Para poder estar - Revista Cruce (31 de octubre 2022)

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Arte en portada: Interno de Kristal Juan

Montaje: Anto Gamunev

31 de octubre de 2022: Para poder estar

Junta Editora: Roxanna D. Domenech { Directora Anto Gamunev Sonia Cabanillas Martín Cruz Santos Juan Carlos Fret-Alvira Carlos García Jorge Luis Torres Alexandra Pagán Vélez { Lectora externa Hugo R. Viera Vargas { Lector externo

Junta Asesora: Evelyza Crespo Luis Iturralde Balbina Rojas Sugelenia Cotto { Presidenta

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Para colaborar:

En Cruce publicamos artículos de investigación, reflexión; reseñas; notas de opinión; comentarios de textos; fotoensayos o arte plástico; entrevistas; textos creativos; y otro tipo de escrito que suponga un análisis o mirada crítica a la sociedad contemporánea.

Toda persona que desee colaborar deberá enviar su artículo por correo electrónico, comprometiéndose a que dicho texto respeta las normas internacionales en materia de conflicto de intereses y normas éticas.

Los escritos se someterán a estricto arbitraje y proceso de edición y corrección, por lo que la colaboración puede sufrir alteraciones, a menos de que se trate de un texto literario.

Nos enfocamos en los siguientes temas:

Política y sociedad: Los escritos de crítica sociopolítica presuponen colaboraciones de los diferentes saberes de las Ciencias Sociales, las cuales a través de principios o esquemas conceptuales o teóricos analizan y explican los fenómenos y estructuras sociales.

Letras: Los escritos literarios de autor (poemas, cuentos, dramas, fragmentos de novela, prosa poética…) que muestran la sensibilidad humana e inspiran a la creación. Asimismo, reseñas, críticas a textos literarios y otros acercamientos literarios o propiamente lingüísticos.

Arte: Los escritos dedicados al análisis, el estudio y la presentación de todo aquello que comprenda al mundo cultural. Abarca la gestión cultural, la autogestión, los estudios culturales, la música, el arte plástico, movimiento escénico, danza, la cultura popular y el arte urbano, vistos preferentemente desde el prisma de la cotidianidad. La fotografía como narrativa visual que sirve para retratar la cotidianidad y la realidad social, y los acercamientos a la obra fotográfica de algún autor.

Cine: Los escritos que analizan o reflexionan acerca del mundo cinematográfico y cómo se atiende desde lo visual los temas de relevancia contemporánea. Se aceptan formatos audiovisuales.

Los derechos de las publicaciones son exclusivas del autor.

Todas las colaboraciones y comunicaciones se harán al correo institucional de la revista editorescruce@uagm.edu

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Mostrar lo que no se muestra: algo sobre la exhibición “Visceral” de Kristal Juan Reynaldo Padilla-Teruel

En la nevera hay carne fresca Angel A. Rivera

El ojo del jardinero Lourdes Vázquez

Réquiem y Andanzas Mayra Encarnación

Presentación del libro Conocimientos básicos para ser un docente Janette Orengo

Ausencia y presencia de Manuel Martínez Maldonado en la novela detectivesca Hiram Sánchez Martínez

Balinese Entrances Maria Anna Panousaki

El antropomorfismo en la poesía de Luis Gilberto Caraballo: el amor a la naturaleza y a las cosas Diana Guemárez Cruz

Querida Alfonsina Storni Kristal M. Rivera González

Distribución política del Parlamento catalán (2017) Wilkins Román Samot

Integración musical: El coleccionista Anto Gamunev

Convocatoria edición especial junto al Pato Project Foundation Pato Project Foundation + Cruce

Crónica, amistad y lecturas: Dossier a propósito de la presentación de dos libros de Edgardo Rodríguez Juliá

Editora Educación Emergente

p.16

p.22 p.26 p.30 p.32 p.50

p.38

p.8 p.60 p.62 p.68 p.70 p.72

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Índice

Cruce presenta su edición de octubre 2022 titulada Para poder estar. En esta ocasión contamos en la portada con el arte de Kristal Juan y su pieza Interno que a su vez, forma parte de nuestro primer ensayo; “Mostrar lo que no se muestra: algo sobre la exhibición “Visceral” de Kristal Juan” escrito por Reynaldo Padilla-Teruel (p.8). Sobre las obras de Juan, Padilla-Teruel nos dice lo siguiente:

Las piezas que reúne Kristal Juan para esta exhibición reivindican estéticamente la apariencia de un interior oculto. La artista nos presenta un interior idealizado y transformado por la potencia de la creación artística. Mediante sus grabados, dibujos y esculturas en cerámica, Kristal Juan destripa un ocultamiento y lo hace yacer ante nosotros. Nos da la oportunidad de observar una interioridad inédita de su propia psique, de sus propias vísceras y de su vida interior. (p. 15)

Este número, además, cuenta con varias expresiones artísticas, entre ellas: poesía, cuento, prosa y fotografía. La poeta Mayra Encarnación nos atrapa con dos de sus poemas; “Réquiem” (p. 27) y “Andanzas” (p. 28). Ángel A. Rivera nos provoca con uno de sus cuentos, “En la nevera hay carne fresca” (p. 16). Mientras que Lourdes Vázquez nos deleita con “El ojo del jardinero” (p. 22). La estudiante graduada del Recinto de Gurabo de la UAGM, Kristal M. Rivera González presenta “Querida Alfonsina Storni” (p. 60) y Anto Gamunev participa con un texto creativo titulado “Integración musical: El coleccionista” (p.68) que va acompañado de la canción The Chain de Fleetwod Mac (enlace p.69). Por otra parte, María Anna Panousaki nos transporta a una de las islas ubicadas en el sureste de Asia, a través de “Balinese Entrances” (p.58), un fotoensayo impresionante.

Asimismo, esta edición contiene una investigación de parte de Wilkins Román Samot titulada “Distribución política del Parlamento catalán (2017)” (p.62) y la presentación del libro Conocimientos básicos para ser un docente de Janette Orengo (p. 30). De igual forma, contamos con una reseña muy interesante del libro Ausencias de Manuel Martínez Maldonado escrita por Hiram Sánchez Martínez (p. 32). Esta novela recibió el segundo premio (Medalla de Plata) por el Latino Internacional Book Awards en la

Nota

categoría de Mejor Ficción Detectivesca, el 20 de agosto de 2022 (p. 33). Diana Guemárez Cruz también colabora con un notable ensayo crítico sobre el antropomorfismo en la poesía de Luis Gilberto Caraballo (p. 50).

Concluimos esta tirada con un dossier de parte de la Editora Educacion Emergente (EEE) titulado “Crónica, amistad y lecturas: Dossier a propósito de la presentación de dos libros de Edgardo Rodríguez Juliá” (p. 72). EEE comparte tres textos expuestos el 1ro de septiembre de 2022 en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez en torno a Dos señores muy viejos con alas enormes (ilustrado por Raimundo Travieso) y la nueva edición de El entierro de Cortijo del escritor puertorriqueño, Edgardo Rodríguez Juliá. Según EEE, “ambos libros, publicados en 2022, dan cuenta de la transformación del escritor desde su segunda crónica, publicada originalmente por Ediciones Huracán en 1983 y su más reciente a cargo de Editora Educación Emergente” (p. 73). Este dossier contiene ensayos de parte de Christopher Powers “con un texto que enlaza ambas publicaciones” (p. 74), Carmen Rivera Villegas que centra su exposición en Dos señores muy viejos con alas enormes (p. 77) y Lissette Rolón Collazo que lo hace de El entierro de Cortijo (p. 80).

Cerramos esta nota anunciando con mucho entusiasmo nuestra próxima convocatoria abierta al público para una nueva edición especial en colaboración con el Pato Project Foundation https:// www.tpp-foundation.org El objetivo de esta convocatoria es recopilar textos (de todo tipo) que cuenten la(s) historia(s) moderna(s) puertorriqueña(s) a través del lente LGBTTQIA+ con un enfoque particular en el siglo XX (pp. 70-71).

Agradecemos que continúen cruzándose con nosotrxs. Pueden disfrutar de nuestras ediciones anteriores y de este nuevo número: Para poder estar en - https://issuu.com/revistacruce.

Cordialmente,

Roxanna Domenech Cruz, directora Revista Cruce

División de Artes Liberales editorescruce@uagm.edu

editorial

Durante la década del 1950 el biólogo y zoólogo suizo Adolf Portmann elaboró una teoría morfológica que llamó mucho la atención de importantes filósofos, incluyendo a Hannah Arendt2. En oposición a la hipótesis funcionalista, según la cual la apariencia de todo ser vivo obedece solamente al doble propósito de autoconservación y supervivencia del mismo, la tesis de Portmann indicaba que, por el contrario, “los órganos internos, no visibles a simple vista, existiesen únicamente para producir y sustentar las apariencias” (Arendt, 2002: 51).

La tesis de Portman, no solamente se oponía al funcionalismo bilógico y científico, sino que también repercutía en una vieja, pero fundamental cuestión filosófica; a saber, la verdad o falsedad de las apariencias. En la tradición filosófica se ha pensado que siempre hay algo más allá de las “meras” apariencias, y ese más allá, suele ser considerado “más real” o “más auténtico” que estas. Es como si las apariencias fueran el mero resultado o el efecto de algo más fundamental y esencial, como si aparecieran en función de algo más y no en función de ellas mismas. Para Arendt, lo propuesto por Portmann significa que “con anterioridad a las funciones para la conservación del individuo y de la especie [...] se descubre el simple hecho del aparecer para mostrarse” 1 12 de agosto de 2022 en La Casa de Les Contrafuertes, Viejo San Juan.

2 Aludimos al texto: Arendt, H. (2002). La vida del espíritu. Barcelona: Paidós.

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Mostrar lo que no se muestra algo sobre la exhibición “Visceral” de Kristal Juan1
Mostrar lo que no se muestra: algo sobre la exhibición“Visceral” de Kristal
Juan1 Reynaldo Padilla-Teruel Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico ARTE
OCT 2022: Para poder estar / 9 Movimiento visceral Intaglio: aguafuerte, acuarela y serigrafía 7.5” x 11”

(Arendt, 2002: 51). Se demuestra, definitivamente, el valor y la “autenticidad” ontológica de las apariencias.

Queda, entonces, un problema residual a la apariencia; el ocultamiento. Por un lado, siguiendo esta línea de pensamiento, la división entre lo visible y lo no visible a simple vista no deja de existir, sino que su sentido queda invertido. Pues, si aquello “más real” o “más auténtico” era lo que yace oculto, la tesis de Portmann, y la interpretación que hace de ella Arendt, proponen cierta “supremacía” de las apariencias. Lo llamó “el valor de lo externo”, esto es que “la apariencia muestra un máximo poder de expresión en comparación con lo interno, cuyas funciones son de naturaleza más primitiva” (Arendt, 2002: 54). Por otro lado, ocurre que para Portmann, el término “apariencia” es solamente la apariencia externa del organismo, en contraste con su interior. Esto implica que el alcance del término sea limitado a la dimensión corporal y física de las apariencias. Implica, también, una exterioridad de la apariencia contrapuesta con la interioridad de lo que permanece oculto.

Según Arendt:

Los órganos internos, por el contrario, nunca resultan agradables a la vista; una vez puestos al descubierto, siempre parece que hayan sido colocados juntos de forma fragmentaria y, a no ser que presenten deformaciones patológicas o alguna anormalidad peculiar, no se aprecian diferencias destacables de un individuo a otro. Ni siquiera puede diferenciarse fácilmente una especie de otra, ni mucho menos cada espécimen, mediante la simple inspección de sus vísceras (2002: 53)

La cita da a entender que existe cierta homogeneidad en las formas y funciones vitales internas de los organismos. Contenidas estas funciones en el interior, se despliegan, entonces, en el exterior la diversidad y la diferenciación de las formas de vida. Pero conviene dejar claro que esta interioridad vital del organismo de la que habla Arendt dista mucho de lo que se puede comprender filosóficamente como vida interior. Si la interioridad vital del organismo comprende sus procesos metabólicos, biológicos y sistémicos, la vida interior comprende, entonces, sus procesos mentales y afectivos, entre otros. En este sentido, toda actividad vital que ocurre oculta bajo la piel es interior al organismo, pero no se da en la misma dimensión. Claro que el pensamiento y los afectos son procesos igualmente biológicos porque hay órganos y funciones específicas involucradas, también energía procesada. Igualmente conocemos que cada emoción posee alguna experiencia somática, pero lo que ocurre en el cerebro cuando pensamos o sufrimos, por ejemplo, jamás será igual a lo que ocurre en el estómago y en las tripas cuando ingerimos alimentos.

Es cierto que en el interior solamente hay tripas. Están ahí en la oscuridad visceral. Lo visceral, proviene de “víscera”, término que se utiliza para nombrar cualquier órgano interno de los animales que esté ubicado en la cavidad torácica y en la abdominal–pélvica. Proviene del latín “víscera”, plural neutro de “viscus”; “visceris”, que significa entraña, lo interno o intestinal. A su vez, en un sentido patético, lo visceral denota el vientre maternal, lo íntimo del corazón, lo entrañable y los instintos; haciendo alusión a cuestiones pasionales, emocionales, afectivas y anímicas. La expresión violenta de lo que tenemos dentro es la esencia del acto visceral. De ahí que lo visceral sea

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Memoriavisceral Intaglio: aguafuerte

acuarela

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y
11” x 15”
12 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA ARTE
OCT 2022: Para poder estar / 13 ReproducciónII Intaglio: aguafuerte, acuarela y dibujo 29” x 23”

Interno(libroacordeón)

Punta

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seca Dimensión variable (arte en portada)

siempre aquello contenido en la no-visibilidad que, sin embargo, no logramos contener en ocultamiento. Aquello que irremediablemente y como quiera que sea expulsamos, a pesar del ordenado deseo natural de contenerlo. Arendt, muy consciente de ello, afirma que:

[…] las emociones que se sienten están tan destinadas a manifestarse en su estado inalterado como lo están los órganos internos gracias a los que vivimos. Es cierto que jamás las podría transformar en apariencias si ellas mismas no incitasen a ello, y si no las sintiera como otras sensaciones que me hacen consciente del proceso vital interno. (2002: 56)

La inconsciencia que tenemos de nuestros órganos internos y de sus funciones es un tipo de silencio. Para el filósofo y médico francés Georges Canguilhem “la salud es el silencio de los órganos”. Las vísceras se encuentran calladas descansando cómodamente dentro del cuerpo hasta que surge la enfermedad. La enfermedad es el escándalo. Otra forma de los órganos escandalizar es estando expuestos. El acto de exponer vísceras puede ser interpretado como un acto violento, más aún cuando implica desentrañar o destripar. Esta violencia no solamente se da en la dimensión del cuerpo desentrañado o destripado, al cual hay que cortarle abierto el vientre, sino que también hay una violencia en la órbita de aquello que se registra visualmente; a saber, unas tripas que están fuera del cuerpo están donde no deben estar.

Las tripas fuera del cuerpo trascienden el registro de lo imaginado y se revelan estéticamente. Ya no tenemos que imaginarnos su apariencia, pues precisamente aparecen frente a nuestros ojos. Esta revelación estética es también una expresión visceral del interior en tanto que se muestra algo, pues cada acto visceral des-oculta una pasión igualmente violenta exponiendo aquello que de otra manera permanecería oculto. Este es el escándalo de las apariencias, su des-ocultamiento.

Las piezas que reúne Kristal Juan para esta exhibición reivindican estéticamente la apariencia de un interior oculto. La artista nos presenta un interior idealizado y transformado por la potencia de la creación artística. Mediante sus grabados, dibujos y esculturas en cerámica, Kristal Juan destripa un ocultamiento y lo hace yacer ante nosotros. Nos da la oportunidad de observar una interioridad inédita de su propia psique, de sus propias vísceras y de su vida interior.

Conceptualmente hablando, Kristal expone vísceras que igual escandalizan estando afuera, pero su apariencia es una que atiende la belleza con gran sutileza y delicadeza. La intención que hay en la exteriorización del interior no es la repugnancia ni el escándalo visual, sino que busca generar una reacción más íntima con el espectador. La paleta de colores que utiliza va en función con la belleza que se muestra en las obras. Son tonos que agradan y reconfortan; verdes, ocres, rosados y amarillos que rechazan un realismo a favor de la sublimación y de una relación emocionalmente acogedora con las imágenes. Se busca que el espectador entre en armonía con esas vísceras que esta mirando, que a su vez son las mismas que lleva en su interior.

Exhibir las entrañas y des-ocultar nuestra interioridad significa superar nuestra corporeidad. Exponer el pensamiento sobre los órganos internos y hacerlos aparecer requiere de un cuidado estético muy delicado, no sin dejar atrás la violencia implícita del destripar.

