las trampas de la frustración y el sentido de la resiliencia para superar obstáculos. A través algunos personajes femeninos emblemáticos del libro Cuando seas mayor, de Miguel Gane, que leímos como parte de nuestro anual libro-fórum, conocimos la difícil situación de muchas mujeres en nuestro tiempo y más en concreto las mujeres migrantes. El tema, de gran interés, dio lugar a un coloquio en el que nuestras alumnas y alumnos (ellas de un modo muy especial) aportaron sus experiencias personales, sus diferentes y únicos caminos de resiliencia.

Comenzar de otro modo, un libro cartonero Bien sabemos que los Centros de Educación de Personas Adultas son lugares donde es posible reiniciar un camino interrumpido: un nuevo comienzo espera allí para nosotros. ¿Quién no querría, llegado el momento, volver a izar las velas? ¿Quién no se ha visto alguna vez como el protagonista de esa novela impredecible que es nuestra vida, atrapado en un callejón del que al fin logra escapar hacia un nuevo futuro? Con la idea de motivar a nuestros estudiantes escribimos este libro. Comenzar de otro modo es el resultado del taller de escritura de los días 21 y 25 de enero y del taller de encuadernación cartonera del día 29 de abril, ambos realizados en el CEPA Coslada durante el curso 2021-2022. El objetivo era dar al alumnado la posibilidad de expresarse por escrito de cara a elaborar posteriormente su propio libro artesanal, único, personalizado, a partir de comienzos de novelas clásicas. El proceso de encuadernación, supervisado por Javier Gil Martín, el editor de Cartonera del escorpión azul que llevó a cabo el taller, mostró al alumnado una ventana abierta a la edición independiente de sus propios textos en formato físico, libre de prejuicios y de un modo sostenible. No hace falta decir que nuestros alumnos y alumnas sacaron, como muestra la imagen, toda la creatividad y el talento que atesoran.


3. EL LIBRO DE LOS PROYECTOS. Por Blanca Esther Leiva (alumna de nivel II) La vida es un camino en el que encuentras piedras, baches y bifurcaciones que te hacen retroceder y empezar de nuevo, yo la veo como esos mapas de niños en los que debes encontrar la meta y cada proyecto en la vida es un mapa nuevo. Mi vida la veo así, es difícil acertar a la primera, pero hay que tener los arrestos para continuar intentándolo hasta conseguir llegar al final. Cuando decidí salir de mi país, como muchos otros emigrantes, no lo hice por tener experiencias nuevas o por estar aburrida de mi vida. Lo hice por necesidad y espíritu de superación. Cuando tienes 18 años, un hijo y te ves sola, ni siquiera piensas, arrancas tu camino y buscas la mejor manera de salir adelante y es así como mi primer viaje fuera del país lo hice a la Argentina. Escuché que había trabajo, que pagaban mejor y que conseguiría tener un sitio para mi hijo y para mí, pero la triste realidad muestra las peores caras del mundo. Llegué a casa de una conocida que jamás me ofreció la oportunidad de trabajar y ganar dinero, pretendía que me quedase en su casa para limpiar y cuidar de su hijo por comida. Pretendía tener una esclava y algo que no va conmigo es el sometimiento. A la semana, al ver lo que me esperaba allí, regresé. Fue a raíz de la incomodidad que sentían por mi presencia lo que hizo que me buscase la manera de contactar con Sonia, una amiga que había ido a trabajar a España. Ella me decía que me buscaría trabajo si algún día lo necesitara y, fíjate por dónde, pude contactar con ella: le conté mi situación y le pedí que me consiguiera un trabajo. A la semana me llamó con una gran noticia: me había conseguido trabajo con la amiga de los jefes donde ella trabaja. Necesitaban una niñera. Eso me cambió la vida. Dejando fluir las cosas, acepté el trabajo en aquel sitio tan

lejano, no sabía ni lo que me esperaba allí, la única información que tenía de ese país era que habían colonizado Paraguay muchos siglos atrás. Decidida a no conformarme con una vida de miseria, arreglé la bolsa de viaje con mis pocas pertenencias, dejé a mi hijo con una conocida de confianza y emprendí el viaje a España. Ya solo ver un aeropuerto o montar en un avión era como estar en otro planeta, jamás pensé que pasaría tanto miedo subida a ese aparato, pero hice de tripas corazón y tanto mi decisión como mi firmeza en el compromiso de llegar a mi trabajo hicieron que todas las horas de vuelo pasaran más rápido.

Al fin llego a España y ya con los pies en el nuevo país me veo perdida, un mundo totalmente nuevo con aparatos modernos que jamás había visto, gente por todas partes y mi sensación era la que podía tener un animalito pequeño que ve pasar elefantes a su lado, ignorada y sin rumbo. Necesitaba un teléfono, el aeropuerto era inmenso y todas las salas me parecían iguales, sentía que no tenía sentido de la orientación, una sensación que jamás había tenido. Tras horas de dar vueltas por la terminal, decido usar el poco castellano que sabía (mi lengua nativa es el guaraní) para pedir indicaciones o ayuda para conseguir un teléfono y contactar con los que serían mis


