Economía del conocimiento, innovación y competitividad

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EconomĂ­a del conocimiento, innovaciĂłn y competitividad


Edición REDIT Coordinación Francisco Mas Verdú Catedrático de Economía Aplicada Universitat Politècnica de València Diseño y maquetación estiu.eu Impresión Impresum Depósito legal V-726-2019

FINANCIADO POR


Índice Introducción Colaboración y redes 08 12 15 19

Colaboración como fórmula mágica Redes sociales e innovación empresarial Creatividad, redes e innovación La transferencia como asignatura pendiente

Clústeres e innovación 23 27 31

Los guardianes del conocimiento Cambios disruptivos en entornos industriales tradicionales Otra ventaja del clúster: el acceso a las ayudas públicas a la innovación

Innovación y estrategias 34 37 41 45

Estrategias de especialización inteligente: impacto y gobernanza La innovación e investigación responsables Estrategias de alto rendimiento en sectores manufactureros tradicionales La innovación no se improvisa

Algunas tendencias de futuro 49 54 59 63

Innovación para crear experiencias de servicio I+D e innovación para la transición energética Tendencias recientes de la innovación de servicios Barreras a la innovación: no solo financieras


Introducción FRANCISCO MAS VERDÚ Catedrático de Economía Aplicada Universitat Politècnica de València

La economía del conocimiento se fundamenta en la producción, distribución y uso del conocimiento [OCDE, 1996]. En una economía basada en el conocimiento las organizaciones y las personas crean, adquieren, difunden y usan el conocimiento eficientemente para lograr un mayor desarrollo social y económico (Banco Mundial, 2004). En la última década han ido surgiendo distintas iniciativas, nacionales e internacionales cuyo objetivo es, precisamente, el de servir como foros en los que analizar y debatir los perfiles de la economía del conocimiento y las vías para su promoción (IVIE, 2017). La presente publicación pretende contribuir a este análisis y debate con la aportación de profesores universitarios de diversas áreas de conocimiento de la economía, pertenecientes a centros de investigación y universidades públicas españolas, especialmente de la Comunitat Valenciana. Este volumen recoge un total de quince artículos elaborados por investigadores de reconocido prestigio. Su mirada experta se articula en torno a cuatro retos claves en la relación entre innovación y economía del conocimiento El primer bloque alude al papel crucial en este ámbito de la colaboración y las redes. En

uno de los artículos incluidos en este apartado, el profesor José María García ÁlvarezCoque destaca, en primer lugar, el rol clave del sector privado en las actividades generadoras y transmisoras de conocimiento y, en segundo lugar, que la competitividad no se consigue simplemente con una alta inversión pública en I+D sino con la consolidación de un tejido empresarial o un entorno de colaboración entre empresas. Igualmente, subraya la baja propensión a la cooperación interregional en el caso español, en el que parece primar una cierta rivalidad entre regiones. El segundo bloque de contribuciones se refiere a la relación entre clústeres e innovación. El término clúster expresa la existencia de una concentración en un espacio concreto de actividades económicas similares en términos de inputs/tecnología o de productos/ mercados. Básicamente son dos las ventajas derivadas de la concentración geográfica de las empresas. En primer lugar, la agrupación territorial facilita el surgimiento de nuevos proyectos empresariales al disminuir las barreras de entrada. En segundo lugar, los clústeres promueven ventajas de costes y productividad para las empresas localizadas. Es aquí donde, como señala el artículo del profesor José Antonio Belso, un conjunto de organizaciones, a medio camino entre el contexto local y el entorno global, juegan un papel esencial en la dinámica innovadora del clúster. Se trata de guardianes de conocimiento, es decir, organizaciones caracterizadas por su sólida base de conocimiento, vinculadas con diversas redes externas al


clúster y que cuentan con la capacidad de difundir el conocimiento extra-clúster entre las empresas co-localizadas. Los centros tecnológicos son auténticos especialistas en la generación y adquisición de nuevos conocimientos que permiten a las empresas actualizar sus capacidades con un menor coste de búsqueda y acceso. La posición y protagonismo de organizaciones como los institutos tecnológicos en la red del clúster permite articular la difusión de un conocimiento digerible para un tejido empresarial con predominio de pymes. El tercer bloque trata sobre innovación y estrategias. Los artículos de esta sección hacen referencia a la importancia de la estrategia en el complejo e incierto proceso que supone un proyecto de innovación. De hecho, y tal como se desprende del texto del profesor Agustí Segarra, las investigaciones disponibles concluyen que la probabilidad de que una innovación sea un éxito no depende solo de los recursos invertidos sino también de la capacidad de las organizaciones para definir estrategias innovadoras en línea con su estrategia global. La innovación no se improvisa, la innovación se planifica para integrar a todos los actores implicados en sintonía con la misión global de la empresa. Por ello, como señala el profesor Segarra, aquellas empresas que planifiquen estratégicamente el qué, el para qué y el cómo de sus actividades relacionadas con la innovación tendrán mayores probabilidades de conseguir buenos resultados en términos de productividad, competitividad y crecimiento empresarial. El último de los apartados de esta publicación recoge cuatro contribuciones sobre algunas tendencias de futuro en relación con la innovación y la economía del conocimiento: la investigación e innovación responsables; la

I+D e innovación para la transición energética; las tendencias recientes de la innovación de servicios y las barreras a la innovación. En relación con los obstáculos a la innovación, y sin quitar importancia a las barreras financieras, el profesor García Quevedo pone de manifiesto que existen también otros impedimentos importantes como, por ejemplo, las limitaciones en la disponibilidad de recursos humanos. Por ello, resulta conveniente disponer de una visión global que incluya el conjunto de barreras relevantes para la innovación, en primer lugar de coste o financieras, pero también barreras de conocimiento (falta de personal cualificado, falta de información sobre tecnología, dificultades para encontrar socios de cooperación...), de mercado y de otros factores relacionados con la falta de demanda. En definitiva, en una intersección entre el rigor académico y la difusión, el conjunto de estos trabajos pretende aportar elementos de avance alrededor del debate sobre economía del conocimiento, innovación y competitividad. De su lectura se pueden derivar lecciones de interés no solo para el análisis, sino también para el diseño e implementación de estrategias de innovación y, de forma específica, sobre el papel que en ellas pueden desempeñar los centros tecnológicos.

— OCDE (1996). The knowledge-based economy. París: OECD Publishing. Banco Mundial (2004). Benchmarking countries in the knowledge economy: presentation of the knowledge assessment methodology (KAM) for development program. Washington D.C. IVIE (2017) El valor económico de las actividades basadas en el conocimiento en España y sus regiones. Editorial Centro de Estudios Ramón Areces.


Colaboración como fórmula mágica

JOSÉ MARÍA GARCÍA ÁLVAREZ-COQUE Catedrático de Economía Aplicada. Universitat Politècnica de València

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a contribución del conocimiento a la economía ha sido examinada en interesantes investigaciones como las recientemente promovidas por las Fundaciones Areces y BBVA y desarrolladas por prestigiosos economistas del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas

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(IVIE). En un trabajo reciente, el profesor Ernest Reig destaca que cualificadas dotaciones de capital humano, infraestructuras científicas e inversión en I+D+i han sido claves para la generación de renta y riqueza en las comunidades autónomas, revelando así una asociación entre el esfuerzo en I+D+i y la competitividad regional.

Componentes del conocimiento y competitividad regional

En otra investigación en curso, financiada por el Plan Nacional de I+D del Ministerio de

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


“Se observan ciertas recetas que funcionan, aunque no todas las regiones las tienen a su alcance de la misma manera”

Economía y Competitividad, miembros del Grupo de Economía Internacional y Desarrollo de la Universitat Politècnica de València (UPV) están profundizando en identificar de qué manera algunos factores asociados al conocimiento no sólo favorecen la competitividad regional, sino que se convierten en verdaderos requisitos para la misma. En la investigación se ha analizado el gasto público y privado en I+D, el grado de cooperación entre empresas, la cualificación de la población en edad de trabajar y la presencia de sistemas universitarios excelentes. ¿Son estas condiciones necesarias para que una región europea sea competitiva? Se han podido tomar como base para responder a la pregunta diversos indicadores de innovación, educación y excelencia universitaria en un conjunto de 266 regiones de la Unión Europea (UE).

Políticas de innovación regional: no hay una única hoja de ruta

Las conclusiones de este estudio aportan ciertas pautas para las políticas de innovación regional. En lo referente a la política de I+D+i, no emerge una única hoja de ruta

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imprescindible para alcanzar altos niveles de competitividad regional (medida por el European Competitiveness Index). Se observan, sin embargo, ciertas recetas que funcionan, aunque no todas las regiones las tienen a su alcance de la misma manera. Así, entre dichas recetas, se encuentra una “fórmula mágica” de ingredientes que garantiza que una región sea competitiva (es decir, más que la media europea). La fórmula consiste en un triángulo de condiciones: • Importante inversión privada en I+D. • Alto número de empresas que colaboran en actividades de innovación. • Elevado porcentaje de población con estudios de educación superior. Este resultado es congruente con los estudios antes citados pero, además, permite destacar, en primer lugar, el papel crucial del sector privado en las actividades generadoras y transmisoras de conocimiento y, en segundo lugar, que la competitividad no se consigue simplemente con una alta inversión publica en I+D sino con la consolidación de un tejido empresarial o un entorno de colaboración entre empresas.

Universidades excelentes y competitividad regional

Una pregunta clave es si tener universidades excelentes es condición necesaria para que una región sea competitiva. En el estudio realizado por la UPV se tuvieron en cuenta las regiones europeas con uni-

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Colaboración como fórmula mágica

versidades situadas en los primeros lugares del ranking SCIMAGO de universidades investigadoras (http://www.scimagoir.com). Así, 18 regiones de la UE tienen universidades en el top 100 mundial, número que asciende a 52 en el top 200, a 96 en el top 300 y a 142 en el top 500. Los resultados indican que una región perfectamente puede carecer de universidades investigadoras de élite, o clasificadas en el grupo de cabeza si, al menos, cumple los criterios antes apuntados de inversión en I+D, colaboración entre empresas y formación de capital humano. Lógicamente, tener universidades excelentes ayuda. De hecho, prácticamente todas las regiones con universidades en el top 100 se clasifican en el grupo de las competitivas. En cambio, tener una universidad en el top 200 o en el top 300 (y no incluida a la vez en el top 100) no garantiza a una región ser competitiva.

Cooperación entre empresas

Sin embargo, cuando existe un elevado porcentaje de empresas que colaboran en actividades de innovación, según nuestros resultados preliminares, es suficiente con tener una universidad situada en el top 300

para alcanzar una elevada competitividad. Es decir, la colaboración entre empresas pasa a ser un ingrediente básico. Y, en este sentido, agentes como los institutos tecnológicos pueden cumplir un papel clave de intermediación y catalización de la cooperación interempresarial. En otros términos, bastaría con tener una universidad algo mejor que la actual, es decir, entre las 300 mejores del mundo (objetivo más que alcanzable en el caso valenciano) y conseguir una colaboración entre empresas superior a la media europea (lo que no logramos por el momento) para poder situar a la Comunitat Valenciana en una posición superior a la media de regiones europeas en términos de competitividad. Se trata de un planteamiento quizás algo provocador pero que podría simplificar la hoja de ruta hacia la consecución de una región innovadora según estándares europeos.

Colaboración entre agentes del sistema de innovación

Quien dice cooperación entre empresas, puede extrapolarlo a colaboración entre actores de distintos ámbitos. De la misma forma que debe favorecerse la cooperación entre actores en una misma

“Agentes como los institutos tecnológicos pueden cumplir un papel clave de intermediación y catalización de la cooperación interempresarial”

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Economía del conocimiento, innovación y competitividad


“Entre los objetivos de la política de innovación debería encontrarse la generación de un entorno de colaboración empresarial, así como entre la empresa y otros espacios de conocimiento”

región ¿no debería plantearse lo mismo a nivel del Estado, entre empresas o actores de distintas regiones? Es un planteamiento que promueven iniciativas como, por ejemplo, los grupos operativos supra-autonómicos de la Asociación Europea para la Innovación para la Productividad Agraria y la Sostenibilidad (EIP- AGR). Con escasos recursos, el programa ha puesto a trabajar a pymes, asociaciones empresariales, centros de investigación y organizaciones no gubernamentales de distintas comunidades autónomas para encontrar soluciones prácticas a problemas complejos en el sector agroalimentario (ver https://ec.europa.eu/eip/agriculture/). Como éste se pueden proponer muchos otros ejemplos que implican que “hacer país” es algo más que hacer declaraciones políticas. En nuestro país se coopera poco entre regiones y tenemos una cierta obsesión por una rivalidad que resta en vez de sumar. Si una región innova, las vecinas deberían hacerlo también, lo que no es tan evidente en esta España donde los

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focos de innovación parecen concentrarse en determinados polos tecnológicos que no irradian conocimiento al conjunto del Estado o, cuanto menos, a las regiones vecinas.

Generar entornos de colaboración

Con ello no queremos afirmar que la inversión en I+D+i sea irrelevante, ni mucho menos, sino que entre los objetivos de la política de innovación debería encontrarse la generación de un entorno de colaboración empresarial, así como entre la empresa y otros espacios de conocimiento. Un punto crítico a mejorar es la sinergia entre actores del sistema de innovación para reducir las barreras a la cooperación y así potenciar, donde sea posible, acciones que la fortalezcan. Iniciativas como las plataformas tecnológicas, los clústeres de conocimiento o la facilitación de las funciones de los intermediarios de innovación permitirán conseguir que lo que es excelente a nivel académico se refleje en una mayor productividad y valor añadido para nuestras empresas. Hay trabajo para el futuro, ¿no es así?

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Redes sociales e innovación empresarial

JORDI PANIAGUA Profesor de Estructura Económica. Universitat de València

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as redes sociales desempeñan un papel importante en diversos mecanismos empresariales. Resulta extraño observar alguna empresa sin un perfil en redes sociales como Twitter, Facebook o LinkedIn. La mayoría de empresas utilizan estas

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plataformas como un escaparate de venta y publicidad. Sin embargo, las redes sociales ofrecen un abanico más amplio de posibilidades como la interacción con clientes, procesos de selección de personal, marketing e innovación empresarial.

