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FIRMA INVITADA A VUELA PLUMA. Emilio Velasco
A vuelapluma / EMILIO VELASCO ¿LA TOLERANCIA, PROHIBIRÁ PENSAR A LA INTELIGENCIA?
La adaptación de este título se corresponde con una profunda reflexión de Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, el insigne escritor filosófico de la Rusia zarista que a finales del siglo XIX decía: “Llegará un día en que la tolerancia sea tan intensa que se prohibirá pensar a los inteligentes para no molestar a los imbéciles”, que me he tomado la libertad de tomar prestada.
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Y viene a cuento este título porque ha llegado a mi poder el trabajo “NO LE SALEN LAS CUENTAS” de un autor contemporáneo,
Rafael Llamas Jiménez, a quien no tengo el placer de conocer pero del que aventuro su vinculación con nuestro sector por la temática de innegable y rabiosa actualidad que protagoniza su acertado poema: Cubierto por su sombrero de paja y bajo un inclemente sol, José repasa con los dedos y no le salen las cuentas. Si yo sembré la semilla y la regué con mi sudor, si le han dado la vuelta al mundo las ruedas de mi tractor... ...ahora el fruto de mi trabajo, se lo lleva otro señor y lo que hoy para mí nada vale, mañana para él triplicará su valor. Desde el sillón de su despacho y ante un simple ordenador, recolecta el fruto de mi labor, esfuerzo y dedicación, ¡Qué poco se valora hoy el trabajo del humilde agricultor!
Qué bien refleja el poema la situación que sufren nuestras gentes del campo que, no nos engañemos, siempre la han padecido porque para el resto de la sociedad, en mayor o menor medida dependiendo de las épocas, siempre han sido “invisibles”. ¿Será que Dostoyevski tenía razón en su reflexión y la imbecilidad humana ha llegado ya a tal grado de estupidez que nos incapacita para reconocer los verdaderos valores de una actividad, –y de las gentes que la desempeñan–, de la que depende la supervivencia misma de la especie? ¿Qué pasaría si no existieran agricultores, ganaderos, pescadores, trabajadores forestales, etc. que nos proveyeran de alimentos y asegurasen nuestro bienestar? ¿Retrocederíamos hasta la aparición de la civilización humana unos 10.000 años antes de nuestra era?
Sería impensable; pero si damos pábulo a las reflexiones del autor de Los Hermanos Karamazov, El Idiota, Memorias del Subsuelo, o de la inmortal Crimen y Castigo, al asegurar que la excesiva tolerancia prohibiría pensar a los inteligentes para no molestar a los imbéciles, y viendo lo que está acaeciendo ahora, me hace pensar que es posible que ese tiempo de equivocada permisividad haya llegado ya; si no, no se entiende el cúmulo de despropósitos que marcan nuestro actual modo de vida, totalmente mediatizado por un sinfín de actuaciones y normativas que, impuestas desde las administraciones públicas con excesiva ligereza dejan de lado los intereses de muchos para favorecer solo a unos pocos. Esto es algo que se pone especialmente de manifiesto en el caso de las gentes del medio rural nacional y que está auspiciando numerosas protestas por parte de nuestros agricultores y ganaderos principalmente que vuelven a inundar las calles de nuestras ciudades con sus tractores en multitudinarias manifestaciones en defensa de su actividad, que recordémoslo una vez más, es la más importante de todas las que desarrolla el ser humano, ya que mientras que otros sectores facilitan nuestra comodidad, confort, transporte, etc., el nuestro, el primario, –agricultura, ganadería, caza, pesca y medio forestal–, tiene encomendada una labor indispensable para garantizar la vida humana: asegurar la provisión de alimentos para una población en constante aumento. En poco más de un cuarto de siglo, se estima que este pequeño planeta lo habitarán unos 9.700 millones de personas.
Las organizaciones agrarias están convocando una serie de manifestaciones, en las que todo el mundo rural haga visible su profundo malestar por la situación de desamparo que sufre y que en los últimos tiempos, se está agravando hasta hacer inviable la rentabilidad de nuestras explotaciones. Altos costos de los insumos necesarios para asegurar su productividad, –combustibles, abonos, semillas, agua para riego, energía eléctrica, etc.– , que ya han llegado hasta el punto de que en nuestro sector se esté trabajando “a pérdidas”; esto es, los costes superan sobradamente a los ingresos, lo que a todas luces es una situación insostenible y hay que ponerla remedio urgentemente.
Ahora, por si todo lo expuesto no fuera suficientemente grave, también se están produciendo una serie de, cuando menos, desafortunadas declaraciones por parte de uno de nuestros servidores públicos, un miembro de nuestro gobierno, –con la anuencia del resto del gabinete–, precisamente quien por su cargo debería defender y ensalzar la gran calidad de nuestros productos para fomentar su comercio, que reiteradamente se ha permitido la ligereza de arremeter en duras críticas, por demás totalmente inexactas, contra nuestra agricultura, ganadería e industria. Todo ello con el evidente conocimiento del daño que esas declaraciones causaban, unas críticas indignas de ser pronunciadas por quien debe velar por los intereses de la nación y de sus gentes. El mal ya estaba causado desde el momento mismo en que esas declaraciones fueron pronunciadas, un evidente perjuicio para nuestros pedidos exteriores, que costará mucho tiempo y esfuerzo revertir porque es sabido que, “conquistar” un mercado precisa mucho tiempo y esfuerzo, pero se pierde en un segundo.
Vamos, que con sus desleales manifestaciones, –todos sabemos a quien me refiero–, ha confirmado el acierto de ese dicho acuñado por la sabiduría popular: tirar piedras sobre su propio tejado. ¿Se acuerdan de lo que decía el escritor ruso sobre la tolerancia y la inteligencia? Hemos llegado ya a esa intensa, desmedida tolerancia que permite medrar a los mediocres, a los imbéciles... ... Pues eso.