Dossier didáctico el hospital de los podridos

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El Hospital de los Podridos. Unidad didáctica.

UNIDAD DIDÁCTICA EL HOSPITAL DE LOS PODRIDOS

1º SINOPSIS 2º TEXTOS UTILIZADOS 3º LOS AUTORES 4º LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI: PANORAMA POLITICO-CULTURAL 5º EL TEATRO COMO LUGAR DE REPRESENTACION. EL CORRAL DE LA COMEDIA. 6º. EL TEATRO Y LA CRÍTICA SOCIAL. ENTREMESES, LOAS JÁCARAS Y MOJIGANGAS.

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1º SINOPSIS “El Hospital de los Podridos y otros Entremeses para el Siglo XXI” A partir de textos de Lope de Vega, Cervantes, Quevedo, Quiñones de Benavente, Bernardo de Quirós y otros autores anónimos del Siglo de Oro. Dramaturgia y dirección: Cristina Yáñez Intérpretes: Jesús Bernal, Gema Cruz, Miguel Pardo, Rosa Lasierra/ Carmen Marín Sinopsis: Una compañía de teatro llega hasta un Corral de Comedias zaragozano para presentar una colección de entremeses, loas, mojigangas y pequeñas obras jocosas del Siglo de Oro español. A aquella época nos trasladaremos gracias al buen hacer de los actores de hoy quienes a través de técnicas cercanas a la Commedia dell’Arte italiana, a la farsa y a la comedia, en verso y en prosa, nos mostrarán el arte de los cómicos de aquella época. 2


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A lo largo de la función, circularán por escena una divertida paleta de personajes e historias del siglo XVII que quizá reconozcamos en el siglo XXI. En la ciudad se acaba de inaugurar un Hospital para “curar” una extraña enfermedad de pudrición que amenaza con extenderse sin límite. Los afectados se pudren de envidia, de egoísmo, de soberbia, de vanidad, de celos... Tres mujeres se disputan la mano de un rico “mequetrefe” batiéndose con espadas entre las sombras de la noche. La muerte viene a pasar factura a acaparadores, avariciosos, especuladores, en definitiva “a sacar a la otra vida los que en esta no aprovechan”. Dos mujeres, Eufrasia y Tronera, a través de cuidadosos engaños y divertidas burlas conseguirán el permiso para el casamiento de la más joven. Todo ello sazonado de refranes, chascarrillos y chanzas de la época. Un homenaje a nuestro patrimonio teatral, cuando el teatro era un evento de masas y siempre era una fiesta.

2º TEXTOS UTILIZADOS Textos a partir de los cuales está creado el espectáculo: “Loa con que empezó en la Corte Roque de Figueroa” Quiñones de Benavente “Loa con que empezó Tomás Fernández en la Corte” Quiñones de Benavente “Entremés famoso del Hospital de los Podridos” Anónimo (atribuido a Cervantes) “Entremés famoso: Los Coches” Quiñones de Benavente “Entremés famoso del Juego del Hombre” Quiñones de Benavente “Entremés cantado: La Muerte” Quiñones de Benavente “Entremés de las Nueces” Quiñones de Benavente (fragmento)

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“Loa del Entremés” Anónimo. Refranes y dichos del S. XVII “Loa curiosa” Anónimo “Loa del Representante”. Anónimo “Loa en alabanza de la vanidad”. Anónimo (atribuido a Lope de Vega) “Entremés de la Ropavejera”. Francisco de Quevedo (*) “Loa famosa de las calidades de las mujeres”. Anónimo “Entremés de El Muerto, Eufrasia y Tronera”. Bernardo de Quirós “Baile entremesado de Mari Ximénez”. Anónimo. (Fragmento) *Consultar

Temas que trata: En El Hospital de los Podridos se habla de: . La envidia, la especulación, la avaricia, el abuso de poder, la corrupción y otros males éticos de la sociedad que han llegado hasta hoy. . El tipo de personas y personajes que habitaban nuestras ciudades. . La obsesión por la apariencia. . La diferente situación entre hombres y mujeres. . La vida nómada de los cómicos de la legua y el mundo del teatro.