Redes sociales en la empresa

Hoy, parece indiscutible que la innovación es imprescindible para cualquier estrategia empresarial sostenible a largo plazo. Opciones

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alternativas, como la competencia en precios o en calidad disipan sus ventajas a largo plazo. Por ejemplo, una empresa particular podría vender sus productos por debajo del precio de mercado durante un periodo de tiempo. A largo plazo, esta estrategia es insostenible bien por incurrir en pérdidas o por un seguimiento de la competencia que erosionaría la ventaja inicial. Aumentar la calidad de los productos tendría, a largo plazo, un efecto similar; bien por incurrir en costes mayores o por la copia de otras empresas. Una de las principales herramientas de apoyo a la innovación empresarial son, precisamente, las redes sociales. Se trata de un concepto en constante evolución que, habitualmente, se relaciona con la Web 2.0, el contenido emitido por el usuario y los medios generados por los consumidores. Las redes sociales se enlazan utilizando diferentes tecnologías, incluidos blogs, páginas web, sitios de redes y foros, entre otros, para permitir la interacción y la comunicación entre los usuarios. Sin embargo, su naturaleza es más amplia que la de una plataforma tecnológica específica. Uno de los hechos distintivos de las redes sociales es la generación de contenidos por parte de los propios usuarios. Los contenidos generados por las empresas y empleados, como publicaciones, tweets, blogs, wikis, chats, podcasts, videos, imágenes y audios, tienen las siguientes características: son públicos y están disponibles en línea, son creativos y no son profesionales. La literatura académica especializada en redes sociales identifica siete pilares que nos permiten analizar la estructura del conte-

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nido de las mismas y las relaciones de sus usuarios. • Identidad: cómo se revelan a sí mismos los usuarios. • Conversaciones: la forma en que los usuarios se ordenan o forman comunidades. • Compartir: la manera en que los usuarios intercambian, distribuyen y reciben el contenido. • Presencia: cómo saben los usuarios si hay otros disponibles. • Relaciones: la medida en que los usuarios se relacionan entre sí. • Reputación: lo que conocen los usuarios sobre la posición social de los demás y el contenido. • Grupos: la manera en que los usuarios se ordenan o forman comunidades.

Redes sociales e innovación empresarial

Las empresas pueden utilizar los recursos que ofrecen las redes sociales (identidad, presencia, conversaciones, relaciones, reputación y grupos) para aumentar sus capacidades innovadoras. Por ejemplo, a través de las redes sociales las empresas pueden conocer mejor a los consumidores e innovar en productos más cercanos a las preferencias de sus clientes. También optimizan sus procesos relacionados con los recursos humanos y pueden potenciar la creatividad de sus empleados. Los clientes potenciales revelan sus preferencias en las conversaciones, el intercambio y la presencia en las redes sociales. A través

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Redes sociales e innovación empresarial

“Las redes sociales corporativas favorecen vínculos sociales dentro de la empresa y con otras empresas, fomentando la conectividad y transferencia de conocimientos”

del análisis de datos provenientes de ellas, las empresas anticipan la demanda de productos y servicios. Las preferencias reveladas del cliente les permiten innovar en productos en la dirección que demanda el mercado. Por tanto, las redes sociales posibilitan que las empresas puedan minimizar los costes de prueba y error en el lanzamiento de nuevos productos o servicios. Las redes sociales corporativas permiten la interconexión de los empleados. Existen redes sociales específicas (como LinkedIn) que conectan a solicitantes de empleo, personal, estudiantes y usuarios a nivel profesional. La mayoría de los procesos de selección de personal tienen su origen en un portal virtual de empleo conectado a alguna red social corporativa. Estas redes permiten una

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búsqueda de candidatos más idónea con el perfil del candidato demandado. Además, las redes sociales corporativas favorecen vínculos sociales dentro de la empresa y también con otras, fomentando la conectividad y transferencia de conocimientos entre ellas y creando un caldo de cultivo idóneo para la innovación.

Redes sociales como oportunidad para la innovación

Uno de los elementos fundamentales para la innovación es la creatividad y, en particular, la de los trabajadores. Esta creatividad se ve afectada por diversas características personales, como la motivación intrínseca, y cognitivas, como la transferencia de conocimiento. Sin embargo, la creatividad es también un proceso social, ya que las personas tienen más probabilidades de ser creativas cuando se conectan con otras personas. Esta razón explica que el índice de innovación sea más elevado en clústeres empresariales o en las ciudades. De hecho, investigaciones recientes en el ámbito académico subrayan el papel de las redes sociales en la creatividad de los empleados. La innovación desempeña un papel fundamental en las empresas y es clave para sustentar el crecimiento económico a largo plazo. La irrupción de estas redes en la sociedad representa una oportunidad para la innovación empresarial. En definitiva, las redes sociales permiten conocer mejor a los consumidores, seleccionar con más acierto a los empleados y favorecer la creatividad innovadora de las empresas.

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Creatividad, redes e innovación

F. XAVIER MOLINA MORALES Catedrático de la Universitat Jaume I de Castelló. Departament d‘Administració d‘Empreses i Marketing AERT (Alianzas, Estrategias, Redes y Territorio Ingenio-CSIC)

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ecientemente, el grupo de investigación AERT-UJI* ha realizado un estudio sobre los efectos de la creatividad y el posicionamiento relacional en el potencial innovador de las empresas en Espaitec, el Parque Científico, Tecnológico y Empresarial de Castellón, promovido por la Universitat Jaume I (UJI) y la Confededera-

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ción de Empresarios de Castellón (CEC). Este trabajo permite la extracción de algunas conclusiones y recomendaciones. El estudio analiza, por un lado, la forma en que las empresas generan nuevas ideas y, por otro, el papel que juegan sus relaciones con otros actores como empresas e instituciones en este proceso y su posterior transformación en nuevos productos y servicios. Este trabajo, en el que han participado — *AERT-UJI (2015). Estudio sobre los efectos de la creatividad y el posicionamiento relacional en el potencial innovador de las empresas en Espaitec-UJI. Documento interno no publicado, Universitat Jaume I, Castelló de la Plana.

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Creatividad, redes e innovación

“Las innovaciones de producto son las más frecuentes junto con algunas actividades relacionadas con la comercialización”

“Las empresas muestran una mayor actividad relacional en la red de conocimiento tecnológico y no tanto en la red de información de negocio”

diversas empresas del parque, ha puesto en evidencia el patrón de innovación de las empresas analizadas, de manera que se ha podido observar el valor de la creatividad y el capital relacional. La creatividad se ha analizado a partir de tres ámbitos diferentes: identificación, resultados y medición del clima creativo.

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Se ha constatado que la creatividad puede surgir impulsada por cualquier empleado, más allá de los departamentos creativos. En cuanto a la generación de ideas, las empresas de Espaitec utilizan, en su mayoría, un único método formalizado: las reuniones periódicas. Son muy pocas las que utilizan otros métodos formalizados para la generación de ideas tales como el brainstorming, delphi o el buzón de sugerencias. A partir del trabajo de campo se ha detectado que: • Las empresas siguen el modelo convencional de transformación de ideas en innovación, con cierta confusión sobre el significado entre el test de producto y el de mercado. Un caso aparte sería la gestión de las patentes, cuya utilización es limitada. • Muy pocas empresas cuentan con sistemas de recogida de las ideas generadas que no han tenido éxito. Sin embargo, estos registros son muy importantes para fomentar la creatividad futura. • Por lo que se refiere al clima creativo, podemos concluir que las empresas son conscientes de su importancia para generar tanto la creatividad como la innovación. Sin embargo, su reducida dimensión limita la formación de equipos de trabajo y la distribución de recursos. Además, las empresas podrían mejorar su creatividad adoptando una serie de medidas:

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“Muy pocas empresas cuentan con sistemas de recogida de ideas generadas que no han tenido éxito” • Instaurando acciones formalizadas para el fomento de la creatividad con herramientas que se conviertan en un motor para la generación de ideas, involucrando a todos los departamentos. • Ampliando el foco de la gestión más allá de la generación del nuevo producto a todos los procesos posteriores y anteriores a su puesta en el mercado. • Mostrando una clara orientación hacia la creatividad y la innovación, con acciones que hagan mucho más visibles los resultados obtenidos en este ámbito a través de publicaciones internas y externas, dotando a los empleados de una mayor autonomía para ser más creativos y, por último, apostando claramente por un enfoque de futuro que contemple el riesgo como una oportunidad para ser más innovadores.

Redes de relaciones

Cuando se analizan las redes de relaciones, las empresas muestran una mayor actividad relacional en lo que tiene que ver con el conocimiento tecnológico y, no tanto, las referentes a información de negocio. Los

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distintos análisis sugieren la presencia de un núcleo de empresas que protagonizan dichos intercambios y que se rodean de ciertos actores (otras empresas) que adoptan un papel más periférico. El estudio ha identificado a aquellos actores más relevantes en cada tipo de intercambio de forma que podemos conocer cuáles son las empresas más activas en función de cada uno de los indicadores relacionales utilizados. Así, en las firmas en las que predomina su actividad relacional en la red de información de negocio, tiene un papel más discreto la red de intercambio de conocimiento tecnológico y viceversa. Al estudiar las relaciones fuera del parque científico, es decir, de las empresas de Espaitec con sus competidores, clientes y proveedores, se ha podido identificar el espectro geográfico de las actividades empresariales realizadas. De este modo, se ha comprobado que las empresas tienden a establecer relaciones en el ámbito nacional, europeo y americano.

Innovación y colaboración con otras empresas

Por último, el estudio ha analizado el tipo de actividades innovadoras que realizan las empresas del parque tecnológico y hasta qué punto las llevan a cabo en colaboración con otras empresas. De los resultados obtenidos se desprende que las innovaciones de producto son las más frecuentes junto con algunas actividades relacionadas con la comercialización. Claramente, las innovaciones de proceso y otras dentro del ámbito organizativo son las que menos intensidad presentan.

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Creatividad, redes e innovación

Respecto al nivel de colaboración externa, los valores obtenidos muestran como ésta se produce básicamente en aspectos relacionados con la comercialización y el desarrollo de productos.

Gestión estratégica

A pesar del carácter preliminar de este informe, se pueden extraer algunas conclusiones. Una de las principales es que los intercambios tecnológicos son el foco relacional de las empresas. Este hecho se ve reflejado en los resultados de innovación que ponen de manifiesto que las actividades más tecnológicas, (por ejemplo, el desarrollo de nuevos productos) tienen una mayor presencia en las empresas. Con carácter general, se observa menor actividad en innovaciones organizativas y en las relacionadas con el marketing como, por ejemplo, el posicionamiento en el mercado del producto o el establecimiento de precios. En este sentido, los equipos directivos y los empleados de las empresas presentan, en su mayoría, más habilidades técnicas que gestoras y, en algunos casos, manifiestan dificultades para llevar al mercado sus productos. El desarrollo de estas nuevas habilidades junto con la búsqueda de apoyo en la elaboración de los modelos de negocio parece una vía interesante para revertir esta limitación. Por otra parte, existe un escaso foco en la innovación organizativa, especialmente en el apartado de gestión relacional con instituciones y organismos de apoyo.

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Se observa, además, poca actividad relacionada con la gestión del conocimiento. Fortalecer este tipo de vínculos institucionales puede ser una buena vía para la obtención de apoyo en el desarrollo de aspectos relacionados con el negocio. Finalmente, con respecto a la conectividad externa, destaca la escasez de relaciones con proveedores y clientes de mercados emergentes. Parece razonable comenzar a identificar posibles factores que pueden mejorar el acceso de las empresas a este tipo de mercados. En definitiva, las empresas de Espaitec han asumido correctamente como objetivo estratégico el desarrollo de sus procesos innovadores, donde la creatividad juega un papel determinante como precursora de la innovación. Sin embargo, cabe señalar que este enfoque acertado de las prioridades estratégicas no se ve, en la mayoría de los casos, correspondido por una atención adecuada a los aspectos relacionados con la gestión estratégica y de mercado.

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


La transferencia como asignatura pendiente

JOSE MARÍA GARCÍA ÁLVAREZ-COQUE Catedrático de Economía Aplicada. Universitat Politècnica de València

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rgullo. Sí, orgullo es lo que sentimos cuando observamos que la ciencia española cosecha éxitos y nuestros investigadores ascienden en los rankings internacionales como Web of Science y Scopus. Sin embargo, no tenemos un respuesta clara a la pregunta: ¿promovemos una investigación

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útil para nuestras pymes? Queda mucho para establecer criterios de excelencia entre nuestras instituciones científicas y tecnológicas basados en actividades de transferencia y divulgación, lo que debería conllevar incentivos adecuados para promover la colaboración con los actores de la economía real. La academia española no debería poner en un segundo plano los resultados aplicados. Incluso aunque no generen demasiadas citas en revistas. Este problema existe en particular con la valoración de proyectos que aportan soluciones con impacto regional.

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La transferencia como asignatura pendiente

Al hablar de política tecnológica, nos encanta utilizar el concepto de la cuádruple hélice, donde un número de actores públicos y privados, incluyendo usuarios y proveedores de conocimiento, impulsan soluciones a problemas aplicados, siguiendo enfoques de co- innovación y transferencia relacional. La cuestión de por qué no aplicamos este concepto a la práctica tiene varias posibles respuestas. Sin embargo, la pregunta de qué consecuencias tiene su no aplicación tiene una clara conclusión: hay un coste en términos de menores competitividad y crecimiento.

Qué es relevante para el desarrollo regional

Según los trabajos ya publicados o en curso por el Grupo de Economía Internacional y Desarrollo de la Universitat Politècnica de València, la competitividad de las regiones europeas no es ajena al enfoque tecnológico vigente en las mismas. Si tomamos el 45% de regiones europeas menos competitivas, de un total de 266, según el Regional Competitiveness Index (RCI) publicado por la Comisión Europea, resulta que su PIB per capita promedio es un 47% del registrado en el resto de regiones más competitivas. Para entender estas diferencias, según los datos suministrados por el Regional Innovation Scoreboard, hemos de detenernos en la incidencia de la inversión pública en I+D que, en el grupo de regiones menos competitivas, es un 63% del gasto promedio observado en el grupo más competitivo. Pero cuando consideramos actividades de I+D+i realizadas por empresas es cuando las diferencias son más

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evidentes. Las empresas en el grupo de regiones menos competitivas invierten un 50% en I+D de lo que gastan en promedio en el grupo regional más competitivo y, lo que es más preocupante, la proporción de sus empresas que colaboran en actividades de innovación es un 39% del porcentaje observado en el grupo de cabeza. En conclusión, la falta de mecanismos o estímulos a la participación de la empresa privada, en muchos casos por la falta de una cultura de colaboración, acaba teniendo un precio en términos de desarrollo regional. En este ámbito, el problema no es sólo la baja intensidad de las tareas de innovación directamente realizadas por las empresas sino el hecho de que su actividad productiva habitual está induciendo indirectamente, a través de vínculos inter-sectoriales y comerciales, actividades de innovación que no se realizan en la propia región sino fuera de la misma. En el caso de la Comunitat Valenciana, estimamos que, a finales de la década pasada, un 70% de la intensidad de innovación inducida en otros sectores por parte de las empresas valencianas se realizaba, realmente, fuera de la región*.