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En la nevera hay carne fresca. Ángel A. Rivera Worcester Polytechnic Institute
LETRAS

El caníbal desestabiliza constantemente la antítesis adentro/afuera; el caníbal es –parafraseando a Mijail Bajtin– el “cuerpo eternamente incompleto, eternamente creado y creador” que se encuentra con el mundo en el acto de comer y “se evade de sus límites” tragando (La cultura 20, 253)

- Carlos A. Jáuregui

Para Félix Padilla, Guillermo Irizarry, Ashley Giani Benítez, Luis Belaval, Damián Deamici, Reynaldo Lastre, Eylin Lombard y Stephanie Mercado.

Y hace tantos años ya que extraño a Félix… Siento una dulce pena mezclada con un tremendo horror y un miedo devastador cada vez que pienso en lo que pasó y a lo que estuvimos expuestos por tanto tiempo.

Esa noche, Félix Ernesto Rodríguez, al regresar de un largo viaje de vacaciones y al abrir la puerta de su apartamento, sintió un olor peculiar. Era un olor curioso… algo así como un aroma perfumado y suave, como del olor emitido por una guanábana madura y supurante, que penetraba las más sensibles mucosidades del epitelio olfatorio. Las células receptoras especializadas de su nariz no podían distinguir si aquel olor le provocaba un sentimiento extraño o una compasión profunda que le hizo detenerse en medio de la habitación. Al entrar, pensó en la película “Como agua para chocolate.”

Félix, que era un joven grande y sustancioso, instintivamente soltó sus pesadas maletas sobre el suelo que emitieron un sonido, seco al caer. Recordaba bien que había limpiado todo el apartamento meticulosamente antes de salir de vacaciones al finalizar el semestre académico del otoño. Sabía también que había vaciado la nevera, limpiado el baño y acomodado todo para que al regresar solo necesitara organizar la cantidad de libros adquiridos en la isla y su comida favorita que traía en su maleta. Le tocaría también almacenar las botellas de su ron favorito, Ron Zacapa, empaquetado cuidadosamente entre su ropa para que no se rompiesen las botellas en el trayecto del viaje en avión. Se detuvo en silencio por varios segundos en el medio de la sala mirando a su alrededor, todavía un tanto confundido por ese peculiar olor.

Su apartamento era cómodo, muy cerca de la Universidad de Connecticut, a una distancia razonable del Departamento de Ciencias Políticas. En bicicleta uno se tomaría algunos 15 minutos y mejor aún con el sistema de autobuses universitarios que subían y bajaban por la carretera Eagleville, poblada de árboles y de viviendas estudiantiles en el tranquilo pueblecito de Storrs, Connecticut.

Félix tenía un apartamento subsidiado por la universidad, de dos habitaciones dormitorios, un baño amplio y cómodo, una cocina pequeña, bien diseñada y equipada, y que se abría a la sala. A Félix le encantaba el ventanal amplio que permitía una iluminación agradable y que inundaba todo el espacio. Desde su sofá podía mirar el frondoso bosque de pinos, abedules, arces azucareros y olmos que habían mudado sus hojas debido a la cercanía del invierno y que servía de trasfondo bucólico a

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sus largas horas de estudio. Félix dejó caer su abrigo y la larga bufanda de dos tonos sobre el sofá genérico de patrón gastado.

Al regresar de su viaje de vacaciones, siempre sentía una especie de nostalgia punzante que se le acomodaba entre las costillas y el corazón. Era una especie de estremecimiento incómodo y militante, una desazón que a veces se traducía en una sensación de hambre. No sabía porqué, pero justo antes de montarse en el avión, al pensar en su regreso esa mañana, sintió un pequeño pesar. Salía de su isla querida y no estaba seguro de cuándo sería la próxima vez que regresaría para ver a su familia, a su novia, a sus amigos de siempre y pisar la arena cálida y acogedora de las playas de Puerto Rico.

Ese olor dulzón persistía y permeaba toda la casa. No podía identificar su origen, parecía venir del cuarto contiguo donde vivía su compañero de cuarto nuevo, a quién había conocido hacía unas semanas atrás antes de salir de vacaciones y luego de que el sistema universitario reasignase los ocupantes de los dormitorios. Se llamaba Jeff. Era un tío normal, común y corriente. De mediana estatura, con una calvicie incipiente coronada por una gorrita de pelotero permanente. Parecía un jugador de fútbol que obedecía a ciegas el entrenamiento riguroso de tal deporte para dar espacio a una musculatura notable. Usaba unos lentes pequeños y redondos que debían tener una receta poderosa porque hacía que sus ojos color azul cielo aumentasen de tamaño de una forma desproporcionada. Su musculatura denotaba una cierta obsesión por el cuidado del cuerpo y la buena alimentación. Se le veía ágil y siempre nervioso, así como alambrado, como cuando alguien come proteínas en exceso. Su barba rubia, frondosa y acicalada, ocupaba gran parte de su rostro ocultando un poco su sonrisa peculiar y sus dientes pequeños y afilados. Esto, por alguna razón, le provocaba ansiedad a Félix.

Félix se ponía algo ansioso con la presencia de Jeff, porque, además, era taciturno para ser un estudiante de ciencias políticas. Lo había conocido antes de salir de vacaciones y recordaba que habían intercalado no más de dos palabras, pero le incomodó más que Jeff le había mirado con insistencia su panza. Jeff apenas hablaba y entraba y salía de su habitación con mucha cautela y precisión. Verlo entrar y salir de su cuarto era como una especie de ritual en donde un mago protege sigilosamente sus secretos de los insistentes mirones. Jeff parecía sentirse cómodo con la presencia extranjera de un latino en medio de un mar de blancos norteamericanos. Sin embargo, no era un pesado, tenía una mirada dulce y sencilla.

Tan pronto acomodó sus pertenencias salió de su habitación a la misma vez que Jeff abría la puerta de su cuarto emitiendo un tímido ‘¿Qué pasa?’ Jeff no se sobresaltó al ver la figura imponente de Félix, y volvió a mirar su pancita que develaba una cierta afinidad por la cerveza, el buen comer y estadías satisfactorias en su país de origen. Jeff se limitó a pararse frente a su puerta, como congelado en el tiempo, y emitió otro tímido saludo mientras lo miraba fijamente. Félix se incomodó una vez más.

En ese instante, cayó en cuenta, de las pocas veces que le había visto, que Jeff nunca sonreía ampliamente. En esos momentos, lo que más le sorprendió es que atisbó detrás del cuerpo de Jeff y por entre la puerta a medio abrir, un congelador nuevo de tamaño casero ubicado donde debía estar su escritorio. Jeff había movido su escritorio al otro lado de la habitación para hacer espacio a la tremenda nevera. Al darse cuenta de que Félix miraba hacia adentro, Jeff entornó un poco más la puerta.

- ¡Hola Jeff! ¿Qué se cuenta? Hay un olor…. extraño…en el apartamento… ¿Sabes?

- ¡Umjú!…

Jeff volvió a cerrar la puerta sin decir más.

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Félix sabía que Jeff era organizado, rayando en lo retentivo anal… era la limpia y clara representación de la obsesión, de la pulcritud, de la organización meticulosa. A Félix esto le había gustado en un principio, aunque se sentía incómodo cuando sentía que Jeff lo observaba silencioso y de una manera rara y que nunca supo o pudo explicar… Por eso, el olor le resultó misterioso.

Creo que jamás tuvo la oportunidad de averiguar la proveniencia del olor. Cuando visité a Félix, unas semanas antes de su desaparición, fui testigo del carácter extraño de Jeff… y como novia de Félix ya le había advertido que su compañero de dormitorio me hacía sentir algo incómoda. Fui yo quien notó la repentina desaparición de Félix puesto que ese domingo no me llamó como hacía habitualmente, ni me llamó en los domingos subsiguientes. ¡Se lo había advertido… Carajo!

Luego de interrogarme por un par de horas, el detective que manejó el caso hizo preguntas a todos los estudiantes graduados y vecinos de los apartamentos. De la misma manera, entrevistó a todos los profesores que pudo, en especial a Charles Bienador y a su colega Guglielmo Chavarry, quienes eran sus principales consejeros. Cuando los profesores de la universidad, de su departamento de ciencias políticas, y otros estudiantes graduados comenzaron a notar la evidente ausencia de Félix se armó una concertada preocupación colectiva que rebasaba los límites de la tranquilidad usual del campus de Storrs.

El detective, de apellido Lastre, se encontraba algo confundido y preocupado por esta situación. La palma de su mano izquierda temblaba cuando se acercaba a alguien que lo incomodaba, su cuerpo perspiraba un poco y apenas pestañeaba mirando con insistencia a la persona que interrogaba. Igualmente le temblaba cuando sentía que estaba tras la pista de algo importante o a punto de solucionar un caso. El detective, de algunos 40 años, miope, bajo de estatura, calvicie prematura, de ojos verdes y mirada intensa e incisiva exhibía una inteligencia aguda y feroz que no dejaba escapar el más mínimo detalle en la forma de actuar de una persona, en la forma en que una habitación estaba organizada o en la forma de vestir y conversar. Ningún dato dejaba de ser archivado en su mente y memoria prodigiosas.

Lastre se daba cuenta si su esposa Eylin había estado o no en su casa, o de si sus dos hijas habían olvidado algo en la casa al salir a la escuela. Por eso, le había llamado la atención la forma en que el compañero de apartamento de Félix tenía organizado su cuarto… esa nevera… esa dichosa nevera… esa pulcritud excesiva que había notado al conversar con Jeff le había molestado, pero como la entrevista era casual no podía pedirle a Jeff que lo dejara pasar y husmear un poco y abrir la nevera sin una orden judicial. Sintió el olor dulzón y le tembló la mano.

Pasaron varias semanas y nadie daba con el paradero de Félix y no era que fuese precisamente fácil de dejar notar. Félix era un tipo saludable y alegre. Donde se encontraba él se encontraba la algarabía y la conversación amena. La gente había lamentado su pérdida por varias semanas, hasta que poco a poco lo fueron olvidando. Su novia no lo podía olvidar y se mantenía en contacto con el detective Lastre quien seguía obsesionado con el caso e investigaba toda pista posible.

Un día sucedió algo maravilloso e inesperado. Su esposa Eylin, quien trabajaba en la división de archivos en la Biblioteca Legal de la Universidad de Connecticut, le mostró un caso extraño que alguien en la sección de catálogos le había pasado como curiosidad y que había ocurrido en Pennsylvania, en la Universidad de Pittsburg, en donde en un año académico dos estudiantes del tipo físico de Félix, de acuerdo con las descripciones obtenidas en el archivo, habían desaparecido en circunstancias misteriosas y similares. Eylin también se había interesado por la desaparición de Félix porque lo conocía. Eylin era activa, delgada, atlética y con una energía que superaba con creces las obsesiones de su esposo, Rey Lastre.

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Intuitivamente, ella pensó que a Rey le interesaría ver el archivo y cuando él regresó a la casa, ella lo esperaba sentada a la mesa en su apartamento en Willimantic. Esbozando una sonrisa de satisfacción, le mostró el archivo y éste, al leerlo, salió corriendo para su oficina para corroborar una información que había creído leer en algún momento cuando revisaba el caso de la misteriosa desaparición de Félix sin dar la gracias y dejando a Eylin con la palabra en la boca.

Al sentarse frente a su escritorio y abrir el cartapacio donde guardaba los documentos del caso vio que Jeff había sido estudiante en la Universidad de Pittsburg en el momento de la misteriosa desaparición de los chicos.

- ¡Demasiada coincidencia! ¡Esto no puede ser! Y una sonrisa se esbozó en sus labios mientras sus ojos le brillaban como quien se encuentra con una joya en el camino. Su mano le tembló.

Rey se levantó apresuradamente de su escritorio desordenado, con varias estibas de papeles flotando entre partículas de polvo que amenazaban con obstaculizar la luz que emanaba de su lámpara de escritorio. Eran las dos de la madrugada y Rey estaba energizado.

Al otro día, hizo varias llamadas de rigor y logró conectarse con un colega detective en Pittsburg con quien sostuvo una larga conversación sobre los pormenores de las desapariciones misteriosas en la universidad hacía un par de años atrás. El detective Charlie Lombard, un tipo bien parecido, alto, de barba espesa negra y un físico que recordaba a sus profesores esmirriados, de frente amplia y feliz, le comentaba que de la misma manera en que las desapariciones de estudiantes graduados ocurrieron, con unos 6 meses de diferencia entre ellas, éstas cesaron de repente, pero fue algo que nunca lograron esclarecer. Sin embargo, sospechaba de varias personas. Entre los potenciales sospechosos había un par de estudiantes graduados. Era lógico porque las desapariciones ocurrieron exclusivamente dentro de los programas graduados de la universidad. Uno de los sospechosos era Jefferson Stanwich, aunque nunca pudieron acusarlo de nada.

Sé que Rey quedó maravillado por la conversación telefónica emitiendo una simple serie de…

por la información!

pensó en la manera de seguirle la pista a Jeff sin despertar sospechas.

Yo lloraba todos los días extrañando a mi gordo querido. Pasaron los meses, un par de desapariciones más ocurrieron y nada. Rey se frustraba, no podía encontrar fallas en el proceder de Jeff…. Oculto desde el bosque, con sus binoculares, apenas podía ver cómo este abría y cerraba la

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- ¡Ajá!… - ¡Sí!… - ¡Umjú!… - ¡Cierto!… - ¡Veo!… - ¡Ya!… - ¡Claro!… - ¡Gracias
Inmediatamente

nevera para entrar o sacar algo. El olor dulzón se extendía por los pasillos y varios de los estudiantes, como Ashley Martínez y amiga de Félix, se quejaban con la administración.

Varias semanas después, Rey también desapareció a la misma vez que Jeff. Lo supe porque una noche, Damián Alemán, uno de los estudiantes graduados del Departamento de Lenguas Modernas, vio en el periódico local que uno de los detectives del pueblo había desaparecido misteriosamente a la misma vez que se publicaba la desaparición de otro estudiante, Gustavo Ostrovski, del departamento de Ciencias Políticas de la misma universidad. Damián me llamó esa noche. La periodista que hacía el reportaje de media página en primera plana, elegantemente escrito y de prosa sucinta, detallaba los pormenores de una investigación que fracasaba puesto que conducía a un callejón con múltiples salidas, pero ninguna creíble. Todas eran pistas que despistaban. Damián me hizo llegar la noticia por correo electrónico unas semanas después.

Un año más tarde, cuando la universidad construía nuevos dormitorios en los terrenos aledaños al complejo de apartamentos donde vivía Félix, los trabajadores desenterraron dos neveras pequeñas. A los obreros les llamó la atención porque estaban perfectamente selladas con plástico y cintas adhesivas. Llamaron a la policía. Al abrirlas se encontraron dos brazos pertenecientes a diferentes personas. Una investigación inicial proclamaba que pertenecían a uno de los estudiantes desaparecidos y el otro al detective.

La investigadora a cargo del caso, Rositsa Mihaeleva Arteaga, proveniente de agencias federales, de la división forense de Washington DC, dijo que ahora era un crimen que implicaba secuestro y asesinato. Ella comentó a las noticias que le llamó atención la absoluta limpieza de las neveras y que al abrirlas vieron que contenían dichos dos brazos embalsamados gracias a productos conservantes, fijadores y germicidas dignos de un especialista en tanatoprácticas y procesos mortuorios modernos.

Los brazos mostraban el puño con el dedo del medio enhiesto. ¡Un claro mensaje de fuck you! Esto llevo a la agente federal Mihaeleva a especular que era una especie de vejación y provocación hacia las autoridades federales. El asesino asumía así, por segunda vez, un juego temerario, un desafío abierto a las autoridades. Un juego de gato y ratón. Las neveras encontradas supuraban un olor dulce, similar al olor de la guanábana madura cuando se pudre.

Dos años después, la investigadora Mihaeleva también desaparecería bajo circunstancias misteriosas, para ser encontrada luego enterrada en una nevera en un pueblecito medio abandonado al norte de la ciudad de Schenectady, en Nueva York.

Traumada por todo este asunto, yo jamás quise volver ni a la universidad, ni tampoco al pueblito de Storrs. Extraño mucho a Félix, especialmente los domingos, cuando su llamada de rutina me hacía muy feliz.

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El ojo del jardinero Lourdes Vázquez Rutgers University

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LETRAS

La mansión que recuerdo estaba ubicada en el alto del monte de Miraflores y destacaba por su estilo Tudor, es decir: simulando lo típico del medioevo de ciertos nortes. Las veces que me topaba con esta, camino a la escuela, me sentía como una estatua de tiernas carnes flotando en su mar. En esa supra realidad me enfrentaba con peces mágicos o diosas en ruta al Ganges: sus cuerpos de frente a la esperanza o accidentados por la decepción. Solas con la inmensa riqueza de sus accesorios. Entonces, esa casa, ¿quién?