jefes y con la señora con quien dejé a mi hijo. Ahí fue donde nuevamente la casualidad hace que llegue al mostrador donde un chico que realmente no entendía mi desesperación me tiende una mano. Le pregunto por un teléfono y a pesar de estar trabajando sale de su puesto y me lleva a la única cabina de la terminal, recuerdo que me preguntó si tenía dinero para hacer la llamada, le dije que sí y metí la mano en el bolso y le di todo el dinero que llevaba: 3000 euros. La verdad es que desconocía el valor del dinero que llevaba encima (me lo habían enviado desde España para poder pasar por turista). El chico me mira entonces con cara de sorprendido y me dice: "Muchacha, guarda esto, no se lo dé a nadie que es muchísimo dinero". Cogió el más pequeño, que era 50 euros, fue a comprar un refresco, le dieron el cambio y me dijo: "Toma, ahora ya puedes llamar". Llamé a mi país, a la señora con quien había dejado mi hijo, le dije que estaba bien pero la realidad es que estaba con un nudo en la garganta al escuchar desde el fondo el balbuceo de mi hijo. Me eché a llorar, porque yo sabía que pasaría mucho tiempo sin verle. Me despedí y le dije que llamaría pronto y así lo hice. También marqué el número de mis jefes, con los que venía a trabajar, pero no pude contactar con ellos. Estuve esperando un buen rato, hasta que decidí intentarlo de nuevo, pero esta vez desde el móvil del chico (por cierto, se llama Luis y hoy por hoy es mi marido). Logré hablar con mis jefes y me dijeron que tardarían una hora en llegar a recogerme. Se me hizo eterno porque el chico empezó a hacerme preguntas y yo no sabía cómo responderle, no hablaba bien el español, solo el guaraní y le asentía con la cabeza y una sonrisa diciéndole sí, no, sí, no. El chico me miraba y seguro que pensó: "¡Qué le pasa a esta mujer!", sin saber que no podía responderle.

Los jefes me dijeron que esperase en la terminal 2, que ahí vendrían a recogerme. Vi a un señor dando vueltas, buscado a alguien. Se me acercó y preguntó: "¿Eres Blanca?". Le dije que sí y entonces me dice que los Lapetra le habían enviado para recogerme. Cogí mi única maleta, me despedí del chico agradeciéndole haberme ayudado y no haberme dejado en ningún momento hasta ver que me venían a buscar. Me dijo: "Te volveré a ver". Yo le dije que no y me fui siguiendo al chófer. Yo jamás había visto una escalera mecánica, así que cuando el chofer empezó a bajar yo le seguí y de pronto esa cosa empieza a moverse y yo buscando dónde agarrarme para que esa cosa no me tragase. Logré llegar al final, no era para tanto. Fui al aparcamiento y monté al coche. Ya en la carretera, me dijo el chófer que la familia con la que iba a trabajar eran buenísimas personas, me contó que él


llevaba mucho tiempo trabajando con ellos. Llegué a la casa, todos me recibieron con una calidez que me sorprendió, se presentaron y me presentaron a los niños. Eran tres pequeñines. Me enseñaron la casa y me dieron una habitación, me preguntaron si tenía hambre y me dieron de comer. Me dijeron que fuera a descansar y que me levantara a las 6:30 para hacer lo quehaceres de la casa, despertar a los niños y prepararles para ir al colegio. Esa noche no pude dormir demasiado, pero al día siguiente me levanté con ganas de hacer mi trabajo. Los electrodomésticos eran mi peor pesadilla, no sabía nada, ni cómo funcionaba una cafetera. El señor, que se había levantado a las 7:00, me enseñó cómo preparar los desayunos para ellos y para los niños. Seguí las indicaciones y lo hice, desperté a los niños, les vestí y les di de desayunar. Se fueron al colegio y los señores a trabajar. Me dejaron sola para hacer la comida, limpiar la casa y lavar la ropa, pero se le olvidaron de enseñarme cómo funcionaba la lavadora. Recuerdo que me senté enfrente de ese aparato como una hora o así hasta que parara de girar. Así transcurrió el tiempo, cada día aprendía más y ya se me hizo todo rutina. Pasaron los meses, los años y yo sin poder alcanzar mis metas de comprar un terrenito

en mi país y construir una casita para mi hijo y para mí porque el dinero no me alcanzaba para tanto. Mandaba dinero a mi país y era poco lo que me sobraba para ahorrar. Me pasaba trabajando 24 horas al día, 7 días a la semana sin salir de esa casa porque los jefes me decían que si salía me cogería la policía y me devolvería a mi país y yo no quería volver con las manos vacías. Pensé que ellos me estaban protegiendo pero la realidad me tenían encerrada con miedo, me querían solo para ellos. No sé qué me llevó un día a salir de la casa y conocer la ciudad, pero fue ahí cuando me di cuenta que cada uno debe experimentar y, si se equivoca, será un aprendizaje. Vivía con miedo a salir de la casa y una vez fuera nunca tuve problemas. Tengo la fuerte creencia de que la vida es el libro de los proyectos y se escribe tanto con los triunfos como con los fracasos y a todos nos asusta fracasar, pero es condición indispensable para lograr tus metas ya que se aprende más de una derrota que de una victoria... Sobre cómo llegué a convertirme en campeona de España de muay thai ya os hablaré otro día.


4. ERRARE HUMANUM EST. Por Noelia Muñoz (alumna de nivel II y de Acceso a la universidad). Hay dos tipos de opiniones sobre la palabra fracaso en nuestra vida. Por un lado, están los que piensan que el fracaso es un paso hacia el éxito y, por otro lado, están los que piensan que cuando obtienes una derrota es momento de parar y reorganizar. De todas formas, en lo que respecta a cómo nos sentimos ante el fracaso, depende de la situación y de nuestro entorno. Hay personas que se preparan duramente para lograr un objetivo y, sin embargo, no lo consiguen por la circunstancia que sea, pero ellos sienten el mérito y la importancia de lo que han hecho para lograrlo. Dado que solo por haberlo intentado y no desistir es una parte del éxito. Como dijo Jean Paul Marat:

“No existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos”. Nuestro entorno, nuestra dignidad y nuestra carencia de autoestima nos pueden producir el sentimiento de fracaso. Al mismo tiempo creo que hay metas difíciles y de donde no se puede obtener una parte de satisfacción, pero sí donde has podido aprender algo. “Perder es la manera de adquirir en soledad una certeza” (Rafael Soler). En estos casos creo que las personas que paran y modifican su objetivo están tomando una decisión acertada, y no considero que sea un fracaso, aunque ellos crean que sí. En definitiva, debemos sentirnos ganadores ya por el simple hecho de intentar alcanzar un objetivo, eso es síntoma de éxito, porque no todo el mundo lucha por lo que quiere o anhela, ya que se resignan con lo que tienen. Solo por intentarlo has logrado el éxito.


