Revista Mundo Hvacr Diciembre 2018

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REFRIGERACIÓN

Hoy en día, la evolución de las regulaciones ambientales ha llevado a la industria a desarrollar productos cada vez más amigables con el medioambiente. Con base en esto, lo ideal sería contar con un refrigerante que cumpla con las siguientes características: No inflamable No tóxico No dañino para la capa de ozono Sin efecto invernadero Química y termodinámicamente estable Presión moderada

¿Existe el refrigerante ideal? Las innovaciones tecnológicas y la búsqueda de un refrigerante que sea al mismo tiempo eficiente y amigable con el planeta han permitido el surgimiento de diversas alternativas en el mercado, pero ¿cómo determinar cuál es la más indicada? [ Redacción ]

La historia de la refrigeración abarca más de 200 años. Desde 1921, gracias a los descubrimientos de Clarence Birdseye, empresario e inventor estadounidense que descubrió un método rápido de congelación para paquetes pequeños de alimentos vendidos al por menor, la industria del frío inició su expansión. Sin embargo, los materiales que se utilizaban eran refrigerantes tóxicos o inflamables como el dióxido de sulfuro, cloruro de metilo, amoniaco, dióxido de carbono, los hidrocarburos o dióxido de azufre. Años más tarde Thomas Midgley, a petición de C.F. Kettering, comenzó con la búsqueda de un nuevo compuesto que pudiera cumplir con la mayoría de las propiedades deseadas en un refrigerante: seguro y estable, no tóxico, no corrosivo ni inflamable, y con las presiones adecuadas para poder utilizarse en los equipos de los automóviles. Así, en 1930, una prestigiada productora de vehículos y una empresa química se unieron para introducir en los aires acondicionados automotrices el diclorodifluorometano, mejor conocido como R-12. Este suceso marca un antes y un después en la historia de la industria del frío. A partir de este momento se aprovecha la estabilidad de los compuestos con flúor para desarrollar un producto que no era inflamable, y cuya toxicidad era prácticamente nula.

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Sin embargo, muchas empresas han querido regresar a los refrigerantes de antaño, como el amoniaco y el dióxido de carbono (CO2). A pesar de que se hacen llamar “naturales”, estas sustancias requieren un proceso químico para obtenerse, al igual que los refrigerantes fluorados, por lo que este término está mal empleado. Los productos no fluorados tienen algunos beneficios, como se observa en la tabla 1, entre ellos que cumplen con las regulaciones ambientales actuales. No obstante, el uso inadecuado de estos productos puede acarrear graves consecuencias en la seguridad de sus usuarios. L a s regulacione s ambientale s alrededor del mundo limitan el uso de refrigerantes con alto Potencial de Calentamiento Global (GWP, por sus siglas en inglés). En México, estas normativas toman gran importancia en el posicionamiento de aquellos con bajo GWP, pues se busca hacer más eficientes los equipos y reducir el impacto ambiental. Por tanto, la tendencia son los refrigerantes con un GWP bajo. Aunque el CO2 es un gas del que se habla más de lo que se usa, en realidad, en México no existen las condiciones climáticas para trabajar únicamente con este producto. Actualmente, se le puede considerar como el refrigerante de moda, aunque su capacidad de enfriamiento no es la más adecuada para los países con altas temperaturas. Por otro lado, la seguridad de los refrigerantes no fluorados es un riesgo latente en todas las regiones. Algunos países de primer mundo, a pesar de capacitarse y contar con las más estrictas medidas de prevención para el mejor manejo de los refrigerantes, no están exentos de sufrir accidentes. Un ejemplo, fue el caso que se presentó en Alemania, donde una bodega que operaba con propano explotó y tuvo como resultado ocho lesionados, dos de los cuales resultaron con quemaduras graves.


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