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DEL TABÚ A LA HIPERSEXUALIZACIÓN
uchos recordarán, en especial si pasamos de las 3 décadas, que las películas, programas o telenovelas, la mayoría eran de contenido familiar, pues se procuraba el pudor, quizás de parte de los productores o solo porque en ese momento podría originarse un rechazo social y que se tachara de impúdico. Sí, caían un poco en la exageración que hasta prohibían ver tal o cual película. Antes, ya había sido un descaro que, en algunas películas del cine de oro, se mostraron a vedettes en paños menores bailando en ciertas escenas, cosa que pues no era tan exagerada como en ese entonces la pintaban de mal. Bueno, no como ahora que todo es tan explícito.
MPor: Brenda María Cervantes Hoyos
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Con el paso de los años comenzaron a introducirse en los programas de televisión temas de carácter sexual, pero tratando que el enfoque fuera ver con normalidad la sexualidad, por ejemplo, en las transmisiones matutinas, de esas que en ese entonces y como se acostumbraba, iban dirigidas a las amas de casa, les presentaban una sección en la que una sexóloga exponía algún tema o comentaba algo, el punto que señalaban era romper tabúes. La información no es mala, al contrario, puede ser de ayuda, en especial en temas de salud, pero ese no era el fondo o lo que se intentaba destacar, no era luchar contra la ignorancia, parecía más un dejo de morbo para atraer al público, el rating es lo que vale.
Después, poco a poco comenzaron a introducirse escenas subidas de tono. En las novelas se empezó a ver mucha piel, gesticulaciones, sonidos, cada vez más explícitos y al parecer el que dejara menos a la imaginación resultaba el mejor y más atractivo a los televidentes. Antes, solo era necesario mostrar a una pareja besándose y luego la imagen del fuego de la chimenea y con ello se sobreentendía lo que sucedió, sin necesidad de que hicieran toda esa producción de simulación recreativa. En algunos hogares, cuando parecía que se iba a mostrar algo inapropiado, los padres cambiaban el canal del televisor o algo hacían para resguardar a sus pequeños, procurando no turbar su inocencia. Porque lo valioso era guardar el recato, el pudor, sabían que no era para siempre, pero que para todo había edades, conociendo la importancia de que es necesaria una madurez mental para recibir cierta información con compromiso y responsabilidad.
De la idea que nos sembraron de romper el tabú de la sexualidad, atribuyéndolo a que es algo muy natural y que no tiene nada de malo, pasamos al otro extremo, en el que ya todo carece de moral y pudor, en muchas de las películas, se inserta una escena de carácter sexual, que si nos damos cuenta en el fundamento de la historia, sale sobrando, porque bien se puede quitar y no le pasaría nada a la trama principal, pero les funciona porque así, aunque sea por morbo tendrán un mayor mercado por ver el desnudo de tal o cual actor famoso.
Ya no decimos más de las canciones que si antes se trataba de plasmar en las estro- fas y el parafraseo de manera poética las acciones con dejo de romanticismo, ahora es casi descriptiva la obscenidad y los bailes que lo acompañan.
Es difícil escapar de esta ola, en los anuncios de una simple goma de mascar, agua fresca, hasta en unas papas fritas se introduce la idea. Los conductores en los programas y actores con poca ropa, revistas, publicidad, todo es tórax, piernas y silicona. Aunado a que parece una epidemia en la que muchos de los padres ya no cuidan que sus hijos no vean cosas inapropiadas para su edad, no importa la clasificación del contenido de las películas, las series televisivas y en general ya no se procura, qué más da, que los chicos se entretengan.
No se diga en la pandemia de COVID-19, muchos menores se quedaron en casa sin supervisión y lo que hicieron o vieron en esos casi dos años, no hay duda de que fue lamentable. Hay docentes de educación básica señalando que ahora tienen alumnos de primaria viendo pornografía, faltándole al respeto a sus compañeros o lo que es peor, las agresiones sexuales, esto es una realidad, me gustaría que fuera solo una exageración, pero este es el resultado de la normalización de la sexualidad, sin una estrategia verdadera.



Al parecer queríamos hacer que fuera tan normal, que las cosas se llamaran por su nombre y no se ocultara lo que era natural, parte de nosotros, pero se nos salió de las manos, pues no se introdujo esa semilla de idea con un valor, con amor, respeto. Llevamos a todos lados la palabra sexo y les abrimos los ojos a los más inocentes, qué mundo formarán aquellos a los que se les descuidó de ese modo.
En la búsqueda de la libertad de expresión y de conocimiento, les hicimos creer que el pudor, el recato y la castidad, eran cosas de puritanos mochos religiosos, porque era mucho mejor verse moderno y dejar atrás las ideas “primitivas” de las que se pretendía escapar, ser libres con la verdad de lo natural, pero no funcionó. Esas ideas tenían un por qué, existe un motivo, el necesario equilibrio y la madurez en nuestra mente y cuerpo.
Esto no solo afecta a la infancia o a los adolescentes, sino a toda la sociedad, al punto de un quiebre de nuestro primer grupo, la familia, que no se formen nuevas y si lo hacen, que estas no perduren. Me refiero al hecho de decir que cada vez son más comunes los divorcios y más difícil encontrar una relación afectuosa, seria, ya parece que ni siquiera se puede tener un noviazgo en forma, incluso no se usa que se pida de manera formal el ser novios, iniciar una relación, porque no se desea dar ese paso para no tener compromisos, por sí hay algo más o por si no me gusta lo que encuentro. Ahora es más fácil el no saber “qué somos” y se anda saltando de colchón en colchón, porque se trata de ser modernos, el celibato es cosa del pasado según dicen, por ello llenan su relación de sensaciones químicas y físicas, que no terminan por conocerse, se infectan perdiendo el afán de encontrarse desde el interior, no sobre la piel.
Así es como fuimos retrocediendo en lugar de avanzar, rompimos tanto el tabú de hablar del sexo que, ahora ya no nos deja hablar siquiera o expresarnos desde el interior, porque tememos atraer compromisos, ser cursis o lo que es peor, anticuados. No lo creo así, para todos los temas hay una edad y para el verdadero amor un respetuoso recato, que busca descubrir lo real, no lo mundano.