5. EN SUS ZAPATOS Teatro de Conciencia viene al CEPA de Coslada y nos trae su proyecto En sus Zapatos. Nos enseñan a identificar emociones, a empatizar, a ser asertivos y a resolver de forma positiva conflictos. Nos hacemos conscientes de nuestro cuerpo y de su estado. Estamos atentos a nuestros pensamientos y a nuestras emociones. Pensamos en situaciones que nos hayan hecho sentir rabia, miedo, tristeza y alegría, nos ponemos las máscaras de colores, rojo, negro, azul y dorado, junto con la capa negra y representamos esas situaciones y la emoción que nos secuestra, nos invade y acaba decidiendo sobre nuestras acciones por nosotros. Nos lleva a dar una respuesta a la situación alejada de nosotros mismos. No soy yo quien decide, es mi rabia, mi miedo, mi tristeza, mi alegría. Es mi dolor emocional también.

La técnica del semáforo me ayuda:

Me paro, respiro, y actúo, miro a mi emoción y le hago saber que no va a decidir por mí, soy yo quien decide, me hago dueño de mis actuaciones. Esto me permite también entender qué le pasa al otro, puede estar secuestrado por alguna emoción y no sabe aún cómo liberarse del secuestro.

¿Y si me encuentro ante un conflicto? Me expreso respetando mis derechos y los de los otros. Expreso lo que observo, pienso, siento, necesito o solicito. Me expreso de forma consciente, congruente, clara, directa, sin herir o perjudicar, respetando y valorando al otro. No espero ganar, sino llegar a un acuerdo.

Cuando me doy cuenta, identifico mi emoción y la valido. Las emociones no son buenas ni malas, son y necesitamos sentirlas.


TIENES DERECHO A:  Derecho a tener y cambiar de opinión

Esto me llevará a frenar a alguien que me ataque, a aclarar equívocos, a ser capaz de decir no o mostrar mi postura, sabré pedir favores, seré capaz de expresar insatisfacción, dolor o desconcierto y gratitud, afecto, admiración o comprensión hacia el otro también. Aprendemos a solucionar un conflicto de forma asertiva, ni de forma sumisa ni agresiva, intentando llegar a un acuerdo en el que las dos partes nos veamos beneficiadas. Nuestra autoestima, asertividad y actitud ante la vida mejorará si nos reconocemos los siguientes derechos.

 Derecho a tomar las propias decisiones  Derecho a cometer errores, y en consecuencia a decidir aunque nos equivoquemos  Derecho a ser tratado con respeto  Derecho a decir NO y no sentirse culpable  Derecho a hacer menos del que eres humanamente capaz de hacer  Derecho a tomarte tiempo para tranquilizarte y pensar  Derecho a tener y expresar tus sentimientos  Derecho a pedir información  Derecho a sentirse contigo mismo

bien

 Derecho a poder reclamar tus derechos  Derecho a ser como eres (Ferran

Salmurri, -1991-)


6. EL MUSEO DEL PRADO CONOCE EL CEPA COSLADA (Y VICEVERSA). Por David Mora (profesor del CEPA Coslada) El miércoles 25 de mayo realizamos una visita al Museo del Prado. La actividad fue muy exitosa. Se apuntaron una gran cantidad de alumnos, por lo que se tuvo que dividir la visita en tres grupos, dos por la mañana y uno por la tarde. El primer grupo estuvo liderado por el profesor Antonio, quien hizo una exposición bilingüe soberbia del cuadro de El Bosco “El jardín de las Delicias”. Los alumnos de Enseñanzas Abiertas y de Secundaria estuvieron encantados con la visita. ¡Una pena que la visita fuera tan corta! El segundo grupo estaba formado por alumnos de Omar y Vanesa, de Español para Extranjeros y Enseñanzas Iniciales. Tras un paseo por el barrio de las Letras y la contemplación de las fuentes de Neptuno, Apolo y Cibeles, el grupo entró en el museo con gran expectación. La idea era conocer algunas de las obras más representativas del museo tales como “Las Meninas”, “El triunfo de la Muerte” o “Los fusilamientos del 3 de mayo”. Tras la visita, este grupo se reunió con el anterior, que entretanto había estado visitando el Jardín Botánico, para la comida de convivencia en el parque del Retiro. El tercer grupo tuvo la ventaja de poder disfrutar con mayor tranquilidad del museo, ya que se aprovechó de la menor presencia de visitantes. Así, pudimos disfrutar durante más de dos horas, aprovechando para

observar y comentar más tranquilamente las obras que habían visto trabajadas a lo largo del curso en clase de Sociales. Nos llamó la atención el pequeño tamaño de uno de los cuadros que más gustó a los alumnos “El tránsito de la Virgen” de Andrea Mantegna. La salida cultural, como ha quedado patente en esta breve crónica, fue un auténtico éxito. Y eso que ni hemos mencionado toda la riqueza del arte humano que el CEPA Coslada llevó y paseó por las salas del museo sin cobrar ni un duro a los asombrados visitantes.


