A modo de prólogo.
Rafael Antonio Sanabria Martínez, el amigo, el poeta. El hombre que nació y se crió en un pueblo lleno de tradiciones, de sitios turísticos, calles viejas, y casas de techos rojos que invitan al reposo con cielos despejados y noches estrelladas.
En ese hermoso paraíso creció el que un día fue niño y ya siendo un hombre sensible, es atravesado por la inspiración del poeta, del escritor, produciendo artículos y poemas de calidad.
Quizás esta habilidad la aprendió en su casa, rodeado de los mejores recuerdos de la única amiga y compañera que ser humano pueda tener . . . la madre, mujer de temple que siempre tuvo tiempo para un consejo, un abrazo y un te quiero.
Rafael creció entre libros, buenos maestros y un ambiente de seriedad y rigidez.
Es un ser de pocos pero buenos amigos que se ha forjado un porvenir con esfuerzo. Para él no existen grandes obstáculos, es de los que cree que querer es poder.