Tlamatini: Publicación informativa y de reflexión de la Facultad de Humanidades

Tlamatini

Publicación informativa y de reflexión de la Facultad de Humanidades Volumen I, Números 5-6 Nueva época Marzo-Junio 2005 / Julio-Septiembre 2005 Contenido Alejandro Ariceaga: Clima Templado Páginas 2-3 El cuerpo de una mujer Página 4 Ariceaga en la hogera Páginas 4-6 Memoria dialógica...

Páginas 7-9 Imágenes de Toluca...

Páginas 10-11 Lista de titulados Páginas 11-16 Esto es caramelo...

Páginas 16-23 Catálogo general de audioteca Páginas 24-25 Ungaretti: humanismo, poesía, memoria y olvido Página 25 Galería de directores Página 26 Ciclo inmarcesible Página 27 Reglamento del comité editorial Páginas 28-32

Los estudiantes son el baluarte de la libertad, y su ejercicio más firme. * Siempre es desgracia para la libertad que la libertad sea un partido. * Sólo sirve dignamente la libertad el que, a riesgo de ser tomado de su enemigo, la preserva sin temblar de los que la comprometen con sus errores.

José Martí Ilustración Jonás Publicación financiada por el equipo administrativo de la Facultad de Humanidades.

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E d i t o r i a l

Paul Ricoeur, en su libro La memoria, la historia, el olvido, afirma: Acordarse es tener un recuerdo o ir en su busca.

Así, recuperar el valor de la nostalgia conlleva a los humanos seres no sólo a construir el dolor por el pasado, sino también tienen la obligación de entramar un pedacito de su espacio para ser artífice del rompecabezas del porvenir.

En ese tenor, memoria, historia, literatura e imagen construyen la Memoria estética del Hombre que permitirá reconstruir las costumbres, quehaceres, modas, e incluso, manías al hablar, de un periodo de la evolución humana; la palabra, entonces, servirá de pontífice entre la filosofía y el arte, y bruñirá los vericuetos del olvido o del recuerdo. Es decir, de la imagen a la palabra y del símbolo al discurso, para finalizar en la edificación de las propuesta estético filosóficas que han inducido formas de vida.

La importancia del acto de la memoria, en los tiempos modernos, es piedra angular para las sociedades cibernéticas. Con tanta información alrededor nuestro, resulta imperante lo sintético: todo individuo consciente de su existencia está obligado a captar la imagen pequeñísima del mundo que lo hechiza o le inquieta las emociones para preservar la memoria colectiva.

El texto, la fotografía, el grabado, la pintura, el video y todo cuanto al alcance de la mano tengan los Hombres funciona como una herramienta pensante que entrama la totalidad de los fenómenos sociales o naturales, amén de los psíquicos.

Los avances tecnológicos y los descubrimientos científicos incitan a los individuos a la recolección de la memoria de los pueblos: un pedazo de papel y lápiz, una cámara fotográfica, un video teléfono, etc., son tierra fértil para el recuerdo, pues el que Recuerda abstrae el mundo y lo guarda en el cerebro, para construir una visión cósmica a futuro.

Por ello, Tlamatini, en este número ofrece, a sus lectores, no sólo los argumentos necesarios para que se formen una idea del pasado narrativo de Toluca, sino que también lega la posibilidad de mirar y entender la importancia de la imagen para comprender la evolución académicointelectual que la Facultad de Humanidades ha tenido en sus 40 años de existencia; así mismo, a los recién llegados, la publicación les invita no sólo a la lectura del mundo, sino a ser parte activa de las transformaciones institucionales. Pues, como diría Ricouer: Si no se sabe lo que significa la prueba de la memoria en la presencia viva de una imagen de las cosas pasadas, ni lo que significa ponerse a la búsqueda de un recuerdo perdido o encontrado, ¿cómo puede uno preguntarse legítimamente a quién atribuir esa prueba y esta búsqueda?

A l e j a n d r o A r i c e a g a (1946-2004)

Clima Templado -Perdone usted, ¿es aquí donde vive la madrina?

Los que sabían el santo y seña creían sentir una soga en el pescuezo.

-¿La madrina?...Sí creo que aquí.

Mencionarla era pensar en velas caminantes y gallinas destripadas. Escuchar esa mención, sudar en frío. Era una complicidad referirse a ella sin mencionar su nombre. La madrina llegó a ser como un apellido cuyo origen nadie conocía, porque hubiera sido como saber quién era la que así todos nombraban o de dónde había salido. Muchos años pasaron que se hicieron lustros, algunas generaciones vivieron todo lo que les tocó de vida, muchas toneladas de algodón cayeron en forma de lluvia pertinaz en aquella vecindad, y aquella mujer seca de semblante, dura de carácter, profunda de mirada, bendita del alma, cuya edad era imposible determinar, había vivido en el ánimo de todos. Para bien y para mal. Para todos, ella era la causante de que nadie pudiera intercambiar nada más aparte del saludo. La familia separada apenas por alguna pared de otra familia, jamás llegaba a conocer la forma que tenían de vivir los unos y los otros miembros, porque ahí se vivía de familia para adentro. Las únicas nociones de que los otros estaban a un muro de distancia eran los ruidos sordos de las horas instaladas por la costumbre: la de levantarse, la de chocarse las cucharas y los platos cuando el almuerzo, la de salir a la calle mientras algunas mujeres terminaban de barrer y recoger la pelusa, la de acudir a las carretas recolectoras de basura y ¿Qué tal pasó la noche, seño Leticia?, y muy bien, señora Jose, y la hora de la comida, y por las noches mientras todos se disponían a ofrecerse a la esclavitud del sueño. Pero también se llegaban a enterar de la muerte natural de alguien, cuando lo sacaban de la casona rumbo al cementerio, y sabían que algún vecino estaba enfermo porque todos espiaban el arribo del médico y aguardaban espiando hasta que se iba cargando su maletín y contemplaban, también con sentimiento de testigos mudos, el incesante llegar matutino de campesinos de las inmediaciones de Toluca, en especial los viernes, quienes le traían a la madrina sus enfermedades.

Los movimientos de la vecindad eran registrados por el rechinido de la puerta que separaba los dos patios del cajón de ropa de los libaneses, donde otro pasillito, entre el mostrador y la pared, eran algunos metros del zaguán para llegar a la calle de Independencia.

-Váyase usted hasta el segundo patio y ahí se nota luego luego cuál es la casa de la ñoñora.

Su herbario y su jardín, su hierbabuena y sus jazmines, sus pájaros y el sol.

Por las mañanas el portón de par en par abierto, no dejaba ver que tenía su postigo. La madera labrada, que no cualquiera podía mover, con indicios de polilla, rechinaba siempre a falta de lubricantes; pero los libaneses ocultaban lios altorrelieves que contenían serpientes y dragones grabados hacía muchos años, y que se iban desgrabando cada vez que les ponían otros calvos para sostener la ropa de muestra.

Era la entrada. Y a la entrada, ese cajón de ropa que recortaba a más de la más de la mitad el pasillo de ingreso a lo que antes, a fines del siglo XIX, sería la residencia de un solo dueño. Los libaneses vendían principalmente “ropa para obreros y campesinos”: chamarras de mezclilla, overoles de peto, camisas de manta, calcetines de hilo de aquellos que se quedaban sin resorte a la segunda puesta, prendas de lana y algodón y pantalones que encogían a la primera lavada, aunque eran sanforizados.

No demostraban enojo, pero ya estaban cansados de oír a todas la pregunta con el mismo santo y seña. ¿La madrina? Ellos que vivían para el negocio metidos detrás de su mostrador de ropa, donde su abuelo pasó toda la vida enseñándoles a dos generaciones los pormenores del mercado; detrás de ese mismo espacio donde se turnaban los hijos y los nietos, hombres y mujeres, miembros de una sola familia que parecía no tener descanso, y con su español que no acababa de ser español indicaban: -Es allá adentro.

Casi regañaban: -Básale Barallá.

Y tras refunfuñar una respuesta se volvían a platicar, entre ellos, en el idioma que les trajeron sus abuelos. Lograban comunicación con Jamila, porque ella provenía de algún lugar que la identificaba con ellos y hablaba como ellos, en un idioma a medias y en otro con los demás de la colonia libanesa.

Siguiendo las baldosas, y después de pasar el cajón de ropa donde se oían los arreglos de una venta.

-Te lo voy a dejar en cinco besos –se llegaba al primer patio de la vecindad; una puerta que rechinaba de algún modo especial les anunciaba a todos que alguien había traspasado la segunda

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puerta de acceso. Como chillido de goznes y madera que no ajustó jamás en el marco improvisado, el sonido hacía que todo aquél recién llegado sintiera un piquetito en el alma, y al entrar veía; la sutil caída de partículas de algodón inexplicable, de la que nadie daba cuenta y por la que nadie preguntaba, borla amontonada en los rincones con todo y que había pasado la hora del aseo, como nubes pequeñas de polvo apenas palpitantes; y los pilares de piedra en la base muy sólida, de la cual seguía un ancho tubo de acero y luego un capitel también de piedra; y arriba, el barandal de hierro forjado, con sus maceteros de varilla gruesa que nunca tuvieron plantas ni macetas, y ahí para la planta alta de la casa, a cinco metros de altura sobre el nivel del patio.

-Perdone usted, ¿La madrina vive...?

-Allá en el otro patio.

Las escaleras, dos boas simétricas, con peldaños de cantera desgastada por muchos que subieron y bajaron, sus barandales de hierro con sus pasamanos que alguna vez serían de madera muy pulida y barnizada; dos grandes triángulos dejaban, donde los visitantes de la madrina dejaron un olor insoportable a orines de muchos años, sitios oscuros en que durante toda la semana reposaban las tablas, los tablones, los lazos, las garrochas y las lonas dobladas de los tianguistas vierneros. En medio de las boas, un arco de suelo empedrado le daba paso al segundo patio.

Ahí se acumulaban buenas masas de algodón. Denotaba antiguas y desaparecidas caballerizas, establos de los que sólo permanecía el recuerdo en un olor a estiércol picante en las narices, porquerizas en las que todos iban depositando desperdicios, y los recién llegados miraban, en el lugar de los caballos, las vacas y los puercos, animales de especies del tamaño de las cucarachas y bolas de algodón que se mecían para todos lados al soplido del viento; y por entonces, también seccionado, el patio era un corralón de suelo empedrado y disparejo donde se alzaban dos viviendas más: la de la familia de Francisco el Pancho en una y la de la madrina en otra; y alcanzaba el terreno para la bodega de la cristalería amplia, húmeda, olorosa también a fantasma de caballo, rememorante de caca de vaca y puerco, donde las ratas abundaban. Al fondo de ese patio, la zona de fregaderos de cemento, con una gran pileta de agua donde, de haber niños, los niños del vecindario se hubiesen bañado como en una alberca, pero donde a cambio siempre nadaron, con su insólita existencia, algunos ajolotes. Y los que entraban veían desde abajo, entre el caer pausado de los copos de algodón los indicios de tres

viviendas más hasta arriba de todo, en la azotea, cuyos inquilinos sólo conocieron por el saludo matutino, la hora de tirar la basura y las buenas noches.

La de la madrina era una vivienda con un encanto ancestral, toda de blanco deslumbrante, con un filo uniforme de color morado alrededor de las puertas y ventanas. Estaba dividida en dos plantas de dos metros y medio cada una por un entrepiso de madera. Tenía, a la entrada, su cocina de humo de seis hornillas, un brasero de acero sólido donde se quemaban pedazos de encino y se ponían a calentar ladrillos y planchas de acero de agarraderas adornadas. Muchas macetas y botes con hierbabuena, manzanilla, cederrón, hiedras en todos los tonos del verde, heliotropos, geranios, jazmines, tulipanes, alcatraces, hojas elegantes, perritos, magnolias, organillos, varias especies de cactus, helechos...todo un jardín apretado donde cantaban los pajarillos que atendía Isabel, zumbaban las abejas, llegaban a succionar los chupamirtos y aleteaban las libélulas. Y era un entrar y salir de personas pobres, en su mayoría campesinos, sin descartarse visitantes pudientes. Les indicaban con un dedo el sitio que ya era por demás buscar: -Es allí.

Donde hasta bancas había para hacer antecasa, un corredorcito floreado cuyo piso era de azulejos, donde había otras macetas de cemento con incrustaciones de loza, pedacería de platos y tazas de porcelana, triangulitos de espejo, donde brotaban penachos de más plantas olorosas a hueledenoche y donde otro aroma se confundía: maderas orientales.

La madrina curaba. Una de las habitaciones de la vivienda era el recinto de todos los rituales. Usted en medio, madrina y las veladoras parpadeando a las imágenes distribuidas en todas las paredes, de yeso y hueso, daguerrotipos, tallas de marfil y usted se juntaba las manos ante san Martín caballero, el santo Niño de Atocha, la Virgen de los Remedios, El Sagrado Corazón de Jesús, un Cristo Negro de Esquipulas como el de la Santa Veracruz, íconos, estampas de una biblia que aglutinaba en uno todos los ritos del mundo, paganos y cristianos, un Buda orejón de pasta, panzón y ombligudo, los Santos Apóstoles... y entre todo ese personajerío: los demonios, Luzbel, Lucifer, Satanás, dioses minicos que nadie sabía identificar si no era semejándolos con el diablo, y en la habitación contigua, con un sofá cama transformable y dos sillones, una mesa de patas onduladas donde se veía en todo su esplendor esa otra maravilla de los tiempos modernos: el aparato de televisión.

A un lado de la bodega se levantaba impetuosa, como una lanza hacia el cielo, una altísima torrecita de metal que sostenía en la punta la antena forrada por la pelusa, que desde abajo parecía un garabato de la comunicación.

Quienquiera que pasaba por ahí, aunque fuese a muchos pasos de distancia, sentía el aroma penetrante del incienso, escuchaba tonos de voz extraños, lamentaciones o risas deshumanizadas, sonidos de viento desértico. Y se veía entrar a la gente moribunda sosteniéndose con muletas, semblante de cadáver, según el caso... y salir desparramando gotas de vida y destellando miradas de estrellas, mejillas de manzana muy rojas y mencionando gracias, madrina.

Fragmento de la novela Clima templado, publicada por la UAEMéx. México,1983.

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El cuerpo de una mujer

El cuerpo de una mujer tiene de todo: Ventanas, comedor y entrada para el coche; tienen cocina y comedor, jardín y azotehuela. Uno quiere llegar y estacionarse, mirar los tendederos, hacerse el invitado.

El cuerpo de una mujer tiene jardines atildados: allí pasaron manos querendonas, pusieron colmenares, olores y jugos deliciosos y en el mejor de los sitios un palomar discreto.

Con más razón si es cuerpo alegre, con kilos repartidos en todo rinconcito a la redonda. Uno quiere ser huésped para siempre, andar esos pasillos, besar los alcatraces, poner abono fresco, si se puede.

Los vellos de una mujer también tienen lo suyo y alientan los lugares más preciosos.

El cuerpo de una mujer es casa enorme, castillo medieval, hacienda y rancho: tiene lugares para quedarse quieto, o para no quedarse.

Todo eso he recorrido con estas manos que se han de comer los gusanos, con esta piel de arriba y adelante, de abajo y al costado; con estos pies que sobrevuelan tragaluces; con esta lengua soez que dice y clama y esta saliva y estos/ ¡Caray, qué cosas digo!

El cuerpo de una mujer tiene la flama que me enciende, la cantidad de piel, necesaria y suficiente, para clavar los ojos lo mismo que se clavan, es ejemplo, los cuchillos/ para clavarlos uno a hasta quedarse bizco y, ¡Nunca Dios lo quiera!, hasta quedarse ciego.

Entono unas palabras por un cuerpo de mujer así descrito.

Yo pongo música en la tecla, el corazón, el alma y lo que quieran.

Yo me redimo.

Yo le remato el alma al diablo. Yo me subasto. ¡Ah, si yo quedara ciego, por no mirarlo más, sólo por eso, por eso nada más, me parta un rayo!

De Placeres tres. Dos filos editores. Zacatecas, México, 2001.

Ariceaga en la Hoguera

Humberto Florencia

Se dice que los alcances de un autor sólo podrán medirse a la distancia, cuando hayan pasado algunos años después de su muerte para, con ello, despojar a la crítica de cualquier elemento afectivo.

Sin embargo, hoy estamos reunidos, en primera motivación, para celebrar al amigo, pero en seguida aprovecho este espacio para colocarme como lector.

Debo confesar que no tuve mucha cercanía con Alejandro; en todos estos años en los que escasamente he participado de la vida literaria en el Estado de México, y en Toluca particularmente, cuando mucho habré visto su persona tres o cuatro ocasiones. Por ello, mi participación estará despojada de sentimentalismos.

Recuerdo haberlo visto por primera vez durante una presentación personal en esta facultad de Humanidades. Previo a escucharlo, no faltó el comentario surgido de quienes se preparaban para la profesionalización de la literatura: A Alejandro Ariceaga se le considera como la joven promesa de Toluca; lamentablemente sólo se quedó en promesa. ¿Serían ciertas esas sentencias? Lo curioso era que en su propia región de origen, algunos jóvenes se expresaba así. Por fortuna se trató de un comentario aislado, así queda demostrado en sus libros, antologías (antojolías, denominadas así por Ariceaga con acierto ya que el antologador reúne en un texto los materiales que a él se le antojan); así como su labor al frente del Centro Toluqueño de Escritores, lo que representó una batalla de permanentes negociaciones con los representantes de la cultura oficial: ya sé que el ayuntamiento se pinta de tricolor, y aún peor de blanquiazul, para ellos el dinero es demasiado para ser invertido en libros y cultura.

Volvamos, pues, a la conversación en Humanidades: Aquella vez, lejos de venir a hablar con una postura de Yo, El escritor, o yo soy el gran defensor de la cultura mexiquense contra las hordas fuereñas que nos vienen a colonizar, o de quien se propone transmitir grandes descubrimientos, su charla se concentró en tres puntos cardinales:

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conformar un nuevo calendario astral, la nueva Toluca: como se trata de un convocatoria importante, la ciudad central sólo podía crecer y fortalecerse por medio de la experiencia, de la cultura de los que llegaron de las cercanías, los que fueron templando el clima toluqueño. b. Segundo ventrículo: su relación con la bebida. Pareciera ésta un dato sin importancia, mero referente individual, sin embargo me parece relevante. Alejandro jamás satanizó sus amoríos con la joven y dulce niña de ojos cristalinos. Nos reveló, sin moralismos falsos, cual Burrogs en su Almuerzo desnudo, su experiencia como navegante del mar de los sentidos alterados.

No era necesario profundizar ya que tampoco se trataba de explicar cómo jugueteó con el ombligo de los arcángeles, pero en un mundo dizque artístico, donde se reza al santo de la expansión de los sentidos, para Alejandro se trataban de habladurías en que descomponen la mente creadora. Para Alejandro el escritor debe trabajar con los sentidos despiertos, de lo contrario, difícilmente podría salir literatura de calidad.

a. Primer ventrículo: la Toluca de sus ayeres: Para un chilango refugiado, como su servidor, y para quien escuchar referirse al clima de esta región como templado, pareciera una exageración, su conversación me sirvió para ir perdiendo el frío.

Recordaría que el cerro de Coatepec, cuyas orillas custodiamos en Humanidades, al igual que la pista de carreras denominada Gran Prix Tollocan y en donde compiten los mejores armatostes por el record de atropellados, antes eran terrenos desolados; y la memoria le era grata, ya que se trataba de un lugar encantador para pasar la tarde en compañía de un pomo alivianador de las tristuras.

Y como la tristanza se comparte, nos extendió su mirada hacia los orígenes de tunAstral. La importancia de este grupo, que aún se mantiene dignamente de pie frente al bombardeo oficial que llega por vía del Teatro Morelos e incluso TV Mexiquense, junto con otros esfuerzos (como Sánchez Arteche y Esvón Gamaliel (q.e.p.d.) que emprendieron la tarea de preservar la memoria) se echaron al lomo la pesadísima piedra de construir expresiones artísticas de calidad partiendo del sentir, de la visión, del entender, de la individualidad sin competencias de los guardianes del Xinantécatl.

Hablo de la era del hielo cuando empezó su labor periodística, de las grandes glaciaciones que condujeron a la industrialización, de los barrios repletos de voces que entonaban un habla popular, de los mercados cantores, de las vecindades y de sus habitantes brujeriles.

Todo este mundo, al fin y al cabo, serviría como material para la composición de sus escritos: Venían de los poblados más cercanos a Toluca: Santa Anna, Calixtlahuaca, Capultitlán, Zinacantepec, Santa María de las Rosas, o de los barrios alejados del centro de la ciudad, de aquí nomás de San Miguel, de acá de la Teresona, de San Luis Obispo, del cerro del Toloche, de Santiago Miltepec, o de pueblos más lejanos, Ocoyoacac, Tiangistenco, Atlacomulco, de El Oro, de San Pedro de los Baños, o de pueblos ya cercanos al Estado de Michoacán, yendo al poniente, o los sureños, los norteños, o los que se bifurcaban desde la carretera que llevaba de Toluca a la ciudad de México, yendo de Toluca hacia el Oriente. (Clima templado:37)

Como ustedes acaban de apreciar en la cita referida, la voz del narrador alejandrino atestigua la llegada de los que vinieron a Toluca, los que salieron del santoral cristiano-indígena para

c. Tercer ventrículo: sus escritos. Me parece que Alejandro es un autor de transición y que aún falta tiempo para apreciar la importancia de su trabajo. Me pregunto, cuántos escritores en construcción pertenecientes a esa lado de la felices penalidades no han recibido ciertas influencias de Alejandro. No lo sé. Pero seguramente deben encontrarse entre los convocados de las diferentes cercanías y que se mencionan en Clima templado.

Ahora bien, aunque hay múltiples referencias territoriales, Alejandro no es un autor regionalista y su literatura no se encharcó en un provincionalismo de principio de siglo XX, donde la pobrecita gente de las ciudades pequeñas es iluminada por la cruel maquinaria de la modernidad manejada perversamente por crueles hombres que mirar a los provincianos como personas de segunda categoría. Alejandro supo que esos discursos están agotados, que solamente sirven a los intereses políticos y quienes los utilizan son en realidad los que menosprecian a su propia gente: Orquestaba campañas de opinión para lanzar, a través de los diarios y los púlpitos, preservativos para los males sociales que ya traían aquellos tiempos modernos y crecen como los hongos en los pies, como conejos, como toloache, y terminaban los propósitos sindicalistas para los que siempre había un sanseacabó rotundo. El departamento de trabajo y la junta local de Conciliación y Arbitraje, desde García Bobera, sus voceadores autorizados y sus expertos en ser señores licenciados también propagaban antídotos contra esos venenos anarquistas, líbrenos la virgencita de Guadalupe (Ibidem: 68, subrayados míos, cursivas originales).