Dar a la transferencia la importancia que merece

Un punto crítico a mejorar es la sinergia entre actores del sistema de innovación para remover las barreras a la cooperación y potenciar, donde sea posible, acciones que la fortalezcan. En este sentido, sin ánimo de agotar la materia, pueden proponerse cinco orientacio-

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“La falta de estímulos a la participación de la empresa privada, en muchos casos por la falta de una cultura de colaboración, acaba teniendo un precio en términos de desarrollo regional” nes de política tecnológica que facilitarían entornos de creación de valor para nuestras empresas. • No simplificar el concepto de transferencia. Muy a menudo se identifica, en el ámbito académico, la transferencia con la generación de patentes y licencias comercializables. Sin embargo, implica también compartir conocimientos y habilidades que no son fácilmente traducibles en derechos de propiedad, pero cuya transmisión es muy deseable a todo el ecosistema de pymes. Tampoco debe simplificarse, en el otro extremo, reduciendo la transferencia a la simple divulgación de conocimientos científicos. Existe evidencia de que las actividades de transferencia se ven potenciadas por la disposición a emprender y a innovar de las pymes, por lo que debe fomentarse, incluso, desde el mismo sistema educativo**. • La transferencia no es un fin en sí mismo. Debería ser obvio que lo importante es buscar soluciones a problemas reales. Ni el objetivo debe ser puramente la comercialización de servicios, que

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es deseable por otra parte cuando se genera conocimiento útil y estimula la economía del conocimiento, ni debe ser la captura de subvenciones públicas, que son necesarias, en muchos casos, cuando los beneficios de una innovación se extienden a distinto ámbitos sociales y ambientales, o comportan efectos spill-over sobre el conjunto del ecosistema empresarial. Un diseño adecuado de los programas puede definir claramente sus metas y su procedimiento de evaluación, al tiempo que posibilita la promoción de nuevos proyectos más allá de acrónimos imaginativos. • Facilitar los ecosistemas. De nuevo parece evidente, pero hay que insistir porque asistimos a una fragmentación excesiva de espacios de innovación donde los diversos niveles de gobierno (municipal, autonómico y estatal) llevan — *García-Álvarez-Coque, J. M. G., Alba, M. F., & LópezGarcía-Usach, T. (2012). Innovation and sectoral linkages in the agri-food system in the Valencian Community. Spanish journal of agricultural research, (1), 18-28. **Ramos‐Sandoval, R.,García Álvarez‐Coque, J. M. G., & Mas‐Verdú, F. (2018). Innovative capabilities of users of agricultural R&D services (próxima publicación).

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La transferencia como asignatura pendiente

“Espacios como REDIT, agencias de innovación como la AVI, los parques científicos de las universidades y el CSIC, deben favorecer sinergias que aprovechen todo el potencial de la innovación regional” sus propias agendas y donde centros tecnológicos e instituciones académicas colaboran menos de lo deseable. Espacios como REDIT, agencias de innovación como la AVI, los parques científicos de las universidades y el CSIC, junto con otras iniciativas como grupos operativos, cátedras de empresa, fundaciones privadas etc. deben favorecer sinergias, economías de escala y gestión coordinada de proyectos que aprovechen todo el potencial de la innovación regional. • Clarificar la medición de impacto. Para poder incentivar la transferencia hace falta medir y, así, poder evaluar. El problema es que es muy fácil medir algunos indicadores como número de patentes, pero hay otras actividades que carecen de indicadores cualitativos, más allá del número de participantes en una acción concreta o el monto invertido. La Universidad de Wageningen, en Holanda, ha ido desarrollando metodologías que clasifican las funciones de los intermediarios de innovación y de las plataformas tecnológicas, lo que es un primer paso para proponer indicadores de actuación e impacto***.

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• Desarrollar los incentivos adecuados. Los incentivos deben favorecer una cultura empresarial de colaboración entre las mismas empresas y entre éstas y los centros tecnológicos. En los mismos centros y en las universidades hay que seguir trabajando para implantar sistemas de incentivos que orienten las actividades hacia las necesidades del territorio, sin renunciar a la excelencia internacional. Un modelo interesante, ya seguido en algunos centros de investigación, es considerar que las funciones del personal cualificado incorporan la atracción de recursos y proyectos, pero también, junto a las actividades de investigación, las de transferencia en su visión más completa. Se trata de guiar a investigadores y extensionistas hacia una cultura en la que la relevancia académica tienda a coincidir con la social y económica para el territorio.

— ***Kilelu, C. W., Klerkx, L., & Leeuwis, C. (2013). Unraveling the role of innovation platforms in supporting coevolution of innovation: Contributions and tensions in a smallholder dairy development programme. Agricultural Systems, 118, 65-77.

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Los guardianes del conocimiento

JOSÉ ANTONIO BELSO MARTÍNEZ Profesor titular de Universidad. Director de la Cátedra del Calzado. Universidad Miguel Hernández

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as convulsiones experimentadas por los fundamentos de la economía valenciana y española durante la reciente crisis económica han recordado a empresas e instituciones la necesidad de estar vigilantes ante el impacto de los cambios

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en los mercados o las tecnologías sobre los sectores industriales. Incluso entre la manufactura tradicional, crear nuevos productos y servicios o buscar formas más eficientes de hacer las cosas, se han erigido como mantras de la estrategia empresarial. Atrás quedan los años donde la incertidumbre sobre la severidad de la recesión empujó a una reducción de la inversión en I+D que ha desplomado el esfuerzo innovador a cifras de 2007, aumentando nuestra brecha con la media de la Unión Europea hasta 0.8 puntos en 2015.

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Los guardianes del conocimiento

Instituciones de apoyo a las empresas

Al igual que sucede en otras regiones o países, la concentración geográfica (clústeres) de actividades productivas ha fortalecido tradicionalmente la competitividad de las empresas, lo que resulta especialmente visible en el sur de la Comunitat Valenciana. En estos espacios se han forjado entramados de relaciones entre empresas e instituciones de apoyo que favorecen la creación de conocimiento y la innovación. Existe un cierto consenso entre los investigadores sobre el papel crucial que universidades, institutos tecnológicos o asociaciones empresariales tienen en la creación de recursos sistémicos y redes de cooperación en el clúster. La actividad interna de estas instituciones en materia de I+D y las experiencias acumuladas por su interacción con el tejido productivo, las convierte en repositorios de un conocimiento que se enriquece sistemáticamente gracias a su implicación en la resolución de los problemas de las empresas, lo que dinamiza la actividad innovadora del clúster. Diversas evidencias empíricas internacionales demuestran la capacidad de las instituciones locales para coordinar los flujos y difundir el conocimiento entre las empresas que constituyen la red local. La realidad de los clústeres valencianos es similar. En el caso del clúster cerámico de Castellón, el equipo del profesor Molina-Morales de la Universitat Jaume I ha mostrado la capacidad de intermediación en materia de conocimiento de las instituciones locales y sus beneficiosos efectos.

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«Las universidades, institutos tecnológicos y asociaciones empresariales tienen un papel crucial en la creación de recursos sistémicos y redes de cooperación en el clúster» Por su parte, el profesor Holsmtrom de la Universidad de East Anglia (Reino Unido) destacó, hace más de 10 años, el papel del Instituto Tecnológico del Juguete en la transferencia de conocimiento entre las empresas de la Foia de Castalla.

Falta de conexiones externas

A pesar del papel activo de las instituciones de apoyo y, en consonancia con lo que ocurre a nivel internacional, el riesgo de falta de conexiones externas de estas aglomeraciones puede provocar síntomas de agotamiento. En efecto, tal y como sugieren algunas líneas de investigación, las ventajas y fisonomía de los clústeres no son eternas. Incluso podrían llegar a desaparecer si lo que eran los originales motores de competitividad del clúster se convierten en fuentes de miopía e inercia cognitiva como consecuencia del

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


predominio de modelos empresariales excesivamente localistas. Para enfrentar situaciones de crisis, algunas empresas invierten, únicamente, en mejorar sus capacidades apoyándose en los habituales mecanismos y fuentes locales de conocimiento. En una especie de automatismo evolutivo, relegan alternativas rompedoras en el más puro sentido schumpeteriano.

Guardianes del conocimiento y apertura al exterior

Por el contrario, la apertura del tejido empresarial local y su conexión con organizaciones, empresas o tecnologías ajenas al clúster insufla nuevos conocimientos que renuevan sus capacidades tecnológicas y estimulan su actividad innovadora. Es aquí donde un conjunto de organizaciones, a medio camino entre el contexto local y el entorno global, juegan un papel esencial en la dinámica innovadora del clúster. Estos guardianes son organizaciones caracterizadas por una sólida base de conocimiento, por sus vinculaciones con diversas redes y comunidades de conocimiento externas al clúster y, además, cuentan con la capacidad de difundir el conocimiento extra-clúster entre las empresas co-localizadas. Fruto de una profunda transformación, las instituciones intermedias como los centros tecnológicos se han convertido en auténticos especialistas en la generación y adquisición de nuevos conocimientos que permiten a las empresas actualizar sus ca-

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pacidades con un menor coste de búsqueda y acceso. Estos menores costes se derivan de una mayor capacidad para valorar, interpretar y asimilar conocimientos novedosos gracias a la robustez de un stock de capacidades fruto del aprendizaje acumulado. Una vez reprocesado en sus estructuras internas, la posición y protagonismo de las instituciones en la red del clúster permite articular la difusión de un conocimiento digerible para un tejido empresarial con predominio de pymes. De nuevo, los clústeres valencianos son un ejemplo paradigmático de este nuevo rol de las instituciones intermedias como generadoras de oportunidades y motores de resiliencia. Los casos del Instituto de Tecnología Cerámica (ITC) de Castellón y el Instituto Tecnológico del Calzado (INESCOP) representan casos de éxito en la conexión

“Es en los clústeres donde un conjunto de organizaciones, a medio camino entre el contexto local y el entorno global, juegan un papel esencial en la dinámica innovadora”

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Los guardianes del conocimiento

“Los centros tecnológicos se han convertido en auténticos especialistas en la adquisición de nuevos conocimientos que permiten a las empresas actualizar sus capacidades con un menor coste de búsqueda y acceso” de redes de conocimiento del clúster con fuentes de conocimiento no local*. Un reciente análisis de la industria del juguete señala al Instituto Tecnológico de Producto Infantil y Ocio (AIJU) y a la Asociación de Fabricantes de Juguetes como los principales proveedores de conocimiento externo al clúster para las empresas de la Foia de Castalla**.

Modelos de innovación abierta

En conclusión, el rejuvenecimiento de los clústeres tradicionales del sur de la Comunidad Valenciana pasa por enfatizar actividades de valor añadido asentadas y diversificar hacia ámbitos más dinámicos gracias al aprovechamiento de modelos de innovación abierta, donde el acceso a nuevos conocimientos propios de la digitalización y la industria 4.0 resulta crucial. No obstante, al igual que ocurría con Internet a finales de los años 90, muchos de nuestros empresarios se preguntan si la inteligencia artificial o los algoritmos tendrán una utilidad y un impacto real. No cabe duda que herramientas como la robotización, el Big-Data, los wearables, la simulación vir-

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tual, o la economía circular, ya no son solo campo de pioneros. Sensibilizar e incorporar la transformación digital a nuestras empresas requiere de la implicación de un elemento clave del ecosistema de la innovación valenciano como son las instituciones de apoyo. Aprovechando la atmósfera de colaboración que ha caracterizado la estructura productiva de la Comunidad Valenciana, la clave es promover la transferencia de nuevos conocimientos desde universidades y centros tecnológicos hacia nuestras empresas. Solo así se podrán generar episodios disruptivos e innovaciones que compitan globalmente y doten de sostenibilidad a nuestros clústeres. — *Molina Morales, F. X (2005): The Territorial Agglomerations of Firms: Spanish Tile Industry, Growth & Change, 31 (1): 74-99 **Belso-Martinez, J.A.; Díez-Vial, I.; LópezSanchez, M.J.; Mateu-Garcia, R. (2018): The brokerage role of supporting organizations inside clusters: how does it work?, European Planning Studies, 26(4): 706-725.

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


Cambios disruptivos en entornos industriales tradicionales

F. XAVIER MOLINA MORALES Catedrático de la Universitat Jaume I de Castelló. Departament d‘Administració d‘Empreses i Marketing AERT (Alianzas, Estrategias , Redes y Territorio Ingenio-CSIC)

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xiste un amplio consenso sobre la importancia e implicaciones de la innovación para las empresas. En general, la innovación, como mecanismo de mejora de la productividad, la creación de valor y otros factores, parece ser un indica-

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dor clave y objetivo inexcusable de cualquier economía. Además, la innovación está en la base de la regeneración de los ciclos de vida y en la diferenciación de los productos y de las actividades productivas y, por lo tanto, se vincula, particularmente, con cambios del modelo productivo.

Innovaciones radicales

En las últimas décadas, la investigación sobre la innovación ha abordado cuestiones críticas como: ¿cuáles son los actores

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Cambios disruptivos

relevantes del proceso innovador?, ¿cómo se pueden generar nuevas ideas? o ¿cómo se puede trasformar la creatividad en nuevos productos y servicios en los mercados? Sin embargo, y a pesar de una aparente unanimidad, el proceso innovador ha sido visto y analizado desde diversas y, en ocasiones, contradictorias perspectivas. En este artículo y con el fin de delimitar estas reflexiones, nos centraremos en las denominadas innovaciones radicales o disruptivas en un entorno concreto, como es el que definen las aglomeraciones territoriales de empresas y que han sido conceptualizadas como clústeres (distritos) industriales.

Clústeres e innovación

La investigación existente sobre los clústeres ha proporcionado pruebas convincentes de la existencia de estas concentraciones en una amplia variedad de industrias y ha confirmado que son claves para comprender los patrones de éxito competitivo de las empresas. Respecto a la innovación en los clústeres, en la literatura académica ha surgido la noción de conocimiento contextual para describir las bases del proceso de aprendizaje. Este conocimiento aumenta con la actividad donde se genera y su contexto temporal, social y espacial. Es, en su mayoría, de carácter tácito y se basa en la experiencia y, por consiguiente, es difícil de describir incluso para los mismos agentes implicados. Por ello, es difícil de reproducir a distancia, fuera del contexto original. Estas características locales de relaciones

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Investigación académica sobre innovación, cuestiones críticas: — ¿Cuáles son los actores relevantes del proceso innovador?

— ¿Cómo se pueden generar nuevas ideas?

— ¿Cómo se puede trasformar la creatividad en nuevos

productos y servicios en los mercados?

intensas, confianza y otros elementos relacionales, hacen de los clústeres un espacio particularmente apropiado para la mejora y explotación de los productos y tecnologías previamente existentes.