3º LOS AUTORES Luis Quiñones de Benavente

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Luis Quiñones de Benavente fue un dramaturgo español que nació enToledo, hacia 1589 y murió en Madrid en 1651 Dramaturgo. Aparte de autor teatral fue clérigo y se movió en el entorno de amigos de Lope de Vega. Fue el principal cultivador del entremés (pieza corta de carácter humorístico que se representaba en los entreactos de las comedias) y creador de diversas modalidades, como el del baile entremesado, la loa bailable y el entremés cantado. Es autor de cerca de 200 entremeses, en los que la acción se sitúa en un plano irreal y utiliza el simbolismo para su estilo cómico. La clasificación de su obra, hecha según su temática y estructura, se divide en farsas de bolsillo (El marido flemático, El boticario), piezas de academia en marco entremesil (Los cuatro galanes, La hechicera), cuadros de costumbres (La maya), entremeses de alcaldes y sacristanes (Los alcaldes encontrados), piezas para lucimiento de actores (Los muertos vivos, Los ladrones), entremeses alegóricos, bailados y cantados (Las cuentas del desengaño) y las más de 50 piezas de Juana Rana, personaje que alcanzó un gran éxito popular y fue utilizado por otros autores teatrales. Todos ellos destacaron por su intención moralizadora y satírica, así como por el sentido del humor y los rasgos costumbristas. Publicó 48 de sus entremeses con el título de Jocosería: Burlas veras, o reprensión moral y festiva de los desórdenes públicos, obra que fue costeada por su amigo Manuel Antonio de Vargas. Pueden encontrarse también obras suyas en diferentes cancioneros y recopilaciones de entremeses. Su extensa fama como autor de piezas dramáticas breves propició que muchos entremeses anónimos fuesen atribuidos a su pluma; del mismo modo que otras no publicadas han engrosado después el volumen de su producción. Al final de su vida perteneció, como casi todos los literatos de su tiempo, a la orden tercera de san Francisco y a los esclavos del Santísimo Sacramento. Centrándonos en él como dramaturgo, Luis Quiñones de Benavente

es el gran

especialista del género entremés, pues se dedicó casi con exclusividad al teatro breve. 5


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Luis Vélez de Guevara lo llamó «pontífice de los bailes y entremeses» y Tirso «la sal / de los gustos, el regalo / de nuestra corte». Todos sus entremeses están escritos en verso y presentan un marcado carácter urbano (acciones localizadas en Madrid), junto con una clara tendencia al lirismo popular. A Quiñones de Benavente se le debe la creación del entremés cantado o baile entremesado, y la renovación del género por medio de la introducción de elementos abstractos, fantásticos y alegóricos. Su condición de músico (fue un famoso guitarrista) explica la importancia del elemento musical en sus obras. Su capacidad satírica no está reñida con el sesgo didáctico y moralizante de muchos de sus entremeses. La temática de los entremeses de Quiñones es muy amplia. Una leve intención satírica aparece en muchas de sus piezas, pero lo que predomina es, sin duda, la risa. A Quiñones parece deberse la creación de Juan Rana, que llegó a identificarse con el actor Cosme Pérez, cuya versatilidad le permitía adaptarse a las situaciones y oficios más variados: médico, letrado, poeta, toreador… Muchos de sus entremeses son pequeñas obras maestras: El gorigori renueva el motivo del falso muerto en un ambiente madrileño coetáneo. Otras piezas disminuyen la acción para recrearse en las variaciones literarias: Los cuatro galanes, La barbera de amor, El retablo de las maravillas (reelaboración del de Cervantes), Los alcaldes encontrados (conflicto entre los alcaldes Mojarrilla y Domingo, en un esquema de pullas e invectivas sobre el motivo de la limpieza de sangre), La maya, Las civilidades, Los sacristanes Cosquillas y Talegote, Los vocablos, El murmurador, Casquillos y la volandera, El talego niño, El doctor Juan Rana, La mal contenta, Los ladrones y Moro Hueco y la parida, etc. Maestro en el manejo del lenguaje, Quiñones dota a sus entremeses de una maravillosa gracia verbal; asimismo, el aumento de la espectacularidad de estas piezas (mayor importancia de la música y el baile) sería otra de sus notas más características.