Siguiendo el texto, el dueño de las herramientas de trabajo es un simple catalizador de los verdaderos instintos. Lo importante es distinguir quiénes son los que organizan las “Campañas de opinión”. Son los licenciados (Hay doctores), los diarios (comunicadores), los que hablan desde el púlpito (porque el púlpito también tiene forma de salón de clase, cubículo y profesor universitario), los que supuestamente son defensores de los trabajadores, esto es “la junta local”, son quienes en realidad le dan en la torre a la gente.

Los que manejan el discurso oficial, quienes se asumen como la conciencia oficial de trabajadores, indígenas, estudiantes cuentan con un excelente “equipo local”, sus peones, para manipular la opinión demostrada en grande desprecio con los suyos. En fin, cualquier semejanza con los tiempos actuales es mera coincidencia.

Pero si ya desde entonces Alejandro escribió sobre temas que aún nos conciernen, podemos decir que sus textos se

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mantienen vigentes, estos es, que se preocupó por explorar los comportamientos de los individuos, en lugar de ser un retratista de su propia casa.

Como complemento para hacernos una mayor idea de Alejandro, llama la atención que algunas de sus preferencias musicales se aproximan al rock, y si no me equivoco, aquí la memoria es incierta, tuvo preferencia por los Beatles y los Rucoling. De manera libre, autodidacta, para conocer las letras de las canciones de su preferencia, él mismo se atoró a la lengua bárbara denominada inglés, de igual forma se aproximó a otro tipo de canciones, los poemas, que le indicaron que las palabras tienen ritmo y que unidas unas con otras adquieren estructura y sobre todo, intencionalidad.

Recuerdo su amplia fascinación por un cantautor catalán; sus ojos se iluminaron cuando compartió con nosotros la entrevista que le hicieron a Joan Manuel Serrat. Tal vez no les diga mucho este cancionero, pero me parece que Alejandro compartió con el español el gusto por las pequeñas cosas, su interés por las mujeres que emprenden grandes epopeyas en la cotidianeidad familiar; de hombres que parten a la aventura sin mirar atrás; de individuos que, cansados de regar flores de plástico, deciden faltar al trabajo y ser por instantes felices; de las personas que han tenido una infancia acostumbrados a escuchar un no para cada una de sus acciones.

Pero también se interesó por los que se maravillan con el espectáculo de los amaneceres; los que pueden ser los más grandes patanes pero que a la hora de la verdad demuestran lealtad a los amigos, en fin, los que tienen clavado en el corazón la ciudad, tan bella como cualquiera.

En fin, cada lector tendrá una obra de su preferencia, la mía con todo respeto, es Clima templado, posiblemente sea en esta novela en donde se resume su poética: Se encuentra su percibir acerca de los problemas y virtudes de la creciente industrialización de Toluca de la que fue testigo: la ciudad crece, y con ello, aumenta su población, sus necesidades, sus heroicidades, pero asimismo sus grandes rencores.

Y a mentar madre, a no saber ni a qué le tiras y no vislumbras ni con quién vas a perder. Sirve las otras, Chueco. Al Tulús, lo que esté tomando. Tú podrías llegar muy lejos, Tulús, más lejos que andar pintando las paredes de los restorantes y decorando cantinas; pero aquí la cultura les vale madres.

Nada más lo que deja. La política y la grilla. Pinches materialistas ojetes. Y se te vienen los revanchismos. Y la carga contra todos los que te humillan.

Pero como en esa pintura: ¿cómo vas a poder contra los leones si eres víctima para el aplauso de los nobles? (Ib.:72)

La industria trae consigo la formación de los sindicatos y con ello la historia de las canalladas, pero más allá del hecho referencial, de aprovechar el recurso del periodismo y la crónica para novelar parte de la Historia obrera de Toluca, la novela está repleta de pequeñosgrandes dolores. Sus personajes tienen un gran desprecio por sí mismos y por los otros y lo celebran echándose una buena copa.

La novela critica el desenfado de sus paisanos por la cultura, prefiriendo la banalidad y la búsqueda de la gloria. Los personajes, paradójicamente, tienen unas enormes ganas de vivir, pero saben que su propio ambiente, las personas con las que conviven y tal vez la propia ciudad, se los impide.

Los personajes son feroces críticos de la lambisconería ajena, pero cruelmente comprenden que ellos se mantienen vivos gracias al “aplauso” de esa misma gente despreciable. Comprender es angustiante, porque los personajes saben, sienten que sólo con las humillaciones podrán mantenerse entre los vivos y hasta podrán ser felices.

Pero ahí no termina la importancia de Alejandro Ariceaga. Si ya hemos visto que los personajes alejandrinos son capaces de sumirse

en su propias dolencias humillantes, sabemos también que se trata de individuos convocados al centro, a la Toluca de los Portales y su Plaza de los Mártires, entonces ese mismo lugar se convierte en un centro ceremonial para quienes lleguen y asuman su sitio como santos, o mejor aún, como brujas.

La Ñoñora, como le dice a la bruja, es una especie de madre mítica reparadora de todos los males y el narrador asume su papel de aprendiz. Todos saben de ella; todos hablan de ella y no hay uno solo que no la busque para que le recomponga la existencia. ¿Cómo? Así: El diente de león lo usamos para purificar la sangre. Los ídolos alcahuetes observan. El olor del incienso. Las quemaduras leves, con pomada de la campana se las curas, y las invocaciones viajeras iban por un destinatario y otro, el sagrado y el profano, los santitos oficiales, canonizados por el Vaticano. Otros no tienen nada que hacer en nuestra religión: son intrusos, pero sirven. (...) Sin olvidarse de sorber la sangre de paloma que Isabel había sacrificado. (Ib.:58)

La novela conduce a los lectores como si éstos fuesen precisamente quienes buscan a la Ñoñora para solicitar sus sabidurías. La Noñora es un ser profano, popular desde luego, porque bien se sabe que el pueblo tienen un lugar preciso para quedar bien con Dios, y otro muy pegadito a su Fe que le permite tranquilizar al espíritu mientras permanece en este mundo.

Curiosamente, la Ñoñora se encuentra en las profundidades, hasta lo más hondo de una vecindad, cuyo valor simbólico se aproxima a la idea de los infiernos. Pero en estas cualidades míticas no hay confrontación, porque a los santitos de los que se vale este averno, ya han sido canonizados por las marcas autorizadas. De esta manera, los abismo son lugares buscados, reorganizadores del cosmos, reparadores de las miserias, donde el clima se vuelve templado, un sitio donde se puede hacer llevadera la subsistencia.

La última vez que estuve cerca de Alejandro fue en Tonatico, en un encuentro de escritores y escribanos (yo soy de los segundos) del Estado (reunión de la que me honró la invitación por mi calidad de fuereño) y que llevó como lema de batalla “Bajo el volcán”. Desde que llegamos a Tonatico quien recibiera la atención de los medios informativos fue Alejandro, quien por supuesto se sentía como pez en el agua por representar en aquel entonces al Centro Toluqueño de Escritores. Lamentablemente no le fui nada simpático al compañero por culpa de mi carácter jocoso: hice una mala broma de su porfirismo en el CTE; y por otro lado, cuando compartía con todos y con seriedad, un poema de su preferencia, el carácter me traicionó y expresé un albur con las mismas palabras poéticas.

Finalmente, quisiera reflexionar sobre las ironías que emplea la vida para burlarse de todos nosotros. Curiosamente, una de la antologías alejandrinas de la literatura mexiquense se denominó: Estado de México. Donde nadie permanece. Alejandro, simplemente decidió no permanecer; Alejandro murió lejos de su ciudad querida. Cuántos de nosotros se hubieran imaginado que, muchos años antes de la llegada de los santos convocados, uno de sus personajes diría: “Uno se muere. Otros contemplan morir.

Tal como en los circos. Y se aplauden esa muertes. Entretienen” (Ib.:72).

Texto leído el día 22 de abril de 2005, en el ciclo “Abril, mes de la lectura”.

Memoria dialógica: conversación, vía correo electrónico, de la novela Clima templado, entre Emma Aguilar Delgado y Francisco Xavier Solé

Estuve leyendo algunas cosas relacionadas con la ciudad de Toluca, que corresponden a la segunda parte del Siglo XX, que es el periodo en el que se cuenta la historia de la novela “Clima templado”.

Hubo cosas interesantes. En 1948, aparece el Diario de Toluca (que se menciona en la novela). En 1952, después de cien años, cierra sus puertas el Teatro Principal, uno de los lugares más concurridos por los pobladores.“Con el teatro Principal desapareció no sólo una época, sino un estilo de diversión una manera de solazarse.” En 1956 se transforma en Universidad el Instituto Científico y Literario Autónomo, que fue durante mucho tiempo la institución cultural más importante del estado de México. Sin embargo, desde 1933 existían graves conflictos dentro del centro estudiantil. También, en la década de los cincuenta, como dice Segura Lazcano, “...Toluca registraba un bajo número de inmigrantes, por tanto era común que las familias radicadas en la ciudad se conocieran entre ellas y hasta identificaran con facilidad tanto su línea consanguínea como su lugar de residencia. Como consecuencia de ello, acudir al centro de la ciudad obligaba necesariamente a mostrar cortesía. El protocolo principal consistía en saludar respetuosamente a todos los conocidos encontrados durante el trayecto.” No olvidemos que estaban en auge también los movimientos obreros, en Toluca destacó la huelga de la Cervecería. El ambiente de la ciudad de Toluca, en ese

tiempo, era tranquilo, y fue hasta después de la década de los sesentas cuando la ciudad se empieza a transformar.

Al respecto Alfonso Iracheta Cenecorta dice: “Sería hasta los años 60 cuando ocurre el despegue moderno de la industria en Toluca con el establecimiento de grandes empresas transnacionales y sobre todo con la construcción del Paseo Tollocan, no obstante que, desde la década de los 40, la industria se empezó a instalar en el llamado correo industrial, a lo largo de la carretera que conduce a la ciudad de México en su tramo Toluca Lerma.”

La novela fue publicada en 1983, en su primera edición, por lo que es importante el periodo de 1950 a 1990, ya que es el tiempo en el desarrollo industrial, social y cultural de la ciudad de Toluca, “En las cuatro décadas comprendidas entre 1950 y 1990 los cambios sociales en el Valle de Toluca fueron tan importantes que de una sociedad principalmente tradicional y rural se llegó a un complejo tejido urbanorural con los rasgos típicos de las metrópolis industriales y su acelerado ritmo de vida, trastocando la organización social desde el trabajo, la educación, las costumbres y valores predominantes, lo que afectó a la familia y sus creencias, sus formas de convivir y compartir, acercándose cada día más a la dinámica de las ciudades modernas, cuya traza y ordenamiento se subordinan a las necesidades de circulación de automóviles.” Por lo anterior, creo que la novela Clima templado recrea un pasado añorado por muchos de los originarios de la ciudad de Toluca (no de los pobladores).

No sé exactamente cuándo o en qué periodo Alejandro Ariceaga escribe la novela, pero de los años sesentas a los ochentas hubo periodos de crisis y transformaciones sociales,

culturales, estudiantiles, etc., que afectaron principalmente en el ánimo de los jóvenes. Alejandro Ariceaga nace en 1946 ó 1947 en la ciudad de Toluca, en una vecindad, que parece ser la que se describe en la novela, y que refleja el ambiente de su niñez, una niñez truncada por la orfandad. Quizá en la novela se note también la añoranza por el lugar de origen, ya que muy joven Alejandro anduvo de un lado a otro. La voz del narrador tiene un tono melancólico al recrear los espacios, los olores (mercado y vivienda de la madrina), el comportamiento de la gente. A veces se apoya en los personajes para reconstruir un lugar o un momento o para confirmar, pareciera que los utiliza como un recurso de apoyo en la recuperación de la memoria.

Ya me leí dos veces la novela.

Me parece bastante interesante.

Y el título está adecuadamente colocado. Lo importante no es el tianguis, ni la huelga, ni la vida de los personajes en sí misma..., sino esa zona: Toluca, en donde vive gente que se mueve y actúa en un “clima templado”. Por eso la rutina, “de lunes a sábado”, “de nueve a nueve”, donde lo viejo y lo nuevo conviven, resultado básicamente del siglo XIX, del porfiriato, del general Villada. . . Todo pasa, al parecer, en 1951, en la época de Miguel Alemán (1946-1952), cuando la televisión hace su impactante aparición, la penicilina salva vidas, el nylon revoluciona el vestir, los plásticos se ponen de moda: “El símbolo de la era industrial, mire usted, el plástico”, etc. Es tiempo, pues, del Milagro Mexicano (ojo a

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la idea de Milagro, puesto que creo que está muy presente en la novela), del despegue industrial, de la modernidad, de la salida del atraso. . . Pero también es el tiempo de la posguerra y del anticomunismo macartista, del Plan Marshal y del despunte del imperialismo norteamericano. . .

Estamos pues frente a un mundo que cambia por “fuera”, pero que se mantiene tradicionalmente mexicano por “dentro”: “Siervos de traidores hijos de la Malinche, mesoneros y panaderos españoles, restauranteros chinos, mercachifles judíos, franceses y libaneses, empresarios gringos y alemanes que iniciaron el despunte industrial.”

“Los que hicieron de Toluca la ciudad de nadie, botín de pocos”.

Y si bien al principio la rutina, el “clima templado” se mantiene constante, una serie de acontecimientos vienen a cambiar “radicalmente” a Toluca: “en esa Toluca de apellidos que se negaban a dejar la aristocracia decimonónica”, si bien en el fondo sigue siendo la misma de antes, aquella representada simbólicamente por una vecindad que vive en un mansión del siglo porfiriano, de gente que fue y ya no es lo que era, pero que ahora es todavía lo que era desde antes de la conquista, de antes de la lucha con los mexicas, de la lucha con los dioses prehispánicos aztecas, que tienen, por tanto, en la médula las costumbres ancestrales, a pesar de haber pasado la época colonial, la revolución, las crisis de los años veinte, el Cardenismo, a pesar del olvido de los campesinos, de gente que se rebela en vano, que busca un cambio en otra dirección, que sigue, por tanto, finalmente siendo la misma: “Martín ya había comprobado que la ciudad empezaba a ser de otra manera”.

Pero he aquí que un día, que se prolonga por unas semanas, todo cambia, todo se modifica, a pesar de que en el fondo queda relativamente igual, para seguir siendo la ciudad de siempre, a

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pesar de toda la gente que viene de “fuera”, del cambio que en la ciudad de México y en el mundo se está gestando: “según ese desplazamiento del capital extendiéndose para crear otros hábitos y otras necesidades”. La ciudad, la gente y sus costumbres, indudablemente, siguen siendo las mismas. Con todo, “algo se tenía que pagar como tributo al progreso”, y en ello esta la modificación de ciertas zonas de la ciudad: “al poniente, las casas que están construyendo los ricos. Zona residencial, como el Paseo Colón”. Todo cambia, pues, para seguir siendo igual en el fondo, a pesar de los pasos acelerados que se dan para modificarlo: “Ese día pasaron muchas cosas. Entre el caos, ninguno de aquellos seres herméticos percibió que por primera vez en la vida, le dirigía la palabra el prójimo. Entonces, comulgando vivencias dispares, todos llamaron a todos por sus nombres, empezaron a rescatar la memoria de la cuadra y relataron incidentes pasados que parecían estar en el olvido”. Cambian, pues, las apariencias externas, pero no las esencias fundamentales de los seres: sigue el tianguis, sigue la madrina curando las enfermedades, aunque ya no sea la misma madrina aristócrata que ha mostrado, a pesar de todo, ser más mexicana que el chile, sino una madrina nueva, que continua la tradición. Cambian, pues, algunos actores del “drama”, pero en el fondo sigue siendo la zona de “clima templado”. El nacimiento de un niño: “era el primer niño que llegaba al caserón siendo niño, por lo menos en los últimos cincuenta años”; la muerte de una mujer que es comida por las ratas: “pero nadie se explicaba el origen de la invasión espantosa.

Luego aumentó la capacidad reproductora de moscas y roedores, y aparecieron también gusanos antropófagos que formaban nubes y pelotones los unos y un solo cuerpo hirviente de los otros”; la canícula: “aquel año la canícula fue una de las más notorias y prolongadas que se recuerdan”; la huelga, la

relación de seres que se hace el amor ese día, pero que lo que hacen demasiado tarde: “Forcejearon. Isabel fue hacia una habitación, luego hacia otra.

Martín, tras ella. Volvió a sujetarla. Ella volvió a desprenderse. El insistió. Ella empezó a sentir el calor de aquellas manos, la proximidad de las mejillas picantes por las barbas de todo el día, el aliento a licor de limón preparado por ella.

Isabel se hizo dócil. La televisión continuaba encendida, como cárcel de pequeños puntitos luminosos y un zumbido intermitente. Isabel se decidió”, de gente que se vuelve a ver las caras y que se reconocen de nuevo: “el caserón ya no era el mismo. Empezaba a decirse que lo van a demoler quién sabe para cuándo”, la caída y muerte de mister cárait: “Hombre clave del sistema productivo que ya tiraba a moderno”, de ese explotador inglés que va a tener que dejar su lugar a la explotación de las altas nuevas clases enriquecidas y del reciente imperialismo norteamericano, a “los gringos que están llegando como abejas al panal. Puro extranjero. Los que se quedan con el país.

Gringos y traidores. Acá la Malinche y allá los imperialistas”; de que la borracha se recupera y deja de serlo para convertirse en una mujer querida y deseada: “En poco tiempo recobró el don de hacer amigas, y con ellas se lanzaba al placentero juego de hacerse desear por los paseantes, escuchar sus piropos y sentirse el centro de las miradas masculinas y de la admiración de las mujeres”. Mas nada de esto es suficiente para que las cosas se modifiquen realmente para los tradicionales, rutinarios, herméticos y taciturnos

habitantes de Toluca y de sus alrededores: “Toluca era tan reciente y a la vez tan vieja, y no se acababa de reponer de la guerra que se había dado a muchos miles de kilómetros de distancia”, y ello, a pesar de todo: “el dinero ya no les alcanzaba para maldita la cosa”.

Es como la piedra de los prehispánicos: hierve, pero está estática; se mueve y camina, pero está quieta. Cierto, fracasa la huelga, acabarán con la vecindad, todos morirán, pero la ciudad, a pesar de ser otra, seguirá siendo la misma, y la gente continuará con su “estatismo hirviente”. Se seguirán curando de la misma manera, se seguirá vendiendo de forma similar, el tianguis seguirá su curso, y la gente se seguirá relacionando de la misma manera: el mundo es otro, pero al mismo tiempo es el mismo. Y sí, Isabel es otra curandera, otra madrina, pero no hace más que renovar lo aprendido de la primera. Estudia, se prepara, pero en el fondo las cosas continúan como estaban, y que han sido así por mucho tiempo, quizá “por siempre”.

Desaparecen los fantasmas, pero aparecen otros nuevos, ya no visibles. De este modo, si bien simbólicamente el nacimiento de un niño hace que las cosas sean de otra manera, si bien las ratas llegan para acabar con uno de sus habitantes (sino es que con todos), la gente de esa zona de “clima templado” seguirá siendo la misma, conservarán sus ancestrales tradiciones y su ambigua conducta, tal como el de la primera madrina: “pero ese año no llegó la temporada de fríos como acostumbraba llegar, de la noche a la mañana; antes llegó un visitante inusitado que había de quedarse por mucho tiempo: un clima ni frío ni caliente, sin ventiscas provenientes del nevado ni de la sierra ni del valle, sin lluvias torrenciales ni lloviznas ni granizadas, sin calorones ni sequías prolongadas; un clima templado que propició inmejorables cosechas de maíz, hizo florecer las plantas de la altiplanicie, y le dio a las mejillas

de la gente un color rosado, como de recién nacido: nalgas, nalguitas, nalguitas de bebé”. Y es verdad, es una novela muy sinestésica. Pero me parece que lo es porque el narrador, a pesar de ser culto, conoce el relatar oral, popular, incluso alburesco.

Es decir, es una novela muy visual, muy auditiva, muy olfativa debido a que, al recordarlo, al rememorar lo sucesos acontecidos “aquel día”, y de todo lo que condujo a “aquel día”, lo hace de manera un tanto “lírica”, “poética”, incluso “nostálgica”, pero siempre pegada a la imagen, a la representación de las cosas que ve, oye y huele, es decir, las imágenes que le vienen a la memoria, como si las tuviera enfrente de sí: “Por ahí va Martín. Como si lo viera”, “Por ahí va Candelaria”, “Como si estuviéramos viendo”. . . Por supuesto, esto es visto, oído y olido tanto por el narrador como por los personajes, aunque en muchas ocasiones el narrador lo hace a través de ellos. De ese modo, cada uno de ellos observa el cambio de manera diversa, cada uno de ellos se re-acomoda, se “transforma”, “evoluciona” según sus hábitos y costumbres, al mismo tiempo que toma conciencia del cambio y lo expresa. Con todo, debo mencionar que, en una primera instancia, que muchas cosas en la novela no parecieran estar bien resueltas. Tal el caso de lo que el narrador dice, y que después no es recuperado, si bien hubiera sido muy importante hacerlo, puesto que hubiera cerrado muchos círculos y hubiera hecho más compleja a la novela, es decir, que hubiera hecho más evidente quién es el narrador y la posición y perspectiva desde donde lo recuerda, lo rememora,

lo nostalgia (1983 vs. 1951): “Una pared separaba la vivienda de esa pareja que algunos meses después habría de significar la salida al mundo del único ser del caserón que viviría para contar la historia. Josefina, por entonces, se contraía soñando con las pataditas germinatorias que el fruto de su vientre comenzaba a dar”. Así como este fundamental detalle, hay muchos cabos sueltos, cuando menos desde mi personal y limitada lectura. Tal vez sea necesario encontrar el cómo se resuelven las cosas, las cuales no se evidenciaron durante mi lectura, y que explicarían de algún modo dichas “incoherencias” o “inconclusiones”. Cuestión que tú tienes toda la capacidad de lograr, y de manera inigualable, puesto que tienes la novelas mil veces más leída y trabajada que yo. Para ello hay que tomar en cuenta también a quién se lo cuenta el narrador y la manera en que lo hace: “En menos que te lo cuento. . .” y esto en especial por el final de la novela “y ya no se enteraba de que la voz se la estaban prestando”. Hay pues mucho que decir, mucho que hacer, y mucho por averiguar: ¿qué está detrás de ese día, de esos acontecimientos, que signan y modifican la ciudad en 1951: “Así fue: algo tan inesperado como un terremoto, como una tromba, como una tragedia, como una sacudida terrenal que vuelca un río, como un techo que se viene abajo tuvo que sacudir una colmena para que todos descubrieran que los demás también existían y eran como todos, ni un centavo más ni menos, ni un cuartillo de diferencia, ni una palabra más?”

Evidentemente, detrás de ello hay hechos históricos concretos, sino no tendrían ningún sentido lo que aquí aparece: se nombra, se informa, se describe, se expresa y representa, teniendo como “contexto” la memoria histórica. Moviliza, por tanto, el “espacio de experiencias” de la

gente de Toluca: hechos, personajes, lugares, situaciones, etc., sin olvidar que menciona al “cronista” que es capaz de recupera la historia de la ciudad: “Nadie, como usted, conocía nuestra historia, profesor Caracho. Para rescatarla y conservarla y trasmitirla ¿a cuántas generaciones? Usted se fue a los orígenes: subió a los teocalis. La piedra de los sacrificios, esta pirámide redonda, la casa de los dioses.