Acceso a conocimiento externo

Siguiendo la misma lógica, las empresas localizadas pueden tener problemas para acceder a información y conocimiento externo, nuevo y único. Es decir, para captar ideas y tecnologías que supongan cambios profundos, más

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


allá de las mejoras, paso a paso o incrementales. De hecho, algunos casos clásicos vienen a evidenciar esta afirmación. Por ejemplo, algunos investigadores han descrito cómo las empresas relojeras suizas resultaron ser vulnerables a los cambios tecnológicos radicales externos, que suponía la tecnología digital. En el mismo sentido, otros ejemplos describieron algunos casos en las regiones del sur de Italia donde la homogeneidad cultural generaba desventajas para las empresas. Recientemente, los expertos han argumentado que el declive del denominado distrito de la silla (distretto della sedia) en la zona de Udine en el norte de Italia se puede explicar por una cierta miopía al no detectar a tiempo nuevas tecnologías y tendencias como la aplicación del concepto de ergonomía en el sector del mueble. Sin embargo, se debe reconocer que la argumentación negativa anterior ha sido refutada por algunos contraejemplos que describen casos de éxito de clústeres industriales que acceden a nuevas oportunidades. Quizás en el más popular de los casos, las investigaciones existentes evidencian que entornos altamente cambiantes, como Silicon Valley, benefician a sus empresas y las dotan tanto de ventajas de exploración (búsqueda de nuevas oportunidades) como de explotación (ser más eficiente en las actividades existentes). Por lo tanto, la cuestión y el reto es saber si, o en todo caso cómo, los actuales clústeres son capaces de introducir y explotar in-

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Patrón común: — Se trata de tecnologías

externas, no generadas en el interior del clúster.

— Estas tecnologías han sido introducidas por agentes del clúster que podemos

denominar visionarios (Nordica, en Montebelluna y Kerajet en Castelló).

— El clúster ha sido

particularmente eficaz

en el desarrollo, difusión y explotación de estas tecnologías.

novaciones que vayan más allá de las mejoras incrementales y que permitan rupturas con tecnologías anteriores. Para contestar al reto de cómo los clústeres son capaces de desarrollar innovaciones radicales, pueden ser de ayuda las lecciones que podemos extraer de dos casos de éxito y de los cuales hay una cierta documentación. Nos referimos al caso de la bota de inyección de plástico de esquí (skiboot) en el clúster de Montebelluna, en Italia, y al caso de la impresión digital (inkjet), en Castelló*.

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Cambios disruptivos

Patrones de innovación

El clúster italiano fue capaz de introducir la tecnología de inyección de plástico en la fabricación de las botas de esquí. Por otro lado, de forma similar la impresión digital desarrollada en otros sectores fue introducida en el clúster cerámico, para la decoración de las piezas. De la comparación de los dos casos, se observan algunas coincidencias que nos permiten sugerir un patrón común. • La introducción de estas tecnologías ha supuesto cambios diversos tanto para las empresas que adoptaron las tecnologías, como para el clúster en su conjunto. • A nivel de empresa individual, la innovación supuso una reducción de costes, mayor flexibilidad y, sobre todo, una mayor diferenciación. • Respecto al clúster en su conjunto, ha permitido su reestructuración, cambiando el peso relativo de las diversas actividades internas, ha generado nuevas actividades y ha permitido una diversificación de las mismas, incluso hacía otros mercados externos.

Resilencia de los territorios

Como conclusión podemos decir que es posible la introducción de tecnologías disruptivas en los entornos de clústeres, y más aún, podemos considerar este fenómeno como un factor importante de resiliencia de los territorios. Del conocimiento extraído de las experiencias existentes podemos convenir que

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“Los clústeres conforman un espacio particularmente apropiado para la mejora y explotación de los productos y tecnologías previamente existentes”

los clústeres muestran una gran eficiencia en las fases de explotación de las tecnologías una vez introducidas. Por el contrario, será necesario revisar y, en todo caso, reforzar los mecanismos de detección, acceso e introducción de las nuevas tecnologías. En este punto, las políticas regionales de promoción de la innovación tienen reservado un papel determinante.

— *Un análisis preliminar del estudio comparativo de los dos casos (inyección de plástico e impresión digital) se presentó en la Universidad de Padova en Italia, bajo el título Disruptive innovation in industrial clusters: comparing the cases of the Italian montebelluna sportsystem and the Spanish ceramic tile industries, por F. Xavier MolinaMorales y otros, en octubre de 2017.

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


Otra ventaja del clúster El acceso a las ayudas públicas a la innovación

JOSÉ ANTONIO BELSO MARTÍNEZ Profesor titular. Universidad Miguel Hérnandez de Elche. Director de la Cátedra del Calzado

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on múltiples las evidencias que señalan la fuerte concentración geográfica de las actividades relacionadas con la innovación. Es por esto que los clústeres industriales ocupan un lugar destacado en los debates contemporáneos sobre los denominados “loci” de creación de conocimiento

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y les ha hecho acreedores de una atención preferente en actuaciones de política económica como el Programa Marco de Investigación e Innovación-Horizonte 2020 de la Unión Europea o la Estrategia Española de Ciencia e Innovación 2013-2020. Diversas claves explican esta acusada tendencia a la aglomeración. De un lado, la co-ubicación proporciona ventajas en forma de externalidades pecuniarias y efectos desbordamiento (spillovers) que refuerzan un conjunto de mecanismos de generación y difusión de conocimientos endógenos al sistema industrial.

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Otra ventaja del clúster

“Los clústeres industriales tienen una atención especial en las acciones de política económica”

Por otro lado, siguiendo la metáfora marshalliana, existe un conocimiento específico adherido al territorio que parece flotar “en el aire” y los actores del clúster acceden a él casi involuntariamente, vía encuentros casuales o serendipia.

Efectos de los desbordamientos de conocimiento

En general, hay cierto consenso en la literatura científica sobre el efecto positivo de los desbordamientos de conocimiento. Si bien es cierto que pueden desincentivar algunos esfuerzos de las empresas en aspectos como el de la I+D. En otros términos, para poder beneficiarse del conocimiento del clúster, la empresa debe construir una capacidad interna (personal cualificado, departamento de I+D...) que le permita absorber conocimientos externos y explotarlos comercialmente. A pesar de su importancia, estas externalidades no son suficientes para entender el dinamismo de una aglomeración. Junto a estas, el florecimiento de una densa red capaz de

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promover la colaboración y el intercambio de conocimiento explica el éxito o el declive de estos sistemas industriales. Los casos de Silicon Valley y la Circunvalación de Boston (conocida como Route 182), son el paradigma de dos trayectorias divergentes en sectores tecnológicamente intensivos explicadas por la existencia de esa estructura relacional. Más que fruto de la automaticidad, la adquisición de conocimientos es el resultado de una estrategia a la hora de establecer relaciones colaborativas. De hecho, algunos trabajos empíricos descartan la casualidad en el 60% de las relaciones entre empresas innovadoras localizadas en la misma región.

El clúster como red de conocimiento

La conjunción de externalidades y redes otorga un “plus” a las empresas del clúster que refuerza su ventaja competitiva e incrementa su capacidad de adaptación ante contextos de incertidumbre tecnológica o de mercado. La mera observación de los clústeres europeos en general, y de los valencianos en particular, revela cómo la concentración de conocimiento fomenta la búsqueda de oportunidades técnicas o de mercado mediante recombinaciones espontáneas de competencias a nivel de empresa. Gracias a sus estrechas relaciones con otros actores del clúster, las empresas profundizan en sus habilidades, se especializan e involucran en una dinámica de aprendizaje recíproco de manera que todo el territorio se estructura para innovar continuamente.

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


Llegados a este punto, valdría la pena preguntarse en qué medida este “premium” de la localización alcanza aspectos no estrictamente tecnológicos o de negocio. Particularmente, y a la vista de su protagonismo en la política industrial y de innovación, cabría examinar si el clúster incrementa la probabilidad de acceder a programas de apoyo o integrarse en redes internacionales de innovación promovidas con fondos públicos.

Atracción de inversión pública e innovación

En un estudio pionero sobre la participación de las empresas alemanas de biotecnología en el VI Programa Marco de la UE y otras ayudas a la I+D, los investigadores Tom Broekel, Dirk Fornhal y Andrea Morrison constataron la mayor probabilidad de recibir el apoyo de políticas destinadas a la excelencia y a la colaboración internacional en materia de innovación. A pesar de su carácter incipiente, esta línea de investigación arroja dos implicaciones de extremado valor: • En primer lugar, proporciona una razón más a empresarios y directivos de empresa para localizar la actividad empresarial en un clúster. Especialmente, en países desarrollados, la mayor facilidad de acceder a programas públicos de apoyo a la innovación supone un argumento adicional a la hora de justificar o la relocalización o la puesta en marcha de la empresa en un clúster.

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“Se pone en valor la actuación de las organizaciones de apoyo como asociaciones empresariales o centros tecnológicos” • En segundo lugar, pone en valor la labor de las organizaciones de apoyo como asociaciones empresariales o centros tecnológicos. Su cercanía cognitiva e integración en la red local, les permite asistir al tejido productivo en la elaboración y plasmación de proyectos innovadores con mayores probabilidades de éxito. • Finalmente, desde una perspectiva de política económica, este efecto imán sobre los fondos públicos puede agrandar las asimetrías espaciales en materia de innovación. Mientras los sistemas industriales se refuerzan con los programas públicos, los restantes territorios quedan cada vez más rezagados. Esta brecha se acentúa más en la medida en que las empresas de los clústeres hacen un uso mejorado de las ayudas, especialmente cuando apuestan por la financiación de la innovación colaborativa.

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Estrategias de especialización inteligente: impacto y gobernanza

PEDRO MARQUÉS Investigador Ingenio. CSIC-UPV. Universitat Politècnica de València

J. DAVID BARBERÁ TOMÁS Profesor titular Ingenio (CSIC-UPV). Universitat Politècnica de València

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l concepto de especialización inteligente (S3) domina actualmente las políticas de innovación a nivel europeo. En este término subyace el principio de que cada región, o país, tiene que priorizar sus inversio-

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nes en I+D en los sectores de actividad económica donde ya existe una especialización previa en el territorio, para evitar la ineficiencia y redundancia de estas inversiones. Además, a través del llamado Entrepreneurial Discovery Process (proceso de descubrimiento emprendedor), cada territorio debe identificar las especializaciones latentes que podrían emerger en un futuro próximo, combinando, por ejemplo, dos sectores de actividad existentes. Aunque la creación de este concepto se remonta a 2009, lo que supone una velocidad de “traducción” desde el ámbito académico al de

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


las políticas públicas casi sin precedentes, su importancia ha sido garantizada por la existencia de una cláusula condicional ex-ante en el actual ciclo de financiación europeo, que se prolonga desde 2014 hasta 2020. Esta cláusula obligaba a las regiones o países a tener una estrategia de S3 aprobada por la Comisión Europea para tener acceso a fondos estructurales. En el próximo ciclo se mantendrá su centralidad, con la implementación de la S3 convirtiéndose, ahora, en una condición habilitadora. El objetivo es que el ciclo de vida de las S3 vaya más allá de la elaboración de la estrategia y se torne un principio central también en la fase de implementación. Además, el éxito del concepto ha permitido que haya sido adoptado en países tan distintos como Túnez, México o Australia, que ya lo han empleado en sus políticas internas.

Necesidad de evaluar el impacto

A pesar de todo este éxito en el ámbito de las políticas públicas, sabemos muy poco sobre el impacto real de la S3 en la economía. Es especialmente crucial evaluar el impacto de la S3 en las regiones menos desarrolladas, porque son exactamente las que más necesitarían el apoyo del sector público para impulsar cambios en su especialización productiva. Aunque no exista todavía una evaluación sistemática de la implementación de estas estrategias, basándonos en la información estadística disponible y en algunos estudios, es posible identificar algunas conclusiones que emergen de la experiencia con las S3 en estos últimos tiempos.

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Los datos de 2018 publicados por la Comisión Europea sobre la implementación de fondos estructurales en categorías relevantes para la S3* muestran que del total del dinero asignado para el período 2014-2020 se había presupuestado el 56.28% a finales de 2017 y solo el 10.29% había sido efectivamente transferido para las regiones. Aunque estos valores puedan ser bajos, hay que considerar que el ciclo de vida de muchos proyectos solo terminará después de 2020, un dato que sirve para redimensionar el problema. Pero lo más importante es verificar que no hay correlación entre el nivel de desarrollo económico previo y la capacidad de utilizar dichos fondos. Esto es cierto a nivel regional y también nacional. Además, tampoco hay correlación entre la calidad del sistema de innovación nacional y la capacidad para gastar estos fondos. Son datos importantes, porque indican que la capacidad de absorción de estos fondos depende más de la existencia de instituciones intermedias con capacidades efectivas para invertir el dinero que de la excelencia de las empresas, universidades o centros de investigación (y, por tanto, de la calidad de los proyectos en sí). Por otro lado, hay una correlación directamente negativa entre el nivel de desarrollo económico y la tasa de cofinanciación. Esta tasa mide el peso de los fondos europeos en — *Solo se han considerado las 14 categorías de intervención que tanto la Comisión Europea como el JRC en Sevilla consideran relevantes para la S3. Incluye categorías como “research and innovation processes in large enterprises” o “SME business development, support to entrepreneurship and incubation”.

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Estrategias de especialización inteligente

los programas S3 de inversión, un factor importante porque la utilización de fondos comunitarios está reglamentada por el programa operativo, un documento inmutable durante el ciclo de financiación que no ofrece flexibilidad, lo que se opone al principio de que la S3 debería ser una estrategia adaptable. En otras palabras, en las regiones más pobres, la UE financia casi el 80% del total de las intervenciones, mientras que en las regiones más desarrolladas este porcentaje desciende hasta el 50.7%. El resto son fondos de los propios países o privados. Este hecho indica que las regiones periféricas, precisamente los territorios que más se beneficiarían de inversiones disruptivas, son las más condicionadas por la rigidez en la utilización de estos instrumentos de políticas públicas.

Trabas en las regiones periféricas: mejorar la gobernanza

La UE reconoce en sus evaluaciones intermedias que la implementación de la S3 no ha cumplido todos sus objetivos, particularmente en las regiones menos desarrolladas, y apunta a una serie de acciones necesarias, como son una mayor coordinación entre países o una mejor integración de fondos de cohesión con fondos competitivos provenientes del programa H2020. Una de las áreas que merece más atención es la necesidad de mejorar la calidad de la gobernanza en estos territorios, que es vista como una de las mayores trabas a una mejor planificación e implementación de políticas de I+D.

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Ésta es una conclusión a la que también han llegado varios académicos que han trabajado en el tema y que queda perfectamente encapsulada en el comentario de Andrés Rodríguez-Pose y de Marco Di Cataldo en un artículo de 2015: “reformas institucionales que aumenten la transparencia de la difusión de información pública, que reduzcan la captura de rentas y el clientelismo o que luchen contra la corrupción, son de facto políticas de innovación en las regiones periféricas de Europa**”. La mejora de la gobernanza es un instrumento fundamental para garantizar, no solo que la selección de inversiones en I+D corresponda a criterios transparentes y basados en la evidencia, sino también que la implementación se realice con rigor. Esto no significa invertir más, pero sí invertir mejor. También contribuiría a facilitar la coordinación entre diferentes actores del sistema de innovación regional (centros tecnológicos, universidades, empresas, sector público y sociedad civil), algo necesario para mejorar la transferencia de conocimiento y asistir a las empresas para desarrollar capacidades organizativas que les permitan operar en la frontera tecnológica.