Era un chalé trabajado en estuco blanquísimo, con cimiento de piedra, entramados de maderas, puertas repujadas, ventanales agrupados y un pavimento empedrado que dibujaba una medialuna por donde se acomodaban los carros. El terreno al fondo incluía una pequeña casita que servía para casa de servicio y covacha y en la puerta de entrada colgaba un curioso letrero de madera pintado en verde: Un jardin, meme tout petit, c’est la porte du paradi Un jardín, aunque sea pequeño, es la puerta al paraíso. Ya había escuchado de muchas formas lo mucho que se inspiraban las mujeres de mi familia cuando trabajaban en sus jardines. Lo comentaban a la hora del café, después de la siesta y mi madre que era muy leída, haciendo clara referencia al jardín citaba a Virginia Wolf: No need to hurry, no need to sparkle, no need to be anybody but oneself.

Al costado de ese jardín, un pequeño huerto de especies para el guiso protegido por una telaraña de ramas de árboles evitaba que el cultivo se achicharrara bajo el sol nuestro. El huerto era un pequeño espacio rectangular con un olor intenso a tierra húmeda sembrado de cilantro, recao, lechuga, berenjenas, tomatillos y menta; todo tan bien organizado y además defendido por una verja de madera tan chiquitita, que a los niños se nos ocurrió pensar que era para uso de los gnomos que vivían en los alrededores; que ya mi madre me había contado varias historias de sus maldades. Aunque eran invisibles para los humanos, preferían moverse de noche para hacer todo tipo de fechorías.

Esa casa, abandonada por el dueño ya hacía un par de años, era mantenida por el jardinero, quien poseía todas las llaves de sus secretos. Nadie podía entrar a ella sin que el jardinero o su mujer estuviesen presentes y para los niños del barrio se presentaba como era el reto de nuestras vidas. ¿A qué niño no le interesa el misterio de una casa abandonada?... Narro aquí cómo fue que una vez entré a su interior junto a mi prima Margarita, pues la hija del jardinero era su compañerita de escuela. Un sábado, mientras sus padres visitaban la plaza del mercado, esta llegó a nuestro pequeño balcón y declaró: hay que aprovechar que ellos no están… Finalmente había llegado el tan ansiado momento y nuestros pequeños corazoncitos se volcaron sobre la experiencia. A escondidas de nuestros padres y principalmente de la abuela, el camino fue entre risas y prisas hasta enfrentarnos a la mansión.

Cómo explicar la magnitud de aquella estructura: el tamaño y labrado de aquellas puertas de arcos, con signos distantes a mi existencia. Hablo de ciervos y racimos de manzanas entre líneas fluidas y metales decorativos; hablo de aquel entrecruzado de maderas en las paredes elaborando un rompecabezas de cuadrados y triángulos inexplicables; hablo de los ventanales de vidrio emplomados y biselados formando pequeños diamantes de luz. !Qué impresión! Aquella niña abrió la inmensa cerradura de la puerta con una extraña llave de metal labrado, para distinguirse de inmediato un gran espacio vacío a dos niveles rodeado de tragaluces de alabastro y con pisos de madera bellamente pulida. Un primer vestíbulo era interrumpido por un segundo nivel de donde asomaba una lámpara de techo de dos esferas invertidas en vidrio y cerámica1 y el magnífico ventanal de vidrio que tantas veces habíamos

1 Que ya de adulta identifiqué como una René Lalique.

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visto desde la calle. De todo el interior emanaba un perfume exquisito que brotaba de la madera que cubría el piso. El techo interior de dos aguas formaba un arco rodeado de estuco blanco con espacios horizontales creados por vigas de madera. Unas escaleras daban a otro vestíbulo con lámparas incrustadas en las paredes en forma de tulipanes y a un par de habitaciones a ambos lados… una de ellas con la puerta abierta asomándose un armario de ropa de caoba fina abierto en dos y de donde sobresalía una percha con un traje de noche. Era una camisola de línea recta y talle bajo con escote abierto, sin mangas, de un género muy fino en color oro, como de seda importada: todo elaborado en canutillos y flecos y como de una pulgada de ruedo después de la rodilla. El armario se complementaba con gavetas de distintas dimensiones que terminaban en medialunas y al lado una pequeña coqueta con espejo y un par de lámparas de aceite sujetadas por dos figuras de mujeres romanas en bronce repujado.

Desplazábamos nuestros cuerpitos por aquellos interiores con mucho cuidado, no vaya a ser se rompa algo y terminemos confesando el pecado y con un fuetazo entre las piernas. Parecíamos pequeñas detectives investigando una muerte y ya detras del victimario; además la hija del jardinero ya nos había advertido que no podíamos tocar absolutamente nada, NADA, que era lo peor que podíamos hacer, porque su padre, con su ojo de mago viejo, se daba cuenta de todo; pero la tentación pudo más. !Qué decir! Tocar aquel traje era lo que más ansiaba, quería saber si era cierto lo que estaba presenciando y no un espejismo. ¡No toques! ¡Ten cuidao!, exclamaron aquellas dos. No voy a tocar, dije, solo quiero acercar mi cara para acariciarlo con la piel. Quería olerlo, sentirlo, más me picaban las palmas de las manos, los dedos y de un tirón lo halé de la percha y me lo puse. Un relámpago intenso recorrió mi cuerpo, ¡¡¡mientras las niñas aleteando los brazos exclamaban… OOOO!!!, AAAAA!!!!, NOOOOOOOO!!! Yo comencé a girar de pura alegría. No sé qué arrebato me entró. El giro era similar a los giros místicos de la danza sufista, con los brazos al aire y la cabeza levemente inclinada. Así tropecé con una cartera de noche tirada en el piso con la misma elaboración de canutillos de mi traje y seguí dando vueltas, tropezando con una pared y luego con otra, ya sin importarme. La hija del jardinero estaba espantadísima, mientras que mi prima Margarita exclamaba: ¡quítate ese traje que nos van a matar!, junto a un ¡ten cuidao prima que te achuecas! y se me ocurrió declamar ya sucumbiendo al giro, no te preocupes MARGARITA ESTÁ LINDA LA MAR Y EL VIENTO LLEVA ESENCIA SUTIL DE AZAHAR…

En esa gravitación me fui adentrando al pequeño huerto del jardín, como si el huerto estuviese dentro de la casa, como si la casa abriese las paredes y ya no hubiese interior, solo los verdes, los amarillos, los pequeños rojitos, el blanquísimo de las florecitas y los olores intensos de las hierbas para el guiso. Gris-gris, mi cotorra, apareció en una rama recitando su canto de pájaro perdido y yo junto a ella en la misma rama. Margarita ya sin voz seguía en su letanía: ¡Ten cuidao, prima! y en ese preciso instante recobré una de las conversaciones escuchadas en la casa de los abuelos en donde murmuraban que esa casa la había construido un alemán en el entresiglos— corredor de azúcar del país para Alemania y Austria—que además le gustaban las antigüedades y viajaba mucho, sobre todo a Luisiana. Un tío mío trabajaba en los muelles de San Juan y lo veía dos y tres veces al año embarcarse en el SS Victoria con ruta a Nueva Orleans y tiempo después lo volvía a ver desembarcar con cuanto tereque encontraba por esas tierras.

Continué en mi giro histérico sin tampoco interesarme cesar, porque se me acercó una neblina fina con voces de niños en habitaciones, música y champán en la gran sala y repentinamente me pareció reconocer a mi abuela, de joven, con sus falda larga y blusón de

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algodón blanco— vestimenta típica de las criollas de entresiglo. ¡Sentí una gran esperanza! Intenté perseguirla, pero caminaba de prisa como en las pelis mudas, para desaparecer por uno de los baños al fondo. La gran sala deslumbraba con el despliegue de mujeres en trajes de corte similar al mío, en géneros finísimos con multitud de brocados, lentejuelas, canutillos y flecos, y maquilladas con polvos de arroz y lápices de labios color sangre. Los hombres, cautivantes en esmoquin y zapatos de charol negro, se relacionaban, intercambiaban saludos, alzaban copas.

Súbitamente desde la bocina de una radiola comenzó la música. Unas manos con guantes blanquísimos le daban a la manigueta de la máquina para que una vocalista se escuchara. Cantaba un blues… I am just a woman, a lovely woman…y ya no me acuerdo que más decía la canción. Rara es la vida y lo que pretende de nosotros. Solo toca a la puerta y no hay salida. En esa gran sala, los invitados fueron aglomerándose en el centro y para mi sorpresa mi abuela, transformada en una sensual y atrevida mujer, se presentó radiante con sus piernas al aire, vestida a la Josephine Baker con los senos al aire, profusión de collares y aretes enormes, accesoriada con un penacho en plumas larguísimas que tocaban el piso y una cola sobre las caderas del mismo material. Se movía con una gran seguridad, como si acabara de salir de entre las bambalinas y todos los telones de un teatro. Los invitados aplaudieron con furia y una música se escuchó gracias a las manos de guantes blanquísimos dándole a la manigueta de la vitrola.

Cómo explicar que en ese preciso instante el poderoso ojo del jardinero se adentró en la escena como un estupendo conquistador español vigilando la indiera, y ya lo que me importó fue salir viva de la duna. Salir viva del hueco de la duna, salir viva del agujero creado por la duna. Había leído demasiados cuentos de hadas con ojos maléficos irradiando envidia, pero nunca me imaginé que penetraran la corteza del cerebro infiltrando el miedo, como los conjuros de la bruja Medea. El ojo del jardinero pertenecía a un brujo de mucho conocimiento y podía hacer que de las estrellas brotara sangre con solo pensarlo. Recuerdo que unos meses atrás mi madre, al notar mi excitación con esa mansión, me agarró por los hombros y casi grita: prométeme que nunca, pero nunca te vas a atrever cruzar ese patio. Fue uno de esos momentos en la niñez en que uno sabe que indagar el por qué sería considerado un agravio y traería consecuencias.

De alguna forma desarrollé una fortaleza interior y me zafé de aquel traje, para volver a escuchar los gritos de mi prima y observar la cara desencajada de la hija del jardinero. Un profundo silencio ya se había apoderado del espacio y de nuestros pequeños oídos en donde tal vez la polilla era lo perceptible. Con extrema rapidez me puse mi ropita y salimos de aquella casa casi volando, porque los vientos de cuaresma nos empujaban tan naturalmente hacia las ramas de los árboles, hacia los aires, hacia el firmamento brillante.

El mapa sagrado de la genealogía es una ballena cuya fuente crea los arcoíris indiferentes a lo que acontece. En ese momento mi madre, sintió una enorme necesidad de salir a buscarme y como una gallina desesperada, con el pelo sin recoger, los ojos como esferas de macacos y la falda del traje casi sin abotonar apareció antes de que el viento definitivamente nos arrastrara a la mar.

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réquiem / Andanzas

Mayra Encarnación Universidad de Puerto Rico, Recinto de Carolina

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LETRAS

Réquiem

Mis muertos desarman la hoguera (sucumben en la tenebrosa voluntad) gritan Exclaman por tener voz Sollozan por su inexistencia

Mis muertos desacoplan el rugir del viento sin paso en la arboleda tropiezan con murallas de ecos (voces desatinadas)

Mis muertos deshojan margaritas disecadas en la penuria de la hojarasca ya no respiran lluvia fresca ni sueñan con primaveras en la rendija de la espera

Mis muertos vuelcan las páginas despobladas de amaneceres para brotar palabras albergadas por cuitas abandonadas

Mis muertos desarman la hoguera

Mis muertos desacoplan el rugir del viento Mis muertos deshojan margaritas disecadas Mis muertos vuelcan las páginas

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Réquiem

Andanzas

Refúgiate en las andanzas de mi piel Serás acogido como tierra floresta o campo por espigar Rociaremos vendavales de gemidos desconocidos por nuestros cuerpos hasta alcanzar la conjugación perfecta de tu voz

Refúgiate en las andanzas de mi piel para provocar espumas en la arena de tus sendas o sostener la ola de tu canto Delataremos la cúpula en el olimpo de nuestro abrazo hasta nutrir el cuerpo de humedades

Refúgiate en las andanzas de mi piel Serás acogido como tierra floresta o mar revuelto y comenzaremos el ascenso al firmamento de nuestros instintos

Refúgiate con sangre nueva Refúgiate con afán

P.D. Solo así merecerás pulsar la cítara de mi ombligo.

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30 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA Presentación del libro Conocimientosbásicosparaserundocente
Janette Orengo
Universidad
Ana G. Méndez, Recinto de Cupey
POLÍTICA Y SOCIEDAD

En el 5to.Simposio del Proyecto Título V, Innovación, Enseñanza y Aprendizaje: Nuevos Acercamientos al Magisterio, celebrado el 9 de septiembre de 2022 en el Centro de Convenciones en el Hotel Sheraton San Juan se realizó la presentación de la 2da. edición del libro Conocimientos Básicos para ser un Docente1. El mismo consta de 205 páginas, el cual tiene como propósito principal ofrecer una diversidad de temas, estrategias y técnicas básicas necesarias que requiere poseer y dominar un docente. Va dirigido a los estudiantes futuros maestros, a los que van a comenzar su experiencia profesional en el escenario educativo, a los ya profesionales en el campo educativo para que puedan realizar un repaso de aspectos o conceptos nuevos, Inclusive para los profesores que su preparación académica no es en el área de la docencia. Reconozco que existe una variedad extensa de libros de referencia y textos para que el estudiante maestro, educador o profesional que desea ofrecer cursos en instituciones educativas de diferentes niveles desde elemental hasta postsecundarias o universidades. No obstante, en la velocidad acelerada del diario vivir y las múltiples responsabilidades que asumimos en el mundo moderno, este texto desea colaborar a que, de forma compacta se conozcan o repasen los aspectos indispensables que un educador sea exitoso.

Entre los temas figuran un breve compendio de: Características de un maestro exitoso, Competencias esenciales de los docentes, Fundamentos sociológicos, “Mindfulness” y la educación, Algunas perspectivas sociológicas clásicas, Métodos y estrategias de enseñanza, Principios básicos para la enseñanza de los adultos (Andragogía), y varios de los principios éticos y legales en la evaluación académica estudiantil. Se incluye, además, los nuevos enfoques de aprendizaje como el conectivismo, Neurociencia, neuroeducación y neuro-aprendizaje. También un resumen de los Conceptos curriculares medulares de las Definiciones de Currículo, y la diversidad de Tipos de currículo. Para el proceso de planificación del curso del docente se le brinda información precisa de las Partes que debe incluir el Silabario del curso, Calendario Temático del Curso, o Bosquejo temático, el Modelo generalizado de un Plan Diario y las Partes de una clase. Para ser efectivo y lograr los estándares académicos, las competencias establecidas institucionalmente es indispensable conocer y construir los Objetivos instruccionales, Cambios en la Taxonomía Cognoscitiva Benjamín Bloom y colaboradores. Existe una variedad de taxonomías para la construcción de objetivos educativos, pero una de las más utilizadas son la de Bloom y colaboradores y la de Norman Webb. Para un docente es de vital importancia conocer las Principales corrientes filosóficas y su impacto en la educación, los Fundamentos psicológicos (las más comunes de las teorías de aprendizaje) y su aplicabilidad en la sala de clases para así atender la diversidad funcional de nuestros estudiantes.

Igualmente incluye diversidad de Ejemplos de formularios para utilizar en diferentes procesos educativos. Los mismos pueden ser utilizados o modificados de acuerdo con sus necesidades tanto de forma física como virtual. Puede contribuir a ofrecer ideas de aquellas evidencias o procesos pertinentes requeridos a niveles institucionales o legales en el proceso educativo.

Exhorto al lector a reflexionar sobre cada uno de los aspectos que se mencionan en el libro y de necesitar profundizar en algunas de las áreas realizar una búsqueda de autores expertos en el tema de interés. Ser educador es una gran responsabilidad y necesitamos cada día perfeccionar el arte de ser DOCENTE. Ante los hallazgos en las investigaciones, teorías educativas recientes, y énfasis en los procesos educativos tales como la educación a distancia, sirve de apoyo para trabajar exitosamente con los aprendices del Siglo XXI. Mi exhortación para seguir creciendo como profesionales comprometidos con nuestros educandos.

1 Orengo, J. (2022). Conocimientos Básicos para ser un Docente. (2da.ed.) Publicaciones Puertorriqueñas: San, Juan, P.R.

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Ausenciay presencia de Manuel Martínez Maldonado en la novela detectivesca Hiram Sánchez Martínez Escritor independiente
LETRAS

Presentación de la novela Ausencia (Modelo para un Mito) en la librería El Candil, en Ponce, Puerto Rico, el sábado, 16 de julio de 2022

El Latino Internacional Book Awards le concedió a esta novela el segundo premio (Medalla de Plata) en la categoría de Mejor Ficción Detectivesca, el 20 de agosto de 2022.

