Elías se refugia en fábricas abandonadas junto a Walter, Anita y
una jauría de perros vagabundos, todos huérfanos librados a su
suerte en un mundo que pareciera rechazarlos. Un mundo de
peligros, desamparo y toda clase de miserias humanas.
Nadie parece buscarlos; nadie parece verlos, pero a su alrededor
sobrevuelan señales inexplicables: espectros capaces de recrear la
indiferencia del mundo frente al desamparo y seres angelicales
que despliegan una vigilia protectora.
Unos y otros le recuerdan a Elías la cercanía del peligro
y la necesidad de aferrarse a una esperanza.
Denuncia social, aventura y fantasía. Tres vértices que parecen
distantes y que sin embargo se entrelazan en esta historia.