TANATOLOGIA / No. 11 Nov - Dic 2009

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editorial Hablar o escribir sobre tanatología es muy difícil. Los estudiosos del tema aún discuten qué es la tanatología y su sentido. La definición etimológica nos dice que es “el estudio sobre la muerte”; viene de las palabras griegas “thánatos” (muerte) y “logos” (tratado, estudio). Paradójicamente, esta definición etimológica nos deja más fríos que un cadáver. Para muchos autores, la tanatología  es una  verdadera ciencia, ya que, según la filosofía escolástica, ciencia es el “conocimiento de las cosas por sus causas”, y descubrir las causas de la muerte y encontrar el sentido de morir son la materia propia de la tanatología. Además, como toda ciencia, tiene su objeto formal y material: ambos son, en este caso, el enfermo terminal. Otros afirman que, más que ciencia, la tanatología sigue el método de estudio de una disciplina científica, porque basa sus conocimientos en la observación, descripción, investigación, información y organización. Tanatológicamente hablando, todo lo que le atañe gira alrededor del enfermo terminal; se analizan sus reacciones a partir del momento en que conoce su diagnóstico, tanto físicas (observables) como mentales (no observables) y todo lo que tiene que ver con su conducta emocional, mental y psicológica: sus percepciones, sus pensamientos, sus recuerdos, sus sentimientos. Hay quienes prefieren decir que la tanatología es ciencia, pero no “una” ciencia, porque es también sabiduría y experiencia; la definen como “un campo de reflexión, investigación y experiencia, que no se limita a ser una ciencia natural ni una ciencia humana, pudiendo –según los casos– ‘hacer ciencia’, ser sabiduría o guiar

la experiencia. Es un campo multidisciplinar e interdisciplinar unificado por una perspectiva sobre el mundo y sobre el hombre: la perspectiva de la muerte y el morir”. Para otros, la tanatología es el arte de curar el dolor de la muerte y el dolor de la desesperanza, que son los dolores más grandes que el hombre pueda sufrir. Así, sería arte en el mismo sentido que la medicina, que es “el arte de curar”. Finalmente, muchos profesionistas optan por referirse a la “especialidad” o “subespecialidad” en tanatología, porque ésta involucra al enfermo terminal o en fase terminal y a quienes le rodean: familia, amigos, médicos, enfermeros, ministros religiosos, trabajadores sociales, abogados, etc. Por lo que habrá algunos médicos o ministros religiosos que puedan ser tanatólogos, al igual que enfermeros y otros que trabajen en diversas disciplinas científicas. Para cualquiera de los casos, la tanatología exige un estudio especial, profundo, serio, científico, que prepare al profesionista propiamente como tanatólogo, aunque hay quien afirma que la tanatología “es un campo que va más allá de cualquier saber especializado”. En este número, Díseres expone varios elementos a considerar en torno a la muerte, su sentido, su valor y su dignidad. Esperamos que éstos nos ayuden para afrontar situaciones significativas en nuestra vida, lo cual abonará para construir nuestro camino en paz. L. Alfonso Reyes Zubiría* *Médico. Presidente de la Asociación Mexicana para el Estudio y la Prevención del Suicidio y del Suicida A.C. AMEPS

DÍSERES

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