7. EL FÚTBOL TOTAL DEL CEPA COSLADA: UNA CRÓNICA HACIA LA ÉPICA. Por David Mora y Omar Piña (profesores y entrenadores) Primera jornada Los jugadores del equipo de fútbol de Coslada quedaron a las puertas del CEPA a las 9:00 horas y con los bocatas de tortilla en la mochila esperaron a los taxis que les llevarían al estadio Alfredo di Stefano en Parla. La expectativa era máxima. A nuestra llegada a los campos de Parla nos quedamos asombrados de la gran cantidad de equipos y jugadores que asistían al evento. Con ansia por empezar el entreno, pues nuestro partido no comenzaba hasta las 11:00 horas, nos dirigimos a los vestuarios, nos pusimos la zamarra negra símbolo de nuestro CEPA, inflamos los balones, ocupamos una portería libre y empezamos a tirar a la portería defendida por Jesús, quien demostró no tener miedo alguno antes los potentes tiros de Medina. A las 11:00 nos tocaba jugar con Parla. Equipo experimentado, de amplio palmarés en esta competición. Mal contrincante para una primera contienda. Aunque el resultado fue un ajustado 3 a 2 en nuestra contra, la sensación del equipo era buena pues la derrota se debió a nuestra falta de organización en el primer tiempo. Éramos conscientes de que teníamos buenos jugadores y que, si nos conjuntábamos mejor en los siguientes partidos, todo serían victorias. Y así fue. El siguiente partido fue coser y cantar. Óscar y Blanca ofrecieron una gran seguridad atrás. José Luis y Max infatigables en las bandas mientras Medina dirigía el juego en el medio. Arriba, en la delantera Lael y Jordano bregaban con el contrario. Sólo una infortunada lesión de nuestro portero puso en tensión el partido. El “coach” tuvo que salir a defender el arco. Una providencial parada con el pie en un mano a mano dejó claro al otro equipo que era imposible una remontada. Segunda jornada

La segunda jornada tuvo lugar en Vallecas. En las canchas de fútbol donde entrena el Rayo Vallecano. El equipo quedó temprano en la estación de Santa Eugenia y desde allí se desplazó en autobús al lugar donde tendría lugar la segunda jornada del torneo de fútbol intercepas. Mermados por las bajas, sin cambios, nuestros valientes siete jugadores tuvieron que vérselas ante rivales que no eran superiores en fútbol pero que contaban con plantillas de quince jugadores. Nos pudo el físico. No hubo otra explicación. Pero no cundió el desánimo. Teníamos el convencimiento de que, contando con un banquillo más amplio, podríamos haber ganado sin dificultad a ambos equipos. En la charla posterior, cuando nos dirigíamos de nuevo a Coslada, todo el equipo estuvo de acuerdo en la necesidad de hacer nuevos fichajes en el mercado de Pascua (corría el mes de marzo).

Tercera jornada Esta vez nos tocaba ir lejos. Un desplazamiento al lejano oeste, Navalcarnero. Otra vez justitos de efectivos. Sólo un cambio en el banquillo pese al fichaje de dos nuevas estrellas: Laura y Osman. Las lesiones en la portería obligaron a Laura a ocupar la arcada, mientras Osman se situaba en la delantera. Sin tiempo para entrenar nos enfrentamos al CEPA Jose Luis Sampedro, campeón del anterior torneo y claro aspirante a revalidar el título. Partido de infausto recuerdo.


Aunque algo desmoralizados por la derrota y ante la dificultad de no contar con efectivos en el banquillo, decidimos que el siguiente encuentro contra Mar Amarillo-Hortaleza caería de nuestro lado. Fue una victoria de las que levantan el ánimo. El partido estuvo muy disputado hasta el final, ocasiones para uno y otro equipo: paradas in extremis de Laura, tiros al palo de Lael y Óscar hasta que la Fortuna se puso de nuestro lado y... ¡Nos otorgó el triunfo! Cuarta jornada Como en la segunda jornada, nuestro equipo apenas tuvo que desplazarse. La jornada se celebró en Alcalá de Henares. Gracias a la labor de Omar en la Secretaría técnica el equipo pudo incorporar cuatro nuevos jugadores de las clases de Español: Iván, Salia, Dauda y Silima. Puro físico, técnica depurada. Salia demostró ser un experimentado “nueve”.

Estas incorporaciones junto con la experiencia en la competición de veteranos como Medina, Óscar, Lael y Jordano fueron vitales para que el equipo de Coslada ganara ambos partidos. El primero de ellos, frente al conjunto de Alcalá, empezó con un 0 a 4 en contra. Nuestro equipo supo reponerse a la situación y remontó el partido hasta conseguir un resultado final de 8 a 4 a nuestro favor. El segundo partido fue un paseo ante un rival poco competitivo. Nuestros jugadores encararon el partido con confianza y con máximo respeto hacia el rival. Comportamiento ejemplar. El próximo día 16 de junio será la última jornada. El playoff se celebrará en Parla. ¡¡Os esperamos a todos para animar al equipo de fútbol del CEPA Coslada!!