Usted sintió ese viento en la cúspide cuando las piedras no se habían reconstruido, una por una, hasta lograr la redondez increíble de ese lugar observatorio, lugar asiento de la cultura matlazinca.

Por aquí pasó Axayácatl y pasaron los toltecas, vinieron después de las huestes de Sandoval. Y pasó el tiempo. La casa de Quetzalcóatl, donde se cuenta que hubo una campana cautivadora de las almas matlazincas. Esa, nuestra cultura, profesor, perdiéndose entre todo lo que nos llegó de Francia, durante Díaz, y lo que viene de los Estados Unidos para inducirnos otros modos de vida, ajenos, de cosmopolitismos pueriles. ¿Cuántos años hace que nuestra cultura se integró? ¿Cuándo volvió a desintegrarse? / Sólo usted se atormenta con las preguntas para encontrar respuestas que no sirven [¿?] para la lucha de estos tiempos.

Aquí peleábamos con lanza u obsidiana, rechazábamos ballestas y armaduras de acero. ¿Cuáles son las armas contra el enemigo de hoy, maestro Caracho? Usted que trepó a la cima de los montes, ¿qué miró? ¿Dónde se encuentra un pasado certero capaz de explicarnos el presente y el futuro?”. Es pues, una novela que habla de lo que es Toluca y sus habitantes, de la razón por la que lo es, y de las consecuencias que todo ello trae consigo, es decir, cuando menos, del “orden y progreso” porfirista, del “viento del cambio” cardenista, y del “Milagro Mexicano”. Sin duda es una “novela histórica”, pero al estilo de Carlos Fuentes: Las buenas conciencias, La región más transparente, etc., o incluso de

Pacheco: Las batallas en el desierto. Hay que darle voz a una ciudad que no la tiene por sus condiciones de origen, por su compleja evolución, por su ahora profunda heterogeneidad que llega de fuera y se establece “adentro”, ciudad que se tiene que nombrar o que tiene que ser nombrada (tal como lo hace Marechal o Borges con Buenos Aires), y desde varias perspectivas, especialmente las de los “verdaderos” ciudadanos de esa bella ciudad, de los que viven en esa vecindad, y que apenas se rozan entre sí. Para ello hay también que entender por qué está dividida en 24 partes; observar de qué manera dialoga un “capítulo” con otros”; cuáles son los acontecimientos básicos “antes”, “durante” y “después” de ese día, premonitoriamente vaticinado (como lo fue la llegada de los españoles a MéxicoTenochtitlan) y presentado al relatarlo; qué es lo que cada uno dice en relación con ese estatismo y con ese cambio que se avecina y que llega de repente; estudiar a quién representan cada uno de ellos en función de lo que representan al respecto; qué es lo que el narrador expresa por sí mismo y a través de las voces de los personajes, con lo cuales se conforma un “dialogismo interno” Presente-Pasado, yootros; que es lo que con ello quiere relatarnos, comunicarnos; averiguar desde qué posición y perspectiva “ideológica” y sociocultural (“modelo del mundo”) lo hace; qué “solución artística” (poética) encuentra para hacerlo de ese modo;. . .

Hay pues mucho que hacer al respecto. Si bien estoy seguro que con lo que tienes ya puede responder de manera profunda muchas de estas acuciosas preguntas. De aquí que ahora haya que buscar la manera de hacer que el lector (oyente) vea y oiga lo que tú ya vez y oyes.

Pero no tanto a nivel de decirle aquello que ves y oyes, sino buscando la manera de decirle dónde debe pararse, en qué posición y perspectiva, para que movilice su propio espacio de experiencias y su horizonte de

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expectativas, pero respetando lo que el narrador organizó y la manera propia y personal en que lo hizo: su poética. Ese me parece que es finalmente el reto a alcanzar. Más aún, y a nivel de poética histórica, habría que ver que relación tiene esta novela con otras de temas similares producidas en Toluca, en México, o en el mundo, es decir, observando la diversa postura en la que se coloca el narrador en cada una de ellas tiene para tratar este tipo de situaciones de cambio, y no sólo de los seres en sí, sino especialmente de la ciudad en la que viven. En este caso se relata desde la postura de la “gente popular” (aunque el narrador lo haga desde una posición culta-popular). Quizá halla otra(s) novela(s) que lo explique(n) desde una postura de la clase gobernante, o desde la mirada de los ricos, o incluso de los “recién llegados”, de aquellos que llegaron para quedarse, haciendo con ello que esta se vuelva más evidente para si misma (“autoconciencia”) y complemente panóptica y dialógico-cronotópica esa mirada sobre la ciudad de Toluca. Tú sabes más del asunto que yo, o sea que a ti te toca ver por dónde se puede encontrar el material necesario, y no sólo a nivel de novela, sino incluso a nivel de otro tipo de textos, tales como los de los cronistas de la ciudad, por ejemplo. Si logras dar cuenta en una primera instancia de toda esta problemática, vas a mostrar lo que, quizá, los habitante de Toluca no puedan ver por estar inmersos en ellos mismos: “quiénes son”, “cómo son”, “cómo evolucionan”, “cómo es, fue, Toluca”, etc., tal como desde el principio te ha preocupado.

Cuestión que puede servirte también para conocerte más a ti misma en función de la manera de ser de tu gente. Es decir, no sólo reconfiguras la novela, sino que te refiguras tú misma y tu propia historia individual y sociocultural: el quién soy, en función de la prefiguración que tú tienes del mundo.

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I m á g e n e s d e To l u c a e n e l s i g l o X I X Alfonso Sánchez Arteche

Al hablar de imagen, solemos pensar en una representación visual de algo que ha existido en el entorno físico o mental de alguien que decidió registra su existencia. Dibujos, pinturas o escultura; grabados o fotografías; películas, cintas de video o secuencias gráficas digitales son diferentes clases de material visual que los historiadores podemos utilizar como testimonio de un pasado investigable. Ello significa que tales imágenes son susceptibles de construir, al igual que los manuscritos e impresos, documentos históricos.

De hecho, las huellas visuales del pasado nos muestran de una manera sintética y elocuente aquello que los textos no acostumbran expresar, como el aspecto de un sitio o de un personaje, de qué modo fue visto un suceso o cuál era la apariencia de la gente en un lugar y un momento determinados.

Pero la realidad es siempre mucho más rica que los vestigios de los que el historiador dispone para intentar reconstruirla mediante las teorías, métodos y procedimientos de nuestra disciplina. El mundo está hecho de palabras y de visiones, pero también de sonidos, olores, sabores y sensaciones táctiles. Y está hecha, sobre todo, de representaciones mentales y sistemas simbólicos.

Aquello que las personas y las instituciones de una época han dejado como registros escritos o visuales, como documentos que podemos usar para el análisis y la explicación o interpretación de ese pasado, es siempre una fracción mínima de lo que se vivió realmente en un determinado tiempo y espacio.

Pero el historiador no cuenta más que con esos fragmentos de mundo para aproximarse, de una manera sesgada, a objetos de estudio que no existen directamente en los discurso literales o visuales; sus referentes vivos siempre han quedado atrás, ya no existen ni admiten comprobación empírica.

Por tanto, reconstruir un mundo ya ido nos exige un doble esfuerzo, tanto racional como imaginativo, para desentrañar el significado de los documentos, aunque también para imaginar el sentido que tuvo el vivir para los actores, individuos o colectivos, de los hechos, fenómenos y procesos que despiertan nuestro interés.

Las imágenes, resume el historiador inglés de la cultura Peter Burker, nos ayudan a imaginar, a cultivar la imaginación histórica, que no es la ficción ilimitada del creador artístico, sino la recreación de las imágenes del pasado a partir de los testimonios disponibles.

Las imágenes visuales del ayer son las más poderosas, porque

nos sitúan frente a frente con otra época, con sus espacios urbanos o rurales, con la forma de actuar y de vestir de la gente, sus convenciones y sus actitudes, sus distinciones sociales y culturales. Es como asomarnos por una rendija a la apariencia de las cosas en un mundo ya extinto.

De otras clases de sensaciones, como las auditivas, gustativas, olfatorias o táctiles, ha sido mucho más difícil guardar registro. Y sin embargo, no han desaparecido del todo, gracias a que existen las imágenes literarias, las expresiones metafóricas de los poetas que recrean las diferentes formas de percepción sensorial de una realidad vivida en tercera dimensión y en sincronía.

Pongo un ejemplo. En su canto a Toluca, el poeta Enrique Carniado exclama: “Toluca, taza de plata/ con olor a sacristía”. La expresión figurada contiene dos imágenes, una visual y otra olfativa.

La comparación con una “taza de plata” evoca la apariencia reluciente de una localidad pequeña y simbólicamente cóncava, cuyas callejuelas confluyen hacia una pequeña plaza de armas; el “olor a sacristía” remite a un ámbito religioso, donde los aromas a cera, incienso, flores y atuendos religiosos escapan de los numerosos recintos religiosos en una ciudad “levítica” como era Toluca a principios del siglo XX, según la recordaba también Daniel Casío Villegas.

Otro texto ilustrativo es el de Joaquín “El vate” Méndez Rivas, quien describe el ambiente casi carcelario de esa misma Toluca en los últimos años del porfiriato, y nos dice: Ruidos velados... ¡ímpetus!...¡Angustias!...

Un cuartel...un convento... un internado de mujeres, aisladas, tras cuyas rejas mustias hay una virgen juventud latente que sin que sepa que el amor existe, en silencio y a solas se consume como invisibles flores sin perfume, en los rincones del colegio triste...

En este poema son evidentes una imagen auditiva, referida a los “ruidos velados”, y una olfativa, la relativa a las “flores sin perfume”, así como está implícito una imagen táctil, la de las colegialas intangibles, negadas a la caricia de sus imposibles y suspirantes amadores, que atisbaban su belleza a través de las “rejas mustias”.

Tenemos, pues, en los textos literarios, una rica veta de imágenes que complementan la información contenida en los textos de archivos, generalmente impersonales y distantes cuando se trata de documentos oficiales, o cercanos y plenos de subjetividad cuando se trata de piezas de correspondencia personal, diarios u otros testimonios íntimos que difícilmente sobreviven al paso de las generaciones y que suelen ser invaluables para el estudio de mentalidades y vida cotidiana.

Las imágenes visuales de Toluca en el siglo XIX, hacen a esta ciudad muy atractiva. Esta es una época muy interesante desde cualquier punto de vista, porque en ella se conformó el estado mexicano moderno, fue erigido el Estado de México y Toluca empezó a ser la capital de esta nueva entidad federativa.

Desde las últimas décadas del siglo XX, son estudiados con rigor crítico las instituciones políticas y jurídicas, así como los procesos de desarrollo social y económico de nuestra región, y en fechas más recientes se ha puesto interés en los fenómenos culturales, lo simbólico social y lo imaginario colectivo.

También se ha revalorado la importancia de testimonios gráficos, artísticos y fotográficos referentes a esa época, ya no como simples ilustraciones, sino como documentos dignos de ser estudiados por sí mismos, sujetos a una reflexión teórica y a una metodología que le son propias.

Los testimonios visuales, que nos dejaron algunos litógrafos y fotógrafos, pero sobre todo el gran pintor costumbrista Felipe S. Gutiérrez, quien vivió en Toluca por cerca de quince años, entre 1847 y 1862, y supo captar con gran sensibilidad el ambiente toluqueño, son material de análisis para reconstruir, a través de las imágenes, aunque sea parcialmente, la Toluca del siglo XIX. El historiador no se debe conformar con los documentos de archivo, con los testimonios; un historiador debe imaginar la época sobre la cual investiga. Hay que situar los hechos, tanto como las estructuras como los procesos, en el nivel de los humano, al ras del suelo y a la medida de la experiencia humana.

También las imágenes no verbales son legibles, y de su lectura surge la posibilidad de dialogar con los que ya no existen. La historia, ya lo han demostrado muchos grandes filósofos e historiógrafos, no sólo es útil, también es legítima y es necesaria. Puede ser incluso bella cuando no se limita a recoger datos o series estadísticas, sino que se asoma a la cualidad tridimensional y sincrónica de la existencia humana.

Texto leído el día 11 de abril de 2005, en el ciclo “Abril, mes de la lectura”.

Lista de titulados durante la administración 2002-2006 Nombre del alumno

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Título de la tesis

Letras Españolas Juárez Taboada, Ruth Lorena

Manual de lecturas para el nivel medio superior

Ibarrola Flores, Judith Patricia

Manual de lecturas para el nivel medio superior

Suárez González, Félix

Aproximación a “Responso del peregrino”, de Alí Chumacero: una propuesta de lectura del poema a partir de lo sagrado y sus referentes bíblicos

Dávila Campos, Ramón

Ideología, pensamiento y recreación literaria en el ensayo Nuestra América de José Martí

Aguilar Ocampo, Celia

Ruptura de estereotipos femeninos en Hasta no verte Jesús mío de Elena Poniatowska

Barrios Lara, Teresa

La cárcel como visión de la realidad peruana en el “Sexto” de José María Arguedas

Letras Latinoamericanas Bernal Ramírez, Manuel

Análisis temático del cuento”Las avispas o la mañana de ceniza” de Agustín Yañez

Flores Salguero, Adelina

Las babas de diablo de Julio Cortázar.

Una análisis estructuralista

Aguilera Martínez, Benjamín

Andamios interiores: la poética de Maples Arce a la luz de la teoría de vanguardia de Rebato Pogioli

Mondragón Espinosa, Blanca Aurora

La mañana nació rota (o el descuido de Dios) recorrido narrador en el abecedario, la ciudad y los días de la escritura mexicana de Jennie Ostrosky

González Esquivel, Laura Gisela

Los personajes femeninos en los cuentos “de las rosas y otra cosas”, “pequeño ejercicio en absurdo” e “In memoriam” en Bestiario doméstico de Brianda Domecq

García Valdéz, Leticia Isabel

La violencia en la Hojarasca

Barrios Antonio, Yolanda

El momento de la verdad en la Hora de los mameyes de Mirta Yañez

Hernández Arenas, Rebeca

Los personajes femeninos en los cuentos “de las rosas y otra cosas”, “pequeño ejercicio en absurdo” e “In memoriam” en Bestiario doméstico de Brianda Domecq

López Cárdenas, Liliana

“Alguien que anda por ahí” manifestación de un deseo

Lechuga Osorio, María Magdalena

El narrador y los temas de lo fantástico en Aura de Carlos Fuentes

Reyes Pérez, Ana Llely

La licenciatura en letras latinoamericanas: experiencia y enfoque desde la generación de 19941999

Contreras Hurtado Zuhey

La licenciatura en letras latinoamericanas: experiencia y enfoque desde la generación de 19941999

Magaña Juárez, Elsie Catalina

Estructura narrativa de dos relatos de Bioy Casares

Iglesias Aguilar, Dolores

La muerte a través de la imagen agua en el Luto humano de José Revueltas

Vargas Longares, Amalia Araceli

Diégesis y metadiégesis en el Beso de la mujer araña de Manuel Puig

12 Gómez Lara, Azucena Yaraví

Relatos orales de la región de Tenango del Valle

Valdespino Vargas, Carla

Arquetipos centrales en la tradición central Mazahua de San José del Rincón

Mila Ávila, Esther Carolina

Material de apoyo didáctico para los centros de bachillerato tecnológico del Estado de México

Gómez Hernández, Norma

Material de apoyo didáctico para los centros de bachillerato tecnológico del Estado de México

Sánchez Gaspar, Blanca Esthela

Separaciones humanas: una teoría del amor en El bordo de Sergio Galindo

Calzada Medina, Martiniano

El amor en: La niebla de María Luisa Bombal

Gálvez Díaz, Marlene

Un acercamiento al contagio de sentido. El uso de modismos en los jóvenes preparatorianos

López Sánchez, Hugo César

Lo sobrenatural en Macario de Bruno Traven

Flores Hudson, Mariana

El dialogismo en la visión carnavalesca del albur a través de la intereacción discursiva. Estudio de un caso

González Flores, Bertha Ma. De los Ángeles

Análisis de la estructura temática en Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez

García Gasca, Zujey

La construcción de la imagen del “Charlatán” a partir de la oralidad y algunos elementos humorísticos en Confabulario de Juan José Arreola

Ballesteros Díaz González, Gabriela

La novela como interpretación de la realidad

García Díaz, Vanessa

Hijo de ladrón de Manuel Rojas: en búsqueda de una nación e identidad

Luja Consuelo, Verónica Dalia

Ser desde lo dicho o la mujer en “Lección de cocina” de Rosario Castellanos

Morquecho Camacho, Elena Beatriz

La poesía en la educación media básica, abordada desde un enfoque comunicativo

Aplicación de la psicología de la adolescencia el personaje “León” de un Hilito de sangre de Eusebio Ruvalcaba

Benhumea Romero, Verónica

El autor y el personaje en Niebla de Miguel de Unamuno

Sánchez Albarrán, Claudia Concepción

Luna Caliente de Mempo Giardineli: estudio formal parcial y desde literatura y psicología

Gutiérrez Piña, Claudia Liliana

Yawar fiesta de José María Arguedas: la confrontación de una visión mítica ante diferentes posturas ideológicas

Ávila Rivera, Irma

Martínez Sánchez, Landys Olivia

Lo maravilloso como recurso para plantear los conflictos psicológicos de personaje en “La noche de muñeco” de Francisco Tario

Valdés Arriaga, Verónica Isabel

Manual teorico- práctico de nexos prepositivos

Arreola Ceballos, Oliverio

Las modalidades de la segunda persona narrativa en Aura, de Carlos Fuentes

Bautista Martínez, Marisol

Narración, tiempo y espacio coral de Guerra de Fernando Alegría

Ramírez Pedraza, Diana

Mito adámico. Figura femenina.

Ruptura y posmodernidad en Perra, de Humberto Guzmán

Quezada Carrillo, Roberto Carlos

Entre lo simbólico y la fantástico en un estudio de Aura

Sánchez Arce, Rodolfo

Elaboración de la antología de literatura II para el bachillerato propedéutica estatal (un enfoque desde la teoría de la recepción)

Aguilar Reyes, Rafael

Difusión de las disciplinas humanísticas a través de las nuevas herramientas de la información y la comunicación

Saladino Martínez, Guillén

El humor como denuncia social en Dos crímenes de Jorge Ibarguengoitia

Talavera Martínez, Juana Eugenia

González Márquez, Vicente

Farsa y Parodia en “El Rencor” de Esvón Gamaliel

Revisión del programa de “Métodos y técnicas de investigación I” del nivel superior y propuesta didáctica para la enseñanza

González Estrada, Edith

Marín Bello, Alejandro Demián

La parodia posmoderna en el cuento Palindromagia

Rubí Ibarra, Gloria Roxana

Análisis comparativo de Pedro Páramo: obra y film

La imagen de Francisco Villa y el villismo a través de “El águila y la serpiente” y algunos textos históricos de la revolución mexicana

Jardón Flores, María

Hernández Esquivel, Christian Emmanuel

Ensayo sobre Pedofilia, presencia de la sexualidad y el amor por las niñas en la lengua, la cultura y la literatura.

La formación profesional en Letras en el Estado de México

Martínez Tapia, Carla Lissete

Camacho Quiroz, Rosa María

En busca de la identidad y culpa.

Reconfiguración de la novela de Rosario castellanos: Balúm Canán

Lo grotesco: estética para una construcción irónica de la cubana en el Color del verano o nuevo << Jardín de las delicias>> de Reinaldo Arenas

Pérez Ortega, Ana Leticia

Análisis comparativo de Pedro Páramo: obra y film

Rivera Cuevas, Piedad Liliana

El libro de Ruth, una poética

13 Arte Dramático Alpizar Muciño, María de Lourdes

El teatro de títeres en la educación preescolar como recurso que favorece el desarrollo de la capacidad creativa de los niños

Hernández Nolasco, Paola

Memoria del proceso de creación de personaje denominado Pegeen, en la puesta en escena Agua Blanca, texto dramático de Jonh Jesurun y dirección del Mtro., Martín Acosta

Paniagua Reynoso, Betania

Retrospectiva de la licenciatura de Arte Dramático de la Facultad de Humanidades de la UAEM

Jiménez Guadarrama, Clementina

E l proceso de la creación de un texto dramático para los talleres de teatro escolar, bajo la metodología de la creación colectiva

Tovar Muñoz, Edna Yadira

Sustentación teórica sobre la dramaturgia actoral y literaria de la puesta en escena “lo que se ve no se juzga”

Velasco Mejía, Clara

Los fundamentos filosóficos de los derechos humanos. Análisis de las posturas teóricas

García García, Nely

La filosofía del género como crítica de la razón patriarcal (Género, identidad, diferencia)

Camacho Echeverría, Alma Rosa

Pensamiento filosófico de Antonio Caso Andrade

Juárez Zaragoza, Oscar

Filosofía y filosofar en Platón

Belmont Barbina, Cristóbal

Justo Sierra y la cuestión indígena

Martínez Abundio, Abundio

La posibilidad del hombre venidero en Nietzsche a la luz de la estructuras disipativas y el tiempo real

Lucas Cedillo, Esteban

El fundamento antropológico de la filosofía política de Thomas Hobbes

Caño Rodríguez, Javier

El pensamiento de temporalidad en el pensamiento de Soren Kierkegaard (una patología del espíritu)

Valdez Macario, Juan Manuel

La dimensión dialógica del hombre en Martín Buber

Adame Cuevas, Heleodoro

Adam Guevara, un teatro comprometido

Sámano Flores, Carlos

Metafísica y ética dialéctica en Juliana González

Gómez Valles, Elizabeth

Acercamiento desde la perspectiva de género a la obra dramática “El gesticulador”, de Rodolfo Usigli.

