No te culpo a ti, ni a las estrellas que escriben tu nombre en las noches, ni mis recuerdos de tus manos, ni las noches acotadas en tus piernas. Nadie es culpable de mis desvelos, sino es la consecuencia de mi agon铆a de no verme entre tus brazos y reclamar al viento tu nombre. Nadie es culpable, ni mi loco coraz贸n, ni mi piel impregnada de ti, ni tus anhelos enclavados en mi espalda, ni tu amor tatuado en mi alma.