Ausencia (Modelo para un Mito) es la última entrega de nuestro querido escritor puertorriqueño y compueblano yaucano, Manuel Martínez Maldonado, con la cual, una vez más, hace un despliegue convincente de lo que él es: un gran novelista de historias estupendas. Los que conozcan la prosa de este autor recordarán que puede combinar con gran destreza y lucidez la historia y la ficción. Recuérdese, a manera solo de ejemplo, su novela El vuelo del Dragón, desarrollada en el contexto de la guerra civil española (1936-1939), o su novela Solo la muerte tiene permanencia, anclada en los conflictos de los estudiantes frente al Gobierno en la Universidad de Puerto Rico durante el siglo pasado.

Su obra, en particular la que hoy presentamos, está plenamente insertada en la literatura noir, de la cual la novela detectivesca o policial es un subgénero. No todos los críticos literarios concuerdan en todo sobre este tipo de literatura y algunos hasta niegan que este subgénero posea los atributos de la llamada «literatura seria», algo con lo que naturalmente no estoy de acuerdo. Quizás por eso me llamó tanto la atención que Mario Vargas Llosa comenzara así una columna reciente titulada «¿Novelas policiales?»:

Confieso que me inquieté mucho cuando oí que Javier Cercas iba a escribir una novela policial. ¿Quién le mandaba a uno de los mejores escritores de nuestra lengua, después de haber escrito esas obras maestras que son, entre otros libros suyos, Soldados de Salamina, Anatomía de un instante y El impostor, escribir una de esas novelitas que tienen más de adivinanza y cálculo que de Literatura?

Que alguien como Mario Vargas Llosa confesara de ese modo este tipo de sorpresa tenía alguna importancia para mí, que soy lector gustoso de la literatura detectivesca o policíaca, porque uno tiende a darle oído a lo que dice un Premio Nobel de Literatura sobre temas literarios. Máxime cuando luego añade que «[l]eer a Fiódor Dostoievski o a Gustave Flaubert no es leer a Arthur Conan Doyle, aunque los tres son maestros eximios en el género que cultivan», para entonces añadir: «Pero es el género el que establece las distancias, no los autores, que pueden ser los más grandes en esa especialidad». Que es un modo de expresar su desamor por el subgénero detectivesco, pero tratando elegantemente de suavizar la ofensa que nos hace tanto a los escritores como a los lectores que somos aficionados a esta tradición literaria. Y yo, que no me dejo intimidar por las grandes reputaciones —por eso he dicho y hasta lo he escrito en El Nuevo Día, que jamás me ha gustado Rayuela—, me siento en libertad de contradecir este disgusto que manifiesta Vargas Llosa por el género policial.

Pues a mí sí que no me sorprendió que Manuel Martínez Maldonado hubiese escrito Ausencia, pues cuando me dio a leer su borrador, yo ya venía de leer sus «thrillers» El color de la muerte, El vuelo del Dragón y Solo la muerte tiene permanencia, tres de sus novelas en las que la intriga, el misterio y el descubrimiento de hechos asombrosos en el desarrollo de sus tramas laberínticas juegan un papel preponderante en el mejor estilo de la novela negra.

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Contrario al pensamiento vargasllosista, creo que en el subgénero policial, lo mismo que en cualquier otro género de la literatura, lo importante no es la historia, sino cómo esta se cuenta. Y si la historia, además de ingeniosa y sorprendente en cada página que pasamos, es espectacularmente contada, nada tiene que envidiarle a esa otra literatura que Vargas Llosa y algunos cuantos más llaman «seria». No, señor.

Aun cuando es en época reciente que el subgénero de la novela policíaca ha tomado el impulso y logrado la masiva popularidad de la que goza actualmente, sus orígenes se remontan al siglo XIX. Sin contar con sus antecedentes inmediatos —como la novela gótica de Mary Shilley, Frankenstein, o la novela de horror de Bram Stoker, Drácula—, parece haber consenso entre los críticos al identificar su nacimiento con Edgar Allan Poe y Los crímenes de la calle Morgue (1841). Desde entonces, la literatura detectivesca se ha expandido y ha sido fácil localizarla en las tres vertientes literarias principales: la europea, la estadounidense y la latinoamericana y caribeña, sin negar, naturalmente, que el género se cultiva en todas las partes del mundo.

En la vertiente europea la que nos resulta más familiar parece ser la inglesa, a la que pertenece el ya mencionado Sir Arthur Conan Doyle, con su celebérrimo detective Sherlock Holmes, y a Agatha Christie con sus afamados detectives Hercule Poirot, de un lado, y Miss Marple, de otro. Además, cómo olvidar a G. K. Chesterton y su bonachón Padre Brown. En la subvertiente española es fácil identificar al laureado Manuel Vázquez Montalbán y su Pepe Carvalho, sin olvidar muchos autores que se le adelantaron —como Pedro Antonio de Alarcón y Emilia Pardo Bazán, por solo mencionar dos— y otros muchos que se mantienen publicando con éxito y asistiendo a los múltiples festivales de novela negra que se celebran hoy día en España. Y, por supuesto, ¿quién no está al tanto de la subvertiente italiana mejor representada por Andrea Camilleri con su comisario Montalbano? De Suecia tampoco cabe olvidar a Henning Mankell y su conocidísimo inspector Kurt Wallander, a quien muchos de nosotros pudimos tener noticia por las dos series que transmitió Netflix no hace tanto.

La vertiente norteamericana es probablemente la de mayor influencia a la novela negra contemporánea. Aunque en los años 20 hubo personajes detectivescos de cierto arraigo, no fue hasta que en 1930 apareció Sam Spade de la maquinilla de Dashiell Hammet que se puede hablar del detective privado que conocemos como figura literaria de consideración. Poco después surgió Philip Marlowe, de la imaginación de Raymond Chandler. Esa dupla de Spade y Marlowe es el modelo definitivo de todos los que han venido después. Sobre ellos se acuñó el término hardboiled, es decir, tipo duro y cínico. Son el antihéroe por naturaleza: imperfectos, pero con algo de nobleza y sujetos a un código de honor muy suyo. Ambos personajes han calado hondo en el imaginario popular, gracias a la radio, la televisión y, sobre todo, el cine, donde Humphrey Bogart les dio vida a los dos con una estampa que perdura y que Martínez Maldonado, buen conocedor y crítico de cine, seguramente admira.

A fines de los 40 irrumpió Mike Hammer, de Mickey Spillane, más crudo y despiadado, que también ha dejado una huella en la literatura detectivesca de décadas de la posguerra, más inclinadas a la violencia gráfica y el comportamiento brutal.

Por otro lado, en la vertiente latinoamericana y caribeña en la que Puerto Rico está insertada, es con el argentino Jorge Luis Borges que podemos apreciar los primeros trazos del género detectivesco con sus relatos La muerte y la brújula (1944) y El hombre en la esquina rosada (1945). Por supuesto, existen otros autores latinoamericanos de importancia, pero no los detallaré para no extenderme más de la cuenta. Aun así, no quiero dejar de mencionar al cubano Leonardo Padura y su conocidísimo

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LETRAS

detective Mario Conde, pues este no solo ha plantado bandera en la literatura mundial, sino también en el cine mundial gracias a la plataforma de Netflix, que acaba de transmitir la serie de cuatro películas, Havana Quartet, basada en los libros de este cubano que vive y escribe desde Cuba.

En Puerto Rico la novela detectivesca se instala a partir de 1984 con Wilfredo Mattos Cintrón y su serie completa del detective Isabelo Andújar. Y pocos años después, en la década de 1990, comenzaron a unirse otros autores como, por ejemplo, Arturo Echavarría, con su obra Como el aire de abril (1994); Ana Lydia Vega, con su Pasión de historia (1994); y Edgardo Rodríguez Juliá, con su Sol de medianoche (1995). Ya en el nuevo siglo se suman Marta Aponte Alsina, con la serie completa del detective Gabriel Marte, en sus novelas El cuarto rey (1996), Fúgate (2005), y Sobre mi cadáver (2013); así como Francisco Velázquez y su serie del detective Dolores Cardona; Máx Chárriez con su serie Profecías protagonizada por el detective Manuel Sánchez Osorio; y cuatro autoras y un autor, Mara Daisy Cruz, Luis Alejandro Polanco, Awilda Cáez, Yolanda López López y Milagros González Rodríguez, que han escrito a diez manos la importante obra Nadie descubrirá tus huellas

A este amplio grupo de autores puertorriqueños cultivadores del subgénero añadimos ahora, naturalmente, a Manuel Martínez Maldonado. Es de la pluma de nuestro celebrado autor que salen sus novelas noir El vuelo del Dragón (2012), Solo la muerte tiene permanencia (2014), Del color de la muerte (del mismo año) y Ausencia (Modelo para un Mito) (2021), de la cual hablamos hoy. Pues vayamos al grano.

El detective Alcides Pérez, protagonista de Ausencia, ya se había asomado antes a la obra de Martínez Maldonado e, incluso, en El vuelo del Dragón se hace una descripción física de él. De hecho, algunos de sus rasgos allí descritos, los cuales se repiten en Ausencia, nos hace preguntarnos si esto es uno de los indicios de que el detective Alcides Pérez es realmente un alter ego del autor. Claro, el detective no es médico como el autor —quien para más señas es nefrólogo—, sino que es un abogado graduado de la Universidad de Fordham de Nueva York y licenciado por el Tribunal Supremo de Puerto Rico para ejercer la abogacía. Entonces, ¿por qué un graduado de Fordham trabaja como detective de la Policía y no como abogado postulante, fiscal o juez? Pues no surge de la novela aun cuando es evidente que se trata de uno de esos casos en que la vocación apisona cualquiera otra consideración.

Ausencia (Modelo para un Mito) se compone de 47 capítulos. Estos poseen la particularidad de que cada uno tiene un título seguido por una fecha, excepto los capítulos 8, 22 y 43, que solo tienen título. Y eso de ponerle fecha a los capítulos trajo a mi memoria las exitosas series de televisión Law & Order y Law & Order: Special Victims Unit, así como la serie documental 48 Hours, en las que se integra el calendario de las horas al decursar de la trama policíaca. En nuestro caso, por razón de esta alusión al calendario, sabemos que el crimen o crímenes y su investigación y desenlace se suceden en dos etapas: la primera, entre el 4 y 13 de enero de 1946 (que son los capítulos 1 al 43), y la segunda, que transcurre en Semana Santa en el mes de abril de ese año (que son los capítulos 43 al 47). Habría que preguntarle al autor la razón que tuvo para fechar de este modo sus capítulos, pero mientras ustedes no tengan la oportunidad de hacerlo yo podría conjeturar que no tiene que ver tanto con la importancia del tiempo para la trama, que sí la tiene, sino con la sagacidad del detective Alcides Pérez para esclarecer sus casos en poco tiempo. Es decir que, en esta primera etapa de la investigación con duración de una semana en enero de 1946, el detective Alcides Pérez no solo tiene que investigar el asesinato con el que inicia su novela, sino hacerlo antes de que nombren al compueblano nuestro, coronel Salvador T. Roig, como Jefe de la Policía Insular, por las razones que se explican en el relato.

La trama, que parece vinculada al tráfico de narcóticos en Puerto Rico y el Caribe al finalizar la Segunda Guerra Mundial, nos lleva a diversos escenarios en que transcurre o desde los que se

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originan o se extienden los hechos, como por ejemplo, una base de la Marina norteamericana, Tras Talleres, Puerta de Tierra, el hipódromo Las Casas, Isla Verde, la Bacardí, otras islas caribeñas, y alude a una sucesión de hechos históricos, unos muy conocidos y otros no tanto, que ambientan el desarrollo de la trama. No escapa a la ambientación de la trama del tráfico internacional de sustancias prohibidas la mención de los conocidos mafiosos, que de algún modo operan en Cuba, Meyer Lansky y Albert Anastasia, así como del general Fulgencio Batista.

Ausencia (Modelo para un Mito) se inicia, como toda novela detectivesca, con un crimen del que no hay testigos, de momento tampoco hay pistas y no sabemos cómo habrá de descubrirse al autor. En el transcurso de la historia se descubren pruebas circunstanciales que apuntan a determinado sospechoso que termina siendo inculpado injustamente por la torpeza de otros policías y oficiales de superior rango. No obstante, el detective Alcides Pérez demuestra un poder mayor de observación, validando al mismo tiempo el principio de este subgénero de que la prueba que a primera vista parece ser la más convincente termina siendo absolutamente impertinente. Se trata de un modo ingenioso del autor cuestionar nuestro propio juicio y agudeza mental como lectores. Alcides Pérez demuestra ser, pues, un detective inteligente, perspicaz, astuto y disimulado. A base de su poder superior de observación, siempre hace una interpretación lógica de las pistas que surjen o consigue y va concatenando esa mezcla de pistas y teorías, y aplicando a sus suposiciones y hechos constatables el método deductivo —como método científico al fin, que muy bien domina el autor— para esclarecer los detalles que nos llevarán a la inesperada revelación del verdadero autor del crimen.

Aclaro que en esta novela, esclarecimiento y desenlace no son sinónimos, pues ni siquiera son ocurrencias simultáneas, como suele ocurrir en este tipo de subgénero. Muy por el contrario, el esclarecimiento que la cúpula de la Policía Insular anuncia públicamente inculpando al que no es, es un resultado falseado por motivos espurios relacionados con el estatus social y político familiar de El Mito, que es la primera víctima. Y digo la primera porque —y sin arruinarles mucho el elemento sorpresa que debe ser consustancial a una obra policíaca— son cuatro los asesinatos a lo largo de la historia, asesinatos que se van sumando con miras a despitar a todos en el mundo de la novela y a nosotros mismos los lectores, en todo lo posible. Menos al detective Alcides Pérez, por supuesto, que sabe siempre oler lo que nadie más se huele porque se comporta siempre como el protagonista icónico en la mejor tradición de la literatura noir.

Pese a que he hablado del «esclarecimiento» del crimen o crímenes debo decir que, a mi juicio, el esclarecimiento en la novela Ausencia (Modelo para un Mito) ocurre en dos planos: uno, el falso o ilegítimo que es construido y ofrecido por la oficialidad para consumo público y, otro, el verdadero y auténtico que es el que solo Alcides Pérez y un grupo allegado a él, al margen de la oficialidad, conocen. De hecho, el desenlace está relacionado con este segundo esclarecimiento, el cual, para fortalecer esta impresión, resultará en un desenlace poco ortodoxo que se moverá tanto en tiempo (casi cuatro meses) como en espacio (otra isla caribeña).

Por otro lado, en una ocasión le escuché decir a Martínez Maldonado que el escritor no solamente debe leer literatura, sino también ver cine. Con lo cual estuve muy de acuerdo, pues yo ya había descubierto que para el escritor, aparte del goce que produce por sí mismo ver una buena película o serie de televisión, el buen cine es un taller constante de aprendizaje. Es quizás por eso que Martínez Maldonado vuelve a desplegar su narrativa cinematográfica de la cual se había valido en sus obras anteriores. Recordemos que su gusto por el séptimo arte ya lo había puesto al servicio del público cinéfilo en su paso por las páginas de los periódicos Caribbean Business, El Reportero y El Mundo, como crítico de cine. En esta novela la prosa vuelve a ser de corte cinematográfico, tanto por su modo minucioso de describir y concatenar los eventos que narra, como por la sugestión de que

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LETRAS

el lector simplemente está viendo un thriller en el cine o una serie detectivesca de streaming en la televisión. De hecho, a mí me parece que Ausencia (Modelo para un Mito) sería más apropiada para una serie de ocho o doce episodios que para una película de dos horas.

Repito lo que dije al dorso del libro de Manuel: «Con descripciones minuciosas y enfoque cinematográfico con sus diversas tomas —close-ups, alejamientos, penumbras— flashbacks y mucho suspenso, la historia que cuenta este thriller de Manuel Martínez Maldonado mantiene al lector en ascuas desde principio hasta el descubrimiento final del responsable o los responsables de los asesinatos». Porque ciertamente es un texto lleno de tensión que Martínez Maldonado ha sabido manejar con maestría.

