INFANCIA, EDUCACION ARTISTICA Y (RE)CONSTRUCCION SOCIAL
Desde tiempos inmemoriales la expresión artística ha hecho parte de lo que nos diferencia como seres humanos de otras especies, se podría decir que la génesis de la humanidad se inició cuando el primer hombre prehistórico se cuestionó sobre su propio ser, sobre su origen e intentó hacerle saber esto a otro por algún medio generado desde su propia expresividad, enfocando su atención hacia lo sutil del universo, convirtiendo el uso de la sensibilidad en múltiples disciplinas que interrelacionadas conformaron las ramas del saber generadoras de conocimiento.
Este espíritu creador del ser humano permanece manifiesto aun en nuestros niños y jóvenes, quienes a pesar de la creciente alienación de los mass media aun poseen destellos creativos por medio de los cuales intentan reconstruir o explicar el mundo que los rodea. Sin embargo a veces la opción del
sueño y del juego no es del todo posible en la infancia de nuestro país debido a los diferentes factores violentos que truncan su desarrollo armónico, ya que muchas veces la opción de lúdica es el rebusque por el sustento cotidiano, o incluso insertarse en alguna clase de grupo que les ofrezca seguridad a cambio de la venta de su niñez. A pesar de esto el panorama no es del todo sombrío, pues en medio de la adversidad frecuentemente crecen las flores mas fragantes y de mejor color como diría Vargas Vila, cuando se utilizan las vías de la continua experimentación y el trabajo en colectivo a través de las disciplinas artísticas, herramientas para la comunicación de la inteligencia emocional, el pensamiento y el acto creativo.
La praxis educativa y su carácter mediático pueden promocionar lecturas creativas del entorno sociocultural que nos hagan menos vulnerables a la deshumanización que perfila el mundo postmoderno ya que “todos los grupos necesitan y utilizan el arte como garantía de continuidad y cambio para realizar