Fundamentos de la dignidad humana cap 1 juan louvier

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Capítulo tomado del libro: Fundamentos de la Dignidad Humana Juan Louvier Calderón, 2014, Edit. UPAEP

CAPÍTULO PRIMERO DIGNIDAD Y CONDICIÓN DE PERSONA

El concepto de dignidad. Si buscamos la palabra «dignidad» en dos de los diccionarios más reconocidos -el Diccionario Enciclopédico Espasa y en el de la Enciclopedia Británica- nos encontramos que ambos dicen prácticamente lo mismo: “Dignidad//Calidad de digno// Excelencia, realce// Gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse// Cargo o empeño honorífico y de autoridad”. Lo anterior casi nada nos dice sobre la importancia del concepto. Más breve pero más útil a nuestro propósito, es lo que esos diccionarios refieren sobre la palabra «digno»: “que merece algo”. Este “merecer algo”, aunque sea sumamente vago e insuficiente, apunta ya hacia aquella noción de calidad superior que Kant señalaba: “Lo que tiene un precio puede ser sustituido por cualquier cosa equivalente; lo que es superior a todo precio y, que por tanto, no permite equivalencia alguna, tiene una dignidad.”1 Ciertamente por dignidad debemos entender un valor superior que no tiene precio. Ahora bien en el caso del ser humano ¿tiene él una calidad, un valor que lo haga superior? y ¿superior a qué? Y si es así ¿en qué consiste esa superioridad? Vamos a tratar de responder a estos interrogantes iniciales. Por el simple hecho de haber recibido el ser como humano, cada persona tiene «de por sí» y no dependiente de factores externos, cualidades esenciales que no poseen las piedras, las plantas o los animales; es decir, tiene el valor de ser persona. “Con la palabra «valor» deseamos indicar una realidad positiva e intrínsecamente importante, capaz de proveer el fundamento para una motivación significativa. Los valores (...) son datos cualitativos encontrables en la experiencia.”2 ¿Ese «valor de ser persona» es superior a todo precio y no permite alguna equivalencia? Si es así, por el simple hecho de «ser», cada persona será valiosa (digna) por sí misma y “merecerá algo”: el respeto a lo que «es». La dignidad humana no dependerá entonces de algo extrínseco a la persona, como serían las costumbres, las leyes, los gobernantes o las opiniones. Para confirmar el valor de la persona humana y la dignidad intrínseca correspondiente, vamos a realizar un breve análisis sobre la experiencia que todos tenemos de nuestras cualidades específicas; es decir, de lo que nos distingue. ¿Por qué el ser humano es superior a los demás entes? Los seres humanos tenemos muchas cosas en común con los demás «entes» que existen en el mundo visible. Al igual que las piedras, nuestro cuerpo también está compuesto por innumerables elementos tales como hierro, calcio, fósforo, agua, etc; no en balde el mismo origen semántico de la palabra «hombre» es «humus», «tierra». Pero el hombre es superior a las piedras pues no sólo existe, sino que además tiene vida; al igual que las plantas, nace, crece, se reproduce y muere. Sin embargo el hombre es superior a las plantas en cuanto que la vida biológica humana además de vegetativa es sensitiva; al igual que los animales tenemos instintos (de conservación y sexual) y «sentimos», pues poseemos sentidos (vista, olfato, tacto, oído y gusto) de los cuales carecen los vegetales. Y sin bien muchos animales nos superan en la capacidad de alguno de los sentidos (por ejemplo, los perros nos superan en mucho en oído y olfato, y las águilas en vista) la característica del hombre es tener los sentidos equilibrados (la vista en los perros es muy deficiente, y las águilas lo son en el olfato y tacto). Algunos animales también nos superan en muchas capacidades físicas: las aves pueden volar, y el hombre no; generalmente los cuadrúpedos corren mucho más rápido y mayores distancias que los atletas más destacados; la resistencia de los animales a las inclemencias del tiempo es notoriamente superior a la de los hombres. En el orden físico-material pareciera pues que el ser humano no tiene ninguna superioridad con respecto a los animales.

Nicola Abbagnano. Diccionario de Filosofía. Ed. Fondo de Cultura Económica, México. Segunda edición en español, 1989, p. 324. (Cfr. I. Kant. Fundamentación para una metafísica de las costumbres. A. 77) 2 Rodrigo Guerra López. Afirmar a la persona por sí misma. Ed. Comisión Nacional de los Derechos Humanos. México, 2003, p.100. 1


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