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Lope de Vega Siempre se ha dicho que la personalidad de Lope de Vega es tan compleja y cargada de contracciones que es difícil explicarla en las líneas de una biografía. Los historiadores nos presentan su vida como una agitada sucesión de aventuras, una intensa crónica sentimental que ha sorprendido y admirado a varias generaciones de lectores, pero todo eso tiene mucho de mito, la realidad es que la suya fue una vida bastante sedentaria, pobre en acontecimientos externos. Lope no salió nunca de la Península, exceptuando su participación en una expedición a las Azores y su discutido 7


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enrolamiento en «La Invencible». Lope de vega fue más bien un aventurero íntimo. Los múltiples y a veces turbulentos azares de su vida fueron esencialmente sentimentales y afectivos. Detalles tan recónditos de su existir no podríamos conocerlos si el propio poeta no hubiera ido trasponiendo esos pormenores a su obra literaria. Lope sentía la necesidad de dejar testimonio de sí mismo. Esta pasión, que tanto ha ayudado a sus biógrafos, encierra también sus trampas y peligros. Es evidente que el protagonista no es -no puede ser nunca- un narrador imparcial. Sobre todos los acontecimientos pondrá el filtro de la subjetividad. Pero a esa distorsión debe añadirse otra: Lope gustaba de verse a sí mismo como personaje literario y recreaba su propia imagen según los tópicos del momento, a los que dotaba de una nueva vitalidad y calor. Añadamos a esto que tuvo siempre sus manías y entre ellas se contó el acrecentar el número, en verdad grandísimo, de sus obras y el restar algunos de sus años. Las referencias autobiográficas que dejó en verso y prosa hay que mirarlas al trasluz para adivinar en ellas, no tanto el dato concreto que en ocasiones aportan, cuanto el proceso psicológico que insinúan o esconden. En casi todas sus obras encontraremos la vida invadida por la literatura y, como corolario, la literatura impregnada de vida. Si Ramón Gómez de la Serna dijo de Quevedo que «tenía vocación de muerto», de Lope de Vega pudo decir muy bien que tenía «vocación de vivo». Gran parte de la vida del gran poeta la transformará en poesía. Félix Lope de Vega Carpio nació en Madrid a finales de 1562. Hay discusión acerca de la fecha exacta. El primero de sus biógrafos, su discípulo Juan Pérez de Montalbán, señaló el 25 de noviembre, «día de San Lope, obispo de Verona», pero W. T. McCready ha apuntado que el día de San Lope es el 2 de diciembre, por lo que también se apunta esta última fecha. Sus padres fueron Félix de Vega y Francisca Fernández Flórez, naturales -al parecer- del Valle de Carriedo, en la Montaña santanderina. Félix de Vega, bordador de profesión, debió de acudir a Madrid en 1561, atraído por las posibilidades profesionales y económicas que le brindaba la recién estrenada capitalidad. Años después, Lope se inventó una novela, o poco menos, a propósito de su nacimiento. 8


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Lope de Vega cultivó la mayor parte de los géneros vigentes en su tiempo, muchas veces con extraordinaria calidad. Y tan copiosamente, que ello le valió el título de «Monstruo de la naturaleza». Su obra lírica es muy extensa. Estrictamente líricos son sus libros Rimas sacras (1604), Romancero espiritual (1619), Triunfos divinos con otras rimas sacras (1625) y una serie de folletos con uno o varios poemas, como Cuatro soliloquios (1612) y las églogas Amarilis (1633) y Filis (1635). Libros misceláneos son las Rimas (1602), formado por doscientos sonetos, y los poemas épicos La hermosura de Angélica y La Dragontea; y las burlescas Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos (1634), donde incluye La Gatomaquia. Intercala poesías líricas en varios de sus volúmenes en prosa, las junta a diversos poemas épicos y las mezcla con prosas y comedias en La vega del Parnaso (1637). Como dramaturgo decir que Lope declaró haber escrito 1.500 piezas dramáticas; se conservan 426 comedias a él atribuidas (de las que sólo 314 son seguras) y 42 autos sacramentales. Aprovechando hallazgos de precursores, como los valencianos citados más arriba, de Juan de la Cueva, y de La Celestina, fija la fórmula de la comedia (nombre genérico dado a cualquier pieza teatral larga), que obtiene una triunfal acogida popular. Quebranta las unidades de lugar, tiempo y acción, exigidas por los preceptistas (y también por escritores como Cervantes, frustrado como autor dramático por el triunfo de Lope). Y mezcla lo cómico y lo trágico tratando, dice, de imitar a la naturaleza. Al servicio de este ideal, forja la «figura del donaire», que media con su sentido común y su buen humor entre los espectadores y la escena. Pero al postular tal mezcla, renuncia a la tragedia (El castigo sin venganza es bastante excepcional) y se predispone para componer comedias propiamente dichas, y tragicomedias, entre las que destacan las de comendadores, con asuntos de honra. Escribe en verso, con variedad de metros (predomina el octosílabo) y estrofas conforme a las exigencias de la peripecia. Adopta la división en tres actos o jornadas, y acoge temas de muy variada naturaleza, sumiéndolos en un clima intensamente español: de historia antigua (El esclavo de Roma) y extranjera (El gran duque de 9


