Revista C Nº58

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vidrieras

“Soy un fanático de la mujer argentina” Benito Fernández diseña para mujeres a las que les sigue gustando tomar sol, arreglarse mucho, hacerse reflejos en el pelo y operarse. “Las quiero así”, reivindica.

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espués de estudiar Derecho unos años, Benito Fernández comenzó la búsqueda de su vocación de diseñador sin referentes cercanos, sino más bien como algo que “estaba volando por el aire”. Cuando tuvo la intuición de que la moda era lo suyo, aplicó para estudiar en varias universidades del mundo y finalmente se decidió por París, donde vivió dos años. Y a pesar de su formación europea y vanguardista, siempre se apegó a la clásica mujer argentina. Antes de aquel viaje iniciático realizó cursos de moldería y dibujo en institutos porteños, ya que no existía la carrera de Diseño,

porque quería llegar a Europa sabiendo, al menos, pegar un botón. Con más de veinte años de carrera, Fernández piensa que fue madurando junto a la evolución de la carrera y el oficio de hacer moda en el país y que su historia profesional va asociada al auge de del diseño en la Argentina. —¿Reconoce su estilo actual en los primeros pasos que dio en la moda? —Empecé con un estilo opuesto al que tengo ahora, porque a pesar de que tendía a lo clásico en la Universidad de París me exigían ser vanguardista. Estudié en la época en que el chaleco se convertía en saco y el pantalón tenía

catorce bolsillos y se despegaba con velcro para convertirse en short. Pero esto cambió cuando hice un curso en Florencia y al volver a París les dije a mis docentes lo que quería hacer y que me gustaba el vestido y el pantalón y no la ropa transgresora. Eso me alivió, porque hasta ese momento sentí que no encajaba, que todos iban para un lado y yo para otro y que lo mío era visto como antiguo. Pero también hoy siento que estoy fuera de lugar, porque me tildan de moderno por haberle sacado prejuicios a la alta costura. Hoy mi ropa es la más moderna, trasgresora y desafiante de la alta costura porque está pensada para mujeres vanguardistas de

cabeza, no por ser futuristas sino por cómo piensan y la forma de vida que llevan. Visto a Dolores Barreiro, Máxima Zorreguieta y Valeria Mazza que, además de ser lindas, tienen vidas y actitudes modernas. —¿A qué se refiere con quitar prejuicios a la alta costura? —Fui el primero que corté vestidos con tijera, en el 99. Superé el prejuicio de que no se puede llevar un estampado a la noche o de que no se puede hacer un vestido sin corset. Instalé la idea de que las madrinas podían no llevar el drapeado ni el vestido de un solo color y hasta podían usar un pantalón para la ceremonia y la fiesta. Si una mujer usa todo el día pantalón, ¿por qué no puede llevarlo de noche? Si eso es lo que la identifica. Algunas se asustaron con estos cambios pero muchas compraron y por eso me sigue yendo bien. Propuse que se puede estar protocolarmente bien, sin llevar cánones estructurados, que no tienen nada que ver con la mujer de hoy. —Su diseño está muy identificado con el gusto de las argentinas, con vestidos sensuales. ¿Ha ido adaptando su estilo lo que e piden? —Es que soy una fanático de la mujer argentina y mi diseño tiene la impronta de

Tienda. Es su primer local en quince años.

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