Con este despliegue de técnicas cinematográficas al que me refiero, uno puede imaginarse estar viendo en una pantalla de cine o televisión, la acción o parte de ella, como, por ejemplo, la que se desarrolla en penumbras o en las sombras de la noche, los faroles de automóviles que prenden y apagan en la oscuridad, el curioso contenido de las ollas de presión que Alcides Pérez encuentra, los tiros de cámara alejados para captar el bullicio en las gradas y los caballos corriendo en el hipódromo Las Casas, y los de acercamientos a los narcóticos en sus jeringuillas, los genitales de la primera víctima cortados y tirados en la arena a su lado, el rostro de La Bella Cubana —que es una especie de canto de sirena que se pasea por las páginas de la novela, una suerte de «mito»—, y otras tantas imágenes que el autor se ocupa de presentarnos plásticamente solo con su verbo preciso y atinado.

Para concluir pregunto:¿por qué el título Ausencia (Modelo para un Mito)? Desde antes de iniciarse el primer capítulo, aparece a manera de lema, en mayúsculas y en una sola página, la frase «DICE LA AUSENCIA» que es un verso de la canción «Ausencia» de Rafael Hernández. De hecho, el verso aparece transcrito en la página 312 entre los nueve versos de la canción que el autor reproduce como parte del texto de la novela, mientras es cantada por una importante coprotagonista. El subtítulo de Modelo para un Mito —y «Mito» escrito con mayúscula— podría referirse a El Mito, personaje al que no solo asesinan y da inicio a la trama, sino a quien le emasculan el pene y los testículos. La reputación de El Mito era un «mito» que se había elaborado alrededor de la reputación de su padre, habida cuenta de que El Mito era un simple delincuente al que la oficialidad protegió como si fuera un hombre de bien y quien provocó la ira de su asesino. Pero, aparte de estas someras pinceladas, ya el autor tendrá la oportunidad de darnos más explicaciones sobre el enigmático título cuando ustedes en breve se lo pregunten.

Muchas gracias.

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El antropomorfismo en la poesía de Luis Gilberto Caraballo: el amor a la naturaleza y a las cosas Diana Guemárez Cruz Escritora independiente
LETRAS

“Si permaneces cerca de la naturaleza, de su sencillez, de las pequeñas cosas que apenas se notan, esas cosas pueden volverse inesperadamente grandes e inconmensurables”.

“En mi cama hizo nido el alacrán y las sábanas son sudarios congelados. He perdido pedazos de mi cuerpo, trozos irrecobrables”. Olga Orozco, citada por Luis Gilberto Caraballo en Ráfagas

El antropomorfismo consiste en la proyección de cualidades humanas a otros seres vivos o a objetos inanimados. Se ha visto que contrario a la prosopopeya o personificación literaria, el antropomorfismo proyecta lo espiritual sobre otros elementos naturales y las cosas.

Se ha distinguido este recurso literario como algo que existe desde los clásicos griegos como Esopo y se ha visto su presencia hasta en la literatura más contemporánea como The Animal Farm de George Orwell.

Luis Gilberto Caraballo (Caracas, Venezuela, 1962) es autor de nueve libros publicados y más de 26 libros escritos. En su vasta obra, la naturaleza es protagonista. He visto cómo en su obra la naturaleza es presentada de modo factual o cómo la desfamiliariza, para usar el término acuñado por Víktor Shklovsky. También he visto en otros ensayos el uso de símbolos de la naturaleza en su poesía como el mar o la noche. O todos los elementos de la naturaleza con los cuales este escritor dialoga en su monumental libro, La Gruta del Ávila.

Más recientemente me he fijado en el aprecio que demuestra Luis Gilberto Caraballo por las cosas sobre las cuales él proyecta su humanidad. Estas cosas son parte de su vida cotidiana, son objetos de observación y contemplación, medita sobre ellas, las hace sus espejos. Cosas como las piedras, la cama, el sillón, la silla se presentan elevadas espiritualmente en su poesía. Recuerda en ello la poesía del gran poeta español, Jorge Guillén.

Esto es lo que me propongo ver en este ensayo, cómo Caraballo humaniza la naturaleza y las cosas.

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Luis Gilberto Caraballo, @ fotografía de Frank Martínez.

Cuando Luís Gilberto Caraballo presenta su libro Celajes de la noche publicado por La Sultana del Lago en Maracaibo, Venezuela en febrero de este año, él destaca su serie poética sobre las mulas verdes contenida en este libro. Y él descodifica su símbolo de las mulas verdes y explica que son símbolos de la paciencia, la esperanza, la tenacidad, la naturaleza y yo diría, “del proceso poético”. Atribuyendo así cualidades humanas y emotivas a esas mulas.

©️ Diseño de portada del propio Caraballo

Así, por ejemplo, en el primer poema de la serie de las mulas verdes, Caraballo ve a la mula como un animal ancestral cuya historia se puede conectar con una historia tan arcana como la egipcia clásica. En este primer poema la mula aparece como depositaria de esta historia humana y como un animal que ha sufrido y cuyo dolor es comparable al humano. Cito: “Hay urgencias/saben esperar/ desnudas,/cuando llegan hieren./Y no sabemos cuán grande/será la cicatriz./Hay urgencias escritas/ en pergaminos historias,/hay deudas imparables/buscan salir del vientre”. (56)

En el tercer poema de esa serie, la mula verde representa el anhelo y el conocimiento de su sentido eterno: “Una bisagra del animal/una bisagra como animal y/el animal espiritual convertido/por un soplo eternidad/anclado a las aguas marinas/ungido de lenguas dulces/del río/y de la placenta del mar”. (62) La mula, animal hecho espíritu, sueña y espera como el humano: “La mula verde sueña con la marea/ le murmura el día y la noche,/y el boscaje le mira/el dorso espejado de lagunas y cigarras/de quietud y esperanza”. (64)

Este antropomorfismo se expande en el poema sexto de la serie. La mula que es asociada con el mar y el viaje, símbolo y motivo de la poesía de Caraballo que he estudiado con precisión, deviene aún más humana en este poema: “La mula verde sueña/por los prados olivas/ensilla mansamente la melodía/ de la tierra/en el lomo canta.”

Y añade, “Desmonta/la premura de/los cigarrales en las colinas altivas cobija bajo el frondoso cedro/

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con timidez suelta embriaga/tesitura del hombre y anclas/Patea la inconformidad /soberbia rie de pie con el pecho/parece una catedral de monjes”. (71).

La reverencia y el amor que Luis Gilberto Caraballo muestra hacia todo lo creado y que lo lleva a humanizarlo todo, a espiritualizarlo, se ve claramente en un sentido poema escrito en 2018 y aparecido en su página de FaceBook el 16 de marzo de este año. El poema es una elegía a su gata “Muñeca”, animal que es un recuerdo grato de su infancia: “Como un aprendiz/los recuerdos estarán/ entregándose/a tu música y ronroneos/en todas esas horas/cuando naufragaba/buscando aire/en el hogar donde crecí y ahí estabas/paseando tu dulce andar”.

La trascendencia de “Muñeca” se fija en estos versos donde el poeta alude a su partida cuando el animal “habrá cruzado/el diálogo con esta tierra”. Cito: “Te vas con tu elegante noche/y quizás/cuando alcance/estas líneas habrás cruzado/el diálogo con estas tierras”.

Caraballo imagina un festín en el cielo en el que Muñeca participará.

He estudiado en otro ensayo la importancia de las aves como símbolo místico en la poesía de este escritor. Pero también sé que ve y observa las aves como seres naturales cuyo comportamiento captan su atención. En un texto recogido en su página de FaceBook el 1 de marzo de 2022, Caraballo trae un poema muy sentido a las aves donde se regodea en ver su vulnerabilidad: “Ahí tan pequeño, tan diminuto tu cuerpo de semblante envuelto de gracia suave. Tan frágil en alas, tan endeble en tu silencio”.

Es quizás por esta vulnerabilidad que está ave recuerda al ser humano y es, quizás por ello, que Caraballo proyecta cualidades humanas en ella. “Tan quietos de amor tus ojos, discos frondosos y cálidos pasivos tus pasos”…Tan enorme el dolor de tus alas, tan plácido en vuelo…Tan grande tu imagen falta en la ventana tu brillo alas de nácar”.

Caraballo proyectará estas cualidades humanas en insectos como las hormigas, las luciérnagas, las garrapatas en su poesía. (Ver su página en FaceBook). También este antropomorfismo se dará en los seres vegetales como los árboles y las flores. Estas que son símbolo en su obra de la poesía más sensible. El 3 de marzo de este año, este escritor publica en su muro un poema a las flores: “En el bosque de pobladas flores, las flores blancas y las lilas tienen una sonrisa secreta. Al mirarlas coquetean con sus labios antiguos y verdades encerradas de un perfume oloroso a compasión de tierra húmeda y salvaje”.

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Pintura de Paul Klee que acompaña el poema de Luís Gilberto en su página de FaceBook

Los árboles, y la reflexión en el árbol, hace que Caraballo se identifique con ellos y a la vez, los vea como humanos. Así en su hermoso poemario del 2009, El árbol de las casas vacías, el árbol, la casa, las maderas son espejos del humano o son el mismo humano. El poeta escribe: “El árbol gris con los ojos entre sus hojas/Ecos en los troncos/azuzan el espejo de la noche sorda/Surcan la nostalgia del camino/y acallan el mito”. (32)

Y en el poema XVII de este libro, poeta, poesía, mito y árbol se funden en una secuencia de imágenes tan del gusto de Caraballo: “Estoy escribiendo/el último árbol/un recuerdo pródigo/frente a una montaña esmerada de soles/se riman ajustados los versos/a las hojas/contorneadas en su hondura”. (54)

©️ Pintura de Luis Gilberto Caraballo para El árbol de las casas vacías

Mas este gran escritor no sólo confiere cualidades humanas a los animales, a los árboles y las flores en su poesía. Para él todo lo creado, por Dios, la naturaleza o el hombre adquiere un carácter humano y espiritual. Su poesía es la poesía del optimismo ontológico, como habría dicho Claudio Guillén sobre la poesía de su padre. Y como Jorge Guillén, Caraballo da un carácter trascendente a todo. Carlos Garrido Chalen escribió en el epílogo a El árbol de las casas vacías: “Me gusta por eso la poesía generosa de Luis Gilberto Caraballo. Por esa voz, que es a la vez piedad, resurrección y canto”. (77) Concurro con este crítico.

“Como cuando busco tocar/la piedra, tocar su corazón/su latir, su nada”. De “Mosaicos de álgebra”, libro inédito 2021

Pues bien, las cosas tienen su espacio en la poesía del venezolano y son miradas como espejo del hombre. Así en un poema publicado en su página de FaceBook el 2 de marzo de 2022, este escritor busca en la roca su pasado, su historia, y ve la piedra como la depositaria de la memoria humana: “Busco en aquella semblanza de la roca, busco el rastro antiguo de la ceremonia previa, que la convirtió en estatua quieta. Busco en el envés de la memoria alguna ranura que crispa en los ojos, y deja ver sus plegarias su antiguo orden, su Mesopotamia, el Éufrates de sus ríos, de las lenguas trabadas por los sismos del canto”.

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Si para Rubén Darío el árbol era apenas sensitivo, y la piedra dura ya no siente, para Caraballo hay algo de nuestra humanidad que se proyecta en toda la naturaleza y en las cosas y que nos eleva con ellas a una dimensión más trascendente.

El año pasado compartí con Caraballo el magnífico poema de John Keats, “Ode on a Grecian Urn”. Con la inteligencia y sensibilidad que lo caracteriza, este autor venezolano escribió y publicó en su página de FaceBook el 11 de enero de 2021 una Oda a John Keats donde una vez más demuestra el amor a las cosas: al poema de Keats, a la urna griega y la piedra de la que está hecha la urna. Y proyecta su humanidad sobre estos elementos. ¡Qué manera de leer un texto! ¡Qué mejor que un gran poeta leyendo a otro!: “Lo releeré y escribiré en el bordado de las aguas del río, sobre la memoria que deja crestas, rumores escritos en las losas de letanía. Piedras parecidas a lajas de Archenar/por donde camina el silencio y abriga en escrituras, piezas de evocación descalza y vestigios de soledad inundada de amor, con la vocación embebida de versos. Un amor de ilimitadas trazas, que no esconde los ojos, brota con su olor de girasol, cada letra en las lajas de la piedra sideral…”.

Si Jorge Guillén escribió hermosos poemas a unos caballos, a los que calificó de “sobrehumanos”, a la primavera, que identificó con los hombres que reman, o al “Beato sillón”; Caraballo hace algo paralelo pues no sólo humaniza, como hemos visto, los animales, las plantas, las piedras sino también las cosas cotidianas como la cama, el sillón o la silla.

En su poemario Ráfagas publicado por Tierra Árida, Caraballo canta sobre estos objetos. Así por ejemplo, en “Sobre la silla de mimbre”, escribe: “Estoy inmerso en la silla de mimbre/con una receta ancestral cuelga la noche/al frente un cuadro solitario de arbustos/arraiga la voz con su Lira parca a

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©️ Fotografía de Díana Guemárez Cruz de Las Croabas en Fajardo, Puerto Rico

la orilla de la sutil fronda”.(15) El poeta no está sentado en una silla de mimbre; está inmerso en ella y poeta y objeto son uno.

Una imagen parecida apareció en su hermoso libro de poesía aforística de 2020, Arpa Invisible. En aquel momento apuntó: “Aquel mueble,/mira con mis ojos./Tiene la forma/de mi cuerpo/y lleva el desorden en sus ojos”. (120)

Algo parecido hace Caraballo con el poema “El vagón” de El tren, un símbolo muy realzado en la poesía de este escritor, se relaciona en ese poema con los pasajeros. Vagón, tren, humanos son uno. Así dice en ese poema: “La sed palpita desde la noche/una luciérnaga pasa dando vueltas con su ilusión: y un tren aparece por la boca del horizonte. /Lleva atada una historia./En uno de sus vagones/ dos pasajeros descienden y se evaden con miradas cercanas,/cada uno va en dirección contraria./Uno

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Maqueta de Ráfagas. La portada reproduce una pintura de Caraballo

es abrazado por la música de la piel,/el otro despeina y larga una risa contra el viento”. (28)

Y más abajo, añade: “Los vagones se llenan de nostalgias/la historia sigue sin pasajeros./Mientras ellos descansan/desnudos, mirándose/llevan adentro el viaje les sobrevive”. (29)

En la exquisita poesía de este escritor venezolano la alcoba, las ventanas, las puertas devienen en símbolos. Muchas veces este autor se sitúa como un contemplador de la realidad que ve desde su alcoba y a través de puertas y ventanas realidades poéticas muy profundas. A veces, se sitúa como un insomne o muchas veces como un ser humano al cual le llegan imágenes a través del sueño. Por ello, no debe sorprender que la cama sea uno con el poeta y sienta sus emociones y dolor. Así en dos poemas de Rafagas, la cama es doliente:

En “La cama dolida 1’’, expresa: “La cama ajada y tibia,/sábanas blancas en retiro cobija/el recuerdo herido./Sin olvidos, trazos/muy olor del cuerpo, descansa/con el silencio blanco/ondula dobleces”. (32)

En “La cama dolida dos”, afirma: “Espero detenerte,/con el traje pulcro./Llevarte/a las sábanas blancas/ perfume amarillo del cáliz/de la mañana,/quisiera la noche clara/el beso tibio/la cama blanquecina aromada en idilio”. (33-34)

Una vez más, el poeta, el humano y las cosas son uno.

El antropomorfismo es una figura retórica apreciada en mucho de la literatura. No obstante, en su crítica al lenguaje y a la ciencia, Frederick Nietzsche, ve el lenguaje, la ciencia, y antropomorfismo como parte de la incapacidad del hombre de ver fuera de su perspectiva o como parte del deseo del hombre de sentirse superior a todas las cosas creadas. Es el súper ego. Este es tema que explora Sandra Marcela Uicich en su magnífico ensayo, “El mundo como representación en Nietzsche: antropomorfismo, metaforización y arte de agosto de 2005.

Si Nietzsche tiene razón o no, no lo sé porque no soy filósofa. Sí sé que Luis Gilberto Caraballo es un poeta y artista místico y espiritual. Y en este esquema todo lo creado tiene el mismo valor: lo natural y lo creado por el hombre.

Al principio de este trabajo aludí al libro de este autor, La Gruta del Ávila, donde este lugar tan emblemático de Venezuela le sirve de símbolo y es espejo de sus preocupaciones. La Gruta del Ávila y Caraballo se confunden en un juego de espejos en este largo poema, que se podría comparar en muchos sentidos con The Portrait of an Artist as a Young Man de James Joyce.

Solo quiero añadir que en su poema de las hormigas que mencioné anteriormente, publicado el 28 de febrero de 2021, ellas también buscan llegar a la montaña del Ávila: “Van caminando con una con una escalera diminuta, van a tratar de alcanzar la montaña del Ávila”. Luis Gilberto Caraballo, El Monte del Ávila y las hormigas son uno y son parte de la elaborada poética que este autor venezolano va destilando a través de más de 20 libros y más de tres décadas de arduo trabajo poético.

