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Aspectos Psicológicos de los Cuidados Paliativos: La psiquis al final de la vida
Ps. Graciela Carrasco Cortés *
La enfermedad oncológica produce un quiebre en el paciente y su familia, haciéndolos atravesar un periodo de crisis que está relacionado a una serie de pérdidas, que van desde la salud hasta la vida.
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El paciente oncológico es psicológicamente un sujeto vulnerable, desde el anuncio del diagnóstico pasa a tener el rol de enfermo/paciente hasta su total definición como paciente paliativo. Las pérdidas que atraviesa el paciente son el resultado de las diferentes etapas de la enfermedad y los tratamientos a los que está expuesto (cirugía, quimioterapia, radioterapia).
Al inicio del tratamiento el paciente paliativo debe confrontar los criterios de realidad del proceso de enfermedad, como la pérdida de la imagen corporal, diversos síntomas psicológicos, diferentes tipos y niveles de dolor, hasta llegar de forma concreta a aceptar el rol de enfermo. El paciente debe entonces, decidir si confiar o no en el futuro, estar más o menos esperanzado, utilizando sus recursos internos y sus mecanismos de defensa, en este sentido es muy común que utilice la negación para adaptarse al inicio del diagnóstico, si no logra adaptarse comienza a presentar síntomas de angustia y ansiedad. Al aceptar el rol de enfermo, la negación cae, y aparecen sentimientos de culpa, rabia y pena, entonces el paciente comienza a perder la esperanza de curación, en algunos casos la autonomía funcional y mental, la sensación de dignidad, intimidad y aparecen conflictos con la espiritualidad. Si en esta etapa el paciente no recibe el apoyo psicológico adecuado pueden iniciarse distintos trastornos mentales.
El proceso de adaptación del paciente a un diagnóstico de enfermedad terminal puede ocasionar significativo sufrimiento emocional. A medida que ésta evoluciona, en el paciente aparece un creciente estrés psicológico como consecuencia del impacto emocional del proceso, aflorando respuestas físicas, cognitivas y conductuales como resultado de la percepción de la situación como una amenaza. Estas respuestas de estrés están matizadas por el funcionamiento *Psicóloga de la Salud, Hospital San Martín de Quillota psicofísico del paciente anterior al diagnóstico (estructura de personalidad, preexistencia de otras patologías físicas o mentales), por su entorno sociocultural (concepto internalizado culturalmente sobre cáncer, nivel educacional), por el grado de la información recibida y la forma en que le fue entregada (recibe la información solo o en compañía de familiares), por el tipo de redes de apoyo con las que el paciente cuenta en su entorno inmediato, por los cambios físicos que experimenta debido a la enfermedad o al tratamiento (astenia, caquexia, alopecia, constipación, entre otros), por pérdidas de personas cercanas debidas al mismo diagnóstico, por la etapa del desarrollo vital que atraviesa, por su marco espiritual o religioso, resultando cambiantes en el transcurso del proceso de enfermedad. Es importante comprender el contexto en el que surge la sintomatología psicológica del paciente de cuidados paliativos. Una vez confirmado el diagnóstico se inician una serie modificaciones conductuales y afectivas en el paciente y en su familia. El paciente se vuelve consciente de la gravedad de la enfermedad al observar la aparición de complicaciones físicas, el tratamiento médico prolongado, el aumento más o menos constante de dosis de medicación, por un cambio general en sus condición orgánica, por la alteración de hábitos cotidianos (actividad, dieta, evacuación), por alteración de la calidad del sueño debido a pensamientos de muerte próxima, y por la disminución progresiva de la interacción con otros. Es en este escenario que puede surgir sintomatología depresiva y ansiosa de distinta intensidad. En la esfera depresiva podemos observar baja autoestima (expresa un concepto negativo de sí mismo en verbalizaciones descalificativas “no valgo nada”, “no soy nada”), sentimientos de ineficacia (cree que es un inútil para sí mismo, su familia, la sociedad, no solo piensa que no puede hacer las cosas que antes hacía, sino que no puede hacer nada), sentimientos de tristeza (pérdida o disminución de sentimientos positivos, ausencia de entusiasmo ante actividades, siendo uno de los síntomas más frecuentes y preocupantes para la familia que se siente impotente ante sus manifestaciones), apatía, desesperanza (como falta de esperanza y expectativas positivas ante la vida, su vida presente y futura “ya no espero nada de la vida”), indefensión (expresada en la sensación de que no controla nada en su vida, ni la enfermedad, ni el tratamiento, ni la situación familiar), ideas de culpa (manifestada en autopercepción de que es una carga para su familia). En relación a la sintomatología ansiosa, mayormente aparecen indicadores fisiológicos relacionados a pensamientos catastróficos (tensión muscular, tasa cardiaca elevada, alteraciones de la respiración, presión en el pecho, dolor de cabeza, alteraciones del sueño), temores persistentes y significativos manifestados como miedo a la pérdida de dignidad, miedo a la soledad, miedo a que su vida carezca de sentido, miedo al dolor, a la muerte, incertidumbre sobre qué habrá después de la muerte y preocupación acerca del futuro. Son estos temores los que pueden genera problemas en la comunicación construyendo un muro entre el paciente y su familia, ya que el primero no comunica sus preocupaciones por no molestar y los miembros de la familia tampoco permiten que las quejas se manifiesten, restando importancia a la gravedad de la situación, utilizando la negación como defensa, “no ocurre nada”, e inconscientemente huyen de los propios miedos a enfrentar la realidad.
Bibliografía:
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