Barcenas Monroy, Ignacio

La Arqueología del saber, entre una memoria absoluta y un vacío irrespirable

Soto Moreno, María de los Ángeles

La filosofía de la educación en el pensamiento de Paolo Freire

Filosofía Alemán Camacho, Felipe

Fundamentos filosóficos del deporte

Hinojosa Gutiérrez, Pedro José

El concepto de Hombre a través de la psicología analítica de Carlos Gustavo Jung

Ramírez Rojas, Abraham

En trono a la Alétheia del ser en Parménides de Elea

Valdez Macario, Carlos

Democracia e individualismo

Cancino Gómez, José Neftalí

Fundamento y círculo vicioso en las Meditaciones cartesianas

Vargas Muñoz, Juvenal

La crítica al psicologismo en la filosofía de Edmund Husserl

Contreras García, Georgina

La noción de música en Platón

González Macedo, Mary Cruz

Camacho Martínez, Jorge

Concepto de democracia en Marx

Montes de Oca Camacho, Margarita

Proyecto de nación liberal de José María Luis Mora

El peregrinar de un espíritu (Kierkegaard: la desesperación como fondo abismático en el hombre)

Silva Jaimes, Mauricio

Archundia Becerril, Magdalena Justina

José Vasconcelos filósofo político y educador

Filosofía de la educación en Juan Jacobo Rousseau

Roldán Pedroza, Susana

Escamilla Segura, Darío

La “Unidad” como fundamento del sistema Schelling

El peregrinar de un espíritu (Kierkegaard: la desesperación como fondo abismático en el hombre)

Alanis Salas, Salvador

El hombre y sus circunstancias en Paulo Freire

Leonardo Antonio, Marcelino

Algunos comentarios a la idea de educación de Juan Jacobo Rousseau

Calixto Luis, Carlos Antonio

Toqueville y la democracia americana

Gutiérrez Hernández, Eva Liliana

El pensamiento antiimperialista de Ernesto Guevara de la Serna

Lavanderos Lujano, Melchor Ernesto

Clonación humana en contraposición a los principios éticos y la dignidad del hombre

Quezada Carrillo, María Guadalupe

Una lectura de “Así habló Zaratustra” desde la hermenéutica de Paul Ricoeur

Romero Orozco, Juan Carlos

La trascendencia como fundamento de la ética

Lara Franco, Adela

El pensamiento utópico de Tomás Moro

Martínez Rueda, Omar

El tiempo en el pensamiento de Agustín de Hipona

Manzano Arzate, Josué

Del sentido de Ser a la vocación por la muerte (un acercamiento de Ser y Tiempo de Martín Heidegger)

García Bailón, Juan

El saber Náhuatl

Solache Jiménez, Juan Luis

Arte trágico y vida en el pensamiento de Nietzche

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Campos Díaz, Yesenia Brisa

Como se hace la ciencia desde la concepción epistemológica de Gaston Bachelard

Barranco Cruz, Miguel Ángel

Der feldwer: preludio al problema de la técnica

Díaz Acosta, Juan Manuel Pedro

Concepto de Dios de Baruch Spinoza

Madrid Marín, Ricardo Guillermo

Espacio y tiempo como situaciones vitales en la filosofía de Eduardo Nicol

Mendoza Vázquez, Rubén

El hombre y la mujer rebeldes del EZLN

Encino Alcántara, Laura

Elementos para una bioética personalizada

Martínez Javier, Josefina

La ética parte sustantiva en la formación de los alumnos de la escuela secundaria Estic No. 36 Miguel Hidalgo

Garrido Montoro, Israel

La existencia humana en la obra de E. M. Ciorán

Rivas Salgado, Sergio

Emil Michel Ciorán: filósofo del desencanto

Millán Arellano, Diosdado

El concepto de filosofía en la obra de Samuel Ramos

Ciencias de la Información Documental Saavedra García, Alfonso Rodolfo

Diseño de un modelo matemático aplicado a la literatura gris utilizando como muestra el acervo de tesis de la Facultad de Química, UAEM

Carbajal Almazán, Nancy Guadalupe

Desarrollo de colecciones en la biblioteca escolar IIPAC

Hernández Peralta, Aurelio

Modelo de una biblioteca con nuevas herramientas tecnológicas para la facultad de ingeniería de la UAEM

Cedillo Monroy, Teresita Eugenia

Vinculación de la licenciatura en Ciencias de la Información documental de la Universidad Autónoma del Estado de México con la industria de Toluca

Quiroz Iniesta, Maribel

Propuesta de cuadro de clasificación para el archivo central de la Facultad de Humanidades

Malaquias Rodríguez, Federico

Diseño de las áreas de trabajo con que debe contar el archivo de concentración del municipio de Zinacantepec, Estado de México

Reyes Miranda, María Azucena

Catálogo de las actas de cabildo del municipio de Toluca, 1814-1835

Gasca Moreno, Helena

Manuel de procedimientos para el área de procesos técnicos de la biblioteca Eugenio Garza Sada del ITEM, campus Toluca.

Ezeta Morales, Juan Ernesto

Estudio de factibilidad de automatización en archivos notariales.

Garduño Morales, Nicasio

Selección y adquisición en la bibliografía en la biblioteca César Camacho Quiroz de la facultad de Derecho UAEM

Ostria Mateos, Verónica

Proceso de conservación preventiva para bibliotecas de la UAEM.

Historia Díaz Ortega, Fernando

Empresarios y empresas en el distrito de Toluca. Una oligarquia en transición (1886-1910)

González Mercado, Alfredo

Tecaxic: estudio de algunas variables demográficas a través de las actas de bautizo 1665-1821

Bacilio Montaño, Javier

La pugna por la legalidad y la legitimidad de la calificación de la lección indirecta de diputados constitucionales del Estado de México: 1926-1827

Castro Domínguez, Raúl

La organización de los empresarios del Estado de México en la génesis del modelo económico desarrollista 19301945 mexicano

Álvarez Fabela, Martín Leonardo

El movimiento estudiantil mexicano a través del canto (entre la revisión y el recuento)

Zepeda Muñoz, Ignacio

La criminalidad en la ciudad de Toluca 1895-1904

López Domínguez, Heriberto

La fundación carmelita de Toluca 1693-1698

Martínez Reyes, Daniel

La fundación carmelita de Toluca 1693-1698

García López, Alfredo

La fundación carmelita de Toluca 1693-1698

Barrera Hernández, Claudio

La reconstitución territorial de tres pueblos otomíes en el valle de Toluca, 1915-1992

Estrada Hernández, Gwendolyne

La criminalidad en la ciudad de Toluca 1895-1904

Ávila Pérez, María Isabel

La biblioteca ambulante: una extensión de la biblioteca pública para las comunidades del Estado de México.

García García, Federico

Maldonado Flores, Juan Abel

El éxodo del patrimonio documental en México: la biblioteca del doctor Nicolás León

Elecciones municipales en México.

La norma y la práctica: el caso del municipio de Calimaya, 1820-1835

Gutiérrez Vázquez, Ivonne

La proyección cinematográfica en Toluca de 1898-1928

Rodríguez Ordoñez, José Carmen

Optimización del proceso de selección y adquisición del material documental en el sistema bibliotecario de la Universidad Autónoma del Estado de México

Ángeles González, Amparo

Tierra y ganadería en la jurisdicción de Jilotepec, siglo XVI

Arzate Vilchis, María Angélica

Fiesta en honor a San Isidro labrador.

Una celebración de persistencia y manifestación de identidad comunitaria en la localidad de San Bartolomé Tlatelulco, Metepec, Estado de México

León Ramírez, Beatriz

Propuesta de cuadro de clasificación para el archivo central de la Facultad de Humanidades

15 Álvares Bolaños, Esther

La situación económica de Santiago Tianguistenco en las postrimerías de la época colonial, 1800-1821

Saldívar Filomeno, Diana Caro

La presencia de la mujer en la teología de la liberación durante la década de los sesenta, el caso de ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México.

Severo Sánchez, Jesús Josué

Mortalidad diferencial en la parroquia de Metepec: de la epidemia de 1813 a la endemia de 1823

Chimal Cardoso, Olivia Leticia

Los Jesuitas en la Nueva España: la Educación criolla en el valle de México 1572-1767

Chávez Rendón, Cruz

Inasistencia escolar primaria, rural y urbana en el porfiriato: municipalidad de Toluca(1876-1910). Contexto y estudio comparado de baja inscripción, asistencia irregular y pobre eficiencia terminal

Ostria Mateos, Sonia

Educar para dignificar: instrucción y artes y oficios en la cárcel y correccional de Toluca decimonónica

Espinosa Morales, Lilia Imelda

La representación de la vejez en el mundo mexica

Lugo Nava, Alfredo

El narcisismo del pipiltin mexica ante la conquista española

Solórzano Ramírez, Miguel Ángel

La organización política indígena en la Nueva España en el siglo XVI. Una revisión bibliográfica

Barranco Escalante, Shailyn

Colín Contreras, María del Carmen

La cristiana en el Estado de México 1925-1929, geografía, tierras e incursiones

Problemas educativos de la municipalidad de Xonacatlán 18891940

Valdez García, Karina

Zarate Barrios, María Guadalupe

Una política laboral frustrada: la libre contratación en los valles del alto Lerma y en la Nueva España

Problemas educativos de la municipalidad de Xonacatlán 18891940

Sánchez Maya, Agustín

Morales Sierra, Federico

El movimiento estudiantil de la Universidad Autónoma del Estado de México (1976-1980)

La participación del Estado de México en el sector hidroeléctrico: el sistema Miguel Alemán, su construcción y sus repercusiones sociales. 1937-1970

Gómez Sandoval, Marco Antonio

Morales González, Marco Antonio

La guerra fría: planteamientos geopolíticos

Perfil sociodemográfico del municipio de Toluca: 1900-1910

Díaz Beltrán, María de los Ángeles

Caballero Romero, Albino

Tendencias de la población indígena en la jurisdicción parroquial de Ixtlahuaca 1620-1699

El cultivo y divulgación de la ciencia en el Instituto Científico y Literario de Toluca, 1870-1910

Posgrado

Rossano Mejía, Areli Araceli

Tendencias de la población indígena en la jurisdicción parroquial de Ixtlahuaca 1620-1699

Meza García, Gerardo

Roque Carretero, Armando

Política educativa y educación elemental en el municipio de Jiquipilco 1889-1904

Flores Garduño, María del Carmen

Palacios Valdés, Mario

La oposición nacional y local a la educación socialista y a la elección presidencial de 1940. El caso de Toluca

Moreno Peña, Mario

Presencia de la guerrilla en el Estado de México en la década de los setenta

Guerrero Arenas, Gonzalo Tigre

El gobierno (partido socialista de los trabajadores del Estado de México) empresarios y obreros durante la crisis de 1929

Díaz Longinos, Bonifacio

Ferrocarril Toluca-Tenango y su ramal a la hacienda del Veladero

Roque Miraflor, Roberto

El sistema de mayordomías en Santa María Zolotepec

Flores González, Abril Guadalupe

Catálogo del fondo ICLA-UAEM, año 1855

Guadarrama Ortiz, Lauro Pedro

Evolución histórica del segundo ciclo de la educación secundaria en el Estado de México

Cuero Romero, Roberto

Mortalidad diferencial en dos municipios del Estado de México: del siglo XIX al XX

Acercamiento a la semiótica discursiva: un modelo de aplicación.

Maestría en estudios literarios La literatura y sus formas de educar en el nivel medio superior. Análisis de un caso: la Universidad Autónoma del Estado de México.

Maestría en estudios literarios Gutiérrez Becerril, Jaime Rodolfo

El movimiento de los trabajadores rurales sin tierra de Brasil.

Maestría en estudios latinoamericanos Calderón Farfán, América Campero

Visión histórica de los dilemas de los derechos de los pueblos indígenas en América Latina.

Maestría en estudios latinoamericanos Rodríguez González, Mario

La idea del mito en Mircea Eliade: aproximación a una filosofía de lo sagrado.

Maestría en Filosofía contemporánea Hernández Carmona, Evaristo

Red Nacional de investigación de Costa Rica (CRNTE).

Maestría en estudios latinoamericanos Alpizar Muciño, Arturo

Maestría en filosofía

Evolución de la filosofía del lenguaje en Wittgenstein.

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Ortiz Boza, María de Lourdes

Dos problemas de salud reproductiva, comunicación y equidad de género.

México: análisis de una campaña televisiva de planificación familiar.

Cuba: el aborto recurrente y la necesidad de una campaña preventiva.

Maestría en estudios latinoamericanos Rendón García, Gamaliel

Kart Popper: el problema mentecuerpo.

ESTO ES CARAMELO Y LO QUE ESCURRE ES MIEL PAREMIOLOGÍA DE LA MUJER: SEGUNDA PARTE

RODOLFO SÁNCHEZ ARCE

III. DE LOS DICHOS, EL PIROPO.

Maestría en filosofía contemporánea García Hernández, José Martín

Nietzche, Kandinski, Duchamp, y el arte pictórico del siglo XX.

Maestría en filosofía Naessens, Hilda

Una visión continentalista de la filosofía: José Gaos y Francisco Romero.

Maestría en estudios latinoamericanos Elizarraras Hernández, Moisés

Migración clandestina y legal de la población indígena-campesina de dos regiones de la frontera MéxicoGuatemala: la frontera sur y la frontera del Altiplano noroccidental, en las últimas décadas del siglo XX.

Maestría en estudios latinoamericanos Merlos Nájera, Andrea Ma. Del Rocío

La reforma del estado: el nuevo modelo de desarrollo para América Latina.

Maestría en estudios latinoamericanos Brice Lokpo, Edmond

Política y economía en las dependencias francesas del Caribe.

Maestría en estudios latinoamericanos Ráfols y García, Neus

Ecocidios y etnocidios en Sudamérica.

El papel de las trasnacionales y los procesos de descentralización, en los conflictos ambientales de territorios indígenas.

Maestría en estudios latinoamericanos Morales Fajardo, María Esther

La migración uruguaya en el contexto de la globalización de las últimas décadas.

Maestría en estudios latinoamericanos Zúñiga Roca, María Fernanda

Empresa trasnacional y cambios en la cultura laboral en América Latina.

El caso de General Motors en Quito, Ecuador.

Maestría en estudios latinoamericanos Herrera Arciniega, José Luis

El partido socialista en Chile. De la unidad Popular al triunfo de Ricardo Lagos.

Maestría en estudios latinoamericanos Fuentes: Subdirección Académica y coordinación de posgrado.

Diferente respuesta da la mujer al albur de amor o piropo que le lanza el galán, la piropeada muchas veces se limitará a dar el beso requerido, sin mayores consecuencias, por eso existe el refrán que advierte: Del dicho al lecho / hay mucho trecho; incluso, agresivamente la mujer ha de responder al chicoleo ofensivo objetando: Cabrona sí; / ¡pero no de tu corona!

Pensemos por un momento que el origen de muchos piropos está en el amor vasallo de un entorno retórico más amplio que la simple frase, como pueden ser anécdotas, poemas, novelas, dramas o sueños, de donde se desprenden frases como aquella que afirma: El verdadero paraíso no está en el cielo, sino en la boca de la mujer amada.1 O este otro: Dadme la dicha suprema / del primer beso de amor.2 Pero, de entre las incontables voces de amor, ¿qué es un “piropo”? Un piropo es un “dicho”.3 El origen del verso y la prosa literarias coinciden con la etapa humana de la oralidad –del latín os, oris, la boca–4 , a su vez, la etimología refiere en ésta el origen de toda manifestación o palabra hablada como son dichos y refranes. Por ello, se debe comprender que copiosas expresiones humanas entran en la categoría genérica de “dichos”, o como obras totales de la literatura oral.

Algunos proverbios refieren literalmente el romance en diálogo de la pareja, por ejemplo, dentro del contexto bíblico ya encontramos esto que parece ser un albur entre sexos opuestos: Él: He aquí, que tú eres hermosa, oh compañera mía; he aquí que tú eres hermosa: tus ojos de paloma.

Ella: He aquí, que tú eres hermoso, oh amado mío, también suave: también nuestro lecho florido.5 Para la literatura escrita la finalidad de este diálogo sería obtener la sabiduría denotada, para la literatura oral conseguir los favores del sexo débil, distanciándose del lenguaje sublime-religioso al usar el lenguaje popular-democrático, sonoro y lascivo-, donde lo enunciado literalmente no dice lo que dice esperando que ella entienda lo que se le quiere decir, y responda favorablemente con un gesto amable, símil al diálogo de Cantares, lo cual no siempre sucede, por lo tanto el lenguaje del albur es sumamente connotado.6 Él:– Quisiera darte un beso en el lugar que más te agrade, chula.

Ella:– El lugar que más me agrada es una cosita que tiene mi marido.7

Muchos cuentos infantiles, La Bella Durmiente, Blanca Nieves... tienen en el beso el momento cumbre de la historia, por eso se preguntan las niñas cuántos sapos las habrán de besar antes de encontrar a su príncipe. Aquí tenemos que abrir un paréntesis para aclarar que el beso ha creado sus propios mitos y leyendas: el beso en la barbilla significa que él le agradece un favor; en la nariz puede ser porque sea esquimal o en extremo cariñoso; en la mejilla es admiración o traición; en la boca, evidencia de amor; sobre la mano, timidez, homenaje, respeto; en la frente, despedida.

Después del piropo, viene el beso como preludio del acto sexual, el más viejo refrán afirma: Por el beso empieza eso, el comienzo de muchas cosas, o puede ser el final de una relación amorosa.8 Él:– ¡Guapa! Me muero de ganas por darle un beso.

Ella:– Yo me muero del asco nomás de pensarlo.

Entre las creencias más agradables se cuenta que para elegir entre dos amantes, al mismo tiempo ella los besa, el que termina con un segundo beso, es el afortunado; besar a la novia después de la boda trae un año de buena suerte; el sexo del que besa primero a la novia después de la ceremonia influirá en el sexo del bebé que nacerá; al besar a un bigotudo si queda un pelo gris en la boca de ella significa que pronto enviudará.

En la boca se fijan todos los temores de la relación amorosa como en un principio fueron los instintos de supervivencia y de la comunicación; satisfecha el hambre y la convivencia, en la boca quedará reducido el “órgano” del deseo: el beso. Él:– Chula, ¿por qué no quieres darme un beso?

Ella:– Porque tengo demasiados escrúpulos. Él:– Qué importa. Estoy vacunado.

De la génesis del mundo civilizado iniciada con el beso surgen apotegmas: Justo es que al beso alabemos / los que del beso nacimos; / pues al beso le debemos / lo que en nuestros padres fuimos / y en nuestros hijos seremos (José Canovas Vallejo. Besos de besos) De los besos más famosos está el de la traición como si éste fuera el pecado original de la humanidad cristiana: Un inútil ruido / que deja mil dudas / en quien lo ha recibido: / la culpa de esto ha nacido / del que ha Cristo le dio Judas (Manuel Osorio Bernard. Novísimo diccionario de la lengua, 1868) Finalmente, el que piropea con ansia y desesperación solicita directo el beso tan ansiado. Él:– ¡Chula! ¿Qué debo hacer para besarla?

Ella:– No besar y comer al mismo tiempo tierra.

Esta respuesta busca producir tristeza y humillación en al ánimo del enamorado a quien se le dice indirectamente “marrano”.

Del beso, trauma del hombre moderno, el psicoanálisis afirma: Individuos que besan con pasión los labios de una muchacha no podrían emplear sin repugnancia su cepillo de dientes, aun no teniendo razón ninguna para suponer que su propia cavidad bucal, que no les produce asco, esté más limpia que la de la muchacha (Freud. Una teoría sexual y otros ensayos) Él:– ¡Guapa! ¿Debo ser paciente para poder besarla?

Ella:– Sí... paciente de traumatología.

Y más acá de la mente, la prosaica ciencia del lenguaje súper-realista hará de la sensación del beso estetoscopio del veterinario: Cuando se besa en los ojos de una mujer, sobre los párpados, se siente como una desconcertante ternura como si se besase en la pechuga a un gorrión inquieto, de piel suave y delgada y con un corazón caluroso y movible (“Greguería” en Ramón Gómez de la Serna, Ramonismo, 1923).

Para continuar la ideología general del beso, dos frases más: Comunión primera de la carne: tal es el beso (Sausay. La ciencia del beso, cap. I); pero ninguno iguala al incomparable beso de la desesperación de Job: Y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano. Más o menos la misma desesperanza del enamorado.

17 Él:– ¡Chula! ¡Quisiera besar sus hermosas manos!

Ella:– Algún día tendrá usted la buena fortuna.

Dentro de la fraseología el asunto del beso es un tema apasionante de la humanidad. El siglo III a. C., consignará del dramaturgo Tito Maccio Plauto (254-184) una de las ideas más contradictorias al respecto, pero cierta: Boca de miel, corazón de hiel,9 esto cuando la amante no cuadra con el sentimiento del enamorado.

El empalagoso piropo que solicita esta prenda puede refutarse de manera directa por la mujer. Él:– ¡Preciosa! Una persona apreciable le hará visitas diarias para besarla cuando salude.

Ella:– Dígale al apreciado que tendrá el gusto de recibirlo el mozo porque yo no estaré.

En caso contrario, el destino los une y va conformando de una buena vez el tiempo y espacio del ósculo que permite entenderlo en plenitud: ¡Soy un velo cándido que oculta el beso de las bocas enamoradas!... ¡Oh destino! Cuando dos amantes, atraídos entre sí, se encuentran dignos uno del otro y se unen en un beso, ¿quién tiene la culpa más que tú?10 (El libro de las mil noches y una noche) De esta forma la madeja del beso se desteje para mostrar el largo camino del diálogo amoroso. Bajo el axioma de “gozar la vida” se instalará en el Renacimiento la idea que afirma: El beso más lento resulta aun demasiado fugaz (Thomas Middleton, 1570-1627, inglés) El Barroco será más tarde una explosión popular frente a la rigidez elitista del clasicismo renacentista: El beso, como todas las emociones, rehuye la presencia de testigos (Bartolomeo Corsini, 1606-1674, italiano) El siglo Neoclásico, filosófico y racional, entrará cuestionando al Supremo: ¡Señor! Querría saber quién fue el estúpido que inventó el beso. (Jonathan Swift, 16671745, inglés) ¿Hay algo de que pueda uno convencerse más fácilmente que del amor? Una mirada, un beso, equivale a cien artículos de fe (Christoph Martín Wieland, 1733-1813, alemán) “Todo o nada”, “amor y muerte”, el arte por el arte exagerados, extremos, los “ismos”, incluyendo el Romanticismo, el Realismo y el Naturalismo: ¡Por tus besos vendería el porvenir! (René de Chateubriand, 1768-1848, francés) No olvides que el primer beso no se da con la boca sino con los ojos (O. K. Bernhardt, 1800-1875, alemán) Cuando dos bocas, hechos sagrados para el amor, se aproximan, es imposible que por encima de este beso inefable no haya un estremecimiento en el inmenso misterio de las estrellas (Víctor Hugo, 1802-1885, francés).

El beso es una forma de diálogo (Aurore Dupin, “George Sand”, 1804-1876, francés) El único idioma universal es el beso (Louis Charles Alfred de Musset, 1810-1857, francés) ¡Beso! Trémula rosa del jardín de las caricias... (Paul Verlaine, 1844-1896, francés) Una mujer queda embellecida y adornada con el beso que ponemos sobre su boca (Anatole Francois Thibault, “Anatole France”, 1844-1924, francés) Es distinto en arrojo gracias al lenguaje oral un enigma popular que cuestiona sobre Qué es aquello que el niño pide, el viejo compra y el

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románticas! Por cada beso que recibo, devuelvo dos. ¡Aprovechen la ocasión! ¡No dejen de hacer un buen negocio! / ¡Atrévase, guapa! Déme un beso con la mirada y la llevaré de fiesta. / No cabe duda: Usted es la niña de la boca glotona y mejillas de besos que yo esperaba ¿Cuándo ensayamos?

Así, con paciencia y siglos de saliva el varón siempre ha obtenido la respuesta anhelada: El:– ¿Qué diría si le robara un beso? ¡Chula!