8. GANADORES DEL CONCURSO DE RELATOS DEL CEPA COSLADA

Primer premio: Un gitano de barrio Autor: Santos Marinkovic Marinkovic (alumno de nivel II) Esta es una preciosa historia de amor, pero no una historia de amor cualquiera. Es el relato de cómo, por el amor por una persona y un lugar, un gitano de barrio con problemas sociales y económicos pudo superar todo, incluso a sí mismo, que en verdad es lo que más cuesta. Soy Vitín y esta es mi historia. Yo soy un chaval de barrio, un barrio marginal de Madrid donde predomina la delincuencia, como la venta de drogas o robar en las naves del polígono. Desde pequeño me he criado viendo estas cosas, peleas por problemas vendiendo droga la policía llevándose a alguien casi cada semana. También tuve que ver cómo estuve a punto de quedarme sin madre ya que, cuando yo tenía seis años, se quemó toda la casa con ella dentro. Gracias a Dios -o a lo que seaella está sana y salva. También sufrí bullying durante tres años por parte de mis compañeros de clase y parte de mi familia, pongo esto en contexto para hacer ver que ya de niño era bastante fuerte mentalmente. Bien, todas estas cosas me marcaron mucho y como dije antes me hicieron bastante fuerte mentalmente. Ahora tengo 21 años, y puedo decir que por muchas cosas que hayas pasado nunca eres lo bastantemente fuerte como para superarlo todo, aunque sí para aceptarlo. Siempre he vivido atormentado por mi pasado, y eso me hacía quedarme donde estaba, no avanzaba, tuve una época en la que no quería salir de casa porque me sentía solo, como siempre he estado. No se me daba bien la autoescuela, no me salía ningún trabajo, no tenía la ESO ni ningún otro título, así que hice lo que cualquier hombre cuando va a cumplir los 40 hace para sentirse joven y productivo: me apunté al gimnasio. Para mí hay un antes y un después. Aunque no fue fácil, esta decisión me cambió la vida por completo. Cuando entré era un chaval muy delgado e inseguro, venía de sufrir un adelgazamiento muy fuerte, de 11 kilos en un mes, y no me gustaba mi cuerpo ya tenía piel que colgaba y muchos “michelines”. Los primeros días no quería ir para que no me vieran. Además, me cansaba muy rápido y faltaba mucho. Dejé de ir durante tres años, en los que, cuando me metía en la playa, lo hacía con camiseta. Todo este tiempo de impaciencia e inseguridades me hizo perder tiempo de mi vida que ya no recuperaré. Alguien me motivó, sin embargo, para retomar el gimnasio esta vez en serio, me animó y estuvo conmigo en todo momento y aquí es donde la historia se mezcla, pues esta es una historia de amor, como dije antes, pero de amor por personas y lugares: mi mejor amiga y mi gimnasio.


Retomar el gimnasio y tomármelo en serio me hizo ponerme una serie de metas que me mantenían ocupado y me impedían pensar en mi pasado. Al tener una actitud más positiva, conseguí hasta un trabajo, lo cual me hizo empezar a valorarme y a partir de aquí mi vida da un giro de ciento ochenta grados y se acelera todo mucho más: el gimnasio y trabajar se me quedaba corto y, siguiendo el consejo otra vez de mi mejor amiga, volví a estudiar para sacarme la ESO. Entré en el CEPA más tarde que el resto de mis compañeros, pero pasaron las semanas y, tras mis primeros exámenes, vi que podía aprobar todo, cosa que me hizo valorarme más todavía. Los profesores del centro también me ayudaron, por lo que este es otro lugar hacia el que siento cariño y entra aquí como parte de la historia de amor. Pero no todo iba a tornarse bueno para mí de repente, ya que, aunque no lo haya contado, durante este tiempo discutía mucho con mi familia, hasta el punto de que un día casi me voy de casa. Estuve tiempo sin mantener contacto con ellos, eso me descentró mucho de las clases y del gimnasio, ya que solo pensaba en el problema y me cegaba y me cerraba a todo. Por si fuera poco, estuve a punto de perder a esa persona que tanto me ayudó con todo, mi mejor amiga, por un problema, justamente la misma semana que tuve que abandonar el gimnasio por una lesión en un hombro. Parecía que todo lo que había logrado en este tiempo se iba derrumbando, pero entonces llegó una persona en el momento preciso, una persona que me animó y apoyó a partes iguales, una persona que no me dejó solo en ningún momento y me hizo ver las cosas de otra manera, retomando la actitud positiva que ella me infundía. Me fui recuperando e incluso mejorando, ya que entré también en una autoescuela para poder empezar a conducir, mientras iniciaba una relación con esa chica especial: otra persona en mi preciosa historia de amor. Fui recuperando los estudios, el gimnasio, mi familia y, lo más importante, a mí mismo, pues si te pierdes a ti mismo pierdes todo, si tú no te aceptas a ti mismo, ¿quién lo va a hacer? Solo queda ser fuerte y creer en ti. Espero que este mensaje, historia o relato sirva para ayudar a alguien que esté pasando por momentos como los que yo pasé, y es que esta es la verdadera historia de amor: el amor por uno mismo, sin el cual no eres nada.


Segundo premio: El sauce centenario Autora: María Mercedes Sánchez (alumna de nivel II) Hay pueblos que tienen historia y con historia no me refiero a ningún acontecimiento que le interese a los libros de texto, sino a miles de pequeños acontecimientos personales en la vida de alguien o en este caso de varias generaciones de mujeres de mi familia, que pasaron parte de sus años en aquel pueblo perdido en las montañas. ¿Qué podría tener yo en común con mi abuela? Esa fue mi mayor pregunta durante mi vuelta al pueblo en el verano del 99. Tenía un ensayo que escribir para mi columna y en su honor decidí que sería sobre la vida durante la guerra civil y la vida que tenemos ahora, mi abuela siempre me decía que ambas habíamos tenido la misma historia, pero yo no encontraba nada en común con una mujer cuya juventud se desvaneció hace sesenta años. Tras su entierro abrí la caja, aquella caja vieja de latón que guardaba bajo su cama y que me hizo jurar no abrir hasta su muerte. Había una nota: Siempre supe que tu historia con Alejandro era amor verdadero, yo también lo viví. Tras ella, decenas de cartas de amor en las que hablaba de que nada importaba más que ellos dos, reuniéndose cada noche en la fuente a la salida del pueblo, tras la ermita o en el sauce gigante, entonces vi la foto, aquel no era mi abuelo, era un intelectual, un poeta republicano que escondían los pocos habitantes de aquel pueblo para salvarle la vida, pero que terminó fusilado por el chivatazo de alguien. Al leer su diario me rompí en mil pedazos y en su última página se me cortó el aliento: Yo no pude ser feliz con tu abuelo porque el hombre con el que me casé lo mandó matar, mi vida fue amarga excepto durante aquellos dos años con Luis. Tú y yo siempre tendremos algo en común, este pueblo y un gran amor, en todos y cada uno de los lugares a los que ibas con Alejandro cuando apenas tenías quince años, iba yo con el amor de mi vida, cada noche, a escondidas recién cumplidos los dieciséis. Aquí también se enamoraron tus padres y fueron muy felices hasta el día de su muerte. Yo perdí a mi gran amor, pero tú tienes la oportunidad de estar con quien realmente quieras estar. Alejandro sigue yendo en secreto todas las semanas aaquel viejo árbol y me han dicho las muchachas que incluso ha tallado vuestros nombres en su corteza.


