LOS PARRANDEROS DE MATEHUALA, GRUPO DE TRIBAL DE SAN LUIS POTOSÍ, Y SUS “POINTY BOOTS”
ME GUSTAN TUS BOTAS
Pantalón untado a sus muslos macizos y cruz de oro al pecho, Joel vigila la pista atestada de la disco Kalúa, en el norte de Dallas, Estados Unidos. Y como si ante él no estuvieran dando vueltas decenas de mujeres suculentas y acaloradas con ganas locas de estar acompañadas por algún macho valiente, él se mantiene serio, inconmovible. Esta noche su mirada raspa. ¿Por qué Joel y amigos usan esas botas “pointy” en su mayoría negras? Sencillo, “ha de ser que las muchachas me dicen: ‘Me gustan tus botas’”, explica Joel con algo de desdén. Sus tres amigos silenciosos y con sombreros con plumas asienten a esta explicación, como si se acabara de proclamar una verdad suprema. 62
“¿Como se escuchan Tamaulipas… Zacatecas… Chihuahua?”, exclama la voz del antro y el pocherío que este sábado vino a México, aunque aquí sea Texas, EU, responde con alaridos cada vez que oye mencionar su tierra. En lo alto de la cabina, los DJ Shaggy y Nando (el primero de Saltillo, el otro de Delicias) bajan la potencia del romántico cantante norteño Julión Álvarez para empujar el tribal mezclando a los DJ Tetris y 3Ball Mty. Como quien escucha las palabras mágicas, las mujeres se descuelgan de los cuellos de sus hombres y despegan sus pelvis de las de ellos para proseguir con el baile ritual tribalero: disueltas las parejas, todos giran en el perímetro de la pista al contrario del sentido de un reloj.
Avanzan en cámara lenta con los codos doblados y cerveza Corona en mano con rodaja de limón. Dan pasos minúsculos, como si no quisieran distraer con gestos expansivos el derrame adictivo de esta electro-cumbia que viaja por el cuerpo. “El regional mexicano solía ser sombrero, banda y corrido; el tribal lo modernizó”, afirma el DJ Nando con las manos sobre su consola. “Con el tribal la mujer se vuelve más aventada”, añade DJ Shaggy, que conduce la noche de este mar de sombreros donde abundan chavas gigantes que sudan y jalan aire castigadas por los estragos del fast food. En los plasmas, dos videos cortísimos se alternan: un tribalero de “pointy boots” está de pie en un rodeo y una hermosa trigueña de pelo ondulado hace un rictus orgásmico. La rotación multitudinaria (especie de giro alrededor del kiosco como suele hacerse en los pueblos) prosigue. Nadie ríe, nadie grita, nadie pierde la forma. Si acaso un joven con la Virgen de Guadalupe