­—­ **Rodríguez-Pose, A., & Cataldo, M. Di. (2015). Quality of government and innovative performance in the regions of Europe. Journal of Economic Geography, 15(4), 673–706.

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La innovación e investigación responsables

J. DAVID BARBERÁ TOMÁS Profesor titular Ingenio (CSIC-UPV). Universitat Politècnica de València

PAULA OTERO HERMIDA Investigadora postdoctoral. Universitat Politècnica de València

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s la innovación actual irresponsable? ¿Cómo podemos concebir un proceso de innovación “más responsable”? Preguntas provocadoras, cuya respuesta depende, como en tantas ocasiones, de quién les conteste.

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A pesar de la falta de consenso sobre si estamos siendo, colectiva e individualmente, irresponsables (y en qué), sí hay un acuerdo emergente en perseguir una mayor responsabilidad, de forma general, en el proceso de innovación. Las consecuencias inesperadas de la innovación, así como la durabilidad de sus efectos en aspectos poco previsibles y su impacto en las generaciones futuras (tanto positiva como negativamente) plantean un nuevo escenario para nuestro tiempo donde el concepto de responsabilidad es clave, si bien parece haber más preguntas que respuestas.

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La innovación e investigación responsables

Por ejemplo, el workshop “New Narratives for Innovation”, organizado en 2015 por la Comisión Europea, pretendía responder preguntas como “¿podemos repensar la definición y el rol de la innovación y qué tipo es deseable para aliviar los problemas sociales actuales? ¿Podemos producir imaginaciones más democráticas y sostenibles de las trayectorias tecnológicas que pretendemos llevar a cabo?”.

El proceso de innovación ha de ser anticipatorio

Este tipo de cuestiones se han enmarcado en los últimos años bajo el concepto de “Investigación e Innovación Responsable”, RRI en sus siglas inglesas, para abreviar IR (Innovación Responsable). Esencialmente, el marco teórico de la IR propone que el proceso de innovación debe ser anticipatorio, esto es, capaz de incluir diferentes ‘futuros posibles’ mediante mecanismos reflexivos.

“Capacidad de anticipación, reflexividad, inclusividad y capacidad de respuesta son las cuatro dimensiones fundamentales del marco IR”

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Debe, además, ser inclusivo en todas sus fases. En este sentido, las perspectivas de género juegan una especial importancia, pero también otras cuestiones que tienen que ver, de forma general, con la ciudadanía. Y debe, finalmente, poseer capacidad de respuesta frente a errores y consecuencias inesperadas. Por tanto, saber anticiparse, reflexionar, ser inclusivo y la capacidad de respuesta son las cuatro dimensiones fundamentales del marco IR. A estas cabría añadir la dimensión de apertura (openness). Esta es una cuestión cada vez más presente, referida normalmente a datos y publicaciones abiertas, pero también a una innovación abierta que debe ser hecha y concebida con otros actores que tradicionalmente se han considerado no “técnicos” o “expertos”. En este sentido, la IR incide en dar el paso, no sólo considerando a los actores del ámbito empresarial, sino también a actores comunitarios que variarán según el área de investigación/innovación, desde ONG’s, asociaciones de vecinos/as, de ciencia ciudadana, AMPAS o colectivos de pacientes en el ámbito médico. Distintos conceptos se barajan (inclusividad, apertura, participación ciudadana) para referirse a realidades que abarcan desde la participación de actores no expertos en la orientación de las políticas científicas (¿para qué sirve la innovación en nuestra sociedad?), a la co-creación de conocimiento. En el caso concreto de la co-creación de conocimiento, el marco de la IR abarca dimensiones adicionales a las usualmente incluidas en los conceptos de “innovación desde el

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


usuario” o “diseño centrado en el usuario”. Mientras que estos últimos conceptos caracterizan en general al usuario como un simple (co)creador de conocimiento, la IR considera, además, que el proceso de innovación debe incluir el “cuidado” del usuario. Y puesto que las intervenciones centradas en los cuidados incluyen, necesariamente, un elemento de integración social tradicionalmente ausente del concepto de usuario, sus implicaciones tienen el potencial de cambiar el proceso de innovación tal y como lo conocemos. Por ejemplo, en distintos programas para abordar el gran reto que supone el creciente envejecimiento poblacional, cabe preguntarse si frente a la opción del desarrollo de casas cada vez más domotizadas, que detecten caídas o cambios en el estado fisiológico para adultos solitarios, no deberían priorizarse otras alternativas, quizás preferidas por muchas personas mayores, que tienen que ver con invertir más en programas para que puedan estar más acompañados y acompañadas. El “solucionismo” domótico no debería orientarse a “sustituir” la dimensión de cuidado implícita en la compañía humana, sino que debería complementarla.

La reciente (y creciente) utilización del concepto RRI en las políticas públicas de innovación

En la actualidad, la RRI es uno de los pilares de la política europea de ciencia e innovación, como se recoge en diferentes posicionamientos de las instituciones europeas: Declaración de Roma (2014), la constitución de un Grupo de Expertos en la materia (2015) así como la

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“El marco de la IR abarca dimensiones adicionales a las usualmente incluidas en los conceptos de innovación desde el usuario o diseño centrado en el usuario” financiación de distintos proyectos a través del programa H2020 “Ciencia con y para la sociedad” que desarrollan tanto el concepto como su operacionalización (prácticas recomendadas, medición de resultados e impacto, materiales didácticos...). Algunos ejemplos de este trabajo son GenPORT, PERFORM, RRI Tools, HEIRRI, o los proyectos MoRRI e INPERRI, dedicados a dicha operacionalización de la IR, siendo ambos desarrollados en el Instituto Ingenio CSIC-UPV en Valencia. En países como Noruega, la innovación responsable forma parte de los principios rectores de instituciones como Teknologiradet y el Norwegian Technology Board, actores clave en el sistema nacional de innovación noruego. En el ámbito de la investigación, el marco teórico de la IR se ha empleado en estudios teóricos y empíricos en las revistas más importantes de los Estudios de Innovación. El marco de RRI de este artículo se inspira, en gran medida, en uno de estos estudios, con-

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La innovación e investigación responsables

“En Noruega, la innovación responsable forma parte de los principios rectores de los actores clave en el sistema nacional de innovación” cretamente “Developing a framework for responsible innovation”, de Jack Stigloe, Richard Owen y Phil Macnaghten, publicado en 2013 en la revista Research Policy. En España, dos de los objetivos del Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación 2017-2020 se refieren, explícitamente, a estas cuestiones. Concretamente, hablamos del objetivo 4 (desarrollar y consolidar el impacto de las fortalezas de I+D+i en beneficio de los grandes retos de la sociedad) y el objetivo 5 (promover un modelo de I+D+i abierto y responsable y apoyado en la participación de la sociedad). La concreción de estos aspectos en el día a día del proceso de innovación puede tener distintos impactos. Las políticas públicas están actualmente trabajando sistemas de medición y desarrollo de incentivos para operacionalizar estas cuestiones. En diferentes países como Noruega, Reino Unido y Holanda, aspectos relativos a la RRI empiezan a ser fundamentales a la hora de recibir fondos públicos. En España temas como el acceso abierto, la participación pública y la perspectiva de género comienzan a observarse,

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no sólo en las convocatorias públicas de la Administración Central, sino también en convocatorias autonómicas, locales, o en los fondos privados de instituciones como La Caixa.

El paradigma de la innovación e investigación responsable

Sin embargo, la aspiración de la RRI no es convertirse en apartados a rellenar en distintas fases de la burocracia que afrontamos día a día para poder investigar e innovar. Sus principios buscan un cambio cultural o “paradigmático”, según la terminología de Thomas Kuhn. Pretende una reflexión profunda en cómo entendemos la responsabilidad, hacia una colectiva. Como hemos visto, este tipo de responsabilidad va más allá de nuestro rol como tecnólogos o usuarios para apelar a nuestro rol ciudadano, ampliando nuestra visión sobre este tema. No es simplemente “gestionar” género, participación ciudadana o acceso abierto. Se trata de ir más allá de la gestión de riesgos actual, presente en distintos proyectos biomédicos, de nanotecnología o genética, para abordar una visión más amplia de qué estamos aportando a la sociedad, y en qué podríamos mejorar, considerando también las alternativas al desarrollo tecnológico como una de las opciones. Hablamos, por tanto, de algo más complejo y más sencillo a la vez que “procedimentar” la responsabilidad. Se trata de pensar más en los propósitos y consecuencias de nuestro trabajo innovador, dando una respuesta a esos pensamientos a nivel individual y, especialmente, desde las instituciones que regulan y deciden el destino de la innovación.

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


Estrategias de alto rendimiento Sectores manufactureros tradicionales

JOSÉ PLA BARBER Catedrático de Organización de Empresas. Universitat de València

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n las economías desarrolladas, las pymes de los sectores industriales tradicionales están sometidas a una serie de presiones competitivas que condicionan su capacidad para subsistir. No obstante, en los últimos años, hemos sido testigos en estos sectores del surgimiento de pequeñas empresas que han desarrollado nuevos mo-

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delos de negocio capaces de competir a nivel internacional con empresas multinacionales consolidadas. ¿Cuáles son las variables estratégicas que diferencian a estas pymes con rendimientos significativamente superiores? Esta es una pregunta recurrente de investigación que hemos tratado de responder en un reciente estudio realizado sobre 132 empresas manufactureras de sectores tradicionales como textil, calzado y mueble. De nuestro análisis se desprenden dos conclusiones relevantes con relación a las estra-

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Estrategias de alto rendimiento

tegias adoptadas. En primer lugar, las pymes de alto rendimiento han apostado claramente por un modelo de internacionalización más complejo que la simple exportación. Y, en segundo, las pymes de alto rendimiento no sólo innovan en producto sino también en procesos organizativos y modelo de negocio.

La estrategia de internacionalización

En general, la mayoría de las pymes se encuentran en desventaja para operar con éxito a escala internacional debido a sus limitaciones en cuanto a las dotaciones de recursos financieros, humanos y tecnológicos. Por ello, la estrategia de internacionalización más comúnmente utilizada es la exportación. Lamentablemente, la adopción de estas acciones ha sido, en muchas ocasiones, una respuesta no planificada y reactiva a las presiones externas como, por ejemplo, el mal funcionamiento del mercado interno en la última crisis. En tales casos, las perspectivas de éxito disminuyen considerablemente. De hecho, un estudio reciente de BBVA Research mostraba que, mientras el porcentaje de empresas exportadoras españolas entre 2008 y 2013 aumentó aproximadamente en un 50%, solo un 3% de ellas pudo sostener su actividad exportadora durante cuatro años consecutivos. Sin embargo, este no ha sido el caso en la muestra de pymes de alto rendimiento que hemos analizado. Estas empresas han adoptado un modelo de internacionalización diferente, más estratégico y menos reactivo, integrado y coherente con la estrategia corporativa de la

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empresa. Este modelo, mucho más complejo, combina la exportación con otras modalidades de internacionalización más sofisticadas como son la cooperación con otras empresas y la inversión directa en el exterior. Tradicionalmente, una pyme en estos sectores se ha entendido como una unidad integrada en la que todas las actividades de la cadena de valor se llevan a cabo bajo un mismo techo y desde el cual la empresa exporta a otros países. Sin embargo, en el entorno actual, la liberalización de los mercados y los avances en las tecnologías de la información y la comunicación facilitan la desagregación geográfica de las funciones empresariales y la especialización en partes de la cadena de valor. Las empresas de alto rendimiento internacional apuestan por un concepto de empresa localizada en diferentes partes del mundo, tratando de aprovechar las ventajas que cada país ofrece para la realización de esas funciones. Oficinas de representación en el exterior, agentes propios o consorcios localizados en mercados de destino, acuerdos de cooperación con empresas extranjeras, oficinas internacionales de compra y/o logística, acuerdos de subcontratación, ventas internacionales por Internet, etc. son las opciones utilizadas por estas pymes. Una combinación de operaciones nacionales e internacionales que incorpora recursos propios junto a los de otras compañías y que posibilita la capitalización de todo el potencial que ofrece la globalización sin la necesidad de realizar grandes inversiones. Estas empresas coordinarán diferentes ubicaciones en función de las necesidades de

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


los mercados a los que se atiende, los diferenciales de coste y la especialización funcional dentro de la cadena de valor que haya decidido cada una de ellas. Estas modalidades de internacionalización más avanzadas implican una interacción más estrecha con el país anfitrión, mediante el intercambio de recursos e información con proveedores, clientes, socios, gobiernos y agentes locales. Se genera, así, un aporte de nuevo conocimiento que tiene un impacto positivo en la competitividad empresarial, más allá del simple aumento de las ventas o la diversificación del riesgo. La presencia física en los mercados extranjeros permite la coordinación e integración más eficiente de actividades y recursos en diferentes partes del mundo y el acceso a nuevas capacidades y talento humano. De hecho, estas empresas alcanzan un adecuado equilibrio buscando nuevos mercados de venta pero también persiguiendo la obtención de otras fuentes generadoras de valor y aprendizaje, lo que les permite, al mismo tiempo, la regeneración de su configuración organizativa y, en ocasiones, incluso cambios en el propio modelo de negocio.

La estrategia de innovación

El Manual de Oslo (2005) distingue entre innovación tecnológica asociada a mejoras en el producto o el servicio, e innovación no tecnológica, originada por cambios en las prácticas comerciales u organizativas. Dadas las limitaciones de recursos antes mencionadas, muchas pymes muestran una mayor tendencia a innovar basándose en fuentes internas

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de conocimiento avaladas por trayectorias pasadas. Ello implica modelos de mejora tradicionales a través de cambios progresivos en el producto o en los procesos actuales. Sin embargo, las empresas de alto rendimiento recurren tanto a fuentes internas como externas para expandir y reconfigurar sus capacidades. En este sentido, observamos el uso de innovaciones tecnológicas junto con la introducción de nuevos métodos de comercialización de productos o cambios relevantes en la gestión de la empresa. A medio plazo, la combinación de estas dos dimensiones genera los pilares básicos para propiciar un cambio en el propio modelo de negocio. Las innovaciones no tecnológicas que surgen por la influencia de fuentes externas, como pueden ser las relaciones con clientes, facilitan la generación de novedosos modelos de negocio, canales e inversiones adaptadas a los requerimientos de posibles nuevos segmentos de demanda internacional latente. Además, de acuerdo a nuestros resultados, en las pymes de alto rendimiento, la identificación y el desarrollo adecuado de innovaciones para servir a sus segmentos de clientes -en muchos casos nichos de mercado- también se acompañan de un intenso uso de redes y marketing. Ambas capacidades refuerzan el efecto positivo de este aprendizaje en el extranjero, alimentando modelos de negocio mucho más abiertos y dinámicos. En sectores maduros, en los que existe poco espacio para la innovación tecnológica disruptiva, este puede ser uno de los caminos para la diferenciación y la mejora de la competitividad.

