Nº 17 LA VOZ DE GERIASA

Page 15

Te lo contamos Fenómenos Mutantes

Entonces, ¿qué está ocurriendo?

“Este nº de la revista lo estamos dedicando a recordar”

P

or más que pasan los años, cada verano se repite el mismo fenómeno. Ya les hablé de él hace algún tiempo, pero, como este nº de la revista lo estamos dedicando a recordar, aquí les dejo de nuevo la aventura de cambiar el armario. Espero que tengan más suerte que yo. “Llega el verano y toca ponerse con el cambio de armario. Este cambio, el de invierno a verano, es el que más me gusta sin lugar a dudas. Hay muchos elementos que lo hacen especial. Anuncia que ha llegado el buen tiempo. Por fin los días se hacen más largos. Se acaba el tener que salir de casa con 17 capas, como una cebolla. Nuestros pies, después de muchos meses de hibernación, por fin pueden empezar a ver la luz a través de las tiras de las sandalias. Además, la ropa estival ocupa mucho menos que la invernal y, eso significa que, por cada 3 prendas de invierno que quitas del armario, pones, mínimo, 8 de verano. Y eso, en ciudades donde los pisos miden lo mismo que las casas de muñecas, no solo consigue mejorar el orden, sino que también aumenta la autoestima por el espejismo de encubrir la angustiosa carencia de espacio. Me levanto como un resorte del sofá y allá que voy con paso firme hacia la habitación. Me remango, respiro hondo y, canapé arriba. Empiezo a rebuscar entre todo ese mar de prendas. Veo mi camiseta estival favorita. Tiro de ella y me la planto encima del pijama. Me puede la impaciencia. Uy, ¿qué pasa? Cojo el vestido negro estrella del verano pasado. Oh oh…

Me quedo clavada en el suelo. Paralizada por el pánico. Mi centrifugadora mental arranca con una fuerza inusitada. La adrenalina fluye por mi cuerpo a la velocidad de rayo. Esto no me ha pasado en la vida. ¡Ya está! Solo hay una explicación lógica posible: ha sucedido un fenómeno sobrenatural perturbador en mi canapé. Me empieza a brotar un sudor frío. Los ojos se me salen de las órbitas. El pelo como escarpias. Es que no queda otra. Cada segundo estoy más convencida de que, en mi canapé, se ha producido un hecho paranormal y absolutamente sobrecogedor. Sí, sí. Así tal cual. El canapé parecía un sitio inofensivo allá por el mes de octubre, cuando le confié la misión de albergar mis trapitos hasta el final de la temporada invernal. Pensé que era un sitio pacífico y seguro en el que almacenar. He dormido noche tras noche sobre él, haciendo guardia para que mis pertenencias supieran que no me olvidaba de ellas. Hasta he metido jaboncitos para armonizar la dulce espera y que un agradable olor a frambuesa las acompañara. Pero ¡¡¡Horror!!!! ¡¡¡Resulta que no!!!! Resulta que, lo que parecía anodino, inocuo e insulso, se ha convertido en una bestia despiadada y feroz que ha hecho que mi ropa, por decirlo de un modo delicado, ya no me quede igual que el verano pasado. ¿¿¿¿Cómo ha podido suceder??????? ¿¿¿En qué momento????? Y esperen que aún hay más. Sí sí. Que este canapé lo elegí por su fondo. “Cuanto más quepa, mejor”, le dije al señor de la tienda. “Así mi Diógenes estará contento”. Pues eso, que allí en el fondo fondo, como quien no quiere la cosa, está ella…. Y fíjate que yo creo que está hasta enfadada por

Pruebo con diversas prendas con la esperanza de que, alguna zona del canapé, no haya sido afectada por el fenómeno. No hay suerte. El que ya he bautizado como «El efecto paranormal mutante del canapé menguante» se ha contagiado a todas las prendas. No se me ocurre otro motivo por el que la ropa no me quede bien. A ver, cabría la remota posibilidad de que mi cuerpo hubiera “crecido”, pero ¡yo me cuido! Hagamos memoria: he estado inscrita en Pilates todo el curso. Pero claro, debe ser que con solo estar apuntada en las clases no es suficiente, y, ahora que lo pienso, entre unas cosas y otras, las esterillas siguen sin estrenar en el armario, tal cual las traje allá por el mes de septiembre. Allá por enero también me propuse lo de la dieta sana pero,reconozco que tampoco dejé las tapitas de los domingos, que para mayor inri, también se llaman canapés. Debe ser a mala idea. Total, que lo de cuidarme, a lo mejor se me ha quedado un poco escaso ahora que lo analizo. Respiro profundamente. Tengo que valorar cómo afrontar esta situación inesperada. Ya lo tengo. Para empezar, voy a intentar solucionar las consecuencias: voy probar a colocar mi ropa de verano con mimo y esmero en el armario, por si acaso el efecto paranormal mutante del canapé menguante fuera reversible y, así sin más, tras un periodo de adaptación, las prendas volvieran a mi tamaño (el actual). Que dios reparta suerte”.

Cristina Morillo Psicóloga de Geriasa Madrid

Julio 2019

Cuando he abierto el canapé todo estaba impoluto. Tal cual lo dejé. Todo parecía normal. No he observado ningún indicio de profanación.

Geriasa

A ver: analicemos la situación.

haberla guardado así tan profunda. Empiezo a temer lo peor. Percibo su sed de venganza. Pero tengo que ser valiente. Tiró de ella con fuerza y sale: la bolsa de la playa. Ante la visión de mi bikini, me falta hasta el aire. Segundos de incertidumbre angustiosa frente al espejo. Ese bikini yo lo lucí el verano pasado y puedo prometer y prometo que respiraba mientras lo llevaba. Y ahora…. ¡¡¡¡Canapé!!!!! ¿¿¿Qué has hecho con él????? La cosa está fea de verdad.

La voz de

Me empiezo a poner muy nerviosa. ¿Qué está pasando?

15


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.