Ella:– ¿Y usted que diría de un tipo que tiene la oportunidad de robar un tesoro y se va solo con la llave de chapa sin cerradura?

joven roba. Cuando se pone en práctica se responde la adivinanza sobre la mejilla de la amada haciéndole creer que la respuesta se le dirá quedo y al oído. Un beso, ¿qué es un beso? Un juramento hecho desde más cerca, una promesa que concierta una confesión que desea confirmar...

Un secreto que toma la boca por la oreja (Edmond Rostand, 1868-1918, francés) En los siglos XIX y XX, con la liberación femenina a cuestas, por fin, el piropo es un dicho habitual que la dama responde espontáneamente. Él:– ¡Cariño mío! ¿Porqué sólo me besas cuando necesitas dinero?

Ella:– Ni te quejes, eres tú el único que motiva mis besos.

Los sujetos líricos le riman en la escritura: En la mejilla es bondad; / en los ojos, ilusión; / en la frente, majestad; / y en los labios, pasión (Ramón de Campoamor, 1817-1901, español) Por una mirada un mundo; / por una sonrisa, un cielo; / por un beso... Yo no sé / que te diera por un beso! (Gustavo Adolfo Bécquer, 1836-1870, español) Amar: eso es todo /querer: todo es eso... / Los mundos brotaron / al eco de un beso (Amado Nervo, 1870-1919, Lira heroica, mexicano) Son las líneas de tu cuerpo / el modelo de mis ansias, / el camino de mis besos / y el mar de mis miradas (Manuel Machado, 1874-1947, español) En la cárcel del querer / prisionero me han metido, / y estoy besando las manos / que me pusieron los grillos (Cristóbal de Castro, 1879-1953, español) En la idea que conlleva el albur del beso será cada vez más importante la opinión que de la mujer se desprenda. Él:– ¡Bonita! Quiero comerte a besos.

Ella:– ¿Por amor, o por vanidad?

Y la más grande oda al beso que consagra toda una época se la debemos al poeta mexicano Luis G. Urbina: “Metamorfosis: Era un cautivo beso enamorado / De una mano de nieve que tenía / La apariencia de un lirio desmayado / Y el palpitar de un ave en agonía. / Y sucedió que un día, / Aquella mano suave / De palidez de cirio / De languidez de lirio, / De palpitar de ave, / Se acercó tanto a la prisión del beso / Que ya no pudo más el pobre preso / Y escapó; mas, con voluble giro, / Huyó la mano hasta el confín lejano, / Y el beso, que volaba tras la mano, / Rompiendo el aire, se volvió suspiro”.

“Metamorfosis” evoca la imagen del beso cortesano que el caballero enamorado tomando de la dama la mano le honra al saludarla.

La historia del beso explica en el deseo la naturaleza y el destino del piropo, y así hace su lucha el ibero: Ese amigo dice que usted besa como los ángeles, y yo le digo que no, y he de ganarle la apuesta. ¿Quiere ayudarme, por favor?

El piropo debe ser un acto de astucia verbal: Apuesto un beso de su boca, que es usted más hermosa que su hermana. ¡Si lo sabré yo! Y con las mismas intenciones para conseguir éste, se le descubre a la deseada: Son sus labios como un fresón partido por la mitad y que está pidiendo un cirujano goloso que los pegue de nuevo.

De las ofertas que una dama no puede desaprovechar se hallan: ¡Atención,

Acerca del tema besar, el segundo versículo de Cantares asienta: ¡oh si me besase de besos de su boca!, porque mejores son tus amores que el vino, el cual podríamos confundir fácilmente con una de las más bellas flores de la historia lanzada a un ser, pero si el primer diálogo proverbial de cantares, citado al inicio, no es albur, menos esto es piropo, pero redunda en la importancia histórica del beso y la polivalencia que connotan las palabras en los piropos, y que acreditan la acepción simple que determina el piropo como un enunciado poético que significa en prosa, sin embargo el sentido de lo connotado por el beso es mucho más amplio.

Esto luce en un relato de otras latitudes que nos ubica sobre los dichos referidos al besuqueo.

“El beso: Ese día coincidió que la madre de Edila también la adoctrinó sobre las posibilidades amenazadoras de cualquier noviazgo. E insistió, con mucho empeño, sobre un punto que consideraba importantísimo: –¡Cuidado con los besos en la boca! ¡Lo peligroso son los besos en la boca!

La muchacha espantada protestó: –¡Ya, mamá!

Y la vieja: –¿Ya qué? ¡Así es! Sin besos no pasa nada, todo está muy bien. Okey. Y con un beso puede aparecer el diablo. Tú eres muy joven y quizá no te das cuenta de ciertas cosas. Pero puedes estar segura: ¡todo lo sucio que ocurre entre un hombre y una mujer empieza con un beso!”11 Curiosamente el piropo opina igual de claro: ¡No enseñe las perlas de su boca, que por ahí anda cada granuja!... Lo que el cuento advierte es patente en menos palabras para la paremiología: El beso abre la puerta, / y a lo demás deja abierta. La tradición popular recoge sobre lo mismo expresiones que moralizan a quien practica el acto puramente temperamental: Acciones son amores, / no besos ni apachurrones.

Abrazos y besos no hacen chiquillos, / pero allanan el camino. Con abrazos y retozos / nacen los mocosos. De los abrazos y las apreturas / nacen las criaturas.12 De lo que surge la burla templada del: Cácheche p’a que che beche.

El piropo ibero anota: No bese a su hijito, señora, que a mí también me hace falta muchísimo cariño! En México, cuando la mamá es guapa o las familias están bien acordadas, se afirma: Al niño lo besa cualquiera, / que a la madre besar quisiera. En cuanto a las parientas más cercanas un saludo articula: ¡Pero primita de mi alma! ¡Quién iba pensar en ti! ¡Qué guapa estás! ¡Y qué gusto da el besarte!... ¡El besarte! Y ya apuntará al respecto el refrán: A la tía se le estima y a la prima se le arrima. Uno de los mejores advierte que de los besuqueos sólo los que expresen afecto: Besos vendidos, / ni dados ni recibidos. Idea contraria la de: Besar sin otro pecar, / no es cosa de contar. En conclusión, lo que su madre le quería decir a Edila pero le faltó paremiología, era, hija: Boca besada, / mujer entregada.

Un tango argentino recoge el chicoleo y del beso la tragedia: “El suburbio rante la vio florecer / entre los piropos del garabitaje / y así, entre suspiros, la flor del reaje / una tarde de esas se sintió mujer. / Un muchacho humilde y trabajador / le volcó un chamuyo bajito y galante / y con el milagro de una consonante / brotó una hermosa milonga de amor... / La baba de un beso / después de arrullarlos / les dio su dolor” (“La biaba de un beso”, 1930, Enrique Cadímaco)13 Al respecto, una

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canción intemporal del folclor mexicano alecciona del siguiente modo: Teme siempre el primer beso / pues si empiezas / ya verás que son igual / que las cerezas, / que al primero siguen más / y otros le siguen detrás, y no cuentes, / porque pierdes la cabeza (Del dominio popular, “Besos y cerezas”)14 En la libertad de la poesía para decir lo que se quiera y conseguir la prenda amada, el verso no distingue sexos y ya la mujer es la que escribe con ironía contra la petulancia masculina y retrograda volcada en refranes, como vemos en el cuarteto del soneto En un cuartito de hotel, que detalla: Él me beso en la boca, y le entregue rendido / mi cuerpo frágil, dulce, deseoso y extenuado... / ¡Oh, reposo indecible después de lo pasado! / ¡Oh, delicia inefable después de lo sufrido! (María Monvel) No hay duda de que el piropo lucha a toda costa para conseguir en primera instancia la boca de la mujer, pero ésta sólo responderá como mejor le plazca, o con algo parecido al chicoleo que da forma al albur de amor: ¡Me vuelvo peor que loca / por la crema de tus dientes / en las fresas de tu boca!... (Delmira Agustini. “El silencio...”)

Agregamos a éstos, con el tema de la espera, más versos femeninos que hablan, también, de la locura de un beso: Y en mi boca pálida florece ya trémulo / clavel de mi beso que guarda tu boca. / Y a mis manos largas se enrosca el deseo / como una invisible serpentina loca (Juana de Ibarborou. “La cita”) Esta forma de amar que en ocasiones parece urgida y extraña es la que mejor habla de la libertad de carácter de la mujer, pero también del arraigo en la tradición masculina, y por la cual habrá de exigir que se le quiera bien, del siguiente modo: ¡Que tus manos inútiles acaricien estrellas! / No entorpezcan besándome la fuga de mi cuerpo. / ¡Seré tuya en la piel hecha fuego de sol! (Ernestina de Champourcin. “Amor”) La respuesta al modernismo romántico de la “Metamorfosis” de Urbina lo hallamos en el siguiente poema de Mary Coryle, el cual es completamente indiferente al tono lapidario y censor de los refranes: Deseo: ¡Mío, / bésame! / El beso es el goce supremo de la vida. / Bésame en la boca / y que tus dientes muerdan su pulpa roja / ¡para que mi corazón sangre en tus labios / y mi alma comulgue con la tuya! / Bésame. / Tortúrame con el tormento divino de tus besos. / Cuando me besas / eres tú que palpita en mi boca delirante. / Y te saboreo lenta... / dulce... / intensamente!... / Bésame. / Con el beso caricia... mordisco... / voluptuosidad... / ¡Las llamas abrasan menos / que tu boca en la mía! / ¡El beso es el supremo goce de la vida!... Bésame.15 El beso es el goce supremo de la vida, por eso, después de escuchar la opinión del sexo femenino respecto al beso, algunas frases, dichos y refranes suenen como arcaísmos, pues en las palabras dichas por una mujer, pocas veces descubrimos presente el pensar del hombre, y viceversa: El beso es la válvula de escape de la honestidad... El momento más hermoso del amor, el único que nos embriaga realmente, es este preludio: el beso (Paul Lefévre-Géraldy, “Paul Géraldy”, 1885-1893, francés)

Se hallan también chistes sumamente malos que explican vulgarmente su naturaleza: “El origen del beso está ligado a la química. El hombre de las cavernas descubrió que la sal lo ayudaba a refrescar en el verano.

También descubrió que podía obtener la sal con sólo lamer las mejillas del vecino si éste era del sexo opuesto. Después se olvidaron de la sal” (Conrado Atenido) Del arrumaco en la boca son muchos los dichos, el miedo a esta muestra de cariño es porque la profunda caricia puede despertar un pasajero apasionamiento que termine en ruina, o llevar a los amantes a una pasión desenfrenada y fatal: Está en el beso, / el primer tropiezo; y, definitivamente: No fuera mal dar un beso, / si fuera a quedar en eso.

Además, el motivo de la boca desencadena una gran cantidad de dichos: “boca de fuego”, “blando de boca”, “a boca de jarro”, “en boca de todos”, “a pedir de boca”, “boca arriba”, “boca abajo”, “calentársele la boca”, “tapar la boca”, “quitarse de la boca”, “hacerse la boca agua”, “hablar por boca de ganso”.

Cuando tienen la mala costumbre de torcer la boca en señal de “fuchi”, aún caballerosamente se le reconoce a la mujer el mérito: Me gusta tu trompita de almendra y media. O, Me he de comer esa almendra, / aunque me amargue la vida.

No niego que unos bellos labios, ligeramente torcidos por la burla, no puedan resultar a menudo todavía más bellos (Gotthold Ephraim Lessing, 1729-1781, alemán) Iberos son: Diga angelito: ¿Los querubines del Cielo tienen la boquita tan chiquita como la de usted! / ¡Viciosilla! ¡Cuando la veo fumando cigarrillos rubios me pongo negro de celos! / Quisiera ser cigarrillo para hacerme cenizas en sus labios. Más allá de la boca las alusiones e insinuaciones al total del cuerpo de la mujer son incontables.

El paso siguiente tras la suave caricia en la boca es la relación sexual, sin embargo esta petición de sexo es sumamente molesta cuando se hace de manera directa, prosaica y sin romance. Él:– ¡Mmmh! ¿Tón’s qué?

Ella:– ¡Y tu “never” de limón!, ¿de qué la quieres?

En el anterior diálogo el emisor “Él” denota emotivamente lo que connotadamente significa: “¡Sabrosa! ¿Hacemos el amor?” El receptor “Ella”, igualmente denota lo que connotadamente enuncia: “¡Yo contigo, jamás! ¿Y cómo quieres que te lo haga saber para que dejes de molestar?”

“El piropo es una lisonja que hace un hombre a la mujer que le atrae físicamente; los psicoanalistas, que todo lo quieren ver en el sexo, nos dirán que es un paso para obtener a esa mujer. Creo que el piropo es tan antiguo como la humanidad, por la necesidad del hombre de tener ayuntamiento con la mujer; de ahí que el primer piropo, de seguro lo dijo Adán a Eva. Aunque ahora el piropo se ha hecho extensivo a los objetos, como decir: ‘Qué bonito automóvil’”.16 Y más ‘bonito’ cuando dentro se practica la amomaxia.17 La literatura oral no posee, al formalizar el piropo en objeto de estudio, un carácter netamente científico, ya que el pensamiento científico y sus métodos son ante todo analíticos, mientras que por lo regular el estudio de los piropos es sintético y analógico, con una fuerte dosis intuitiva, más a menudo emotiva y aun irracional.

“El piropo forma parte de la cultura erótica de un país; es su principal representación, sociológicamente hablando. Desde todas las épocas existen los piropos, sólo que su forma es diferente en cada país. En este sentido nosotros nos parecemos mucho a España y otros países latinoamericanos. Lo que a mí me preocupa del piropo es que se ligue a la picaresca. El hedonismo, filosofía del placer, está en decadencia a causa de la picaresca, un falseamiento del amor muy generalizado actualmente en México, como vemos en los cines, teatros, reuniones sociales y en la subcultura de la sociedad; la picaresca es una hipotrofia de la relación amorosa. Una renovación social de las estructuras podría implantar un hedonismo igualitario: el futuro del amor es la reconstrucción de los postulados del viejo hedonismo y su adaptación a nuestra decadente actualidad”.18 El asunto de la picaresca es algo indiscutible en la idiosincrasia nacional; es privilegio de la acuñación oral del pensamiento popular, que la presencia de piropos guiados por las ideas que prevalecen acerca del

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amor que despierta una mujer den razón y sentido al accionar histórico de la lengua, y de paso a la picardía. Un refrán en desuso hace referencia al gusto antiguo por las mujeres que ostentaban vellos en el labio superior: Boca bozosa cría mujer hermosa19. Hoy es algo inaceptable besar a una mujer con bigote, canon estético fuera de vigencia que estimula aún más la picaresca.

De una forma u otra, besarse es tan antiguo como la misma Grecia y Roma, donde besarse siempre ha sido entre amigos un suceso social común y corriente.

Durante el medioevo era común besarse entre los caballeros antes de la batalla.

En cuanto al lenguaje, el oral ha sido siempre fuente de información, ya de bocas indígenas los misioneros registraron en castellano la cultura de todo un pueblo, por lo que se puede considerar a la entrevista la parcela más clásica para conocer testimonialmente el proceso de dominación, transplante cultural o penetración ideológica, y de paso defender la identidad nacional.

Sería frívolo asegurar la existencia del piropo precolombino, sólo nos limitaremos a decir que hay textos donde vemos que el significante no está lejano a la terneza que un hombre diría a una mujer en la actualidad.

Para los aztecas la vida era un ritual, el estilo y el tono del habla era un sublime rito, conformado de epítetos y metáforas, el lenguaje así dispuesto debió obligar a nuestro primer tetentlamachiani o “piropeador” para caminar por milpas y chinampas, surcar ríos y lagos, tras la mujer de sus sueños echándole xóchitl de gran tamaño, para conseguir un tetennamiquiliztli o “beso en la boca”: Como una ajorca, como piedra preciosa, como turquesa divina, como tejido fino, como delicado bordado, como pluma rica, como pluma de quetzal, como florecer de rosas, cosa muy estimada digna de ser cuidada...20 A las mujeres estos extensos piropos debieron caerles en gracia.

Refiere Mariana Hidalgo, en La vida amorosa en el México antiguo, que para los “mexicanos, el culto a la deidad, el servicio a la guerra y el ejercicio de la vitalidad ligada al sexo, tenían un carácter sacro.

En el canto, las mujeres de Chalco se burlan del rey azteca por haber conquistado a las mujeres y no a los hombres. Las metáforas del poema comparan la guerra con el acto sexual.”

Tampoco, tampoco... no te lances por favor, oh mi chiquito, rey Axayacatito.

Ya mueves, ya das vuelta a tus manitas, ya bien, ya bien quieres agarrar mis tetas: ya casi corazoncito mío tal vez vas a dejar perdida mi belleza, mi integridad; con flores de ave preciosa mi vientre yo te entrego... allí está a tu perforador lo ofrendo a ti en don.21 El interés por la literatura oral está presente desde que llegan los primeros conquistadores, es una urgencia y una necesidad para establecer la penetración y hegemonía ideológica.

El uso de “dichos” posteriormente se convierte en un sistema educativo, ético y moral.

Para la segunda mitad del siglo XVII, bien conquistado el territorio y metidos de lleno en la Colonia, la misma Sor Juana da cuenta en su poesía sobre el modelo de mujer y educación que la tradición del viejo mundo ha trasplantado en la Nueva España, (modelo paremiológico que abordaremos más adelante en “Fondo y forma de piropos”), y que viene

cargado de un sabio catolicismo popular y de una irónica “hombría” masculina sin parangón en la historia nacional, ya la Décima Musa agradecía un regalo de la condesa de Paredes, una diadema de plumas, usando un “refrán picaresco” inocentemente aplicado, diría de éste Méndez Plancarte, y lo apuntaría Octavio Paz: Yo la ceñiré, señora, porque más decente sea alfombra para tus plantas coronada mi cabeza.

Doyle por ella a tus pies mil besos en recompensa, sin que parezca delito, pues quien da y besa, no peca.22 El refrán usado de este modo es prueba y constancia fehaciente de que realmente existen muchos tipos de besos y el grado de peligrosidad de los mismos: el inocuo beso social es apenas un roce ligero sobre la mejilla, menos que el saludo obligatorio en los labios entre esposos, y este igual a los amigos que se besan con la boca cerrada al despedirse para siempre.

La incumbencia de abordar el legado del beso a la paremiología es por obvias razones, y sin el lamento de lo perdido, recuperamos el lenguaje español vuelto metáfora en piropos.

Una centuria más tarde, allá por 1762, se deja llegar la picardía peninsular en forma de sátira, igual, acá, todo lo copiamos con tal de ir al día, así, pues, “encontramos catecismos y cartillas satíricas, que explican –apunta Pablo González Casanova– y preconizan la nueva moral, la marcialidad y el cortejo, haciendo burla de las prácticas antiguas, o de unas y otras a la vez”.23 Un papel de la época, “escrito a base de preguntas y respuestas, como era costumbre en los catecismos religiosos, se consagra a definir los elementos del ‘Cortejo’. Dividido en las ‘nociones generales’, la ‘pretensión’, la ‘posesión’ y el rompimiento’, les pide a los ‘petimetrés’ que enamoren públicamente a las mujeres casadas, que finjan pasión, odio y celos, para lograr sus propósitos, y que una vez logrados abandonen a las mujeres, no sin haber hecho antes un sonado escándalo. En fin, un Tratado breve y compendioso del cortejo y la marcialidad con variaciones accidentales, se suma a los anteriores [Virtud al uso y mística a la moda. Cartilla moderna para vivir a la moda] en la exaltación de la nueva moral y de las nuevas costumbres, y en cierto momento exclama con descarada y burlona hipocresía”. ¡Oh moda, moda, sin modo, sin razón, sin juicio toda!24 Cualquier técnica prescrita para enamorar incluye forzosamente el beso.

No apunta más al respecto pero no es difícil suponer obvia la presencia de esta caricia tan necesaria a la hora de hacer el amor. Líneas adelante describe con relación a otras sátiras aparecidas: en “ellas brilla altanera la idea que esa sociedad, cada vez más relaja, se hace de sus prójimas;

pero nada añaden a las sátiras de costumbres ‘marciales’, o a la moral del ’cortejo’, en que las mujeres aparecen inevitablemente sujetas a los lances de los hombres y a sus desvelos eróticos”.25 El trasplante de ideas ajenas es, para países como el nuestro, andar a la moda, menos tradición o cultura, desde entonces nos vienen dichos como: De la moda, algo; / mas no toda. De la moda, / lo que acomoda.

De la moda y de la flor, / la que te sienta mejor. En tono más prosaico se expresa: Sea la moda con donaire / aunque vaya el culo al aire.

No dudamos de la existencia de los chicoleos en el siglo XVIII, al contrario, abundan.

Cien años después y con el romanticismo a cuestas debieron decirse al aire cientos de piropos, flores, requiebros, donaires, delicadezas, elogios, versos, detalles, galanterías, madrigales, coplas, lisonjas, halagos, arrumacos, arremuescos y todo lo que pudo soportar una dama antes de redimir los labios del enamorado.

El caso de Rosario de la Peña es sorprendente, no hubo bardo o vate famoso que no le dedicara un verso, incluso uno de tantos se quitaría la vida al no conseguir respuesta de Chayito: Bendigo tus desdenes / adoro tus desvíos después de escribir el Nocturno, Manuel Acuña se inmolaría de un tiro, a los 24 años de edad, (1873) Otros, con las mismas intenciones amorosas, le escribieron a Rosario: He robado al sueño todas sus horas para pensar en ti (Manuel M. Flores: 1874) Me detengo a las puertas de la Nada / Por celebrar, Rosario, tu hermosura (Ignacio Ramírez: 1875) Y es sobre el mundo la purpúrea rosa / Que encanta con su aroma de cariño (Juan de Dios Peza) Ando yo por la tierra con los ojos / Alzados –¡oh, mi afán!– a tanta altura (José Martí: 1875) ¿Soy un poeta? Tú eres un sueño (Ángel de Campo) Mas déjame a tu lado; me fascinas; / Me haces soñar, me elevas y me asombras (Luis G. Urbina: 1890) Sóis una evocación (Juan Castro: 1912)26 Durante la primera mitad del siglo XX, en la Revolución Mexicana, 1910, agarrarse a trompadas no era precisamente darse de besos, y trompear significaba comer, El Trompudo no era el que mejor besaba, sino el apodo de Lázaro Cárdenas. El piropo traía rifles treinta-treinta y carrilleras: Mujer que tiene buena pierna / y buen andar, / merece ser Reina / y su esposo General, el cual no requiere mayor explicación. En la gesta revolucionaría hubo de cuidar a quien se le decía Princesa pues con este mote llamaban al zapatista Melchor Magaña sus mismos hermanos por lo delicado y exigente para las comidas27, apodo, en el presente, de los chavos con el mismo defecto de carácter. En aquel entonces era preferible usar expresiones algo más acordes como: Primero las “Juanas”, galantería en lugar de “primero las damas”; o, Ahí vienen las piscapochas, para referirse al arribo de las mujeres de los soldados, tras acampar después de la batalla y de enterrar a los muertos, ansiosos y en espera de echarse un relax. El más común, por obvias razones, versaba: Yo estoy como rifle, / tú estás como bala. Otro, cuando nada agradable la mujer del jefe se hacía obedecer, los soldados la elogiaban: ¡Es un mango la de mi General!, pero en doble sentido pues debido al trajín revolucionario, la pobre andaba amarilla del susto y chupada de la pena.