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Estrategias de alto rendimiento

Mejora del posicionamiento global de la pyme

Tras unos años de obligado ajuste y adaptación a un contexto globalizado, el nuevo modelo de la pyme en sectores tradicionales no puede asentarse únicamente en la exportación y la inversión en tecnología. Es necesario plantear el debate de cómo mejorar su posicionamiento global en el largo plazo. Esto supone invertir no solo en producto, sino también en innovaciones de su modelo de negocio para ganar flexibilidad y apostar por un mayor compromiso en los países de destino desde un enfoque socialmente responsable. La importancia actual de ambas estrategias nos lleva a cuestionarnos cómo optimizar su gestión de forma conjunta. Tradicionalmente, la teoría sugiere que, para empezar a exportar, son necesarios unos mínimos de innovación que doten a la empresa de ciertas ventajas competitivas que puedan ser explotadas en el exterior. El enfoque adoptado aquí va un paso más allá, al afirmarse que esas innovaciones tecnológicas deben complementarse con innovaciones no tecnológicas que, normalmente, se inspiran en el aprendizaje que la empresa obtiene en el exterior por el uso de modelos de internacionalización más sólidos. Esta mejora de la base de conocimiento de una empresa, a medio plazo, permitirá impulsar nuevos modelos para competir a nivel internacional que incorporen las siguientes premisas:

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• Una mentalidad y enfoque global en toda la organización, con una clara orientación hacia el mercado, y con un compromiso firme y sostenido con la innovación. • La búsqueda proactiva de oportunidades de crecimiento en los mercados exteriores con una adecuada adaptación de la estrategia a las singularidades de cada país, convirtiéndose en auténticos ecosistemas locales. • La habilidad para interconectar la organización a través de la transferencia de personas, recursos, capital y conocimientos a los lugares adecuados en el momento oportuno, y el desarrollo de mecanismos estructurales para facilitar dicha difusión. • La capacidad para reconocer la importancia de la diversidad y el talento internacional reforzando, al mismo tiempo, los valores y la cultura de la empresa en los contextos locales. Si bien desde las Administraciones Públicas y la propia Red de Institutos Tecnológicos se han hecho ingentes esfuerzos por ayudar a las pymes a alcanzar esos grados mínimos necesarios de exportación e innovación, creemos que la apuesta actual debería ser más ambiciosa en el sentido de diseñar planes específicos ajustados a las necesidades de estos nuevos modelos de pymes más avanzados que, a su vez, impulsen un cambio de actitud y fomenten la realización de ejercicios de benchmarking en las pymes más tradicionales.

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La innovación no se improvisa

AGUSTÍ SEGARRA BLASCO

Catedràtic d’Economía Aplicada. Universitat Rovira i Virgili de Tarragona

L

a innovación es un proceso complejo e incierto en el que participan muchos actores. Su periodo de maduración es largo y está sujeto a muchos riesgos, por lo que las empresas que improvisan en sus actividades innovadoras tienen una menor probabilidad de alcanzar con éxito sus objetivos. La innovación empresarial tiene un marcado carácter estratégico a medio y largo plazo. La primera edición del Manual de Oslo de la

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OCDE, de 1990, se centró en las innovaciones tecnológicas de producto y de proceso, ignorando con ello las innovaciones no tecnológicas que tienen lugar al mejorar el funcionamiento de las organizaciones y los canales de distribución comercial. A partir de la tercera edición del citado manual, de 2005, la innovación empresarial ganó en versatilidad al tomar en consideración las innovaciones no tecnológicas, aunque a la innovación se la sigue vinculado demasiado con las actividades de I+D. Sin duda, la ciencia y el desarrollo tecnológico son factores cruciales para el progreso, pero no todas las empresas están en condiciones de innovar a partir de la I+D.

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La innovación no se improvisa

Naturaleza sistémica de la innovación

La naturaleza sistémica de la innovación explica porqué la gestión de las organizaciones, las políticas de recursos humanos, la estrategia de la empresa y sus interacciones con el entorno territorial son elementos clave a la hora de determinar la capacidad innovadora de nuestras empresas. En economías como la valenciana, donde predominan las pequeñas empresas, conviene recordar que el éxito de las innovaciones no sólo depende de los recursos materiales destinados por la empresa innovadora. En gran medida, los buenos resultados de los proyectos de innovación se ligan a factores intangibles como la gestión de las organizaciones, la sincronización estratégica de todos los actores implicados y el entorno territorial donde opera la empresa. Aquellas empresas que planifican y sintonizan las actividades relacionadas con la innovación, innovan más y, además, obtienen mayores réditos para el conjunto de la organización.

Estrategias innovadoras y estrategia global de la empresa

Tal y como han puesto de relieve las investigaciones recientes sobre una amplia muestra de empresas españolas, la probabilidad de que una innovación sea un éxito no depende tanto de los recursos invertidos como de la capacidad de las organizaciones para definir sus estrategias innovadoras en línea con la estrategia global de las mismas. Así pues, la innovación empresarial no es una ecuación mecánica entre inputs y outputs,

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sino que está determinada por las estrategias a largo plazo diseñadas por la empresa. La innovación no se improvisa, se planifica para integrar a todos los actores implicados en sintonía con la misión global de la empresa. Las innovaciones hay que diseñarlas estratégicamente. Dada la complejidad y la elevada incertidumbre inherentes a la innovación, así como el gran número de factores y recursos implicados, la probabilidad de innovar con éxito estará relacionada con el acierto a la hora de diseñar estrategias innovadoras. Por ello, aquellas empresas que planifiquen estratégicamente el qué, el para qué y el cómo de sus actividades relacionadas con la innovación, tendrán mayores probabilidades de conseguir buenos resultados en términos de productividad, competitividad y crecimiento empresarial.

Objetivos empresariales en la actividad innovadora

Desde el año 2008, la Encuesta sobre Innovación Tecnológica en las Empresas del Instituto Nacional de Estadística (INE) nos ofrece información acerca de los objetivos que persiguen las empresas durante su actividad innovadora. Según estos datos, podemos agrupar a las empresas innovadoras españolas en función de los siguientes criterios: • Ausencia de estrategias innovadoras: el 28,6% de las empresas españolas no diseñan estrategias a la hora de innovar. Esta situación es especialmente preocupante entre las empresas de servicios.

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ESTRATEGIAS Y OBJETIVOS RELACIONADOS CON LA INNOVACIÓN EN LAS EMPRESAS ESPAÑOLAS Los trece objetivos de la innovación recogidos por la Encuesta de Innovación Tecnológica se agrupan en cuatro estrategias mediante un método de análisis multivariante. PORCENTAJE DE EMPRESAS

Ausencia de estrategias innovadoras Estrategias ambiguas Estrategias orientadas a mejorar la calidad del producto

1. 2. 3. 4. 5.

Gama más amplia de bienes o servicios Sustitución de productos o procesos anticuados Penetración en nuevos mercados Mayor cuota de mercado Mayor calidad de los bienes o servicios

TOTAL EMPRESAS

EMPRESAS MANUFACTURERAS

43,17 % 28,59 % 34,68 % 35,25 % 45,75 %

45,48 % 29,68 % 36,87 % 37,61 % 45,66 %

28,61 % 25,43 % 22,98 %

Estrategias orientadas a mejorar los procesos de producción

20,40 %

27,12 % 24,52 % 24,60 %

EMPRESAS DE SERVICIOS

32,16 % 27,60 % 19,12 % 37,64 % 25,98 % 29,42 % 29,62 % 45,96 %

28,09 % 29,05 %

20,15 %

27, 94 % 28,99 %

20,99 %

Estrategias orientadas a reducir costes

14,74 %

17,93 %

7,12 %

8. Menos costes laborales por unidad producida 9. Menos materiales por unidad producida 10. Menos energía por unidad producida

22,53 % 14,24 % 14,47 %

25,49 % 17,35 % 17,37 %

15,46 % 6,81 % 7,55 %

11. Menor impacto medioambiental 12. Mejora de la salud y seguridad de los empleados 13. Cumplimiento de las normas medioambientales y de salud

21,09 % 21,69 % 24,93 %

6. Mayor flexibilidad de la producción o prestación de servicios 7. Mayor capacidad de producción o prestación de servicios

Estrategias ambientales

Número de observaciones

Fuente: Panel de Innovación Tecnológica.

21,78 %

25,43 %

13,07 %

27.552

19.894

7.658

24,21% 25,17 % 28,96 %

13,63 % 13,37 % 15,28 %

• Estrategias no orientadas o ambiguas: el 25,4% de las empresas llevan a cabo estrategias dispersas que persiguen moderadamente dos o más objetivos sin apostar por uno en concreto. • Estrategias orientadas a mejorar la calidad del producto o servicio: el 24,9% de las empresas persiguen al menos cuatro objetivos relacionados con la calidad de la producción: lograr una variedad más amplia de bienes y servicios; susti-

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28,47 % 29,17 %

tuir productos o procesos anticuados; entrar en nuevos mercados; aumentar la cuota de mercado o mejorar la calidad de los bienes y servicios. • Estrategias orientadas a mejorar los procesos de producción: el 20,4% de las empresas persiguen al menos dos objetivos relacionados en este ámbito: aumentar la flexibilidad del proceso de producción o incrementar la capacidad productiva de la empresa.

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La innovación no se improvisa

“La innovación no es un proceso instantáneo y errático, sino que tiene un gran componente temporal y estratégico” • Estrategias orientadas a reducir los costes de producción: solo el 14,7% de las empresas tienen entre sus objetivos de innovación al menos dos que persiguen la reducción de los costes laborales unitarios, los de los materiales o los energéticos por unidad producida. Mientras que el 17,9% de las empresas industriales apuestan por la estrategia de reducción de costes, solo el 7,1% de las empresas de servicios se decantan por ella. • Estrategias medioambientales: el 21,7% de las empresas españolas diseñan estrategias que persiguen la reducción de los efectos negativos sobre el medio ambiente, el cumplimiento de las normativas o la mejora de la salud y seguridad de sus trabajadores.

La importancia de diseñar estrategias innovadoras De los trabajos e investigaciones disponibles que destacan la importancia de diseñar estrategias innovadoras para alcanzar los objetivos previstos por la empresa, cabe destacar los siguientes aspectos:

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• La competitividad de las empresas depende, cada vez más, de su capacidad para innovar y adaptarse a los cambios de los mercados desde una perspectiva estratégica. • La innovación no es una acción que se improvisa y se practica esporádicamente, sino que se planifica a largo plazo mediante una serie de objetivos y estrategias. • La innovación no es un proceso instantáneo y errático, sino que tiene un gran componente temporal y estratégico. • Las empresas que diseñan estrategias bien orientadas aumentan el rendimiento de sus actividades innovadoras. • Muchas empresas españolas, sobre todo de servicios, tienen dificultades para concretar cuáles son los objetivos que persiguen con sus actividades innovadoras. • Entre las empresas españolas que diseñan bien sus estrategias predominan las que persiguen innovaciones relacionadas con la calidad del producto o el proceso de producción. • Las políticas públicas de fomento de la innovación deben exigir a las empresas beneficiarias de las ayudas que expliciten cuáles son sus estrategias en materia de innovación para incrementar el rendimiento de los recursos públicos destinados.

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Innovación para crear experiencias de servicio

LUIS RUBALCABA Catedrático de Economía Aplicada. Universidad de Alcalá de Henares

A

ntiguamente, la innovación se vinculaba al desarrollo o mejora de nuevos productos, así como a la integración de procesos con los que ahorrar costes en la producción de bienes del sector primario o de la industria.

REDIT

La irrupción, de un lado, de los servicios y de la innovación dentro de estos, y, de otro, la incorporación de las nuevas tecnologías, muy especialmente las vinculadas a Internet, están cambiando radicalmente el concepto de innovación, haciéndola más interactiva, abierta y social. Las innovaciones de servicios actúan hoy como tractor para las relacionadas con bienes industriales, vinculando servicios, experiencias e innovación. Por ejemplo, un

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Innovación para crear experiencias de servicio

automóvil es útil porque transporta a los pasajeros, no por el propio automóvil en sí, en la mayoría de los casos. En este sentido, las innovaciones en los coches se suelen dirigir hacia mejoras de los servicios asociados, como velocidad, diseño, seguridad, eficiencia, respeto al medio ambiente o conectividad. Un aspecto nuevo o mejorado del automóvil cambia no sólo el servicio de transporte que ofrece, sino también la experiencia de conducción en sí. Las innovaciones no solo mejoran las características de servicio existentes, a veces, agregan nuevas características que antes no existían. Por ejemplo, el GPS permite a los conductores tomar la ruta más corta al obtener las mejores direcciones en tiempo real. Otra forma de agregar servicios es incluir en el “paquete del automóvil” el mantenimiento, la financiación, etc. Cuantas más interacciones implica un servicio, más diversas pueden ser las experiencias. En última instancia, la innovación en el

“Está cambiando radicalmente el concepto de innovación, haciéndola más interactiva, abierta y social”

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automóvil está dirigida a generar lo que se llama una “experiencia de servicio”. Estas experiencias son el resultado de coproducciones que han dado lugar a una solución. Por ejemplo, un museo que permita a los clientes contemplar pinturas es una solución de servicio a la necesidad humana de belleza o novedad. La innovación cambia o mejora el servicio, lo que lleva a nuevas experiencias. Y la experiencia proporciona insumos para futuros procesos de innovación de servicios. Desde esta perspectiva, la innovación puede reforzar el vínculo entre la coproducción y la experiencia de servicio. También puede facilitar la coproducción, profundizando las tendencias a la innovación abierta que nacieron en los bienes como en el famoso caso de los juguetes Lego, y se incorporan hoy en los servicios, como el no menos famoso caso de Amazon.

De los bienes a los servicios y de los servicios a las experiencias

¿Dónde se desarrolla el concepto de experiencia? Dos autores americanos, Pine y Gilmore inspiraron, en 1999, la llamada economía de la experiencia, tal y como la conocemos hoy. Una economía según la cual se ha evolucionado de los bienes a los servicios y de los servicios a las experiencias. La idea nace de la observación de la conocida empresa Starbucks. Un café en uno de sus establecimientos cuesta alrededor de 5$, cuando el coste de esta bebida puede estar por debajo de 1$. Esto significa que los clientes están dispuestos a pagar los 4$ restantes

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


por la experiencia de tomar café en ese sitio. El valor no está definido únicamente por los costes, ni por un margen predeterminado, sino por la experiencia que los usuarios de bienes y servicios tienen. Ello tiene que ver con factores reputacionales de la marca y la gestión de una franquicia en el caso referido, o con el valor que puede depositarse en el cogenerado por los trabajadores. Por lo tanto, la pregunta que debe hacerse una empresa no es tanto qué o cuánto voy a vender hoy, sino qué experiencia de servicio espero que se produzca. Como explicó en 2013 el profesor danés Jon Sundbo, el término experiencia debe entenderse desde su acepción en alemán, erlebnis, que se relaciona con el aspecto más común de tipo he dónico o instintivo, y el término erfahrung, donde la actividad se instrumentaliza hacia un aprendizaje. Esta segunda acepción es clave porque significa, en la nueva economía de la experiencia, que la gente prueba cosas sobre las que realiza un aprendizaje. Es decir, existe la posibilidad de aprender algo de eso que ha probado, más allá del instante de uso y disfrute. En este contexto, la nueva economía de la experiencia hace que la construcción económica y social coincidan con la de la experiencia individual. Es decir, se genera crecimiento económico en la medida que queda alineado lo que se ofrece en el mercado, el Estado, el tercer sector..., con lo que las personas pueden experimentar en su sentido más pleno.