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Moscovia), religiosos (La buena guarda), mitológicos (El laberinto de Creta), de enredo inventado (El acero de Madrid, La dama boba y El perro del hortelano), etc. Especialmente importantes son las obras inspiradas en temas de la Historia y leyendas españolas, con que contribuía a la forja de una conciencia nacional (El mejor mozo de España, El mejor alcalde el rey, Fuente Ovejuna, Las paces de los Reyes y judía de Toledo; se le ha atribuido, pero no es suya, La Estrella de Sevilla). Algunas de sus mejores tragicomedias se inspiran en canciones populares (Peribáñez y el comendador de Ocaña, El caballero de Olmedo). Otras comedias (El villano en su rincón) dramatizan también motivos folklóricos. Probablemente, ningún otro escritor ha interpretado tan profundamente a su pueblo.

Francisco de Quevedo Francisco Gómez de Quevedo y Villegas nació en Madrid el 17 de septiembre de 1580 en el seno de una familia de la aristocracia cortesana. Se trata sin duda de uno de los grandes escritores españoles de todos los tiempos, que cultivó con abundancia tanto la

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prosa como la poesía, siendo por tanto una de las figuras más complejas e importantes del Siglo de Oro español. En Madrid cursó sus primeros estudios en el Colegio Imperial de los jesuitas; hoy Instituto de San Isidro y después en la prestigiosa universidad de Alcalá de Henares; después cursó estudios de teología en la Universidad de Valladolid (1601-1606), ciudad que por aquellos años era la capital de España. Hombre de acción envuelto en las intrigas más importantes de su tiempo, era docto en teología y conocedor de las lenguas hebrea, griega, latina y modernas. Destacaba por su gran cultura y por la acidez de sus críticas; acérrimo enemigo personal y literario del culterano Luis de Góngora, el otro gran poeta barroco español. El año 1606 vuelve a su Madrid natal en busca de éxito y fortuna a través del duque de Osuna que se convierte en su protector; también entabla un pleito por la posesión del título nobiliario del señorío de La Torre de Juan Abad, pequeña villa dependiente delmunicipio de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real) al sur de La Mancha. Se traslada a Italia en el año 1613, llamado por el duque de Osuna, entonces virrey de los reinos de Nápoles y Sicilia, el cual le encarga importantes y arriesgadas misiones diplomáticas con el fin de defender el virreinato que empezaba a tambalearse; entre éstas intrigó contra Venecia y tomó parte en una conjura. El duque de Osuna cayó en desgracia en 1620 y Quevedo fue arrastrado en la caída y desterrado a sus posesiones de La Torre de Juan Abad, después, sufrió presidio en el monasterio de Uclés (Cuenca) y arresto domiciliario en Madrid. Por defender con virulencia la propuesta que el Apóstol Santiago fuese elegido el patrón de España, en pugna con los carmelitas que proponían a Santa Teresa, se vuelve a ver Quevedo castigado al destierro de nuevo en La Torre de Juan Abad. Esta etapa azarosa y desgraciada marcó todavía más su carácter agriado y además entró en una crisis religiosa y espiritual, pero desarrolló una gran actividad literaria. Con el advenimiento del reinado de Felipe IV cambia algo su suerte; el rey le levanta el destierro pero el pesimismo ya se había apoderado de él. Su matrimonio con la viuda Esperanza de Mendoza (1634) tampoco le proporcionó ninguna felicidad al gran 11


