Revista Lara Setiembre 11

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[TEMAS DE HOY]

TESTIMONIO III Mujer, 56 años. Para Fossati, los hombres uruguayos son conservadores y siguen siendo lentos a la hora de decidirse a consultar. “Algunos consultan por las bolsas que tienen debajo de los ojos, porque a la vista de los demás, pueden significar cara de cansancio o enfermedad. Eso les preocupa, porque en las empresas es sinónimo de que te manden para tu casa. En Estados Unidos es motivo fundamental de consulta, porque se hace culto al tipo joven y el de 50 necesita aparentar de 40 para permanecer en su lugar de trabajo”. A nivel local, los hombres que más consultan pertenecen a la diplomacia, dado que tienen una vida social muy activa que les exige estar en buen estado físico y verse bien. Por otra parte, Fossati agrega que están apareciendo quienes fueron deportistas toda la vida, que a los 40 años empiezan a tener los llamados “flotadores” y buscan sacárselos. Fossati insiste en que “los hombres vienen menos de lo que deberían”. Hay quienes padecen ginecomastia (agrandamiento de las glándulas mamarias) y por eso sufren, cuando con una operación sencilla, el problema se acabaría. “Una vez vino una señora a consultar por ella y terminó consultándome por su esposo que finalmente se operó. Al tiempo, esta señora me confesó que estaba más feliz por la operación de él que la de ella, porque le había cambiado la vida a los dos y el esposo iba a la playa con los chicos”. “A veces me pregunto por qué una nariz o un seno puede tener tanta importancia para una persona al punto que uno puede cambiarle la vida con una operación”, dice Fossati y su experiencia avala su reflexión, porque cuenta que realmente las personas que llegan a él con algún complejo, salen de la operación con una sonrisa enorme que justifica la decisión del cambio. Pone el ejemplo de un chico que

OPERADA DE LA NARIZ

“Me opere por motivos estéticos, porque desde pequeña me traumaba la forma de mi nariz. Era la típica nariz aguileña y no me gustaba nada ni me hacía sentir cómoda”. “No tengo el concepto de belleza de la persona 100 % perfecta, ni la típica mujer muñeca. Me parece que la belleza es particular de cada una, una especie de armonía interna, y era eso lo que yo sentía que faltaba, la armonía en mi rostro”. “El mayor cambio es que me siento más cómoda, me miro y me gusta lo que veo, me siento a gusto”. “Me la hice hace varios años, tenía 36 años, y me costó más de 1000 dólares”.

nació con las orejas hacia adelante, a quien una operación sencilla le permitió empezar a vivir sin sentirse avergonzado ni señalado. Tantos años en el tema, le dan la autoridad para concluir que “el objetivo de las cirugías es mejorar el alma de las personas a través de la modificación de algo en la forma de su cuerpo”. Y la sonrisa del paciente es la más clara recompensa.

CAMBIAR SIN QUE SE NOTE Cindy Jackson es una mujer norteamericana, oriunda de Ohio, que a sus 55 años tiene hechas 52 cirugías. Disconforme con su cuerpo y a partir del trauma generado por un hombre que a sus 14 años le dijo que cuando sonreía, la nariz y su mentón casi se tocaban, no dudó en usar la herencia de US$ 100.000 dejada por su padre para lucir mejor. Sin embargo, a pesar de estar en el Guiness por el récord de hacerse cinco liftings en el rostro, varias liposucciones y varios rediseños de ojos, en entrevistas asegura que su mayor logro fue que tantas cirugías no se notaran. Al parecer, la clave es una gran paradoja: cambiar algo para lucir mejor, pero sin que nadie lo note. Salvando las distancias geográficas y culturales, si bien el cirujano Fossati comentó que los uruguayos seguimos siendo -“por suerte”- conservadores, al momento de hacer esta nota y plantear el tema, bastó con ponerlo sobre la mesa entre mujeres de entre 25 y 35

años, para recibir varios ofrecimientos de testimonios de jóvenes amigas o conocidas que a los ojos de cualquiera están lejos del trauma estético. Son mujeres que no parecen retocadas y la mayoría llegó a la cirugía para palear una falta o cambiar algo que las hacía sentir incómodas. Si bien hablan sin problema al ser consultadas, no es algo sobre lo que les dé satisfacción conversar y todas prefieren no dar su nombre. Para la psicóloga Carolina Mahía “muchas veces se asocia lo estético con lo banal y gastar dinero en intentar tapar lo que se siente como carencia no es muy bien visto en ningún ambiente”. Agrega que por lo general, no solo entra en juego la vergüenza, sino que como “se valora la belleza natural y la aceptación de uno mismo, se torna difícil hablar con naturalidad sobre una cirugía realizada; entonces, ocultarlo es una estrategia más para ser aceptado por el entorno social”.

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