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Relación MADRE Hija

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SIEDAD Y ANGUSTIA

SIEDAD Y ANGUSTIA

La relación con mi madre no siempre fue buena. Recuerdo una adolescencia siendo lo opuesto a ella; mi única meta era demostrar que éramos diferentes. Ni siquiera tomaba a bien que me dijeran que me parecía a ella físicamente.

En cuanto pude, mandé al olvido mi segundo nombre, su nombre. En donde sólo mi identificación oficial y mi familia nuclear sabía que me llamaba igual que ella. Recuerdo que hubo una etapa en mi vida en la cual yo no quería tener hijos, y eso se debía a que no quería ser como ella.

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Muchos años después soy esa mamá, que de repente escucha su voz y revive algunas de sus acciones a través de las mías; pero por muy trillado que suene, al ser mamá la pude comprender.

Al estar en sus zapatos dejé de culparla por lo que hizo y dejó de hacer.

Recuerdo que cuando supe que estaba embarazada, le pedí a Dios que la criatura que iba a traer al mundo fuera un varón, y no sólo no fue niño, sino que dos años después también tuve otra niña. Ellas son, mis más grandes maestras.

Creo que fue justo al ser completamente consciente de no querer repetir patrones y el tratar de reestablecer el lazo roto con mi madre, lo que hizo que algo dentro de mí cambiara. Alguna vez una terapeuta me dijo: “El no querer ser como tu mamá no evitará que seas como ella, tienes que comenzar a verla desde el amor, no desde el rechazo”.

No es fácil, tengo muchos fantasmas rondando por mi cabeza, pero me he vuelto una “médium” y ahora los veo, les agradezco y los despido. Es increíble sentir que tengo la posibilidad, todos los días, de rehacerme y de reconstruir un lazo madre-hija más sano. No es nada fácil, y más sabiendo que nuestros hijos son nuestros espejos, que en ellos proyectamos nuestras inseguridades, nuestras frustraciones, etc. Hay que ser muy valientes para intentar arreglar un lazo roto. Es necesario ser muy humilde para disculparnos y perdonar a quienes más amamos.

Hoy me doy cuenta de que yo no soy mi madre, pero soy lo que soy, gracias a ella. No cambiaría mi historia porque eso me ha hecho reescribir un nuevo capítulo, en donde espero que mi legado y el suyo trasciendan.

Ahora puedo decir que mi mamá es la mejor madre del mundo, y eso es cierto porque con ella se creó mi mundo, ella es mi guía y seguirá siendo esa figura transcendental el resto de mi vida. Así que, mamá: te amo, gracias por darme la vida. A partir de ahí yo haré lo mejor que pueda. Te libero de toda culpa, yo soy responsable de lo que sigue.

“Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma”. Carl Gustav Jung

MIRIAM MARGARITA FLORES DÍAZ

Coach y consultor

Miyim.fd@gmail.com

¡Feliz día de las madres!

Ser mamá es una tarea muy importante en la vida de todo niño. Los dos miembros de la pareja parental hacen una enorme labor en la crianza de los niños, para mí cada una de las funciones es significativa y formativa en el carácter de ese bebé.

Pero la labor que hace la madre, en todos los sentidos, es bárbara. Desde la gestación hasta la crianza de los niños en la adolescencia y la contención en la vida adulta. Todo el tiempo es un objeto interno y externo presente. Ella brinda seguridad física y psíquica al bebé, a lo largo del tiempo.

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