En tiempos modernos toma implicaciones terribles pues se hizo moda entre la mafia el beso de la muerte sobre la mejilla del compañero, anticipando así su muerte. De la gesta armada el 90% de las acciones revolucionarias fueron pillaje, violación y asesinato, bajo esta cruz el México posrevolucionario traería un léxico bien acuñado en la delincuencia, los piropos se volverán el caliche erótico del hampa mexicana y la picaresca saldría a relucir: Barriga llena corazón contento, se dirá de la mujer encinta. Pásame el diferencial, o, las maletas, se diría ante la visión de una mujer de caderas amplias. ¡Qué buenas “agarraderas”! En lugar de asentaderas o piernas de la mujer. Los piropos se formarán con palabras como canasta, por caderas; carrizos, en lugar de piernas; ¡Que buena “cena”!, en lugar de senos; o, Tener buena educación, senos bien formados. Del náhuatl chichihualli, “teta”, y del ruso achi cherny, “ojos negros”, se exclamará ante el atributo femenino: ¡Oh, chichornias!; y, ¡Oh, qué chimeneas! Así obtenemos que Las santas de Durango / esconden las patas y enseñan el chango; y en lugar de “chango”, cerradura o chapa. ¡Que tremendo “chasis”!, en lugar de cuerpo, y muchas otras palabras que no serán articuladas aquí pero de las que daremos fe: chipote, dona, escusado, gato, mamerto, mamey, mono,

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nailons, ojo, papaya, peras, perol, pitones, postemillas, raya, salvavidas, tablas, tamal, tortas, trenzas, ubres, volcanes.28 Desde entonces nada es lo que parece; un extenso piropo hecho poema que ocultaba un majadero acróstico: “En una mesa de la cafetería en la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad de México, en 1941” externa: Desde el feliz momento, / Ángel de amor, que te vi / Mi corazón te ofrecí / Extasiado y delirante. / Este corazón amante / Late por ti con ternura. / Concédele, virgen pura, / Una mirada amorosa; / La muerte quiero dichosa / O tu amor, bella criatura.”29 Articule usted las letras iniciales.

“Hay piropos chiflados también, que facilitan mucho las cosas; cuando una persona piropea a otra puede hacerlo en broma, pero a veces es bastante serio. También puede haber piropos entre personas del mismo sexo”.30 Para finales de la primera mitad del siglo XX, el piropo se encumbra en las capas sociales, es la época de oro del cine mexicano, con música y letra se escucha en las trasmisiones de radio canciones que lo refrendan.

“Como que te chiflo y sales, dicen unos versos muy populares habilitados de refrán. ...como que te chiflo y sales, como que te hago una seña, como que vas a ‘trair’ leña debajo de los nopales, tú no eres tonta y ya sabes...

Es una exhortación para disimular y fingir indiferencia; conviene aplicarlo en amoríos o si procede el sigilo”.31 La tonada silbada también sirve al hampa para “echar aguas”. De los silbidos subyuga el “fi-fiu” que significa “beautiful”, para decirle hermosa, o maravillosa, a una mujer que parece artista; y bajo la ventana para llamar a la novia que no parece artista con la melodía: “si no sales me voy”.

“El piropo surge de las sociedades que se comunican menos y sustituye a una buena relación amorosa; los jóvenes actuales ya no se piropean como nuestros abuelos. Por los años cuarentas surgió el piropo callejero y audaz, junto con las fiestas populares y el cine amoroso. Los jóvenes de hoy van al grano, o sea que la ausencia de piropos es un avance en la comunicación. Su decadencia lo conduce a medios más eficaces”.32 A última hora, el piropo se transforma en el silencio más fino, en el idioma más sobrentendido, el de las miradas.

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Él: (Connota la mirada de Él, denotada por el embrutecimiento del deseo y la pasión a que lo somete la belleza de la amada, la urgencia de un beso) Ella: (Connota la mirada de Ella, que denota crispación indómita y un dedo en alto, la invitación para que el galán se autosatisfaga como pueda) Lo anterior es porque dejarse besar sin hacerse del rogar y sin romance, es un abuso, y por eso se asevera: Como quien besa / a una mujer dormida, cuando el hecho es cosa fácil de realizar, asevera el refrán.

El trabajo del piropeador es un asunto sencillo de imaginar y difícil de llevar a cabo.

La mujer responde ya sea con un beso o con simpatía el piropo o albur bien echado, del siguiente modo: Muchas gracias por la flor, / ya vendré por la maceta; en caso contrario: ya te devolveré la maceta, en tono de amenaza. Al inculto que profiere en tono libidinoso: ¡Mmmacita!

Ella responde: Macita tienes entre los dientes; o, Macita te voy hacer el hocico de un soplamocos. Al vulgar: Un dos, un dos, un dos, que le marca el ritmo del contoneo. Ella alega: Tu papá y tu mamá, tu papá y tu mamá.33 El origen del piropo es el arrullo amoroso de un hombre hacia y por una mujer, la entonación adecuada expresa sencilla, desnuda, ingenua y sensiblemente el amor sexual en el uso cotidiano, pero con la idea de que exista coincidencia en gustos.

Entre hombres, en albures, se acostumbra hacer participar al otro, diciendo: De ese filo es mi machete.34 Y empiezan los “machetazos” verbales para someter al contrincante haciéndolo pasar por mujer: “Te jeringo el chico”. “Prestas”. “Te voy a dar pero pa´ que andes”. “De a cañón mirando pal peñón”. “Encuerado te entra más”. “Cómo me ves”.

“Si así hueles o es tu loción”. “Si no has visto a rosa la manguera”. “No sólo vi a guillermocostecho”. “En tus lomos”. “Chupe limón”. “Me das miedo”. “Zacoalco le dijo a santiago el chico que no eran peras ni perones sino mis ¿eh?, bien pelones”. “Pa’ tu cena”. “Ahorita me almuerzas”. “No gracias porque es vigilia”. “Va haberchocolatemoreliapresidencial”. “Te vas a lamer hasta...”. “Luego que tu hermana pa’ la cama”. “De a rana”.

“Ora verás que a tu hermana y a la rana pa’ la cama”. “A los nueve meses sabrás”.35 A la respuesta de la mujer se le llama coqueteo, flirteo, mariposeo, insinúo, galanteo o engatuso; y cuando se muestra rejega, el refrán le señala: Como buena mexicana: se queja, se queja, pero se deja.

Al respecto tratan los iberos el tema del modo siguiente: ¡Coqueta: Deme una ligera esperanza y desde mañana seré otro tío! ¡¡Palabra!! / ¡Coqueta! ¿Ese lunar que luce al borde del labio superior es una invitación al mordisco bestial o debe ser saboreado como una golosina? / ¡Por los ojitos de bola que la redondean y los labios jugosos que la sazonan, yo la calificaría de burlona apetitosa! / ¡Es su risa cascabelera, hecha para reír y olvidar!... ¡Qué bien! / Tiene usted más gracia que un estornudo contenido!

La naturaleza sutil del piropo es porque del hombre para la mujer se

concibió el romanticismo, por el cual el varón debe ser cursi, meloso, en síntesis, romántico; la mujer inventó para agradar al hombre, la coquetería; es exageradamente vulgar cuando ambos sexos ostentan dichas cualidades, él es romántico y ella coqueta, advertir a lo mexicano que: Caballo manso, tira a penco; / mujer coqueta, tira a puta; / y hombre honrado, tira a pendejo.

Una gran cantidad de piropos consienten la coquetería: ¡Como corderitos los lleva usted tras su coquetería y todos, tan a gusto! / ¡La ganadora del concurso de la sonrisa pícara! / ¡Tentación! Con sus coqueterías me despierta usted siete malos pensamientos cada semana... ¡y no me conformo! / ¡Anda usted con un aire de entusiasmo que refresca los corazones! / ¡Tiene usted una cara de alegría, que cada vez que la veo creo que es día de fiesta! / ¡No, no; es inútil: Cuanto más sería se pone, más graciosa la encuentro! / ¿Ha nacido usted en El País de las Sonrisas, encantadora? / !Y qué liebre más hermosa he visto hoy, chiquilla!...

Hasta me ha sonreído, igual que usted. / ¡Es tu risa, alegre y juguetona como hecha de burbujas de champaña! / ¡Es usted alegre como la buena sombra que la acompaña!

Es por lo tanto un deber sagrado de la mujer ser coqueta, y del hombre ser cursi, aunque en México algunos lo desaprueban tachándolo de comportamiento infantil: Con los hombres no se juega; / a jugar con las muñecas. Contrario al piropo que apunta: ¡Así me gustan las niñas: que anden como mujeres y jueguen como chiquillas!

En México los hombres ya no pelean por los besos de la prenda amada, a lo mucho se limitan a echar indirectas soeces sin conseguir nada a cambio.

El amor manifestado breve e incisivamente en forma de piropo, tiene una función discursiva cargada, no siempre, de una gran dosis de malicia: el ibero pide: ¡Ingrata: Cuando tenga que pasar por aquí, deje a su “hermanito” en la taberna! El mexicano ofende: Ah, que bonito bagre, / “pa’tan” cochino charco (Casasola) Este piropo va salpicado de envidia contra quien corteja o posee una mujer bella indicando que no la merece, aquél, el ibero, le advierte a la dama que no se ande con párvulos inmaduros habiendo hombres.

La estructura y argumentación del tema no es una exigencia para ayudar al receptor a entender el nivel de comprensión que el piropo requiere, hace falta ver una muchacha bonita de la mano de un feo galán, o las cualidades de la dama para extraer de la locución lo que en verdad declara, lo cual sólo requiere del impacto visual.

De estas pulgas / no brincan en tu petate (Velasco) En el anterior, la mujer hermosa que supera al hombre en condición, y lo sabe, asiente con la mirada: “efectivamente, soy mucho para Usted”.

“Depende de la calidad del piropo, de la intención del mismo, de la intuición de ella para aceptar lo que se le propone o se le dice, etcétera.

Aunque debe saberse que hay mujeres que no aceptan piropos y mucho menos escatológicos, repulsivos; a otras si les satisface y hasta dan lugar para llegar a las máximas consecuencias”.36 La forma del piropo no se diferencia del refrán y del albur cuando conserva “la estructura lógica y métrica de las tradiciones orales”.37 Si bien, el recurso mnemotécnico se conserva de un piropo a otro, como en los siguientes casos, sirve para resaltar el asombro de ver a la hembra tan bien puesta, dispuesta e indispuesta: ¡Ay!, poderoso jorongo, cómo me rozan tus lanas. ¡Ay, amor, cómo me has “ponido”: seco, ñango y descolorido!38 ¡Ay, que taco!, parece almuerzo.39 En el primero es suficiente con poseer una mujer bonita para exclamar un ¡ay! de pasión, en el segundo hace falta un enamorado que venga arrastrando la cobija por el amor mal correspondido para emitir un ¡ay! de dolor, y para el último se requiere una mujer artificial, falsa o muy sofisticada para proferir un ¡ay! de decepción.

23 ¡Ay mamá!, que pan tan duro y yo que ni dientes tengo.

Para explicar este piropo mediante el carácter del mexicano, se requiere del psicoanálisis freudiano debido a la presencia materna.

“En sus piropos, el mexicano demuestra un velado complejo de Edipo, quizás válido para las desavenencias hogareñas consecuencia de una sociedad posrevolucionaria y de la inestabilidad familiar. En los hogares mexicanos priva la enseñanza materna y la ausencia paterna cotidiana. De tal manera, el mexicano vuelca sus ‘aficiones’ maternas y las aplica a las demás mujeres: ‘Adiós mamacita linda’, ‘Ay Amalia’, ‘Ay amachita’, ‘Ay amá, con razón te quiere mi apá’, ‘Mamacita, te ves mala para el metate, pero buena para el petate’, etcétera. De ahí que, con frecuencia cuando el mexicano se casa y no puede ser hijo auténtico de su esposa, se vuelve ‘entenado’ de su hogar y le tiene poco amor al mismo”.40 Cuando escuchamos hablar de la madre en la idiosincrasia nacional parece un acuerdo tácito para todos que existen dos tipos de mujer: la mujer y la madre, con su propia naturaleza cada una, siempre distintas, nada tiene que ver una con la otra; no es contradictorio que el refrán diga: Conocí primero madre / que mujer, pues remarca la diferencia en cuanto a la sexualidad, la primera es única, la segunda se conoce en cualquier parte; en cuanto al respeto, que debería ser el mismo para todos, se hace notar en la siguiente petición: Cuando de mujeres se hable, / recuerda que vienes de madre. Otro acuerdo tácito son las cosas que valen y deben defenderse, para lo cual el sexo masculino nunca alcanzará esta dilatación literaria en la conciencia de los mexicanos: Con la madre y con la patria, / contra todo y contra todos: / con razón y sin ella.

Para entender aún más la diferencia entre la madre y la mujer cualquiera, en cuanto al beso de la primera el diálogo del dramaturgo expresa: Un beso de madre, guarda muchas honras de mujer (Marquina y Hernández Catá); y de la deshonra de la mujer otro afirmará: Pero el beso de otro ¿quién podrá borrarlo? (Víctor Hugo. Marion Delorme) “El piropo es el inicio de un juego amoroso, aunque no siempre forme parte de un requiebro. Más bien es la expresión de una frustración toda vez que el piropo, siendo agresivo, tiene pretensiones inalcanzables. El piropo es un recurso decadente del juego amoroso, y en ocasiones, para lograr su cometido, elogia valores no existentes, como decir a una mujer algo desgarbada y humilde que es más hermosa que Brigitte Bardot.

Representa una expresión machista y un dudoso valor en la educación humana”.41 Para la mentalidad mexicana se dice “tan hermosa como María Félix”, quien tenía las piernas cortas, las caderas mal puestas y el tronco largo, a pesar de fulgurar en ella un rostro tan especial.

En conclusión, el funcionamiento del piropo en el contexto del beso y de la vida cotidiana ilustra los procesos de estructuración de los modos de ser, no sólo del mexicano, de la humanidad.

Los cambios de ideología y las mutaciones culturales a través del tiempo muestran lo artesanal de la sapiencia popular creadora dotada de vida e identidad en dichos, sean frases, refranes, albures o piropos.

La paremiología es saber práctico como ningún otro pues es experiencia múltiple y síntesis de las acciones humanas, se manifiesta en el habla social como lucidez a la hora de visualizar y llevar al plano de la enunciación la belleza del sexo opuesto, el piropo, y el refrán al momento de reprender todo exceso. El piropo como fuerza de convicción a la hora de solicitar, o adiestrar a la amada para responder a la petición sexual, o de un beso, luego vendrá el artificio de censurar los resultados en el tono sentencioso de los refranes.42 En general, los dichos son motivo de reflexión, las situaciones en que se halla implicada la vida de la mujer mexicana, apenas dos o tres artificios al respecto, principalmente el beso, la moda, el lenguaje de la Revolución y del hampa, la coquetería y el romanticismo, la madre, etcétera, dejan entrever el diálogo que entabla su existencia con la tradición popular y con la conciencia o estructura cultural, aquella alega que la mujer sirve para ser amada, ésta, la conciencia, asegura que existe para causar problemas.

1. Pierre Jules Théophile Gautier, 1811-1872, escritor francés, en Belén García y José Calles Vales. Citas de amor, p. 87.

2. Lord Byron The first kiss of love en Vicente Vega. Diccionario ilustrado de frases célebres y citas literarias.

3. Armando Jiménez en Antonio Salgado Herrera, Op. cit.

4. Herón Pérez Martínez. “Tradición y oralidad en el refranero mexicano: I. La oralidad paramiológica” en La tradición hoy en día..., pp. 15-70.

5. “El libro de los Cantares de Salomón” en Cipriano de Valera, vers., La Biblia: Antiguo Testamento, p. 480.

6. Connotación: incidencia estilística y semiótica de las palabras para trasmitir una serie de datos complementarios que dotan al discurso de un significado polivalente. Tanto en la literatura escrita como en la literatura oral precede a lo connotado lo denotado.

7. “Homenaje a José Guadalupe Posada” en Armando Jiménez, Picardía Mexicana, pp.

40- 65.

8. José Calles Vales. Refranes, proverbios y sentencias, p. 199.

9. Belén García y José Calles Vales. Op. cit., p. 60.

10. Beso, en Vicente Vega. Diccionario ilustrado de frases célebres y citas literarias.

11. Nelson Rodríguez. Historias breves en La Jornada semanal, no. 228, 18 de julio de 1999.

Nelson R. (1912-1980) es uno de los fundadores de la nueva literatura brasileña y uno de los escritores más polémicos de su tiempo.

12. A. Jiménez. Dichos y refranes de la picardía mexicana, p. 15.

13. José Gobello. Letras de tango, pp. 177-178. Chamuyo: palabrería que tiene el propósito de impresionar o convencer. Garabitaje y reaje especifican la gente baja entre las que se crío la susodicha.

14. Fernando de Aragón. Libro de oro de la canción, p. 28.

15. Heráclides D’ Acosta. Poesías voluptuosas: antología, 2a ed., Leda, México, [s. f.]

16. Armando Jiménez en Salgado Herrera. Op. cit., p. 11.

17. Realizar una relación sexual dentro de un auto estacionado.

18. Gustavo Vargas Martínez [entrevista] en Salgado Herrera. Op. cit., p. 12.

19. José Calles Vales. Op. cit., p. 191.

20. “Qué es una mujer” en Otilia Meza. Breve estudio sobre la mujer Mexihca, p. 17.

21. Mariana Hidalgo. La vida amorosa en el México antiguo, pp. 46-47.

22. Octavio Paz, Sor Juana Inés de la Cruz o Las Trampas de la Fe, pp. 255 y 256.

23. Pablo González Casanova. “La sátira popular” en Ernesto de la Torre Villar. Lecturas Históricas Mexicanas, t. V, p. 440.

24. Ibídem.

25. Ibídem., p. 443.

26. Luis Rubluo Islas. El Album de Rosario, pp. 23-34.

27. Arturo Langle. Vocabulario, apodos, seudónimos, sobrenombres y hemerografía de la Revolución, p. 120.

28. “Partes del cuerpo” en Arnulfo D. Trejo. Diccionario etimológico latinoamericano del léxico de la delincuencia, pp. 124-132.

29. Armando Jiménez. Primicias... p. 131.

30. Armando Jiménez en Salgado Herrera. Op. cit., p. 12.

31. Miguel Velasco Valdés. Refranero Popular Mexicano, p. 40.

32. Gustavo Vargas Martínez en Salgado Herrera. Op. cit., p. 13.

33. Ibídem.

34. Vse, Casasola, quien resalta la diferencia de dichos españoles y mexicanos, en este caso habla de hombres de ideas similares y no de otra naturaleza. Por otra parte, Elmer Homero, contrario al piropo, dice en su Antología de lo impublicable: “Más allá del desahogo ideológico o político, el refrán fue utilizado por el pueblo como ficha de registro de su anecdotario cotidiano salpicado de vicisitudes sin cuento, de apuros económicos, de tropiezos en el amor y la amistad, de complejidades místicas, de inquietudes estéticas, de inhibiciones absurdas y desplantes de machismo inveterado”. El despiporre intelectual, p. 23.

35. Vse. Armando Rodríguez Ramírez. Crónica de los Chorrocientos mil días del Barrio de Tepito, Novaro, México, 1973, p. 80.

36. Ibídem. p. 13.

37. Herón Pérez Martínez. Op. cit., p. 20. Aunque este no se refiere al piropo, nos referimos a lo que apunta de la forma del refrán.

38. Miguel Velasco Valdés. Op. cit., p. 24.

39. José Casasola, explicaciones y comentarios. Dichos y Refranes Mexicanos, pp. 12-13.

En adelante Cfr. José Martínez Pérez, Dichos, dicharachos y refranes mexicanos. Pozos Olivares, Héctor. “La mujer en el refranero mexicano”, en El Sol de Toluca: Suplemento Cultural. Herón Pérez Martínez. “Tradición y oralidad en el refranero mexicano. Armando Jiménez, Picardía Mexicana. Miguel Velasco Valdés. Refranero Popular Mexicano. Darío Rubio. Refranes, Proverbios y Dichos y Dicharachos. Alejandro Gómez Maganda. Como dice el dicho.

40. Antonio Salgado Herrera. Op. cit., p. 11.

41. Gustavo Vargas Martínez en Salgado Herrera. Op. cit., p. 12.

42. Herón Pérez Martínez. Op. cit.

24

Catálogo General de Audioteca

No. CD

ÉPOCA

AUTOR

TÍTULO

1.

Edad Media

Anónimo

Música de las cruzadas/ La batalla

2.

Edad Media

Anónimo

Alfonso X “El sabio” Cantigas de Santa María / Música del tiempo del Decamerón de Bocaccio

23.

Barroco

MarcAntoine Charpentier

Te deum

24.

Barroco

Varios

Antología de Música Barroca

25.

Clasicismo

Wolfgang Amadeus Mozart

Sinfonías 40 & 41 “Júpiter”

26.

Clasicismo

Wolfgang Amadeus Mozart

Requiem/ Laudate dominum

3.

Edad Media

Juan de Enzina

Romances y villancicos

4.

Edad Media

Anónimo

La dama inglesa/ Ilusión de amor

5.

Edad Media

Juan Cabanilles

Órganos de Daroca y Toledo/ Monodia cortesana medieval.

27.

Clasicismo

Franz Danzi

Conciertos para flauta

6.

Renacimiento

Anónimo

Música renacentista para arpas.

28.

Clasicismo

Sinfonías 1 & 7

7.

Renacimiento

Anónimo

Música francesa del siglo XVII

Ludwig Van Beethoven

8.

Renacimiento

Anónimo

Música renacentista para violas

29.

Clasicismo

Conciertos para violín 1 & 4

9.

Renacimiento

Anónimo/ John Dowland

Música en la obra y el tiempo de Shakespeare/ Piezas para laúd

Niccolo Paganini

30.

Romanticismo

Frederic Chopin

Los nocturnos 1

10.

Renacimiento

Anónimo / John Dowland

Espíritu barroco/ Piezas para láud

31.

Romanticismo

Frederic Chopin

Los nocturnos 2

32.

Romanticismo

11.

Barroco

Johann Sebastián Bach

Obras para clavicordio

Johannes Brahms

Concierto para piano y orquesta/ obertura festival académico

33.

Romanticismo

Johannes Brahms

Conciertos para violín

12.

Barroco

Johann Sebastián Bach

Obras para órgano

34.

Romanticismo

Gabriel Fauré

Requiem

Barroco

Johann Sebastián Bach

Sonatas completas para flauta

35.

Romanticismo

13.

Antonin Dvorák

Sinfonía del nuevo mundo/ Concierto para violoncello

36.

