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ENTREVISTA

En esta entrevista muy personal con Actual, el actor barranquillero revela su lado más humano.E

El actor y presentador Mario Espitia nació el 24 de octubre de 1983 nació en Barranquilla. Estudio Comunicación social y periodismo en la Universidad del Norte, y desde sus inicios como profesional se radicó en la ciudad de Bogotá, en busca de perseguir sus sueños en la televisión.

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Como actor ha participados en exitosas telenovelas, entre las que se cuentan “Oye bonita” y “Rafael Orozco, el ídolo”, gracias a lo cual ha logrado destacarse a nivel nacional e internacional. En su faceta como presentador también ha sobresalido: fue anfitrión de programas como “La Fila” y “¡Boom!”, de Caracol Televisión.

Entre los reconocimientos que ha obtenido se destacan el Premio TVyNovelas como “Mejor actor antagónico de telenovela”, por su personaje en la producción sobre el cantante vallenato Rafael Orozco, y como “Mejor presentador de programa regional”, por “El último del día”, del Canal Trece.

Recientemente participó en el “reality” Masterchef Celebrity, donde mostró su talento culinario.

En esta ocasión dialogamos con Mario sobre la travesía que ha sido su vida, pues detrás de ese hombre alegre y desparpajado que vemos en pantalla, hay un ser humano que ha combatido grandes luchas. Mediante esta entrevista muy personal con Actual habló de los retos y aprendizajes que ha tenido que afrontar en el camino, sin dejar de lado otros temas como el amor, y sus proyectos a futuro.

Naciste y creciste en Barranquilla. ¿Cómo fue tu infancia?

Era un niño muy, muy inquieto, pero creo que esa inquietud o hiperactividad es lo que me tiene viviendo hoy. Para poder trabajar en lo que yo trabajo hay que estar un poquito loco y ser muy despierto e inquieto. Mi mamá me cuenta que recibía dos tipos de comentarios sobre mí: “ese hijo tuyo es insoportable” y “ese ‘pelaito’ no habla”, cosa curiosa porque me gano la vida hablando, literalmente, y me encanta hablar.

Barranquilla es una ciudad colorida, espontánea, ruidosa, y el haber nacido allí me da naturalmente ese “desparpajo organizado” que tengo en mi vida hoy. Cuando uno llega con esa actitud a un lugar cuadriculado y hermético, inmediatamente rompe el hielo, y se crea un ambiente maravilloso. ¿Qué o quién inspira a Mario Espitia?

Tengo que hablar de la vía espiritual porque me inspira el mismo Dios. Él ha sido quien puso sueños en mí y me los ha concedido con “ñapa”. Cada cosa que he soñado y cada visión que me ha mandado se ha cumplido: poder estar en Miami grabando una serie por seis meses; lograr rodar una película con una productora de Los Ángeles, cuando mi inglés era mediocre. Esa habilidad para aprenderme un texto de memoria, en un idioma que no domino, y que fluya, y muchas otras cosas más que he experimentado, sé que no son normales, y solo pueden venir de Dios.

Yo respeto el creer espiritual de los demás, pero en lo que yo creo es lo que me ha echado para adelante, y eso es Dios. Saber que estoy respaldado a donde quiera que vaya, que hay un brillo que Él pone en mí y que cada éxito y cada rechazo ha valido la pena, es mi diario vivir.

Viviste una etapa en la cual atravesaste momentos difíciles a nivel emocional. ¿Qué puedes decirle o aportarles a aquellas personas que están viviendo un estado de pánico o miedo a vivir?

En mis inicios como profesional trabajaba como periodista en el Caribe y se me presentó la oportunidad de estudiar arte dramático en Bogotá, en una escuela en la que obtuve una beca para ingresar. En ese momento me sentí feliz y sentí que era un logro en mi vida, pero la situación económica no estaba bien y me encontraba llegando a una ciudad “fría, gris, cenicienta”, como decía Gabo. Empezó allí mi vida y hubo noches difíciles porque incluso no tenía para cenar, solo para desayunar y almorzar; era una vida de aventura, pero también en donde había estrés, que

poco a poco a acumular. Empecé a experimentar por las noches unos pequeños ataques de ansiedad, pero no lo expresaba porque no quería generar preocupación, o que pensaran que estaba loco.

Un día cualquiera apareció algo mucho más grande: un ataque de pánico…caí en la lona, terminé en emergencias y pensaba que me iba a morir, llegué incluso a llamar a mi familia para despedirme de ellos porque pensaba que no lo lograría. Al día siguiente volvió y me dio, y así sucesivamente durante muchos días. Empecé entonces a creer que podía vivir mi vida con ese padecimiento, creyendo que lo tenía bajo control.

