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Mujeres demuestran su tenacidad
Virginia Ancona es la única viene-viene de la península, mientras que Yesica Segovia Quijano es aguadora
PROGRESO, Yucatán.- En el puerto varias mujeres han demostrado que el “sexo débil” solamente se encuentra en la mente, pues diariamente realizan labores consideradas rudas y se sobreponen a las condiciones desfavorables.
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Una de estas admirables progreseñas es Virginia Victoria Ancona Arjona, quizás la única “viene-viene” de toda la península; actualmente sale a buscar el sustento en las calles que se encuentran adjuntas al DIF Municipal acomodando autos desde las 8:00 horas hasta que el Sol se oculte.
Lavar, llenar y subir los botellones a las camionetas, incluso entregarlos, es parte de mi día a día. A veces me ven en la calle y la misma clientela se sorprende”.
YESICA SEGOVIA QUIJANO TRABAJADORA
Sus inicios se dieron en los años 90. Cuando era una veinteañera viajó de la ciudad de Mérida hasta el puerto para ganarse unos pesos en la calle. La vida le sonrió gracias a la maestra Magaly Solís, pues ella le dio la oportunidad de trabajar como intendente de su restaurante Flamingos, donde pasó varias décadas laborando hasta su despido hace menos de un lustro, cuando el local fue rentado a Los Mariscos de Chichí.
“Regresé a la calle, podría decirse que son mis orígenes y lo hago con gusto, porque mi abuelo me necesita, ahorita se encuentra malito, así que pongo el doble de esfuerzo para que él se sienta orgulloso de mí; pena es robar, yo estoy contenta con la labor que realizo”, aseguró la entrevistada.


Otra mujer que ha recibido el reconocimiento de familiares y progreseños es Yesica del Carmen Segovia Quijano, pues dentro de su currículo están los oficios de ayudante de albañil, soldadora, cargadora y auxiliar en llanteras; actualmente labora en todo lo que se requiere en la planta purificadora Paraíso azul
“Lavar, llenar y subir los botellones a las camionetas, incluso entregarlos, es parte de mi día a día. A veces me ven en la calle y la misma clientela se sorprende, no los culpo, en parte nuestro país ha sido sumamente machista en estas últimas décadas”, especificó Segovia Quijano.
Antes de dedicarse a este ofi cio, Yesica Segovia se desarrollaba en el ámbito pesquero, pero las malas rachas y luego la pandemia la obligaron a mudarse a su nuevo trabajo.
Además, afirmó que la misma comunidad progreseña le recuerda parte de su andar por los trabajos que ha desempeñado: “fui la primera mujer que laboró en Barraganes hace años, también estuve en una llantera donde los clientes eran siempre hombres y al principio me quisieron hacer menos, pero las ganas de ponerme al tú por tú me ayudaron a no caer”, recordó.
“Mi mensaje va dirigido a las mujeres, no tengan miedo y tampoco dependan de alguien, la que no arriesga no gana más, sobre todo si tenemos hijos de por medio. Cuando una quiere ser alguien en la vida se agarra fuerza de donde sea, hoy con los trabajos que he tenido puedo asegurar que nosotras podemos hacer lo que sea, sólo necesitamos ser decididas”, finalizó.
(Jesús López)
Revela su historia el rey de los granizados del malecón
PROGRESO, Yucatán.- Juan Bautista Magaña Euán, de 57 años y conocido como el Güero, se ha consolidado como el auténtico rey de los granizados en el puerto debido a que ejerce esta actividad desde 1981.
Hijo de José Alberto Magaña Mena, considerado como el primer cacahuatero en la historia del puerto. Ambos llegaron a este municipio en el año de 1972 con el objetivo de sobresalir en el aspecto económico. “Llegamos desde la ciudad de Mérida tratando de encontrar el sustento. Yo también ponía de mi parte y empecé boleando zapatos, el comercio terminó siendo el negocio familiar porque a eso nos dedicamos todas nuestras vidas”, argumentó el quincuagenario, quien por primera vez reveló su historia ante un medio de comunicación.
El Güero, luego de salir de sus clases de la Secundaria Carlos Marx, comenzó a vender granizados en 1981, que ofrecía a tres pesos en diferentes puntos de la ciudad.
“Al principio sólo lo hacía para tener algunos centavos para irme a pasear con mis compañeros de escuela, pero la labor me terminó gustando y hasta hoy aquí sigo con mi gente, la cual nunca me ha olvidado desde que tuve mi primer carrito de venta”, agregó.
Entrevistado a la entrada del Muelle de Chocolate, el comerciante con más de cuatro décadas de experiencia relató que ha visto los cambios que se han originado dentro del Malecón Tradicional.
“Era todo muy diferente a como ahora se vive la jornada. Los 80 y
90 fueron las mejores épocas porque se podía tener un sustento mayor al que percibimos, aparte de que nadie nos cobraba por venir aquí”, explicó Juan Bautista Magaña Euán.
La diferencia se vive hoy en día, pues por la falta de clientes, el quincuagenario debe recorrer varios metros empujando su carrito característico a diferentes puntos del boulevard municipal. El promedio de venta por día es de menos de 50 vasitos, cada uno lo oferta en 25 pesos.
La preferencia del cliente recae de manera recurrente en Juan Bautista Magaña Euán, debido a que es uno de los pocos vendedores que sigue haciendo su propio jarabe, mismo que incluye pulpa de fruta, azúcar hervida y colorantes diversos.
(Jesús López)