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“La nueva economía de la experiencia hace que la construcción económica y social coincidan con la de la experiencia individual”

En este entorno, las tecnologías establecen nuevos equilibrios entre las experiencias individuales y las sociales. En el mundo de los likes de las redes sociales, la conectividad con los demás genera cauces, no siempre positivos, con la propia experiencia y la conexión con uno mismo y sus necesidades y deseos.

Canales de experiencias para la producción de innovaciones de servicio

La innovación para mejorar la conexión con los demás, por ejemplo, con otros conductores volviendo al ejemplo de los coches, y con uno mismo, mi propia forma de conducir, que ofrece la innovación en servicio también tiene otras dimensiones. De hecho, podemos decir que hay cuatro canales de experiencias relacionadas donde se producen las innovaciones de servicio: conectividad con otros; autoconciencia-posicionamiento propio;

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Innovación para crear experiencias de servicio

“El uso de servicios innovadores debe ser concebido como inversión y no como gasto”

“La economía de la experiencia de servicio está llamada a cambiar la forma de pensar y las relaciones con clientes, proveedores y competidores” confianza en la relación personal o profesional y libertad en la calidad de elegir lo mejor. Estas dimensiones están detrás de diferentes experiencias concretas en servicios empresariales, culturales, de ocio, etc. Por ejemplo, un turista que llega a un nuevo destino puede tener una experiencia de servicio al interactuar con la gente y las comunidades locales (conectividad física y on-line), al relajarse durante las vacaciones (debido a la confianza en la gente, a la comida, a la seguridad), al tener la opción de decidir sobre los lugares

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para comer, visitar, dormir, etc. (libertad) y encontrar una mejor manera de entender el sentido de su vida y sus acciones en el mundo global (autoconciencia). En este contexto, la innovación agrega o cambia las características del servicio de turismo debido a las condiciones cambiantes (por ejemplo, una ruta no explorada, un encuentro con nuevos bailarines o músicos locales, servicios novedosos en el hotel...) que conducirán a una experiencia diferente o mejorarán el servicio anterior. La economía de la experiencia del servicio está llamada a cambiar la forma de pensar, las relaciones con clientes, proveedores, competidores, etc. Las organizaciones buscarán, cada vez más, lo mismo que los consumidores finales y usuarios: una experiencia satisfactoria del servicio. Y las nuevas tecnologías pueden jugar a favor de esto, aunque la responsabilidad principal recae, como siempre, en quien construye verdaderamente el crecimiento empresarial y económico: la persona y su trabajo.

Necesidad de coproducción innovadora

Dicho todo lo anterior, hablamos de un desafío apasionante que permite ver el trabajo como fruto de una tensión dinámica y enriquecedora entre un yo y otros yo que buscan reconocerse en un encuentro destinado a una experiencia de servicio fruto de una necesidad individual. Se trata de tomarse un café, una tapa de jamón o una paella en las mejores condiciones, de conducir un vehículo donde uno se sienta

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como en su segunda casa, de enviar a tus hijos a un colegio en el que sean acogidos con un abrazo que imprima carácter para siempre, o de acudir a un hospital y ser tratado con una redescubierta dignidad, más necesaria que nunca en medio de la enfermedad. Para todo esto hacen falta innovaciones de servicios. Y, también, dentro de las empresas, se trata de que un servicio profesional avanzado e intensivo en conocimiento genere un impacto real en el cliente de modo que sea, cada vez más, concebido como inversión y no como gasto. En ese sentido, es necesario un entendimiento entre proveedor y cliente para que se produzca la coproducción innovadora. Fruto de esta tensión, la innovación surge de una manera natural. El grueso de la innovación en este ámbito se produce por el empeño de los gerentes y trabajadores por mejorar ciertas características del servicio, de las formas de coproducción con usuarios y del diseño del tipo de experiencia que se quieren conseguir. Para ello, los trabajadores del sector servicios deben estar dispuestos a mejorar y orientar sus propias competencias y preferencias, así como coproducir la innovación con los clientes, usuarios, compañeros, jefes y responsables de la sociedad civil y del Estado, todos con sus propias competencias y preferencias, muchas veces difíciles de alinear. En conclusión, el trabajo es el lugar básico donde se genera la posibilidad de una experiencia con otros y el principal facilitador de la innovación de servicios y, con ella, del crecimiento económico, la creación y mejora del empleo y el bienestar social.

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“Dos autores americanos, Pine y Gilmore, inspiran la llamada economía de la experiencia, según la cual se ha evolucionado de los bienes a los servicios y de los servicios a las experiencias”

“El trabajo es el lugar básico donde se genera la posibilidad de una experiencia con otros y el principal facilitador de la innovación de servicios y, con ella, del crecimiento económico, la creación y mejora del empleo y el bienestar social”

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I+D e innovación para la transición energética

JOSÉ GARCÍA QUEVEDO Profesor titular de Universidad. Cátedra de Sostenibilidad Energética. Instituto de Economía de Barcelona. Universitat de Barcelona

E

n la Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2013-2020 se incluye el reto “Energía segura, eficiente y limpia”. Este desafío está también presente en los objetivos propuestos por la

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Comisión Europea en materia de clima y energía para 2030. En ambos casos, se destaca la necesidad de intensificar los esfuerzos en inversiones en Investigación, Desarrollo e innovación (I+D+i) para afrontar ese reto. La innovación constituye un factor fundamental para el crecimiento económico y la competitividad de las empresas. En el caso del sector energético, existe un consenso notable sobre los beneficios económicos y medioambientales que se derivan de los

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avances tecnológicos en este campo y sobre el papel clave de la innovación para conseguir un sistema energético sostenible, afrontar el cambio climático y mejorar la competitividad de las empresas. En España también se ha resaltado el carácter estratégico del sector energético y la magnitud del esfuerzo innovador de sus empresas que, aunque importante en valores absolutos, resulta insuficiente para el tamaño e importancia del sector. Diversas investigaciones realizadas en la Cátedra de Sostenibilidad Energética (IEB, Universidad de Barcelona) han aportado información sobre esta cuestión. El análisis de la I+D e innovación en energía constituye, desde 2012, una de las líneas prioritarias de trabajo de esta Cátedra.

Principales magnitudes de la I+D e innovación en España

Los análisis sobre I+D e innovación en energía se enfrentan a las limitaciones de información. Ello es debido a que, para medir la innovación, hay que utilizar diferentes indicadores relacionados con los recursos, la inversión en I+D o los resultados. En segundo lugar, no resulta fácil acotar el sector y, además, una parte sustancial de las innovaciones no ocurren dentro de él (generación, transporte, distribución y consumo de energía) sino en otros, por ejemplo en sectores manufactureros, como los de fabricación de maquinaria y equipo electrónico. Los datos correspondientes a las industrias del petróleo y a las actividades relacionadas

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“Existe un consenso notable sobre los beneficios económicos y medioambientales que se derivan de los avances tecnológicos en materia de energía”

con la energía y el agua ponen de manifiesto que están formados por un número reducido de empresas, en general, de tamaño elevado y que son, en un porcentaje importante, innovadoras. Los dos sectores se caracterizan también por una intensidad innovadora (gastos en innovación sobre cifra de negocios) inferior al promedio del conjunto de empresas (Gráfico 1). Éste es un rasgo común de estos sectores también en otros países europeos. Asimismo, son empresas que llevan a cabo una parte sustancial de sus actividades tecnológicas mediante la adquisición de servicios de I+D. Además de la I+D de las energéticas, empresas de otros muchos sectores destinan parte de su gasto en este campo al objetivo que la OCDE define como “investigación sobre la producción, almacenamiento, transporte, distribución y uso racional de todas las formas de la energía”. Los datos

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I+D e innovación para la transición energética

1,1

GRÁFICO 1 Intensidad de innovación (gasto en innovación sobre cifra de negocios en %)

0,825 0,55 0,275

Empresas Industrias del petróleo (CNAE 19) Energía y agua (CNAE 35 y 36) Energía (CNAE 35)

0

2008

2009

2011

2012

2013

2014

2015

2016

Fuente: INE, elaboración propia.

para el conjunto de sectores manufactureros revelan la importancia del volumen de gasto en I+D que destinan a energía, ya que representa en torno al 8-10%, del gasto total empresarial en I+D.

Características que favorecen la innovación en energía

El análisis de los factores determinantes de la inversión en I+D ha ocupado un lugar preferente en los estudios de la economía de la innovación dados sus efectos positivos sobre la productividad y, en definitiva, sobre el crecimiento económico y el bienestar. De modo más reciente se ha incorporado el análisis de los obstáculos que pueden reducir o, incluso, detener el esfuerzo en este campo de las empresas. La industria energética ha presentado tradicionalmente, a pesar de su peso destacado en la economía, un bajo nivel de gasto

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2010

en I+D. Con la información disponible en el Panel de Innovación Tecnológica (PITEC) y con las técnicas econométricas correspondientes, se han estudiado sus determinantes y barreras. Los principales resultados son, en primer lugar, que un reducido tamaño dificulta invertir en I+D. Sin embargo, una vez invierten en este campo, las empresas más pequeñas realizan un esfuerzo superior. En segundo lugar, las empresas jóvenes son más propensas a invertir en I+D. Por último, el apoyo público favorece que las empresas se inicien en las actividades de investigación y que dediquen más recursos. Por su parte, los resultados correspondientes a los obstáculos que dificultan las actividades de innovación muestran que los factores financieros no son una barrera muy relevante en este sector. Asimismo, ponen de manifiesto que, para algunas empresas, la existencia de firmas

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


establecidas es un factor que restringe sus actividades innovadoras. Finalmente, las empresas energéticas afrontan las posibles incertidumbres en el sector y mantienen, a pesar de ello, su actividad en innovación, en particular con la provisión de nuevos servicios.

I+D interna, externa o adquisición de maquinaria

El sector energético está abordando una sustancial transformación que se debe a la combinación de diferentes tecnologías y a la aplicación de otras provenientes de diferentes sectores. La implementación de procesos nuevos o significativamente mejorados ha sido, tradicionalmente, la principal razón para innovar de las empresas energéticas. Estos procesos se acometían, frecuentemente, con la adquisición de nueva maquinaria que incorporaba avances tecnológicos. Aunque éste sigue siendo un motivo importante, han aparecido nuevos objetivos de innovación como son los vinculados a la reducción del impacto medioambiental o al cumplimiento de las regulaciones. Para afrontarlos, las empresas pueden utilizar distintos recursos como son la I+D interna, la adquisición de servicios de I+D y también la compra de maquinaria tecnológicamente avanzada y nuevos equipos. Los análisis aplicados en España sobre las características de las empresas que explican sus decisiones de inversión en estos tres tipos de recursos (I+D interna, I+D externa o adquisición de maquinaria y equipos avanzados) muestran, en primer lugar,

REDIT

“La introducción de innovaciones de proceso es el principal factor impulsor de la adquisición de maquinaria y equipo avanzado” que las inversiones en I+D son persistentes a lo largo del tiempo. Por lo que se refiere a los objetivos de innovación, los resultados ponen de manifiesto que la I+D interna y externa se relacionan principalmente con la reducción del impacto medioambiental y el cumplimiento de la regulación. En cambio, la introducción de innovaciones de proceso es el principal factor impulsor de la adquisición de maquinaria y equipo avanzado. Finalmente, existe una notable complementariedad entre llevar a cabo I+D interna y adquirir servicios externos de I+D. Ello muestra la importancia que, para la innovación empresarial y para aumentar el stock de conocimiento, tiene combinar el uso de recursos internos con la utilización de fuentes externas de I+D.

La inversión en I+D en energía de las empresas no energéticas

El necesario aumento del esfuerzo en I+D en energía afecta a las empresas del sector pero

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I+D e innovación para la transición energética

“El apoyo público favorece que las empresas se inicien en las actividades de investigación y que dediquen más recursos” también a todos los procesos productivos implicados en la cadena de valor. Existe un consenso notable sobre el importante papel que tienen los proveedores de componentes y equipo en los avances tecnológicos del sector energético. Por ello, es frecuente que estas empresas destinen importantes recursos a la I+D en energía. Los avances tecnológicos pueden, además, verse favorecidos por la colaboración de las empresas de energía con otras entidades, públicas o privadas, teniendo en cuenta que, para una organización, puede ser difícil resolver internamente de forma eficiente el reto de la investigación. Además de los proveedores de las utilities, otras empresas manufactureras pueden invertir en I+D para mejorar su eficiencia energética o para su autoabastecimiento. Las medidas regulatorias que obligan a la mejora de la eficiencia y a la reducción de emisiones, la seguridad de suministro o anticiparse al cumplimiento de la regulación energética o medioambiental pueden explicar decisiones de I+D en este campo, fuera del sector energético y de sus proveedores. Los resultados de los análisis aplicados para España con los datos del PITEC confirman la importancia de los proveedores de

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las empresas energéticas para explicar la I+D. Sin embargo, la innovación en eficiencia energética se resuelve preferentemente con la adquisición de maquinaria y no con inversiones en I+D. Además, estos resultados muestran nuevamente la importancia del apoyo público a la I+D para incentivar el esfuerzo empresarial en este campo. El apoyo público y el fomento de la cooperación público-privado son particularmente necesarios en aquellos proyectos que exigen largos periodos de investigación y aportan innovaciones disruptivas directamente enfocadas a mitigar el calentamiento global. En este sentido, parece necesario replantear y reforzar las políticas energéticas, otorgando un papel fundamental al apoyo a la I+D y la innovación.

Economía del conocimiento, innovación y competitividad


Tendencias recientes de la innovación de servicios

LUIS RUBALCABA Catedrático de Economía Aplicada. Universidad de Alcalá de Henares

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trás ha quedado el tiempo en que los servicios eran considerados como un sector residual y poco innovador. Hubo una época, en 1870, en que los siete países más ricos de entonces (Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón,

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Holanda y Suecia) ocupaban al 43% de su clase trabajadora en agricultura, a un 30% en industria y a un 27% en servicios. Cerca de un siglo antes, en 1776, Adam Smith estigmatizó a los servicios al decir que eran actividades no productivas, por no crear valor. Desde entonces y hasta nuestros días, una gran parte de la mentalidad económica, y de los profesionales que la construyen, han considerado a los servicios como una mala cosa o, en todo caso, un mal menor.

