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ESCRIBIR: ¿PARA QUIÉN Y PARA QUÉ?

Confieso que me alejé de la academia cansada de un mundo en donde los libros, artículos y en general los conocimientos generados por los y las investigadoras quedaban a disposición de un reducido número de personas, expertas en determinados temas. Después de todo, estudié antropología buscando respuestas a las problemáticas que me parecían importantes resolver motivada por el interés de participar de alguna manera en los cambios posibles a favor de un mundo más justo para todos y todas.

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Y aunque los años y el trascurrir de la vida se encargaron de borrar en mí algo de lo ilusa que fui, sigo con- vencida de que el arte de escribir sólo puede tener un sentido primordial: transformar a la sociedad, o sea, algo más importante y más allá del dinero, el prestigio o de la fama que pudieran obtener quienes escriben.

Suplemento Científico y Cultural de Por Esto!

Directora General: Alicia Menéndez Figueroa.

Fundador y Director Honorario: Mario Renato Menéndez Rodríguez.

Fundador: Hernán R. Menéndez Rodríguez ().

Importa mucho y es necesario construir nuevas verdades, y con ellas nuevas realidades, con discursos que no estén divorciados de lo lúdico y de la destreza en el uso del lenguaje, pero menos aún con las personas comunes con las que nos interesa establecer un diálogo. Para ello, es preciso renunciar a estrategias elitistas que sólo alimentan soberbias personales como abusar de conceptos o elaboraciones complejas.

El arte de narrar sólo puede tener un sentido: transformar a la sociedad.

Compañía Editora del Mayab, S.A. de C.V.

Calle 60 No. 574A entre 71 y 73, col. Centro

Mérida, Yucatán C.P: 97000

Tels: 930-27-60 930-27-67

Como he afirmado en diversas ocasiones los y las académicas suelen aferrarse a lenguajes conceptuales, que les parecen más útiles para delimitar una posición de élite que necesarios para explicar la realidad social, renunciando a aportar elementos que ayuden a la sociedad a tomar adecuadas decisiones para mejorar sus vidas, tanto cotidianas como coyunturales. Por lo tanto, no resulta extraña la brecha, en apariencia infranqueable, que hay entre el conocimiento científico social, incluidos los que presumen de generarlo, y el resto del mundo.

El medio para romper los cercos “infranqueables”, que prevalecen alrededor del mundo de la academia, lo encontré en el periodismo, en las páginas del ¡POR ESTO! y de su sección Unicornio que generosamente me abrieron las puertas y con ellas la oportunidad de transmitir a un sector amplio los resultados de años de investigación y de estudios sobre diferentes problemáticas sociales a las que me he abocado en gran parte de mi vida, con perspectiva de género y pertinencia étnica.

Resuelta la vía me cuestioné también el cómo, la estrategia para comunicarme con un público más amplio y, por supuesto, encontré en la literatura las herramientas para que mis textos fueran más accesibles y amables para los y las lectoras. Decidí utilizar una estrategia discursiva, donde las herramientas narrativas y poéticas de la literatura, me permitieran generar textos amenos sin que me alejara de mi objetivo principal: atender las problemáticas sociales.

Pese a ello, me encontré con que el mundo de la literatura puede ser tan elitista y excluyente como el de la academia con sus nichos inquebrantables y formulas rebuscadas. Por favor, no me mal entiendan, por supuesto que el buen escribir requiere técnicas y conocimientos específicos, también destrezas alimentadas por muchas horas detrás de la computadora y lecturas apropiadas. De otra forma podríamos terminar escribiendo, o peor aún, premiando pan- fletos “políticamente correctos” pero muy lejos de la calidad literaria que se debe aceptar y promover.

Sin embargo, concuerdo con el escritor cubano Edgar Sánchez Hernández ganador del Premio Latinoamericano de Primera Novela “Sergio Galindo” 2022, y quien durante la ceremonia de premiación se pronunció porque la literatura, como en su origen, debe describir la realidad señalando además que: “vivo convencido de que hoy, la literatura debe ser menos complaciente; debe ser más valiente, sincera y comprometida”.

Pero regresando al tema central: escribir ¿para qué?, tiene su respuesta, en mi caso al menos, en la necesidad de contar la realidad, comprometerse con ella e intentar contribuir a su transformación para construir una sociedad más justa e igualitaria. Esta respuesta nos resuelve el ¿para quién?, por supuesto, para el mayor número posible de personas, para todos aquellos y aquellas que quieran leernos sin importar los títulos y grados académicos, sólo el interés por el bien común.

Por lo tanto, lo que menos interesa es escribir para pequeños grupos de expertos ya que, como acordamos en el taller de “Espejismo Literario” donde participo, “es importante renunciar a cualquier elaboración compleja o rebuscada, al posible aplauso de expertos o censores, para priorizar lo lúdico, lo íntimo y todo aquello que cura las viejas heridas”. Siendo el objetivo: “desnudar nuestros espíritus (ak pixano’on), e invocar a nuestros ancestros (ak ch’i’ibalo’on) en un festín de letras de donde surjan realidades alternas para nosotros, nosotras y quien nos lea”. Es decir, describir y transformar la realidad individual y colectiva a través de las letras, sin olvidar la técnica, pero poniendo por delante la pasión y el compromiso de contribuir para hacer realidad una sociedad donde todos y todas podamos ser felices sin violencias ni injusticias. Por eso celebro que en este medio la difusión del conocimiento, del arte y la cultura tengan un espacio privilegiado, el cual agradezco profundamente.

“Vivo convencida de que hoy, la literatura debe ser menos complaciente; debe ser más valiente, sincera y comprometida”.

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