Un día estando en una carretera en Estado Unidos, iba manejando a toda velocidad por un puente y en mi cabeza la vía se puso al revés. En ese momento le grité al pánico “o me matas tú, o te mato yo, pero ya no me jodas más la vida”. Justo allí me acordé de frases que mi mamá mencionaba como: “papa, lleva todo pensamiento a la obediencia de Dios”, o “tú tienes la mente del padre”. En medio de mi confusión interna lancé todas esas palabras, pasé el puente, me senté y dije: “Dios mío, yo no voy a vivir más con esto. No más”. A partir de ese día todo empezó a cambiar; empecé a tener otra perspectiva de la vida; empecé un caminar espiritual; y empecé a hablar de lo que me estaba sucediendo.

Un psicólogo que consulté me dijo que haríamos terapia de respiración y que trabajaríamos con el pánico de frente, hasta que poco a poco se fue yendo y no volvió nunca más. Después de ocho años de vivir con pánico y lograr superarlo, hoy puedo decir que me río de todo lo feo por lo que pasé, pero lo más lindo es que en el camino me he encontrado con una gran cantidad de personas que padecen lo mismo que yo padecí, y he podido hablar con ellas y ofrecerles mi apoyo desde lo que yo aprendí y me funcionó, para que también salgan de ese estado.

Ya fuera de ese trance empieza uno a dar gracias por haber pasado por esa dificultad, al ver que puede ayudar a los demás. ¿Alguna historia por contar, ahora que sientes que puedes ayudar a superar el pánico a quienes pasan por lo mismo que tú?

Una vez que estaba en medio de grabaciones fui al baño y allí estaba un amigo que quiero mucho, un tipo que se ve fuerte, de casi dos metros de altura. Lo descubrí con la cabeza abajo y supe reconocer que estaba pasando por un ataque de pánico. Lo miré a los ojos y le pregunté si era lo que le sucedía, me dijo que sí, que sentía que se iba a morir. Yo lo abracé y él, gigante, se puso a llorar en mis hombros. Le dije, primero, que lo quería mucho; segundo, que no se iba a morir; y tercero, que eso tenía solución y que no iba a vivir toda su vida con pánico. También le aconsejé que lo expresara y que recurriera a ayuda profesional.

Es bonito hoy poder consolar a los demás, como en algún momento el Padre me consoló a mí. Ya con eso siento que estoy cumpliendo mi propósito. ¿Y cómo fue ese resurgir económico, que hace parte de todo este proceso de cambio que experimentaste en tu vida?

Cuando se dio la oportunidad de “Oye bonita” sentía que las cosas iban a mejorar económicamente para mí. Luego empecé a presentar un programa y parecía que las cosas irían bien, pero de repente todo se vino al piso. Estuve un año y medio sin trabajo y me preguntaba que qué era lo que pasaba con la vida, conmigo, qué era lo que tenía que aprender. Hasta que un día mi mamá, que es muy sabia, me dijo que la situación no se pondría peor porque para más abajo no tenía para donde coger, así que mejor era disfrutar el momento, que lo que vendría en adelante solo sería bueno, y que en medio de ese disfrute aparecería lo que tanto estaba buscando. Luego de eso tomé muchas decisiones. Terminé mi relación laboral con quien era mi mánager; también terminé una relación sentimental que realmente no me estaba llenando. Así, empecé a apartar muchas cosas que no estaban funcionando en mi vida, y de paso me iba encontrando con personas correctas que llegaban en el momento y el lugar correcto. Cuando empecé a disfrutar más, a dar más gracias, y a entender que eso que esperaba que llegara no era lo que me iba a dar la felicidad que anhelaba, fue que todo empezó a mejorar. Llegó el proyecto que catapultó mi carrera, “Rafael Orozco, el ídolo”, y sentí que por fin las cosas habían empezado a surgir para bien, que los sueños se habían empezado a cumplir, y que era hora de echar para adelante y de organizar mi vida. Gracias a este orden que puse a mi vida, Caracol Televisión me abrió sus puertas durante seis años como actor y presentador, porque creen en mí.

¿Qué disfrutas más, la actuación o la presentación?

Si me preguntan cuál es el mejor presentador de Colombia, digo que yo, pero lo digo porque me divierto demasiado cuando lo hago, me hace demasiado feliz. No es una cosa del ego, sino de amor por la profesión.

El arte dramático, la actuación, a mí me genera frustración por la preparación necesaria y los castings; eso genera mucho estrés.

Pero debo decir que ambas facetas son como mis playas favoritas, Taganga y Cabo San Juan, que cuando voy a Santa Marta no puedo ir a una sin ir a la otra. ¿Cómo y cuándo descubriste tu talento como actor y como presentador, y supiste que eras bueno haciéndolo?

Una tía me decía que como yo era el bromista de la casa, el que “echaba cuento”, el que entretenía a todos, por qué iba a estudiar relaciones internacionales, que mejor estudiara comunicación. Cuando de repente me llamaron para hacer un casting para un programa…CONTINÚA.

Mira la entrevista completa con Mario Espitia en el siguiente link: