Sin anestesia

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— ¿Está todo bien? —le pregunté preocupada por su actitud. Él intentó esbozar una sonrisa pero fracaso en el intento. Sacudió su pelo rubio claro y noté la oscuridad de sus ojos. — Lo mismo de siempre, él no cambia más —comentó él; su voz tenía un tejo de angustia y furia contenida. — ¿Quién? —pregunté. Él me miró como si hubiese algo evidente, y movió sus manos con la elegancia que lo caracterizaba. — Él, mi hermano —respondió. La tierra se detuvo por segunda vez en un corto tiempo. «¿Qué mierda…?» grité en mi mente. La expresión de Loreley era de sorpresa y suponía que la mía era la misma. ¿Entonces, el doctor de ensueño no es otro que Aiden Harrison? ¡Oh por dios!


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