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misógino y se separó de ella a los pocos meses. De nuevo se siente tentado por la política, pues ve el desmoronamiento que se está cerniendo sobre España y desconfía del conde-duque de Olivares, valido del rey, contra quien escribió algunas diatribas amargas. Más tarde, por un asunto oscuro que habla de una conspiración, es acusado de desafecto al gobierno, y es detenido en 1639 y encarcelado en el monasterio de San Marcos (León), —hoy convertido en parador turístico de lujo— prisión tan miserable y húmeda, que provoca grandemente la merma de su salud. Cuando es liberado, en 1643, es un hombre acabado y se retira a sus posesiones de La Torre de Juan Abad para después instalarse en Villanueva de los Infantes donde el 8 de septiembre de 1645 murió. La figura de Francisco de Quevedo está ligada como ninguna a la época del Barroco. En él se personalizan las contradicciones propias de este movimiento y también el sentimiento doloroso ante la precoz decadencia del llamado Imperio Español. Su obra abarca todos los géneros, pero es en la poesía donde alcanza la mayor excelencia. El soneto, magistralmente utilizado, es el instrumento a través del cual nos transmite sus estados de ánimo, sus vivencias sobre el tiempo, sobre la vida, el amor y la muerte... y también, llegado el caso, lo esgrimirá como afilada daga para expresar su ironía, su crítica hacia el poder, o su rencor hacia sus enemigos personales. La mayor parte de la producción poética de Quevedo es satírica, pero como ya apercibió el abate José Marchena sus sátiras están mal dirigidas y, aunque consciente de las causas verdaderas de la decadencia general, es para él más un mero ejercicio de estilo que otra cosa y se vierte contra el bajo pueblo más que contra la nobleza, en lo cual no tuvo el atrevimiento de, por ejemplo, el otro gran satírico de su época, Juan de Tassis y Peralta, segundo Conde de Villamediana.

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Francisco Bernardo De Quirós Francisco Bernardo de Quirós (1594-1668) es un dramaturgo y agudo autor muy poco conocido en nuestros días. Sin embargo, en su época, aunque autor de segunda fila en el momento en que los más grandes desarrollaban sus carreras como dramaturgos, gozó de prestigio entre sus contemporáneos. Para las fiestas palaciegas escribió entremeses que fueron representados por las más renombradas compañías. A sus obras le dedican versos laudatorios Francisco de Avellaneda, Juan Bautista Diamante, Cubillo de Aragón, cáncer y Velasco y otros. Tomó parte activa en conmemoraciones y actos públicos que se celebraron en la Corte y participó en Academias y Certámenes literarios. De él podemos decir que su vida es prácticamente desconocida, pero está documentado que vivió en Madrid en los primeros tercios del siglo XVII y que fue allí alguacil propietario de Casa y Corte, y también que consiguió uno de los premios literarios del Certamen Poético de la Soledad, celebrado en Madrid en 1660. Cultivó casi todos los géneros literarios, sobre todo el dramático. Tiene publicadas las siguientes obras: Relación verdadera de las grandiosas fiestas que se hicieron en Madrid al bautizo del príncipe nuestro señor (Madrid, 1629) y Obras de don Francisco 13


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Bernardo de Quirós, alguacil propietario de la Casa de Corte de su majestad (Madrid, 1656), compuesta esta última por una novela, una docena de piezas de teatro y varios poemas. Destacó en el entremés, con piezas de valor costumbrista como Las calles de Madrid, El muerto, Eufrasia y Tronera, Escandarbey; de hecho, en su novela Aventuras de don Fruela se entremezclan hasta diez entremeses y una comedia burlesca con el relato de las peripecias del protagonista.