Romanticismo

Claude Debussy

Preludio a la fiesta de un fauno/ Rapsodia 1 para clarinete y orquesta

37.

Romanticismo

Gustave Mahler

Sínfonía 4

38.

Romanticismo

Peter Chaikovsky

Sinfonía No 5/ Vals de la bella durmiente

39.

Romanticismo

Richard Wagner

Obertura Tannhäuser/El anillo de los nibelungos/ Obertura del buque fantasma

40.

Romanticismo

Richard Wgner

Preludios y Oberturas

41.

Impresionismo

Manuel de Falla

El sombrero de tres picos/ El amor brujo/ Canciones populares

42.

Impresionismo

Eric Satie

Los primeros trabajos para piano

43.

Impresionismo

Maurice Ravel

Dafnis y Cloé/ Bolero

44.

Impresionismo

Maurice Ravel

Obras para piano

45.

Siglo XX

Varios

Música española para guitarra 1

46.

Siglo XX

Varios

Música española para guitarra 2

47.

Siglo XX

Serguei

Conciertos 3 & 2 para piano y orquesta

48.

Siglo XX

Igor Stravinsky

La consagración de la primavera

49.

Siglo XX

Anton Bruckner

Sinfonía 9

50.

Siglo XX

Edward Elgar/ Gustav Holst

Variaciones para aorquesta sobre un tema original “Enigma”/ Los planetas

51.

Siglo XX

Arthur Honegger

Sinfonía 2 & 3

14.

Barroco

Johann Sebastián Bach

La pasión según San Mateo

15.

Barroco

Johann Sebastián Bach

Las cuatro piezas para laúd

Johann Sebastián Bach

Suites para violoncello

16.

Barroco

17.

Barroco

Johann Sebastián Bach

Conciertos de Brandemburgo 1

18.

Barroco

Johann Sebastián Bach

Conciertos de Brandemburgo 2

19.

Barroco

George Friedrich Andel

Música acuática/ Música para juegos de artificio

20.

Barroco

George Phillipp Telemann/ Johann Nepomuk Hummel/ Antonio Vivaldi

Suite No1/ Concierto para trompeta/ Concierto para cuerdas y órganoConcierto para violonchello- concierto para dos flautas

21.

Barroco

Antonio Vivaldi

Conciertos para cuerdas y viento

22.

Barroco

Arcangello Corelli

Conciertos

52.

Siglo XX

Olivier Messiaen

Meditaciones sobre el misterio de la Santísima Trinidad

53.

Siglo XX

Bela Bartók

51 dúos para violín

54.

Siglo XX

Ralph Vaughan Wiliams

Sinfonías 4 & 6

55.

Siglo XX

Henrik Górecki

Sinfonía 3

56.

Siglo XX

György Ligeti

El proyecto Ligeti/ Aventuras

57.

Siglo XX

Michael Tipett

Concierto para cuerdas/ Fantasía/ Danzas rituales

58.

Siglo XX

Toru Takemitsu

Escucho al agua soñando (I hear the water dreaming)

59.

Siglo XX

Einojuhani Rautavaara

Sinfonías 1, 2 &3

60.

Siglo XX

Wolgang Rimh

Jagden und formen/ Tríos

61.

Siglo XX

Arvo Pärt

Alina

62.

Siglo XX

Heitor VillaLobos

Canciones “Vistas y miniaturas”

63.

Siglo XX

Varios

Música de las américas (guitarra)

64.

Siglo XX

Heitor VillaLobos

Bachianas brasileiras

65.

Siglo XX

Agustín Barrios Mangoré

Piezas/ La cateral

66.

Siglo XX

Varios

Música latinoamericana (piano)

67.

Siglo XX

Leo Brouwer

Quinteto para guitarra y cuarteto de cuerdas/ Aires y temas populares cubanos/ Canticum/ Sonata

68.

Folclórica

Varios

Canciones galegas/ Música de toros

69.

Folclórica

Varios

Canciones tradicionales de Irlanda

70.

Folclórica

Varios

Las misteriosas voces de Bulgaria/ Música de Turquía

71.

Folclórica

Varios

Música de la India/ El proyecto AfroIndio

72.

Folclórica

Varios

Cantos de la gente de Rusia

73.

Folclórica

Varios

Música tradicional de Japón/ Música China de Flauta de bambú

74.

Jazz

Charlie Parker

Antología

75.

Jazz

Django Reinhardt/ Charles Mingus

Noches de Saint-Germain-Des Pres/ The very best

76.

Jazz

John Coltrane/ Miles Davis

A love supreme/ Ballads & Blues

77.

Jazz

Chet Baker

Broken Wing

78.

Jazz

Keith Jarret

La scala

79.

Flamenco /Cante Jondo

Varios

Grandes cantaores de flamenco

Fuente: David de la Torre Cruz, Damaris Becerril Pérez y Juan Carlos Vázquez. El material fue donado a la biblioteca por el Dr. Marco Antonio Urdapilleta Muñoz.

25

Ungaretti: humanismo, poesía, memoria y olvido.

El humanismo es fe, casi exclusiva, en la inmortalidad de la obra humana, en el inmortal momento de perfección de una civilización, de una lengua; es impaciencia por conquistar la sabiduría y el arte de la antigüedad, inmortalizadoras de una forma gracias al soplo que le infundía el hombre. ******** La experiencia poética es exploración de un particular continente del infierno, y la realización del acto poético provoca y libera, a cualquier costo, la sensación de que sólo en la poesía es posible buscar y encontrar la libertad. Continente de infierno, he dicho, a causa de la singularidad de la sensación de no ser como los otros, sino algo aparte, como un condenado, como bajo el peso de una responsabilidad especial: la de descubrir un secreto y revelarlo a los demás. La poesía es descubrimiento de la condición humana en su esencia, la de ser un hombre de hoy, pero también un hombre fabuloso, como un hombre expulsado del Edén. El verdadero poeta sabe que en su gusto de hombre está prefigurado el gesto de antepasados desconocidos; que es imposible remontar en la sucesión de los siglos y más allá todavía, en los orígenes oscuros. ******** El olvido también forma parte de la memoria; es experiencia que oscurece en nosotros, es nuestra noche interior. El olvido de lo divino testimonia en nuestra memoria un estado de perfección de la naturaleza humana que se hunde en las tinieblas de los tiempos. Una experiencia anterior a nuestra duración personal puede volver, con gran lucidez, a nuestra mente, así como podemos olvidarnos de cosas que nos ocurrieron minutos antes.

Del libro Guisseppe Ungaretti: ensayos literarios. (trad. Guillermo Fernández) UNAM. México, 2000.

Universidad Autónoma del Estado de México.

Dr. en A. P. José Martínez Vilchis.

Rector.

M. en Com. Luis Alfonso Guadarrama Rico.

Secretario de Docencia.

Dr. en C. A. Carlos M. Arriaga Jordán Secretario de Investigación y Estudios Avanzados M. en C. Eduardo Gasca Pliego Secretario de Rectoría Dra. en Ed. Lucila Cárdenas Becerril Secretria de Difusión Cultural M. en E.I Román López Flores Secretario de Extensión y Vinculación Ing. Manuel Becerril Colín Secretario de Administración M. A. S. S. Felipe González Solano Secretario de Planeación y Desarrollo Institucional

Facultad de Humanidades M. en H. Miguel Ángel Flores Gutiérrez Director Lic. en H. Magdalena Pacheco Régules Subdirectora Académica C. P. Abraham De la Colina Mercado Subdirector Administrativo Diseño y edición Lic. en Letras Martín Mondragón Arriaga Lic. en C. Roberto Sverdrup Viniegra Estud. en CID Luis Daniel Cruz Monroy Tlamatini es una publicación cuatrimestral de los Departamentos de Educación Continua y Comunicación Humanística, con un tiraje de 1000 ejemplares. Paseo Tollocan esq. Paseo Universidad, Ciudad Universitaria.

Los Alumnos que deseen colaborar para Tlamatini, reseñando libros editados por la universidad o cualquier editorial estatal y los que quieran realizar trabajo periodístico, solicitar información en los departamentos de Educación Continua y Comunicación Humanistica, ubicados en el edificio A, cubículo 6 y en la sala de computo de Posgrado, respectivamente.

Mtro. Alfredo Peruyero Sánchez 1968/1972

Dr. Alberto Saladino García 1986/1990

Mtro. Javier Beltrán Cabrera 1998/2002

Dra. Josefina Vélez Orozco 1965/1968

Mtro. Eugenio Núñez Ang 1982/1986

Mtro. Gerardo Meza García 1997/1998

Mtro. Miguel Ángel Flores Gutiérrez 2002/2006

Lic. Jenny Lilia Gómez González 1990

Dr. Joaquín Francisco Zaballa Omaña 1972/1977

Dr. Herminio Núñez Villavicencio 1978/1982

Dr. Edgar Samuel Morales Sales 1994/1997

Dr. Manuel Velázquez Mejía 1977/1978

Mtro. Ruperto Retana Ramírez 1990/1994

Directores de la Facultad de Humanidades

26

Ciclo inmarcesible: Reseña Juan Rulfo: silencio de la palabra.

Antes que una inmersión en el infierno o una restitución del mito bíblico de la caída, encuentro en ella, (…) la reelaboración de una antigua creencia popular.: la de las ánimas en pena.

Evodio Escalante

El misterio envuelve al silencio de los hombres y lo deja atrapado en los intersticios de la palabra; ávido viandante observa el nacimiento de los humanos seres y los toma, los hechiza y les niega la emancipación de todo lo que sea vida. Entonces, dan tumbos en el tráfago de la historia; padecen de miseria cuando los movimientos sociales o armados les extirpan las esperanzas, las ilusiones o a los seres amados; tratan de aullar pero apenas un balbuceo emiten; nada les pertenece, y, buscan de donde asirse, y cómo tejer la existencia en la tierra.

Pocos lo logran: algunos necesitan de muchas batallas para ganarle a la parca; otros saben del valor de la brevedad poética; son estos los que enmudecen a la historia; los que identifican al silencio y envuelven al misterio con un cúmulo de enigmáticas palabras, con trozo de hialina narrativa, con unas cuantas cuartillas que causan arcadas al espíritu.

En esa tesitura se halla la narrativa de Rulfo: todo nace y se reintegra en el vacío; toda palabra calla lo que en el discurso se grita; todo ser representa una tipología humana que refracta la necesidad de los hombres por el silencio del espíritu al abrigo de la sinfonía del sentido.

Porque hablar de la vida, de una vida que encierra todo el dolor del hombre resulta no sólo histriónico sino enloquecedor, mucha más rascar en los recovecos de otras vidas a la espera de nuevos elementos que reconstruyan la imagen del hombre público o del literato o del poeta; y doblemente de orates vincular la existencia del escritor a los enunciados de los personajes, de las narraciones o a las acotaciones del narrador.

Así, todo intelectual sabe que la narrativa Rulfiana no se la puede comprender sino al abrigo del entendimiento del significado del silencio en todas sus formas y significantes que aparece en las voces de la novela Pedro Páramo o del libro de cuentos El llano en llamas, pues aquéllas –las voces- refractan un universo donde los humanos seres deambulan por la ficción.

En ese tenor, el libro de Alberto Vital, Juan Rulfo, publicado por CONACULTA, resulta una visita obligada para estudiantes perezosos que buscan información inmediata; también es una herramienta bien pensada y construida porque resulta el pontífice hacia otros materiales biográficos del autor, creador de Susana San Juan.

En otras palabras, Vital entrama el universo narrativa en lo circunstancial: desde la brevedad y la precisión narrativa, pasando por los datos que bruñeron el carácter del escritor Jalisiense, hasta la videncia y canonización del poeta, el libro Juan Rulfo resume la tematología de la que se sirve el silencio para transgredir tiempo y espacio literarios: la memoria, el erotismo inconsciente, la religiosidad desesperada, la guerra cristera, la educación huera, entre otros.

Muchos críticos literarios o ensayistas han tratado de enunciar la última palabra de la narrativa Rulfiana, no es el caso de Alberto Vital, porque al contrario de los canónicos, el escritor teje los elementos necesarios para el acercamiento del lego a la novelística del Universo de Comala, ya con la redacción de los argumentos de

27 los cuentos, ya con afirmaciones contundentes y clarificadoras, ya con la precisión de los datos históricos, ya con una tipología de los personajes.

Con Vital los lectores se enteran de las diferencias en las técnicas narrativas Rulfianas o de las maestros literarios de ésta, o de las dificultades pedestres por las que atravesó en vida el autor de Diles que no me maten, o las humanas diferencias de los personajes de ficción. Todos los argumentos suficientes para que el lector lea o relea Pedro Páramo, bajo otra mirada más lógica y osada.

También el lector constata la importancia que la música y la fotografía tuvieron en la creación literaria de Juan Rulfo. Así, Afirma Vital, la diferencia de los claroscuros Rulfo la encontró en el ojo fotográfico, que lo llevó a concebir un mundo rodeado de sombras, por un lado, y, por el otro, el ritmo y la cadencia de la narración los identificó en el oído musical que le permitió entramar un universo de silencios y de pausas donde los personajes hablan no sólo con susurros sino con el silencio del espíritu.

Por ello, la necesidad de visitar el libro Juan Rulfo se vuelve vital, imperante, pues el juego de la razón permite al lector identificar un cosmos narrativo donde lo importante no es la palabra, sino la que existe detrás de la significación del discurso. En esa capacidad de reflexión que sólo los poetas de la prosa encuentran al abrigo de la meditación en el mundo de la ficción literaria. Dice Vital: La fatalidad y el determinismo vuelven inocente al ser humano, porque no lo hace responsable de sus daños. Cada texto de Rulfo tiene una superficie y una suma variable de capas: en la superficie, el fatalismo pesa más entre personajes siempre descentrados o marginados; en las capas, invisibles a simple lectura, se incrustan las secretas razones de los destinos de Rulfiana, aquellos que muy pronto han desembocado en la conformación definitiva de una existencia.

Existencia que sólo se la concibe al momento de la lectura, razón primordial de la búsqueda de los silencios en cada enunciado que los personajes o el narrador construyen, en cada trozo de memoria que los muertos bruñen ayudándose de la palabra poética.

Porque la palabra es poética en Rulfo y Alberto Vital sabe que ésta no se la identifica sino al amparo del silencio de la propia palabra de aquellos seres que se niegan a morir para la historia. Historia que se va entramando no sólo en Pedro Páramo sino en la breve y concisa resolución de toda la narrativa Rulfiana.

Si Rulfo debe ser canónico, no se lo encuentra en las farragosas historias de fantasmas o de ánimas regadas en todo el universo poético de la palabra, no; aquéllas se los identifica por la gran capacidad de síntesis que mete en predicamentos a los lectores acostumbrados a la no reflexión o a los incansables eruditos en busca de la pretensión intelectualoide.

Si existe un mundo detrás del silencio poético, Juan Rulfo lo concibe a la perfección: el significado del silencio lo van construyendo un puñado de almas en busca de la memoria poética y su significación en la historia. Y aquélla –memoria poética- será escuchada por los seres que estén dispuestos a Vivir detrás de lo maraña discursiva de lo inefable.

Juan Rulfo, de Alberto Vital, bruñe un crisol primigenio donde los osados podrán escuchar el silencio de la palabra hablado por las ánimas de la ficción literaria. Porque si hay ánimas en pena no son las que aparecen en los textos de Rulfo, si los lectores que no comprendemos el discurso de los muertos, pues detrás del mundo yermo lo poético la da sentido al silencio del mundo Rulfiano. mma Alberto Vital, Juan Rulfo. CNCA. México, 2003

28

Reglamento del Comité Editorial de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM)

Propósitos

Capítulo primero

Artículo 1. El Comité Editorial de la Facultad de Humanidades de la UAEM es un órgano técnico que tiene la responsabilidad de velar por la calidad académica de las publicaciones de la propia Facultad, y de sugerir a sus consejos Académico y de Gobierno la política editorial a seguir.

Integración

Capítulo segundo

Artículo 2. El Comité Editorial estará integrado por un coordinador, elegido por el Director de la Facultad de Humanidades; por un representante de cada uno de los programas académicos de la Facultad, quienes estarán tres años en el cargo; por el director de cada una de las publicaciones periódicas de la Facultad, y por un representante de la Licenciatura en Letras Latinoamericanas de la Unidad Académica Profesional de Amecameca. Todos ellos con voz y voto. También participarán el Subdirector Académico y el Coordinador de Difusión Cultural, quienes sólo tendrán voz.

Artículo 3. En los casos no contemplados en este reglamento, el Comité Editorial tomará las decisiones preferentemente por consenso. Cuando éste no se alcance, la decisión se tomará por mayoría simple, en cuyo caso, y de ser necesario, el voto del Coordinador será de calidad.

Artículo 4. Para reformar este reglamento se requerirá de dos tercios de los votos del Comité Editorial, así como de la correspondiente aprobación de los consejos de la Facultad.

Artículo 5. Todos los miembros del Comité Editorial deberán reunir los siguientes requisitos: ser profesores o investigadores definitivos de la Facultad, así como tener como mínimo estudios de maestría y obra publicada. Cuando en un programa académico de la Facultad no haya quien cumpla con la totalidad de estos requisitos, se elegirá como representante a la persona que tenga el perfil más parecido al mencionado.

Artículo 6. El nombramiento, la sustitución y la renovación de los representantes académicos ante el Comité Editorial se hará mediante la propuesta de una terna por parte de los claustros de profesores de cada programa académico. Dicha terna será cursada al Consejo Académico de la facultad para que éste tome la decisión final, la cual será enviada al Consejo de Gobierno de la Facultad para su aprobación definitiva.

Artículo 7. La comunicación formal a los miembros del Comité Editorial, con respecto a su nombramiento, se hará por escrito a través de la instancia correspondiente: el Director de la Facultad en su calidad de presidente de los consejos Académico y de Gobierno.

Artículo 8. Con el propósito de garantizar la continuidad en el desempeño del Comité Editorial, cada 18 meses se renovará la mitad de los representantes académicos.

Artículo 9. Todos los miembros del Comité Editorial deberán guardar estricta discreción sobre los asuntos que son de su competencia. Su incumplimiento será objeto de las sanciones que imponga el Consejo de Gobierno.

Funciones

Capítulo tercero

Artículo 10. Del Comité Editorial en general: I. Proteger la calidad de las publicaciones que involucren a la Facultad de Humanidades de la UAEM. II. Sugerir políticas para la edición, difusión y comercialización de las obras avaladas por esta Facultad.

III. Proponer a los consejos Académico y de Gobierno de esta Facultad la aprobación de las políticas, las normas y los procedimientos editoriales que se aplicarán a los manuscritos que, para su publicación, pretendan obtener el aval de la propia Facultad.

IV. Avalar, a través de los procesos de dictaminación contemplados en este reglamento, todos los manuscritos que el personal de la Facultad de Humanidades desee publicar como libros, a través de la Coordinación General de Difusión Cultural (CGDC) de la UAEM, o como cuadernos de trabajo, a través de la propia Facultad.

V. Recibir los manuscritos de libros y cuadernos de trabajo presentados por los profesores, alumnos e investigadores de esta Facultad para que sean publicados por la CGDC de la UAEM o la propia Facultad de Humanidades. En todos los casos, los autores deberán entregar a este Comité tres ejemplares completos de su obra, bien presentados y con los datos del autor concentrados en una hoja que sea fácil desprender, con la finalidad de quitarla de los ejemplares destinados a los dictaminadores sin maltratar el texto. Por otra parte, los autores, al entregar su manuscrito al Comité Editorial, podrán poner a su consideración una lista de posibles dictaminadores, indicando con respecto a cada uno de ellos el nombre completo, el grado académico, la pertenencia (o no) al Sistema Nacional de Investigadores, la institución donde trabaja y el cargo que ocupa en ella, teléfono, fax y/o correo electrónico, así como las referencias bibliográficas que demuestren su trayectoria en la investigación sobre temas afines al de su manuscrito.

VI. Recibir y avalar manuscritos de libros y cuadernos de trabajo presentados para su publicación por profesores e investigadores sin vínculos laborales con la Facultad. En estos casos, en relación con los cuales se recomienda la coedición, los autores deberán pertenecer a una institución vinculada con nuestra Facultad, así como proporcionar a nuestro Comité sus datos personales (nombre completo, institución donde trabaja, cargo en la misma, área de especialización, grado académico, pertenencia al Sistema Nacional de Investigadores, teléfono, fax y/o correo electrónico) y un currículum breve que haga énfasis en las publicaciones.

VII. El Comité Editorial también podrá encargarse del proceso de dictaminación de los originales de libro que le remita la CGDC de la UAEM u otros organismos de esta Universidad, siempre y cuando traten sobre temas vinculados con los programas académicos impartidos en la Facultad de Humanidades y tales organismos respeten el sentido de los dictámenes que les envíe nuestro Comité.

VIII. En el caso de las coediciones en las que participe nuestra Facultad, acordar con las otras instituciones cómo se distribuirá el

proceso de dictaminación, los costos, los derechos, los créditos y los ejemplares.

IX. Organizar y supervisar el proceso de dictaminación de manuscritos de libros y cuadernos de trabajo.

X. Designar a los dictaminadores de los manuscritos sometidos a su consideración.

XI. Determinar, con base en los dictámenes, si los trabajos académicos están en condiciones de ser publicados.

XII. Dirimir, en última instancia, los casos de controversia que se presenten en el proceso de dictaminación, tomando en cuenta los puntos de vista de los dictaminadores y del autor.

XIII. Supervisar el funcionamiento de las publicaciones periódicas de la Facultad.

XIV. Aprobar los reglamentos relacionados con las publicaciones periódicas de la Facultad y turnarlos a los consejos Académico y de Gobierno para su aprobación definitiva.

Artículo 11. Del Coordinador del Comité Editorial: I. Coordinar las tareas del Comité Editorial.

II. Convocar y coordinar las sesiones del Comité Editorial.

III. Elaborar el orden del día de las sesiones del Comité Editorial y comunicar por escrito al Director de la Facultad los principales acuerdos a los que se llegaron en ellas.

IV. Solicitar los dictámenes por escrito y, si se vence el plazo que se indica en la solicitud para entregar el dictamen, comunicárselo al dictaminador.

V. Recibir los dictámenes y proporcionar a los dictaminadores las constancias correspondientes.

VI. Enviar a los autores el contenido de los dictámenes recibidos acerca de su texto.

VII. Cuando haya concluido satisfactoriamente el proceso de dictaminación, comunicar al Director de nuestra Facultad (mediante un oficio al que se anexarán los contenidos de los dictámenes correspondientes) que el original de libro fue dictaminado positivamente, con la finalidad de que el Director adjunte tales documentos a la requisición que, por su parte, turna a la CGDC para que se proceda a la publicación. Este comunicado será acompañado, además, por un disquete (en Word) y un ejemplar impreso de la obra, los cuales serán proporcionados por su autor.

VIII. Informar al resto del Comité Editorial de las solicitudes de dictamen enviadas, de los contenidos de los dictámenes recibidos (guardando siempre el anonimato de los dictaminadores) y de los trámites realizados ante el Director de la Facultad o cualquier otra autoridad.