Sé libre, todo lo libre que yo no pude, pero debes saber que, a pesar de las diferentes circunstancias de nuestras épocas, tenemos algo en común, la suerte de haber conocido al amor de nuestras vidas, no lo dejes escapar. Yo no pude separarme de aquel hombre al que no quería, pero me alegro de que tú si tengas el coraje de alejar a quien no te hace feliz, por muy exitosa que sea su carrera en la ciudad donde vives... No podía negar que no había olvidado a Alejandro, que pensaba en él cada día y en el maldito momento en el que me fui a la ciudad a estudiar en la universidad hace ya diez años y él se quedó a trabajar en la granja familiar. No pude evitar llorar durante horas mientras recorría el pueblo parando en cada sitio en el que había sido feliz con mi amor de la adolescencia, como si fuesen las estaciones de paso en un viaje en tren a través del tiempo, hasta llegar a mi destino final, aquel sauce. Entonces le vi, acostado sobre aquel viejo árbol con una carta en la mano, con la letra de tu bisabuela en la que leí: Seréis felices donde sueles ir cada semana, el día que me enterréis bajo el frío mármol. En su día, hace ya veintitrés años, no llegué a publicar esta historia en mi columna semanal, pero creo que hoy es un buen día para mostrarla al mundo y como regalo para ti, mi hija, que te casas con el amor de tu vida, junto al mismo sauce gigante bajo el que se enamoraron tres generaciones de mujeres de tu familia antes que tú.


Tercer premio: Ilusión Autora: Ana María Domínguez Montero (alumna de nivel II) Pablo tenía siete años cuando sus hermanas Pilar y Carmen pusieron rumbo a su nueva vida. Antes de partir, él las observaba desde el quicio de la puerta, con pena y un poco de envidia, ya que emprenderían un viaje en tren, Pablo no había tenido oportunidad de salir del pueblo más que a la estación. Sus hermanas lloraban junto a la mesa de la cocina mientras terminaban de recoger sus pocas pertenencias, guardándolas en sus pequeñas maletas. Carmen tenía 15 años y Pilar poco más de 16, su madre Doña Pura las enviaba a servir a Madrid, a casa de unos señores adinerados conocidos de la señora Teresa, los cuales acababan de quedarse sin servicio ya que la anterior sirvienta había fallecido de tuberculosis pocos días antes. Era algo precipitado, apenas habían tenido tiempo para pensarlo, pero no podían desaprovechar la oportunidad. Doña Pura no dudó en enviar a sus hijas, ya que en el pueblo no tenían futuro. No había trabajo y quería que sus hijas tuvieran una mejor vida y se labraran un futuro. Pablo andaba por la casa sin entender mucho lo que sucedía, era el pequeño de siete hermanos. Los mayores andaban buscándose la vida como podían, uno estaba casado y vivía en un pueblo cercano con su esposa, otro emigró a Cuba y hacía años que no sabían de él, los demás trabajaban en lo que podían, en el campo o haciendo carreteras cerca de la ciudad. Pablo seguía en el colegio y solo se preocupaba de jugar con otros niños del pueblo. Se oyó la campana del reloj de la plaza y comenzaron las prisas, salieron de casa camino a la estación, Pablo y su madre acompañaron a sus hermanas en el coche de Don Paco (el único coche del pueblo), que se ofreció a llevarles. Al pequeño Pablo le encantaba ir allí, le gustaba imaginar la vida de los transeúntes cargados de maletas, adónde irían y qué circunstancias padecerían para irse de sus casas y alejarse de sus familias a buscar una vida mejor. Estaba embobado en sus pensamientos y con tanta actividad, no estaba acostumbrado a tanto bullicio, por eso no se dio cuenta de que estaba pisando un enorme charco hasta que notó el frío en sus pies. Sus zapatillas estaban muy desgastadas y tenían un agujero en la suela, por donde entró el agua empapando el pie.