4º-. LA ESPAÑA DEL SIGLO XVI: PANORAMA POLITICO Y CULTURAL Si hay una fecha que marca un antes y un después en la historia de España ese es el año 1492. Este año supuso por un lado la unificación del Estado, ya que se conquistó el último reino de taifa no cristiano que quedaba en la península, por otro, el descubrimiento de América abrió progresivamente un horizonte apenas antes imaginado. Con la expulsión de los árabes, los reyes católicos se acercaban al primer esquema de poder central. Pese a que la nobleza siguió defendiendo la autonomía de sus regiones, la excusa de depender totalmente de la Corona estaba servida. No obstante, ni Isabel, ni Fernando si sus descencientes lograron establecer un absolutismo a la manera inglesa o francesa, más por su incapacidad que por falta de deseo. Tampoco las condiciones objetivas lo facilitaron, , pues la mayor parte del S.XVI fue gobernado no por dos reyes sino por dos emperadores (Carlos I y Felipe II), ya que el poder militar consiguió que las posesiones españolas llegarán hasta los más alejados rincones del mundo. Este carácter expansivo les obligó a una nueva y desconocida política lanzada al exterior que resultó además una carrera de equivocos, aunque, mientras tanto, iba dejando considerables fortunas a una nobleza que nunca dejó de tener vigencia en el Estado, y al clero, otro de los estamentos muy beneficiados por dicha política.

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Durante los reinados de los dos emperadores las glorias políticas y militares tapan un poco las vergüenzas interiores de España pero con los llamados Austrias menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) que reinan en España durante el siglo XVII, la decadencia se manifiesta con toda su crudez, dejando paso a la curiosa contradicción de simular un concepto de estado mucho mas organizado y moderno que sus predecesores, al tiempo que se iba descomponiendo de cuanto las armas y la intrepidez de los conquistadores habían conseguido años atrás. En esa contradicción, los intelectuales pueden encontrar materia suficiente para sus obras. Recordemos, que el campesinado, que ocupaba el mayor porcentaje de lo que se conocía como pueblo, habñia pactado mas con la corona que con la nobleza en la eterna lucha del reconocimiento total de las autonomías. De allí que su simisión a los reyes sea tan característica, como la falta de respuesta que estos daban a sus apetencias. Una aristocracia se fue conformando alrededor de la corte, con mayoría de nobles venidos a menos. En medio, ordenando y manteniendo esa ideología, la Iglesia, que gozó de todos los privilegios imaginables, justamente para que ocupara ese papel de garante y sostenedor del orden social con comodidad y propiedad. El teatro español, dadas esas coordenadas, se desarrolla en el siglo XVI, desde unos parámetro puramente medievales hasta la consecución del modernísimo esquema de la comedia a principios del Siglo XVII. No hay más que comparar las primitivas églogas de Juan del Enzina con las obras de la escuela valenciana para comprobar dicho salto estructural. El siglo XVI, es pues, un camino hacia la obtención de la fórmula de la modernidad. No pasa como en Inglaterra cuyo periodo de gestación es relativamente breve.

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5º EL TEATRO COMO LUGAR DE REPRESENTACION. EL CORRAL DE LA COMEDIA. Espacio de representación: EL CORRAL DE COMEDIAS En su origen, los corrales de comedias eran verdaderos patios interiores de casas, en los que se había levantado un tablado (el escenario) y cuyos espacios se aprovechaban para alojar a un público variado. Las representaciones se hacían de día. La sala carecía de techo y sólo un toldo protegía del sol. El escenario disponía de cortinas en su fondo que ocultaban uno o dos corredores altos y los vestuarios. La ausencia de telón condicionó la representación: había que recurrir a otros procedimientos para avisar a la audiencia de que comenzaba la representación: ruido inicial, música... •

El escenario presentaba 3 niveles utilizables durante la representación: al fondo, arriba, se situaba un balcón al que asomaban personajes que simulaban estar en el de una casa; en segundo lugar estaba el tablado, en el que se desarrollaba normalmente la acción; por último, el foso del que salían, a través de escotillones o trampillas, los actores que encarnaban a Satanás o a otras criaturas infernales.

Las habitaciones de las casas (aposentos) que daban al patio estaban destinadas a las gentes principales. Los desvanes y las tertulias eran los aposentos más altos, situados inmediatamente debajo del tejado, y estaban reservados muchas veces a los religiosos y a los nobles. Estos personajes podían ver la comedia sin ser vistos a través de celosías.

El público más modesto se situaba en el patio central y veía el espectáculo de pie o sentado en unas gradas que se levantaban a los lados del patio. Allí se situaban los mosqueteros, que, con sus capas y espadas y sus silbidos o aplausos levantaban o hundían la comedia.

