El lenguaje como acontecimiento descubre al cuerpo, expresado en la gramática sensual y en la meditación racional; combinadas, entrelazadas, adquiriendo las tonalidades y coloridos de las metáforas pronunciadas en las palabras. Gramática y memoria, gramática y meditación; gramática, primero de las sensaciones, en el devenir de las composiciones perceptuales; combinadas con imágenes, en el flujo imaginario del cuerpo volcado completamente a la experiencia. Entonces cuando el leguaje toma al lenguaje como referente; cuando busca hacerlo hablar; aunque parezca asombroso e insólito decirlo. Pues, aunque el leguaje supone el habla, ya habla, el hecho de que el lenguaje mismo, como lectura, busque hacer hablar nuevamente al lenguaje, buscando en su repetición la diferencia imperceptible, secreto del sentido inmanente, es cuando el lenguaje interpreta a otro lenguaje.