
2 minute read
Llega a un acuerdo cliente con un comercio por sufrir accidente
MOTUL, Yucatán.- Tras la clausura del comercio La Mexicana, ubicado en la calle 29 entre 28 y 30, por no contar con permisos para construir y para su funcionamiento, así como por las heridas que sufrió un cliente al caer dentro de las instalaciones, las partes llegaron ayer a un arreglo satisfactorio.
Lo anterior fue informado por el afectado Jorge Rivero Alcocer, quien se encontraba internado en un hospital de Mérida por las lesiones sufridas tras caer en un paso a desnivel en las instalaciones de la tienda de abarrotes.
Advertisement
En su momento, el afectado pedía que los responsables de la tienda La Mexicana, en Motul, se hicieran responsables de los gastos médicos y perjuicios ocasionados por la negligencia, como empresa, al contar en su interior en el área de verduras, con un desnivel en construcción que causó el accidente al resbalar el cliente.
Desde el 19 de enero que sufrió la caída en el interior de la tienda, misma que le provocó fractura de cadera, el afectado se encuentra hospitalizado en el área de urgencias de la Clínica T-1 del IMSS en Mérida, a la espera de una fecha para su cirugía; tras la clausura de la tienda los responsables pagaron los gastos generados al cliente por su hospitalización.
“Gracias a la oportuna mediación de las autoridades la tienda de abarrotes La Mexicana aportó el apoyo económico para la rehabilitación de mi fractura de cadera, por lo que reitero mi profundo agradecimiento, además de la sensibilidad de los encargados del establecimiento, a quienes reconozco su solidaridad y comprensión a pesar de estos detalles técnicos que, sin duda, redundan en un ejemplo de acompañamiento”, señaló el afectado.
(Alejandro Collí)
El hombre precisó que, en este inicio de año, fueron varios de sus colegas de la ciudad que se unieron con ellos para iniciar la actividad como alarifes en la ciudad de Mérida, en donde acuden de lunes a sábado para realizar la construcción de viviendas. Señaló que la mayoría de las empresas les ha brindado seguro de vida y un salario que los ayude a subsistir semanalmente.
Alberto dijo que lleva dos años desde que optó por moverse de lugar, pues uno de sus colegas lo convenció de subir a esta ciudad: “Yo trabajaba aquí y era poco el salario, ganaba casi 2 mil 500 a la semana. En Mérida gano un poco más y, además, tengo seguro; cosa que aquí no se dá porque sólo pequeños trabajos salen”. Agregó que para poder trasladarse lo realizan por medio de una camioneta que rentan en grupo de 10 a 12 personas. Señaló que la mayoría de los trabajadores, específicamente albañiles, son de un rango de edad de los 18 a los 60 años, que salen todos los días a temprana hora para cumplir un horario de ocho horas, moviéndose en las entradas de la ciudad, colonias e incluso en los puertos en donde se da la construcción de hoteles y casas veraniegas de las personas que son fuera del Estado.
Puntualizó que las que se van retirando de este oficio lo van tomando las nuevas generaciones de la localidad y de las comisarías que van subiendo a la capital yucateca en búsqueda de oportunidades una vez decidan no continuar con sus estudios: “Hay varios chavos que van y deciden ya no seguir estudiando o toman un año para pensar qué estudiar, varios de ellos aprenden el oficio de la albañilería y se van a estudiar carreras relacionadas a la construcción”.
El alarife mencionó que en la ciudad y comisarías hay mínimo una cantidad de 500 personas, que salen de la ciudad a ejercer este oficio, sin contar otras actividades labores en empresas que hay en localidades vecinas: “Hay varios que salen de aquí y hay otros que van en maquiladoras, uno busca ahora en donde den prestaciones y se mantenga bien económicamente”. Alberto Cocom precisó que hasta ahora seguirá laborando de la misma manera que lo ha hecho estos dos últimos años, ya que cada vez que finaliza una obra, son recomendados en otras por sus mismos colegas para poder seguir de pie: “Ahora no tiene mucho que comenzamos una nueva chamba y si se acaba pues buscamos otra para no quedarnos de brazos cruzados”.
(Isaí Dzul)