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Frente al escenario se construyó una especie de palco de mujeres (la cazuela), en el que se sentaban las mujeres del pueblo, quienes accedían al local por una puerta especial o por las casas vecinas, para no encontrarse con los hombres.

A veces había inmediatamente al lado del escenario un lugar separado del resto de la sala, llamado media luna, donde se sentaban otros espectadores

La alojería era el lugar en donde el público compraba tentempiés (comida y bebida) y los alojeros despachaban la aloja o hidromiel (bebida hecha de agua, miel y hierbas aromáticas que, a veces, se mezclaba con vino).

Los primitivos corrales de comedias se ampliaron interiormente según se hizo preciso crear espacio para alojar al público. Su estructura sólo permitía crecer verticalmente y se fueron añadiendo pisos a los ya existentes.

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cazuela

corral

El público El teatro barroco era el principal espectáculo al que podían acceder todos los ciudadanos. La mezcla sociocultural que se produjo en las comedias barrocas constituyó un hecho cultural insólito; la fiesta era eminentemente popular y unía a la aristocracia con el pueblo. Las distintas clases sociales no se confundían en el interior del local, sino que se mantenían rígidamente las diferencias entre ellas. La distribución de los espacios reproducía la estructura social existente. Juntos, pero no revueltos. Cada uno tenía su localidad según fuese su rango y poder económico. Al fin y al cabo, un corral de comedias era el reflejo del universo social de aquella sociedad. Cada sitio tendrá una escalera diferente que impida el menor rozamiento. Las mujeres llegan a entrar por la casa del vecino y hasta por el techo para no mezclarse con los hombres. Las tres clases se dibujan en el interior: el vulgo (patio), la nobleza y el clero (celdas), la burguesía (galerías). El espectáculo teatral llegó a considerarse un componente esencial del día de fiesta, por lo que al principio se representaba los domingos exclusivamente; después se añadieron funciones los martes y los jueves, hasta que la representación se convirtió en una actividad diaria. El calendario de funciones se interrumpirá, tan solo, en Semana Santa y en momentos de luto de la familia real. La diaria actividad teatral generó una dinámica propia en torno al corral: los estrenos de comedias se anunciaban en las esquinas con carteles pintados con almagre.

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El público es ruidoso y vocinglero, se lanzaban objetos para interrumpir y hacer fracasar una comedia (los partidarios de los distintos teatros forman bandos enfrentados), e incluso si a la reina le venía en gusto, se soltaban ratones en la cazuela; se vendían abundantes alimentos y bebidas para el espectáculo –aloja o hidromiel (clase de bebida elaborada con agua, miel y especias), confitura, frutos secos, agua de anís...- y se vendían y compraban los aplausos. El teatro se convirtió en un acto social en el que importaba tanto la comedia como el ambiente que la envolvía.

Algunas de las figuras más características de los corrales eran: •

Los mosqueteros: Los mosqueteros a que nos referimos eran unos grupos de hombres formados por artesanos, comerciantes y muchos otros de diversos oficios, que provistos de objetos sonoros, como carracas, pitos y buenas gargantas, decidían si una comedia debía ser aceptada o por el contrario se la consideraba indigna, con sus muestras entusiásticas o desaprobatorias, y por lo tanto cuando ellos le negaban el «placet», el autor y sus papeles debían ser enviados al cesto de la basura. Los que llevaban la voz cantante en estos escándalos eran el gremio de zapateros.

El mantenedor del Orden. Mozo recio del lugar que, provisto de un buen garrote, templaba los ánimos de todos aquellos que se exaltaban.

El apretador o desahuecador. Todo el que entraba en el teatro tenía derecho a sentarse y de hacer sitio se ocupaban los apretadores. Cuando entraban en la cazuela para "arrejuntar" a las mujeres, se armaba un gran escándalo.

Aunque te pueda parecer mentira, por los teatros madrileños circulaban los llamados poetas duendes o memorillas. Personajes (espías/piratas literarios) que se aprendían de memoria las obras, las dictaban al salir (con disparates enormes) y las vendía. Eran una pesadilla para los autores.

