Question 112

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Octubre 2013

Es la economía El canciller Elías Jaua recordó en las últimas horas, en vivo en televisión, cómo en uno de los últimos encuentro que miembros del máximo gobierno mantuvieron con el Comandante Chávez éste los alertó sobre un golpe económico en ciernes contra Venezuela. Las pruebas están a la vista: la ausencia de productos básicos en los anaqueles se ha vuelto endémica, especialmente en el interior del país. Cifras oficiales indican que en los productos lácteos, la escasez trepa al 32,4%; mientras la inflación acumulada en los últimos siete meses en el mismo rubro es del 43,1%. En productos especialmente sensibles para el (mal)humor social, como la leche en polvo, la escasez trepa al 76,3%. El costo de los alimentos creció un 65% en un año y el dólar especulativo ya perforó el techo de los 40 bolívares. En muchos países estos indicadores críticos determinarían números inversamente proporcionales para la aceptación de un gobierno. En Venezuela, sin embargo, esto no es así. Los últimos estudios sobre la valoración del gobierno de Nicolás Maduro le otorgan al presidente una aceptación del 50%. Una amplia red de asistencia social, que incluye la venta de productos básicos de la canasta alimenticia a precios subsidiados, sin duda influye en esa valoración positiva: el creciente costo de la vida no impacta de lleno en los sectores de menores ingresos. En el mismo platillo de la ba-

lanza hay que sumar algunas señales esperanzadoras en la lucha contra la corrupción y tímidos resultados en el plan Patria Segura de patrullaje en zonas con los más altos índices de delitos. Pero si no se pone fin a la regresiva situación económica los avances en la lucha contra la corrupción y la inseguridad serán devorados por las urgencias económicas. Mucho más en una sociedad que (con “real” o no) asocia su prosperidad a mantener y ampliar sus niveles de consumo. Esto no es distinto a lo que puede encontrarse en la inmensa mayoría de los países de la región, pero en la Venezuela que no abandona la cultura rentística es particularmente fuerte, especialmente en navidades. Y las urgencias son más urgentes cuando las señales desde Miraflores no son las mejores. La creación de un Órgano Superior para la Defensa Popular de la Economía capitaneado por los mismos ministros que desde sus áreas específicas no han logrado frenar la especulación, el acaparamiento y las maniobras del sector pri-

vado en la producción de alimentos no parece una medida a la altura de las circunstancias y las necesidades. Hay dos cuestiones que merecen al menos replantear las respuestas. Una, revisar si los problemas de la economía venezolana son solamente las maniobras especulativas o también parte del problema es el manejo del flujo de divisas del Estado. Es que no se entiende por qué una multitud de organismos públicos tienen vía libre para administrar más de 130.000 millones de dólares colocados en el exterior, por ejemplo. Dos, está claro que perseguir a los especuladores de cabotaje es necesario, pero si tenemos en cuenta que, tal como reveló la ahora ex presidenta del Banco Central de Venezuela, Edmée Betancourt, alrededor de 20.000 millones de dólares entregados el año pasado a precio oficial por el Estado terminaron en empresas de maletín, se hace necesario atacar a los peso pesados. Porque la economía, a no confundirse, también se rige por decisiones políticas.


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