Pilar le había prometido comprarle unos zapatos de “Segarra”, una conocida zapatería de la Gran Vía de Madrid, en cuanto cobrara el sueldo. Eso hizo que le saliera una sonrisa. Pilar y Carmen subieron al tren entre sollozos, mirando por la ventanilla mientras el tren comenzaba la marcha. Siguieron en la estación unos minutos más, mientras miraban cómo el tren se alejaba por las vías hasta perderlo de vista. Los siguientes días fueron raros y tristes, Pablo echaba de menos a sus hermanas, más de lo que esperaba. Aunque discutían mucho, se querían y le mimaban como hermano pequeño que era. El tiempo fue pasando poco a poco y el pequeño no veía el día en que le comunicaran que ya le habían comprado los zapatos. Se imaginaba yendo a misa los domingos con sus bonitos zapatos nuevos, con suela de cuero, podía escuchar el sonido que harían al pisar el suelo de la iglesia, la gente se volvería a mirarle cuando entrara y D. Paco, desde el altar, le pediría silencio y respeto. Un día, al volver a casa del colegio, vio al cartero cómo salía de su casa. Entró corriendo, deseoso de saber si había carta de sus hermanas, su madre la tenía en la mano al fin. Aunque ya sabía leer, doña Pura prefirió ir a casa de D. Paco para que le leyera la carta. El párroco, muy amable, leyó la carta en voz alta, decían lo bien que estaban, la suerte que habían tenido por dar con una buena casa donde las trataban bien y se acostaban todas las noches con la barriga llena, aunque echaban de menos el pueblo y a la familia. Pablo estaba impaciente por saber si se habrían acordado de él. Por fin llegó la buena noticia, donde decían que sus zapatos estaban empaquetados y saldrían en el tren del lunes a las 8 de la mañana y llegarían al pueblo a las 5 de la tarde. Los compraron una talla más grande para que le duraran más tiempo, eran marrones y tenían la suela de cuero como le prometieron. Habían tardado más de lo previsto ya que habían ahorrado para poder comprarlos, pero por fin tendría sus zapatos. Esa noche Pablo tardó en dormirse, con la emoción de sus zapatos, esperaba convencer a su madre de que le dejara ponérselos más que los domingos. El lunes se hizo eterno para Pablo, pero cuando por fin salió de la escuela corrió a casa, su madre le tenía preparada la comida para ir con tiempo a la estación. Tendría que ir solo ya que D. Paco no podía llevarles en coche y solo tenían un burrito viejo que no podía con dos personas.


Apenas comió un cacho de pan con cuatro patatas, no tenía ni hambre. Se montó en el burrito y salió camino de la estación con tiempo suficiente para aburrirse de esperar. Cuando llegó el tren por fin, tuvo que esperar un poco más a que salieran todos los viajeros y sacaran las mercancías. Al poco salió el jefe de estación a nombrar a las personas que esperaban para recoger algún envío. Cuando oyó su nombre saltó del banco a por sus zapatos. Venían en un paquete envuelto con papel de estraza marrón y atado con una cuerda de pita. Salió de la estación, dando saltos de alegría, no pudo esperar a llegar a casa para abrirlo, comenzó a romper la cuerda como pudo y abrió la caja con premura esperando encontrar sus lindos zapatos. Toda su ilusión se desvaneció cuando descubrió que en la caja no había más que papeles rellenos de piedras para que pareciera que contenía algo. No pudo parar de llorar hasta llegar a casa, solo encontró consuelo en los brazos de su madre. Después de contarle todo lo sucedido, su madre le seco las lágrimas con el pañuelo que llevaba en el delantal (el mismo con el que limpiaba una manzana, servía para secar lágrimas), le consoló como pudo y trato de explicarle que seguramente alguien los necesitara más que él, y que pensara que algún niño estaría disfrutando de los zapatos en esos momentos. La necesitad a veces obliga a hacer cosas incomprensibles, pero Pablo tenía el cariño de su familia y sus hermanas seguramente ahorrarían para comprarle otros. Algún día seguro disfrutaría de un montón de zapatos.


9. SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ: DOS PROFESORES CUENTAN SU PRIMERA EXPERIENCIA DANDO CLASE EN UN CEPA

Antonio Luque (profesor de Inglés en el CEPA Coslada) Sin duda, después de haber pasado en el CEPA Coslada unos siete meses puedo decir que la experiencia de impartir clase no se parece a nada que haya hecho como profesor anteriormente. Llevo más de 10 años dando clase, desde niños de tres años a adolescentes de la ESO y Bachillerato, tanto en academias como trabajando para la Comunidad de Madrid, pero lo que he vivido aquí este año es único. No doubt, after staying at CEPA Coslada aroud seven months I can say that the experience of teaching here has nothing to do with anything that I had done before as a teacher. I have been teaching for more than ten years, from three year old children to Secondary and bachillerato teenagers, as in academies so for the Autonomous Community of Madrid, but what I have lived here this year is unique.

Los ritmos de aprendizaje, el entusiasmo y las ganas de aprender que se siente en el aula con los más mayores, jubilados que emplean su tiempo libre con la ilusión de aprender un idioma a sus más de 65 años, o los extranjeros que se han pasado buscando más horas de inglés, hacen que las clases sean emocionantes. La alegría con el que participan en las clases y, con el paso de los meses, el ver cómo les cambia la cara y a todos se les dibuja un sonrisa real de darse cuenta que de verdad saben y están aprendiendo, las ganas que le ponen y sobre todo nunca rendirse ni darse por vencidos, es contagioso en el mejor de los sentidos. Los alumnos de Secundaria, con cientos de historias de todos los colores detrás, se unen en este CEPA para salir adelante, encontrar un trabajo y mejorar sus vidas, me han inspirado y emocionado a partes iguales. The learning rates, the enthusiasm and the will to learn that is felt in the classroom with the most mature ones, retired people that use their time with the illusion of learning a new language in their late 60’s, or the foreigners, that come by looking for more English class hours, make the classes exciting. The interest which they use to participate in the classes and, with the past of months, seeing how in all of their faces a real smile is drawn when they realise that they know how to do things and that they are learning, and the attitude they show and over all never giving up or surrerder, is in the best of the senses is contagious. The Secondary students, with hundrends of all kind of colors stories behind them, gather in this CEPA to go ahead, find a job and improve their lives, they have inspired and emotioned me at the same time. No importa el tiempo que lleve dando clase, en este año, que es mi presente y mientras lees también el tuyo, puedo decirte de verdad que esos alumnos me


han vuelto a recordar el porqué y qué significa ser profesor. Verles crecer como personas cada día y superarse lo significa todo y da sentido a todos y cada uno de los días que he pasado aquí. Haber pasado esta etapa de mi vida por este centro, como a ellos, me ha hecho aprender más y son ellos al final los que de verdad me han enriquecido a mí. It doesn’t matter for how long I have been teaching, this year, which is my present time and while you are reading this is also yours, I can tell you for real that those students have made me remember why and what is to be a teacher. Seing them grow everyday and go beyond themselves means everything and gives sense to each day that I have spent here. This stage of my life through this educational centre, as to them, has made me learn more and it’s they who in the end have enriched me.

