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Conclusiones

CONCLUSIONES

1. Los monumentos arquitectónicos, como obras de arte, contienen elementos de carácter político, dada su relación intrínseca con el Poder, que son susceptibles de ser analizados utilizando métodos propios de la Historia Intelectual y de la teoría Política. A lo largo del presente trabajo hemos señalado como las metodologías sugeridas por Manuel García-Pelayo, la Escuela de Cambridge y la Escuela de la Historia conceptual, nos permiten establecer la relación existente entre Poder Político y Arquitectura a lo largo del tiempo histórico.

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2. Los arquitectos que diseñan espacios públicos y edificios aspiran crear una identidad poderosa, que a través de su arquitectura, esté en capacidad de transmitir unas imágenes con profundas raíces nacionalistas y que además dejen una indeleble impronta de su propio tiempo, por ello debe transmitir una impresión de autenticidad. La arquitectura no debe limitarse a cumplir meramente un rol funcional o estético, sino el de representar nada más y nada menos que el arte de gobernar. Un edificio puede aspirar a esto, puede ser memorable o característico y propender a ser un monumento reconocido nacionalmente y pasar, también, a representar las ambiciones de un Estado o de su gobernante.

3. Los regímenes autoritarios, dada sus características, poseen una muy particular visión respecto al Arte. En Arquitectura, específicamente, sus proyectistas diseñan edificaciones y espacios desmesuradamente amplios, con el fin de convertirlos en espacios públicos en los cuales, los ciudadanos, formasen parte de un entramado estructural que produjesen un efecto reductor y empequeñecedor de la masa, incluyéndola en el propio decorado político del monumento en sí, con el fin de hacerla copartícipe tácito y sumiso del régimen.

4. En estos regímenes no se busca la creación de nuevos estilos arquitectónicos, ni siquiera la creación de uno propio o característico. Por el contrario, lo que se pretende es la búsqueda de una unidad estilística impuesta desde la cúpula del Poder, soslayando los componentes

ideológicos originales de determinado estilo y subrayando, en la obra misma, los componentes doctrinarios del régimen autoritario respectivo.

5. La toma de poder por parte del fascismo en 1922, implicó la adopción del mito de Roma como elemento central de la política cultural del régimen, el cual alcanzó una influencia determinante en la vida pública y la cultura política de la época. Esa situación se tradujo, por una parte en la idea de la “Romanitá”, es decir, el interés por las formas políticas y también arquitectónicas de la antigüedad romana, y por otra por la idea del “Risorgimento”, la vuelta a la grandeza de la nueva Italia. Hubiese cabido esperar, de conformidad con esta concepción, una vuelta al clasicismo. Paradójicamente, los arquitectos del régimen, actuaron con completa independencia, con muy pocas intervenciones gubernamentales y más bien derivaron hacia la arquitectura racionalista y moderna. El régimen fascista, de la mano de Mussolini, solo se limitaba a plantear las líneas maestras de la monumentalidad, mientras que se confería total libertad a los creadores para realizar su obra.

6. El caso del nacionalsocialismo es radicalmente distinto. La personalidad de Adolfo Hitler, sus vivencias biográficas y la concepción doctrinaria sobre la Gran Alemania imponen desde el principio, un estilo arquitectónico, el clasismo, que rechaza además cualquier viso de modernidad, llegando incluso al cierre de Escuelas como la BauHaus y estableciendo el concepto de “arte degenerado”. De allí que los arquitectos del régimen, en especial Albert Speer, el gran ejecutor, se limitaban a ejecutar las ideas del Führer en la realización de los monumentos arquitectónicos. De allí pues, que la intervención directa del jefe del Estado, tanto en el diseño como en la adopción de un estilo, será la característica principal de la monumentalidad de la época.

4. Es muy difícil que podamos establecer la existencia de un estilo específico o representativo dentro de la arquitectura de un determinado régimen. Ellos, necesariamente, sean o no autoritarios, poseen la necesidad de la trascendencia, vale decir, que su paso por el poder deba permanecer en la

memoria colectiva a través del tiempo y que pueda ser visto, percibido, tocado y además usado y nada más ajustado a este deseo que los monumentos arquitectónicos, ellos perduran y van más allá de la efímera vida física de sus creadores, y, por ello, se ven recordados a pesar de su ya no existencia y del ineludible paso de los años.

5. Para la década de 1950 imperaba en la Venezuela del momento un espíritu y un clima muy receptivo para la aplicación de la arquitectura contemporánea, muy en boga a través de la corriente internacional, adoptada por la mayoría de los jóvenes arquitectos nacionales. La arquitectura en su rol de constructora y creadora de íconos nacionales, los cuales debían reflejar a través de la adopción de un estilo que forjara una potencialidad que fuera sinónimo de eficacia, valor y éxito. En este empeño, los arquitectos que diseñaron edificios y que aspiraban a poseer una identidad hacia el Nuevo Ideal Nacional, debían procurar crear una arquitectura capaz de transmitir una imagen con profundas raíces nacionalistas y que además debía representar su propio tiempo y momento, dando así la impresión de autenticidad de su obra y evitar ser vistos como una imposición del régimen dominante.

6. Los arquitectos que construyeron en la década de los años cincuenta cumplieron fielmente con estos postulados y crearon una arquitectura con un perfil, que si bien estaba aupada por el régimen, en todo momento reflejó la fuerte personalidad de sus creadores; la arquitectura ejecutada en semejantes circunstancias no se limitaba simplemente en cumplir un papel que siguiera a la función, sino que se convierte en una extensión del arte de gobernar. En el caso que nos compete, los arquitectos del Nuevo Ideal Nacional, si bien seguían el plan de la transformación del medio físico, con miras al cambio y al mejoramiento moral, intelectual y material de los habitantes del país, sus soluciones a pesar de representar las aspiraciones del Estado o de sus gobernantes, no puede dejar de sorprendernos la multiplicidad y la riqueza de formas y estilos en los que desarrollaron sus obras. El aspecto más significativo de las obras arquitectónicas construidas

hasta el final de la época de los años cincuenta, fue que los arquitectos se mantuvieron fieles a los procesos modernizadores que se realizaron en el país durante esta etapa y que lograron a través de ellos sacar al país del atraso y conectarlo con la visión del desarrollo mundial.

7. A lo largo del presente trabajo hemos demostrado, mediante el uso de elementos provenientes de la teoría política y de la Historia Intelectual, que no puede hablarse de una “arquitectura autoritaria”, tal y como algunos han querido hacer ver. Se trata más bien, del uso que a los diferentes estilos arquitectónicos y con determinados grados de libertad a los proyectistas, hacen los regímenes autoritarios, en busca de la magnificencia y grandeza que les permita trascender en el tiempo y usarlo para mantenerse en el Poder.

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