En los corrales de comedias no había lavabos y las condiciones higiénicas no eran las más adecuadas. Con la llegada, a mediados del siglo XVIII, de distintos gobiernos 19


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ilustrados se empiezan a prohibir las representaciones en estos locales. La falta de higiene, el riesgo de incendio, los desórdenes... A esto hay que añadir el desarrollo de una burguesía que no quiere asistir a las comedias en espacios incómodos y la aparición de espectáculos como la ópera que requieren de espacios cerrados con un tratamiento acústico específico.

6º. EL TEATRO Y LA CRÍTICA SOCIAL. ENTREMESES, LOAS JÁCARAS Y MOJIGANGAS. Las críticas La Iglesia y los moralistas llegaron a calificar al teatro como un vicio perjudicial. Entre sus argumentos estaban: •

que los asistentes humildes gastaban lo que no debían y desatendían

sus obligaciones familiares •

que las "honradas e inocentes doncellas" ponían en peligro su virginidad

al exponerse a la vista de los hombres en la cazuela •

que los jóvenes “olvidan sus estudios y demás obligaciones para seguir

las novedades del mundo de los cómicos"; de hecho, en las ciudades universitarias estaba prohibido representar entre semana para que los estudiantes no se distrajeran. •

que "las "inocentes criadas" acaban pervirtiendo sus costumbres

que las mujeres sólo se fijaban en los trajes de los cómicos y las cómicas

Entremeses, loas, jácaras y mojigangas El entremés es un género teatral nacido en el siglo XVI, se documentan los primeros en los años centrales de ese siglo, en torno a 1547, que han llegado hasta nuestros días con ese u otros nombres, como el de sainete. La voz “entremés” había llegado al teatro español hacia mediados del siglo XV a través de las lenguas valenciana y castellana. En ese período, se designaba con este vocablo varios géneros de diversiones públicas: danzas, juegos de armas, alegorías religiosas, farsas, bailes. 20


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En la atmósfera del Carnaval tiene su origen el alma del entremés originario: el desfogue exaltado de los instintos, la glorificación del comer y el beber… El entremés se caracteriza por la brevedad, nunca sobrepasó los diez minutos de representación; por su propósito, que es hacer reír al auditorio, raramente se intentaba hacer reflexionar al espectador, a diferencia de lo que sucedía con la comedia; por su tipo de acción, que siempre se plasma “el mundo al revés” en el que triunfan los malos y pierden los buenos, y se niegan frecuentemente los valores imperantes en la sociedad; y por la participación de unos personajes fijos, que pertenecen a las capas sociales más bajas, a diferencia de los nobles que protagonizan la comedia larga, y trazados sin apenas profundidad psicológica. La loa se trata de una composición breve en verso que se escenificaba antes que el primer acto o jornada de una comedia. Servía de preámbulo a la pieza teatral para predisponer positivamente al público elogiando el lugar y a sus vecinos y al santo del día; encarecía el mérito de los actores o de la compañía, presentaba su repertorio, pedía indulgencia ante los posibles errores, y resumía o explicaba brevemente el contenido de la pieza sin anticipar su conclusión. Solía tener la función práctica de aplacar el natural bullicio de la gente congregada para asistir a la representación teatral. La solía recitar el autor o empresario de la compañía. La jácara es un poema cantado –romance- que generalmente trata sobre la vida y milagros de los jaques (rufianes, hampones) sirve de complemento a los géneros teatrales y se integra a menudo en la representación entremesil. Los personajes solían ser delincuentes, pícaros, chulos, guapos o gente del mundo del hampa. Destaca el agudo humor y el dominio de la jerga de los bajos fondos (germanía o jerigonza), que provocaba la hilaridad con crítica social. También era propio un tono especial al cantar, el tono "de jácara o de jacarilla", característico de esta composición. 21


El Hospital de los Podridos. Unidad didáctica.

La mojiganga consiste en un texto breve en verso, de carácter cómico-burlesco y musical, para fin de fiesta, con predominio de la confusión y el disparate deliberado, explicable por su raigambre esencialmente carnavalesca. Existen fundamentalmente dos tipos: las parateatrales, de inspiración más popular y carnavalesca, a veces con intervención de actores caracterizados como animales, y las dramáticas.

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