Begoña Gómez (orientadora y profesora de Lengua en el CEPA Coslada) Nunca es tarde… si la dicha es buena. Este sabio y viejo refrán, tantas veces escuchado de nuestros padres y abuelos, refleja una gran verdad y una realidad. Desde que comencé en el mundo de la educación, he trabajado en equipos de orientación, con niños y niñas con dificultades de aprendizaje, con diversidad funcional, con síndromes o trastornos, con el objetivo de ajustar la respuesta educativa a las necesidades que pudiera presentar cada uno de ellos. Este curso, por un deseo personal, decidí cambiar de destino para probar otra experiencia y adquirir otros conocimientos, pasando del mundo de los niños al de los adultos. Este curso, por primera vez en mi trayectoria profesional, he trabajado en un CEPA, en el de Coslada, como orientadora y como profesora de Lengua. Mis funciones siguen siendo las mismas independientemente del centro donde trabaje, pero, en sí mismo, el trabajo es diferente. A pesar de mi desconocimiento inicial de cómo era un CEPA y cómo funcionaba, supuso desde el primer

momento para mí un reto interesante al que me enfrentaría con alegría, ilusión y entusiasmo. Y creo haberlo logrado. Me siento satisfecha.

En el CEPA he conocido a personas maravillosas. A profesores que han sido auténticos compañeros, buenos profesionales, y lo que es más importante, buenas personas. De ellos me llevo su capacidad de trabajo y de escucha, su empatía y su sentido del humor. También, he conocido a los alumnos y alumnas del CEPA y de todos ellos he aprendido algo. Me han enseñado, que a pesar de las dificultades o de las historias vitales que algunos arrastran tras ellos, es posible ser feliz, empezar de nuevo y sonreír. Que con motivación, esfuerzo, ganas y persistencia, todo es posible. Que el sentido del humor es muy importante para sobreponerse a los reveses de la vida. Que siempre se pueden hacer amigos y conocer a personas que te marcarán positivamente y para siempre. Que el conocimiento y el aprendizaje no tienen fin ni edad y que no hay imposibles ni nada que te pueda parar si te lo propones. He conocido a chicos y chicas, mujeres y hombres con una gran capacidad de superación que observan que con esfuerzo se puede conseguir aprender a leer y a escribir, aprender otro idioma, conseguir el título de la ESO (y con él, optar a una mejora laboral, poder presentarse a unas oposiciones, y lo que es más importante, sentir el deseo de seguir estudiando) o el acceso a la formación profesional o a la universidad. Las ganas de aprender no pasan con la edad.


Me siento orgullosa de todos ellos. He observado cómo han ido evolucionando y cómo los más jóvenes han ido madurando. Cómo paulatinamente han ido aumentando su autoestima y su autoconfianza. Cómo han ido superando obstáculos y han disfrutado de las clases y participando activamente de las actividades que hemos ido realizando durante el curso, para, entre otros fines además de los puramente didácticos, fomentar el desarrollo de su salud mental y emocional y contribuir a una adecuada convivencia. Se han llevado a cabo diferentes tareas desde el Departamento de Orientación, pudiendo destacar, entre otras, la orientación académica y profesional, el asesoramiento en el plano personal, social y emocional, así como en la toma de decisiones a partir del autoconocimiento. Desde el CEPA todos los profesores y profesoras, así como el Equipo

Directivo, nos hemos ocupado de atenderles ante sus demandas, de escucharles, y de ayudarles en todo lo que ha estado en nuestra mano. Ellos han aprendido de nosotros y nosotros de ellos, sin duda. Ya estamos en la recta final del curso, pero sólo es el comienzo de una nueva etapa en la que todo es posible, es el comienzo del verano y de nuevas ilusiones y vivencias. Gracias a todos por todo. Y para terminar, me gustaría hacerlo con una de mis frases preferidas, de Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de medicina por el descubrimiento de las sinapsis neuronales y la estructura del sistema nervioso: Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro.


Quizá una de las cosas que más necesitamos es aprender a distinguir entre lo útil y lo valioso. Un sacacorchos es útil. Un abrazo es valioso. Una puerta es útil. Un atardecer es valioso. Un mechero es útil. Una amistad es valiosa. Casi siempre lo útil es más caro que lo valioso. De hecho, lo valioso rara vez cuesta dinero. Y esto ocurre porque el dinero es útil pero no valioso. Lo valioso genera mucha más felicidad a largo plazo que lo útil. Y, sin embargo, a menudo valoramos más lo útil que lo valioso. Los mejores momentos no cuestan dinero. Ver nacer a un hijo. El primer beso. Sentir que vuelas de la mano de alguien. Los momentos gratos que se nos pasan por la cabeza justo antes de abandonar el mundo no costaron dinero. Esos momentos son los más valiosos que tenemos. Entonces, cuando te asalte una preocupación, párate a pensar si lo que buscas es útil o valioso. Aprende a distinguir y te darás cuenta de que vivir bien no es tan caro como te habían contado. Anónimo

¡¡¡DESDE EL CEPA COSLADA OS DESEAMOS UN FELIZ Y VALIOSO VERANO!!!


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