Tipos de publicaciones

Capítulo cuarto

Artículo 12. Las publicaciones promovidas y avaladas por la Facultad podrán ser editadas por la propia Facultad o por la Coordinación General de Difusión Cultural (CGDC) de la UAEM. Artículo 13. Las publicaciones editadas por la CGDC, a propuesta de la Facultad, serán de dos tipos: libros y publicaciones periódicas que hayan obtenido cierto relieve, como Contribuciones desde Coatepec.

Artículo14. Las publicaciones editadas por la Facultad serán, asimismo, de dos tipos: cuadernos de trabajo y publicaciones periódicas. Los cuadernos de trabajo incluirán resultados de investigación (cuando se trate de tesis, o de trabajos originalmente largos, se reducirán para que sólo incluyan sus partes más

relevantes, sin demérito, obviamente, de la claridad y la coherencia que debe ostentar todo texto), materiales docentes, memorias de congresos internos o regionales organizados por la Facultad, antologías de homenaje y traducciones selectas. Las publicaciones periódicas editadas por la Facultad consistirán preferentemente en anuarios relacionados con los programas académicos impartidos en la Facultad. Los criterios empleados para seleccionar los trabajos publicados en tales anuarios serán establecidos, de manera explícita, por las academias o los claustros de profesores correspondientes, sin detrimento de su debida calidad académica.

Artículo 15. Tanto los libros como los cuadernos de trabajo podrán ser coeditados con otras instituciones u organismos. Para que esto se materialice, se debe acordar previamente cómo se dividirán las partes involucradas el proceso de dictaminación, los costos, los créditos y los ejemplares.

Dictaminación

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Capítulo quinto

Artículo 16. Cada original de libro o cuaderno de trabajo recibido por el Comité será evaluado por dos dictaminadores, los cuales serán designados, de común acuerdo, por dos miembros del Comité Editorial: el coordinador y el representante del programa académico de la Facultad más relacionado con el tema del manuscrito en cuestión. Ambos deben guardar total reserva sobre la identidad de los dictaminadores elegidos. Los dictaminadores deben ser especialistas en el tema al que se refiera el manuscrito.

Artículo 17. Los originales de libro elaborados por el personal de la Facultad que se presenten para ser editados exclusivamente por la CGDC, serán evaluados por dos dictaminadores externos, sin vínculos laborales ni familiares con la Facultad.

Artículo 18. Los originales de los cuadernos de trabajo elaborados por el personal de la Facultad serán evaluados por un dictaminador de la Facultad y otro externo a ella. En la solicitud escrita que el Comité haga para que se realicen estos dictámenes, se indicará el tipo de trabajo del que se trata.

Artículo 19. En las coediciones, cada una de las instituciones participantes recabará un dictamen.

Artículo 20. Los manuscritos enviados por la CGDC a nuestra Facultad, para que su Comité Editorial se encargue de coordinar el proceso de evaluación correspondiente, podrán ser dictaminados por profesores o investigadores de la mencionada Facultad.

Artículo 21. Las solicitudes de dictamen se harán por escrito. En ellas se mencionarán los cuatro posibles resultados del dictamen: aprobado sin cambios, aprobado con sugerencias, aprobado condicionado a la realización de ciertos cambios o rechazado. En estas solicitudes, en donde el autor del manuscrito permanecerá anónimo, se señalará un plazo de 30 días para enviar el dictamen.

Artículo 22. Se hará del conocimiento de los dictaminadores los siguientes criterios de evaluación: I. Precisión conceptual, rigor argumentativo y exposición suficientemente completa de los temas tratados en cada parte del trabajo (por supuesto, entre tales temas se incluyen las interpretaciones), así como coherencia entre dichos temas.

II. Información y bibliografía pertinentes, suficientes y actualizadas.

III. Aportación académica en relación con el estado de la cuestión, en orden a extender, verificar, corregir o aplicar el conocimiento.

En su caso, planteamiento riguroso de los problemas que suscite el objeto de estudio y contribución personal para aclararlos.

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En cuanto a los textos de divulgación, no se les puede exigir que tengan propiamente aportación, pero se podrá señalar sus ventajas e inconvenientes frente a textos similares.

IV. Redacción: se valorará principalmente la claridad o inteligibilidad y la coherencia, lo que involucra la ortografía (empleo correcto de las letras y de los signos auxiliares de la escritura), la morfología (referida a la forma de las palabras y que previene contra los problemas de concordancia de género, número y persona) y la sintaxis (preocupada por que las relaciones entre las palabras y, sobre todo, entre las oraciones sean lógicas y correctas).

V. Homogeneidad de los modelos utilizados en las citas, notas y bibliografía, los cuales deben coincidir con alguno de los más comunes al respecto.

Artículo 23. Independientemente de sus resultados, los contenidos de los dictámenes serán entregados a los autores, cuidando, por supuesto, que la identidad del dictaminador permanezca anónima.

Artículo 24. Para que el Comité Editorial avale la publicación de un manuscrito, se requerirá de dos dictámenes positivos.

Artículo 25. Cuando los resultados de los dos dictámenes sean de aprobado sin cambios, el Comité Editorial avalará de inmediato la publicación del manuscrito.

Artículo 26. Cuando los dos dictámenes rechacen la publicación del manuscrito, ésta será rechazada por el Comité Editorial.

Artículo 27. Antes de continuar con el proceso, siempre que alguno de los dos dictámenes sea de aprobado con sugerencias o aprobado condicionado a la realización de ciertos cambios, el Comité esperará la respuesta escrita del autor de la obra con respecto a las observaciones hechas en tales dictámenes. En este escrito el autor contestará de manera sistemática dichas observaciones, detallando los cambios realizados en su texto respecto a las sugerencias o condiciones que le hayan parecido adecuadas y argumentando su inconformidad con aquellas con las que no esté de acuerdo.

Artículo 28. Cuando el resultado de un dictamen sea aprobado sin cambios o aprobado con sugerencias y el del otro sea de rechazo, el Comité designará un tercer dictaminador, siempre y cuando el autor argumente su disconformidad con el dictamen que rechazó su obra.

Artículo 29. Cuando uno de los dictámenes rechace la publicación y el otro la apruebe de manera condicionada, para que el Comité Editorial designe un tercer dictaminador, el autor deberá hacer las correcciones oportunas para obtener la aprobación del dictaminador que condicionó la publicación de la obra.

Artículo 30. Cuando los dictaminadores que hayan condicionado la publicación de un manuscrito emitan un nuevo dictamen, el Comité Editorial sólo tomará en consideración lo relacionado con las objeciones mencionadas en su primer dictamen.

Artículo 31. Cuando los dos dictámenes aprueben de manera condicionada la publicación, el autor deberá atender, por lo menos, algunas de las condiciones que se le hayan hecho, y el Comité Editorial solicitará a ambos dictaminadores un nuevo dictamen.

Artículo 32. Cuando el resultado de un dictamen sea aprobado sin cambios o aprobado con sugerencias y el del otro sea condicionado, el Comité Editorial, dependiendo de la respuesta del autor, optará entre dos soluciones. Si el autor argumenta por escrito un rechazo global al dictamen condicionado y su argumentación le parece convincente al Comité Editorial, éste designará un tercer dictaminador. Si el autor considera oportuno atender las objeciones del dictamen condicionado, el Comité

editorial, una vez recibido el texto corregido, solicitará un nuevo dictamen del dictaminador que condicionó la publicación de la obra.

Artículo 33. No se recomendará la publicación de ningún original de libro escrito exclusivamente en un idioma diferente del español.

Artículo 34. Las traducciones, vertidas totalmente al español o en formato bilingüe, se someterán a un doble dictamen: uno sobre la calidad de la obra que se tradujo y su pertinencia, y el otro sobre la calidad de la traducción.

Artículo 35. Cuando se presente para su publicación un trabajo que haya sido premiado en algún concurso nacional o internacional y haya sido dictaminado por jurados especializados, estará exento de dictaminación. En el caso de concursos estatales o locales el Comité Editorial resolverá lo conducente.

Sesiones

Capítulo sexto

Artículo 36. A convocatoria de su Coordinador, el Comité Editorial celebrará sesiones ordinarias y extraordinarias como sigue: I. las ordinarias tendrán lugar cada 60 días, II. las extraordinarias, cuando así se requiera.

Artículo 37. Las sesiones darán inicio puntualmente con el quórum asistente.

Artículo 38. La inasistencia no justificada a tres reuniones continuas por parte de cualquiera de los miembros del Comité Editorial será motivo de baja definitiva.

Capítulo séptimo De los Directores y los Consejos Editoriales de las revistas a las que se refiere el artículo 13 del presente reglamento Artículo 39. Del nombramiento de los Directores y de la conformación de los Consejos Editoriales: I. El Director de la Facultad nombrará a los directores y subdirectores (éstos a propuesta del director de la revista en cuestión) de estas revistas, los cuales ejercerán sus funciones por un periodo de cuatro años, con posibilidad de ser reelegidos, periodo que corresponderá al de la Administración en turno. Los directores y subdirectores de las revistas deberán ser profesores o investigadores definitivos de la Facultad, así como tener como mínimo estudios de maestría y obra publicada.

II. El Consejo Editorial de cada revista estará conformado por un Director, un Subdirector y por académicos relacionados con el tema de la revista, todos ellos con voz y voto. Participará también el Coordinador de Difusión Cultural, quien sólo tendrá voz.

El Consejo Editorial de Contribuciones desde Coatepec estará conformado por un representante de cada programa académico de la Facultad.

III. Los miembros del Consejo Editorial de cada revista, con las excepciones del Director y el Subdirector, serán nombrados por las Academias o Claustros de Profesores de los programas académicos correspondientes, exigiéndose como requisitos que sean profesores o investigadores definitivos de la Facultad, así como tener estudios de maestría y obra publicada. Los nombramientos serán ratificados por el Consejo de Gobierno de la Facultad y tendrán una duración de cuatro años, siendo posible la reelección. En el caso de Contribuciones desde Coatepec, cuando

en un programa académico de la Facultad nadie cumpla con la totalidad de estos requisitos, se elegirá como representante a la persona que tenga el perfil más parecido al mencionado.

IV. En los casos no contemplados en este reglamento, el Consejo Editorial tomará las decisiones preferentemente por consenso.

Cuando éste no se alcance, la decisión se tomará por mayoría simple, en cuyo caso, y de ser necesario, el voto del Director será de calidad.

Artículo 40. Funciones del Consejo Editorial de cada revista: I. Velar por la calidad de la revista.

II. Definir las líneas, secciones y perfiles de la revista, así como su periodicidad.

III. Establecer el formato de la revista y recabar el material gráfico que se considere oportuno.

IV. Recibir los originales de los artículos entregados para ser publicados por la revista. En todos los casos, los autores deberán entregar al Consejo tres ejemplares completos de su texto, bien presentados y con los datos del autor concentrados en una hoja que sea fácil desprender, con la finalidad de quitarla de los ejemplares destinados a los dictaminadores sin maltratar el texto.

Por otra parte, los autores, al entregar su manuscrito al Consejo Editorial, podrán poner a su consideración una lista de posibles dictaminadores, indicando con respecto a cada uno de ellos el nombre completo, el grado académico, la pertenencia (o no) al Sistema Nacional de Investigadores, la institución donde trabaja y el cargo que ocupa en ella, teléfono, fax y/o correo electrónico, así como las referencias bibliográficas que demuestren su trayectoria en la investigación sobre temas afines al de su manuscrito.

V. Organizar y supervisar el proceso de dictaminación de los manuscritos de artículos recibidos.

VI. Designar a los dictaminadores de los manuscritos sometidos a su consideración.

VII. Determinar, con base en los dictámenes, si los artículos están en condiciones de ser publicados.

VIII. Dirimir, en última instancia, los casos de controversia que se presenten en el proceso de dictaminación, tomando en cuenta los puntos de vista de los dictaminadores y del autor.

IX. Sugerir y apoyar las políticas de difusión, distribución y comercialización de la revista.

X. Sugerir y apoyar el ingreso a índices de revistas y catálogos, tanto nacionales como internacionales.

XI. Sugerir y apoyar, conjuntamente con el Coordinador de Difusión Cultural de la Facultad, la participación de la revista en concursos, premios, ferias, etc., tanto nacionales como internacionales; en congresos, presentaciones y exposiciones; así como en todas aquellas actividades que den realce y presencia a la revista.

Artículo 41. Funciones del Director de cada revista: I. Coordinar las funciones del Consejo Editorial, así como las personas que participen en el proceso editorial y administrativo de la revista.

II. Convocar y coordinar las sesiones del Consejo Editorial. Las ordinarias se celebrarán cada 60 días, y las extraordinarias cuando se requieran.

III. Elaborar el orden del día de las sesiones del Consejo Editorial y comunicar por escrito al Director de la Facultad y al Coordinador del Comité Editorial los principales acuerdos a los que se llegaron en ellas.

IV. Solicitar los dictámenes por escrito y, si se vence el plazo que se indica en la solicitud para entregar el dictamen, comunicárselo al dictaminador.

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V. Recibir los dictámenes y proporcionar a los dictaminadores las constancias correspondientes.

VI. Enviar a los autores el contenido de los dictámenes recibidos acerca de su texto.

VII. Informar al resto del Consejo Editorial de las solicitudes de dictamen enviadas, de los contenidos de los dictámenes recibidos (guardando siempre el anonimato de los dictaminadores) y de los trámites realizados ante el Director de la Facultad o cualquier otra autoridad.

VIII. El Subdirector compartirá la responsabilidad de la ejecución de estas funciones con el Director de cada revista.

Artículo 42. Dictaminación I. Cada original de artículo recibido por el Consejo Editorial será evaluado por dos dictaminadores, los cuales serán designados, de común acuerdo, por dos miembros del propio Consejo Editorial (en el caso de Contribuciones desde Coatepec, su Director y el representante del programa académico de la Facultad más relacionado con el tema del manuscrito en cuestión). Ambos deben guardar total reserva sobre la identidad de los dictaminadores elegidos. Los dictaminadores deben ser especialistas en el tema al que se refiera el manuscrito.

II. Los originales elaborados por el personal de la Facultad serán evaluados por dos dictaminadores externos, sin vínculos laborales ni familiares con la Facultad.

III. Las solicitudes de dictamen se harán por escrito. En ellas se mencionarán los cuatro posibles resultados del dictamen: aprobado sin cambios, aprobado con sugerencias, aprobado condicionado a la realización de ciertos cambios o rechazado. En estas solicitudes, en donde el autor del manuscrito permanecerá anónimo, se señalará un plazo de 30 días para enviar el dictamen.

IV. Se hará del conocimiento de los dictaminadores los siguientes criterios de evaluación: a) Precisión conceptual, rigor argumentativo y exposición suficientemente completa de los temas tratados en cada parte del trabajo, así como coherencia entre dichos temas. b) Información y bibliografía pertinentes, suficientes y actualizadas. c) Aportación académica en relación con el estado de la cuestión, en orden a extender, verificar, corregir o aplicar el conocimiento.

En cuanto a los textos de divulgación, no se les puede exigir que tengan propiamente aportación, pero se podrá señalar sus ventajas e inconvenientes frente a textos similares. d) Redacción: se valorará principalmente la claridad o inteligibilidad y la coherencia, lo que involucra la ortografía (empleo correcto de las letras y de los signos auxiliares de la escritura), la morfología (referida a la forma de las palabras y que previene contra los problemas de concordancia de género, número y persona) y la sintaxis (preocupada por que las relaciones entre las palabras y, sobre todo, entre las oraciones sean lógicas y correctas). e) Homogeneidad de los modelos utilizados en las citas, notas y bibliografía, los cuales deben coincidir con alguno de los más comunes al respecto.

V. También se aplicarán los artículos 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31 y 32 del presente reglamento.

VI. Sólo se obviará el proceso de dictaminación cuando los autores tengan prestigio internacional y no trabajen en la UAEM. Aprobado en sesión ordinaria del Consejo de Gobierno de fecha 21 de noviembre de 2001

32 ADDENDAS AL REGLAMENTO CRITERIOS PARA LA PUBLICACIÓN DE ANTOLOGÍAS (ACUERDO 15 DE MARZO DE 2002 Y ADDENDA DEL 25 DE MARZO DE 2003) Las antologías que elaboren los profesores de esta Facultad y que sean remitidas a este Comité Editorial para su dictaminación, y en su caso publicación, deberán cumplir con los siguientes requisitos: a) El material recopilado oscilará entre las 80 y las 160 páginas. b) La antología estará compuesta sólo por lecturas obligatorias en la asignatura a la que pretenda apoyar. c) El material recopilado abarcará todas las unidades del programa de la asignatura en cuestión. Anexar programa de asignatura vigente aprobado por los Consejos y la Aprobación de la Academia respectiva. d) La antología incluirá un estudio introductorio con una extensión mínima de 20 cuartillas, en donde el antólogo indique la asignatura a la que va destinada, justifique su necesidad y la selección realizada, y haga un comentario de cada texto. e) En la portada deberá especificarse que se trata de una “Antología de textos”. Se incluirá también un índice general. f) El compilador de la antología será el responsable de recabar de aquellas publicaciones que así lo requieran, las autorizaciones de las cesiones de derechos de autor y/o editoriales respectivas. Y deberá entregarlas en original a este Comité para proceder a su publicación. g) Cuando se haya superado satisfactoriamente el proceso de dictaminación y en su caso de las autorizaciones respectivas, se deberá presentar el material impreso en papel y en disquete para que se proceda a su publicación.

Asimismo deberá indicarse el soporte en que se desea su publicación: disco compacto (CD) o papel.

(APROBADO EN LA SESIÓN CONJUNTA DE LOS CONSEJOS ACADÉMICO Y DE GOBIERNO DEL DÍA 14 DE JULIO DE 2004) CRITERIOS PARA LA PUBLICACION DE APUNTES DE CLASES (ACUERDO DEL 10 DE SEPTIEMBRE DE 2002 Y ADDENDA DEL 25 DE MARZO DE 2003) Los profesores de la Facultad que remitan a este Comité Editorial para su dictaminación, y en su caso publicación, de los Apuntes de Clase deberán cumplir con los siguientes requisitos: a) Los Apuntes de Clase serán editados en la serie Cuadernos de trabajo por la propia Facultad de Humanidades y, por tanto, serán evaluados por un dictaminador interno y otro externo. b) Los autores desarrollarán todas las unidades, temas y objetivos específicos del programa de la materia respectiva que pertenezca a alguno de los planes de estudio de nuestra Facultad. Anexar el programa de estudio vigente avalado por los Consejos de la Facultad y la Aprobación de la Academia o instancia respectiva. c) El autor deberá indicar en la portada que se trata de Apuntes de Clase.

También incluirá un índice general. d) El autor deberá haber impartido la materia alguna vez. e) En tanto que material de divulgación, les serán aplicables los criterios correspondientes de evaluación del artículo 22 de nuestro reglamento. f) A los dictaminadores se les hará saber que el original se trata de Apuntes de Clase, que serían publicados como Cuadernos de trabajo y que, por tanto, se trataría de un documento de apoyo a la docencia y de circulación básicamente interna. g) Una vez superado satisfactoriamente el proceso de dictaminación, el autor deberá entregar su material impreso en papel y disquete. Además deberá proponer el soporte para su publicación: disco compacto (CD) o papel. Su publicación en papel se hará sin negativos, pues el volumen del tiraje no excederá al doble del número de alumnos que se prevea que se inscribirán en la materia a la que se refieren.

(APROBADO EN LA SESIÓN CONJUNTA DE LOS CONSEJOS ACADÉMICO Y DE GOBIERNO DEL DÍA 14 DE JULIO DE 2004)

CRITERIOS PARA LA PUBLICACIÓN DE MEMORIAS DE EVENTOS (CONGRESOS, COLOQUIOS, ENCUENTROS, JORNADAS, ETCÉTERA) (ACUERDO DEL 25 DE MARZO DE 2003) 1.- Criterios Generales a) Todo evento académico con sede en esta Facultad que quiera publicar sus Memorias deberá estar aprobado por las instancias correspondientes, según el caso: Academias de Licenciatura, Comité de Posgrado, Consejos Académico y de Gobierno, Subdirección Académica, Dirección, etcétera. b) En estos eventos los Comités Organizadores respectivos deberán presupuestar con oportunidad el financiamiento para la publicación de sus Memorias. c) En caso de eventos interinstitucionales o intrainstitucionales, las instancias participantes deberán también compartir los costos de las publicaciones respectivas. d) El financiamiento para las publicaciones podrá obtenerse también de las cuotas de recuperación del evento o del programa de Apoyos Académicos de la Universidad. e) El Comité Organizador de cada evento tiene la autonomía para planear, organizar, seleccionar y dictaminar las ponencias o textos participantes que habrán de publicarse en las Memorias siempre y cuando se ajusten a los mecanismos y requisitos exigidos en el reglamento del Comité Editorial. f) El Comité Editorial de la Facultad de Humanidades avalará dicha selección a través de una carta donde se expongan claramente los criterios y mecanismos de selección que se emplearon y con la presentación de los dictámenes respectivos. g) La entrega del material a publicar deberá estar de acuerdo a lo que señala el Reglamento del Comité Editorial. h) En la portada deberá especificarse la naturaleza de la publicación, iniciando así: Memorias del “X evento, celebrado en...”. Y se incluirá un índice general. i) Los Comités Organizadores enviarán al Comité Editorial de la Facultad una propuesta por escrito acerca del número de ejemplares a publicar, así como su distribución en soporte de disco compacto (CD) y/o papel.

2.- Publicaciones antes del evento j) Los Comités Organizadores respectivos serán los responsables de la presupuestación y la organización de los materiales impresos auxiliares relativos al evento que no requieren ser sometidos al Comité Editorial (trípticos, carteles, programas, resúmenes de ponencias o textos). k) Las Memorias de las ponencias in extenso podrán publicarse antes del evento en soporte de disco compacto (CD) o papel, dependiendo de la programación presupuestal que hayan hecho los Comités Organizadores respectivos, así como de la entrega oportuna de la selección de ponencias con dictámenes positivos.

3.- Publicaciones después del evento l) Los Comités Organizadores respectivos también podrán publicar las Memorias de las ponencias in extenso después de haber concluido el evento en los soportes planeados, siguiendo los criterios exigidos.

4.- Los medios o soportes de publicación m) La publicación en papel requiere de un financiamiento fuerte y específico, por lo que su planeación es indispensable por parte de los Comités Organizadores. n) La publicación en disco compacto (CD) requiere menos presupuesto, pero sí una inversión de tiempo de personal especializado en programas de cómputo específicos. Esto hace necesario no sólo su planeación sino también la entrega oportuna, unido a los criterios exigidos. Sin embargo, para quienes opten sólo por este medio o soporte, la Facultad de Humanidades se compromete a publicar en papel un número limitado de ejemplares engargolados para ponerlos a disposición de los usuarios en nuestra biblioteca.

(APROBADO EN LA SESIÓN CONJUNTA DE LOS CONSEJOS ACADÉMICO Y DE GOBIERNO DEL DÍA 14 DE JULIO DE 2004)