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Tendencias recientes de la innovación de servicios

La innovación y el papel de los servicios

Se ha llegado a decir que los servicios son malos para la productividad, la innovación, el comercio, los salarios y, en general, la riqueza económica, ya que no generan la ganancia reportada por las actividades de los bienes agrarios y manufactureros en particular. Hoy, los servicios en las siete economías mencionadas anteriormente representan cerca del 80% del empleo y, esta tendencia, no es solo de los países más ricos, sino que también se da en los países pobres. Pero, lo más importante hoy es que la agricultura y la industria manufacturera necesitan de servicios empresariales fuertes para mejorar su competitividad. Actualmente, el papel de los servicios se ha robustecido gracias a la innovación. La innovación de servicios se ha ido dinamizando en varias direcciones: en su naturaleza; en sus objetivos y en los medios y agentes con los que se lleva a cabo.

Cambios en la naturaleza de la innovación de servicios

Los servicios están mutando, ofreciendo a los usuarios y a las empresas una diversidad cada vez mayor. Coexisten innovaciones para producir más servicios, por ejemplo, vinculados a la exportación de un bien, en mantenimiento o en trazabilidad, junto con innovaciones que producen menos servicios (una “regresión” para ofrecer menos servicio, pero a un precio más barato, como es el modelo de las actividades low cost). La naturaleza del servicio también cambia transitando entre la tendencia a la perso-

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“Lo más importante hoy es que la agricultura y la industria manufacturera necesitan de servicios empresariales fuertes para mejorar su competitividad” nalización y a la estandarización. Hay innovaciones que consisten en personalizar el servicio, como una consultoría que se adapta a las necesidades específicas del cliente, pero también hay innovaciones que persiguen exactamente lo contrario, estandarizando un producto por mostrar su fiabilidad en otros contextos, por ejemplo, adaptar un sistema de gestión que está triunfando en otros lugares o empresas de la competencia. En los servicios finales al consumidor, como el turismo, también se observa esta tendencia: servicios personalizados en hoteles a la vez que hoteles con más estandarización y menos personalización, como en el caso de los automatizados sin conserjería. Las empresas tienen que decidir qué tipo de servicio quieren dar o si pueden aspirar al máximo. El máximo son las innovaciones que buscan reconciliar estas tendencias, personalización/industrialización y extensión/regresión del servicio.

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Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ayudan a esta reconciliación entre tendencias antagónicas. Por ejemplo, permiten estándares tecnológicos sobre los cuales ofrecer servicios con cierta personalización (por ejemplo, en la economía colaborativa o social) y también cuando la tecnología de tratamiento de conocimiento estandarizado permite establecer una base desde la que ofrecer servicios personalizados para que el cliente pueda disfrutar de lo mejor de ambas tendencias. Un ejemplo de esto es la innovación en la gestión del conocimiento de ciertas actividades de consultoría y servicios profesionales que se adaptan a partir de técnicas ya testeadas en otras empresas. Dentro de las innovaciones fruto del cambio de la naturaleza de este sector también hay que citar el florecer de nuevos servicios, como los que se están ofreciendo a través de las llamadas tecnologías disruptivas de inteligencia artificial y big data, industria 4.0, blockchain, etc. Servicios financieros que usan big data de operaciones financieras para hacer estudios de mercado a las empresas clientes que quieren emprender una actividad; empresas

“Los servicios están mutando, ofreciendo a los usuarios y a las empresas una diversidad cada vez mayor”

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de productos manufactureros tradicionales que incorporan sensores para monitorizar el comportamiento de los servicios a ellas vinculados (como en los camiones que se “servitizan” para aumentar la seguridad y eficiencia de la conducción); servicios que se financian a través de plataformas crowdfunding y usan blockchain, etc. En definitiva, las nuevas tecnologías están facilitando un replanteamiento de los servicios tradicionales y la creación de otros nuevos.

Nuevos objetivos de la innovación de servicios

Los objetivos de la innovación en servicios también están cambiando. Hace años la cuestión era si utilizar servicios para mejorar la calidad (un diseño o control de calidad para la exportación) y/o para reducir costes (externalización de servicios a empresas especializadas para convertir costes fijos en costes variables). Hoy en día el debate está más bien en otro escenario, en el ámbito social. Es decir, si es posible que los servicios añadan a la finalidad del beneficio empresarial uno social, que facilite la conexión entre el beneficio de la empresa con el de la sociedad. Existen innovaciones de servicios que se centran en mejorar los interfaces y en ofrecer finalidades sociales en paralelo o integradas en el concepto tradicional de negocio. Por otra parte, determinadas innovaciones no van tanto dirigidas a ofrecer un servicio como un producto que se despacha en un momento dado y luego desaparece, sino que se enfocan a que el usuario o cliente pueda desarrollar una experiencia de servicio positiva y

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Tendencias recientes de la innovación de servicios

“Las nuevas tecnologías están facilitando un replanteamiento de los servicios tradicionales y el aflorar de nuevos servicios” con un determinado ciclo de vida. El objetivo pasa hoy por generar experiencias de servicios y una relación con los clientes llamada a ser personal y perdurable en el tiempo. La tecnología también tiene un papel en lo referente a los objetivos. Las redes sociales e Internet permiten hoy tener un ciclo rápido donde se comunica a velocidad instantánea la experiencia de servicio realizada, de modo que muchas veces el aumento de objetivos sociales se basa, no tanto en un empeño deliberado de socializar beneficios, sino en una estrategia de reducción de riesgos ante posibles insatisfacciones comunicadas en la red.

Cambios en los medios y agentes

La innovación en servicios ofrece nuevas combinaciones de innovaciones tecnológicas y no tecnológicas. De nada sirve innovar tecnológicamente en un sistema de control de procesos o productos o en un sistema informático, si esa tecnología no tiene en cuenta los aspectos intangibles a ella asociada y que implican la formación necesaria para su adopción y adaptación a la empresa y al medio local, el sistema

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de distribución, consumo y mantenimiento, o a la estrategia adecuada de marketing y gestión comercial, por poner algunos ejemplos. Los aspectos indicados aumentan la complejidad de muchas innovaciones en servicios, pero permiten maximizar sus beneficios. Por ejemplo, esto sucede con la innovación abierta, cada vez más presente en servicios. Se trata de co-innovar con el cliente y que los clientes ofrezcan ideas y soluciones, lo que implica cambiar las tradicionales formas de hacer I+D+i. Innovar hoy requiere, cada vez más, la participación de diversos agentes, los clientes por supuesto, pero también el conjunto de la sociedad, administraciones públicas y tercer sector. En este ámbito, las TIC ofrecen nuevamente una plataforma para su desarrollo. Gracias a las plataformas colaborativas se hace posible la innovación abierta y las interacciones a diversos niveles con clientes actuales o potenciales y con organizaciones y sector público. Las TIC permiten no solamente recabar información de los usuarios y sus opiniones, sino también habilitar instrumentos para activar su participación y hacerles colaboradores de los procesos de innovación. En resumen, los servicios hoy están liderando los procesos de innovación y cambio, a través de su propia transformación, para lo cual las nuevas tecnologías, incluidas las disruptivas, están jugando un papel cada vez más determinante. Pero no debe olvidarse que son las personas, con sus capacidades, con sus preferencias, objetivos y con sus deseos incolmables de experiencias plenas, las que siempre serán las protagonistas de la economía de servicios.

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Barreras a la innovación, no solo financieras

JOSÉ GARCÍA QUEVEDO Profesor titular de Universidad. Instituto de Economía de Barcelona. Universitat de Barcelona

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n las últimas décadas, el estudio de los factores determinantes de la I+D y los efectos de la innovación sobre la productividad y el crecimiento de las empresas ha suscitado un notable interés. Los análisis teóricos y aplicados sobre los determinantes

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de la I+D y la innovación, así como sus efectos sobre la empresa en términos de empleo, crecimiento y productividad han aumentado de modo sustancial. El estudio, en particular, de los elementos explicativos de la innovación empresarial ha ocupado un lugar predominante en el campo del análisis de la economía de la innovación. Desde las aportaciones de Schumpeter, se han llevado a cabo numerosos informes empíricos con el objetivo de examinar, entre otras

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Barreras a la innovación, no solo financieras

cuestiones, las características empresariales y sectoriales que favorecen la asignación de recursos a la I+D y a la innovación. Estos informes se han orientado, fundamentalmente, al estudio de los factores impulsores del esfuerzo innovador y de la obtención de resultados.

Obstáculos que limitan o impiden innovar

En este mismo campo científico, una línea de investigación más reciente llamada economía de la innovación, se ha orientado al análisis de las barreras u obstáculos que dificultan o, incluso, impiden la innovación. Al margen de los tradicionales fallos de mercado que explican la insuficiente inversión empresarial en I+D, esta línea de investigación considera un amplio abanico de factores que inhiben o dificultan la innovación y, con ello, se enriquece el estudio desde diversas vertientes. Por un lado, el número de obstáculos objeto de estudio es considerable (restricciones financieras, elevado coste de los proyectos, falta de personal especializado, incertidumbre en la evolución de la demanda, regulación poco adecuada…). Por otro, permite estudiar los efectos de las barreras en relación a la fase de ejecución de los proyectos de innovación distinguiendo, además, según su naturaleza, entre disuasorias y reveladas. La mayor parte de los estudios empíricos realizados hasta la fecha se han orientado al análisis de los factores que explican la percepción de la importancia de las distintas barreras por parte de las empresas y el impac-

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“Sin restar importancia a la relevancia de los obstáculos financieros, análisis recientes han puesto de manifiesto que también existen otros impedimentos importantes que limitan los procesos de innovación”

to de éstas sobre la propensión y la intensidad de la innovación. En este segundo grupo, la mayoría de los estudios se han centrado, en particular, en la influencia de los obstáculos financieros. La existencia de dificultades para la financiación de proyectos innovadores, debido a sus características específicas, ha ocupado un lugar predominante en los análisis sobre la innovación empresarial.

¿Solo la falta de financiación limita la innovación?

Sin restar importancia a la relevancia de los obstáculos financieros, análisis recientes han puesto de manifiesto que existen, también, otros impedimentos importantes que limitan

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los procesos de innovación y sus resultados y que, en cambio, han sido menos estudiados. Por ejemplo, las restricciones en la disponibilidad de recursos humanos cualificados ha recibido una menor atención. Por otra parte, no fue hasta la reciente crisis cuando se enfatizó la importancia de la falta de demanda para explicar la actividad innovadora de las empresas. Los avances en el conocimiento sobre la innovación empresarial, las notables mejoras en la información disponible a partir, básicamente, de la Community Innovation Survey (CIS) y de las técnicas econométricas, han impulsado la inclusión de estos otros problemas relacionados con el acceso al conocimiento, la estructura de mercado y factores de demanda. De esta manera, se ha puesto de manifiesto qué factores relacionados con el conocimiento o el mercado, tienen efectos negativos sobre la innovación empresarial y que es conveniente, tanto en los análisis como en el diseño de políticas de innovación, disponer de una visión global con la inclusión del conjunto de todas las barreras relevantes. Los resultados de las encuestas del CIS, que en España se presentan en el Panel de Innovación Tecnológica (PITEC), permiten disponer de información para cuatro grupo de obstáculos: de coste o financieros (desglosados en falta de fondos internos, financiación externa o coste demasiado elevado de la innovación); de conocimiento (falta de personal cualificado, de información sobre tecnología, de información sobre mercados y dificultades para encontrar socios de cooperación); de mercado

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“Otros obstáculos, como los relacionados con el conocimiento o el mercado, tienen efectos negativos sobre la innovación empresarial y es conveniente tenerlos en cuenta, tanto en los análisis como en el diseño de políticas de innovación para disponer de una visión global”

(dominio de empresas establecidas e incertidumbre respecto a la demanda) y de otros factores relacionados con la falta de demanda y con la existencia de innovaciones previas. A pesar de la existencia de información desagregada, los análisis que han incluido otro tipo de barreras, al margen de las financieras, han considerado, salvo algunas excepciones, los obstáculos de forma conjunta para los grupos considerados o, incluso, los han agrupado todos en una única variable referida a impedimentos no financieros. Sin embargo, tanto las aproximaciones teóricas como análisis empíricos con otras fuentes de datos han puesto de manifiesto la

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Barreras a la innovación, no solo financieras

necesidad de estudiar, de modo individual, algunos de los obstáculos mencionados dado que, además, su efecto sobre la innovación no es concluyente. En particular, dos aspectos que han recibido una atención significativa es la relación, por un lado, entre competencia e innovación y, por otro, entre incertidumbre e inversión en I+D. En cuanto a la primera cuestión, las aportaciones recientes reconcilian las diferencias entre las propuestas teóricas de la organización industrial y los resultados empíricos mediante la existencia de una relación de tipo U invertida entre competencia e innovación. Sobre la relación entre incertidumbre e innovación, las aportaciones teóricas revelan la dificultad de establecer relaciones concluyentes entre incertidumbre e inversión en I+D y, aunque los pocos estudios empíricos existentes sugieren la existencia de una relación negativa, los resultados no son definitivos.

¿Cómo actúan los obstáculos a la innovación?

En los análisis sobre obstáculos a la innovación se ha apuntado también a que las barreras no actúan de modo aislado y que pueden interaccionar entre ellas agravando sus efectos. Por esta razón, algunos estudios tienen en consideración la existencia de complementariedades entre las diferentes barreras. Sus aportaciones confirman la importancia que se otorga a la disponibilidad del capital humano adecuado para la innovación y,

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como la ausencia de determinadas capacidades, limita la innovación y refuerza la acción negativa de otras barreras a la innovación. Las conclusiones de estos análisis son también particularmente relevantes para el diseño de las políticas de innovación e inciden en la necesidad de un enfoque sistémico que tenga en consideración la interacción entre las barreras y sus diferentes efectos sobre las distintas fases de la actividad innovadora de las empresas. En este sentido, análisis recientes han destacado la necesidad de distinguir entre los obstáculos que impiden la innovación de los que la limitan o dificultan y que se perciben una vez iniciadas estas actividades. Sus resultados evidencian que los tipos de obstáculos relevantes para cada uno de los dos casos son diferentes, lo que tiene implicaciones directas en el diseño de las políticas de innovación. Aunque los obstáculos a la innovación inciden en distintos momentos y fases del proceso, existen pocos análisis que hayan establecido los efectos causales de estos en los distintos momentos del proceso. Con el objetivo de avanzar en este campo, algunos trabajos recientes han tratado de examinar si existen diferencias por países o por sectores. Los resultados apuntan a la existencia de diferencias derivadas del distinto nivel tecnológico de cada sector, de sus características específicas e, incluso, de la etapa del ciclo de vida industrial. Sin embargo, se requieren nuevos estudios, particularmente en las actividades de servicios, para obtener resultados concluyentes.

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