Si Frederick Nietzsche objeta el antropomorfismo en su brillante filosofía, yo lo celebro en las letras de Caraballo. Un poeta que ama la naturaleza y las cosas.

©️ de este ensayo, y su fotografía Diana Guemárez Cruz ©️ de la poesía publicada e inédita, así como de sus pinturas, dibujos y portadas, Luis Gilberto Caraballo ©️ de la fotografía del autor, Frank Martínez

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LETRAS

Obras citadas

Caraballo, Luis Gilberto. Arpa invisible. Aguadilla, Puerto Rico: Letras Salvajes, 2020. Impreso.

——-. Celajes de la noche. Maracaibo, Venezuela: Editorial La Sultana del Lago, 2022. Impreso.

——-. El árbol de las casas vacías. Baile del Sol: España, 2008. Impreso.

——. La Gruta del Ávila. Aguadilla, Puerto Rico: Letras Salvajes, 2021. Impreso.

——-. Los caminos del tiempo. Vigo, España: Taller del poeta Fernando Luis Pérez Poza, 2010. Impreso.

——-. “Mosaicos de álgebra”. Inédito, 2021. Impreso.

———. Ráfagas. Caracas, Venezuela: Tierra Árida, 2022. Impreso.

———. www.FaceBook.com/LuisGilbertoCaraballo Red.

Guemárez-Cruz, Díana. “El mar, la mar como símbolo permutable en la poesía de Luís Gilberto Caraballo. Revista Literaria Taller Igitur. https://tallerigitur.com>dianaguemarezcruz. 12 septiembre 2021. Red.

——-. “La música callada, la soledad sonora: Simbología Mística y espiritual en la poesía de Luís Gilberto Caraballo, https://tallerigitur.com>dianaguemarezcruz. 18 abril 2022. Red.

Uicich, Susana Marcela. “El mundo como representación en Nietzsche: Antropomorfismo, metaforización y arte. Jornadas de Humanidades: Bahía Blanca, Argentina: 11 al 13 de agosto de 2005: 1-9. Red https://repositorio digital.una.edu.arg

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gamuneva1@uagm.edu

Querida Alfonsina Storni

M. Rivera

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Kristal
González Universidad
Ana G. Méndez, Recinto de Gurabo
LETRAS

Querida Alfonsina Storni,

Decía Camus que el acto más importante que realizamos cada día es tomar la decisión de no suicidarnos. Nosotras las mujeres pensamos en esa decisión como el segundero del reloj. Yo también he pensado en suicidarme, y me gustaría que fuera un espectáculo de burdel. Cigarrillos, botellas de whisky, bragas, revistas pornográficas, fotos de mis amantes y yo tirada en un sofá. Me gustaría llevar un traje negro y medias rotas hasta los muslos. Entre mis piernas leerían un pedacito de poesía “entonces, buen hombre, preténdeme blanca, preténdeme nívea, preténdeme casta”. ¡Qué dramática! Mi padre siempre me lo decía de niña, “tan sentimental”. Sabes qué hacía cuan do mi corazón virgen y casto de los malos sentimientos me latía, me iba a mirar al mar.

Por eso me he atrevido a escribirte esta carta des de mí nostalgia, que comprende tus penas, descritas en cada verso de tu puño lacerado por el peso de vivir. Con fieso que tu acto valeroso de entregarte al mar me ha conmovido inmensamente. ¡Qué manera más erótica de morir! Tal vez tu cuerpo haya transcendido al cielo de los artistas. Te confieso que prefiero a los escritores, aunque he fantaseado con algún pintor. Te decía de tu cuerpo, ese al que nosotras las mujeres debemos consagrarle a un solo hombre. (Que ironía) Sí, desde tu partida eso no ha cambiado mucho. ¡Qué barbaridad eso de la monogamia sexual FEMENINA! Tu cuerpo ya no importa, porque tu vives, Alfonsina. Se retuercen las palabras, se mojan los libros, las perras ladran tus poemas. Vives Alfonsina Stor ni en cada coqueteo con la traición de un hombre, te tomo de la mano y corro hacia el mar, entonces escucho tu voz; “Rubiales rebélate”. ¡Dios tenga piedad de esos hombres!

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62 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA Distribución política del Parlamento catalán (2017) Wilkins Román Samot Investigador Independiente POLÍTICA Y SOCIEDAD

Resumen:

En este documento de trabajo se analizará la distribución política del Parlamento catalán en España, según electo el 21 de diciembre de 2017. El análisis se basará en las tendencias de los partidos políticos partícipes en el proceso electoral catalán. Para el mismo se parte de una serie de aporías hipotéticas desarrolladas de conformidad a indicadores susceptibles de distinguir un partido de otro. El análisis de contenido se concentrará en un total de 5 gráficas. En la primera gráfica se observará la distribución política del Parlamento catalán por partido político, según electos los parlamentarios catalanes al 2017. En las gráficas 2 a la 5 se observará la distribución política entre federalistas y monárquicos, liberales económicos y liberales sociales, independentistas y no independentistas y catalanistas y españolistas, respectivamente.

Abstract:

This working document will analyze the political distribution of the Catalan Parliament in Spain, as elected on December 21, 2017. The analysis will be based on the trends of the political parties participating in the Catalan electoral process. For the same part of a series of hypothetical aporias developed in accordance with indicators likely to distinguish one party from another. The content analysis will focus on a total of 5 graphs. The first graph shows the political distribution of the Catalan Parliament by political party, according to the number of Catalan parliamentarians elected in 2017. Graphs 2 to 5 show the political distribution between federalists and monarchists, economic liberals and social liberals, independentists and non-independentists. independence and Catalan and Spanish, respectively.

Palabras Claves:

Ciencias Políticas, Ideologías Políticas, Instituciones Políticas, Vida Política, Sistemas Políticos

Keywords:

Political Science, Political Ideologies, Political Institutions, Political Life, Political Systems

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Política y sociedad

1. Introducción

En este documento de trabajo se analiza la distribución política del Parlamento catalán en España, según electo el 21 de diciembre de 2017. El presenta análisis parte de las siguientes premisas, aporías hipotéticas, todas susceptibles de desarrollo, debate y crítica:

1) Si del Partido Popular (PP), entonces monárquico, liberal económico, no independentista y españolista;

2) Si del Partido Socialista de Cataluña (PSC), entonces federalista, liberal social, no independentista y catalanista;

3) Si del Partido Demócrata Europeo Catalán (PDeCat), entonces federalista, liberal económico, independentista y catalanista;

4) Si de la Izquierda Republicana de Cataluña (ERC), entonces federalista, liberal social, independentista y catalanista;

5) Si de Ciudadanos, entonces federalista, liberal económico, no independentista y catalanista;

6) Si de los Comunes, entonces federalista, liberal social, no independentista y catalanista;

7) Si de la Candidatura de Unidad Popular (CUP), entonces federalista, liberal social, independentista y catalanista.

El análisis de contenido se concentra en un total de 5 gráficas. En la primera gráfica se observa la distribución política del Parlamento catalán por partido político, según electos los parlamentarios catalanes al 2017. En las gráficas 2 a la 5 se observa la distribución política entre federalistas y monárquicos, liberales económicos y liberales sociales, independentistas y no independentistas y catalanistas y españolistas, respectivamente.

2. Análisis de contenido

En la Gráfica 1 se observa la distribución por partidos del Parlamento catalán electo al 2017. Los partidos políticos representados son siete. Contrario a la elección parlamentaria del 2015, cuando ERC-PDeCat convergieron bajo una misma marca en JxCat (Juntos por Cataluña), en esta ocasión se presentaron por separado, aunque el PDeCat se presentare bajo la marca previa (JxCat). Puede observarse que de haber prevalecido la alianza de la izquierda republicana catalana representada en ERC y la derecha republicana catalana (PDeCat), habrían logrado ser la mayor fuerza política del Parlamento catalán, pero no así la mayoría. En total, JxCat habría logrado 66 de 135 parlamentarios, lo cual sería representativo del 49 % de los parlamentarios catalanes. Al comparecer por separado, el PDeCat obtiene 34 parlamentarios, mientras que ERC obtiene 32 parlamentarios. En consecuencia, el 25 por ciento de los parlamentarios catalanes resultan ser electos por el PDeCat y 24 por ciento directamente por ERC. El segundo partido político es Ciudadanos, que logra 36 parlamentarios, o un 27 por ciento del total de los parlamentarios catalanes. En tercer lugar, queda el PSC, con 17 parlamentarios o el 12 por ciento de tales. En cuarto lugar, los Comunes le retienen con 8 parlamentarios o el 6 por ciento de los parlamentarios, pasando el grupo parlamentario del PP al último lugar con apenas 3 parlamentarios o el 3 por ciento de la representación parlamentaria catalana. El restante 3 por ciento de los parlamentarios catalanes corresponden a la CUP, con apenas unos 4 parlamentarios. Se puede observar que cerca de poco más de cinco de cada diez parlamentarios catalanes electos

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en el 2017 son o fueron electos por ERC, PDeCat y CUP, mientras que cerca de cuatro lo fueron por Ciudadanos, 1 por el PSC y cerca de 1 por los Comunes. El PP, en consecuencia, como fuerza política desaparece del Parlamento catalán, a no ser que se diluya en Ciudadanos.

Fuente: Instituto de Ciencia Política (2017).

En la Gráfica 2 se observa la distribución entre federalistas y monárquicos del Parlamento catalán electo al 2017. Los federalistas electos serían 131 de un total de 135 parlamentarios electos. Puede observarse que los federalistas representan el 97 por ciento de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento catalán. Apenas 4 de los 135 parlamentarios son de vocación o, a lo menos, de partido con vocación monárquica. Se trata, pues, que la Monarquía constitucional española tiene sólo el 3 por ciento del Parlamento catalán. Se puede observar, como muy probable, que diez de cada diez parlamentarios catalanes electos en el 2017 son federalistas, mientras que siquiera uno de diez es monárquico.

Fuente: Instituto de Ciencia Política (2017).

En la Gráfica 3 se observa la distribución entre liberales económicos y liberales sociales del Parlamento catalán electo al 2017. Los liberales económicos electos serían 74 de un total de 135 parlamentarios electos. Puede observarse que los liberales económicos representan el 55 por ciento de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento catalán. De otra parte, 61 de los parlamentarios catalanes son liberales sociales. Se trata, pues, que el otro 45 por ciento del Parlamento catalán se compone de liberales sociales. Se puede observar que seis de cada diez parlamentarios catalanes electos en el 2017 son liberales económicos, mientras que los otros cuatro son liberales sociales.

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Política y sociedad

Fuente: Instituto de Ciencia Política (2017).

En la Gráfica 4 se observa la distribución entre independentistas y no independentistas del Parlamento catalán electo al 2017. Los independentistas electos serían 70 de un total de 135 parlamentarios electos. Puede observarse que los independentistas representan el 52 por ciento de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento catalán. De otra parte, 65 de los parlamentarios catalanes son no-independentistas. Se trata, pues, que el 48 por ciento del Parlamento catalán se compone de no independentistas. Se puede observar que poco más de cinco de cada diez parlamentarios catalanes electos en el 2017 son independentistas, mientras que los otros cerca de entre cuatro a cinco no lo son.

Fuente: Instituto de Ciencia Política (2017).

Finalmente, en la Gráfica 5 se observa la distribución entre catalanistas y españolistas del Parlamento catalán electo al 2017. Los catalanistas electos serían 95 de un total de 135 parlamentarios electos. Puede observarse que los catalanistas representan el 70 por ciento de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento catalán. De otra parte, 40 de los parlamentarios catalanes son españolistas. Se trata, pues, que el 30 por ciento del Parlamento catalán se compone de españolistas. Se puede observar

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que siete de cada diez parlamentarios catalanes electos en el 2017 son catalanistas, mientras que los otros tres son españolistas.

3. Conclusión

En las gráficas previas se pudo observar que cerca de poco más de cinco de cada diez parlamentarios catalanes electos en el 2017 son o fueron electos por ERC, PDeCat y CUP, mientras que cerca de cuatro lo fueron por Ciudadanos, 1 por el PSC y cerca de 1 por los Comunes. El PP, en consecuencia, como fuerza política desaparece del Parlamento catalán, a no ser que se diluya en Ciudadanos. También, se pudo observar, como muy probable, que diez de cada diez parlamentarios catalanes electos en el 2017 son federalistas, mientras que siquiera uno de diez es monárquico. A su vez cabe señalar que seis de cada diez parlamentarios catalanes electos en el 2017 son liberales económicos, mientras que los otros cuatro son liberales sociales. Asimismo, resulta que poco más de cinco de cada diez parlamentarios catalanes electos en el 2017 son independentistas, mientras que los otros cerca de entre cuatro a cinco no lo son. Finalmente, de las observaciones previas, resulta que siete de cada diez parlamentarios catalanes electos en el 2017 son catalanistas, mientras que los otros tres son españolistas.

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Integración musical: El coleccionista

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Anto Gamunev Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey LETRAS

Desnudo, te despertó en la cama matrimonial.

Te obsequió un beso. A veces puede ser tierno.

Guió tu mano a su entre pierna, miró la mesita de noche y te dijo buen provecho.

Observaste el buen plato de desayuno, pero más te llamó la atención la pequeña caja negra que acompañó al plato de comida.

No supiste que hacer o que decir.

Ven acá, yo te lo pongo – dijo.

Sacó el anillo de la caja y la puso en tu dedo anular. La observaste y todo el día jugaste con ella mirando a la nada, esperando el momento ideal.

Sonríe – dijo. Ahora.

El reloj marcó las siete de la noche. Llegó su hora de trabajar. Se despidió con un beso, forzó su lengua en tu boca. La aceptaste por costumbre. Caminaron a la puerta y lo despediste.

Se montó en el carro. Prendió el auto. Arrancó. Tocó la bocina. Con una mano dijiste adiós. Se perdió en el horizonte. Te alejas de la reja, te quitas el anillo y lo dejas en el balcón junto a tus plantas.

Ahora. Ahora. AHORA.

Entraste en la casa, caminaste al cuarto, buscaste bajo la cama una mochila, revisaste lo que tenías adentro, una muda de ropa, tu pasaporte, un sobre con dinero. Miraste a tu alrededor; no había nada que desearas llevar, nada, nada, lo material nunca te importó, nada, no querías recordar, todo era dolor, su amor dolía, te asfixió varias veces, sus manos en tu cuello, eso no es amor, avanza, vete, corre. Si fueras malo, lo hubieras quemado todo, incluso la casa. Saliste del cuarto, te tropezaste con la perra y el abrió la puerta principal.

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“Run in the shadows Damn your love Damn your lies”
The Chain Fleetwood Mac

o n v o c a t o r i a

Con mucho entusiasmo Cruce anuncia que está recibiendo colaboraciones para su próxima edición especial junto al Pato Project Foundation https://www.tpp-foundation. org El objetivo de esta convocatoria es recopilar textos (de todo tipo) que cuenten la(s) historia(s) moderna(s) puertorriqueña(s) a través del lente LGBTTQIA+ con un enfoque particular en el siglo XX. Nos interesa de manera particular recopilar datos históricos sobre la comunidad LGBTTQIA+ que ayuden a formar una memoria y secuencia histórica. Como, por ejemplo, temas puntuales que incluyan, pero no se limiten a:

a. La generación silente (primeras dos décadas de siglo XX).

b. La era de la pandemia del VIH/SIDA (las décadas de los 70 y 80 del siglo XX).

c. Intersecciones con géneros musicales, artes plásticas, teatro, literatura, periodismo, activismo, salud pública y servicios sociales.

d. Diversidad de puntos de vistas generacional, nivel socioeconómico, raza, clase y otras intersecciones.

En esta edición especial de Cruce lxs invitamos a contribuir con sus manuscritos y piezas que abunden sobre estos temas. Consideraremos ensayos, reseñas de libros relacionados, así como todo tipo de texto o pieza artística que explore temas y perspectivas afines a lo cuir (queer), derechos civiles y humanos de la comunidad LGBTTQIA+, activismo político, así como manifestaciones artísticas y sociales, desde distintas disciplinas. Contamos con la colaboración de Gary Bonilla, fundador del Pato Project Foundation como co-editor de esta edición especial. Algunos temas sugeridos son: Política y sociedad:

- impacto de la comunidad en la economía

- las identidades en lucha y sus implicaciones en el espectro sociopolítico

- las violencias y fobias cotidianas, sesgos/prejuicios implícitos, micro-agresiones, esquemas innatos

- la relación mediática con los asuntos propios de la comunidad

- perspectivas históricas en el desarrollo de la comunidad

- enfrentamientos a la marginación y fobias a través de la acción social

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c

Arte:

- expresiones escritas y piezas plásticas que partan o se instalen en el eje temático en cuestión

- análisis de las diversas manifestaciones y expresiones artísticas que cuestionan y reflexionan en y desde la complejidad de la comunidad LBTTQIA+

- foto-ensayos o documentación relativos

- novelas gráficas o textos ilustrados alusivos

Letras:

- mirada historiográfica cuir en la literatura

- acercamientos al lenguaje ante los cuestionamientos de género

- recopilación de crónicas, microhistorias y testimonios que partan o se instalen en el eje temático en cuestión

- reseñas y comentarios de textos o artículos relacionados a los temas LGBTTQIA+

Cine y otro material audiovisual:

- reseñas de películas alusivas

- la normalización de la alternatividad en las películas y series televisivas

- fotografías

- videos - grabaciones

- arte digital

El plazo para someter las colaboraciones es hasta el 30 de enero de 2023. Invitamos a todxs lxs interesadxs en participar en esta convocatoria a enviarnos sus manuscritos y piezas. Las fotos, pinturas, entre otros formatos de imagen deben ser enviados en alta resolución. Los textos deben presentarse con el siguiente formato: Letra Times New Roman, 12 puntos, doble espacio, tamaño carta, en formato de Word, identificado con el o la autor(a). Los artículos no deben exceder de las 12 páginas. Las reseñas de libros no deben superar las 6 páginas. Los textos creativos tendrán un límite de 8 páginas. No se recibirán manuscritos que superen estos tamaños. Debe incluir una foto y una biografía del autorx que no exceda las 200 palabras. Los textos y piezas deben enviarse a editorescruce@uagm.edu . Si se incluyen mapas, ilustraciones, tablas o cualquier tipo de gráfico explicativo dentro del documento, deben estar en alta resolución (en formato jpg o png con el título con el cual será identificado en la publicación) y el o la suscribiente debe contar con los permisos de uso o regirse por la Ley de Derechos de Autor.

Para más información sobre la revista pueden visitar: https://issuu.com/revistacruce https://revistacruce. com/politica-editorial Para cualquier otra pregunta pueden contactarnos en: editorescruce@uagm.edu

Les agradecemos que colaboren con nuestro interés de gestar un espacio de encuentro de amplias perspectivas.

Para poder estar

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c o n v o c a t o r i a

DOSSIER

Crónica, amistad a propósito de libros de Edgardo

Entre hombres: la amistad sin ironías por Christopher Powers

La crónica de una amistad: presentación del libro Dos señores muy viejos con alas enormes de Edgardo Rodríguez Juliá por: Carmen M. Rivera Villegas

Crónica sobre lecturas y El entierro de Cortijo por: Lissette Rolón

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amistad y lecturas: Dossier la presentación de dos Edgardo Rodríguez Juliá

Por: Editora Educación Emergente

El 1ro de septiembre de 2022 en el Anfiteatro Ramón Figueroa Chapel de la UPR-Recinto Universitario de Mayagüez se presentaron dos libros del escritor puertorriqueño Edgardo Rodríguez Juliá, a saber: Dos señores muy viejos con alas enormes (ilustrado por Raimundo Travieso) y la nueva edición de El entierro de Cortijo de los sellos Editora Educación Emergente y Publicaciones Gaviota. Ambos textos, publicados en 2022, dan cuenta de la transformación del escritor desde su segunda crónica, publicada originalmente por Ediciones Huracán en 1983 y su más reciente a cargo de Editora Educación Emergente. En la presentación participaron Christopher Powers con un texto que enlaza ambas publicaciones, Carmen Rivera Villegas que centra su exposición en Dos señores muy viejos con alas enormes y Lissette Rolón Collazo que lo hace de El entierro de Cortijo. A continuación, compartimos las tres presentaciones con el fin de ampliar su acceso a otros públicos lectores.

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Entre hombres: la amistad sin ironías Christopher Powers

Toda amistad, como todo amor, contiene la semilla de la culpa más dolorosa… El pecado, como el dolor, es furiosamente comunitario.(47)

Rodríguez Juliá, El entierro de Cortijo

The death of the other, if we can say this, is also situated on our side at the very moment when it comes to us from an altogether other side. (38-9)

Derrida, Memoires (For Paul de Man)

El autor de Dos señores muy viejos con alas enormes recoge los trozos de un pasado hecho añicos; los divide, separa, selecciona, bota y coloca. Emerge un mosaico, un ensamblaje de destellos de luz refractados, remembranzas rescatadas, momentos de una amistad de toda la vida. Les lectores convertimos ese mosaico –una imagen en el espacio– en tiempo, convertimos lo sincrónico en diacrónico al compás de la lectura, la línea hecha serial. Los relatos del autor y de su pana desde la juventud en adelante pasan por el ojo como fotos de abrazos en encuentros decisivos, una pose para cada episodio de una amistad que perdura y evoluciona.

El texto respira añoranza. Conjura el sabor de aquel entonces: las lecturas –Kerouac, Corso y Ginsberg–; la cultura popular –el jazz, Elvis Presley, Marilyn Monroe–; los espacios –Santurce y Río Piedras–; y los acontecimientos –la crisis de los misiles en Cuba y los motines en la UPR– evocan

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la época muñocista vista por el escritor puertorriqueño y los ecos de la Revolución en su amigo, el artista cubano. Todo ello marca el rumbo social y cultural de Puerto Rico y Cuba. La austeridad de las líneas bosquejadas de Raimundo Travieso refleja la de la prosa poética de la crónica. Pero Dos señores se siente menos severo, menos melancólico que otros textos recientes del autor. Éste sugiere algo de trascendencia al final, hasta esperanza, y justifica la alusión, en el título, al cuento “Un señor muy viejo con unas alas enormes” de García Márquez, en el cual el ángel viejo y maltratado vuela de nuevo. Sobrevivió su tiempo en la Tierra. Sus alas están maltrechas, pero enteras. A fin de cuentas, son enormes porque se acerca el último vuelo.

La amistad entre Edgardo y Raimundo está marcada, como lo son todas, por la inevitabilidad de que uno morirá antes que el otro. Esta estructura del tiempo, Jacques Derrida insiste, impone un deber absoluto al amigo que sobrevive: el de la recordación, un reclamo infinito. Dos señores…, quizás, será un intento de pagar por adelantado este deber, por si acaso. Me tienta el pensamiento que quizás toda literatura será este anticipo ante la muerte, el intento sin garantías de honrar la amistad o, por lo menos, lo que promete: alguien que nos leyera.

O que nos cante. Este decimonoveno libro de crónicas del autor me convoca a releer, desde el prisma de la amistad, su segundo, El entierro de Cortijo. Este otro es un texto raro, cerebral por un lado, pero emotivo por otro, un texto camaleónico, como toda crónica, o, como diría el cronista mexicano Juan Villobo, un ornitorrinco. Rodríguez Juliá emerge de su taller, donde había pasado una década escribiendo novelas de la imaginación, y sale a la calle para escribir crónicas de la actualidad. Su presencia en el entierro de Cortijo es la de un intruso intentando descifrar la multitud heterogénea, contradictoria y confusa, el pueblo que no se deja fijar en la vista porque es “incapaz de posar.” Las referencias en Dos señores… a los autores beatnik que el autor leía en su juventud me provocaron imaginar el escritor de El entierro de Cortijo posando –en el texto– porque el pueblo no puede, haciendo una pose cool, un porte de desenvoltura y distanciamiento, una actitud que choca con la realidad disonante en el Residencial Lloréns Torres y la Calle Providencia. Esta pose sería cónsona con su programa, anunciando el pasaje dramático con que culmina la introducción, de un “individualismo feroz y una vocación solitaria que trata a todas las tribus con igual ironía,” de la cual el autor no se exime.

Pero los momentos que más me conmueven son los de ternura inesperada entre hombres, cuando se baja la guardia. En el centro queda el celebrado recuento del luto de Ismael Rivera, su penitencia por el pecado de haber sobrevivido al amigo al que le debía tanto. Durante la vigilancia ante el ataúd Maelo rompe en llanto; el cantante Sammy Ayala lo abraza, y llora también. El autor comenta: “son dos hombres que se abandonan al dolor, hermanados frente a esa inmensidad que rebasa sus fuerzas. En este abrazo hay desamparo y a la vez la franca sensualidad fúnebre. Por un momento queda negado el machismo que me impide expresarle a otro hombre mi ternura (46).” Luego, hacia el final del entierro, unas jóvenes rompen con la solemnidad del luto y bailan en el cementerio. Entonces aparece un hombre, “un madamo con sombrero de gallero y toallita” y se apoya en el brazo de Edgardo. “Quería treparse al lado mío y me usaba como asidero; aquella confianza me produjo un consuelo, íntimo, inefable, casi imposible de articular ... Quizás no soy tan distinto a él, quizás toda congregación es simplemente una utopía que ensaya su espacio futuro” (92-93). Estos dos momentos de ternura entre hombres anclan el arco emotivo de la narrativa.

En otra versión de este ensayo exploraré una tercera amistad, una tronchada, que Rodríguez Juliá relata en el texto “In Memoriam: Manuel Ramos Otero (1948-1990).” En el mismo describe su visita a su contemporáneo, quien había regresado a Puerto Rico antes de su muerte, un acto de solidaridad entre trabajadores de la imaginación, y expresa sus deseos por la amistad perdida. Consideraré esta constelación de amistades entre hombres –una observada, una cumplida, una interrumpida, cada una marcada por la muerte– bajo el sello de lo que la teórica Eve Kososky Sedgwick llamó la homosocialidad.

2022: Para poder estar

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DOSSIER

Hoy, sin embargo, quiero cerrar mi intervención considerando crónicas recientes –ya que la crónica es el género de lo emergente, por lo cual no se trata de trazar influencias. Si bien hay convergencias con la crónica urbana al estilo El entierro de Cortijo, cuentan más las diferencias. El local, por Joel Cintrón Arbesetti, también aborda la música y los músicos, pero es la subcultura del rock independiente, y si bien se sitúa en Santurce, no es el de los salseros, sino el de los hípsters de ahora. Por su parte, Manolo Núñez Negrón, en Burundanga Express, busca, como Rodríguez Juliá, el detalle emblemático en la experiencia fragmentada, pero esta vez en movimiento, aprovechando la perspectiva que provee el tren urbano. A su vez, mi crónica, 4645, sobre las protestas de 2019, también relata un encuentro con una multitud, pero mi tarea era la inversa a la del autor de El entierro…, ya que esta multitud inéditamente unida en una sola causa me hizo el favor, increíblemente, de posar, aunque fuera por una jornada. La encomienda que se me presentó como testigo era plasmar esta suspensión temporal en narrativa.

Si el Entierro de Cortijo revela mucho sobre las contradicciones de la masculinidad en el pasado siglo, Aterrizar no es regreso por Xavier Valcárcel marca cuánto ha cambiado todo. Esta crónica sigue las experiencias del autor, un joven poeta cuir, entre Puerto Rico y Nueva York durante y después de María, la devastación del temporal en su casa familiar en el campito de Cayey y luego su emigración y desencuentros laborales en la ciudad a donde fue para estar con su novio. Allí consigue trabajo vendiendo velas en la tienda Candle Power en Soho –mientras aquí estábamos sin luz todavía– con un ambiente tropical artificial con arena, palmas y el ruido del mar, mientras afuera nevaba. Luego, de vuelta en Puerto Rico, trabaja con un cincuentón cocolo en su taller de reparación de mueblería con dos muchachos del barrio. Resulta que todos están separados de sus respectivas parejas, y, una vez volvió el servicio celular, lloran a la vez cuando por fin logran hablar con elles. Empiezan a llamarse la Tapicería los llorones. La ternura entre hombres en este episodio traspasa generaciones y la fisura de la heteronormatividad, pero lo impactante es cuán poco cuesta, cuán natural resulta. Como el beso mediatizado del boricua más popular del mundo, Benito Antonio Martínez Ocasio: leo esta expresión de ternura entre hombres no como mero conformismo a la corrección política, sino como un acto de semiosis que responde a una transformación revolucionaria generacional que merece celebrarse.

He intentado leer Dos señores… y El entierro… como testimonios que celebran la amistad. Yo, igual que el autor de Dos señores…, también quisiera poder decir que me acompañó une amigue desde la juventud a pesar de todo. Como el autor de El entierro, quisiera una amistad tan fiel e intensa como la de Maelo con Cortijo. También quisiera pertenecer a algo con nombre, compartir un proyecto con contemporáneos, producir manifiestos, plasmar mis tiempos en palabras y cumplir con el deber del escritor: decir la verdad o fingirla.

Son textos que también marcan las fisuras de la masculinidad, revelan un deseo por la trascendencia del encierro del individuo, fuera de la camisa de fuerza de la yoidad y hacia la comunidad. En la intimidad, el compromiso y la confianza de la amistad, ¿no es cierto que nos mostramos sin ironías? ¿No es cierto que allí la pose se suspende, allí el distanciamiento cede a la transparencia y a la apertura? Lo cual es, también, la vulnerabilidad, la apertura a la posibilidad del dolor, ese dolor, como destaca el epígrafe, furiosamente comunal. En la amistad entre hombres, se revela, deformado, mutilado por el machismo y la homofobia, el deseo también utópico de una comunidad sin fisuras, en la cual se recojan los mil fragmentos de la tradición estallada y se proyecte una comunidad en la cual exista la posibilidad de la ternura para todes.

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Ésta es la historia de dos muchachos antillanos muy jóvenes en el Puerto Rico de los años 60. Dos buenos amigos, uno cubano, otro puertorriqueño, que estudiaban juntos en un colegio de San Juan. Todavía no tenían alas enormes, pero se lanzaban al vacío de la ensoñación como si las tuvieran. Exploraban el mundo con gran imaginación, esperanza y mucha curiosidad. Compartieron los años maravillosos y terribles de la adolescencia en tránsito hacia la juventud. Tienen en común el año de nacimiento y el gusto por la poesía de vanguardia. Uno de ellos se convertiría en artista del dibujo poético; el otro, se convertiría en escritor.

Edgardo Rodríguez Juliá, el cronista mayor de la modernidad puertorriqueña, nos hace entrega de un libro cuya textualidad fluctúa entre la crónica, la memoria y, considerando la inserción de dibujos poéticos, en una breve colección de viñetas. Lo cierto es que, en medio del carácter poético de algunos de los fragmentos, se nos revela esa voz tan peculiar del cronista que registra las transformaciones sociales y culturales de nuestro devenir como país caribeño. Esos cambios son atestiguados por él y su gran amigo Raimundo Travieso. Y es precisamente en la complicidad de esa amistad que primero identifiqué la factura cronística de este libro pues creo que nuestros amigos, y más cuando son buenos o mejores, son cronistas potenciales de nuestras vidas cuando nos conocen desde temprano.

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La crónica de una amistad: presentación del libro Dos señores muy viejos con alas enormes de Edgardo Rodríguez Juliá Carmen M. Rivera Villegas

DOSSIER

Así pues, el amigo Edgardo, al compartirnos sus aventuras con el amigo Raimundo, puntualiza acontecimientos claves de nuestra historia como país y como antillanos. Destaca también diferentes momentos de iniciación personal, así como los vemos en las llamadas novelas de formación. Los dos señores muy viejos con alas enormes no siempre fueron viejos. Mientras sus alas estaban en plena formación, vivieron su adolescencia y juventud al filo de la segunda parte de ese siglo XX que un compositor argentino llamó “problemático y febril.” Haciendo eco de la poeta Violeta Parra, Rodríguez Juliá vuelve a los 17 después de vivir un siglo para descifrar los signos de esa edad y nos aterriza en la loma donde estaba su colegio y desde la cual los dos amigos vislumbraban juntos el paisaje urbano de la ciudad: San Juan. Otro de sus compañeros decía que mirar la ciudad desde allí era como tener de frente toda la vida y eso me hizo recordar a Pirulo cuando por primera vez vio el mar. El narrador de La víspera del hombre, en uno de los fragmentos más hermosos de la literatura puertorriqueña, nos dice:

Desde el cerro arenoso sus ojos miraban sin pestañear la maravilla de aquel horizonte abierto donde el desamparo del cielo claro se unía al desamparo de misterio azul…Pero ahora, de pronto, tuvo la conciencia plena del mundo ajeno que se abría a sus ojos…

En ese gran palco que es la adolescencia, Edgardo y Raimundo van de aventura en aventura, creciendo en experiencias y saberes. También miran, observan, contemplan. La mirada es central en estas páginas. Igual que Pirulo mirando desde el cerro aquel horizonte maravilloso, estos dos amigos se enfrentarán a un mundo ajeno, el de los 1960 y 1970, que abriría sus ojos en más de un sentido. La gran diferencia entre Pirulo y estos dos jóvenes es que Pirulo se decía: “Madre de Dios, qué solo estoy,” pero Edgardo y Raimundo contaban el uno con el otro para cruzar ese umbral, acompañados. En esa época en la que crecían, tan parecida en caos y fragilidad a la de hoy día, presenciaron momentos terriblemente convulsos, como la crisis cubana de los misiles, la guerra de Vietnam y la huelga universitaria del 70 coronada sanguinariamente con la muerte de Antonia Martínez.

Los nueve textos que componen este libro van de lo anecdótico a lo histórico. Lo histórico nos adentra en un mundo que las nuevas generaciones conocen vagamente por referencia si no es que lo desconocen totalmente. Lo anecdótico incita nuestra curiosidad y nos lleva a ver al narrador como personaje, y no como escritor. Lo anecdótico también está contenido en pequeñas escenas que pueden resultar insólitas como en el texto titulado “El negro samurái” o conmovedoras como en el titulado “El maestro.”

Igual que en el género de la crónica, el tejido de espacios es fundamental en Dos señores muy viejos con alas enormes. No solamente el colegio donde estudiaron, la universidad que los formó, las ciudades que habitaron, sino aquellos espacios que desde la subjetividad de cada uno adquieren una dimensión amplia y definitoria. Así, por ejemplo, la casa santurcina pintada de azul y blanco y con techo de zinc –ensoñación de Raimundo– o la concha acústica de la Plaza de la Convalecencia en cuya sombra se albergaban tras salir del colegio, o el Museo de la Universidad que los acercaba al arte moderno, son algunos de los escenarios donde los amigos protagonizaron su propia crónica. Son también arquitecturas que emblematizan la convivencia entre lo tradicional y lo moderno, paradoja imposible de ignorar en Latinoamérica y que bien rastreamos en este libro. Efectivamente, esta es una crónica que nos desvela mundos en aparente oposición: el latinoamericano hispanista con acceso a Cervantes y a Amado Nervo, pero también a Tito Rodríguez y José Alfredo Jiménez; el americano anglófono con acceso a Gregory Corzo, Jack Kerouac o Miles Davis; el europeo con acceso a Baudelaire, Rimbaud y Oscar Wilde. Son mundos culturales que ebullen en sus cabezas y gracias a los cuales van formando su independencia de criterio y las actitudes rebeldes, que son comunes y necesarias en todo proceso de crecimiento. Y la Universidad de Puerto Rico fue, desde que estaban en el colegio, su micro-universo, detonante de utopías. Muy diferente habría sido el destino de estos dos si la Universidad no hubiera estado en ellos. A propósito, quisiera añadir que, además de los espacios y la mirada, el ejercicio de trasladarse de un lugar a otro es elocuente a lo largo de los textos. Los amigos,

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caminan, corren, cruzan, suben, bajan y marchan. Pareciera que las alas enormes salieron primero por sus pies. En una crónica, los traslados a pie son pura obviedad. Caminando o corriendo, el mundo real se aprecia mejor. Puede ser una gran metáfora también: la juventud es una pista, el tiempo pasa, sabemos que corriendo, y cuando las alas ya están enormes, lo más natural es sentarse a respirar recuerdos.

Dos señores muy viejos con alas enormes es también un libro de arte en tanto se insertan los dibujos poéticos de Raimundo Travieso al inicio de cada memoria. De hecho, Travieso es la espina dorsal de este texto. Escribir sobre los amigos, práctica tan presente en otras literaturas como la española o la mexicana, es de por sí un rasgo muy particular de este libro. Me parece que el homenaje que le hace Rodríguez Juliá a su amigo Raimundo Travieso subraya el valor del arte y de la literatura, en particular, como ejercicio afectivo. Apreciamos y queremos a nuestros amigos cuando les escribimos y Rodríguez Juliá honra su amistad con Travieso a través del recuerdo y la escritura. No siempre fue una amistad absuelta de conflictos pues como el mismo cronista nos comparte, hubo un momento en que se tambaleó a causa de ciertas diferencias políticas. Pero los amigos de verdad superan las diferencias circunstanciales y efímeras. Incluso superan la distancia y el tiempo. ¡Cuántos no hemos sentido el verdadero amor de una amistad, reforzada y jamás empañada por el paso del tiempo! Pasan los años sin que veamos a esa persona y, cuando la volvemos a ver, sentimos que el tiempo no transcurrió.

Quizás, entonces, debí decir desde el principio que este es un libro sobre la amistad; no una crónica sino una poética de la amistad. Así tendría mucho sentido ver cómo se cierra el círculo entre el principio del libro, titulado “Adolescencia” y su final, titulado “Lejanías.” En “Adolescencia,” la mirada de los jóvenes se desplazaba verticalmente desde la loma hacia la ciudad. En “Lejanías,” los dos amigos, ahora sí señores con alas enormes, miran hacia el horizonte desde una atalaya diferente. Sus mundos han cambiado. De lo soñado, de sus utopías, no queda casi nada. Lo que se ha mantenido incólume es su amistad. A pesar de los afanes de cada uno y de las distancias geográficas, la añoranza es el puente que los conecta. Qué atinado, entonces, resulta el último dibujo, titulado “Las manos”: dedos entrelazados de la misma forma en que se empalman los recuerdos en nuestra mente. Es como si el dibujo se hiciera palabras y nos dijera: He ahí las manos del amigo que dibuja; he ahí las manos del amigo que escribe. Por cierto, esta crónica-poética-dibujo de la amistad me recordó esta canción hermosa de Amaury Pérez que, me parece, compendia muy bien lo que el cronista, en mi cabeza, le dice al artista:

Amigos como tú y yo Volverán a acercarse Subirán al celeste escalón Sin apenas tocarse

Despertarán al duende patrón

De las cosas perdidas

Reclamándole olvido y adiós

Para las despedidas;

Porque amigos como tú y yo Desbordan lejanías

Amigos como tú y yo Volverán a juntarse

La distancia propicia, un olor Que ni el tiempo deshace Compartirán más tarde el sabor

A domingo y nostalgia Y mantendrán a punto el vapor

Para las añoranzas: Es que amigos como tú y yo Son milagros del alma.

Mis felicitaciones y agradecimiento a la Editora Educación Emergente por tan hermosa edición y por crear el espacio para la publicación de textos diferentes, novedosos y de gran valor para nuestra literatura.

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Crónica sobre lecturas y El entierro de Cortijo Lissette Rolón Collazo

[…] ya se perfila que esta crónica será el encuentro de muchos cruces históricos.

El entierro de Cortijo

Primer cruce: Espejo enterrado

La atmósfera cultural en la que leemos la nueva edición de El entierro de Cortijo de Edgardo Rodríguez Juliá está atravesada por el deterioro palpable de aquello que imaginábamos conocer en los años 80 del siglo XX y por el devenir de una red tupida de resistencias cuyas consignas toman la forma del hashtag. En nuestro Puerto Rico es innegable que ha muerto “un mundo” y el que nos sobrevive se desvanece a pasos acelerados gracias a la hechura banal del liderato politiquero que nos aqueja y a la voracidad del neoliberalismo bestial que nos impone una junta ajena y mezquina.

Mas, frente a semejante desconcierto se avista una coral de periferias en movimiento –#rickyrenuncia, #somosmasynotenemosmiedo, #putasperonocorruptas– que nos paren otro país y nos recuerdan que mientras haya vida, es viable el porvenir. Esa estela de alientos no se limita al suspiro, ni a la supervivencia mínima. Aspira a más.

Denuncia el espejo enterrado de nuestras colonialidades, del racismo desenfrenado que solapamos en el contraste con peores, de la heteronorma que impone ciudadanías de segunda, del

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DOSSIER

patriarcado que mata sin descanso. Esa nueva vida se aferra a un horizonte ancho de soberanías y no se deja. Demanda la renuncia del gobernante innombrable como un signo para otras exigencias de futuro. Al mismo tiempo se une a prácticas de emancipación del “norte” –con réplicas a nivel global– y afirma que nuestra negritud negada desde antaño importa y reclama reparaciones sin dilación.

Así, leer El entierro de Cortijo por estos días, cuando #blacklivesmatter, no sólo nos invita a escribir otra crónica desde el hoy, sino que permite reconocer este título en las genealogías de resistencias simbólicas del ayer. Leer la crónica del entierro del plenero mayor, con la exigencia incesante de los pendientes para 4645, hace posible justipreciar este texto como una crónica decolonial, una que le devuelve la mirada a ese espejo enterrado de colonizaciones y conquistas. Dicha crónica puebla la ciudad letrada puertorriqueña de Cortijos, de Ismael Riveras y de una pléyade de caras lindas de nuestra gente negra que habían sido no sólo enterradas en nuestras narrativas nacionales, sino negadas. Con la publicación de 1983 un narciso boricua, aunque tímido todavía, descubría su trasero.

Segundo cruce: Leerme

Yo, a mi vez, encontraba en la primera lectura de ese texto una experiencia que no me era del todo ajena. Leer El entierro de Cortijo a mis diecisiete años, en 1983, con febril voracidad de lectora conversa, fue una experiencia de espejo a dúo.

La primera voz la hacían mis memorias recientes de los entierros familiares en una de las funerarias adyacentes a la PR167. A esos eventos, verdaderas apoteosis del junte de las del campo y la ciudad, de las de las islas y las de allá, de las que migraron de Naranjito y Barranquitas en los cincuenta y de los recién metropolitanos, acudía medio mundo, de todos los colores y sabores, de todas las formas del reír y del llorar.

Por su parte, la segunda voz la hacía el bayú cocolo de ese entierro. Me veía retratada en ese mambo callejero. Recordaba esas primeras lecciones de salsa gorda, en la calle, en las fiestas patronales de Bayamón, en los discoparis de marquesina que se convocaban horas antes y se atestaban de mis amistades adolescentes para practicar los éxitos más recientes del Gran Combo, hijo bonafide del de Cortijo, enterrado y contado en ese libro. Reconocía la mayoría de las celebridades mencionadas, los artistas de Telemundo, el Cardenal antipático y pueblerino, el gallito que no se juye, la voz hecha canción de Ruth Fernández. Pero, sobre todo, me veía retratada en las mujeres sin nombre, con el nalgaje cadente, de tembandumba de la Quimbamba, que embelezaban sin saberlo –o a sabiendas– a más de un cronista fisgón y atrevido. Ese texto, pese a su caudal de referencias desconocidas, me contenía de algún modo. Mientras leía me decía: pude haber estado allí.

Tercer cruce: Crónica que se lee

La co-edición de 2022 de El entierro de Cortijo abre con otra lectura, esta vez del propio escritor en carne y hueso. Edgardo Rodríguez Juliá se lee, se recuerda, se analiza. Pone su atención, justamente, en el personaje más innovador de este texto: “el cronista” y lo aborda con extravío y ternura. Recorrer esas páginas permite atestiguar la fina pluma crítica del escritor. Sus lecturas, sus pasiones literarias y su técnica de la palabra salen a relucir sin reparo.

A partir de la mejor tradición de los prólogos metaficcionales, el autor de esta nueva entrega de El entierro de Cortijo hace un retrato del cronista, a la vez que da cuenta del proceso escritural, de sus aciertos y de sus devaneos. Este texto introductorio lee a su cronista, lee su crónica, para confesarnos lo que le sigue apasionando a Edgardo Rodríguez Juliá casi cuarenta años después. Esa grieta a las fronteras del pacto ficcional radicaliza el perfil propio de la crónica: a medio camino entre ese yo que cuenta lo observado y el que elucubra desde su saber, su existir y sus lecturas sobre todo lo que acontece.

2022: Para poder estar

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No es de extrañar, por tanto, que una vez atravesamos ese umbral-prólogo, la lectura de El entierro de Cortijo se desvela como un compendio literario entre la multitud en pena y jolgorio. Las referencias a los grandes que han abordado la muerte, con las coplas de Jorge Manrique y Pablo Neruda en primer plano, alternan con una panorámica sobre las letras puertorriqueñas que van desde los versos alba de Llorens Torres hasta las celebradas negritudes de Palés Matos. Asimismo, el entierro de Cortijo se convierte en la ocasión para el guiño-homenaje a la “festiva negritud” de Isabelo Zenón Cruz.

Pero lo que resulta un acierto novedoso y bellamente desconcertante es ese alterne, de tú a tú, en la horizontalidad de la página, de esas referencias letradas con la lectura de la cultura cotidiana del Puerto Rico de los años 80 (Marvin Santiago, la cerveza Shaefer, el moto, los champions y los overoles, por sólo mencionar un puñado). Es justo en ese punto que El entierro de Cortijo rasga la tradición de la crónica colonizadora –desde los diarios de Colón hasta los informes de los burócratas del imperio invasor de 1898– y se pliega al día a día del espacio de enunciación colonizado que vive, muere y entierra a su modo. Aunque no lo parezca, en esa fenomenología caribeña se resiste.

Cuarto cruce: Otra lectura a manera de coda

En noviembre 2021 en el Valle del Turabo volvió a mi memoria –esta vez como editora de la antología crítica, Encuentros en el territorio Rodríguez Juliá– esa lectura de El entierro de Cortijo de mi año de prepa en la Iupi. Aquel día, de algún modo, se empezó a escribir lo que acabo de compartir con ustedes. Es difícil contar todas las vidas que pasaron por mi mente aquella tarde. “Hay que inventar nuevas categorías para describir esto,” me diría citando el texto que me retrató –pese a no haber leído todavía a Góngora y a Quevedo y mucho menos a Neruda y Palés, pese a sólo contar por biblioteca con una Enciclopedia Cumbre y una Colecciones Puertorriqueñas–, pese a no haber estado allí.

Desde el podio bromeé diciendo que había conocido a una de las personas que habita a Edgardo Rodríguez Juliá en el entierro del plenero mayor. “¿Tú estuviste allí?,” preguntó entre entusiasmado y perplejo el autor desde su silla en el público. Creo haber ripostado con una sonrisa cómplice, “Estuve en el libro de ese entierro, en su crónica sobre ese día.”

Mas no, no estuve en ese entierro, como no pude estar en el de tantas personas que murieron tras el Huracán María, como no pude estar en el del primo que falleció con veinticinco años empezando esta pandemia, como no pude estar en el de mi padre en diciembre de 2020, porque los entierros pandémicos ya no pueden ser lo que eran. Deseo tampoco poder estar en el de esa universidad pública –que hizo posible esa y tantas lecturas para una joven iletrada de la periferia urbana de Naranjito y Barraquitas– y que matan a ritmo lento y certero.

Pero, mientras tanto, me aferro y conjuro desde el salón de clases y desde Editora Educación Emergente a esa red tupida que resiste y no se deja, a la amistad, a la creación y a los sueños que fraguaron Dos señores muy viejos con alas enormes y a la nueva edición de El entierro de Cortijo para que se lean, para que sean testimonios liberadores de aquellos y estos tiempos. En esa aspiración radica una de mis tímidas certezas sobre ese y otros entierros por venir pues “quizás toda congregación es simplemente una utopía que ensaya su espacio futuro,” ¿verdad, Edgardo?

82 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA
DOSSIER

Edgardo Rodríguez

Juliá
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Fecha Lugar Evento

Martes, 25 de octubre 1:00 p.m.

Jueves, 27 de octubre 11:00 a.m.

Salón de Conferencias Vicerrectoría, UAGM, Recinto de Cupey

Rotonda del Capitolio

Firma de acuerdo colaborativo entre el Comité del Centenario Rafael Tufiño y la Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey.

Actividad en celebración del centenario y exposición de obras de Tufiño. La exposición estará hasta el 30 de noviembre.

Domingo, 30 de octubre 1:00 p.m.

Museo Las Américas

Actividad de celebración del cumpleaños y el centenario de Tufiño, presentación de video retrato Los 80 del Tefo, develación del cartel del centenario por Garvin Sierra y música.

Viernes, 4 de noviembre Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP)

Miércoles, 30 de noviembre

Sede de la Cooperativa de Seguros Múltiples en San Juan

Exposición de obras de Tufiño

Exposición Centenario de Rafael Tufiño (1922-2022). La exposición en conmemoración del Centenario de Tufiño en la sede de la Cooperativa de Seguros Múltiples continuará hasta el 30 de noviembre de 2022.

Enero - Mayo 2023 UAGM Recinto de Cupey Actividades de la División Académica de Artes Liberales Conversatorio con la participación de Pablo Tufiño Exposición de cartas de Rafael Tufiño a su hijo Pablo – Biblioteca UAGM, Recinto de Cupey

Jueves, 30 de marzo de 2023

Museo Las Américas

Tufiño íntimo: Cartas a Pablo

Septiembre 2023 UAGM Recinto de Cupey Edición especial de la Revista Cruce de UAGM, dedicada al maestro Rafael Tufiño

Para poder

OCT 2022:
estar / 85
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