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Y su visión en el mundo cinematográfico
Detrás de los detalles de una cinta están, entre otros expertos, los diseñadores gráficos. No debemos confundirlos con escenógrafos, pues, lejos de decorar un set, se encargan de darle vida a la esencia de la película a través de los objetos que existirían en ese munxlucrado en la producción cinematográfica estudia arte, historia, técnicas antiguas y modernas de manufactura y moda (por mencionar algunos temas). Y si hay una especialista en esta creciente rama de la industria, sin duda, es Annie Atkins, la joven británica ganadora del Emmy y Oscar que está revolucionando el mundo cinematográfico. Hemos visto su trabajo en escenas de The Grand Hotel Budapest (2014), de Wes Anderson, en Bridge of Spies (2015), de Steven Spielberg, así como en The Tudors y Penny Dreadful, series mundialmente aclamadas. Para ella, la magia está en la sutileza; pues a pesar de que algunos de sus diseños podrían pasar desapercibidos, o al menos para el ojo no entrenado, son la clave perfecta para crear la ambientación ideal con base en el guion. De hecho, mientras más sutil y natural sea un objeto, mejor es aceptado como parte del realismo de la producción. En el caso de The Tudors, el trabajo de Annie involucró aprender cómo se desarrollaban los objetos en el siglo
XV, en Inglaterra (una práctica claramente descontinuada). Ella recurre a equipo antiguo, como máquinas de escribir y ciertos papeles especiales, para darle autenticidad a su obra; la esencia que no puede desmentirse es su especialidad, pues pertenece al momento histórico adecuado. Apasionada del arte análogo, también posee una maestría innegable en cuanto a las herramientas digitales. Sin embargo, Atkins siempre preferirá lo artesanal, pues encuentra el romance y la nostalgia ocultos en la manera original en que se realizaban los procesos. Igualmente, prefiere inmiscuirse en producciones de época en vez de cine de ciencia ficción.
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La naturaleza efímera de sus creaciones, aquellas que solo aparecen en pantalla durante unos segundos, es lo que vuelve el trabajo de Annie tan preciado. Ella ha diseñado piezas gráficas como mapas para escapar de prisión, pasaportes, menús de restaurantes, entre un sinfín de artículos impresos en papel. En otras palabras: todo lo que los actores utilizan en las grabaciones. Para Annie, escribir sus memorias fue una forma de arrojar luz y reconocimiento al oficio de diseño en cine. Su minuciosidad ha sido aclamada en el mundo cinematográfico. Actualmente, cuenta con más de 200 objetos realizados para el séptimo arte.


Producción y Fotografía de “Top Gun: Maverick” Tom Cruise cuenta con uno de los papeles más exitosos y emblemáticos, Tom Cruise no solo salva la taquilla, también apuesta por una secuela que salta los obstaculos de la nostalgia simple. Las segundas partes de una película siempre sin riesgo. Pero, ¿qué pasa cuando la secuela llega más de 30 años después? En el caso de Top Gun: Maverick, el resultado es bastante favorable. Este no sólo es el regreso de Tom Cruise a uno de sus personajes emblemáticos, es también una muestra de que el cine “para la taquilla” también puede presumir de otras cualidades. La primera entrega, el Top Gun de 1986, tiene un valor icónico y en la cultura popular que es mayor a su trascendencia cinematográfi- ca. Es cierto que es un personaje fundacional en ese mito llamado Tom Cruise, pero más allá de su espectacular rostro de ojos bajo gafas en los que se estrella un sol intenso, sobre la cinta no hay mucho que decir. La historia tiene puntos de conexión narrativos y de estructura muy similares a su primera entrega, jóvenes insolentes con un mal primer paso con sus instructores y un proceso de enseñanza y aprendizaje en medio de una difícil misión. Maverick, después de 30 años de servicio, es ahora un instructor de pilotos y este encuentro con los que serán sus pupilos y la misión en cuestión detonara recuerdos y sus vínculos con el pasado. Pasa todo lo contrario con la segunda entrega a manos de Joseph Kosinski quien sabe navegar bien en la estética un tanto nostálgica, tiñendo la pantalla con un naranja intenso productos de los ocasos en terreno descampado que se relacionan con la historia del piloto, y dando estructura y profundidad al caso particular del regreso de un héroe que en realidad poco se ha ido.


También, valga la pena hablar de ello, ese primer fin tiene también una cierta carga homoerótica en su discurso visual con todos esos estilizados pilotos y esa tensión de un bromance confuso que, de cierto modo, se extiende a esta segunda entrega con aquella muy viral secuencia en la playa con un peculiar baile de Miles Teller. Top Gun: Maverick tiene entonces un aspecto metanarrativo, es también la historia del propio Cruise, A pesar de que la del cine es una industria fluctuante en constante evolución técnica y narrativa, el actor se confirma como una estrella integral capaz de hacer sus propias escenas de vuelo y acción para mostrar cada una de las aristas de carácter. La película dialoga con la realidad y el paso del tiempo. No es para todos afortunada. Tanto en la cinta como en la realidad, el paso del tiempo ha sido benévolo con Tom y Maverick como con pocos. Ahí la aparición del actor Val Kilmer, quien en los últimos años ha visto deteriorada su salud y su carrera, también relegado de la maquinaria de Hollywood, se vuelve quizá el dis- curso más poderoso y contundente dentro del filme. Dos personas con trayectorias completamente opuestas.



