DE LA VIDA COTIDIANA
Una reposera Este último verano fuimos de vacaciones en familia a la costa. Uno de esos días, llegamos a la playa más tarde de lo normal. Al llegar vimos a un par de familias que estaban cerca de nosotros, a punto de irse. Bajamos nuestras cosas y nos dispusimos a disfrutar de la playa: tomar mates, jugar con los chicos, leer, mirar el mar, etc. Al pasar un rato, nos dimos cuenta de que estas familias se habían ido, pero habían dejado una reposera olvidada. No estábamos seguros de si era de ellos, pero estuvimos atentos. Con el correr de la tarde se fue yendo la gente y la reposera seguía ahí. La cargamos y nos fuimos.
RECOGIDOS POR LA REDACCIÓN
Los días siguientes seguimos insistiendo, mientras los niños sugerían que abandonáramos la búsqueda. En una ocasión nos pareció reconocer el vehículo en el que esta familia se movilizaba, así que nos acercamos, saludamos y de pronto alguien nos dijo: “¡No me digan que ustedes encontraron la reposera!”. La habían estado buscando insistentemente, ya que no era de ellos y debían devolverla. Estaban muy agradecidos. Ya por la tarde, al irnos de la playa, nos detuvo el padre de la familia y nos trajo una botella de vino para agradecernos por el gesto. ¡Una alegría inesperada! Pero para nosotros, lo más importante fue la oportunidad de vivir una ocasión concreta para transmitir a nuestros hijos el valor de hacer a los demás lo mismo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros.
TESTIMONIOS
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Al día siguiente, nos pusimos a buscar a los posibles dueños para poder devolvérsela. Fuimos hasta el mismo lugar en que la habíamos encontrado, pero los dueños no estaban. Creíamos recordar el vehículo en el cual se movilizaban, pero no los encontrábamos. Ante la insistencia de la búsqueda, nuestros hijos nos preguntaron sobre el porqué de tanto interés. La reposera era mucho más cómoda que las que teníamos nosotros y nos venía bien si nos la quedábamos, además ya habíamos buscado bastante. Les explicamos que, en caso de que perdiéramos algo, nos gustaría que hicieran lo mismo con nosotros. Era Jesús el que había perdido esa reposera.
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