A psychogeografhic guide of Rome 16 maps to get lost

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(Contra Roma futurista)

A Depero, artista inquieto y un poco gamberro, le gustaban los bares como a casi todos los vanguardistas, tema que ha merecido un libro de Antonio Bonet Correa, Los cafés literarios (2012), que demuestra que el café, los bares y las intrigas artísticas han ido de la mano los últimos ciento cincuenta años. El Diavolo fue un encargo de Gino Gori a través de Luciano Folgore, uno de los grandes del futurismo romano y, por que no, de la cultura italiana de entreguerras, como reconocía el propio Ungaretti. Depero realizó la creación de tres ambientes distintos que componían una gran escenografía o una escultura habitable: Cielo, Purgatorio e Infierno. Los muebles tenían la doble influencia de las formas tirolesas y futuristas con formas asimétricas dominadas por el azul, el negro y el rojo. Como artista integral se preocupó por el diseño grafico de los elementos comunicativos. El logotipo es un estilizado diablillo que porta dos tridentes bailoteando con ellos sobre el lema “Tutti all’Inferno!!! Cabaret del Diavolo. Viaggio d’andata e ritorno per l’altro mondo”. No nos extenderemos en los motivos esotéricos del futurismo, que merecerían un capítulo aparte, pero la idea del viaje artístico entre mundos fue algo que sedujo a Depero, Balla y a Luigi Russolo, que acabó siendo un adepto de lo oculto en tierras catalanas. En 1925 el Cabaret Diavolo homenajeó a Marinetti cuando se trasladó a Roma. En su discurso de agradecimiento el pope cargó contra la monarquía y la Iglesia y se volvió a armar en los medios. Volviendo a Depero, se cuenta que para poder sobrevivir durante los últimos años de su vida, cambiaba en su ciudad natal cuadros por comida. El escepticismo de sus paisanos provocó que los Depero comieran poco y que los herederos de sus vecinos no hicieran negocio con la miseria ajena. Pero no estamos aquí para contar tristezas, sino para celebrar la vida, algo que se encuentra en la sensual voluptuosidad romana. Sigamos, pues, con nuestro itinerario por la Ciudad Eterna. Nuestro siguiente punto se detiene en las primeras sedes de uno de los puntos neurálgicos de la actividad futurista a principios de los años veinte, la Casa d’Arte Bragaglia, un lugar de intercambio con la vanguardia internacional. Sostenido económicamente por el laboratorio fotográfico de los hermanos Bragaglia. Los fotógrafos habían escrito Fotodinamismo futurista (1913), un manual de referencia que fue blanco de las críticas de Boccioni. Pero su momento había llegado y su Casa de Arte fue emblemática en sus tres sedes. La primera estuvo ubicada en la via Condotti 21, desde finales de 1918 a junio de 1921. Dedicada principalmente a exposiciones editaron un boletín de novedades, Cronache di Attualità, órgano de difusión de acciones y propuestas teóricas. Lo ecléctico de sus prácticas se observa en sus dos primeras exposiciones: Giacomo Balla y Giorgio de Chirico. Expusieron a dadaístas, novecentistas e incluso algunos pintores de la Secession.

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